- Qué es una medicina
tradicional - Rasgos de los sistemas
terapéuticos tradicionales - Un ejemplo: el susto (o
espanto) - Bibliografía
En el presente artículo trataré de exponer
las características más sobresalientes de sistemas
terapéuticos tradicionales (de culturas no occidentales)
usados por miles de personas no sólo en sus contextos
sociogeográficos sino en lugares diversos, incluso en el
ámbito de la sociedad
occidental, aquí ya como medicinas interculturales ( caso
de la medicina tradicional china en
contacto con culturas no asiáticas) (Aparicio
2004).
Una característica básica de las medicinas
tradicionales es su fuerte y necesaria vinculación con lo
cultural del ser, tanto individual como social-grupal. La
tradición se convierte en la depositaria y transmisora del
saber acumulado y legado a través de generaciones, saber
que constituye uno de los pilares básicos de
definición de identidad de
los grupos
originarios (de América, Asia), tal como
expone el poeta y escritor Elicura Chihuailaf (1999) en su obra
titulada Recado conficencial a los chilenos, hablando del
pueblo mapuche.
Los mapuche cuidan y enriquecen su "oralitura" (conjunto
de relatos transmitidos oralmente, como se hace en otras culturas
con la literatura). En ella viajan
los conocimientos y los contenidos que definen el ser-identidad
de ese pueblo. Señala Chihuailaf la importancia de los
mayores en la transmisión de costumbres, tradiciones y
organización (Chihuailaf 1999). Los pueblos
mesoamericanos tienen en sus mayores los depositarios de la
pequeña historia y de los
conocimientos de sus antepasados. En muchas ocasiones, son los
médicos tradicionales ancianos quienes, además de
curar, tienen la responsabilidad y el honor de representar a la
comunidad en
Consejos, ante terceros y ante las autoridades del Estado o de la
Nación
(Alberto, 1999; Bernal,1991).
La transmisión del idioma en los grupos
originarios asegura la transmisión y el pase de los
contenidos encerrados, guardados en él, custodiados por la
palabra que, a modo de clave, los abre, descifra y difunde entre
los miembros de la comunidad. María Sabina, conocida
chamana mazateca, nunca aprendió el castellano. La
expresión en su lengua materna
fue el modo idóneo de transmisión de información proveniente del "espacio de los
sueños o espacio mágico" en el que la Sabia se
encontraba y se comunicaba con los "niños"
(hongos). Su
poesía
refleja el lirismo del sentir de un pueblo y el saber guardado en
(la clave de) la palabra. Todo un simbolismo que nos lleva a un
mirador del mundo y de la vida muy diferente del nuestro,
occidental. El libro de
Álvaro Estrada (1997) nos acerca esa palabra traducida a
la lengua
castellana.
Cada sociedad evoluciona y se desarrolla siguiendo sus
patrones y caminos de evolución. Así ha ocurrido con las
culturas tradicionales y con la sociedad occidental (contando las
variantes de países y regiones). Razones históricas
y culturales hicieron que surgiera la ciencia en
Occidente y las tradiciones amerindias y asiáticas, una y
otras diferenciadas. El matemático franco-chino Antony Tao
(2003) expresa que la revolución
científica europea fue consecuencia lógica
de hechos y precedentes muy concretos. La tradición
judeo-cristiana con la creencia en un Dios transcendente
independizado de la naturaleza; y
el pensamiento
lógico heredado de los griegos (considerando el universo y la
naturaleza ordenados y regidos por leyes que el
pensamiento humano puede descifrar y conocer) fabricaron las
bases culturales que diron lugar al Renacimiento, a
la vez que gestaron el surgimiento de la ciencia en
Europa.
En Asia y América indígena no hubo
judaísmo, ni cristianismo
ni tradición grecorromana. La divinidad siguió
considerándose unida a la naturaleza, al cosmos, a la
vida, por lo que el entorno se entendía como animado. La
separación de Dios y naturaleza entre griegos, judíos
y cristianos, condujo al desarrollo de
un pensamiento simbólico (para la religión) y uno
lógico-racional (para la naturaleza). La religión,
pues, siguió un sendero y la física otro. Con el
tiempo
surgió una Europa fuerte que se lanzó a la
conquista del mundo imponiendo su ley, su
organización y su modo de ver y entender el universo y la
vida. Representantes e investigadores, tanto de las ciencias
sociales como de las naturales observaron y estudiaron las
culturas de otros continentes considerando a las civilizaciones
tradicionales (no occidentales) culturas en fase de desarrollo
"precientífico" , es decir, alejadas aún de
aquéllo a lo que Europa llegó en el siglo XVIII,
sin darse cuenta de que líneas de evolución
cultural y social diferentes no son forzosamente convergentes.
Ello no quiere decir que no se alcanzaran desarrollos importantes
siguiendo cada cultura sus
caminos y patrones de progreso. Ahí está el caso
del Imperio Chino o de las civilizaciones azteca y zapoteca (en
Mesoamérica), con altos niveles y cotas en
organización social, economía,
transportes, comunicaciones, organización militar,
astronomía, medicina, etc. Había
menos enfermedades,
y se disponía de una organización de la salud más efectiva en
el pueblo azteca que en la Europa de ese momento (S. XV).
Cráneos expuestos en Monte Albán muestran trazas de
intervenciones quirúrjicas sofisticadas.
Las tradiciones terapéuticas no occidentales son
a sus culturas respectivas lo que la medicina occidental es a la
suya. Aquéllas son diferentes a ésta, pero no
inferiores ni atrasadas. Y, siguiendo su línea natural de
evolución, no tienen que concluir en una medicina
científica al modo occidental. El antropólogo
Clifford Geertz (1990) expresó que resultan incorrectas
las expresiones de "culturas en fase precientífica" o
"primitivas" para denominar a las de pueblos no occidentales con
líneas de desarrollo independientes. Según Geertz
no debe mirarse al mundo desde una sola óptica
(la occidental, dominante). Todos los pueblos tienen la palabra y
cada uno define mejor lo que es.
Las tradiciones terapéuticas no occidentales no
son sólo elementos que ayudan a perpetuar la cultura y a
mantener la cohesión e identidad de los grupos,
también curan, es decir, que tienen, como tales, fines y
objetivos
concretos y específicos, el principal: prevenir la
enfermedad y ayudar al restablecimiento de la salud de sus gentes
(Bernal, 1991)
2. QUÉ ES UNA
MEDICINA TRADICIONAL.
El antropólogo de la salud, Peter Brown (1998),
define etnomedicina como la propia de un grupo y de una
cultura ya que los sistemas terapéuticos se construyen de
acuerdo con las características culturales de los grupos.
Si varían éstos, si varían las culturas,
variarán también las maneras de entender salud/
enfermedad, las formas de abordar los problemas y
las propuestas de soluciones.
Así, desde la antigua cultura chamánica en Asia y
América indígena, siguiendo un hilo de
conexión con los tiempos dentro de las tradiciones, se ha
llegado a las medicinas tradicionales. Cada sociedad, desde
antiguo, ha desarrollado sus propios sistemas, procedimientos y
modos de curar. Eso es etnomedicina. Nuestra sociedad occidental,
según Peter Brown, es una más dentro de las que se
desarrollan en el planeta y, por tanto, su medicina, la
denominada medicina occidental, convencional, alopática,
científica y tecnológica es el resultado de la
búsqueda de soluciones a los problemas de salud dentro de
esta cultura. Es una etnomedicina más como entendemos lo
son la etnomedicina tradicional china, la etnomedicina mapuche,
la etnomedicina mexicana, etc, etc, diferentes, auténticas
y adaptadas a las características de sus grupos, sus
espacios naturales y sus culturas.
¿Qué hace diferente a la medicina
occidental del resto?
El abandono de lo tradicional por aquélla y la
adopción
de lo tradicional por parte de las etnomedicinas de los grupos y
culturas no occidentales (por lo que se las reconoce como
medicinas tradicionales).
En opinión de las personas que entrevisté
en Oaxaca ninguna medicina es mejor o peor. Un sistema
terapéutico es válido si resuelve o ayuda a
resolver problemas de salud. Las medicinas tradicionales, por lo
general miran más allá del cuerpo, intentando
reequilibrar tanto los aspectos observables (afectados) como los
de índole espiritual, vivencial y anímica.
Pregunté a los médicos tradicionales mixes,
zapotecos y chatinos si es posible combinar sistemas
terapéuticos tradicionales con el
occidental-tecnológico-científico. Todos dijeron
que sí, pero cada cual explicó sus razones. Para
D.Aristeo y D. Erasto, zapotecos, cada sistema tiene sus
particularidades. Hay situaciones y problemas que ven y curan los
médicos convencionales en los hospitales (cirujía,
infecciones
respiratorias importantes, problemas del corazón,..). Otros son atendidos mejor por
los médicos tradicionales, principalmente enfermedades que
tienen que ver expresamente con la cultura, con la comunidad y
con el medio tradicional (como el susto o el aire).
Don Alfonso, también zapoteco, se formó en la
tradición herbolaria de su pueblo, pero su largo trabajo como
militar le proporcionó otras miras y ópticas que
influyeron en la concepción y en el estudio de la
enfermedad. Así, combina la medicina tradicional zapoteca
con la visión occidental, usando tanto plantas y
remedios de su tradición como medicamentos de patente, de
acuerdo a las necesidades que se le presentan. La medicina tiende
a ser intercultural al entrar en contacto unas culturas con
otras. Es lo que observé incluso en China donde la MTC no
sólo contiene las características tradicionales de
un sistema terapéutico relacionado con su contexto
cultural sino que posee elementos propios de la depuración
académica además de otros provenientes de la
óptica occidental. Cada vez se utilizan más
elementos mezclados. Muchos médicos tradicionales se
forman, además de en sus lugares de origen, en escuelas,
universidades y asociaciones a través de
currículos, cursos, conferencias y otros medios de
formación permanente, principalmente de corte occidental (
nociones de biología, de botánica, preparación de hierbas y
plantas, etc). Y cada vez hay más demanda por
parte de la población de sistemas como la medicina
tradicional china, la homeopatía, la naturopatía, y
los modos de curar de las tradiciones de cada pueblo, al lado de
la medicina occidental. En la capital
mexicana pude observar una gran difusión de la medicina
tradicional china y de la coreana, inspirada en aquélla.
Al lado del tradicional mercado de
Sonora, en el centro, se levanta un gran edificio todo él
dedicado a la salud desde la óptica de la
terapéutica asiática. Así es que
también en la modernidad
podemos observar esa proximidad y buena relación entre la
cultura de salud oriental y la tradicional mexicana.
En Rusia hay una
importante tradición en fitoterapia y naturopatía
renaciendo desde final del comunismo. Anna
Reid (2003), en su estudio actual del chamanismo siberiano
señala la situación de desmantelamiento cultural
que padecen los pueblos de las estepas y la taiga. Subraya que, a
pesar de esa situación, la vieja cultura chamánica
se está revitalizando al recuperarse poco a poco el
contexto vital de los distintos grupos. En casi toda Asia, la
milenaria medicina tradicional china y sus variantes
interculturales atienden, ayudan y curan a millones de personas
cada año. En Chile existe un ejemplo oficial de
acercamiento intercultural con el hospital de Makewe Pelale y la
farmacia herbolaria de Temuco. En México se
está desarrollando cada vez más la medicina
tradicional mexicana en su aspecto intercultural. Existen
organizaciones
educativas que las enseñan. Universidades como la de
Chapingo ofrecen cursos de formación y perfeccionamiento
dirigidos a los médicos profesionales indígenas y a
los formados en la ciencia occidental (Ignacio Bernal,
responsable de formación médica en la CDI de Oaxaca
organiza cursos de preparación cultural tradicional y
técnica a futuros profesionales alópatas trabajando
en áreas indígenas en Oaxaca). En Cuba existe un
sistema de salud integral e integrado en el que conviven la
medicina llamada científica y la medicina tradicional y
natural junto con la medicina china como medicina intercultural.
El sistema terapéutico oficial cubano, mixto, es un
ejemplo de medicina sociobioecocultural. El MINSAP cubano a
finales de los 90, debido al bloqueo internacional, ideó
unas estrategias para
paliar el déficit de medios que afectaba a la sanidad. Una
de esas estrategias fue la creación y el desarrollo de un
Programa
Nacional de Medicina Tradicional y Natural (1997) que implicaba
no sólo a las estructuras
gubernamentales y a los profesionales sino también a los
sectores productivos y a toda la población. Fitoterapia,
acupuntura, otros contenidos y técnicas
propios de las medicinas naturales y tradicionales se incluyen en
Cuba dentro de los currículos de los estudios sanitarios.
Se ha impulsado la investigación de productos
naturales, no sólo como complemento de medicamentos
internacionales (sintéticos) sino como parte de la
estrategia
originaria del gobierno cubano
tendente a crear un complejo de medicamentos naturales capaces de
atender las necesidades de la población (Aparicio 2005).
Pese a las carencias y a la acusada falta de medios, los
profesionales de salud cubanos, entrenados en el
conocimiento de la medicina tradicional y natural
también, tienen un alto nivel de formación. Hoy
día, la Universidad de
Holguin ofrece cursos internacionales a profesionales extranjeros
como muestra del alto
grado alcanzado en el terreno de: apiterapia, fitoterapia,
técnicas naturales diversas, medicina china intercultural,
etc, etc.
La cultura tradicional de salud en Mesoamérica y
en China, cada una con sus características propias y
regionales, se ha forjado a partir de un pasado en el que el ser
humano se hallaba absolutamente integrado y unido a la naturaleza
y al mundo de creencias. Bosque, río, montaña,
cielo, lluvia, sol, viento y otros elementos del entorno natural
antiguo fueron deteriorándose y mermando a medida que el
progreso tecnológico surgido tras la revolución
industrial se fue imponiendo desde una cultura urbana
dominante, y occidental. El bienestar de las personas antes de la
llegada de los europeos a América, dependía e iba
íntimamente ligado al cielo, al sol, a la brisa del mar, a
las precipitaciones en la montaña, a los cursos de
agua, a los
cerros, a los pájaros, al árbol. Una cultura de
hermandad con la naturaleza, de interacción con ella y con sus fuerzas
ubicó a amerindios y asiáticos en tradiciones
tremendamente ecológicas, tal como fue en el
paleolítico. Y junto con lo que les rodeaba, perceptible
por los sentidos,
estaba el amplio y variado mundo de lo sobrenatural, aportado por
la cultura y las tradiciones propias de cada pueblo. Esa
mezcolanza caracterizó las ideas, visiones y símbolos de salud/ enfermedad. Naturaleza y
cultura, cultura y naturaleza sujetan como pilares robustos y
fundamentales tanto culturas asiáticas, entre ellas la
china y la coreana, como culturas amerindias, entre ellas las
oaxaqueñas. Y esto ¿Por qué es así?
La respuesta indiscutible está en las líneas de
evolución y en los precedentes históricos y
culturales que conformaron lo que ahora son las tradiciones. Del
mismo modo que las premisas que hemos expuesto para la cultura
occidental (judaísmo, cristianismo y herencia
helénica) condujeron a ésta a la revolución
científica (Tao 2003), las líneas de las
tradiciones asiática y amerindia, llevaron a sus culturas
a otro punto distinto, también de progreso para ellos. Los
procesos de
diferenciación y las influencias y cambios del encuentro
con la cultura occidental, tanto en Asia (aunque menos) como en
América (conquista y colonización), variaron y
matizaron esas líneas de evolución tradicionales no
occidentales. No obstante, a pesar de todo, en uno y otro sitio
he podido comprobar la característica ecocultural de sus
tradiciones, y en concreto de
sus culturas de salud. Para los mixes de Santo Domingo de
Tepuxtepec, para los zapotecos de San Juan Tabaá, para los
chatinos de Nopala y región, el cerro es su vida, los
árboles, hermanos, el bosque un lugar a
respetar, las flores y plantas fuente de ayuda para sanar,
el agua la
sangre que
nutre sus campos; las rocas,
protección y fuerza;
el sol, el
padre de la vida; la tierra, la
Madre que da lo que se necesita para vivir. Y alrededor de esas
imágenes tan poéticas del entorno se
encuentran todos los elementos espirituales heredados de sus
antepasados y aprendidos de pequeños en el seno de
la familia y
de la comunidad. Cuando todo ello está en equilibrio,
hay salud, buenas cosechas, llueve cuando se necesita y hay sol
para que maduren plantas y frutos. Así lo ven
ellos.
En China se mira al cielo, a las nubes, al viento, al
sol y a las estrellas; al río, al bosque y al monte.
Cuando todo se relaciona en equilibrio, sin trastornos, sin
alteraciones, fluye el Qi (imagen
discursiva, materia y
energía, constituyente esencial y básico de todo lo
existente), y cuando fluye el Qi no hay enfermedades. El
mismo principio aplican los chinos al cuerpo y a sus partes. Las
energías de la naturaleza se entienden como influyentes y
responsables en la salud del entorno y de la comunidad. En
consecuencia, también de los individuos. A nivel
exclusivamente popular, todo esto se enriquece con tradiciones
antiguas de elementos sobrenaturales interviniendo en la
naturaleza, en la vida y en el destino de los seres
humanos.
Cuando como occidentales viajamos a esos lugares y
observamos, comprobando la estrecha unión de sus gentes
con el entorno, concluimos que el pasado, o una parte de
él permaneció vivo dentro de las tradiciones,
manifestándose en el presente (en muchos casos) en todo su
esplendor.
3. RASGOS DE LOS
SISTEMAS TERAPÉUTICOS TRADICIONALES.
Cinco rasgos fundamentales definen los sistemas
terapéuticos y modos de curar tradicionales
(mesoamericanos, amerindios, siberianos y
asiáticos):
- Validez como etnomedicinas (sistemas
terapéuticos adaptados a ámbitos y contextos
socioculturales y geográficos concretos que responden a
las necesidades de salud de los grupos). - Utilización de recursos
naturales (plantas, minerales,
animales,
agua,..), no sólo como medios técnicos
(terapéuticos) para prevenir y combatir las enfermedades
sino como elementos íntimamente asociados a la cultura y
al mundo de creencias. - Contemplación necesaria del elemento cultural de
la enfermedad. Salud/enfermedad no es un binomio seccionado y
parcelado sino una realidad variante y alternante
(dialéctica Inn / Iang ) en relación directa
con el equilibrio/desequilibrio del entorno entendido como
realidad amplia (espacio físico, espacio vivencial y
espacio simbólico).La cultura tradicional se implica en los temas de
bienestar de sus miembros. En el budismo
tibetano se aconseja cuidar la salud, atender el cuerpo,
tener una conducta
en relación con la observación de normas y
costumbres, tener en cuenta las estaciones del año, la
alimentación, el vestido, la
convivencia. Seguir un recto camino asegura el equilibrio y,
por consiguiente, la salud de la persona y del
grupo. Para las medicinas tradicionales (medicina tradicional
mexicana, medicina tradicional china, medicina tradicional
tibetana, medicinas tradicionales siberianas) salud es
equilibrio. A él se llega primero con la
actitud y
la conducta, y en segundo lugar, con la ayuda de la
terapéutica. Lo que deseo destacar es el carácter sociobioecocultural de todos
esos sistemas. Todo se condensa en llevar al ser humano a
descubrir y desentrañar, mediante una existencia
razonable, la posición a él destinada por el
cosmos y para el cosmos (Ayala, 1999: 190).Los sistemas terapéuticos de los grupos
originarios y de las culturas tradicionales
(Mesoamérica, China, Japón, Corea) forman parte de otros
elementos organizativos y equilibradores del ser, del grupo,
del ser y el grupo con el medio; del ser, el grupo y el medio
con las creencias; del ser, el grupo, el medio y las
creencias con el cosmos.El antropólogo e historiador de las religiones,
Mircea Eliade (2001) señala que la labor de los
chamanes en las sociedades
antiguas no sólo era la de curar, sino la de tratar de
mantener la integridad de todo el grupo, salvaguardar la
sociedad, su orden y el equilibrio en su relación con
la naturaleza y con el cosmos.La salud, pues, en las culturas tradicionales
mesoamericanas y amerindias, siberianas, chinas y coreanas no
sólo se entiende como el bienestar del cuerpo, de la
mente y del grupo sino como la vivencia conjunta y
armónica de lo viejo y lo nuevo, del pasado y del
presente, de lo que se ve y de lo que no se ve
(llámense energías, llámense fuerzas
espirituales, llámese Qi). Salud es, para
ellos, prosperar en el plano del conocimiento, sentirse integrados en una
naturaleza que se comparte, que se comprende como hermana,
como madre, y se vive en armonía y respeto.
Entienden que el ser humano depende de la naturaleza y que,
dañada ésta, el mal le llega a él. En
sus tradiciones nunca se pronunció ni se
escribió la frase: "dominad la tierra".
La agricultura tradicional se practicaba con una
conciencia
de préstamo. La tierra da, no hay que arrasarla,
hay que devolverle algo a cambio ( Hablando de
Europa,¿qué está ocurriendo en España
con la destrucción del espacio a través de
años de práctica agotadora de agricultura mal
desarrollada?, ¿y con los incendios
forestales? El suelo
ibérico es un tremendo pedregal seco salpicado de
pequeñas manchas verdes amenazadas por los fuegos
provocados e intencionados). En China, desde la llegada del
régimen maoísta, el positivismo político siempre
chocó con la tradición. Aún hoy, a pesar
de los años de "reeducación"
(políticosocial) sigue habiendo un pensamiento
dividido: tradición por un lado y revolución
por otro. Esa división siempre existió, pese a
la fina represión que se llevó a cabo en el
pasado. En las áreas rurales y alejadas, el
pensamiento tradicional se ha mantenido muchas veces oculto
bajo las formas oficiales y las chaquetas y gorras de la
revolución que le sirvieron de protección. Ese
pensamiento (tradicional) que ahora fluye por todo el
país se ha encontrado con pensamientos occidentales y
está forjando una nueva vía de
interculturalidad, hecho que se aprecia muy bien en las
grandes ciudades como Sanhai y Beijing. El pensamiento
tradicional como tal también se ha revitalizado. Los
templos han adquirido auge. La medicina tradicional se
enseña en las universidades como una carrera
importante y difícil. La doble comprensión de
la tierra da lugar a una práctica extensiva y
productiva de la agricultura, desde los programas
estatales; y a una práctica más equilibrada,
que no pobre, más ecológica, en zonas de mayor
influencia de las tradiciones (con riqueza natural y
mercado). Hay regiones de práctica mínima,
autosuficiente y pobre donde la política no ha conseguido doblegar a la
tradición, pero ésta ha perdido mucha
vitalidad. El alejamiento , la confusión y la mala
calidad de la
tierra hacen el resto. En Mesoamérica se intenta
ayudar a los campesinos en las comunidades tradicionales con
el fin de dar paso a una agricultura más productiva
con medios y con infraestructuras, respetuosa a la vez con
las tradiciones. En San Juan Tabaá, según el
Ingeniero D. Nepthalí Ortiz, de etnia y
cultura zapotecas, se están ensayando proyectos de
riego para mayor aprovechamiento de los recursos
hídricos del suelo, a la vez que se intenta educar a
la población para abrirse a la plantación de
nuevos cultivos. Pero se choca con la mentalidad popular,
poco receptiva y cerrada, tal vez por miedo, me
recalcó el Sr. Ortiz en uno de los encuentros que
tuvimos en Oaxaca. Para estos nuevos mexicanos, titulados y
formados en la Universidad y en el seno de la cultura
occidental y científica, no se trata de acabar con las
tradiciones sino de proporcionar formación y medios de
competencia a los miembros de las culturas
originarias con el fin de que puedan hacer frente al mundo
moderno y a la inevitable e imparable sociedad global. Tanto
D. Javier Reyes, mixe, como D. Nepthalí Ortiz,
zapoteco, Representante y Director del Colegio para la
Educación Intercultural de Oaxaca,
respectivamente, se sienten por encima de todo miembros de
sus grupos y culturas, hablan sus lenguas normalmente y se
integran en la vida tradicional de sus comunidades. Pero
también son conscientes de pertenecer a la comunidad
nacional por lo que su trabajo consiste en una labor
integradora. Para D. Javier Reyes, la riqueza de plantas
medicinales de los territorios tradicionales así
como los conocimientos relativos a salud de sus gentes y de
los médicos tradicionales debe protegerse contra el
expolio y la degradación (biopiratería, acoso
de las multinacionales, malas actitudes
de los particulares). Para ellos, progreso no está
reñido con tradición. Se pueden conjugar, sobre
todo para evitar que se destruya la naturaleza y el medio de
equilibrio, necesario y vital para el desarrollo incluso para
el progreso moderno de los pueblos indígenas. Salud y
enfermedad en esos contextos dependen del equilibrio /
desequilibrio con el medio natural, el social y el cultural.
Un marco ambiental reforzado con leyes, protegido,
aprovechado dentro del respeto es una de las claves para la
subsistencia de los grupos indígenas, y del resto del
mundo. En Sudamérica, "Para un Pewenche, dejar sus
tierras ancestrales puede significar el quiebre de los
vínculos espirituales con su tierra, separarse de su
tradicional fuente de subsistencia y romper la red de la comunidad"
(Chihuailaf 1999: 135). Para D. Erasto, de Tabaá
(Oaxaca), ninguna curación de espanto es posible sin
pedir y agradecer a la Santa Madre Tierra su
ayuda. - No son sistemas independizados del resto de la
cultura del pueblo o de la sociedad que se trate. Así
como salud/enfermedad son situaciones resultantes de un
equilibrio/desequilibrio con el medio amplio (no sólo
físico y social), lo que puede ser salud en un caso,
para alguien concreto o en una situación
específica puede resultar enfermedad (o entendido como
tal) para otro, o en otra situación diferente; y
viceversa. Por ejemplo, la crisis
terapéutica se entiende como parte del proceso de
curación, no sólo en las culturas tradicionales
diferentes de la occidental sino en las ópticas de salud
naturistas y tradicionales dentro de la cultura y sociedad
occdentales (medicina
natural-naturopatía, homeopatía,..). La
crisis terapéutica es una manifestación de
apariencia contraria a lo que se busca, habiendo empezado a
poner los medios para la resolición del problema. Los
síntomas parece que empeoran o surgen reacciones
diversas al inicio de la atención. La mentalidad moderna entiende
que un remedio correcto debe mover la enfermedad hacia la
mejoría desde el primer momento. La mentalidad
tradicional y naturalista entiende que el remedio debe provocar
precisamente una reacción del organismo (crisis
terapéutica) como respuesta al "proceso de diálogo terapéutico" iniciado y
establecido. Ese aparente empeoramiento de los síntomas
es-debe ser seguido de una mejoría importante o de la
resolución del problema. - Las etnomedicinas de las culturas originarias,
medicina tradicional mexicana, medicina tradicional china
(distintas de la occidental) son medicinas naturales
(físicas y biológicas) a la vez que
simbólicas (culturales), teniendo en la tradición
el apoyo no sólo para la recepción de
información sino para su organización, modo de
proceder y segura transmisión. Han de tenerse en
cuenta las tradiciones para acomodar los grupos
indígenas al progreso, contando con sus opiniones,
según el etnógrafo Fredy Zárate,
informante de la comunidad de Santos Reyes Nopala (etnia y
cultura chatinas).
Naturaleza y cultura forman una unidad y una realidad
dinámica en la mayoría de las
tradiciones de culturas originarias. Los recursos naturales no
sólo sirven para sobrevivir sino que son concebidos como
"hermanos" con los que se convive. Cuando la naturaleza da, hay
que devolverle a cambio.
La etnomedicina dentro de este contexto se adapta a
la realidad física y a lo especificado en la
tradición. Medicina sociobioecocultural es un sistema
(variado) que concibe los remedios naturales no sólo como
medios para lograr un fin sino como elementos con los que se
interactúa, dotados de características culturales
(dadas por el mundo de creencias) que inciden en el comportamiento, en la relación y en la vida
de los miembros de ese grupo y marcan la visión que se
debe tener de la naturaleza. La intervención de esta
medicina no sólo se hace sobre el enfermo, sino sobre
él de manera integral (como elemento de la naturaleza),
sobre el medio natural, sobre el medio social y sobre el medio
cultural, en vistas a lograr el equilibrio de la realidad amplia
y con él la salud. Cualquier desequilibrio en los planos
de la realidad amplia (física-simbólica) es, o
puede ser, causa de enfermedades en las personas.
Para los miembros de las culturas tradicionales, la
acción
de las ONG´s y
de los colectivos profesionales de salud occidentales deben
coordinarse con las de los miembros de los grupos originarios.
Recordemos que, si se necesitan vacunas, si
existe desnutrición y "subdesarrollo"
en el llamado tercer mundo, no es porque las sociedades
tradicionales hayan llegado a ese extremo por inercia sino porque
en el pasado, el choque del mundo occidental (hegemonista) con
las demás civilizaciones del planeta produjo la ruptura de
la integridad estructural y funcional de esas sociedades. Ya
hemos dicho que entre los aztecas
prehispánicos había menos enfermedades que en
Europa en el mismo tiempo, y que ahora entre los descendientes
depauperados de aquéllos. En mi opinión, la labor
"asistencialista" de muchos colectivos occidentales de ayuda al
tercer mundo es una manera de tenerlos amarrados a su
situación y de impedirlos avanzar. La solución pasa
por legislar y crear bases jurídico-económicas
nacionales e internacionales que permitan el autodespegue y que
limiten o impidan a las todopoderosas multinacionales, al
neoiliberalismo y al capitalismo
internacional (camuflado bajo ropajes de las democracias
occidentales) el avance hacia el "mundo único" de
"consumidores", el "Gran Mercado". La salvación del tercer
mundo, la del segundo y la del primero, pasa por el
reconocimiento de estados multiculturales y por el progreso de la
interculturalidad "no impuesta", por el reconocimiento de la
diversidad, de las diferencias y por la puesta en práctica
de políticas
educativas que formen en la tolerancia, el
respeto, la convivencia pacífica y la colaboración
sin que sean la ciencia occidental y los criterios organizativos
"modernos" y occidentales los que se impongan.
La medicina occidental, alopática,
tecnológica, "moderna" es tan válida como lo pueda
ser la medicina tradicional china o la medicina tradicional
mexicana. La imposición de aquélla con el criterio
de mejor, en opinión de miembros de culturas
tradicionales, implica un acto de orgullo occidental fruto de la
posición de poder de la
cultura occidental y de los intereses económicos del mundo
rico.
Si enferma la naturaleza, enferma el ser humano, y
viceversa. Según Elicura Chihuailaf (1999) la
relación con la tierra puede alterarse y dar lugar a las
enfermedades (llamadas por los mapuche Mapuche
Kutran).
La medicina mapuche forma parte del "Ente Cultural" de
uno de los pueblos originarios de América del Sur. Como
etnomedicina, es un sistema fijado desde antiguo con unas
características propias y otras comunes en esencia a casi
todas las etnomedicinas amerindias. La salud tradicional, desde
la Patagonia
hasta las montañas de la Sierra de Oaxaca, se basa en el
equilibrio entendido como balance de fuerzas provenientes: a) de
la Naturaleza, b) del ser humano (individual y social), c) de la
cultura (mundo de creencias), d) del cosmos (con el Ser
Superior.
Cuando los mecanismos de transmisión de las
tradiciones funcionaban al cien por cien, no sólo pasaban
los mitos sino
otros muchos elementos y aspectos de la cultura y de la
ciencia de estos grupos, entre ellos los conceptos e ideas
de salud, la
organización social y la manera de entender el mundo y
las relaciones con la naturaleza. El pueblo mapuche
resistió el avance de los conquistadores españoles
y pudo mantener durante mucho tiempo la cohesión interna
hasta su conquista por el Estado
chileno. La etnomedicina mapuche se ha conservado hasta nuestros
días, siendo objeto de estudio e interés
por parte de investigadores y otros. Ya hemos mencionado los
ensayos de
aproximación intercultural en salud, materializados en la
creación del hospital de Makewe en Temuco. Existen
diversas referencias al respecto tanto en documentos de
encuentros interculturales (Memoria 1998 )
como en distintos sitios especializados en información
mapuche en Internet. Los mapuche
distinguen entre: 1) males y desarmonías provenientes de
características propias de la idiosincrasia y la cultura
mapuches (mapuche kutran). En este caso, corresponde al/a
la especialista mapuche, el/la machi, indagar sobre el origen del
problema, definirlo y orientar su terapéutica. 2) Males y
enfermedades que pueden ser atendidos por el especialista de la
ciencia occidental, Winka Kutran (infecciones, problemas
traumatológicos, problemas que necesitan intervenciones
quirúrgicas, etc). La medicina mapuche no sólo
tiene una visión local y puntual de la enfermedad sino de
ésta en relación con el grupo y sus miembros, con
el medio natural, con el mundo de creencias y con el cosmos (con
el Ser Superior). Por ello, para rearmonizar una situación
alterada no sólo se utilizan medios botánicos sino
además ritos y ceremonias que reúnen a la comunidad
alrededor de prácticas ancestrales vitales para asegurar
las curaciones y la propia existencia del pueblo mapuche como
tal.
La idea de acción conjunta e integral para lograr
el equilibrio que significa la salud está presente
también en el pensamiento y en las cultura mixe, zapoteca
y chatina en el ámbito mesoamericano, y en las tradiciones
siberianas y asiáticas.
Desde una perspectiva actual y multicultural, el sistema
médico tradicional mapuche no sólo constituye una
etnomedicina rica, variada y bien conservada, con elementos
emparentados con otras etnomedicinas amerindias y posiblemente
siberianas ( Eliade 2001), sino la validez para tratar los
problemas en materia de salud de ese pueblo, según su
tradición. En la medicina mapuche, el/la Machi es la
persona encargada de llevar a cabo los rituales
terapéuticos y todas aquellas acciones
destinadas tanto al conocimiento específico de la
enfermedad (específico englobando al ser de forma integral
en su relación con la multirrealidad) como a la
erradicación de la misma. Pero, como en las culturas
tradicionales, al hablar de salud se va más allá
del simple bienestar del cuerpo, los especialistas,
etnomédicos, no sólo trabajan para reequilibrar a
la persona aquejada de problemas y enfermedad sino que piensan en
el grupo y en las correctas relaciones de personas y grupo con el
medio y con los recursos, de acuerdo con las normas.
Si Peter Brown (1998) señala como etnomedicina el
sistema terapéutico surgido dentro de las
características particulares de un grupo (en
relación con su cultura), la medicina tradicional mapuche
además de ser eso , se caracteriza por una estrecha,
profunda y necesaria relación con la tierra, con la
naturaleza y con las tradiciones. Nada de lo que le ocurre a un
mapuche está desligado de lo natural y de lo espiritual en
íntima relación con lo social. "La relación
y entendimiento entre la gente y la naturaleza proviene de un
saber milenario que se adquiere por intermedio de la
observación y de la espiritualidad, es el kimun,
conocimiento que luego se transmite de manera oral entre las
generaciones, transformándose con el correr del tiempo en
normas y valores de
conducta que tenemos que respetar" (Chihuailaf 1999:193). Esa
mezcla de observación y espiritualidad es la que define el
método de
D. Isaías en la Costa Pacífica de Oaxaca. La doble
observación (física y espiritual), conduce a
conocer a las personas y a saber cuáles son sus males,
según él. Para restablecer el equilibrio, D.
Isaías considera necesario hacer una revisión del
camino de vida de cada cual. Subraya que las actitudes, pues,
tienen mucho que ver en el surgimiento de las enfermedades y en
el camino de sufrimiento y oscuridad de las personas en esta
vida.
Para terminar este punto, decir que lejos de
parcelar, dividir y separar el objeto para realizar
catalogaciones y estudios especializados del ser, del mundo y de
sus problemas, los médicos tradicionales son integradores,
relacionan (medicina tradicional china, medicina tradicional
mexicana, medicina mapuche, medicina siberiana) y están
atentos a los cambios constantes, teniendo presente que la salud
no sólo es el estado del bienestar particular de los
individuos sino el equilibrio de todos (importante valor
comunitario) con la naturaleza, con las creencias y con el
cosmos.
4. UN EJEMPLO: EL
SUSTO (O ESPANTO).
Resumiré aquí diciendo que mixes, chatinos
y zapotecos lo entienden como un padecimiento producido por la
interacción de la persona con el medio
(físico-natural, sobrenatural, atmosférico, social,
tecnológico). En el tomo nº 3 del INI dedicado a los
testimonios de vida de médicos indígenas se puede
leer: Aunque existe duda sobre su origen, el espanto es otro
concepto de la
cosmovisión nahua; es el resultado de sufrir un temor
súbito. Puede ser originado por un peligro repentino, una
pesadilla o un susto severo. La persona puede perder la sombra o
el alma; se
siente muy débil y languidece (Alberto 1999: 45).
Ciertas creencias tradicionales hacen temer ante las tormentas,
los lugares aislados, los espacios poco o mal iluminados, los
accidentes del
terreno, la visión de un fantasma, la aparición de
un muerto, las sorpresas inesperadas, la ciudad, los
vehículos y las luces de colores, otras
personas, gente desconocida, estanques y lagos, animales, la
soledad, las riñas, etc. Si la persona se cae en un
estanque o en un embalse de agua (experiencia de Timoteo,
informante de Tepuxtepec), si tropieza en el terreno, si percibe
un rayo cerca, si entra en un tumulto de gente, si aparece de
pronto un animal (por ejemplo las víboras, según D.
Erasto, informante de Tabaá), si le dan una noticia
inesperada, puede caer en un estado de desánimo, tristeza,
apatía, desgana, inapetencia, deseo de estar aislada,
inflamación al beber agua, miedos,
amoratamiento de la piel,
inflamación de los ojos, pérdida de la voz,
suspiros, acidez y regurgitaciones ácidas, cambios de
humor, sollozos y llanto, mal dormir, etc. Se dice entonces que
la persona está asustada, es decir, que un
constituyente de su persona (alma, luz, chispa
vital,..) se quedó en el lugar en que se asustó en
el momento en que se produjo el choque, emocional, caída,
encuentro, el susto en definitiva. Debido a ello, deambula por la
vida y por el pueblo sin esa parte necesaria. No puede
concentrarse, no puede relacionarse, no puede hacer bien su
trabajo, no le sienta bien lo que come y lo que bebe. La
intensidad del impacto en el susto varía de unas personas
a otras y de unas circunstancias a otras. Hay quien se asusta y
no se percata, pero al pasar el tiempo va cayendo en la
enfermedad. Cuando va al hospital, a pesar de que le dan
medicamentos, no se alivia (referencias de: D. Erasto, de
Tabaá, D. Daptaleno, de S.M.Tiltepec). Hay quien se asusta
e inmediatamente lo nota, poniendo remedio. En todo caso, lo que
hay que hacer es proceder a la recuperación de esa chispa,
del alma que se ha quedado en el lugar del susto. Los
procedimientos son variados, dependiendo de los profesionales, de
las tradiciones concretas de la cultura o del lugar, del tipo de
susto, etc. D. Erasto, de Tabaá, va con el asustado a las
doce de la noche al lugar donde se asustó (cuando se trata
de sustos en el campo), o hace una muñeca con su
ropa y la lleva al lugar. Se invoca al alma del asustado,
llamándola por su nombre, se le implora que vuelva, se
pide a Dios y a la Madre Tierra que concedan la curación.
Cuando la luz (alma) perdida vuelve al asustado o a la
muñeca hecha con su ropa, se produce la curación.
Según D. Erasto, es posible ver (los sanadores) dicha
lucecita saltar del terreno a la persona o a la ropa. Otros
especialistas utilizan limpias y diversos procedimientos para
conseguir la vuelta del alma. También se toman hierbas y
se le aconseja al enfermo un régimen de vida para
recuperarse bien y del todo. En cualquier caso, el susto lo
produce tanto la situación temerosa y débil de la
persona (predisposición natural, según D. Erasto)
como la acción de las fuerzas sobrenaturales (hay
suelos malos,
según D. Erasto; existen creencias de seres que influyen
como los "chaneques" y la diversa "gente" inmaterial de la
naturaleza). Por ello el médico tradicional instará
a la persona a fortalecerse, a ser menos miedosa, a no tener en
cuenta las influencias y opiniones ajenas que le puedan
perjudicar, a la vez que tratará con las entidades del
terreno para que le devuelvan el alma. Para D. Alfonso,
informante de Tabaá, el susto se reduce a un estado
deficiente de la persona que se puede solucionar, al menos en
parte, con rehidratación (suero), una alimentación
adecuada y medicamentos (alopáticos y herbolarios)
específicos. A una parte mínima de los sustos, los
relacionados con víboras por ejemplo, los añade una
explicación complementaria tradicional.
En la obra sobre chamanismo, de Mircea Eliade (2001) se
dice que los norasiáticos constatan la pérdida del
alma en toda enfermedad. "Se atribuye entonces la enfermedad al
extravío o vuelo del alma, y el tratamiento se reduce, en
suma, a buscarla, a capturarla y a reintegrarla al cuerpo del
enfermo" (Eliade 2001: 180). Es exactamente lo que me
contó D. Erasto (Cultura zapoteca, Oaxaca) hablando del
susto y de cómo curarlo. En toda Mesoamérica se
conserva esta vieja idea proveniente de la cultura
chamánica arcaica. Es un rasgo vivo, pues, de una
época remota en la que los antepasados de los amerindios
compartieron elementos culturales próximamente
emparentados con los de las culturas norasiáticas. Son
modos discursivos de dar referencia de una realidad (percibida
dentro de un contexto sociocultural concreto)..
El susto es el desequilibrio que más he observado
en personas enfermas, del que más he oído
hablar, el que más he visto tratar a los profesionales
durante mis estancias en México y Oaxaca.
Observé en la costa Pacífica en
días de calor extremo
durante el verano de 2005 casos que entrarían dentro de la
etiqueta discursiva amerindia de susto en tres adolescentes
cuyos síntomas formaban un cuadro complejo con
manifestaciones de debilidad, pérdida del equilibrio,
falta de fuerza en las piernas, cansancio al hablar y al hacer
cualquier ejercicio, molestias gastrointestinales, inapetencia,
mareos, vértigos, náuseas. Podríamos decir
que las bacterias
tropicales tenían mucha culpa, una alimentación
inadecuada, sudoración profusa, el calor y la humedad
unidos a cierta característica temerosa hacían el
resto. El tratamiento consistió en rehidratación,
en uno de los casos incluso a nivel hospitalario, profilaxis
antibiótica y antiparasitaria intestinal. Por otra parte
recibieron homeopatía, probióticos, tes de
diferentes hierbas y la parte
cultural-espiritual-ecológica correctora correspondiente.
Los resultados fueron excelentes. Nótese que he expuesto
un abanico terapéutico amplio, variado e integrado. Uno
solo, o una parte de los elementos teapéuticos empleados
no hubiesen dado resultado. Aprecié el valor y la eficacia de todos
esos recursos bien articulados. Volvemos a la idea de unidad
dentro de la variedad, de percepción
y actuación holística. Una situación ha de
resolverse teniendo en cuenta la circunstancia única,
diferente y específica que la envuelve. Variando la
circunstancia, ha de variar la terapéutica puesto que
varía la percepción del problema. Los nuevos
terapeutas interculturales disponen de los recursos tradicionales
y de los modernos, y los procedentes de otras culturas. En el
pasado prehispánico existían remedios herbarios,
minerales y de origen animal con función
antibiótica y antiparasitaria a los que se unían
los procedimientos culturales, sociales y ecológicos
concretos para el problema. Pero eran tiempos de unidades
sociales estructuradas y equilibradas. El contacto no pactado de
aquel mundo con el occidental (a partir del siglo XV) produjo la
ruptura del equilibrio natural y del progreso autóctono de
los pueblos prehispánicos. Con la ruptura, llegó
una nueva "enfermedad" a los cuerpos de los indios, a sus almas,
a sus comunidades y al medio ecológico en el que
vivían. Desde entonces, opinan muchos, la pobreza, la
miseria, la tristeza han sido y siguen siendo las
características que definen a sociedades desarraigadas y
desestructuradas dominadas por la cultura occidental (aún
desde los gobiernos de los propios países iberoamericanos)
y por la aún más desestabilizadora sociedad de
consumo. En
Chile tal situación ha llevado a facciones dentro de los
grupos indígenas a la lucha y a la violencia. En
Chiapas
también. En Oaxaca percibí gran tensión e
incluso enfrentamientos indígenas-fuerzas del orden en el
periodo electoral del verano de 2004. Para algunos miembros de
las culturas originarias, como quienes componen el CSEIIO por
ejemplo, existe una alternativa de integración intercultural pacífica
sobre la que trabajan con éxito.
El susto, pues, puede ser visto desde la óptica
tradicional prehispánica, desde la mixta o desde una
visión intercultural y holística como la que
describí anteriormente. En cualquier caso, lo importante
son los resultados. Y el éxito terapéutico lo he
apreciado con medicina indígena, con medicina mixta y con
medicina intercultural. Tanto valor tiene, pues un sistema como
otro si todos responden eficazmente a las necesidades de salud de
sus poblaciones. El susto es un modo discursivo de presentar un
problema, basado en una cultura, en una manera de ver la
realidad. Un enfoque analítico, crítico y
terapéutico desde la óptica alopática
únicamente es erróneo. La antropología, y en concreto la
antropogía médica y aplicada a la salud resulta la
ciencia occidental que más se aproxima a su
comprensión. No se puede considerar una enfermedad de
nosología indígena con un criterio
científico occidental únicamente. La
aproximación holística e intercultural es
más válida ya que tiene en cuenta los rasgos
culturales diferenciales de la concepción de salud en
tradiciones diferentes. El no reconocimiento, a veces, de la
validez de sistemas terapéuticos tradicionales desde el
ámbito occidental y de la ciencia sólo es un acto
debido a la posición de poder de la cultura occidental en
opinión de miembros de grupos originarios, y en
opinión de muchos occidentales y profesionales de la salud
tambien. Para entender las culturas tradicionales hay que dar
valor a los símbolos y entenderlos como claves de
conocimiento a descifrar. Su comprensión y soluciones
viajan en el vehículo de la oralidad. Hay que estudiar
dicho vehículo antes de emitir opiniones unívocas.
La interpretación acertada de las culturas y
de sus contenidos la dan mejor sus propios protagonistas, como
señaló el antropólogo Geertz
(1990).
Según Ayala entre los indios del norte se
creía que las energías espirituales también
podían ocasionar enfermedad. Los espíritus
malvados, muchos provenientes del "hijito" de los difuntos
interferían aquí y allá. Podían
provocar náuseas, dolores de cabeza y otros males a
parientes que no les hubieran honrado debidamente en las exequias
fúnebres (Ayala 1998).
Las sanadoras que observé en el área
chatina, y con las que hablé, utilizan para tratar el
susto la hierba de espanto molida con chili y guaco. Todo ello se
cuece y se toma como un té o infusión. Para tratar
el susto hacen también limpias con hierbas y "blanquillos"
(huevos).
Estando en Oaxaca capital, mi farmacéutica y
homeópata (Dra. M.A.) se interesó por el trabajo que
yo estaba realizando, aportándome alguna experiencia que
paso a relatar: me contó dos casos de susto por
caída en alberca. El primero, de su propio hijo cuando
tenía 3 años. Por accidente, el niño
cayó al agua permaneciendo en la piscina un rato hasta que
alguien se dio cuenta y lo sacó. Aparentemente estaba
bien, pero a los pocos días empezó a palidecer y a
no comer, sintiéndose triste y con una diarrea que no
se le quitaba. Le vieron pediatras y estuvo hospitalizado, pero
el tratamiento exclusivo de la medicina occidental no lo
curó. Por indicación de una compañera, la
madre le llevó con una sanadora zapoteca quien le dio a
beber tisanas diversas, usando también aceites especiales.
Le tiró ("jaló") de la piel de la espalda en la
zona baja lumbar (técnica similar a la usada por D. Erasto
de Tabaá, uno de mis informantes médicos
indígenas zapotecos). Según la farmacéutica,
bastaron tres días para recomponer a su hijo quien
recobró el ánimo, el apetito y el dinamismo propio
de los niños. El segundo caso se refiere a un
compañero de su hijo quien, en tercero de primaria
cayó también a una piscina en una excursión
escolar. Aparentemente salió ileso. Al poco empezó
a enfermar con los síntomas típicos del susto:
falta de fuerza, palidez, deseo de estar solo, tristeza, falta de
apetito y desinterés por lo que le rodeaba. Lo vieron
diversos especialistas en Oaxaca, fue internado en
clínicas, tratado con medicamentos, pero la fiebre no se le
quitó. Finalmente, el niño falleció. Los
médicos (occidentales) no tuvieron una respuesta. D.
Erasto, de Tabaá, me insistió mucho en esto,
hablando del susto. Conocía muchos casos tratados en
hospitales sin éxito hasta que intervenía el
especialista de la medicina tradicional, y casos tratados
conjuntamente con buenos resultados.
Para la Dra. M. A. el contexto de influencia de las
tradiciones abarca prácticamente toda la sociedad
mexicana. El susto es bien conocido entre la población.
Los médicos tradicionales y sus procedimientos son cada
vez más estimados y valorados, incluso por los estamentos
oficiales (IMSS). Sea
como sea, el susto se da, y la terapéutica tradicional es
efectiva en oinión de la farmacéutica.
Así es que, según la tradición, al
simple hecho de tropezarse en el campo y caer, al hecho de
toparse con un animal o al de percibir una tormenta no se les
asocia un sentimiento de indefensión o de inseguridad
sin más, se les asocia la participación o posible
participación de seres o energías que, como el
"chaneque" del que me habló D. Erasto, intervienen de
manera directa o indirecta en los acontecimientos, bien
provocándolos, bien participando. En consecuencia,
según el pensamiento popular, es decir, según
está estipulado en los contenidos culturales transmitidos
por la tradición oral, el consiguiente susto o espanto
debe ser atendido en la misma línea de percepción y
comprensión de los hechos. Caerse en el monte o en una
alberca para zapotecos, mixes o chatinos no es sólo un
accidente fortuito sino un hecho vivencial cultural que requiere
de la atención de un experto, el médico tradicional
o el chamán quienes, de acuerdo con las
características del susto, del lugar y del estado del
asustado actuarán en consecuencia poniendo en
práctica una terapéutica simétrica, es
decir, que atienda lo físico, lo biológico, lo
social, lo ecológico y lo cultural del enfermo (como ya
hemos mencionado antes) en relación con su accidente o
"encuentro" y siguiendo el/ los procedimiento/s
marcado/s por la tradición para tales. De esta forma
podemos comprender cuando nos dicen que la atención desde
la medicina alopática puede resultar ineficaz o
incompleta. No se atienden todos los niveles del problema,
paralelos a los niveles de la persona. En los casos de los
adolescentes antes relatados, los buenos resultados se debieron a
la atención global e interrelacionada (también con
medicinas de patente).
Desde niños, en las familias del medio
tradicional (medio incluso de titulados universitarios) en
Mesoamérica se conocen y circulan estos contenidos de
manera que se tiene cuidado (aunque sea por inercia de
costumbres) de que los chicos no caigan a estanques o los
caminantes no sean sorprendidos por una tormenta. Los
pequeños absorven toda la información y la integran
en su vivencia. Cuando ocurre el problema, la gente piensa en los
espeialistas tradicionales puesto que ellos tienen las claves
para deshacer el entuerto. La tradición les ha dado esa
función. Quienes reciben la atención se sienten
asegurados y protegidos y, si todo sucede como nos explica D.
Erasto, los resultados, atendido el problema a tiempo, suelen ser
satisfactorios.
El Dr. Medina (informante originario de
Michuacán), médico alópata y
homeópata, opina que la intervención tradicional en
la enfermedad o en el problema de que se trate no está
excluida si la ocasión lo requiere. Él mismo,
conocedor de procedimientos y técnicas sanadoras
tradicionales, las ha puesto en práctica en diversas
ocasiones, sobre todo cuando se ha enfrentado a problemas de
índole espiritual y espiritualista. Muchos profesionales
de la medicina alopática en México, y otros de
fuera del ámbito laboral
sanitario, se dan limpias frecuentemente. "Es algo tradicional y
saludable", opinan. Eso sí, insisten en buscar a
médicos tradicionales expertos, serios y conocedores del
oficio curador. El susto es uno de los problemas más
reconocidos dentro de las enfermedades de nosología
indígena, y nadie de los profesionales no indígenas
que he conocido tiene reparos en recurrir a la ayuda de los
terapéutas tradicionales si llega el caso.
5.
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Mi agradecimiento a todos los informantes.
Autor:
Alfonso J. Aparicio Mena
(Ph. Dr. en
M.T.C. e Investigador en antropología de la salud. Miembro
del Instituto de Investigaciones
antropológicas de Castilla y León).