- Teresa Urrea " La Santa de
Cabora" - La
rebelión - Derrota y humillación
del ejército porfirista - Una nueva ofensiva y otro
fracaso - La
masacre - Fuentes
En lo alto de la agreste sierra
tarahumara, a orilla de la carretera Hermosillo –
Chihuahua, hay un pequeño pueblo llamado Tomóchic. En 1891 los poco mas de cien
habitantes de ese pueblo, defendieron su integridad y dignidad
levantándose en armas contra la
dictadura
porfirista, derrotando a sus ejércitos en varias
ocasiones, para finalmente morir masacrados por el
ejército federal. En ese episodio jugó un papel
importante un personaje de la historia sonorense: Teresa
Urrea "La Santa de Cabora". La revuelta de Tomóchic
preparó a la población del campo Chihuahuense para el
levantamiento revolucionario que tendría lugar veinte
después.
En el Estado de
Chihuahua, en la década de 1880, bajo la gubernatura de
Luis Terrazas se iniciaron los trabajos de deslinde de las
tierras nacionales, para repartírselas a los nuevos
colonos militares y a los veteranos de la guerra contra
los franceses.
Gran parte del Estado estaba
conformado por tierras nacionales, a las que tradicionalmente,
los rancheros y habitantes de los pueblos, que no tenían
tierras pero si ganado, acostumbraban a llevar sus vacas a pastar
y a cortar madera.
Para llevar a cabo sus propósitos, el gobierno federal
decidió vender esos terrenos como latifundios.
Comisionó a las Compañías Deslindadoras a
hacer los trabajos de medición y como pago por su trabajo se
quedarían con una tercera parte de los terrenos
deslindados. Las otras dos terceras partes serían vendidas
a los hacendados o a empresarios extranjeros, con el supuesto
compromiso de que a cambio
traerían colonos extranjeros.
Los trabajos se iniciaron en 1884 y pronto los
pequeños propietarios y rancheros empezaron a sentir las
consecuencias.
Los pobladores de las comunidades también
sintieron los efectos secundarios de dichos trabajos. Las tierras
con pastos para su ganado se vieron cercados
repentinamente.
Perdieron también el derecho de extraer madera y
otros recursos del que
habían disfrutado libremente.
Por otra parte, una Ley promulgada en
1884 establecía que los jefes políticos, es decir,
las autoridades distritales, ya no serían elegidos, sino
que serían ahora nombrados por el gobierno estatal y en
muchos casos, los vecinos ya no podrían llevar sus quejas
a los tribunales sin la aprobación de los nuevos jefes
políticos.
En 1891 un nuevo golpe duro sufrieron los habitantes de
Chihuahua. Se promulgó un decreto en el que las capitales
distritales no podrían elegir a sus presidentes
municipales, sino que también serían nombrados por
las autoridades estatales.
Para 1891 ya no gobernaba Terrazas, lo hacía
Lauro Carrillo, nombrado por Díaz para contrarrestar el
poder del
primero y a su vez protegido por Carlos Pacheco poderoso ministro
del régimen.
Teresa Urrea " La
Santa de Cabora"
El 15 de octubre de 1873, en el rancho Santana, del
municipio de Ocoroni, Sinaloa, nació la niña
García Nona María Rebecca Chávez, conocida
después como Teresa Urrea..
Hija natural de Doña Cayetana Chávez, una
india tehueco
y Don Tomás Urrea, un rico hacendado con raíces
alamenses. En 1880 don Tomás y su esposa Loreto Esceverri
emigran a Sonora, al pueblo de Cabora, de la municipalidad de
Batacosa, distrito de Álamos, en el sur del Estado. Hoy en
día, la comunidad de
Cabora pertenece al municipio de El Quiriego.
Teresa vive su infancia en
compañía de su madre y una tía en
Aquihuiquichi, Sonora; cerca de Cabora hasta 1888, cuando su
madre muere y ella se traslada a Cabora al amparo de su
padre, de quien a partir de entonces adopta su
apellido.
En 1890 sufre un ataque de catalepsia ( un ataque que
produce la pérdida de los signos vitales
y que da la apariencia de muerte) que la
sume en la inconciencia por catorce días. Al despertar de
su trance sufre una completa transformación, empieza a
hablar cosas extrañas, y a realizar curaciones milagrosas.
El hecho se considera como una resurrección y la noticia
se extiende por todos los confines de la región. De
ahí en adelante las historias de milagros, curaciones,
poderes extraordinarios, dones proféticos, doble
visión y otras capacidades sobrenaturales, empiezan a
cundir de pueblo en pueblo llegando incluso hasta las mas
alejadas poblaciones de Sinaloa y de la alta sierra de Chihuahua.
Pero sus poderes no solo eran curativos, sino que también
empezó a predicar una cierta doctrina religiosa muy
particular: no reconocía más autoridad que
la divina, ni más ley que la de Dios.
Los relatos de sus poderes y prédicas corren de
boca en boca, crecen, se inventan y se exageran y empiezan las
peregrinaciones para ver a la " Santa Niña de Cabora"
aumentando cada vez los creyentes y curiosos llegando a contarse
en un solo día la visita de dos mil visitantes a la
hacienda de su padre, que pronto se convierte en un mesón
para enfermos y desvalidos, sobre todo los desamparados por las
injusticias del régimen porfirista. A verla va gente de
todos los estratos sociales pero con mayor número indios
yaquis y mayos quienes le profesan una verdadera
veneración. Los peregrinos vienen desde los puntos mas
alejados de Sonora, periodistas de la ciudad de México y
Estados Unidos
vienen a entrevistarla.
Cabora se convierte en un centro de reunión, no
solo de enfermos sino también de descontentos
políticos que intercambian opiniones. Esto despierta la
desconfianza de los hombres del poder, quienes envían a
sus espías para vigilar aquellas reuniones
Entre los pueblos a los que llegó la fama de
Teresa, se encontraba Tomóchic, un alejado pueblo de la
sierra de Chihuahua, de escasos doscientos habitantes. Dirigidos
por su líder
Cruz Chávez, un grupo de
tomochis, en 1890 bajaron a Cabora a confirmar los poderes de la
santa. Entre ellos estaba José Carranza quien venía
a curarse de un tumor. Al verlo la santa le dijo: "Te pareces a
San José", a partir de entonces sería Carranza
sería conocido como San José. Teresa los
atendió con esmero y les habló del gran poder de
Dios, de quien provenía todo lo creado.
Convencidos los tomochis de la divinidad de la santa ,
se regresaron a su pueblo a fundar un culto a la misma,
nombrándose a Chávez como sacerdote y a Carranza
como San José. El cura del templo fue expulsado del pueblo
y Chávez fue designado patriarca de la comunidad. Teresa
se comunicaría con ellos por carta durante los
siguientes dos años.
A mediados de 1891 el Gobernador de Chihuahua Lauro
Carrillo, en un viaje por la sierra, tuvo que quedarse a dormir
en Tomóchic y aprovechó para visitar la iglesia, donde
descubrió unas imágenes
de San Joaquín y Santa Ana de gran valor, por lo
que ordenó al Mayor Manuel Cárdenas que las
empacaran y las enviara a la capital. El
hecho enfureció tanto a los tomochis, que hicieron viaje
especial a Chihuahua, encabezados por Cruz Chávez para
reclamar los cuadros, por lo que el Gobernador tuvo que
devolverlos.
Mientras tanto a principios de
noviembre de ese año, Joaquín Chávez
el hombre
fuerte del pueblo, hizo nombrar Presidente Seccional del pueblo a
un pariente suyo llamado Juan Ignacio Chávez.
El descontento de los pobladores de nuevo salió a
relucir, a lo que se agregó el hecho de que el Presidente
llevaba a pastar su ganado a los terrenos del pueblo, sin tomar
en consideración a nadie y sin pagar alquiler.
Además forzaba a los jóvenes a trabajar para
él y para los Limantur; parientes del influyente ministro
de Porfirio Díaz, por salarios muy
bajos y una vez que los jóvenes se fueron a trabajar a una
mina donde les pagaban mejor, los amenazó con la
"leva", ( un sistema de
reclutamiento
forzoso, establecido por el ejército porfirista, que la
población consideraba una forma de esclavitud).
Como los pobladores siguieron protestando, el cacique
del pueblo Joaquín Chávez, hizo cambiar la ruta de
la " conducta" (
caravanas que a lomo de mula transportaban los metales de las
minas) que transportaba la plata de las minas de Pinos Altos y
que regularmente pasaba por Tomóchic en su camino rumbo a
Chihuahua. Esto representó una ofensa para los pobladores,
ya que hacía entender que no eran personas confiables y
que eran capaces de asaltar " la conducta", como ya
había sucedido el 28 de enero de 1891, cuando la misma
"conducta" había sido asaltada en el puerto de
Manzanillas, Guerrero por unos bandoleros de otra región.
Esto enfureció más a los lugareños quienes
armaron una ruidosa manifestación frente a la
presidencia.
El Presidente envió un informe al Jefe
Político del Depto. De Guerrero en el que le decía
que " los habitantes me han manifestado que no respetan mi
autoridad y que ellos solo reconocen la autoridad de Dios". A su
vez, el Jefe Político informó al Gobernador que "
en Tomóchic, un grupo de cuarenta hombres armados, han
desconocido a las autoridades, se han revelado contra el gobierno
y amenazan con asaltar las "conductas" por lo que
solicitaba el envío de fuerzas militares.
El propio Jefe Político se dirigió a
Tomóchic acompañado por cincuenta soldados al mando
del Teniente Francisco Castro. Al llegar al pueblo el 7 de
diciembre, a las tres de la tarde fueron recibidos por los
vecinos al grito de ¡¡Viva el poder de Dios y muera
el mal gobierno!!, ¡¡Viva el poder de la
santísima virgen y la santa de Cabora!!, pero como los
soldados iban prevenidos lograron vencer a los rebeldes,
causándoles cuatro muertos, dos heridos y un
prisionero.
Cruz Chávez y sus lugartenientes lograron escapar
y se refugiaron en Tutuaca para de allí dirigirse a Cabora
en busca de la protección de su "Santa". El Jefe
Político informó que la rebelión
había sido sofocada.
Enteradas las autoridades de la huida de los
líderes rebeldes hacia Sonora, entraron en su
persecución y avisaron a las de ese Estado para que los
encontraran y detuvieran. El Capitán Emilio
Enríquez, del 11 Batallón de Huatabampo,
recibió la orden de ir a enfrentar a los sediciosos y al
mando de cuarenta y dos soldados decidió ir a encontrarlos
antes de que llegaran a Cabora.
Cruz Chávez había explicado a sus hombres
que contaban con la protección de Dios y que las balas no
les entrarían, además como hombres de campo
acostumbrados a cazar animales,
tenían buena puntería, por lo que había que
hacer era dispararle primero a los oficiales, para lograr
así dispersar a los saldados.
El 26 de diciembre de 1891, Enríquez se
encontró con los sublevados en el lugar conocido como
Álamo de Palomares, quienes le tendieron una emboscada y
siguiendo las instrucciones de Chávez lo mataron a
él primero y luego a cinco de sus hombres, el resto
huyeron desmoralizados y sorprendidos ante la certera
puntería de los alzados.
Finalmente los tomochis lograron llagar a Cabora para
encontrarse con la noticia de que Teresa Urrea no se encontraba
allí, ya que había salido con su padre a otra
ciudad. Chávez no se desmoralizó, ofició
misa en la Hacienda e inmediatamente emprendió el regreso
a su pueblo. En el trayecto tuvo algunas escaramuzas con las
fuerzas de Sonora y de Chihuahua perdiendo uno de sus hombres y
logrando llegar a Tomóchic el día 11 de enero de
1892.
El Gobernador Carrillo comisionó entonces a Don
Tomás Dozal y Hermosillo, para que en su
representación viajara a Tomóchic a hablar y
negociar con los vecinos una amnistía si dejaban sus armas
y reconocían la legitimidad de sus autoridades municipales
y regionales.
Cruz Chávez recibió con atención y conferenció con Dozal
durante mas de tres meses. Le explicó las razones de su
levantamiento y la verdad de los malentendidos que tuvieron con
el Presidente Seccional y el Jefe Político, y le
explicó de su odio hacia las autoridades y que en materia
religiosa, ellos eran libres de profesar la que les pareciera, ya
que era eso lo que su tío Juan Ignacio Chávez les
había reprochado con mas vehemencia y sobre todo el
altercado que habían tenido con el Padre Manuel Castelo,
quien también les había dado una reprimenda por su
fanatismo, por lo que lo expulsaron del pueblo. En resumen
rechazaron el ofrecimiento de amnistía ofrecida por el
Gobernador. Chávez estaba convencido de que Dios y la
Santa de Cabora los protegían y que por lo tanto, eran
invencibles.
Las cosas volvieron a la calma, los tomochis volvieron a
las faenas del campo y las autoridades no quisieron mover mas el
asunto ya que a mediados del año se realizarían
elecciones locales.
Derrota y
humillación del ejército porfirista
Porfirio Díaz esperó a que pasaran las
elecciones y ante la ineficiencia del Gobernador Carrillo por
resolver el problema , decidió destituirlo
nombrándolo Senador. En su lugar nombró a Miguel
Ahumada, quien decidió aplastar la rebelión de
Tomóchic de una vez por todas. Tomóchic se
había convertido en un foco den insurrección y su
ejemplo inspiraba a otras comunidades.
Con el pretexto del robo de unos sacos de maíz a Don
Lisandro Domínguez, por la gente de Cruz Chávez, el
gobierno inicia la ofensiva final contra los rebeldes.
El General José María Rangel, Jefe de la
Zona Militar de Chihuahua, recibió órdenes desde la
Ciudad de México de acabar definitivamente con la
rebelión y al mando de doscientos cincuenta soldados
federales y cincuenta hombres de la Seguridad
Pública del Estado, entre quienes se encontraba el Mayor
Santana Chávez, un antiguo combatiente contra los apaches
y que conocía muy bien a Cruz Chávez ya que
habían peleado juntos contra los indios y que una vez
terminadas sus luchas habían jurado ayudarse mutuamente en
el futuro.
Rangel y sus hombres llegaron a Tomóchic el 2 de
septiembre y confiado en la superioridad de sus hombres, no
esperó la llegada del Teniente Francisco castro quien
venia de Pinos Altos a apoyarlo, entró en combate contra
los rebeldes. Su táctica consistió en envolverlos
por los dos flancos mientras que Santana Chávez y sus
hombres irían en la retaguardia.
Los tomochis se lanzaron a la carga, derrotaron el ala
derecha y luego dieron vuelta y despedazaron a la izquierda. Para
el mediodía las tropas de Rangel huían en
desbandada a esconderse en el bosque. El General apenas
logró salvar su vida y solo perdió su kepí,
símbolo de su grado.
Lo que sucedió era explicable; los hombres de
Cruz siguieron la misma táctica, matar primero a los
oficiales, y esto lo hacían aprovechando su
puntería adquirida en sus viejas luchas contra los
apaches, sus rifles Winchester de repetición eran
superiores a los de los soldados y el respaldo de Santana
Chávez, quien en cumplimiento de su antiguo juramento se
puso a disparar contra los soldados desde la retaguardia
provocando la devanada y sobre todo la fe que tenían los
tomochis .
El resultado fue desastroso: 27 soldados muertos,
numerosos heridos y 51 prisioneros y todas las armas y municiones
perdidas. Del bando contrario solo tres heridos leves.
El hecho levantó tremendamente la moral de
los sublevados y su convicción de la protección de
Dios.
Rangel regresó a Chihuahua derrotado y fue
destituido de su cargo y sustituido por el General Felipe
Cruz.
Una nueva ofensiva y
otro fracaso
La Secretaría de Defensa ordenó que el
General Cruz, terminara de una vez por todas con la
rebelión, las derrotas habían resultado una afrenta
para el gobierno. Cruz salió de Chihuahua el 21 de
septiembre al frente del noveno batallón con 100 dragones
bien armados.
Cruz un alcohólico empedernido había
empezado a beber desde que salió de Chihuahua y
después de pasar por Cd. Guerrero,
en el rancho La Generala sufrió un ataque de " delirium
tremens" y en un arranque quijotesco confundió un
sembradío de maíz con los rebeldes tomochis y
ordenó atacarlos y destruirlos por completo, los soldados
temerosos obedecieron la orden y en un santiamén no
dejaron ni una sola planta de maíz en pié. El
General satisfecho por su victoria, se regresó a Cd.
Guerrero y por telégrafo informó a sus superiores
que la orden había sido cumplida y el enemigo había
sido derrotado por completo.
Una nueva orden fue dada; el General Rosendo
Márquez reemplazó al alcohólico Cruz y
atacaría de nuevo. Desde Sonora el Coronel Lorenzo Torres,
un veterano de la guerra contra los yaquis, lo apoyaría
con 600 soldados. Márquez se instaló en Guerrero y
puso al frente de otros 600 hombres al general Rangel, quien
deseoso esperaba el momento de su venganza.
Las fuerzas federales sumaban 1200 hombres mientras que
en Tomóchic los esperaban 120 rebeldes. Las dos columnas
llegaron al pueblo rebelde el 20 de octubre de 1892, completando
las dos 1200 soldados y un cañón. El general Rangel
se deshizo de su uniforme para evitar ser identificado como
oficial y ser el primer muerto. Para entonces las tropas
federales eran presas de una especie de psicosis
colectiva. La buena puntería de los rebeldes, y los
éxitos anteriores, habían convencido también
a los soldados que los tomochis estaban protegidos por
Dios.
Los soldados de Torres fueron recibidos al entrar al
pueblo por un contingente de mujeres vestidas de negro que al
estar lo suficientemente cerca de los soldados, arrojaron sus
rebozos y resultaron ser hombres disfrazados que empezaron a
disparar sus winchesters contra la tropa. La confusión
hizo presa de los soldados lo que provocó una desbandada,.
A pesar de ser catorce veces mas que los rebelde, los soldados
sufrieron trescientas bajas. Al anochecer las dos columnas se
reunieron para reorganizarse y reiniciar el ataque por la
mañana, aún les quedaban novecientos soldados. El
día 21 el ataque se dirigió hacia el cerro de
Medrano, desde donde los rebeldes dieron pelea por dos horas
hasta ante la superioridad dl enemigo, tuvieron que replegarse
hasta las casas y la iglesia del pueblo, que se había
convertido en una fortaleza. La batalla se reanudó el
día 22 sin que los soldados lograron avanzar, los rebeldes
les disparaban desde la torre de la iglesia, lo que dificultaba
el avance. Las hostilidades fueron iguales todos los días
hasta el día 27 en que Rangel logró desalojar a los
pobladores de sus casas y para evitar que volvieran a
posesionarse en ellas , las incendió todas.
Para los rebeldes no les quedaba otro reducto que la
iglesia y la casa de un combatiente que se habilitó como
cuartel donde se encerraron con sus hijos y mujeres disparando
desde las ventanas. Los rebeldes estaban agotados, hambrientos,
sedientos y agobiados por el olor de los cadáveres que
había en todas partes. Rangel les envió un emisario
con quien les ofrecía respetar sus vidas a cambio de que
se rindieran.
La respuesta fue contundente; no se rendirían y
por lo contrario elaboraron un banderín de guerra de
color blanco con
una cruz roja en el centro y la izaron sobre el cuartelito desde
donde seguían disparando. Rangel decidió entonces
atacar la iglesia, que estaba llena de hombres, mujeres y
niños
Envió unos soldados a incendiar la puerta lo que
originó un incendio generalizado que convirtió a la
iglesia en un infierno. Los sitiados empezaron a salir corriendo
por la puerta de la iglesia solo para ser encontrados por las
balas de los soldados que los esperaban a la salida
disparándoles de atrás de las bardas del
atrio.
Se formó entonces abajo del pórtico una
pila de cadáveres de hombres, mujeres y
niños.
Los que no lograron salir murieron calcinados dentro de
la iglesia. Algunos que habían logrado escapar de las
balas fueron atrapados por los soldados y fusilados
inmediatamente por órdenes de Rangel.
El día 29 solo quedaba como defensa del pueblo,
la casa del combatiente habilitada como cuartelito. Ahí
estaba Cruz Chávez con algunos combatientes, mujeres y
niños. Rangel les envió de nuevo un emisario
pidiéndoles se rindieran. Por el contrario Cruz
respondió ¡¡Primero muertos!!. Ante la
negativa, Rangel ordenó entonces la batida final. Los
soldados empezaron a tirotear la casa a discreción, hasta
lograr entrar por el techo y disparar a mansalva sobre los
rebeldes.
Finalmente cesó el fuego ante la creencia de que
habían muerto todos, pero no, adentro quedaban siete
hombre y una
mujer, entre
ellos el propio Cruz. Salieron heridos y sangrantes, casi
arrastrándose. Se les concentro en el portal de la
única casa que quedaba en pié. Cruz pidió un
cigarro que le fue concedido y el le entregó al
capitán Castro un morralito que siempre traía
consigo y que contenía las cartas que Teresa
Urrea le había enviado los últimos años.
Cruz todavía fumaba cuando una descarga de metralla
acabó por fin con su vida.
Todavía la historia no ha podido precisar en
costo de la
batalla, pero para matar a poco mas de cien hombres, el
ejército sacrificó a casi seiscientos soldados,
gastó 60,000 cartuchos, 100 granadas y 20 botes de
metralla.
Todos los hombres de Tomóchic murieron y solo
sobrevivieron 43 mujeres y 71 niños.
Teresa Urrea, fue acusada de ser la instigadora de las
sublevaciones y junto a su padre fue aprehendida por el Jefe de
la I Zona Militar Gral. Abraham Bandala, trasladada al cuartel de
Cócorit y de allí a Guaymas para luego ser
deportada a Estados Unidos por Nogales, residiendo en Arizona y
Texas el resto de su vida para finalmente morir de tuberculosis el
Cliffton Arizona el 11 de enero de 1906.
…ellos no eran los realizadores de una idea, eran
los precursores y en todos los tiempos, el fracaso ha
acompañado a los precursores; pues su papel es preparar
…
Lauro Aguirre
Tomóchic!!
Redención!!
Para los lectores interesados en el tema, hay una
película de los años setenta que lo aborda con
realidad:
Longitud de Guerra: Conacine, Dirigida por:
Gonzalo Martínez, Actores: Narciso Busquetz, Bruno Rey,
Pedro Armendáriz , Héctor Suárez y Leticia
Perdigón.
Aguilar Camín Héctor, 1981. La
Frontera
Nómada: Sonora y la Revolución
Mexicana. Siglo XXI Editores. Pag. 45
Almada Francisco R. 1990.
La Revolución en el Estado de Sonora.
Gobierno del Estado de Sonora. Secretaría de Educación y Cultura,
Instituto Sonorense de Cultura.
Diccionario de Historia, Geografía y Biografía
Chihuahuenses. Cuarta Edición. Universidad de
Chihuahua. Departamento de Investigaciones
Sociales, Sección Historia
Diccionario de Historia, Geografía y
Biografía Sonorenses 1990. Gobierno del Estado de
Sonora .Secretaría de Educación y Cultura,
Instituto Sonorense de Cultura.
Aurrecoechea Juan Manuel. 1981.
Tomóchic, Un Episodio del Porfiriato.
Tomo 13. Colección México Historia de un
Pueblo, Secretaría de Educación Pública/
Editorial Nueva Imagen.
Corbalá Acuña Manuel Santiago,
1977. Álamos de Sonora. Editorial Libros de
México, S.A.
Domecq de Rodríguez Brianda. 1984.
Teresa Urrea La Santa de Cabora. Temas Sonorenses, a
través de los simposios de historia. Publicaciones del
Gobierno del Estado de Sonora 1979-1985
González Flores Enrique. 1949.
Chihuahua de la Independencia
a la Revolución. Ediciones Botas, México
D.F.
Jordán Fernando, 1981. Crónica
de un país bárbaro. Centro Librero La Prensa,
Chihuahua, Chi.
Illades Aguiar Lilián, 1994.
Tomóchic en el centenario de su rebelión
Contribuciones a la Historia del Noroccidente Mexicano. Memoria del VIII
Congreso Nacional de Historia Regional. Guillermo Ibarra Escobar/
Ana Luz Ruelas:
Compiladores.
Universidad Autónoma de Sinaloa, Escuela de
Historia.
Katz Friedrich, 1998. Pancho Villa
.Ediciones ERA
Troncoso P. Francisco, 1983. Las Guerras con
las tribus yaqui y mayo, Tomo II. Publicaciones del
Gobierno del Estado de Sonora 1979 – 1985
Sobarzo Horacio 1981. La Santa de Cabora,
Teresa Urrea. Episodios Históricos Sonorenses y Otras
Páginas. Editorial Porrúa, S. A.
Por:
Ignacio Lagarda Lagarda