- La Nueva Roma
- El Gran Hermano
Global - Presencia
Mundial - El Dominio
Invisible - Seguridad
Preventiva - Resumiendo
Palabras Clave: Estados Unidos,
Echelon, bases, defensa. Imperialismo.
1.- LA NUEVA ROMA:
En el nuevo y azaroso sistema
internacional de la post guerra
fría, los Estados Unidos de Norteamérica han
emergido como la única hiperpotencia con una
concentración de poder, en lo
militar y en lo económico, sin igual en la historia. En un mundo
globalizado donde las actividades comerciales y financieras, las
comunicaciones
y el
conocimiento y hasta el delito cobran
dimensiones mundiales, el poder de los imperios también se
hace global.
En consecuencia, los Estados Unidos de
Norteamérica se han transformado en el primer imperio
global en la historia de la humanidad.
Por tratarse de un fenómeno sociopolítico
nuevo parece conveniente realizar una breve descripción de la naturaleza de
este nuevo tipo de imperio. Comenzaremos por señalar que
el poderío del Imperio Americano es incluso superior al
que en su momento detentaron otros imperios, como el de los
Hausburgo, en tiempos de Carlos V -siglo XVI-, o el Imperio
Británico en la era victoriana -siglo XIX-.
A la gran concentración de poder militar se suma
otra circunstancia también sin precedentes en la historia.
La capacidad de proyectarlo a cualquier punto del planeta. Con
sólo el cinco por ciento de la población mundial, consume el 25 por ciento
de producción mundial anual de petróleo, crea y consume el 30 por ciento
del Producto Bruto
Mundial.
El norteamericano medio consume unos 3.600 kilos de
petróleo,
2.130 kilos de gas natural,
2.336 kilos de carbón y 0,04 kilos de uranio por
año. Para proporcionar una idea aproximada de cuanta
energía circula en la sociedad
norteamericana cada día, el geólogo Walter
Youngquist calcula la cantida de "personas potencia"
adicional que tiene a su disposición cada individuo.
Supone para comenzar que una "persona potencia"
(PP) = 0,25 caballos potencia = 186 vatios = 635 Btu (British
Termal Unit = 0,252 kilocalorías).
Según Youngquist tomando como referencia el
consumo
energético de los Estados Unidos en el año 2000 en
términos del equivalente en personas potencia que se
requeriría para proporcionar la misma cantidad de trabajo,
harían falta casi tres veces más personas de las
que existen actualmente en el mundo (es decir, 18.600 millones de
personas). La dieta energética diaria del norteamericano
medio es el equivalente a tener cincuenta y ocho esclavos
energéticos trabajando sin cesar las veinticuatro horas
del día.
Pero no sólo de energía es un gran
consumidor el
norteamericano medio sus necesidades de agua
también son muy elevadas. Mientras que un habitante del
Tercer Mundo debe arreglarse con un promedio de veinte litros
diarios y un italiano recibe doscientos trece litros por
día, el norteamericano medio consume más de
seiscientos litros al día.
Los Estados Unidos efectúan más de la
mitad de todos los gastos de defensa
del mundo. El presupuesto del
Pentágono –según cálculos de Paul
Kennedy- supera los gastos de defensa del resto de los
países juntos.
Este presupuesto alcanza aproximadamente a los 410.300
millones de dólares y significa una disponibilidad de
1.099 millones de dólares por día para gastos de
seguridad,
investigación y desarrollo de
nuevas
tecnologías, entre las que se destaca el programa de
defensa misilístico por 9.100 millones de dólares.
Esto implica que las inversiones de
defensa de la principal superpotencia superan a los gastos
efectuados por el resto del mundo, algo que nunca había
ocurrido antes.
Estados Unidos domina también el mercado
internacional de armas. Es
líder
mundial en exportaciones y
en producción de material bélico. Más del
cuarenta por ciento de las cien mayores empresas de
defensa del mundo son norteamericanas. Cuatro de las cinco
empresas principales del mundo –Lockheed, Martín,
Boeing, Northrop Grumman y Raytheon- son de esa nacionalidad.
Estados Unidos fue el primer proveedor de armas convencionales
del mundo de 1996 a 2003, con envíos por valor de
151.900 millones de dólares totales y una media anual de
1.900 millones.
Estados Unidos es también el mayor exportador de
armas pequeñas, armas ligeras y munición del mundo.
En 2001, sus exportaciones en este rubro fueron por un valor de
741 millones de dólares. Los productos
exportados fueron principalmente armas pequeñas y ligeras
militares, munición para armas pequeñas, pistolas,
revólveres y fusiles deportivos y de caza.
Es cierto que en el Imperio Español
del siglo XVI no se ponía el sol, pero la
Casa de Austria nunca tuvo un efectivo control de sus
posesiones en América
o el Pacífico Sur. Finalmente, los españoles fueron
incapaces de impedir la apropiación de sus territorios
americanos por parte de los ingleses, franceses, holandeses o
portugueses.
Es cierto que la Gran Bretaña reino sobre las
olas de los océanos en los siglo XVIII y XIX , pero como
potencia marítima fue incapaz de defender con eficacia sus
intereses cuando estos se situaban en el corazón de
las masas continentales. Cuando potencias continentales
–como Francia o
Alemania–
desafiaron su hegemonía, los británicos debieron
recurrir a la formación de alianzas militares para
neutralizarlos. Precisamente, Gran Bretaña creó la
estrategia del
balance de poder para compensar sus falencias como potencia
hegemónica.
Los Estados Unidos por el contrario han desarrollado su
poderío hasta un punto tal que pueden enfrentar a
cualquier estado de
la Tierra por
sí sólo con la casi certeza de que se
impondrán en la contienda.
No sólo tienen la capacidad militar para
controlar las masas continentales y los océanos.
También es capaz de controlar los fondos marinos incluso
situados por debajo de los hielos del Ártico.
Sus satélites
militares no sólo son capaces de controlar desde el
espacio el desplazamiento de personas y vehículos en
cualquier punto del mundo. También predicen el clima, estiman la
producción agrícola de otros países y
controlan las actividades nucleares de otros estados. Estos
satélites estadounidenses son capaces incluso de abatir
blancos en el espacio, tales como otros satélites o
proyectiles balísticos.
2. EL GRAN HERMANO
GLOBAL
Para controlar las comunicaciones mundiales los Estados
Unidos se valen de la denominada Red Echelon
-término en inglés
que significa "escalón"- más conocida como
"la gran oreja". Esta Red esta conformada por un
entramado de antenas,
estaciones de escucha, radares y satélites, apoyados por
submarinos y aviones de inteligencia,
unidos todos esos elementos a través de bases terrestres,
y cuyo objetivo
declarado es controlar las comunicaciones mundiales para luchar
contra el terrorismo y
el crimen
organizado transnacional. Entre las comunicaciones vigiladas
se encuentran correos electrónicos, faxes, comunicaciones
por cable, satelitales, conversaciones telefónicas
nacionales, etc.
Los orígenes de la "Red Echelón" se
remonta al final de la Segunda Guerra
Mundial, cuando Estados Unidos y Gran Bretaña crearon
un sistema conjunto de sigint denominado "UKUSA",
término resultante de la unión de las siglas
"UK" –United Kingdom- y USA –United
States of America-. A este entramado se le fueron uniendo
países como Canadá, Australia y Nueva Zelanda. En
menor medida, también participaron Francia y Alemania
aunque poco después se distanciaron del proyecto.
El nacimiento en concreto de la
"Red Echelon" como tal, se produjo recién en 1977,
cuando satélites de inteligencia y estaciones de escucha
fueron capaces de interceptar los satélites de
comunicaciones de las redes satelitales
"Inmarsat" –conjunto de estaciones costeras,
estaciones móviles y nueve satélites destinados a
la
comunicación entre embarcaciones y otro tipo de
vehículos- e "Intelsat" –red de
satélites de comunicación telefónica mundial,
compuesta actualmente por 25 satélites-.
El sistema de inteligencia sobre las comunicaciones
–sigint- se basa en la escucha de las comunicaciones por
medio de "sniffers" y su posterior filtrado. Este proceso se
centra en la identificación de palabras clave previamente
fijadas en inmensos diccionarios.
Estas palabras pueden pertenecer tanto a textos como a voces
reales y ser pronunciadas y /o escritas en varios idiomas
–inglés, castellano,
francés, chino, japonés, etc.- El sistema
informático posee por lo tanto potentes
"olfateadores" y programas de
reconocimiento de voz. Se estima que puede analizar 2.000
millones de mensajes en una hora.
Primeramente se definen las palabras clave, como por
ejemplo bomba, Busch, atentado, droga, Osama
Bin Laden, Fidel Castro,
etc. Siempre definidas en varios idiomas. Se pasa entonces a
analizar las comunicaciones mundiales. Se estima que el poder de
captación alcanza al 90% de las mismas, si bien se cree
que este porcentaje sólo afecta a las comunicaciones de
internet.
Considerando que casi todas las comunicaciones vía
internet mundiales, independientemente de dónde se
produzcan, pasan por nodos de comunicación de los Estados
Unidos y por nueve puntos de control de la National Security
Agency.
En el momento en que se detecta una comunicación
conteniendo o bien palabras clave o bien ciertas combinaciones de
ellas (por ejemplo: "bomba", "gobierno",
"atentado", en el mismo mensaje), el sistema
informático comienza a ser monitoreado y grabado. Esta
comunicación es entonces clasificada y enviada a distintos
centros de análisis. Dependiendo del origen y fecha de
la comunicación es clasificada utilizando un número
codificado. Se transcribe, descifra, traduce y guarda entonces
como un informe
más o menos extenso.
Estos informes
reciben un código
dependiendo del grado de secreto otorgado al mismo:
"Morai" equivale a secreto. Después le siguen los
códigos "Spoke" –más secreto-.
"Umbra" –alto secreto-, "Gamma"
–comunicaciones rusas- o "Druid" –destinado a
países no miembros de la red.
Después se asigna otro código más
relacionado con cada una de las agencias de seguridad dependiendo
de a que organismo es reenviado el informe a través del
sistema central de la red UKUSA, denominado
"Platform".
Si se evalúa que es una transmisión
potencialmente peligrosa para los intereses de los estados que
componen la Red Echelon los participantes de esa
comunicación pasarán a constituir un posible blanco
de inteligencia y sus comunicaciones y acciones son
controladas a partir de entonces, en mayor o menor medida,
dependiendo de distintas consideraciones que los responsables
crean oportunas.
Muchos gobiernos, organizaciones y
personas sospechan que la Red Echelon proporciona también
información económica que es
aprovechada por las empresas estadounidenses para aventajar a sus
eventuales rivales en las transacciones financieras.
Esta capacidad convierte al gobierno de los Estados
Unidos en una suerte de gran hermano orweliano que
controla la vida y las opiniones de todo tipo de personas a lo
largo del mundo. Tamaño poder sin duda habría hecho
las delicias de los grandes tiranos del pasado, en especial
Adolfo Hitler y
José Stalin.
Este gran poder de observación se potencia con un amplia
despliegue de medios
militares por todo el mundo. El personal militar
norteamericano está presente en 135 estados de los casi
190 que forman la ONU. Esto
significa que las tropas norteamericanas se encuentran presentes
en el 70% de los países del mundo. El número de
miembros de las fuerzas armadas estadounidenses destacados en
cada país donde no tiene lugar un conflicto
militar va desde uno en Malawi hasta 74.796 en
Alemania.
Conforme el anuario del Departamento de Defensa "Base
Structure Report", correspondiente al año 2003, que
detalla el patrimonio
inmobiliario de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, el
Pentágono tiene en propiedad o
alquiler 702 bases situadas en 130 países. Estas
instalaciones albergan a 253.288 efectivos militares y un
número similar de funcionarios civiles del Departamento de
Defensa, contratistas de empresas de servicios
militares –es decir, mercenarios- familiares y hasta 44.446
extranjeros contratados en su mayoría ciudadanos de los
países donde se asientan estas bases.
No obstante, lo impresionante de estas cifras, las
mismas parecen haber sido manipuladas para disminuir su impacto.
Por ejemplo, el documento sólo dedica un punto a las diez
instalaciones del Cuerpo de Infantería en la isla de
Okinawa, Japón,
incluyendo la base aérea de la Infantería de Marina
de Futenma que ocupa 120.000 m2. Tampoco se consigna en el
informe la red de unidades de inteligencia y otras instalaciones
militares que los EE. UU. poseen en el Reino Unido, posiblemente
porque técnicamente se los considera como pertenecientes a
la Real Fuerza
Aérea Británica. Existen otros muchos ejemplos de
instalaciones militares que han sido omitidas del informe
elaborado por el Departamento de Defensa. Esto permite suponer
que el número real de instalaciones militares
estadounidenses en el mundo se aproxima al millar.
4. EL DOMINIO
INVISIBLE
Al abrumador poderío militar que revelan las
cifras precedentes, a la capacidad de vigilar y controlar
territorios y hasta la vida privada de quienes los habitan los
Estados Unidos suman otro potencial. Tal como señala James
Petras: "Los Estados Unidos todavía marchan al frente en
el porcentaje de corporaciones multinacionales entre las 500
más importantes, (casi el 50 por ciento) si se compara con
Europa, Asia y el resto
del mundo; en varios sectores importantes como la tecnología
de la información, finanzas y la
aeronáutica, Estados Unidos es la potencia
dominante.
Estados Unidos es líder mundial en materia de
inversiones en el campo de la investigación y desarrollo y
ocupa un lugar cimero en el crecimiento de la productividad".
En la mayoría de las ocasiones el poderío
americano, en el campo económico y científico
tecnológico, se ejerce por medios sutiles, casi
imperceptibles, pero no por ello menos eficientes. Por la
naturaleza casi invisible en que este poder es ejercido parece
importante señalar algunos ejemplos.
En el ámbito económico, por caso, la
opinión de Washington es tomada muy en
consideración por los organismos financieros
internacionales al momento de otorgar nuevos créditos o llevar a cabo cualquier tipo de
negociaciones con un país.
El gobierno americano influye también sobre el
monto y el destino de las inversiones que realizan las empresas
de esa nacionalidad.
Recordemos que esas empresas y bancos suelen ser
las mayores en cada rubro en el mundo. A comienzos de la
década de 1990, por ejemplo, el presidente George Bus, alegando cuestiones de
preservación de la naturaleza, convenció al
gobierno de Japón de no financiar la construcción de una ruta, a través
de la Amazonia, uniendo el Brasil al
Perú, de gran importancia por unir la región al
Océano Pacífico.
El gobierno norteamericano también orienta la
actividad de las grandes agencias internacionales de
información. Las agencias noticiosas o bien son de
capital
norteamericano o su propiedad pertenece a países
estrechamente aliados a Washington. En esta forma la Casa Blanca
puede ejercer su influencia para dar mayor cobertura a los
problemas que
enfrenta un gobierno desafecto a los Estados Unidos o para que se
disimulen la falta de democracia y
hasta las flagrantes violaciones a los derechos humanos
cometidos por un gobierno amigo.
Es más, suele ser la prensa
norteamericana y las organizaciones de derechos humanos con sede en
ese país quienes realizan una suerte de "control de
calidad" de la democracia, los derechos humanos y la corrupción
en todo el mundo.
Desde las cadenas televisivas y las empresas
cinematográficas norteamericanas llegan a la psiquis de
los espectadores de todo el mundo los sutiles –o no tan
sutiles- mensajes propagandísticos de apoyo a las políticas
norteamericanas. Hollywood siempre ha traducido la política exterior
americana en una suerte de lucha del bien contra el
mal.
El héroe americano –desde John Wayne a
Sylvester Stallone-, respondió a arquetipos bien
definidos. Podía ser un audaz cowboy luchando por llevar
el progreso al salvaje Oeste, Rambo luchando por la democracia en
Vietnam o junto a sus aliados afganos, o el agente de la CIA Jack
Ryan enfrenando a terroristas y narcotraficantes para salvar el
estilo de vida
americano, la democracia y porqué no al mundo
entero.
Pero más interesantes que los héroes de
historieta que muestra la
cinematografía americana son los villanos. Los malos
cambian de acuerdo a las necesidades del momento. En tiempos de
la Segunda Guerra
Mundial fueron los nazis y los japoneses. Luego vinieron
tenebrosos orientales: crueles coreanos y vietnamitas. El tiempos
de la Guerra
Fría eran los pérfidos espías
soviéticos y centro europeos. Con el fin de la Guerra
Fría los villanos pasaron a ser narcotraficantes y los
estrafalarios dictadores latinoamericanos. Hoy están de
moda como "malos"
los fanáticos terroristas islámicos.
Es indudable que los norteamericanos cumplieron un papel
destacadísimo en el desarrollo del cine y
la
televisión. Convirtiendo a este arte en la
expresión cultural más original del siglo XX.
Paralelamente han sabido reconocer y aprovechar su versatilidad
como instrumento político. A través del cine y la
televisión
el ideal de vida norteamericano, sus valores e
instituciones
se convirtieron en modelo a
imitar por las sociedades de
todo el mundo. Es lógico que una industria
cultural capaz de provocar tal impacto sobre su auditorio
despertara la tentación de realizar un aprovechamiento
político de la misma.
Sin embargo, el mayor poderío de los Estados
Unidos se revela en el campo científico –
tecnológico. El gobierno norteamericano decide que
países pueden recibir que tipo de tecnología. En el
mundo global un país privado de tecnología de punta
jamás podrá aspirar a posiciones
protagónicas. Recordemos la importancia vital que el
"bloque tecnológico" tuvo en la declinación de la
Unión Soviética y finalmente en su derrota durante
la Guerra Fría.
Además, como las patentes tecnológicas y
los productos norteamericanos son componentes vitales como
productos finales fabricados y vendidos por empresas de otra
nacionalidad el poder de veto de Washington, a través del
US International Traffic in Arms Regulations, se amplia
considerablemente. Veamos un ejemplo: En 2005, el gobierno
venezolano del presidente Hugo
Chávez adquirió a la firma española de
defensa EADS CASA diez aviones C-295.
Pero, como los aparatos empleaban radares, sistemas
ópticos y otros componentes que figuraban en la lista de
elementos controlados por el gobierno estadounidense trató
de trabar la transacción.
EADS CASA compró esos elementos a empresas de los
Estados Unidos bajo la condición de que todos los
productos finales que contuvieran estos elementos no
podían ser vendidos a terceros países sin el
permiso previo de Washington.
En otros casos, el control que el gobierno
norteamericano tiene sobre la tecnología y las empresas
que la producen le permite obtener ventajas considerables para
asegurarse que esos productos no puedan ser empleados para
perjudicar de alguna forma los intereses de seguridad o
comerciales del país o incluso para que eventualmente no
beneficien a potenciales rivales comerciales.
Como ejemplo podemos citar los acuerdos establecidos
entre el gobierno norteamericano y las empresas fabricantes de
impresoras
láser.
Según ha denunciado la Electronic Frontier Foundation, las
impresoras láser de marcas tan
conocidas como Xerox, Canon, Tektronix, Ricoh, Lexmark, Kyocera,
Lanier, Konica, Minolta, HP, Color LaserJet,
Epson y Brother estapan unos códigos de
identificación sobre todos los documentos que
imprimen, y esos códigos pueden ser leídos por los
organismos de inteligencia de los Estados Unidos.
El acuerdo está basado en la necesidad de
controlar la actividad de los falsificadores de moneda. Los
códigos se imprimen en cada página y consisten en
unos puntos microscópicos de color amarillo colocados en
un orden determinado. Son visibles sólo por medio de un
microscopio y
con luz ultravioleta.
En la copia queda estampada la fecha y la hora en que ha sido
empleada la impresora,
así como el número de serie de aparato.
Las autoridades estadounidenses han afirmado
reiteradamente que los datos son
únicamente empleados en la lucha contra el crimen
organizado pero no puede descartarse su empleo en
otros campos vinculados con la seguridad nacional del
país.
Los mismo ocurre con otros equipos computarizados
altamente sofisticados que emiten señales
imperceptibles pero que pueden ser rastreados por los
satélites de vigilancia norteamericanos permitiendo
determinar su ubicación y el de las instalaciones que los
contienen. Información de este tipo fue de gran utilidad durante
la Operación Tormenta del Desierto y en la Guerra de
Irak para
determinar la ubicación y neutralización de los
puestos de comando y control de iraquíes.
Para ser justos debemos señalar que procedimientos
similares son empleados por todos los países
industrializados. Los proveedores de
tecnología –en especial de tecnologías de uso
militar- suelen obtener ventajas estratégicas de sus
transacciones comerciales que utilizan conforme sus intereses en
el campo de la seguridad y la política internacional se lo
requieren. Francia, por ejemplo, suministro al Reino Unido los
códigos secretos que permitían dejar sordos y
ciegos a los misiles Exocet que la Argentina había
adquirido para su defensa.
La información fue entregada a requerimiento del
gobierno británico, en 1982, durante el Conflicto de las
Islas
Malvinas, después de que uno de estos misiles
disparado por un avión Super Etendard hundiera el buque
inglés HMS Sheffield.
Este ejemplo, revela como los estados proveedores de
armas sofisticadas pueden inutilizarlas –y de hecho lo
hacen- o entregar a sus aliados los medios para hacerlo conforme
se los demanden defraudando la buena de fe de sus compradores y
afectando a su seguridad.
Por último, debe consignarse que el gran
poderío que ejercen en forma manifiesta y encubierta los
Estados Unidos se revela en su escaso acatamiento del a las
principales convenciones internacionales. Estados Unidos se ha
negado a suscribir tratados como la
"Convención de las Naciones Unidas
sobre el Derecho del Mar, aprobada el 10/12/1982, suscripta por
149 estados y considerada internacionalmente como la "constitución del mar".
También se opone a la "Convención Marco de
las Naciones Unidas sobre el Cambio
Climático", de 1992, al Tratado sobre Prohibición
de Minas Terrestres, al Tratado para la Prohibición
Completa de Ensayos
Nucleares, ha bloqueado los esfuerzos internacionales para
prohibir los ataques biológicos y a la
militarización del espacio exterior, y se opone a la
creación de la Corte Internacional Penal Permanente,
etc.
Al menos en teoría,
el nuevo despliegue norteamericano, basado en la Doctrina de
Seguridad Preventiva, se fundamenta en la necesidad de
combatir el terrorismo internacional, la proliferación de
armas de destrucción masiva, el narcotráfico, el crimen organizado y para
asegurar el cumplimiento de las cláusulas de propiedad
intelectual de la
Organización Mundial de Comercio
Por lo tanto, ha desaparecido toda posibilidad del
balance estratégico que caracterizó el
período anterior, sin haber sido reemplazado aún
por otro mecanismo.
El predominio estratégico de los Estados Unidos
se hizo más evidente a partir de los cambios en la
política de defensa y seguridad norteamericana tras los
atentados del 11 de septiembre de 2001. A partir de ese momento,
los Estados Unidos han redefinido sus intereses vitales haciendo
depender su seguridad nacional de la seguridad y estabilidad del
sistema internacional.
En octubre de 2002, el documento denominado "The
National Security of the United States of America" dado a
conocer por la
Administración Bush, acentuó la
predisposición de los Estados Unidos para el empleo de su
potencial militar en forma unilateral y aún de modo
preventivo.
La doctrina de la "seguridad preventiva" marca una
transformación fundamental en los preceptos de seguridad
que han orientado la política exterior de los Estados
Unidos a lo largo del siglo XX.
A partir de esta nueva doctrina, los Estados Unidos
abandonan la tradición de actuar en los grandes conflictos
bélicos como líderes de coaliciones
multinacionales. Ésta fue la forma en que los americanos
se involucraron en la Primera y Segunda Guerra Mundial y,
en menor medida, en los conflictos de Corea (1950 – 1953) y
Vietnam (1965 – 1975) y en la más reciente
"Guerra del Golfo" (1991).
Norteamérica ha alcanzado tal estructura
estratégica que sus planificadores militares se consideran
en capacidad de enfrentar en forma simultánea hasta cinco
conflictos de similar envergadura que la "Operación
Tormenta del Desierto".
Otro importante cambio en la política de defensa
y seguridad es el anuncio de que "Estados Unidos
actuará contra las amenazas emergentes antes de que ellas
estén completamente formadas" y que "en el nuevo mundo que
hemos entrado el único camino para la paz y la seguridad
es el camino de acción" –a diferencia del camino
anterior basado en la disuasión-.
El aspecto medular de la nueva política
estadounidense radica en la acción preventiva de destruir
las amenazas "antes de que alcancen nuestras fronteras".
Estados Unidos no dudará en actuar sólo si lo
considera necesario en el ejercicio de su autodefensa. Así
abandona también la tradición de actuar sólo
después de ser atacado.
En 1898, la voladura del acorazado "Maine"
–y la muerte de
400 marinos norteamericanos- fondeado en la bahía de La
Habana brindó el pretexto para la intervención
norteamericana en la Guerra de Cuba.
En abril de 1917, el presidente Wilson no se dejó
tentar por la provocación que significaba la
declaración alemana de "guerra submarina a
ultranza" y el imprudente "telegrama Zimmermann" para
introducir a los Estados Unidos en la Primera Guerra
Mundial. El presidente aguardó al "incidente
manifiesto" provocado por los submarinos alemanes al hundir
cuatro buques norteamericanos, con la consiguiente perdida de
vida de sus tripulantes, antes de declarar la guerra a las
potencias centrales.
En la misma forma procedió el presidente Franklin
D. Roosevelt. Hasta 1941, los Estados Unidos y las Indias
Orientales Holandesas –actualmente Indonesia- eran los
principales proveedores de petróleo que tenía
Japón. Cuando el gobierno japonés invadió el
dur de Indochina en julio de 1941, Gran Bretaña, las
Indias Holandesas y Estados Unidos decretaron inmediatamente un
embargo sobre las exportaciones de petróleo a la Isla. Con
las reservas de petróleo próximas a agotarse,
Japón tomó la decisión de lanzar un ataque
sorpresa sobre la base naval norteamericana de Pearl Harbour, en
diciembre de ese año. Así el presidente
norteamericano encontró la justificación perfecta
para movilizar a la opinión
pública de su país a intervenir en la Segunda
Guerra Mundial.
Harry Truman, en 1950, esperó a que las tropas de
Pyong Yang cruzaran el paralelo 38 para lanzar a las tropas
norteamericanas a "contener" el avance comunista en Corea.
Incluso en Vietnam, el presidente Johnson dudó en
involucrar directamente a las fuerzas norteamericanas hasta el
incidente de la Bahía de Tonkin en agosto de 1964.
Más recientemente, el presidente George Bush
decidió atacar a Irak sólo después de que
Saddam Hussein invadió al emirato de Kuwait en 1990.
Incluso la lucha abierta contra el terrorismo y la
invasión de Afganistán para destruir las bases de
Al Qaeda, son una respuesta a los atentados del 11 de septiembre
de 2001.
Al proceder en esta forma los gobiernos estadounidenses
han despertado muchas críticas y aún sospechas.
Aquellos partidarios de interpretar a la historia como producto
de oscuras maquinaciones y perversas conspiraciones. Por ejemplo,
sostienen que estos hechos constituyen una evidencia de la
actividad conspirativa de los grandes capitales
norteamericanos.
Para los partidarios de la "teoría conspirativa
de la historia" los verdaderos dueños del poder
económico y político en los Estados Unidos apelan a
estos procedimientos para involucrar al pueblo norteamericano en
conflictos bélicos que sirven principalmente a sus
intereses particulares y corporativos.
Por lo tanto, no dudan en afirmar, como lo hace Michael
Moore en Fahrenheit 09/11, que los atentados al World Trade
Center y al Pentágono constituyeron la
justificación perfecta para que la Administración Bush desatara una
campaña militar en Medio Oriente, bajo la
argumentación de la "guerra contra el terrorismo". La
presencia militar estadounidense en el mundo árabe le
permite controlar el sesenta y dos por ciento de las reservas
petroleras del mundo.
No obstante, la "doctrina de la retaliación"
parece ser algo del pasado. La capacidad militar y de influencia
de los Estados Unidos se han incrementado tan desmesuradamente
que ha "desbalanceado" al sistema internacional. Washington cada
día depende menos de justificaciones morales o del
conjunto internacional para involucrarse en conflictos
bélicos. Su seguridad ha dejado de depender de la
conformación de grandes coaliciones interestatales para
alcanzar sus objetivos.
En la era global los Estados Unidos tienen mayor poder y
mayor autonomía. En consecuencia, la Casa Blanca puede
encarar en forma unilateral la resolución de los
conflictos por los medios que estime como más
eficaces.
Esta combinación de "unilateralismo" y
"acción preventiva" no puede dejar de despertar en
los pueblos del tercer mundo el temor de un resurgir de la
política "del big stick" cuando el presidente Thedy
Roosevelt defendía los intereses norteamericanos enviando
cañoneras y "marines" para sancionar a cualquier
gobierno que pretendía defender sus economías del
atropello imperial. Ayer -como hoy-, "la política de
las cañoneras" se llevaba a cabo sin ninguna
consideración por el derecho
internacional y los derechos humanos de las poblaciones que
recibían en forma directa los efectos de la violencia
imperialista. Así lo confirma Natalio R. Botana cuando
afirma: "la guerra preventiva es entonces un instrumento
propio de superpotencias solitarias o de dirigentes que no han
abandonado el designio de actuar en el mundo con reflejos
imperiales".
La política de la acción preventiva ha
recibido fuertes críticas incluso en los Estados Unidos.
El ex candidato presidencial demócrata y ex vicepresidente
de los Estados Unidos, Al Gore, señaló que esta
doctrina es contraria al artículo 51 de la carta de las
Naciones Unidas y alertó sobre el efecto de
demostración e imitación que puede producir esta
doctrina.
"Si otras naciones –dijo Gore- hacen valer el
mismo derecho, entonces las reglas del derecho rápidamente
serán reemplazadas por el reinado del miedo. Cualquier
nación
que perciba circunstancias que pueden eventualmente llevar a una
amenaza inminente podría justificar bajo esta
aproximación una acción militar contra la nación". En consecuencia, la
aplicación de la misma doctrina por otras naciones para
resolver sus conflictos, como por ejemplo India con
relación a Pakistán o China con
relación a Taiwán podría conducir
directamente a la destrucción del sistema
internacional.
Se observa ahora una situación de poder general
difuso, el cual es ejercido en forma hegemónica por los
Estados Unidos pero al cual resisten, en forma más o menos
ostensible, múltiples actores regionales actuando en
diversos campos y operando con múltiples
atributos.
Esta situación ha introducido un fuerte
ingrediente de incertidumbre en la evolución de los asuntos mundiales, debido
al cual es difícil anticipar estratégicamente tanto
los acontecimientos como sus consecuencias, generando así
condiciones contextuales más riesgosas y menos
previsibles.
Es cierto también que, al menos hasta el momento,
los Estados Unidos han empleado su inmenso poder militar con gran
prudencia. Aunque difícilmente esta apreciación sea
compartida por los vietnamitas, afganos o iraquíes, lo
cierto es que los líderes estadounidenses ha intentado
reducir las ocasiones en que impone sus intereses nacionales a
otros pueblos por medios militares.
En este sentido es bueno recordar las palabras de un
líder conservador inglés, reflexionando hace medio
siglo sobre el monopolio
nuclear en manos de los Estados Unidos. Decía en ese
entonces Winston Churchill: "Nadie, en ningún país,
ha perdido el sueño debido a que ese conocimiento
–el de la bomba atómica- y el método y
las materias primas para aplicarlo estuvieran actualmente en
manos americanas".
"No creo que hubiéramos dormido tranquilos, si la
situación hubiera sido al revés y algún
estado comunista o neocomunista hubiese monopolizado estos
aterrorizantes instrumentos".
Es difícil creer o afirmar que el mundo es un
lugar mejor o más pacífico porque los Estados
Unidos han alcanzado un abrumador poderío
militar.
Pero lo que si resulta indudable es que el mundo
sería un ámbito mucho más inseguro,
inestable e injusto si este apabullante poderío militar
estuviera en manos de gobiernos totalitarios que se guiaran por
el mesianismo racista, religiosos o ideológico o por el
oportunismo propio de la demagogia populista.
De allí el temor que en muchos despiertan las
declaraciones de los líderes norteamericanos cuando
asimilan a los conflictos de intereses que mantienen con otros
gobierno como una contienda entre el bien y el mal.
Este tipo de comparaciones terminan pro conducir a una suerte de
demonización del adversario. Si un gobierno o un dirigente
es la encarnación de el mal sobre la tierra
cualquier tipo de medida que se adopte contra él
estará justificada. Por otra parte con el mal no se
discute, negocia o acuerda. El mal sólo puede ser
erradicado de la faz de la tierra.
En el pasado cada vez que una nación acumulaba un
poderío considerablemente superior al de otras naciones
inmediatamente lo utilizaba para construir un vasto imperio
colonial. Esta no ha ocurrido con los Estados Unidos
Si bien la hegemonía norteamericana en los
ámbitos políticos, económicos,
científicos tecnológicos y culturales son
evidentes. Por más que algunos señalen que, en el
caso norteamericano, la antigua dominación militar y la
apropiación territorial han sido reemplazados por
influencias y presiones políticas, comerciales o
financieras. Lo cierto es que por muy humillantes y molestas que
puedan resultar las imposiciones de Washington en estos campos
son siempre preferibles a la dominación
militar.
Podríamos decir, con mucha prudencia, que
proporcionalmente a su poderío el Imperio Americano ha
sido menos dominante y avasallante que otros imperios que ha
conocido la humanidad. Pero una constante histórica
señala que los imperios tarde o temprano terminan por
imponer su poderío y su cultura
atropellando los derechos, la libertad y la
cultura de los pueblos más débiles.
Precisamente, el desafío que la aparición
del Imperio Americano plantea al sistema internacional no
consiste en que este se encuentre inspirado por peligrosas
ideologías o creencias religiosas o raciales. La
irrupción del Imperio Americano entraña riesgos no
tanto por su naturaleza política sino por sus dimensiones.
Al tratarse del primer imperio global de la historia, su sola
presencia y la amplitud de sus intereses no pueden dejar de
afectar de alguna manera a la totalidad de los actores
estatales.
Por marginal que sea la posición
geohistórica de un Estado no podrá escapar a la
influencia de los Estados Unidos. Seguramente tendrá
algún recurso estratégico de interés
para la economía norteamericana, o revestirá
algún interés estratégico, turístico,
ecológico, cultural o humanitario. Casi con certeza
habrá ciudadanos estadounidenses interesados en conocer a
ese país o nacionales de ese Estado deseosos de visitar o
radicarse en el territorio estadounidense. Siempre habrá
algún tema factible de generar algún tipo de
disenso: alguna patente perteneciente a empresas americanas, la
actividad de algún grupo
considerado peligroso por Washington o su gobierno
aplicará en el marco interno políticas que a
criterio de Estados Unidos impliquen violaciones a los derechos
humanos o estará interesado en adquirir algún tipo
de armamento que el gobierno americano considere potencialmente
peligroso para su interpretación de la paz mundial,
etc.
Aún cuando los Estados Unidos tengan el firme
propósito de no intervenir en los asuntos internos de
otros países, la
globalización y la proyección de sus intereses
en el mundo lo obligan a hacerlo.
En una era de globalización la potencia rectora del
momento se constituye –aún contra su voluntad- en un
Imperio Global. Este es el rol que le ha tocado en suerte
desempeñar a los Estados Unidos en la actual coyuntura
histórica.
El Imperio Global no puede evitar tener intereses
también globales, especialmente en el ámbito de la
seguridad. Los intereses del Imperio Global son tan amplios que
suelen entrar en colisión con los intereses de
múltiples actores nacionales, regionales u
organizacionales generando tensiones que afectan al sistema
internacional en su totalidad.
Estas tensiones no se originan por la
implementación de una política determinada o por la
naturaleza ideológica del Imperio Global sino
especialmente por sus dimensiones. Un Estado cuyos intereses
abarquen la casi totalidad del planeta siempre despertará
la oposición y hasta la hostilidad de otros actores
internacionales sean estos tanto gubernamentales como no
gubernamentales. Muchas de estas tensiones no podrán ser
resueltas por vía de las negociaciones y el consenso. Por
lo tanto terminarán involucrando el empleo de alguna forma
de presión,
disuasión o incluso del instrumento militar.
No obstante, no parece posible que, al menos durante las
próximas dos décadas, ningún Estado o
coalición de Estados sea capaz de desafiar con éxito
el predominio norteamericano, tanto en el campo militar,
económico o científico –
tecnológico.
En consecuencia el principal desafío que la
existencia de un Imperio Global plantea al sistema internacional
es la existencia de un actor cuyos intereses afectarán
–en mayor o menor medida- a todos los otros actores del
sistema.
Por
ADALBERTO C. AGOZINO.
Doctor en Ciencia
Política. Profesor
titular de la Cátedra de Seguridad en el Curso de Estado
Mayor de la Escuela Superior
de Gendarmería Nacional de Argentina. Director del Curso
de Postgrado en Investigación del Crimen Organizado en el
Instituto Universitario de la Policía Federal Argentina.
Su último libro
publicado es "Megatendencias en Seguridad Internacional". Ed.
Abaco. Bs. As. 2005.