LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES DE
1999, TRAS 54 AÑOS DE HISTORIA
NACIONAL
1946 – 1955: En el | ||
1955 – 1973. Reconstitución | ||
La Resistencia. | ||
Las Formaciones Especiales: Los | ||
CATEGORÍA: POLÍTICA
(PALABRAS CLAVES: PERONISMO –
OLIGARQUIA – RESISTENCIA
– FORMACIONES ESPECIALES – MONTONEROS –
LIBERACIÓN)
Esta no es un estudio histórico que pretenda
ser imparcial. Expresa un compromiso militante con uno de los
polos –el popular, en contraposición al
oligárquico-,de la contradicción que ha recorrido
de distintas formas toda la historia nacional. Pretende ser un
aporte a la reconstrucción del Movimiento
Nacional de Liberación en la Argentina que, en
conjunto con los demás pueblos de América
Latina, detenga y derrote al modelo
neoliberal que beneficia a unos pocos y profundiza una tragedia
que nos aproxima aún más a la descomposición
nacional. En este sentido desarrolla, haciendo hincapié en
el aspecto electoral, el proceso de
desarrollo del
Movimiento
Peronista desde sus orígenes, los sectores sociales y
políticos que lo conforman, la alianza de clases con
sentido nacional que gobierna durante 10 años, las
motivaciones de su caída en 1955, El exilio y la resistencia, los
movimientos resistentes, el origen y desarrollo de
las Formaciones Especiales: Los Montoneros. El retorno al
gobierno en
1973. El golpe de 1976. El comportamiento
social y de los sectores políticos peronistas frente al
golpe. El Justicialismo post 1983.
En el marco de una oligarquía debilitada,
al no encontrar un proyecto alternativo al construido en
torno
al imperialismo inglés (que abandona su rol
hegemónico en la zona), sumado al crecimiento de
un empresariado nacional surgido del proceso de sustitución de importaciones (producto de la Segunda
Guerra Mundial), y por ende la formación de
una nueva clase obrera argentina (producto de las migraciones internas),
surgirá el gobierno nacionalista y popular del
entonces Cnel. Juan Domingo Perón. En el término de una
década realizará profundas transformaciones
económicas, que en cuatro décadas no
pudieron ser enteramente revertidos, por los sucesivos
gobiernos antipopulares que se sucedieron a partir de
1955, y logrará importantes avances sociales y
políticos que constituirán los pilares de
un poderoso movimiento de masas: El Peronismo.
Impuesto pese a la resistencia
oligárquica, por la presencia masiva y la lucha
consecuente de la clase trabajadora, asentado en una
importante alianza de naturaleza antioligárquica entre
los trabajadores y el empresariado nacional; y respaldado
por la conciencia nacionalista de importantes
sectores de las Fuerzas Armadas (que al igual que el
empresariado, entre otros sectores medios, se volcará progresivamente
a la alianza antiperonista a partir del intento golpista
de Menéndez Betty en 1951), su programa económico sentará
las bases de nuestra independencia económica sustentado
en la voluntad soberana de nuestro pueblo.Estructuralmente, desde su formación y
orígenes, el peronismo revela una fuerte tensión
entre los sindicatos que son su primer núcleo
movilizador y los sectores políticos que se
aprestan a participar en la nueva alianza. Los afluentes
que se encuentran en el origen de la experiencia
peronista, pertenecían a grupos
sindicales, sindicatos enteros y dirigentes
individualmente considerados, que en los años
anteriores desarrollaron experiencias en la
tradición ‘sindicalista’,
‘anarco-sindicalista’ y
‘socialista’ del movimiento obrero.
Estas experiencias sindicales privilegiaban formas de
acción reivindicativas muy pragmáticas y
acudían a una instancia de negociación donde intentaban
inclinar el poder
público a su favor. De ahí la larga
vinculación con los espacios estatales, vistos de
un modo arbitral, a fin de incidir en la distribución del ingreso y
también por las mejoras básicas que
coincidían con un programa en términos generales
"antiimperialista" y de rechazo a la hegemonía de
las clases tradicionales, favorecidas anteriormente: "la
oligarquía terrateniente" y secundariamente, los
grupos
empresarios aliados a ella. Es de señalar las
resistencias al carácter específicamente
político que tenía la reivindicación
obrera en 1945, particularmente durante los
acontecimientos de octubre- por parte de los viejos
gremios de servicios, como los ferroviarios.
Acontecimientos posteriores llevan a la creación
del Partido Laborista, moldeado bajo el
estímulo del similar partido inglés, con el cual Perón gana las elecciones y del
cual es afiliado individual. Se trataba de un partido
reformista obrero, basado en sindicatos, y con un
programa políticamente policlasista,
neutralista, influido por el reformismo socialista
de las etapas anteriores y por un estilo de presión-participación en la
esfera estatal, económicamente
distribucionista, desarrollado bajo la teoría keynesiana, generador del
estado de bienestar, de pleno empleo, protección y aliento al
mercado interno, etc., vigente hasta la
década del ‘80 en el País, con su
apogeo y crisis
en la del ’70.- Orígenes.
Socialmente, la alianza inicial que da origen al
peronismo, está formada fundamentalmente por
importantes sectores trabajadores – la ‘nueva clase
obrera’ -, y sectores empresarios nacionales
surgidos en el proceso de sustitución de importaciones de la década
anterior, con simpatías en sectores
‘nacionalistas’ de las FF.AA.; y
estructuralmente la alianza con la que Perón gana
las elecciones de febrero del ’46 incluye a los
grupos sindicales señalados en el apartado
anterior y a múltiples desprendimientos
político-ideológicos de todo el espectro
público argentino. Hay un grupo
de radicales: la Junta Reorganizadora, además de
los que ya actuaban con la sigla "Forja", propagandizando
un ‘resurgimiento nacional’. Existen sectores
conservadores de la Provincia de Buenos
Aires, núcleos comunistas (intelectuales y
sindicalistas), no faltan algunos dirigentes de anterior
experiencia en el contexto del trotskysmo y
políticos tradicionales del nacionalismo católico. Se cuentan
con simpatías en sectores del ejército y de
la iglesia. Triunfante, Perón entiende
limitada la configuración partidaria, el Partido
Laborista, con la que se expresa electoralmente ese
conjunto de fuerzas tan heterogéneas. Propone
disolver el P.L. a favor de un partido más
abarcador, que en principio se llamaría:
Partido único de la revolución nacional.Este período formativo de la
institucionalidad del peronismo, es considerado por
algunos sindicalistas, como una "perdida de identidad y autonomía" del
movimiento obrero, de esta forma viejos dirigentes
laboristas pasan gradualmente a la oposición y
caerán presos. La mayoría de los
sindicalistas apoya la creación de una forma
política capaz de albergar la
diversidad de grupos e ideologías que fueron
congregados por el proceso peronista en los
orígenes. Ese paso permitió superar el
‘obrerismo’ gracias al surgimiento de un
instrumento político cualitativamente diferente:
el movimiento.Así es como se impuso la forma
movimiento, vinculada a la idea de conducción
política con un centro arbitral que
da sentido al todo y con ramas, alas y sectores que
expresan diversos intereses sociales y estamentales. La
idea laborista era la cristalización, en cambio, de una tradición sindical
argentina, que provenía de un largo proceso de
inserción sindical en la sociedad argentina. La forma movimiento,
readecuaba técnicas de conducción
militar a la esfera de acción política: La
idea de objetivo general aglutinante, de
superación del conflicto por una instancia superior
laudadora, el principio de reunión de fuerzas,
batalla con objetivos, que debían contar con
todas las fuerzas disponibles en el mismo punto del
espacio político, etc. La idea laborista,
difería en cuanto a que actuaba más
"tendencialmente", desde los sindicatos aunque con un
amplio espectro de alianzas sociales. El triunfo de la
concepción movimientista sobre la
concepción laborista, además de
implicar la nacionalización conceptual de la clase
trabajadora, enmarcada en la lucha por la
liberación nacional y antioligárquica,
generaba un súper-partido político que dio
un nuevo espacio a las relaciones entre políticos
y sindicalistas en el peronismo, donde resolver las
diferencias y contradicciones. Estas tensiones
acompañaron todo el ciclo. - Partido
– Movimiento.Se suele simplificar en identificar al
período como una unidad, en tanto su primera
etapa (hasta 1952), se plasma lo que podríamos
denominar el primer peronismo: independencia económica, justa
redistribución del ingreso, sustitución
de importaciones, legislación pro-obrera,
limitación de los beneficios de los sectores
oligárquicos, fuerte activación de
sectores políticos relegados. Ese cuadro puede
coincidir con lo sucedido hasta la terminación
del primer plan quinquenal y la
muerte de Eva
Perón. A partir de ahí (no
sólo por esa muerte), realizó una política económica con
matices de la ortodoxia liberal. La
legislación social se frenó.
Perón busca desarrollar un papel más arbitral, sin mucho
éxito: no consiguió
atraer adherentes y posiblemente entusiasmó
menos a los que ya tenía. Aunque sin sufrir
escisiones, ni profundos debates internos. La
memoria colectiva (peronistas y antiperonistas)
tendió a identificar al justicialismo con esa
primera imagen que fue habitualmente el
orgullo de los peronistas. Pocos defendieron la
segunda etapa, entre ellos Arturo Jauretche,
justificándola como una necesidad impuesta por
las sequías de 1951 y 1952. Se la suele
describir a esta etapa de ajuste y contención
de las demandas, como una debilidad o una
concesión temporaria. Para Di Tella esta etapa
es una muestra de cómo el peronismo es
apto para gobernar, no sólo en períodos
de prosperidad. Lo real es que es la etapa de
pérdida de poder de la alianza gobernante y de su
decadencia, al no profundizar las transformaciones
antioligárquicas en una dialéctica
defensiva frente a la recomposición del frente
político-social opositor. John W. Cooke fue de
los pocos que se opuso a las concesiones que el
gobierno comenzó a hacerle a empresas norteamericanas. Quizá
Eva Perón, comprendiese el peligro que se
avecinaba, al convocar a formar las milicias de los
trabajadores, como respaldo del Estado popular. ¿Fueron las
presiones, la relaciones de fuerza, la concepción?. Lo
cierto es que la máxima autoridad del movimiento y el gobierno
desestimó esta acción.No hubo profundidad de análisis del proceso de esta
segunda etapa que culminaría con la
expulsión del peronismo del gobierno. Las
diferencias internas se planteaban en el discurso justificativo, más que
en los hechos. No hubo crítica firme ni mucho
menos oposición peronista al gobierno de 1946
a 1955, salvo contadas excepciones. El peronismo se
debió una autocrítica de esta etapa,
para no reincidir en debilidades latentes que
resaltarían en el proceso 1973/76.Lo cierto es que la memoria colectiva asoció al
peronismo con la autodeterminación
política y económica de la Nación, activación
política y social, la legislación
social avanzada, la redistribución de ingresos y recorte de poder a la clase
oligárquica.- 1946 – 1955. En el
gobierno.En trazos gruesos, la Argentina
siguió siendo un país con alto nivel de
urbanización y ocupación. Crece la
industrialización bajo el modelo monopólico-desarrollista
impulsado por los grandes capitales norteamericanos
en alianza con la burguesía industrial
nacional en un primer momento, para pasar a absorber
o liquidar a este segundo componente (al gran
empresario nacional) a través del capital financiero. En esta etapa la
oligarquía comienza a reconvertirse
(diversificando las áreas en que actúa
económicamente) y reestructura sus alianzas
con el nuevo bloque dominante. Básicamente
esta industrialización se mantiene
principalmente, pese a los primeros impulsos de
‘aperturas’, orientada hacia el consumo interno, con un alto grado de
intervencionismo estatal, manteniéndose una
fuerte conciencia reivindicativa, a pesar del
abierto proceso de persecución y
represión.La pertinaz exclusión política
del peronismo, motivó un proceso que
cambiará el perfil de sus adherentes. A
diferencia con el período 1943/45, a partir de
1955 el peronismo aglutinó, representó
y contuvo a todas las rebeldías y
críticas contra el sistema social y político,
crecientemente ineficaz y en el cual era el
único actor político excluido. El
espectro político peronista tornóse muy
amplio y variado. La habilidad conductiva de
Perón, consistió en permitir incluir
dentro de su Movimiento a todos los que criticaban al
sistema
político-social.El primer peronismo, que contuvo partidarios
de distintos orígenes ideológicos, en
la práctica todos acataban las políticas gubernamentales, las
diferencias se planteaban en el discurso justificativo, más que
en los hechos.- La progresiva constitución del peronismo
como frente opositor al sistema político
argentino fue uno de los aspectos diferentes que
presentaba Argentina en 1973. El frente
político que llegó al poder en 1973
era más variado y mucho menos coherente en
sus intereses y expectativas que el de 1955. Los
jóvenes de clase media que vieron al
peronismo como el sujeto histórico de la
revolución en la Argentina le
dieron movilización y mayor capacidad
electoral, al tiempo que le añadieron
nuevas demandas y catalizaron un proceso de
antagonismo interno que se había gestado
desde 1955. Con reivindicaciones que
excedían las del primer peronismo,
seguramente más reformista y menos profundo
en sus demandas. - También sufrieron cambios factores
de poder cuya presencia había sido
estimulada, si no creada por el primer peronismo.
Los sindicatos no dejaron de ser peronistas, pero
adquirieron un poder propio que facilitaba la
tarea de oposición de Perón y le
generaban un escollo en su frente interno. Con la
proscripción, lo
político-electoral, para Perón (en
una fórmula simplista), tenía suma
cero; no así con sus representantes
políticos y sindicales, quienes
podían obtener beneficios relativos a
pesar de las proscripciones. Lo que
determinó progresivas tensiones,
desobediencias y enfrentamientos. Sus dirigentes
(neoperonismo), solo podían ‘hacer
sombra’ a Perón en determinados
feudos provinciales pero no a escala nacional. Obtuvieron
diputaciones, senadurías y hasta
gobernaciones desacatando órdenes de
Perón, pero no podían (o no
querían) enfrentarlo en el ámbito
nacional.Desde el exilio, Perón
dirigió al Peronismo "estructurado" en
ramas: política, sindical y femenina. Se
puede inferir que esta división y la
consiguiente asignación de cargos resuelta
por Perón, hayan sido pensadas para
recortar poder al sindicalismo. Por diversos
factores, las distintas vertientes del mismo, sus
conductas, su desarrollo heterogéneo
respecto al proceso político-sindical en
la Argentina y con relación a
Perón, el sindicalismo llega a 1973 con un
poder propio y experiencia en áreas de
gobierno, por lo que su adhesión a
Perón era mucho más limitada y
condicionada que la de 1945. Además de la
existencia menor, pero significativa de
sindicatos no peronistas, altamente
combativos. - El sindicalismo –en especial
desde la recuperación de los sindicatos en
la época de Frondizi- tuvo mayor
vocación de poder y de autonomía.
También mayores posibilidades y necesidades
de ejercerlo. Entre 1955 y 1973, Perón y la
dirigencia sindical se enfrentaron y reconciliaron
sorda, pero frecuentemente. - En 1945 Perón contó con
importantes apoyos de las FF.AA. y las
premió con beneficios y con discursos favorables (que sectores
del primer peronismo mantuvieron como una constante
en sus propuestas). Esta politización
alentada por Perón a las FF.AA. se
revirtió en su contra a los pocos
años (1951-1955), siendo aplastantemente
antiperonistas a partir de esa fecha, rechazando
cualquier tipo de reformismo político,
social, económico y cultural. El discurso
"oficial" peronista en esa época fue de
duros ataques a los gobiernos de turno y a las
supuestas "camarillas militares" que desviaban el
presunto sentir nacional y popular de las FF.AA.
Las FF.AA. tampoco eran en 1973 las de
1945. - El empresariado nacional, impulsado,
fortalecido y organizado por el gobierno peronista;
en el período 1951/55 se comienza a alejar
de él. Como describe Jauretche, la
burguesía nacional carece de "conciencia de
clase". Eligió el antiperonismo por adherir
simiéscamente a los intereses y a la
estética de la
oligarquía, que sí tenía
–y tiene- sobrados motivos para enfrentar al
peronismo, desde un proyecto de clase. Si bien en 1973,
parte del empresariado (la Confederación
General Económica, Gelbard, Broner) apoyaron
al peronismo, pronto se vería que este apoyo
no representaba a todo el sector y que tenía
muchas contradicciones internas que lo
condicionaban.
- La progresiva constitución del peronismo
- 1955 – 1973. Reconstitución
político-social del movimiento.- El primer activismo peronista opositor
realiza sus iniciales intentos por la vía
del levantamiento cívico-militar (sobre la
base de una visión lineal de las FF.AA. y
el G.O.U. de 1943) apoyando el "Movimiento de
Recuperación Nacional" del General Valle y
Cogorno. En los primeros años
Perón tuvo una posición contraria a
este levantamiento, ya que había sido
organizado manteniéndolo al margen y
contrariando los planes insurreccionales
elaborados junto a John W. Cooke. Pasado varios
años recién hizo público su
adhesión a los postulados del Gral. Valle,
cuando ya en el consciente colectivo peronista,
había sido asumido como parte de la
Primera Resistencia. De haber triunfado, no
necesariamente implicaba el retorno de
Perón y sí implicaban nuevos
factores de poder que podrían disputarle
su liderazgo, o por lo menos nuevos
intermediarios no enteramente confiables entre
él y el País. Durante los "60"
días de Lonardi, los sindicatos peronistas
gozaron de ciertas franquicias parecidas a las que
tenían durante el gobierno de
Perón. Lonardi era un nacionalista que
pretendía, también, "la Justicia Social". Es de hacer
notar que cuando se produce el levantamiento del
Gral. Valle, ya Lonardi había sido
reemplazado por Aramburu. Puede
explicárselo como un movimiento
nacionalista-peronista, como un acontecimiento de
la historia "resistente" del peronismo,
también como una tentativa de
resolución de la contradicción
esbozada en el seno del propio gobierno militar
antiperonista. Esta disquisición sirve
para establecer la visión "interesada" que
cierto peronismo tuvo y tiene de la
ejecución de Aramburu como responsable de
los fusilamientos de José León
Suárez, entre otros cargos, por Montoneros
en 1970.Cooke pensaba un peronismo de
"centroizquierda", respetuoso de la fase
"nacional-burguesa", convencido de la necesidad
de transformación de las estructuras de dominación,
lo que lo hacía entrar en
contradicción con los sectores
conservadores del justicialismo, con quienes
Perón mantenía una relación
normal. Durante su gestión se realiza el pacto
con Frondizi, por el cual el peronismo vota a la
U.C.R.I. a cambio de ciertas concesiones en
el ámbito sindical. No todos los
peronistas siguen estas orientaciones, ni todas
las franquicias sindicales son
otorgadas; pero fueron las suficientes para
rearmar el sindicalismo peronista en las "62
Organizaciones" y
específicamente del
vandorismo.Por la falta de cumplimiento de otros
puntos del Pacto Perón-Frondizi, recrudece
la actividad reivindicativa y política de
los sindicatos y del activismo juvenil. La
respuesta gubernamental es el CONINTES con la
participación militar en la
represión. En 1959 se realiza la toma del
Frigorífico Lisandro de la Torre,
en Mataderos, con participación del
sindicato, que se oponía a
su privatización, y con alto
grado de intervención de la barriada
–predominantemente- peronista. El dirigente
de esa gesta fue Sebastián Borro, uno de
los activistas sindicales del Frigorífico
era Saúl Ubaldini.Entre las contradicciones que
Perón fue sumando a su relación con
Cooke, fue las diferentes visiones de la Revolución Cubana. Cooke
sostiene la conveniencia del traslado de
Perón a La Habana, donde sería
recibido "con los honores de jefe de la
resistencia popular argentina". Esto nunca estuvo
en los planes de Perón, aunque
estimuló simpatías por la revolución cubana,
manteniendo de esta forma, también, una
suerte de "cookismo sin Cooke". Como parte de su
dialéctica de alas, tal como lo
concibe en el manual de
conducción.Cooke, en la década de 1960,
impulsa la idea de construir un bloque nacional
hegemonizado por los trabajadores, con el
peronismo como parte substancial de ese bloque,
que impedía el rearme del "régimen
burgués", aunque sin lograr claridad para
abrir paso a los trabajadores al poder. Esa
peculiar situación la expresa con la
frase: peronismo, hecho maldito del
país burgués. Otra idea central
de Cooke es la de crear una
organización revolucionaria en el
seno del peronismo para lograr que el gigante
invertebrado y miope, sea no sólo el
hecho maldito que no permite la
consolidación del régimen, sino
también tuviese la capacidad para
construir su propio poder y consolidarlo en el
gobierno. Con este objeto crea la
Acción Revolucionaria Peronista
(A.R.P.) Fue acérrimo enemigo del
"integracionismo" como signo de los sectores que
pactaban con los gobiernos militares, en
particular la burocracia sindical que
"participaba" del golpe de Onganía. En sus
últimos años, Cooke es el nexo
entre Perón y Guevara (nexo fracasado por
las desconfianzas mutuas, quizás mayores
las de Perón). Cooke el mediador, era
miembro del ejército rebelde cubano (1960)
y antes había sido delegado personal de Perón. Este lo
recuerda en 1973 como uno de los "prohombres de
nuestro movimiento". - John Willian Cooke había sido
diputado peronista durante el primer gobierno.
Era abogado, y como diputado fueron de los pocos
que se opuso a la firma del Acta de Chapultepec,
como así también a las concesiones
que el gobierno comienza a realizar a empresas extranjeras a partir de
1952. De extracción radical, era un firme
impulsor de la industria nacional, con una
afirmada posición antiimperialista y
antioligárquico. A la caída de
Perón, es designado su "delegado personal en el territorio". Traza
un plan de recuperación del
gobierno por la vía insurreccional.
Manteniendo el cuadro tradicional de las alianzas
del peronismo, lo dota de formas organizativas
clandestinas con preparación en acciones comando, en las que
participan, principalmente los activistas
jóvenes del medio sindical y grupos de
"nuevos" jóvenes, provenientes de la clase
media. Por primera vez, a partir de Cooke, el
peronismo se fija en este sector social como
"semillero de militantes". Perón concuerda
y afirma la estrategia insurreccional
denominada "intransigencia y resistencia".
Durante este período de la resistencia se
produce un hecho importante de cuestionamiento a
la forma de conducción de Perón por
parte de Cooke. Perón envía
diversas orientaciones (de acuerdo a los
destinatarios), que contradicen las que tiene el
delegado – Cooke. Este protesta, y
Perón pide disculpas y dice que
creía que con eso colaboraba en su
papel de "coordinador de grupos",
aliado a la "tarea" pero no a las diversas
"parcialidades" y que por eso se pensaba
habilitado para estimularlos a todos por igual.
Es la teoría de la
conducción, la pieza más cara a la
reflexión y a la acción
política de Perón. Cuestionado por
Cooke, ese modo de gestión es
momentáneamente desactivado y apagado por
Perón, que tiende a privilegiar su
relación con Cooke. Llegándolo a
nombrar en 1957 en su "único heredero", a
pesar de otras connotaciones que se puedan
desprender del nombramiento, expresa el nivel de
confianza y adhesión que Cooke despierta
en Perón, hecho que se agranda en la
historia peronista en tanto, esta
designación no fue hecha a ningún
otro personaje, posteriormente y menos en su
última etapa de su vida cuando presiente
su muerte, y expresa que: "su
único heredero es el pueblo",
desautorizando de este modo a toda la dirigencia
peronista y nacional. Cooke, las circunstancias
históricas del País y del
peronismo, habían conseguido, por
única vez en el peronismo, interferir en
el mecanismo, de complementación y
coordinación de
contradicciones, propio del "arte del conductor" tan caro a
Perón.Sus embriones tuvieron un objetivo fundamentalmente
insurreccional, muy vinculada a los sindicatos y
a las 62 Organizaciones. Si bien no hubo
una estricta organización de la J.P., se
fueron sucediendo diversos intentos de
estructurarla. - La primera Juventud Peronista en la Resistencia
(1957 – 1966). - De uno de estos intentos se conserva un
agrupamiento muy controvertido: a fines de los
’50 se intenta organizarla y alguien
ocuparía la Secretaría de Organización, ese fue
Alberto Brito Lima, quién desde
entonces sigue actuando con la sigla Comando de
Organización (de la Juventud Peronista, en su origen).
En su primera etapa movilizaba jóvenes de
los barrios más carenciados alrededor de
dirigentes sindicales, con ciertas facetas de
"culata de sindicalistas" y otras de activistas de
la resistencia. Con el tiempo fue arribando a posiciones
"verticalistas trascendentalistas", grupo "isabelista", cercano a
Herminio Iglesias en los ’80 y con posturas
de legitimaciones ideológicas
extraídas de una revolución
peronista con connotaciones antiliberales,
falangistas, etc. - De esa acción política
surge en esa época un dirigente juvenil, que
luego se haría notorio por la
conformación del grupo Guardia de
Hierro, Alejandro
Álvarez. Su concepción abreva de
diversas fuentes: de la experiencia alemana
de los años 20, los grupos rumanos que
apoyaban al Rey Karol (de los cuales toma el
nombre), de la experiencia de la guerrilla israelí (Hagadá), la
doctrina clausewtziniana de la conducción
político-militar, las sucesiones dinásticas en las
monarquías europeas de la ilustración, y una idea
general de "destino nacional", cuyo tramo
antropomórfico está ocupado por la
biografía de Perón, de
quien el grupo se considera su guardia de corps
ideológico. Guardia ocupó varias
etapas: del verticalismo absoluto a la
reivindicación de las F.A.P. en 1973; del
antivandorismo (con una afinada elaboración
teórica del fenómeno vandorista como
enemigo acérrimo del peronismo); en los
años '72 – 73 basados en la teoría
del último tramo, se conciben como la
reserva del Movimiento, ya que "luego de jugar los
distintos cuerpos y alas del dispositivo integral,
ellos cumplirían la misión final de la toma del
poder". La concepción del movimiento
destinal – la idea de que el "movimiento
salvará a la nación -, marchó
en los ’80 hacia un ‘herminismo
social’ y hacia la idea de derecha de
salvación nacional del último
tiempo, de acuerdo a su visión de la
crisis final del movimiento
peronista, la hegemonía
político-cultural del neoliberalismo en las fuerzas
políticas dominantes. Siempre
mantuvo la idea del proceso histórico, como
un trasvasamiento generacional. - Otros sectores de los orígenes
fueron coherentemente insurreccionales y tuvieron
figuras como Jorge Rulli y Envar El Kadre,
que luego intentaría desarrollar un foco
de guerrilla rural en Tucumán (Taco Ralo,
1968), a través de las Fuerzas Armadas
Peronistas, F.A.P. Son expresión de un
peronismo de extracción social popular,
con militantes no sindicalizados, con tendencia
al profetismo y un estilo que articula mesianismo
y ‘basismo’; autodidactas que
seguían atentamente las
problemáticas ideológicas y las
coyunturas internacionales. Fueron las primeras
violencias de la juventud peronista, luego del
intento de "los Uturuncos" en 1959 (provenientes
de sectores del peronismo activista tradicional).
Expresaron desde mediados de los ’60 el
llamado "maoísmo" dentro del peronismo.
Impulsaron posiciones alternativistas de
izquierda, en los ’70 (luego de abandonar
la violencia guerrillera),
situándose fuera de las estructuras "burocráticas"
del peronismo; "políticamente peronistas,
ideológicamente marxistas". Muchos de
ellos no regresaron a la actividad
política específica después
de 1983. Aquellos que sí lo hicieron
buscarían una reinterpretación de
la tradición nacional-popular, en función de acciones libertarias, culturales,
alternativistas y de ‘nueva
racionalidad’ de los colectivos
populares.El vandorismo, se inspira en el peso que
tenía el ‘laborismo’ en los
orígenes del peronismo, buscando la
integración con los
‘factores de poder’ en una suerte de
corporativismo en germen, que nunca cristaliza,
ya que al mismo tiempo debe cabalgar en la
contradicción que significa representar al
gremio mejor organizado y con alto nivel de
conciencia reivindicativa e histórica;
manteniendo – contradictoriamente –
las banderas del peronismo en lucha, ya que el
gremio representa el "corazón místico" del
movimiento nacional. Entre sus mártires se
encuentra Felipe Vallese, quién
pertenecía a los primeros grupos de la
juventud peronista de la resistencia (grupo
Rearte) y era a la vez afiliado a la U.O.M.
Vallese es el "mártir oficial" del
vandorismo y de todo el peronismo sindical. El
salón central de la C.G.T. lleva su
nombre.Vandor enfrentó a Perón,
creando una frase (digna de la pedagogía del líder): "para salvar a
Perón, hay que estar contra Perón".
Junto a políticos de extracción
peronista busca ocupar los espacios legales de
poder que dejaban los gobiernos de Frondizi e
Illia. Perón entendía que si la
legalidad no llegaba hasta él, esa disputa
no era válida. Llevando casi hasta las
últimas consecuencias acepta que el
peronismo vaya a las elecciones de la Provincia
de Buenos Aires en 1962, imponiendo
Perón, su nombre en la fórmula a
Vicegobernador, para reafirmar a Framini como
cabeza del peronismo bonaerense en las
elecciones. Se retira a último momento
(evitando la proscripción del
Justicialismo) y desnudando la realidad de esos
‘espacios legales’ que ansiaba el
vandorismo, al ser anuladas las elecciones como
consecuencia del triunfo peronista. En 1964,
comprometió a Perón en un
operativo retorno, que fue un fracaso, en
gran parte, por su responsabilidad. En 1965
Perón envía a Isabel a enfrentarlo
en diversas elecciones provinciales. En Mendoza
se dio el enfrentamiento entre dos
fórmulas peronistas: una vandorista
(Serú García) y otra
‘leal’ (Corvalán Nanclares
– Martinez Baca), en abril de 1965. Triunfa
el Partido Demócrata (fruto de la
división del voto peronista), aunque el
candidato apoyado por Perón aplasta al de
Vandor. En 1966 fue promotor del golpe de
Onganía. Mientras Perón aconsejaba
"desensillar hasta que aclare", Vandor
simbolizó su adhesión y su interés de participar
asistiendo a la jura presidencial.Contradictoriamente, a pesar de su
profundo macartismo conceptual, mantuvo alianzas
hacia grupos de la izquierda, particularmente
grupos trotskistas (como el de Nahuel Moreno, en
la época del ‘entrismo’). Esto
expresa el particular juego de alianzas que mantuvo a
través de toda su historia el vandorismo.
El "jefe nacional-metalúrgico" buscaba
efectuar la revolución nacional de
corte industrialista desarrollista, con una gran
capacidad de intervención en la
gestión del Estado por los dirigentes
sindicales educados en la experiencia peronista.
Experiencia ésta (en la época de
Vandor) ajena a las fuentes sindicalistas de los de
1945, que habían acompañado a
Perón en la fundación del
peronismo. Los jefes metalúrgicos Vandor,
Rucci, Miguel, expresan en el movimiento obrero
argentino a la "burocracia que luchó", que
tiene ‘mártires’, son los
impulsores de la integración
sindicatos–estado, entablando para ello
todo tipo de alianzas, incluso – por
supuesto – con los militares; en 1983 se lo
caracterizó como el "pacto
militar-sindical". Son y fueron muchos los
enemigos del vandorismo: desde Cooke, Guarida de
Hierro, Montoneros de los
orígenes, los sindicatos "combativos" de
los 60, la "C.G.T. de los Argentinos", Rodolfo
Walsh, etc. - El vandorismo. Desde su
elección luego de 1955 en la Unión
Obrera Metalúrgica hasta su ejecución
por el Comando Emilio Maza en 1969, que
más tarde se integrará a Montoneros,
Vandor es un personaje central en la
historia del peronismo, en su época y tras
su muerte, a través de su legado. Expresa
una suerte de "partido laborista" que
organizará al movimiento obrero, y
controlará – como columna vertebral –
al peronismo; mantuvo posiciones autónomas
respecto de Perón (aunque enfrentando y
pactando con él, según las
circunstancias). Expresión del país
en proceso de industrialización, la U.O.M.
se coloca como meridiano de la acción
política y sindical de la época. Se
concibe en alianza con los industriales nacionales
en la preservación del mercado nacional. Con Vandor, la
U.O.M. se erige en el sindicato más poderoso, con
hospitales modernos, una cadena de hoteles en todo el país y una
amplia gama de atenciones sociales a sus afiliados.
En 1966, ‘apadrina’ el Operativo
Cóndor, aterrizando un avión en
las Islas Malvinas, izando el pabellón
nacional y "ocupándola" por varias horas, en
esta operación participó el dirigente
juvenil Dardo Cabo (en la década del
’70 es dirigente de la
Organización Descamisados –luego
incorporada a Montoneros- es apresado por el
gobierno de Isabel y posteriormente fusilado por la
dictadura de Videla). - Movimiento Revolucionario Peronista.
El M.R.P. se constituye a mediados de los
’60, como la ‘izquierda’ de
Perón; en realidad es la única
izquierda creada con la anuencia de Perón.
Las otras posteriores las tuvo que aceptar como
parte de la realidad a conducir. El M.R.P. era en
pequeño un modelo del ‘movimiento
mayor’ pero combativo, antiimperialista, etc.
Inspiraba sus programas en las primeras
programáticas sindicales de los años
anteriores de la resistencia, los llamados programas cegetistas de Huerta
Grande y La Falda. Sindicatos
pequeños, fuera de la gran industria apoyaban al M.R.P., que
también se concebía como un
‘partido obrero peronista basado en
sindicatos’. Políticamente alienta a
todos los sectores antivandoristas, con un estilo
basado en la movilización de masas (del
‘sindicalismo nacional’), con una
concepción revolucionaria frente a la
realidad dependiente del País. Coincide en
el tiempo con el comienzo de las expresiones
nacionalistas-revolucionarias de la historia argentina: J.J.
Hernández Arregui, Puiggrós, etc. que
se basan en el análisis marxista de la
cuestión nacional. El surgimiento de la
C.G.T. de los Argentinos, en 1968, marca la consumación del
M.R.P. y, por ende, su decadencia. Surge el
sindicalismo ongarista, con un estilo
‘cristiano mesiánico’ que se
entronca con el "peronismo del pueblo pobre y
lúcido". Ongaro, dirigente gráfico,
llama a la movilización contra
Onganía y la dictadura de los monopolios, hacia
fuera, y contra Vandor expresión de la
traición a los intereses obreros, hacia
dentro. Esta C.G.T. fue marcadamente pluralista, ya
que congregaba a distintos Sindicatos conducidos
por dirigentes de distintas expresiones
políticas, y con un común
denominador, su combatividad. En ella estaba
también Tosco, de Luz y Fuerza de Córdoba (frentista
de izquierda). Otros gremios importantes fueron el
gráfico, los telefónicos
(Guillán), los navales (De Luca), Farmacia
(Di Pasquale), etc. Ongaro estaba vinculado a la
C.L.A.T. (Sindicalismo social-cristiano). Una
presencia importante la representa Rodolfo Walsh,
editor del periódico de la C.G.T. de los
Argentinos; congregó y alentó la
"nacionalización" del estudiantado,
aglutinando al activismo universitario peronista y
filo-peronista. Impulsó el clima de movilización,
generador de condiciones para las puebladas de la
época, como el "cordobazo". Perón no
está totalmente convencido con esta C.G.T.
cuasi peronista, pero su enfrentamiento con Vandor,
hace disimular estas contradicciones hasta que
sugiere "desplumar la gallina sin que cacaree". Sin
embargo, el grueso de la nueva militancia se
congrega tras esta C.G.T. alternativa. - Surgimiento de la guerrilla peronista,
nacionalista – revolucionaria. La primera
expresión pública de la guerrilla
montonera, fue el secuestro del Gral. Aramburu en mayo
de 1970 y su posterior muerte. Este hecho fue
acogido por gran parte de la militancia peronista
con expectativa favorable y expresiones de
júbilo. Junto a un alto nivel de
organización; el método de
comando (si bien ya habían existido
otros anteriores, como el de los Tacuaras en el
Policlínico Bancario, etc.) se puede
considerar como el primero reconocido como parte de
la resistencia peronista; y también como
hecho ‘nuevo’: el acto justiciero en un
país sin Justicia Social y con el concepto de justicia individual para
castigar "al ladrón de gallinas". Este
"crimen individual" es también parte de los
signos de los nuevos tiempos, como expresión
de los saltos cualitativos en la resistencia a los
regímenes dictatoriales y proscriptivos en
lo político, antinacionales en los objetivos y antipopulares en su
implementación.
En su relación con Perón,
surge un aprovechamiento mutuo que duraría
varios años. Perón atribuía a
las organizaciones guerrilleras el carácter de
formaciones especiales, es decir, integrantes
del movimiento, que por su particular forma de
actuar, no estaban atadas a las decisiones de las
conducciones tácticas, aunque debieran operar
haciendo coincidir los objetivos con los de la
Conducción estratégica. Perón
oculta sus diferencias conceptuales con los
Montoneros, en tanto, estos aportan a su concepto de conducción
integral. Montoneros, no se concebía como una
formación especial, sino como una
Organización político-militar en
construcción de una vanguardia del movimiento nacional.
Originalmente con tres ideas básicas:
Peronismo, Socialismo y lucha armada.
Concepciones que irá desarrollando a la par
que crecía su práctica y su
representatividad política y social. Como
organización preponderantemente juvenil, de
corta experiencia política en el movimiento,
no percibe con claridad en sus primeros años,
las contradicciones que se esconden con el líder, pero sí reconocen
las amplias coincidencias de enfrentar a la dictadura
y el pronto retorno a la democracia sin proscripciones con
Perón como Presidente, y a una
concepción nacional de la política, la
economía, lo social, lo
cultural. Esta relación beneficia por entonces
a Perón y a los Montoneros.Los Montoneros nacen como un grupo de
matriz nacionalista y católica.
Su propio nombre es cercano al imaginario
nacionalista. Nacionalista en tanto entronca
políticamente el movimiento nacional del siglo
XIX con el del siglo XX, ya no en expresiones
ideológicas sin contenido político
popular, sino como expresión política
con representatividad de masas. La argentina federal
inconclusa por los intereses de la pampa
húmeda, con la Argentina de Perón y sus
tres banderas, expresada en los años
’70, con la reactualización doctrinaria,
en la construcción nacional del
Socialismo. Católica ya
que varios de sus militantes fundadores iniciaron su
militancia social en la Iglesia de los Pobres, la Iglesia
tercermundista contenida en Medellín, contando
con representativos líderes dentro de la
Iglesia y como uno de los mártires de los
nuevos tiempos a Camilo Torres, guerrillero muerto en
Colombia. Popularizó,
politizando, la teoría de la
dependencia, frente a las concepciones dominantes
del statu quo o de desarrollo – subdesarrollo. Teoría de la
dependencia que se entronca en la cosmovisión
tercermundista de las alineaciones internacionales. Y
en lo interno, la contradicción Nación
– imperialismo; Patria o colonia; y los
componentes sociales enfrentados: Pueblo u
oligarquía.Montoneros desarrolla una actividad militar
a la par de una acertada acción
política de masas. Fruto de esta
conjunción va ampliando su organización
y la generación de numerosos organismos
políticos de masas. En el lapso de tres
años llega a ser el sector más
movilizador del peronismo (denominado
‘tendendencia revolucionaria’).
La
organización político-militar queda
como núcleo central. Durante su desarrollo se
van incorporando diversos grupos peronistas a sus
filas, en 1972 lo hace la organización
Descamisados, donde militaban entre otros
Dardo Cabo y Mendizábal. En 1973 se fusiona
con otra organización de similares características: las Fuerzas
Armadas Revolucionarias, manteniendo el nombre
Montoneros, como reconocimiento a la preeminencia de
éstos en el desarrollo político y de
masas. Las F.A.R. nacieron a la luz pública en 1970, como un
grupo marxista dispuesto a concurrir a la
convocatoria del Che
Guevara en Bolivia. Poco a poco fueron
confluyendo con el peronismo, por ser éste el
movimiento de los trabajadores. Por ser el
peronismo la identidad de los obreros y el motor de las luchas sociales en la
Argentina. Las F.A.R. sintetizaban su desarrollo
con: "fuimos el ejército de Guevara, somos el
ejército de Perón…". Y con
posterioridad, se incorpora una escisión de
las Fuerzas Armadas Peronistas, las F.A.P. "17
de Octubre".Junto a la reivindicación
histórica de la "línea nacional"
argentina: Mayo, San Martín, Rosas, las Montoneras federales,
Yrigoyen, Perón, la organización se
entronca políticamente en la tradición
revolucionaria del movimiento peronista: la encarnada
por Evita, John Willian Cooke, Valle, la resistencia,
el cordobazo, en rechazo y enfrentamiento a la otra:
de ‘burócratas y traidores’,
representada por buena parte de los políticos
y por la burocracia sindical, en particular la
vandorista. Presentándose como la
culminación de la primera de estas dos
tradiciones en su mayor nivel de conciencia y
organización, y actuando en consecuencia para
desempatar entre ambas: "apoyo a los leales, amasijo
a los traidores".El "Perón vuelve" y ‘luche y
vuelve’ es la consigna para la acción. Y
es precisamente Montoneros quien con mayor esfuerzo
la impulsa en sus acciones armadas y en sus frentes
políticos, fundamentalmente en la Juventud
Peronista. Logrando aglutinar a toda la
militancia peronista en general y en particular a la
juvenil. En 1973, en alianza con sectores del
peronismo político de viejo cuño pelean
la ‘interna peronista’, frente al poder
sindical. Perón alienta esta alianza, para
debilitar el poder de la superestructura sindical que
poco aportó a la derrota de la dictadura.
Fruto de esta alianza (y transformado por
ésta), surge Héctor Cámpora
quien se asumió y fue asumido como
representante de los sectores juveniles.
Cámpora, tras la defenestración de
Paladino "delegado de Lanusse ante Perón", fue
primero Delegado Personal de Perón y miembro
del Consejo Superior del Movimiento junto a Abal
Medina (Secretario General del mismo, hermano de
Fernando quien fuera miembro fundador de la
Organización Montoneros recientemente muerto
en Willian Morris) y Rodolfo Galimberti por la rama
juvenil (integrante de un grupo juvenil minoritario
–J.A.E.N.-, aunque clara expresión
política de Montoneros en la Juventud
Peronista). La campaña electoral de 1973
está teñida por el fervor y las
consignas de ‘la tendencia’. Fruto de esa
alianza, y por la proscripción de
Perón, Cámpora es el candidato a
Presidente, y como él, varios candidatos a
gobernadores, representa a los sectores juveniles,
quienes organizados como la Cuarta Rama del
Movimiento obtuvieron una porción importante
en las listas de candidatos a Diputados Nacionales,
provinciales, Concejales, etc., además de
otros espacios de poder cedidos por Perón,
como la Universidad de Buenos
Aires.Ya en el gobierno, ‘la
tendencia’, como inercia de la etapa que
concluía, cae en la trampa de la
provocación de los sectores representantes del
anterior statu quo embozado y aliado a sectores
internos del peronismo, desplazados del poder, o con
ambiciones de mayor poder. Respondiendo con violencia a la violencia de la
provocación, en pleno proceso
democrático revolucionario. Así, a la
emboscada y masacre ejecutada en Ezeiza el 20 de
junio, se responde con la
muerte de Rucci (hecho no reivindicado
públicamente). Así Perón observa
como ‘falta de colaboración de los
Montoneros en el proceso que él encabeza en el
territorio’. El cuestionamiento de
éstos, a sectores del gobierno lleva a que el
1° de mayo de 1974, a este enfrentamiento,
Perón busque resolverlo, cuando ante una
multitud en buena parte encuadrada por la
‘tendencia’, descalificando a los
Montoneros, llamándolos "estúpidos" e
"imberbes" y alabando a la dirigencia
sindical.La represión desatada a partir de la
muerte de Perón, lleva a Montoneros a volver
‘a la clandestinidad’ y a la lucha
armada. Actitud ésta, posteriormente
revisada como errónea, y asumida
autocríticamente como tal, elaborando la
teoría en la que postula que, en los marcos de
los gobiernos democráticos, legales y
legítimamente constituidos, la acción
militar no es ni legal ni legítimamente
justificable, ni deseable y por ende las herramientas de transformación
válidas son las herramientas
políticas. - El primer activismo peronista opositor
- La Resistencia.
- El
gobierno popular de 1973.
- Etapas.
Podemos definir, también, dos etapas en el
tercer gobierno, pero la semejanza con el anterior es menor
que las diferencias. A pesar de las profundas propuestas
englobadas en las pautas programáticas del FREJULI,
las reformas sociales, políticas y económicas
del primer período lejos estuvieron de las ejecutadas
en el período 1946/52. Perón buscó por
todos los medios
desactivar las acciones sociales y políticas,
desmovilizando a una sociedad que
le resultaba ingobernable.A su vez la obra de gobierno era cuestionada por
gruesos sectores del peronismo, al ver que de un planteo
ofensivo frente al poder oligárquico-imperialista,
progresivamente se va pasando a un plan defensivo, que
desmovilizó al pueblo peronista y dio a la
oligarquía y los monopolios la oportunidad de retomar
la iniciativa. Saboteada, por medios encubiertos, por el
enemigo. Los sectores juveniles criticaban el "reformismo" y
falta de audacia. Varias organizaciones guerrilleras no
aceptaron desarmarse, ni dejaron de utilizar la violencia. En
forma solapada, también empresarios y sindicalistas
obstaculizaban el Pacto Social, herramienta esencial del
gobierno en esa etapa.En poco más de un mes, Perón
condenó a la Juventud (1° de mayo) y a los poderes
corporativos (empresarios y sindicales) el 12 de junio de
1974. Lo hizo en la Plaza de Mayo, ante movilizaciones
populares masivas. En ellas, Perón mostraba su
representatividad superior a la de sus partidarios que le
dificultaban su gobierno.Como sucediera con la muerte de Eva Perón (en
1952), tras la muerte de Perón (el 1° de julio de
1974), cae el telón de la primera etapa del gobierno
justicialista. Surge una nueva conducción, sectaria e
intolerante, que no representa los mismos intereses de la
anterior conducción.No sólo hubo un cambio de conducción
política, sino también cambia el rumbo
económico. Vuelve el ‘estabilizador’ del
’52, Gómez Morales, quien al asumir
expresó que encontraba una crisis más leve que
la de 1952. Pero había una sociedad menos dispuesta a
transigir para resolverla. La agudización de los
distintos niveles de contradicciones no admitían que
fuesen los sectores populares los que comenzaran cediendo.
Tras este plan de ajuste ortodoxo, siguió otro con
mayores ajustes, profundizando la recesión y hasta
anulando los recientes Convenios Paritarios (largamente
reclamados desde 1955, y conquistados recién a dos
años de gobierno peronista). La C.G.T. enfrentó
al gobierno con una huelga
general logrando la renuncia del Ministro y la ida del
Gobierno de López Rega. El sindicalismo logra
hegemonizar el siguiente gabinete, pero también
fracasa. Estos fracasos, generarían un
‘vacío de poder’, que por incapacidad
sirvieron también, como precedentes del golpe de
1976.Del peronismo gobernante en el período 1946 /
1955 puede discutirse hechos del proceso, pero fue eficaz,
cumplió metas. No así del gobierno de 1973 /
1976, que tras la muerte de Perón careció de
hegemonías de sentido nacional.- PERONISMO.
Un poco de historia.Reconvertida y con la definición de un
proyecto de País, la oligarquía
encabezó, en alianza con las FF.AA., el golpe de 1976.
Como no ocurría en la Argentina posterior a 1945, la
oligarquía se ubica como centro del proceso interno de
acumulación, compartiendo con los sectores
monopólicos extranjeros. Redefine su
articulación con ellos y adecua el proyecto a las
exigencias y márgenes que le imponen los países
centrales. Se conforman como grupos económicos con el
objetivo de concentrar capitales y diversificar sus inversiones en distintos sectores de la
actividad económica y en otros países de la
región. Los grupos económicos son una
forma superior de organización empresarial que implica
una redefinición de la unidad económica tomada
como base para el desarrollo de los sectores dominantes. Se
articulan entre sí, compartiendo intereses
económicos y necesidades políticas, de esta
forma constituyen ‘bloques empresariales de
poder’. Estos grupos asimilan personal de las FF.AA.
como funcionarios de sus empresas y es frecuente encontrar
los de más alta graduación (como en el siglo
pasado sucedió con el reparto de tierras, tras
‘la conquista del desierto’ de Roca), integrando
los directorios de las empresas centrales del grupo
(comprometiendo de esta forma a las FF.AA. en su proyecto,
identificándolas con sus propios intereses
económicos y dándoles participación en
los beneficios obtenidos, retribuyéndole los servicios
prestados, garantizando la estabilidad y seguridad
para sus empresas).El comportamiento de los distintos sectores
del peronismo frente a la dictadura fue dispar.
Mayoritariamente confuso y sin conducción, no
generó una respuesta única y
coherente.Un sector del activismo nucleado previamente
alrededor de las 3 A de López Rega, mantuvo su
política colaboracionista, estrechamente ligado
con las acciones más oscuras de la "guerra
sucia", integrándose ideológica y
militarmente a la ‘guerra
contra el comunismo y su infiltración en las
instituciones nacionales’.
También se alinearon junto a la alianza
oligárquico-monopólico, sectores gremiales,
quienes denunciaban al activismo enrolado en las acciones
de resistencia, en una interesada interpretación
de ‘eliminación de la competencia’ en la tarea sindical,
buscando su justificativo ideológico en la lucha
contra la infiltración sindical y el terrorismo fabril.Otros sectores aceptaron resignadamente el golpe
y ‘desensillaron’ hasta 1982; cuando no
abandonaron definitivamente la actividad política.
El "yo me borro" fue la expresión mayoritaria en
el peronismo político y en algún sector
– minoritario – gremial.La clase trabajadora, mayoritariamente,
inicialmente se repliega en la defensa de lo más
elemental, la vida, su integridad y la fuente de trabajo;
iniciando una acción de resistencia por métodos encubiertos, ‘trabajo
a tristeza’, sabotaje. En abril de 1979 un sector
de la dirigencia sindical "los 25", con Ubaldini (C.G.T.
Brasil) como referente, efectúa el
primer paro general. La importancia de esta
acción, más que en la efectividad del
movimiento, está en la decisión de este
sector sindical de buscar encabezar la resistencia obrera
a la dictadura a pesar de la represión. El otro
sector sindical, la C.N.T., en el que sobresale Triaca
entre otros, optan por continuar la "negociación" con el poder
oligárquico-militar. Estas posiciones se
mantendrían hasta el final de la dictadura. Vale
recordar que el 30 de marzo de 1982, dos días
antes de la ‘toma’ de Malvinas, Ubaldini encabeza otra huelga
general con movilización. En Mendoza, en la marcha
efectuada es asesinado el compañero Benedicto
Ortiz. En noviembre de 1982 se convoca a una nueva huelga
general, por primera vez con el acuerdo de las dos
cúpulas cegetistas. El acatamiento fue masivo.
Pocos días después la multipartidaria
explotando los espacios políticos abiertos a la
dictadura, por la resistencia político-militar,
sindical y la derrota de Malvinas, expresan su
oposición a la dictadura con una masiva
movilización popular, el 16 de diciembre, en donde
es asesinado Dalmiro Flores. A pesar de estar en plena
retirada, la dictadura continúa con su
política de desapariciones. En estos días
es secuestrado el Dirigente Montonero, sobreviviente de
la masacre de Trelew, René Haidar Esta
movilización tuvo desbordes de importantes
manifestantes, principalmente de jóvenes, que
podían expresar por primera vez su repudio abierto
al proceso dictatorial. Esta violencia, generó
inquietud en los tiranos del momento, pero igual o
más preocupación llevó a la
dirigencia política, que por todos sus medios
iniciaron una política de represión y
aislamiento a los sectores más radicalizados del
espectro político, fundamentalmente al peronismo
intransigente; repudiando y equiparando las violencias
oligárquicas con las populares.La dirigencia, militancia y activismo sindical
formado en la C.G.T. de Argentinos, en la década
del ’70, en la Juventud Trabajadora Peronista, el
Bloque Sindical del Peronismo Auténtico y
Peronismo Montonero, y en las corrientes clasistas de la
izquierda, unos pocos logran el exilio, otros son
detenidos (antes del golpe), otros fusilados y muertos en
enfrentamientos, y la mayoría
detenidos-desaparecidos.. Llegaron a formar estructuras
sindicales en lucha, como las "Coordinadoras zonales" y
la C.G.T. en la Resistencia, fundamentalmente en los
cordones industriales del Gran Buenos Aires y de Rosario.
Este sector es quien en las primeras horas del golpe
resiste abiertamente por todos los medios a su alcance.
Frente al poderío del bloque
oligárquico-militar, junto a la Juventud y el
Peronismo Montonero, fueron prácticamente la
única acción de resistencia. Esta abierta y
heroica resistencia no fue la única razón
de su masiva represión, en esta colaboraron los
listados elaborados por las patronales y algunos
sindicalistas, como ya dijéramos más
arriba.- El peronismo
frente a la dictadura
oligárquico-militar. - El peronismo
posterior a 1983.
- El golpe
oligárquico-militar.
La polarización electoral. Sin entrar en la
vieja (y europeísta) discusión de reformistas o
revolucionarias medidas del gobierno de 1946 / 55, lo real es
que el peronismo en 40 años polarizó crudamente
cada elección. Una visión europeísta,
racionalista, no alcanza a entender el porqué de estos
antagonismos tras un ‘partido’ apenas reformista;
donde las reformas peronistas fueron apenas similares a las
gestionadas por los partidos laboristas o
socialdemócratas en Europa sin
despertar allí los niveles de
aceptación-negación registrados en nuestro
País. En la Argentina produjeron antagonismos extremos,
pasiones descontroladas y, fueron justificadas o atacadas
mediante un lenguaje
flamígero o descalificador. De allí que para el
pensamiento
"racionalista" peronista o no, estas polarizaciones significan
la ‘falta de cultura
política’ de la sociedad, ‘fruto del
subdesarrollo cultural argentino’;
‘escasa práctica política resultante de los
golpes militares’, etc., sin considerarla como la
expresión político-electoral de los sectores
sociales en lucha, las propuestas que estos propugnan y sus
representaciones políticas. El peronismo en el gobierno
de la década del ’50 fue revolucionario por las
transformaciones políticas, económicas y sociales
producidas, avanzó en la resolución de la
contradicción central de su etapa y por esos avances fue
enfrentado por el otro polo de la contradicción y
derrocado. Quedando trunca la revolución, lo que no
invalida, como revolucionaria, la gestión desarrollada.
El imaginario social así lo entendió
correctamente, y así las dos generaciones de argentinos
se polarizaron en su torno. La
‘intolerancia’ recíproca fue la
manifestación ideológica de la dureza del
enfrentamiento entre los polos de la contradicción:
pueblo – oligarquía.
Votar al peronismo, no era votar a ‘un partido
más’. No lo sintieron así los peronistas y
no peronistas. Salvo en 1951 que, además, fue de
reafirmación del proceso en marcha, fue el voto
antisistema, el voto contra el statu quo. En él
confluyeron, especialmente luego de 1966, todas las
rebeldías y críticas contra la sociedad
argentina. La polarización fue la lucha entre quienes
defendían un sistema y quienes lo impugnaban desde
diversas perspectivas.
Nació como fuerza mayoritaria, expresando en
las urnas, los sucesos de octubre de 1945. En febrero del
’46 obtuvo el 56% de los votos. En noviembre de 1951, con
el voto femenino incluido, 62,4%. En ambas ocasiones el
candidato presidencial era Perón. Tras la
‘libertadora’ los partidos del régimen y la
dictadura pensaban que la potencia
electoral peronista bajaría o desaparecería, por
la proscripción, persecución y maniobras
políticas desarrolladas.
En 1957, en las elecciones para constituyentes
Perón ordena el voto en blanco, a pesar de la
difícil difusión de su mandato, obtiene el 25%
(votos en blanco), frente al 24% de la U.C.R.P. y el 21,2% de
la U.C.R.I.
Antes de las elecciones presidenciales de 1958
Frondizi pacta con Perón. Sectores del peronismo negaron
la existencia del pacto e incluso algunos lo cuestionaron, pero
la mayoría de los peronistas apoyó el pacto,
votando a Frondizi. Así la U.C.R.I. llega al 43,8%,
doblegando a la U.C.R.P. con el 27,7% de los
sufragios.
En 1962 hubo elecciones para gobernadores en 14
Provincias, para cargos legislativos y para diputados en
Capital
Federal. Con diferentes nombres (ya que estaba prohibido los
términos peronismo o justicialismo) el peronismo se
presenta en 13 y en Capital. Es difícil cuantificar con
precisión una media nacional, ya que proliferaron
partidos neoperonistas, pero se puede estimar en un promedio
nacional del 32%, contra el 25,2% de la U.C.R.I. y el 17,8% de
la U.C.R.P. Este alto nivel de adhesión del peronismo,
como el triunfo en la Provincia de Buenos Aires de
Andrés Framini a la gobernación, resultaba
intolerable para los sectores políticos,
económicos y militares del sistema, deponiendo a
Frondizi.
En las presidenciales de 1963, el peronismo –
todavía proscripto – votó en blanco y
obtuvo el 17,5%, frente al 22% de la U.C.R.P., el 16,5% de la
U.C.R.I. de Alende. En estas elecciones se presenta Pedro
Aramburu con su nuevo partido UDELPA. La propaganda
del régimen daba como ganador a UDELPA; por ello se
puede inferir que votos peronistas hayan ido a engrosar las
otras alternativas positivas de voto (a la U.C.R.P. y a la
U.C.R.I.)
En marzo de 1965, se efectuaron elecciones de
renovación parcial de diputados. El peronismo pudo
participar con el nombre de Unión Popular, además
de muchos partidos peronistas provinciales. La Unión
Popular obtuvo el 29,6% en el ámbito nacional (sin
computar a los provinciales), contra el 28,4 de la U.C.R.P. La
U.C.R.I. se había dividido, conservaba la sigla Oscar
Alende, quien lograba el 5,7% y el M.I.D. de Frondizi con el
6,3% de los votos.
Con el peronismo proscripto total o parcialmente en
todas estas elecciones, sin poder utilizar su nombre, ni
Perón ser su candidato; o en aquellas donde
concurrió, lo hizo bajo distintas siglas y fragmentado,
lo que dificulta calcular su caudal electoral en este
período con precisión. Podemos inferir que sin
Perón como candidato, rondaba el 35% de los votos,
suponemos un 5% de pérdida de votos sin su candidatura.
En este análisis, hacemos abstracción de la
situación política, social y económica.
Nos sumergimos en los números, en forma casi fría
y absoluta.
Desde esta perspectiva observamos un importante
crecimiento electoral entre 1957 y 1973. En las elecciones, con
Cámpora como candidato orilló el 50%. En
setiembre, con Perón como candidato, logró el
62,5% de los sufragios. Este crecimiento es revelador de la
ampliación de su base social. Fue constituyéndose
en el partido antisistema, en el más legítimo
cuestionador de una sociedad injusta.
Mora y Araujo sostiene que el apoyo electoral
peronista es obrero en las grandes ciudades y policlasista en
el interior. En estas elecciones de 1973, los apoyos se
ampliaron, fundamentalmente de sectores de clase media,
tradicionalmente ajenos al peronismo.
En marzo de 1973 el peronismo concurrió unido y
con el apoyo explícito de Perón a sus candidatos,
"Cámpora al gobierno, Perón al Poder", logrando
el 50% de los votos. Aglutinando a todo el voto cuestionador
del statu quo. En seis meses logra un aumento espectacular de
votos, llegando al 62%, seguramente mantuvo el voto de marzo y
sumó el de aquellos que lo veían como eventual
freno y neutralizador de los sectores más revulsivos
(como la ‘tendencia revolucionaria’) del peronismo,
al ‘león herbívoro’; es decir, el
voto por el cambio y el orden al mismo tiempo.
Al margen de los datos y los
números, siempre se tuvo al peronismo como la
‘mitad más uno’, e imbatible electoralmente.
Realmente lo fue, por márgenes muchas veces estrecho y
también por la división de sus contrincantes. Es
por ello, entonces, que el sistema "ballotage" ideado por el
radical Mor Roig, durante la dictadura de Lanusse, era
razonable para impedir la victoria electoral del peronismo,
tomando en cuenta los antecedentes electorales desde 1957 a
1965. Lo que no lograron observar fue el crecimiento del
‘partido antisistema’, al polarizar el peronismo la
sociedad. La dictadura
militar deseaba la derrota peronista; seguramente esta
certeza incrementó las adhesiones.
En síntesis, desde 1955 el peronismo sin
Perón no llegó nunca al 35% de los votos. El
peronismo superó este techo con Perón y la
máxima radicalización de su discurso
político.
Siguiendo este análisis consideramos al
porcentaje logrado por la fórmula justicialista en 1983
(41%) como aceptable en términos comparativos. Hubiese
triunfado en cualquier otro momento histórico, pero en
esta oportunidad el candidato no peronista consiguió lo
que no habían logrado los otros: convocar a todo el
electorado no peronista. Obteniendo la captación del
voto de rechazo al justicialismo y de credibilidad en sus
propuestas. Entre 1973 y 1983 el peronismo perdió entre
un 10% y un 22% de los votos. Cuales fueron las razones: en
primer lugar (en lo cronológico) la frustrante
experiencia gubernamental de 1973-76 y la muerte de
Perón.
Hay quienes consideran que el frente político
generado por el peronismo en 1973 (empresarios nacionales,
obreros, capas medias urbanas y bajas rurales) ya era inviable
en vida de Perón e irrealizable tras su muerte; por ello
y a partir de esa experiencia frustrante, dejó de ser
creible.
Otras razones se encuentran en las consecuencias del
golpe de 1976. Algunos de carácter estructural: la
disminución de obreros industrializados (clara base
electoral del peronismo), promoviendo la tercerización y
el cuentapropismo (generadoras de tendencias individuales
más proclives a otras identidades políticas). La
existencia en 1983 de 2.500.000 de exiliados políticos y
económicos. A los pocos días del triunfo
alfonsinista, Juan Alemann explica en un artículo
periodístico de Ámbito Financiero titulado "De
nada Raúl": que el triunfo de Alfonsín – al
que saluda alborozado – se debía a los cambios
socioeconómicos impulsados por el gobierno de las
Fuerzas Armadas.
Hubo también, cambios importantes en el
imaginario político argentino. Estos acentuaron las
posibilidades del ‘aggiornado’ partido radical.
Algunos aspectos específicos del ideario peronista: la
justicia social, la mejora distributiva, la
no-alineación ante los bloques hegemónicos
internacionales; fueron hechas suyas (con variantes,
según los casos, por partidos nacionales y populares
como la U.C.R. y el P.I. de Oscar Alende). El peronismo
dejó de ser abanderado exclusivo de esas
propuestas.
Un planteo histórico del peronismo, como el
"nacionalismo" estaba en crisis. Si bien un
amplio espectro político esgrime en la retórica
expresiones nacionalistas, es el peronismo el que le
había dado contenido propio, al enlazarla con la
movilización y ascenso social de los sectores populares;
Jauretche decía: ‘no hay nación sin
pueblo’ (en contraposición a las expresiones de
las derechas aristocratizantes y antidemocráticas
(emergentes de la década del ’30) y ‘ni
pueblo sin nación’ (con relación al
clasismo de las izquierdas). Posiciones verosímiles ya
que eran visibles a través de la política interna
y externa del primer peronismo. Una vez derrocado,
enarboló con más fuerza el antiimperialismo y el
nacionalismo fue ampliando sus significados hasta convertirlo
en una crítica hacia todo el sistema político
social. Ese discurso no pudo plasmarse en hechos en el
período 73/76. Los logros nacionalistas obtenidos
durante la gestión Gelbard fueron vistos como
insuficientes por vastos sectores, incluso del peronismo. A
partir de la muerte de Perón, el abandono del Plan
Gelbard y la política global de Isabel condujeron a una
mayor inserción dentro del mundo
‘occidental’: con préstamos del F.M.I.,
discursos de
la Presidenta alabando a las empresas multinacionales, al mismo
tiempo de una retórica semioficial nacionalista, cuando
no xenófoba, lo que la hacía incomprensible y
contraproducente. Con la dictadura se aumentó el
aislamiento político del país. La lucha por los
derechos
humanos contó un marcado apoyo internacional,
especialmente de los países del ‘centro del
mundo’. Este apoyo fue reclamado por los organismos de
derechos
humanos (que arrebataron al peronismo su habitual
primacía en el campo de la lucha antirrepresiva),
también fue reclamado por el radicalismo (igualmente
aislacionista) e inclusive por el propio peronismo (que no
dudó en acudir por vía de su máxima
expresión legal: el escribano Deolindo Bittel, a
solicitar el apoyo de la Comisión de Derechos
Humanos de la O.E.A.). A su vez el sindicalismo peronista
(muerto Perón) abandonó su tradición
aislacionista y aceptó formar parte de la C.I.O.L.S..
Utilizó a la O.I.T. como ámbito de sus denuncias,
aunque mantuvo su retórica nacionalista; sin elaborar un
discurso coherente a esta aparente contradicción, lo que
mermó su credibilidad. Estas aparentes y reales
contradicciones entre discurso y práctica, en
ésta como en otras temáticas, perjudicó al
peronismo.
Simultáneamente luego de la derrota de Malvinas
en 1982, en la campaña desmalvinizadora que sobrevino a
la rendición, el nacionalismo fue puesto en
cuestión ante la opinión
pública, no sin haber llegado a su máxima
‘exaltación’ alimentado por los medios de
difusión de la dictadura
militar. Conmovida por su raíz patriótica, la
dirigencia política en vuelo gallináceo y con
alto grado de oportunismo, en particular la dirigencia
peronista, la condujo a acoplarse a los aspectos delirantes de
Galtieri, en la acción Malvinas. El costo de la
derrota, fue poner en tela de juicio al nacionalismo, visto
como una forma de irracionalidad de raíz emocional que
conduce a la derrota. Tal es el mensaje alfonsinista,
sustentado solapadamente en su campaña electoral y que
luego sería sustentado desembozadamente en
vinculación con el problema de la deuda externa.
El nacionalismo es percibido como declamatorio e inviable
(tanto como el peronismo).
Otro aspecto con el que se identificaba al peronismo,
descalificándolo por ello, es el "autoritarismo
peronista". Si bien el peronismo reclamó para sí
la condición democrática, en razón de la
forma en que distribuía los bienes
económicos y el poder, y restituía la dignidad de
los sectores más humildes; no enfatizó la
condición democrática por la forma en que
ejercía el gobierno. En ocasiones fue elogiado y en
otras visto como el mal menor que debía soportarse para
alcanzar el superior objetivo de producir cambios sociales
significativos, en una sociedad cuya superestructura cultural
es significativamente reacia a tales transformaciones. No se
puede dejar de lado el discurso y la acción de
Perón, que habían sido absorbidos por sus
partidarios e incorporados a una suerte de
‘tradición picaresca’ inherente al
peronismo. El último Perón de 1973/74
defendió la pluralidad y la necesidad de un sistema
político estable. Este último Perón casi
no fue escuchado por la realidad política del
período, en buena medida como consecuencia de la
acción del propio Perón, que mantenía una
inercia, que tornaba escasamente audible el nuevo discurso de
Perón. Muy pocas veces fue pensado por el peronismo,
como un defecto descalificatorio. Y fue utilizado por el
alfonsinismo, abanderado de la ‘estética de los
sectores medios’ sensibilizados por la reciente
experiencia autoritaria llevada al extremo por la
dictadura.
La violencia sindical era vista igualmente como la
contracara no deseable de su eficacia. El
sindicalismo se mostraba apto en la obtención de
reivindicaciones para sus agremiados. Apelaban para ello
diversas formas de violencia: desde la acción de
‘sus matones’ hasta la siempre elogiada
movilización radicalizada. "Servían" para lograr
determinados fines legítimos. Desde 1973, el
sindicalismo, no obtuvo mejoras de importancia. Las conquistas
sociales otorgadas por el peronismo fueron vistas como
concesiones de la voluntad gubernamental y no como fruto de la
acción reivindicativa sindical. Desde 1976, el
sindicalismo sólo pudo atinar a defenderse,
reduciéndose durante gran parte del período
dictatorial a su mínima expresión; salvo
situaciones aisladas o de grupos minoritarios, no es visto como
expresión resistente a la dictadura. (Sin considerar,
también, a grupos minoritarios que acompañaron y
colaboraron con ella). La estética de los sectores
medios era la dominante en 1983 y el sindicalismo, como
conjunto no había dado sustentación, para que los
sectores trabajadores pudiesen disputar esa estética del
medio pelo. Por lo que ese sindicalismo contradictorio
(patoteril, avasallante, prepotente, sin respuestas,
autoritario, etc.) es impugnado por la cultura
clasemediera dominante y utilizada electoralmente por
Alfonsín.
El ‘autoritarismo peronista’ fue percibido
como disfuncional por una sociedad herida por la
represión militar y la guerra de
Malvinas. El discurso antimilitarista de Alfonsín,
se enfrentó con el estereotipado, (herencia del
primer peronismo) discurso complaciente con las FF.AA.,
además de visto como una exacerbación de su
autoritarismo, es como traición a la resistencia
antidictatorial. El peronismo, cuando consiguió triunfar
con amplitud en 1973, se mostró como enemigo
irreductible del ‘establisment’ argentino.
Utilizando antiguos clisés sin sustento en la historia
de los últimos 30 años, marcó menos
distancia con las FF.AA. que Alfonsín. Ello
también contribuyó a su derrota.
Las guerras
internas y la guerra internacional, produjeron en la Argentina
un difundido y creciente miedo a la violencia, entre ella a la
violencia revolucionaria (aún a la retórica). Una
masa enorme de argentinos en dicha etapa, prioriza la
tranquilidad pública y el orden, a la posibilidad de
cambios que impliquen dosis de inestabilidad y violencia. En
1973 una de las expresiones político-culturales de la
época fueron los temas musicales como: ‘la marcha
de la bronca’ y ‘para el pueblo lo que es del
pueblo’; mientras en 1983: era ‘solo le pido a
Dios’, ‘manso y tranquilo’; fenómeno
advertido por Alfonsín y utilizado en
consecuencia.
El peronismo siempre consideró que la violencia
política era un epifenómeno de la injusticia
imperante en la sociedad. Se erradicaría con la
instauración de un orden socio-político mas
justo, "la violencia de arriba, genera la violencia de abajo",
"a la violencia brutal de la antipatria, le opondremos la
violencia del pueblo organizado". Toda la violencia que recorre
la historia
argentina se explicaba en razón de la
frustración de su revolución nacional inconclusa.
En esa línea de interpretación, lo principal no
es hacer justicia individual con quienes cometen violencia
política, sino ‘cambiar las estructuras de
privilegio’; por ello el peronismo de 1973 no
sancionó (ni buscó hacerlo) a ningún
asesino o torturador del período 1955-73. La
sanción para ellos sería la derrota definitiva.
Algunos sectores radicalizados tomaron a su cargo la misión
de sancionar (Aramburu, Mor Roig, Villar, etc.), como
representantes de un sector en pugna; correspondiéndose
más con la concepción de la guerra
revolucionaria, que con la de la justicia imparcial que asume
la universalidad del derecho social.
El peronismo fue la principal víctima de la
represión en los períodos dictatoriales que
siguieron a 1955 hasta 1983, pero lo particular es que en el
período 1973 / 83 contó con represores en sus
filas. En 1973, la condición de víctima
sirvió para reforzar una identidad. No así en
1983, en que lo dominante en su dirigencia era no identificarse
con las víctimas (cuya existencia negó o
disimuló por años), sino asumir el rol de
terceros, de jueces inclusive, que fue lo que hizo el
alfonsinismo y lo siguió acomplejada, como copia, gran
parte de la dirigencia peronista. En 1983 el peronismo
negó especificidad y debida magnitud a la
represión del período 1976-83, y cuando la
reconoció, quiso taparla equiparándola con otras
violencias anteriores sufridas a través de la historia
política contemporánea. No encontró,
lógicamente, eco en el imaginario social
existente.
La Nueva Argentina como objetivos realizable.
En 1946, así como en 1973, el peronismo excitó la
imaginación colectiva mayoritaria. Propuso una sociedad
mejor, una ‘nueva Argentina, casi ‘el hombre
nuevo’, provocando la voluntad y la imaginación de
sus partidarios. Los objetivos se combinaban felizmente con
discursos de época y con realidades propiciatorias. En
1946 planteó la industrialización, el adelanto
tecnológico, el consumo
masivo, la implantación y extensión de la radio y la
T.V., el control del
sistema
financiero y del comercio
exterior, la superación de la partidocracia y la
política comiteril con la organización
político-social de las masas desde cada barrio, cada
fábrica, cada lugar de trabajo. La dignificación
y elevación social de los humildes. La independencia
nacional y la equidistancia respecto a los poderes centrales.
En 1973, pivoteó sobre el parcial cumplimiento de las
expectativas de dos décadas antes y les
añadió el desafío ecológico, la
integración continental e intercontinental, el traspaso
del poder a la juventud, el despertar del Tercer Mundo, la
realización política, social y económica
de los sectores populares, porque ‘había llegado
la hora de los pueblos’.
En 1983 se reemplazaron los altos ideales perseguidos,
por una pretendida vuelta a las realizaciones del pasado, que
resonaba como poco posible y parcialmente convocante.
Conservó así sus adhesiones históricas (no
incentivadas por la memoria
de otro pasado poco prometedor, el del radicalismo), pero no
logró atraer nuevos adherentes. El número de
votos, fue significativamente similar al de 1973, a pesar del
crecimiento demográfico.
Tras la derrota popular y nacional (y fundamentalmente
de sus epicentros políticos, ideológicos y
militares de poder: clase trabajadora organizada y
organizaciones revolucionarias), se acentúa la
dependencia a los centros internacionales de poder. Ya no con
los grupos oligárquicos en la conducción de la
superestructura del estado, que debieron replegarse junto a la
dictadura de la que formaban parte. Es una clase media sin
proyecto de Nación, sin propuesta de poder, la que se
hace cargo del gobierno. Su más acabada expresión
política: la U.C.R. es votada mayoritariamente por
representar una transición democrática ‘en
paz’. Al decir de Jauretche: ... se vuelven al camino
trillado, porque no es para todos la bota de potro. Salirse de
la huella sólo lo pueden hacer los que son capaces de
abrir huella. Económicamente impone el continuismo
del plan de Martinez de Hoz, aunque debe ceder ante la
presión organizada de los trabajadores.
Políticamente se pinta de rosado, para juzgar a los dos
demonios. Encarcelando, persiguiendo y manteniendo la
proscripción política-ideológica del
peronismo montonero. Los efectos políticos de estas
acciones fueron favorables al alfonsinismo para mantenerle el
cheque
abierto de las clases medias, mientras tapaba y negociaba con
los grupos oligárquicos, desdibujando el papel genocida
que les cupo durante la dictadura. En el juicio a los
Comandantes de la dictadura, el grueso de la dirigencia
justicialista, fue un espectador más, en el mejor de los
casos, cuando no sentían que se les quemaba la cola de
paja. Y lejos estuvo de señalar a los socios principales
de dicha dictadura: los grupos oligárquicos. Dentro de
la misma estrategia
clasemediera liberal, se producía el juicio a los
conductores de la guerra de
Malvinas. Y más allá de la mayor o menor
justeza en este juicio, lo que se impulsaba era la
desmalvinización de la política nacional, como un
aspecto más del triunfo liberal sobre los sentimientos
nacionales latentes de las masas argentinas.
Todos estos hechos signaron a los años
siguientes. El peronismo posterior al ’83 fue
minusválido y no se ha recuperado. Lo que no significa
que no haya triunfado electoralmente en varias oportunidades,
pero nunca recuperó el sentido de Movimiento de
Liberación Nacional en construcción. Y la
dirigencia parece cómoda en
jugar el papel de socia minoritaria – aunque socia al fin
-, junto al resto de la dirigencia política, de los
grupos económicos de poder, ya que salvo excepcionales
expresiones aisladas, de conjunto no plantean el
cuestionamiento al sistema de dependencia, marginación y
explotación.
1985. Renovación parlamentaria.
El peronismo, lejos de plantear una estrategia de poder en
torno a los trabajadores y buscar resolver la
contradicción de la transición
democrática: democracia real o continuismo
oligárquico, y desde la autocrítica (que le
cabe por su comportamiento frente a la dictadura), se inserta
en una lucha interna cortoplacista por cuotas de poder sin
contenidos populares. Un sector del peronismo, plantea una
renovación de los ‘métodos
y formas’ de la acción política. Más
acorde con el sector social que predomina en la superestructura
política y cultural de la época. En estas
condiciones enfrentan las elecciones de renovación
parlamentaria de 1985. Las peores de su historia: dividido en
las provincias de Buenos Aires, Salta, Jujuy, Corrientes,
Río Negro (donde una fracción convocó al
voto en blanco) y Capital Federal. En esta ocasión no
existió la polarización de una elección
presidencial. Un aspecto llamativo de estas elecciones es que
el radicalismo, pese a bajar en los porcentajes y en
número absoluto de votos, ganó en casi todos los
distritos con excepción de Corrientes, Formosa, La Rioja
y Tierra del
Fuego. Respecto a las elecciones de 1983 para Diputados
Nacionales, pierde 435.000 votos, lo que representa un 5% del
padrón. El peronismo sumando todas sus expresiones
pierde, también, 365.000 votos, 4% del padrón.
Los resultados globales fueron 43% (frente al 48% de 1983 para
Diputados Nacionales). El peronismo el 34,5 %, el P.I. un 6% y
la U.C.D. un 3,5% Los sectores de izquierda (P.I., FREPU,
PH, PO, US.,
etc.) sumó algo más del 10% en todo el
país. Expresión de los nuevos votos y de sectores
que en 1983 habían votado al alfonsinismo. El peronismo,
siguió sin convocar a los nuevos votantes, y mantuvo su
dispersión. A pesar de todo, electoralmente hubo una
recuperación de los sectores nacionales y populares. Que
por lo dicho, esa leve recuperación no fue expresada en
el voto al peronismo en sus distintas variantes. Si bien los
trabajadores organizados expresaron la oposición real al
alfonsinismo, esto no tuvo su correlato en el plano
político. Las clases medias mantuvieron su
hegemonía política en forma sectaria y
excluyente, disminuyendo la participación obrera en los
cargos partidarios y electorales, y compartiendo la
teoría de los dos demonios, afirmó la
proscripción y macartismo a los sectores revolucionarios
del peronismo. El grueso de la dirigencia peronista no
planteó alternativas de poder, sino de división y
disputa interna; lo único que convocó a la masa
peronista fue su propia conciencia, que pese a encontrarse en
el peor momento, el peronismo no había sido superado en
su contenido histórico: El nacionalismo popular
revolucionario, humanista y cristiano, antioligárquico y
antiimperialista, latinoamericanista y
tercermundista.
1987. Elección de Gobernadores. La
"renovación peronista", tras un traumático
proceso de lucha interna, logra imponerse en el Justicialismo,
elevando como referentes a: Cafiero, Grosso y Menem. En esta
corriente se encolumnan importantes sectores del Partido
Justicialista, y cuentan en el Movimiento Obrero con un sector
que los apoya, los "25" (uno de cuyos fundadores, en el
año ’77, fuese Ubaldini). Pero su base social
principal radica en los sectores medios, logrando en ellos
muestras de simpatía y adhesión, frente al
desgaste alfonsinista; generando en el imaginario de la clase
media, una continuidad a la previsible debacle del gobierno
radical. Era el "peronismo racional" que desplazaba a Herminio
Iglesias y a las "patotas", pero a la vez por concepción
de clase, marginaba a los sectores obreros y a sus genuinos
representantes, porque "con dirigentes sindicales no se ganan
las elecciones". Junto a los referentes nacionales, ya
nombrados, militan en esta corriente en la Provincia de
Mendoza, Manzano (Presidente del Bloque de Diputados
Justicialistas), Bordón (futuro gobernador de Mendoza),
sendos líderes de las líneas partidarias
renovadoras en la provincia (azules y naranjas). Este
último impulsor de una renovación muy particular
en la provincia, asentada en una política de imagen, donde
prioriza su identificación racional con los fundadores
de la Mendoza moderna (los inmigrantes de fines del siglo XIX y
principios
del XX, frente al irracional movimiento de masas de los
últimos 40 años. Esta corriente nacional, cuenta
en sus filas con grupos de militantes, que tras el freno de la
renovación con Menem
triunfante en la disputa interna, buscan la renovación
de la renovación, como el grupo "Unidos" y los
identificados luego, como "el grupo de los 8", que ya con Menem
Presidente, se retiran del Justicialismo, argumentando su
disidencia con los postulados económicos de la
gestión y en los aspectos políticos, con la
Ley de
Amnistía. Entre sus integrantes se contaba el Diputado
Carlos "Chacho" Álvarez, que tras los 10 años de
menemismo es ungido Vicepresidente de la Nación,
acompañando en la fórmula al radical De la
Rúa como Presidente, en 1999. Para Menem, su paso por la
renovación, había sido una etapa obligada y
necesaria para desplazar al herminismo y los fantasmas del
’83; pero nada más y nada menos, que una etapa.
Para su estrategia de poder, necesitaba del resurgimiento del
conjunto del peronismo, por lo que se propuso ser la prenda de
unidad, por encima de las fracciones ortodoxas y renovadoras.
En la etapa, es lo que mejor asemeja a una conducción de
conjunto, desde cuotas de poder, superar las parcialidades para
abarcar a las mayorías. Este objetivo superior del
movimiento de masas, poco tendría que ver con el
desarrollo de su gestión presidencial, al hacer caso
omiso a las viejas reivindicaciones olvidadas, que su discurso
más emotivo que racionalista transmitía en esos
años.
En el año 1987 continúa el desgaste
alfonsinista en el gobierno que, como expresión de los
sectores liberales medios, pretenden ser el fiel de la balanza
de la sociedad, y sin terminar de satisfacer al poder
oligárquico, da la espalda a los trabajadores y
marginados (que comienzan a ser importantes porciones de la
sociedad). La C.G.T. con Ubaldini y sus 26 puntos, mantienen su
oposición y son el principal factor de desgaste del
gobierno alfonsinista, a lo que se le suma el mantenimiento del malestar militar, sin
resolución a pesar del ‘punto final’ y la
‘obediencia debida’. La dirigencia justicialista
produce una renovación metodológica, adoptando
‘nuevas’ caras y se maquilla con los
cosméticos del alfonsinismo, para jugar a la
alternancia, que el sistema bipartidista requiere. Esta
dirigencia, en los aspectos fundamentales mantiene las mismas
convicciones que la U.C.R. en el gobierno. Los trabajadores
reafirman su identidad política apoyando los candidatos
peronistas. Sectores medios de la sociedad se vuelcan a este
nueva variante de su expresión social, ante el
manifiesto fracaso alfonsinista. Aunque las relaciones de
fuerza sociales no han variado. Así en los comicios de
setiembre de 1987, los radicales obtienen el 37% de los votos
frente al 42% del peronismo. Los gobiernos provinciales de
Buenos Aires, Mendoza, Tucumán y Misiones vuelven al
Justicialismo. A pesar de ser los trabajadores los principales
gestores del desgaste alfonsinista, no son correspondidos en
los espacios de poder del peronismo triunfante. Por el
sectarismo de la clase media y porque de su seno no han logrado
un proyecto transformador de la Nación y por ende del
peronismo. Pero al mismo tiempo, al contener mayoritariamente a
los trabajadores organizados, sigue siendo la esperanza para
encabezar esa transformación; mantiene latente "el hecho
maldito" en su seno. El sector revolucionario no encuentra la
propuesta y el cauce que termine con su dispersión y por
lo tanto, su proscripción ideológica se
mantiene.
Las presidenciales de 1989. El menos renovador
‘de los renovadores’ en una amplia alianza interna,
enfrenta en elecciones internas a los renovadores. Fruto de esa
elección encabeza las esperanzas transformadoras de las
amplias capas populares, con la revolución productiva
y el salariazo. La intelligentzia en consonancia con los
grupos económicos apoyó al candidato radical, o
por lo menos se opuso al candidato justicialista. Menem, de
trayectoria política zigzagueante: isabelista,
verticalista, renovador, antirrenovador, etc., impredecible en
general, era también impredecible para los grupos de
poder oligárquicos y para el imperialismo. Expresaba, de
cualquier forma, en el imaginario popular, el "antisistema", el
retorno a la Justicia Social, al crecimiento
económico, a la reafirmación federal y
nacional. Al radicalismo se le hace insostenible mantener un
programa económico oligárquico, con la masiva
resistencia popular y la desconfianza al proceso encarnado en
lo social por Ubaldini y en lo político por Menem. El
golpe especulativo de 1989 de los grupos de poder, no
sólo era para ‘apretar’ al gobierno
alfonsinista, sino fundamentalmente, para hacer entrar
‘en razones’ al próximo que se avecinaba. Y
desde su origen el nuevo gobierno de Menem "entró en
razones", y se alistó junto a la potencia
triunfante. Sin doctrina, sin ideología (o con la ideología de
los vendedores de la muerte de las ideologías -verdadera
superestructura socio-cultural del capitalismo
salvaje), es decir, sin perfil y sin autodefensas, se encara el
proceso argentino hacia la
globalización. Satisfaciendo los anhelos inmediatos,
derrota de la hiperinflación, logro de una estabilidad
no conocida por varias generaciones de argentinos,
insertándonos en el mundo del norte -sin ver en calidad de
qué-, mostrando al imaginario popular nuestra igualdad
frente al dólar 1 = 1, teniendo acceso, en un principio,
a bienes
("made in") fruto de la apertura de créditos, motivados por el ingreso masivo
de capitales golondrinas y de la enajenación de los
bienes del Estado. Y para no poner palos en la rueda del nuevo
gobierno peronista, nadie objetó el ajuste, la
precarización del trabajo, la reforma del estado, las
privatizaciones, la renegociación de la deuda, etc., a
regañadientes los trabajadores fueron aceptando estas
derrotas nacionales y recortes a sus beneficios sociales,
sindicales y económicos históricos. Es, en este
proceso de profundas transformaciones
económico-sociales, con la alianza gobernante dirigida
políticamente por el menemismo, donde los sectores
políticos del Partido Justicialista en forma masiva, no
sólo ceden la iniciativa al menemismo triunfante, sino
sus convicciones, ideas y propuestas. Transitando esta
situación se realizan las elecciones en 1991, 1993 y
1995, con la oposición política dispersa y
desorientada, el Justicialismo logra invariablemente sucesivos
triunfos. Los grupos oligárquicos favorecidos y
enriquecidos se afianzan en el poder y apoyan el proceso,
política, social, cultural y económicamente,
achicando y dividiendo al polo social opositor y a los factores
de poder potencialmente nacionales. En estos años se va
gestando una idea, de generar una propuesta política
nueva que enfrente a la menemista. Después de varios
intentos, cuaja en una alianza electoral, como FRE.PA.SO.
(Frente del País Solidario). Y en estas elecciones de
1995 obtienen un importante resultado. Con la formula
presidencial de Bordón – Álvarez, se ubican
detrás de Menem, pero superando a la U.C.R. Si bien no
habían elaborado una propuesta política integral
alternativa al modelo neoliberal de Cavallo, si es de
profundizar cuales son los aspectos que levantó este
frente electoral para captar más de 5 millones de
votantes. Entre otros aspectos, uno importante que
emergía de su discurso, fue el de mostrarse como una
opción ética
frente a la corrupción menemista. Y fue una
opción ética
para los sectores medios, que sin cuestionar el modelo
económico cuestionaban "las formas de administrarlo". En
este aspecto, veremos una nueva frustración, porque es
el modelo el que impulsa la corrupción al fomentar la
concentración de la riqueza en pocas manos. Seguramente
no será al estilo farandulesco, no sentirán la
necesidad exhibicionista de los popes del menemismo. Pero que
mantendrán un modelo que impone un estilo de
corrupción que socava las bases de la producción nacional, ya que si alguien
trae del exterior un T.V. sin pasar por la aduana es un
contrabandista y si lo cazan va preso, pero cuando entran 10
mil millones de dólares de mercaderías, se dice
que hay es una política de apertura de la economía, cuya
consecuencia son pequeños comercios, pequeñas
industrias,
con sus trabajadores, que van a quebrar ante un precio vil
de mercadería importada. Este estilo de
corrupción no se combate con una "oficina de
Ética", ni con 10, sino un modelo que nos reinserte en
el mundo globalizado con nuestro perfil nacional
productivo.
Y así superaron a la U.C.R., sus competidores
en la representación social, los sectores medios urbanos
de la sociedad. Sumados los votos de la U.C.R. y del FREPASO
llegaban prácticamente a igualar al Justicialismo, 42,3
% y 43 %, respectivamente. Sin considerar en este aspecto la
potencialidad electoral de lo que se venía insinuando
como posible, la unidad de las dos fuerzas en una Alianza. Se
produce en este año, como premonitorio, la quiebra de
la C.G.T., con un sector –minoritario en ese momento- que
pasa a la oposición social. El hecho detonante fue la
reforma laboral, en
donde el sector dirigente de la C.G.T. avala mayores recortes a
los beneficios sociales y conquistas históricas de los
trabajadores. Daer, Cavallieri, Barrionuevo, etc. adhieren a
esta posición. La oposición social
continúa dispersa: C.T.A. de Di Genaro, las 62
Organizaciones de Lorenzo Miguel, el M.T.A. de Moyano, la
Corriente Clasista del Perro Santillán y otros menores.
Era el punto de inflexión del peronismo. El de reafirmar
el modelo neoliberal, o el de construcción de un modelo
que le diese cabida a todos. Hubo algunas débiles voces
en este sentido, Kitchner, Busti, Romá, etc. El
peronismo revolucionario en las propuestas de sus
máximos dirigentes busca la discusión de un
modelo alternativo desde la Corriente de Opinión
Peronista. Por un lado, los sectores dirigentes del
Justicialismo (en su gran mayoría) cierran filas tras el
menemismo y su alianza con los sectores de poder
económico, pretendiendo perpetuarse de esta forma en el
poder. Por el otro, sectores dispersos buscan distanciarse de
las posiciones menemistas, pero sin una opción clara que
atraiga y reivindique a los trabajadores y a sus dirigentes
consecuentes, en la reformulación de una propuesta hacia
el siglo XXI. Esta miopía política traerá
sus consecuencias en el movimiento nacional, y electoralmente
en los comicios de los años sucesivos. En 1997 se plasma
el frente electoral ALIANZA, y en los distritos importantes
donde fue constituida como tal, obtuvo importantes resultados y
triunfos. Vuelven a aglutinar a los sectores que en 1983
habían llevado al triunfo a Alfonsín. En esta
oportunidad tras los votos de una alianza electoral que
capitaliza el humor opositor que ya se visualizaba desde 1995.
Y por primera vez el peronismo pierde estando en el poder. Ya
en 1983 había perdido su virginidad electoral.
Nuevamente, importantes distritos de votos peronistas vuelcan
sus votos fuera del P.J., como en 1983. En este momento, junto
a la opción ética, el antimenemismo era la
bandera. No existía la alternativa al modelo. El
establisment optaba ya por la remoción del modelo,
cambiar todo para que nada cambie. El menemismo ha logrado,
también, dormir al antisistema que había encarado
en 1989. Las sucesivas crisis económicas y la
consecuente depresión económica tienen un
correlato en la depresión social. En la búsqueda
de similitudes con la "década infame" podemos encontrar
muchos hechos comparables. Básicamente, una clase
política onanista, aislada de las necesidades y reclamos
de las mayorías populares, un sistema capitalista en
profunda crisis, asumido como dependiente en 1933 como "una
perla más de la Corona británica", hoy de las
grandes multinacionales con sus correlatos en los aún
existentes grupos económicos de la oligarquía
argentina, y sus herramientas financieras, el F.M.I., el B.M.,
el B.I.D., etc. y el criminal manejo de la ilegal e
ilegítima Deuda Externa.
Situación de dependencia asumida por toda la
superestructura socio-política-económica y
cultural de la época, en los que los sectores medios de
la sociedad no son ajenos. En esa década fruto de las
relaciones con las empresas dominantes del momento, el
movimiento popular sufre la primera castración del siglo
XX, al negociar el ex-Presidente Alvear (en nombre del
movimiento popular, el radicalismo) la legalización de
la colonia. Sería redundante resaltar lo que el
Justicialismo en el gobierno, a través del menemismo, ha
negociado con los grupos económicos de poder y todo el
establisment. El activismo justicialista, en distintas
coyunturas y momentos críticos, discutió sobre la
posibilidad de la ‘alvearización’ del
peronismo; llamativamente hoy, éste es otro ítem
ausente de la discusión.
El ’99 no trae sorpresas, es la consecuencia
obligada de lo anteriormente descrito. Se puede analizar y
profundizar los triunfos justicialistas en ciertas provincias o
departamentos dentro de las provincias. Y es importante
hacerlo. Refleja, quizás, la confianza que aún
despierta el peronismo en la solución de las
problemáticas más inmediatas, pero es de prever
que esta confianza tiene sus plazos y breves, si este peronismo
no se transforma para interpretar en toda su expresión a
las nuevas masas populares, (no ya los aglutinados en las
grandes fábricas de los 50, 60 y 70) hoy dispersas,
depresivas y con hambre de justicia, que les niega esta
globalización de los mercados y
el capitalismo
salvaje. También se puede discurrir sobre otro de los
aspectos tan atractivos a la clase política y a su
superestructura cultural, como es la alternancia, puntualizando
el análisis en la gobernación cordobesa, por
ejemplo. El actual modelo no sólo permite que se
‘castigue’ a la U.C.R. y se entronice al P.J. o
viceversa, sino que necesita que así sea, para ampliar
los marcos de legalidad que les admita mantener sin
cuestionamientos, la mayor enajenación del patrimonio
nacional y márgenes de explotación y
marginación social no vividos por varias generaciones de
argentinos. Pero, lo sustancial del porqué de la derrota
nacional del PJ., se vino escribiendo desde hace varios
años.
"Cuando culmine el proceso revolucionario
argentino, se iluminará el aporte de cada episodio y
ningún esfuerzo será en vano, ningún
sacrificio estéril, y el éxito final
redimirá todas las frustraciones".
John. W. Cooke
- BIBLIOGRAFÍA:
- "La formación de la conciencia nacional"
de J.J. HERNANDEZ ARREGUI. - "El Peronismo: Sus causas". RODOLFO
PUIGGRÓS - "Historia Argentina" de JOSÉ MARIA
ROSAS - "Informe
a las bases" de JOHN. W. COOKE - "Correspondencia" COOKE –
PERÓN - "Los grupos de la oligarquía". PUBLICACION
DEL PERONISMO MONTONERO. - "La Verdad Histórica" de REVISIONISMO
HISTÓRICO ARGENTINO JOVEN. - "Manual
de Zonceras Argentinas" ARTURO JAURETCHE - "El medio pelo en la Sociedad Argentina" A.
JAURETCHE. - Análisis electoral de la Renovación
Peronista en 1985. - Revista Línea.
- Publicación J.P.
- Diario Los Andes
- Diario Clarín.
- "La formación de la conciencia nacional"
Autor:
Vicente Antolin
vaslunlunta[arroba]hotmail.com