Los pueblos que ocuparon las islas del mar Egeo en la
edad de bronce, desarrollaron una cultura que
antecedió mil años al clásico griego. Los
primeros antecedentes que tenemos de éstos son gracias a
los relatos homéricos de la Iliada y
la Odisea, que
retomó de la tradición oral, donde los datos
históricos se mezclan con la mitología
griega (el laberinto, y el minotauro). Estos libros
inspiraron a arqueólogos del siglo diecinueve a realizar
expediciones en busca de lugares hasta entonces míticos,
como lo eran Troya, Micenas y el palacio de Minos.
Schliemann fue el primero en ratificar las epopeyas de
Homero,
desenterrando los restos de Troya, dando pie a la búsqueda
de otras ciudades del libro. Pero
fue Arthur Evans arqueólogo inglés
quien encontró los restos de Cnosos y se encargó de
su posterior reconstrucción a finales del siglo diecinueve
y principios del
siglo veinte.
Las civilizaciones que estos arqueólogos
habían encontrado difundieron su cultura a través
del Egeo, gracias principalmente al comercio,
estas ideas fueron la simiente de donde surgió la antigua
Grecia, quien
difundió su cultura por todo el
Mediterráneo.
En el siguiente trabajo vamos
a describir las principales características de estos
pueblos, como son: geografía, historia, actividades
económicas, sociedad,
religión y
arte.
Así como su interacción con los que antiguamente fueron
sus vecinos.
La cultura cretense se extendió por un par
milenios que empiezan hacia la mitad del IV a.C. y termina hacia
el siglo XII con la invasión de los dorios. Cabe aclarar
que después de este periodo los cretenses no desaparecen
como por arte de magia, solo se funden con otros pueblos, como
Argos, Micenas, Tirinto, Esparta, Orcomenos y Atenas.
Su interior es montañoso, algunos de sus montes
superan los 2400 m. de altura y descienden escarpados, formando
duros acantilados y playas de piedra en las costas del sur,
mientras que en el norte podemos encontrar playas.
Cuenta con una serie de llanuras de origen lacustre y el
litoral lleno de calas y playas, es la quinta en tamaño
del mar Mediterráneo(después de Sicilia, Sardinia,
Chipre, y Corsica)., su superficie es de 250 Km. de largo, entre
11 y 56 Km. de ancho, un total de 8.164 K.m² en
área,
Su río más importante es el Mesara. La
vegetación es típica del clima
mediterráneo. Entre la vegetación arbórea se
encuentran el ciprés y el castaño; en la arbustiva:
la salvia, tomillo y orégano.
Recibe este nombre, por Sir Arthur Evans, este era un
millonario sin empleo en
Inglaterra a
finales del siglo XIX y un aficionado de la arqueología.
Evans era un numismático, creía en la existencia
del laberinto de Minos, así que viaja a Creta en 1984 y
empieza a realizar excavaciones arqueológicas en el sitio,
es así como descubre el palacio del rey Minos este era un
enorme palacio construido sobre 25.000 m2 de suelo, con 1500
estancias, construido en honor del legendario rey Minos. De
acuerdo con la leyenda, Zeus, disfrazado de toro blanco,
raptó a la bella princesa fenicia Europa y con ella
cruzó a nado el mar y llegó a Creta. Europa tuvo
tres hijos, uno de los cuales fue Minos, quien reclamó su
derecho al trono de Creta, e invocando su derecho divino, se
jactó que los dioses le concederían lo que les
pidiese. Entonces rogó a Poseidón, dios del mar
(hijo de Cronos y Rea, hermano de Zeus), que un toro emergiera de
las aguas, para sacrificarlo. Inmediatamente un hermoso toro
nadó hasta la playa. Codiciándolo para sí
mismo, Minos lo incorporó a sus manadas y sacrificó
otro. Disgustado, Poseidón infundió en Pasifae, la
esposa de Minos, una gran pasión por el toro sagrado. El
hijo de Pasifae y el toro fue el Minotauro, monstruo con cabeza
de toro y cuerpo humano,
al que Minos confinó en un laberinto diseñado por
el artista Dédalo. Hasta allí llegaba
periódicamente de Atenas una ofrenda viviente que
consistía en un tributo anual de cincuenta mancebos y
doncellas, alimento para el minotauro. La tercera vez que
correspondía enviar ese tributo, el héroe ateniense
Teseo fue a Cnosos, entró en el laberinto con la ayuda de
Ariadna (hija de Minos y de Pasifae, que enamorada del
héroe ateniense le dio un ovillo, cuyo hilo iba devanando
y sirvió para indicarle el camino de regreso) y dio
muerte al
minotauro.
Se han encontrado restos de antiguos habitantes de este
lugar , correspondientes al Neolítico. Estos habitantes, a
juzgar por las excavaciones efectuadas, debieron vivir en
cavernas y chozas rusticas. El cobre y luego
el bronce aparecieron tardíamente en Creta, no antes del
2.300 a.C. Para esta época los habitantes de la isla se
habían agrupado en aldeas, abandonando las cuevas. Al
principio de la Edad del Bronce los principales asentamientos se
encontraban en la parte oriental de la isla, pero luego fueron
desplazándose hacia el centro
Durante la Civilización Monoica, en la que se
dieron varias fases, Creta llegó a su máximo
esplendor, siendo los siglos XVI y XV a.C. los de mayor auge.
Durante ellos Creta estableció una talasocracia que se
extendía hasta la Grecia peninsular, el mar Egeo, las
costas de Asia Menor y
zonas adyacentes como Sicilia. Durante esta época los
contactos con Egipto,
existentes desde antes, fueron muy importantes.
Sin embargo, para finales del siglo XV la isla
sufrió la invasión de los aqueos, quienes
habían desarrollado una civilización en la Grecia
continental, fundamentalmente en el Peloponeso, no exenta de
fuertes influencias cretenses. Con la expansión de los
invasores, los cretenses abandonaron los palacios. Los aqueos
introducen en Creta el caballo, el carro de guerra y
armas
más eficaces. Aunque hacia el 1425 a.C. se produce una
rebelión antiaquea, ésta resulta aplastada y Creta
pasa a formar parte del mundo aqueo, iniciándose para la
isla un periodo de decadencia. Artesanos, obreros y tesoros
cretenses son llevados a las ciudades micénicas
continentales.
La decadencia de Creta, iniciada con la hegemonía
aquea, se vio acentuada en el siglo XI a.C. con la
invasión de los dorios, portadores del hierro. La
isla pasa a ser una parte más del mundo griego, sin
originalidad y dividida en ciudades rivales.
Conquistada por Alejandro
Magno, a su muerte, Creta gozó de cierta independencia
sobre otros reinos
helenísticos cercanos, pero tras la decadencia
helenística se desarrolló la piratería, lo que provocó que los
romanos se apoderasen de la isla en el 67 a.C. y la agregasen
como provincia romana. La división del imperio romano en
el 395 devolvió a la isla un cierto papel importante dado
su enclave como llave del mar Egeo. Con la caída de
Roma en el 476,
Creta queda en poder del
Imperio Romano de Oriente o Imperio
Bizantino.
Durante la edad media la
isla de Creta se mantiene en poder del Imperio Bizantino en el
que jugó un papel estratégico cuando comenzaron las
conquistas musulmanas en el siglo VII. dos siglos más
tarde en el 826 cayó en poder de un grupo de
musulmanes andaluces, que fundaron la base fortificada de Jandak
(Candía) y que desde allí hostigaron a los
bizantinos, quienes la recuperaron al siglo siguiente (961).
Cuando Bizancio cayó en manos de los cruzados en 1204
iniciándose el llamado Imperio Latino, la isla fue
adjudicada a Bonifacio de Montferrat quien rápidamente la
vendió a Venecia que la convirtió en el punto
estratégico clave de sus intereses en el
Mediterráneo oriental y la poseyó hasta mediados
del siglo XVII.
Desde el siglo XV Venecia hubo de hacer frente al
expansionismo otomano, al que contuvo hasta que en 1645 los
turcos desembarcaron en la isla iniciando su conquista,
finalizada cuando los últimos reductos venecianos
sucumbieron en 1715. Se inició para Creta un nuevo periodo
de declive.
Este se inició con la completa dominación
otomana, estuvo jalonado por revueltas que estallaron a finales
del siglo XVIII y principios del XIX. Durante el periodo de 1830
a 1840 d C. la isla estuvo bajo control del
gobierno egipcio
y conoció una cierta mejora que no se consolidó al
volver a la tutela
turca.
Tras el estatuto de 1868, respaldado por el congreso de
Berlín de 1878 d C., y a consecuencia de una nueva
revuelta, se firmó el «Pacto de Halepa» que
supuso un cierto avance hacia la autonomía y un gobierno
representativo, bajo la supervisión de las potencias europeas. Sin
embargo, la mala gestión
de las autoridades turcas provocó en 1897 un nuevo
levantamiento, esta vez general, que contó con el apoyo
militar de Grecia. Aunque el levantamiento acabó siendo
aplastado, la intervención de las grandes potencias
obligó a las tropas turcas a abandonar la isla en 1898 y a
concederle el estatuto de principado autónomo bajo
soberanía otomana. A cambio Grecia
hubo de renunciar a sus aspiraciones con respecto a
Creta.
Nuevas revueltas que aspiraban a la unión con
Grecia se produjeron en 1905 y en 1908, pero ese objetivo no
fue conseguido hasta el final de las guerras
balcánicas en 1913 momento desde el que Creta forma parte
del estado
griego.
Durante la II Guerra Mundial,
la isla fue escenario de la Batalla de Creta en 1941 tras el
ataque italiano a Grecia los británicos desembarcaron en
Creta, pero los alemanes decidieron apoderarse de la isla. Creta
permaneció en poder de los alemanes hasta que su
guarnición capituló en mayo de 1944.
Como ya se mencionó, la cultura minoica
trascendió su época e influenció de
sobremanera a civilizaciones posteriores, esto a través de
las invasiones de otros pueblos, tal es el caso del pueblo de
Micenas.
Para el 2000 a. C. Este pueblo llega, desde los Balcanes
y conquista la isla de Creta, para esta fecha, la
civilización cretense empieza a debilitarse, su
máximo esplendor ya había pasado. El pueblo de
Micenas al invadir la isla empieza a asimilar la cultura de
Creta, pues lo tenían como pueblo mas desarrollado que el
suyo. Es para 1600 a. C. cuando se puede hablar del inicio de los
micénicos.
Esta nueva cultura recibirá el nombre de
micénica gracias al desenterramiento de Micenas por parte
del arqueólogo alemán Heinrich Schliemann en 1876,
el sitio está situado a 90 Km. al suroeste de Atenas, en
el noreste de la península del Peloponeso. Tras la
invasión de este pueblo a la isla de Creta, Micenas se
convierte en un centro de riqueza y poder con una
civilización guerrera sin igual en la zona del Egeo; no
obstante no es el único centro de población importante de Grecia central y
meridional que surge en esta época, también
están: Pilos en Mesenia, Tebas, Glá y
Orcómenos en Beocia y Tirinto también en la
Argólide.
El período de esplendor micénico va desde
el 1600 al 1150 a. C. cuando se configuran los palacios descritos
en la
Ilíada y sus reinos: Pilos, Tebas, Orcómenos,
Glá, Atenas y Micenas.
Lo escabroso del terreno en Grecia continental
provocó que el dominio total
sobre la península balcánica fuera imposible, pero
no así en el mar: la construcción de una flota poderosa les
permitió la aventura y conquista de ultramar y sustituir a
los minoicos como dominadores del Egeo.
Posteriores descubrimientos a los de Schliemann han
revelado que Micenas estuvo habitada desde el tercer milenio a.C.
por una población prehelénica.
En esa época, Micenas era una ciudad
próspera cuyo poder político, militar y
económico se extendía hasta Creta, Pilos (en el
oeste del Peloponeso), Atenas y Tebas. Sin embargo, hacia 1200
a.C., este poder declinó y finalmente se vino abajo tras
una supuesta invasión de los dorios. Tisamenos, el
último rey de Micenas, murió al mando de sus tropas
durante el conflicto.
A principios del período clásico, Micenas
fue habitada de nuevo, aunque no llegó a recuperar su
importancia anterior. Micenas luchó en las batallas de las
Termópilas y de Platea
durante las Guerras Médicas. En 468 a.C., las tropas de
Argos vencieron a Micenas y expulsaron a sus
habitantes.
En tiempos helénicos y romanos las ruinas de
Micenas eran una atracción turística, tal y como
son ahora, y una pequeña población creció
para aprovechar el comercio turístico. Sin embargo, en los
últimos tiempos del Imperio Romano, el lugar fue
abandonado.
Las primeras excavaciones en Micenas las realizó
el arqueólogo griego Pittakis en 1841, encontrando y
restaurando la Puerta de los Leones. En 1874 Schliemann
llegó al lugar y llevó a cabo una excavación
más completa. Schliemann creía verdaderas las
historias de Homero y por tanto tomó sus libros como base
para sus excavaciones.
En la religión micénica se pueden
encontrar símbolos desde el periodo
prehistórico, como el hacha doble (relacionado con cultos
totémicos y con el relámpago, para luego ser
símbolo de la divinidad solar).
Las primeras divinidades solían ser femeninas,
derivadas
posiblemente del sistema del
matriarcado . Destacan el culto a la diosa madre, que aparece
representada como una mujer joven
ataviada según la moda dominante,
se a querido ver en ella el correspondiente minoico de la Isthar
semítica y de la Isis egipcia. Aparece en diferentes
advocaciones; como señora de las serpientes asociada al
mundo subterráneo, señora de los animales
salvajes: que impera en la tierra, y
señora de la paloma: dominante en los cielos. En honor
suyo se sacrificaban toros, se hacían libaciones con
sangre de este
animal en los altares de la diosa y éstos mismos (los
altares) eran adornados con cuernos de los animales sacrificados,
en los recintos sagrados, que podrían ser las cuevas o
templos en los palacios las sacerdotisas ofrecían frutas y
flores, además de estos ritos sacrificiales se realizaban
danzas desenfrenadas por parte de las sacerdotisas, en
éstos ritos jugaban un papel importante las flores, el
hacha y la cruz, además de que tenían una
concepción trinitaria (importancia del número
tres), asociaban a su príncipe o gobernante con la
divinidad, "en algunas ocasiones éste o algún
sacerdote presidía el culto investido con una cabeza de
toro disecada, probablemente de aquí provenga la
fábula del hombre-toro o
minotauro"(LOZANO, 2001:101). Otro rito de gran importancia
fueron las tauromaquias y la taurocataxia
Hubo otras diosas femeninas como la de la caza, la de la
guerra y la vegetación, aunque la que mayor impera es la
señalada como diosa madre en sus variadas
advocaciones.
En lo que más destacaron los antiguos cretenses
fue en la construcción de los palacios, como los
reconstruidos de Cnosos y Festos, predomina la plante(A)
rectangular, donde sobresale un patio interior desde el cual se
ordenan todas las habitaciones, sobresalen los muros de
sillería y después se utilizó la
mampostería y la madera, los
muros y techos se recubrieron con estuco se embellecieron con
murales los primeros y los segundos con mosaicos de azulejos, se
empleo la columna, emplearon también el ábaco,
arquitrabe, friso, las balaustradas y cornisas. Dentro de los
palacios se encontraban santuarios, teatros, plazas,
vestíbulos, tiendas, talleres y arsenales, además
de las habitaciones y los lugares administrativos del
poder.
Las calles eran angostas, por lo general median un metro
y medio y estaban pavimentadas con piedra. Las casas estaban
dispuestas alrededor del palacio y por lo general respetaban la
planta circular con un patio al centro, la ciudad carecía
de muros.
La pintura al
fresco comenzó en la época del minoico antiguo,
pero los mejores ejemplos pertenecen al minoico medio, el uso de
los colores es el
azul, anaranjado, amarillo y el café
claro. Fue excelente y exquisito el sentido de la forma, los
motivos representados son escenas de la vida diaria,
además de fauna y flora,
abundan las representaciones marinas. "Sin embargo nunca
utilizaron las perspectivas, ni el de las luces y sombras, los
artistas minoanos evitaban la recta, por lo tanto campean en el
arte babilónico y el egipcio"(TURNER,
1992:221).
Sobresalieron en el tallado de los sellos y en el
modelado de figurillas, en el minoano antiguo utilizaron las
figuras animales, mientras que en el minoano medio abunda la
figura humana, la más común es la
representación de la señora serpiente,
también gozaba de popularidad la figura del atleta o
saltarín de toros. Los minoanos no produjeron grandes
estatuas o relieves, manejaron la orfebrería en plata y
oro, se
fabricaron adornos en estos materiales y
empuñaduras de espadas o dagas de complicados
adornos.
Los varones llevaban gorra, una especie de capa y botas
altas, su arma principal era la daga. Las mujeres usaban bonetes
puntiagudos, faldas largas, ceñidores y corpiños
rebajados en el cuello.
Guzmán leal, Roberto Historia de la
cultura
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FABIÁN EDUARDO Chávez
García