«Y proclama la peregrinación a las
gentes y vendrán a ti, de toda apartada comarca, ya a
pie, ya montando sobre macilentos
camellos».
El Sagrado Corán: Sura 22, Aleya
27.
La santidad y el renombre de las ciudades
musulmanas depende en gran medida de los lugares de
peregrinación que albergan y de la calidad de la
enseñanza que dispensan. Las tumbas de los
profetas, imames y santos, especialmente venerados por los
shiíes, fueron desde un primer momento puntos de encuentro
y convención.
«Lugares propiamente religiosos e
históricos, centros místicos, cénaculos de
la ciencia, el
arte o la
filosofía, existen en todas las religiones, y muy
particularmente en el Islam, los
espacios tocados por lo sagrado que evocan para los fieles los
refugios que permiten retomar el aliento, orientarse y dar
sentido a una introspección. Como puentes entre los
visible y lo invisible, lo instantáneo y lo
eterno.
Mausoleos, tumbas y santuarios, mezquitas, lugares
de peregrinación, universidades teológicas… la
presencia de Dios, de seres humanos excepcionales, de un saber o
de un arte, que dan acceso a los misterios del universo y de la
belleza, están cargados de un potencial espiritual,
moral,
estético o incluso mágico.
Del Magreb a Indonesia, del Africa al
Asia central,
de los Balcanes a la India, estos
miles lugares del Islam marcan una ruptura para el visitante;
existe un "antes" y un "después"… Sólo la sed por
lo sagrado y la búsqueda del conocimiento
parecen permanentes en un Islam plural y multicultural, muy
alejado de la imagen
reduccionista que hemos recibido y que nos hemos forjado en
Occidente» (Mohammad Ali Amir-Moezzi, Christian
Jambet, Pierre Lory, Yann Richard y otros autores: Lieux
d’islam. Cultes et cultures de l’Afrique à
Java, Autrement, París, 1996). Véase Colin
Wilson: Atlas de los lugares sagrados. Guía ilustrada
de la ubicación, la historia y la
significación de los sitios más importantes del
mundo, Editorial Diana, México,
1997.
Damasco está situada al pie del monte Qasium
(Antilíbano) y en el centro del Guta, fértil oasis
célebre por sus vergeles, que está regado por el
río Barada ("frescor").
Evocada ya en el Génesis (15-2), Damasco (en
arameo, Dammesheq, en árabe, Dimashq) es una
de las ciudades más antigua del mundo. En 635 fue
conquistada por los musulmanes. Se la conoce desde tiempo
inmemorial como Dimashq ash-Sham (la "ciudad de Sham", o
Sem, el hijo del Profeta Noé). Con los omeyas (661-750),
fue la capital del
Dar-al Islam que se extendía desde el Indo a los Pirineos.
En esta época, en Damasco se levantó la ya
mencionada mezquita de Walid Ibn Abd al-Malik, uno de los
monumentos más bellos del Islam.
El viajero andalusí Ibn Ÿubair
(1145-1217) que la vio por primera vez el 11 de julio de 1184,
escribió en su Rihla: «En cuanto a Damasco, es
el paraíso del Oriente, el horizonte donde se alza su
resplandeciente luz… La ciudad
es tan gloriosa que Dios hizo residir allí al
Mesías y a su madre -Dios les bendiga y salve a los
dos-… Los huertos la rodean como el cerco nimbado de la luna,
la encierran como encierra el cáliz a la flor…Si hay un
paraíso en la tierra,
Damasco, sin duda, es parte» (Ibn Ÿubair: A
través del Oriente. El siglo XII ante los ojos,
Ediciones del Serbal, Barcelona, 1988, pág.
305).
El fundador de la dinastía ayubí y
libertador de Jerusalem, el sultán Saladino
(1138-1193), fue enterrado en Damasco y su tumba siempre ha sido
objeto de gran veneración. En 1898, el kaiser Guillermo II
de Alemania
(1859-1941) tomó a su cargo la resturación del
santuario y viajó especialmente hasta el lugar para
rendirle honores militares.
El místico andalusí Ibn al-Arabi
falleció en esta ciudad el 10 de noviembre de 1240. El
sultán otomano Selim I (1467-1520) hizo construir en 1518
en su memoria un
mausoleo que guarda sus restos, el cual recibe desde entonces a
miles de peregrinos todos lo años.
Cerca de la urbe se alza el mausoleo de Zainab Bint
Alí, la hija de Alí Ibn Abi Talib y hermana de
Husain Ibn Alí, la Paz sea con ellos. Cuando las tropas
omeyas impiden a al-Husain, el Tercer Imam, llegar a Kufa,
éste se ve obligado a acampar en Karbalá, una
pequeña población del desierto. El enemigo le corta
el acceso al agua del
Eufrates.
Abbás Ibn Alí consigue llenar unos pocos
odres, escasos para dar de beber a sus 72 compañeros y las
familias que los acompañan (cfr. S.H.M. Jafri: The
Origins and Early Development of Shi’a Islam,
Anyariyan, Qum, 1985, pág. 187). Es entonces cuando Zainab
distribuye el precioso líquido entre los niños y
los más débiles: «Entre los monumentos
de las Gentes de la Casa -Dios esté satisfecho de ellos-
está el monumento de la hija de Alí Ibn Abi Talib
-Dios esté satisfecho de los dos- que se llamaba Zaynab
(Zenobia)… Su monumento venerado está en una aldea
llamada Rawiya (la que da de beber), al mediodía de la
ciudad, a una distancia de una parasanga… Nosotros nos
encaminamos hacia él y pasamos allí la noche para
procurarnos la baraka (bendición) por mediación de
su visión. Dios haga que eso nos sea
provechoso» (Ibn Ÿubair: O. cit, págs
327-328).
En 1977 fue sepultado allí el pensador
iraní Alí Shariatí, que había
sido asesinado por el servicio
secreto del sha (la SAVAK) en Londres, y el entonces líder
de los musulmanes shiíes del Líbano, el
desaparecido Imam Musa Sadr (1928-1978?), pronunció
las oraciones durante las exequias.
Damasco también es sede de numerosos edificios
que recuerdan las épocas brillantes de su historia: el
hospital (maristán) de Nuruddín Ibn
Zenguí (1118-1174), y la universidad
islámica Nuriyya, construida entre 1146 y 1174. Los
soberanos mamelucos la dotaron de edificios religiosos
emparentados arquitectónicamente con las mezquitas y los
mausoleos de El Cairo, su capital. Los otomanos erigieron en
Damasco la Tekiyya, un conjunto monumental que engloba una
mezquita, una madrasa y un convento de derviches
(tekké).
Damasco se convirtió en la capital de la
República Arabe Siria en 1946 y su población es
superior a los dos millones de almas (cfr. Jean Hureau: Siria
hoy, Jeune Afrique, París, 1984; Ann-Marie Bianquis y
Elizabeth Picard: Damas. Miroir brisé d’un Orient
arabe, Autrement, París, 1993).
Karbalá está situada a 90
kilómetros al sur de Bagdad, la capital del Irak. Esta
ciudad, también llamada Mashhad al-Husain, «lugar
del martirio de al-Husain», constituye el tercer centro de
peregrinación más importante de los shiíes
duodecimanos, después de La Meca y Medina.
Fue allí donde al-Husain, hijo de Alí Ibn
Abi Talib y nieto del Profeta Muhammad, la bendición y la
Paz sean con él y su descendencia purificada, fue
asesinado junto con sus 72 compañeros el viernes 10 del
mes de Muharram del año 61 de la Hégira (10 de
octubre de 680) por los esbirros del omeya Yazid Ibn
Mu’auiah.
En un principio, los shiíes construyeron en el
lugar un pequeño santuario que fue demolido por orden del
abbasí al-Mutauakkil en 850. Los buÿíes,
dinastía de emires shiíes duodecimanos originarios
de Dailam, una provincia del sur del Mar Caspio, terminaron por
tutelar el califato de Bagdad entre 945 y 1055 e hicieron
construir en Karbalá una mezquita que guardara los restos
de al-Husain. Esta se incendió en septiembre de 1016 y fue
reedificada un poco más tarde.
El sultán selyúcida Malik Shah
(1055-1092) la visita en 1086. En 1535, Suleimán el
Magnífico, en beneficio de este lugar sagrado, hizo
ampliar y profundizar el canal al-Husainiyya, que provee de agua
a la ciudad y que permitió crear vastos jardines. En el
siglo XVIII, donaciones y fundaciones piadosas solventaron la
realización de mejoras y reconstrucciones en el mausoleo.
Hacia 1790, el fundador de la dinastía qaÿar de
Persia (1779-1925), Aga Muhammad Jan (1742-1797), hizo
revestir la cúpula de oro.
Hoy día el santuario de al-Husain en
Karbalá es un espléndido monumento que es visitado
por millones de musulmanes sunníes y shiíes a lo
largo de todo el año.
Lucknow, situada sobre el río Gomti, afluente del
Ganges, es la capital del estado
más populoso de la India, Uttar Pradesh.
La ciudad de Lucknow (ortografía inglesa usual para Lajnou)
cobró fama y prestigio a partir 1528, cuando pasó a
formar parte de la India musulmana regida por los Grandes
Mogoles. Coincidiendo con la declinación de la
dinastía mogol, surgieron dos estados shiíes en el
subcontinente indio. Uno fue en el sur, en Mysore, con el
concurso de dos valerosos guerreros como Haidar Alí y su
hijo Tipu Sultán, que se extendió entre 1761 y
1799.
El otro, en el norte, el de Awdh (Udh), estaba enclavado
entre Delhi y Benares, al pie del Himalaya, con capital en
Lucknow, y permaneció entre 1732 y 1859. Su fundador fue
el gobernador de Faizabad, Burhan al-Mulk. Los diez nababs de Udh
era de origen iraní, shiíes del Jorasán, los
Nishapuríes (de Nishapur), que al principio se
consideraban gobernadores al servicio mogol y luego caudillos
independientes. Fue entonces que Lucknow se convirtió en
la «Morada del Shiísmo» (Dar
ash-Shí’a).
El nabab Asaf ud-Daula fue el constructor de la moderna
Lucknow hacia 1774, a través de un ambicioso programa
urbanístico que atrajo arquitectos, obreros y artesanos de
toda la India. Así se construyó la Bara Imambara,
equivalente de las huseiniyyas (lugares donde se realiza el duelo
por el Imam Husain) del Irán.
Esta sala abovedada que goza de la reputación de
ser la sala más grande del mundo, mide 50 metros de largo
y su techo, de 15 metros no se apoya sobre pilares.
Frente a la Imambara hay una puerta inmensa, Rumi
Darwaza. Tras la puerta se encuentra la Husainabad Imambara,
situada en un gran cuadrilátero frente a un lago
artificial.
Las manifestaciones de los shiíes de Udh en
Muharram eran tan extraordinarias que un viajero europeo de
principios del
siglo XIX, el vizconde G. A.Valentia, habla del indescriptible
dolor y misticismo reinantes, y de la profusión de luces
encendidas por doquier (cfr. G.A. Valentia: Voyages and
Travels to India, Ceylon, the Red Sea, Abyssinia and Egypt
in 1802-1806, 3 vols, Londres, 1809; citado por J.R.I. Cole:
Roots of North Indian Shi’ism in Iran and Iraq. Religion
and State in Awdh 1722-1859, University of California Press,
Berkeley-Los Angeles-Londres, 1988, pág. 96).
Lucknow fue famosa también por sus grandes sabios
islámicos, como el sheij Alí Hazín
(m. 1766), el Seied Deldar Nasirabadí (m. 1820) y
su hijo Muhammad (m. 1867). En 1857, los shiíes de
Lucknow liderados por el nabab Waÿid Alí Shah,
hábil estratega, se sumaron a la gran sublevación
contra el poder inglés
en la India y aunque Lucknow cayó en manos
británicas en marzo de 1858, la resistencia
continuó en el interior de Udh hasta fines de
1859.
Actualmente, la ciudad tiene una población de
más de dos millones de almas y es el principal centro
musulmán shií de la India.
Lucknow tiene muchas más festivididades y
festivales en común con Irán que cualquier otra
ciudad como Aligarh, Hyderabad o Faizabad. Uno de los canales de
agua que la atraviesa se llama Haidar ("león valiente") en
honor de Alí Ibn Abi Talib que tenía ese
apodo.
Uno de sus principales distritos se llama Husainabad,
donde se encuentra la Bara Imambara y la Mezquita Ÿami, meta
de miles de peregrinos musulmanes de la India, Pakistán y
Bangla Desh (cfr. J.N. Hollister: The Shi'a of India,
Londres, 1953; A.H. Sharar: Lucknow: the Last Phase of an
Oriental Culture, Londres, 1975).
La ciudad santa de Mashhad (la antigua Sanabad) es el
lugar de peregrinaje shií más importante de
Irán, pues allí está el mausoleo del Octavo
Imam, Alí ar-Rida (765-818), la Paz sea con
él, que fue asesinado por orden del abbasí
al-Ma’mún (786-833) con unas uvas
envenenadas.
El mausoleo original del siglo IX fue destruido en la
centuria siguiente y reconstruido por el sultán Mahmud de
Gazna en 1009.
El santuario se convirtió en un centro de piedad
shií, sobre todo a partir del siglo XIV, con la
conversión al Islam de un ilján ("sometido al jan")
que agregó a su patronímico mongol
Ulÿaitú, «afortunado», el nombre
musulmán Jodabandah, equivalente persa del nombre
árabe Abdallah, "«siervo de Dios». Este
gobernó Irán entre 1304 y 1316 y adhirió a
la escuela
duodecimana, protegiendo sus centros teólogicos y
mezquitas (cfr. B. Spuler: Die mongolen in Iran,
Berlín, 1968, págs. 247-49).
En otras épocas, el acceso a este santuario era
particularmente difícil, pues había que atravesar
territorios inhóspitos infestados de bandidos turcomanos,
tan bien descritos por el viajero, erudito y diplomático
francés, el conde de Gobineau (1816-1882) en Les
nouvelles asiatiques (1876), soportar los rigores del
desierto Dasht-e Kavir, o embarcarse y adentrarse en las rutas
que pasaban por Asia central bajo el dominio ruso
zarista, para llegar a ese oasis de frescor donde se alza el
inmenso Haram ("santuario exclusivo para los musulmanes") del
Imam ar-Rida.
Su cúpula dorada, está flanqueada por
otros domos de cerámica tornasolada de la época
timurí (siglo XV), como el de la famosa Mezquita de
Gouharshad, de más de cincuenta metros de altura, hecha
construir entre 1405 y 1418 por la esposa de Shah Ruj
Mirzá, una de las damas más extraodinarias del
Islam.
Sir Mark Sykes (1879-1919), diplomático e
historiador inglés, la describió como
«la mezquita más noble de Asia
central». Otro es el Gonbad-e Sabz, llamado
también «el Domo Verde», un mausoleo utilizado
por los derviches naqshbandíes y originalmente construido
en la época safaví. Mashhad tiene casi dos millones
de habitantes y se encuentra a 850 kilómetros de
Teherán.
Centro de la peregrinación
(Haÿÿ) que constituye una de los cinco obligaciones
canónicas (arkan ud-din) del Islam, La Meca es
también el lugar hacia el cual desde los cuatro puntos
cardinales más de mil doscientos millones de musulmanes
dirigen cada día sus cinco oraciones
canónicas.
El origen de La Meca, es la Ka’ba. La Ka’ba,
cuyo significado en árabe es el de «cubo»,
constituye la materialización de un santuario
monoteísta primordial, que, según la
tradición islámica, fue edificado primeramente por
el Profeta Adán y reconstruido por Abraham y su hijo
Ismael (Sura 2, Aleyas 125-127; 3-96).
El Islam ("la sumisión al Unico Dios") es la
religión
monoteísta original y el Mensaje de Muhammad no fue una
innovación religiosa, como algunos
malinterpretan, sino la revivificación del Islam
Abrahámico.
La Ka’ba es un edificio cúbico de quince
metros de altura y casi doce metros de ancho, situado en el
centro de la gran mezquita de La Meca, y está recubierto
por una funda (kishwa) de brocado negro. En uno de sus
ángulos está encastrada la Piedra negra, a un metro
y medio del suelo.
En el año 630 La Meca fue liberada por el
ejército islámico encabezado por el Profeta
Muhammad (BPD). La oligarquía de comerciantes
mequíes politeístas fue derrotada y sus 360
ídolos guardados en la Ka’ba destruidos.
En el primer siglo de la Hégira comenzó a
construirse la gran Mezquita que rodea la Ka’ba, reformada
y engrandecida en múltiples ocasiones posteriormente. En
1571, el gran arquitecto otomano Sinan realizó notables
trabajos para su embellecimiento.
La Meca sufrió varios ataques a lo largo de su
historia. Uno de los primeros fue la expedición del
reyezuelo yemenita Abraha, de origen etíope, en 570, el
año del nacimiento del Santo Profeta del Islam, y que fue
repelida milagrosamente como se narra en el Sagrado Corán
(Sura 105). En 929, la ciudad fue asaltada por los
cármatas, una secta desviada del Islam, que se apoderaron
de la Piedra negra de la Ka’ba. Pero, veinte años
después, fueron forzados por el califa fatimí
al-Mansur (946-953) a devolverla.
Una de las cinco obligaciones básicas para todo
musulmán es la peregrinación a La Meca, al menos
una vez en la vida. Desde mediados del siglo XIX, el
número de peregrinos a las ciudades santas de La Meca y
Medina no cesa de aumentar: cincuenta mil en 1850, doscientos
cincuenta mil en 1925, cuatrocientos mil en 1960, dos millones en
1985 y seguramente unos tres millones para el año 2.000.
Actualmente, La Meca (trescientos mil habitantes) sigue
convocando, como lo ha hecho desde hace catorce siglos, a los
peregrinos musulmanes del mundo entero (cfr. Emel Esin: La
Meca la bendita y Medina la radiante, Argos, Barcelona, 1964;
William Montgomery Watt: Muhammad's Mecca: history in the
Qur'an, Edinburgh University Press, Edinburgo, 1988; F.E.
Peters: The Hajj: The Muslim Pilgrimage to Mecca and the Holy
Places, Princeton University, Princeton, 1994).
En el siglo VII, Yatrib, ciudad caravanera del
Hiÿaz, era un floreciente oasis agrícola situado
cuatrocientos kilómetros al norte de La Meca. Algunos de
sus habitantes se convirtieron al Islam entre 620 y 622 y se
ofrecieron como ayudantes y protectores (ansar) del
Profeta.
Amenazado por el clan politeísta de Quraish
asentado en La Meca, el cual era violentamente hostil al Islam,
Muhammad (BPD) se vio obligado a hacer la
«emigración» —hégira
(hiÿra en árabe)— en 622 con sus fieles
compañeros a Yatrib, que adoptó el nombre de Medina
(Madinat al-Nabí, "la ciudad del
Profeta").
El 20 de noviembre
de 625, los musulmanes fueron derrotados por los mequíes
politeístas en Uhud, en las cercanías de Medina.
Pero en 626, un ejército quraishí se vio obligado a
abandonar el asedio de Medina a raíz de la victoria
musulmana en la batalla del Foso (al-Jandaq). El Santo Profeta
entró victoriosamente en La Meca en 630 acabando con la
oligarquía de los comerciantes politeístas, y
falleció en Medina en junio de 632, donde fue
enterrado.
La ciudad permaneció como capital del Estado
musulmán hasta que Alí Ibn Abi Talib, el
cuarto Califa (656-661), trasladó su cuartel general a
Kufa (Irak).
Entre 682-683 el pueblo de Medina se sumó a la
revolución
shií de Abdallah Ibn az-Zubair
(624-692).
En 683, Medina fue saqueada por las tropas del tirano
omeya Yazid Ibn Mu’auiah y cayó en la decadencia.
Una parte de sus habitantes emigraron a al-Andalus. Véase
Etienne-Marc Quatremère: Mémoire historique sur
la vie d'Abd Allah ben Zobair, en el Nouveau Journal
Asiatique, IX y X, París, 1832; Fouad El-Khouri: Las
revoluciones shi'íes en el Islam (660-750),
Fundación Argentino Arabe, Buenos Aires,
1983.
Hoy día, Medina cuenta con doscientos cincuenta
mil habitantes. Los peregrinos que la visitan en el mes de
Dhul’hiÿÿah (duodécimo mes del calendario
islámico) acuden prioritariamente para recogerse en la
mezquita del Profeta, construida cerca del emplazamiento de la
primera mezquita —prototípica— del Islam, que
él mismo mandó a edificar.
El cementerio Ÿannatu’l-Baqí
también recibe numerosas visitas. Allí se
encuentran las tumbas de los Santos Imames al-Hasan
al-Muÿtaba Ibn Alí (625-670), Alí Ibn
al-Husain Zainu’l-’Abidín (659-713) y
Ÿa’far Ibn Muhammad as-Sadiq (702-765), la Paz
sea con ellos, y en un lugar desconocido la de Fátima
az-Zahra (615-632), la Paz sea con ella (cfr. Emel Esin:
La Meca la bendita y Medina la radiante, Argos, Barcelona,
1964).
La ciudad de al-Naÿaf o Mashhad Alí ("lugar
del martirio de Alí"), en el Irak, está situada en
el borde del desierto y a diez kilómetros al oeste de
Kufa. En esta última ciudad murió Alí Ibn
Abi Talib, el 21 de Ramadán del año 40 de la
Hégira (27 de enero de 661) a consecuencia del ataque
artero llevado a cabo por Ibn Mulÿam, un fanático
jariÿí que fue el instrumento del usurpador
Mu’auiah Ibn Abi Sufián (602-680). «Y
este advenedizo no era otro que el hijo de Abu Sufián,
archienemigo del Profeta y jefe de la rama aristocrática
omeya de los coraixíes…no sólo usurpó el
califato arrebatándoselo a su legítimo poseedor,
sino que además lo pasó a su progenie… Por si
fuera poco, cambió la dirección del Islam de califal a real y se
entronizó como el primer rey, o malik, título
menospreciado por los árabes de entonces. Entre otras
innovaciones citaremos que se rodeó de una guardia
personal,
erigió un trono en su palacio y un recinto para su uso
privado (maqsura) en la mezquita» (Philip K. Hitti:
El Islam, modo de vida, O. cit., págs.
129-132).
Al parecer, Alí, la Paz sea con él,
había expresado en vida el deseo de ser inhumado en
al-Naÿaf.
En 977, los Buÿíes shiíes erigieron
un mausoleo en su honor. Con el advenimiento del poder mongol en
1258 (caída de la Bagdad abbasí), muchos de los
nuevos gobernantes se convirtieron al Islam y adoptaron la
escuela duodecimana.
Así, a principios del siglo XIV, una guardia
mongola fue estacionada ante el santuario de Alí en
Naÿaf, «que podía interpretarse como
señal del respeto de los
mongoles por el primero de los imames» (John Joseph
Saunders: La conquista mongólica, Eudeba, Buenos
Aires, 1973, pág. 97).
Pero será a partir de la época
safaví (1503-1510) que al-Naÿaf se irá
convirtiendo en uno de los principales centros teológicos
del Islam y del Shiísmo en particular. Durante cinco
siglos (XVI al XX) numerosos sabios vivirán en
al-Naÿaf y impartirán la enseñanza de las
disciplinas islámicas. Entre ellos se puede mencionar al
gran muÿtahid Seied Bahr al-Ulum (m. 1797), al
marÿa-e taqlid Mirzá Muhammad Taqi
Shirazí (m. 1895), Muhammad Kazim
Jorasaní (m. 1911) y Muhammad Husain
Na’iní (m. 1936).
Lady Anne Isabella Blunt, (1837-1917), esposa del
islamólogo inglés Wilfrid Scawen Blunt
(1840-1922), que viajó a través del Norte de
Africa, Arabia y el Asia menor, hizo una visita a Naÿaf
durante su travesía por el desierto de Naÿd entre
diciembre de 1878 y febrero de 1879, describiendo en un libro la
sensación de espiritualidad que le embargó la
contemplación del santuario alida (cfr. Lady Anne Blunt:
Viaje a Arabia. Peregrinación a Nedjed, Laertes,
Barcelona, 1983).
Desde los años 1950, al-Naÿaf contiene 24
madrasas con una población fluctuante de dos mil
estudiantes provenientes mayoritariamente de Irak, Irán,
Pakistán, India, Líbano, Afganistán,
Turquía, Cachemira e incluso el Tibet (270 estudiantes en
1957). El Imam al-Jomeiní vivió exilado en
al-Naÿaf entre 1965 y 1978, antes de establecerse
temporalmente en París y retornar a Irán en febrero
de 1979. Las crueles y sangrientas persecuciones contra los
musulmanes ordenadas por el déspota Saddam
al-Takrití hizo descender la población estudiantil
a fines de los años setenta de tres mil a seiscientos
Qum constituye, después de Mashhad, que ampara la
tumba del Octavo Imam, Alí ar-Rida, el segundo centro de
peregrinaje shií en Irán. Fátima
Ma’suma, hermana del Imam ar-Rida, enfermó en Saveh
y fue trasladada a Qum donde falleció en 816.
La aldea, situada a 150 kilómetros al sur de
Teherán, ha crecido desde entonces en torno a su tumba.
Contiene una población de confesión shií,
mayoritariamente de origen árabe, hoy cercana al
millón de habitantes. Ha constituído antes que
al-Naÿaf, un centro de enseñanza shií
tradicionalista importante en los siglos IX y X. Favorecida por
los buÿíes, gozó de renombre bajo los
selÿukíes, por sus madrasas y otras fundaciones
religiosas, así como por sus administradores y visires
shiíes influyentes.
Ha sido lo mismo para la rica aldea de Kashán,
vecina y complementaria de Qum.
Saqueada y puesta a prueba bajo los mongoles, Qum
recomenzará a beneficiarse de la protección del
poder político recién a partir del siglo XV.
Después de los timuríes, fue el objeto de la
atención de los soberanos
safavíes.
Un aspecto de la política religiosa
del Abbás I el Grande, consistente en atraer a los
peregrinos shiíes hacia Mashhad y Qum, fue decisiva para
el desarrollo de
las ciudades-santuario. Los ulemas célebres
estudiarán o enseñarán en Qum, tales como
Abd al-Razzaq al-Lahiÿí (m. 1661),
Mullá Sadrá al-Shirazí (1571-1641),
su yerno Mohsen Faiz al-Kashaní (m. 1680), y
Qazí Sa’id al-Qumí (1633-1692), todos
ellos elevados gnósticos.
La política británica ejercida sobre Irak
en coincidencia con la puesta en el poder de Reza Jan, trae a los
grandes ulemas iraníes a que vengan a instalarse en Qum y
produce el renacimiento
de este centro teológico.
Este movimiento se
consolida bajo el impulso del Ayatollah Abdulkarim
Hayerí al-Yazdí (m. 1937), quien se
había instalado en la ciudad santa en 1922. Entre sus
numerosos estudiantes, se encuentran los más grandes
ayatollahs, y en particular Muhammad Taqi
al-Jaunsarí, Seied Shahabuddín
al-Naÿafí al-Mar’ashí,
Haÿÿ Mirzá Hedayatollah Wahid
al-Golpayeganí y Ruhollah Musaví
al-Jomeiní.
A partir de 1944, establece su cátedra el
Ayatollah Boruÿerdí. De 2.500 estudiantes en ese
año, Qum pasa a albergar 4.000 en 1955, llegando a 6.000
en 1962, año de la muerte de
al-Boruÿerdí. Para romper la dicotomía entre
enseñanza laica y religiosa Boruÿerdí
patrocina las escuelas primarias y secundarias donde se impartan
ambos tipos de enseñanza. También auspicia un
acercamiento entre sunnismo y shiísmo.
Las medidas represivas de la monarquía contra el principal líder
de la oposición religiosa, el Ayatollah Ruhollah
Musaví al-Jomeiní (1900-1989), y sus
partidarios, a partir de 1962, encadena el proceso que
llevará al derrocamiento inexorable de los Pahlaví
y el triunfo de la Revolución Islámica. La madrasa
Faiziyya, aquella donde al-Jomeiní predicara, se
convirtió en un símbolo.
Los brutales ataques gubernamentales contra esta madrasa
en 1963 y 1975, coincidentes con los duelos shiíes de
Muharram, sumados a las agresiones directas contra el Imam de los
iraníes, y la represión sangrienta contra
manifestantes en Qum en enero de 1978, abrió el camino
para la victoria de los musulmanes contra el régimen
prooccidental.
Tras la muerte de los
primeros mártires, tanto de Qum, como de Tabriz y de otras
ciuaddes de Irán, el mecanismo de las conmemoraciones de
duelo cada cuarenta días, así como otras
expresiones de luto shiíes conducirán al
endurecimiento de la represión, favoreciendo la organización revolucionaria y el liderazgo del
Imam al-Jomeiní.
Capital simbólica del Irán
islámico, Qum conserva su rol después que el
Guía de la revolución retorna allí en 1979
(cfr. M. Momen: An Introduction to Shi’i Islam, New
Haven-Londres, 1985).
Ricardo Horacio Elía
Prof. del Instituto Argentino de Cultura
Islámica