En el presente artículo se muestran las razones
por las cuales es oportuno valorar desde un punto de vista
económico los espacios naturales a través de la
realización de un breve repaso de los beneficios y costes
que se derivan de la protección de espacios naturales; y
finalmente, se presentan los métodos o
técnicas de valoración
económica ambiental más utilizadas para la
valoración de los bienes y
servicios
ambientales dentro del mercado mundial,
en la búsqueda de una sustentabilidad del stock de
recursos
naturales renovables y no renovables.
Hoy en día es bastante generalizada la
visión que los mercados son las
instituciones
más efectivas y eficientes para asignar los recursos
escasos, sin embargo, sabemos que en presencia de externalidades,
los mercados no producen asignaciones socialmente eficientes
(ejemplos: contaminación, congestión,
etc.).
Para la sociedad, el
desafío medioambiental consiste en encontrar los niveles
óptimos de contaminación, que surgen de comparar
los beneficios que deriva la sociedad de las actividades que
generan contaminación con los costos sociales
que la
contaminación genera.
Al leer a algunos catedráticos de la Teoría
Económica como Diego Azqueta, es posible acercarse al
entendimiento del porque aunque la valoración
económica del medio natural no es la respuesta
última a los procesos de
degradación y sobre explotación de la naturaleza, es
una herramienta útil y complementaria en la
formulación de políticas
tendientes al desarrollo
sustentable.
Bajo los lineamientos generales del proceso de
globalización de la economía, pareciera
ser que el desarrollo
sustentable reflejara una utopía ideológica de
ecólogos y ambientalistas; siendo solo posible con el
cambio radical
de los modelos
económicos mundiales.
Por otro lado, dicha situación no parece muy
probable bajo el control
"explícito" del Banco Mundial
y el Fondo Monetario
Internacional (apoyado por la tendencia de
globalización del modelo
neoliberal y las potencias económicas alrededor del
planeta).
Teniendo en cuenta esta situación no resulta del
todo equivoco la inclusión de los bienes y servicios
ambientales dentro del mercado mundial, en la búsqueda de
una sustentabilidad del stock de recursos naturales renovables y
no renovables.
La valoración económica de los recursos
naturales es importante en la búsqueda del desarrollo
sustentable, en términos económicos el usuario de
los recursos naturales tenderá a no tratarlo como un bien
gratuito; esto debido, a que su objetivo
será el mantenimiento
del flujo de beneficios provenientes de los bienes y servicios
proveídos por ellos.
En otras palabras, el usuario racional de estos recursos
tenderá a prevenir la depreciación innecesaria del patrimonio
materia prima
e internalizado en la contabilidad
empresarial y nacional (Tietemberg, 1988).
El presente artículo, pretende plantear la
necesidad de la valoración económica de los
recursos naturales a través de los diferentes enfoques de
mercado en la búsqueda del establecimiento de un
desarrollo sustentable.
La degradación del medio ambiente
y de los recursos naturales, conocidos también por bajo el
nombre de bienes y servicios ambientales, puede ser ocasionada
por un excesivo desarrollo
económico o por un desarrollo económico
insuficiente. El crecimiento de la población, la extensión de los
asentamientos humanos y la industrialización provocan
creciente contaminación en los factores
físico-naturales más importantes para la
supervivencia de las especies vivas. Estos problemas son
el resultado de un desarrollo inadecuado y parte de su
solución se encuentra en un crecimiento
económico bien planificado.
El crecimiento económico por si mismo,
frecuentemente ocasiona degradación del medio ambiente y de
los recursos naturales. El asunto no es escoger entre desarrollo
y medio ambiente, sino proponer incorporar medidas de costo–eficiencia para
restablecer, sustentar y proteger los sistemas
naturales.
El desarrollo sustentable aparece como una alternativa
desde hace ya varias décadas y al igual que otros modelos surge
a partir de las enormes crisis
ambientales causadas por una racionalidad meramente
económica y la progresiva pérdida de confianza en
la viabilidad del modelo de crecimiento económico y
modernización, como única estrategia.
La evolución de estos paradigmas
refleja los cambios en la percepción
ambiental desde una preocupación inicial acerca de las
externalidades del crecimiento económico, hasta el
interés
por cuestiones de diversidad e integridad cultural y natural,
sustentabilidad y derechos
intergeneracionales.
A fines de la década del '60, el enfoque del
crecimiento económico fue revisado a la luz de las
críticas que argumentaban que aún cuando muchos
países alcanzaron un crecimiento económico
sustancial, este no frenó la pobreza de
Tercer Mundo, ni revirtió los procesos de
degradación natural y contaminación ambiental del Primer
Mundo.
Probablemente la definición más popular ha
llegado de la mano del Informe
Brundtland, este documento supone que el desarrollo sustentable
debe satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin
comprometer el derecho de las generaciones futuras de satisfacer
sus propias necesidades. Pero también es sabido que el
desarrollo sustentable demanda
estrategias
diversificadas que permitan mejorar la realidad social, política,
económica y ambiental específica de cada
lugar.
La definición e interpretación de este concepto ayuda a
aclarar que los recursos naturales son los insumos de cualquier
actividad económica desarrollada por el hombre y es
imposible dejarlos de utilizar porque implicaría para la
humanidad dejar de producir, alimentarse y por ende
morir.
Los recursos naturales carecen de precio, al no
existir un mercado donde puedan ser intercambiados. No obstante,
ello no quiere decir que carezcan de valor. Por
tanto, es necesario contar con algún método que
nos permita estimar dicho valor o contar con un indicador de su
importancia en el bienestar de la sociedad, que permita
compararlo con otros componentes del mismo, para lo cual
será factible utilizar el dinero como
denominador común.
La valoración económica del medio ambiente
arroja información sobre el valor monetario que
los miembros de un determinado colectivo le otorgan a las
distintas alternativas medioambientales con las que se les
confronta, definiéndose esta, como un conjunto de
técnicas y métodos que permiten medir las
expectativas de beneficios y costos derivados de algunas de
acciones tales
como: uso de un activo ambiental, realización de una
mejora ambiental, generación de un daño
ambiental, entre otros.
Asimismo, Kriström (1995) señala que la
razón principal por la cual se valoran los bienes que
carecen de mercado es la misma por la que se valoran los bienes
privados, es decir, probablemente se hará un uso
más eficiente de los mismos si dichos bienes muestran un
precio.
En las últimas décadas las
metodologías de valoración ambiental han tenido un
amplio desarrollo en la medición de aquellos aspectos que antes se
clasificaban en intangibles y que en la actualidad pueden ahora
medirse en términos monetarios, sin embargo la diferencia
entre bienes, servicios e impactos ambientales puede implicar el
uso de diferentes metodologías para la valoración
de cada uno.
La diferencia entre los términos anteriores viene
dada por que los primeros son recursos tangibles utilizados por
el ser humano como insumos en la producción o en el consumo final
y que se gastan y transforman en el proceso, los segundos tienen
como características que no se gastan y no se transforman
en el proceso, pero generan indirectamente utilidad al
consumidor, y los
últimos también conocidos como externalidades, son
el resultado o el efecto de la actividad económica de una
persona sobre
el bienestar de otra.
Un rasgo característico de muchos bienes
ambientales, es la multitud de beneficios que proporcionan.
Algunos de ellos están relacionados con el uso, directo o
indirecto, del bien ambiental, mientras que otros, cuya
cuantificación es más complicada, nada tienen que
ver con su uso.
Siguiendo a Boyle y Bishop (1985) se pueden distinguir
cuatro tipos distintos de valor. En primer lugar, aquellos cuyo
uso implica un consumo, como es el caso de la pesca o la
caza.
En segundo lugar, aquellos que su uso no implica
consumo, como puede ser la satisfacción que se obtiene al
observar una puesta de sol en las orillas de un lago. En tercer
lugar, aquellos que proporcionan servicios mediante un uso
indirecto.
Reorganizando lo expresado anteriormente, se
podría realizar una primera distinción entre
valores de uso
y valores de no uso. El valor de uso es el más
elemental de todos. Por ejemplo, una persona visita un parque
natural para contemplar la fauna y la flora,
para caminar o hacer deporte, etc. y, por lo tanto,
como usuaria, cualquier alteración en la calidad del mismo
afecta a su nivel de bienestar.
En relación a los valores de no uso,
identificados tradicionalmente en la literatura económica,
destacaremos dos: el valor de opción y el valor de
existencia.
Respecto al primero, Weisbrod (1964) argumentaba que un
individuo que
no estuviera seguro sobre una
eventual visita a un parque natural, podría estar
dispuesto a pagar cierta suma de dinero por un
derecho de opción a visitarlo en el futuro. Por lo tanto,
para este individuo, la desaparición de dicho parque
natural supone una pérdida evidente de bienestar, mientras
que la conservación del mismo, lo incrementa.
Por su parte, Krutilla (1967) definía el valor de
opción como la disponibilidad a pagar por la oportunidad
de poder elegir
entre usos alternativos y competitivos de un bien ambiental. No
obstante, para evitar confusiones, conviene distinguir entre el
valor de opción propiamente dicho y el valor de
cuasi-opción.
En relación al primero, es el que se deriva de la
incertidumbre individual que experimenta la persona con respecto
a si dicho bien estará o no disponible en el futuro. La
idea básica es que, dada esta incertidumbre de la oferta, y dado
el hecho de que a la mayor parte de las personas no les gusta ni
el riesgo ni la
incertidumbre, un individuo estaría dispuesto a pagar
más del excedente del consumidor esperado (ECE)
para asegurar que podrá hacer uso del bien ambiental
más adelante. La disposición a pagar total se
denomina precio de opción (PO) y comprende el
excedente del consumidor esperado más el valor de
opción (VO), donde este último es el pago adicional
que se hace para asegurar la disponibilidad futura del bien
ambiental (Pearce y Turner, 1995):
PO = ECE + VO (1)
VO = PO – ECE (2)
Finalmente, el valor de existencia es un valor
que se otorga a un bien ambiental y que no está
relacionado con ningún uso, ni actual ni futuro, del bien.
De hecho, existe un grupo de
personas que se ven afectadas en su bienestar con respecto a lo
que le ocurra a un determinado bien ambiental aun cuando no son
usuarios del mismo, sencillamente valoran positivamente su mera
existencia. A primera vista, ésta puede parecer una
categoría muy extraña para un valor
económico, puesto que seguramente el valor se
derivaría del uso.
La inclusión de las externalidades o valores para
los cuales no hay establecido un mercado dentro de un marco
más amplio compatible con los valores de
tradicionales de mercado ha sido una constante en la economía
ambiental. El marco comúnmente aceptado es la
teoría del valor económico total desarrollada por
Pearce (1993) y Pearce y Turner (1990). Esta teoría tiene
la bondad de adaptar la economía a la
cuantificación de los recursos naturales y
ambientales.
La teoría de las externalidades ha sido
ampliamente estudiada a partir de Coase (1960). Su
cuantificación, basada generalmente en resultados
experimentales obtenidos por métodos estadísticos,
fue aplicada al medio ambiente primero fuera de España
(Constanza 1991, Hartwick 1977, Tietemberg 1988, Daly 1989,
Johansson 1990, Hausman 1993, Pearce y Turner 1990, Pearce 1993,
Cummings y Harrison 1995, por citar algunos ejemplos relevantes
entre otros muchos). En la década de los 90 se
desarrollaron numerosas aplicaciones a partir de Naredo (1993).
Cabe destacar obras de Azqueta (1994), Azqueta y Pérez y
Pérez (1996), Campos y Riera (1996), Riera (1994 y 1995) y
Riera et al., (1994).
El cuadro 1 muestra un
ejemplo de esta teoría adaptada al bosque.
La existencia de infinitas situaciones reales en las que
se hace necesaria la valoración económica ambiental
trae consigo que los profesionales de la economía hayan
desarrollado una serie de métodos y técnicas que
permitan abordar estos problemas.
La Economía Ambiental puede aportar en ese
objetivo:
a) Ayudando a entender las causas económicas de
los problemas
ambientales en una economía de mercado.
b) Colaborando en la búsqueda y diseño
de los instrumentos de política a ser utilizados para
tratar los problemas de contaminación (incentivos de
corto y largo plazo, implicancias económicas,
costo-.efectividad),
c) Analizando las implicancias económicas de las
iniciativas de política ambiental.
Es de interés acotar que dentro de las
posibilidades que ofrece la economía ambiental para
valorar el medio ambiente, el análisis económico presenta diversos
métodos y técnicas de valoración.
Generalmente se clasifican bajo distintas formas, según el
concepto de valor adoptado, los algoritmos de
solución usados, a través de los enfoques de
mercados y el grado de disponibilidad de la información
requerida (Agüero, 1995).
De acuerdo con lo anterior y siguiendo la
clasificación de Dixon (1988) y de Revered(1990) se
presenta un resumen de los diferentes métodos de
valoración por incluir estas la gran mayoría de
métodos de valoración, agrupándolos de
acuerdo al origen de la información en:
- Métodos de valoración
directa - Métodos de valoración
indirecta - Métodos de valoración
contingente - Otros métodos.
Los métodos de valoración directa se basan
en precios de
mercado disponibles o en observación de cambios en la productividad. Se
aplican cuando un cambio en la calidad ambiental o disponibilidad
de un recurso afecta la producción o la productividad.
(Pearce y Markandya, 1989).
Los cambios en la productividad, pérdidas de
ganancia y el costo de oportunidad se incluyen generalmente en
esta categoría, según la información usada
para la valoración, obtenida de mercados convencionales o
de comportamientos efectivamente observados.
El cambio en la productividad es una extensión
directa del análisis costo-beneficio, utilizándose
cuando proyectos de
desarrollo afectan la producción o la productividad
(positiva o negativamente), los cambios pueden ser valorados
usando precios económicos normales o corregidos, cuando
existan distorsiones en el mercado.
Este método está basado en la
economía del bienestar neoclásico. Los costos y
beneficios de una acción
son contabilizados ya sea que ocurran dentro de la frontera o
contexto del proyecto o fuera
de el.
Aunque similar a la técnica de valorar cambios en
la productividad, en el método de pérdidas de
ganancia se valoran cambios en la productividad humana
resultantes de efectos negativos sobre la salud por
contaminación o degradación ambiental o cambios en
la disponibilidad de recursos naturales.
La pérdida de ganancias (salarios) y
gastos
médicos, resultantes de un daño ambiental en la
salud, son valorados y considerados como pérdidas de
ganancia o de capital humano.
Este enfoque puede ser útil en el análisis de la
seguridad
industrial o carretera y en proyectos que afectan la calidad
del aire.
Los costos de oportunidad por su parte se basan en la
idea de que los costos de usar un recurso para propósitos
que no tienen precios en el mercado o no son comercializados
pueden ser estimados usando el ingreso perdido por no usar el
recurso en otros usos como variable. Tal es el caso, por ejemplo,
de preservar un área para un parque nacional en vez de
usarlo para fines agrícolas. Los ingresos dejados
de percibir en la actividad agrícola representan, en este
caso, el costo de oportunidad del parque.
Así en vez de valorar directamente los beneficios
del parque, se estima los ingresos dejados de ganar por preservar
el área. El costo de oportunidad es considerado como el
costo de preservación.
Los métodos de valoración indirecta hacen
uso de los precios de mercado en forma indirecta. Estos
métodos se usan cuando diversos aspectos o atributos de
los recursos naturales o servicios ambientales no tienen precios
reflejados en un mercado establecido. Entre los métodos
agrupados bajo este criterio encontramos: precios
hedónicos, diferenciales de salario y costo
de viaje.
El método de los precios hedónicos se basa
en determinar los precios implícitos de ciertas
características de una propiedad que
determinan su valor. Este generalmente se le atribuye a las
viviendas donde la consideración de diversas variables
(tamaño, ubicación, tipo de construcción, etc.), permite determinar el
diferencial de precios con propiedad similares en otras
localidades y puede constituir una buena aproximación al
valor del entorno o calidad ambiental.
El diferencial de salarios consiste en estimar el
diferencial de salario requerido por un trabajador para aceptar
un trabajo a
realizar bajo condiciones ambientales distintas a aquellas en que
habitualmente se desarrolla. Se basa en la teoría de
mercados competitivos en la que la demanda por trabajo es igual
al valor del producto
marginal del trabajo y la oferta laboral
varía de acuerdo a las condiciones del área o lugar
de trabajo. Así se recurrirá un mayor salario para
atraer mano de obra a lugares más contaminados o
degradados.
El método de costo del viaje es uno de lo
más utilizados para valorar bienes y servicios
turísticos o recursos escénicos. Mediante encuestas y
estimaciones de costo de traslado del lugar de origen al lugar
turístico (parque, playas, montañas, etc.) se
determinan los costos incurridos por los visitantes según
distancia, medio de transporte y
condiciones de uso. Las encuestas permiten identificar
características socioeconómicas de los
entrevistados, lugar de origen, días asignados al uso del
lugar (incluyendo tiempo de
viaje) e ingresos dejados ganar. Con la información
recogida se determina el excedente (beneficio) obtenido con los
costos incurridos y este se toma como representante del valor
natural o servicio
ambiental.
Los métodos de valoración
contingente son usados cuando no existe información de
mercado acerca de las preferencias de los individuos respecto a
ciertos recursos naturales o servicios ambientales.
A través de la encuestación se busca
conocer las valoraciones que los individuos hacen de aumentos o
disminuciones en cantidad o calidad de un recurso o servicio
ambiental, bajo condiciones simuladas o mercados
hipotéticos.
Existen una amplia gama de técnicas contingentes
específicas basadas fundamentalmente en la teoría
de las decisiones y juegos
usándose para estimar la disposición a pagar
(recibir compensación) por un bien (daño)
ambiental, como son: juegos de licitación, tómalo o
déjalo, juegos de intercambio, elección del menor
costo y técnicas Delphi.
El método de valoración contingente es una
de las técnicas para estimar el valor de bienes para los
que no existe mercado, o sea, trata de simular un mercado
mediante la aplicación de encuestas a los consumidores
potenciales, preguntándoles la máxima cantidad de
dinero que pagarían por el bien si tuvieran que comprarlo.
De ahí se deduce el valor que para el consumidor medio,
tiene el bien en cuestión.
El mismo permite también, valorar cambios en el
bienestar de las personas antes de que se produzcan. Las medidas
de beneficio de los consumidores que detecta el método de
valoración contingente son, teóricamente y en
general, diferentes de las detectadas por los otros
métodos. La razón principal reside en el hecho de
que además de los valores que el usuario percibe al
consumir el bien, la persona puede obtener bienestar o
satisfacción aún no siendo usuario directo de bien,
entiéndase como valor de opción el cual se
comprende dentro del valor económico de un activo
ambiental, entendido por tal el valor que un individuo asocia a
un activo ambiental que no está utilizando, pero que
piensa poder usarlo en un futuro.
La utilidad del método va desde la
administración que necesita evaluar las alternativas
que propone, hasta las organizaciones
preocupadas por el medio ambiente, que desean saber el valor
social del patrimonio natural.
Cuestiones muy discutidas en la valoración
monetaria de los beneficios y los costos ambientales poseen
relevancia en el debate en
torno a la
valoración monetaria del medio ambiente presentando dos
ámbitos consustanciales al análisis
económico: el análisis costo- beneficio (ACB) y el
proceso de revisión de la contabilidad
nacional.
El método del ACB, se encuentra ligado desde su
nacimiento al análisis de proyectos de
inversión, pretendiendo revelar las preferencias de la
población respecto al proyecto propuesto. Sin embargo, la
decisión final deberá fundamentarse en algún
juicio de valor ya que no todos los individuos aceptarían
un análisis de costo – beneficios sociales como criterio
de decisión para temas controvertidos como lo son ciertas
cuestiones ambientales. No se trata simplemente de sumar
algebraicamente, pérdidas y ganancias monetarias en un
ejercicio (correctamente ejecutado) de costos y beneficios
sociales. Es decir, este se basa en criterios para la toma de
decisiones en una supuesta economía privada y
competitiva.
A manera de resumir los aspectos más
significativos a los cuales se arriban se considera que resulta
concluyente exponer lo siguiente:
Se evidencia la necesidad e importancia del uso de la
valoración económica de modo que permita la
práctica de políticas efectivas y
económicamente eficientes para un manejo sustentable de
especies y ecosistemas.
El proceso de valorar económicamente el medio
ambiente se da a través de la medición y
cuantificación de la calidad ambiental debido a que los
cambios que se producen generan cambios en el bienestar de las
personas.
Algunas técnicas, como las examinadas, permiten
estimar en unidades monetarias el efecto externo sobre las
personas de ciertas políticas, acciones y proyectos con
impacto
ambiental. Son más fiables cuando la valoración
se realiza sobre los usuarios o personas más directamente
afectadas (valores de uso).
El empleo de los
métodos de valoración económica ambiental
permite conocer los beneficios que la sociedad atribuye a mejorar
la calidad ambiental y los costos que los distintos niveles de
intervención implican en el desempeño de los bienes y servicios
ambientales.
- Aguilera Klink, Federico y Alcántara, Vicente
(Comp). "De la Economía Ambiental a la Economía
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32, pp. 195-207.
Autor:
Msc. María Mercedes Machín
Hernández*
Dra. Mayra Casas Vilardell**
*Profesora Departamento Economía
Universidad de Pinar del Río.
Cuba.
** Directora del Centro de Estudios de Medio Ambiente y
Recursos Naturales.
Universidad de Pinar del Río.
Cuba.