Las Competencias Comunicativas. De la puesta en escena a la puesta en esencia
- Formación por
competencias - Las competencias en
comunicación - Las competencias
comunicativas - Algunas ideas
no-finales
"La
comunicación se convierte entonces en mecanismo de
selección: solamente aquellos y
aquellas que contacten podrán
sobrevivir"
"La escritura,
como retoño formalizado del dibujo, y la
comunicación vocal verbalizada, han sido,
desde luego, perfeccionadas como nuestro medio principal de
transmitir y registrar información, pero han sido también
utilizadas, en enorme escala, como
vehículos de exploración estética. La intrincada
transformación de los gruñidos y chillidos
ancestrales en complejas y simbólicas palabras nos ha
permitido ‘jugar’ con las ideas y manipulas las
series de vocablos (primariamente instructivos) con nuevos
fines de juego
estético y experimental"
"Las palabras son así,
disimulan mucho, se van juntando unas con otras, parece como si
no supieran a dónde quieren ir, y, de pronto, por culpa
de dos o tres, o cuatro que salen de repente, simples en
sí mismas, un pronombre personal, un
adverbio, un verbo, un adjetivo, y ya tenemos ahí la
conmoción ascendiendo irresistiblemente a la superficie
de la piel y de
los ojos, rompiendo la compostura de los sentimientos, a veces
son los nervios que no pueden aguantar más, han
soportado mucho, lo soportaron todo, era como si llevasen
armadura, decimos…"
El lenguaje es
tal vez una de las más poderosas herramientas
jamás creadas por el hombre.
Desde su invención, podemos considerarnos como
verdaderamente humanos. Antes de serlo, éramos, acaso, una
más de las especies animales
pobladoras del planeta. Sin embargo, cuando pudimos expresar a
otros nuestras ideas, logramos varios avances fundamentales en la
configuración de ese complejo entramado de saberes,
prácticas, objetos y discursos que
denominamos cultura.
En primer lugar, el lenguaje
dio los fundamentos para ponernos de acuerdo. De manera
que pudimos fortalecernos como grupo en
tareas estratégicas como la caza. Igualmente, el lenguaje
nos posibilitó separarnos de los objetos para poder hablar
de ellos. Esto no es un avance insignificante, todo lo contrario.
Antes del lenguaje, cuando alguien se iba a referir a algo,
necesitaba de la presencia de ese algo para poderlo
referenciar.
Esto ponía la condición adicional de que
debía ser un objeto tangible, presencial, para poder
hablar de él. Así, se necesitaban los animales para
poder contarlos ante un posible intercambio. Cuando
apareció el lenguaje, el hombre pudo
hablar, además, de lo que no estaba presente en ese
momento, con lo cual le dio paso, adicionalmente, a la
posibilidad de hablar de un antes, un ahora y un
después. Esto es lo que llamamos pasado,
presente y futuro.
Esta idea es central. Si se necesitara la presencia de
los objetos para poder hablar de ellos, el hombre no hubiera
llegado a la concepción de que había una historia. El pasado, ese
conjunto de hechos y personas que no están en este momento
pero que han realizado acciones
antes, es una consecuencia de que inventáramos el
lenguaje, gracias a la cual nos sentimos pertenecientes a una
cadena de hechos históricos, a un pasado al cual le
debemos la existencia como individuos y como grupo
social.
Igualmente, la sensación de un presente es
posible sólo por la existencia del lenguaje. Humberto
Maturana, un estudioso del lenguaje, afirma que el hombre es el
único animal que tiene plena conciencia de que
está vivo. El hombre es conciente de sí, puede dar
cuenta de sus comportamientos, de su tiempo, de su
día a día, además, sabe que va a
morir.
De otro lado, la posibilidad de pensar en lo que no
está ahora pero va a estar, es también una de las
características esenciales de la humanidad, esto es,
pensar en el futuro, adelantársele a los hechos. Pensar en
lo que no está presente, pero que podría estar. Sin
esta percepción
del futuro, el hombre no planearía, y no pensaría
en un futuro mejor; no tendría la idea de que el
pasado es un tiempo por construir, y para el cual debemos
dar lo mejor de nuestros esfuerzos en el presente para asegurar
nuestra existencia de individuos y de especie.
Como vemos, la invención del lenguaje, ese
sistema
articulado de símbolos mediante el cual podemos
intercambiar ideas y conceptos, no es un invento accesorio a la
condición humana. Muy por el contrario, se trata de un
invento medular sin el cual no habríamos construido eso
que denominamos cultura, ni los sistemas
educativos, que son los encargados de preparar a las personas
para asumir la vida. Eso es la
educación.
El lenguaje también da cabida a la
invención de herramientas conceptuales, o herramientas del
conocimiento
(sobre estas últimas trabajaremos a lo largo del semestre
cuando intentemos construir un camino para reconocer una
temática de nuestro interés
profesional), mediante las cuales nos acercamos a diferentes
objetos para dominaros. Eso se denomina conocimiento.
El lenguaje ha permitido construir gran variedad de
conocimientos, divididos y clasificados por el mismo hombre en
áreas, para facilitar su comprensión. El objetivo de la
educación
básica secundaria es, precisamente, dotar a la persona de unos
contenidos básicos, una enciclopedia mínima para
entender el mundo en el que vive. Complementariamente, en la
educación
superior (conformada por los niveles técnico,
tecnológico y profesional), al estudiante se le prepara en
la adquisición de unas competencias para interpretar,
analizar problemas con
el fin de que prepare, diseñe, proponga, gestione,
alternativas de solución. Cada carrera está
dirigida a resolver problemas
sociales. Para resolverlos el profesional habrá de
investigarlos, comprenderlos, analizarlos, generar juicios frente
a ellos, y proponer estrategias para
intervenirlos.
Cada materia de los
planes de estudio está concebida para darle determinadas
competencias a los estudiantes de cara a cumplir con su objetivo
de formación profesional. Llegados a este punto parece
necesario hablar de las competencias.
Hay muchas acepciones de competencia. Las nociones del pensamiento popular nos hacen pensar en
competencia como una pugna, una competición. De
entrada conviene dejar a un lado esta acepción, porque
cuando en la educación hablamos de competencia, no nos
referimos en este sentido. Las competencias con un conjunto
de conocimientos (saber), habilidades (saber hacer), y
actitudes
(querer hacer), relacionados con la forma como el profesional
está preparado para resolver problemas de su entorno.
Estos componentes tienen que ver con las facetas del ser
humano: hacer, sentir y pensar.El saber, tiene que ver con los conceptos,
definiciones, datos,
procesos,
y otros elementos intangibles referidos al
conocimiento.Las áreas del conocimiento poseen
fundamentos, teorías, escuelas, paradigmas, principios,
leyes,
conceptos, y otra gran cantidad de componentes que deben ser
dominados por cada profesional. Un abogado, por ejemplo, debe
conocer el principio de la justicia,
debatido desde la antigüedad, así como la
historia de las leyes y los sistemas de gobierno.
Por su parte, los ingenieros deben acceder a una base de
conocimientos relacionados con el lenguaje matemático,
compuesto de fórmulas, teoremas, planteamientos y
reflexiones teóricas indispensables para su desempeño. Todas las carreras necesitan
este elemento. Sin embargo, se ha abusado de él, y
durante años han preparado profesionales con muy
buenos conocimientos teóricos, pero con deficiencias
para aplicarlos en contextos reales.La habilidad se refiere al saber
hacer, tiene relación con el dominio de
herramientas, instrumentos, dispositivos y equipos necesarios
para la actividad del profesional. Hablamos de herramientas
tanto externas como internas en la persona. En el caso, por
ejemplo de un ingeniero de sistemas, se necesitan habilidades
para buscar información, para diagnosticar equipos,
para crear programas,
etcétera.Por su parte, un Odontólogo deberá
demostrar habilidad en el manejo de instrumentos para el
tratamiento oral, en la aplicación de diferentes
aditamentos en la boca de sus pacientes, así como
tacto en el trato con ellos. Visto desde la habilidad, el
profesional se asemeja al artesano. Sus manos son el contacto
con el mundo exterior. Mediante ellas, transforma el barro,
lo moldea, y hace utensilios en porcelana. En una
época donde la tecnología pareciera ocultarle el
rostro a lo humano, bien vale la pena reivindicar la
condición de artesano, que tienen los
profesionales.Igualmente importante resulta el componente volitivo
o actitudinal del profesional. Se necesita querer
hacer las cosas. Un profesional con actitud es
alguien que demuestra la actitud adecuada ante cada
situación. Actitud al aprendizaje
constante, al reaprender de los errores, a escuchar a los
otros, actitud de dar siempre el mejor esfuerzo. Sin ese
componente, los dos anteriores quedan en peligro, en
latencia. Abundan las historias de profesionales
hábiles y conocedores, pero incapaces de relacionarse
con los demás, de reconocer sus propios errores, o de
prestar servicios
más allá de sus obligaciones contractuales. Durante muchos
años, las universidades se han concentrado sólo
en la parte técnica y teórica de los
estudiantes en formación; han descuidado el elemento
humano de todo profesional. El proyecto de
vida, la ética,
la estética, el
conocimiento y reconocimiento de su entorno, la capacidad
para interactuar con otros, de trabajar en equipo, de
aprender constantemente, son, entre otras, situaciones y
actitudes fundamentales descuidadas en las universidades
colombianas. Sólo unos años atrás, se
comenzó una reflexión sobre la formación
universitaria, donde se concluyó, dadas las
equivocaciones del pasado, que de nada sirve formar
excelentes profesionales, si no se les reconoce antes como
ciudadanos y como personas.Sólo cuando el saber, el saber hacer y el
querer hacer se encuentran equilibrados, se puede esperar un
profesional con un desarrollo
satisfactorio en su pensar, hacer y sentir. Sólo
cuando esto se dé se puede hablar de un profesional
competente. De tal manera que no es competente quien
domina a la perfección aparatos. O quien conoce todas
teorías relacionadas con su área de
formación. O quien tiene muchas ganas de aprender. No.
Se necesitan los tres componentes. De lo contrario, hay
desequilibrio. Veamos un ejemplo.Hablemos de un Diseñador Gráfico.
Supongamos que él es muy hábil en el manejo de
los programas de diseño (Corel Draw,
Pagemaker, PhotoShop,
Flash,
Ilustrator, etcétera), y que demuestra excelente
dominio de las técnicas de ilustración, corte de papeles,
manipulación de materiales
y demás. Alguien desprevenidamente, al ver todas las
capacidades de este profesional podría pensar que es
competente. Sin embargo, si dado el caso se le preguntara a
este profesional algún elemento teórico
(conocimientos), como qué gama de colores
son más efectivas para realizar una
señalización en un hogar de ancianos, y
él no supiera responder, encontramos un desbalance
entre la habilidad y el conocimiento. Un Diseñador no
será competente sólo porque sea hábil.
Si no posee un capital
conceptual sólido, muchas de sus decisiones
podrán ser desacertadas. Podrá realizar
dibujos
bonitos, pero inadecuados al objetivo de comunicación
propuesto.Cambiemos un poco la situación. Sigamos
suponiendo hábil a nuestro diseñador, y esta
vez también concedámosle grandes capacidades
conceptuales para tomar decisiones. Pero supongamos ahora que
trabaja en una empresa
donde no se siente reconocido por su trabajo, o
que tiene problemas en su familia, o
que en realidad el Diseño
Gráfico no era su verdadera vocación. Es
muy posible, en cualquiera de los tres (indeseables) casos,
que nuestro Diseñador presente problemas de
rendimiento en la empresa
para la cual trabaja.En ninguno de los tres casos podríamos hablar
de un Diseñador competente. Tan grave es no
conocer, como no saber hacer, o como no
querer hacer. Estanislao Zuleta, uno de los más
lúcidos pensadores colombianos, decía que nadie
nos puede obligar a creer o amar. Se nos puede obligar a
cualquier cantidad de situaciones no deseadas por nosotros,
ante las cuales reaccionaremos porque no tenemos más
remedio. Pero nadie nos puede obligar a sentir, a amar o a
creer en algo. He ahí la importancia del querer
hacer.Ninguno de los tres elementos se basta a sí
solo para conformar un profesional competente. No basta con
simplemente saber si no se pueden resolver problemas reales
con eso que se sabe. No basta con el saber hacer porque si no
se tienen conocimientos se queda relegado a las posibilidades
que da la mera herramienta. Así mismo, no basta con
simplemente querer, si no se cuentan con las posibilidades de
pensar lo que se quiere hacer y hacerlo.Resulta relevante indicar, finalmente, que el
criterio último para definir el verdadero grado de
competencia de un profesional es su capacidad real para
transformar el entorno. En el caso, por ejemplo, de un
Administrador
de Empresas, es
su desempeño y el impacto generado por su labor lo que
realmente define si es o no competente. Pues seguramente en
esa transformación que ha realizado sobre el entorno,
habrá requerido elementos conceptuales,
prácticos y actitudinales.Éstas son tan sólo algunas ideas,
mínimas, sobre el asunto de las competencias. En
realidad, son muchos los autores que han abordado el mismo
tema. De igual manera, debe advertirse que las nuevas
directrices del men apuntan a la formación y evaluación por competencias. Las
pruebas
ecaes, dirigidas a los profesionales, se basan precisamente
en la evaluación por competencias. Evaluar por
competencias supone un cambio
respecto a la forma tradicional de evaluación, pues
antes se promovía la evaluación de contenidos,
en la cual se le hacían preguntas sin contexto a un
estudiante, y se esperaba de él que repitiera lo mismo
que le habían enseñado. Este tipo de pruebas
evaluativos permitía que muchos estudiantes
contestaran bien los exámenes, pero no fueran
necesariamente buenos profesionales, es decir, fuera
incapaces para resolver problemas reales.- Formación
por competenciasEl nombre de este curso plantea, de entrada, una
promesa: competencias
comunicativas. Esto supone la formación en esos
conocimientos, habilidades y actitudes necesarios para ser
competentes en la comunicación. En esta siguiente
parte nos vamos a dedicar a desentrañar qué
consecuencias puede tener esta suposición.Una reflexión previa: La comunicación
en los seres humanos¿Qué relación existe entre
comunicación y lenguaje? Ésta es una de las
preguntas de fondo para construir un marco de referencias
compacto para hablar de la comunicación en los seres
humanos. La comunicación es el proceso
mediante el cual los seres humanos, gracias a ese conjunto de
símbolos compartidos que es el lenguaje, puede
compartir ideas, pensamientos y sentimientos con los de su
especie. Sin ella, sería imposible cualquier actividad
humana que implique la presencia de otro. El ser humano es
social por naturaleza, necesita de otro para realizar sus
propios proyectos por
individuales o personales que éstos sean. De esta
manera, la comunicación, en todos sus niveles
(intrapersonal, interpersonal, grupal y masivo) hace parte
fundamental de la vida humana.En los contextos sociales y del trabajo, la
presencia de la comunicación es decisiva, por lo cual
la CUR diseñó el curso de competencias
comunicativas, en el que pretende dotar al estudiante de los
conocimientos necesarios para reflexionar sobre el proceso
comunicativo entre personas, así como las actitudes y
habilidades necesarias para interactuar consigo mismo y con
los demás. - Las competencias en
comunicaciónComo se ha dicho hasta ahora, la discusión
sobre el concepto de
competencias es amplia. Las siguientes ideas, aunque no
pretenden ser definitivas, hacen parte de las reflexiones que
los docentes
del Grupo Texturas hemos realizado al respecto. En todo caso,
se trata de reflexiones apenas iniciales, y mínimas
frente a toda la literatura
existente. La lista se construye a partir de los aportes de
varios teóricos de la comunicación, así
como de las observaciones personales de los docentes del
Grupo. Todas ellas deberían hacer parte de un curso
que tiene por nombre competencias comunicativas; no obstante,
por cuestiones de tiempo no se alcanzan a desarrollar
todas.Las competencias comunicativas son esas formas
mediante las cuales las personas pueden establecer
interacciones con otras personas y con su entorno, partiendo
de un previo reconocimiento de su ser. Estas competencias se
adquieren mediante la incursión de las personas en los
ámbitos familiares, escolares, sociales e
institucionales, y pueden ser mejoradas si, en primera
instancia se reconoce su importancia, y, luego, si se entra
en un proceso autocrítico de mejoramiento, basado en
los tres componentes de la competencia: conocimientos,
habilidades y actitudes. Estas competencias son: Lingüística,
Paralingüística, Pragmática, Textual,
Quinésica, Proxémica y Cronética.
Vayamos ahora brevemente el interior de cada una.Se relaciona con la adquisición y
desarrollo del lenguaje. Como se ha dicho antes (ver
Introducción), éste es el sistema de
símbolos articulados que permiten el entendimiento
entre las personas, porque se respalda en una
convención social previa. La importancia de esta
competencia, va más allá incluso de lo que
el mismo lenguaje nos permite decir. El pensamiento
está determinado por el lenguaje: sólo
podemos pensar aquello que nuestras palabras nos
permiten. Si hacemos el ejercicio reflexivo de estar en
silencio, constataremos que cada cosa pensada
silenciosamente, está determinada por las palabras
con las que contamos. Aunque los demás no sepan de
nuestros pensamientos, ellos se dan mediante las
posibilidades del lenguaje. Incluso, cuando tenemos
sensaciones para las cuales no tenemos nombre o palabras
asignadas, vemos cuán difícil es explicarle
dichas sensaciones a otros, o incluso cuán
complicado es concebirlas para nosotros
mismos.Así que el lenguaje no es sólo
lo dicho, sino lo pensado, y, sobre todo,
lo por decir. Savater habla de un querer
decir. Usa el ejemplo de un extranjero, quien nos
habla en otro idioma, desconocido para nosotros; a pesar
de eso, sabemos que por su condición de Ser
Humano, comunicante y social, esa persona está
queriendo decir algo, así no comprendamos con
precisión de qué se trata. Cuando vemos a
otros seres humanos hablar, sabemos que están
queriendo decir algo, y ese querer decir nos
identifica como seres humanos. Él mismo narra de
la sensación experimentada por los seres humanos
con el lenguaje: ser concientes de que hablamos en una
lengua
no inventada por nosotros, nos hace sentir que
compartimos muchas cosas con ellos: la lengua no me la
inventé yo. No se la inventó nadie. Ha sido
el continuo conversar entre los hombres y las mujeres de
la historia lo que ha creado idiomas, dialectos, jergas y
argot.Una de las principales características
del lenguaje, es su condición de sistema
simbólico abierto: no tiene limitaciones para
producir gran cantidad de mensajes. Si bien las letras
del alfabeto constituyen un conjunto cerrado, delimitado,
no lo son ni la creación de palabras, ni menos aun
la posibilidad infinitamente abierta de producir mensajes
con esas palabras. A diario podemos crear palabras para
designar objetos, costumbres, sensaciones o situaciones
novedosas para las cuales puede o no haber palabras
asignadas por la cultura. Año tras año se
hace indispensable renovar los diccionarios, ante el inevitable desuso de
algunas, y la incorporación de muchas nuevas
palabras. Sebastià Serrano entiende el lenguaje
como un logaritmo, es decir como una posibilidad
adquirida de poder entender muchos mensajes posibles, a
partir de unos mínimos básicos, como son
las letras, y las reglas sintácticas que
especifican las condiciones para su uso.Tal es la contundencia de estas ideas, que
autores como los mencionados Savater, Maturana, y
muchísimos otros como Lyotard, Morin, Santo
Tomás, San
Agustín, por sólo mencionar algunos, no
han dudado en afirmar que el lenguaje nos da el
certificado de existencia como seres
humanos.- Competencia Lingüística
La anterior competencia le da lugar y
pertinencia a las siguientes tres. En el caso de la
Paralingüística, se trata de un conjunto,
podría decirse infinito, de elementos adicionales
que acompañan al lenguaje (bien sea escrito u
oral), y que ayudan a complementarlo. Veámoslo
con un ejemplo: un mensaje como "me gustan las rosas", puede variar de diversas maneras
según la entonación e intencionalidad que
le dé una persona al decirlo. Esta misma frase
puede ser dicha en varios tonos, como serio,
regaño, seducción, indiferencia, pregunta,
afirmación, etcétera. Siendo el mismo
mensaje, diferentes énfasis le otorgan diferentes
interpretaciones.Para el caso del lenguaje escrito, son los
recursos gráficos los que determina
posibilidades paralingüísticas de
expresión. El manejo de los espacios en blanco,
las márgenes, la diagramación, el uso de
negrillas, cursivas, mayúsculas,
posibilitan distintos matices a un mismo texto,
pues aunque el contenido de éste sea el mismo, la
manera como se distribuye, se adorna o se dispone el
texto, influye decisivamente en la forma como éste
es interpretado por parte del lector. - Competencia
ParalingüísticaEs el desarrollo de capacidades para
convencer y persuadir a los demás. Nos
comunicamos porque deseamos influir en las decisiones,
opiniones, conocimientos, actitudes o preferencias de los
otros. Siempre nuestra comunicación busca, como
fin último, lograr algo de alguien. El escritor de
un libro
recurre a varias estrategias para hacernos creer su
historia; el director de una película de cine,
organiza de tal forma las escenas a fin de mostrarnos que
su historia es verosímil; nuestro jefe nos habla
de determinada manera para que nosotros obedezcamos sus
órdenes; los adolescentes emplean ciertas estrategias
para obtener ese permiso del papá o de la
mamá sin el cual no podría salir con sus
amigos; en la
televisión, se nos muestran atractivos
productos que los anunciantes esperan
compremos; los periodistas nos muestran en
periódicos y revistas cifras e imágenes para que creamos la
información suministrada; los profesores nos
explican paso a paso los pormenores de esa teoría, modelo, ecuación o concepto; en el
metro, nos insisten permanentemente en una serie de
comportamientos necesarios para un viaje seguro
y agradable. Así, infinitamente, podríamos
extender la lista. Con estos ejemplos es suficiente para
ver cómo detrás de cada proceso de
comunicación entre seres humanos, existe el
propósito de influir en sus opiniones,
conocimientos o actitudes.Ésa es la pragmática: el conjunto
de recursos, estrategias, tácticas, que empleamos
para influir en las decisiones y opiniones de otros. Como
somos seres sociales, necesitamos de la aprobación
de otros. Nuestras necesidades básicas (vestido,
alimentación, vivienda…)
tanto como las secundarias (confort, realización
profesional…) dependen en muy buena medida de
otros. Por eso necesitamos de sus favores, de su
compañía, de su aprobación, de su
conocimiento, de su experiencia… en
fin.La pragmática es una competencia
fundamental en los profesionales, pues a diario debemos
tomar decisiones y necesitamos del apoyo de otros para
que éstas se efectúen. También es
importante por cuanto gran cantidad de actividades
realizadas por los profesionales son propuestas que
necesitan ser aprobadas por otros para ser realizadas. Un
plan
presupuestal, un programa de seguridad
industrial, una propuesta de diseño, una
iniciativa para mejorar el servicio al cliente de la
organización, un proyecto
de inversión, o una propuesta
comercial… son algunos de los ejemplos de
situaciones en que a diario los profesionales necesitamos
de la pragmática para lograr nuestros objetivos laborales y
personales. - Competencia Pragmática
Tareas como las anteriores exigen la producción y comprensión de
textos escritos. Ése es el objetivo de la
competencia textual. El texto es un tejido (del
latín textus), y como tal, al ser
leído requiere de un adecuado manejo de las
herramientas para la comprensión. El lector
deberá desplazarse por los entramados de sentido
propuestos por el texto. Esto en cuanto a una faceta del
texto, la faceta de la
lectura – comprensión. Del otro lado, el
de la producción, el escritor deberá contar
con un repertorio de competencias propias de la escritura
como lo son la cognitiva, la comunicativa y
la técnica, cuyos aportes son
simultáneos: la primera provee las
categorías formales en el pensamiento de quien
escribe, pues en el texto hay planteamientos,
proposiciones, argumentos… que requieren de un
determinado nivel intelectual. En cuanto a lo
comunicativo, si se entiende al texto dentro de un
proceso de intercambio entre personas, se deducirá
fácil que se requiere de un manejo de los
contextos comunicativos para producir textos que tengan
claro su objetivo.En cuanto a la competencia técnica, se
trata del manejo de dispositivos para escribir: la pluma,
el lapicero, la máquina de escribir, el computador, y otros más.La competencia textual, referida al desarrollo
de capacidades para comprender y producir textos es
fundamental para todas las personas, en especial para los
profesionales, pues gran cantidad de procesos relativos a
las empresas e instituciones, tienen que ver, bien con la
lectura (manuales de instrucciones, de procedimientos, etcétera), o con la
escritura de todo tipo de textos (informes, cartas, proyectos, actas, protocolos, manuales,
etcétera).En la academia es de especial interés la
competencia textual, pues el texto escrito ha sido
elegido por la cultura para ser el depositario de sus
conocimientos, por lo cual buena parte del
desempeño de los estudiantes tiene que ver con sus
habilidades y posibilidades de lectura y escritura. En
cuanto a lo primero (la lectura), el paso del colegio a
la universidad le significa al estudiante el
acceso a unos textos más complicados, con
redacciones plagadas de tecnicismos. Los escritos a leer
en la universidad difieren en forma y propósito a
los del colegio. Por eso el estudiante encuentra
dificultades para interpretarlos. En ocasiones, esto se
debe a que el libro universitario no tiene el
propósito didáctico de ayudar a otro a
acceder a un determinado conocimiento (como
ocurría en los libros
de texto del colegio), sino que ha sido escrito por un
experto que da cuenta de sus avanzados conocimientos en
una materia.En otras ocasiones, se trata de libros cuyo
propósito no es precisamente facilitar el
conocimiento, es decir, no han sido escritos para
divulgar alguna materia en especial, sino que han sido
escritos, explícitamente, para ser estudiados. En
otras palabras, no fueron escritos para ser disfrutados
tanto como para ser analizados. A estos se les conoce
popularmente en el mundo universitario como "ladrillos",
y los estudiantes no hablan de "leerlos", sino de
"meterles el diente".La complejidad en la redacción de estos no va dada
sólo por incapacidad del escritor de ser
más claro en su escritura, sino de la complejidad
misma del conocimiento del que da cuenta el texto. La
oscura redacción de los tratados de filósofos como Kant,
Habermas , Lukhman, entre otros, es reconocida por
profesionales de diferentes áreas. Así las
cosas, dotar de herramientas para la comprensión
de textos es una obligación de la universidad y un
compromiso del estudiante, quien debe declinar sus gustos
personales de lectura.En términos de actitudes (querer hacer)
éste es un elemento fundamental. La apatía
por la lectura, asociada a múltiples factores, es
uno de las razones por los cuales somos un país
poco competitivo. Leer nos distancia del mundo, permite
ver otras formas posibles de estar en él, conocer
historias que nos pueden ayudar a enriquecer la nuestra.
Pero no se lee sólo lo escrito con números
y letras. La imagen, la apariencia personal, el
espacio, la ciudad, la gente… son textos
susceptibles de ser leídos. Alimentarse de la
cotidianidad, conocer lugares dentro y fuera de la ciudad
y el país, ver televisión y cine de otras
latitudes, acceder comunidades virtuales del mundo,
escuchar géneros musicales no
acostumbrados… son ejercicios útiles no
sólo para leer y escribir mejor, sino, ante todo,
para ser mejores personas y profesionales. TODAS LAS
PROFESIONES SE HAN CREADO PARA MEJORAR LA VIDA DE LA
GENTE. Por lo tanto, todos los profesionales deben ser
sensibles al entorno empresarial y social del cual hacen
parte, en tanto el objetivo de su formación
profesional es, justamente, reconocer en ese entorno
situaciones que deban ser mejoradas. - Competencia Textual
El cuerpo comunica. La postura, los gestos, la
mirada, el rostro, el cabello, las manos… todos
son dispositivos de comunicación mediante los
cuales estamos diciendo cosas permanentemente, aunque no
lo sepamos. Hablamos ahora de la competencia
quinésica, la encargada de aconsejarnos
cómo debemos manejar nuestro cuerpo según
el contexto en el cual nos encontremos. Una entrevista de trabajo, un salón de
clase,
una cafetería universitaria, un almuerzo de
negocios, una obra de teatro, un concierto, un acto
protocolario… son momentos diferentes de los
cuales se espera un comportamiento diferente de nosotros, y
dicho comportamiento tiene su equivalente en la
disposición del cuerpo. En otras palabras, para
cada situación habrá diferentes
expectativas sobre el cuerpo.Las anteriores competencias tenían que
ver con el lenguaje. Tanto ésta como las
siguientes, tienen que ver más con el cuerpo y con
la forma como lo manejamos. En nuestra
comunicación habitual es menos importante la
palabra que el gesto. Este último define
intenciones, matiza los posibles "querer decir"
(recuérdese lo visto antes en III.A.
Competencia Lingüística). Con el cuerpo
podemos complementar, enfatizar o contradecir lo dicho
con palabras. En ocasiones, incluso, podemos prescindir
de éstas para intercambiar nuestros pensamientos.
No obstante, la preocupación teórica por la
comunicación no verbal y por
entender el lenguaje del cuerpo es reciente en la
teoría. Esto a pesar de que, según las
culturas, el lenguaje no-verbal puede significar
más del 80% de la comunicación.Sin embargo, a pesar de lo relativamente poco
importante que en ocasiones resulta el lenguaje verbal
(lo dicho y lo escrito), contamos con alfabetos y
códigos sintáctico-léxicos a los
cuales acudir para resolver nuestras dudas: diccionarios,
compilación de normas
gramaticales, ortográficas, y sintácticas;
pero no tenemos los mismos diccionarios, normas de
gramática y sintáctica para
el lenguaje del cuerpo.Sólo tenemos aproximaciones vagas a lo
que pueden significar unas cejas alzadas, unas piernas
cruzadas, unas manos abiertas, o una espalda recta.
Desconocemos el lenguaje del cuerpo (al menos en cuanto a
teoría se refiere), a pesar de que a diario
estamos comunicando con él. Confirmar un negocio,
obtener un precio
especial, postergar un compromiso, o incluso obtener una
cita con alguien importante, son situaciones en las que
el dominio de nuestro cuerpo, voz y gestos son
fundamentales, sin importar cuán concientes seamos
de ello. Un sujeto comunicativamente competente
será quien haga uso estratégico de los
recursos de la quinesis. - Competencia Quinésica
El cuerpo está ubicado en un espacio.
La producción de significados a partir del
manejo de las distancias se denomina
proxémica. El cuerpo delimita unos espacios de
acción a los cuales unos pueden
acceder y otros no. Nuestra habitación es un claro
ejemplo de ello. No todos pueden tocar nuestros objetos
personales, ni nuestro cuerpo. No soportamos de ciertas
personas que estén muy cerca de nosotros; en
cambio, de otros solicitamos que estén
cerca.La vida institucional de una organización es otro escenario para
ejemplificar la vivencia de la proxémica.
¿Quiénes pueden acceder a determinados
espacios y quiénes no? ¿Quiénes
pueden almorzar en qué lugares y quiénes
no? La forma de distribuir los espacios de las oficinas
también habla de intencionalidad comunicativa por
parte de quien tiene esta responsabilidad. Un escritorio amplio, una
silla grande, detrás de la cual se ven una
cantidad de diplomas y reconocimientos… hablan de
un jefe que quiere mostrarse distante o imponente ante
quienes entran a su oficina.Una mesa cuadrada o redonda marca
diferentes relaciones entre quienes ocupan los
respectivos asientos. Si es redonda, se supone muestra igual distancia entre todos. Pero
si es cuadrada o rectangular… ¿quién
ocupa la cabecera? ¿En qué piso del
edificio está ubicada la presidencia?
¿Cuántas puertas deben cruzarse antes de
ingresar a ella? ¿Cuántos metros de
distancia hay entre los escritorios de los empleados?
¿Se encuentran distribuidos de forma que se den
mutuamente la espalda, o uno enseguida del otro?
Preguntas como éstas nos ayudan a visualizar la
forma como los seres humanos comunicamos mensajes a
través de como distribuimos el espacio.Esta distribución da lugar a lugares
sagrados, lugares olvidados, lugares comunes, lugares
excesivamente visibles, ocultos, transitorios,
cómplices, iluminados, oscuros, etcétera.
Así lo comprobamos en nuestra casa. Desde
pequeños se nos enseñó a respetar
espacios como la habitación de nuestros padres; en
esa cama sólo se pueden sentar algunos. Igualmente
se nos dijo que la gente de la calle no tenía por
qué entrar a nuestra cocina o abrir nuestra
nevera. La codificación producida al
distribuir el espacio, está determinada por una
codificación previa, que está definida por
metros de distancia entre nuestro cuerpo y el resto del
mundo.Fue Edgard Hall quien nos habló de este
sistema de demarcación del territorio (los seres
humanos también tenemos territorio y
estrategias para defenderlo). Dicho sistema
funcionaría por capas o burbujas. En primer lugar,
se encuentra la burbuja íntima, el
espacio preciso de nuestro cuerpo. Sólo nosotros
tenemos poder de decisión sobre qué hacer
con nuestro cuerpo. No todos conocen nuestra desnudez. A
ella acceden pocos. La intimidad es el espacio sagrado
del cuerpo. La defendemos con todo tipo de atuendos,
llaves, puertas de acceso, manejo de luces, y
demás. No permitimos a cualquiera tocar nuestro
cuerpo. En la burbuja íntima se de el encuentro
del yo con el yo.Unos treinta centímetros después
de la burbuja íntima, encontramos la burbuja
interpersonal. En ella interactuamos con quienes
conocemos. Es donde se da el intercambio verbal y gestual
entre dos o más personas. Importante: este
intercambio exige como condición fundamental el
conocerse mutuamente, reconocer el pasado de la otra
persona, su origen, su relación conmigo, sus
intenciones, sus propósitos, sus objetivos ante la
vida y ante mí. En la burbuja interpersonal hablo
con mis familiares, amigos y compañeros. Hablo con
quienes conozco y me conocen.Desde el límite de la burbuja
interpersonal y unos dos metros, se encuentra la
burbuja social. En ella se registra la
aparición casual, no deliberada, de otras personas
de quienes se puede presumir quiénes son, pues el
espacio en el que se da el encuentro permite intuir
algunas pistas. En la universidad, en la calle de una
ciudad, o en la empresa, me encuentro con personas cuyo
nombre desconozco, pero de quienes sé alguna
mínima información: que estudian, viven o
trabajan en el mismo lugar que yo. No sé el nombre
de estas personas, ni reconozco su rostro, pero
definitivamente tengo alguna mínima
información para orientarme.Como ciudadano perteneciente a un grupo social
con un pasado y una cultura popular (una
cierta forma de sabiduría), puedo reconocer en
esta burbuja quién es confiable y quién no.
Así que me alejo de quienes sospecho, por su
aspecto personal o por su forma de mirarme, que pueden
tener intenciones no gratas conmigo. Sin embargo,
fácilmente puedo caer presa de los estereotipos:
diario ocurre, juzgamos mal a quien va a nuestro lado en
la calle o en el bus, por
determinada forma de vestir o hablar. Se trata, a pesar
de ello, de unos códigos de supervivencia que
hemos aprendido a manejar, pues sabemos que los ladrones
o estafadores, aparecen justo en la burbuja social, y a
través de artimañas buscan ingresar a la
interpersonal. Por eso buscan vínculos con
referentes cercanos a nosotros, como tratar de mostrar su
parentesco con alguien conocido por nosotros o
estrategias similares.Finalmente, se encuentra el resto del mundo, es
la burbuja pública. En ella existen
personas de las cuales desconocemos la mayoría de
su información. Cuando en casa nos dicen que al
trabajar vamos a enfrentar a todo el mundo, nos hablan de
las precauciones que debemos tener en esta burbuja. De
los demás, sólo sabemos que son seres
humanos, seguramente poseedores de un lenguaje, moradores
de una vivienda, habitantes de alguna ciudad y
país… es decir, aunque no sepamos detalles,
necesitamos incluso saber esa información. A estas
inquietudes corresponden, precisamente, las preguntas
más comunes que intercambiamos al conocer a
alguien.La disposición de estas burbujas se da a
como en círculos concéntricos, a
través de una rigurosa reglamentación que a
diario defendemos. Cuando alguien de otro nivel ingresa
en la burbuja no correspondiente, buscamos procedimientos
para volver a poner las cosas en orden, como vivimos
cuando el metro abre sus puertas, momento en el cual las
personas caminan rápido para recuperar su espacio
personal; o en un ascensor: al cerrar las puertas se
siente transgredida la intimidad, porque tenemos a otros
desconocidos más cerca de lo que
quisiéramos permitir. Cuando nos despedimos de
alguien en un aeropuerto, o en la portería de
nuestro edificio, nos encontramos efectuando un ritual
mediante el cual oficializamos el paso de la burbuja
íntima o interpersonal a la burbuja social o
pública. Esto ocurre en el caso de un familiar que
se va de viaje, de un hijo que toma su transporte para dirigirse al colegio, de
un amigo que se devuelve para su casa luego de haber
estado
un fin de semana con nosotros, o de un novio o novia con
quien terminamos nuestra relación. Dar la
bienvenida, es justo lo contrario: recibir nuevamente en
la burbuja íntima o interpersonal, a alguien que
se encontraba en otro país o ciudad, es decir, en
la burbuja pública. En términos del citado
Sebastià Serrano: "En cualquier sociedad humana, la mayor parte de las
actividades rituales –procesos estandarizados de
comportamientos sociales- se encuentran al servicio de
complejas ideas simbólicas".Es importante reconocer el manejo del espacio
como una de las formas como nos comunicamos, y desde la
cual nos comunicamos. El manejo de la territorialidad,
sin embargo, no se da sólo en espacios
físicos. Cotidianamente desplazamos nuestro
territorio en objetos, palabras, personas, olores,
canciones, es decir, en símbolos…
Cuántas veces, por ejemplo, reconocemos a alguien
por sus accesorios, su vestimenta, o sus chistes. - Competencia Proxémica
- Competencia Cronética
Los seres humanos nos movemos en dos coordenadas:
tiempo y espacio. La segunda la abordamos en la
proxémica. La primera, el tiempo, es del dominio de la
cronética, entendida como el manejo de la
comunicación en el tiempo, la producción de
significados con y desde la coordenada
tiempo ¿Cuánto nos demoramos en responder,
o cuánto tiempo esperamos para decir algo? Los abuelos
nos hablaban del don de la oportunidad. En muchas ocasiones
generamos problemas, no tanto por lo que decimos, sino por el
momento en que lo decimos. Tan importante es lo uno como lo
otro.La cronética también se las ve con
reconocer la temporalidad propia de cada suceso. La pregunta
de la cronética es ¿cuándo es el momento
más apropiado para decir algo? Los griegos
distinguían dos acepciones del tiempo con dos palabras
distintas: cronos y kairós. El primero
lo podríamos representar hoy con el reloj. Es el
tiempo, digamos, objetivo. ¿Cuántos minutos
componen una hora? Sesenta, se responderá con
precisión. Pero… no es lo mismo una hora en una
clase aburridora, que esos "mismos" sesenta minutos en
compañía de la persona amada. No es lo mismo.
El ejemplo nos muestra el kairós de los
griegos, referido no tanto al tiempo, sino la
temporalidad de cada cosa.Los seres vivos estamos llenos de temporalidades, de
circunstancias particulares de cada tiempo. A pesar de que un
mes sea un mismo mes, no podemos esperar que sea el mismo
para todo el mundo. La vivencia de cada ser en el tiempo
difiere tanto como sus huellas digitales. Por otro lado, si
bien podemos alegar diferencias económicas, o
sociales, nunca podremos discutir diferencias en el tiempo
asignada a cada uno. Objetivamente hablando, a todos nos dan
el mismo tiempo: 24 horas al día, 7 horas a la semana,
52 semanas al año. Obviamente, la vivencia del tiempo
de cada uno de nosotros, y la forma como lo aprovechamos o
desaprovechamos, no es igual. Las edades también
marcan diferentes temporalidades. - Las
competencias comunicativas - Algunas ideas
no-finales
El conjunto de estas ideas proporciona un panorama sobre
lo que se espera de la formación en competencias
comunicativas. Más allá de llenar la materia de
contenidos extensos, se trata más de lograr un equilibrio
entre los contenidos teóricos, los ejercicios para
desarrollar las habilidades (saber hacer) y orientaciones para
complementar las actitudes (querer hacer). Esto significa una
presencia constante de lecturas teóricas, ejercicios
prácticos y reflexiones en torno al
componente actitudinal.
Con todas estas ideas, se busca un acercamiento desde
varios enfoques a la comunicación: aproximación
reflexiva, teórica y práctica. Se trata, entonces
de una línea que pretende atravesar las herramientas,
técnicas, posibilidades y repertorios de la
comunicación, en un curso que no se quede en la simple
recomendación de técnicas para la
comunicación (puesta en escena), sino que logre
llegar a lo medular de la comunicación: el encuentro de
las personas, el consenso, la construcción de tejido social, de cultura y
conocimiento. Es decir, sobrepasar el tradicional enfoque de
la puesta en escena, para llegar a una puesta en
esencia.
Carlos Andrés Arango,
Agosto de 2005.
Colombia. Comunicador y Relacionista Corporativo.
Candidato al Magíster en Filosofía, Universidad
Pontifica Bolivariana, Medellín. Director de Comunicaciones
en Empresas Publicitarias. Docente Universitario. Director de
grupos de
investigación en las áreas Semiótica y Comunicación Organizacional.