- Personajes
- Temas claves de la
obra - Análisis detallados de
Efraín y María - Localización
geográfica - Espacio
- Tiempo
cronológico - Figuras
literarias - Expresiones
literarias - Vocabulario
Enmarcada por la espléndida geografía del Valle
del Cauca, en épocas pasadas floreció la hacienda
«El Paraíso». Allí, rodeados por la
bondad de sus padres y tíos, crecieron dos jovencitos de
nombres Efraín y María, primos hermanos, quienes
desde su más tierna infancia se
hicieron inseparables compañeros de juego y
alegría. Muy pronto, sin embargo, el camino de los dos
primos se separó.
Efraín, alcanzada la edad necesaria para
emprender una sólida educación, fue
enviado por sus padres a la ciudad de Bogotá, en donde,
tras seis anos de esfuerzo, consiguió coronar sus estudios
de bachillerato.
María, entre tanto, lejana ya las delicias de la
infancia, se había convertido en una bellísima
muchacha, cuyas dotes y hermosura encandelillaron al
recién llegado bachiller.
Ciertamente la sorpresa del muchacho fue compartida.
También María se sintió vivamente
Impresionada ante las maneras y el porte de su primo, y aquella
mutua admiración dio tránsito a un vehemente
amor que se
apoderó de sus corazones, sin que ellos mismos pudieran
comprenderlo o sentirlo.
El cariño de los jóvenes progresó
dulcificado por las bondades de su medio y muy pronto, a pesar de
que ellos quisieron ocultarlo, los ojos de sus mayores recabaron
en este mutuo afecto. Entonces, una sombra dolorosa se interpuso
entre los dos enamorados.
Los padres de Efraín, quienes abrigaban un
vivísimo amor por su sobrina, no podrían olvidar
una penosa circunstancia .que señalaba indefectiblemente
su destino. Tal como su madre, muerta bastante tiempo
atrás. Marta daba muestras de padecer una dolorosa
enfermedad. Aquella dolencia, que llevara a la muerte a
quienes la padecieran, tarde o temprano, empezaba a notarse en el
semblante juvenil de la muchacha. Ningún alivio era
suficiente, y aunque el ánimo de los buenos señores
se inclinara favorablemente al amor de los muchachos, la
posibilidad, casi indudable, de la muerte
temprana de María, los obligaba a oponerse.
A pesar de ello, sus acciones no
revistieron crueldad o torpeza. Todo lo contrario, el padre
llamó a Efraín a su lado y sin mostrar señal
alguna de su íntima determinación, lo instó
a viajar a la lejana Europa a fin de
adelantar estudios superiores de medicina.
Aquella solicitud conturbó el ánimo de la
enamorada, quien veía con profundo pesar la forzosa
distancia que entre los dos pudiera interponerse.
Sin embargo, la voluntad paterna fue determinante y tras
una serie de obstáculos y aplazamientos que llenaron de
felicidad el corazón de
los amantes, Efraín enderezó sus pasos rumbo a
Londres. El dolor de los primeros tiempos de separación
fue mitigado por las incontables cartas que los
muchachos se enviaban.
Muy pronto, Efraín resintió las dilaciones
y tardanzas de su amada. Y cuando esta situación
más lo mortificaba y ofendía, supo por boca de un
amigo recién llegado a Inglaterra, que
la joven María había sido postrada por una dolorosa
enfermedad que la amenazaba cruelmente y que requería su
presencia. Inauditos fueron entonces los dolores de Efraín
tratando de encontrar vías inmediatas para su
desplazamiento desde Europa.
Las enormes distancias y la lentitud de los transportes
se erigía como otras tantas lanzas que mortificaban su
corazón. Días y días se sucedían, sin
que la añorada patria asomara en el horizonte. Llegaron
después tas penalidades de la travesía de
ríos y montanas, los accidentes,
las lluvias, la crueldad de la naturaleza que
inconmovible asistía a los agónicos esfuerzos del
enamorado. Cuando ya Efraín consiguió descabalgar
en tierras de «El Paraíso» y saludó emocionado a
sus padres, por el semblante de aquellos adivinó la
verdad: sus esfuerzos fueron vanos.
La amada no pudo aguardar su llegada y con su nombre
entre los labios falleció.
La desesperación de Efraín lo condujo
hasta el pie de la tumba de María, en donde los recuerdos
de las alegrías pasadas que la llevaron hasta la
postración. Finalmente, incapaz de soportar la vida en
medio del maravilloso valle que fuera escenario de su amor y que
lo inundaba cada instante con su alud de recuerdos y emociones,
Efraín decidió abandonar para siempre la tierra de
sus mayores y se adentró en lo desconocido.
PRINCIPALES
EFRAÍN, joven protagonista de la novela,
enamorado de María, que luego de comprometerse en matrimonio con
ella a su regreso de Europa, ve frustradas sus ilusiones al
encontrar que ha fallecido en su ausencia.
MARÍA, novia de Efraín, hija de
Salomón, judío de Jamaica que antes de morir la
deja bajo ci cuidado de! padre del protagonista. Al padecer la
misma enfermedad que terminó con la vida de su madre, ve
que ésta se recrudece por la ausencia de Efraín.
Pide a este que vuelva a su lado, pero sus fuerzas se debilitan y
su vida se agota antes de tener e! remedio de su
presencia.
EL PADRE, bondadoso hacendado del Valle del Cauca, en
cuya casa permanece María bajo su cuidado. Es quien
dispone e! viaje de su hijo Efraín a Europa a continuar
los estudios de medicina, pero lamentablemente esta es la
razón por la cual se intensifica la enfermedad que lleva a
María a una muerte temprana.
LA MADRE, buena mujer,
típica esposa tradicional de carácter .sumiso, cuya presencia en la
novela es
símbolo de prudencia y buen consejo en los
momentos adversos.
EMMA, hermana de Efraín y confidente de los
enamorados. Siempre dispuesta a crearles momentos propicios y a
servirles de consuelo en las
dificultades.
SECUNDARIOS
JULIAN, hermano de Efraín, estrechamente unido a
María, de quien recibe un amor casi maternal.
DOÑA ANDREA, madre del anterior.
LUCAS, neivano agregado de una hacienda vecina a la de
José, que forma parte del grupo que va a
la cacería del tigre.
TIBURCIO, otro participante en la cacería del
tigre. Novio de Salomé.
MARTA, cocinera de la posesión de José y
su familia.
FELICIANA, negra aya de María, que en el pasado
tuvo el nombre de Nay. Era hija de un guerrero achanti del
África, pero capturada por uno traficantes, fue conducida
a América
en calidad de
esclava.
ESTEFANA, negrita de doce años, hija de esclavos
que sirve en la casa. Tiene un afecto fanático por
María.
CAMILO, criado de la familia de
Efraín enviado a Cali por correspondencia que
esperaban.
EL CURA, anciano religioso que oficia la boda de
Tránsito y Braulio.
SEÑOR A, caballero con quien viaja Efraín
a Europa y quien le da
la noticia de la gravedad de María.
MAGMAHU, guerrero achanti padre de Nay
(Feliciana).
SAY TUTO KUAMINA, rey achanti a cuyo servicio
estuvo Magmahú.
ORSUÉ, caudillo de los achimis, muerto por
Magmahú.
SINAR, hijo del anterior y esposo de Nay. Luego de ser
capturado por unos traficantes es separado para siempre de su
mujer, con quien ha tenido un hijo, el negrito Juan
Ángel.
WILLIAM SARICK, irlandés dueño de la casa
donde fue dejada Nay (Feliciana) por los traficantes en calidad
de esclava.
GABRIELA, mujer del anterior. Nay encuentra en ella
consuelo por la pérdida de su esposo y buen consejo en la
desesperación.
EL YANKEE, americano que intenta comprar a Nay para
llevarla a su país, donde el hijo de ésta
será esclavo por siempre.
CUSTODIO, chagrero compadre de Efraín a quien
pide lleve a su hija Salomé a su casa para alejarla de la
tentación de Justiniano, hermano de Carlos, que parece
acecharla con propósitos no muy honestos.
El amor
María es un ingenuo idilio sentimental,
romántico, que ha sido comparado con Pablo y Virginia de
J. H. Bernardin de Saint Fierre (obra donde el autor
francés trabaja el exotismo paisajístico y el
sentimentalismo), y con Átala de Chateaubriand, serie
también de relatos exóticos, como también
hubiera podido serlo, en cierto modo, la novela pastoril Dafnis y
Cloe del sofista griego Longo, pero que no es imitación
servil de nadie, sino espontáneo y sentido recuerdo de un
primer amor purísimo, ideal en el más alto grado de
romanticismo.
Pero lo anterior no excluye cierto sensualismo, algo de
fetichismo -por supuesto, muy delicado y cándido por parte
de Efraín quien se extasía en más de una
ocasión besando y observando las prendas de la
muchacha.
No duda en hacer elogios muy detenidos del cuerpo de
ella. Sus codos, la blancura de sus brazos; su cuello y sus
manos, los pies desnudos que la joven pretende cubrir en actos
púdicos, son materia de
largas descripciones que obviamente nos indican pasión
velada con delicadeza de palabras respetuosas.
Este amor es eterno pues cubre la totalidad de la vida
del personaje que narra y se ha inmortalizado en las
páginas de la novela de Isaacs.
Por su parte, en María encontramos el amor que
aguarda. Es la paciencia pura, la resignación que
jamás es vencida y que, al contrario, se acrecienta con
los obstáculos. Es el amor que destruye la materia antes
que agotarse en sí mismo. Es decir, en ella el amor todo
lo puede porque es espiritual.
Aunque la novela toca otros temas importantes, desde un
comienzo entendemos que el amor ocupará la generalidad de
la obra, porque María sólo se puede concebir como
símbolo de amor, A lo largo de todo el texto, sus
actitudes,
pensamientos y conductas están al servicio de! amor. No
hay un solo episodio donde nos encontremos con una María
diferente a la María-amor, y no hay un pasaje de amor en
donde no aparezca la imagen de
María como arquetipo, como modelo
indicativo de lo que es o debe ser un verdadero sentimiento
amoroso, a pesar de que en aquellos se halle el ideal de
antemano. Ella es la perfección, ella es amor.
La muerte
Como es común en el romanticismo, el amor y la
muerte van unidos en una conjunción trágica. Desde
el comienzo de la novela, y aunque la muerte no haya sido
mencionada, se percibe cierta atmósfera densa,
cierta inclinación a lo desconocido, que nos anuncia
turbulencias y estados de ánimo agónicos. La simple
partida del chiquillo Efraín fuera del seno familiar, no
hace más que presentarnos una especie de muerte a escala menor. El
hijo parte y el llanto invade un hogar. El dolor reina y el hijo
debe experimentar lo desconocido.
A su regreso todo parece brillar por la ilusión,
pero no tardan en aparecer signos
inequívocos de angustia. María se retira temprano a
su habitación porque le duele la cabeza; falta a la mesa
del comedor en un acto inusual en las costumbres de la
época y… su mano tiembla. Su primer ataque oscurece la
dicha y un ave negra que golpea la mejilla de Efraín, nos
hace perder toda esperanza contra lo fatal: es la alegoría
de la muerte que sonríe por primera vez y nos indica que
su atención se ha depositado en aquella
muchachita indefensa y amada para no desviarse ya a ningún
otro lugar, porque es implacable y saborea con su rigor el
padecimiento de quienes se le oponen.
Todo en adelante será ilusorio para los
personajes de la novela y para el lector ingenuo. El ave sigue
apareciendo siempre con azotes de humor negro y nos
acompañará hasta el final de la novela.
La esclavitud
Aunque muchos críticos han afirmado que la
sociedad
plasmada en María es un mundo idealizado en que todos los
personajes son buenos y nobles, se puede cuestionar dicha
afirmación. Ante todo, nada de noble tiene una sociedad
que admite la institución abominable de la esclavitud.
Isaacs demuestra la preocupación del Realismo al
censurar esta vulgaridad inhumana.
Efraín pregunta a Emigdio por qué un
muchacho tiene el brazo mutilado; su amigo contesta que lo
había metido en el trapiche, y se queja de la estupidez de
los esclavos, y añade que ya el joven no sirve más
que para cuidar caballos. La simple inclusión de este
pasaje nos muestra que el
autor se aterra ante tal desconsideración. Pero la mayor
protesta contra la esclavitud la encontramos en el relato de Nay
y Sinar; el dolor de los desgraciados que se ven separados de sus
familias; los horrores de los buques que transportan los
esclavos, las propuestas depravadas que hacen algunos traficantes
a las negras más bonitas, etc. Es pues, un tanto
apresurado afirmar que la novela nos presenta una sociedad
idealizada.
ANÁLISIS
DETALLADOS DE EFRAÍN Y MARÍA
Efraín
La atracción sexual de María representa
una actitud sana
por parte de Efraín hacia la pasión amorosa; el
amor espiritual no debe estar separado del amor
físico.
Los rasgos definidores de la sicología de
Efraín (su orgullo como miembro de la aristocracia local,
su interés
en los humildes, sus sensualidad, su condición de poeta,
su amor a la naturaleza) están ampliamente documentados en
la
personalidad de su creador. Salta a la vista, entonces, que
Efraín no es un estereotipo literario, como suele declarar
la crítica, sino que es un autorretrato de su
autor. Es cierto que Efraín coincide con el típico
héroe romántico en su gran capacidad emocional y en
su tendencia a creerse un dandi de la época.
María
María muestra ser dulce y sumisa desde su
aparición inicial; al contrario de otras mujeres, ella no
recibe placer de las pequeñas riñas de novios, y
hace lo posible por evitarlas. Ella cree en la superioridad
intelectual de los hombres, y piensa que las mujeres no deben
ofrecerles consejos.
El temperamento manso y pacífico de María
no la coloca en una posición de desventaja respecto al
novio más dominante; es precisamente su suavidad lo que
más atrae y cautiva a Efraín. En pocas palabras,
María es una mujer verdaderamente femenina, que sabe
comunicar su amor sin que se note.
Esta característica de feminidad es lo que hace
de María la mujer
ideal.
Aunque inteligente, María no tiene
educación formal otro ideal romántico. En el siglo
diecinueve en Colombia, lo
normal era que las niñas sólo aprendieran los
oficios de la casa y que se dedicaran exclusivamente a sus
familias. Los instintos maternales de María cumplen otro
requisito del Romanticismo, igual que su firme fe religiosa, su
languidez amorosa.
Es dificil crear una relaciónmas exacta de los
otros personajes pues son mas efimeros y de menos importancia en
la obra
El aspecto espacial de María tiene
características muy curiosas y hasta desconcertantes. El
crítico norteamericano Donaid McGrady es quizá
quien mejor ha investigado y comprendido este fenómeno, y
por tanto es conveniente seguirlo en sus
planteamientos.
Dice el investigador que casi siempre Efraín
especifica con una puntualidad minuciosa los lugares por los que
pasa en Colombia. Esto se ve continúa sobre todo en los
capítulos LVII a LX, donde el narrador describe su viaje
por el río Dagua y por el camino a Cali, región en
la cual Isaacs trabajó cuando empezaba a escribir
María. En estos capítulos menciona lugares tan
pequeños que hoy día se ignoran los nombres que
tenían en aquella época.
Sin embargo, en algunos casos, Isaacs abrevia u omite
ciertos topónimos; estas omisiones y abreviaturas tienen
por propósito disfrazar superficialmente el escenario
principal de María: la hacienda llamada "El
Paraíso" y sus alrededores.
Nunca se menciona este nombre, ni los de las otras
haciendas ("La Manuelita" y "La Rita") que perdió la
familia Isaacs unos años antes de la publicación de
la novela. Esta técnica de omisión refleja la
afición romántica por todo lo vago e impreciso;
menudean los casos en las novelas del
francés Alphonse de Lamartine y del novelista inglés
Walter Scott, por ejemplo. Además, es posible que hubiera
motivos no literarios para algunas de estas omisiones. En el
capítulo XXXIII Isaacs hace unas alusiones personales muy
denigrantes a los nuevos dueños de las haciendas que
habían sido de sus padres; quizá el autor
disimuló los nombres de las propiedades para evitar
posibles pleitos por calumnia.
María, dice que puede fecharse de una manera
aproximada. Como en la novela existe todavía la
esclavitud, abolida en Colombia a principios de
1852, se desprende que la trama tiene lugar antes de ese
año.
Otro dato que apunta hacia la misma fecha es !a
referencia (XXIII) al periódico
"El Día", que dejó de publicarse en julio de 1851.
El colegio del doctor Lorenzo María Lleras, adonde
asistió Efraín, funcionó de 1846 a 1852.
Así es que el idilio de Efraín y María
transcurriría hacia el año 1850. Esto quiere decir
que Efraín, que tiene veinte años al comienzo de la
novela, es siete años mayor que Isaacs, quien nació
en 1837.
Isaacs insertó tantas referencias al tiempo en su
novela. Y piensa que probablemente la razón es que
así se carga el énfasis sobre la inminencia del
viaje de Efraín, el cual causará la muerte de
María. La obsesión con el tiempo constituye una
manera de preludiar el fallecimiento de la heroína, que
para Efraín será el momento en que cese totalmente
el tiempo.
Metáfora
Esta figura consiste en expresar una idea a
través de otra con la cual guarda analogía o
semejanza. Entre las tantas cualidades de María, sin duda
se debe mencionar la poesía;
su forma lírica de expresarse es de gran luminosidad para
ilustrarnos de manera más estética las ideas, acudiendo para ello a
la gama de posibilidades que le brinda la preceptiva.
• "… Entonces caemos en una postración
celestial…"
• "Antes de ponerse el sol, ya
había yo visto blanquear sobre la falda de
la montaña la casa de mis padres."
• "Las herraduras de mi caballo chispearon sobre el
empedrado patio."
Símil o comparación
Semejanza directa existente entre dos términos.
Las comparaciones son permanentes en la novela. Es como si la
realidad no mereciera ser denominada directamente. El estilo de
Isaacs, romántico, cargado de giros que quieren insinuar
dulzura, perdería bastante de su belleza si fuera directo
y escueto:
• "Y sus ojos estaban humedecidos aún, al
sonreír a mi primera expresión afectuosa, como los
de un niño cuyo llanto ha acallado una caricia
materna."
• "Algo oscuro como la cabellera de María y
veloz como el pensamiento
cruzó por delante de nuestros ojos."
Personificación
Figura retórica que consiste en darle
características humanas a los objetos o a los animales. Menos
frecuente que las anteriores, de todos modos es una figura que
enriquece la novela por la espontaneidad que otorga al
texto.
• "Cuando en un salón de baile, inundado de
luz, lleno de
melodías voluptuosas…"
•"Es necesario que vuelvan al alma
empalidecidas por la memoria
infiel."
De contenido
Tipos de descripción
De lugares
Sus descripciones de lugares son numerosas en la obra.
En ellas imperan el idilio, la idealización y, en
ocasiones, tanto el realismo como el costumbrismo. Veamos algunos
ejemplos:
• "El cielo tenía un tinte azul
pálido: hacia el oriente y sobre las crestas
altísimas de las montañas, medio enlutadas
aún, vagaban algunas nubecillas de oro, como las
gasas del turbante de una bailarina esparcidas por un aliento
amoroso."
• "Atravesé un corto llano en el cual el
rabo de zorro, el friega-plato y la zarza dominaban sobre los
gramales pantanosos; allí ramoneaban algunos caballejos
molenderos rapados y mutilados por el carguío de
leña y la crueldad de sus arrieros…"
• "En la casa llamaban la atención a un
mismo tiempo la sencillez, la limpieza y el orden: todo
olía a cedro, madera de que
estaban hechos los rústicos muebles, y narcisos con que la
señora Luisa había embellecido la cabañita
de su hija: en los pilares había testas de venados, y la
patas disecadas de los mismos servían de garabatos en la
sala y en la alcoba."
En la descripción de personas, como en casi todo
tipo de descripción del autor, el adjetivo es fundamental
y está usualmente dirigido a embellecer y dar gracia, a
exaltar cualidades o dar un toque de colorido a lo descrito. Por
regla general es muy claro en sus juicios. Apreciemos estas
cualidades en una descripción de María:
• "Ella estaba tan hechicera como mis ojos debieron
decírselo: un gracioso sombrero de terciopelo negro,
adornado con cintas escocesas y abrochado bajo la barba con otras
iguales, que en el ala dejaba ver, medio oculta por el velillo
azul, una rosa salpicada aún de rocío, descansaba
sobre las gruesas y lucientes trenzas cuyas extremidades
ocultaba: arregazaba con una de las manos la falda negra, que
ceñía bajo un corpiño del mismo
color
• un cinturón azul con broche de brillantes,
y una ancha capa se le desprendía de los hombros en
numerosos pliegues."
De situaciones
En este tipo de descripción, Isaacs tiende a ser
cinematográfico, muy explícito y con mucho grado de
tensión y espectacularidad:
"José disparó: el tigre rugió de
nuevo tratando como morderse el lomo, y de un salto volvió
instantáneamente sobre Braulio. Este, dando una nueva
vuelta tras los robles, lanzóse hacia nosotros a recoger
la lanza que le arrojaba José. Entonces la fiera nos dio
frente. Sólo mi escopeta estaba disponible:
disparé; el tigre se sentó sobre la cola,
tambaleó y cayó."
Hartón: fruto de cierta especie de
plátano: es muy grande y común en el Valle del
Cauca.
Holán: batista, tela delgada muy
fina.
Horrarse: de bono: se aplica a vacas y otras
hembras de animales cuando se malogra la cría. Entre
jugadores, devolverse el tanto expuesto en la partida.
Hu turutas: interjección de
desaprobación o impaciencia.
Jigra: mochila grande de mallas de cabuya o de
correíllas de cuero.
Jilo: en derechura. Rectitud,
integridad.
Lajero (perro): de caza.
Lambido: relamido, presuntuoso.
Machetona: navaja grande.
Manatí: corbacho,
látigo.
Mandinga: Diablo, demonio.
Manea: traba que se pone en las patas traseras a
la vaca que se ordeña.
Maneto: deforme de uno o ambas manos; se dice de
los cuadrúpedos.
Mangón: potrero pequeño.
Manzanillo: color amarillo
tiznado; se aplica a los caballos.
Mecha: broma.
Mechoso: haraposo, sucio.
Medalla: onza de oro.
Mezquinar: librar de un castigo.
Mocho: caballo malo, o sin una oreja.
Montarrón: selva grande.
Montuno: montaraz. Que anda por los
montes.
Mote o mute: maíz
cocinado.
Ña: abreviación de señora;
se usa solamente antepuesto a los nombres de la gente
plebeya.
Karol Paola CANO MONTES