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Breve Resumen de la Historia Electoral Argentina




Enviado por vaslunlunta




    LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES DE
    1999, TRAS 54 AÑOS DE HISTORIA
    NACIONAL

    1 – El
    Peronismo

    1 – 1
    Orígenes

    1 – 2 Partido –
    Movimiento

    1 – 3
    Etapas

    1946 – 1955: En el
    gobierno

    1955 – 1973. Reconstitución
    político-social del movimiento

    La Resistencia.

    Las Formaciones Especiales: Los
    Montoneros

    1 – 4 El gobierno popular
    de 1973.

    2 – El golpe
    oligárquico-militar

    2 – 1 El peronismo frente a
    la dictadura.

    2 – 2 El peronismo
    posterior a 1983. Tras una reseña de la historia
    electoral del último medio
    siglo.

    3 –
    Bibliografía

     

     CATEGORÍA: POLÍTICA

    (PALABRAS CLAVES: PERONISMO –
    OLIGARQUIA – RESISTENCIA
    – FORMACIONES ESPECIALES – MONTONEROS –
    LIBERACIÓN)

    Esta no es un estudio histórico que pretenda
    ser imparcial. Expresa un compromiso militante con uno de los
    polos –el popular, en contraposición al
    oligárquico-,de la contradicción que ha recorrido
    de distintas formas toda la historia nacional. Pretende ser un
    aporte a la reconstrucción del Movimiento
    Nacional de Liberación en la Argentina que, en
    conjunto con los demás pueblos de América
    Latina, detenga y derrote al modelo
    neoliberal que beneficia a unos pocos y profundiza una tragedia
    que nos aproxima aún más a la descomposición
    nacional. En este sentido desarrolla, haciendo hincapié en
    el aspecto electoral, el proceso de
    desarrollo del
    Movimiento
    Peronista desde sus orígenes, los sectores sociales y
    políticos que lo conforman, la alianza de clases con
    sentido nacional que gobierna durante 10 años, las
    motivaciones de su caída en 1955, El exilio y la resistencia, los
    movimientos resistentes, el origen y desarrollo de
    las Formaciones Especiales: Los Montoneros. El retorno al
    gobierno en
    1973. El golpe de 1976. El comportamiento
    social y de los sectores políticos peronistas frente al
    golpe. El Justicialismo post 1983.

      1. En el marco de una oligarquía debilitada,
        al no encontrar un proyecto alternativo al construido en
        torno
        al imperialismo inglés (que abandona su rol
        hegemónico en la zona), sumado al crecimiento de
        un empresariado nacional surgido del proceso de sustitución de importaciones (producto de la Segunda
        Guerra Mundial), y por ende la formación de
        una nueva clase obrera argentina (producto de las migraciones internas),
        surgirá el gobierno nacionalista y popular del
        entonces Cnel. Juan Domingo Perón. En el término de una
        década realizará profundas transformaciones
        económicas, que en cuatro décadas no
        pudieron ser enteramente revertidos, por los sucesivos
        gobiernos antipopulares que se sucedieron a partir de
        1955, y logrará importantes avances sociales y
        políticos que constituirán los pilares de
        un poderoso movimiento de masas: El Peronismo.
        Impuesto pese a la resistencia
        oligárquica, por la presencia masiva y la lucha
        consecuente de la clase trabajadora, asentado en una
        importante alianza de naturaleza antioligárquica entre
        los trabajadores y el empresariado nacional; y respaldado
        por la conciencia nacionalista de importantes
        sectores de las Fuerzas Armadas (que al igual que el
        empresariado, entre otros sectores medios, se volcará progresivamente
        a la alianza antiperonista a partir del intento golpista
        de Menéndez Betty en 1951), su programa económico sentará
        las bases de nuestra independencia económica sustentado
        en la voluntad soberana de nuestro pueblo.

        Estructuralmente, desde su formación y
        orígenes, el peronismo revela una fuerte tensión
        entre los sindicatos que son su primer núcleo
        movilizador y los sectores políticos que se
        aprestan a participar en la nueva alianza. Los afluentes
        que se encuentran en el origen de la experiencia
        peronista, pertenecían a grupos
        sindicales, sindicatos enteros y dirigentes
        individualmente considerados, que en los años
        anteriores desarrollaron experiencias en la
        tradición ‘sindicalista’,
        anarco-sindicalista’ y
        socialista’ del movimiento obrero.
        Estas experiencias sindicales privilegiaban formas de
        acción reivindicativas muy pragmáticas y
        acudían a una instancia de negociación donde intentaban
        inclinar el poder
        público a su favor. De ahí la larga
        vinculación con los espacios estatales, vistos de
        un modo arbitral, a fin de incidir en la distribución del ingreso y
        también por las mejoras básicas que
        coincidían con un programa en términos generales
        "antiimperialista" y de rechazo a la hegemonía de
        las clases tradicionales, favorecidas anteriormente: "la
        oligarquía terrateniente" y secundariamente, los
        grupos
        empresarios aliados a ella. Es de señalar las
        resistencias al carácter específicamente
        político que tenía la reivindicación
        obrera en 1945, particularmente durante los
        acontecimientos de octubre- por parte de los viejos
        gremios de servicios, como los ferroviarios.
        Acontecimientos posteriores llevan a la creación
        del Partido Laborista, moldeado bajo el
        estímulo del similar partido inglés, con el cual Perón gana las elecciones y del
        cual es afiliado individual. Se trataba de un partido
        reformista obrero, basado en sindicatos, y con un
        programa políticamente policlasista,
        neutralista, influido por el reformismo socialista
        de las etapas anteriores y por un estilo de presión-participación en la
        esfera estatal, económicamente
        distribucionista, desarrollado bajo la teoría keynesiana, generador del
        estado de bienestar, de pleno empleo, protección y aliento al
        mercado interno, etc., vigente hasta la
        década del ‘80 en el País, con su
        apogeo y crisis
        en la del ’70.

      2. Orígenes.

        Socialmente, la alianza inicial que da origen al
        peronismo, está formada fundamentalmente por
        importantes sectores trabajadores – la ‘nueva clase
        obrera’ -, y sectores empresarios nacionales
        surgidos en el proceso de sustitución de importaciones de la década
        anterior, con simpatías en sectores
        ‘nacionalistas’ de las FF.AA.; y
        estructuralmente la alianza con la que Perón gana
        las elecciones de febrero del ’46 incluye a los
        grupos sindicales señalados en el apartado
        anterior y a múltiples desprendimientos
        político-ideológicos de todo el espectro
        público argentino. Hay un grupo
        de radicales: la Junta Reorganizadora, además de
        los que ya actuaban con la sigla "Forja", propagandizando
        un ‘resurgimiento nacional’. Existen sectores
        conservadores de la Provincia de Buenos
        Aires, núcleos comunistas (intelectuales y
        sindicalistas), no faltan algunos dirigentes de anterior
        experiencia en el contexto del trotskysmo y
        políticos tradicionales del nacionalismo católico. Se cuentan
        con simpatías en sectores del ejército y de
        la iglesia. Triunfante, Perón entiende
        limitada la configuración partidaria, el Partido
        Laborista, con la que se expresa electoralmente ese
        conjunto de fuerzas tan heterogéneas. Propone
        disolver el P.L. a favor de un partido más
        abarcador, que en principio se llamaría:
        Partido único de la revolución nacional.

        Este período formativo de la
        institucionalidad del peronismo, es considerado por
        algunos sindicalistas, como una "perdida de identidad y autonomía" del
        movimiento obrero, de esta forma viejos dirigentes
        laboristas pasan gradualmente a la oposición y
        caerán presos. La mayoría de los
        sindicalistas apoya la creación de una forma
        política capaz de albergar la
        diversidad de grupos e ideologías que fueron
        congregados por el proceso peronista en los
        orígenes. Ese paso permitió superar el
        ‘obrerismo’ gracias al surgimiento de un
        instrumento político cualitativamente diferente:
        el movimiento.

        Así es como se impuso la forma
        movimiento, vinculada a la idea de conducción
        política con un centro arbitral que
        da sentido al todo y con ramas, alas y sectores que
        expresan diversos intereses sociales y estamentales. La
        idea laborista era la cristalización, en cambio, de una tradición sindical
        argentina, que provenía de un largo proceso de
        inserción sindical en la sociedad argentina. La forma movimiento,
        readecuaba técnicas de conducción
        militar a la esfera de acción política: La
        idea de objetivo general aglutinante, de
        superación del conflicto por una instancia superior
        laudadora, el principio de reunión de fuerzas,
        batalla con objetivos, que debían contar con
        todas las fuerzas disponibles en el mismo punto del
        espacio político, etc. La idea laborista,
        difería en cuanto a que actuaba más
        "tendencialmente", desde los sindicatos aunque con un
        amplio espectro de alianzas sociales. El triunfo de la
        concepción movimientista sobre la
        concepción laborista, además de
        implicar la nacionalización conceptual de la clase
        trabajadora, enmarcada en la lucha por la
        liberación nacional y antioligárquica,
        generaba un súper-partido político que dio
        un nuevo espacio a las relaciones entre políticos
        y sindicalistas en el peronismo, donde resolver las
        diferencias y contradicciones. Estas tensiones
        acompañaron todo el ciclo.

      3. Partido
        – Movimiento.

        1. Se suele simplificar en identificar al
          período como una unidad, en tanto su primera
          etapa (hasta 1952), se plasma lo que podríamos
          denominar el primer peronismo: independencia económica, justa
          redistribución del ingreso, sustitución
          de importaciones, legislación pro-obrera,
          limitación de los beneficios de los sectores
          oligárquicos, fuerte activación de
          sectores políticos relegados. Ese cuadro puede
          coincidir con lo sucedido hasta la terminación
          del primer plan quinquenal y la
          muerte de Eva
          Perón. A partir de ahí (no
          sólo por esa muerte), realizó una política económica con
          matices de la ortodoxia liberal. La
          legislación social se frenó.
          Perón busca desarrollar un papel más arbitral, sin mucho
          éxito: no consiguió
          atraer adherentes y posiblemente entusiasmó
          menos a los que ya tenía. Aunque sin sufrir
          escisiones, ni profundos debates internos. La
          memoria colectiva (peronistas y antiperonistas)
          tendió a identificar al justicialismo con esa
          primera imagen que fue habitualmente el
          orgullo de los peronistas. Pocos defendieron la
          segunda etapa, entre ellos Arturo Jauretche,
          justificándola como una necesidad impuesta por
          las sequías de 1951 y 1952. Se la suele
          describir a esta etapa de ajuste y contención
          de las demandas, como una debilidad o una
          concesión temporaria. Para Di Tella esta etapa
          es una muestra de cómo el peronismo es
          apto para gobernar, no sólo en períodos
          de prosperidad. Lo real es que es la etapa de
          pérdida de poder de la alianza gobernante y de su
          decadencia, al no profundizar las transformaciones
          antioligárquicas en una dialéctica
          defensiva frente a la recomposición del frente
          político-social opositor. John W. Cooke fue de
          los pocos que se opuso a las concesiones que el
          gobierno comenzó a hacerle a empresas norteamericanas. Quizá
          Eva Perón, comprendiese el peligro que se
          avecinaba, al convocar a formar las milicias de los
          trabajadores, como respaldo del Estado popular. ¿Fueron las
          presiones, la relaciones de fuerza, la concepción?. Lo
          cierto es que la máxima autoridad del movimiento y el gobierno
          desestimó esta acción.

          No hubo profundidad de análisis del proceso de esta
          segunda etapa que culminaría con la
          expulsión del peronismo del gobierno. Las
          diferencias internas se planteaban en el discurso justificativo, más que
          en los hechos. No hubo crítica firme ni mucho
          menos oposición peronista al gobierno de 1946
          a 1955, salvo contadas excepciones. El peronismo se
          debió una autocrítica de esta etapa,
          para no reincidir en debilidades latentes que
          resaltarían en el proceso 1973/76.

          Lo cierto es que la memoria colectiva asoció al
          peronismo con la autodeterminación
          política y económica de la Nación, activación
          política y social, la legislación
          social avanzada, la redistribución de ingresos y recorte de poder a la clase
          oligárquica.

        2. 1946 – 1955. En el
          gobierno.

          En trazos gruesos, la Argentina
          siguió siendo un país con alto nivel de
          urbanización y ocupación. Crece la
          industrialización bajo el modelo monopólico-desarrollista
          impulsado por los grandes capitales norteamericanos
          en alianza con la burguesía industrial
          nacional en un primer momento, para pasar a absorber
          o liquidar a este segundo componente (al gran
          empresario nacional) a través del capital financiero. En esta etapa la
          oligarquía comienza a reconvertirse
          (diversificando las áreas en que actúa
          económicamente) y reestructura sus alianzas
          con el nuevo bloque dominante. Básicamente
          esta industrialización se mantiene
          principalmente, pese a los primeros impulsos de
          ‘aperturas’, orientada hacia el consumo interno, con un alto grado de
          intervencionismo estatal, manteniéndose una
          fuerte conciencia reivindicativa, a pesar del
          abierto proceso de persecución y
          represión.

          La pertinaz exclusión política
          del peronismo, motivó un proceso que
          cambiará el perfil de sus adherentes. A
          diferencia con el período 1943/45, a partir de
          1955 el peronismo aglutinó, representó
          y contuvo a todas las rebeldías y
          críticas contra el sistema social y político,
          crecientemente ineficaz y en el cual era el
          único actor político excluido. El
          espectro político peronista tornóse muy
          amplio y variado. La habilidad conductiva de
          Perón, consistió en permitir incluir
          dentro de su Movimiento a todos los que criticaban al
          sistema
          político-social.

          El primer peronismo, que contuvo partidarios
          de distintos orígenes ideológicos, en
          la práctica todos acataban las políticas gubernamentales, las
          diferencias se planteaban en el discurso justificativo, más que
          en los hechos.

          1. La progresiva constitución del peronismo
            como frente opositor al sistema político
            argentino fue uno de los aspectos diferentes que
            presentaba Argentina en 1973. El frente
            político que llegó al poder en 1973
            era más variado y mucho menos coherente en
            sus intereses y expectativas que el de 1955. Los
            jóvenes de clase media que vieron al
            peronismo como el sujeto histórico de la
            revolución en la Argentina le
            dieron movilización y mayor capacidad
            electoral, al tiempo que le añadieron
            nuevas demandas y catalizaron un proceso de
            antagonismo interno que se había gestado
            desde 1955. Con reivindicaciones que
            excedían las del primer peronismo,
            seguramente más reformista y menos profundo
            en sus demandas.
          2. También sufrieron cambios factores
            de poder cuya presencia había sido
            estimulada, si no creada por el primer peronismo.
            Los sindicatos no dejaron de ser peronistas, pero
            adquirieron un poder propio que facilitaba la
            tarea de oposición de Perón y le
            generaban un escollo en su frente interno. Con la
            proscripción, lo
            político-electoral, para Perón (en
            una fórmula simplista), tenía suma
            cero; no así con sus representantes
            políticos y sindicales, quienes
            podían obtener beneficios relativos a
            pesar de las proscripciones. Lo que
            determinó progresivas tensiones,
            desobediencias y enfrentamientos. Sus dirigentes
            (neoperonismo), solo podían ‘hacer
            sombra’ a Perón en determinados
            feudos provinciales pero no a escala nacional. Obtuvieron
            diputaciones, senadurías y hasta
            gobernaciones desacatando órdenes de
            Perón, pero no podían (o no
            querían) enfrentarlo en el ámbito
            nacional.

            Desde el exilio, Perón
            dirigió al Peronismo "estructurado" en
            ramas: política, sindical y femenina. Se
            puede inferir que esta división y la
            consiguiente asignación de cargos resuelta
            por Perón, hayan sido pensadas para
            recortar poder al sindicalismo. Por diversos
            factores, las distintas vertientes del mismo, sus
            conductas, su desarrollo heterogéneo
            respecto al proceso político-sindical en
            la Argentina y con relación a
            Perón, el sindicalismo llega a 1973 con un
            poder propio y experiencia en áreas de
            gobierno, por lo que su adhesión a
            Perón era mucho más limitada y
            condicionada que la de 1945. Además de la
            existencia menor, pero significativa de
            sindicatos no peronistas, altamente
            combativos.

          3. El sindicalismo –en especial
            desde la recuperación de los sindicatos en
            la época de Frondizi- tuvo mayor
            vocación de poder y de autonomía.
            También mayores posibilidades y necesidades
            de ejercerlo. Entre 1955 y 1973, Perón y la
            dirigencia sindical se enfrentaron y reconciliaron
            sorda, pero frecuentemente.
          4. En 1945 Perón contó con
            importantes apoyos de las FF.AA. y las
            premió con beneficios y con discursos favorables (que sectores
            del primer peronismo mantuvieron como una constante
            en sus propuestas). Esta politización
            alentada por Perón a las FF.AA. se
            revirtió en su contra a los pocos
            años (1951-1955), siendo aplastantemente
            antiperonistas a partir de esa fecha, rechazando
            cualquier tipo de reformismo político,
            social, económico y cultural. El discurso
            "oficial" peronista en esa época fue de
            duros ataques a los gobiernos de turno y a las
            supuestas "camarillas militares" que desviaban el
            presunto sentir nacional y popular de las FF.AA.
            Las FF.AA. tampoco eran en 1973 las de
            1945.
          5. El empresariado nacional, impulsado,
            fortalecido y organizado por el gobierno peronista;
            en el período 1951/55 se comienza a alejar
            de él. Como describe Jauretche, la
            burguesía nacional carece de "conciencia de
            clase". Eligió el antiperonismo por adherir
            simiéscamente a los intereses y a la
            estética de la
            oligarquía, que sí tenía
            –y tiene- sobrados motivos para enfrentar al
            peronismo, desde un proyecto de clase. Si bien en 1973,
            parte del empresariado (la Confederación
            General Económica, Gelbard, Broner) apoyaron
            al peronismo, pronto se vería que este apoyo
            no representaba a todo el sector y que tenía
            muchas contradicciones internas que lo
            condicionaban.
        3. 1955 – 1973. Reconstitución
          político-social del movimiento.

          1. El primer activismo peronista opositor
            realiza sus iniciales intentos por la vía
            del levantamiento cívico-militar (sobre la
            base de una visión lineal de las FF.AA. y
            el G.O.U. de 1943) apoyando el "Movimiento de
            Recuperación Nacional" del General Valle y
            Cogorno
            . En los primeros años
            Perón tuvo una posición contraria a
            este levantamiento, ya que había sido
            organizado manteniéndolo al margen y
            contrariando los planes insurreccionales
            elaborados junto a John W. Cooke. Pasado varios
            años recién hizo público su
            adhesión a los postulados del Gral. Valle,
            cuando ya en el consciente colectivo peronista,
            había sido asumido como parte de la
            Primera Resistencia. De haber triunfado, no
            necesariamente implicaba el retorno de
            Perón y sí implicaban nuevos
            factores de poder que podrían disputarle
            su liderazgo, o por lo menos nuevos
            intermediarios no enteramente confiables entre
            él y el País. Durante los "60"
            días de Lonardi, los sindicatos peronistas
            gozaron de ciertas franquicias parecidas a las que
            tenían durante el gobierno de
            Perón. Lonardi era un nacionalista que
            pretendía, también, "la Justicia Social". Es de hacer
            notar que cuando se produce el levantamiento del
            Gral. Valle, ya Lonardi había sido
            reemplazado por Aramburu. Puede
            explicárselo como un movimiento
            nacionalista-peronista, como un acontecimiento de
            la historia "resistente" del peronismo,
            también como una tentativa de
            resolución de la contradicción
            esbozada en el seno del propio gobierno militar
            antiperonista. Esta disquisición sirve
            para establecer la visión "interesada" que
            cierto peronismo tuvo y tiene de la
            ejecución de Aramburu como responsable de
            los fusilamientos de José León
            Suárez, entre otros cargos, por Montoneros
            en 1970.

            Cooke pensaba un peronismo de
            "centroizquierda", respetuoso de la fase
            "nacional-burguesa", convencido de la necesidad
            de transformación de las estructuras de dominación,
            lo que lo hacía entrar en
            contradicción con los sectores
            conservadores del justicialismo, con quienes
            Perón mantenía una relación
            normal. Durante su gestión se realiza el pacto
            con Frondizi, por el cual el peronismo vota a la
            U.C.R.I. a cambio de ciertas concesiones en
            el ámbito sindical. No todos los
            peronistas siguen estas orientaciones, ni todas
            las franquicias sindicales son
            otorgadas; pero fueron las suficientes para
            rearmar el sindicalismo peronista en las "62
            Organizaciones" y
            específicamente del
            vandorismo.

            Por la falta de cumplimiento de otros
            puntos del Pacto Perón-Frondizi, recrudece
            la actividad reivindicativa y política de
            los sindicatos y del activismo juvenil. La
            respuesta gubernamental es el CONINTES con la
            participación militar en la
            represión. En 1959 se realiza la toma del
            Frigorífico Lisandro de la Torre,
            en Mataderos, con participación del
            sindicato, que se oponía a
            su privatización, y con alto
            grado de intervención de la barriada
            –predominantemente- peronista. El dirigente
            de esa gesta fue Sebastián Borro, uno de
            los activistas sindicales del Frigorífico
            era Saúl Ubaldini.

            Entre las contradicciones que
            Perón fue sumando a su relación con
            Cooke, fue las diferentes visiones de la Revolución Cubana. Cooke
            sostiene la conveniencia del traslado de
            Perón a La Habana, donde sería
            recibido "con los honores de jefe de la
            resistencia popular argentina". Esto nunca estuvo
            en los planes de Perón, aunque
            estimuló simpatías por la revolución cubana,
            manteniendo de esta forma, también, una
            suerte de "cookismo sin Cooke". Como parte de su
            dialéctica de alas, tal como lo
            concibe en el manual de
            conducción.

            Cooke, en la década de 1960,
            impulsa la idea de construir un bloque nacional
            hegemonizado por los trabajadores, con el
            peronismo como parte substancial de ese bloque,
            que impedía el rearme del "régimen
            burgués", aunque sin lograr claridad para
            abrir paso a los trabajadores al poder. Esa
            peculiar situación la expresa con la
            frase: peronismo, hecho maldito del
            país burgués
            . Otra idea central
            de Cooke es la de crear una
            organización revolucionaria en el
            seno del peronismo para lograr que el gigante
            invertebrado y miope
            , sea no sólo el
            hecho maldito que no permite la
            consolidación del régimen, sino
            también tuviese la capacidad para
            construir su propio poder y consolidarlo en el
            gobierno. Con este objeto crea la
            Acción Revolucionaria Peronista
            (A.R.P.)
            Fue acérrimo enemigo del
            "integracionismo" como signo de los sectores que
            pactaban con los gobiernos militares, en
            particular la burocracia sindical que
            "participaba" del golpe de Onganía. En sus
            últimos años, Cooke es el nexo
            entre Perón y Guevara (nexo fracasado por
            las desconfianzas mutuas, quizás mayores
            las de Perón). Cooke el mediador, era
            miembro del ejército rebelde cubano (1960)
            y antes había sido delegado personal de Perón. Este lo
            recuerda en 1973 como uno de los "prohombres de
            nuestro movimiento".

          2. John Willian Cooke había sido
            diputado peronista durante el primer gobierno.
            Era abogado, y como diputado fueron de los pocos
            que se opuso a la firma del Acta de Chapultepec,
            como así también a las concesiones
            que el gobierno comienza a realizar a empresas extranjeras a partir de
            1952. De extracción radical, era un firme
            impulsor de la industria nacional, con una
            afirmada posición antiimperialista y
            antioligárquico. A la caída de
            Perón, es designado su "delegado personal en el territorio". Traza
            un plan de recuperación del
            gobierno por la vía insurreccional.
            Manteniendo el cuadro tradicional de las alianzas
            del peronismo, lo dota de formas organizativas
            clandestinas con preparación en acciones comando, en las que
            participan, principalmente los activistas
            jóvenes del medio sindical y grupos de
            "nuevos" jóvenes, provenientes de la clase
            media. Por primera vez, a partir de Cooke, el
            peronismo se fija en este sector social como
            "semillero de militantes". Perón concuerda
            y afirma la estrategia insurreccional
            denominada "intransigencia y resistencia".
            Durante este período de la resistencia se
            produce un hecho importante de cuestionamiento a
            la forma de conducción de Perón por
            parte de Cooke. Perón envía
            diversas orientaciones (de acuerdo a los
            destinatarios), que contradicen las que tiene el
            delegado – Cooke. Este protesta, y
            Perón pide disculpas y dice que
            creía que con eso colaboraba en su
            papel de "coordinador de grupos",
            aliado a la "tarea" pero no a las diversas
            "parcialidades" y que por eso se pensaba
            habilitado para estimularlos a todos por igual.
            Es la teoría de la
            conducción, la pieza más cara a la
            reflexión y a la acción
            política de Perón. Cuestionado por
            Cooke, ese modo de gestión es
            momentáneamente desactivado y apagado por
            Perón, que tiende a privilegiar su
            relación con Cooke. Llegándolo a
            nombrar en 1957 en su "único heredero", a
            pesar de otras connotaciones que se puedan
            desprender del nombramiento, expresa el nivel de
            confianza y adhesión que Cooke despierta
            en Perón, hecho que se agranda en la
            historia peronista en tanto, esta
            designación no fue hecha a ningún
            otro personaje, posteriormente y menos en su
            última etapa de su vida cuando presiente
            su muerte, y expresa que: "su
            único heredero es el pueblo",
            desautorizando de este modo a toda la dirigencia
            peronista y nacional. Cooke, las circunstancias
            históricas del País y del
            peronismo, habían conseguido, por
            única vez en el peronismo, interferir en
            el mecanismo, de complementación y
            coordinación de
            contradicciones, propio del "arte del conductor" tan caro a
            Perón.

            Sus embriones tuvieron un objetivo fundamentalmente
            insurreccional, muy vinculada a los sindicatos y
            a las 62 Organizaciones. Si bien no hubo
            una estricta organización de la J.P., se
            fueron sucediendo diversos intentos de
            estructurarla.

          3. La primera Juventud Peronista en la Resistencia
            (1957 – 1966).
          4. De uno de estos intentos se conserva un
            agrupamiento muy controvertido: a fines de los
            ’50 se intenta organizarla y alguien
            ocuparía la Secretaría de Organización, ese fue
            Alberto Brito Lima, quién desde
            entonces sigue actuando con la sigla Comando de
            Organización
            (de la Juventud Peronista, en su origen).
            En su primera etapa movilizaba jóvenes de
            los barrios más carenciados alrededor de
            dirigentes sindicales, con ciertas facetas de
            "culata de sindicalistas" y otras de activistas de
            la resistencia. Con el tiempo fue arribando a posiciones
            "verticalistas trascendentalistas", grupo "isabelista", cercano a
            Herminio Iglesias en los ’80 y con posturas
            de legitimaciones ideológicas
            extraídas de una revolución
            peronista
            con connotaciones antiliberales,
            falangistas, etc.
          5. De esa acción política
            surge en esa época un dirigente juvenil, que
            luego se haría notorio por la
            conformación del grupo Guardia de
            Hierro, Alejandro
            Álvarez
            . Su concepción abreva de
            diversas fuentes: de la experiencia alemana
            de los años 20, los grupos rumanos que
            apoyaban al Rey Karol (de los cuales toma el
            nombre), de la experiencia de la guerrilla israelí (Hagadá), la
            doctrina clausewtziniana de la conducción
            político-militar, las sucesiones dinásticas en las
            monarquías europeas de la ilustración, y una idea
            general de "destino nacional", cuyo tramo
            antropomórfico está ocupado por la
            biografía de Perón, de
            quien el grupo se considera su guardia de corps
            ideológico
            . Guardia ocupó varias
            etapas: del verticalismo absoluto a la
            reivindicación de las F.A.P. en 1973; del
            antivandorismo (con una afinada elaboración
            teórica del fenómeno vandorista como
            enemigo acérrimo del peronismo); en los
            años '72 – 73 basados en la teoría
            del último tramo, se conciben como la
            reserva del Movimiento, ya que "luego de jugar los
            distintos cuerpos y alas del dispositivo integral,
            ellos cumplirían la misión final de la toma del
            poder". La concepción del movimiento
            destinal
            – la idea de que el "movimiento
            salvará a la nación -, marchó
            en los ’80 hacia un ‘herminismo
            social’ y hacia la idea de derecha de
            salvación nacional
            del último
            tiempo, de acuerdo a su visión de la
            crisis final del movimiento
            peronista, la hegemonía
            político-cultural del neoliberalismo en las fuerzas
            políticas dominantes. Siempre
            mantuvo la idea del proceso histórico, como
            un trasvasamiento generacional.
          6. Otros sectores de los orígenes
            fueron coherentemente insurreccionales y tuvieron
            figuras como Jorge Rulli y Envar El Kadre,
            que luego intentaría desarrollar un foco
            de guerrilla rural en Tucumán (Taco Ralo,
            1968), a través de las Fuerzas Armadas
            Peronistas, F.A.P
            . Son expresión de un
            peronismo de extracción social popular,
            con militantes no sindicalizados, con tendencia
            al profetismo y un estilo que articula mesianismo
            y ‘basismo’; autodidactas que
            seguían atentamente las
            problemáticas ideológicas y las
            coyunturas internacionales. Fueron las primeras
            violencias de la juventud peronista, luego del
            intento de "los Uturuncos" en 1959 (provenientes
            de sectores del peronismo activista tradicional).
            Expresaron desde mediados de los ’60 el
            llamado "maoísmo" dentro del peronismo.
            Impulsaron posiciones alternativistas de
            izquierda, en los ’70 (luego de abandonar
            la violencia guerrillera),
            situándose fuera de las estructuras "burocráticas"
            del peronismo; "políticamente peronistas,
            ideológicamente marxistas". Muchos de
            ellos no regresaron a la actividad
            política específica después
            de 1983. Aquellos que sí lo hicieron
            buscarían una reinterpretación de
            la tradición nacional-popular, en función de acciones libertarias, culturales,
            alternativistas y de ‘nueva
            racionalidad’ de los colectivos
            populares.

            El vandorismo, se inspira en el peso que
            tenía el ‘laborismo’ en los
            orígenes del peronismo, buscando la
            integración con los
            ‘factores de poder’ en una suerte de
            corporativismo en germen, que nunca cristaliza,
            ya que al mismo tiempo debe cabalgar en la
            contradicción que significa representar al
            gremio mejor organizado y con alto nivel de
            conciencia reivindicativa e histórica;
            manteniendo – contradictoriamente –
            las banderas del peronismo en lucha, ya que el
            gremio representa el "corazón místico" del
            movimiento nacional. Entre sus mártires se
            encuentra Felipe Vallese, quién
            pertenecía a los primeros grupos de la
            juventud peronista de la resistencia (grupo
            Rearte) y era a la vez afiliado a la U.O.M.
            Vallese es el "mártir oficial" del
            vandorismo y de todo el peronismo sindical. El
            salón central de la C.G.T. lleva su
            nombre.

            Vandor enfrentó a Perón,
            creando una frase (digna de la pedagogía del líder): "para salvar a
            Perón, hay que estar contra Perón".
            Junto a políticos de extracción
            peronista busca ocupar los espacios legales de
            poder que dejaban los gobiernos de Frondizi e
            Illia. Perón entendía que si la
            legalidad no llegaba hasta él, esa disputa
            no era válida. Llevando casi hasta las
            últimas consecuencias acepta que el
            peronismo vaya a las elecciones de la Provincia
            de Buenos Aires en 1962, imponiendo
            Perón, su nombre en la fórmula a
            Vicegobernador, para reafirmar a Framini como
            cabeza del peronismo bonaerense en las
            elecciones. Se retira a último momento
            (evitando la proscripción del
            Justicialismo) y desnudando la realidad de esos
            ‘espacios legales’ que ansiaba el
            vandorismo, al ser anuladas las elecciones como
            consecuencia del triunfo peronista. En 1964,
            comprometió a Perón en un
            operativo retorno, que fue un fracaso, en
            gran parte, por su responsabilidad. En 1965
            Perón envía a Isabel a enfrentarlo
            en diversas elecciones provinciales. En Mendoza
            se dio el enfrentamiento entre dos
            fórmulas peronistas: una vandorista
            (Serú García) y otra
            ‘leal’ (Corvalán Nanclares
            – Martinez Baca), en abril de 1965. Triunfa
            el Partido Demócrata (fruto de la
            división del voto peronista), aunque el
            candidato apoyado por Perón aplasta al de
            Vandor. En 1966 fue promotor del golpe de
            Onganía. Mientras Perón aconsejaba
            "desensillar hasta que aclare", Vandor
            simbolizó su adhesión y su interés de participar
            asistiendo a la jura presidencial.

            Contradictoriamente, a pesar de su
            profundo macartismo conceptual, mantuvo alianzas
            hacia grupos de la izquierda, particularmente
            grupos trotskistas (como el de Nahuel Moreno, en
            la época del ‘entrismo’). Esto
            expresa el particular juego de alianzas que mantuvo a
            través de toda su historia el vandorismo.
            El "jefe nacional-metalúrgico" buscaba
            efectuar la revolución nacional de
            corte industrialista desarrollista, con una gran
            capacidad de intervención en la
            gestión del Estado por los dirigentes
            sindicales educados en la experiencia peronista.
            Experiencia ésta (en la época de
            Vandor) ajena a las fuentes sindicalistas de los de
            1945, que habían acompañado a
            Perón en la fundación del
            peronismo. Los jefes metalúrgicos Vandor,
            Rucci, Miguel, expresan en el movimiento obrero
            argentino a la "burocracia que luchó", que
            tiene ‘mártires’, son los
            impulsores de la integración
            sindicatos–estado, entablando para ello
            todo tipo de alianzas, incluso – por
            supuesto – con los militares; en 1983 se lo
            caracterizó como el "pacto
            militar-sindical". Son y fueron muchos los
            enemigos del vandorismo: desde Cooke, Guarida de
            Hierro, Montoneros de los
            orígenes, los sindicatos "combativos" de
            los 60, la "C.G.T. de los Argentinos", Rodolfo
            Walsh, etc.

          7. El vandorismo. Desde su
            elección luego de 1955 en la Unión
            Obrera Metalúrgica hasta su ejecución
            por el Comando Emilio Maza en 1969, que
            más tarde se integrará a Montoneros,
            Vandor es un personaje central en la
            historia del peronismo, en su época y tras
            su muerte, a través de su legado. Expresa
            una suerte de "partido laborista" que
            organizará al movimiento obrero, y
            controlará – como columna vertebral
            al peronismo; mantuvo posiciones autónomas
            respecto de Perón (aunque enfrentando y
            pactando con él, según las
            circunstancias). Expresión del país
            en proceso de industrialización, la U.O.M.
            se coloca como meridiano de la acción
            política y sindical de la época. Se
            concibe en alianza con los industriales nacionales
            en la preservación del mercado nacional. Con Vandor, la
            U.O.M. se erige en el sindicato más poderoso, con
            hospitales modernos, una cadena de hoteles en todo el país y una
            amplia gama de atenciones sociales a sus afiliados.
            En 1966, ‘apadrina’ el Operativo
            Cóndor
            , aterrizando un avión en
            las Islas Malvinas, izando el pabellón
            nacional y "ocupándola" por varias horas, en
            esta operación participó el dirigente
            juvenil Dardo Cabo (en la década del
            ’70 es dirigente de la
            Organización Descamisados –luego
            incorporada a Montoneros- es apresado por el
            gobierno de Isabel y posteriormente fusilado por la
            dictadura de Videla).
          8. Movimiento Revolucionario Peronista.
            El M.R.P.
            se constituye a mediados de los
            ’60, como la ‘izquierda’ de
            Perón; en realidad es la única
            izquierda creada con la anuencia de Perón.
            Las otras posteriores las tuvo que aceptar como
            parte de la realidad a conducir. El M.R.P. era en
            pequeño un modelo del ‘movimiento
            mayor’ pero combativo, antiimperialista, etc.
            Inspiraba sus programas en las primeras
            programáticas sindicales de los años
            anteriores de la resistencia, los llamados programas cegetistas de Huerta
            Grande
            y La Falda. Sindicatos
            pequeños, fuera de la gran industria apoyaban al M.R.P., que
            también se concebía como un
            ‘partido obrero peronista basado en
            sindicatos’. Políticamente alienta a
            todos los sectores antivandoristas, con un estilo
            basado en la movilización de masas (del
            ‘sindicalismo nacional’), con una
            concepción revolucionaria frente a la
            realidad dependiente del País. Coincide en
            el tiempo con el comienzo de las expresiones
            nacionalistas-revolucionarias de la historia argentina: J.J.
            Hernández Arregui, Puiggrós, etc. que
            se basan en el análisis marxista de la
            cuestión nacional. El surgimiento de la
            C.G.T. de los Argentinos, en 1968, marca la consumación del
            M.R.P. y, por ende, su decadencia. Surge el
            sindicalismo ongarista, con un estilo
            ‘cristiano mesiánico’ que se
            entronca con el "peronismo del pueblo pobre y
            lúcido". Ongaro, dirigente gráfico,
            llama a la movilización contra
            Onganía y la dictadura de los monopolios, hacia
            fuera, y contra Vandor expresión de la
            traición a los intereses obreros, hacia
            dentro. Esta C.G.T. fue marcadamente pluralista, ya
            que congregaba a distintos Sindicatos conducidos
            por dirigentes de distintas expresiones
            políticas, y con un común
            denominador, su combatividad. En ella estaba
            también Tosco, de Luz y Fuerza de Córdoba (frentista
            de izquierda). Otros gremios importantes fueron el
            gráfico, los telefónicos
            (Guillán), los navales (De Luca), Farmacia
            (Di Pasquale), etc. Ongaro estaba vinculado a la
            C.L.A.T. (Sindicalismo social-cristiano). Una
            presencia importante la representa Rodolfo Walsh,
            editor del periódico de la C.G.T. de los
            Argentinos; congregó y alentó la
            "nacionalización" del estudiantado,
            aglutinando al activismo universitario peronista y
            filo-peronista. Impulsó el clima de movilización,
            generador de condiciones para las puebladas de la
            época, como el "cordobazo". Perón no
            está totalmente convencido con esta C.G.T.
            cuasi peronista, pero su enfrentamiento con Vandor,
            hace disimular estas contradicciones hasta que
            sugiere "desplumar la gallina sin que cacaree". Sin
            embargo, el grueso de la nueva militancia se
            congrega tras esta C.G.T. alternativa.
          9. Surgimiento de la guerrilla peronista,
            nacionalista – revolucionaria.
            La primera
            expresión pública de la guerrilla
            montonera, fue el secuestro del Gral. Aramburu en mayo
            de 1970 y su posterior muerte. Este hecho fue
            acogido por gran parte de la militancia peronista
            con expectativa favorable y expresiones de
            júbilo. Junto a un alto nivel de
            organización
            ; el método de
            comando
            (si bien ya habían existido
            otros anteriores, como el de los Tacuaras en el
            Policlínico Bancario, etc.) se puede
            considerar como el primero reconocido como parte de
            la resistencia peronista; y también como
            hecho ‘nuevo’: el acto justiciero en un
            país sin Justicia Social y con el concepto de justicia individual para
            castigar "al ladrón de gallinas". Este
            "crimen individual" es también parte de los
            signos de los nuevos tiempos, como expresión
            de los saltos cualitativos en la resistencia a los
            regímenes dictatoriales y proscriptivos en
            lo político, antinacionales en los objetivos y antipopulares en su
            implementación.

          En su relación con Perón,
          surge un aprovechamiento mutuo que duraría
          varios años. Perón atribuía a
          las organizaciones guerrilleras el carácter de
          formaciones especiales, es decir, integrantes
          del movimiento, que por su particular forma de
          actuar, no estaban atadas a las decisiones de las
          conducciones tácticas, aunque debieran operar
          haciendo coincidir los objetivos con los de la
          Conducción estratégica. Perón
          oculta sus diferencias conceptuales con los
          Montoneros, en tanto, estos aportan a su concepto de conducción
          integral. Montoneros, no se concebía como una
          formación especial, sino como una
          Organización político-militar en
          construcción de una vanguardia del movimiento nacional.
          Originalmente con tres ideas básicas:
          Peronismo, Socialismo y lucha armada.
          Concepciones que irá desarrollando a la par
          que crecía su práctica y su
          representatividad política y social. Como
          organización preponderantemente juvenil, de
          corta experiencia política en el movimiento,
          no percibe con claridad en sus primeros años,
          las contradicciones que se esconden con el líder, pero sí reconocen
          las amplias coincidencias de enfrentar a la dictadura
          y el pronto retorno a la democracia sin proscripciones con
          Perón como Presidente, y a una
          concepción nacional de la política, la
          economía, lo social, lo
          cultural. Esta relación beneficia por entonces
          a Perón y a los Montoneros.

          Los Montoneros nacen como un grupo de
          matriz nacionalista y católica.
          Su propio nombre es cercano al imaginario
          nacionalista. Nacionalista en tanto entronca
          políticamente el movimiento nacional del siglo
          XIX con el del siglo XX, ya no en expresiones
          ideológicas sin contenido político
          popular, sino como expresión política
          con representatividad de masas. La argentina federal
          inconclusa por los intereses de la pampa
          húmeda, con la Argentina de Perón y sus
          tres banderas, expresada en los años
          ’70, con la reactualización doctrinaria,
          en la construcción nacional del
          Socialismo. Católica ya
          que varios de sus militantes fundadores iniciaron su
          militancia social en la Iglesia de los Pobres, la Iglesia
          tercermundista contenida en Medellín, contando
          con representativos líderes dentro de la
          Iglesia y como uno de los mártires de los
          nuevos tiempos a Camilo Torres, guerrillero muerto en
          Colombia. Popularizó,
          politizando, la teoría de la
          dependencia
          , frente a las concepciones dominantes
          del statu quo o de desarrollo – subdesarrollo. Teoría de la
          dependencia que se entronca en la cosmovisión
          tercermundista de las alineaciones internacionales. Y
          en lo interno, la contradicción Nación
          – imperialismo; Patria o colonia; y los
          componentes sociales enfrentados: Pueblo u
          oligarquía.

          Montoneros desarrolla una actividad militar
          a la par de una acertada acción
          política de masas. Fruto de esta
          conjunción va ampliando su organización
          y la generación de numerosos organismos
          políticos de masas. En el lapso de tres
          años llega a ser el sector más
          movilizador del peronismo (denominado
          tendendencia revolucionaria’).
          La
          organización político-militar queda
          como núcleo central. Durante su desarrollo se
          van incorporando diversos grupos peronistas a sus
          filas, en 1972 lo hace la organización
          Descamisados, donde militaban entre otros
          Dardo Cabo y Mendizábal. En 1973 se fusiona
          con otra organización de similares características: las Fuerzas
          Armadas Revolucionarias
          , manteniendo el nombre
          Montoneros, como reconocimiento a la preeminencia de
          éstos en el desarrollo político y de
          masas. Las F.A.R. nacieron a la luz pública en 1970, como un
          grupo marxista dispuesto a concurrir a la
          convocatoria del Che
          Guevara en Bolivia. Poco a poco fueron
          confluyendo con el peronismo, por ser éste el
          movimiento de los trabajadores. Por ser el
          peronismo la identidad de los obreros y el motor de las luchas sociales en la
          Argentina
          . Las F.A.R. sintetizaban su desarrollo
          con: "fuimos el ejército de Guevara, somos el
          ejército de Perón…". Y con
          posterioridad, se incorpora una escisión de
          las Fuerzas Armadas Peronistas, las F.A.P. "17
          de Octubre".

          Junto a la reivindicación
          histórica de la "línea nacional"
          argentina: Mayo, San Martín, Rosas, las Montoneras federales,
          Yrigoyen, Perón, la organización se
          entronca políticamente en la tradición
          revolucionaria del movimiento peronista: la encarnada
          por Evita, John Willian Cooke, Valle, la resistencia,
          el cordobazo, en rechazo y enfrentamiento a la otra:
          de ‘burócratas y traidores’,
          representada por buena parte de los políticos
          y por la burocracia sindical, en particular la
          vandorista. Presentándose como la
          culminación de la primera de estas dos
          tradiciones en su mayor nivel de conciencia y
          organización, y actuando en consecuencia para
          desempatar entre ambas: "apoyo a los leales, amasijo
          a los traidores".

          El "Perón vuelve" y ‘luche y
          vuelve’ es la consigna para la acción. Y
          es precisamente Montoneros quien con mayor esfuerzo
          la impulsa en sus acciones armadas y en sus frentes
          políticos, fundamentalmente en la Juventud
          Peronista.
          Logrando aglutinar a toda la
          militancia peronista en general y en particular a la
          juvenil. En 1973, en alianza con sectores del
          peronismo político de viejo cuño pelean
          la ‘interna peronista’, frente al poder
          sindical. Perón alienta esta alianza, para
          debilitar el poder de la superestructura sindical que
          poco aportó a la derrota de la dictadura.
          Fruto de esta alianza (y transformado por
          ésta), surge Héctor Cámpora
          quien se asumió y fue asumido como
          representante de los sectores juveniles.
          Cámpora, tras la defenestración de
          Paladino "delegado de Lanusse ante Perón", fue
          primero Delegado Personal de Perón y miembro
          del Consejo Superior del Movimiento junto a Abal
          Medina (Secretario General del mismo, hermano de
          Fernando quien fuera miembro fundador de la
          Organización Montoneros recientemente muerto
          en Willian Morris) y Rodolfo Galimberti por la rama
          juvenil (integrante de un grupo juvenil minoritario
          –J.A.E.N.-, aunque clara expresión
          política de Montoneros en la Juventud
          Peronista). La campaña electoral de 1973
          está teñida por el fervor y las
          consignas de ‘la tendencia’. Fruto de esa
          alianza, y por la proscripción de
          Perón, Cámpora es el candidato a
          Presidente, y como él, varios candidatos a
          gobernadores, representa a los sectores juveniles,
          quienes organizados como la Cuarta Rama del
          Movimiento obtuvieron una porción importante
          en las listas de candidatos a Diputados Nacionales,
          provinciales, Concejales, etc., además de
          otros espacios de poder cedidos por Perón,
          como la Universidad de Buenos
          Aires.

          Ya en el gobierno, ‘la
          tendencia’, como inercia de la etapa que
          concluía, cae en la trampa de la
          provocación de los sectores representantes del
          anterior statu quo embozado y aliado a sectores
          internos del peronismo, desplazados del poder, o con
          ambiciones de mayor poder. Respondiendo con violencia a la violencia de la
          provocación, en pleno proceso
          democrático revolucionario. Así, a la
          emboscada y masacre ejecutada en Ezeiza el 20 de
          junio, se responde con la
          muerte de Rucci (hecho no reivindicado
          públicamente). Así Perón observa
          como ‘falta de colaboración de los
          Montoneros en el proceso que él encabeza en el
          territorio’. El cuestionamiento de
          éstos, a sectores del gobierno lleva a que el
          1° de mayo de 1974, a este enfrentamiento,
          Perón busque resolverlo, cuando ante una
          multitud en buena parte encuadrada por la
          ‘tendencia’, descalificando a los
          Montoneros, llamándolos "estúpidos" e
          "imberbes" y alabando a la dirigencia
          sindical.

          La represión desatada a partir de la
          muerte de Perón, lleva a Montoneros a volver
          ‘a la clandestinidad’ y a la lucha
          armada. Actitud ésta, posteriormente
          revisada como errónea, y asumida
          autocríticamente como tal, elaborando la
          teoría en la que postula que, en los marcos de
          los gobiernos democráticos, legales y
          legítimamente constituidos, la acción
          militar no es ni legal ni legítimamente
          justificable, ni deseable y por ende las herramientas de transformación
          válidas son las herramientas
          políticas.

        4. La Resistencia.
        5. El
          gobierno popular de 1973.
      4. Etapas.

      Podemos definir, también, dos etapas en el
      tercer gobierno, pero la semejanza con el anterior es menor
      que las diferencias. A pesar de las profundas propuestas
      englobadas en las pautas programáticas del FREJULI,
      las reformas sociales, políticas y económicas
      del primer período lejos estuvieron de las ejecutadas
      en el período 1946/52. Perón buscó por
      todos los medios
      desactivar las acciones sociales y políticas,
      desmovilizando a una sociedad que
      le resultaba ingobernable.

      A su vez la obra de gobierno era cuestionada por
      gruesos sectores del peronismo, al ver que de un planteo
      ofensivo frente al poder oligárquico-imperialista,
      progresivamente se va pasando a un plan defensivo, que
      desmovilizó al pueblo peronista y dio a la
      oligarquía y los monopolios la oportunidad de retomar
      la iniciativa. Saboteada, por medios encubiertos, por el
      enemigo. Los sectores juveniles criticaban el "reformismo" y
      falta de audacia. Varias organizaciones guerrilleras no
      aceptaron desarmarse, ni dejaron de utilizar la violencia. En
      forma solapada, también empresarios y sindicalistas
      obstaculizaban el Pacto Social, herramienta esencial del
      gobierno en esa etapa.

      En poco más de un mes, Perón
      condenó a la Juventud (1° de mayo) y a los poderes
      corporativos (empresarios y sindicales) el 12 de junio de
      1974. Lo hizo en la Plaza de Mayo, ante movilizaciones
      populares masivas. En ellas, Perón mostraba su
      representatividad superior a la de sus partidarios que le
      dificultaban su gobierno.

      Como sucediera con la muerte de Eva Perón (en
      1952), tras la muerte de Perón (el 1° de julio de
      1974), cae el telón de la primera etapa del gobierno
      justicialista. Surge una nueva conducción, sectaria e
      intolerante, que no representa los mismos intereses de la
      anterior conducción.

      No sólo hubo un cambio de conducción
      política, sino también cambia el rumbo
      económico. Vuelve el ‘estabilizador’ del
      ’52, Gómez Morales, quien al asumir
      expresó que encontraba una crisis más leve que
      la de 1952. Pero había una sociedad menos dispuesta a
      transigir para resolverla. La agudización de los
      distintos niveles de contradicciones no admitían que
      fuesen los sectores populares los que comenzaran cediendo.
      Tras este plan de ajuste ortodoxo, siguió otro con
      mayores ajustes, profundizando la recesión y hasta
      anulando los recientes Convenios Paritarios (largamente
      reclamados desde 1955, y conquistados recién a dos
      años de gobierno peronista). La C.G.T. enfrentó
      al gobierno con una huelga
      general logrando la renuncia del Ministro y la ida del
      Gobierno de López Rega. El sindicalismo logra
      hegemonizar el siguiente gabinete, pero también
      fracasa. Estos fracasos, generarían un
      ‘vacío de poder’, que por incapacidad
      sirvieron también, como precedentes del golpe de
      1976.

      Del peronismo gobernante en el período 1946 /
      1955 puede discutirse hechos del proceso, pero fue eficaz,
      cumplió metas. No así del gobierno de 1973 /
      1976, que tras la muerte de Perón careció de
      hegemonías de sentido nacional.

    1. PERONISMO.
      Un poco de historia.

      Reconvertida y con la definición de un
      proyecto de País, la oligarquía
      encabezó, en alianza con las FF.AA., el golpe de 1976.
      Como no ocurría en la Argentina posterior a 1945, la
      oligarquía se ubica como centro del proceso interno de
      acumulación, compartiendo con los sectores
      monopólicos extranjeros. Redefine su
      articulación con ellos y adecua el proyecto a las
      exigencias y márgenes que le imponen los países
      centrales. Se conforman como grupos económicos con el
      objetivo de concentrar capitales y diversificar sus inversiones en distintos sectores de la
      actividad económica y en otros países de la
      región. Los grupos económicos son una
      forma superior de organización empresarial que implica
      una redefinición de la unidad económica tomada
      como base para el desarrollo de los sectores dominantes. Se
      articulan entre sí, compartiendo intereses
      económicos y necesidades políticas, de esta
      forma constituyen ‘bloques empresariales de
      poder’. Estos grupos asimilan personal de las FF.AA.
      como funcionarios de sus empresas y es frecuente encontrar
      los de más alta graduación (como en el siglo
      pasado sucedió con el reparto de tierras, tras
      ‘la conquista del desierto’ de Roca), integrando
      los directorios de las empresas centrales del grupo
      (comprometiendo de esta forma a las FF.AA. en su proyecto,
      identificándolas con sus propios intereses
      económicos y dándoles participación en
      los beneficios obtenidos, retribuyéndole los servicios
      prestados, garantizando la estabilidad y seguridad
      para sus empresas).

      1. El comportamiento de los distintos sectores
        del peronismo frente a la dictadura fue dispar.
        Mayoritariamente confuso y sin conducción, no
        generó una respuesta única y
        coherente.

        Un sector del activismo nucleado previamente
        alrededor de las 3 A de López Rega, mantuvo su
        política colaboracionista, estrechamente ligado
        con las acciones más oscuras de la "guerra
        sucia", integrándose ideológica y
        militarmente a la ‘guerra
        contra el comunismo y su infiltración en las
        instituciones nacionales’.
        También se alinearon junto a la alianza
        oligárquico-monopólico, sectores gremiales,
        quienes denunciaban al activismo enrolado en las acciones
        de resistencia, en una interesada interpretación
        de ‘eliminación de la competencia’ en la tarea sindical,
        buscando su justificativo ideológico en la lucha
        contra la infiltración sindical y el terrorismo fabril.

        Otros sectores aceptaron resignadamente el golpe
        y ‘desensillaron’ hasta 1982; cuando no
        abandonaron definitivamente la actividad política.
        El "yo me borro" fue la expresión mayoritaria en
        el peronismo político y en algún sector
        – minoritario – gremial.

        La clase trabajadora, mayoritariamente,
        inicialmente se repliega en la defensa de lo más
        elemental, la vida, su integridad y la fuente de trabajo;
        iniciando una acción de resistencia por métodos encubiertos, ‘trabajo
        a tristeza’, sabotaje. En abril de 1979 un sector
        de la dirigencia sindical "los 25", con Ubaldini (C.G.T.
        Brasil) como referente, efectúa el
        primer paro general. La importancia de esta
        acción, más que en la efectividad del
        movimiento, está en la decisión de este
        sector sindical de buscar encabezar la resistencia obrera
        a la dictadura a pesar de la represión. El otro
        sector sindical, la C.N.T., en el que sobresale Triaca
        entre otros, optan por continuar la "negociación" con el poder
        oligárquico-militar. Estas posiciones se
        mantendrían hasta el final de la dictadura. Vale
        recordar que el 30 de marzo de 1982, dos días
        antes de la ‘toma’ de Malvinas, Ubaldini encabeza otra huelga
        general con movilización. En Mendoza, en la marcha
        efectuada es asesinado el compañero Benedicto
        Ortiz. En noviembre de 1982 se convoca a una nueva huelga
        general, por primera vez con el acuerdo de las dos
        cúpulas cegetistas. El acatamiento fue masivo.
        Pocos días después la multipartidaria
        explotando los espacios políticos abiertos a la
        dictadura, por la resistencia político-militar,
        sindical y la derrota de Malvinas, expresan su
        oposición a la dictadura con una masiva
        movilización popular, el 16 de diciembre, en donde
        es asesinado Dalmiro Flores. A pesar de estar en plena
        retirada, la dictadura continúa con su
        política de desapariciones. En estos días
        es secuestrado el Dirigente Montonero, sobreviviente de
        la masacre de Trelew, René Haidar Esta
        movilización tuvo desbordes de importantes
        manifestantes, principalmente de jóvenes, que
        podían expresar por primera vez su repudio abierto
        al proceso dictatorial. Esta violencia, generó
        inquietud en los tiranos del momento, pero igual o
        más preocupación llevó a la
        dirigencia política, que por todos sus medios
        iniciaron una política de represión y
        aislamiento a los sectores más radicalizados del
        espectro político, fundamentalmente al peronismo
        intransigente; repudiando y equiparando las violencias
        oligárquicas con las populares.

        La dirigencia, militancia y activismo sindical
        formado en la C.G.T. de Argentinos, en la década
        del ’70, en la Juventud Trabajadora Peronista, el
        Bloque Sindical del Peronismo Auténtico y
        Peronismo Montonero, y en las corrientes clasistas de la
        izquierda, unos pocos logran el exilio, otros son
        detenidos (antes del golpe), otros fusilados y muertos en
        enfrentamientos, y la mayoría
        detenidos-desaparecidos.. Llegaron a formar estructuras
        sindicales en lucha, como las "Coordinadoras zonales" y
        la C.G.T. en la Resistencia, fundamentalmente en los
        cordones industriales del Gran Buenos Aires y de Rosario.
        Este sector es quien en las primeras horas del golpe
        resiste abiertamente por todos los medios a su alcance.
        Frente al poderío del bloque
        oligárquico-militar, junto a la Juventud y el
        Peronismo Montonero, fueron prácticamente la
        única acción de resistencia. Esta abierta y
        heroica resistencia no fue la única razón
        de su masiva represión, en esta colaboraron los
        listados elaborados por las patronales y algunos
        sindicalistas, como ya dijéramos más
        arriba.

      2. El peronismo
        frente a la dictadura
        oligárquico-militar.
      3. El peronismo
        posterior a 1983.
    2. El golpe
      oligárquico-militar.

    La polarización electoral. Sin entrar en la
    vieja (y europeísta) discusión de reformistas o
    revolucionarias medidas del gobierno de 1946 / 55, lo real es
    que el peronismo en 40 años polarizó crudamente
    cada elección. Una visión europeísta,
    racionalista, no alcanza a entender el porqué de estos
    antagonismos tras un ‘partido’ apenas reformista;
    donde las reformas peronistas fueron apenas similares a las
    gestionadas por los partidos laboristas o
    socialdemócratas en Europa sin
    despertar allí los niveles de
    aceptación-negación registrados en nuestro
    País. En la Argentina produjeron antagonismos extremos,
    pasiones descontroladas y, fueron justificadas o atacadas
    mediante un lenguaje
    flamígero o descalificador. De allí que para el
    pensamiento
    "racionalista" peronista o no, estas polarizaciones significan
    la ‘falta de cultura
    política’ de la sociedad, ‘fruto del
    subdesarrollo cultural argentino’;
    ‘escasa práctica política resultante de los
    golpes militares’, etc., sin considerarla como la
    expresión político-electoral de los sectores
    sociales en lucha, las propuestas que estos propugnan y sus
    representaciones políticas. El peronismo en el gobierno
    de la década del ’50 fue revolucionario por las
    transformaciones políticas, económicas y sociales
    producidas, avanzó en la resolución de la
    contradicción central de su etapa y por esos avances fue
    enfrentado por el otro polo de la contradicción y
    derrocado. Quedando trunca la revolución, lo que no
    invalida, como revolucionaria, la gestión desarrollada.
    El imaginario social así lo entendió
    correctamente, y así las dos generaciones de argentinos
    se polarizaron en su torno. La
    ‘intolerancia’ recíproca fue la
    manifestación ideológica de la dureza del
    enfrentamiento entre los polos de la contradicción:
    pueblo – oligarquía.

    Votar al peronismo, no era votar a ‘un partido
    más’. No lo sintieron así los peronistas y
    no peronistas. Salvo en 1951 que, además, fue de
    reafirmación del proceso en marcha, fue el voto
    antisistema, el voto contra el statu quo. En él
    confluyeron, especialmente luego de 1966, todas las
    rebeldías y críticas contra la sociedad
    argentina. La polarización fue la lucha entre quienes
    defendían un sistema y quienes lo impugnaban desde
    diversas perspectivas.

    Nació como fuerza mayoritaria, expresando en
    las urnas, los sucesos de octubre de 1945. En febrero del
    ’46 obtuvo el 56% de los votos. En noviembre de 1951, con
    el voto femenino incluido, 62,4%. En ambas ocasiones el
    candidato presidencial era Perón. Tras la
    ‘libertadora’ los partidos del régimen y la
    dictadura pensaban que la potencia
    electoral peronista bajaría o desaparecería, por
    la proscripción, persecución y maniobras
    políticas desarrolladas.

    En 1957, en las elecciones para constituyentes
    Perón ordena el voto en blanco, a pesar de la
    difícil difusión de su mandato, obtiene el 25%
    (votos en blanco), frente al 24% de la U.C.R.P. y el 21,2% de
    la U.C.R.I.

    Antes de las elecciones presidenciales de 1958
    Frondizi pacta con Perón. Sectores del peronismo negaron
    la existencia del pacto e incluso algunos lo cuestionaron, pero
    la mayoría de los peronistas apoyó el pacto,
    votando a Frondizi. Así la U.C.R.I. llega al 43,8%,
    doblegando a la U.C.R.P. con el 27,7% de los
    sufragios.

    En 1962 hubo elecciones para gobernadores en 14
    Provincias, para cargos legislativos y para diputados en
    Capital
    Federal. Con diferentes nombres (ya que estaba prohibido los
    términos peronismo o justicialismo) el peronismo se
    presenta en 13 y en Capital. Es difícil cuantificar con
    precisión una media nacional, ya que proliferaron
    partidos neoperonistas, pero se puede estimar en un promedio
    nacional del 32%, contra el 25,2% de la U.C.R.I. y el 17,8% de
    la U.C.R.P. Este alto nivel de adhesión del peronismo,
    como el triunfo en la Provincia de Buenos Aires de
    Andrés Framini a la gobernación, resultaba
    intolerable para los sectores políticos,
    económicos y militares del sistema, deponiendo a
    Frondizi.

    En las presidenciales de 1963, el peronismo –
    todavía proscripto – votó en blanco y
    obtuvo el 17,5%, frente al 22% de la U.C.R.P., el 16,5% de la
    U.C.R.I. de Alende. En estas elecciones se presenta Pedro
    Aramburu con su nuevo partido UDELPA. La propaganda
    del régimen daba como ganador a UDELPA; por ello se
    puede inferir que votos peronistas hayan ido a engrosar las
    otras alternativas positivas de voto (a la U.C.R.P. y a la
    U.C.R.I.)

    En marzo de 1965, se efectuaron elecciones de
    renovación parcial de diputados. El peronismo pudo
    participar con el nombre de Unión Popular, además
    de muchos partidos peronistas provinciales. La Unión
    Popular obtuvo el 29,6% en el ámbito nacional (sin
    computar a los provinciales), contra el 28,4 de la U.C.R.P. La
    U.C.R.I. se había dividido, conservaba la sigla Oscar
    Alende, quien lograba el 5,7% y el M.I.D. de Frondizi con el
    6,3% de los votos.

    Con el peronismo proscripto total o parcialmente en
    todas estas elecciones, sin poder utilizar su nombre, ni
    Perón ser su candidato; o en aquellas donde
    concurrió, lo hizo bajo distintas siglas y fragmentado,
    lo que dificulta calcular su caudal electoral en este
    período con precisión. Podemos inferir que sin
    Perón como candidato, rondaba el 35% de los votos,
    suponemos un 5% de pérdida de votos sin su candidatura.
    En este análisis, hacemos abstracción de la
    situación política, social y económica.
    Nos sumergimos en los números, en forma casi fría
    y absoluta.

    Desde esta perspectiva observamos un importante
    crecimiento electoral entre 1957 y 1973. En las elecciones, con
    Cámpora como candidato orilló el 50%. En
    setiembre, con Perón como candidato, logró el
    62,5% de los sufragios. Este crecimiento es revelador de la
    ampliación de su base social. Fue constituyéndose
    en el partido antisistema, en el más legítimo
    cuestionador de una sociedad injusta.

    Mora y Araujo sostiene que el apoyo electoral
    peronista es obrero en las grandes ciudades y policlasista en
    el interior. En estas elecciones de 1973, los apoyos se
    ampliaron, fundamentalmente de sectores de clase media,
    tradicionalmente ajenos al peronismo.

    En marzo de 1973 el peronismo concurrió unido y
    con el apoyo explícito de Perón a sus candidatos,
    "Cámpora al gobierno, Perón al Poder", logrando
    el 50% de los votos. Aglutinando a todo el voto cuestionador
    del statu quo. En seis meses logra un aumento espectacular de
    votos, llegando al 62%, seguramente mantuvo el voto de marzo y
    sumó el de aquellos que lo veían como eventual
    freno y neutralizador de los sectores más revulsivos
    (como la ‘tendencia revolucionaria’) del peronismo,
    al ‘león herbívoro’; es decir, el
    voto por el cambio y el orden al mismo tiempo.

    Al margen de los datos y los
    números, siempre se tuvo al peronismo como la
    ‘mitad más uno’, e imbatible electoralmente.
    Realmente lo fue, por márgenes muchas veces estrecho y
    también por la división de sus contrincantes. Es
    por ello, entonces, que el sistema "ballotage" ideado por el
    radical Mor Roig, durante la dictadura de Lanusse, era
    razonable para impedir la victoria electoral del peronismo,
    tomando en cuenta los antecedentes electorales desde 1957 a
    1965. Lo que no lograron observar fue el crecimiento del
    ‘partido antisistema’, al polarizar el peronismo la
    sociedad. La dictadura
    militar deseaba la derrota peronista; seguramente esta
    certeza incrementó las adhesiones.

    En síntesis, desde 1955 el peronismo sin
    Perón no llegó nunca al 35% de los votos. El
    peronismo superó este techo con Perón y la
    máxima radicalización de su discurso
    político.

    Siguiendo este análisis consideramos al
    porcentaje logrado por la fórmula justicialista en 1983
    (41%) como aceptable en términos comparativos. Hubiese
    triunfado en cualquier otro momento histórico, pero en
    esta oportunidad el candidato no peronista consiguió lo
    que no habían logrado los otros: convocar a todo el
    electorado no peronista. Obteniendo la captación del
    voto de rechazo al justicialismo y de credibilidad en sus
    propuestas. Entre 1973 y 1983 el peronismo perdió entre
    un 10% y un 22% de los votos. Cuales fueron las razones: en
    primer lugar (en lo cronológico) la frustrante
    experiencia gubernamental de 1973-76 y la muerte de
    Perón.

    Hay quienes consideran que el frente político
    generado por el peronismo en 1973 (empresarios nacionales,
    obreros, capas medias urbanas y bajas rurales) ya era inviable
    en vida de Perón e irrealizable tras su muerte; por ello
    y a partir de esa experiencia frustrante, dejó de ser
    creible.

    Otras razones se encuentran en las consecuencias del
    golpe de 1976. Algunos de carácter estructural: la
    disminución de obreros industrializados (clara base
    electoral del peronismo), promoviendo la tercerización y
    el cuentapropismo (generadoras de tendencias individuales
    más proclives a otras identidades políticas). La
    existencia en 1983 de 2.500.000 de exiliados políticos y
    económicos. A los pocos días del triunfo
    alfonsinista, Juan Alemann explica en un artículo
    periodístico de Ámbito Financiero titulado "De
    nada Raúl": que el triunfo de Alfonsín – al
    que saluda alborozado – se debía a los cambios
    socioeconómicos impulsados por el gobierno de las
    Fuerzas Armadas.

    Hubo también, cambios importantes en el
    imaginario político argentino. Estos acentuaron las
    posibilidades del ‘aggiornado’ partido radical.
    Algunos aspectos específicos del ideario peronista: la
    justicia social, la mejora distributiva, la
    no-alineación ante los bloques hegemónicos
    internacionales; fueron hechas suyas (con variantes,
    según los casos, por partidos nacionales y populares
    como la U.C.R. y el P.I. de Oscar Alende). El peronismo
    dejó de ser abanderado exclusivo de esas
    propuestas.

    Un planteo histórico del peronismo, como el
    "nacionalismo" estaba en crisis. Si bien un
    amplio espectro político esgrime en la retórica
    expresiones nacionalistas, es el peronismo el que le
    había dado contenido propio, al enlazarla con la
    movilización y ascenso social de los sectores populares;
    Jauretche decía: ‘no hay nación sin
    pueblo’ (en contraposición a las expresiones de
    las derechas aristocratizantes y antidemocráticas
    (emergentes de la década del ’30) y ‘ni
    pueblo sin nación’ (con relación al
    clasismo de las izquierdas). Posiciones verosímiles ya
    que eran visibles a través de la política interna
    y externa del primer peronismo. Una vez derrocado,
    enarboló con más fuerza el antiimperialismo y el
    nacionalismo fue ampliando sus significados hasta convertirlo
    en una crítica hacia todo el sistema político
    social. Ese discurso no pudo plasmarse en hechos en el
    período 73/76. Los logros nacionalistas obtenidos
    durante la gestión Gelbard fueron vistos como
    insuficientes por vastos sectores, incluso del peronismo. A
    partir de la muerte de Perón, el abandono del Plan
    Gelbard y la política global de Isabel condujeron a una
    mayor inserción dentro del mundo
    ‘occidental’: con préstamos del F.M.I.,
    discursos de
    la Presidenta alabando a las empresas multinacionales, al mismo
    tiempo de una retórica semioficial nacionalista, cuando
    no xenófoba, lo que la hacía incomprensible y
    contraproducente. Con la dictadura se aumentó el
    aislamiento político del país. La lucha por los
    derechos
    humanos contó un marcado apoyo internacional,
    especialmente de los países del ‘centro del
    mundo’. Este apoyo fue reclamado por los organismos de
    derechos
    humanos (que arrebataron al peronismo su habitual
    primacía en el campo de la lucha antirrepresiva),
    también fue reclamado por el radicalismo (igualmente
    aislacionista) e inclusive por el propio peronismo (que no
    dudó en acudir por vía de su máxima
    expresión legal: el escribano Deolindo Bittel, a
    solicitar el apoyo de la Comisión de Derechos
    Humanos de la O.E.A.). A su vez el sindicalismo peronista
    (muerto Perón) abandonó su tradición
    aislacionista y aceptó formar parte de la C.I.O.L.S..
    Utilizó a la O.I.T. como ámbito de sus denuncias,
    aunque mantuvo su retórica nacionalista; sin elaborar un
    discurso coherente a esta aparente contradicción, lo que
    mermó su credibilidad. Estas aparentes y reales
    contradicciones entre discurso y práctica, en
    ésta como en otras temáticas, perjudicó al
    peronismo.

    Simultáneamente luego de la derrota de Malvinas
    en 1982, en la campaña desmalvinizadora que sobrevino a
    la rendición, el nacionalismo fue puesto en
    cuestión ante la opinión
    pública, no sin haber llegado a su máxima
    ‘exaltación’ alimentado por los medios de
    difusión de la dictadura
    militar. Conmovida por su raíz patriótica, la
    dirigencia política en vuelo gallináceo y con
    alto grado de oportunismo, en particular la dirigencia
    peronista, la condujo a acoplarse a los aspectos delirantes de
    Galtieri, en la acción Malvinas. El costo de la
    derrota, fue poner en tela de juicio al nacionalismo, visto
    como una forma de irracionalidad de raíz emocional que
    conduce a la derrota. Tal es el mensaje alfonsinista,
    sustentado solapadamente en su campaña electoral y que
    luego sería sustentado desembozadamente en
    vinculación con el problema de la deuda externa.
    El nacionalismo es percibido como declamatorio e inviable
    (tanto como el peronismo).

    Otro aspecto con el que se identificaba al peronismo,
    descalificándolo por ello, es el "autoritarismo
    peronista". Si bien el peronismo reclamó para sí
    la condición democrática, en razón de la
    forma en que distribuía los bienes
    económicos y el poder, y restituía la dignidad de
    los sectores más humildes; no enfatizó la
    condición democrática por la forma en que
    ejercía el gobierno. En ocasiones fue elogiado y en
    otras visto como el mal menor que debía soportarse para
    alcanzar el superior objetivo de producir cambios sociales
    significativos, en una sociedad cuya superestructura cultural
    es significativamente reacia a tales transformaciones. No se
    puede dejar de lado el discurso y la acción de
    Perón, que habían sido absorbidos por sus
    partidarios e incorporados a una suerte de
    ‘tradición picaresca’ inherente al
    peronismo. El último Perón de 1973/74
    defendió la pluralidad y la necesidad de un sistema
    político estable. Este último Perón casi
    no fue escuchado por la realidad política del
    período, en buena medida como consecuencia de la
    acción del propio Perón, que mantenía una
    inercia, que tornaba escasamente audible el nuevo discurso de
    Perón. Muy pocas veces fue pensado por el peronismo,
    como un defecto descalificatorio. Y fue utilizado por el
    alfonsinismo, abanderado de la ‘estética de los
    sectores medios’ sensibilizados por la reciente
    experiencia autoritaria llevada al extremo por la
    dictadura.

    La violencia sindical era vista igualmente como la
    contracara no deseable de su eficacia. El
    sindicalismo se mostraba apto en la obtención de
    reivindicaciones para sus agremiados. Apelaban para ello
    diversas formas de violencia: desde la acción de
    ‘sus matones’ hasta la siempre elogiada
    movilización radicalizada. "Servían" para lograr
    determinados fines legítimos. Desde 1973, el
    sindicalismo, no obtuvo mejoras de importancia. Las conquistas
    sociales otorgadas por el peronismo fueron vistas como
    concesiones de la voluntad gubernamental y no como fruto de la
    acción reivindicativa sindical. Desde 1976, el
    sindicalismo sólo pudo atinar a defenderse,
    reduciéndose durante gran parte del período
    dictatorial a su mínima expresión; salvo
    situaciones aisladas o de grupos minoritarios, no es visto como
    expresión resistente a la dictadura. (Sin considerar,
    también, a grupos minoritarios que acompañaron y
    colaboraron con ella). La estética de los sectores
    medios era la dominante en 1983 y el sindicalismo, como
    conjunto no había dado sustentación, para que los
    sectores trabajadores pudiesen disputar esa estética del
    medio pelo. Por lo que ese sindicalismo contradictorio
    (patoteril, avasallante, prepotente, sin respuestas,
    autoritario, etc.) es impugnado por la cultura
    clasemediera dominante y utilizada electoralmente por
    Alfonsín.

    El ‘autoritarismo peronista’ fue percibido
    como disfuncional por una sociedad herida por la
    represión militar y la guerra de
    Malvinas. El discurso antimilitarista de Alfonsín,
    se enfrentó con el estereotipado, (herencia del
    primer peronismo) discurso complaciente con las FF.AA.,
    además de visto como una exacerbación de su
    autoritarismo, es como traición a la resistencia
    antidictatorial. El peronismo, cuando consiguió triunfar
    con amplitud en 1973, se mostró como enemigo
    irreductible del ‘establisment’ argentino.
    Utilizando antiguos clisés sin sustento en la historia
    de los últimos 30 años, marcó menos
    distancia con las FF.AA. que Alfonsín. Ello
    también contribuyó a su derrota.

    Las guerras
    internas y la guerra internacional, produjeron en la Argentina
    un difundido y creciente miedo a la violencia, entre ella a la
    violencia revolucionaria (aún a la retórica). Una
    masa enorme de argentinos en dicha etapa, prioriza la
    tranquilidad pública y el orden, a la posibilidad de
    cambios que impliquen dosis de inestabilidad y violencia. En
    1973 una de las expresiones político-culturales de la
    época fueron los temas musicales como: ‘la marcha
    de la bronca’ y ‘para el pueblo lo que es del
    pueblo’; mientras en 1983: era ‘solo le pido a
    Dios’, ‘manso y tranquilo’; fenómeno
    advertido por Alfonsín y utilizado en
    consecuencia.

    El peronismo siempre consideró que la violencia
    política era un epifenómeno de la injusticia
    imperante en la sociedad. Se erradicaría con la
    instauración de un orden socio-político mas
    justo, "la violencia de arriba, genera la violencia de abajo",
    "a la violencia brutal de la antipatria, le opondremos la
    violencia del pueblo organizado". Toda la violencia que recorre
    la historia
    argentina se explicaba en razón de la
    frustración de su revolución nacional inconclusa.
    En esa línea de interpretación, lo principal no
    es hacer justicia individual con quienes cometen violencia
    política, sino ‘cambiar las estructuras de
    privilegio’; por ello el peronismo de 1973 no
    sancionó (ni buscó hacerlo) a ningún
    asesino o torturador del período 1955-73. La
    sanción para ellos sería la derrota definitiva.
    Algunos sectores radicalizados tomaron a su cargo la misión
    de sancionar (Aramburu, Mor Roig, Villar, etc.), como
    representantes de un sector en pugna; correspondiéndose
    más con la concepción de la guerra
    revolucionaria, que con la de la justicia imparcial que asume
    la universalidad del derecho social.

    El peronismo fue la principal víctima de la
    represión en los períodos dictatoriales que
    siguieron a 1955 hasta 1983, pero lo particular es que en el
    período 1973 / 83 contó con represores en sus
    filas. En 1973, la condición de víctima
    sirvió para reforzar una identidad. No así en
    1983, en que lo dominante en su dirigencia era no identificarse
    con las víctimas (cuya existencia negó o
    disimuló por años), sino asumir el rol de
    terceros, de jueces inclusive, que fue lo que hizo el
    alfonsinismo y lo siguió acomplejada, como copia, gran
    parte de la dirigencia peronista. En 1983 el peronismo
    negó especificidad y debida magnitud a la
    represión del período 1976-83, y cuando la
    reconoció, quiso taparla equiparándola con otras
    violencias anteriores sufridas a través de la historia
    política contemporánea. No encontró,
    lógicamente, eco en el imaginario social
    existente.

    La Nueva Argentina como objetivos realizable.
    En 1946, así como en 1973, el peronismo excitó la
    imaginación colectiva mayoritaria. Propuso una sociedad
    mejor, una ‘nueva Argentina, casi ‘el hombre
    nuevo’, provocando la voluntad y la imaginación de
    sus partidarios. Los objetivos se combinaban felizmente con
    discursos de época y con realidades propiciatorias. En
    1946 planteó la industrialización, el adelanto
    tecnológico, el consumo
    masivo, la implantación y extensión de la radio y la
    T.V., el control del
    sistema
    financiero y del comercio
    exterior, la superación de la partidocracia y la
    política comiteril con la organización
    político-social de las masas desde cada barrio, cada
    fábrica, cada lugar de trabajo. La dignificación
    y elevación social de los humildes. La independencia
    nacional y la equidistancia respecto a los poderes centrales.
    En 1973, pivoteó sobre el parcial cumplimiento de las
    expectativas de dos décadas antes y les
    añadió el desafío ecológico, la
    integración continental e intercontinental, el traspaso
    del poder a la juventud, el despertar del Tercer Mundo, la
    realización política, social y económica
    de los sectores populares, porque ‘había llegado
    la hora de los pueblos’.

    En 1983 se reemplazaron los altos ideales perseguidos,
    por una pretendida vuelta a las realizaciones del pasado, que
    resonaba como poco posible y parcialmente convocante.
    Conservó así sus adhesiones históricas (no
    incentivadas por la memoria
    de otro pasado poco prometedor, el del radicalismo), pero no
    logró atraer nuevos adherentes. El número de
    votos, fue significativamente similar al de 1973, a pesar del
    crecimiento demográfico.

    Tras la derrota popular y nacional (y fundamentalmente
    de sus epicentros políticos, ideológicos y
    militares de poder: clase trabajadora organizada y
    organizaciones revolucionarias), se acentúa la
    dependencia a los centros internacionales de poder. Ya no con
    los grupos oligárquicos en la conducción de la
    superestructura del estado, que debieron replegarse junto a la
    dictadura de la que formaban parte. Es una clase media sin
    proyecto de Nación, sin propuesta de poder, la que se
    hace cargo del gobierno. Su más acabada expresión
    política: la U.C.R. es votada mayoritariamente por
    representar una transición democrática ‘en
    paz’. Al decir de Jauretche: ... se vuelven al camino
    trillado, porque no es para todos la bota de potro. Salirse de
    la huella sólo lo pueden hacer los que son capaces de
    abrir huella.
    Económicamente impone el continuismo
    del plan de Martinez de Hoz, aunque debe ceder ante la
    presión organizada de los trabajadores.
    Políticamente se pinta de rosado, para juzgar a los dos
    demonios. Encarcelando, persiguiendo y manteniendo la
    proscripción política-ideológica del
    peronismo montonero. Los efectos políticos de estas
    acciones fueron favorables al alfonsinismo para mantenerle el
    cheque
    abierto de las clases medias, mientras tapaba y negociaba con
    los grupos oligárquicos, desdibujando el papel genocida
    que les cupo durante la dictadura. En el juicio a los
    Comandantes de la dictadura, el grueso de la dirigencia
    justicialista, fue un espectador más, en el mejor de los
    casos, cuando no sentían que se les quemaba la cola de
    paja. Y lejos estuvo de señalar a los socios principales
    de dicha dictadura: los grupos oligárquicos. Dentro de
    la misma estrategia
    clasemediera liberal, se producía el juicio a los
    conductores de la guerra de
    Malvinas. Y más allá de la mayor o menor
    justeza en este juicio, lo que se impulsaba era la
    desmalvinización de la política nacional, como un
    aspecto más del triunfo liberal sobre los sentimientos
    nacionales latentes de las masas argentinas.

    Todos estos hechos signaron a los años
    siguientes. El peronismo posterior al ’83 fue
    minusválido y no se ha recuperado. Lo que no significa
    que no haya triunfado electoralmente en varias oportunidades,
    pero nunca recuperó el sentido de Movimiento de
    Liberación Nacional en construcción. Y la
    dirigencia parece cómoda en
    jugar el papel de socia minoritaria – aunque socia al fin
    -, junto al resto de la dirigencia política, de los
    grupos económicos de poder, ya que salvo excepcionales
    expresiones aisladas, de conjunto no plantean el
    cuestionamiento al sistema de dependencia, marginación y
    explotación.

    1985. Renovación parlamentaria.
    El peronismo, lejos de plantear una estrategia de poder en
    torno a los trabajadores y buscar resolver la
    contradicción de la transición
    democrática: democracia real o continuismo
    oligárquico
    , y desde la autocrítica (que le
    cabe por su comportamiento frente a la dictadura), se inserta
    en una lucha interna cortoplacista por cuotas de poder sin
    contenidos populares. Un sector del peronismo, plantea una
    renovación de los ‘métodos
    y formas’ de la acción política. Más
    acorde con el sector social que predomina en la superestructura
    política y cultural de la época. En estas
    condiciones enfrentan las elecciones de renovación
    parlamentaria de 1985. Las peores de su historia: dividido en
    las provincias de Buenos Aires, Salta, Jujuy, Corrientes,
    Río Negro (donde una fracción convocó al
    voto en blanco) y Capital Federal. En esta ocasión no
    existió la polarización de una elección
    presidencial. Un aspecto llamativo de estas elecciones es que
    el radicalismo, pese a bajar en los porcentajes y en
    número absoluto de votos, ganó en casi todos los
    distritos con excepción de Corrientes, Formosa, La Rioja
    y Tierra del
    Fuego. Respecto a las elecciones de 1983 para Diputados
    Nacionales, pierde 435.000 votos, lo que representa un 5% del
    padrón. El peronismo sumando todas sus expresiones
    pierde, también, 365.000 votos, 4% del padrón.
    Los resultados globales fueron 43% (frente al 48% de 1983 para
    Diputados Nacionales). El peronismo el 34,5 %, el P.I. un 6% y
    la U.C.D. un 3,5% Los sectores de izquierda (P.I., FREPU,
    PH, PO, US.,
    etc.) sumó algo más del 10% en todo el
    país. Expresión de los nuevos votos y de sectores
    que en 1983 habían votado al alfonsinismo. El peronismo,
    siguió sin convocar a los nuevos votantes, y mantuvo su
    dispersión. A pesar de todo, electoralmente hubo una
    recuperación de los sectores nacionales y populares. Que
    por lo dicho, esa leve recuperación no fue expresada en
    el voto al peronismo en sus distintas variantes. Si bien los
    trabajadores organizados expresaron la oposición real al
    alfonsinismo, esto no tuvo su correlato en el plano
    político. Las clases medias mantuvieron su
    hegemonía política en forma sectaria y
    excluyente, disminuyendo la participación obrera en los
    cargos partidarios y electorales, y compartiendo la
    teoría de los dos demonios, afirmó la
    proscripción y macartismo a los sectores revolucionarios
    del peronismo. El grueso de la dirigencia peronista no
    planteó alternativas de poder, sino de división y
    disputa interna; lo único que convocó a la masa
    peronista fue su propia conciencia, que pese a encontrarse en
    el peor momento, el peronismo no había sido superado en
    su contenido histórico: El nacionalismo popular
    revolucionario, humanista y cristiano, antioligárquico y
    antiimperialista, latinoamericanista y
    tercermundista.

    1987. Elección de Gobernadores. La
    "renovación peronista", tras un traumático
    proceso de lucha interna, logra imponerse en el Justicialismo,
    elevando como referentes a: Cafiero, Grosso y Menem. En esta
    corriente se encolumnan importantes sectores del Partido
    Justicialista, y cuentan en el Movimiento Obrero con un sector
    que los apoya, los "25" (uno de cuyos fundadores, en el
    año ’77, fuese Ubaldini). Pero su base social
    principal radica en los sectores medios, logrando en ellos
    muestras de simpatía y adhesión, frente al
    desgaste alfonsinista; generando en el imaginario de la clase
    media, una continuidad a la previsible debacle del gobierno
    radical. Era el "peronismo racional" que desplazaba a Herminio
    Iglesias y a las "patotas", pero a la vez por concepción
    de clase, marginaba a los sectores obreros y a sus genuinos
    representantes, porque "con dirigentes sindicales no se ganan
    las elecciones". Junto a los referentes nacionales, ya
    nombrados, militan en esta corriente en la Provincia de
    Mendoza, Manzano (Presidente del Bloque de Diputados
    Justicialistas), Bordón (futuro gobernador de Mendoza),
    sendos líderes de las líneas partidarias
    renovadoras en la provincia (azules y naranjas). Este
    último impulsor de una renovación muy particular
    en la provincia, asentada en una política de imagen, donde
    prioriza su identificación racional con los fundadores
    de la Mendoza moderna (los inmigrantes de fines del siglo XIX y
    principios
    del XX, frente al irracional movimiento de masas de los
    últimos 40 años. Esta corriente nacional, cuenta
    en sus filas con grupos de militantes, que tras el freno de la
    renovación con Menem
    triunfante en la disputa interna, buscan la renovación
    de la renovación, como el grupo "Unidos" y los
    identificados luego, como "el grupo de los 8", que ya con Menem
    Presidente, se retiran del Justicialismo, argumentando su
    disidencia con los postulados económicos de la
    gestión y en los aspectos políticos, con la
    Ley de
    Amnistía. Entre sus integrantes se contaba el Diputado
    Carlos "Chacho" Álvarez, que tras los 10 años de
    menemismo es ungido Vicepresidente de la Nación,
    acompañando en la fórmula al radical De la
    Rúa como Presidente, en 1999. Para Menem, su paso por la
    renovación, había sido una etapa obligada y
    necesaria para desplazar al herminismo y los fantasmas del
    ’83; pero nada más y nada menos, que una etapa.
    Para su estrategia de poder, necesitaba del resurgimiento del
    conjunto del peronismo, por lo que se propuso ser la prenda de
    unidad, por encima de las fracciones ortodoxas y renovadoras.
    En la etapa, es lo que mejor asemeja a una conducción de
    conjunto, desde cuotas de poder, superar las parcialidades para
    abarcar a las mayorías. Este objetivo superior del
    movimiento de masas, poco tendría que ver con el
    desarrollo de su gestión presidencial, al hacer caso
    omiso a las viejas reivindicaciones olvidadas, que su discurso
    más emotivo que racionalista transmitía en esos
    años.

    En el año 1987 continúa el desgaste
    alfonsinista en el gobierno que, como expresión de los
    sectores liberales medios, pretenden ser el fiel de la balanza
    de la sociedad, y sin terminar de satisfacer al poder
    oligárquico, da la espalda a los trabajadores y
    marginados (que comienzan a ser importantes porciones de la
    sociedad). La C.G.T. con Ubaldini y sus 26 puntos, mantienen su
    oposición y son el principal factor de desgaste del
    gobierno alfonsinista, a lo que se le suma el mantenimiento del malestar militar, sin
    resolución a pesar del ‘punto final’ y la
    ‘obediencia debida’. La dirigencia justicialista
    produce una renovación metodológica, adoptando
    ‘nuevas’ caras y se maquilla con los
    cosméticos del alfonsinismo, para jugar a la
    alternancia, que el sistema bipartidista requiere. Esta
    dirigencia, en los aspectos fundamentales mantiene las mismas
    convicciones que la U.C.R. en el gobierno. Los trabajadores
    reafirman su identidad política apoyando los candidatos
    peronistas. Sectores medios de la sociedad se vuelcan a este
    nueva variante de su expresión social, ante el
    manifiesto fracaso alfonsinista. Aunque las relaciones de
    fuerza sociales no han variado. Así en los comicios de
    setiembre de 1987, los radicales obtienen el 37% de los votos
    frente al 42% del peronismo. Los gobiernos provinciales de
    Buenos Aires, Mendoza, Tucumán y Misiones vuelven al
    Justicialismo. A pesar de ser los trabajadores los principales
    gestores del desgaste alfonsinista, no son correspondidos en
    los espacios de poder del peronismo triunfante. Por el
    sectarismo de la clase media y porque de su seno no han logrado
    un proyecto transformador de la Nación y por ende del
    peronismo. Pero al mismo tiempo, al contener mayoritariamente a
    los trabajadores organizados, sigue siendo la esperanza para
    encabezar esa transformación; mantiene latente "el hecho
    maldito" en su seno. El sector revolucionario no encuentra la
    propuesta y el cauce que termine con su dispersión y por
    lo tanto, su proscripción ideológica se
    mantiene.

    Las presidenciales de 1989. El menos renovador
    ‘de los renovadores’ en una amplia alianza interna,
    enfrenta en elecciones internas a los renovadores. Fruto de esa
    elección encabeza las esperanzas transformadoras de las
    amplias capas populares, con la revolución productiva
    y el salariazo.
    La intelligentzia en consonancia con los
    grupos económicos apoyó al candidato radical, o
    por lo menos se opuso al candidato justicialista. Menem, de
    trayectoria política zigzagueante: isabelista,
    verticalista, renovador, antirrenovador, etc., impredecible en
    general, era también impredecible para los grupos de
    poder oligárquicos y para el imperialismo. Expresaba, de
    cualquier forma, en el imaginario popular, el "antisistema", el
    retorno a la Justicia Social, al crecimiento
    económico, a la reafirmación federal y
    nacional. Al radicalismo se le hace insostenible mantener un
    programa económico oligárquico, con la masiva
    resistencia popular y la desconfianza al proceso encarnado en
    lo social por Ubaldini y en lo político por Menem. El
    golpe especulativo de 1989 de los grupos de poder, no
    sólo era para ‘apretar’ al gobierno
    alfonsinista, sino fundamentalmente, para hacer entrar
    ‘en razones’ al próximo que se avecinaba. Y
    desde su origen el nuevo gobierno de Menem "entró en
    razones", y se alistó junto a la potencia
    triunfante. Sin doctrina, sin ideología (o con la ideología de
    los vendedores de la muerte de las ideologías -verdadera
    superestructura socio-cultural del capitalismo
    salvaje), es decir, sin perfil y sin autodefensas, se encara el
    proceso argentino hacia la
    globalización. Satisfaciendo los anhelos inmediatos,
    derrota de la hiperinflación, logro de una estabilidad
    no conocida por varias generaciones de argentinos,
    insertándonos en el mundo del norte -sin ver en calidad de
    qué-, mostrando al imaginario popular nuestra igualdad
    frente al dólar 1 = 1, teniendo acceso, en un principio,
    a bienes
    ("made in") fruto de la apertura de créditos, motivados por el ingreso masivo
    de capitales golondrinas y de la enajenación de los
    bienes del Estado. Y para no poner palos en la rueda del nuevo
    gobierno peronista, nadie objetó el ajuste, la
    precarización del trabajo, la reforma del estado, las
    privatizaciones, la renegociación de la deuda, etc., a
    regañadientes los trabajadores fueron aceptando estas
    derrotas nacionales y recortes a sus beneficios sociales,
    sindicales y económicos históricos. Es, en este
    proceso de profundas transformaciones
    económico-sociales, con la alianza gobernante dirigida
    políticamente por el menemismo, donde los sectores
    políticos del Partido Justicialista en forma masiva, no
    sólo ceden la iniciativa al menemismo triunfante, sino
    sus convicciones, ideas y propuestas. Transitando esta
    situación se realizan las elecciones en 1991, 1993 y
    1995, con la oposición política dispersa y
    desorientada, el Justicialismo logra invariablemente sucesivos
    triunfos. Los grupos oligárquicos favorecidos y
    enriquecidos se afianzan en el poder y apoyan el proceso,
    política, social, cultural y económicamente,
    achicando y dividiendo al polo social opositor y a los factores
    de poder potencialmente nacionales. En estos años se va
    gestando una idea, de generar una propuesta política
    nueva que enfrente a la menemista. Después de varios
    intentos, cuaja en una alianza electoral, como FRE.PA.SO.
    (Frente del País Solidario). Y en estas elecciones de
    1995 obtienen un importante resultado. Con la formula
    presidencial de Bordón – Álvarez, se ubican
    detrás de Menem, pero superando a la U.C.R. Si bien no
    habían elaborado una propuesta política integral
    alternativa al modelo neoliberal de Cavallo, si es de
    profundizar cuales son los aspectos que levantó este
    frente electoral para captar más de 5 millones de
    votantes. Entre otros aspectos, uno importante que
    emergía de su discurso, fue el de mostrarse como una
    opción ética
    frente a la corrupción menemista. Y fue una
    opción ética
    para los sectores medios, que sin cuestionar el modelo
    económico cuestionaban "las formas de administrarlo". En
    este aspecto, veremos una nueva frustración, porque es
    el modelo el que impulsa la corrupción al fomentar la
    concentración de la riqueza en pocas manos. Seguramente
    no será al estilo farandulesco, no sentirán la
    necesidad exhibicionista de los popes del menemismo. Pero que
    mantendrán un modelo que impone un estilo de
    corrupción que socava las bases de la producción nacional, ya que si alguien
    trae del exterior un T.V. sin pasar por la aduana es un
    contrabandista y si lo cazan va preso, pero cuando entran 10
    mil millones de dólares de mercaderías, se dice
    que hay es una política de apertura de la economía, cuya
    consecuencia son pequeños comercios, pequeñas
    industrias,
    con sus trabajadores, que van a quebrar ante un precio vil
    de mercadería importada. Este estilo de
    corrupción no se combate con una "oficina de
    Ética", ni con 10, sino un modelo que nos reinserte en
    el mundo globalizado con nuestro perfil nacional
    productivo.

    Y así superaron a la U.C.R., sus competidores
    en la representación social, los sectores medios urbanos
    de la sociedad. Sumados los votos de la U.C.R. y del FREPASO
    llegaban prácticamente a igualar al Justicialismo, 42,3
    % y 43 %, respectivamente. Sin considerar en este aspecto la
    potencialidad electoral de lo que se venía insinuando
    como posible, la unidad de las dos fuerzas en una Alianza. Se
    produce en este año, como premonitorio, la quiebra de
    la C.G.T., con un sector –minoritario en ese momento- que
    pasa a la oposición social. El hecho detonante fue la
    reforma laboral, en
    donde el sector dirigente de la C.G.T. avala mayores recortes a
    los beneficios sociales y conquistas históricas de los
    trabajadores. Daer, Cavallieri, Barrionuevo, etc. adhieren a
    esta posición. La oposición social
    continúa dispersa: C.T.A. de Di Genaro, las 62
    Organizaciones de Lorenzo Miguel, el M.T.A. de Moyano, la
    Corriente Clasista del Perro Santillán y otros menores.
    Era el punto de inflexión del peronismo. El de reafirmar
    el modelo neoliberal, o el de construcción de un modelo
    que le diese cabida a todos. Hubo algunas débiles voces
    en este sentido, Kitchner, Busti, Romá, etc. El
    peronismo revolucionario en las propuestas de sus
    máximos dirigentes busca la discusión de un
    modelo alternativo desde la Corriente de Opinión
    Peronista. Por un lado, los sectores dirigentes del
    Justicialismo (en su gran mayoría) cierran filas tras el
    menemismo y su alianza con los sectores de poder
    económico, pretendiendo perpetuarse de esta forma en el
    poder. Por el otro, sectores dispersos buscan distanciarse de
    las posiciones menemistas, pero sin una opción clara que
    atraiga y reivindique a los trabajadores y a sus dirigentes
    consecuentes, en la reformulación de una propuesta hacia
    el siglo XXI. Esta miopía política traerá
    sus consecuencias en el movimiento nacional, y electoralmente
    en los comicios de los años sucesivos. En 1997 se plasma
    el frente electoral ALIANZA, y en los distritos importantes
    donde fue constituida como tal, obtuvo importantes resultados y
    triunfos. Vuelven a aglutinar a los sectores que en 1983
    habían llevado al triunfo a Alfonsín. En esta
    oportunidad tras los votos de una alianza electoral que
    capitaliza el humor opositor que ya se visualizaba desde 1995.
    Y por primera vez el peronismo pierde estando en el poder. Ya
    en 1983 había perdido su virginidad electoral.
    Nuevamente, importantes distritos de votos peronistas vuelcan
    sus votos fuera del P.J., como en 1983. En este momento, junto
    a la opción ética, el antimenemismo era la
    bandera. No existía la alternativa al modelo. El
    establisment optaba ya por la remoción del modelo,
    cambiar todo para que nada cambie. El menemismo ha logrado,
    también, dormir al antisistema que había encarado
    en 1989. Las sucesivas crisis económicas y la
    consecuente depresión económica tienen un
    correlato en la depresión social. En la búsqueda
    de similitudes con la "década infame" podemos encontrar
    muchos hechos comparables. Básicamente, una clase
    política onanista, aislada de las necesidades y reclamos
    de las mayorías populares, un sistema capitalista en
    profunda crisis, asumido como dependiente en 1933 como "una
    perla más de la Corona británica", hoy de las
    grandes multinacionales con sus correlatos en los aún
    existentes grupos económicos de la oligarquía
    argentina, y sus herramientas financieras, el F.M.I., el B.M.,
    el B.I.D., etc. y el criminal manejo de la ilegal e
    ilegítima Deuda Externa.
    Situación de dependencia asumida por toda la
    superestructura socio-política-económica y
    cultural de la época, en los que los sectores medios de
    la sociedad no son ajenos. En esa década fruto de las
    relaciones con las empresas dominantes del momento, el
    movimiento popular sufre la primera castración del siglo
    XX, al negociar el ex-Presidente Alvear (en nombre del
    movimiento popular, el radicalismo) la legalización de
    la colonia. Sería redundante resaltar lo que el
    Justicialismo en el gobierno, a través del menemismo, ha
    negociado con los grupos económicos de poder y todo el
    establisment. El activismo justicialista, en distintas
    coyunturas y momentos críticos, discutió sobre la
    posibilidad de la ‘alvearización’ del
    peronismo; llamativamente hoy, éste es otro ítem
    ausente de la discusión.

    El ’99 no trae sorpresas, es la consecuencia
    obligada de lo anteriormente descrito. Se puede analizar y
    profundizar los triunfos justicialistas en ciertas provincias o
    departamentos dentro de las provincias. Y es importante
    hacerlo. Refleja, quizás, la confianza que aún
    despierta el peronismo en la solución de las
    problemáticas más inmediatas, pero es de prever
    que esta confianza tiene sus plazos y breves, si este peronismo
    no se transforma para interpretar en toda su expresión a
    las nuevas masas populares, (no ya los aglutinados en las
    grandes fábricas de los 50, 60 y 70) hoy dispersas,
    depresivas y con hambre de justicia, que les niega esta
    globalización de los mercados y
    el capitalismo
    salvaje. También se puede discurrir sobre otro de los
    aspectos tan atractivos a la clase política y a su
    superestructura cultural, como es la alternancia, puntualizando
    el análisis en la gobernación cordobesa, por
    ejemplo. El actual modelo no sólo permite que se
    ‘castigue’ a la U.C.R. y se entronice al P.J. o
    viceversa, sino que necesita que así sea, para ampliar
    los marcos de legalidad que les admita mantener sin
    cuestionamientos, la mayor enajenación del patrimonio
    nacional y márgenes de explotación y
    marginación social no vividos por varias generaciones de
    argentinos. Pero, lo sustancial del porqué de la derrota
    nacional del PJ., se vino escribiendo desde hace varios
    años.

    "Cuando culmine el proceso revolucionario
    argentino, se iluminará el aporte de cada episodio y
    ningún esfuerzo será en vano, ningún
    sacrificio estéril, y el éxito final
    redimirá todas las frustraciones".

    John. W. Cooke

    • BIBLIOGRAFÍA:
      • "La formación de la conciencia nacional"
        de J.J. HERNANDEZ ARREGUI.
      • "El Peronismo: Sus causas". RODOLFO
        PUIGGRÓS
      • "Historia Argentina" de JOSÉ MARIA
        ROSAS
      • "Informe
        a las bases" de JOHN. W. COOKE
      • "Correspondencia" COOKE –
        PERÓN
      • "Los grupos de la oligarquía". PUBLICACION
        DEL PERONISMO MONTONERO.
      • "La Verdad Histórica" de REVISIONISMO
        HISTÓRICO ARGENTINO JOVEN.
      • "Manual
        de Zonceras Argentinas" ARTURO JAURETCHE
      • "El medio pelo en la Sociedad Argentina" A.
        JAURETCHE.
      • Análisis electoral de la Renovación
        Peronista en 1985.
      • Revista Línea.
      • Publicación J.P.
      • Diario Los Andes
      • Diario Clarín.

     

     

    Autor:

    Vicente Antolin
    vaslunlunta[arroba]hotmail.com

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