- Resumen
- Objetivos
- Agua
potable - Usos interiores del agua
potable - Retretes de bajo
consumo - Regaderas. Llaves de lavados y
fregaderos - Lavadoras
- Detección de fugas
intradomiciliarias - Usos exteriores a la casa del
agua potable - Reuso del
agua - Técnicas de uso
eficiente del agua potable - Comunicación y
educación - Fugas de agua de la
red - Medición
- Sistemas
tarifarios - Reglamentación
- Conclusiones
- Bibliografía
El agua es un
recurso imprescindible para el desarrollo de
la vida, solo el 0,003 % del volumen total del
planeta es agua dulce disponible para el hombre;
la
contaminación, el mal uso, los costos de
captación, trasporte y potabilización lo convierten
en un recurso limitado que debe preservarse. En una ciudad
promedio se gasta el 71 % del agua potable en las casas, el 12 %
en las industrias, el 15
% en el comercio y el
2 % en servicios,
mientras el consumo
promedio de una persona es de 150
l/día.
La legislación a nivel mundial está
reglamentando su utilización para poder
conservarlo. Medidas como reuso, tratamiento, regulación,
educación,
concientización, mantenimiento
de redes de
trasporte, medición y sistemas
tarifarios acordes, logrará su disponibilidad por mucho
tiempo. La
edificación actual y futura no escapa a esta realidad y es
un factor indispensable para la minimización del uso del
agua y su futura conservación.
Palabras claves: Agua potable,
Bioconstrucción, Edificación sostenible.
El desarrollo
sostenible es aquel desarrollo
económico y social que tiene lugar sin detrimento del
ambiente ni de
los recursos
naturales de los cuáles dependen las actividades
humanas y el desarrollo del presente y del futuro (FFA,
2005).
La nueva cultura
ambiental en pro del desarrollo sostenible contempla, entre otros
aspectos, la integración de los mejores
parámetros ambientales dentro de los diferentes sectores
que componen la sociedad, y el
sector de la construcción apuesta decididamente por esta
filosofía. En concreto, la
edificación sostenible es aquella que reflexiona sobre
todos los procesos
implicados en una vivienda, desde la concepción del
diseño
del edificio, su ubicación, construcción, uso y
demolición, con la finalidad de minimizar el impacto ambiental
que pueda producirse en cada una de las fases (Alfonso,
2003).
El fomento de la eficiencia
energética constituye una parte importante del conjunto de
políticas y medidas necesarias para cumplir
lo dispuesto en el Protocolo de
Kioto, sobre todo si se tiene en cuenta que el sector de la
vivienda y de los servicios absorbe más del 40 % del
consumo final de energía en la Comunidad Europea
(Alfonso, 2003).
En consonancia con esta nueva cultura, en 1999, se
aprueba en España la
Ley de
Ordenación de la Edificación, en la que se
establecen los requisitos básicos que deben satisfacer los
edificios con el fin de garantizar la seguridad de las
personas, el bienestar de la sociedad y la protección del
ambiente. Los edificios deberán proyectarse, construirse,
mantenerse y conservarse de tal forma que se satisfagan los
requisitos básicos de funcionalidad, seguridad y
habitabilidad.
Dentro de los requisitos de habitabilidad se encuentran
el ahorro de energía y aislamiento térmico, de tal
forma que se consiga un uso racional de la energía
necesaria. Se destaca que el edificio no debe deteriorar el
ambiente en su entorno inmediato y garantizará una
adecuada gestión
de toda clase de
residuos. También el edificio estará protegido
frente al ruido, de tal
forma que el ruido percibido no ponga en peligro la salud de las personas y les
permita realizar satisfactoriamente sus actividades.
En el desarrollo de esta Ley se contemplaba la
creación del Código
Técnico de la Edificación, vigente actualmente y en
el que se contemplan las medidas ambientales que se han de
incorporar en el proyecto de
edificación (Alfonso, 2003).
Desde la Unión
Europea el interés de
incluir la sostenibilidad en la edificación se ha plasmado
en la aprobación, en diciembre del 2002, de la Directiva
relativa a la eficiencia energética de los edificios, que
tiene como objetivo
fomentar dicha eficacia en
Europa, teniendo
en cuenta las condiciones climáticas exteriores y las
particularidades locales, así como los requisitos
ambientales interiores y la relación costo-eficacia
(Alfonso, 2003).
El agua, tanto en cantidad como en calidad, es un
elemento fundamental en el mantenimiento del equilibrio de
los diferentes ecosistemas
terrestres existentes, siendo preciso considerar estas relaciones
al proyectar y desarrollar gran parte de las actividades humanas
con el fin de conservar el ambiente y hacer un uso sostenible de
los recursos
hídricos. Una parte muy importante de la población mundial no tiene acceso en la
actualidad a agua potable. No es el caso de los países de
la Unión Europea, donde la mayor parte de la
población sí la tiene. Para ello, se han invertido
grandes cantidades de dinero en la
creación de infraestructuras para, primero retener y
obtener el agua y, en
segundo lugar, su potabilización previamente a su distribución (UP, 2004).
Se estima que el volumen total de agua presente en la
corteza terrestre y en la atmósfera es de
1.350.106 Km3. La gran mayoría de esta agua, el
97 %, se encuentra en las cuencas oceánicas, por lo que no
es directamente accesible para el consumo humano. El 3 % restante
se considera agua dulce, aunque también inicialmente
inaccesible ya que está, en su mayoría, helada en
las zonas polares y en los glaciares o en acuíferos
profundos poco accesibles, lo que deja, tan solo, un 0,003 % del
volumen total de agua sobre la corteza terrestre directamente
accesible para el ser humano (UP, 2004).
En los casos en que el agua es escasa generalmente la
estrategia de los
diferentes sistemas de suministro es buscar fuentes
alternativas. La introducción de las prácticas
eficientes en el uso del agua sólo se empezó a ver
como una forma de garantizar el recurso hídrico en los
años setenta. Esto se manifestó como tal en el
ámbito urbano, cuando grandes sequías azotaron el
suroeste de los Estados
Unidos.
Otro ejemplo es el caso de México,
donde el Departamento del Distrito Federal (DDF) implantó
su programa de
uso eficiente del agua en 1984 (DDF, 1990). De igual forma, cada
vez más países aplican esta estrategia de manera
progresiva en el sector pecuario y en el de prestación de
servicios. En un principio estas acciones
fueron programas
emergentes, pero su eficiencia y la escasez del
recurso los han convertido en programas clave de medianos y
largos plazos (Gordón, 1990; Van Dyke y Pettit,
1990).
En las sociedades
desarrolladas actuales, una cantidad muy importante del consumo
del agua potable se destina a fines que no requieren una calidad
tan exigente como la estipulada para el consumo humano. Estos
usos son el riego de parques y jardines, la limpieza y usos
industriales. Este hecho pone de manifiesto una evidente
ineficiencia en el uso de recursos, dedicándose grandes
inversiones en
infraestructuras para potabilizar el agua que después no
van a tener ese uso.
Las malas prácticas urbanas e industriales
(vertidos directos a cauces de ríos y la
infiltración de aguas residuales y lixiviados de
vertederos), y sobre todo agrícolas (abuso en el uso de
fertilizantes que han contaminado muchos recursos
subterráneos), han tenido como consecuencia en los
últimos decenios la alteración de la calidad
natural de las aguas continentales (superficiales y
subterráneas), principal fuente de aprovisionamiento de la
población, inhabilitando su uso directo y obligando a la
creación de costosas instalaciones para su tratamiento y
depuración (UP, 2004).
Los principales problemas de
abastecimiento de agua potable a los centro urbanos son el
agotamiento de las fuentes locales, la contaminación de las mismas, los altos
costos de captación y conducción del agua, y los
conflictos
generados por los intereses de diferentes usuarios sobre las
fuentes. Paradójicamente, ante esta difícil
situación, en las ciudades ocurren grandes porcentajes de
fugas, se utilizan tecnologías derrochadoras de agua, no
se rehúsa este recurso, los sistemas de facturación
y cobranza son deficientes, las tarifas por el servicio
frecuentemente no cubren los costos del suministro y existe poca
conciencia
ciudadana (Cortés, 1991).
El principal uso del agua dulce en el mundo es la
agricultura.
En función
del grado de desarrollo industrial de un país, el consumo
agrícola de agua dulce puede rondar desde el 50 % del
total en países altamente industrializados, hasta el 90 %
en países en vías de desarrollo. En España
aproximadamente se dedica el 80 % del consumo total de agua dulce
a la agricultura. El siguiente uso más extendido es el
consumo industrial y, finalmente, el abastecimiento urbano (UP,
2004). En una ciudad en promedio se consume el 71 % de la
producción total de agua en las casas, el
12 % en la industria, el
15 % en el comercio y el 2 % en el sector servicios
(Cortés, 1991).
- Mencionar los principales usos del agua potable en
las residencias. - Describir algunas medidas de ahorro de agua potable
en la edificación.
El agua potable es aquella incapaz de transmitir
enfermedades,
libre de toxicidad, de concentraciones excesivas sustancias
minerales y
orgánicas; agradable a los sentidos y
apta para el consumo humano (Díaz, 2003).
Generalmente es un recurso escaso y susceptible de
contaminación por las aguas negras procedentes de los
inodoros cargadas con materias fecales; y las aguas grises
provenientes de cocinas y lavamanos con grandes cantidades de
detergentes, restos de alimentos y
materia
orgánica (Kestler, 2004). En las casas los usos del agua
pueden clasificarse en interiores y exteriores. Los domicilios
que tienen jardines pueden llegar a utilizar el 50 % del agua
potable en cada tipo de uso (Cortés, 1991).
La reutilización, la depuración mediante
cadenas tróficas y el retorno al ambiente en
óptimas condiciones son los principios que
rigen la gestión del agua en la bioconstrucción
(Kestler, 2004).
El consumo de agua en las viviendas es un factor de gran
importancia ambiental. En primer lugar se debe utilizar
algún sistema de ahorro
de agua en la cisterna del inodoro, sistemas de reducción
de caudal de agua en la grifería de los aparatos
sanitarios de ducha, lavado y fregadero, tener grifería
monomando que incorpore algún sistema de ahorro de consumo
de agua y la utilización de grifería
termostática, que permite seleccionar la temperatura
adecuada de consumo sin necesidad de manipular la
grifería.
Se recomienda utilizar algún sistema de
detección de fugas de agua en las tuberías
enterradas u ocultas permitiendo controlar desde el primer
momento el problema y poder dar solución más
rápidamente. También es indicado aislar
térmicamente las tuberías de agua fría y
caliente, sobre todo en instalaciones colectivas y cuando estas
pasan por espacios ventilados o descubiertos, pues se evitan
muchas pérdidas de calor en las
tuberías de agua caliente.
Asimismo se ha de considerar la instalación de
captadores solares para la producción de agua caliente
sanitaria con sistemas auxiliares convencionales de apoyo
(Alfonso, 2003).
Otra medida a tener en cuenta a la hora de planificar un
edificio es diseñar instalaciones de saneamiento
diferenciadas para aguas limpias y aguas negras, de esta manera
podrán aprovecharse las aguas limpias de lluvia, por
ejemplo para riego, y se debe considerar la posibilidad de
proveer a la vivienda de instalaciones de recogida y
aprovechamiento de las aguas grises provenientes de lavadoras,
lavados o bañeras para el llenado de las cisternas de los
inodoros. En este caso se ha de disponer de un buen sistema de
tratamiento de agua almacenada que garantice las calidades
higiénicas para su reutilización (Alfonso,
2003).
USOS
INTERIORES DEL AGUA POTABLE
Los dispositivos domésticos para el uso eficiente
del agua potable tienen un papel primordial para el ahorro de
agua, en una casa puede utilizarse hasta 35 % del consumo
interior en los excusados, 30 % en las regaderas, 20 % en las
lavadoras de ropa, entre 3 – 10 % en las llaves de fregaderos y
lavados, y 5 % en las lavadoras de trastos.
El consumo promedio de agua potable de una persona es de
150 l/día (Cortés, 1991; Reyes et al,
2002).
Los inodoros tradicionales utilizan de 16 a 20 l por
descarga, lo que significa un consumo promedio de 80 l diarios
por habitante; los de bajo consumo que funcionan con 6 l por
descarga pueden reducirlo a 30 l diarios por
habitante.
En el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua
(IMTA) se ha probado una gran cantidad de excusados de diversos
países y se ha encontrado que tienen un funcionamiento
variable, dependiendo de la marca y del lote
medido (García y Cortés, 1989a; García y
Cortés, 1989b, García y Cortés, 1989c,
García y Cortés, 1990a).
La búsqueda por ahorrar agua en estos
dispositivos ha llegado a la utilización de tanques
presurizados que funcionan conectando la línea de alimentación al
tanque que está cerrado herméticamente (SIT, 1991),
con lo cual la carga de presión
dentro del mismo puede ser igual a la diferencia de nivel de la
superficie libre del agua en el tinaco y la del tanque del
excusado, o a la presión de la red de abastecimiento, lo
que mejora la eficiencia del retrete y reduce la cantidad de agua
a niveles inferiores a los 6 l por descarga (Cortés,
1991).
El agua de las duchas, bañeras y lavamanos se
puede reutilizar para el tanque del inodoro, donde las aguas
grises son almacenadas en un depósito acumulador y por
medio de tubería de PVC el agua es conducida para la
alimentación del tanque del inodoro.
En la reutilización de aguas grises se necesita
una mayor seguridad en su manipulación, por lo que se
recomienda la depuración físico – química de las aguas
procedentes de duchas, lavamanos y bañeras, la
colocación de una malla fina que sirva como tamiz para no
permitir el ingreso de sólidos y la aplicación de
cloro que desinfecte el agua del depósito ya que
está se encuentra contaminada (Kestrel, 2004).
El agua consumida por duchas, bañeras y lavadoras
es canalizada hasta el depósito de aguas grises, situado
en el lugar más idóneo de la casa, como una bodega
o por falta de espacio podría ir enterrado en el
jardín. Cuando se acciona el dispositivo de descarga de
los tanques de los inodoros y se descarga ésta, la bomba
que lleva incorporada el depósito acumulador impulsa las
aguas grises para volver a cargar los tanques de los inodoros
(Kestrel, 2004).
Existen tipos de excusados que llegan al extremo de no
utilizar agua, como los biológicos y los incineradores que
degradan la materia fecal colocada en depósitos inferiores
a la taza, hasta convertirla en abono (García y
Cortés, 1989c).
Se han realizado esfuerzos para mejorar la eficiencia de
los excusados tradicionales, reduciendo la capacidad del tanque
mediante la colocación de recipientes, tabiques, bolsas
llenas de agua o represas de plástico,
sin embargo en la mayoría de los casos esto resta
capacidad de arrastre a la taza (García y Cortés,
1990b). Una opción que parece viable para ahorrar agua en
estos inodoros es la prolongación del sifón de
descarga, lo cual reduce el consumo de agua, según las
mediciones que realizadas por el IMTA (García y
Cortés, 1991).
Los inodoros de compostaje, elaboración de una
capa superficial del suelo obtenida
artificialmente por descomposición bioquímica
en caliente de residuos orgánicos, constituyen una
alternativa al uso del agua potable muy radical. Los inodoros
facilitan, con una buena aireación, el trabajo de
bacterias que
transforman las heces y parte de los orines en compuestos
fertilizantes sin más necesidad que una ventilación
forzada para que no se produzcan putrefacciones sin aire, el agua de
los orines se vaporiza en el propio proceso de
descomposición.
Existen varios tipos de estos inodoros, algunos de los
cuales utilizan pequeñas cantidades de agua. Los inodoros
de compostaje evitan las aguas negras y proveen de un producto
útil para enriquecer con abono a la tierra. A
pesar de las ventajas de estos equipos su adopción
choca con barreras culturales (Kestrel, 2004).
Es el segundo dispositivo demandante de agua dentro de
una casa, debido a ello en países como México se ha
reglamentado que la descarga en estos dispositivos no debe ser
mayor de 10 l/min. Esto se logra mediante el empleo de
regaderas modernas o utilizando reductores de flujo
(Cortés, 1991). La instalación de reductores de
caudal permite reducir el flujo de agua manteniendo su
presión, pueden instalarse en las duchas aunque
también se instalan fácilmente en cualquier grifo
sustituyendo el filtro y/o el difusor. (Kestrel,
2004).
LLAVES DE LAVADOS Y FREGADEROS
La reducción del flujo de estos dispositivos se
logra por medio de aereadores los cuales incluyen aire y
dispersan el chorro incrementando el área de cobertura y,
por lo tanto, la eficiencia de lavado.
Un aereador puede llegar a reducir el flujo hasta en un
6 %.
Otra opción que se ha explorado y que brinda excelentes
resultados es la colocación de válvulas o
censores que hacen que salga agua sólo cuando se colocan
las manos bajo de ellos. En un estudio realizado en el IMTA se
encontró que en una llave de lavado con censor se
tenían descargas de 1,5 l/min a una presión de 0,2
kg/cm2; y de 5,9 l/seg con una presión de 2,5
kg/cm2 (García y Cortés,
1989d).
Los ahorros en este tipo de máquinas
se consiguen colocando cargas adecuadas de ropa, utilizando los
niveles de agua necesarios para una correcta operación o
con lavadoras de poco uso de agua. Existen básicamente dos
tipo de lavadoras, las de carga frontal y las de tina, las
primeras pueden llegar a utilizar la mitad del agua, un 50 % de
agua caliente, y un 33 % del detergente que demanda la
segunda. La construcción de lavadoras de ropa eficientes
ha logrado ahorros de hasta en un 24 % del consumo de agua en
comparación con las lavadoras tradicionales
(Cortés, 1991).
LAVADORAS DE PLATOS
El gasto de agua potable de una lavadora de este tipo
puede variar entre 49 y 95 l por día, sin embargo, se han
construido modelos
eficientes que utilizan entre 36 y 45 l en el mismo
período. Una recomendación para mejorar la
eficiencia de estas lavadoras es cargarlas a su capacidad de
diseño (Cortés, 1991).
DETECCIÓN DE FUGAS
INTRADOMICILIARIAS
En los domicilios se pierde gran cantidad de agua debido
a las fugas de las tuberías, accesorios hidráulicos
y sanitarios. Uno de los muebles que más fugas presenta es
el excusado, básicamente en los herrajes de los
tanques.
Una forma de detectar dichas fugas es el empleo de
colorantes que permiten ubicar con precisión por
dónde se está fugando el agua, una vez detectada
ésta, se recomienda hacer las reparaciones
necesarias.
Sin embargo, la solución de fondo es la
fabricación de herrajes confiables que no provoquen
fallas, en este sentido los tanques presurizados que no los
emplean, como los inodoros de balancín o los que
sustituyen los herrajes por sifones, son opciones que se
encuentran en desarrollo.
Con frecuencia, las llaves de lavado, fregadero o regaderas
también presentan fugas. El desgaste del empaque o las
fugas por la tuerca superior se reparan con facilidad lo que
propicia importantes ahorros de agua potable (Cortés,
1991).
USOS EXTERIORES A LA CASA DEL AGUA
POTABLE
RIEGO
Las prácticas adecuadas de riego de jardines son
la mejor técnica para ahorrar agua. La hora más
apropiada para regar es entre las 4 y 8 de la mañana
debido a que durante esas horas la presión en la red es
más alta, la dispersión provocada por el viento es
baja y las pérdidas por evaporación son
despreciables. Sin embargo, este horario pudiera ser
incómodo; otra opción es regar de las 8 a 12 de la
noche o en las primeras horas de la mañana (Cortés,
1991).
Para resolver este problema existen sistemas de regado
automáticos n donde se programa las horas de
encendido.
La cantidad de agua aplicada varía de acuerdo con
el clima. Se
recomienda que la profundidad de la tierra mojada
durante el período de riego sea de 15 cm. En las
áreas con pendientes pronunciadas no se debe aplicar una
cantidad de agua mayor que aquella que pueda ser absorbida por el
suelo (Cortés, 1991).
Una forma de reducir la evaporación del suelo es
cubriéndolo con tierra de hoja o plástico sobre la
superficie. Igualmente importante es recomendable eliminar las
malezas que compiten con las plantas por el
agua, los nutrientes y la luz solar
(Cortés, 1991).
Las aguas negras procedentes de inodoros pueden ser
conducidas a una fosa séptica para luego pasar a un
sistema de riego subterráneo en el área de
jardinería, con tuberías perforadas que se
entierran en el suelo a una determinada profundidad creando un
riego por goteo constante (Kestrel, 2004).
VEGETALES DE LA REGIÓN
Las planta que consumen más eficientemente el
agua en una región son las nativas. La combinación
de éstas con rocas y grava
puede dar una apariencia atractiva y utilizar poca agua. Una
tendencia reciente es el uso de xerófitas como plantas de
ornato, la promoción del empleo de éstas debe
realizarse considerando el posible impacto al ecosistema que
podría causar su trasplante masivo (Cuthbert, 1989; Nero y
Sorensen, 1990; Jacoby, 1990).
LAVADO DE VEHÍCULOS
Uno de los mayores desperdicios que se pueden hacer del
agua potable es el lavado de vehículos y equipos grandes
por medio de mangueras, se recomienda lavarlos con envases con
agua y apoyar el desarrollo de servicios
públicos que rehúsan el agua (Arreguín y
Buenfil, 1990).
PISCINAS
El agua de las piscinas casi nunca se debe cambiarse,
por más verde o turbia que esté siempre puede
tratarse con productos
químicos apropiados. Los factores que producen mayor
desperdicio del agua en las albercas son la filtración y
la evaporación. Para reducir pérdidas por estas
causas se recomienda revisar el estado de
las paredes y el fondo, así como utilizar cubiertas que
eviten la evaporación (Arreguín y Buenfil,
1990).
La idea de la reutilización de agua potable
convierte el gasto en tratamientos en una inversión productiva, pues en lugar de
desechar el agua residual, es posible retornar al proceso
productivo una fracción del agua residual tratada para que
sea acondicionada apropiadamente para su reutilización.
Este hecho tiene un efecto benéfico desde el punto de
vista del consumo de agua potable.
Al reusar agua residual tratada, las necesidades de
entrada al proceso disminuyen y, por lo tanto, también la
cantidad descargada. Esto trae consigo una cadena de ahorros
derivados de varios hechos: primero, por estar consumiendo menos
agua del servicio municipal; segundo, por disminuir el gasto de
tratamiento (generalmente proporcional al volumen de agua);
tercero, por la disminución en el tamaño del
tratamiento final para descarga y, por último, por la
posibilidad de utilizar el agua para otros usos o usuarios
(García, 1982).
TÉCNICAS DE USO EFICIENTE DEL AGUA
POTABLE
Las técnicas
de uso eficiente del agua potable en las ciudades se pueden
clasificar en cinco grupos: comunicación y educación,
detección y reparación de fugas, medición,
sistemas tarifarios y reglamentación (Cortés,
1991).
Para que todo programa de uso eficiente del agua potable
sea exitoso debe tener participación ciudadana, siendo
indispensable establecer acciones de comunicación y
educación. Los medios que
logran hacer del conocimiento
de los usuarios los objetivos,
metas y resultados de programas de ahorro de agua son variados,
incluyen desde avisos en los recibos de pago, campañas
publicitarias en prensa, radio y televisión, anuncios en la vía
pública y sistema de transporte,
hasta la distribución de dispositivos
ahorradores.
Se estima que este tipo de programas puede llegar a
producir ahorros de entre un 4 y 5 % del consumo total de agua
potable (Grisham y Flemming, 1989).
En relación con la educación formal
se pueden fortalecer los programas de educación primaria y
secundaria en aspectos básicos como el ciclo
hidrológico, de dónde viene, cuánto cuesta y
a dónde va el agua utilizada en las ciudades; pero
resaltando acciones que un niño o un joven pueda llevar a
cabo de forma inmediata, como el uso adecuado del agua en
jardines, excusados, regaderas, lavados, entre otros
(Cortés, 1991).
La mayoría de los dispositivos analizados, sean
exteriores o interiores, aumentan su descarga en relación
directa con la presión. En aquellos lugares donde
ésta sea alta se recomienda utilizar válvulas
reductoras de presión, logrando disminuciones en el
consumo de agua de hasta un 10 % (Cortés,
1991).
Las fugas en las redes pueden ser visibles y no
visibles; las primeras emergen de la tierra o del pavimento, las
segunda no son detectadas a simple vista, pues el agua puede ir
al sistema de drenaje. Los factores que influyen en las
pérdidas en las redes son la edad y material de las
tuberías, las cargas actuantes (tráfico, sismos, etc.), la
calidad y presión del agua, el tipo de suelo, el
acatamiento a las normas de
construcción y el mantenimiento (Hammer, 1987).
Las pérdidas en los sistemas de agua potable y
alcantarillado se deben a la evaporación y
filtración en los vasos de almacenamiento y
regulación, a las fugas en las redes y en las tomas
domiciliarias; a la imprecisión de la medición o a
la ausencia de ella y, en consecuencia, a la mala
estimación, a las tomas clandestinas y al agua no
contabilizada que se usa en los servicios municipales, como el
riego de áreas verdes o para el control de
incendios
(Cortés, 1991).
El uso eficiente del agua plantea varios
desafíos, entre ellos, una implicación directa
hacia el seguimiento continuo y la evaluación
del desempeño en el tiempo. Medir es la clave en
cualquier acción
de uso eficiente del agua. De esta manera, se puede conocer la
realidad y así establecer modelos para predecir y planear
mejor el futuro, mediante una visión integral
(Sánchez y Sánchez, 2004). Permite inducir la
reducción del consumo y hacer más justo el cobro.
Esto sistemas son costosos desde la etapa de instalación
hasta la de mantenimiento, por lo que conviene planear con mucho
cuidado la
administración de la medición (Cortés,
1991).
Se recomienda inspeccionar anualmente todos los
medidores de más de dos pulgadas de diámetro y
realizar muestreos aleatorios en los de diámetros
menores.
Al respecto, ya existen programas para establecer el
período adecuado de mantenimiento a estos dispositivos
(Planells et al, 1987). La edad, la calidad del agua y las
instalación inadecuada son algunos de los factores que
influyen para que su funcionamiento no sea el correcto
(Cortés, 1991).
Las tarifas son un elemento fundamental en los programas
del uso eficiente del agua. Según Grisham y Flemming
(1989), las tarifas pueden ayudar a ahorrar agua si en su
estructura
reflejan el costo real, están relacionadas con los
consumos, los incrementos diferenciales son elevados para que
puedan inducir al ahorro del agua y los cambios de tarifas
están acompañados de programas de
comunicación y educación.
A pesar de la buena disponibilidad del recurso, en los
países de América
Latina el agua no contabilizada constituye uno de los
principales problemas de eficiencia de la mayoría de los
servicios de agua potable, ya que una parte importante del agua
se pierde, restando posibilidades de acceso al agua potable a una
mayor cantidad de población, obstaculizando la
optimización de las inversiones en la producción y
distribución de agua, generando mayores costos de
producción, conducción y pérdidas de
ingresos por
el volumen de agua producido pero no facturado (Sánchez y
Sánchez, 2004).
En general, los reglamentos para hacer más
eficiente el uso del agua son de tipo restrictivo y tienen efecto
en el ahorro del líquido; pueden ser de mediano, largo
plazo o aplicables sólo durante las épocas de
escasez; normalmente estos últimos requieren de una
vigilancia muy estricta y, por lo tanto, se recomienda que se
apliquen sólo cuando sea realmente necesario
(Cortés, 1991).
Sin embargo, al integrar la agenda política
internacional sobre la gestión integrada de los recursos
hídricos en la agenda nacional de cada país, la
reglamentación para el uso eficiente del agua ha ganado
espacio y se ve como una estrategia a largo plazo con acciones en
diferentes niveles, dependiendo en muchos casos del tamaño
de la población.
En los Estados Unidos, por ejemplo, a pesar de una alta
disponibilidad de agua per capita, los programas de uso eficiente
y conservación del agua se vienen trabajando y
reglamentando desde hace mas de quince años, como una
estrategia de planificación integral que ofrece
múltiples beneficios. Para ello, la Agencia de
Protección Ambiental ha definido guías para la
planificación, ofreciendo herramientas y
metodologías para su implementación, control,
monitoreo y evaluación
en diferentes niveles: básico, intermedio y avanzado,
dependiendo del tamaño de la población (USEPA,
1998).
En general la reglamentación y legislación
para el uso del agua debe contener aspectos como:
- Quiénes son los responsables institucionales
del uso eficiente del agua y conservación del recurso
hídrico. - Regular el uso del agua.
- Reglamentar los estándares de calidad en
plomería. - Guías de planificación o requerimientos
para el desarrollo de nueva infraestructura. - Gestión sostenible de las concesiones de
agua. - Herramientas para realizar balances hídricos
(oferta y
demanda). - Normas reglamentando el tratamiento de agua potable y
aguas residuales. - Tecnologías en beneficio de la eficiencia del
lado de la demanda (Sánchez y Sánchez,
2004).
Los científicos actuales de todas las disciplinas
que trabajan con el agua, proponen diferentes modelos para
mejorar la gestión de las aguas continentales:
- El desarrollo de modelos mixtos mediante el uso de
recursos superficiales, subterráneos y marinos
(desalinización). - La mejora de las infraestructuras de
contención y transporte para evitar pérdidas
antes de llegar al destino final. - Erradicación de los antiguos métodos
de riego (por inundación, por aspersión, etc) e
introducción de criterios y novedades
tecnológicas para ajustar el consumo a las necesidades
hídricas del cultivo: horarios de riego, riego por
goteo,… - Campañas de sensibilización de las
poblaciones afectadas (agricultores, industriales,
población urbana). - El uso de dispositivos y aparatos que reduzcan el
consumo. - La internalización de los costes reales del
agua (UP, 2004).
- El agua es un recurso vital para el desarrollo de las
especies en la tierra, debido a la contaminación y a la
actividad humana se esta trasformando en un recurso limitante
que debe preservarse a través de medidas
efectivas. - El ser humano mal aprovecha este importante recurso
por lo que es fundamental su educación y
concientización. - La implementación de equipos reguladores y
reutilización del agua en la edificación genera
un ahorro considerable en el gasto del agua
potable. - Los excusados son los principales consumidores del
agua en las residencias, es recomendable utilizar modelos de
bajo consumo o instalar redes de reuso de las aguas
grises. - Las legislaciones a nivel mundial deben contemplar
normas que reglamenten el buen uso del agua potable y el
tratamiento de las aguas residuales; además de sancionar
a los infractores. - En un futuro próximo todas las construcciones
deberán adecuarse al desarrollo
sustentable de los recursos debido a que serán
exigidos por los estándares internacionales.
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