- El sentido de trascendencia como
forma de experiencia humana - La
experiencia de la trascendencia - La
pérdida del sentido de trascendencia - Implicaciones
educativas: El sentido de trascendencia como competencia
humana
El sentido de trascendencia como
dimensión del desarrollo
y competencia
humana general
En el marco de la tradición latinoamericana
consideramos que la pedagogía tiene que seguir siendo una
pedagogía de la liberación que responde a una larga
tradición humanista en nuestras sociedades: la
de promover la autonomía de la persona y, para
ello, la creación de una sociedad
solidaria respetuosa de la plena dignidad
humana. La autonomía es la capacidad de la persona para
organizar su vida a partir de una historia de vida y de
acuerdo a valores,
normas y un
proyecto de
vida que ella misma se ha dado de modo más o menos
consciente y deliberado, y sobre la base de sus competencias
humanas generales que le dan control sobre su
medio, ella misma incluida. Se trata de crear sistemas y
procesos
educativos que apoyados en los nuevos saberes acerca del aprendizaje y el
desarrollo y de los condicionantes que atentan contra la
autodeterminación humana se dediquen a desarrollar
competencias humanas y seres humanos autónomos y
solidarios sensibles y capaces de entender y hacerle frente a la
grave problemática social que nos agobia.
Desde esta perspectiva todo el aprendizaje y
el desarrollo humano puede ser analizado y trabajado como el
proceso de
desarrollo progresivo y sostenimiento de su autonomía.
Desde luego el desarrollo de esta autonomía implica el de
múltiples competencias humanas, como las cognitivas, que
capacitan al ser humano para entender, apreciar y manejar sus
relaciones con realidad en sus múltiples dimensiones,
él mismo incluido.
La educación es entonces
el proceso por el cual un ser humano, que aprende, es apoyado por
otro ser humano, que enseña, en la construcción, ampliación y
sostenimiento de su autonomía. La autonomía, y por
ende la dignidad humana, no es un don ni una condición
natural, sino una conquista de la solidaridad
humana implícita en el acto educativo. En cada etapa de la
vida el educador debe conocer, respetar y apoyar el potencial
para la autonomía del educando que se encuentra como
posibilidad en sus competencias humanas generales.
El desarrollo
humano comprende diversas dimensiones que se constituyen e
integran en la interacción con el medio cultural para
ayudar a configurar la
personalidad. Para propósitos educativos concebimos
estas dimensiones como competencias. Definimos competencia
humana como una habilidad general y forma de conciencia,
producto de la
integración de conceptos, destrezas y
actitudes, que
dota al ser humano de una capacidad de entendimiento, acción
y transformación de sus relaciones con el mundo,
él/ella mismo incluido.
Ser competente significa que la persona tiene el
conocimiento declarativo (la información y conceptos), es decir, sabe
lo que hace, por qué lo que hace y conoce el objeto
sobre el que actúa. Ser competente, también
implica, tener la capacidad de ejecución, es decir
el
conocimiento procesal o las destrezas intelectuales y psicomotoras para en efecto
llevar a cabo la ejecución sobre el objeto. Finalmente,
ser competente implica tener la actitud o
disposición (conocimiento
actitudinal) para querer hacer uso del conocimiento declarativo
y procesal y actuar de manera que se considera
correcta.
En nuestro trabajo
hemos identificado las siguientes competencias humanas
generales como metas de la
educación orientada al desarrollo humano integral,
ya sea en la escuela, el
hogar o como proceso autogestivo:
- Pensamiento sistemático, creativo y
crítico
(2) Comunicación significativa y
creativa
(3) Interacción social
efectiva
(4) Autoestima y autoconocimiento:
(5) Conciencia moral y
ética:
(6) Sensibilidad estética
(7) Conciencia ambiental y
salubrista
(8) Conciencia histórica y
cívica
(9) Habilidad psicomotora para la recreación y el trabajo
(10) Sentido de trascendencia
Nuestro concepto de
competencia se distingue de las versiones conductista e
instrumentalistas del mismo, que ven en al competencia una mera
destreza o proceso que puede aprenderse y "dominarse" por medio
de "entrenamiento".
Las competencias humanas generales son aprendizajes mayores o
comprensivos, resultado de la totalidad de experiencias
educativas formales e informales en las que la persona se
involucra. Son capacidades generales que se desarrollan como
parte del proceso de maduración biopsicocultural, a partir
del potencial humano para el aprendizaje, y ante los retos que
las diferentes etapas de la vida le plantean a la persona. Su
desarrollo es continuo, gradual y acumulativo. La escuela es solo
un espacio, mejo o peor organizado, para su
desarrollo.
El hogar, la comunidad, la
escuela o universidad y el
propio proceso autogestivo, son los principales espacios sociales
en los cuales se construyen nuestras competencias. Esto puede
ocurrir en forma incidental o en forma deliberada,
sistemática y crítica. La enseñanza orientada al desarrollo de
competencias, en la que hemos trabajado por más de 20
años, consiste en esto último. Se trata de hacer de
estos espacios zonas de desarrollo humano integral a base de
competencias. En el caso de la escuela o universidad, se trata de
transformar el currículo y la convivencia humana en
oportunidades para promover el desarrollo de estas competencias.
Esto significa ayudar a desarrollar e integrar los seis elementos
constitutivos de toda competencia, pues la mayor o menor
competencia que una persona demuestra depende precisamente de
ello.
El
sentido de trascendencia como forma de experiencia
humana
Diversas corrientes en la literatura, la
filosofía y la psicología han
insistido en que "El preocuparse por hallar un sentido a la
existencia es una realidad primaria, es la característica
más original del ser humano." Esta búsqueda de
sentido implica situar la vida del ser humano particular en un
espacio y tiempo que la
engloba y la trasciende para darle finalidad, propósito,
estructura y
función. El sentido implica pues
trascendencia. Como lo dice Víçtor Frankl: "El
hecho antropológico fundamental es que el ser humano
remite siempre más allá de si mismo, hacia algo que
no es él, hacia algo o hacia alguien, hacia un sentido. El
ser humano se realiza a si mismo en la medida que se
trasciende"
Escribe Hostos en 1873 con palabras que muy bien
expresan, a modo de ejemplo, lo que vamos a llamar "sentido de
trascendencia":
"Proceso de acciones
químicas en perdurable combinación, proceso del
conjunto de evoluciones de la materia que
constituyen la vida organizada y del conjunto de órganos
que determinan un a vida individual? yo soy una relación
entre todas las realidades percibidas. Siendo una
relación, ¿soy yo un esclavo? ¿soy yo un
condenado a recibir leyes de todos,
del universo, de mi
planeta, de la sociedad donde me he hallado abandonado? Surge
entonces toda mi personalidad
en mi conciencia y comprobando las operaciones de la
razón con todas las realidades que había visto,
declaro que soy una entidad responsable de mi vida, que soy una
vida limitada en el espacio y en el tiempo, que soy una de tantas
relaciones como existen entere todas las leyes del universo
físico y moral. Y entonces construyo las tablas de mi fe,
basada en el catálogo de mis derechos y mis deberes? Ya
estatuido el catálogo de mis deberes y los derechos
fundamentales de mi vida, percibo una latente relación ?
Es el presentimiento , el preconocimiento de mi finalidad. Yo
tengo un fin en mi existencia? está en toda mi alma y
sucesivamente es solicitación de mi actividad hacia todo
cuanto me rodea, atracción de mi sentimiento por la
armonía de la naturaleza y
de la vida, creencia racional en la necesidad de vínculo y
unión de todo lo que existe, conciencia de que mi vida
debe servir para aumentar, no para alterar el orden universal que
he conocido
Entonces resumo el resultado de esta
indagación y viéndome intelectualmente ligado como
átomo,
como vida como organismo, como ser racional, como se social, a la
materia al espíritu, a los hombres; y educiendo de esa
alianza latente mis deberes, mis derechos y mi fe, me siento en
la soberana plenitud de mi existencia, en la plena soberanía de mi ser, en la augusta
posesión de responsabilidad individual, y tomo de la realidad
que me circunda y de mi propia realidad la norma y la conducta de mi
vida."
Definimos el "sentido de trascendencia" como la
capacidad de un ser humano para una forma de experiencia y
conciencia, es decir, para experimentar (acto hermenéutico
simultaneo de interpretar, sentir y vivir) su vida -o actos de la
misma- como parte de una totalidad más amplia, en el
contexto cual ésta cobra un significado de misión, y
de la cual brota un sentido de responsabilidad, pero
también de armonía, de paz y de entusiasmo. La
experiencia de la trascendencia implica en primer lugar el
reconocimiento de que nuestra vida plena se inserta en procesos
más amplios en espacio y tiempo a la luz de los cuales
adquiere sentido de dirección, goce y
liberación.
El sentido de trascendencia confiere un significado a la
vida, frente a la mera casualidad o el absurdo. Permite pensar
que la vida individual es parte de una trama o plan o
propósito. Nos da con ello la esperanza de que podemos
esperar un mundo mejor, que es posible librarse del mal
voluntario, de que nuestros esfuerzos por lograrlo no
serán en vano.
El sentido de trascendencia permite experimentar un
estado de
conexión, es una experiencia de ser, de pertenecer y de
cuidar. Es sensitividad y compasión, gozo y esperanza. Es
la armonía entre la vida más interna y la vida
exterior, o la vida del mundo o del universo. Es la creencia en
la vida humana como parte del eterno torrente del tiempo, de que
cada uno de nosotros vino de algún sitio, y esta destinado
a algún sitio.
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