- Abstract
- Trabajadores
intelectuales e intelectuales - ¿Qué
dicen, quiénes lo dicen, cómo lo dicen y
dónde lo dicen? - ¿Qué
se espera de los intelectuales? - El
"compromiso" - Política y
organicidad - Los
intelectuales, los MM y el mercado - Mediáticos y
antisistema - Las
gratificaciones del Poder - Los
cortesanos - ¿Intelectuales
o revolucionarios? - Errores
y readaptaciones de la izquierda - Algo
más sobre intelectuales de izquierda - Los
intelectuales que valen la pena - La
originalidad y la creación - Las
crisis de los intelectuales - Mala
praxis. Responsabilidad. Costos y costas - Finalmente….Volver
a pensar nosotros
ABSTRACT
Este ensayo
aborda el registro de las
percepciones y preconceptos usuales respecto a los intelectuales y sus presuntas misiones,
mostrando el otro lado de la realidad, es decir, la
mitificación del rol por una parte y su consiguiente
inserción mercantilista en el mercado con
el resultado de las contradicciones permanentes entre el
discurso y
la práctica.
Asimismo, pasa revista a
las crisis
experimentadas desde los 90´s en Argentina, mostrando
cómo constituyen un sector vulnerable en varios aspectos
y en constante decadencia, sobre todo los que se sitúan
del centro a la izquierda del espectro político
ideológico.
PALABRAS CLAVE
Intelectuales de izquierda- intelectuales y
poder
– influencia de los intelectuales – crisis de los
intelectuales.
En memoria
de Melitón Fierro,
el intelectual que
inspiró
al gaucho José
Hernández.
"Lo importante
no es cambiar de collar,
sino dejar de ser perro."
Arturo Jauretche
INTRODUCCIÓN
Estas páginas están surcadas de
impresiones que son producto
fundamentalmente de la observación empírica acerca de los
comportamientos visibles de ciertos intelectuales en tanto
que tales, en los espacios públicos y privados de
Argentina.
Escribo sobre esa clase de
intelectuales de hoy, la misma que he conocido en el
último medio siglo, cuyos nombres y rostros reconcentrados
y adocenadamente lookeados asaltan y sobresaltan desde las
mesas de novedades de las librerías al desprevenido
paseante, y desde la pantalla del televisor a su familia, sin que
ninguno de los dos los haya invocado previamente; es decir, sin
que, por lo general, alguna lectura previa
les haya permitido conocer aunque sea parcial y superficialmente
lo que piensan, lo que proponen, o la presunta importancia
atribuida a sus ideas o "teorías".
En principio, para hablar críticamente sobre los
intelectuales se considera de buen tono demostrar que se cuenta
con aval académico o con algún tipo de
personería que habilite la emisión de alguna idea,
como por ejemplo el hecho de pertenecer a una corporación
o cofradía política, social,
religiosa o artística, si uno no es un periodista
intelectual con un espacio propio. O sea, contar con la
autorización correspondiente y a la vez ser considerado un
intelectual.
En mi caso, no integro clubes de fans, ni de
cotizantes, ni capilla, banda o secta política alguna; por
tanto no necesito, no he buscado ni deseo adquirir ninguna clase
de legitimación simbólica para decir lo
que pienso acerca de ellos.
Es por eso que deliberadamente he desechado impostar
imagen, voz y
estilos intelectuales a la moda, y no he
comprado el know how más actualizado que ofrece el
mercado en materia de
formatos, moldes y modelos de
escritura
debida o conveniente, ni tampoco acato ni legitimo los
tics y los clichés a la moda para el
tratamiento conceptual de esta temática.
Descreo de los dictados explícitos e
implícitos de las modas y de los dictadores de todo
tipo, especialmente de los del campo socio educativo y cultural.
Y como no me llevo bien con la obediencia debida a las
prescripciones acerca de los moldes de la expresión y la
creación, que acaban siendo recipientes sin fondo para el
pensamiento,
no pago peajes de ninguna clase ni adscribo a términos,
lenguajes o formalidades estéticas conocidas ni novedosas
por más que éstas puedan ser útiles si por
ellas -o a pesar de ellas- un libro es
publicado, y mejor aún, leído y
comprendido.
Un estilo de comunicación puede ser natural o
artificial, y ello no quita ni agrega nada demasiado importante
al valor
intrínseco de las ideas de un mensaje cuando no se trata
de ficción ni de poesía,
por más que él mismo pueda convertirse en un
éxito de ventas o
quedar desplazado, relegado o encriptado a causa de su
exterioridad estético formal. Pero lo que sí debe
poseer un mensaje invariablemente -insisto- es
autenticidad y verdad , por respeto a sus
receptores. De modo que si además de ello posee otras
cualidades, mejor para su autor que vive y cotiza en el
mercado.
No pretendo "desentrañar leyes ni
tendencias", ni "los supuestos subyacentes" referidos al comportamiento
de los intelectuales, ni las del mismo sistema que los
produce y reproduce. No vengo en carácter de científico ni de
epistemólogo, ni de mago ni sacerdote para esparcir un
nuevo maná sobre los lectores, ni a tocar la flauta como
Hamelin. Dios, supuestamente, hay uno solo; en cambio,
encantadores de ratas ya hay demasiados.
No he optado por la vulgaridad, ni la insolencia, ni la
ironía, buscando atrapar su atención para permanecer en su cabeza de
cualquier modo. Así que donde se perciba alguna cuota
aparente de aquellas entiéndase que no se trata de
cálculo
ni afectación, pero tampoco del mero azar, sino
exclusivamente de convicciones y cansancios naturalmente
expresados, sin tremendismo ni arrestos temperamentales reales ni
inventados, pues todo lo que digo se halla bajo mi absoluto
control.
A fin de cuentas, muchos
trabajos críticos en el exterior han sido tremenda y
deliberadamente impiadosos en la consideración de sus
correspondientes intelectuales en los más variados
aspectos. Por mi parte, nada me ha sobrepasado. En todo caso,
quepo en los límites
exactos de mi estatura y mis deseos, ni menos ni
más.
Decididamente, no hay nada en estas páginas que
le permita apropiarse del más pequeño valor de
cambio. Si a esto se lo puede considerar como una posición
o un pensamiento singular, no es moneda que circule en el
mercado, ni bien fungible que se le parezca. Pero eso no es
responsabilidad mía sino del mercado, que
está en otra cosa.
Deliberadamente, casi no se hallarán citas de
ningún tipo ni menciones de autores ni de términos
o categorías intelectuales . No se debe a que no lea
autores locales, ni tampoco a que no reconozca los méritos
intelectuales de muchos de ellos. Simplemente, no deseo hacerles
publicidad
gratuita a ninguno ni utilizarlos en mi exclusivo beneficio con
el pretexto habitual de citarlos para "beneficio de los
lectores".
Recuerdo a muchos intelectuales radiados del mercado por
sus ideas, muchos de ellos ya muertos, muchos de ellos
asesinados, a los que debo el tributo permanente de mi
agradecimiento y afecto por haber podido abrevar en sus ideas
haciéndolas mías a la par de muchos otros, y cuyos
libros con
extraordinarios aportes ya no se editan, ni se leen, ni se citan,
ni se recomiendan. Por respeto a ellos, me abstengo de la
frivolidad de citar a intelectuales de mercado por más
importantes que sean algunos de ellos.
En consecuencia, mi tratamiento de los intelectuales
apunta a abstraer las peores notas que caracterizan a muchos
intelectuales argentinos que hacen como el tero: en un lado
pegan el grito y en otro ponen los huevos.
Me ocuparé de ellos puesto que los trabajos
más frecuentes son de sentido contrario pues provienen de
los intelectuales que se hacen autobombo indirectamente al
difundir un perfil sobre ellos mismos, cargado de connotaciones
positivas, solidarias, morales, optimistas, etc, sin mencionar el
otro lado de la luna.
Y así como deliberadamente no cito casi nada ni a
nadie, tampoco robo ni doy por propio nada. En consecuencia,
espero que usted ignore mi nombre a cambio de leer y pensar lo
que leyó. No
sea que el árbol le impida ver el bosque.
Pero si no está dispuesto a una aventura de este
tipo, o la misma excede sus expectativas, sus conveniencias o su
tolerancia, le
sugiero que me lea en voz alta mientras se graba, y cuando se
vaya a la cama escuche el casette mientras se va
durmiendo. Así tal vez permita que alguna solitaria
semilla anide en su cerebro, por
más que sea en su inconsciente. De ahí en
más… ¡Quién sabe…! ¡Hasta
es posible que brote y se transforme en planta, en frutos, en
perfume y hasta en fresca sombra!
Ése es, pues, mi objetivo.
Más claramente, acercarle otro punto de vista
distinto a los que quizá frecuenta.
Por si eso llegara a ocurrir, le doy las gracias
anticipadamente.
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