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Superando la resistencia al cambio




Enviado por mlefcovich



    1. Causas de resistencia al
      cambio
    2. Analizando las principales
      causas
    3. Cómo evitar la
      resistencia al cambio
    4. El modelo de los ocho
      factores
    5. La pirámide de
      resistencia
    6. Conclusiones
    7. Bibliografía

    1.
    Introducción

    Para un sabio chino, la rigidez denotaba la muerte y la
    flexibilidad implicaba vida. Así pues si las personas y
    las organizaciones
    pretenden sobrevivir a estos nuevos tiempos y circunstancias,
    tendrán que ser cada vez más flexibles.

    Las organizaciones deben estar en condiciones de
    adaptarse al entorno cambiante si pretenden sobrevivir. Los
    cambios en la tecnología, los
    gustos de los consumidores, los reglamentos del gobierno, el
    incremento en el coste de diversos recursos, y
    los valores y
    capacidades de los futuros empleados, no son sino algunas de las
    amenazas para la existencia organizacional.

    De acuerdo con Alvin Tofler, si los últimos
    50.000 años de existencia humana se dividieran en lapsos
    de vida de aproximadamente 62 años cada uno, habría
    habido unos 800 períodos de vida. De éstos, 650 se
    habrían pasado en las cavernas; la electricidad se
    habría usado durando dos vidas; el
    petróleo se habría usado sólo en la
    presente vida; y la
    computadora, por supuesto, se habría usado en menos de
    la mitad del lapso de vida más reciente.

    Los efectos de tal ritmo de cambio es que
    la mayor parte de las empresas se
    encuentran con que tienen que emprender cambios organizacionales
    moderados por lo menos una vez al año y cambios mayores
    cada cuatro o cinco años.

    A pesar de esa imperiosa necesidad, la
    reorganización es temida normalmente porque significa una
    alteración del status quo, dando lugar a un diferimiento
    en su aplicación, con la consecuente pérdida de
    efectividad e incremento en los costes.

    El proceso de
    adaptación a los acontecimientos externos genera
    tensión con respecto al reajuste interno. Con bastante
    regularidad, los integrantes de una organización pondrán objeciones a
    los cambios emprendidos o propuestos: ellos o muchos de ellos,
    pueden rehusarse por completo a cooperar; pueden desentenderse de
    los cambios pretendidos; pueden seguir la letra pero no el
    espíritu de la nuevas reglas, "haciendo las cosas como es
    debido" mientras que deliberadamente permiten que se cometan
    errores; o pueden acceder pero con profundo estado de
    resentimiento.

    Este tipo de reacciones son propias de lo que se da en
    llamar "la resistencia al
    cambio". Al combinarse las variables que
    configuran el comportamiento
    psicológico y político de los miembros de las
    organizaciones con el cambio organizativo surge inmediatamente el
    fenómeno de la resistencia al cambio. La resistencia al
    cambio se define como la reacción negativa que ejercen los
    individuos o los grupos que
    pertenecen a una organización ante la modificación
    de algunos parámetros del sistema
    organizativo.

    El tipo de reacciones variarán entre las
    distintas personas: algunas pueden manifestarse neutrales o
    indiferentes, en tanto que otras serán entusiastas. Lo
    cual nos permite afirmar que el cambio genera
    consternación en algunas personas, indignación en
    otras, un shock en otras más, y esperanza en unas
    cuantas.

    Nicolás Maquiavelo en
    el Siglo XVI escribió: "Se debe tener en cuenta que no
    hay nada más difícil de llevar a cabo, ni de
    éxito
    más dudoso, ni más peligroso de manejar, que
    iniciar un nuevo orden de las cosas
    ".

    2. Causas de
    resistencia al cambio

    No comprender la resistencia al cambio es posiblemente
    la más importante de todas las trampas existentes en un
    proceso de cambio. La resistencia al cambio se encuentra en todos
    los niveles de una organización. La falta de entendimiento
    de esto en el mejor de los casos lleva a la frustración y
    en el peor de los casos a comportamientos disfuncionales, esto
    es, a acciones en
    contra del cambio, de los iniciadores del cambio y de la propia
    organización.

    La comprensión de la resistencia al cambio y
    el trabajo con
    ésta y no contra ésta, ayuda en gran medida a limar
    las asperezas del proceso de cambio. El entendimiento de la
    resistencia también ayuda en el desarrollo de
    un buen plan de comunicación.

    Los factores motivantes de la resistencia al cambio no
    responden a una simple relación de causa-efecto, siendo en
    la mayoría de los casos generados por una compleja
    interrelación de diversos factores, entre los cuales
    podemos enumerar los siguientes:

    1. Miedo a lo desconocido.
    2. Falta de información
      Desinformación
    3. Factores históricos.
    4. Amenazas al estatus.
    5. Amenazas a los expertos o al poder.
    6. Amenazas al pago y otros beneficios.
    7. Clima de baja confianza organizativa.
    8. Reducción en la interacción social.
    9. Miedo al fracaso.
    10. Resistencia a experimentar.
    11. Poca flexibilidad organizativa.
    12. Aumento de las responsabilidades
      laborales.
    13. Disminución en las responsabilidades
      laborales.
    14. Temor a no poder aprender las nuevas destrezas
      requeridas.

    De la misma forma que la física demuestra que
    el movimiento de
    un cuerpo genera un movimiento de sentido inverso en los cuerpos
    asentados sobre el que está en movimiento, muchos
    especialistas en comportamiento
    organizacional consideran que cualquier cambio genera una
    reacción contraria como si fuera una parte inherente al
    proceso de evolución organizativa. Pero cabe apuntar
    que las organizaciones y las personas no se comportan de forma
    tan previsible como lo hacen los cuerpos
    físicos.

    Así, el grado de resistencia al cambio depende
    del tipo de cambio
    y de la información de que se disponga. Las personas no
    presentan resistencia ante el cambio, sino ante la pérdida
    o la posibilidad de pérdida.

    3. Analizando las
    principales causas

    • Falta o escasez de
      información.
      La carencia de información
      necesaria es uno de los elementos más importantes que
      provocan la resistencia al cambio. La resistencia se presenta
      esencialmente de dos formas: sistémica y de
      comportamiento. La resistencia sistémica proviene de la
      falta de conocimientos adecuados, información, habilidad
      y capacidad directiva. La información resulta
      imprescindible a los efectos de suavizar el proceso paralelo a
      cualquier cambio que es la sustitución de lo conocido
      por la ambigüedad o la incertidumbre. Cabe al respecto
      preguntarse acerca de la razón o motivo por el cual la
      información no circula correctamente, siendo la
      respuesta: el estilo de dirección. Distribuir información
      trascendental para el desarrollo
      organizacional es un elemento que motiva y satisface al
      personal. Hacer
      lo contrario genera una gran tensión en los empleados.
      Si resulta fundamental la correcta gestión de la información en
      momentos de calma, mucho más importante y trascendente
      resulta ello en momento de cambios y turbulencias.
    • Factores históricos. Con ello
      estamos haciendo referencia a la experiencia pasada por parte
      de los empleados, las cuales inciden en las respuestas
      presentes y futuras que ellos dan ante cambios propuestos y
      planificación por la
      dirección.
    • La amenaza al estatus y al status quo.
      Ambas sensaciones se deben a la resistencia a modificar los
      esquemas aceptados de interacciones, valores,
      costumbres y normas.
      Cualquier cambio capaz de alterar las actividades desarrolladas
      o la forma en que se desarrollen provoca, además, un
      cambio en el esquema de las interacciones. Un nuevo método
      de trabajo o
      una nueva máquina, una modificación en la
      disposición de la oficina, una
      distribución diferente de las funciones,
      influyen por fuerza sobre
      las relaciones surgidas y establecidas entre las distintas
      personas. Otro elemento es el tiempo de
      antigüedad del modelo que
      se quiere cambiar, así como el tiempo que llevan las
      personas objeto de cambio en sus respectivos puestos de
      trabajo. El cambio representa una amenaza para el status quo
      conquistado. Cuanto más haya invertido una persona en el
      sistema actual, mayor resistencia mostrará hacia un
      cambio.
    • Amenaza al poder. De igual forma que en
      el caso de la amenaza al estatus, también existe una
      amenaza al sistema de relaciones de poder. En las
      organizaciones hay un tejido informal muy complejo
      diseñado a partir del grado de poder que poseen los
      distintos actores o componentes de la
      organización. Un cambio organizativo rompe este
      tejido y abre un mundo de posibilidades que para muchos actores
      son temibles, ya que les puede significar una pérdida de
      poder. En términos de poder, con un cambio organizativo,
      unos ganan y otros pierden; de esta forma, la resistencia
      partiría del grupo que ve
      amenazada sus posiciones. Si el cambio viene impulsado
      unilateralmente por la dirección, los actores más
      poderosos de la organización informal se
      enfrentarán al mismo. Si el impulso proviene de los
      actores que dominan la organización informal, la
      resistencia será la bandera de los actores con poder
      formal que no desean la consolidación de la
      organización de facto.
    • Deficiente clima
      organizativo.
      Cuanto más negativo sea el
      clima
      organizacional vigente, más difícil
      será conducir una organización de un modelo a
      otro. En esta situación los empleados harán todo
      lo posible para que el cambio fracase, o bien tratarán
      de modificar sensiblemente la orientación del
      mismo.
    • Miedo al fracaso y resistencia a
      experimentar.
      Ciertos empleados por causas tales como
      su edad, formación y conocimientos se resisten al cambio
      porque temen no estar a la altura de las circunstancias. El
      miedo al fracaso y/o la resistencia a experimentar es mayor
      cuando los que resisten son los directivos, ocupen éstos
      posiciones altas o intermedias. Debe tenerse en cuenta que las
      personas que más invierten y se juegan ante un cambio
      organizativo son los jefes de unidad o de departamento, pues el
      fracaso del nuevo será su fracaso, razón por la
      cual tratan de evitar el riesgo.
    • Escasa flexibilidad organizativa.
      Existe una resistencia más abstracta de carácter institucional, pues la
      dificultad de conseguir el cambio se agudiza al considerar el
      hecho de que todas las organizaciones tienden a mantener cierta
      estabilidad o inmutabilidad y, para ello, se dotan de normas,
      reglas, códigos, pautas de conducta y
      redes de
      relaciones internas entre otras.

    4. Cómo
    evitar la resistencia al cambio

    Durante el proceso de cambio organizativo la resistencia
    al cambio puede darse en diferentes momentos:

    • Durante el proceso de diseño del cambio.
    • Durante el proceso de decisión en el que se
      escoge el nuevo sistema organizativo.
    • Durante el proceso de implementación del
      cambio organizativo.

    El principal objetivo que
    persigue el estudio de las causas y los efectos de la resistencia
    al cambio consiste en encontrar los mecanismos para eliminar o
    reducir esta actitud
    organizativa.

    Las dos medidas que permiten superar el cambio son:
    hacer un diagnóstico profundo sobre los actores que
    se resisten al cambio y los motivos que les inducen a ello e,
    impulsar el cambio de forma transparente, informando e implicando
    a los distintos sectores de la organización.

    Primero debe analizarse las reacciones que genera el
    cambio propuesto, ya que para producir cambios efectivos es
    necesario pulsar el clima de la organización, sus
    conductas y las causas que las motivan, así como preparar
    a la misma para la percepción
    de los cambios y las finalidades que se persiguen con los mismos.
    La resistencia se puede utilizar como indicador de qué la
    provoca.

    Será muy útil como síntoma, si se
    diagnostica la causa que la provoca cuando está
    ocurriendo, y no inhibirla de inmediato. Es decir, no se trata
    sólo de identificar el tipo de resistencia y combatirla
    sino de analizar las causas que originan esta resistencia.
    Conocer las causas generadoras no sólo permitirá
    diseñar estrategias para
    superarla, sino también, al mejorar el
    conocimiento de la organización será factible
    llegar tanto a un diagnóstico como a propuestas más
    amplias y profundas.

    El impulsor del cambio deberá tener reservadas un
    conjunto de contraprestaciones o gratificaciones destinadas a ser
    utilizadas como moneda de cambio en sus relaciones con los
    distintos sectores en trance de modificación. Ello
    constituye una cuestión fundamental para los grupos que
    pierden posiciones con el cambio. Un cambio organizativo tiene
    como resultado ganadores y perdedores, siendo por ello esencial
    contar con los elementos destinados a negociar contraprestaciones
    con los perdedores.

    La estrategia es
    sencilla: se trata de que a la vez que se impulsa el cambio
    organizativo, proponer una serie de mejoras en las condiciones de
    trabajo de los empleados. El hecho de que en muchas
    organizaciones la situación de estas variables sea muy
    precaria ayuda mucho en el desarrollo de esta estrategia.
    Ningún empleado se va a oponer si se le mejora el
    contenido del trabajo (básicamente reducir la rutina), si
    se le facilita el acceso a cursos de reciclaje y de
    perfeccionamiento, si se le abren pequeñas vías de
    promoción, si se cambia positivamente el
    estilo de liderazgo, si
    mejoran las condiciones ergonómicas o si se eleva sus
    estatus con respecto al de los empleados del resto de las
    unidades de la organización.

    Se trata de medidas que son fáciles de asumir por
    parte de la empresa, las
    cuales contribuyen a mejorar los niveles de motivación, satisfacción y conducta
    de los empleados y que amortiguan el choque que produce el cambio
    organizativo. Así pues, cuanto más pierden los
    empleados con el nuevo modelo organizacional, más
    habrá que acentuar las ofertas de mejora de sus
    condiciones de trabajo.

    La otra cuestión crucial para conseguir vencer la
    resistencia al cambio consiste en generar y elevar los niveles de
    transparencia, información y el grado de
    participación e implicación de los empleados en el
    proceso de cambio.

    Mediante la información se consigue que los
    empleados entiendan los motivos del cambio y, por lo tanto, se
    reduzca la resistencia. Esta táctica supone,
    básicamente, que la causa de la resistencia radica en una
    información errónea o en una mala
    comunicación: si a los empleados se les suministra
    información correcta y se disipan los malos entendidos, la
    resistencia desaparecerá.

    Pero es con la estrategia de la participación
    cuando los avances serán más notables, ya que es
    difícil que una persona se resista a una decisión
    de cambio en la cual ha participado activamente. Así pues,
    antes de proceder a la realización de un cambio, conviene
    que los que se oponen al mismo participen en el proceso
    decisorio. Normalmente, sus intervenciones atenuarán la
    resistencia, logrando su aceptación, logrando
    además mejorar la calidad de las
    decisiones.

    5. El modelo de los
    ocho factores

    Este modelo comprende ocho factores que debidamente
    armonizados permiten generar un óptimo y exitoso cambio
    organizacional.

    • Necesidad sentida. La existencia de
      tensión o malestar internos –o sea, una
      necesidad sentida- es una condición previa para el
      cambio de sistemas
      humanos a cualquier nivel de análisis (intrapersonal, interpersonal,
      organizacional). Cuando no existe malestar, no hay problema;
      donde no hay problema, no hay acción. Resulta claro que el tiempo
      óptimo para intervenir en un entorno organizacional es
      cuando existe tensión suficiente en el sistema para
      motivar a los miembros a buscar métodos o soluciones
      opcionales. Ante la ausencia de una necesidad sentida, los
      miembros de la organización deben ser informados
      acerca de los problemas
      existentes, y deben hacerse resaltar los costos de
      no cambiar. Además, si es posible, se puede ejercer
      mayor presión para el cambio partiendo de
      fuentes
      externas. Inicialmente, los cambios deben centrarse en
      torno de
      problemas y deficiencias visibles, las que son evidentes para
      casi todos los que participan en la organización. Es
      importante que la necesidad sentida se extienda a aquellos
      directivos que deben autorizar la utilización de los
      recursos requeridos para emprender el programa de
      cambio.
    • Apoyo visible de la alta dirección.
      Pocas ideas son aceptadas tan ampliamente como la
      noción de que el apoyo visible de la dirección
      general es fundamental para la consecución exitosa del
      cambio planeado. El apoyo de una dirección general
      respetada y confiable aumenta la confianza de los miembros de
      la organización en que un cambio propuesto será
      exitoso. El apoyo visible de la dirección general es
      necesario para vencer la inercia y el miedo de fracasar que
      cunde en los mandos medios de
      muchas organizaciones. Los mandos medios reciben a menudo los
      cambios propuestos con precaución, pasividad y
      escepticismo. La dirección general debe proporcionar
      el apoyo entusiasta y el compromiso necesario para nutrir un
      esfuerzo incipiente de cambio. Para que un programa de cambio
      sea efectivo es muy importante que la dirección
      general manifieste un fuerte compromiso por el cambio, tanto
      con palabras como con hechos. Un programa de cambio necesita
      como patrocinadores a los gerentes de aquellos departamentos
      que se vean más directamente afectados.
    • Clarificación gradual. Los cambios
      organizacionales amenazan la naturaleza, y aun la existencia, de un
      intercambio del empleado con la organización. En
      consecuencia, al oír hablar de un cambio inminente, es
      probable que la persona considere en qué forma
      afectará dicho cambio a su situación laboral (y no
      laboral). La cuestión fundamental para los miembros de
      la organización es "¿Qué significa
      esto para mí? ¿Me irá mejor?".
      Por
      supuesto, es probable que venga a la mente de la persona un
      número casi ilimitado de preguntas específicas:
      si se necesitarán nuevas capacidades y, de ser
      así, qué cantidad de tiempo y energía se
      precisará para adquirirlas; si afectará el
      cambio las perspectivas de ascenso del supervisor; si se
      verá alterada la influencia o la composición
      del grupo de trabajo de la persona; y así
      sucesivamente. En vista de los numerosos interrogantes que
      los empleados desearán que se les resuelvan, los
      directivos deben proporcionar información anticipada
      acerca del cambio que se planea y deben comunicarse frecuente
      y plenamente. Aunque la información inicial debe ser
      de tipo general, la misma debe ir aclarando gradualmente las
      características específicas del
      cambio.
    • Instrumentación y apoyo. Un paso que
      minimiza la resistencia al cambio es ayudar a los empleados a
      adquirir las nuevas habilidades requeridas. Para ello es
      esencial proporcionar instrucción o capacitación formal, conjuntamente con
      tiempo y energía equivalente; así se le
      suministrará más tiempo e indulgencia al tiempo
      que aprende y se amolda a los nuevos requerimientos. Los
      directivos también pueden proporcionar apoyo emocional
      escuchando con empatía, reconociendo los sentimientos
      de un empleado, y siendo paciente. Tales acciones permiten
      que algunos problemas aparentemente grandes se disipen con el
      paso del tiempo. La introducción gradual de los cambios
      contribuye a facilitar la aceptación. "Cambio
      masivo, ansiedad masiva, resistencia masiva"
      . Por lo
      tanto, los directivos deben intentar introducir los cambios
      por etapas, maximizando la estabilidad en torno a cada fase
      temporal del proceso de cambio.
    • Modificación de los subsistemas
      componentes.
      Las organizaciones son sistemas que tienden
      al equilibrio. Los mecanismos de
      adaptación y conservación tienden a producir
      que se "borren" los pequeños cambios, produciendo un
      estado constante. Más aún, la inercia suele
      persistir aun si las prácticas del pasado no han
      demostrado ser particularmente exitosas. Algunas veces las
      organizaciones se ven atrapadas en sistemas de creencias y
      prácticas que ya no son soluciones adecuadas a los
      problemas; irónicamente, las soluciones inefectivas
      son las seguidas más estrechamente en tiempo de
      adversidad. En otras palabras, las organizaciones se
      comportan con frecuencia en forma neurótica. Se deduce
      conceptualmente, que es más probable que los cambios
      que se intentan en las organizaciones prosperen si comprenden
      varios subsistemas relevantes en lugar de uno sólo. De
      tal modo, en la medida en que ocurran los cambios apropiados
      en cuanto a las características organizacionales,
      laborales e individuales, es más probable que los
      cambios demuestren ser efectivos. En un sentido más
      amplio, los programas de
      cambio que modifican sólo características
      estructurales (organizacionales) o sólo
      características tecnológicas (laborales) son
      generalmente menos efectivos que los que modifican tanto la
      estructura
      como la tecnología.
    • Aumento de la autoestima. Las reacciones ante el cambio,
      y la efectividad de los esfuerzos de cambio, tienden a ser
      favorables en la medida que los cambios eleven el sentido de
      autoestima de los empleados. Puede afectarse la autoestima de
      los empleados por la forma en que se introduce el
      cambio.
    • Participación. La
      participación de los empleados en el proceso de cambio
      mejora las reacciones ante el mismo y la efectividad de los
      esfuerzos de cambio planeado. La participación en las
      decisiones aumenta de manera pronunciada la aceptación
      de las decisiones. El proceso de participación afecta
      las actitudes
      solamente de aquellos que son consultados activamente; los
      que quedan fuera del proceso aparentemente no son
      influenciados.
    • Presentación de los beneficios del
      intercambio.
      Los miembros de las organizaciones son muy
      sensibles a las posibles consecuencias adversas que provienen
      de los cambios. A veces, es por tal motivo necesario que los
      gerentes proporcionen prestaciones adicionales a los empleados para
      facilitar la aceptación de los cambios pretendidos.
      Resulta claro que la presentación de los beneficios
      del intercambio es particularmente apropiada cuando vaya a
      haber una pérdida significativa (de cualquier clase)
      para los empleados como producto
      de un cambio y cuando los empleados tienen el poder para
      impedir o evitar que el cambio tenga éxito. Sin
      embargo, aunque el uso de "endulzadores" es una forma
      fácil de reducir la resistencia, puede ser sumamente
      costoso: "Una vez que un gerente
      deja ver que él negociará para evitar una
      resistencia mayor, él mismo se abre a la probabilidad
      de un chantaje".

    6. La pirámide
    de resistencia

    El diseño de la pirámide de la resistencia
    esta basado en la jerarquía de resistencias
    desarrollada por Nieder y Zimmerman en la Universidad de
    Bremen, Alemania. Al
    igual que la pirámide de necesidades de Maslow, la
    pirámide de la resistencia es una sucesión de
    niveles, en este caso, niveles de resistencia. La
    satisfacción de un nivel reduce la resistencia del
    siguiente.

    Por ejemplo, cuando respondemos a la necesidad de saber
    de las personas, éstas se vuelven más abiertas al
    aprendizaje de
    nuevas habilidades y destrezas relacionadas con el cambio. Y una
    vez han adquirido las nuevas habilidades, tendrán la
    confianza necesaria para superar la falta de voluntad de
    cambio.

    Basándonos en el concepto de la
    pirámide de la resistencia, lo que la gente necesita en
    primer lugar es conocimiento.
    Puede proporcionarse conocimiento con información sobre el
    proceso de cambio. La información debería basarse
    en lo que los directivos y los empleados quieren
    saber.

    La gente normalmente quiere las respuestas a las
    preguntas más simples: ¿Qué está
    ocurriendo?, ¿Por qué estamos haciendo esto?,
    ¿Cómo se va a hacer?, ¿Cuándo va a
    hacerse? y ¿A quién le va a afectar? Contestando
    estas preguntas a las personas en cada fase del proceso de cambio
    les ayudará a pasar al siguiente nivel de la
    pirámide.

    El segundo nivel de la pirámide –la
    capacidad- es tratado con formación y entrenamiento.
    Para cambiar, las personas suelen necesitar nuevas capacidades.
    Estas nuevas capacidades incluyen desde operar con nuevos equipos
    o sistemas, hasta pasar de trabajar solo a hacerlo en equipo, o
    seguir procedimientos
    revisados.

    La dirección a menudo necesita nuevas habilidades
    para crear equipos y fomentar el trabajo en
    equipo, para "entrenar" a los empleados y proveerles
    así de nuevas habilidades y para aplicar nuevos
    procedimientos. Al tener la capacidad de las personas un profundo
    impacto sobre la disposición de éstas para realizar
    nuevas actividades y para cambiar, la formación se
    convierte en parte fundamental del proceso de cambio.

    El deseo de cambio se sitúa en el nivel
    más alto de la pirámide. La adquisición de
    conocimientos en los niveles más bajos y la
    capacitación en los niveles intermedios ayudará a
    las personas a tener un mayor deseo de cambio. En cualquier caso,
    hay otros factores que también deberían ser
    tratados. Como
    ya se dijo, la implicación de la alta dirección en
    el proceso de comunicación envía señales
    a toda la organización sobre la prioridad del
    cambio.

    Además, cuanto más se comuniquen los
    beneficios personales del cambio más se consigue afectar
    los egos de las personas y en mayor medida animamos su deseo de
    cambio.

    Finalmente, el deseo de cambio puede aumentarse por
    diversas acciones específicas: 1) El establecimiento de
    objetivos de
    desempeño individuales y de equipo que
    estén en línea con los cambios que se quieren
    conseguir, 2) la medida de las personas respecto a éstos
    objetivos, 3) el establecimiento de mecanismos eficaces de
    coaching y de
    feedback en dos sentidos y 4) el reconocimiento y la recompensa
    de las personas por conseguir los objetivos e implantar los
    cambios.

    7.
    Conclusiones

    Los rápidos cambios que se están dando en
    todos los órdenes llevan a la imperiosa necesidad por
    parte de las empresas de movilizarse en la dirección de
    los cambios apropiados destinados a superar la brecha existente
    entre su posición y aquella que urgentemente demanda el
    mercado y las
    circunstancias.

    Toda empresa basa su
    potencial fundamentalmente en su cultura, y
    como a la cultura la hacen las personas que integran la
    organización, resulta clave generar los cambios de
    conducta relevantes que permitan provocar la evolución.
    Para ello es de crítica
    importancia vencer la resistencia al cambio. Lograr vencerla
    depende de manera de comprender y gestionar el cambio de paradigmas en
    los integrantes de la organización, sean estos directivos,
    supervisores y personal.

    Pretender realizar los cambios a nivel
    tecnológico, sin antes comprender la naturaleza
    humana y su fuerte resistencia a conservar el status quo, no
    sólo traerá como consecuencia el fracaso, sino
    además poner en peligro la competitividad
    y la continuidad misma de la organización como
    tal.

    Volcarse por la reingeniería
    de procesos o negocios,
    tratar de implantar nuevos sistemas de gestión como el
    "just in time"
    o producción magra, sin antes considerar
    la cara humana del cambio es ir directo al
    fracaso.

    8.
    Bibliografía

    La cara humana del cambio – Timothy Galpin –
    Editado por Díaz de Santos y Watson Wyatt –
    1998

    Estrategias de Capital Humano
    – Gratton – Prentice Hall – 2001

    La mente en las relaciones
    humanas – Custer – Editorial CECSA –
    1996

    Comportamiento humano en el trabajo – Davis y
    Newstrom – McGraw Hill – 2003

     

     

    Mauricio Lefcovich

    Consultor en Administración de Operaciones

    Trabajo del 12/05

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