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Campo de la didáctica de la lengua y la literatura




Enviado por Martín Saavedra



     

     

    La relación didáctica, según Chevallard, es un
    juego entre
    tres elementos: un docente, los alumnos y un saber. Para
    desarrollar el concepto de transposición , él se va
    a detener particularmente en el análisis de la naturaleza de
    ese "saber", o más bien en las relaciones que ese saber
    (el saber enseñado) entabla con el saber a enseñar,
    el saber sabio. Le interesa mostrar, entonces, cómo
    "…para que la enseñanza de un determinado elemento de
    saber sea meramente posible, este elemento deberá haber
    sufrido ciertas deformaciones, que lo harán apto para ser
    enseñado." 1

    ¿Porque hay transposición
    didáctica, entonces?: "porque el funcionamiento
    didáctico del saber es distinto del funcionamiento
    académico, porque hay dos regímenes de saber,
    interrelacionados pero no superponibles…" 2. Es decir, si
    bien para el funcionamiento de la institución se debe
    instalar un ficción de conformidad o identidad
    entre esas dos esferas del saber, lo que realmente existe es una
    brecha, una brecha de distancia variable (las variaciones de esta
    brecha son otro punto importante, que tocaremos más
    tarde). Una brecha que, entonces, resulta negada: "El sistema
    didáctico no existe sino para ser compatible con su
    entorno; y esta compatibilización pasa por una
    disminución de la conciencia del
    entorno por parte de los agentes del sistema" .3

    Es decir, mientras que para el didacta, el concepto de
    transposición es "…una herramienta que permite
    recapacitar, tomar distancia, interrogar las evidencias,
    poner en cuestión las ideas simples, desprenderse de la
    familiaridad engañosa de su objeto de estudio.", para el
    docente "…las cosas ocurren de otro modo (…) el
    reconocimiento de la transposición didáctica supone
    resquebrajar su participación armoniosa en el
    funcionamiento didáctico." 4 Sólo mediante la
    negación de esa brecha la enseñanza dada aparece
    como legítima.

    Sin embargo, la transposición va más
    allá de la instancia del profesor:
    "Cuando el enseñante interviene para escribir esa variante
    local del texto del
    saber que el llama su curso, o para preparar su curso (es decir,
    para realizar el texto del saber en el desfiladero de sus propias
    palabras), ya hace tiempo que la
    transposición didáctica ha comenzado…" 5 Es
    decir, la transposición no se da meramente a través
    del profesor, sino que es un proceso
    más largo, dentro del cual él se ve involucrado en
    un momento específico, en el momento de la redacción del texto del saber, realizada
    bajo la forma, entre otras posible, de notas del
    profesor.

    Por esta razón el enseñante, de acuerdo
    con Chevallard, no tiene elección: el no hace la
    transposición, sino que trabaja con o en una
    transposición que es previa a su elección, es
    decir, una transposición que comienza, si se quiere, en la
    redacción de los programas de su
    materia por
    parte de lo que Chevallard llama la "noosfera" (es decir, el
    entorno – la esfera donde se piensa el
    funcionamiento didáctico- y que rodea al sistema
    didáctico en sí). El momento del aula es un momento
    más en el proceso o la cadena de la
    transposición.

    Para que el saber enseñado siga manteniendo su
    legitimidad, sin embargo, deben darse dos condiciones: en primer
    lugar, que la brecha entre ese saber y el saber sabio no se
    ensanche demasiado, y por el otro lado que la brecha entre ese
    saber enseñado y el saber de los padres (digamos, el saber
    banalizado) no se acorte demasiado. Las modificaciones de estas
    brechas, que alteran la legitimidad de un saber determinado,
    explican los "…flujos de saber que van del entorno hacia
    el sistema de enseñanza pasando por la noosfera."
    6

    El saber enseñado se gasta: "Se trata de un
    desgaste que podemos considerar "biológico" y que lo aleja
    demasiado visiblemente del saber sabio. Desgaste "moral"
    también, u obsolescencia, que lo acerca peligrosamente al
    saber banalizado" 7. Es decir, se ha roto el equilibrio ya
    sea con el saber sabio o con el saber de los padres, y ese saber
    es por lo tanto cuestionado. De esta manera, una vez que el
    desgaste se verifica, "…un nuevo aporte acorta la
    distancia con el saber sabio, el de los especialistas; y pone
    distancia a los padres. Allí se encuentra el origen del
    proceso de transposición didáctica." 8

    En el campo específico de la lengua y la
    literatura es necesario hacer algunos ajustes o aclaraciones para
    ver cómo puede funcionar la transposición. En
    primer lugar, si partimos de la idea de canon, y de los lugares
    donde este canon se conforma y adquiere legitimidad (es decir, la
    academia, y hasta cierto punto el mercado),
    podríamos decir que hay un flujo, lento en general, entre
    estos centros de legitimidad y las escuelas mismas, un flujo que
    va modificando el canon escolar instituido, agregando autores,
    suprimiendo otros que antes estaban, etc (aunque esta
    relación no se da sin mediaciones y cortocircuitos, de
    manera tal que, para dar un ejemplo, Sábato,
    pese a estar marginado del canon académico puede aparecer
    en los programas escolares).

    Este flujo toma, claramente, el carácter de transposición cuando
    tenemos en cuenta que para realizarse necesita, muchas veces,
    imprimirle cierto sesgo (cierta deformación) a la lectura,
    "escolarizarla": así, para tomar un ejemplo bastante
    conocido, el Rubén
    Darío que llega o que se lee en las escuelas no tiene
    nada que ver con el Rubén Darío pleno de erotismo,
    sino que es de los versos de "la princesa está
    triste…" o el de "juventud,
    divino tesoro". Es decir, en la transposición se deforma o
    se parcializa la lectura de esa
    obra.

    Más claro e interesante me parece el caso de la
    teoría
    literaria, donde puede predecirse, y constatarse en los
    programas, un flujo desde el saber propiamente universitario
    hacia el de la escuela.
    Actualmente, los programas de literatura de escuelas secundarias
    (al menos aquellos a los que tuve acceso) muestran claramente la
    preponderancia o vigencia del paradigma
    estructuralista (mezclado con toques de la estilística a
    lo Dámaso Alonso), mientras que, en cambio, no se
    nota todavía el impacto de teorías
    posestructuralistas y demás.

    ¿Cómo se explicaría esto desde el
    punto de vista de Chevallard con su concepto de
    transposición? Claramente, la continuidad de este
    equilibrio se explica, por un lado (por el lado de la brecha con
    los padres), porque el paradigma de análisis
    estructuralista no se "banalizó", en gran medida, no es ni
    remotamente algo de conocimiento
    "público" y, por el otro lado (por el lado de la brecha
    con el Saber sabio), porque el paradigma estructuralista, si bien
    ha sido cuestionado y criticado desde hace ya muchos años,
    mantiene todavía cierta legitimidad y muchas de sus
    herramientas
    son todavía válidas.

    En este último sentido, la transposición
    en el ámbito de la teoría literaria opera de manera
    muy diferente que en el de una ciencia,
    digamos, "dura", donde los paradigmas
    sucesivos vuelven obsoletos a sus predecesores. En el caso de la
    teoría literaria, un paradigma, pese a haber perdido su
    centralidad, puede mantener una relativa validez. (pero
    evidentemente, el flujo desde el saber sabio no se da solamente
    en el área de la teoría literaria, sino que,
    manteniéndonos dentro del campo de la lengua y la
    literatura, se pueden verificar otros flujos desde la
    sociolingüística, la semiología, etc…;
    estos flujos o transposiciones, como dijimos, se efectivizan a
    través de los cambios en los programas escolares, los
    cursos de capacitación para maestros,
    etc…).

    Desde la perspectiva de Rockwell, por otro lado, en
    relación con la práctica de la lectura en el aula,
    se afirma que el docente debe establecer puentes entre los
    niños y
    los textos; de forma tal que "…maestros y alumnos
    construyen interpretaciones cruzadas por convenciones escolares y
    saberes cotidianas, que rinden al texto más, o menos,
    accesible." 9 En relación con el concepto de
    transposición, lo que aporta acá Rockwell,
    siguiendo a Chartier, es la idea de considerar el proceso de
    transposición como un acto de apropiación por parte
    de los chicos, un acto en cierto modo creativo.

    La transposición, en este sentido, en el caso de
    la literatura (y no nos olvidemos que Chevallard toma como
    modelo a las
    matemáticas en su texto) es un proceso
    más abierto e impredecible, sensible a los diferentes
    contextos y cruces de lecturas generados por los
    sujetos.

    Si observamos, por otro lado, el caso de la
    enseñanza de la escritura en
    la escuela, podemos ver un panorama bastante diferente.
    Chevallard explica que la noosfera puede poner en práctica
    dos tipos de acción
    para actuar sobre el sistema didáctico: por un lado los
    métodos y
    por el otro lado los contenidos, en este último caso a
    través, principalmente, de los programas y los manuales que los
    explicitan. Creo que, en el caso de la enseñanza de la
    escritura estamos más cerca del primer modo de
    acción, es decir, del énfasis en los
    métodos.

    En este sentido, Daniel Cassany, en su artículo
    Enfoques didácticos para la enseñanza de la
    expresión escrita
    , habla de cuatro enfoques,
    más o menos sucesivos temporalmente: así, partiendo
    de un enfoque gramatical clásico (que enfatiza la
    búsqueda de corrección en la escritura), habla en
    segundo lugar del enfoque por funciones (aquel
    en que se valora el hecho de que el alumno pueda generar textos
    para diferentes situaciones comunicativas), en tercer lugar del
    enfoque basado en el proceso (es decir, conseguir que el chico
    sea capaz de monitorearse y reconocer las distintas etapas y
    estrategias
    implícitas en el acto de escritura), y por último
    menciona el enfoque basado en el contenido.

    Así, puede observarse que en el caso de la
    enseñanza de la escritura no se puede hablar tanto de
    transposición como de diferentes enfoques, impulsados en
    determinado momento por ciertos sectores de lo que Chevallard
    llamaba la noosfera, y que a su vez (sobre todo en el caso del
    enfoque por proceso) revelan el impacto de determinados saberes
    más o menos nuevos, como la psicología cognitiva,
    sobre el campo de la didáctica.

     

    BIBLIOGRAFIA.

    – Enfoques didácticos para la enseñanza de
    la expresión escrita, Daniel Cassany.

    – La lectura como práctica cultural: conceptos
    para el estudio de los libros
    escolares, Elsie Rockwell.

    – La transposición didáctica. Del saber
    sabio al saber enseñado, Yves Chevallard.

    – Lo que quiere decir hablar, Claudia
    López.

    – Socio-lógicas de las didácticas de la
    lectura, Jean-Marie Privat.

     

    Notas

    1. La transposición didáctica, del
      saber sabio al saber enseñado
      , Yves Chevallard,
      pág. 16.
    2. Idem, pág. 25.
    3. Idem, pág. 18
    4. Idem, pág. 16.
    5. Idem, pág.21
    6. Idem, pág. 30.
    7. Idem, pág. 30.
    8. Idem, pág. 31.
    9. La lectura como práctica cultural:
      conceptos para el estudio de los libros libros escolares
      ,
      Elsie Rockwell

     

    Martín Saavedra

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