- Cameralismo
- Contribución del
pensamiento fisiocrático a la ciencia de las finanzas
públicas – Contribución de Adam
Smith - Enfoque de las finanzas
clásicas, principios fundamentales - Keynes y las finanzas
públicas - Teoría financiera
de Alvin Hansen - Teoría de las finanzas
funcionales - David Ricardo y las finanzas
públicas - John Stuart Mill: la doble
imposición del ahorro - El
marginalismo - Bifurcación de la
teoría financiera - La doctrina alemana:
Adolfo Wagner - Teorías
sociológicas y políticas de las finanzas
públicas
La historia de la ciencia de
las finanzas, como
disciplina
moderna, puede hacerse comenzar por el cameralismo. La
significación de esta corriente de pensamiento con
respecto a las finanzas
públicas se halla en el hecho que ella examina los
problemas que
atañen a la economía y a las
finanzas desde el ángulo del Estado como
sujeto de las actividades corrientes, siendo precursores de la
doctrina financiera del autor alemán Wagner, entre otros,
y también de las actuales doctrinas de política
económica y planificación. La ciencia
cameralista es la primera expresión de la ciencia de las
finanzas públicas.
CONTRIBUCIÓN DEL PENSAMIENTO
FISIOCRÁTICO A LA CIENCIA DE LAS F. P.
Desde el punto de vista de las finanzas públicas,
la doctrina fisiocrática nos ofrece las siguientes
contribuciones:
- La eliminación de las funciones
estatales y la eliminación de las trabas a las
actividades individuales por la adopción
del lema: "laissez faire-laissez passer" - la doctrina según la cual el impuesto debe
aplicarse sobre la renta de la tierra, o
sea, sobre el único acrecentamiento neto de
riqueza - la doctrina del impuesto único sobre la renta
de la tierra como
resultado de la teoría del producto
neto y como reacción a la gran cantidad de impuestos que
caracterizaba el régimen fiscal de la
monarquía francesa - la teoría de la amortización o capitalización del
impuesto territorial, que reduce el valor de la
tierra gravada y que permite al comprador de un terreno pagar
un peecio, descontando la parte del mismo que ha de producir la
porción de la renta destinada al impuesto - el descrédito de los impuestos indirectos a
los consumos y la spología de la imposición
directa - la teoría según la cual los gastos
públicos deben limitarse en su magnitud al producido del
impuesto, límite establecido por el "orden
natural"
Pensamiento esencial en materia de
finanzas públicas
El pensamiento de Adam Smith
en materia financiera consiste en dos temas: el papel del
Estado y los principios de
la imposición.
- Con respecto al papel del Estado, éste no debe
intervenir ni interferir en la economía (ver
Villegas) - En lo que respecta a la imposición, Smith
parte de la premisa, a la cual se refiere el primer libro de su
obra, que los ingresos
individuales derivan de tres fuentes
diferentes: rentas, beneficios y salarios.
Por tanto, los impuestos deben finalmente ser pagados de una u
otra de esas fuentes o de las tres
indiferentemente.
Principio de las facultades o igualdad
El primer principio es que los súbditos de cada
Estado deben contribuir al sustento del gobierno, lo
más aproximadamente posible, en proporción con sus
capacidades respectivas; esto es, en proporción con la
renta que ellos gozan bajo la protección del
Estado.
Este principio reúne, en sí, las reglas
que ahora se denominan de la igualdad y
proporcionalidad. Smith acota que cualquier impuesto que recaiga
en definitiva sobre los ingresos provenientes de una sola de las
fuentes es necesariamente desigual, en cuanto no afecta a las
otras dos (crítica
a la doctrina fisiocrática del impuesto único a la
tierra)
El principio de igualdad equivale al que se
conocerá como principio de la capacidad
contributiva.
Se le atribuye a Smith también el haber
anticipado la doctrina de la no imponibilidad del ahorro.
Principio de la certeza
El impuesto que cada individuo
está obligado a pagar debe ser cierto y no arbitrario. El
tiempo, la
manera y la cantidad del pago deben todos ser claros y simples
para el contribuyente y cualquier otra persona. A este
principio de la legalidad del
impuesto y la exclusión de la discrecionalidad de la
administración recaudadora.
Principio de la comodidad
Todo impuesto debe ser recaudado en el tiempo o en el
modo en que con mayor probabilidad sea
conveniente para el contribuyente pagarlo.
Principio de economicidad
Este principio tiende a limitar el sacrificio del
contribuyente a la menor suma posible por encima de la que
constituye el ingreso efectivo para el
Estado.
Smith quiere evitar la existencia de un gran
número de funcionarios y empleados en el servicio de
recaudación y el posible beneficio personal de
ellos, posible obstrucción de la industria, la
imposición de multas y otras penalidades en la que
incurren aquellos que evaden impuestos.
ENFOQUE DE LAS
FINANZAS CLÁSICAS
PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
Al lado de estos principios, la doctrina clásica
no liberal ni liberalista admite cierta función
extrafiscal de los impuestos a través del uso protector de
ciertos derechos
aduaneros a las importaciones,
por un lado y, por el otro, reconociendo y propiciando el efecto
redistributivo como principio de reparto social de la carga
presupuestaria.
Ataque al enfoque de las finanzas
clásicas
Esta doctrina que, en cierto modo, reflejaba las
condiciones y las exigencias del ámbito
socio-económico de la época anterior a la primera guerra
mundial, sufrió una severa conmoción como
consecuencia de dos causas históricas: el conflicto
bélico indicado; y la crisis
económica mundial de los años 30.
Un nuevo ataque a la doctrina financiera clásica
surge con motivo de la segunda guerra
mundial o, mejor dicho, con la política de posguerra
y, principalmente, con los programas de
seguridad
social en la gran mayoría de los países
occidentales y con la política de desarrollo
económico y social, para las regiones menos
desarrolladas o subdesarrolladas.
La característica más importante de la
guerra no fue
la extensión del conflicto y el número de naciones
afectadas, sino el grado de afectación de la
economía y de la estructura
social que ella trajo consigo y que consistió en la
movilización de las fuerzas económicas y en la
dirección centralizada de la producción y del consumo. Se
trata de una planificación por el poder
público de las fuerzas económicas privadas,
coordinando sus acciones y
restringiendo o estimulando sus iniciativas, en suma, dirigiendo
tanto la producción como el consumo.
Surgió así la tendencia hacia una estructura del
mundo económico, que dejaba de ser una economía de
mercado sujeta al
libre juego de las
fuerzas económicas y que también se
distinguía de la economía
socialista, por mantenerse la propiedad
privada de los medios de
producción.
El papel del Estado en esta nueva estructura, que se
definió como economía dirigida o intervensionismo
estatal, se desarrolla a través de la política
económica y también a través de la actividad
financiera, que se transforma así en una parte de la
política económica.
El presupuesto es un
plan
económico propio del sector
público, que se inserta en la planificación
general de la economía por parte del Estado.
Sus obras y su actividad de economista evidencian una
extraordinaria adherencia a los problemas reales de la vida
económica y de los acontecimientos. Terminad la primera
guerra mundial
su pensamiento se vuelca de lleno al estudio tanto teórico
como práctico de la depresión
de los años 30 y a la forma de volver al pleno empleo y a la
recuperación de la entera economía.
La contribución de Keynes al
pensamiento
financiero se debe en gran medida a su "Teoría general
de la ocupación, el interés y
el dinero"
(1936).
Líneas fundamentales de sus
teorías
Keynes construye una nueva teoría
económica sosteniendo, a diferencia de la economía
clásica, la posibilidad de un equilibrio con
desempleo.
Proyección de la "Teoría General" sobre
las F.P.
Su doctrina le atribuye al Estado el papel de
reactivante de la economía mediante las inversiones
que suplen la insuficiencia de la inversión privada. Esto echa luz sobre el
gasto y los recursos del
Estado.
Con el propósito de esclarecer este nuevo enfoque
de las finanzas públicas, observamos, por ejemplo, que las
obras públicas estaban ya consideradas como una tarea del
Estado desde Smith, pero no como un instrumento de
reactivación económica, sino como creación
de un capital propio
del Estado, a los efectos de la producción de sus servicios.
De ahí el nuevo enfoque de las finanzas
públicas, no como simple producción y suministro de
servicios
públicos, sino como correctoras del nivel del empleo y
de crecimiento del ingreso nacional.
LA
TEORÍA FINANCIERA DE ALVIN HANSEN
Su punto de partida es la observación empírica respecto a que
las inversiones necesitan, en los países industrializados
de elevados ingresos (donde una porción importante de
éstos se destina al ahorro) factores dinámicos que
provoquen alicientes adecuados, tales como: el rápido
incremento de la población, los grandes inventos y el
ensanchamiento de las fronteras. A la falta de estos factores, la
inversión total del sector privado no logra absorber la
totalidad de los ahorros, con la consiguiente desocupación de hombres y factores de
producción.
Esta situación puede no corresponder a una etapa
del ciclo económico, son a un fenómeno estructural
("estancamiento secular"), y que lleva la connotación de
una situación permanente y de una brecha entre ahorros e
inversiones que la economía por sí sola no puede
llenar. Es, pues, un cometido del Estado llenar la brecha
mediante el gasto
público, con la advertencia que éste debe
financiarse en modo tal que los recursos sacados de la
economía no restrinjan la inversión del sector
privado. A estos efectos, los gastos del Estado deben ser
financiados con el endeudamiento que no drena fondos del sector
privado.
ABBA LERNER Y LA TEORIA
DE LAS "FINANZAS FUNCIONALES"
Como extrema derivación del pensamiento
Keynesiano, debemos a Lerner la más revolucionaria
teoría de las finanzas públicas.
Niega este autor que el sistema
tributario de un país tenga como objeto la cobertura
de los gastos y le asigna un papel de instrumento para absorber
poder adquisitivo del sector privado para impedir o combatir la
inflación.
Esta concepción reduce el papel de las finanzas
públicas a un mero instrumento de política
económica y, en particular, de política de
estabilización, dejando fuera del campo de estudio toda la
problemática de las finanzas públicas, de la
óptima asignación de los recursos entre el sector
privado y el sector público de la economía y, en
cierto modo, también la redistribución de
ingresos.
Debemos a David Ricardo el
primer tratamiento de la imposición con rango
científico igual a la economía
política, en su obra que se intitula "Principios de
Economía Política y Tributación".
El contenido esencial de la obra de Ricardo consiste en
la teoría general de la distribución. En especial, su doctrina
financiera se centra en la incidencia de los impuestos que
afectan la renta de la tierra, a diferencia de aquellos que
recaen sobre productos
brutos.
La renta ricardiana y el impuesto sobre
ella.
El Estado asume como base del impuesto dicha renta,
siendo que el precio del
mercado se determina por el costo del
productor marginal (o sea aquel cuyo costo de
producción es igual al precio del mercado), este
productor no tiene renta y por lo tanto no paga impuesto. Por
consiguiente, el tributo no influye sobre el precio del mercado y
los productores intramarginales, que sí tienen renta y
pagan el impuesto, deberán soportar su carga, sin poder
trasladarla, por la vía de modificaciones en los precios, sobre
los consumidores.
Por lo contrario, el impuesto que asume como base el
producto bruto de la tierra, modifica el costo de
producción del productor marginal y, por tanto, el precio
del mercado;por consiguiente este impuesto se traslada al
consumidor.
Presión del impuesto extraordinario y del
empréstito
Otro tema de finanzas públicas en el que Ricardo
hace una aporte fundamental a esta ciencia es el de la
comparación entre un impuesto extraordinario y un
empréstito como instrumentos para financiar un gasto
extraordinario.
Ricardo afirma que en ambos casos los recursos reales
que el Estado retira de la economía son bienes
presentes y no riqueza futura. Además, es igual el
desembolso de los contribuyentes de un impuesto extraordinario de
un millón de pesos o el pago a perpetuidad de un impuesto
anual de cincuenta mil pesos (siendo la tasa de
interés del cinco por ciento) para cubrir el servicio
de una deuda de un millón de pesos contraída por el
Estado en lugar del impuesto extraordinario.
La doctrina de Ricardo en esta materia marca el comienzo
de una larga disputa entre numerosos autores para determinar las
ventajas o desventajas relativas de la elección entre la
financiación de gastos extraordinarios por endeudamiento o
por imposición, la incidencia de la deuda sobre la
generación presente o las generaciones futuras y la carga
de la deuda
pública.
Crítica a la teoría de Ricardo sobre
impuesto y empréstito
La ciencia financiera posterior a Ricardo, por una parte
critica la doctrina, ya que el contribuyente propietario de
bienes raíces, aunque se vea enfrentado con un impuesto
anual, no lo capitaliza como carga perpetua, prefiere el
empréstito que para él solo importa un sacrificio
por algunos años.
Continuador del pensamiento económico de A.
Smith.
Mill refuta el principio del beneficio y lo reemplaza
por el de la capacidad contributiva, que desemboca en los
principios de la igualdad, proporcionalidad y minimización
del sacrificio y en la imposición progresiva, mientras que
el principio del beneficio implica el impuesto
regresivo.
La doble imposición del ahorro
Otro aporte de Mill a la FP consiste en la teoría
llamada de la doble imposición del ahorro.
Sostiene que un impuesto que grave con igual
alícuota toda la renta, tanto la parte de ella que se
destina al consumo como aquella que se destina al ahorro, es
discriminatorio en perjuicio de esta última, ya que el
impuesto grava una primera vez la renta ahorrada y luego,
periódicamente, los intereses que se obtienen de su
inversión.
Ambos economistas definen el fenómeno financiero
como un fenómeno de cambio: El
estado presta servicios (que deben limitarse al orden, la
justicia y la
seguridad) y a
cambio de ellos percibe impuestos.
Nos parece atinado calificar su doctrina financiera como
optimista, atento a que considera al Estado como un factor
positivo (aunque dentro de un marco restringido) en el proceso
económico.
Esta posición contradice plenamente la que
podemos calificar de pesimista encabezada por J. B.
Say.
Este autor, como los anteriores, reconoce el
fenómeno de cambio por el cual el Estado recauda impuestos
a la vez que presta servicios, pero al no considerar a
éstos como bienes, termina por considerar la actividad
financiera como un fenómeno de consumo y no de
creación ni de cambio de riquezas.
Consideramos a Say como primer exponente de una
corriente pesimista con respecto al papel del Estado y a la
naturaleza de
su actividad financiera.
La doctrina económica de Say con respecto a la
crisis y su famosa "ley de las
salidas" niega la posibilidad de un equilibrio sin plena
ocupación. Esto lo hace calificar como uno de los
principales exponentes de la doctrina clásica a la que se
contrapone la doctrina Keynesiana.
Concepto filosófico y concepto
histórico del impuesto
El contraste entre la visión optimista del
fenómeno financiero como fenómeno de cambio y la
pesimista que lo coloca entre las formas de consumo de riqueza es
asumido por Ferrara en su dicotomía del fenómeno de
la imposición.
Según Ferrara hay dos concepciones del
impuesto:
- Concepción Filosófica: el impuesto
(contribución) es la contraprestación de los
servicios que el Estado presta a los ciudadanos; - Concepción Histórica: el impuesto
implica una destrucción de riquezas por voluntad de los
gobernantes sin compensación para los
gobernados.
El impuesto como sustitución de un impuesto
por otro
El impuesto en sí, no es ni un bien ni un mal;
consiste en la sustracción de un valor y en la
producción de otro, o, en definitiva, en un consumo
impedido y otro que lo sustituye. El mérito o el
demérito del impuesto surge siempre de la circunstancia
que el consumo reemplazante sea más o menos útil
que el consumo impedido.
La escuela
marginalista austríaca promovió la
consideración de las finanzas públicas como un
problema de valor, cuya solución no se diferencia del
problema económico de la satisfacción de las
necesidades individuales.
En su formulación general las necesidades
públicas son necesidades de los individuos, que cada
sujeto ordena conjuntamente con las demás necesidades
individuales, según el grado de apremio respectivo y
satisface con su renta disponible en forma tal que se igualen las
utilidades marginales ponderadas logradas por la
satisfacción de todas esas necesidades.
Crítica del enfoque
marginalista
Un primer aspecto sujeto a crítica consiste en
considerar al individuo como el sujeto activo de la actividad
financiera y confiar a él mismo las decisiones respecto de
la asignación de los recursos para los gastos del Estado,
desplazando a éste de las decisiones acerca de las
necesidades públicas a satisfacer y de los recursos para
financiar esa actividad.
Una segunda crítica apunta a la naturaleza de
muchas necesidades públicas que no son apreciadas
individualmente y son satisfechas por el Estado mediante
servicios indivisibles, o sea que no pueden dividirse en
participaciones individuales en el beneficio.
BIFURCACIÓN
DE LA TEORÍA FINANCIERA
De las críticas y reacciones contra esta
enunciación marginalista surgen dos principales corrientes
de pensamiento:
- Una corriente marginalista que, aceptando el enfoque
de la escuela austríaca, trata de enmendar las fallas de
que ésta adolecía; - La otra abandona el enfoque económico y, a su
vez, se divide en dos ramas
- La doctrina sociológica
- La doctrina política
CORRIENTE MARGINALISTA
TEORÍA FINANCIERA DE EMIL SAX
Emil Sax reconoce que el proceso financiero se debe
encarar como un problema de valor, pero sostiene también
que el sujeto activo es el Estado y es él mismo el que
tiene que realizar el cálculo
económico de la distribución del ingreso para la
satisfacción de las necesidades individuales y
colectivas.
Sostiene que hay necesidades colectivas propiamente
dichas que no son susceptibles de preferencias individuales: las
decisiones son tomadas por los gobernantes, que se fundan sobre
sus propias valoraciones. Sin embargo, éstas no pueden
dejar de tener un consenso popular de carácter general, en cuyo caso los
gobernantes son desplazados por el pueblo.
LA TEORÍA FINANCIERA DE UGO
MAZZOLA
Igual posición asume Mazzola quien subraya la
diferencia entre la creación del impuesto y la
formación de los precios en el mercado, porque los
servicios públicos indivisibles son consumidos por todos
por igual, pero no deben estar sujetos a un precio
idéntico para todos, ya que se traduciría en
desequilibrio político.
LA TEORÍA FINANCIERA DE MAFFEO
PANTALEONI
Consideraba posible ubicar al proceso financiero entre
los fenómenos de precios pero con el calificativo de
"políticos". Según Pantaleoni, el Parlamento es el
lugar y el instrumento a través del cual los legisladores
en representación del pueblo deciden sobre el reparto
entre los contribuyentes de los gastos públicos. Para ello
es necesario que tanto los gastos como los recursos sean
establecidos conjuntamente. De este modo el proceso financiero se
puede asimilar a un proceso de formación de precios
(políticos) y se inserta en el equilibrio económico
general.
TEORÍA FINANCIERA DE KNUT
WICKSELL
El enfoque de knut es análogo al de Pantaleoni,
en cuanto ubica el proceso financiero en la teoría del
valor a través de la aprobación parlamentaria del
presupuesto de gastos y recursos. Como Pantaleoni, también
subraya el carácter político de este proceso, sin
por ello negar su identificación con el problema del
valor.
Wicksell comprende que la justicia en la
distribución de las cargas fiscales exige como premisa una
situación previa de justa distribución de la
riqueza.
Por nuestra parte, creemos importante observar que, a la
par de Pantaleoni, identifica al Parlamento como el medio de
establecer la justicia de la imposición e igualar esa
justicia con la apreciación individual de utilidad y
sacrificio, pero transferida a la representación
parlamentaria.
LA TEORÍA FINANCIERA DE DE VITI DE
MARCO
De Marco, como los autores cuya doctrina se origina en
el marginalismo, se caracteriza por reconocer en el
fenómeno financiero un proceso peculiar de
formación de los precios fuera del mercado y por poner de
relieve que el
sujeto activo de las finanzas es el Estado y no los
individuos.
Partiendo de estas premisas, postula dos modelos
extremos de Estado:
- El Estado absoluto, autocrático, en el que los
gobernantes no se identifican con los gobernados y cuyos
intereses son distintos. El Estado absoluto se identifica con
el Estado productor monopolista de servicios
públicos. - El Estado popular, o sea el Estado democrático
o representativo, en el cual los gobernantes se identifican con
los gobernados a los que representan. Este modelo
teórico de Estado asume como postulado la plena y
rápida sustituibilidad de los gobernantes que dejan de
interpretar los fines y las necesidades de los gobernados. Este
postulado tiene como consecuencia inmediata que gobernantes y
gobernados se confunden y la producción de servicios
públicos puede considerarse efectuada por los mismos
consumidores de dichos servicios.
La renta individual como índice de la
demanda de
servicios públicos
En lo que se refiere al problema del mecanismo del
cambio entre los servicios prestados por el Estado y el valor o
precio que deben pagar los particulares, supone que los
gobernados demandan servicios públicos en
proporción con su renta, lo cual implica que el impuesto
como precio de los servicios públicos debe ser
proporcional a la renta. El impuesto proporcional a la renta es
la institución tributaria que respeta al máximo
la producción de la riqueza y la acumulación del
capital y respeta el juego natural de las fuerzas
económicas y queda neutral entre ellos.
La teoría de la
traslación
Critica la postura de David Ricardo de que el impuesto
significa siempre un aumento del costo de producción, el
cual termina trasladándose al precio.
Según De Marco, el impuesto se transforma en
bienes públicos que son instrumentales para la
producción y el goce de los bienes privados. Si los
bienes o servicios públicos son eficientes, su utilidad
supera el sacrificio del impuesto y éste no hace
aumentar el costo de producción. En general, puede
ocurrir cualquiera de estos hechos: que como consecuencia del
impuesto y su empleo en servicios públicos el costo de
producción de los bienes privados aumente, quede igual o
disminuya.
LA TEORÍA FINANCIERA DE ERIK
LINDAHL
Este autor trata de perfeccionar la doctrina de
Wicksell, su maestro, con un modelo de demanda y oferta de
servicios públicos que se basa en el supuesto inicial de
un solo tipo de bienes sociales y de dos contribuyentes. La
curva de demanda para el premier contribuyente representa la
curva de oferta para el segundo y de la misma manera la curva
del segundo para el primero. Según este esquema, hay un
punto de
equilibrio que determina el impuesto con que deben
contribuir ambos contribuyentes por el servicio público
producido por el Estado.
Seguidamente, el autor amplía los supuestos,
admitiendo una pluralidad de bienes sociales y de
contribuyentes. Se producirá, como en un mercado, una
serie de tentativas y correcciones de ofertas de servicios y de
precios (impuestos) hasta alcanzar los precios de equilibrio
para cada servicio y para cada contribuyente.
Esta doctrina tiene la particularidad de conciliar el
principio del beneficio con el de la capacidad contributiva,
puesto que la existencia de precios múltiples por un
mismo servicio prestado por el Estado, hace que cada uno pague
de acuerdo con su capacidad.
Críticas a la doctrina de
Lindahl
El principio utilitario no debe necesariamente
referirse a los individuos, sino al Estado, sujeto actuante
para alcanzar fines políticos a través de sus
órganos que tienden primordialmente a satisfacer dichos
fines y solo los fines individuales en la medida en que
éstos sean asumidos como propios por el Estado o que
sean paralelos a los fines estatales y puedan ser satisfechos,
simultáneamente con éstos, con un mismo bien o
servicio.
LA TEORÍA FINANCIERA DE
EDGEWORTH
Se considera como heredero y continuador del
pensamiento clásico de la escuela inglesa. Este autor
rechaza el principio del beneficio como fundamento del impuesto
y la doctrina que tiende a asimilar el impuesto al precio y
elaborando matemáticamente la doctrina de la igualdad de
la imposición, formula los principios del sacrificio
igual, proporcional y mínimo.
Esta doctrina está supeditada a la
comparabilidad de las utilidades y de los sacrificios de
diferentes sujetos. Esta condición ha sido impugnada por
la ausencia de comunicación y comparabilidad de las
escalas de utilidades y sacrificios, las que son
excluyentemente subjetivas.
LA
DOCTRINA ALEMANA. ADOLFO WAGNER
Antes de abordar las teorías
sociológicas y políticas
de las finanzas públicas, es oportuno examinar una
corriente de pensamiento que no sigue la línea de la
doctrina económica clásica ni la tendencia de la
escuela marginalista, sino que se vincula directamente con la
doctrina cameralista, aunque remozándola y
enriqueciéndola con nuevos aportes, muchos de ellos fruto
de la reacción contra las doctrinas
económicas.
La actividad financiera como producción de
servicios públicos y como distribución de las
cargas presupuestarias. La redistribución del
ingreso
El aspecto propiamente financiero no consiste en la
forma de la producción ni en los gastos en que incurre el
Estado para llevar a cabo la producción de "servicios
administrativos", sino en el reparto de la carga presupuestaria
entre los contribuyentes. Este reparto, de acuerdo con un
principio de política
social, debe tender a redistribuir el ingreso, mediante el
impuesto progresivo. Wagner puede considerarse como el primer
exponente de la moderna doctrina que admite al lado del fin del
impuesto de cubrir el gasto, el propósito
político-social de la redistribución del
ingreso.
WILFREDO PARETO
Y LA ESCUELA SOCIOLÓGICA DE LA FINANZAS
Objeta la posición doctrinaria que pretende
asimilar el fenómeno financiero a la teoría del
valor. Sostiene que el Estado representa, en realidad, el
resultado de la asunción del poder por un grupo
seleccionado de hombres (elite), el que al adquirir fuerza
suficiente se adueña del gobierno estatal y lo explota no
en beneficio de los gobernados, sin en beneficio propio,
extrayendo del pueblo los recursos necesarios para satisfacer sus
intereses o caprichos.
Los servicios públicos no son bienes
económicos que benefician al pueblo o a los individuos que
lo componen, sino una simple pantalla para engañar a los
ciudadanos.
TEORÍAS SOCIOLÓGICAS Y
POLÍTICAS DE LAS FINANZAS PÚBLICAS
Según Musgrave se consideran como teorías
sociológicas de las finanzas públicas todas
aquellas que tienden a explicar la naturaleza del fenómeno
financiero, indagando sobre la naturaleza del Estado, sus
propósitos y sus actividades; en una palabra, las
teorías que no pueden considerarse como
normativas.
De acuerdo con esta posición, todas las
teorías políticas de las finanzas se ubican entre
las sociológicas y viceversa.
Elemento común de las teorías
sociológicas y políticas es la negación de
la asimilación del fenómeno financiero a un
problema de valor y también de la asimilación de
las decisiones presupuestarias a un común denominador con
las decisiones individuales sobre consumos. También les
une la pretensión de describir lo que es la actividad
financiera en su esencia y no la de determinar cuáles son
los caminos a seguir a fin de lograr una óptima
asignación de los recursos según las apreciaciones
individuales u otros objetivos:
como la justa distribución de la renta, la
estabilización de los precios y el pleno empleo o el
desarrollo
económico y social.
LA
TEORÍA FINANCIERA DE BENVENUTO GRIZIOTTI
Como ya lo planteó Wagner, Griziotti define el
fenómeno financiero como la actividad del Estado tendiente
a repartir la carga presupuestaria entre categorías,
clases y generaciones de contribuyentes.
Para el autor, la decisión del Estado que
determina sus gastos es previa a la elección de los
recursos e independiente de éstos. Además, los
fines del Estado son limitados, lo que limita también el
monto total de los gastos públicos frente a una abundancia
relativa de recursos a los que puede acudir el Estado; y el poder
que aquel puede ejercer sobre los individuos, excluye la negociación que caracteriza a la
economía de mercado (por ello, las finanzas
públicas constituyen un fenómeno esencialmente
político y no económico.)
La acción
del Estado, como sujeto activo de la actividad financiera, es
motivada por las fuerzas políticas y se realiza con
sometimiento a normas
jurídicas. Estas determinan la actividad financiera y
expresan, a su vez, las decisiones políticas y
económicas tomadas por el Estado. Las elecciones de los
instrumentos financieros adecuados en cada caso para lograr los
fines deben ajustarse a determinadas técnicas
operativas.
De lo antes dicho, las finanzas se componen de elementos
políticos, económicos, jurídicos y
técnicos, a los que agrega en sus últimos escritos
el elemento ético.
FINANZAS PUBLICAS-DINO JARACH
Romina Mariel Ferrari
(UNLaM)
CATEGORÍA: FINANZAS PÚBLICAS