- Contexto
histórico - Condiciones que inducen al
suicidio - Actitudes frente al
suicidio - Tendencias
actuales - Ocho puntos de la
depresión que originan el suicidio - Prevención del
suicidio - Como
conscientizarnos - Observando las diferentes
culturas - Mitos más comunes que
obstaculizan la prevención del
suicidio
Suicidio, acción
de quitarse la vida de forma voluntaria. El suicidio aparece
en todas las sociedades
desde los tiempos más remotos. Sin embargo, a lo largo de
la historia ha
variado la actitud de la
sociedad hacia
este acto, sus formas y su frecuencia.
En la Europa antigua,
sobre todo durante el Imperio romano,
el suicidio se consentía e incluso era considerado un acto
honroso. Los antiguos romanos, bajo la influencia del estoicismo,
admitían muchas razones legítimas para su
práctica. El filósofo romano Séneca lo
ensalzaba como el acto último de una persona
libre.
Sin embargo, para San
Agustín, el suicidio era un pecado. Varios de los
primeros concilios de la Iglesia
Cristiana decretaron que a aquéllos que cometieran
suicidio no se les podrían aplicar los rituales ordinarios
de la Iglesia tras su muerte, y en
la edad media la
Iglesia católica romana condenó expresamente esta
práctica. En las legislaciones medievales se ordenaba la
confiscación de todas las propiedades del suicida y el
cadáver sufría todo tipo de humillaciones. Hoy
está condenado el suicidio en las religiones cristiana,
judía e islámica.
En 1897 Émile Durkheim
postuló que el suicidio era un fenómeno
sociológico más que un puro acto individualista.
Él lo consideraba consecuencia de una mala
adaptación social del individuo y de
una falta de integración. Identificó cuatro tipos
de suicidio: egoísta, altruista, anómico y
fatalista que sucedían como consecuencia de determinadas
condiciones sociales. Así, el suicidio egoísta y el
altruista eran el resultado de una débil o fuerte
integración del individuo en la sociedad. El suicidio
anómico y el fatalista venían determinados
respectivamente por una débil y excesiva regulación
por parte de la sociedad. Sin embargo, la tendencia actual
considera el suicidio desde un punto de vista psicológico
en lugar de una perspectiva moral.
CONDICIONES QUE INDUCEN AL SUICIDIO
La mayor parte de los científicos sociales
están de acuerdo en que el suicidio es una forma compleja
de conducta, que
tiene causas biológicas, psicológicas y sociales.
Por ejemplo, los psiquiatras han descubierto que, en los casos
estudiados, existe generalmente una fuerte depresión.
Otros científicos afirman que algunas personas son
genéticamente más propensas que otras a las
depresiones y por lo tanto al suicidio.
Los psicólogos y sociólogos han encontrado
muchas otras influencias personales y situaciones que
también contribuyen a la muerte
voluntaria. Ésta se produce a menudo para escapar de
circunstancias dolorosas; también como acto de venganza
contra otra persona a la que se acusa de ser responsable del
sufrimiento que lleva a tomar tan drástica
decisión. Estos sentimientos se conocen por las notas o
cartas que, en
ocasiones, deja la persona antes de suicidarse. No obstante, la
causa más frecuente es la percepción
por parte de la persona de que la vida es tan dolorosa que
sólo la muerte puede proporcionarle alivio. La
pérdida de un ser querido, o dolores crónicos,
físicos o emocionales, pueden producir una
sensación de incapacidad para cambiar las circunstancias
de la vida y un sentimiento general de desesperanza ante
cualquier cambio, lo que
lleva a un callejón sin salida donde la muerte es la
única solución.
Con frecuencia determinadas condiciones sociales
adversas provocan un aumento considerable del número de
suicidios. Esto sucedió, por ejemplo, entre la población joven de Alemania
después de la I Guerra Mundial y
en Estados Unidos
en el punto álgido de la Gran Depresión de
1929.
Los intentos fallidos de suicidio pueden significar una
petición de ayuda que, si es ignorada, puede ser
precursora de posteriores intentos. Sin embargo, estas peticiones
de ayuda hay que diferenciarlas de otras formas más
manipuladoras de intento o amenaza de suicidio que buscan llamar
la atención, cuyo propósito es
controlar las emociones y el
comportamiento
de otras personas, normalmente familiares.
El suicidio el ilegal en muchos países y
está fuertemente condenado por la sociedad en otros,
especialmente en países con mayoría de
población católica. En el extremo contrario se
encuentran otros países que honran ciertos tipos de
suicidio. Antiguamente los japoneses, por ejemplo, respetaban el
harakiri, práctica en la que una persona avergonzada
compensaba un fallo o el incumplimiento de un deber
clavándose una daga. También en la India, hasta
finales del siglo XIX, se llevaba a cabo el suttee, que
consistía en que la viuda del fallecido debía
inhumarse en la pira funeraria de su marido. Durante la II
Guerra
Mundial, los pilotos kamikazes japoneses consideraban como un
gran acto de honor el llevar a cabo misiones suicidas de
bombardeo estrellando sus aviones contra el objetivo
enemigo.
Todas las formas básicas de suicidio del pasado
existen en la actualidad. Las inclinaciones actuales de los
índices de periodicidad o frecuencia son confusas dado que
las estadísticas no son totalmente fiables y se
recogen de formas diferentes de acuerdo a cada país. Los
índices de suicidio son generalmente menores en sociedades
católicas que en sociedades protestantes, pero esto
probablemente sólo refleja el hecho de que los primeros
tienen una mayor necesidad de ocultar los suicidios que los
segundos. Algunos expertos creen que la tendencia hacia el
aumento de los índices oficiales de suicidio en los
países occidentales en el último siglo se debe a la
mejora de los métodos
estadísticos y a una consideración menor del
suicidio como estigma.
La mayor esperanza de vida en las naciones más
desarrolladas probablemente empuja a algunos ancianos que han
perdido a un ser querido o sufren enfermedades terminales a
suicidarse. En ocasiones piden la eutanasia
voluntaria, que se define como el suicidio asistido a una persona
con una enfermedad terminal muy dolorosa. En Holanda y en el
Territorio del Norte (Australia) la eutanasia voluntaria no es
ilegal. Aunque allí tampoco hay una ley que la
ampare, si el doctor que asista al suicida sigue una pauta legal
y realiza los informes
adecuados, no puede ser perseguido judicialmente.
Algunos psicólogos piensan que los sentimientos
crecientes de soledad, desarraigo y falta de sentido en la vida
contribuyen al aumento del número de suicidios en los
países industrializados.
OCHO
PUNTOS DE LA DEPRESIÓN QUE ORIGINAN EL
SUICIDIO
1 La depresión es una enfermedad severa,
pero estable.
La depresión es más que una baja
temporal de estado de
ánimo.
Los síntomas de la depresión afectan
pensamientos, sentimientos y comportamiento.
Sin tratamiento adecuado los síntomas pueden
durar meses, años o toda la vida.
2 La depresión se presenta en formas
diferentes.
Algunos episodios depresivos ocurren en forma
repentina, sin causa aparente.
Algunos son desencadenados por experiencias
desagradables.
Determinadas personas tienen un episodio en su vida y
otras tienen episodios recurrentes.
Los síntomas son tan severos que afectan la
vida diaria del paciente.
Otros tienen síntomas crónicos que no
interfieren con su vida, pero si con su estado de
ánimo.
Algunas personas tienen alteración bipolar
(enfermedad maniaco depresiva), experimentan ciclos de baja del
estado de ánimo y ciclos de elevación del estado
de ánimo.
3 Algunos síntomas de la depresión
incluyen:
Tristeza persistente, pérdida del interés
o placer por las actividades ordinarias incluyendo el sexo.
Disminución de la energía, fatiga,
alteraciones del sueño (insomnio, despertares tempranos,
somnolencia), alteraciones del apetito (pérdida de
éste y peso o ganancia de peso), dificultad para
concentrarse, sentimientos de culpa y de infelicidad,
pensamientos suicidas, intento de suicidio, irritabilidad,
llanto excesivo, dolores crónicos y dolores que no
responden al tratamiento.
4 Algunos no reconocen su
enfermedad.
Dos tercios de los pacientes deprimidos no tienen un
tratamiento apropiado porque sus síntomas nos son
reconocidos, son atribuidos a otra enfermedad, son mal
diagnosticados y erróneamente tratados.
5 La mayoría de la gente puede ser ayudada
rápidamente
Con los tratamientos disponibles, el 80 % de los
pacientes con depresión pueden mejorar
significativamente; los síntomas pueden ser aliviados
usualmente en semanas. existe medicación efectiva y
tratamientos psicológicos que frecuentemente son usados
en combinación.
Varios tipos de medicación están
disponibles y ninguno de ellos provoca
hábito.
Algunos pacientes necesitan psicoterapia
(terapia hablada) para tratar sus problemas
psicológicos o interpersonales asociados con su
enfermedad.
Otros tratamientos biológicos pueden ser de
ayuda, por ejemplo el tratamiento electroconvulsivo,
etc.
Los individuos responden de manera diferente al
tratamiento, si después de varias semanas los
síntomas no han mejorado, el plan de
tratamiento debe ser re-evaluado.
6 El costo de la
depresión puede ser reducido.
Cuando se diagnostica tempranamente en el curso de la
enfermedad, los pacientes deprimidos usualmente pueden ser
tratados como pacientes externos y mejorar su productividad,
evitando la pérdida de horas de trabajo y
reduciendo los altos costos por
tratamiento prolongado, hospitalización y tratamiento
por otras alteraciones físicas mentales resultantes de
la depresión no tratada.
7 La ayuda puede ser recibida de:
* Médicos generales.
* Psiquiatras.
* Psicólogos.
* Sociedades médicas.
* Centros de salud
mental.
* Hospitales psiquiátricos.
* Grupos de
apoyo.
8 Los pacientes deprimidos pueden necesitar ayuda
para "conseguir ayuda"
Es muy natural que los pacientes deprimidos puedan
interferir con las personas que desean ayudarlos, la
depresión hace a las personas sentirse cansadas,
inútiles indefensos, sin esperanza, por lo
tanto:
* La gente deprimida severamente necesita el apoyo de
su familia y
amigos para aceptar su enfermedad y acudir al
médico.
* No ignorar los pensamientos suicidas, palabras o
actos; buscar ayuda profesional inmediatamente.
Mensaje sobre la prevención
del suicidio
Adoptado por el Consejo Eclesial de la Iglesia
Luterana en América el 14 de noviembre de
1999.
En los Estados Unidos cada año más de
30,000 personas se quitan la vida. El suicidio es la octava
causa de muerte y entre las personas cuyas edades van de los 15
a los 24 años, es la tercera causa de muerte. Más
personas mueren por suicidio que por homicidio.
Cerca de 500,000 personas al año comenten un intento de
suicidio lo suficientemente serio como para recibir
atención en salas de urgencias. Y millones más
sufren de pensamientos suicidas.
Sabemos que estas estadísticas nos hablan de
individuos cuyas historias y relaciones son únicas. Nos
hablan de personas con las cuales vivimos en nuestras familias,
congregaciones, vecindarios y sitios de trabajo. Algunos de
entre nosotros han intentado suicidarse, y otros nos hemos
tenido que asegurar de que algún familiar o amigo que
había amenazado con suicidarse, obtuviera ayuda. Muchos
de nosotros hemos tenido, incluso, que lamentar la muerte por
suicidio de algún ser querido, y sufrido por ello. por
último, algunos de nosotros habremos de experimentar
algún día esta pena y este dolor tan
indescriptibles.
Cada suicidio rinde testimonio de una trágica
ruptura con la vida. Creemos que la vida es un bien de Dios y
un inapreciable regalo para nosotros. Y aún esta vida
(que lo es para nosotros y para los demás) a veces
parece ser un infierno, un tormento sin esperanza. Cuando
optamos por ignorar o rechazar (incluso huir de ellos) a
aquellos que están desesperados de la vida, necesitamos
recordar lo que hemos oído: el
infinito amor de Dios
en Jesucristo no dejará a nadie solo o abandonado.
Aquellos de nosotros que para vivir nos apoyamos en el amor de
Dios estamos llamados a "ayudarnos unos a otros a soportar las
cargas, y de esa manera cumpliremos la ley de Cristo"
(Gálatas 6:2). Nuestros esfuerzos por impedir cualquier
suicidio obedecen a nuestra obligación de proteger y
promover la vida, a nuestra esperanza en Dios aún en
medio del sufrimiento y la adversidad, y a nuestro amor por
nuestro prójimo perturbado.
El suicidio esta siendo percibido cada vez más
como un serio problema de salud
pública que se puede evitar. El suicidio y su
prevención son complejos y multidimensiones y necesitan
ser abordados de manera abierta e integral. La
prevención del suicidio requiere de esfuerzos
coordinados y de la colaboración de todos los sectores
de la sociedad. Contribuyamos (en la iglesia Luterana en
América) a estos esfuerzos. Con este mensaje, el consejo
eclesial exhorta a sus miembros, congregaciones e instituciones afiliadas a que aprendan
más acerca del suicidio y como prevenirlo en sus
comunidades, y los invita, a si mismo, a que pregunten lo que
pueden hacer y que trabajen con los demás en la
prevención del suicidio.
Los suicidios ocurren en todos los grupos
sociales. Lo mismo entre las personas jóvenes que
entre las de mediana edad y los ancianos; en hombres, tanto
como en mujeres; entre los ricos, la clase media
y las personas pobres; todos los grupos étnicos y de
cualquier religión; lo mismo
entre personas casadas, que solteras; entre los que tienen
empleo y los
desempleados; entre los sanos y los enfermos.
Sin embargo, la estadísticas indican que el
suicidio es más común entre algunos grupos que
entre otros. Veamos:
- Los varones anglosajones constituyen casi tres
cuartas partes de todos los suicidios que
ocurren. - Aunque hay cuatro suicidios de hombres por cada
suicidio de mujer, las
mujeres intentan suicidarse dos veces más
frecuentemente que los hombres. - Los varones anglosajones mayores de 50 años
presentan los más altos índices de suicidio.
Aunque este grupo suma
el 10 por ciento de la población, es responsable del
33 por ciento de los suicidios. Los índices de
suicidio para los hombres mayores de 65 años van ahora
en aumento, tras de un estable descenso desde 1950 hasta
1980. - Desde 1950 se ha triplicado el índice de
suicidio entre los hombres jóvenes cuyas edades van de
15 a 24 años, y para las mujeres, sobrepasa ya el
doble. - Aunque (por fortuna) el suicidio entre niños es un evento raro existe un
dramático aumento en el índice de suicidios
reportados entre niños de 10 a 14
años. - Los índices de suicidio entre los
indígenas americanos y los nativos de Alaska
están muy por encima del promedio nacional, con un
número desproporcionado de suicidios entre varones
jóvenes. - El suicidio entre los varones jóvenes
afroamericanos, que alguna vez fue poco común, se ha
incrementado abruptamente en años
recientes. - Se ha encontrado que los índices de suicidio
en algunas ocupaciones específicas, tales como
oficiales de policía, granjeros, dentistas y doctores
son más altos que el promedio nacional. - Los índices de intentos de suicidio entre
los jóvenes que luchan con cuestiones relacionadas con
su orientación sexual son más altos que entre
otros del mismo sexo. - Cerca del 60 por ciento de todos los suicidios se
cometen con un arma de fuego. Las personas que viven en un
hogar donde existe un arma de fuego, son casi cinco veces
más propensas a morir por suicidio que las personas
que viven en hogares libres de armas.
Aunque no existe una sola causa para el suicidio, los
investigadores nos dicen que el comportamiento suicida
está asociado con un cierto número de factores de
riesgo que
frecuentemente se combinan. Entre estos factores
están:
- La depresión clínica y otras
enfermedades mentales. Más de un 60 por ciento de
todas las personas que se suicidan sufren de depresión
grave. Si uno incluye a personas deprimidas que abusan del
alcohol,
la cifra aumenta al 75 por ciento. Casi todas las personas
que se quitan la vida sufren de algún desajuste mental
diagnosticable o padecen el abuso de alguna sustancia, o
ambos desórdenes. - El abuso de alcohol y otras sustancias. El alcoholismo es un factor que aparece en el 30
por ciento de todos los suicidios que se cometen. - Los eventos
adversos en la vida. Tales eventos pueden ser: el sufrir
alguna confusión acerca de la propia identidad
o, en el caso de las personas jóvenes, el sentirse
excluidos de los demás: una crisis
familiar por el divorcio o
la muerte de alguien cercano: la pérdida de los
medios de
subsistencia, ocasionado ya sea por una crisis
económica rural, por reducción en los negocios o
en las empresas, o
por algún recorte de personal o la
eliminación de programas
gubernamentales. Otras causas pueden ser: el comportamiento
adictivo, alguna enfermedad crónica, grave o fatal, o
los efectos de un desastre natural o social. Para la
mayoría de las personas, los eventos adversos de la
vida no necesariamente conducen a un comportamiento suicida.
Pueden contribuir a un comportamiento suicida si ya existe un
contexto de enfermedad mental o abuso de sustancias
tóxicas. - Los factores familiares, tales como una historia
clínica familiar de suicidio, de enfermedad mental o
de abuso de sustancias, así como de violencia
y abuso
sexual. - Los factores culturales y religiosos, tales como
las creencias de que el suicidio es una solución noble
a un dilema personal, o la destrucción de la cultura
tradicional de la gente, que puede conducir a sentimientos de
separación del pasado, aislamiento y
desesperanza. - Los intentos de suicidio previos, la existencia de
armas de fuego en el hogar, el encarcelamiento, tendencias
impulsivas o agresivas, y exposición a comportamiento suicida de
otros (por parte de miembros de la familia
o compañeros, o a través de reportajes
noticiosos inadecuados o de historias de ficción). Los
suicidios entre las personas jóvenes a veces ocurre en
grupo y puede, incluso llegar a convertirse en una epidemia.
Las personas jóvenes son particularmente susceptibles
a imitar el comportamiento que conduce a un suicidio no
intencional.
"Todas las personas que expresan ideas de suicidio
y que simultáneamente muestran síntomas de
depresión, esquizofrenia,
abuso de alcohol o abuso de sustancias enervantes, deben ser
evaluadas cuanto antes por un profesional capacitado de la
salud."
OBSERVANDO LAS DIFERENTES CULTURAS
Ciertas actitudes
sociales obstaculizan la prevención de suicidios.
Algunas de ellas forman un conjunto de creencias
erróneas que establecen que no se puede hacer nada al
respecto: "Si tiene que suceder, pues ha de suceder." "No vale
la pena tratar de ayudar, porque estas personas tienen
problemas tan enormes que no se puede hacer nada." "El suicidio
ha estado entre nosotros desde siempre; no vamos a cambiar este
hecho." "Déjenlos tranquilos. Si los suicidas desean
quitarse la vida, pues es su problema."
Las actitudes punitivas conforman otro
obstáculo para la prevención del suicidio. Estas
actitudes parecen ansiosas de castigar el comportamiento
suicida y a menudo culpan a los que viven por las muertes por
suicidio. Crean un ambiente de
ocultamiento del comportamiento suicida en el que las personas
con pensamientos suicidas permanecen reacios a hablar. Estas
actitudes punitivas se vienen acarreando desde los tiempos en
los que el suicidio era considerado un crimen y un pecado
imperdonable, y cuando a quienes se suicidaban se les negaba
una cristiana sepultura.
La incapacidad para percibir a la depresión
grave como una enfermedad también obstruye la
prevención del suicidio. Algunas actitudes
equívocas conciben a la depresión grave como una
deficiencia del carácter, una debilidad humana o una rara
condición incurable y permanente. Quienes así lo
consideran, comunican a las personas deprimidas que
deberían "aliviarse" y sentir vergüenza o apenarse
por cómo se sienten. En realidad, la depresión
clínica es una enfermedad que implica cambios en la
química
del cerebro. Es una
de las enfermedades más comunes, y puede ocurrirle a
personas que no tienen ninguna razón aparente para
"estar deprimidas."Aunque con frecuencia no se atiende la
depresión clínica porque no se le identifica como
tal, se trata de una enfermedad mental muy curable. Las
personas deprimidas no se pueden curar por si mismas, pero
pueden recibir la ayuda de profesionales mediante medicamentos
o terapia, o a través de una combinación de los
dos. El suicidio no es una consecuencia inevitable (ni
aceptable) de la depresión.
MITOS
MÁS COMUNES QUE OBSTACULIZAN LA PREVENCIÓN DEL
SUICIDIO
Mito: Las personas que hablan de suicidarse
rara vez terminan haciéndolo; sólo desean llamar
la atención y se les debe retar a que lo hagan, para
poder
entonces desenmascararlas.
Verdad: Las personas que hablan de suicidarse
están hablando en serio, y pueden estar dando pistas o
señales oportunas de sus intenciones. A
estas personas no se les debe desafiar, sino brindarles
asistencia para que puedan obtener ayuda
profesional.
Mito: Una persona que ha llevado a cabo
intentos serios de suicidio es poco probable que realiza
otro.
Verdad: Las personas que ya han intentado
suicidarse están a menudo en un riesgo mayor de terminar
lográndolo. Un intento de suicidio es un grito pidiendo
ayuda y un aviso de que algo anda terriblemente mal y que debe
ser tomado con la máxima seriedad.
Mito: La persona suicida desea morir y siente
que no hay marcha atrás.
Verdad: Estas personas suicidas a menudo se
sienten indecisas respecto de morir. A menudo pasan por un
largo proceso en
el cual intentan diversos modos de reducir su profundo dolor
emocional. Entre sus contradictorios deseos de vivir y de morir
la decisión oscila de un lado al otro, incluso en el
momento mismo en que se están quitando la
vida.
Mito: La mayoría de las personas que se
quitan la vida han tomado una decisión cuidadosa, bien
ponderada y racional.
Verdad: Las personas que consideran el suicidio
a menudo tienen al respecto una "visión de
túnel"; en medio de su insoportable dolor se encuentran
cegados para percibir otras alternativas disponibles. Con
frecuencia el acto de suicidarse es impulsivo. Si el
sufrimiento y el dolor se reducen, la mayoría de los
suicidas potenciales opta por vivir.
Mito: Andar preguntando acerca de los
sentimientos del suicida puede llegar a ocasionar que uno
intente suicidarse.
Verdad: El preguntarle a una persona acerca de
sus sentimientos suicidas la brinda la oportunidad de obtener
ayuda necesaria para salvarle la vida. Quien pregunta debe
inquirir al suicida en potencia si
tiene ya un plan formulado y si tiene acceso a los medios para
llevarlo a cabo. Si se llegan a juntar la intención, un
plan y los medios, no debe dejarse un minuto sola a la persona
suicida, sino que debe ser ayudada para recibir tratamiento
inmediatamente.
Diccionario Enciclopédico de Ciencias de la
Salud.
Bárbara F. Weller
Suicidio Pág., 771 y 772
McGraw-Hill Interamericana 1997
El Libro de la
Salud
Randolph Lee Clark
Russell W. Cumley
Suicidio Pág. 805 y 806
CIA. Editorial Continental
3° Impresión Enero 1984
Enciclopedia Encarta 1993-2000 Microsoft
Suicidio
Internet www.google.com
Suicidio
Prevención del suicidio
Principales enfermedades de nuestro
tiempo
Revista "Muy Saludable"
Cristina Gavilán
Una epidemia de nuestro siglo Pág. 25 a
28
España 2002
Hilda Graciela