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El corazón herido. Truman Capote y la invención de la tristeza




Enviado por José D. Militano



Partes: 1, 2

    1. Mi introducción personal al
      mundo de Truman
    2. La aventura de buscar
    3. La belleza del monstruo
    4. La puerta del
      sótano
    5. Plegarias atendidas

    << […] El Deseo! …el nombre de ese traqueteante
    tranvía que recorre ruidosamente el barrio, por una de las
    angostas calles y luego por otra… […] Ese
    tranvía me trajo aquí… Donde estoy
    demás, y donde me avergüenza estar. >>

    Tenesse Williams, Un tranvía llamado
    Deseo.

    1. Mi introducción personal al mundo
    de Truman

    Me atrevería a afirmar que el paso a través de
    la prosa de Truman Capote y su meticulosa espontaneidad es
    indispensable para cualquier lector que busque encontrar la
    poesía
    natural tanto de las historias que se abren entre las tradiciones
    y los encuentros, como en los lugares donde la brutalidad de los
    nuevos tiempos ha acabado con casi todo. Si América, el siglo XX y la mella de todos
    los éxodos del tiempo y el
    corazón
    pudieran empaquetarse en un embalaje de disimulado contenido, la
    obra de Truman sería parte de un buen pedazo.

    Lo primero que leí de Truman fue Desayuno en
    Tiffany’s
    , seguido de los tres cuentos que
    integran el volumen. Supe
    inmediatamente que tenía ante mí algo nuevo que
    nunca dejaría escapar. Fui atrapado por el lirismo
    camaleónico y la frescura poética condensada en las
    páginas de una nouvelle única y tres cuentos
    magníficos, tan distintos como inolvidables, de los cuales
    uno resultó ser mi preferido de entre todos los que de
    él leería más tarde. Orienté entonces
    mi lectura hacia
    la totalidad de sus cuentos, mientras a la vez saboreaba su
    novela El
    arpa de hierba
    . Entonces sentí definitivamente que
    estaba en el derecho de sumar a Truman Capote a mi
    colección personal de pequeños héroes. Su
    capacidad única para retratar con dinámicas vetas
    multicolores contenidas en un par de palabras la fuerza de una
    situación, una idea, una imagen, me
    cautivó por completo. No tuve más que ceder ante el
    impulso de leerlo todo. A sangre
    fría
    , Otras voces, otros
    ámbitos
    y Música para Camaleones solo
    confirmaron mi admiración y me dieron más razones
    para confiar en este geniecillo, compulsivo y malicioso, que hizo
    de su vida como celebridad la antítesis de su
    obra.

    Leí muchas biografías y
    artículos sobre él, lo dañina que
    podía ser su personalidad y
    sus continuas mentiras, lo escandalosas que llegaron a ser sus
    actitudes y lo
    inescropulosos que se volvieron sus métodos,
    hasta transformarse en el chico malo de la farándula y el
    bufón de la hipocresía neoyorquina. Pero
    también leí sobre el hombre
    ingenioso y brillante que fue para algunos un amigo tan
    particular, y sobre su fina pero melancólica agudeza, que
    transformó por completo en sus libros las
    caras de la gracia y el desencanto. Leí a un escritor que
    me dejó más de una vez esas sonrisas profundas y
    silenciosas que siempre esconden tristeza. Un sabor
    extraño cada vez más penetrante, que me hizo
    preguntarme un par de veces si todas las personas serían
    tan única y particularmente iguales, un poco solas cada
    una. Como Holly y Fred, o Marilyn y Truman.

    Mi concepción personal de su vida y su obra, es la de
    un niño que, bajo todo el ruido que
    desencadenaba constantemente, nunca pudo vivir fuera de una
    brecha en la que la falta de amor lo fue
    todo. La ternura y la nostalgia tienen dentro de sus
    páginas un significado único, que separa por un
    lado a las personas que de alguna forma lo salvaron en su
    carenciada infancia, y
    por el otro al mundo con todo lo demás. Creo que su
    trayecto no fue más que un camino que lo llevaría
    siempre de regreso entre las abismales distancias de los
    años y el alma a un
    lugar del que nunca se alejó.

    Ahora siento la necesidad de hacer algo con él, de
    encontrar la forma de sugerir a alguien más ser parte de
    esta afición tan frenética como el carácter del mismo Truman. Emerson dice que
    todo héroe al final termina siendo un fastidio. Creo que,
    por lo menos en mi caso, falta mucho para eso. De todas formas me
    prevengo, intentando alivianar el peso de tanta
    admiración, así como alguien halla el modo de
    agradecer a otra persona un gran
    favor. Porque por mi parte, yo le estaré siempre
    agradecido.

    2. La aventura de
    buscar

    Partes: 1, 2

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