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Diverticulitis Colónica




Enviado por omnia



    J. Díaz Oller*, A. Arcos
    Navarro*, J.D. Tutosaus Gómez**, A.
    Nevado Infante*, M. Numancia Andreu *, J.A. Asanza Llorente, J.J.
    Alía Díaz *, M.T. MedinaDomínguez
    *, R. Gallardo González *
    y

    R.J. Moya
    Vázquez*

    * Servicio de Cirugía
    General y Digestiva. Hospital San
    Agustín. Linares

    ** Dpto. de Cirugía General y
    Digestiva. Hospital Univ. V. del Rocío. Sevilla

    Correspondencia: J. Díaz Oller. C/
    Julio Burell, 23. 5ºB

    23700. Linares (Jaén)

    E-mail:
    judiaz[arroba]telprof.eurociber.es

    INTRODUCCION

    La diverticulosis del colon es una enfermedad del siglo
    XX. Era casi desconocida antes de la Primera Guerra
    Mundial, como lo demuestran las series de autopsias
    practicadas sobre esas fechas, con una tasa inferior al 5% (1).
    El aumento progresivo de la prevalencia de la enfermedad ha sido
    achacado a cambios en la dieta rica en fibras por otras
    más refinadas, según los estudios
    epidemiológicos realizados sobre japoneses nacidos en
    Hawai que cambiaron a una dieta de tipo occidental,
    apreciándose un incremento de las diverticulitis con
    respecto a los japoneses nativos (2). Este aumento de la
    prevalencia, especialmente en países occidentales, y que
    puede afectar a un tercio de la población mayor de 45 años, y a dos
    tercios de los mayores de 85 años, de ellos, entre el 10 y
    el 25 % van a desarrollar una diverticulitis (3).

    Aunque puede parecer obvio, conviene recordar algunas
    definiciones relacionadas con la enfermedad. Hablamos de
    diverticulitis cuando hay presencia de inflamación e
    infección. La enfermedad diverticular nos muestra el amplio
    espectro de signos y síntomas asociados con la
    diverticulosis, extendiéndose desde el discreto malestar
    en el cuadrante inferior izquierdo del abdomen, hasta las
    complicaciones de la diverticulitis.

    Recordando brevemente la fisiopatología,
    en la formación de los divertículos
    colónicos intervienen dos mecanismos principales y un
    factor favorecedor:

    1.- Alteraciones de la motilidad cólica.
    Aunque algunos estudios previos no encontraban elevación
    de la presión intraluminal más que con un
    estímulo fisiológico (comida), o
    farmacológico (neostigmina o morfina) (4), o
    únicamente en aquellos que se quejaban de dolor achacado a
    un colon irritable (5), estudios manométricos posteriores
    (6) han demostrado una presión más elevada en los
    pacientes afectos de diverticulosis tanto en estado basal
    como en periodo postprandial, comparativamente con una población testigo o con los afectos de
    colon irritable. Esta hiperpresión localizada sería
    la consecuencia de una contracción muscular excesiva,
    aislando segmentos de sigmoides "tabicados"; en el interior de
    estos segmentos se desarrollarían fuerzas de
    pulsión muy elevadas favoreciendo una hernia mucosa en los
    puntos débiles de la pared que son las zonas de
    penetración vascular, especialmente si se asocia con
    alteraciones del patrón vascular intramural (7),
    predisponiendo a la pared colónica a traumatismos
    vasculares con la consiguiente isquemia.

    2.- Anomalía de la pared muscular del
    colon.
    En el examen de las piezas operatorias del colon
    diverticular se encuentra un engrosamiento de las capas
    musculares de la pared intestinal, pero el análisis microscópico
    ultraestructural de las células
    musculares ha demostrado que la anomalía no reside en
    ellas. La única diferencia con la población testigo reside en el aumento
    considerable de la tasa de elastina de las bandeletas
    longitudinales (8). Este engrosamiento de las taeniae coli
    podría inducir una contracción exagerada de la
    musculatura circular, aumentando la distensibilidad de la pared
    cólica (9). Este defecto inicial se acentuaría con
    la edad, explicando el aumento de incidencia de la enfermedad en
    las poblaciones de mayor edad.

    3.- Efecto de la carencia en fibras alimentarias.
    Las comunicaciones
    epidemiológicas estableciendo el aumento de la prevalencia
    de la enfermedad diverticular en las poblaciones occidentales,
    constituyen la base de la teoría
    de las fibras desarrollada por Painter y Burkitt (4),
    relacionando su bajo consumo con
    una disminución del bolo fecal, así como en
    publicaciones más recientes (10, 11, 12) El peso de las
    heces del Norteamericano medio, menor de 100 g/día, y el
    del campesino africano con 400 g/día, está en
    relación inversamente proporcional con el tiempo de
    tránsito, 77 y 35 horas respectivamente (13).

    Pero, ¿Porqué y cómo se
    complican los divertículos?.
    La complicación
    más frecuente es la inflamatoria en forma de
    diverticulitis, pudiendo manifestarse con una
    clínica de obstrucción, perforación, o
    fistulización a una víscera vecina, como desarrollo
    evolutivo "per se" del fenómeno inflamatorio
    parietal intestinal, o por continuidad a la pared vascular, en
    forma de hemorragia.

    El factor inicial responsable de un episodio
    inflamatorio de diverticulitis parece ser el secuestro de un
    coprolito intradiverticular, lo que conlleva a un edema y a una
    erosión parietal, con un aumento paralelo de la
    presión intradiverticular, disminución del flujo
    sanguíneo parietal y un aumento de la población bacteriana, que junto a la
    debilidad del saco diverticular, hace que aparezcan
    microperforaciones, con la contaminación de los tejidos
    circundantes (1), que en su evolución, pueden dar lugar a las
    demás complicaciones antedichas.

    DIAGNOSTICO

    Evaluación clínica inicial.- La
    valoración inicial del paciente con sospecha de
    diverticulitis es similar a la de otros pacientes que presentan
    dolor abdominal, e incluye una minuciosa historia clínica y
    examen clínico, con especial énfasis a la
    exploración abdominal. pélvica y rectal. La
    mayoría de los pacientes tendrán dolor en el
    cuadrante inferior izquierdo -93%- (dolor sin características especiales para el diagnóstico), fiebre en el 57 % y
    leucocitosis del 69-83 % (14-15). Otros síntomas asociados
    incluyen náuseas, vómitos,
    estreñimiento, diarrea, disuria y polaquiuria, aunque las
    diverticulitis del colon transverso pueden simular un dolor de
    tipo ulceroso, y los localizados en el ciego o en un sigmoides
    redundante pueden simular clínicamente una apendicitis
    (16). La importancia del dolor y la persistencia de los
    síntomas, así como los signos inflamatorios
    (fiebre, leucocitosis y velocidad de
    sedimentación aumentada) ayudan a distinguir espasmos
    cólicos de la diverticulitis. El análisis general de orina puede poner de
    manifiesto piuria y/o hematuria en pacientes que tienen
    enfermedad no complicada. De los pacientes con diverticulosis
    identificada, el 10-25% manifestará este cuadro
    clínico por lo menos una vez en su vida (17)

    Formas clínicas de la diverticulitis
    complicada.-

    La mayor parte de los casos de diverticulitis
    comunicados en el hemisferio occidental, están localizados
    en el lado izquierdo del colon, en contraste con lo que ocurre en
    Japón y China, en los
    que es más frecuente en el lado derecho (16, 18),
    siendo la mayor parte de las veces debida a un solo
    divertículo, y da la impresión de una apendicitis
    aguda.

    Los pacientes inmunodeprimidos presentan
    sólo algunos de los síntomas y signos
    clásicos de la enfermedad, y no reaccionan bien al
    tratamiento médico, siendo más frecuente la
    perforación libre que en los inmunocompetentes
    (19).

    En los pacientes jóvenes (< de 50
    años) es relativamente infrecuente la enfermedad
    diverticular y constituye sólo el 2-5 % del total (19),
    pero presentan un curso muy agresivo con alta incidencia de
    complicaciones (10-23 %) (20, 21), y pueden requerir tratamiento
    quirúrgico en el primer episodio.

    La complicación más frecuente de la
    diverticulitis aguda es el desarrollo de
    absceso o flemón, que puede estar localizado en
    mesenterio, abdomen, pelvis, retroperitoneo, regiones
    glúteas o escroto, pudiendo apreciarse una
    tumoración hipersensible durante la exploración
    abdominal o el tacto rectal. Hnchey et al. (22) establecieron una
    gradación en cuanto al grado de afectación de la
    infección colónica diverticular: Estadío I,
    diverticulitis asociada con absceso pericólico;
    Estadío II, diverticulitis asociada con absceso
    retroperitoneal o pélvico; Estadío III,
    diverticulitis asociada con peritonitis purulenta, y
    Estadío IV, diverticulitis asociada con peritonitis fecal.
    La frecuencia de la abscesificación es variable
    según las series, situándose en torno al 28 %
    (23, 24, 25)

    La perforación libre asociada a la
    diverticulitis, con peritonitis fecal o purulenta es un
    auténtico cuadro de abdomen agudo, con todo su cortejo
    sintomático, que requiere medidas de reanimación
    inmediatas y tratamiento quirúrgico rápido. Es
    menos frecuente que el absceso, situándose entre el 14-16
    % (26, 27).

    Se presentan fístulas en el 2 % de todos
    los pacientes con diverticulitis pero se encuentran en el 20 % de
    los que se someten a intervención quirúrgica a
    causa de enfermedad diverticular (28), siendo la
    fístula colo-vesical, la más
    frecuente , comprendiendo aproximadamente el 65 % de las
    fístulas de origen diverticular, con síntomas
    miccionales más acusados que "per se" puede manifestar la
    diverticulitis de sigmoides por proximidad, asociándose
    casi siempre a fecaluria, neumaturia , hematuria e
    infección urinaria (29, 30). Otras fístulas,
    como las colovaginales, salpingocolónicas,
    coloentéricas,
    colouterinas -con
    sintomatología de secreción vaginal fecaloidea o
    expulsión de aire por vagina-
    o ureterocólicas, son muy poco frecuentes pero no
    excepcionales (31-35), como sí lo son las
    fístulas colovenosas (36).

    La enfermedad diverticular produce cerca del 10 %
    de las obstrucciones del colon (28), siendo rara la
    obstrucción completa, pero frecuente la parcial causada
    por el edema, espasmos y cambios inflamatorios de la
    diverticulitis, con engrosamiento de la pared muscular del colon,
    por episodios repetidos subclínicos de diverticulitis,
    estando más predispuesto el colon sigmoides por su
    angulación. La frecuencia de presentación de
    episodios de obstrucción oscila entre el 10-21 % (27,
    37).

    En cuanto a las complicaciones
    hemorrágicas, las diverticulitis representan
    clásicamente la segunda causa de sangrado crónico
    del colon después del cáncer, y la primera causa de
    hemorragia aguda grave (38). El riesgo
    hemorrágico en los pacientes afectos de diverticulitis
    oscila del 11 al 30 % (1, 37, 38) pero deben estimarse cifras
    inferiores ya que las angiodisplasias están asociadas casi
    en el 50 % a la enfermedad diverticular (1). Después de un
    primer episodio hemorrágico, el riesgo de
    aparición de otro se eleva del 20-25 %, y el de un tercero
    en pacientes que han sangrado dos veces sobrepasa el 50 % (39).
    El diagnóstico de certeza lo da sólo la
    arteriografía selectiva en fase aguda, requiriendo
    tratamiento quirúrgico únicamente las severas,
    persistentes o recidivantes (38).

    Otras manifestaciones poco frecuentes en
    asociación con la diverticulitis son la artritis y
    el pioderma gangrenoso (40, 41), con tratamiento
    médico inefectivo, respondiendo sólo al tratamiento
    quirúrgico de la diverticulitis.

    Complicaciones ortopédicas en
    relación con la diverticulitis se han descrito con escasa
    frecuencia (42, 43), manifestándose la perforación
    retroperitoneal causante, por dolor, tumefacción,
    impotencia funcional y enfisema en miembro inferior
    izquierdo.

    Las complicaciones de la diverticulitis es más
    frecuente entre los pacientes renales con
    riñón poliquístico, hemodiálisis o
    diálisis peritoneal y en trasplantados. Se cree que la
    inmunosupresión es responsable en parte (44,
    45)

    Existen bastantes publicaciones con la
    asociación entre la administración de altas dosis de
    esteroides, así como de antiinflamatorios no
    esteroideos
    , y el desarrollo de
    diverticulitis y sus complicaciones, con especial
    énfasis en la perforación (25, 46, 47), en la
    hipótesis de la inhibición de la
    proliferación epitelial, que predispone a una
    invasión bacteriana de la mucosa, y también porque
    pueden enmascarar o atenuar los síntomas de una
    diverticulitis "subaguda", retrasando sus manifestaciones
    clínicas. Aunque se requieren nuevas confirmaciones, no
    cabe duda que esta asociación precisa de nuestra
    vigilancia.

    Exámenes complementarios.-

    La Rx de Tórax y simple de abdomen nos
    muestran anormalidades en el 30-50% de los pacientes, y pueden
    informar sobre la existencia de signos de obstrucción
    (dilatación del colon supraestenótico, y a veces
    del intestino delgado en caso de incompetencia de la
    válvula ileocecal, con ausencia de gas rectal, o
    incluso a veces con imágenes
    de masa intraluminal). En caso de absceso, por la presencia de
    imagen de
    desplazamiento de asas, aumento de la densidad en la
    zona con efecto masa o de imagen en "miga
    de pan" por la presencia de pequeñas burbujas gaseosas
    producidas por los gérmenes anaerobios, o por una cantidad
    de gas extraluminal
    considerable, localizado en el cuadrante inferior izquierdo del
    abdomen, tabicado por el proceso
    inflamatorio, o bien, en caso de perforación libre,
    acompañado de un franco neumoperitoneo, que es mejor
    visualizado en las Rx de Tórax o Simples de abdomen
    practicadas en bipedestación o en decúbito lateral
    izquierdo con Rx horizontales (28, 48-50). Todos estos signos son
    inespecíficos.

    El enema de contraste, su seguridad y
    utilidad en la
    diverticulitis aguda están controvertidos (51). El enema
    de contraste de bario debe evitarse, ya que su salida a cavidad
    peritoneal causa una peritonitis severa, aunque algunos
    radiólogos lo utilizan de forma prudente en sus
    exámenes. Su sustitución por contraste hidrosoluble
    elimina el riesgo del bario,
    aconsejándose de todas formas retrasarlo de 6-8 semanas en
    las diverticulitis leves o moderadas, aunque muchas veces, para
    diagnosticar si efectivamente se trata de un grado leve/moderado
    o grave, existen unos criterios radiológicos que aporta el
    enema opaco (52), y es precisamente en urgencias donde es
    más utilizado -sobre todo si se teme una
    perforación- siendo fácil de realizar en un
    intestino no preparado, con presión reducida, evitando la
    insuflación de aire; el enema
    con contraste hidrosoluble utilizado de forma prudente en los
    síndromes peritoneales de fosa ilíaca izquierda,
    cuando se sospecha una diverticulitis, es un medio diagnóstico muy preciso, no peligroso y
    económico (53). Los hallazgos típicos de
    diverticulitis y los signos radiográficos que distinguen
    la diverticulitis de la enfermedad inflamatoria intestinal,
    cáncer de colon y colitis isquémica, se citan en la
    Tabla I (51).

    La ecografía está particularmente
    indicada ante un síndrome abdominal agudo de origen
    indeterminado. La detección de divertículos
    varía del 5 al 72 %, y otros signos como el engrosamiento
    de la pared de más de 4 mm y de más de 5 cm de
    longitud, divertículos con signos inflamatorios, cambios
    inflamatorios en la grasa pericólica, masas intramurales o
    pericólicas, o fístulas intramurales, muestran una
    sensibilidad del 85-98 % y una especificidad del 80-97 % (19, 51,
    53-55) con unas cifras de valor
    predictivo negativo del 84 % y valor
    predictivo positivo del 93 % en la serie de Zielke et al (56).
    Util para el diagnóstico diferencial con la apendicitis
    (57), y en la mujer, para el
    estudio del dolor inespecífico de la pelvis para descartar
    procesos
    inflamatorios ginecológicos, el empleo de la
    ecografía como medio diagnóstico, transabdominal o transvaginal,
    permite identificar las diverticulitis y sus complicaciones (58,
    59).

    La ayuda de la Medicina nuclear
    en esta patología es reducida, ya que las
    gammagrafías con leucocitos marcados con Tc99m
    Hexametil-propileneamino oxima, empleada con éxito en la
    detección de enfermedad inflamatoria intestinal, no es
    específica de la diverticulitis, pudiendo ser positiva en
    cualquier proceso
    inflamatorio abdominal (60-62).

    La Tomografía Axial Computarizada (TAC),
    es muy interesante para poner en evidencia la afectación
    pericólica de la diverticulitis sigmoidea, desde el
    estadio de masa inflamatoria hasta el absceso
    pericólico.

    Los signos tomodensitométricos de la
    diverticulitis han sido bien descritos por Lieberman et al (63),
    Hulnick et al (64) y Pradel et al (65). El signo más
    constante es el engrosamiento o inflamación de la grasa
    pericólica (98 %). Los divertículos son visibles en
    más del 80 % de los casos. El engrosamiento de la pared
    cólica en más de 4 mm está presente en el 70
    %, observándose un absceso pericólico o a distancia
    en cerca de la mitad de los casos. Ambrosetti et al, (66) en un
    estudio, prospectivo sobre 423 pacientes, encuentran una
    sensibilidad de la TAC del 97 % para la tipificación de la
    severidad de la diverticulitis, concretamente en la
    formación de abscesos o en la visualización de
    contraste o gas
    extracolónico. De la misma forma, la
    tomodensitometría es muy demostrativa para el diagnóstico de las fístulas,
    especialmente sigmoido-vesicales, apreciándose la
    asociación de divertículos, engrosamiento paralelo
    de la pared cólica y de la pared vesical, y presencia de
    gas en la
    vejiga. En un estudio de Jarret y Vaughan (67), la TAC fue
    positiva para el diagnóstico en 8 sobre 9 casos, y en el
    otro se sospechó.

    Los estudios realizados hasta la actualidad con la TAC
    helicoidal no son suficientes para determinar las ventajas que
    pudieran suponer sobre la TAC convencional (68, 69)

    Varios trabajos han evaluado la TAC comparándola
    con el enema opaco (70, 71). La sensibilidad de los dos
    exámenes es comparable (90-95 %), igual que su
    especificidad (60-95 % según se utilicen criterios
    estrictos o amplios). Por el contrario, la tasa de falsos
    negativos sería más elevada en el caso de la TAC
    (20 %) que con el enema opaco (15 %). Los límites del
    diagnóstico tomodensitométrico de la
    diverticulitis sigmoidea son debidos a la dificultad del diagnóstico diferencial con el
    cáncer de sigmoides y a la ausencia de
    visualización de fugas extraluminales mínimas. La
    mayor parte de los clínicos y los radiólogos
    están de acuerdo en utilizar de urgencia y regladamente el
    enema con contraste hidrosoluble (Gastrografin), en razón
    de su disponibilidad, facilidad de ejecución y rendimiento
    diagnóstico. La TAC está indicada en
    aquellos enfermos en que el enema es imposible o no concluyente,
    en los casos que se sospeche un absceso pericólico, o en
    el diagnóstico incierto, fracaso del
    tratamiento médico o cuando se prevea un drenaje
    percutáneo por punción dirigida.

    Un reciente estudio prospectivo comparativo de evaluación
    entre ecografía y TAC en el diagnóstico de
    diverticulitis (72) muestran resultados similares, si bien otro
    trabajo retrospectivo (73) añade que, aunque es
    válida la ecografía de primera intención, si
    la diverticulitis es severa, debería continuarse la
    exploración tomodensitométrica.

    La Resonancia Magnética parece ser una
    técnica efectiva en la evaluación
    de las afecciones intestinales, y en particular en lo que se
    refiere a la diverticulitis. Las imágenes
    que ofrece del engrosamiento de la pared del colon son más
    concluyentes que las de la TAC (74, 75).

    La colonoscopia no es recomendada generalmente de
    urgencia por el hecho de su dificultad, su práctica
    dolorosa y sobretodo por el riesgo de la
    perforación al insuflar el aire, aunque se
    podría intentar una rectosigmoidoscopia con el tubo
    rígido, sin insuflación, o con el colonoscopio
    pediátrico (76) La colonoscopia de urgencia contribuye
    poco al diagnóstico de diverticulitis sigmoidea porque las
    lesiones son más peridiverticulares que mucosas o
    intraluminales. Podemos encontrar una mucosa sigmoidea
    inflamatoria y, en raros casos, pus saliendo de un
    divertículo. Sobre todo, puede descartar otra
    patología cólica, como el cáncer (que
    coexiste en el 15 % aproximadamente), colitis isquémica,
    colitis pseudomembranosa, o enfermedad inflamatoria intestinal.
    (53). En casos de hemorragia digestiva baja es útil
    (siempre que no sea masiva), especialmente para descartar otras
    patologías, llegando a ser los divertículos los
    responsables de esta complicación en el 23 % de la serie
    de Machicado y Jensen (77).

    DIAGNOSTICO DIFERENCIAL

    Con todas las pruebas
    complementarias que hemos comentado para contribuir al
    diagnóstico de la diverticulitis, y especialmente para
    realizar un diagnóstico diferencial, se impone un orden de
    realización que se describe en la Tabla II
    (78).

    Ante un episodio de diverticulitis aguda
    sigmoidea
    de gravedad moderada, tendremos en cuenta algunos
    diagnósticos diferenciales (Tabla III).

    La colopatía funcional o colon irritable,
    asociado a fiebre de otro origen, representa el principal
    diagnóstico diferencial. Los antecedentes dolorosos de
    larga evolución, el carácter más
    difuso de los dolores abdominales y la ausencia de signos de
    reacción peritoneal a la palpación abdominal abogan
    a favor de este diagnóstico. El problema por otra parte es
    más complejo, ya que colopatía funcional y
    diverticulosis están asociados frecuentemente, y una
    diverticulitis puede complicar una colopatía funcional.
    Para llegar al diagnóstico de diverticulitis, el enema con
    derivados yodados hidrosolubles representa el mejor examen
    complementario que puede hacerse de urgencia. La
    deformación de los sacos diverticulares que llegan a ser
    puntiagudos es característica de la diverticulitis, pero
    el análisis de las imágenes
    es difícil cuando hay coprolitos intradiverticulares;
    además, la diverticulitis se acompaña
    frecuentemente de un engrosamiento de la pared cólica que
    crea un esbozo de estenosis o de un pequeño absceso
    pericólico, dando una imagen de
    compresión extrínseca del colon.

    Una pielonefritis puede simular un episodio de
    diverticulitis cuando los dolores asientan más en la fosa
    ilíaca izquierda que la región lumbar. La presencia
    de una piuria en el examen citobacteriológico de la orina,
    los hallazgos ecográficos, de la urografía
    intravenosa o incluso de una TAC, permiten confirmar este
    diagnóstico. No obstante, molestias miccionales y
    leucocituria pueden estar presentes en un episodio de
    diverticulitis.

    La salpingitis en la mujer puede
    ocasionar dolores en hipogastrio y en fosa ilíaca
    izquierda, pero se trata generalmente de una mujer joven, con
    antecedentes de infección genital, y el tacto vaginal
    apunta hacia el diagnóstico por la dualidad de los
    síntomas, y especialmente si nos apoyamos en los hallazgos
    ecográficos.

    Ante un episodio agudo de diverticulitis sigmoidea
    más severa con absceso perisigmoideo, los
    diagnósticos diferenciales son diferentes. El
    cáncer de
    sigmoides es el principal, y puede
    manifestarse por dolor y fiebre cuando el tumor se complica con
    un absceso peritumoral. El diagnóstico es fácil
    cuando el enema opaco muestra
    ulceración o el defecto de repleción de la
    tumoración. No obstante, los signos radiológicos
    del cáncer no son siempre fáciles de reconocer con
    un enema de contraste yodado hidrosoluble, y ciertos
    cánceres infiltrantes pueden dar una imagen de
    estenosis más alargada y regular que pudiera parecer una
    diverticulitis. Cuando existe una estenosis completa es imposible
    de llegar a una conclusión. Sólo una colonoscopia
    cuando hubiera pasado el episodio agudo infeccioso
    permitirá algunas veces el diagnóstico diferencial,
    pero la estenosis puede ser infranqueable, y a ciertos pacientes
    se les llega a operar si un diagnóstico cierto, que
    incluso macroscópicamente en la exploración
    peroperatoria tampoco se puede establecer,
    diagnosticándose sólo tras la exéresis por
    el estudio anatomopatológico.

    La colitis isquémica es rara. Puede ser
    responsable de un dolor en la fosa ilíaca izquierda, en un
    paciente mayor con antecedentes vasculares. El dolor es
    generalmente más intenso, seguido de rectorragias. En el
    enema opaco, las imágenes
    pueden ser confundidas con las de la perisigmoiditis,
    llegándose generalmente al diagnóstico tras
    colonoscopia y biopsia después de la fase
    aguda.

    La enfermedad de Crohn puede complicarse con un
    absceso o un estrechamiento pericólico. Pero estas
    complicaciones son raramente reveladoras de la enfermedad y la
    historia
    clínica es frecuentemente más
    crónica.

    Otros diagnósticos diferenciales son más
    raros, como ciertos abscesos apendiculares mesocelíacos o
    pélvicos, algunos piosalpinx, tumores ováricos,
    linfomas del sigmoides o incluso ciertas carcinomatosis
    pélvicas o endometriosis pueden conducir a una estenosis
    extrínseca del sigmoides.

    Ante una fístula sigmoido-vesical la
    diverticulitis sigmoidea es la causa más frecuente, pero
    el cáncer de sigmoides es el primer diagnóstico
    diferencial. El trayecto fistuloso es a menudo más ancho,
    más fácilmente opacificado. El cáncer
    sospechado en el enema de contraste hidrosoluble es confirmado
    por la biopsia colonoscópica o cistoscópica. Las
    otras afecciones sigmoideas susceptibles de fistulizarse a
    vejiga, como la enfermedad de Crohn o la colitis actínica
    secundaria a la irradiación de un cáncer
    pélvico, son raras. Ante una poco frecuente fístula
    colo-ileal o colo-vaginal es preciso eliminar las mismas
    causas.

    A nivel del ciego y colon derecho, la apendicitis
    aguda y el absceso apendicular constituyen las causas más
    frecuentes de complicaciones infecciosas, de tal forma que la
    diverticulitis no es nunca el primer diagnóstico
    sospechado (79, 80). El cáncer de colon derecho raramente
    se complica con un absceso pericólico. La úlcera
    solitaria del colon derecho puede acompañarse de un tumor
    inflamatorio a ese nivel. La enfermedad de Crohn, la tuberculosis, la
    yersiniosis, el ameboma, y la actinomicosis son
    diagnósticos poco frecuentes que podrían evocarse
    ante una imagen
    radiológica anormal. Algunas diverticulitis del
    ángulo hepático del colon podrían simular
    una colecistitis, fácilmente reconocidas por
    ecografía.

    En el colon descendente las complicaciones
    diverticulares podrían confundirse con una lesión
    renal infectada, con un cáncer de colon complicado con un
    absceso o incluso con una colitis isquémica. El enema
    opaco con derivados yodados hidrosolubles es aún el mejor
    examen para relacionar la complicación infecciosa del
    colon y para tratar de precisar la causa, completado
    posteriormente con una colonoscopia.

    En el caso de peritonitis generalizada, la causa es
    más difícil de reconocer, pero como el tratamiento
    es siempre quirúrgico -tanto si se trata de una
    peritonitis apendicular, por perforación de un
    cáncer sigmoideo, de otras perforaciones cólicas,
    peritonitis de origen genital o perforación ulcerosa, el
    error diagnóstico tiene menos importancia (78).

    En caso de rectorragia abundante que puede poner
    en peligro la vida del enfermo, la diverticulosis cólica
    es la causa más frecuente (38, 78), pero hay
    múltiples diagnósticos diferenciales,
    debiéndose establecer un orden en las exploraciones
    disponibles (Tabla IV).

    Una hemorragia alta en relación con una ulcus
    péptico duodenal
    puede desencadenar una hemorragia
    masiva por el ano de sangre roja, sin
    hematemesis asociada. Una gastroduodenoscopia debería
    realizarse antes de pensar en la colonoscopia o en la
    arteriografía.

    Las hemorroides o las ulceraciones por
    termómetro, sonda rectal o enemas
    pueden desencadenar
    hemorragias abundantes. Es preciso pensar en ellas y comenzar
    siempre la exploración por una anuscopia.

    Las angiodisplasias parecen constituir una de las
    causas más frecuentes de hemorragias digestivas bajas,
    pero se debe tener en cuenta que se asocian a la diverticulosis
    en casi un 50 % (1). Son menos abundantes y más
    recidivantes, y se trata frecuentemente de pacientes mayores. La
    colonoscopia no suele ser diagnóstica porque la hemorragia
    no permite localizar el nivel de la mucosa en la que asientan las
    anomalías vasculares; solamente la arteriografía
    mesentérica selectiva permitirá descubrir una
    imagen borrosa
    vascular asociada a una arteriola más engrosada y tortuosa
    y a una opacificación precoz y persistente de la vena de
    drenaje dilatada, propia de la angiodisplasia, o bien la
    extravasación del contraste en la luz cólica
    en caso de origen diverticular. Pero la arteriografía
    puede no mostrar nada o múltiples lesiones en el colon o
    intestino delgado sin que se pueda localizar el lugar de
    sangrado.

    Un divertículo de Meckel ulcerado puede
    sangrar abundantemente. La juventud del
    paciente puede hacernos pensar en él, y la
    arteriografía de urgencia puede hacer el
    diagnóstico.

    Los tumores colorrectales (pólipos o
    cáncer) raramente llegan a producir hemorragias
    abundantes, y se pueden reconocer fácilmente por la
    colonoscopia.

    La rectocolitis hemorrágica puede sangrar
    abundantemente pero esta hemorragia es raramente reveladora de la
    enfermedad.

    Las demás causas son raras y se dan en un
    contexto particular que es preciso buscar por el interrogatorio:
    la colitis isquémica, la colitis o la rectitis
    actínica, la colitis segmentaria por antiinflamatorios no
    esteroideos, la úlcera solitaria del recto, las varices
    del intestino delgado o del colon por hipertensión portal,
    la ruptura de un aneurisma aórtico o ilíaco en el
    intestino, la ruptura de una prótesis
    aorto-ilíaca en el duodeno…(78).

    En una publicación sobre diagnóstico y
    tratamiento actual de pacientes con hemorragia digestiva baja
    (77) en el que fueron evaluados 100 pacientes consecutivos, la
    panendoscopia reveló que la causa era de origen alto en 11
    %, se presumió que estaba localizada en el intestino
    delgado en el 9 % y no se encontró la causa en el 6 %.
    Durante la colonoscopia de urgencia se encontró una
    definitiva lesión colónica en el 74 % de los
    pacientes. Angiomatosis se encontró en el 30 % del total o
    en el 41 % de todos los puntos hemorrágicos. Los
    divertículos fueron la causa del sangrado en el 23 %,
    pólipos ulcerados o cáncer en el 15 %, colitis
    focal o ulceración en el 12 %, lesiones rectales en el 5 %
    y otras causas en el 4 %, estimando que el costo medio por
    paciente, en cuanto a la colonoscopia, tratamiento médico,
    angiográfico y quirúrgico era de 10.065
    dólares.

    TRATAMIENTO

    DIVERTICULITIS NO COMPLICADAS

    El tratamiento de un paciente con diverticulitis
    varía de acuerdo con la severidad de los síntomas,
    duración de la patología, enfermedades asociadas y
    estado de su
    sistema
    inmunitario. Afortunadamente, la mayoría de los episodios
    de diverticulitis son leves o moderados, presentan
    peridiverticulitis con o sin pequeño absceso localizado, y
    se resuelven satisfactoriamente con tratamiento médico,
    que consiste básicamente en dieta líquida y
    antibióticos orales tipo Trimetoprim+Sulfametoxazol y
    metronidazol (51), pudiendo efectuar este tratamiento en
    régimen ambulatorio. Algunos pacientes deben ser
    hospitalizados por precisar nutrición parenteral,
    aspiración con sonda nasogástrica y
    antibióticos intravenosos, al presentar distensión
    abdominal y vómitos. La
    hospitalización también permite frecuentes
    valoraciones del paciente en las primeras 48-72 horas tras el
    diagnóstico. La selección antibiótica
    deberá cubrir los gérmenes gram negativos,
    enterobacterias y anaerobios, según Sanford et al (81),
    con algunas alternativas y consideraciones que se muestran en la
    Tabla V, y que están en relación con las posibles
    alergias del paciente, la experiencia del cirujano y del centro
    sobre esos antibióticos, y también con el coste. El
    estadio de los pacientes, clasificados por TAC, permite
    incluirlos o no en el grupo que de
    entrada se supone van a responder al tratamiento médico, y
    de hecho, en las diverticulitis no complicadas se resuelve el
    problema entre el 70-100 % de los pacientes (14, 19).

    Tras la recuperación de un episodio inicial de
    diverticulitis, el paciente será re-evaluado cuando la
    inflamación haya desaparecido, siendo convenientes una
    sigmoidoscopia y un enema de bario. Se recomienda dieta pobre en
    residuos tras el episodio inflamatorio, para pasar más
    adelante a una dieta rica en fibra, ya que previene la recidiva
    en más del 70 % a los cinco años (1, 10,
    19).

    La decisión de si procede o no que un paciente
    con diverticulitis siga tratamiento ambulatorio u hospitalario,
    depende de la impresión clínica del médico,
    de la severidad del proceso y de
    la probabilidad de
    que los condicionamientos del paciente, especialmente
    socio-sanitarios, respondan al tratamiento extrahospitalario. En
    general, los pacientes inmunodeprimidos, incluyendo los tratados con
    corticosteroides, no son subsidiarios de tratamiento
    extrahospitalario. Los hemogramas no van a decidirnos sobre si el
    paciente va a ser tratado intra o extrahospitalariamente, pero
    nos servirán de ayuda para monitorizar la respuesta
    terapéutica. Especialmente a tener en cuenta es el
    ambiente
    familiar, ya que la valoración por su parte de un cuadro
    fidedigno de empeoramiento (intolerancia a líquidos,
    aumento del dolor abdominal, fiebre) harán que cambiemos
    la estrategia hacia
    la hospitalización (19). De todas formas, en nuestro
    contexto, estas disquisiciones anglosajonas están lejos de
    llevarse a la práctica ya que casi todos los pacientes con
    esta patología son ingresados en el hospital, aunque cada
    vez deberíamos mentalizarnos más a su seguimiento
    ambulatorio, en función de los costes.

    Las indicaciones para el tratamiento quirúrgico
    de la diverticulitis

    son determinadas por la particular situación
    clínica de cada apaciente, y se describen en la Tabla
    VI.

    DIVERTICULITIS COMPLICADAS

    Las complicaciones asociadas a la diverticulitis
    aguda incluyen el absceso, la perforación libre, la
    fístula, la obstrucción y la hemorragia digestiva
    baja, con especiales consideraciones sobre los episodios
    repetidos de diverticulitis, los paciente inmunocomprometidos,
    los pacientes jóvenes, la diverticulitis del colon derecho
    y la diverticulitis recurrente tras la
    resección.

    Diverticulitis asociada con absceso o
    flemón.

    El proceso
    inflamatorio asociado con perforación de un
    divertículo de colon es conocido como diverticulitis. Esta
    perforación es el comienzo de un proceso
    inflamatorio limitado, localizado (flemón), pudiendo
    proseguir a un absceso pericólico o intraabdominal, o
    desembocar en una peritonitis purulenta o fecal (22).

    El tratamiento de los pacientes con absceso diverticular
    depende de la magnitud y de la localización, así
    como de los condicionamientos clínicos del paciente y del
    tiempo de
    diagnóstico. Los pequeños abscesos
    pericólicos se resuelven con dieta absoluta y
    antibioterapia. Para los pacientes con abscesos más
    extensos, que no se van a resolver con tratamiento médico,
    existen dos opciones, el drenaje percutáneo o el
    quirúrgico.

    El drenaje percutáneo transabdominal, bien por
    ecografía o TAC es cada vez más utilizado y es el
    método de
    elección para la mayoría de los abscesos
    pélvicos, aunque estos sean pluriloculares,
    llegándose a un 85 % de éxitos, constituyendo una
    alternativa a la intervención quirúrgica inmediata,
    con menos morbilidad, y especialmente permite realizar en muchos
    pacientes con posterioridad una resección de colon con
    anastomosis primaria, evitándose una intervención
    en dos tiempos (82-85).

    Aquellos pacientes en los que no se consigue el drenaje
    percutáneo o en los que persisten los síntomas tras
    el mismo, deben ser sometidos a laparotomía. Aquí
    los autores difieren en cuanto a la técnica de
    resolución quirúrgica en uno, dos o tres tiempos
    (resección y anastomosis primaria, resección con
    Hartmann o bien con colostomía y fístula mucosa
    para reconstrucción en un segundo tiempo, o drenaje
    con colostomía, para después efectuar la
    resección con anastomosis pero dejando la
    colostomía de protección por encima, y realizar en
    un tercer tiempo su cierre)
    (Fig. 1). Para Tucci et al (26), en una serie de 259 pacientes,
    es esencial la resección de la zona afectada, y la
    intervención en un tiempo
    –anastomosis primaria- estando indicada si la
    infección se confina al mesenterio, dejando la
    resección con anastomosis y colostomía de
    protección por encima o bien la técnica de Hartmann
    para cuando existe contaminación peritoneal, con unas cifras
    de resección asociada a reconstrucción primaria del
    45 % en sus últimos años. Elliot et al (86), en una
    serie de 403 pacientes con diverticulitis de los que requirieron
    intervención quirúrgica 113, al 90.2 % se le
    practicó resección, y sólo a la tercera
    parte de éstos, anastomosis primaria, para practicar
    Hartmann en el resto, con una mortalidad global del 17.7 % en los
    operados, señalando que todos eran mayores de 80
    años y con ASA 3, recomendando un intervalo, siempre que
    sea posible, entre el episodio agudo de diverticulitis y la
    resección como cirugía electiva. Rohr et al (37),
    en un estudio sobre 72 pacientes de la serie más reciente
    de su trabajo practica de urgencia la colostomía y drenaje
    sólo en el 4 % de los casos, y la intervención de
    Hartmann en el 56 % y resección con anastomosis primaria
    con o sin colostomía asociada en el 31 %, para pasar en
    cirugía reglada al 2 % de Hartmann y 94 % de
    resección con anastomosis, con una mortalidad global del 4
    %. Pattyn et al (27), aunque con una corta serie de 34 pacientes,
    practica la intervención de Hartmann en el 80 % de los
    casos intervenidos de forma urgente, dejando la
    intervención en un tiempo para la
    mayor parte de los intervenidos de forma electiva, y siempre que
    la preparación del colon, el estado del
    peritoneo y los condicionamientos del paciente así lo
    aconsejen en función de la seguridad de la
    anastomosis, señalando la alta mortalidad que presenta la
    cirugía urgente (22 %). En la serie de Propósito et
    al (87), sobre 110 pacientes tratados
    quirúrgicamente, le practican hemicolectomía
    izquierda con anastomosis primaria al 82.7 %, intervención
    de Hartmann al 11.8 % (únicamente en casos de peritonitis
    difusa), y al 5.4 % resección sólo del sigmoides,
    resaltando que en los últimos años de su serie la
    mortalidad descendió espectacularmente del 14 al 3 % en
    cirugía de urgencia, siendo 0% en la electiva, así
    como el número de las dehiscencias que del 8 % ha pasado
    al 2 %, atribuyéndolo a las suturas
    mecánicas.

    Diverticulitis asociadas a perforación
    libre.

    La perforación libre de la diverticulitis aguda,
    con peritonitis fecal o purulenta constituye una
    indicación quirúrgica de extrema urgencia, que
    requiere de medidas de reanimación inmediatas, con
    fluidoterapia intravenosa, antibióticos de amplio espectro
    y soporte cardiovascular. Por otra parte, la perforación
    libre es una complicación poco frecuente de la
    diverticulitis (26, 27), pero con una mortalidad que puede llegar
    al 35 % (19). El procedimiento de
    elección en esta situación es la inmediata
    resección con colostomía tipo Hartmann, asociado a
    las medidas habituales de actuación en cualquier
    peritonitis, (lavado exhaustivo de la cavidad abdominal y
    drenajes) estando de acuerdo la mayoría de los autores
    (19, 27, 28, 37, 86, 88, 89). Sin embargo, aunque este procedimiento es
    ampliamente aceptado, otros autores ponen más
    énfasis en que una alternativa válida es la
    anastomosis primaria, asociada o no a colostomía por
    encima (26, 87, 90-92).

    Desde la aparición de la primera comunicación en 1984 por Castrini et al
    (93) sobre la implantación de una prótesis
    endoluminal transitoria en el colon tras practicar una
    anastomosis primaria, se han publicado algunos artículos
    sobre dicho procedimiento,
    que no han llegado a demostrar de forma concluyente los
    beneficios sobre la supuesta protección de la sutura
    intestinal (94-97), no existiendo estudios prospectivos con
    amplia casuística que lo avalen, y comunicándose
    algunas complicaciones como erosión de la mucosa con
    hemorragia (97), si bien se continúa la investigación en ese sentido como es la
    implantación de un preservativo que se fija con sutura
    reabsorbible al colon, con el consiguiente abaratamiento de los
    costes (98), o mediante un anillo de Valtrac de ácido
    poliglicólico biofragmentable, unido a un tubo de vinilo
    (99) con el mismo fundamento que el coloshield.

    Diverticulitis asociada con
    fístulas
    .

    El tratamiento de las complicaciones fistulosas de la
    diverticulitis es un problema con el que nos enfrentamos
    ocasionalmente los cirujanos. La más frecuente de las
    fístulas es la colo-vesical en aproximadamente (65 %)
    (29). Es más frecuente en hombres que en mujeres (51) y se
    supone que el útero en la mujer, al
    interponerse con la vejiga, ofrece cierta
    protección.

    Ocasionalmente, en pacientes de alto riesgo, si tienen
    mínimos síntomas no precisan tratamiento
    quirúrgico, pero habitualmente, si no se dan esas
    circunstancias, hay que practicar resección del segmento
    colónico afecto y resección en un tiempo, con
    cierre de la brecha vesical y sondaje vesical durante
    aproximadamente ocho días, siendo preferible practicar
    este procedimiento
    "en frío", cuando la fístula ha llegado a
    ser crónica, sin complicación infecciosa (19, 28,
    29, 51), con muy baja mortalidad.

    En caso de fístula colo-vaginal, se
    asociará a la resección cólica un cierre de
    la apertura vaginal y una interposición de epiplon (29)
    aunque algunos cirujanos son partidarios, de igual forma que en
    las fístulas enterocutáneas de bajo débito,
    optar por un tratamiento conservador (51). En las
    salpingo-cólicas o útero-cólicas, la sola
    resección del trayecto fistuloso unido al del colon afecto
    puede ser suficiente, sin necesidad de asociar resección
    tubárica o uterina (31, 32, 34).

    Si fuera necesaria una resección ileal por
    afectación fistulosa, el restablecimiento inmediato del
    tránsito es la regla. (29, 51).

    Diverticulitis asociada a
    obstrucción

    Las controversias que se plantean en este caso,
    en cuanto al restablecimiento o no de la continuidad del
    tránsito, son las mismas que al hablar de la
    asociación con el absceso, o incluso de la
    perforación. Cuando se plantea un caso de
    obstrucción intestinal colónica, presumiblemente
    por una diverticulitis complicada, el paciente se somete a una
    cirugía resolutiva urgente, precedida de un corto periodo
    de reanimación, incluyendo hidratación y
    aspiración nasogástrica. Si la obstrucción
    se resuelve rápidamente, es posible permitir al intestino
    una descompresión suficiente para dar tiempo a una
    preparación antibiótica y mecánica adecuada a fin de que la
    intervención pueda ser practicada en un solo tiempo.

    La intervención más empleada en casos de
    obstrución intestinal no resuelta, por diverticulitis del
    colon es la intervención de Hartmann (19, 28, 37, 86, 88,
    89), dejando para casos seleccionados según estos mismos
    autores, o con mayor apertura de criterios según otros
    (26, 87, 90-92), la práctica de anastomosis primaria con o
    sin colostomía de protección, bien por lavado
    intraoperatorio del colon o por la implantación de un
    by-pass intracolónico tipo colosheald. En un paciente
    inestable sería aceptable realizar una colostomía
    transversa y diferir la resección a una fecha posterior
    (19).

    Resección tras episodios repetidos de
    diverticulitis.

    El tratamiento del paciente que ha sufrido
    repetidos episodios de diverticulitis, debe ser individualizado
    para minimizar la morbilidad y la mortalidad de la
    intervención. Los factores que deben considerarse cuando
    se decide la resección son: la edad psicológica del
    paciente, número, severidad e intervalos de los episodios
    de diverticulitis, rapidez y grado de respuesta al tratamiento
    médico, y persistencia de los síntomas
    después de un episodio agudo, pudiendo ocurrir esto
    último del 7-45 % de los pacientes (22, 52, 100). La
    instauración de una dieta rica en fibra es posible que
    reduzca el riesgo de padecer
    una recidiva (2). Conforme se producen nuevos episodios de
    diverticulitis, el paciente responde peor al tratamiento
    médico (70 % de probabilidad de
    respuesta en el primer episodio, contra el 6 % en el tercero).
    Por eso, después del segundo episodio de diverticulitis no
    complicada se recomienda la resección, así como en
    los pacientes con diverticulitis complicada tras el primero
    (19).

    Pacientes inmunocomprometidos.

    La diverticulitis en pacientes inmunocomprometidos
    -entre los que se encuentran los que siguen tratamiento con
    corticoides, los trasplantados, los que presentan fallo renal,
    los neoplásicos, desnutridos, mayores, y con SIDA– es posible
    que se manifieste por pocos de los síntomas o signos
    clásicos de la enfermedad y, por ello, el
    diagnóstico y tratamiento no debe ser retrasado
    excesivamente, ya que la mortalidad puede llegar al 40 %.
    (19).

    Diverticulitis y hemorragia.

    La actitud
    terapéutica debe tener en cuenta la tendencia a ceder
    espontáneamente cuando la hemorragia es de origen
    diverticular. El tratamiento debe comenzar en todos los casos con
    una reanimación consistente en transfusión
    sanguínea y corrección, si es necesario, de alguna
    coagulopatía. La evolución bajo tratamiento
    sintomático es frecuentemente favorable. Unicamente las
    hemorragias muy abundantes, continuas o recidivantes son
    subsidiarias de tratamiento quirúrgico (37, 38)

    Cuando se ha localizado el origen de la hemorragia
    diverticular por medio de una arteriografía selectiva, la
    perfusión intraarterial selectiva a través de una
    rama de la arteria mesentérica inferior, con vasopresina a
    dosis de 0.2 Unidades/minuto o incluso a 0.4 U/min si es
    necesario, comprobándose mediante una arteriografía
    de control a los 30
    minutos si ha cesado el sangrado. El tratamiento se puede
    proseguir a dosis agresivas durante 24 o 48 horas. La
    imposibilidad de mantener el catéter de angiografía
    en su lugar, una cardiopatía isquémica severa o el
    cese de la hemorragia durante el examen son las principales
    contraindicaciones, aunque se sabe que también puede
    producir infartos en la pared cólica. Este método
    permite el cese de la hemorragia en el 90 % de los casos, aunque
    de ellos recidivan el 40 % (38), pero permiten una
    preparación del colon y efectuar si procediera una
    resección reglada, evitando un acto quirúrgico de
    urgencia gravado con una morbilidad y mortalidad más
    elevadas, y en algunos pacientes muy mayores puede ser el
    único recurso válido, sin olvidar la posibilidad de
    la embolización selectiva, con el mismo riesgo de infarto
    de la pared del colon (101). Si la hemorragia no responde a este
    tratamiento, se impone una hemicolectomía derecha o
    más frecuentemente izquierda según la
    localización de la hemorragia, aunque en el 90 % de los
    casos una colectomía segmentaria es suficiente
    (38)

    Cuando el sangrado no se ha localizado con
    precisión, a pesar de efectuar otras técnicas como
    la gammagrafía con hematíes marcados con Tc99
    –que detecta sangrados mínimos de 0.05-0.1
    ml/minuto- (38), se impone una resección cólica,
    bien hemicolectomía o colectomía total,
    decisión basada en la localización potencial del
    sangrado, la probabilidad de
    recidiva y el riesgo
    operatorio. Así, cuando ninguna lesión ha sido
    objetivada en el colon izquierdo y se sospecha un
    divertículo o una angiodisplasia en el derecho, la
    hemicolectomía derecha es el procedimiento de
    elección. Y a la inversa, cuando la diverticulosis
    está limitada al sigmoides y ninguna lesión se ha
    visto en el derecho, es lógico proponer una
    hemicolectomía izquierda, aunque este gesto conlleva una
    recidiva de aproximadamente el 30 %, por lo que algunos autores
    preconizaron en esta situación, hace algunos años,
    la práctica de colectomía subtotal, pero con una
    mortalidad del 15-50 % (38), y aún así limitando su
    indicación a los pacientes de bajo riesgo operatorio
    con diverticulosis cólica difusa, cuando una
    angiodisplasia derecha se asocia a una diverticulosis sigmoidea o
    como último recurso cuando no se ha identificado la
    localización de la hemorragia (102, 103), si bien en un
    artículo reciente de Billingham (104) se sigue
    recomendando.

    Diverticulitis en pacientes
    jóvenes.

    La diverticulitis en los pacientes jóvenes es
    más agresiva y presenta más recidivas y
    complicaciones tras el primer episodio tratado
    médicamente. Hasta aquí casi todos los autores
    consultados están de acuerdo y, aunque la mayoría
    abogan por una resección colónica con
    restablecimiento de la continuidad, una vez pasado el episodio
    agudo, siempre que sea posible, (19, 21, 52, 105), otros como
    Spivack et al (20) en un estudio efectuado sobre 63 pacientes
    menores de 45 años, no encuentra especial agresividad de
    la enfermedad en ellos, aunque aprecia una alta tasa de
    intervenciones de urgencia (35 %), pero aún así
    piensa que la indicación de intervención de rutina
    tras el primer episodio debe reconsiderarse de nuevo.

    Diverticulitis del colon derecho.

    El tratamiento quirúrgico de la
    diverticulitis del colon derecho es motivo de controversias. De
    por sí es difícil el diagnóstico
    clínico, especialmente el diferencial con la apendicitis
    aguda y el cáncer de ciego. En caso de que no sea posible
    excluir durante la laparotomía un proceso
    neoplásico, o si es dudosa la viabilidad del colon, debe
    efectuarse hemicolectomía derecha, y si el
    diagnóstico de diverticulitis es de certeza se puede
    efectuar una colectomía segmentaria, todo ello con
    anastomosis primaria aún sin preparación del colon
    (16, 28, 106, 107) aunque algunos como Uribe Quintana et al (79)
    recomiendan el examen intraoperatorio de la pieza de
    resección -si es parcial- para determinar la naturaleza de la
    lesión y actuar en consecuencia en cuanto a la
    radicalidad, o si no es posible, efectuar hemicolectomía
    derecha (79, 80).

    Diverticulitis recurrente tras la
    resección.

    La reaparición de síntomas abdominales
    tras la resección por enfermedad diverticular ocurre entre
    el 1-10 % de los pacientes, (pero de ellos no todos tienen
    diverticulitis) y pueden requerir re-resección del 0-3.1 %
    (108). Al tratar a un paciente con diverticulitis "recurrente",
    la pregunta que nos podemos hacer es si efectivamente lo que tuvo
    el paciente la primera vez fue o no una diverticulitis. La
    revisión de la anatomía
    patológica de la pieza operatoria nos ayudará al
    respecto, aunque se supone que una inadecuada resección
    previa es la causa principal, pero pacientes con colon irritable
    o enfermedad inflamatoria intestinal son sometidos a
    resección de sigmoides con el diagnóstico
    erróneo de diverticulitis.

    Problemas que
    se presentan en el momento de la resección son: 1) hasta
    donde se debe de resecar en cuanto al borde proximal, y 2)
    dónde debe practicarse la anastomosis.

    No es necesario retirar todos los divertículos
    del colon. En cuanto al borde de resección proximal, si no
    está inflamado, tiene apariencia sana y el intestino tiene
    calibre normal, puede ser mantenido con seguridad incluso
    si hay diverticulosis, aunque no se debe incorporar en la sutura
    ningún divertículo (19).

    ¿La cirugía laparoscópica es
    aplicable a la enfermedad diverticular del colon
    complicada?

    Transcribimos la pregunta que se hacen Franklin
    et al (109) en su actual trabajo sobre esta nueva vía de
    acceso que desde hace pocos años ha revolucionado las
    técnicas quirúrgicas. La expansión de la
    cirugía laparoscópica ha hecho que la
    cirugía colónica se realice cada vez con más
    frecuencia y en más centros, resaltando en sus resultados
    sobre 148 pacientes que el íleo postoperatorio disminuye
    de un 20 % en la cirugía abierta a un 7 % en la
    laparoscópica, así como la estancia hospitalaria de
    8 a 4-5 días en la cirugía electiva, concluyendo
    que las complicaciones de la enfermedad diverticular del colon
    que incluyen abscesos, perforación, fístula y
    hemorragia, son subsidiarios de ser tratados por esta
    técnica. De la misma forma opinan otros autores (110-113),
    indicándola especialmente en los estadios I y II de
    Hynchey (111), y resaltando además el menor costo
    hospitalario si se exceptúa el derivado del mayor tiempo de
    utilización del quirófano. En caso de peritonitis
    purulenta generalizada (no fecaloidea), también es posible
    esta vía practicándole lavados peritoneales,
    según refiere O´Sullivan et al en su corta serie
    (114). De todas formas, por los comentarios en la
    bibliografía consultada, aunque se requieren de más
    estudios y experiencia con esta nueva técnica,
    también en esta patología colónica promete
    un futuro esperanzador.

    Al decir de Freeman y McNally (51), la diverticulitis es
    una enfermedad bien conocida por los clínicos, que
    todavía piden comprensión y juiciosa cautela para
    obtener buenos resultados con los enfermos. La enfermedad
    continúa siendo un reto tanto para los internistas como
    para los cirujanos.

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    RESUMEN

    La diverticulitis aguda es el resultado de la
    inflamación de un divertículo que puede progresar
    hacia la perforación y a la formación de un
    absceso. Se manifiesta a menudo por fiebre, leucocitosis, dolor
    en el cuadrante inferior izquierdo y, a veces por una masa en
    dicha zona. El diagnóstico diferencial de la
    diverticulitis aguda incluye la enfermedad inflamatoria
    intestinal, el síndrome de colon irritable, colitis
    isquémica, cáncer de colon y, enfermedades
    ginecológicas y urológicas.

    La evaluación
    inicial del paciente en el que se sospecha diverticulitis, debe
    incluir, además de la exploración clínica
    habitual, una analítica convencional de sangre y orina,
    Rx simple de abdomen y, Rx de tórax si está
    clínicamente indicado. Dependiendo de la disponibilidad,
    posibilidad y preferencia del médico, pueden ser usados la
    tomografía axial computarizada (TAC), el enema de
    contraste o la ecografía abdominal, para documentar y
    valorar la extensión de la enfermedad.

    El tratamiento de la diverticulitis no complicada
    consiste en dieta absoluta y antibióticos de amplio
    espectro. Dependiendo de la presentación clínica,
    algunos pacientes seleccionados pueden ser tratados de forma
    ambulatoria. Después de la recuperación del
    episodio agudo, el colon debe ser estudiado mediante
    sigmoidoscopia o colonoscopia y enema opaco baritado. Los
    pacientes que no responden al tratamiento médico deben ser
    sometidos a TAC o cirugía, dependiendo de la
    situación clínica. De forma selectiva, algunos
    abscesos detectados por TAC pueden ser drenados
    percutáneamente. La resección colónica de
    forma electiva debe considerarse después de un episodio de
    diverticulitis –bien documentado-, dependiendo de la edad,
    estado general
    del paciente y severidad del caso.

    Se considera diverticulitis complicada cuando
    está asociada a obstrucción, absceso,
    fístula o hemorragia y, aquellos pacientes que la
    presenten deben ser sometidos a resección colónica
    después del primer episodio, siempre que sea posible de
    forma electiva.

    La resección con anastomosis primaria se
    recomienda en pacientes que reúnan criterios para
    practicar una anastomosis segura, incluyendo una adecuada
    preparación intestinal mecánica, intestino sano, bien irrigado y
    ausencia de tensión en la anastomosis. La
    intervención en dos tiempos (resección con
    colostomía y posterior reconstrucción) mediante la
    técnica de Hartmann, es generalmente practicada en
    pacientes con peritonitis purulenta o fecal. La cirugía
    laparoscópica se va abriendo campo cada vez más,
    también en este tipo de patología colónica,
    y aun cuando no está generalizada y se requiere de
    más estudios para ser indicada prioritariamente ante la
    cirugía abierta, presenta un futuro
    esperanzador.

     

     

    Autor:

    Dr. Juan Díaz Oller.

    Jefe de Sección de Cirugía. Hospital
    San
    Agustín. Linares (Jaén)

    Avda. de San Cristóbal, s/n. 23700 Linares
    (Jaén)

    Particular: C/ Julio Burell, 23. 5º B. 23700
    Linares (Jaén)

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