- Resumen
- Aclaración antes de
empezar - Infancia y
juventud - El ascenso
(1892-1906) - Clara
Immerwahr - La obtención de
amoniaco a partir de sus elementos
constitutivos - El Instituto de
Química-Física - Haber y
Einstein - La Primera Guerra
Mundial - Criminal de guerra y Premio
Nobel - La República de
Weimar - El
destierro
A partir de unos pocos textos disponibles se han
elaborado unas notas biográficas sobre el químico
alemán Fritz Haber,
quien sentó las bases para la obtención
industrial de amoniaco a partir de sus elementos constitutivos
(hidrógeno y nitrógeno). La
biografía está dividida en los
siguientes apartados: Infancia y
juventud; El
ascenso (1892-1906); Clara Immerwahr; El Instituto de Química–Física; La
obtención de amoniaco a partir de sus elementos
constitutivos; El Instituto de Química-Física;
Haber y Einstein; La Primera Guerra
Mundial; Criminal de guerra y
premio Nobel; La república de Weimar; El destierro;
Bibliografía.
En estos apuntes biográficos sobre Fritz Haber he
optado por utilizar un estilo de letra normal para las
transcripciones literales de las fuentes
utilizadas y un estilo de letra cursivo para mis escritos de
enlace de información o para aportar
información de las fuentes citadas de forma no
literal. En ocasiones la trascripción de un texto ha
requerido cortar parte del mismo para adaptarlo al contexto en el
que va ubicado; en este caso he recurrido al paréntesis
con puntos suspensivos (…) que indica precisamente esta
circunstancia.
Las referencias a los textos utilizados aparecen
mencionadas en las notas al final del documento pero, sin
recurrir a anotar la referencia completa. Así, por
ejemplo: "Stern, F. (2003), p. 84" se refiere a la página
84 de un texto de Fritz Stern publicado en 2003, cuya referencia
completa se encuentra en la bibliografía como "Stern, F.
(2003). El mundo alemán de Einstein. La promesa de una
cultura.
Barcelona: Paidós".
Fritz Haber nació en Breslau, Silesia
(actualmente Wroclaw, Polonia), el 9 de diciembre de 1868.
La familia de
Haber, de origen judío, era una de las más antiguas
de la ciudad. Su padre Siegfried Haber era un próspero
fabricante de tintes y pinturas de Breslau, era un estimado
concejal, (…), una presencia en la vida civil y empresarial de
la ciudad. La madre de Haber, Paula, falleció a las
pocas semanas de nacer él (…) y nueve años
después, su padre contrajo matrimonio con
una mujer mucho
más joven. Durante su viudedad trató al joven Fritz
con una severidad espartana. (…). Con el tiempo, la
segunda señora Haber trajo al mundo tres hijas y Fritz
fue, como mucho, el
solícito hermano mayor.
Siegfried Haber (…) llamó a su hijo Fritz por
«der alte Fritz» e incorporó un nombre
bíblico en medio: Jacob. Siguiendo una costumbre alemana,
Fritz nunca empleó el segundo nombre, excepto en unos
pocos documentos
oficiales. (…) La ambición paterna y las costumbres
imperantes forjaron los primeros años escolares de
Fritz.
Los estudios de Haber en Breslau se realizaron en la
escuela de St.
Elizabeth donde realizó sus primeros experimentos
químicos. Fue un buen estudiante, aunque no
destacó; en la escuela, adquirió una amplia cultura
literaria que enriqueció el conjunto de su vida y se vio
reflejada en el placer que siempre le procuró la
versificación.
A los diecisiete años de edad , Fritz
aprobó el "Abitur", después de esto y contra su
voluntad, se puso a trabajar en un negocio de Hamburgo. Sin
embargo, abandonó el puesto unos pocos meses
después y en el otoño de 1886, se matriculó
en la Universidad de
Berlín para estudiar física y química.
Sus estudios universitarios tuvieron lugar entre 1886 y 1891.
Estudió en las universidades de Heidelberg y de
Berlín y en la Escuela Técnica de Charlottenburg.
Su formación fue primero con Bunsen en Heidelberg, con A.
W. Hoffmann en Berlín y con Liebermann en
Charlottenburg. Entre tanto, cumplió el servicio
militar en el ejército, en un regimiento de
artillería de campaña destacado en
Breslau.
Una vez finalizados sus estudios universitarios,
trabajó voluntariamente en el negocio de su padre, sin
embargo falló en el intento y se dio cuenta de que
prefería la química. Siegfried deseaba que
continuara con la tradición familiar, tal vez porque
necesitaba la seguridad en uno
mismo que aporta el hecho de que un hijo siga los pasos de su
padre. Pero Fritz tenía su propia inclinación
(la ciencia) y
su propia distracción: la literatura. Así,
con respecto a su inclinación, por entonces trabajó
temporalmente en el Instituto de Tecnología en Zurich
bajo la tutela de Georg
Lunge. Finalmente, se decidió por una carrera
científica y trabajó durante un año y medio
con Ludwig Knorr en Jena, publicando con él un trabajo sobre
el ester del ácido succínico.
Cuando se encontraba en Jena se decidió por su
conversión al cristianismo
pues en 1892, con veinticuatro años de edad, Haber fue
bautizado en la Iglesia
Evangélica de San Miguel, en Jena, para
consternación de su padre. Las razones de esta
conversión nos la da Fritz Stern en "El mundo
alemán de Einstein":
No he encontrado pruebas de
que la conversión de Haber marcara un gran momento
espiritual o intelectual. Sabía que la conversión
traía aparejadas recompensas prácticas en forma
de una mayor aceptación social. (…) igual que otros
conversos, conservó la conciencia
del distanciamiento histórico de los judíos, su orgullo afligido por el
sufrimiento colectivo y los logros. La mayoría de sus
amigos fueron judíos o de ascendencia
judía.
La conversión de Haber agudizó el
conflicto
con su padre que, aunque era un hombre
práctico, no había dado este paso; su propio
hermano sí. Tampoco lo había dado el mejor amigo
de Haber en años posteriores, Willstätter, criado
en circunstancias similares; de hecho, tenía una
opinión muy distinta de la conversión
(…).
Un joven ambicioso, de veinticuatro años de
edad, que se había propuesto seguir una carrera
académica debía de conocer las ventajas
prácticas de la conversión (los judíos
tenían acceso a los cargos académicos inferiores,
pero casi ninguno al nivel de catedrático; los
cristianos de origen judío –y casi nunca se
olvidaba el origen– lo tenían un poco más
fácil; lo mismo se aplicaba a otros puestos).
En estos primeros años de la década de
1890 no tenía todavía seguro si
dedicarse a la química o a la física. En 1894 le
vemos trabajando como asistente del Profesor de
Tecnología Química en Karlsruhe, Hans Bunte. En
1896 se habilitó para Privatdozent de química
técnica en Karlsruhe donde fue nombrado profesor
supernumerario. La tesis que
permitió dicha habilitación versaba sobre estudios
experimentales de la descomposición y combustión de hidrocarburos.
En otra fuente podemos leer que también fue profesor de
química orgánica en Karlsruhe.
En 1898, Haber pronunció una conferencia en la
Sociedad
Electroquímica alemana –la
predecesora de la sociedad Bunsen– que, por la intensidad y
amplitud, impresionó a unos y exasperó a otros; fue
todo menos un debut corriente ante sus iguales.
La reunión estaba presidida por el célebre
Friedrich Wilhelm Ostwald (…). Más tarde, durante ese
mismo año, Haber se incorporó al Karlsruhe
Polytechnikum, o Instituto Politécnico, como profesor
asociado. También en 1898 Haber publicó un texto
sobre electroquímica: "Grundiss der technischen
Elektrochemie anf theoretischer Grundlage" (Munich,
1898).
Está basado en las conferencias que
impartió en Karlsruhe. En su prólogo ya
manifestó su intención de relacionar la investigación química con los
procesos
industriales. En este mismo año explicó el proceso de
reducción del nitrobenceno en el cátodo,
explicación que se convirtió en el modelo para
otros procesos similares de reducción. Los estudios
electroquímicos continuaron durante los siguientes diez
años, destacando, entre otros, su trabajo sobre la
electrólisis de las sales sólidas;
el establecimiento del equilibro quinona-hidroquinona en el
cátodo, que supuso el fundamento del electrodo de Biilmann
para la determinación de la acidez de un líquido;
también inventó, en colaboración con Cremer,
un electrodo de vidrio; por
último mencionar que también realizó las
primeras investigaciones
experimentales de la diferencias de potencial que hay entre los
electrólitos sólidos y sus soluciones
acuosas.
Pero sus estudios químicos hasta alrededor de
1910 no se limitaron a la electroquímica. Así,
también estudió la pérdida de energía
en los motores de vapor,
las turbinas y los motores de combustión. También
estudió las llamas, realizando estudios fundamentales de
la llama del mechero Bunsen que permitieron establecer un
método
químico para la determinación de las temperaturas
en la llama25. Asimismo, estudió la
influencia que ejercen las corrientes de los tranvías en
las tuberías de hierro del
suelo.
Y también, muy a principios de
1900, Haber investigó la posibilidad de combinar
nitrógeno e hidrógeno sometiéndolos a
presión
para formar amoniaco, usando hierro como catalizador. El amoniaco
podía convertirse entonces fácilmente en
fertilizante o explosivo.
Estos estudios de las reacciones gaseosas a alta
presión y alta temperatura
fueron los que le dieron mas fama. Se prolongaron durante 13
años y desembocaron, como veremos más adelante, en
el procedimiento de
Haber-Bosch para la síntesis
del amoniaco.
En septiembre de 1902 viajó a Estados Unidos.
En este viaje la Sociedad Alemana de Electroquímica le
nombró delegado en una convención celebrada en
Estados Unidos y le encargó evaluar el estado de
la formación en química en Norteamérica.
Dotado con una beca de la sociedad y una subvención
personal de
dos mil marcos que le otorgó el célebre Jacobus
van’t Hoff.
A su regreso de Estados Unidos, Haber se enfrentó
a nuevas frustraciones por su lento ascenso. El siguiente paso
era una cátedra a tiempo completo; sus esperanzas de
obtenerla en Viena se truncaron cuando informó a su
principal valedor de que era un «judío
bautizado». A un colega en Frankfurt le escribió:
«Me resulta muy difícil obtener una plaza en
algún sitio. La religión y
–aunque no resulte modesto decirlo– los éxitos
me obstaculizan el camino por igual. No quieren a judíos o
judíos bautizados en puestos
importantes».
En 1905 publicó una obra importante sobre
gases
("Thermodynamik technischer Gasreaktionen"). El año
1906 también fue importante, publicó
"Experimentaluntersachungen ubre Zersetzung und Verbrennug von
Kohlenwarsertoffen" (Munich, 1906) y fue nombrado
catedrático a tiempo completo en Karlsruhe, de modo que
consiguió esta meta académica a los treinta y ocho
años de edad. Además, ese mismo año
también fue nombrado director del Instituto de
Química, Física y Electroquímica de la
Escuela Superior Técnica. En este Instituto, siendo
profesor de Electroquímica (…), junto a Robert le
Rossignol, logró sintetizar amoniaco en 1908.
El matrimonio de Haber tuvo lugar en 1901. Se
casó con Clara Immerwahr, la primera mujer que
consiguió un doctorado en química de la Universidad
de Breslau. Clara era dos años más joven que
Haber, una mujer de gran talento, también de Breslau,
y también de ascendencia judía, que se había
convertido en 1897. Procedía de una próspera
familia laica
y Haber la había conocido de estudiante, cuando ella
obtuvo el doctorado en química magna cum laude en
Breslau (…). Tras un embarazo
excepcionalmente difícil, dio a luz a un hijo,
Hermann, el 1 de junio de 1902. Tres meses después, Haber
dejó a su familia y se marchó a un viaje
profesional de cinco meses a Estados Unidos, una inusual
desaparición del seno familiar.
La obra que publicó en 1905,
"Thermodynamik technischer Gasreaktionen" se la dedicó a
su esposa por su «silenciosa cooperación».
Habían trabajado juntos en casa, cada uno en su mesa;
Clara calculando y comprobando esmeradamente los datos de Haber.
Sin embargo, el matrimonio de Haber no marchaba bien. Tras
ocho años de matrimonio, en 1909, ya se encuentran
dificultades en el mismo. En la correspondencia de Clara con su
antiguo maestro y amigo de su esposo, Richard Abegg
encontramos:
Lo que Fritz ganó en esos ocho años, eso
–y mucho más– he perdido yo, y todo lo que
queda de mí me llena de la más absoluta
insatisfacción […] y si debo culpar a una parte de
mí de […] la insatisfacción por un rasgo
particular de mi carácter, el peso principal debe recaer,
sin lugar a dudas, en la asfixiante seguridad en sí
mismo que muestra Fritz
en el hogar y en el matrimonio, y cualquier ser humano que no
fuera aún más desconsiderado que él […]
se rompería en pedazos. Todas las demás
cualidades humanas de Fritz, excepto ésta [la voluntad
de trabajar], están a punto de reducirse y es, por
así decirlo, un viejo prematuro. (Clara Haber a Richard
Abegg, 25 de abril de 1909).
El trágico final del matrimonio tuvo lugar al
comienzo de la primera guerra mundial No
ofrecen, sin embargo, los textos consultados una
información precisa sobre este asunto y en algunos
aspectos parece contradictoria. Una de las principales fuentes de
esta biografía es el historiador alemán Fritz Stern
que al respecto nos cuenta:
Otto Sackur había sido un viejo amigo del
matrimonio Haber. Clara Haber lo conocía desde su
época de estudiante en Breslau, hacía unos quince
años. Su muerte
supuso un gran golpe para ella y fue la prueba inmediata,
espeluznante, del horror de la guerra y de la terrible
participación de su esposo, que había estado junto
a Sackur momentos antes de la explosión. Le horrorizaron
las pérdidas humanas, le horrorizó quizás
el compromiso total de su esposo, de su persona y su
conocimiento
científico, con los objetivos de
la guerra. Pero también hay indicios de problemas
más íntimos en el matrimonio. Haber
regresó a Berlín tras presenciar el primer uso
del gas
tóxico por parte del ejército alemán el 22
de abril y, durante la noche del 1 al 2 de mayo [de
1915], tras una violenta discusión, Clara se
suicidó disparándose con la pistola del
ejército propiedad de
Haber. No ha llegado hasta nuestros días ninguna
explicación suya, ni del hijo que encontró a su
madre agonizando, ni de su marido.
Podemos encontrar más información al
respecto en el libro de R.
Highfield y P. Carter "Las vidas privadas de Einstein" cuando el
autor nos informa de las posibles razones de la
intervención de Haber en el largo proceso (1914-1919) de
separación y divorcio entre
Einstein y su primera esposa:
Una persona que no tenía nada que ver [en el
divorcio de Einstein] y que se vio envuelta en el proceso
de divorcio fue el colega berlinés de Einstein llamado
Fritz Haber. Haber tenía todas las razones para sentirse
conmovido por el asunto: su propio desastroso primer matrimonio
era muy similar al de Einstein. Al igual que Mileva, su novia
había sido una científica: Clara Immerwahr,
(…). Al igual que Mileva, era callada y modesta, con un ceceo
que acentuaba su timidez natural. Y, además, era una
mujer de ideas. (…)
Sin embargo, pronto todo se estropeó. Haber era
un marido tan poco considerado como Einstein: era capaz de
marcharse solo en un tren olvidándose de que
había dejado a Clara junto a la taquilla. El gran
esfuerzo por cuidar a su hijo (…) también pasó
factura. En
palabras del biógrafo de Haber, Clara tenía menos
ánimos y era, tal vez, menos brillante. La depresión se apoderó de ella y se
permitió –como Mileva- volverse gordita,
desaliñada y poco atractiva. «Donde antaño
la
educación y los intereses habían creado
profundos vínculos, surgió una tolerancia
letárgica, y el matrimonio poco a poco empezó a
desintegrarse.» El final fue repentino y trágico.
Clara Haber se sentía asqueada por el trabajo
de su marido, que perfeccionaba gases venenosos para las
fuerzas alemanas. Cuando él se fue al frente oriental
para supervisar personalmente las operaciones,
ella se suicidó.
Según Stern, la afirmación, tantas
veces repetida, de que Haber reaccionó con frialdad o
indiferencia ante la muerte de
su esposa es errónea. Hizo lo que su carácter y las
condiciones parecían dictar a un hombre como él: se
lanzó de nuevo al trabajo "in extremis". De hecho, a la
mañana siguiente se marchó a desempeñar su
cometido en el frente oriental.
Como vemos, hay discrepancias en las dos fuentes ya
que mientras que Stern afirma que Haber se encontraba en la casa
cuando Clara se suicidó, Highfield y Carter afirman que se
el suicidio
ocurrió cuando Haber ya se encontraba en el frente
oriental.
Dos años y seis meses después, en
octubre de 1917, Haber contrajo matrimonio con Charlotte Nathan
en una ceremonia eclesiástica celebrada en la
Kaiser-Wilhelm Gedächtniskirche Berlín, tras insistir
en que Charlotte, una mujer laica y emancipada de ascendencia
judía, se convirtiera a la fe
evangélica43.
La
obtención de amoniaco a partir de sus elementos
constitutivos
Obtener amoniaco a partir de la combinación
directa del nitrógeno y el hidrógeno
había recibido atención mucho antes de la Primera Guerra
Mundial. En 1840 el francés H. V. Regnault había
estudiado la reacción, pero sólo cuando se la
examinó desde el punto de vista de los principios de la
termodinámica se vio que podría
llegar a ser explotable comercialmente.
Henry Le Chatelier (1850-1936), (….) define
teóricamente las condiciones de temperatura y de
presión que serían necesarias para efectuar esta
síntesis en presencia de un catalizador: si se opera a 500
o 600 ºC la combinación de hidrógeno y
nitrógeno sigue siendo incompleta, pero como la
reacción va acompañada con una disminución
del volumen, puede
incrementarse el rendimiento con altas presiones. Le Chatelier
registra una patente en 1903, pero abandona su aplicación
industrial después de una explosión. Así
pues, el problema que se ha de resolver mediante la
síntesis del amoniaco es doble: no sólo hay que
dominar la ciencia de los
equilibrios químicos, sino también las técnicas a
altas presiones.
En Alemania y en
este campo, en 1903, Haber demostró que el amoniaco se
podría sintetizar a la razonable temperatura de 1000
ºC utilizando un catalizador de hierro. Sin embargo, el
rendimiento era infinitesimal y carecía de relevancia
comercial. Para desconcierto de Haber, Nernst le replicó
públicamente y señaló que Haber no
había prestado suficiente atención a la
presión como factor de desplazamiento del equilibrio.
Y es que basándose en unos nuevos cálculos
termodinámicos, Nernst había llegado a obtener unas
cifras sobre la producción de amoniaco derivadas de
mezclar nitrógeno e hidrógeno a altas temperaturas
y bajo presión. Haber (…) dirigió experimentos
que arrojaron un resultado ligeramente superior, pero en una
reunión de la Sociedad Bunsen, celebrada en 1907, Nernst
atacó sus resultados tachándolos de
«profundamente inexactos».
Espoleado por los ataques públicos de Nernst,
Haber trabajó con furia. Con la ayuda de Le Rossignol y
combinando el
conocimiento teórico con la experimentación
ingeniosa, Haber estuvo en disposición de divulgar los
primeros resultados positivos en menos de un año. A
continuación, combinó un aparato de alta
presión con un nuevo catalizador, descubierto de manera
fortuita, el osmio (que más tarde sustituyó por
uranio), y, con una presión y una temperatura elevadas,
produjo cien centilitros de amoniaco líquido por
hora.
En febrero de 1908, un colega de Haber en Karlsruhe,
Carl Engler, que mantenía estrecha relaciones con BASF,
instó a la compañía a alcanzar un acuerdo
con Haber para impedir que lo captara cualquier otra empresa:
Desde un punto de vista personal, no tengo
ningún interés en que BASF se haga con los
servicios
del profesor Haber. El señor Haber es un hombre muy
ocupado y exigente, de cuyos talentos y energía
aún espero importantes éxitos; se trata de un
experto totalmente capacitado en la resolución de conflictos en el campo de
la electroquímica y posee un agudo e inteligente
dominio
dialéctico. Como no le ha pasado inadvertida su propia
valía y, de acuerdo con el estilo de Ostwald,
también le gustaría ganar algo de dinero, no
sale precisamente barato48.
A pesar del escepticismo inicial sobre Haber por parte
de BASF y su trabajo aún embrionario, las dos partes
entablaron negociaciones de inmediato48.
Finalmente, en marzo de 1908, se firmó un contrato formal
de cinco años. BASF financiaría todas las
necesidades especiales de equipamiento para el laboratorio y
concedería a Haber 6.000 marcos anuales (su sueldo como
docente ascendía a 4.000 marcos más un complemento
para vivienda de 1.200 marcos).
A cambio, Haber
«defendería los intereses de BASF en la media que lo
permitiera su trabajo como funcionario y
científico», y pondría a disposición
de esta empresa los resultados de las investigaciones; el trabajo
seguiría siendo propiedad literaria de Haber, pero sus
usos comerciales se convertirían en «propiedad
ilimitada y exclusiva» de BASF. Le correspondía a
la empresa
decidir si un proceso determinado se patentaba o se elaboraba en
secreto (…) y, en cualquiera de los dos casos, Haber
recibiría un diez por ciento de los beneficios
netos.
El 2 de julio de 1909 se realizó una
demostración del proceso a Carl Bosch y A. Mittasch de la
Badische Anilin-und-Soda-Fabrik (BASF), en la que obtuvieron unos
cientos de gramos de amoniaco líquido (unas setenta gotas
de amoniaco por minuto). Bosch y Mittasch eran dos ingenieros
experimentados nombrados por Heinrich von Brunk, director de
BASF, como ayudantes de Haber: Carl Bosch (1874-1941),
metalúrgico encargado de encontrar materiales
resistentes a las presiones y a la corrosión, y Aldwin Mittasch, especialista
en catálisis. Fritz Stern se refiere en su texto "El
mundo alemán de Einstein" a que la primera visita de
los directores de BASF al laboratorio de Haber, en julio de 1909,
empezó con contratiempos y se saldó con un
cómico fracaso. A continuación, no trata
más este asunto por lo que no he podido averiguar si se
trata de la misma reunión mencionada en la que
participaron Bosch y Mittasch.
Dieciocho meses después de la firma del
contrato entre Haber y BASF, el primero pidió una
renegociación del contrato. El motivo: Haber
recibió ofertas de la competencia.
Sobre este asunto Fritz Stern escribe:
En octubre de 1909, antes de poder
encarar con garantías (el proceso de
producción de amoniaco), Haber comunicó a
BASF una oferta que
había recibido de la competencia: el presidente de la
junta directiva de la Deutsche Gasglühlicht,
también conocida como Auer, le había pedido que
renunciara a su cátedra, se convirtiera en director de
la compañía, montara un laboratorio
científico-industrial, con carta blanca en
cuanto a equipamiento y colaboradores, y un capital
prácticamente ilimitado.
La nueva compañía podría igualar
con facilidad los treinta millones de marcos que BASF
consideró necesarios para la producción de
amoniaco. Sus ingresos
anuales, acordes con la responsabilidad como director de un laboratorio
de tanta envergadura, serían «un número de
seis cifras». Para esos días de nuestra historia, se trababa de
una cantidad increíble, aproximadamente ocho veces sus
ingresos anuales en aquel momento. (…)
Una vez más, Carl Engler utilizó sus
buenos oficios para facilitar un acuerdo entre BASF y Haber,
aunque la compañía empleó diez
páginas mecanografiadas para explicar a Engler lo que
estaban dispuestos a hacer, por qué les molestaban
ciertas «sospechas» que Haber había
expresado acerca de los acuerdos sobre los derechos de
autor y que, «en el futuro, querríamos fijar
ciertos límites
a las algo desmedidas ideas del señor
Haber».
Para el 15 de noviembre, se había firmado otro
nuevo contrato: Haber recibiría 23.000 marcos anuales,
de los cuales 8.000 estaban destinados a cubrir sus gastos de
instrumental y ayudantes; le permitían asesorar a Auer
en su empresa sobre la lámpara de gas, pero debía
ofrecer primero a BASF el resto de las investigaciones. El
nuevo contrato reiteraba que Haber accedería a
revisiones previas a la publicación y no
entablaría ninguna nueva relación comercial sin
notificarlo primero a BASF. El contrato iba a tener una
vigencia de cinco años y quedaría renovado de
forma automática sin ninguna de las partes comunicaba su
intención de darlo por terminado.
En 1913, después de que Haber hubiese
vendido el proceso a la compañía (BASF),
Bosch lograba superar todos los obstáculos que fueron
surgiendo para convertir un procedimiento que era esencialmente
académico en uno con el que pudiese producir amoniaco en
cantidades industriales. Este proceso, denominado de Haber-Bosch,
tenía lugar a una presión de 200 atmósferas y
utilizaba como materias primas aire y agua.
El Instituto
de Química-Física
Mientras que las publicaciones continuaban,
realizó otra obra en colaboración con A. Moser:
"Die elektrolitischen Prozesse der organischen Chemie" (Halle,
1910), Haber estaba a punto de abandonar Karlsruhe. En
1911 se le encargó la dirección del Instituto de Química
Física de la Káiser Wilhelm-Gesellschaft para el
fomento de las ciencias en
Berlín61.
Parece que las inauguraciones oficiales tuvieron
lugar más tarde ya que el primer Instituto
Káiser Wilhelm inaugurado (el 23 de octubre de 1912) fue
el de Química, siendo el director el químico
analítico Ernst Beckmann, que se ocupó
también de la sección de química
inorgánica (…).
Prácticamente al mismo tiempo abrió sus
puertas un Instituto de Química-Física y
Electroquímica, dirigido por Fritz Haber. Ambos centros se
construyeron en terrenos cedidos por el gobierno
prusiano, en Dahlem, cerca de Berlín.
La institución estaba financiada por L. Koppel,
un respetable banquero judío. Koppel era un hombre
hecho a sí mismo, nacido en 1854 en Dresden, de
ascendencia judía y fe evangélica. Hacia finales de
siglo, Koppel se había convertido en un importante
banquero de Berlín, inversor y filántropo. (…). A
Koppel se le calculaba oficialmente una fortuna del orden de
veinte millones de marcos. Era enormemente rico (…). Él
y Haber se hicieron amigos íntimos, tanto que en la
financiación aportó la segunda suma más
importante, al prometer 700.000 marcos, siempre y cuando Haber
fuera el director del nuevo instituto
físico-químico (…). A petición de Haber,
Koppel añadió otros 300.000 marcos y accedió
a aportar 35.000 marcos para sufragar los gastos anuales de
mantenimiento,
siempre y cuando el estado contribuyera con los 15.000 marcos del
sueldo del director más un complemento para vivienda de
5.000 marcos y 35.000 más para gastos (y, por supuesto, el
terreno donde iba a construirse el instituto y la casa del
director).
Otras condiciones impuestas por Haber para hacerse
cargo de la dirección del Instituto de
Química-Física y Electroquímica: ser
nombrado catedrático de la Universidad de Berlín y
miembro de la Academia de Ciencias de Prusia. Y
efectivamente, el estado asumió el sueldo del
director, aceptando con ello conceder la categoría de
funcionario a Haber, como éste había exigido.
Además, para cuando se inauguró oficialmente el
instituto, en 1912, Haber había sido nombrado
Honorarprofessor en la Universidad de Berlín; el
Káiser le había concedido el título de
Geheimrat, o consejero imperial. Pocos años
después, entró en la Academia Prusiana de las
Ciencias. (…) Es más, contribuyó a crear el
Instituto Káiser Guillermo de Química y fue
responsable, más que nadie, del nombramiento de Richard
Willstätter, químico orgánico y por entonces
profesor en Zurich. Los institutos se construyeron en edificios
contiguos, y Willstätter se convirtió en el amigo
más íntimo de Haber68.
Haber y Einstein se conocieron en 1911 en un congreso
científico celebrado en Karlsruhe donde Haber
pronunciaba la conferencia principal. Debieron permanecer en
contacto desde entonces pues a principios de 1914 Albert
Einstein se trasladó a Berlín procedente de
Zurich gracias a la invitación de Haber para trabajar en
dicha ciudad.
En una carta de Einstein a Michele Besso de
principios de marzo de 1914 podemos leer: «Nos
marcharemos de Zurich el 20 de este mes (…). Iré a vivir
a Dahlem y tendré una habitación en el instituto de
Haber». Mientras se preparaba dicho traslado,
después de la Navidad de
1913, la esposa de Einstein por entonces, Mileva, se
alojó con Fritz Haber (…). Haber era un hombre
pequeño y gallardo con una gran calva y unos enormes
quevedos. Era extremadamente corto de vista, (…), y una vez
provocó una escena muy divertida en una visita a Einstein
al servirse el té en el azucarero y casi
bebérselo.
Haber era judío y, al contrario que Einstein, se
esforzó por acatar los convencionalismos de la sociedad
alemana. Combinaba una arrogancia exterior con un tierno corazón
bastante menos visible, y fue uno de los que ayudaría a
Einstein durante su divorcio, tal como hemos mencionado
anteriormente y ampliaremos a continuación. Durante el
traslado echó una mano a Mileva para encontrar un piso
apropiado y le cogió mucho
cariño71.
Según hemos leído, la llegada de
Einstein a Berlín fue gracias a la invitación de
Haber. No es esto lo que se puede leer en otras fuentes ya que
parece ser que fue atraído a Berlín por Max
Planck y Walter Nernst. Sin embargo, Haber intervino
activamente en este hecho, así, Haber había
empleado todos los medios a su
alcance para promover el nombramiento de Einstein; en enero de
1913, había escrito a un colega del Ministerio de Educación prusiano
afirmando que supondría una inmensa ventaja para la
química teórica de Berlín que Einstein
estuviera allí, aunque ya había sondeado el terreno
antes: «Es una coincidencia muy poco frecuente no
sólo que este hombre esté disponible, sino que su
edad (34 años) y las circunstancias personales propicien
el traslado, y su carácter y demás rasgos me hacen
tener plena confianza de que la relación resultará
beneficiosa»72.
Haber ejerció de director principal en el debut
de Einstein en Berlín. Sólo él sabía
que Einstein tenía razones personales para el traslado
ya que la amistad entre
Einstein y Haber contribuyó a que éste interviniera
en el proceso de separación del matrimonio de Einstein y
Mileva ocurrido en 1914. Sobre este asunto Fritz Stern
escribe:
En la primavera de 1914, la esposa de Einstein, Mileva
Einstein-Mariae, y sus dos hijos llegaron a Berlín y,
durante un tiempo, estuvieron viviendo con Fritz y Clara Haber
(…). Entre tanto, Einstein estaba invitado en el instituto de
Haber, cuyas habitaciones se encontraban muy cerca. Haber
sabía que el matrimonio de Einstein, aquejado de
problemas desde hacía mucho tiempo, estaba tocando a su
fin; y a pesar de todo, Einstein dudaba y, tal vez de forma
impetuosa, redactó un memorando de condiciones para
quedarse con Mileva: este asombroso documento exigía la
completa subyugación de ésta a su monumental
voluntad. Mileva dijo a Haber que aceptaría las
condiciones y Einstein escribió a aquélla
diciéndole que debía entender que la
"única" razón para quedarse con ella era su
cariño hacia los chicos, que "una relación
amistosa" con ella resultaba totalmente imposible; sería
una "relación de negocios".
Se comportaría de forma correcta, "igual que
haría ante una desconocida".
Es posible que este comportamiento brutal estuviera planeado para
forzar a Mileva a la ruptura final, ya que Einstein
quería estar libre para su trabajo y para su nuevo
amor. Hacia
julio, se separaron y Haber redactó el acuerdo por el
que Einstein iba a pagar a Mileva 5.600 marcos en concepto de
manutención anual. El 29 de julio, Mileva y los niños
abandonaron Berlín; Einstein les despidió en la
estación de tren, llorando por la pérdida de los
chicos, con Haber a su lado. «Sin él, no hubiera
sido capaz de hacerlo», dijo más tarde; deshecho,
pasó la noche con su amigo. Tres días
después, estalló la Gran Guerra.
Haber hizo enérgicos esfuerzos para
reconciliar a la pareja, pero más tarde claudicó. A
partir de entonces, como le dijo Hans Albert a Ronald Clark, hizo
lo que pudo para conseguir para Mileva «el mejor acuerdo
posible».
En 1914, con la Primera Guerra Mundial empezada,
Haber y Einstein se movieron en direcciones diferentes, tanto en
sus opiniones como en sus actos. Sin embargo, los estrechos
lazos personales no se rompieron: durante los primeros meses de
1915, Einstein dio «clases de matemáticas» a Haber (…) porque
había estado «bastante enfermo y no había
podido ir a la escuela» (sic). Otra muestra de esta
amistad, 14 años más tarde con motivo del cincuenta
cumpleaños de Einstein, Fritz Haber le
escribió:
De todas las grandes cosas que he vivido en el mundo,
la solidez de tu vida y logros me conmueve profundamente.
Dentro de unos pocos siglos, el hombre de
la calle conocerá nuestra época como el
período de la Guerra Mundial, pero el hombre culto
asociará el primer cuarto de siglo a tu nombre
[…].
En cuanto a los demás, lo único que
quede será cualquier relación que exista entre
nosotros y los grandes acontecimientos de nuestro tiempo y en
tu biografía […]. No pasará inadvertido que fui
tu compañero en comentarios más o menos mordaces
sobre el asunto de la Academia [prusiana], con el café
más o menos malo que siguió a las reuniones. Por
consiguiente, redunda en beneficio de mi propia fama futura y
mi presencia en la historia el rogarte cariñosamente,
por tu cincuenta cumpleaños, que te cuides para que no
pierdas la salud y para que pueda
seguir burlándome de la gente, tomándome un
café contigo y permitiéndome una sosegada
vanidad, porque puedo contarme entre los miembros del
círculo que, en un sentido más cercano e
íntimo, vive contigo. (F. Haber a A. Einstein, 14 de
marzo de 1929).
En 1913 Haber vende el proceso de fabricación
de amoniaco a la compañía BASF, consigue un
título nobiliario y se hace rico ya que recibe un
céntimo por kilogramo de amoniaco. Su procedimiento
proporcionará el 45 por ciento del ácido
nítrico necesario para la fabricación de los
explosivos empleados en la guerra que se avecina. Como veremos,
no fue la única contribución importante a su
país durante la guerra.
En el primer momento, cuando empezó la
guerra quiso enrolarse en el ejército en el que
había servido en su juventud, pero fue declarado
inútil a causa de su edad. Con 46 años, sus
contribuciones al esfuerzo bélico de Alemania tuvieron
más que ver con cualidades científicas. Pronto los
militares alemanes recurrieron a científicos como Carl
Duisberg y Nernst y el propio Haber y les pidieron que
desarrollaran métodos
químicos para utilizar contra las líneas enemigas
en el campo de batalla.
En octubre y noviembre de 1914, mientras Haber llevaba a
cabo distintos intentos sin éxito,
Duisberg y Nernst prepararon, utilizando las instalaciones de la
Bayer, varios tipos de granadas y bombas
incendiarias, y comenzaron a estudiar gases no letales, que, por
lo visto, consideraban utilizables sin violar los acuerdos de las
Convenciones Internacionales de La Haya de 1899 y 1907. (…) En
el otoño e invierno de 1914 utilizaron semejante arma,
pero con escaso éxito militar.
Haber puso su instituto en pie de guerra (…) al
reclutar a ciento cincuenta «colaboradores
científicos» y una cantidad más elevada de
personal de distinta índole. El instituto organizó
el uso a gran escala del
proceso Bosch-Haber de fijación de nitrógeno para
conseguir que la producción de ácido nítrico
para explosivos y fertilizantes se adecuara a una demanda cada
vez mayor. Pero también se puso manos a la obra en el
desarrollo de
armas
químicas.
Sobre este asunto J. M. Sánchez Ron
escribe:
Haber (…) encontraba una solución en
principio simple e ingeniosa: un gas venenoso de cloro, que se
lanzaría desde las propias líneas alemanas
utilizando contenedores apropiados y aprovechando vientos
adecuados. Haber explotó la posibilidad de licuar el
cloro a la temperatura ambiente,
utilizando presiones moderadas. Comprimido en contenedores
cilíndricos, podía ser luego expulsado igual que
la gaseosa de un sifón.
No todo el mundo estuvo de acuerdo con que la
solución de Haber era conveniente. Además de
objeciones morales, estaba el sentido de los vientos
predominantes en el frente Oeste, que era el contrario al que
se necesitaba. Tras preguntar cuánto tiempo
podrían tardar franceses y británicos en
desarrollar armas similares, y respondérseles que cerca
de seis meses, el Ejército consideró que la
posible ventaja inicial que tendría justificaba los
riesgos.
Los vientos retrasaron, efectivamente, durante semanas
el comienzo de los ataques, lo que llevó al general
Falkenhayn a trasladar parte de sus tropas al frente del Este
el 17 de abril de 1915. Muy poco después, el día
22, comenzaba la guerra química. Aquel día una
nube de cloro de unos 6 kilómetros de longitud y entre
600 y 900 metros de profundidad, se dirigió desde
cilindros de acero hacia
las posiciones francesas en el saliente de Ypres. El
éxito inicial fue muy superior al previsto, pero al no
haber utilizado una gran cantidad de gas y al no disponer de
fuerzas suficientes, el Ejército alemán no pudo
desencadenar una ofensiva a gran escala. Se perdió de
esta manera una ocasión única; nunca más
se contaría con una ventaja psicológica y
táctica similar.
(…) Entre los alemanes, el éxito inicial no
hizo, naturalmente, sino estimular la investigación en
este campo. En 1916, y a iniciativa de Haber, se fundó
una Kaiser-Wilhelm-Stitung für Kriegstechnische
Wissenschafen (Fundación Kaiser Guillermo para las
Ciencias Técnicas y Militares), que en 1917 pasó
a depender del Ministerio de la Guerra. Esta organización no tenía
instalaciones de investigación propias; su
propósito era promover y coordinar trabajos relacionados
con la guerra realizados en instituciones universitarias o en laboratorios
de los Institutos Kaiser Guillermo. Emil Fischer, el gran
químico orgánico y líder
científico de la Kaiser-Wilhelm-Gesellschaft, se
encargó de dirigir, junto a Haber, la nueva
organización (…).
En cuanto a los trabajos de Haber en Dahlem, tenemos
que en 1917 manejaba un presupuesto 50
veces superior al que había dispuesto antes de la guerra
en su instituto, dirigiendo todo un batallón de
trabajadores que se ocupaban del tema: 1.500 personas, de las
que 150 eran científicos (…).
Se desarrollaron nuevos compuestos y gases. Se
abandonó el método de dirigir los gases
químicos contra el enemigo utilizando el viento como
fuerza
motriz, optándose por proyectiles lanzados desde piezas
de artillería (…).
Sobre estas contribuciones de Haber a la guerra
química podemos ampliar algunos datos. Así, el gas
sofocante utilizado en Ypres se denominaría después
"iperita". El propio Haber participó en la
aplicación de cloro en el frente de combate. Al
experimentar con varios tipos de gases, él mismo
escapó por muy poco de una nube de gas altamente
tóxica. Después de la experiencia de Ypres y con
Haber en el frente oriental, informó a Rudolf von Valenini
sobre los resultados: «El pánico
que provocó en el enemigo el primer ataque en Ypres
sólo causó el mismo efecto en los rusos del Este
tras reiterados ataques en el mismo lugar, y después
regularmente»92.
En diciembre de 1914 se produjo una explosión
en el instituto de Haber. En una larga carta manuscrita de
enero de 1915, dirigida a Arnold Sommerfeld, que vivía en
Munich, Haber explicaba su nueva vida durante la guerra.
Agradecía a Sommerfeld las palabras de consuelo por la
muerte de Otto Sackur (…), un joven médico muy brillante
que falleció a consecuencia de una explosión en el
instituto (…) mientras experimentaba en una nueva carcasa de
proyectiles para el ejército: «Murió como un
soldado en el campo de batalla, intentando mejorar los medios
técnicos de la guerra con la ayuda de nuestra disciplina. Mi
propio trabajo científico se encuentra detenido. Paso los
días como asesor del departamento de guerra, cuando no
estoy viajando para fotografiar campos de tiro y
fábricas».
Durante casi toda la guerra Haber tenía unas
fuertes creencias en la victoria de Alemania. Sobre este asunto
Fritz Stern escribe:
Por «temperamento», Haber se consideraba
«pesimista», pero como seguía albergando
esperanzas de una victoria alemana, era contrario a cualquier
tipo de paz de compromiso. A principios de 1916,
escribió a Valentini: «Espero que llegue la paz
[en los próximos meses], aunque no querría una
paz que permitiera a Francia y
Bélgica seguir siendo enemigas con capacidad militar,
porque, aparte de todas las consideraciones éticas y
políticas, una paz que nos obligara a
armarnos para hacer frente a un enemigo formidable en
Occidente, como tuvimos que hacer con tanto esmero en el
pasado, nos impondría unas cargas materiales que, al
parecer, hoy aún no admitimos».
A continuación, esboza los peligros de otra
guerra, dominada, como creía que iba a estarlo, por los
aviones. Pero ¿acaso una paz que no fuera cartaginense
habría otorgado a Alemania preponderancia continental? A
principios de 1917, Haber seguía creyendo que la guerra
ilimitada mediante submarinos obligaría a Gran
Bretaña a finalizar la contienda. Un año
después, fue perdiendo la fe en una victoria decisiva
alemana. (…) La petición efectuada por Ludendorff, en
septiembre de 1918, de que un nuevo gobierno solicitara un
armisticio sin demora supuso un golpe inimaginable, incluso
para los alemanes muy cercanos al gobierno, incluido
Haber.
Criminal de
guerra y Premio Nobel
Al finalizar la guerra Haber fue
«desmovilizado» y tuvo que volver a encontrar su
camino en la vida civil; él también padeció
la humillación que el Tratado de Versalles imponía
a todos los alemanes. (…) Cuando su nombre apareció en
la lista de criminales de guerra para extraditarlo y procesarlo,
su seguridad se vio amenazada; durante un breve periodo de
tiempo, buscó asilo en Suiza.
En aquellos días, ni siquiera una carta del
ministro de Guerra, Heinrich Scheüch, donde admitía
la dimisión de Haber, le otorgó
consuelo:
Durante el largo transcurso de la guerra, pusiste sin
descanso tu amplio conocimiento
y tu energía al servicio de la patria. Gracias a la alta
estima de tus colegas, fuiste capaz de movilizar al mundo de la
química alemana. Alemania no estaba predestinada a salir
victoriosa de esta guerra. Que no sucumbiera ya durante los
primeros meses ante la superioridad de los enemigos por
escasez de
municiones, dinamita y otros compuestos químicos de
nitrógeno lo debemos, en primer lugar, a ti […]. Tus
brillantes éxitos vivirán para siempre en la
historia y seguirán siendo […] inolvidables. (Heinrich
Scheüch a Haber, 27 de noviembre de 1918).
La derrota alemana afectó duramente a Haber,
quien pasó algunos meses con problemas de nervios.
Además, su destacado papel en el desarrollo de la guerra
química hizo que durante algunos años numerosos
colegas de otros países intentaran evitarle, más
aún en tanto que no renegó de las actividades que
había desempeñado en defensa de su
patria.
El 7 de febrero de 1920, los aliados presentaban una
lista de "criminales de guerra", 194 páginas con 895
nombres. La lista incluía, entre príncipes,
líderes del Ejército, como Hindenburg y Ludendorff
y comandantes de submarinos, al capitán y Consejero
Privado del Estado, profesor Fritz Haber.
A pesar de esto, en 1918 Haber recibió el
premio Nobel de Química por su contribución a la
síntesis del amoniaco. La Academia Sueca de Ciencias
calificó la síntesis del amoniaco, "un medio
extraordinariamente importante para el desarrollo de la agricultura y
el bienestar de la humanidad", y felicitaba al profesor
alemán por este "triunfo en el servicio de su país
y de la humanidad"98.
La entrega del premio Nobel se realizó dos
años después del correspondiente al premio, es
decir, en 1920. Las dificultades en Europa, que
acababa de salir de una gran guerra, debieron ser el motivo de
tal retraso ya que si se observan las fechas de lectura de los
discursos de
aceptación de esos años vemos que para el premio
Nobel de química de 1915, concedido a Richard
Willstätter, el discurso de
aceptación fue leído el 3 de junio de
1920.
En los años 1916 y 1917 el premio de
química no fue concedido. El discurso de aceptación
del premio Nobel de 1918 fue leído por Haber el 2 de junio
de 1920, mientras que en 1919 no se concedió el premio
Nobel de química. En 1920 el premio Nobel fue concedido a
Walther Nernst, pero su discurso de aceptación fue
leído a finales de 1921. El retraso en la lectura de
aceptación del premio continuó hasta 1922,
año en que se leyeron los discursos correspondientes a
1921 y 1922.
Como podemos ver los premiados de esos años
eran alemanes, amigos o colegas de Haber. Acaso el hecho de que
sean alemanes, participantes activos en la
guerra (al menos Haber y Nernst) fuera también motivo del
retraso en la lectura del discurso de aceptación del
Nobel.
Por su parte, en su discurso de aceptación del
premio Nobel, Haber pronunció las siguientes
palabras:
Un interés
profesional particular en la obtención del amoniaco a
partir de sus elementos, buscaba el logro de un resultado
simple por medio de un equipo especial. Un interés
más amplio se debía a que, si se realizara la
síntesis del amoniaco a partir de sus elementos, en gran
escala, tendríamos una forma útil de satisfacer
importantes necesidades económicas. Tales aplicaciones
prácticas no fueron el propósito principal de mis
investigaciones.
Por otra parte, difícilmente me hubiese
concentrado tanto en este problema, si no hubiese estado
convencido de la necesidad económica del avance
químico en este campo, y si no hubiese compartido
plenamente la convicción de Fichte que, mientras que el
objetivo
inmediato de la ciencia es su propio desarrollo, su fin
último debe estar ligado a la influencia moldeadora que
ejerce, en el momento oportuno, sobre la vida en general y
sobre toda organización humana de las cosas que nos
rodean.
En noviembre de 1918 tuvo lugar en Alemania una
revolución
que acabó con el imperio y estableció una
república. Este periodo ha pasado a llamarse la
República de Weimar. La República fue
proclamada el 9 de noviembre de 1918 (razón ésta
por la que se podría considerar que la República de
Weimar comenzó su existencia en dicho año),
después de que los trabajadores y las tropas del II
Imperio Alemán se sublevaran contra el gobierno a
comienzos de ese año por negarse éste a entablar
conversaciones que pusieran fin a la I Guerra Mundial.
El emperador Guillermo II huyó del país y
se formó un Gobierno Provisional del Consejo de los
comisarios del Pueblo, integrado por una coalición formada
por miembros del Partido Socialdemócrata Alemán,
liderados por Friedrich Ebert, y del Partido
Social-demócrata Alemán Independiente
(escisión radical del anterior), que contó con el
apoyo del partido católico del Centro (Zentrumspartei).
(…)
La nueva Asamblea Nacional Constituyente se
reunió en Weimar (Turingia) en febrero de 1919 y
redactó una Constitución según la cual Alemania
pasaba a ser una república federal democrática con
dos cámaras parlamentarias, el Reichstag (cámara
baja legislativa) y el Reichsrat (cámara de
representación federal). Haber aceptó el nuevo
régimen, aunque muchas veces con recelo, y trató de
trabajar con él para salvar lo que pudiera
salvarse.
Los años 20 fueron difíciles para
Alemania con numerosos problemas
sociales, económicos y políticos. La penuria de
aquellos años también afectó a los
profesores y científicos. En esta situación
surgieron iniciativas para apoyar la ciencia. Entre ellas, a
comienzos de 1920, Haber presentó a la Asamblea Nacional,
a través de la Academia de Berlín y en nombre de
todos los académicos germanos, una solicitud de 3 millones
de marcos.
En parte por motivos formales, la solicitud fue
rechazada. No se desanimó, sin embargo, el célebre
químico, que en abril comenzó a defender la idea de
una organización en la que participasen como miembros
todas las agrupaciones alemanas relacionadas con la ciencia
(…). Al Reich, representado por el Ministerio del Interior, le
agradó la idea. (…)
El 30 de octubre de 1920, 40 miembros distinguidos del
mundo académico germano, reunidos en la biblioteca del
Estado Prusiano, constituían formalmente la
Notgemeinschaft der deutschen Wissenschaft (NGW). Tres semanas
más tarde, la nueva organización fue presentada en
el Reichstag. (…) La política seguida por
la Notgemeinschaft (…) fue la de apoyar a la investigación científica a
través de investigadores individuales (preferentemente
jóvenes), no a instituciones educativas. (…) de la
comisión de Electrofísica dentro de la
Notgemeinschaft formaban parte Planck, Haber, von Laue, Nernst y
Franck.
La labor científica de Haber también
estuvo centrada en la reconstrucción del país,
continuando sus investigaciones (secretas) sobre armas
químicas e investigando la viabilidad de extraer todo el
oro de los
océanos. Pensó que esta posibilidad
permitiría a Alemania afrontar la deuda impuesta
después de la guerra: treinta y tres mil millones de
dólares.
El programa
fracasó ya que finalmente se demostró que el agua de mar
contiene mucho menos oro que el suficiente para hacer viable un
proceso a escala industrial. Deprimido por el fracaso del
proyecto, se
centró en la reorganización de su Instituto para lo
cual estableció directores de sección con libertad
completa en su trabajo. Entre estos estaba James Franck, Herbert
Freundlich, Michael Polanyi y Rudolf Ladenburg. Los estudios del
instituto, entre otros, fueron importantes en el campo de la
química de coloides y en física atómica.
Durante estos años sus investigaciones se centraban en las
reacciones en cadena, en mecanismos de oxidación y en la
catálisis del peróxido de
hidrógeno.
También hizo grandes esfuerzos en el intento
de reestablecer las relaciones científicas de Alemania con
otros países, realizando coloquios quincenales que
ayudaron a reestablecer la reputación internacional de su
Instituto107. En 1926 la posición de Haber
sobre la ciencia alemana la podemos encontrar en una carta de
éste a H. R. Kruyt:
Sabemos perfectamente que hemos perdido la guerra y
que política al igual que económicamente ya no
estamos en el consejo de directores del mundo. Pero creemos que
científicamente todavía podemos contarnos entre
aquellos pueblos que tienen derecho a ser reconocidos entre las
naciones principales. (F. Haber a H. R. Kruyt, 7 de julio de
1926).
Con la llegada de Adolf Hitler al
poder (el 30 de enero de 1933) el antisemitismo
se oficializa. El 7 de abril se promulgaba la famosa
"Ley de
restauración de la carrera del funcionario" (…), con la
que de hecho se pretendía purgar todas las escalas de
funcionarios, profesores universitarios incluidos, por supuesto.
El parágrafo número 3 (popularmente conocido como
"Arierparagraph") era el que se refería a los
no-arios:
(1) Serán apartados de sus puestos todos los
funcionarios que no sean de origen ario. En lo que se refiere a
los funcionarios honorarios, serán apartados de todo
tipo de funciones
oficiales.
(2) El parágrafo (1) no se aplicará a
aquellos funcionarios que lo fuesen el 1 de agosto de 1914, o
que luchasen en el frente defendiendo al Imperio Alemán
o a sus aliados durante la Guerra, o cuyos padres o hijos
cayesen en la Guerra.
Obviamente, Haber constituía una de las
excepciones previstas por la ley del 7 de abril; sin embargo,
él no quiso utilizar tal posibilidad y el 20 de abril
dirigía la siguiente carta al ministro para la Ciencia,
arte y
educación:
Honorable señor:
Por la presente le solicito respetuosamente mi
jubilación, con fecha del 1 de octubre de 1933, de mi
puesto en Prusia de director de uno de los Institutos Kaiser
Guillermo, así como de mi, secundario, puesto de
catedrático en la Universidad de Berlín. De
acuerdo con las previsiones de la Ley para Empleados
Gubernamentales del 7 de abril de 1933, que se ordenó
fuese aplicada a los Institutos de la Sociedad Kaiser
Guillermo, tengo derecho a conservar mi puesto a pesar de ser
descendiente de abuelos y padres judíos.
Sin embargo, no deseo aprovecharme de este permiso
más allá de lo que sea necesario para abandonar
de manera ordenada los deberes científicos y
administrativos de mis puestos.
Mi solicitud es similar en su contenido a la que han
dirigido al presidente de la Sociedad Kaiser Guillermo los
profesores H. Freundlich y M. Polanyi, miembros
científicos y directores de división del
Instituto Kaiser Guillermo de Química Física y
Electroquímica. Recomendé que se aceptasen estas
solicitudes.
Mi decisión de pedir la jubilación ha
surgido del contraste entre la tradición investigadora
en la que he vivido hasta ahora y los puntos de vista
diferentes que usted, Sr. Ministro, y su Ministerio defienden
como protagonistas del actual gran movimiento
nacional.
En mi puesto científico, mi tradición
exige que al escoger mis colaboradores tenga en cuenta
solamente las cualificaciones profesionales de los
solicitantes, independientemente de sus ascendientes raciales.
No esperará usted que de un hombre de 65 años el
que altere la forma de pensar que le ha guiado durante los
últimos 39 años de su vida universitaria, y
comprenderá que el orgullo con el que ha servido toda su
vida a su patria alemana le dicta ahora esta solicitud de
jubilación.
Respetuosamente
F. Haber
Un día después de recibir la carta, el
ministro Bernhard Rust tuvo la siguiente reacción en un
acto público:
¡Estudiantes y profesores alemanes!
No culpo en absoluto a los caballeros que no son de
origen ario por intentar, siguiendo el instinto de su sangre, emplear
a aquellos instructores y ayudantes que les son más
cercanos por sangre. Pero yo no lo puedo permitir. Y cuando un
muy conocido profesor del Instituto Kaiser Guillermo me escribe
ayer diciéndome que él no va a someterse en modo
alguno a que se le dicte la composición del grupo de
investigación que él ha creado, yo debo declarar
que no estoy autorizado a no llevar a la práctica
leyes que el
pueblo alemán se ha dado a sí mismo a
través del Gobierno del Reich.
En el futuro, la generación que surja en las
universidades debe ser aria o todo habrá sido
inútil. Personalmente simpatizo profundamente con la
tragedia de la gente que en lo profundo de sí mismos
quieren considerarse miembros de la comunidad de
personas alemanas, y que han aportado su trabajo a
ella.
No hay nada más duro para mí que tener
que firmar con mi nombre la jubilación de hombres que
como individuos a menudo no me han dado motivo para hacer tal
cosa. Pero se debe mantener el principio en beneficio del
futuro. Cuando hayamos establecido una vez más… entre
los dirigentes y los dirigidos en las Universidades alemanas la
misma relación que existe en el pueblo alemán
entre no arios y arios, entonces, señores, no
habrá más guerra racial en Alemania.
Entiéndanme correctamente: detendremos la guerra de esa
manera, porque habremos reestablecido la relación
adecuada.
Planck, uno de los pocos colegas de Haber preocupado por
el apuro que estaba pasando, le escribió en agosto de 1933
diciéndole que no podría imaginarse los
sentimientos más íntimos de Haber: «Porque el
mero intento suscita una rebelión de mi
corazón.
En este profundo abatimiento, mi único consuelo
es que estamos viviendo una época de catástrofe
como las que aguardan a cualquier revolución y que debemos
soportar gran parte de lo que está sucediendo como un
fenómeno de la naturaleza,
sin rompernos demasiado la cabeza preguntándonos si las
cosas podrían haber sido de otro modo». (…)
Planck, como presidente de la Sociedad Káiser Guillermo
solicitó una entrevista con
Hitler (…).
Planck quiso proteger a Haber y a otros judíos "valiosos",
pero tuvo que conformarse con esperar que el régimen fuera
generoso con la Sociedad Káiser Guillermo en otros
ámbitos.
Mientras tanto, durante esos días aciagos para
él, Haber visitó España. En
"Cincel, martillo y piedra" de J. M. Sánchez Ron podemos
encontrar información al respecto:
Como preparación del Congreso, del 9 al 20 de
agosto de 1933 se celebró una Reunión
Internacional de Ciencias Químicas en la Universidad de
Verano de Santander, (…). En esta Reunión participaron
destacados especialistas españoles y extranjeros; entre
los primeros cabe citar a Ángel del Campo, Obdulio
Fernández, Antonio Madinaveitia y Moles
[Enrique]; y entre los segundos a los premios Nobel de
Química Fritz Haber y Richard Willstätter, y a H.
Von Euler y George Barger. Es interesante reproducir algunos
fragmentos de las memorias de
Willstätter (1965) en los que comentaba sus vivencias en
Santander. (…):
Comíamos [desgraciadamente] y nos
alojábamos en el que había sido palacio real…
Un sendero real descendía a una bahía, con una
playa muy pequeña pero convenientemente cercana. El
baño era habitualmente exquisito. Una procesión
de torpederos patrullaban la entrada de la
bahía…
Algunos de nosotros, como H. Von Euler y G. Barger,
dimos series de conferencias que fueron impresas en español. Otros habían sido
invitados solamente para discutir el programa de la
reunión de Química de Madrid y
se limitaron a dar una sola conferencia como
compensación por sus gastos de viaje. Fue costoso para
el Gobierno, ¡pero mucho más barato que incluso
un solo cañón! Las audiencias eran muy
pequeñas, ya que ninguno de nosotros sabíamos
hablar el español.
Como resultado de comer alimentos
prohibidos en mi dieta sufrí un severo ataque de gota
durante mi curso…
Ésta fue una de las últimas veces que
vi a Fritz Haber… La vida de Haber pendía de un
delgado hilo. Se tomó su conferencia muy seriamente y
trabajó con ella conmigo hasta tarde en la noche, a
pesar de que la audiencia no era otra que un pequeño
grupo de colegas cuya cortesía les obligaba a ir a una
pequeña y calurosa sala de conferencias, ya que la
mayoría de ellos no hablaban alemán.
Uno de los pocos oyentes que hablaba alemán
solía ponerse a dormir siempre que no le tocaba hablar
a él. Mi pobre amigo tomó medicamentos antes de
la hora a la que le tocaba dar la conferencia, pero incluso
así no pudo librarse de uno de sus espasmos al
corazón; se derrumbó, tomó la
nitroglicerina que tenía siempre preparada y, jadeando
y temblando, terminó como pudo su
conferencia.
La solicitud de Haber (su dimisión) le fue
concedida en octubre114. Tras abandonar sus puestos en
Alemania, Fritz Haber se trasladó a Inglaterra,
invitado por la Universidad de Cambridge. Aparentemente, ni el
ambiente ni el clima ayudaron a
levantar su estado anímico y energías. Se fue a
Suiza para estar más cerca de Alemania y allí se
murió algunos meses más tarde completamente
desesperado. Fritz Haber murió el 29 de enero de 1934,
a la edad de 65 años, cuando se dirigía a Basilea
en busca de reposo.
Haber vivió para la ciencia, por su propia
causa y por la influencia que tiene en moldear la vida, la
cultura y la civilización humana. Poseyó un
conocimiento asombroso de la política, historia,
economía, ciencia e industria y
pudo haber tenido éxito en cualquiera de estos campos.
Dio la bienvenida a sus responsabilidades administrativas
además de realizar sus trabajos de
investigación.
Siempre accesible y cortesano, estaba interesado en
todo tipo de problemas. Una característica valiosa en
los coloquios que llevó a cabo en su Instituto era su
capacidad de clarificar, en algunas oraciones, las oscuridades
de una discusión científica. Su talento
organizador le hizo director modelo de una gran
institución, en la cual permitió completa
libertad para sus colaboradores subordinados manteniendo, sin
embargo, un control
notable sobre las actividades del Instituto en su totalidad.
Hombre de personalidad
poderosa, dejó una duradera impresión en las
mentes de todos sus asociados.
Aparte del premio Nobel, Haber recibió
muchos honores durante su vida. Por instigación de Max
von Laue, el Instituto de Física y Electroquímica
de Berlín-Dahlem fue renombrado como el Instituto Fritz
Haber después de su muerte.
Además, sobre las acciones de
Max von Laue después de la muerte de Haber tenemos
más información en el texto de Fritz
Stern:
A instancias de Max von Laue, decidió organizar
un acto en memoria de
Fritz Haber un año después de su muerte en el
exilio, en enero de 1934. El gobierno y el Partido Nazi
quisieron impedir una ceremonia pública de tales
características y, en todo caso, prohibieron la
asistencia a los funcionarios. (…) A pesar de todo, (…) el
acto se celebró con gran solemnidad en la Casa Harnack.
La sala estaba llena y asistieron muchas mujeres representando
a sus maridos, que tenían prohibido acudir o
sentían miedo. Otto Hahn pronunció el discurso
principal y también leyó un texto del
químico Karl Friedrich Bonhoeffer, el leal alumno de
Haber que, en tanto funcionario académico, tenía
prohibida la participación.
Al final de la conmovedora ceremonia, Planck
declaró: «Haber mantuvo su lealtad hacia nosotros;
nosotros debemos mantener nuestra lealtad hacia
él» (18 de enero de 1934).
Aparecen aquí todos los textos manejados, aunque
algunos de ellos no están en las referencias. Esto se debe
a que en el momento de consultarlos su aportación no fue
novedosa respecto de lo ya conseguido y, en cualquier caso,
confirmaron los datos obtenidos.
Andrés, D. M., Antón, J. L., Barrio, J., de la Cruz, M.
C., González, F. (1997). Química. 2º
Bachillerato. Madrid: Editex.
Asimov, I. (1987). Enciclopedia biográfica
de ciencia y tecnología (Vol 3). Madrid: Alianza
Editorial.
Asimov, I. (1988). Breve Historia de la
Química (9ª reimpresión). Madrid:
Alianza Editorial.
Bensaude-Vincent, B. y Stengers, I. (1997).
Historia de la Química.
Addison-Wesley/Universidad Autónoma de
Madrid.
Brook, W. H. (1998). Historia de la
Química. Madrid: Alianza Editorial.
Clarke, J. S. (1985). Química. Madrid:
Ediciones Pirámide S.A.
Espasa Calpe (Ed.). (1924). Enciclopedia Universal
Ilustrada Europeo Americana (Vol 27). Madrid: Espasa Calpe
S.A.
Espasa Calpe (Ed.). (1932). Enciclopedia Universal
Ilustrada Europeo Americana (Apéndice, Vol V).
Madrid: Espasa Calpe S.A.
Haber, F. (1920). The Synthesis of Ammonia from Its
Elements. Extraído de Nobel Lectures, Chemistry
1901-1921, Elsevier Publishing Company, Amsterdam, 1966,
tal como se recoge en el Official Web Site of The
Nobel Foundation:
http://nobelprize.org/chemistry/laureates/1918/haber-lecture.html
Highfield, R. y Carter, P. (1996). Las vidas
privadas de Einstein. Madrid: Espasa Calpe.
McCoy, S. y Phillps, J. Fritz Haber: Chemist and
Patriot. Extraído el 14 Noviembre, 2004 del sitio
Web 1992 Woodrow Wilson Sumer Institute:
http://www.woodrow.org/teachers/chemistry/institutes/1992/Haber.html
Miall. (1989). Diccionario de Química.
Madrid: Alhambra.
Microsoft Corporation. (1993-1998). Enciclopedia
Microsoft® Encarta® 99.
Nobel e-Museum. (2002). Fritz Haber –
Biography. Extraído el 22 Septiembre, 2002 del
Official Web Site of The Nobel Foundation:
http://www.nobel.se/chemistry/laureates/1918/haber-bio.html
Quílez, J., Lorente, S., Sendra, F., Chorro, F.
y Enciso, E. (1998). Química. 2º
Bachillerato. Valencia: ECIR.
Perutz, Max F. El gabinete del doctor Fritz
Haber. Mundo Científico. Junio, 1997. Barcelona. RBA
Revistas.
Sánchez Ron, J. M. (1992). El poder de la
ciencia. Madrid: Alianza Editorial.
Sánchez Ron, J. M. (1999). Cincel, martillo
y piedra. Historia de la ciencia en España (siglos XIX y
XX). Madrid: Taurus.
Speziali, P. (ed.). (1994). Albert Einstein
Correspondencia con Michele Besso. Barcelona: Tusquets
Editores.
Stern, F. (2003). El mundo alemán de
Einstein. La promesa de una cultura. Barcelona:
Paidós.
Felipe Moreno Romero
http://es.geocities.com/apuntes_ensayos/index.htm
Puede encontrar una versión de este
artículo con fotografías en
http://es.geocities.com/apuntes_ensayos/Haber/inicio.htm
OCTUBRE, 2005