- Resumen
- Lactante
- Edad
Temprana - Edad
preescolar - Edad
Escolar - Adolescencia
- Juventud
- Madurez
- Adultez
Mayor - Bibliografía
- Conclusiones
"Cada ser humano lleva en sí mismo un
hombre
ideal, lo mismo que cada trozo de mármol contiene en
bruto una estatua…"
José Martí.
Los agentes socializadores ejercen influencia en el
desarrollo de la
personalidad a lo largo de los diferentes períodos
evolutivos, por lo que se hace necesario, un análisis que permita la comprensión
de cada una de las etapas por las que atraviesa el individuo en
su desarrollo, a través de la descripción del papel que juegan los
agentes de socialización en la Lactancia, la
Edad Temprana, la Edad Preescolar, la
Edad Escolar, la Adolescencia,
la Juventud y la
Adultez Mayor.
Palabras claves: desarrollo, personalidad,
socialización, agentes socializadores.
La formación y el desarrollo de la personalidad
ocurre durante toda la vida humana, las características y
regularidades que distinguen al ser humano en cada período
de su vida están determinadas por las circunstancias
socioculturales e históricas concretas en las que
transcurre la existencia de cada persona. Desde la
perspectiva histórico-cultural se destaca, el medio social
como fuente del desarrollo y la interacción e interrelación social
como fundamentalmente determinante del desarrollo psíquico
humano (Febles y Canfux, 2003), lo que demuestra que no solo el
medio social da lugar a cambios en el desarrollo; la
relación única, particular e irrepetible entre de
cada sujeto y su entorno, promueve y potencia el
desarrollo psíquico y de la personalidad.
Es por ello la importancia crucial de la educación para el
crecimiento y el desarrollo
humano en el estudio del desarrollo psíquico, cada
período es sensible para recibir la influencia de la
educación
y el papel de la riqueza estimulante del entorno.
El desarrollo no es algo privativo de niños y
jóvenes, sino que se produce a lo largo de la vida del ser
humano, desde que nace hasta la vejez. En el
estudio del origen y desarrollo de la personalidad, se pueden
verificar logros esenciales en cada una de las etapas, ellos
tienen que ver con la influencia social, toda la historia que antecede al
individuo, la cultura de la
sociedad en la
que vive y los grupos en los
cuales se inserta o con los que de alguna manera se
relaciona.
El desarrollo es un proceso movido por contradicciones
internas, (y en este sentido es espontáneo), las cuales se
originan en el propio proceso de interacción e
interrelación del niño con su medio. En el proceso
de desarrollo se produce la conjugación de factores
externos e internos.
El desarrollo psíquico ocurre como
un proceso espontáneo, continuo, de automovimiento, de
saltos hacia escalones superiores, que implica el paso a nuevas
formas de pensar, sentir y actuar. Es un proceso de cambio que
conduce a que en cada período evolutivo nazca lo nuevo y a
la vez lo viejo se reestructure sobre una nueva base. El
desarrollo se produce en la relación con los otros, estos
vínculos permiten explotar las capacidades y llegar a
niveles de comprensión de la realidad y de sí
mismos que solos es imposible de alcanzar. Estos solo son
posibles, en la
comunicación con los otros y en el marco del desempeño o la ejecución de
determinadas actividades.
Estos sistemas de
actividad y de comunicación vienen a constituir las
condiciones externas del desarrollo, las que unidas y en especial
combinación con las propias particularidades
psicológicas del individuo, describen la dinámica de cada una de las etapas del
desarrollo y permiten el salto a una etapa superior. Esto es lo
que se conoce como, Situación Social del Desarrollo y que
se entiende como la "combinación o relación
única e irrepetible entre las condiciones internas y las
condiciones externas que caracterizan al sujeto en cada etapa
evolutiva, lo que determina el surgimiento y el desarrollo de
nuevas actividades, formas de relación, de
comunicación y por tanto, el surgimiento de nuevas
acciones
psicológicas y nuevas formaciones" (Bozhovich, 1976,
p.36).
El ser humano nace y es en la interacción social
que desarrolla las particularidades que lo distinguen como tal,
"La naturaleza del
desarrollo cambia de lo biológico a lo sociocultural…",
(Vigotsky,
1998, p.28). Es así como el hombre vive
relacionándose con diversos grupos que ejercen determinada
influencia sobre él, esta es mediatizada por las propias
características psicológicas que caracterizan a
dicho individuo.
El proceso de Socialización consiste en la
apropiación por parte del individuo de toda la experiencia
social, lo cual le proporciona la posibilidad de integrarse a la
vida en sociedad.
Este proceso se da precisamente como resultado de las
interacciones que se producen entre los seres humanos e influye
en el desarrollo de su personalidad.
El proceso de socialización transcurre a lo largo
de toda la vida y se caracteriza por ser de carácter bidireccional, es decir, por un
lado se encuentra toda la influencia que ejercen los grupos y por
otro, la recepción activa que realiza el
individuo.
Esta afirmación remite al papel activo de la
personalidad como principal filtro que media la relación
de los sujetos con su entorno. La socialización, entonces
se da mediante diferentes agentes socializadores como la familia, la
escuela, el
grupo informal
o grupo de amigos, el centro laboral, la
comunidad que
son los más tradicionales.
Sin embargo; el desarrollo no siempre implica
estabilidad, se plantean crisis en el
desarrollo, existen momentos en que el equilibrio en
la constante interrelación que se establece con el entorno
puede romperse, es decir, las demandas del medio no pueden ser
satisfechas con las posibilidades actuales del individuo y es
aquí cuando aparece la crisis.
Estas, que desde el sentido común pueden
entenderse como negativas, juegan un papel importante en el
desarrollo de la Personalidad, permiten el surgimiento de
características psicológicas superiores que hablan
de una mayor madurez de la personalidad y de la entrada a una
nueva etapa del desarrollo.
Ninguna persona es la misma a lo largo de la vida y esas
peculiaridades que se distinguen en determinados momentos, son
precisamente las características de cada una de las etapas
por las que atraviesa el desarrollo de la
personalidad.
Se analizará entonces el desarrollo de la
personalidad a lo largo de los diferentes períodos
evolutivos y la influencia que ejercen los agentes socializadores
en este proceso para la comprensión de cada una de las
etapas por las que atraviesa el individuo en su desarrollo. Se
describe el papel que juegan los agentes de socialización
en la Lactancia, la Edad Temprana, la Edad Preescolar, la Edad
Escolar, la Adolescencia, la Juventud y la Adultez
Mayor.
Para describir las principales características
que son propias de cada etapa del desarrollo. Se tiene en cuenta
los sistemas de actividad y comunicación, lo logros
alcanzados por los sujetos y la crisis que se observa en los
individuos. En este análisis se hace referencia al papel
que juega el otro en el proceso de socialización del
sujeto en cada una de las etapas del
desarrollo.
Desarrollo
En el momento del nacimiento el niño puede
ejecutar movimientos involuntarios, impulsivos,
espontáneos; estirarse al despertar, pataleo, gritos;
generalmente suelen aparecer ante estímulos sensoriales.
Estos movimientos se caracterizan por ser reacciones totales y se
producen involuntariamente; todas las reacciones del
recién nacido se producen de una manera refleja e
incondicionada de ahí que una de las
características fundamentales de esta etapa sean los
reflejos incondicionados. Se define como reflejos incondicionados
a las reacciones congénitas que se producen en un
organismo inmaduro, dichos reflejos son los que
garantizarán la supervivencia del niño ante las
nuevas exigencias del medio. Un caso que permite ejemplificar
esto es el del reflejo de succión: cuando se le tocan los
labios al niño hace movimiento de
succión, el que le permite alimentarse.
En los primeros momentos el recién nacido
succiona indiscriminadamente lo mismo si se le acerca a la boca
el seno materno, un dedo, o un biberón; en la medida que
el niño va reconociendo los estímulos del medio va
diferenciando las acciones que debe cometer ante cada uno de
ellos. Así reflejos que denotan inmadurez van
desapareciendo poco a poco a partir de los tres meses, los que
evidencian progreso y madurez en la aparición de otras
funciones.
El adulto juega un papel importante en los primeros
meses de vida, inicialmente el niño depende completamente
de sus padres para satisfacer sus necesidades
fisiológicas. Estas necesidades se expresan primeramente a
través de reflejos incondicionados, los cuales el adulto
tiene que interpretar a partir de la situación en que se
encuentre el recién nacido; por ejemplo, el llanto del
niño no siempre está provocado por la misma
necesidad básica, el niño puede llorar por hambre,
por sueño, por incomodidad, etc. El papel del adulto en
este caso está en diferenciar el significado de cada uno
de estos "llantos".
Esta interacción comienza a hacerse más
compleja tomando un significado social, un ejemplo es cuando el
recién nacido llora por que tiene hambre, está
buscando satisfacer una necesidad básica de alimentación, la
madre al darle el pecho le proporciona además caricias,
miradas, conversa con él; en esta relación no solo
se estimulan los órganos de los sentidos,
comienza además un proceso de trasmisión de
sentimientos. Tanto es así que a partir de este contacto,
el llanto del niño se va transformando y va cambiando el
objetivo que
persigue: pasa de ser una simple manifestación de una
necesidad básica como alimentarse, a expresar necesidades
sociales y afectivas cada vez más complejas, como recibir
el cariño y la atención de sus padres.
Claro esto no ocurre de golpe, es resultado de esta
compleja interacción entre el adulto y el niño que
se da en el marco del proceso de socialización de manera
lenta y progresiva. Se podrá analizar entonces, que la
actividad fundamental del lactante, es la relación con la
madre. Gracias a la estimulación del adulto,
fundamentalmente la madre, el recién nacido,
desarrollará adecuadamente los órganos de los
sentidos (tacto, olfato, vista y oído).
En el vínculo emocional con el adulto el
niño comienza a manifestar sus reacciones emocionales
positivas, en las que expresa la necesidad de
comunicación. Así, cuando el niño mira o
escucha atentamente al adulto se produce una reacción
motora: puede agitarse, comenzar a mover brazos y pies, o
quedarse tranquilo por un breve tiempo,
generalmente acompañado de una expresión de
sonrisa; estas manifestaciones se conocen como el complejo de
animación.
A partir de esta etapa, el adulto busca constantemente
respuestas del niño, en este intercambio le exige cada vez
más al niño, que primero responderá con
balbuceos, gorjeos y algunas palabras. Después comienza a
desarrollar la comprensión del lenguaje,
donde comprende más palabras que las que puede emitir; por
ejemplo, se le pide que traiga un objeto o se le pregunta donde
esta el mismo, el niño lo trae o lo señala pero no
sabe pronunciar el nombre de dicho objeto.
En el intento por agarrar los objetos, el niño
comienza a desarrollar la coordinación manual, si se le
enseña un sonajero a un bebé, este lo
seguirá con la mirada, solo hasta después de los
tres meses y después de muchos intentos logrará
agarrarlo, después podrá sujetarlo y finalmente
será capaz de agitarlo y golpear con él.
Ya en los últimos meses de esta etapa, el
niño ha perfeccionado la coordinación, puede
incluso agarrar objetos pequeños con el dedo índice
y pulgar en forma de pinza, es cuando los niños pueden
agarrar pequeños granos. En esos intentos por apoderarse
de los objetos, el lactante realiza movimientos con todo el
cuerpo que lo ayudan a fortalecerse.
En esta etapa el niño logra desde el control de la
cabeza, el tronco, se sienta, gatea y finalmente logra permanecer
de pie, primero con apoyo y luego sin este.
En esta etapa, la madre y los adultos que se relacionan
con el niño, no solo van a satisfacer sus necesidades, en
el fuerte vínculo emocional que se establece en esta
etapa, ellos además lo enseñarán a
relacionarse con la realidad que lo rodea.
Es frecuente que al caminar con el niño cargado
por la casa, se le llame la atención hacia objetos y
personas nuevas, todas estas acciones buscan una respuesta por
parte del pequeño.
Es precisamente en la relación entre la madre y
el niño, que como resultado de las exigencias de la madre,
aparece en el niño la necesidad de incrementar la
comunicación con el adulto, lo que entra en
contracción con sus posibilidades reales para realizarla
(Cruz, 2003), se genera entonces la crisis del primer año,
que será resuelta en la siguiente etapa con el desarrollo
del lenguaje y la marcha.
Teniendo en cuenta lo analizado se concluye que al
finalizar el primer año de vida, el niño ha logrado
el desarrollo de los órganos de los sentidos. Ha
desarrollado las bases para el desarrollo del lenguaje. Es capaz
de manipular intencionalmente los objetos con un
perfeccionamiento de la acción
prensil y puede mantenerse parado sin apoyo. Todos estos logros
gracias al fuerte vínculo emocional con la madre que
realizará la estimulación temprana, favoreciendo el
desarrollo.
Los logros del lactante le permiten al niño
desempeñar un papel mucho más activo en su
relación con el ambiente: se
desplaza libremente, siente gran curiosidad por el mundo que lo
rodea y lo explora con entusiasmo, busca ser cada vez más
independiente.
El adulto, a partir de este momento, pasa a asumir un
rol de colaborador. Esto no quiere decir que se le reste
importancia al papel que juegan los padres en la educación
del niño, estos además de satisfacer necesidades
básicas, son mediadores que permiten que sus hijos
conozcan la función
que históricamente se les ha brindado a los objetos por
parte de la sociedad, esta etapa se caracteriza por
¿Qué es esto?, el niño sólo va a
saber cómo usar una cuchara o un lápiz y la
función de estos (ya la cuchara no la utiliza para
golpear, o el vaso para colocar los objetos dentro de el, el
niño es capaz de llevárselo a la boca para comer o
beber), en la interacción con el adulto al manipular estos
objetos.
La manipulación de los objetos pasa ahora a
convertirse en la actividad fundamental de esta etapa. A partir
de este momento los intereses del niño estarán
encaminados al dominio de nuevas
acciones con los objetos. Aquí el adulto asume un papel de
educador ayudante, que al enseñarle la función
social de los objeto, contribuirá que asimile
además normas de
conducta en la
sociedad.
En el accionar con los objetos, el niño comienza
a separar los objetos de su función social para comenzar a
utilizarlo simbólicamente, utiliza un lápiz como un
carrito, una cajita como una cocinita. Aquí él
conoce la designación social del objeto pero lo utiliza
para sustituir a otro, que no tiene a su alcance en la
situación del juego o esta
socialmente prohibido para su edad.
El lenguaje en los primeros momentos esta
básicamente ligado a las acciones con los objetos y
depende de la interacción con los adultos en esta etapa el
niño escucha con mucho interés
las conversaciones y estas poco a poco comienzan a regular su
comportamiento. En esta etapa el lenguaje se
enriquece, la comprensión de las palabras y las
órdenes verbales sencillas, pueden regular la conducta del
niño. El lenguaje activo también se
incrementa.
En el desarrollo de la personalidad comienza aparecer
formas elementales de reconocimiento de sí mismo como un
ser independiente, cuando el niño primero se reconoce en
su aspecto externo y después pasa al mundo interior, es
cuando el niño se identifica a sí mismo en una
foto, aparece entonces la autoconciencia. En el lenguaje comienza
a utilizar los pronombres personales, "mío",
"yo".
Reconocerse a sí mismo, independizarse del adulto
y a la vez querer ser como ellos, unido a las protestas por la
atención constante por parte del adulto; genera
contradicción entre las crecientes posibilidades del
niño, las formas elementales de actividad con los objetos
y las relaciones con los adultos. La necesidad de
satisfacción independiente se convierte en motivo de
perretas, negativismo y reacciones de rebeldía, lo que
caracterizará la crisis del desarrollo en esta
etapa.
El manejo de los padres de esta situación es
trascendental para el posterior desarrollo de la personalidad del
individuo, ante dicha crisis se debe procurar mayor independencia
en el niño, si se deja que realice aquellas actividades
para las cuales está preparado (bañarse y comer
solo, elegir la ropa que se va a poner y/o comprar).
Es necesario distraer la atención de aquellas
actividades que no puede realizar por su seguridad, o por
no estar preparado para ellas (cocinar, fregar, mecánica de carros, operar a un paciente,
etc.), hacia el juego de roles donde simule la actividad del
adulto y se prepare para la próxima etapa. Siempre
conversando y explicando al niño, por qué puede o
no puede hacer, para lograr cierta autonomía en el
niño que favorezca su desarrollo.
Si el adulto se convierte en un obstáculo y no le
permite la autonomía que necesita, puede prolongar la
crisis y podría influir negativamente apareciendo inseguridad,
dependencia, etc.
¿Cuáles son entonces los aspectos
más importantes del niño de edad
temprana?
La actividad con los objetos mediadas por el adulto, del
que aprenderá la función social de los objetos,
posibilitándole la función simbólica de la
conciencia,
además, asimila elementales reglas y normas sociales. El
dominio de la marcha erecta, el desarrollo del lenguaje y la
aparición de la autoconciencia, son otros de los logros de
la etapa.
El adecuado manejo de la crisis por el adulto,
sentará las bases para un eficaz desarrollo de la
personalidad futura. Según Mujina, Cherkes – Zide, y
Rechtnikok (1981) las transformaciones cualitativas en los tres
primeros años de vida son tan considerables que se pudiera
decir que el niño se encuentra en el punto medio de
desarrollo del hombre.
En el caso de esta etapa, el niño adquiere
facilidad para manejar el lenguaje y las ideas le permiten formar
su propia visión del mundo, a menudo sorprendiendo a los
que lo rodean. El lenguaje egocéntrico, es cuando el
niño al jugar sólo o acompañado planea en
voz alta las acciones que él mismo va a realizar (-"ahora
voy a mover el carro de aquí para
allá").
Esta situación es motivo frecuente de
preocupación de los padres pues piensan que el niño
está hablando sólo. Este no aparece por mucho
tiempo para acompañar las acciones del niño, poco a
poco comienza a convertirse en un instrumento del pensamiento en
la búsqueda de solución de problemas que
se le presentan en la situación de juego, desarrolla su
capacidad para utilizar símbolos en pensamientos y acciones, y
comienza a manejar nociones como edad, tiempo, espacio. Esta es
la etapa del pensamiento preoperacional, es decir, la etapa en la
cual se empiezan a utilizar los símbolos y el pensamiento
se hace más flexible.
La función simbólica (capacidad para
representarse mentalmente imágenes
visuales, auditivas o cinestésicas que tienen alguna
semejanza con el objeto representativo, por ejemplo, puede
utilizar una cuchara como un martillo en un momento determinado
aunque sabe que esa no es la verdadera función de ese
objeto) se manifiesta a través del lenguaje, la
imitación diferida y el juego simbólico. La
capacidad para expresar sus necesidades y pensamientos a
través del lenguaje les ayuda a ser más
"independientes".
Despunta el aprendizaje
del mundo de las relaciones y del lugar que se ocupa en
éstas y en el mundo en general, a partir de la
asimilación de reglas que son trasmitidas por la familia como
agente de socialización. Esta asimilación de reglas
se lleva a cabo a través de la actividad fundamental de
esta etapa: el juego de roles. Este consiste en la simulación
por parte del niño de las actividades que realiza el
adulto en su vida cotidiana. Es cuando juega a la casita y asume
el papel de mamá o papá.
Si bien, a finales de la etapa comienzan a establecer
relaciones de amistad, las
relaciones fundamentales son con sus padres, aunque ya se va
viendo cómo se va ampliando progresivamente el marco de
las relaciones sociales que promueven la socialización del
individuo.
Si en etapas anteriores la familia era la que
esencialmente se ocupaba de trasmitir normas y valores, ahora
se le incorporan los coetáneos, es decir, los niños
de su misma edad que comparten el juego. Su interés por el
mundo de los adultos, se canaliza a través del juego de
roles. Es en la imitación de los adultos, donde se
enriquece la imaginación y se desarrollan la
atención y la memoria
voluntaria, en función de mantener los argumentos del
juego.
Aquí ocurre un enriquecimiento del lenguaje y
aparece el lenguaje explicativo, el cual posibilita relatar un
grupo de acciones sin necesidad de ejecutarlas durante el
juego.
Los niños absorben valores y actitudes de
la cultura en la que los educan. Van viviendo un proceso de
identificación con otras personas; es un aprendizaje
emocional y profundo que va más allá de la observación y la imitación de un
modelo.
En esta etapa se destaca que el papel de los adultos en
la preparación para el ingreso a la escuela, es
fundamental. La inserción en un mundo desconocido, con
nuevas exigencias, puede generar crisis de adaptación en
los niños preescolares.
El período escolar tiene como evento central el
ingreso a la escuela. A esta edad el niño debe cambiar su
ambiente cotidiano, donde quedan fuera aquellas personas que
forman su familia y su mundo hasta ese momento. Con el ingreso a
la escuela el niño se inserta a la actividad de estudio,
que a partir de ese momento va a establecerse como actividad
fundamental de la etapa.
Este hecho amplía aún más el
contacto del niño con la sociedad a la que pertenece, la
cual impone exigencias que requieren del desarrollo de nuevas
habilidades y destrezas para su superación
exitosa.
El niño se enfrenta y adecua a un ambiente nuevo
en el cual deberá lidiar con demandas desconocidas hasta
ese momento para él, aprender las expectativas de la
escuela y de sus profesores y lograr la aceptación de su
grupo. Es en la escuela donde se le van a entregar las herramientas
necesarias para desenvolverse en el mundo adulto.
El desempeño del escolar se puede ver afectado en
función de si se ha logrado o no las tareas del desarrollo
de las etapas anteriores, ya que este período puede hacer
evidente algunos problemas que son el resultado de dificultades
en los métodos
educativos de la familia. Ese niño, que en las etapas
anteriores no le brindaron la posibilidad de desarrollar su
autonomía, utilizándose métodos
sobreprotectores, autoritarios o permisivos, pudiera presentar
dificultades para adaptarse a la escuela.
Además de la actividad de estudio, en esta etapa
es esencial el juego. El papel del juego consiste en dar
oportunidades de aprendizaje. En él, el niño tiene
la posibilidad de ir ganando confianza en sus capacidades, entrar
en contacto con el grupo de pares y relacionarse con ellos,
aprendiendo a aceptar y respetar normas. El juego brinda modos
socialmente aceptables de competir, canalizar energía y
actuar en forma agresiva.
En esta etapa el juego de roles se complejiza y permite
la aparición del juego de reglas (damas, parchis,
escondidos), el cual implica respeto a la
cooperación social y a las normas, existiendo
sanción cuando ellas se transgreden. Este juego es el que
va a persistir en la adultez.
En esta etapa la relación con los padres cambia,
continuándose el proceso gradual de independencia y
autonomía, que ya se venía desarrollando desde
etapas anteriores. Los padres siguen siendo figuras muy
importantes; los niños se dirigen a ellos buscando afecto,
guía, vínculos confiables y duraderos,
afirmación de su competencia y
valor como
personas.
Progresivamente, va teniendo lugar una
corregulación de la conducta entre el niño y sus
padres. Éstos realizan una supervisión general en el control, y el
hijo realiza un control constante. La eficiencia de
esta regulación está determinada por la claridad de
la comunicación entre padres e hijos, las reglas claras,
sistemáticas y consistentes.
El maestro en este período comienza a tener una
mayor importancia, como figura sagrada, que inmediatamente se
convierte en el modelo a imitar. Los maestros imparten valores y
transmiten las expectativas sociales al niño y a
través de su actitud hacia
él colaboran en el desarrollo de su autoestima. Se
ha demostrado que aquellos profesores que muestran confianza en
la capacidad del niño, incentivan el trabajo y
el desarrollo de potencialidades, a la vez que favorecen un
autoconcepto y una autoestima positivos. Esto se produce de esta
forma, porque en esta etapa la figura del maestro constituye un
modelo para el escolar, y este se esforzará constantemente
para lograr el reconocimiento del maestro.
El escolar llega a esta etapa ávido de
conocimientos y de interpretar las relaciones entre los
diferentes objetos y eventos de la
realidad. Es precisamente el maestro el portador de estos
conocimientos, por lo que se convierte en alguien muy importante
para el alumno, el cual tratará de imitarlo. Queda
demostrado el importante papel que juega el maestro en la
transmisión de normas y valores al niño.
Además, aparece el grupo escolar como un
referente importante y que se va a constituir en uno de los ejes
centrales del desarrollo del niño en esta
etapa.
El grupo, en los escolares, comienza a tener una
importancia cada vez mayor para el niño, ya que es en la
interacción con ellos donde descubren sus aptitudes y es
con ellos con quienes va a medir sus cualidades y su valor como
persona, lo que va a permitir el desarrollo de su autoconcepto
(es el sentido de sí mismo, se basa en el
conocimiento de lo que hemos sido y lo que hemos hecho y
tiene por objetivo guiarnos a decidir lo que seremos y haremos) y
de su autoestima (es la imagen y el valor
que se da el niño a sí mismo). Las opiniones de sus
compañeros acerca de sí mismo, van a tener peso en
su imagen personal.
El intercambio con los compañeros permite al
niño poder
confrontar sus opiniones, sentimientos y actitudes,
ayudándole a examinar críticamente los valores que
ha aceptado previamente como incuestionables de sus padres, y
así ir decidiendo cuáles conservará y cuales
descartará.
Por otro lado, este mayor contacto con otros
niños les da la oportunidad de aprender cómo
ajustar sus necesidades y deseos a los de otras personas,
cuándo ceder y cuándo permanecer firme.
En este ámbito vale destacar como aspecto
negativo que los niños de esta edad son muy susceptibles a
las presiones para actuar de acuerdo con los pares. Esto
principalmente afecta a los niños de baja autoestima y
habilidades sociales poco desarrolladas.
En términos generales, la relación con lo
pares, contrapesa la influencia de los padres, abriendo nuevas
perspectivas y liberando a los niños para que puedan hacer
juicios independientes.
A partir de los seis años, el niño
comienza a operar a través de conceptos
científicos, por lo que tendrá iniciar el conocimiento
de la esencia y diferencia de objetos y fenómenos de la
realidad. Para llegar a la esencia es necesario partir de
situaciones concretas.
Esto quiere decir que puede resolver problemas,
utilizando la representación mental del hecho sin
necesidad de operar sobre la realidad para resolverlo. Sin
embargo las operaciones
concretas están estructuradas y organizadas en
función de fenómenos concretos, sucesos que suelen
darse en el presente inmediato.
Si al niño se le pone en una situación
problemática, el puede resolverla sin necesidad de mover
objetos para hallar la solución, sólo
representándose la solución en su
imaginación, siempre y cuando los objetos para resolver el
problema estén presentes en el espacio físico en el
que se encuentra el escolar en ese momento.
Por otro lado, hay un perfeccionamiento de la memoria, tanto
por que aumenta la capacidad de ella, como porque mejora la
calidad del
almacenamiento y
la
organización del material. Se enriquece el
vocabulario, hay un desarrollo de la atención y la
persistencia de ella, en la tarea.
El lenguaje se vuelve más socializado y reemplaza
a la acción. Ya el niño no tiene que realizar una
acción en un juego, sino por medio del lenguaje puede dar
esta por hecha. Todos estos procesos
cognitivos se vuelven más voluntarios en esta etapa. Esto
es lo que posibilita este perfeccionamiento en ello.
Por último, esta etapa se caracteriza
además por presentar una mayor estabilidad en sus
intereses. La satisfacción de sus necesidades
psicológicas, están relacionadas con la actividad
de estudio y el conocimiento
científico de los objetos.
Se desarrollan sentimientos sociales y cualidades
morales, apareciendo la moral
vinculada a la consideración del bienestar del otro, lo
que puede ocurrir debido al desarrollo cognitivo que se produce
en esta edad y que permite que el niño considere puntos de
vista diferentes a los suyos. Esto implica que el niño
puede imaginar como piensa y siente otra persona.
A modo de resumen es necesario destacar el surgimiento
del pensamiento conceptual, como una importante
adquisición de la personalidad en esta etapa, que permite
incrementar el carácter consciente y voluntario de los
procesos psíquicos. Los intereses en esta etapa
están estrechamente vinculados con el estudio como
actividad fundamental. El interés por el conocimiento
científico de los objetos, se da fundamentalmente en las
relaciones escolares con el maestro y sus compañeros, sin
que la familia deje de jugar su importante e insustituible papel
como agente de socialización.
Una vez que el escolar llega a los 11 años,
comienza a transitar por una etapa en la que vivencia profundos y
significativos cambios internos y externos, en la cual tiene
lugar uno de los momentos más críticos del
desarrollo de su personalidad.
En este período ocurren algunos cambios
físicos que contribuyen a una imagen personal cambiante e
inestable Todos estos cambios son percibidos por el (la)
adolescente, quien va experimentando sentimientos en
relación a ellos, los que se manifiestan en el área
afectiva, social y en la cognitiva.
El adolescente es capaz de fundamentar juicios y exponer
ideas emitiendo criterios críticos. Esto gracias al
desarrollo de reflexiones basadas en conceptos científicos
obtenidos en etapas anteriores y enriquecidas con la actitud
activa de los adolescentes,
hacia el conocimiento de la realidad.
Dentro de las características distintivas de esta
etapa, sobresale la inestabilidad emocional, que se expresa en
constantes dificultades en la interrelación con los
adultos, irritabilidad, hipersensibilidad y bipolaridad entre
introversión y extroversión; todo esto ha
contribuido a la visión comúnmente difundida de
esta etapa como crítica
o caótica, contrastando con la etapa anterior (edad
escolar) en que la personalidad del niño y su
configuración física son muy
estables y predecibles.
Uno de los sentimientos que caracterizan al adolescente
es el de ser incomprendido, lo cual se relaciona con una percepción
de no ser niño ni joven, que viene dada porque el
adolescente comparte algunas características de los
adultos(como puede ser la capacidad de procrear, y de
desempeñarse en alguna profesión), pero socialmente
no se les permite expresarla como tal. Esto provoca un conflicto
entre lo que potencialmente el adolescente puede hacer y lo que
socialmente le es permitido.
Esto produce un quiebre en las relaciones
interpersonales en las diferentes áreas (familia,
amistades). Comienza a enfatizarse el afán de
independencia que marca conflictos en
las relaciones con los padres, ya que esto también oscila
entre arranques de independencia y actuaciones infantiles que
requieren protección y dependencia.
Esta posición intermedia, en la que el
adolescente no es ni niño, ni adulto, sus necesidades de
independencia (aunque depende de los padres), y la
búsqueda constante de identidad, son
elementos fundamentales que caracterizan la crisis en este
período.
En esta etapa ya el grupo de amigos redimensiona su
significación, volviéndose de vital importancia
para el adolescente. Es a partir de la posición que ocupa
en el grupo de amigos, y de cómo lo valoran los
integrantes de dicho grupo, que va a conformarse la
autovaloración del adolescente.
Dicho de otro modo, el adolescente se va a percibir a
sí mismo en función de la percepción que
tiene su grupo de él. Si en el grupo es reconocido y lo
perciben positivamente esto influirá en la manera en que
él exprese su comportamiento. De lo contrario puede tender
a la búsqueda constante de aceptación por parte del
grupo.
Esta es una de las características fundamentales
del los grupos informales, ya que la mayoría de los
intereses del adolescente están dirigidos hacia la
actividad que realizan estos grupos, los cuales definen los
intereses que van surgiendo en los adolescentes. Además el
grupo de amigos deviene en una fuente muy importante de
satisfacción de necesidades que el individuo no satisface
ni en la familia ni en la escuela.
Igualmente las posiciones morales que adopta el
adolescente dependen de las exigencias vigentes en el grupo. A
pesar que el adolescente tiene sus propias ideas y juicios
morales, estos sólo se expresan en función de lo
que el grupo acepta o no. Así, el adolescente no
sólo se apropia de valores y normas, sino de patrones de
conducta, modas, ideales, estereotipos, etc.
Es por ello que ratificamos la importancia del grupo de
amigos como agente socializador en esta etapa, ya que moviliza el
comportamiento de sus integrantes.
Claro que en esto también interviene un agente de
socialización que con su labor puede influir en los grupos
informales. Nos referimos a la comunidad. En una comunidad se
puede encontrar cómo confluyen numerosos grupos
informales, así como interactúan numerosas familias
y además puede estar presente la escuela. La comunidad es
un agente socializador muy complejo, en el cual se integran
varios agentes de socialización.
Las características de la comunidad en la que se
inserta el individuo, ejercen una influencia sobre los grupos
informales y la familia, y por transitividad, ejercerá una
influencia en el adolescente. Esta debe ser la encargada de
transmitir las normas de control social, que serán
establecidas en función de los criterios de los miembros
de la comunidad.
O sea, una comunidad en la cual existan constantes
peleas entre sus habitantes, altos índices de delincuencia,
drogadicción, violencia
familiar, etc., transmite valores negativos y distorsionados
a los adolescentes que la integran. Por tanto, esta se ve
limitada en su función de control social, y los grupos
informales que se forman en esa comunidad reflejan
características de esta y organizarán sus
actividades en función de estas conductas
antisociales.
Se reafirma la importancia de un adecuado clima y de una
integración de todos los factores en la
comunidad para la adecuada función educativa que esta
desempeña para el desarrollo de la personalidad del
adolescente.
La sociedad debe entonces a orientar y promover la
integración entre la familia, la escuela y la comunidad,
para que la comunicación fluya adecuadamente y todos estos
agentes participen conjuntamente en el proceso de
socialización del adolescente. Esto adquiere vital
importancia puesto que si cada uno trabaja por su lado se pierde
la posibilidad de ejercer una única influencia positiva en
el adolescente que permita una resolución constructiva de
la crisis que se da en esta etapa.
Se consideran logros de la adolescencia, la actitud
activa en la búsqueda de conocimiento, el desarrollo de
formaciones superiores como la autovaloración, los ideales
y la
motivación profesional, que se dan fundamentalmente en
las relaciones con sus amigos, pero siempre como resultado de la
influencia de la familia y los maestros en etapas anteriores y
del manejo adecuado de las situaciones críticas que
generan los cambios de esta etapa. De ahí la importancia
de dirigir concientemente las influencias educativas de todos los
agentes socializadores.
La resolución de la crisis del adolescente,
permite el paso a una etapa en donde el individuo se vuelve
más independiente y toma más responsabilidad en sus actos. En la juventud el
individuo comienza a desprenderse de los grupos, dejando de ser
estos, el regulador externo de su conducta. Aparece entonces, una
autodeterminación consciente, que posibilitará la
regulación interna del comportamiento.
Aquí su autovaloración depende más
de la imagen que el tiene de sí mismo, que de las
opiniones de los grupos a los cuales pertenece. Sus relaciones
sociales, en este período, se dirigen fundamentalmente a
la búsqueda de pareja, con el fin de formar una familia
estable.
En la etapa juvenil, la preocupación constante
por la superación profesional, se convierte en la
actividad fundamental del desarrollo de la personalidad.
Comienzan a aparecer intereses hacia diversas áreas
profesionales, que se venían gestando desde la
adolescencia, pero que aquí se consolidan.
A partir de este momento se toman decisiones acerca de
la profesión o trabajo que
realizará el resto de su vida, que estarán
estrechamente relacionadas con el contenido de los ideales en
esta etapa. El joven se convierte en el centro de su propio
ideal, se incluyen además modelos de
figuras familiares con fuerte vínculo afectivo,
compañeros y personalidades históricas.
Otro logro importante es la posición valorativa
que el joven tiene acerca de la realidad que lo rodea. Aparece
entonces una concepción del mundo más estructurada
que permite al joven comprender y emitir juicios sobre diversas
situaciones, relacionados a componentes morales, vistos como
sistemas de normas y valores. Esta concepción del mundo es
la posición que se asume ante la situación
determinada y que permite llegar a emitir juicios de valor y una
actuación en correspondencia con estos juicios.
El joven desarrollará a plenitud todas sus
capacidades en cualquiera de las actividades en las que se
desenvuelva, ya sea en el estudio o en el trabajo. Su
desempeño se caracteriza por un alto grado de
expresión en su actividad creadora.
En el ambiente escolar, sus vínculos afectivos
son más activos y
comunicativos. Las relaciones con sus compañeros y
profesores se estructuran teniendo en cuenta su
preparación. En el marco laboral, el grupo comienza a
jugar un valioso rol. Los compañeros de trabajo, a partir
de este momento, le transmitirán nuevas experiencias y
pautas de comportamiento.
En este período, la familia de origen ya no ocupa
el lugar fundamental que tenia en las etapas anteriores. El joven
es más independiente, y el papel que juega la familia es
de consejero y orientador. Ya el joven está en capacidad
de tomar sus propias decisiones y responsabilizarse con su propia
vida. El incremento de la madurez y el autocontrol en esta etapa,
se expresa en relaciones más activas y
afectivas.
La comunidad, al igual que en el adolescente,
contribuirá a garantizar la transmisión de reglas y
normas que posibiliten el ajuste a las exigencias del medio. De
esta manera, la comunidad continúa ganando importancia en
la influencia que ejerce en sus miembros como agente
socializador.
En la juventud se profundiza la formación de la
personalidad. Los motivos dirigidos a la superación
profesional, posibilitan una regulación interna de la
personalidad basada en la autodeterminación conciente; que
garantiza la madurez y responsabilidad necesaria en la
proyección futura (Fernández, 2003).
Las personas se comprometen con metas de largo alcance y
problemas prácticos de la vida real, que posiblemente se
asocien a las responsabilidades frente a los demás. En
esta etapa el desarrollo intelectual está en
relación con el reconocimiento que las personas hacen de
lo que es importante y significativo para sus vidas.
En la edad adulta media, el individuo, se dedica a
ejercer sus responsabilidades, lo mismo pueden ser sociales o
familiares. Tienen los propósitos de lo que hacen y se
preocupan menos por tareas que no tienen ningún
significado para ellos.
Aquí la personalidad alcanza su máxima
expresión de integración y complejidad, o sea,
queremos decir que la personalidad para esta etapa ya se ha
estructurado completamente y ha alcanzado la madurez. En esta
edad, se concentran en sus obligaciones
ante sus familias y la sociedad, y desarrollan aquellos aspectos
de la personalidad que fomentan estas metas.
El desarrollo moral depende
del desarrollo cognoscitivo, el desarrollo moral es en esencia
una función de la experiencia, por lo que sus relaciones
se establecen sobre la base del prestigio y la autoridad.
Ellos se caracterizan por un desarrollo pleno de sus capacidades
intelectuales
y de las habilidades sociales.
La influencia de los agentes socializadores en esta
etapa es menos directa, aunque continúan contribuyendo al
desarrollo de la personalidad. Así la familia, el grupo de
amigos y la comunidad se comportan de forma similar a como
incidían en la etapa juvenil, pero exigiéndole una
mayor responsabilidad
social. En el caso de la familia, el adulto además de
recibir las influencias de la familia de origen, es el encargado
de cumplir funciones educativas y de sostén
económico de su pareja y su descendencia.
El centro laboral, es importante para el desarrollo de
la personalidad, porque, en función de la
satisfacción con la realización de la actividad y
la valoración social de sus resultados, el individuo se
empeñará en la constante autosuperación. La
decisión de permanecer o no en el trabajo puede depender
del crecimiento intelectual y personal que éste aporte. Es
aquí donde el adulto medio establece las relaciones
sociales más sólidas.
Las relaciones sociales mantienen su importancia en la
etapa siguiente para los ancianos (conocida también como
vejez o tercera edad que comprende a partir de los 60
años hasta la muerte),
como para las personas de todas las edades, lo que su
énfasis radica en la familia y las relaciones que
establece con otros individuos de la tercera edad ya que en esta
etapa el individuo se jubila.
Al avanzar la edad, ocurren varios cambios
físicos, incluyendo alguna pérdida del color, textura y
elasticidad de la
piel;
adelgazamiento y encanecimiento del cabello; disminución
de la talla corporal; adelgazamiento de los huesos;
pérdida de la agudeza visual necesitando anteojos para
leer; se produce una disminución de la capacidad auditiva,
en especial los sonidos de frecuencia más alta; disminuyen
de modo gradual la fuerza y la
coordinación motora. La "práctica constante" de
algunas habilidades resiste los efectos de la edad. Las personas
de edad avanzada experimentan un debilitamiento general de las
respuestas y del procesamiento de información.
Estos cambios no son sinónimo de desempeño
deficiente, a pesar de ellos, existen otros aspectos
característicos de este período que igual
posibilitan su desempeño social, entre los que se destaca,
la experiencia acumulada, o habilidades que durante años
permanecieron estancadas o desplazadas por la necesidad de asumir
otras responsabilidades sociales (habilidades manuales,
artísticas, etc.). Es frecuente encontrarse adultos
mayores que se dediquen a participar activamente en actividades
comunitarias.
En esta etapa la familia y la comunidad son los
máximos responsables de mantener al adulto mayor activo
socialmente. La familia es aún la fuente primaria de apoyo
emocional. En ella el adulto satisface una necesidad muy
importante que aparece por primera vez en esta etapa y que es la
necesidad de autotrascendencia.
Esta necesidad viene dada porque el anciano hace
conciente la cercanía de la muerte y por
lo tanto busca quedar en los otros, sentir que su vida no ha sido
en vano y que ha hecho cosas importantes y por lo cual
será reconocido.
La familia juega un papel fundamental, porque es dentro
del hogar donde el adulto va a desarrollar sus actividades. Es
necesario crearle un ambiente que favorezca el crecimiento
personal. Esto se puede lograr dando oportunidades para que
continúe manteniendo una activa participación en
las decisiones familiares, se puedan sentir útiles y para
que continúen fortaleciéndose los vínculos
afectivos.
Por su parte la comunidad también garantiza la
satisfacción de esta necesidad de autotrascendencia,
permite la posibilidad de sentirse útiles y reconocidos
socialmente. Esto se puede lograr mediante la
participación de los adultos mayores en tarea y
actividades de su comunidad.
Queda demostrado que el grupo es el mediador principal
en la relación del hombre con la sociedad y dentro de
él se dan procesos que lo hacen un espacio social
único e irrepetible y que participan en la
modificación o aparición de nuevas concepciones,
valoraciones y actitudes.
Los agentes de socialización, tienen gran
relevancia en el desarrollo de la personalidad, están
presentes a lo largo de toda la vida del sujeto, pero no todos
influyen de la misma manera en todos los momentos por los que
atraviesa el desarrollo de la Personalidad.
Cada etapa evolutiva se caracteriza por regularidades y
logros que sientan las bases a nuevos periodos, la
situación social de desarrollo definirá en
última instancia la influencia de los agentes
socializadores en el desarrollo de personalidad.
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Diplomado en Psicoterapia
Concreta de Aptitudes (2002). Instituto Superior de Ciencias
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Diplomado en Formación de Trabajadores Sociales (2003),
Universidad de La Habana. Ciudad de La Habana. 264
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