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Historia de la Literatura Venezolana




Enviado por Fabiola Malavé



    1. La Época
      Colonial
    2. Neoclasicismo y
      Romanticismo
    3. Positivismo, Modernismo y
      Literatura Venezolana
    4. La
      Independencia
    5. Romanticismo
    6. Modernismo
    7. El Siglo XX
    8. Conclusión
    9. Bibliografía

    INTRODUCCIÓN

    La historia de la Literatura
    venezolana, es de importancia valorizar toda una gama de cambios
    desde la época de la colonia hasta la
    actualidad.

    La literatura venezolana logro de muchos escritores,
    poetas, etc. Los cuales con sus sentimientos, llenaron a todos
    sus lectores de conocimientos, sentimientos, en todos los
    sentidos.

    En este trabajo se
    escriben algunas características de ilustres personajes de
    nuestra literatura Venezolana.

    Historia de la Literatura
    Venezolana

    La Época Colonial

    La primera referencia escrita que se posee con respecto
    a Venezuela es
    la relación del tercer viaje (1498) de Cristóbal
    Colón (c. 1451-1506), durante el cual descubrió
    Venezuela. En esa epístola (31 de agosto de 1498) se
    denomina a Venezuela como la "Tierra de
    gracia". Pero poco a poco aparecerán los escritores de
    literatura. Desde los días de la isla de Cubagua (1528)
    los encontramos. De ellos ha llegado el nombre y el poema de
    Jorge de Herrera y las vastísimas Elegías (1589) de
    Juan de Castellanos.

    Durante los tres siglos coloniales la actividad
    literaria será constante, pero los textos que se conservan
    en la actualidad son escasos, debido a la tardía
    instalación de la imprenta en
    este país (1808), lo cual impidió a muchos
    escritores editar sus libros. Pese a
    ello, de 1723 es la Historia de José de Oviedo y
    Baños, la mayor obra literaria del barroco
    venezolano; de las últimas décadas del siglo XVIII
    procede el Diario (1771-1792) de Francisco de Miranda, la mayor
    obra en prosa del periodo colonial.

    De fines del mismo siglo es la obra poética de la
    primera mujer escritora
    del país de la que se tiene noticia: sor María de
    los Ángeles
    (1765-1818?), toda ella cruzada por un intenso sentimiento
    místico inspirado en santa Teresa de Jesús. Pese a
    que se puede nombrar a varios escritores de este periodo, los
    rasgos más notables de la cultura
    colonial hay que buscarlos más que en la literatura en las
    humanidades, en especial en el campo de la filosofía y de
    la oratoria
    sagrada y profana, en las intervenciones académicas y en
    el intento llevado a cabo por fray Juan Antonio Navarrete
    (1749-1814) en su Teatro
    enciclopédico.

    Los primeros escritores venezolanos de la literatura
    colonial fueron los cronistas de Indias, entre ellos Juan de
    Castellanos, fray Pedro de Aguado y fray Pedro Simón.
    Podemos también mencionar a José Oviedo y
    Baños, quien residió en Caracas desde los 14
    años de edad, como el primer escritor criollo. Oviedo y
    Baños con un estilo clásico y realista contaron la
    conquista y población de la Provincia de
    Venezuela.

    Durante la revolución
    de la Independencia,
    Simón Bolívar
    también usó su pluma para defender y divulgar los
    principios
    republicanos, y a veces para expresar sus emociones y
    vivencias personales. Las creaciones literarias que
    marcarán pauta pertenecerán a los géneros de
    la prosa y la poesía
    de sabor neoclásico de Andrés
    Bello. A su lado, destaca la escritura
    genial de ruptura y parodia de Simón
    Rodríguez.

    Neoclasicismo y Romanticismo

    En los inicios de la era republicana figuran cuatro
    grandes nombres de las letras venezolanas: Andrés Bello,
    Fermín Toro, Rafael María Baralt y Juan Vicente
    González. El más destacado poeta, de clara
    autenticidad romántica, se llama Juan Antonio Pérez
    Bonalde.

    Entre los costumbristas venezolanos están Daniel
    Mendoza, Francisco de Sales Pérez, Nicanor Bolet Peraza,
    Francisco Tosta García, Rafael Bolívar Alvarez,
    Rafael Bolívar Coronado y Miguel Mármol. Dos
    escritores de carácter señalan la
    transición hacia nuevas posiciones intelectuales
    y creadoras: Cecilio Acosta y Arístides Rojas.

    Positivismo,
    Modernismo y Literatura
    Venezolana

    Fue después de 1880 cuando se perfiló en
    Venezuela un movimiento
    literario de más ambiciosa inspiración. En el
    género
    narrativo, el descubrimiento del naturalismo inspiró a
    Tomás Michelena una novela:
    Débora (1884) y a Manuel Vicente Romero García, su
    obra Peonía (1890), primera tentativa de novela criolla
    integral. Otros autores dentro de la tendencia serían
    Gonzalo Picón Febres (El sargento Felipe, 1899), y Miguel
    Eduardo Pardo (Todo un pueblo).

    Manuel Díaz Rodríguez, prosista y narrador
    de refinado lenguaje, se
    destaca como la figura más importante que el modernismo
    produjo en Venezuela. Le suceden Luis Urbaneja Achepohl, Rufino
    Blanco Fombona, José Rafael Pocaterra, Teresa de la Parra
    y Rómulo Gallegos.

    Con la obra portentosa de Rómulo Gallegos, donde
    se destaca la inmortal novela Doña Bárbara, culmina
    toda una etapa de la narrativa venezolana, aquella sometida a las
    influencias del nativismo, del costumbrismo, del realismo, del
    lirismo descriptivo que alcanza tonos épicos cuando
    contempla las luchas del hombre con la
    naturaleza.

    Es importante mencionar a Arturo Uslar Pietri (Las
    lanzas Coloradas, 1931), quien se afirmó como la mayor
    promesa narrativa novelesca; a Enrique Bernardo Nuñez, a
    Julio Garmendia, a Antonio Arraiz, a Ramón
    Díaz Sánchez, a Guillermo Meneses, a Miguel Otero
    Silva. Del grupo
    "Contrapunto", entre 1946 y 1949, surgen narradores destacados
    (Andrés Mariño Palacio, Ramón
    González Paredes, Héctor Mujica y otros),
    dueños de una información literaria más actual que
    los anteriores, y cuyas creaciones pretenden liberar la narrativa
    de los resabios del costumbrismo, del criollismo, de la
    temática rural, del mensaje edificante, del modo de contar
    lineal. Más tarde, aparece Salvador Garmendia, quien
    desarrolla su temática hasta consecuencias de
    hiperrealismo anonadante, y aborda otros espacios, entre ellos el
    fantástico.

    También se destaca la narrativa paródica y
    densa de Luis Britto García, pasando por la importante
    obra de José Balza, un experimentador incansable, y por la
    de Oswaldo Trejo, atrevidamente textual. Se impone citar a
    Humberto Rivas Mijares y a Gustavo Díaz Solis, a Pedro
    Berroeta, a Oscar Guaramato, a Antonio Márquez Salas, a
    Alfredo Armas Alfonzo,
    Manuel Trujillo, Orlando Araujo y a Adriano González
    León, la gran promesa del grupo Sardio y de la
    generación de 1960.

    También están presentes Argenis
    Rodríguez, José Vicente Abreu, Laura Antillano,
    Francisco Massiani, Denzil Romero, Ednodio Quintero, Alberto
    Jiménez Ure, Gabriel Jiménez Emán, Armando
    José Sequera y Antonia Palacios, autora de la más
    importante obra narrativa de pluma femenina después de
    Teresa de la Parra.

    La
    Poesía

    A pesar de que la poesía venezolana
    tardó mucho en alcanzar la modernidad, un
    poeta que debe ser leído y valorado como el único
    gran poeta modernista que tuvo Venezuela, es Alfredo Arvelo
    Larriva, virtuoso de la rima y del soneto. Otros poetas dignos de
    ser recordados son Andrés Mata, Sergio Medina, Ismael
    Urdaneta y Andrés Eloy Blanco, el poeta más popular
    de Venezuela, situado entre lo tradicional y la vanguardia.

    Vale mencionar también a Fernando Paz Castillo, a
    Luis Barrios Cruz, a Jacinto Fombona Pachano, a Rodolfo Moleiro,
    a Enrique Planchart, a Luisa del Valle Silva, a Enriqueta Arvelo
    Larriva, a Héctor Cuenca, a Julio Morales Lara y a Luis
    Enrique Mármol. Mención aparte merece José
    Antonio Ramos Sucre, maestro del poema en prosa, erudito,
    simbólico y misterioso.

    Entre tanto, tanto los poetas de 1918 como Antonio
    Arraiz, cada cual por su lado, dieron al traste con las formas y
    el lenguaje
    poético atrapados en las lecciones de versificación
    y rimado. La vanguardia produce sólo dos poetas: Pablo
    Rojas Guardia y Luis Castro. A cierta distancia de estos poetas,
    despuntó en el movimiento vanguardista Carlos Augusto
    León.

    El grupo Viernes, que se impuso entre 1938 y 1941,
    estuvo compuesto por Rafael Olivares Figueroa, Ángel
    Miguel Queremel, José Ramón Heredia, Luis Fernando
    Álvarez, Pablo Rojas Guardia, Pascual Venegas Filardo,
    Oscar Rojas Jiménez, Otto De Sola, y Vicente Gerbasi,
    aceptado hoy día como una de las voces líricas
    más intensas de Venezuela y de América. Entre los poetas que no siguieron
    las pautas viernistas destaca Juan Beroes, la figura que
    aupó el grupo "Suma", quien regresó a las formas
    poéticas clásicas y renacentistas. Luego surge Juan
    Liscano.

    Dentro del contexto de "españolistas" hay que
    situar la obra de Ida Gramcko, Ana Enriqueta Terán y
    Luz Machado.
    Estas mujeres poetas ocupan un sitio de privilegio en las
    décadas de 1940 y 1950. En la actualidad destacan la
    poesía muy personal de
    Yolanda Pantin, Margara Russoto, Edda Armas, Cecilia Ortiz y
    Lourdes Sifontes.

    José Ramón Medina es uno de los valores
    poéticos más firmes del posviernismo y el
    posespañolismo; sus compañeros Luis Pastori y
    Aquiles Nazoa no cambiaron los rasgos iniciales de su escritura
    neoclásica o neomodernista. Los poetas Dionisio
    Aymará y Carlos Gottberg, entre otros, se adentraron en la
    condición del hombre cotidiano.

    De la llamada "Generación del Sesenta" surgen
    poetas excepcionales: Rafael Cadenas, Francisco Pérez
    Perdomo, Juan Calzadilla, Arnaldo Acosta Bello, Ramón
    Palomares, Caupolicán Ovalles, Hesnor Rivera. Entre este
    grupo de poetas y el pasado hay que situar a Juan Sánchez
    Peláez, cuya obra reducida pero de intensa virtud
    visionaria y metafórica, de desgarrones existenciales y
    lirismo atormentado, reconoce como fuente la generación
    del sesenta. La breve experiencia de la revista
    Cantaclaro (1950), reveló a tres poetas: Rafael
    José Muñoz, Jesús Sanoja Hernández y
    Miguel García Mackle. Alfredo Silva Estrada se
    concretó a crear una obra que se cuenta entre las
    más coherentes de la poética venezolana.

    Otros poetas de ese período son Luis
    García Morales, Luis Guillermo Sucre, Víctor
    Salazar, Gustavo Pereira, Ludovico Silva, Ramón Querales,
    Luis Camilo Guevara, Víctor Valera Mora, Eleazar
    León, Elí Galindo y Julio Miranda. En Valencia, los
    poetas Eugenio Montejo, Alejandro Oliveros, Teófilo
    Tortolero, Reynaldo Pérez Só, en la revista
    Poesía de la Universidad de
    Carabobo, descartan las actitudes
    polémicas y crean un espacio propio.

    El poema breve encuentra en Luis Alberto Crespo a un
    cultivador original. De la generación de los ochenta, se
    encuentran voces como Enrique Mujica, Miguel y Vasco Szinetar,
    Willian Osuna, Armando Rojas Guardia, Igor Barreto, Salvador
    Tenreiro, Alberto y Miguel Márquez, Alejandro Salas, Luis
    Pérez Oramas, Nelson Rivera y Armando Coll
    Martínez.

    La poesía de la década de 1960 la dominan
    Eugenio Montejo y Luis Alberto Crespo; la de 1980, Yolanda
    Pantín y Rafael Arraíz Lucca (1959- ); la
    narrativa, figuras como José Balza, Francisco Massiani,
    Luis Britto García, Denzil Romero, Guillermo Morón,
    Gustavo Luis Carrera (1933- ), Ana Teresa Torres (1945- ), Laura
    Antillano (1950- ) y Stefanía Mosca (1957- ); el ensayo,
    Juan Carlos Santaella; y Víctor Bravo (1949- ) y Javier
    Lasarte (1955- ), la crítica
    literaria.

    De la
    prosa y sus aplicaciones

    El ensayo como subgénero vendría siendo
    una toma de conciencia de la
    propia escritura; desde este punto de vista Simón
    Rodríguez sería un ensayista. Ensayistas
    venezolanos de comienzos de siglo son Gonzalo Picón
    Febres, Luis López Méndez y Jesús
    Semprum.

    Es importante la obra de Julio Planchart, Luis Correa,
    César Zumeta, José Gil Fortoul, Pedro Emilio Coll y
    Arturo Uslar
    Pietri, quien ha cultivado esporádicamente el ensayo
    literario. La enseñanza, la bibliografía, la
    compilación, la investigación deben mucho a humanistas
    extranjeros nacionalizados o integrados a la vida del país
    hace años, como Pedro Grases, Manuel Pérez Vila,
    Segundo Serrano Poncela, Juan David García Bacca, y otros
    muchos fallecidos, como Federico Riu, Agustín Millares
    Carlo, Edoardo Crema, Juan Nuño y Ángel
    Rosenblat.

    Igualmente, sobresalen los trabajos de Eduardo Arroyo
    Lameda, Mario Briceño Iragorry, Laureano
    Vallenilla Lanz, Pedro Manuel Arcaya y Augusto Mijares. Entre
    los escritores de los sesenta sobresalen José Francisco
    Sucre y Ludovico Silva. Guillermo Sucre y Francisco Rivera pueden
    ser distinguidos como los mejores ensayistas actuales sobre
    literatura.

    LA INDEPENDENCIA

    La literatura hispanoamericana se hizo autónoma
    de la española durante este periodo (1823) gracias a los
    trabajos de Andrés Bello, porque él lo llenó
    todo con su obra intelectual, la cual traza el sendero que iba a
    recorrer esta literatura naciente y emancipada. Sin embargo,
    durante la etapa bélica (1810-1826) predomina la
    literatura de orientación política, cuya gran
    figura para Venezuela, sin duda alguna, fue Simón
    Bolívar, quien, además de ser el Libertador de
    Venezuela, fue también un escritor epistolar, orador,
    periodista y orientador de lo que sería la
    independencia.

    Textos suyos como La carta de
    Jamaica (1815), un ensayo
    vertido dentro de la forma epistolar, o el Discurso de
    Angostura (1819), composición ensayista para ser
    leída en voz alta, están considerados entre sus
    textos más significativos. Poetas menores concibieron
    obras de combate, o canciones patrióticas, que los
    compositores musicaron y llenan la atmósfera de aquel
    periodo de emergencia.

    ROMANTICISMO

    Será dentro del romanticismo
    cuando la literatura venezolana logre sus primeras obras
    significativas. En poesía brillan los nombres de
    José Antonio Maitín, el primer poeta
    romántico, y Antonio Pérez Bonalde (1846-1892),
    quien logra una plena expresión romántica,
    convirtiéndose así en el escritor mayor de esa
    escuela. En
    prosa, la novela da sus
    primeros pasos, pero no logrará desarrollarse hasta
    finales de siglo, pese a que la primera publicada, Los
    mártires (1842) de Fermín Toro, sea una obra de los
    años cuarenta.

    Al mismo tiempo la
    literatura vive el periodo costumbrista, que será el
    puente que conduzca a la expresión nacional en la novela,
    cosa que se encuentra en Zárate (1882), de Eduardo Blanco
    (1838-1912); en Peonía (1890), de Manuel Vicente Romero
    García —obra considerada el símbolo por
    excelencia del criollismo venezolano—, y en Todo un pueblo
    (1899), de Miguel Eduardo Pardo. En prosa crítica, durante este periodo, hay que
    citar a los grandes humanistas de la República; la mayor
    parte de ellos fueron además de ensayistas penetrantes
    críticos literarios. Los nombres de Fermín Toro,
    Cecilio Acosta, Juan Vicente González y Amenodoro Urdaneta
    (1829-1905), crítico literario, autor de Cervantes y la
    crítica (1877), son esenciales en este momento.

    MODERNISMO

    Durante el modernismo hispanoamericano (1882-1916),
    desde la publicación del Ismaelillo (1882) de José
    Julián Martí
    hasta la muerte de
    Rubén
    Darío (1867-1916), Venezuela aportó su
    contribución. Y lo hizo más por el camino de la
    prosa que de la poesía. De ahí que haya que
    comenzar citando al gran maestro de la prosa modernista, Manuel
    Díaz Rodríguez: novelista, cuentista, orador,
    ensayista, crítico, gran esteta de la palabra de todo el
    continente; no se podría dejar de mencionar a Pedro Emilio
    Coll, ensayista, pensador, cuentista, o al gran satírico
    de la novela: Rufino Blanco Fombona (1874-1944), polígrafo
    de esa generación.

    Durante el proceso del
    modernismo se hicieron presentes tanto el positivismo
    como el criollismo. El primero dio ensayistas de la calidad de
    José Gil Fortoul o un crítico de la perspicacia de
    Luis López Méndez. Siguiendo las estéticas
    de su época compuso el mismo Gil Fortoul su novela
    Julián (1888). El criollismo se desarrolló en
    paralelo al modernismo. Su figura mayor es la del cuentista Luis
    Manuel Urbaneja Alchelpohl, considerado el padre del
    género en la literatura venezolana; en poesía la
    figura central del criollismo fue Francisco Lazo Martí,
    autor de la Silva criolla (1901). Los días finiseculares
    tuvieron en los críticos Julio Calcaño (1840-1918),
    Gonzalo Picón Febres (1860-1918) y Jesús Semprum
    sus mejores exponentes.

    EL
    SIGLO XX

    La primera generación literaria que se dio en el
    siglo XX fue la de "La alborada" (1909), y Rómulo Gallegos
    es su figura central. Coetáneo con ellos se
    desarrolló el trabajo
    novelístico de José Rafael Pocaterra (1889-1955),
    cuyas narraciones están más cercanas al
    naturalismo. Se le considera la figura esencial de la
    narración corta venezolana por sus Cuentos
    grotescos (1922); sus novelas Vidas
    oscuras (1916) y La casa de los Abila (1946) se encuentran entre
    las mejores que escribió. Contemporánea suya fue
    Teresa de la Parra, quien noveló en sus dos únicos
    libros, Ifigenia (1924) y Memorias de
    Mamá Blanca (1929), el carácter marginal en que
    vivía la mujer
    venezolana y memoró el fin de un universo
    vivencial. Durante este mismo periodo, finales de la
    década de 1920, Rómulo Gallegos llevó a la
    madurez la novela venezolana a través de Doña
    Bárbara (1929), Cantaclaro (1934) y Canaima
    (1935).

    La poesía del mismo periodo la encabezaron los
    miembros de la generación de 1918. Entre ellos se destacan
    las obras de Fernando Paz Castillo (1893-1981), José Ramos
    Sucre y Andrés Eloy Blanco. Como una isla quedó uno
    de los fundadores de la modernidad poética: Salustio
    González Rincones. Durante este periodo la mujer
    insurgió en el dominio de la
    literatura. La lección de Teresa de la Parra fue seguida
    por singulares poetas como Enriqueta Arvelo Larriva (1886-1963),
    Luisa del Valle Silva (1902-1962), Mercedes Bermúdez de
    Belloso (1915- ) y una pléyade de narradoras cuya
    principal figura es Antonia Palacios. Rafael Angarita Arvelo
    (1898-1971), sistematizador del sendero de la novela, y Julio
    Planchart (1885-1948) se contaron entre los más hondos
    intérpretes del fenómeno literario en esos
    días.

    La vanguardia se impuso en Venezuela en torno a 1928 con
    la publicación del número uno y único de la
    revista Válvula. Pese a ello, ya Antonio Arraíz
    (1903-1962) había abierto el sendero con su poemario
    Áspero (1924). Miguel Otero Silva (1908-1985) y Pablo
    Rojas Guardia (1909-1978) se contaron entre sus poetas más
    influyentes.

    En la ficción narrativa Julio Garmendia
    había abierto el sendero del tratamiento fantástico
    de la narración corta con La tienda de muñecos
    (1927). Al año siguiente Arturo Uslar Pietri
    ofreció otro modelo de
    renovación a través de Barrabás y otros
    relatos (1928) con el cual inició una de las obras
    centrales del cuento
    venezolano.

    Poco después, Uslar Pietri enriqueció la
    novela con Las lanzas coloradas (1931). A él siguieron
    novelistas que dejaron su impronta en la narrativa mayor, como
    Enrique Bernardo Núñez con Cubagua (1931),
    Guillermo Meneses con El falso cuaderno de Narciso Espejo (1953),
    Miguel Otero Silva con Casas muertas (1954) o La piedra que era
    Cristo (1984) o Ramón Díaz Sánchez con Mene
    (1936) y Cumboto (1950). Durante este mismo periodo pudieron
    leerse los primeros ensayos de
    Mario Briceño Iragorry, Augusto Mijares, Mariano
    Picón Salas y del propio Uslar Pietri.

    En 1936, terminada la dictadura
    (1908-1935) de Juan Vicente Gómez (1857-1935), se
    inició un nuevo periodo político en el país.
    Éste tuvo también su impronta literaria. Se
    expresó primero en el decir poético del grupo
    literario Viernes (1939), el cual trajo nuevos aires más
    contemporáneos a la poesía. Su figura central fue
    el poeta Vicente Gerbasi. No puede dejarse de señalar la
    significación que tuvo también el poeta Luis
    Fernando Álvarez. Críticos como el alemán
    Ulrich Leo (1890-1964) o el erudito español
    Pedro Grases (1909) se sumaron a la aventura de los viernistas.
    El primero propuso los puntos de vista críticos para
    interpretar la estética de Viernes.

    Durante este mismo tiempo se hizo sentir el magisterio
    crítico del profesor
    Eduardo Crema (1892-1974) e inició su labor de
    intérprete de las letras venezolanas Luis Beltrán
    Guerrero. También a finales de la década de 1930
    hizo su aparición el poeta y crítico Juan Liscano.
    Su obra poética es de las más singulares de la
    aventura creadora venezolana. Gran animador del debate
    cultural a partir de 1936, ha sido el poeta y comentarista
    Pascual Venegas Filardo (1911- ). El periodismo
    literario tuvo su gran iniciador en José Ratto Ciarlo
    (1904- ), creador en 1945 de la página de arte de El
    Nacional.

    En 1942 surgió el grupo de poetas que fue
    bautizado con el nombre de ese año. Aedas significativos
    como Juan Beroes, Ana Enriqueta (1918- ), Ida Gramcko, Luz
    Machado y Luis Pastori forman parte de esta promoción.

    En 1946 apareció el grupo Contrapunto, el cual,
    si bien tuvo poetas como José Ramón Medina o Rafael
    Pineda (1926), contribuyó a la mayoría de edad del
    cuento. Entre sus cultores se cuentan verdaderos maestros, como
    Gustavo Díaz Solís o Héctor Mújica
    (1927- ). En esta promoción quien pugnó por innovar
    la novela fue Andrés Mariño Palacio a través
    de Los alegres desahuciados (1948). Sus Ensayos (1967) deben
    considerarse como la exposición
    de aquello que se propuso hacer a través de la prosa de
    ficción, ya que él fue el crítico de esta
    generación. Durante este mismo periodo hay que destacar la
    obra ensayística de J.L. Salcedo-Bastardo (1926- ),
    Guillermo Morón y los críticos Óscar
    Sambrano Urdaneta, Alexis Márquez Rodríguez,
    Efraín Subero (1931- ), Domingo Miliani y Orlando Araujo,
    cuyas obras se conocieron a partir de las décadas de 1950
    y 1960.

    El gran cambio dentro
    del decir poético se realizó en la década de
    1950 a través del libro Elena y
    los elementos (1951), del poeta Juan Sánchez
    Peláez. En esa misma década los nombres de Rafael
    José Muñoz y Alfredo Silva (1933) constituyen otros
    hitos de la poesía, la cual se eslabonará luego con
    la de los poetas de la década de 1960.

    Los nombres de Juan Calzadilla, el primer poeta
    verdaderamente urbano de la literatura venezolana, Ramón
    Palomares, Guillermo Sucre, Rafael Cadenas, Francisco
    Pérez Perdomo y Miyó Vestrini (1938-1991) forman el
    cuadro esencial de este periodo. La renovación de la
    narrativa será la obra de Salvador Garmendia a
    través de Los pequeños seres (1959); Garmendia,
    Adriano González León y Rodolfo Izaguirre
    contribuyeron a un cambio en la perspectiva del narrar. En el
    ensayo hay que nombrar a Elisa Lerner, a críticos como
    Guillermo Sucre, Ludovico Silva (1937-1988), Francisco Rivera o
    Arturo Uslar-Braum (1940-1991), ensayista singular.

    La poesía de la década de 1960 la dominan
    Eugenio Montejo y Luis Alberto Crespo; la de 1980, Yolanda
    Pantín y Rafael Arraíz Lucca (1959- ); la
    narrativa, figuras como José Balza, Francisco Massiani,
    Luis Britto García, Denzil Romero, Guillermo Morón,
    Gustavo Luis Carrera (1933- ), Ana Teresa Torres (1945- ), Laura
    Antillano (1950- ) y Stefanía Mosca (1957- ); el ensayo,
    Juan Carlos Santaella; y Víctor Bravo (1949- ) y Javier
    Lasarte (1955- ), la crítica literaria.

    CONCLUSIÓN

    Este trabajo de investigación
    lo realizamos con el fin de conocer la historia de la Literatura
    Venezolana, tan extensa e interesante, así como
    también conocer a los ilustres representantes de todas las
    tendencias existentes de la literatura: como la poesía, la
    escritura, las novelas, etc.

    La literatura propia de Venezuela, es tan antigua como
    el país. Esperamos, que la investigación cumpla con
    lo exigido.

    Bibliografías

    www.google.com

    www.altavista.com

    www.monografias.com

    http://www.logoscorp.com/oci/cultura8.htm

     

     

    Fabiola Malave

    Porlamar, 10 de Mayo de 2006

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