Mientras añoramos la sostenibilidad – Cultura Socioambiental y Universidad
- La cultura socioambiental como
elemento mediador del desarrollo sostenible - Una
dimensión dentro del campo de la cultura: lo
socioambiental - El
saber ambiental: epistemología de la cultura
ambiental - El
reto de las Universidades frente a la cultura socioambiental
para el desarrollo sostenible - La
Educación Superior cubana y la cultura socioambiental
para el desarrollo sostenible
" Crear una nueva cultura no
significa sólo hacer individualmente descubrimientos
<<originales>>: significa también, y
especialmente, difundir verdades ya descubiertas,
<<socializarlos>>, por así decir,
convertirlos en base de acciones
vitales, en elementos de coordinación y de orden intelectual y
moral.."
Antonio Gramsci.
La relación sociohistórica hombre–naturaleza,
que se ha sucedido a través de los siglos, ha resultado un
hito trascendental en la manera en que el hombre ha
ido creando su segunda naturaleza: esa naturaleza humanizada que
es la cultura, y en la cual aparecen reflejados tanto material
como espiritualmente los modos en que los seres humanos han
interpretado su correlación con el medio
circundante.
En las primeras sociedades
humanas, el desconocimiento del hombre primitivo acerca de los
fenómenos naturales, convirtió a la madre natura en
elemento mítico mágico objeto de adoración y
respeto; sin
embargo, con el perfeccionamiento de las técnicas
de trabajo, el
paso de una formación económico social a otra
nueva, así como el surgimiento de los primeros filósofos alrededor del 600 a. n
.e* , constituyeron pautas
significativas para el cambio de los
métodos
empleados en la apropiación de los recursos
naturales y en la manera de concebir el mundo circundante, por lo
cual se fue transitando de un estado inicial
de dependencia hacia una estadio de despiadada depredación
del entorno, al extremo de gestar y desplegar una marcada
problemática ambiental que cada día se torna
más preocupante.
Hasta nuestros días, la inequidad con que han
sido distribuidas las riquezas a nivel mundial, constituye una
prueba fehaciente de las características depredadoras de
los modelos de
desarrollo
imperantes, los cuales se han basado en la explotación del
hombre por el hombre, el egoísmo y la concentración
unipolar de las riquezas provenientes de un patrimonio
universal.
Los países desarrollados, al igual que los del
Tercer Mundo, han impactado negativamente al medio ambiente
a consecuencia de sus formaciones económico social, que en
el primer caso, implementa sistemas y
modelos de producción y consumo
irracionales, lo que provoca que ante el agotamiento de sus
recursos trasciendan fronteras en busca de los ajenos.
Mientras los segundos, enfrentados a una carencia de
alimentos, a
la insalubridad y las limitadas posibilidades para satisfacer sus
necesidades básicas, ejercen grandes presiones al entorno,
puesto que a fin de sobrevivir, se talan bosques, se degradan los
suelos y se
contaminan las aguas y el aire.
El caos, producto de la
relación contradictoria desarrollo-subdesarrollo
de los países, tanto en el plano interno como externo,
generó una acumulación de pequeños efectos
ambientales locales, la multiplicación de los efectos de
unos problemas
sobre otros, la irreversibilidad de algunos de estos, su gravedad
y extensión, dando lugar a los principales problemas que
por su dimensión planetaria nos afectan de manera global:
degradación del suelo, aumento de
la contaminación ambiental, agotamiento de la
capa de Ozono, cambios climáticos y la pérdida de
la diversidad biológica, los cuales, con el incremento de
la población a escala macro, el
aumento de la industrialización, de tecnologías
nocivas, de las guerras y
otros males como la
globalización neoliberal han provocado que:
"Después de 300 años de capitalismo el
mundo cuenta con 800 millones de hambrientos… 1000 millones de
analfabetos; 4000 millones de pobres; 250 millones de niños
que trabajan regularmente, 130 millones sin acceso alguno a
la
educación, 100 millones que viven en la calle, 11
millones menores de 5 años, que mueren cada año por
desnutrición, pobreza y
enfermedades
prevenibles o curables; crecimientos constantes de las
diferencias entre ricos y pobres, dentro de los países y
entre los países; destrucción despiadada y casi
irreversible de la naturaleza; despilfarro y agotamiento
acelerado de importantes recursos no renovables; contaminación de la atmósfera, de los
mantos freáticos, de los ríos y los mares; cambios
de clima de
impredecibles y ya visibles consecuencias. En el último
siglo, más de 1000 millones de hectáreas de bosques
vírgenes han desaparecido y una superficie similar se ha
convertido en desiertos o en tierras degradadas."
En este sentido Enrique Leff plantea: "El discurso de la
globalización aparece así como una
mirada glotona más que como una visión
holística; en lugar de aglutinar la integridad de la
naturaleza y de la cultura, engulle para globalizar racionalmente
al planeta y al mundo. Esta operación simbólica
somete a todos los órdenes del ser a los dictados de una
racionalidad globalizante. De esta forma, prepara las condiciones
ideológicas para la capitalización de la naturaleza
y la reducción del ambiente a la
razón económica. Las estrategias
fatales de este discurso globalizante resultan de su pecado
capital: su
gula infinita e incontrolable de todo lo real."
De esta forma, según la Declaración de
Comodoro Rivadavia (2000): "La crisis
ambiental es la manifestación final de un proyecto
sociohistórico que se subordina a la lógica
de mercado y la
razón tecnológica, expresándose
incuestionablemente como una racionalidad totalitaria.
Así, la diversidad cultural y la biodiversidad
natural, tanto como la propia especie humana han sido
desterritorializadas, negadas y devastadas por la
globalización homogeneizante de un mundo sin sentido
ético ni respeto por los sujetos e identidades
culturales."
Al parecer, como dijera ese excelente escritor
norteamericano que fuera Mark Twain, ante la generosidad de la
naturaleza: "el hombre, en su incapacidad para calcular, en su
simpleza y en su autocomplacencia, cree que la naturaleza lo
considera a él como el miembro más importante de
la
familia. Con toda seguridad, hasta
para su roma cabeza debe
aparecer claro algunas veces que la naturaleza tiene una curiosa
manera de demostrarlo." Entonces, ha llegado la hora,
siguiendo la idea de Twain, que como "miembro más
importante" de la naturaleza, el hombre se cuestione
constantemente su manera de proceder hacia ella.
I. La cultura socioambiental como elemento mediador
del desarrollo
sostenible.
i) El desarrollo sostenible: alternativa del debate
ambiental.
El debate ambiental que se ha venido generando ha dejado
esclarecido que: "La cuestión ambiental aparece como
una problemática social y ecológica generalizada de
alcance planetario, que trastoca todos los ámbitos de
la
organización social, a los aparatos del Estado, y a
todos los grupos y clases
sociales",de ahí que los problemas ambientales ya
no se hallan independientes unos de otros sino que componen
elementos que se relacionan entre sí configurando una
realidad diferente a la simple acumulación de todos ellos.
Por esto, hoy en día se considera que podemos hablar de
algo más que de simples problemas
ambientales; actualmente, estamos enfrentando una
auténtica crisis ambiental y la gravedad de esta se
manifiesta en su carácter mundial.
Este esclarecimiento ha coadyuvado a conceptuar al medio
ambiente como un sistema complejo
y dinámico de interrelaciones ecológicas,
socioeconómicas y culturales, que evolucionaron a
través del proceso
histórico de la sociedad,
abarca la naturaleza, la sociedad, el patrimonio histórico
cultural, lo creado por la humanidad, y como elemento de gran
importancia las relaciones sociales y la cultura. Esta interpretación de su contenido explica que
su estudio, tratamiento y manejo, debe caracterizarse por la
integración y vínculo con todos los
procesos de
desarrollo.
Otras de las maneras de enfocar lo ambiental en un plano
aún más actual ha sido el concebido por Leff. E
(2006): "El ambiente no es la ecología, sino el
campo de relaciones entre la naturaleza y la cultura, de lo
material y lo simbólico, de la complejidad del ser y del
pensamiento.
El ambiente es una realidad empírica; si, pero en una
perspectiva epistemológica es un saber; un saber sobre las
estrategias de apropiación del mundo y la naturaleza a
través de las relaciones de poder que se
han inscrito en las formas dominantes de conocimiento."
Dado estas maneras de concebir lo ambiental, se genera
una condición esencial en torno a la
reflexión: la alternativa de un desarrollo que garantice
la calidad de
vida de las presentes y futuras generaciones.
Para Leff. E (2000): "Esta crisis civilizatoria se
nos presenta como un límite en lo real que resignifica y
reorienta el curso de la historia: límite del
crecimiento
económico y poblacional; límite de los
desequilibrios ecológicos y de las capacidades de
sustentación de la vida; límite de la pobreza y la
desigualdad social; pero también crisis del pensamiento
occidental, de la disyunción del ser y del ente que
abrió la vía a la racionalidad científica e
instrumental de la modernidad, y que
produjo un mundo cosificado y fragmentado en su afán de
dominio y
control de la
naturaleza."
Estos límites a
los que fue arribando la humanidad, conllevaron a la necesidad de
plantearse un desarrollo de manera sostenible como contraste a la
insostentabilidad y desequilibrio ecológico y social al
que estamos sumergidos. De esta forma, en la Conferencia de
las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano en Estocolmo
(1972) se plasma en su declaración y principios
que:
- La defensa y el mejoramiento del medio humano para
las generaciones presentes y futuras se han convertido en meta
imperiosa de la humanidad, y ha de perseguirse al mismo
tiempo que
las metas fundamentales ya establecidas de la paz y el desarrollo
económico y social en todo el mundo, y de
conformidad con ellas.
Principio 2: Los recursos
naturales de la tierra,
incluidos, el aire, el agua, la
tierra, la
flora y la fauna y
especialmente muestras representativas de los ecosistemas
naturales, deben preservarse en beneficio de las generaciones
presentes y futuras mediante una cuidadosa planificación u ordenación,
según convenga.
Para 1975 en la Carta de
Belgrado se apunta que:
La reciente Declaración de las Naciones Unidas
para un Nuevo Orden Económico Internacional
(Resolución de la 6ta. Sesión Especial de la
Asamblea General de la ONU, adoptada
el 10 de mayo de 1974, Nueva York) pide un nuevo concepto de
desarrollo, que tenga en cuenta la satisfacción de las
necesidades y los deseos de todos los habitantes de la Tierra,
el pluralismo de las sociedades y el equilibro y armonía
entre el hombre y el ambiente. Lo que se busca es la
erradicación de las causas básicas de la pobreza,
del hambre, del analfabetismo, de la
contaminación, de la explotación y de la
dominación. Tratar, como se hacía anteriormente,
estos problemas cruciales de una manera fragmentaria no es de
algún modo adecuado para la
situación.
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