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Literatura. Jorge Manrique



Partes: 1, 2

    1. Edad
      Media
    2. Humanismo
    3. Renacimiento
    4. Análisis de las
      coplas
    5. Conclusión
    6. Bibliografía

    Edad Media

    La Edad Media,
    fue llamada por algunos historiadores "período oscuro".
    Este término se empleó por ser considerada la Edad
    Media un período de estancamiento cultural, con una
    parálisis en el progreso, ubicado entre la gloria de la
    Antigüedad Clásica y el esplendor del Renacimiento.

    Se inicia con las primeras invasiones germánicas
    y la caída del Imperio Romano en
    occidente en el siglo V. Finaliza en el siglo XV, coincidiendo
    con la caída de Constantinopla, el descubrimiento de
    América y el comienzo del movimiento de
    la Reforma.

    Suele hablarse de una alta Edad Media que se
    caracterizó por el comienzo del Feudalismo, y una
    baja Edad Media, que tendría sus inicios en el siglo
    XI.

    Religión

    La única religión admitida
    durante la Edad Media, era la Católica. Era una sociedad
    teocéntrica, que tenía a Dios como centro, por
    encima de todas las cosas.

    La iglesia se
    había infiltrado en la sociedad, y era el único
    poder
    consistente que aparecería a los ojos de los
    bárbaros. El Imperio Romano comienza a desintegrarse hasta
    que desaparece. Roma ya no
    sería una ciudad de Emperadores, sino de Papas.

    La iglesia se convirtió en la única
    fuerza capaz
    de salvar y perpetuar la civilización clásica,
    dominando así la mentalidad del hombre
    medieval.

    Poseía grandes extensiones de tierra,
    recibidas como legados.

    El monacato constituyó una de las instituciones
    más enriquecidas y perfeccionadas por la expansión
    del cristianismo.

    Nació en el oriente mediterráneo. El
    obispo de Aspona, san Antonio,
    inició la vida ermítica por su deseo de vivir una
    existencia estrictamente cristiana, dedicada a la oración
    y a las mortificaciones.

    De oriente, el monacato pasó a occidente; en toda
    Europa se
    fundaron monasterios y surgieron nuevas reglas. El monacato
    constituyó desde finales del siglo VI uno de los apoyos
    más firmes del papado.

    La Inquisición, a la caza del
    hereje.

    Atado al poste, solamente con la cabeza emergiendo de
    las gavillas, al hereje se le daba aún una última
    oportunidad de retractarse de sus errores. Si se negaba, el
    verdugo prendía fuego a la hoguera. Esta macabra escena,
    tantas veces repetida, así como su cortejo de acusaciones,
    de torturas y de encierros en calabozos, simbolizan el terror que
    inspiraba la Santa Inquisición.

    La Inquisición fue el instrumento destinado a
    perseguir y castigar la herejía, todo lo que significara
    puesta en tela de juicio de la doctrina cristiana.

    Al comienzo las autoridades eclesiales se habían
    conformado con penas canónicas, la peor de las cuales era
    la excomunión. Pero, de repente se vieron enfrentados a la
    herejía cátara, que amenazaba los fundamentos
    mismos del mundo cristiano, y se consideraron necesarias medidas
    más radicales, como la muerte en
    la hoguera.

    Feudalismo

    No fue solamente un sistema
    económico, sino que se encargó de la
    organización política y
    económica de Europa. Sus orígenes se remontan a
    instituciones propias del bajo imperio romano y de la
    antigüedad germánica.

    Se creaba una relación entre el señor
    feudal y el vasallo. El señor entregaba tierras y el
    vasallo se comprometía a guardar fidelidad y prestar
    servicio
    militar. El vasallo prestaba un juramento de fidelidad a su
    señor. El señor feudal quedaba obligado a proteger
    a su vasallo. Casi toda la tierra
    pertenecía al príncipe soberano (el rey, el duque,
    el marques o el conde), que la recibían de
    Dios.

    Los nobles podían ceder parte de sus feudos a
    caballeros que le rindieran homenaje y fidelidad y les sirvieran
    de acuerdo a la extensión de tierras
    concedidas.

    Los caballeros podían adquirir dos o más
    feudos y tendían a su vez a ceder parte de esas posesiones
    en la medida necesaria para obtener el servicio a que estaban
    obligados con su superior.

    La prestación militar era fundamental en el
    feudalismo, pero estaba lejos de ser la única
    obligación del vasallo para con su señor. Cuando el
    señor era propietario de un castillo, podía exigir
    a sus vasallos que lo guarnecieran, en una prestación
    denominada ‘custodia del castillo’.

    El señor también esperaba de sus vasallos
    que le atendieran en su corte, con objeto de aconsejarle y de
    participar en juicios que afectaban a otros vasallos. Si el
    señor necesitaba dinero,
    podía esperar que sus vasallos le ofrecieran ayuda
    financiera.

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