El Real Felipe es el mayor atractivo
turístico del Callao. Se encuentra ubicado en la
bahía del Callao. Actualmente la fortaleza es una base
menor del Ejército peruano. También alberga al
Museo del Ejército; está abierto al
público general y turistas nacionales y extranjeros.
(Cotos, Humberto (1997-1999) "La fortaleza del Real Felipe"En:
"El Callao: "Historia, Gente y
Tradición" [en línea], La página de los
chalacos en la red. Chim Pum
Callao,
Este trabajo, muy
esquemático, solo pretende hacer de conocimiento
aportes de otros investigadores, tanto de personas individuales
como de instituciones.
Es esta la razón por la cual comenzamos haciendo
referencia a un recurso importantísimo que puede ser
encontrado y consultado en el ciberespacio.
Valiosísimo tanto para aquellas personas que han
visitado El Real Felipe como para todas aquellas que no
habiéndolo aún llevado a cabo, estamos seguros,
después de su consulta, se sentirán motivadas para
visitar, personalmente, este importantísimo y acogedor
atractivo turístico del Callao.
Los profesores, tanto del nivel primario como secundario
tienen, en este mapa interactivo, una valiosa herramienta para
sus clases, así como también para la
motivación previa a la visita con sus alumnos y su
posterior aprovechamiento después de realizada la
misma.
Mapa interactivo.
URL: http://www.peruplanes.8m.com/museo/real.htm
El Virrey José Antonio Manso de Velasco, Conde de
Superunda, colocó la primera piedra de lo que sería
la imponente Fortaleza del Real Felipe, el 1 de agosto de 1747.
El año anterior, 1746, exactamente el 28 de octubre, a las
diez y media de la noche, se produjo un terremoto y maremoto de
grado XI en la escala de
Mercalli, con un duración de un minuto con 40 segundos,
según lo señala el Dr. Waldemar Espinoza en su
libro
"Virreinato Peruano: Vida cotidiana, instituciones y cultura"
(Lima, 1997).
Como consecuencia de este cataclismo, que
destruyó el puerto del Callao, no quedó nada en
pie, inclusive se hundieron 17 barcos. El maremoto, que produjo
olas de hasta 60 metros de altura, pulverizó las
fortificaciones y retorció embarcaderos. Apenas quedaron
algo de sus anchas murallas con sus dos puertas de entrada; 200
sobrevivientes de una población que llegaba casi a 5000
habitantes.
Es importante resaltar este infausto acontecimiento,
porque fue esta hecatombe ocurrida en el Callao lo que
convenció y decidió a las autoridades virreinales a
construir una defensa más sólida que una simple
muralla, para proteger la Ciudad de Lima del constante asedio de
piratas y corsarios, sobre todo de nacionalidad
británica.
Los planos fueron encomendados al cosmógrafo
francés Luis Godin, quien había venido como jefe de
la famosa Expedición Geodésica Francesa, al lado de
Pierre Bouguer y Carlos María de la Condamine. El proyecto
presentado por Godin fue escogido, dejándose a un lado los
otros dos proyectos
pertenecientes a los ingenieros José Amich y Juan
Francisco Toesa.
Fue la Junta de Guerra, la que
por mayoría, se decidió por los planos de Godin,
aunque, como lo señala el padre Vargas Ugarte en su
Historia General del Perú, volumen V,
capítulo XI, el Marqués de Obando no estuvo de
acuerdo con esta decisión e hizo que constase su voto
singular.
La dirección de la obra corrió a cargo
de Godin, conjuntamente con el Piloto de la Armada José
Amich y el Ayudante del regimiento de Portugal el sargento Mayor
Juan Manuel Ramiro. El maestro mayor de albañilería fue don Pedro
José Ramírez
La construcción principal tardó en
realizarse 29 años y su costo fue de
más de tres millones de pesos. Las piedras utilizadas para
su construcción (aproximadamente unos 5 millones de metros
cúbicos), provenían de las canteras de la Isla de
San Lorenzo, pero también de Panamá y
España,
pues muchas veces se emplearon los bloques que los barcos
traían como contrapeso, cuando llegaban a buscar
mercaderías al Callao.
Primero fue conocido como Real Fernando, en honor al
soberano Fernando VI, pero posteriormente se le dio el nombre con
el cual se le conoce hasta el día de hoy, en memoria del
fallecido rey Felipe V. Se presume que la ceremonia de
inauguración fue encabezada por el virrey Manuel Amat y
Juniet, en 1776. Es verdad que durante el gobierno del
Conde de Superunda se había comenzado a construir el Real
Felipe, pero sólo se alcanzó a construir el cerco o
muralla del gran pentágono que había de ser el
fuerte.
En cambio durante
el gobierno del virrey Amat se levantaron los terraplenes de
más de nueve varas de ancho a lo largo de las cortinas y
flancos del muro exterior y se le agregó una muralla de
competente grosor. Se hicieron seis rampas cómodas para
subir la artillería a los parapetos y en los cinco
baluartes se construyeron otros tantos almacenes para la
pólvora y munición así como alojamiento para
la tropa y pozos de agua, por si
se hiciese necesario.
A la contraescarpa se le dio mayor altura y se
llevó a cabo en gran parte de la obrad del glacis o
explanada. En el centro de la plaza se fabricaron almacenes para
víveres y municiones y cuarteles para los soldados, fuera
de una capilla y un hospital para los enfermos y
presidiarios.
Finalmente se trajo agua de buena calidad de alguna
distancia, proveyendo de este modo a la fortaleza de un elemento
indispensable. Como dice Vargas Ugarte: "Hay que reconocer que a
su diligencia (se refiere al virrey Amat) se debe la obra del
Real Felipe y no en vano figura su nombre en más de un
sitio de la fortaleza".
La fortaleza tiene una forma pentagonal, con muros a
prueba de bombas de 4
metros de altura con un perímetro externo de 1,580 metros,
rodeados por un foso de agua de 16 metros de ancho por 2 y medio
de profundidad; adicionalmente tenía un sistema de
terraplenes que conseguían ocultar la fortaleza de las
observaciones desde alta mar y evitaba que los atacantes tuvieran
alguna protección durante la última parte del
ataque. Posee cinco baluartes: de la Reina, del Rey, de San
José, de San Carlos, de San Felipe y baluarte del
Príncipe.
Con sus 188 cañones de bronce y 124 de fierro, la
fortaleza permitió repeler los ataques de los corsarios.
Pero el verdadero bautizo de fuego ocurrió el 20 de enero
de 1816, cuando las fuerzas españolas rechazaron la
ofensiva de los barcos Hércules y Halcón, enviados
por el gobierno de Buenos
Aires.
Cuando el general San Martín proclamó la
independencia
del Perú, el fuerte estaba en manos de los realistas. El
gobernador de esta fortaleza era el Mariscal de Campo don
José de La Mar.
Después de un período de resistencia, La
Mar convino en aceptar una honrosa capitulación que se le
venía proponiendo, la cual fue suscrita en
Baquíjano el 19 de setiembre de 1821 a las ocho y media de
la noche y cumplida dos días después,
ocurriéndola entrega de la fortaleza el día 21 a
las 10 de la mañana. La fortaleza se convirtió en
el Castillo de la Independencia, sede de los poderes legislativo
y judicial, por orden del presidente José de la Riva
Agüero.
Sin embargo el amotinamiento de los sargentos Moyano y
Oliva provocó una nueva ocupación realista, en
febrero de 1824, nombrándose entonces como jefe de la
guarnición al brigadier José Ramón Rodil, el
cual sería uno de los jefes realistas que se negaron a
aceptar la capitulación de Ayacucho (el otro fue don Pedro
de Olañeta, en el Alto Perú).
Rodil resistió el asedio ordenado por Bolívar
hasta que ya no pudo más, al haber agotado todo tipo de
provisión, habiéndose consumido todo tipo de
animales,
incluido ratas, y como consecuencia de la mortandad que se
desató debido a una epidemia de escorbuto. Hubo planes
para deshacerse de Rodil. A fines de 1825 el teniente coronel de
ingenieros, Rafael Montero y los oficiales Nicolás Ponce
de León y Sebastián Riera tramaron un plan para
deshacerse de Rodil.
El primero fue descubierto, enjuiciado y ejecutado. En
cambio los otros dos huyeron y se refugiaron en el campo
patriota. La toma del castillo de Santa Rosa, el 8 de enero de
1826, con al ayuda de la infantería marina, así
como el pase de aquellos oficiales, constituyeron un
durísimo golpe del cual no pudo reponerse Rodil. Y es por
ello que el 11 de enero mandó izar bandera blanca, en el
baluarte de la Princesa, y un parlamentario realista entró
en contacto con los patriotas.
El día 13 se entrevistaron parlamentarios de
ambos bandos, a bordo del navío Briton y el día 15
de le hizo saber a Bartolomé Salom, jefe patriota
encargado del asedio, de que Rodil estaba dispuesto a firmar una
capitulación. Los comisionados o parlamentarios se
volvieron a reunir el día 17, en una carpa entre
Bellavista y el Real Felipe y se comenzaron a redactar los
artículos de la Capitulación, la cual fue firmada
por Rodil y Salom el 22 de enero de 1826.
Al día siguiente, a las 8 y media de la
mañana, previo la entrega por el coronel Aznar de las
llaves de la fortaleza, la compañía de cazadores
del batallón Caracas y unos 200 hombres de
artillería peruana a órdenes de Larenas, penetraron
en la fortaleza. Fue seguido por Salom con su estado mayor y
en el torreón de la patria s izó el pabellón
peruano. Salom fue premiado siendo ascendido a general de
división y Bolívar dio el nombre de Callao al
regimiento N° 3, que había tenido a su cargo el asedio
de la fortaleza del Real Felipe.
Durante las décadas siguientes la Fortaleza del
Real Felipe fue el escenario de la lucha de los caudillos de
nuestra naciente república. Así por ejemplo, en
plena guerra de la Confederación Peruano – Boliviana,
Orbegoso atacó la fortaleza el 17 de enero de 1835,
consiguiendo, el 21 del mismo mes, derrotar a las fuerzas
situadas en los castillos, en esos momentos ya denominado de la
Independencia y obligarlas a capitular.
Precisamente para salvaguardar el orden y consolidar la
paz interna, el gobierno decretó el desmantelamiento del
fortín, lo que incluía el retiro de los
cañones, los puentes levadizos, así como la entrega
de la construcción a la Aduana
Central.
Sin embargo volvería a hacer historia el 2 de
mayo de 1866, como consecuencia del bombardeo del puerto del
Callao por obra de la escuadra española. El Real Felipe
fue utilizado nuevamente como centro de comando y operaciones de
guerra. Se dice que fue el propio presidente don Mariano Ignacio
Prado, quien dirigió las labores de acondicionamiento y
organización de una escuadrilla de defensa
frente al Real Felipe, para cubrir la parte de la ciudad que no
tenía baterías armadas.
Después de haber sido escenario de levantamientos
militares y cuartel importante durante la guerra con Chile, la
fortaleza se utilizaría ya únicamente como sede de
la Legión Peruana de la Guardia, hasta que el
ejército decidió abrir sus puertas al
público, como una manera de transmitir un mensaje vivo de
honor, valor e
historia.
En 1998 con motivo de conmemorarse sus 251 años
de vida, se informó que se había llevado a cabo una
remodelación de la Fortaleza, lo que había
significado una inversión de un millón de soles y
que habían provenido de los recursos de la
Corporación de Desarrollo de
Lima y Callao (CORDELICA) y que se preveía gastar una suma
similar para construir una moderna sala de convenciones que, como
en los grandes museos, sería cedida para acontecimientos
culturales, históricos y turísticos.
Actualmente en esta fortaleza funciona el Museo del
Ejército. Cuenta también con una oploteca
(colección de armas) que
utiliza el ambiente
originalmente conocido como aljibe y que servía como
depósito de agua, siendo posible almacenar agua para
satisfacer las necesidades de la fortaleza por un período
de varias semanas, contando con un sistema de llenado a partir
del agua del foso que la rodeaba. Esta oploteca guarda la
colección de armas portátiles del Museo del
Ejército.
En la primera sala encontramos armas de puño, es
decir, pistolas y revólveres desde las de avancarga y
sistema de chispa, hasta las modernas semi-automáticas. En
la segunda sala podemos ver el desarrollo de las armas largas
como los fusiles y carabinas y en la tercera sala se exhiben las
armas de acompañamiento: ametralladoras, lanzagranadas y
morteros. También se encuentra dentro de sus instalaciones
una réplica de la parte frontal de la Casa de la Respuesta
existente en la ciudad de Arica (hoy Consulado Peruano) y que en
el año de 1880 servía como cuartel general de las
tropas peruanas encargadas de la defensa de dicha
ciudad.
En la Casa de la Respuesta encontramos una reproducción de la junta de oficiales
convocada por Francisco Bolognesi en la mañana del 5 de
junio de 1880 y que se conoce como el Día de la Respuesta.
Están representados los jefes y oficiales que participaron
en la reunión convocada por Bolognesi, apareciendo cada
efigie con un número que permite identificar de qué
personaje se trata.
A un lado de la Casa de la Respuesta encontramos el
monumento al Soldado Desconocido, que rinde homenaje a los todos
los soldados que han dado su vida por la Patria en las distintas
guerras de
nuestra historia. Está representado por un soldado, sin
rostro, de la época de la Guerra con Ecuador
(1941).
La visita al Real Felipe se realiza en aproximadamente
tres horas, por los lugares del circuito de visita programada, la
cual se realiza con guías de la propia institución.
Se considera un descanso de 10 a 15 minutos. En realidad,
según se señala, si uno deseara conocer todo el
museo al detalle puede necesitar un par de días completos.
El museo permanece abierto todos los días de 9 AM a 2
PM.
Siendo El Real Felipe una base menor del Ejército
Peruano para cualquier información dirigirse a:
Museo del Ejército
Fortaleza del Real Felipe
Callao, Perú
Teléfono: (511) 429-0532
Datos Numéricos
De:
Cotos, Humberto (1997-1999) "La fortaleza del Real
Felipe"En: "El Callao: "Historia, Gente y Tradición" [en
línea], La página de los chalacos en la red. Chim
Pum Callao,
http://www.chimpum-callao.com/historia/realfelipe.html
- Area interna: 70,000 m2 ó 7 Has.
- Longitudes:
- Muralla: 1532 m
- Foso: 1,600 m.
- Glasís: 2,200 m.
- Alturas:
- Torreones: 18.90 m.
- Casa del Gobernador: 12.40 m.
- Muralla: 6.30 m.
- Edificaciones:
- Torreones: del Rey y de la Reina
- Torre Alta: Casa del Gobernador
- Interiores: Cuarteles, Almacenes
- Portada: Principal o de Honor y Secundaria o del
Perdón
- Obras Defensivas:
- Baluartes: 5 en la muralla
- Garitas: 15 en la muralla
- Rampas: 6 en la muralla
- Santa Bárbara: 7 en la muralla y
torreones - Troneras: 207 en el parapeto y
torreones - Almenas: 158 en el parapeto y 64 en los
torreones - Banquetas: 158 en el parapeto
- Tambores: 2 en la portada
- Linternas: 2 en la portada
Jorge G. Paredes M.