- Dos caminos que se
entrecruzan - Coincidencias
y contrapuntos entre dos visiones - Relaciones entre
dos disciplinas: la antropología y la
ecología - Visión
instrumental: los pueblos originarios como guardianes de la
biodiversidad, y los bienes culturales como parte de los bienes
naturales - ¿Pueblos
indígenas como guardaparques? - Bibliografía
Miles de sitios de Internet, multiplicidad de
estudios interdisciplinares, recuperación de
prácticas ancestrales para mejorar el manejo de los
ecosistemas y,
en especial, la enorme variedad de grupos humanos
que habitan en zonas megadiversas, han colocado a esta
relación, relativa a la diversidad cultural y
biológica, como un tema crítico y de mucha
actualidad. Tanto que ahora se acuña un nombre para esta
relación: el de "diversidad biocultural".
Esta ponencia solo pretende una primera
aproximación crítica. Y no se trata tanto de un estudio
bibliográfico sobre el tema, sino de un análisis "ingenuo" del discurso, del
discurso virtual presente especialmente en el Internet. Ingenuo,
pues se ubica solo en la epidermis del habla, y no entra a una
reflexión teórica propiamente dicha. Desde estas
limitaciones, la ponencia trata de identificar algunas relaciones
conceptuales significativas entre la diversidad cultural y la
diversidad biológica, para de esta forma presentar algunas
posturas críticas.
También es una entrada ingenua a estos conceptos,
pues no se parte de los postulados teóricos de una
etnoecología en ciernes, en tanto disciplina
académica, sino del uso cotidiano y aplicado en campo de
estos términos. En otras palabras, se parte en el
análisis de los conceptos de "diversidad cultural" y de
"diversidad biológica", como lo usaría cualquier
técnico de campo que trabaja en un proyecto de
asistencia al desarrollo.
Dos
caminos que se entrecruzan
Aunque siempre es arbitraria la identificación de
un hito temporal, pero a grandes rasgos se puede ubicar la
segunda mitad de la década del 90, como el inicio de la
intersección entre la diversidad cultural y la diversidad
biológica. Desde un punto de vista epistemológico o
teorético, esta relación ha sido estudiada directa
o indirectamente, con o sin esos términos,
prácticamente desde el mismo inicio de los estudios
antropológicos o etnológicos.
No sucede lo mismo con la biología y la
ecología,
lo cual también es significativo. Se diría que en
las disciplinas biológicas siempre prevaleció un
enfoque analítico si se quiere sectorial: el estudio de
los seres vivos con independencia
de las relaciones significativas en términos
estructurales, con el ser humano. Se puede afirmar que la
ecología sí incluye el estudio de estas relaciones.
Pero esto es francamente relativo. Los estudios ecológicos
privilegiaron el análisis de las interrelaciones
ecosistémicas entre seres vivos y sus hábitats y,
la relación con el ser humano, quedó acotada a lo
que podría denominarse la "huella ecológica". En
otras palabras, la relación significativa desde la
ecología no fue desde una perspectiva
antropológica, no podía serlo, sino desde una
visión que implicaba que el ecosistema
natural es un conjunto en equilibrio
relativo que un agente externo (el ser humano) afecta de una u
otra forma.
En la antropología y en la etnología, no
sucede lo mismo. Las relaciones significativas entre la cultura y la
naturaleza
siempre fueron parte esencial de todo acercamiento
antropológico. Y, justamente, no como una externalidad tal
como es vista esta relación desde la filosofía o
desde la metafísica, sino al contrario como una
"internalidad".
En otras palabras, con la antropología gracias al
estudio de la sociedades
tradicionales, se muestra
cómo la naturaleza se introyecta en la cultura y
cómo la cultura se introyecta en la naturaleza. De forma
que una y otra en muchos sentidos son una sola cosa. Resulta
interesante que desde una perspectiva filosófica, la
antropología tiene el gran mérito de mostrar la
inconsistencia de toda postulación que separa en forma
dual, el ser del pensar, la cosa del sujeto, la naturaleza y la
cultura. En cambio en la
biología e incluso en la ecología, la
relación dominante siempre fue de lo que podría
llamarse externalidad humana. En otras palabras, en la
metafísica la cosa (la naturaleza) es aquello externo en
términos ontológicos al conocimiento
humano.
En la biología y en la ecología lo externo
epistemológico, es en cambio lo humano. Y, en la
antropología y en la etnología, se da un
acercamiento entre lo humano y la naturaleza, una internalidad
que se intersecta en la cultura. Quizás esto pudo suceder
porque los antropólogos se acercaron al estudio de las
sociedades tradicionales, en especial, al estudio de las tribus
selváticas.
Pero lo que se constata es que en el uso cotidiano
acerca de los términos que esta ponencia analiza, la
relación más específica entre diversidad
cultural y diversidad biológica surge en los
últimos 10 años. Pues la intersección
presente desde el inicio en los estudios antropológicos
tampoco da cuenta en estricto sentido de las relaciones entre
diversidad cultural y diversidad biológica, da cuenca
más bien de la relación entre cultura y naturaleza,
de forma que la "diversidad" no es un concepto
relevante tampoco en la antropología. Hasta podría
decirse que es al contrario, pues tanto la antropología
como la ecología al estudiar el caso singular de una
cultura en un hábitat
determinado, buscan postulados universales, de forma que la
diversidad pueda ser interpretada desde un conjunto de principios o
leyes.
En todos estos sentidos, debe acordarse que tanto desde
el punto de vista de aplicación cotidiana como incluso
desde un sentido de "vacío teórico", sí
efectivamente ha surgido algo nuevo desde la segunda mitad de los
90´: la diversidad y sus complejas relaciones entre
biología y cultura.
¿Pero esto nuevo que emerge qué es?
¿Es solo una nueva moda del
desarrollo y de la cooperación? ¿Es nada más
que un lugar común que predica que a mayor diversidad
cultural, mayor diversidad biológica y
viceversa?
¿O, más bien, es una síntesis
que anuncia la irrupción de nuevos conceptos relevantes?
Esta ponencia, si bien aporta con elementos críticos a
esta relación, sin embargo apuesta a ella y lo hace por
una sencilla razón: la diversidad cultural y la diversidad
biológica como conceptos relevantes deben ser valorados
desde un nuevo concepto integrador: la hospitalidad planetaria,
defendida por cierto por algunos pensadores
posmodernos.
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