- La novela y su contexto de
producción - La novela y su
lógica - La novela y su
constitución - Conclusión
- Bibliografía
Consultada
La figura de Eva Duarte constituye uno de los objetos
históricos que ha recibido consideraciones desde diversos
puntos de vista. En el campo de la literatura, su tratamiento
reconoce a ilustres figuras, tales como Rodolfo Walsh y Abel
Posse, por medio de cuyas escrituras el cadáver de Eva
Duarte, así como su derrotero y posterior construcción mítica se conforman
perspectivas que, más allá de las interpretaciones
personales, articularon el conjunto significativo implicado en el
mito.
Como elemento enraizado en la memoria
popular y referencia negativa respecto de los sectores
dominantes, Eva Duarte, y sus despojos mortales, resultan una
referencia obligada en las prácticas culturales de los
argentinos, porque su legado simbólico tiñe la
producción de diversos campos. Esto es
particularmente notable cada vez que se produce la
aparición de nuevas formas de interpretación del mito, lo que reaviva
nuevamente la discusión en torno a la veracidad de algunas
proposiciones y su inserción dentro del canon
interpretativo de la historia.
Así, la presencia en Buenos Aires del
director cinematográfico inglés
Alan Parker con motivo del rodaje de la ópera-rock de Andrew
Lloyd Weber y Tim
Rice, Evita, provocó la emergencia de un conjunto
de discusiones en torno al mito de Eva Duarte, aunque las mismas
constituyan una parte del acervo histórico en torno al
tema.
En este sentido, Tomás Eloy Martínez
asumió en Santa Evita el desarrollo de
una narración con el propósito de develar los
factores causales y constitutivos del mito. En este sentido, la
narración se define como perteneciente al género
novela,
mediante la cual se articula una posible interpretación
del proceso de
formación del objeto estudiado. La formulación de
esta hipótesis entronca con un método
particular de presentación del desarrollo temático
del mito, en el sentido que la indagación propuesta por
la novela se
basa en la consulta y confrontación de diversas voces,
generando un espacio interactivo en el que intervienen tanto las
voces del autor, como de los personajes y de diversas fuentes. De
este modo, la conformación de este trabajo ha de
seguir la que propone el texto,
desmotando mediante un enfoque fenomenológico la forma y
el contenido con que se manifiesta la obra.
En función de
lo expresado, este trabajo aspira a aportar una nueva mirada
respecto del mito y de la conformación de la novela dentro
del campo de la literatura.
La novela y su
contexto de producción:
Cualquier abordaje dentro de la Literatura
Argentina no puede desprenderse de las condiciones
históricas en la que tiene lugar su aparición. Esta
proposición no resulta ajena a Santa Evita, porque
la misma se desarrolló en medio de las convulsiones
provocadas por la presencia de la cantante y actriz Madonna, como
figura central de la película Evita, dirigida por
Alan Parker y basada en la ópera-rock homónima de
los dramaturgos ingleses Andrew Lloyd Weber y Tim Rice, en 1995.
Las crónicas de la época no sólo dan cuenta
del fenómeno periodístico en sí, sino
también de las múltiples formas que adoptaron las
adhesiones y rechazos, ya sea desde las perspectivas estética, histórica o política, que
generó el rodaje de la película.
En este marco propiciatorio de potenciales logros
comerciales, hace su aparición la novela de Eloy
Martínez, la cual se inscribe dentro de la
tipología nueva novela histórica, donde se
agrupan las producciones basadas en hechos históricos
documentalmente probados. Sin embargo, la producción de
este autor tucumano no es la única desarrollada con
relación a la figura de Eva Duarte.
En 1994, el escritor y diplomático
cordobés Abel Posse presentó la biografía novelada
La pasión según Eva, en la cual se
reconstruyó la vida de Eva Duarte a partir de la
articulación de una diversidad de testimonios y documentos. En
este trabajo, la investigación pone de relieve la
figura humana de la mujer en medio
de un proceso de cambios profundos que, precisamente,
desdecían los elementos que fundaron su trayectoria
vital.
El escritor, cuando fue consultado al respecto de Evita,
señaló: "Ella fue una mujer admirable
que logró sólo una gran actuación en su
vida, que el pueblo se enamorara de ella. La admiro como mujer,
porque ella encarna el ideal femenino en un mundo machista e
ineficaz, de villanos y pícaros, que no posee ese elemento
femenino de la pasión, y que Evita tuvo…Estamos
frente a una sociedad
cínica, eficientista, que ha perdido todos sus valores y cuyo
dios es el dinero. En
ella se echan miles de obreros a la calle y es un hecho sin
consecuencias, a nadie le importa. En estos momentos en que la
corrupción, la cobardía, de figuras
límites
presidenciales que dejan a sus países con las arcas
vacías, recuperar los ejemplos de aquellos que han luchado
por la vida de los otros y se han inmolado por ellos es
importante. Me parece por otra parte muy fascinante y el mejor de
los modelos."
Los conceptos vertidos por el autor se aproximan a la
posición implícita desde la cual Rodolfo Walsh
abordara el tema en su cuento Esa
mujer, principal referente de la escritura de
Tomás Martínez, tal como lo afirma en los
Agradecimientos de Santa Evita. En el cuento, el
personaje del Coronel expresa: "−La fantasía popular
−dice−. Vea cómo trabaja. Pero en el fondo no
inventan nada. No hacen más que repetir… Sí, ya
le dije que esa mujer estaba desnuda. Una diosa, y desnuda, y
muerta. Con toda la muerte al
aire,
¿sabe? Con todo, con todo…" Pero, el primer abordaje del
fundamento político que subyace al tratamiento del tema lo
constituye La fiesta del monstruo, cuento publicado
clandestinamente por Adolfo Bioy Casares y Jorge Luís
Borges, bajo
el pseudónimo de Bustos Domecq, en 1947, en cuyos pasajes
se da cuenta paródicamente de la emergencia del
fenómeno social conocido como peronismo,
mostrando en un pasaje, su interpretación de la
filiación fascista y antisemita de Juan Perón,
cuando el narrador expresa que "… aunque por Villa Crespo
pulula el ruso y yo digo que más vale la pena acusar su
domicilio legal en Tolosa Norte."
De lo expresado se deriva que la conformación del
mito, como su interpretación, se hallan atravesadas por
una diversidad de posicionamientos, lo cual resulta coherente con
la característica central de la escritura narrativa
argentina, cuyo desarrollo histórico se expresa
paralelamente a los hechos políticos que afectaron
históricamente al país. Las formas y contenidos que
conforman Santa Evita resultan solidarias con sus
antecedentes históricos y ponen en evidencia uno de los
aparatos interpretativos con que la historia se ve redefinida a
partir de los sujetos que la abordan. En este sentido, la
presentación de la novela en San Miguel de Tucumán
estuvo signada por el cruce y el cuestionamiento respecto del
rigor histórico y conceptual con que fuera tratado el
tema, principalmente por sectores sociales afiliados al Partido
Justicialista, sin que se tuviera en cuenta de que se trataba de
una ficción y, por lo tanto, no sujeta al rigor que
tradicionalmente se asigna al tratamiento de hechos
caracterizados como históricos.
La presencia de un nuevo modelo
interpretativo – el de los dramaturgos ingleses –,
con su consecuente interpretación, además de la
presencia de la cantante y actriz Madonna, habilitaron un espacio
de discusión en torno a Eva Duarte y las circunstancias
por las que su cadáver protagonizó un derrotero
singular, en el cual la obra del escritor tucumano constituye un
punto de referencia y un posicionamiento
particular con relación a la discusión
general.
Y es un posicionamiento particular porque el escritor no
sólo resulta un catedrático, ya que no sólo
es actualmente director del Programa de
Estudios Latinoamericanos de la Rutgers University en New Jersey
(EE.UU), sino también un protagonista de los hechos
históricos referidos, en virtud de lo cual se propone
aportar una visión "objetiva" que permita
desentrañar la composición del objeto.
Consecuentemente, la pretensión de objetividad implicada
en el texto afecta la composición formal y del contenido
de la obra.
La novela y
su lógica:
Desde un abordaje canónico, la novela resulta
caótica, si no se tiene la prevención de asumir que
se trata de un acto de ficción y que, por ello,
está sujeta a las leyes que su
propio escritor le impone. Esto implica que quien la
escribió definió una lógica que le otorga
respecto de un objetivo
determinado. Ello explica por qué la novela no se ajusta
al desarrollo cronológico que exige la
historiografía y, por el contrario, se articula
tópicamente. O sea, la constitución de la novela gira en torno a
un presupuesto que
funciona como hipótesis: el mito
es un desarrollo histórico y, por lo tanto, es una
construcción subjetiva.
A partir de esta ubicación se puede entender
cuál es el principio que rige tal tipo textual: la
verificación de tal hipótesis exige una organización de los elementos con el
propósito de que funcionen como partes de un
experimento.
De este modo, se articulan los argumentos para acercarse
a una comprobación o no de lo que se presupuso y, en ello,
la voz del autor funciona como un elemento más, porque se
trata de un proceso constituyente en el que participa activamente
tanto como sujeto de los hechos históricos, como
coadyuvante en la pervivencia del mito, tal como le indican en la
novela, cuando una de las voces militares le dice que
"…Apenas empiece a contarla. Usted tampoco tendrá
salvación…" En sus indagaciones Tomás Eloy
Martínez recurre a la deducción fundada en el método
fenoménico, tal como lo expresa el narrador, cuando afirma
que "…"Todo relato es por definición, infiel. La
realidad, como ya dije, no se puede contar ni repetir. Lo
único que se puede hacer con la realidad es inventarla de
nuevo…"
El acto de recreación, implicado en la
invención de una realidad a partir de la comparencia de
procesos
significativos de construcción alternos, pone en evidencia
una investigación subjetiva organizada en la diversidad de
significados que alcanza un objeto referente – el cuerpo
–, de modo que no sólo se cuenta la historia del
derrotero del cadáver, sino que se intenta una
interpretación sintética del significante –
cadáver – y el significado –
cuasi-religiosidad – para los diversos sujetos que,
mediante su versión, contribuyen a la conformación
del mito. Estas afirmaciones se sostienen en la convicción
del autor con relación al poder formador
de la realidad que ostenta la palabra. En una entrevista,
Martínez afirmó que la "…palabra es
reconstrucción de la realidad. Yo ejemplifico esta
diferencia con el dato de que, al día siguiente en que
hemos visto un partido de fútbol o un match de
básquet por televisión, necesitamos leer la
crónica en el diario, buscando que nos confirmen lo que
hemos visto y que nos aporten cosas que se nos escaparon o que no
fueron captadas por la radio o
la
televisión."
Según las afirmaciones del autor, su novela
constituye un intento reconstructivo de la realidad que, como
tal, es histórica y no sólo involucra el objeto
referente, sino la diversidad de significados que los diversos
sujetos sociales implicados construyen sobre el mismo.
En este intento reconstructivo del proceso de
conformación del mito la primacía del tema sobre el
tiempo hace
que el lector desprevenido entienda que la narración es
plena de paradojas, porque, dada una organización
particular, en ciertos capítulos, Evita está muerta
y en el siguiente resurge, sin que medie explicación
alguna. Pero esto no es así, sino que el devenir narrativo
se asienta en un modelo particular de exposición, donde cada parte de la novela
resulta coherentemente asociada a la otra en función del
objetivo perseguido.
Al respecto, Mario Vargas
Llosa dice que el "…poder de persuasión
de una novela que produce estas prestidigitaciones reside en
lo funcional de su construcción y lo hechicero de su
escritura. El orden con que está organizada Santa
Evita es asimétrico, laberíntico y muy eficaz;
también lo es su lenguaje…" La cursiva pone de relieve el
detalle necesario que entraña la narración de
Martínez: el carácter persuasivo de su texto y la
lógica científica que rige a la novela, expresado
en la finalidad que moviliza su enunciación.
En este sentido, la novela se inscribe en la
tradición literaria argentina, en el sentido que la
literatura se tiñe de los aspectos determinantes de la
coyuntura en la cual tiene lugar su producción y
aparición, lo cual alcanza dimensión significativa,
en la medida en que los autores no desconocen su condición
de sujetos sociales insertos en condiciones concretas de
existencia, a partir del uso de su arte para la
discusión de ciertos aspectos materiales y
simbólicos de la vida social en la que se encuentran
activos. El
carácter científico con que se define la trama de
la novela opera como una respuesta a la totalidad de escrituras
respecto del tema, de modo que, según M. Majtin funciona
con relación a las interpretaciones de otros sujetos,
tratando, mediante la articulación argumental, de ofrecer
una visión que trasciende las instaladas con anterioridad
o contemporáneas a la suya.
El enfoque fenomenológico adoptado opera como un
mecanismo de síntesis
de un conjunto de postulaciones en torno al objeto significante
– cadáver – y al elemento significado –
cuasi-religiosidad – entrañados en el mito, porque,
como lo afirma Fernando Savater, "… el mito comporta cincuenta
por ciento de verdad y cincuenta por ciento de
ficción…", lo que autoriza un modo particular de
administración de la materia
narrativa, dando como resultado un texto en el que la
ficción y el documento dan forma a la nueva novela
histórica.
Como explicáramos anteriormente, el
propósito asignado al texto determina su
constitución formal, de modo que, en la medida en que la
finalidad asignada a la escritura establece la
organización de la narración, ésta se
regirá por sus propias leyes, las cuales enfatizan la
primacía del tema sobre el tiempo del relato. Esto explica
por qué, aun siendo una novela histórica, no sigue
la organización canónica de la
historiografía. La novela se constituye en un instrumento
interpretativo de una realidad histórica dada, es decir,
del mito de Eva Duarte y su relación con el medio en que
tiene lugar.
La ubicación ficticia de la narración en
momentos en que Eva se despierta de un estado de
inconsciencia con la certeza de que va a morir abre el primer
capítulo y, al mismo tiempo, funda históricamente
el inicio del derrotero que potencialmente entraña el
cuerpo consciente de un pronto desenlace y el consecuente paso a
otro estado.
Resulta, entonces, la génesis del mito que
comienza a gestarse a partir del fervor religioso que rodea a su
agonía: "… Qué sueño le habrá
caído dentro de los sueños , qué balido de
cordero le habrá movido la sangre para
convertirla tan de la noche a la mañana en lo que fue: una
reina?" En la cita resuena una voz común a la cultura
argentina, la de la liturgia religiosa católica que se
expresa en los términos cordero y reina con
lo que se produce la asociación entre El Mesías y
su madre (la Santa Virgen
María), el cordero sacrificial para la
expiación de los pecados y la esposa del Señor (el
dios cristiano), una imagen que se
traducirá en la lengua popular
en el calificativo "santa popular" con que se invistiera a Eva
Duarte con posterioridad a su muerte.
Esta génesis se combina con elementos diversos,
aportados por igual cantidad de medios
(documentales, entrevistas
radiales, testimonios, libretos cinematográficos y
teatrales, informes de
inteligencia,
etc.), a los que se suma la ficción literaria, cumpliendo
con uno de los postulados fenomenológicos respecto de
la lectura:
como la historia es un espacio interactivo, en cuya trama se
hallar diversos "huecos" que hacen posible la exploración
de otros universos significativos, la ficción explora
tales universos posibles, diciendo lo no dicho por las otras
fuentes y aportando una sutura que hila coherentemente los
fragmentos contribuidos por las fuentes documentadas a
través de un ejercicio inferencial en el que intervienen
tanto la información reconocida, como lo que se
deriva de la propia enciclopedia del autor.
En este sentido, se hizo necesario recurrir a la
biografía para reconstruir la
personalidad de Eva Duarte, como producto de
las privaciones de su infancia y de
su singular viaje a Buenos Aires, así como de su
existencia y redención social por medio del teatro, del modo
que al testimonio de cercanos y extraños. De lo expresado
dan cuenta las recurrentes referencias al proceso de
formación de tal personalidad,
tal como lo describe el empresario
Yankelevick, respecto de la lengua de Eva en las primeras
épocas: "…Voy del dentólogo, en vez de voy al
dentista o al odontólogo y no me alcanzan los molumentos
por no me alcanza el sueldo o los emolumentos."
En este juego
interpretativo, las voces de la novela conforman un mosaico
informal cuyo equilibrio es
inestable, que pone en evidencia la presencia de otros textos,
como el caso de El sonido y la
furia de William Faulkner, en cuyo desarrollo la
fragmentación funciona para mostrar un estado presente de
la historia de los personajes. En la novela de Tomás
Martínez, la fragmentación vocal es una
consecuencia lógica porque, como Eva es un mito, no puede
asumirse como un objeto perfectamente terminado, sino como un
proceso continuo, según lo define el informante militar
con quien el periodista investigador se reúne en el
último capítulo del libro: "…
Evita nunca fue el pasado de nadie. Nos guste o no, sigue siendo
el presente…"
El presente al cual alude el informante se define por el
periodo de investigación, es decir, el tiempo
mítico en el cual el mismo autor investigador se encuentra
involucrado. Entonces, la cuestión del cadáver de
Eva sigue presente en el estadio constructivo de la década
del ’70, donde la ausencia material del cadáver
transmuta en una desaparición simbólica de alto
valor, en la
medida en que el secuestro de
Pedro Eugenio Aramburu por Montoneros se fundamenta en la
sustracción del objeto simbólico. En el marco de
tal década, el autor publicará La pasión
según Trelew, a partir de las entrevistas que el poeta
Francisco Urondo realizara a los tres sobrevivientes de la
masacre ejecutada en la base aeronaval "Almirante Zar" de aquella
ciudad, en 1972, lo que da cuenta de la simpatía del autor
por las fracciones revolucionarias, en ese entonces.
En la construcción del mito resulta insoslayable
la presencia del esposo de Eva, Juan Perón, como
referencia del crecimiento de su figura. Esta presencia,
además de ser necesaria en el proceso histórico
implicado, también conforma un objeto del discurso de
Eva Duarte. "…Yo no he hecho nada. Todo es Perón.
Perón es la Patria, Perón es todo y los
demás estamos a distancia sideral del líder
de la nacionalidad…" Esto implica que en el proceso de
construcción del mito, el sujeto del mismo también
resulta un productor discursivo, cuya actividad reafirma el
carácter místico manifestado en la humildad
(característica beatífica propiciada por el culto
cristiano, al cual adscribía Eva), que se va elaborando en
torno a la mujer.
"… Hombres de poncho y botas, con valijines de
cartón y paquetes son, desde la mañana de ayer
martes del 21 de agosto de 1951, de los contingentes derramados
por el interior en las estaciones ferroviarias y en las
estaciones de ómnibus y micros…", constituye la
presentación de los argumentos referidos al universo
místico que rodea la recuperación de Eva de su
reciente operación y al Cabildo Abierto de ese año,
en el cual la C.G.T pretende impulsar la candidatura de Eva a la
vicepresidencia de la nación
en las próximas elecciones de 1952, pero también
operan como contraste de la también próxima asonada
militar de Benjamín Menéndez (padre) en septiembre
de ese año, otorgando a la elisión de datos un valore
referido al lector, el cual deberá completar la omisiones
deliberadas para tener una mejor interpretación de los
hechos narrados.
La génesis del mito, anticipada a la misma
muerte, se corrobora mediante el paso trascendente del deceso, el
26 de julio de 1952, que resulta un hito formal de, como
diría Gabriel García
Márquez, "una muerte anunciada". A partir de ello, Eva
se transforma en objeto del discurso de propios y
extraños: "…Vivía no vivía, se me
perdía de vista. Es una santa, es una hiena en esas
semanas a Evita le dijeron de todo…", la voz del narrador
investigador da cuenta de la diversidad interpretativa que se va
tejiendo en torno a la figura simbólica entrañada
en la mujer.
Conforme se desenvuelve la narración de los
constituyentes de mito, el proceso histórico va
adicionando los elementos coyunturales contribuyentes en el
enriquecimiento del relato, particularmente con relación a
valor místico y simbólico que asume el
cadáver y que propicia la aparición de formas de
culto vinculadas al universo cristiano y sus relaciones
escatológicas. Sobre este campo se tejen de diversas
maneras ciertos discursos que
provocan el desplazamiento semántico de algunas
situaciones, conceptos y categorías, de modo tal que la
alusión constituye uno de los principales instrumentos
para abarcar los hechos más significativos del derrotero
de la difunta. Alusión y metáfora componen los
elementos contenidos en las instancias posteriores al golpe
militar de Septiembre de 1955, cuando se produce la
profanación de la capilla ardiente instalada en la
CGT.
En ese derrotero, el relato mítico se enriquece
por la inclusión de hechos comprobados, aunque causalmente
son atribuidos a la profanación y que se entroncan con
hechos de la década del ’70 por medio de una serie
de alegorías. Accidentes
automovilísticos y por arma de fuego como consecuencia de
ritos fúnebres permanentes y de la locura del encargado
del cadáver, respectivamente, se asocian con la presencia
de abejas y flores, una alegoría que remite
alternativamente a las formaciones revolucionarias del peronismo
de la década aludida y al levantamiento popular
revolucionario de 1848, conocido como la Primavera de los
Pueblos, para concentrar en la figura del cuerpo itinerante las
formas que va asumiendo el mito dentro de la diversidad de
sujetos sociales que se suman al peronismo proscrito a partir de
septiembre de 1955.
En un fragmento del final de la novela, excluido por el
autor, el investigador se refiere a la entrevista
con el informante militar que se refiere a la difunta: "Hablaba
sin mirarme. De vez en cuando tomaba aliento y señalaba
con el índice a sus amigos, que respondían con
económicos murmullos de aprobación. Yo tampoco lo
interrumpí. salvo cuando me perdía en el laberinto
de fechas y de lugares donde Ella, indiferente había
yacido. ‘Lo más perturbador fue la seguidilla de
flores y de velas', insistió Corominas. Nunca se
llegó a saber quién las puso. Donde quiera estaba
el cuerpo, aparecían las velas tarde o temprano. Un
día las dejaron al lado de mi despacho, ante mis propias
narices. Ahí se me agotó la paciencia. Urdí
entonces una estrategia para
enterrar a esa persona lejos de
acá, al otro lado del mundo’…"
En la cita hace su aparición una categoría
llamativa, persona, con la que se refiere el informante al
cadáver, lo que da cuenta del proceso de
transformación que van sufriendo los despojos, desde su
condición de di – funta, es decir, sin
función atribuible, a la de entidad con voluntad propia,
que se expresa por la intromisión en el accionar de los
sujetos vivos, en el marco histórico contradictorio en el
que se desarrolla la emergencia y consolidación de la
narración mítica.
Dentro de tal desarrollo, la presencia del narrador,
autor, investigador implicado manifiesta la
coparticipación de éste dentro del proceso
mítico que se intenta explicar. Por ello es que el mito es
siempre subjetivo y quien ejerce la enunciación del mismo
se halla inmerso dentro del proceso productivo, de modo tal que
la ruptura del canon de lectura que
propone la novela se asienta en la conciencia del
autor como sujeto histórico concreto y
activo dentro de los sucesos narrados. Al final del libro,
éste afirma, "…no sé en qué lugar de la
narración voy, creo que en el medio. Mejor voy a volver a
escribir…" Esta conciencia de la intervención activa en
el proceso histórico de la construcción del mito
permite que Tomás Eloy Martínez participe bajo
diferentes categorías dentro del texto, mediante el cual
se pretende explicar racionalmente los cuarenta años que
separan a la revolución
libertadora del presente de enunciación de la
novela.
El permanente juego entre las condiciones de
fundación, emergencia y consolidación del mito y
las que se fundan a partir de la apropiación del mismo
(enfermedad, construcción discursiva, muerte,
embalsamamiento, sustracción, profanación,
ocultamiento, por un lado, y la emergencia de grupos
revolucionarios identificados con la figura de Eva, por el otro)
tienen en el autor un investigador, cronista y sujeto de
enunciado definido a partir de su condición de sujeto
histórico implicado.
El desarrollo de la novela es un proceso
históricamente determinado. Ello implica que su emergencia
responde a necesidades expresadas bajo la forma de interrogantes.
La hipótesis que movilizó la producción del
texto expone lo enunciado y se reafirma en la necesidad
permanente de indagación sobre la figura de una mujer que,
en el tiempo en que se produjo su ascenso y fallecimiento,
constituyó un fenómeno que marcó la
política argentina y mundial.
La necesidad que moviliza la escritura de
Martínez tiene un doble objetivo: en primera instancia,
articular un mecanismo explicativo con relación a sujetos
que tienen escasa o nula información sobre la mujer; y, en
segundo lugar, dar cuenta formalmente de un objeto inherente a la
cultura de nuestro país.
Aunque la conformación del texto constituye un
intento particular por explicar la conformación y
consolidación del mito, la propia conciencia del autor
como parte implicada en el proceso histórico, lo obliga
finalmente a asumir que su intento se inscribe en la corriente
más general de la creación y recreación
constante del mito como objeto referente de la práctica
material y social argentina.
Bibliografía Consultada:
Bajtin, Mikjail: Respuesta a la Revista Novy
Mir. Estética de la creación verbal [17ª
Edic.]. Siglo XX1. México,
1992.
Bustos Domecq: Nuevos cuentos de
Bustos Domecq. Librería La Ciudad. Buenos Aires, 1977.
Iser, Wolfgang: Un enfoque fenomenológico del proceso de
lectura. Ídem. Cátedra. Madrid,
1989.
Martínez, Tomás Eloy: Santa Evita. Sudamericana.
Buenos Aires, 1995.
Martínez, Tomás Eloy: La pasión según
Trelew. Granios Editor. Buenos Aires, 1973.
Posee, Abel: La pasión según Eva. Planeta. Buenos
Aires, 1994.
Savater, Fernando: Diccionario
Filosófico. Planeta. Barcelona, 1995.
Walsh Rodolfo: Los oficios terrestres. Ediciones de la Flor.
Buenos Aires, 1986.
Notas Periodísticas:
Me interesa la zona enfermiza de la política. A la tv
oponen el periodismo
narrativo. Entrevista de Jorge Halperin para Clarín.
03/05/98.
Los placeres de la necrofilia. Diario La Nación.
Febrero de 1996.
Páginas web:
http://www.ucm.es
http://www.tyhturismo.com
http://www.literatura.com
Eduardo Daniel
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