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Perspectiva para la fabricación de un Bionematicida a partir del hongo Pochonia chalmydosporia




Enviado por Nivian Montes de Oca



Partes: 1, 2

    1. Resumen
    2. El Control Biológico
      dentro de una agricultura sostenible
    3. El control biológico
      de nematodos formadores de agallas del género
      Meloidogyne
    4. Pochonia chlamydosporia como
      agente de control biológico de
      nemátodos
    5. Limitaciones en el desarrollo
      de bioplaguicidas a partir de hongos
    6. Los sistemas de gestión
      de la calidad y la producción
    7. Bibliografía

    Resumen

    La agricultura
    actual demanda la
    reducción de plaguicidas químicos y la introducción de sistemas
    sustentables con el uso de agentes de control
    biológico. La cepa Vcc-108 de Pochonia
    chlamydosporia
    var. catenulata se reconoce como un
    potencial agente de control biológico de nematodos
    formadores de agallas, reduciendo la infestación de
    Meloidogyne incognita en sistemas de
    producción comercial en Cuba. Una
    necesidad de la producción de bioplaguicidas
    microbianos
    es contar con estudios de caracterización,
    estabilidad, efectividad in vitro y en campo, estudios
    toxicológicos, método de
    producción y un efectivo sistema de
    calidad que
    garantice productos
    seguros y
    eficaces, de lo cual adolecen muchos sistemas de
    producción de bajos insumos alrededor del mundo y que
    deteriora la imagen de estos
    productos. Se presentan los resultados fundamentales que
    evidencian las perspectiva para la fabricación de un
    Bionematicida a partir del hongo Pochonia chalmydosporia
    Se aportan metodologías, referencias y conceptos que
    pueden ser utilizadas por los productores de este tipo de
    industria,
    para la fabricación de bioplaguicidas seguros y
    eficaces.

    Palabras claves: Bionematicida, Pochonia
    chalmydosporia, producción de bioplaguicidas
    microbianos.

    Introducción

    Uno de los problemas
    fitosanitarios en el mundo y en Cuba, es la alta incidencia de
    nemátodos formadores de agallas, especialmente
    Meloidogyne incognita (Kofoid y White) Chitwood, que
    provoca serias afectaciones en los rendimientos y la calidad de
    la cosecha de cultivos de importancia económica (Castillo,
    1988; Stefanova y Fernández, 1995). En este contexto, el
    desarrollo y
    aplicación de Agentes de Control Biológico (ACBs)
    adquiere una importancia relevante como una alternativa
    ambientalmente segura para el manejo de plagas en los programas de
    producción diversificada de alimentos y la
    reducción de plaguicidas químicos.

    El control biológico de nematodos formadores de
    agallas abarca una gran diversidad de organismos que viven en el
    suelo,
    informados como enemigos naturales de los nematodos que atacan a
    las plantas. Entre
    ellos se destacan la bacteria Pasteuria penetrans (Thorne)
    Sayre y Starr sensu stricto Starr y Sayre y los hongos
    Arthhobotrys irregularis (Matr.) Mekhtieva,
    Paecilomyces lilacinus (Thom) Samson y Pochonia
    chlamydosporia
    (Goddard) Zare y W. Gams, siendo estos dos
    últimos los más promisorios en el control de esta
    plaga (Whitehead, 1997; Kerry, 2001).

    En Cuba, Hidalgo y col., (2000), evaluaron aislamientos
    autóctonos de P. chlamydosporia y seleccionaron a
    la cepa Vcc-108 de P. chlamydosporia var.
    catenulata (Kamyscho ex Barron y Onions) Zare y W. Gams
    como potencial ACB de Meloidogyne spp., proponiendo un
    método de producción masiva mediante
    formulación sólida en bandeja, sentando las bases
    para el desarrollo de productos eficaces y comercialmente
    viables.

    Atendiendo a las potencialidades de este hongo para el
    control de nematodos formadores de agalla, se han precisado como
    principales direcciones de trabajo la obtención de una
    formulación comercial y la propuesta fundamentada de una
    estrategia de
    manejo, con la aplicación de cepas seleccionadas en
    combinación con cultivos menos susceptibles o resistentes
    a los nemátodos y que soporten un crecimiento extensivo
    del hongo en su rizosfera (Kerry y Bourne, 1996; Atkins y col.,
    2002; Kerry e Hidalgo, 2004).

    El proceso de
    obtención y comercialización de plaguicidas microbianos
    ha estado
    limitado por diferentes causas, informándose problemas con
    la consistencia de las tecnologías productivas y de
    productos con mala calidad, fundamentalmente en países del
    Tercer Mundo (Jenkins y Grzywacz, 2000), y por tanto la poca
    competencia en el
    mercado de estos
    productos microbianos (Whipps y Lumsden, 2001). Esta
    situación debe ser revertida a partir de un estudio
    profundo de cada elemento que interviene en la fabricación
    y demostrada para cada ACB microbiano.

    En el desarrollo de otras industrias, estos
    problemas se han solucionados con la implantación de
    Sistemas de Gestión
    de la Calidad, y en el caso específico de las industrias
    reguladas, como la farmacéutica, con la
    implementación de Buenas Prácticas de
    Fabricación (BPF), constituyendo la vía para la
    obtención de productos seguros y eficaces, principios que
    también caracterizan a los productos bioplaguicidas de
    origen microbiano. Sin embargo, en la fabricación de estos
    productos estas experiencias son muy limitadas y no se
    señala la existencia de Guías de Buenas
    Prácticas de Fabricación.

    La práctica de establecer documentos de BPF
    existe desde la década del 60 del Siglo XX en la industria
    farmacéutica (OMS, 2003) y se ha convertido en un
    método de amplio uso por todos los países del mundo
    para las industrias reguladas, como la de alimentos. La
    elaboración y aprobación de estos documentos se ha
    extendido, de manera que constantemente se renuevan y se ajustan
    dependiendo de los intereses de los productores y reguladores. En
    la industria de los bioplaguicidas, aunque en determinados casos
    se ha trabajado fuertemente y se han establecido principios de
    aseguramiento de la calidad, como es en la cría de
    insectos como controles biológicos (Leppla y col., 2002),
    no se ha explotado ampliamente los conceptos de las BPF y esto se
    ha hecho más deficitario en el caso de los bioplaguicidas
    microbianos, lo cuales tienen su propia especificidad.

    Cuba, al igual que otros países, cuenta con pocas
    regulaciones para esta industria y solo recientemente se ha
    establecido el registro de estos
    productos. En los Centros para la Reproducción de Entomófagos y
    Entomopatógenos (CREE) del país, se han estado
    dando algunos pasos importantes para lograr un incremento de la
    productividad
    y calidad de sus producciones; identificando dentro de estas
    investigaciones el desarrollo de sistemas de
    control de la calidad más exigentes
    (Fernández-Larrea, 2001), sin embargo, aún no
    cuentan con un documento de BPF que les ayudaría en este
    objetivo y
    permitiría una organización apropiada y un lenguaje
    común para estos procesos.

    Los documentos de BPF deben diseñarse con los
    requisitos mínimos necesarios para lograr de manera
    sistemática productos de calidad. Por esta razón,
    para definir estos documentos guías, primeramente se debe
    identificar cuales son los aspectos propios de las producciones
    de bioplaguicidas microbianos que resultan vitales para asegurar
    estos resultados.

    El ACB transita por varias fases para la
    obtención de un producto que
    pueda ser aplicado y comercializado, en estas fases se
    desarrollan los resultados que a continuación presentamos
    y que demuestran las perspectivas con este hongo en la
    fabricación de un Bionematicida.

    Desarrollo

    1. El Control
      Biológico dentro de una agricultura
      sostenible

    Las Naciones Unidas
    estiman que 2, 000 millones de personas en el mundo están
    afectadas por enfermedades ocasionadas por
    la desnutrición y el uso de sustancias nocivas
    a la salud (FAO,
    1995). Crear las condiciones para la producción de
    alimentos seguros y el desarrollo de una agricultura sostenible
    es una prioridad para los gobiernos e instituciones
    internacionales, para lo que se requieren cambios
    políticos y económicos (Dinham, 1996). La
    definición de agricultura sostenible comprende la
    dirección y conservación de los
    recursos
    naturales y la orientación de cambios
    tecnológicos e institucionales de manera que aseguren el
    logro y la satisfacción continuada de las necesidades
    humanas para las generaciones presentes y futuras. Este desarrollo
    sustentable en la agricultura, silvicultura y sectores de las
    pesquerías, la tierra,
    el agua,
    recursos
    genéticos de plantas y animales, debe
    estar basado en técnicas
    medioambientalmente no degradantes, económicamente viables
    y socialmente aceptables
    (FAO, 1988).

    La Agencia de Protección Ambiental de los
    Estados Unidos
    (EPA) define un Plaguicida como, cualquier sustancia o mezcla
    de sustancias para prevenir, destruir, repeler o mitigar
    cualquier plaga
    . Esta definición es bastante amplia,
    pero tiene algunas exclusiones como son, las drogas usadas
    para el control de enfermedades humanas o animales reguladas por
    la Agencia de Drogas y
    Alimentos de los Estados Unidos (FDA); fertilizantes, nutrientes
    y otras sustancias usadas para promover la sobrevivencia y salud
    de las plantas; productos que contienen ciertos ingredientes de
    bajo riesgo, como
    aceites de menta y ajo y los ACB, (EPA, 2001).
    Entendiéndose como ACB a un enemigo natural,
    antagonista o competidor u otra entidad biótica capaz de
    reproducirse, utilizados para el control de plagas
    (FAO,
    1999).

    El control biológico de plagas a través de
    la acción
    de los ACB, contempla el fortalecimiento del control natural, la
    introducción de especies no nativas y el uso de
    plaguicidas derivados de animales, plantas, hongos, bacterias,
    virus y
    minerales para
    prevenir, repeler, eliminar o bien reducir el daño
    causado por las plagas (Carballo y Guaharay, 2004).

    La segunda edición
    del Manual de
    Bioplaguicida, estableció cinco grupos de ACB y
    dentro de ellos señala a los Microorganismos (virus,
    bacterias, hongos, protozoos y
    nemátodos), como importantes en el manejo integrado de
    cultivos y agricultura orgánica como estrategias
    convencionales en la protección de los cultivos (Cooping,
    2001).

    Actualmente estos productos representan apenas el 2% del
    mercado mundial de plaguicidas. En los Estados Unidos a finales
    del 2001 fueron registrados aproximadamente 195 ingredientes
    activos y 780
    productos clasificados como bioplaguicidas, estimándose
    cerca de 72 bacterias, 47 hongos, 40 nemátodos y 2
    protozoos (EPA, 2002).

    De forma general el desarrollo de estos productos
    transita por varias fases que comienza con el aislamiento del ACB
    del ambiente;
    estudios ecológicos, fisiológicos y
    taxonómicos; demostrar efectividad por bioensayos de
    laboratorios y campo; establecimiento del proceso de
    producción masiva de un inoculo estable y sus costos;
    formulación y efectividad en campo; estrategia de
    aplicación; comercialización y por último el
    programa de
    manejo integrado donde va a ser utilizado (IBCD,
    2001).

    En Cuba, desde la década del 70 se producen y
    aplican diversos bioplaguicidas microbianos, que actualmente
    permiten cubrir más de medio millón de
    hectáreas anuales en diferentes cultivos y contra varios
    grupos de plagas (Fernández-Larrea, 2001).

    Como una vía de diversificación, descentralización y producción
    ecológicamente factible, en nuestro país se han
    venido utilizando en los últimos años nuevas formas
    de tenencia de la tierra y
    producción, entre ellas la producción en
    organopónicos y huertos intensivos comunitarios (Casanova,
    1995) (Figura 1). En ellos se desarrollan programas de
    producción de alimentos como: Programa de Agricultura
    Urbana (hortalizas, arroz, viandas y proteína de origen
    animal), y Programa de Agricultura Orgánica (vegetales,
    miel de abejas, azúcar
    de caña, cacao, café,
    cítricos), entre otros (Hidalgo y col., 2002). En estos
    últimos años las hortalizas frescas y de alta
    calidad han tenido una demanda creciente por la población y el turismo.

    Figura 1. Huerto intensivo de la comunidad de
    Alamar. Ciudad de la Habana. Cuba.

    La inmensa mayoría de los cultivos
    hortícolas son buenos hospedantes de nematodos del
    género
    Meloidogyne, especialmente M. incognita, por lo que
    éstos constituyen una de las más serias amenazas
    para los sistemas de producción intensiva de hortalizas
    (Stefanova y Fernández, 1995). De igual manera ocurre con
    otros cultivos de importancia económica (Noe y Sikora,
    1990), donde se informan pérdidas de alrededor del 10% de
    la producción agrícola mundial (Whitehead, 1997) y
    causan 80 mil millones de USD de pérdidas en los cultivos
    cada año (Handoo, 2001).

    1.2 El
    control biológico de nematodos formadores de agallas del
    género
    Meloidogyne

    Los nematodos se clasifican en fitonematodos,
    zoonematodos, nematodos entomopatógenos y nematodos de
    vida libre (Stirling, 1991).

    El control de fitonematodos se define como
    tácticas específicas dirigidas a reducir o eliminar
    poblaciones de nematodos, reservando el término manejo de
    nematodos a los esfuerzos empleados para reducir el número
    de nematodos por debajo del umbral de daño mediante el uso
    de múltiples procedimientos de
    control (Thomason, 1987).

    Bridge (1996), propone cuatro estrategias para el manejo
    de fitonematodos basado en el uso no directo de químicos,
    métodos
    culturales y físicos, uso del control biológico y
    mantenimiento
    de la biodiversidad
    de los múltiples cultivos y cultivares que incrementan la
    resistencia o
    tolerancia de
    los nematodos. Este mismo autor reconoce que a pesar de todos los
    estudios relacionados con este tema, aún no se tienen
    todas las respuestas para el control, en la práctica, de
    los fitonematodos en sistemas agrícolas
    sustentables.

    El control biológico de nematodos formadores de
    agallas abarca una gran diversidad de organismos que viven en el
    suelo, que incluyen virus, rickettsias, bacterias, hongos
    nematófagos, protozoos y tardígrados,
    también depredadores como turbelarios, nematodos,
    enchitridos, ácaros, collembolos y otros insectos (Kerry,
    1995).

    Dentro de ellos, las bacterias y los hongos muestran las
    mayores potencialidades como ACB. Entre las bacterias se destaca
    P. penetrans (Whitehead, 1997). En Cuba, recientemente se
    ha informado a las cepas LBT-3 y C-924 de Bacillus
    thuringiensis
    Berliner y Tsukamurella paurometabolum
    (Steinhaus) Collins, Smida, Dorsch y Stackebrandt,
    respectivamente, con posibilidades de ser empleadas como eficaces
    bioplaguicidas (Mena, 2004). Entre los hongos encontramos a A.
    irregularis
    , P. lilacinus y P. chlamydosporia,
    siendo estos dos últimos los más eficaces en el
    control de esta plaga (Kerry, 2001).

    1.3 Pochonia
    chlamydosporia
    como agente de control biológico de
    nemátodos

    Uno de los hongos nematófagos más
    estudiados es P. chlamydosporia, considerado como uno de
    los agentes de control biológico más promisorios
    para el manejo de poblaciones de nemátodos formadores de
    agallas (Kerry y Jaffee, 1997), en particular de huevos de M.
    incognita
    (Kerry, 1987; Bourne, 1995; Hidalgo,
    2000).

    Los trabajos actuales con este agente están
    dirigidos al aislamiento y selección
    de cepas nativas y la obtención de formulaciones
    comerciales (Hidalgo et al. 2004, Rivero y Campos, 1993;
    Ciancio y Leonetti, 1999). También se propone estudiar
    estrategias de manejo de poblaciones de nemátodos
    agalleros con la combinación de la aplicación de
    las cepas seleccionadas y cultivos menos susceptibles o
    resistentes a los nemátodos, que soporten un crecimiento
    extensivo del hongo en su rizosfera (Kerry y Bourne, 1996; Bourne
    y Kerry, 1999; Atkins y col., 2002, Kerry e Hidalgo,
    2004).

    Para hacer realidad la viabilidad productiva de este
    hongo como agente de control biológico, es necesario
    trabajar en la búsqueda de métodos que permitan la
    producción de un gran número de clamidosporas,
    estructura que
    facilita al hongo establecerse en el suelo y sobrevivir cuando el
    número de nemátodos es escaso. Otras fases del
    hongo no pueden competir con la microflora del suelo y por
    consiguiente requieren de suplementos nutritivos (Kerry y col.,
    1993).

    Este hongo crece fácilmente en un rango amplio de
    cultivos, in vitro, pero no produce clamidosporas en
    fermentaciones líquidas sumergidas (Kerry y col., 1986).
    La producción de clamidosporas es posible en medios
    sólidos, pero sus rendimientos son bajos para una
    explotación comercial (Montes de Oca, 2004, Kerry y
    Bourne, 1996).

    Diferentes proyectos de
    investigación se desarrollan para viabilizar este
    empeño, pero aún en la práctica
    agrícola no se utilizan productos a partir de este
    hongo.

    1.3.1 Descripción de Pochonia
    chlamydosporia

    P. chlamydosporia (ex Verticillium
    chlamydosporium
    Goddard) es un Deuteromycete, parásito
    facultativo de huevos de nemátodos de quistes y agallas
    ampliamente distribuido en el mundo. Aparece como parte de un
    complejo de diferentes especies estrechamente relacionadas (Zare
    y col., 2000).

    La identificación de esta especie comienza en
    1913, cuando Goddard aisló de suelo de jardín a un
    hongo que identificó como V. chlamydosporium. Hace
    cerca de tres décadas, Gams (1971) redescribió el
    género Verticillium y propuso una nueva
    sección, Prostrata, para incluir aquellos hongos
    sin conidióforos erectos bien definidos. Esta
    sección abarcó, fundamentalmente, a
    patógenos de invertebrados originalmente ubicados en el
    género Cephalosporium. Balazy (1973) no estuvo de
    acuerdo y conservó las especies con fiálides
    verticiladas en Cephalosporium. Esta clasificación
    no ha sido generalmente aceptada (Carmichael y col. 1980) y
    subsecuentemente, Gams y van Zaayen (1982) propusieron dos nuevas
    secciones, Nigrescentia y Albo-erecta, acomodando a
    las especies patógenas de plantas y fungícolas,
    respectivamente.

    La controversia sobre la ubicación
    taxonómica de este género, es el resultado de la
    imposibilidad de reconocer la diversidad genética
    dentro de este grupo (Rowe,
    1995). Por tal motivo, Gams y colaboradores desarrollaron una
    serie de estudios morfológicos y moleculares clasificando
    las especies de este género en cuatro grandes grupos (A,
    B, C y D) teniendo en cuenta el rango de hospedante, ubicando en
    el grupo D a los hongos parásitos de huevos de
    nemátodos y quistes, típicos en producción
    de dictioclamidosporas (Zare y col., 2000; Zare y col.,
    2001).

    Posteriormente, Sung y col., (2001) realizaron estudios
    sobre las secuencias nucleotídicas de pequeñas y
    grandes subunidades nucleares del ADN ribosomal
    (ADNr) de especies representativas del género
    Verticillium considerados dentro del grupo D y definieron
    tres linajes, incluyendo al hongo nematófago V.
    chlamydosporium
    en el D2, estableciendo que la
    mayoría de las especies de Verticillium sec.
    Prostrata son miembros de la familia
    Clavicipitaceae. Finalmente, las observaciones y análisis filogenéticos de las
    pequeñas y grandes subunidades del ADNr, 5.8S y la
    región ITS (Internal Transcribed Spacer)
    permitieron reubicar a las especies de hongos parásitos de
    huevos y quistes de nemátodos y que forman clamidosporas
    (V. chlamydosporium) en el género
    Pochonia (Gams y Zare, 2001).

    Para este género y las especies incluidas estos
    autores informan las siguientes
    características:

    Colonias de rápido crecimiento con 15-40 mm de
    diámetro de la colonia en 10 días.
    Conidióforos usualmente postrados y pequeñas hifas
    diferenciadas, algunas veces erectas
    . Fiálides verticiladas o
    solitarias. Conidios de forma subglobosa, elipsoidal a bacilar.
    Producen dictioclamidosporas sobre la superficie de la colonia o
    en el agar sumergido. Cristales
    ausentes
    .

    Para la especie se han informado los siguientes
    sinónimos:

    Verticillium chlamydosporium (Goddard,
    1913)

    Stemphyliosis ovorum (Petch, 1939)

    Diheterospora heterospora (Kamyschko,
    1962)

    Pochonia humicola (Batista y Fonseca,
    1965)

    Dictyoarthrinopsis kelleyi (Dominik y
    Majchrowicz, 1966)

    Diheterospora chlamydosporia (Barron y Onions,
    1966)

    Otro aspecto que ha resultado controversial en esta
    especie, es la definición de las taxas
    chlamydosporia y catenulata, como especies
    separadas o como variedades de una misma especie. Debido a que la
    principal diferencia entre ellas lo constituye la
    disposición de los conidios en las fialides en cadena
    (catenulata) o en falsas cabezas
    (chlamydosporia).

    Gams (1988) valoró
    que estas diferencias tienen un limitado peso y no siempre pueden
    definir, por si solos, entre los aislamientos, por lo que propuso
    considerar a chlamydosporium y catenulatum como
    variedades de una misma especie, V. chlamydosporium. Este
    criterio lo mantuvo Gams y Zare, (2001) al reubicar esta especie
    en el género Pochonia.

    El nombre del género anterior de esta especie es
    compartido con patógenos importantes de planta como
    Verticillium dahliae (Kleb.) y Verticillium
    albo-atrum Reinke y Berthold, por lo que renombrarlo
    favorece los procesos de registros y de
    aplicación en el campo de este hongo como ACB (Montes de
    Oca, 2004).

    1.3.2 Mecanismo de acción de P.
    chlamydosporia

    P. chlamydosporiaparasita huevos de nematodos
    formadores de agallas formando apresorios, desarrollados a partir
    de la hifa indiferenciada que permite la colonización de
    la superficie de los huevos de los nematodos (Morgan-Jones y
    col., 1983). Sin embargo, la penetración, es el resultado
    de una presión
    física y
    una actividad enzimática. Una enzima proteasa serina
    alcalina (subtilasa) designada como VCP1 ha sido parcialmente
    caracterizada y en pruebas in
    vitro
    demostró remover la membrana vitelina más
    externa de la cáscara del huevo y expuso la capa de
    quitina de nematodos formadores de agallas de raíces
    (López-LLorca y Robertson, 1992; Segers y col.,
    1996).

    Se piensa que VCP1 pudiera explicar el rango de
    hospedante o de virulencia. Diferentes aislamientos de P.
    chlamydosporia
    difieren marcadamente en la producción
    de esta enzima y en la capacidad de parasitar los huevos en
    simples pruebas en placas Petri con agar (Kerry, 2001).
    Recientemente Morton y col., (2003) secuenciaron el gen que
    codifica para la producción de VCP1 y demostraron estas
    diferencias. Enzimas similares
    han sido identificadas en otros hongos nematófagos
    (López-LLorca, 1990; Segers y col., 1999).

    En general, todos los aislamientos infectan huevos
    inmaduros más ágilmente que a huevos maduros. Los
    juveniles de segundo estado escapan a la infección a
    temperaturas cercanas a 30ºC, porque eclosionan antes que la
    masa de huevo sea totalmente colonizada y los nematodos en fases
    móviles no son parasitados por el hongo (Kerry y Bourne,
    2002). Por lo tanto, es necesario seleccionar el aislamiento para
    la plaga blanco específico y las condiciones en las cuales
    este podría ser aplicado

    Este aislamiento coloniza raíces, suelos y parasita
    huevos en porcientos Peteira et. al, 2004, Montes de Oca,
    2004.

    1.3.3 Estudios de la especie P. chlamydosporia
    en las condiciones de Cuba.

    El primer informe de la
    presencia de esta especie en Cuba es publicado por Cabrera y
    col., (1987) al encontrar a P. chlamydosporia colonizando
    masas de huevos (ootecas) de M. incognita en guayaba.
    Posteriormente Hidalgo y col., (1998), informan la presencia de
    las dos variedades (chlamydosporia y catenulata)
    parasitando huevos de M. incognita en el cultivo del
    tomate en la
    provincia de la Habana y en suelos cafetaleros de Santiago de
    Cuba.

    Estos estudios se continuaron, informándose
    posteriormente más de 80 aislamientos con una gran
    variabilidad específica e Inter.-específica en este
    género, notificando la presencia de tres especies y dos
    variedades: P. chlamydosporia var. chlamydosporia
    (Goddard) Zare y G. Gams; P. chlamydosporia var.
    catenulata; P. suchlasporia var. catenata
    (W. Gams y Dackman) Zare y W. Gams y Lecanicillium
    psalliotae
    (Treschow) G. Gams y Zare (Hidalgo y col.,
    2000).

    En sentido general, los aislamientos cubanos presentaron
    gran producción de clamidosporas, mayor intensidad en la
    coloración de las colonias, con predominio de colores
    ocráceos, sobre todo la variedad catenulata, al ser
    comparadas con las descripciones realizadas por Gams
    (1988).

    En el propio estudio Hidalgo y col., (2000) describieron
    que algunos aislamientos de la variedad catenulata
    presentaron características peculiares no informadas
    anteriormente, como son la producción de clamidosporas
    inusualmente grandes y escasas sobre pedúnculos
    generalmente cortos y ensanchados cerca del tope y la presencia
    de conidióforos erectos, con fiálides ligeramente
    más cortas y ensanchadas en la base. Estos aislamientos
    fueron considerados como un nuevo biotipo, denominado como P.
    chlamydosporia
    var. catenulata biotipo A.

    Entre todos los aislamientos estudiados por este autor,
    se seleccionó a la cepa Vcc-108 de la var.
    catenulata como la más promisoria con un 68% de
    huevos de M. incognita parasitados en condiciones
    semicontroladas y el 70% de las masas de huevos colonizadas sobre
    la rizosfera del tomate, después de seis meses de aplicado
    el hongo en una sucesión de cultivos (Atkins y col.,
    2003).

    (Cortesía del Dr. Leopoldo
    Hidalgo-Díaz)

    Con esta cepa se han desarrollado metodologías de
    reproducción masiva en bandejas mediante
    formulación sólida (Hidalgo, 2000), y
    posteriormente mediante una tecnología de
    Fermentación en Estado sólido en
    Bolsa (FESB), la que permitió obtener mayores rendimientos
    y desarrollar ensayos de
    campo a mayor escala en las
    áreas agrícolas del CENSA (Hidalgo y col., 2004).
    En estos ensayos de campo se ha demostrado que con una sola
    aplicación del hongo a razón de 5000 clamidosporas
    por gramo de suelo, después de dos ciclos consecutivos de
    tomate este logra infestar más del 60% de los huevos
    expuestos en la rizosfera, reduciendo significativamente el
    número de juveniles en el suelo (Peteira y col.,
    2004).

    Estos resultados sientan las bases para una posterior
    optimización de la producción, formulación y
    registros de productos bionematicidas a partir de esta
    cepa.

     1.3.4 Métodos para el aislamiento,
    identificación y estudio del potencial de P.
    chlamydosporia

    Para la identificación morfológica de
    P. chlamydosporia, el uso de técnicas
    microscópicas es el método más utilizado en
    la actualidad; pero precisa de gran cantidad de tiempo y de
    personal
    altamente experimentado en el estudio de cada aislamiento (Atkins
    y col, 2002), y ha resultado inexacto para la ubicación
    taxonómica de los hongos en general. Tanto el uso de
    medios de cultivos, como la observación macro y microscópica de
    los caracteres morfológicos para la identificación
    de las diferentes especies nematopatógenas de
    Pochonia, resultan engorrosos por las pequeñas
    diferencias morfológicas entre ellas (Kerry y col., 1995;
    Bourne y col., 1996).

    Esto hace necesario la búsqueda de métodos
    más sensibles y rápidos para su detección,
    utilizándose entonces las técnicas moleculares que
    explotan la variación en los genes del ADN ribosomal o
    mitocondrial (White y col., 1990) y que son sensibles, factibles
    y más rápidas que los métodos convencionales
    para identificar cepas de hongos incluyendo a Pochonia
    (Morton y col., 1995).

    Ensayos basados en la Reacción en Cadena de la
    Polimerasa (PCR) fueron desarrollados para diferenciar la
    diversidad de la secuencia ITS presentes en diferentes especies
    de Verticillium (Nazar y col., 1991; Robb y col., 1993;
    Moukhamedov y col., 1994). Particularmente, Arora y col. (1996)
    lograron diferenciar aislamientos de P.
    chlamydosporia
    de otros hongos del suelo.
    Posteriormente, una secuencia parcial del gen β tubulin de
    los hongos fue obtenida, facilitando el desarrollo de un ensayo por
    PCR para el diagnσstico específico de
    la variedad chlamydosporia a partir de material de planta
    infestado con el nemátodo y propágulos del hongo en
    el suelo (Hirsch y col., 2000).

    Para el
    conocimiento de las interacciones tritróficas entre el
    hongo la planta y el nemátodo se hace necesario visualizar
    el hongo in situ, es por ello que se estudia la
    aplicación de aislamiento de hongos que contengan genes
    marcados o el uso de anticuerpos monoclonales (Hirsch y col.,
    2001). Sistemas de transformación de P.
    chlamydosporia
    se han descrito para viabilizar estos objetivos
    (Atkins y col., 2000). Recientemente se desarrolló un
    ensayo por
    PCR-competitivo para su cuantificación en el suelo
    (Mauchline y col., 2002).

    Los métodos desarrollados hasta el presente,
    tienen la limitante de no poder informar
    sobre el estado
    fisiológico del hongo y de no ser específicos para
    detectar aislamientos de la variedad catenulata. Por lo
    que se necesita profundizar en el estudio de estas
    técnicas antes de ser usadas como instrumentos para la
    caracterización y detección de diferentes
    aislamientos de P. chlamydosporia.

    Para el aislamiento y estimación de la
    concentración de P. chlamydosporia en el suelo o
    sobre la raíz se estudiaron diferentes medios de cultivos
    (de Leij y col., 1992), que resultaron ser inefectivos
    (Nadakavukaren y Horner, 1959; Menzies y Griebel, 1967 y
    Christen, 1982). Solo un medio semiselectivo desarrollado por
    Kerry y col., (1993), logró distinguir las colonias de
    esta especie del resto de la microflora del suelo.
    Estableciéndose como el mejor método de
    cuantificación a la combinación de dilución
    y conteo en medios selectivos (Butterfield & DeVay, 1977;
    Gaspard, y col., 1990; Kerry y col., 1993). Sin embargo, tienen
    la limitante de no detectar el hongo por debajo de 500
    Unidades Formadoras de Colonias (UFC) por gramo de suelo y
    de que el número de UFC detectadas es muy superior al
    número de clamidosporas aplicado, teniendo en cuenta que
    tanto fragmentos de hifas como conidios pueden dar lugar a una
    colonia.

    Figura 3. Crecimiento de la cepa IMI SD: 187 a los 21
    días de incubación a 25ºC en medio
    Semiselectivo.

    Una relación de estudios sobre la
    caracterización cultural, morfológica y
    diferenciación molecular realizados con la cepa IMI SD
    187, son parte de los indicadores de
    calidad que garantizan la identidad y
    pureza de la cepa e inoculo utilizado en los procesos de
    fabricación y aplicación en campo (Montes de Oca,
    2004).

    Para caracterizar el potencial de este hongo en el
    suelo, se necesita conocer su relación cuantitativa con
    respecto a la rizosfera de la planta y a la plaga (Waage y
    Greathead, 1988). La estimación de los cambios en la
    densidad del
    hongo precisa de técnicas de extracción
    física de clamidosporas del suelo (Crump y Kerry, 1981) y
    de la estimación del número total de
    propágulas en el suelo o en raíz (Kerry y col.,
    1993). Sin embargo estos métodos solo son capaces de
    detectar cambios relativos en la abundancia del hongo y no se
    pueden relacionar con su actividad.

    Para la determinación de la producción de
    clamidosporas a partir de muestras de suelos, se han explorado
    ensayos de centrifugaciones con la ayuda de sulfato de magnesio y
    de tinciones, después se aplican métodos de conteo
    de células al
    microscopio
    óptico, como el uso de la cámara de Neubauer. Con
    este método algunas veces se dificulta la
    identificación de las clamidosporas, por la interferencia
    de otras partículas que están presentes en el
    suelo, con el inconveniente de que es un proceso que consume
    tiempo. El método varía con el tipo de suelo, el
    cultivo y los tratamientos (Kerry y Bourne, 2002).

    Estos mismos autores refieren que el parasitismo de
    huevos de nematodos por P. chlamydosporia, se ha
    establecido como el método de rutina para evaluar la
    actividad biológica. El cual se basa en la siembra del
    hongo en placas Petri con medio de cultivo, donde se enfrentan
    huevos del nematodo y el hongo, determinando el porcentaje de
    parasitismo. En este método la dificultad estriba en la
    extracción de los huevos de las masas logrando la
    concentración deseada, sin que se afecte la pared del
    mismo, práctica que influye grandemente en la calidad del
    ensayo. Otros métodos se han utilizado, pero todos
    concluyen con este procedimiento.

    Con la utilización de este método se han
    obtenido valores de 68%
    de parasistismo in vitro y controlado en macetas para la cepa
    Vcc-108 (IMI SD 187) de P. chlamydosporia (Montes de Oca,
    2004), en experimentos de
    campo se informan porcentajes sueperiores al 70% (Kerry e
    Hidalgo, 2004).

    Para la estimación de poblaciones de nematodos en
    el suelo, se utiliza el método de extracción por
    bandeja, que es simple, rápido y puede utilizarse gran
    cantidad de muestras de suelos. Otros ensayos, solo permiten el
    uso de pocas cantidades de suelo como el de flotación y
    esto hace que la muestra no sea
    representativa (Whitehead y Hemming, 1965).

    La estimación de las poblaciones de nematodos en
    raíces puede ser de diferentes formas: masa de huevos por
    gramo de raíz, huevos por masas de huevos, % de huevos
    infectados y el número de adultos y juveniles en el
    sistema de la raíz.

    Se conoce que la planta hospedante tiene efecto directo
    e indirecto sobre el crecimiento del hongo en la rizosfera. En
    general las plantas difieren en su habilidad para soportar el
    crecimiento del hongo y este es más abundante sobre
    raíces infectadas por nematodos comparadas con aquellas no
    infectadas, no está claro, si el incremento en la densidad
    del hongo resulta de la colonización directa de la masa de
    huevos o de la liberación de nutrientes en la rizosfera.
    En la interpretación de los resultados de estos
    métodos, es imprescindible tener en cuenta los niveles de
    presencia del nematodo, el tipo de cultivo y en general las
    interacciones tritróficas que se establece entre el hongo,
    la planta y la plaga (Kerry, 2001).

    Diferentes grupos de investigadores en el mundo
    desarrollan novedosos bioensayos y combinaciones con
    métodos clásicos para el aislamiento,
    identificación, detección y monitoreo de esta
    especie como elemento esencial para dilucidar el papel de las
    variaciones del hongo en la regulación de las poblaciones
    de nemátodos.

    La obtención de cebadores específicos ha
    permitido la identificación y diferenciación de la
    variedad chlamydosporia, así como de otros hongos
    del suelo (Atskins et al., 2003). Estos métodos
    moleculares unidos a medios de cultivos específicos para
    este hongo, fortalecen el control de la calidad de la cepa y para
    la vigilancia post aplicación del producto bionematicida
    (Montes de Oca, 2004)

    En la actualidad se continúa con el desarrollo de
    metodos más precisos y factibles que faciliten el estudio
    de los aislamientos de esta especie con potencialidades como ACB
    de nematodos formadores de agallas.

    1.3.5 Métodos para el mantenimiento y
    conservación de las capacidades de P.
    chlamydosporia
    como ACB.

    Para asegurar la viabilidad, estabilidad y consistencia
    del ACB o de los productos que se deriven, lo primero es
    seleccionar el método de conservación y los
    procedimientos de manejo y vigilancia adecuada para conservar las
    características originales por las que fue
    seleccionado.

    En el caso de la especie P. chlamydosporia se han
    utilizado varios métodos para su conservación,
    algunos de tiempo corto que involucran la conservación del
    hongo sobre agar cubierto con agua o
    aceite mineral
    a 4ºC. Estos métodos son relativamente
    rápidos, fáciles y no requieren de equipamiento
    especial. Sin embargo, no siempre el hongo logra sobrevivir por
    largos períodos de tiempo en estas condiciones (Kerry y
    Bourne, 2002).

    La colección de P. chlamydosporia de la
    Estación Experimental de Rothamsted (Reino Unido)
    han sido conservados por más de 5 años sus
    aislamientos por los métodos de liofilización,
    crio-preservación y en subcultivos sobre medios agarizados
    a 4ºC. De igual manera Hidalgo (2000), estableció los
    métodos de subcultivo y liofilización para la
    conservación de la colección de Pochonia y
    Verticillium conservadas en el Centro Nacional de Sanidad
    Agropecuaria (CENSA).

    El subcultivo es un método sencillo y utilizado
    tradicionalmente para la preservación de microorganismos,
    el cual consiste en la transferencia del hongo a un medio de
    cultivo fresco a intervalos que aseguren su viabilidad. Estos
    intervalos varían dependiendo de las
    características del microorganismo
    en cuestión. Esta frecuencia puede reducirse con el
    almacenamiento
    del subcultivo a temperaturas relativamente bajas, a
    40C o entre –100C y
    –800C, bajo aceite mineral o agua (Snell,
    1991).

    A pesar de las ventajas asociadas al uso de este
    método, hay que tener presente la posibilidad de perder el
    microorganismo por el riesgo de contaminación y de cambios genéticos
    que se incrementa a mayor número de transferencias; la
    posible inoculación con el microorganismo equivocado
    cuando se trabaja con muchas cepas a la vez y la
    deshidratación del medio de cultivo; entre otros (Smith y
    Onions, 1994).

    Uno de los efectos que puede ocasionar la transferencia
    periódica del cultivo, es la formación de zonas con
    características diferentes al resto del micelio y cambios
    en la capacidad para producir metabolitos secundarios y enzimas.
    Estos sectores son frecuentes durante el crecimiento de colonias
    de hongos mitospóricos en medios agarizados y en ellos se
    observan diferencias en sus características culturales y
    morfologicas, que pueden ser ausencia de esporulación,
    entre otras (Grendle, 1964; Gramss, 1991; Kim, 1997; Ryan y col.,
    2002).

    Autores como Prosser (1993) concluyen que este
    fenómeno puede resultar de un crecimiento atípico a
    través de mecanismos que no están aún bien
    explicados. Kirn y col., (2001) describieron la formación
    de sectores como una "mutación". También se han
    informado aislamientos de hongos que no han tenido cambios en
    sucesivos subcultivos (Hall, 1980) o que pases a través
    del hospedero pueden mejorar la virulencia y expandir el rango de
    hospedante (Aizawa, 1971; Ferron, 1985).

    El otro método de conservación más
    utilizado es la liofilización, el cual varia sus
    condiciones con las características
    físico-químicas del medio de suspensión, el
    tipo de microorganismo, el estado fisiológico del cultivo,
    las condiciones del cultivo y la concentración de los
    microorganismos, entre otros (Sly, 1992). En el caso de P.
    chlamydosporia
    se usan como medio de suspensión el
    Caldo Nutriente suplementado con glucosa al
    7.5% (Kerry y Bourne, 2002). Este método es uno de los
    más eficaces para la conservación de muchos tipos
    de microorganismos, como: bacterias, hongos, bacteriófagos
    y virus; algunos de ellos pueden sobrevivir por períodos
    de más de 40 años. Sin embargo, el proceso es
    complejo y caro, pues requiere de un equipo de
    liofilización, por lo que no se puede aplicar en
    laboratorios con recursos limitados (Smith y Onions,
    1994).

    La mayoría de los métodos de
    preservación logran reducir el ritmo metabólico de
    los organismos por retención de nutrientes, agua y
    oxígeno; por reducción de la
    temperatura de
    conservación; o por combinación de ambos. Ellos
    tienen una tendencia inherente a mutar en cultivos de laboratorio,
    por lo que es muy importante el uso de procedimientos para
    vigilar y asegurar su viabilidad y estabilidad genética
    (Sly, 1992). Las propiedades conocidas del microorganismo deben
    chequearse periódicamente y siempre que sea posible,
    aquellas que puedan variar en el tiempo (Smith, 1996).

    Las colecciones de cultivos deben desarrollar programas
    de investigación para determinar y asegurar la
    estabilidad de las cepas, requisitos exigidos por los
    órganos de registros (FAO, 1988; EPA, 1996; OECD, 1996 y
    CNSV, 2001b).

    En sentido general los protocolos de
    estabilidad deben evaluar periódicamente las
    características culturales, morfológicas, de
    viabilidad, pureza, identidad, velocidad de
    mutación, cambios enzimáticos o moleculares de las
    cepas, entre otros, para cada método de
    conservación. Estos estudios aportan información necesaria para obtener la
    licencia de investigación, desarrollo, producción y
    aplicación de los ACB y aseguran la continuidad de los
    productos.

    1.4 Limitaciones
    en el desarrollo de bioplaguicidas a partir de
    hongos.

    Dentro del grupo de bioplaguicidas de origen microbiano
    se destaca el uso de los hongos como agentes de control
    biológico por su amplio número de géneros y
    especies eficaces en el control de diferentes plagas, pero pocos
    se han logrado producir y aplicar de forma estable y masiva
    (Goettel y col., 2001).

    De igual manera existe un número considerable de
    hongos antagonistas de fitonemátodos con potencialidades
    para el control biológico, y un gran interés en
    su aplicación (Duncan, 1991). Sin embargo, ninguno es
    ampliamente usado en la práctica agrícola (Kerry y
    Jaffee, 1997; Whitehead, 1997; Fravel, 1999), debido
    fundamentalmente al deficiente conocimiento
    entre otros aspectos de: modo de acción, producción
    de metabolitos y eventos o
    condiciones que afectan su actividad como bioplaguicida (Mena y
    col., 1996; López-LLorca y Olivares-Bernabeu,
    1998).

    Para la aplicación de estos productos, se
    necesitan grandes volúmenes de fermentaciones, que a su
    vez son procesos de bajos rendimientos y altos costos de
    producción (Jackson, 1997), y en la mayoría de
    los casos tienen poca consistencia (procesos repetibles) y baja
    estabilidad (Jenkins y col., 1998), debido al poco desarrollo de
    métodos de producción masiva adecuados, estudios de
    escalados y formulación (Fernández-Larrea, 2001),
    entre otros.

    A pesar de todas las limitaciones referidas, en el mundo
    numerosos grupos de investigadores y empresas
    productoras se concentran en el desarrollo de productos
    comerciales a partir de hongos entre los que se citan: Biofox C
    (Fusarium oxysporium Schlect y Fusarium moniliforme
    Sheldon, SIAPA, Italia), Mycotal
    (Lecanicillium lecanii (Zimmerm) Zare y Gams, Koppert,
    Holanda), Mycotrol GH (Bauveria bassiana (Bals) Vuill,
    Mycotech, EUA), Green Muscle (Metarhizium flavoviride Gams
    y Rozsypal, CABI Bioscience, Reino Unido), entre otros (Burges,
    1998; Butt y Copping, 2000).

    Dentro de los bioplaguicidas con efecto nematicida se
    encuentran entre otros DiTera (Myrothecium verrucaria
    Ditm., Valent-Sumitomo, EUA-Japón),
    (Burges, 1998; Butt y Copping, 2000). El PAECYL, PL PLUS, BIOACT
    o Nemacheck, (P. lilacinus, Filipinas-Australia) (Holland,
    2001).

    En Cuba están en proceso de registro productos
    como el HeberNem (T. paurometabolum, CIGB Camaguey)
    (Mena y col., 2002) y el KlamiC (P. chlamydosporia, CENSA)
    (Hidalgo, 20041), con resultados alentadores en el
    control de M. incognita.

    Se puede resumir que las limitaciones, son de orden
    técnica, de registro y comerciales, logrando avanzar
    aquellos ACB que tienen una alta velocidad de acción,
    persistencia, tolerancia, mecanismo de acción definido,
    estudios de seguridad
    (Toxicología y Ecotoxicología), un
    mercado viable y una demanda basada en el número de plagas
    o enfermedades que controla, así como costos eficientes de
    producción (Powell y Faull, 1989).

    Se añaden a estas limitaciones la poca
    utilización de sistemas de gestión de la calidad
    con la aplicación eficiente de estos conceptos en las
    diferentes fases de desarrollo de estos productos.

    Por tanto, para viabilizar esta alternativa dentro de
    las estrategias de manejo de plagas es necesario un ímpetu
    significativo para mantener el interés y resultados
    concretos que se han ido materializando en productos seguros y
    eficaces como estrategia sostenible para nuestra
    agricultura.

    1.4.1 Tecnologías de producción
    de hongos ACB

    De forma general en la fabricación de
    bioplaguicidas a partir de hongos se busca la producción
    apropiada de inóculos, formulación y
    aplicación de tecnologías apoyados en un control de
    la calidad efectivo (Whipps y Lumsden, 2001).

    Una de las etapas más difíciles de vencer,
    es la obtención de una tecnología de
    producción masiva a gran escala, que permita cantidades
    suficientes de un inoculo de calidad que sea consistente y
    compatible con la propuesta de formulación y
    aplicación (Jenkins y col., 1998).

    Se reconocen varias tecnologías de
    producción; las más usadas para hongos son a partir
    de soportes sólidos (Fermentación en Estado
    Sólido-FES), en cultivos líquidos sumergidos
    (Fermentación Líquida) o combinaciones de ambos
    (Fermentación Bi-Fásica) (Nagel, 2002). Estos
    métodos generalmente se consideran artesanales o
    semiartesanales atendiendo al número de manipulaciones que
    involucran. Cada método tiene ventajas y desventajas, lo
    más importante es la calidad del producto final y su
    factibilidad
    tecnológica y económica (Fernández-Larrea,
    2001).

    1 Dr. Leopoldo Hidalgo. Especialista de control
    biológico de nematodos. Protección de Plantas,
    CENSA. Cuba (Comunicación Personal)

    Lo primero es contar con un buen aislamiento que
    mantenga su virulencia y homogeneidad (Shieh, 1989) y a partir de
    aquí desarrollar el sistema de producción, para lo
    cual se necesita conocer los requerimientos de nutrición, pH, actividad
    del agua, contenido de humedad en el sustrato, temperatura
    óptima de crecimiento y esporulación, influencia de
    la luz, aire, entre otros
    (Johnpulle, 1938; Barlett y Jaronski, 1988; Latgé y
    Moletta, 1988; Kleespies y Zimmermann, 1992).

    Muchos trabajos optimizan estos parámetros a
    pequeña escala en frascos Enlermeyer, que generalmente
    producen gran cantidad de datos, pero no
    son repetibles al aumentar la escala productiva. Una razón
    para esto es que aumenta el volumen de
    sustrato y por tanto los niveles de aireación son
    más difíciles de mantener, aparecen problemas
    físicos en las operaciones de
    esterilización y las técnicas asépticas son
    difíciles de asegurar (Jenkins y col., 1998).

    Estos autores también plantean que la
    fermentación bifásica tiene la ventaja de expresar
    los contaminantes del cultivo patrón, facilitando la
    colonización y conidiación y reduciendo el tiempo
    de incubación.

    Los requerimientos para el sustrato depende de varios
    factores: factibilidad local, costo,
    preferencia del aislamiento, hidratación y
    esterilización. Se pueden usar sustratos no nutritivos o
    nutritivos. Estos últimos tienen alta concentración
    de contaminantes (Jenkins y Lomer, 1994).

    La producción de esporas tiene un requerimiento
    especial en cuanto a la tolerancia a la desecación, lo que
    puede estar asociado a las condiciones nutricionales durante el
    crecimiento del cultivo y la esporulación. Por tanto, la
    optimización del sustrato para la producción masiva
    no solo actúa sobre el rendimiento, sino también
    sobre la calidad de la espora (Jackson, 1997).

    Otros elementos como la aireación mejoran la
    velocidad de la esporulación y ayudan a remover los
    excesos de calor. Estos
    sistemas deben usar aire estéril y húmedo para
    evitar introducir contaminaciones y desecación prematura
    del sustrato (Bradley y col., 1992 y Guillon, 1997).
    El contenido óptimo de humedad depende de la
    relación hongo-sustrato, este elemento tiene un papel
    significativo en el rendimiento y su optimización es
    complicada. Los rangos del porcentaje de agua en el sustrato
    húmedo se encuentran entre 35 y 60% (Moo-Young y col.,
    1983). La temperatura y la luz varían con el tipo de
    microorganismo (Thomas y Jenkins, 1997).

    La mayoría de los procesos productivos que
    utilizan el sistema bifásico se componen de operaciones de
    inoculación, incubación, secado y
    extracción. Evaluando parámetros productivos y de
    calidad como: el rendimiento (# de conidios producidos/g o Kg
    de sustrato
    , calculado como el valor promedio sobre el
    número de ciclos de producción),
    concentración de conidios en el producto final (# de
    conidios producidos/g o Kg de producto final
    ), capacidad de
    manejo del sustrato (# de Kg de sustrato usado en cada
    lote
    , calculado como el promedio sobre el número de
    lotes), salida (# máximo de lotes posibles por
    año
    ). Los controles de calidad mínimo que se
    recomiendan son: identidad, estabilidad y pureza del cultivo
    patrón, monitoreo de la
    contaminación durante el proceso, concentración
    de contaminantes viables totales, viabilidad de la espora y la
    virulencia/patogenicidad del producto. Otros pueden ser
    contenidos de agua, cantidad de ingrediente activo/g de producto
    y el tamaño de la partícula. (Cherry y col.,
    1999).

    Otros elementos a tener en cuenta son los datos
    económicos de cada lote y el conocimiento de la dosis de
    aplicación en el campo (Cantidad o # de g de producto
    aplicado por hectárea o por área tratada) (Jenkins
    y col., 1998).

    Cada elemento que interviene en la fabricación
    requiere de un grupo de condiciones y requisitos que deben ser
    bien estudiados y demostrados para cada aislamiento,
    método productivo y escala. En todos los casos, es
    necesario contar con un método de conservación
    adecuado para la cepa y estar reconocido en una colección
    con depósito seguro y acceso
    no autorizado. Tener establecido una tecnología con la
    presencia durante todas las operaciones de los controles de
    proceso y los de calidad del producto final expresados en las
    especificaciones y la implementación de un efectivo
    sistema de calidad que abarque los elementos de la
    preproducción y post aplicación del
    producto.

    1.4.2 Problemática en Cuba en la
    producción de hongos bioplaguicidas

    En Cuba a partir del año 1959 se impuso un nuevo
    orden social que revolucionó la agricultura (Oppenheim,
    2001). En la década del 80 se implementó con mayor
    fuerza el
    manejo integrado de plagas como estrategia para la
    reducción de plaguicidas químicos (Rego y col.,
    1986), incrementándose el uso de los bioplaguicidas
    (Rosset y Bourque, 2001). Años después se crean los
    CREE para la producción artesanal de ACBs y la
    comercialización a cooperativas
    agrícolas y campesinos privados (Pérez y
    Vázquez, 2001), lo que le ha permitido al país
    contar con recursos propios en un campo tan importante como la
    protección fitosanitaria de los cultivos
    (Fernández-Larrea, 2002).

    Numerosas investigaciones se han conducido en la
    producción, formulación, control de la calidad y
    aplicación de numerosas bacterias y hongos que incluyen a
    B. thuringiensis, B. bassiana, Metarhizium
    anisoplae
    (Metsch.) Sorok, L. lecanii y Trichoderma
    harzianum
    Rifai (Global Exchange Delegation Members, 1996;
    Fernández-Larrea, 2004).

    Estas pequeñas producciones se realizan con bajos
    insumos y facilidades mínimas instaladas y su uso es
    limitado a regiones pequeñas. Cuentan con el Manual de
    métodos para la producción de entomófagos y
    entomopatógenos (INISAV-CNSV-MINAGRI, 1991) y normas y
    programas para realizar el control de la
    calidad. Hasta hace
    poco tiempo estos biopreparados no requerían ser
    registrados, por lo que las exigencias eran mínimas para
    su obtención y aplicación.

    A partir de la prioridad del gobierno de
    estimular esta estrategia se han dado pasos importantes como son:
    la definición, dentro del Programa de Biotecnología Agrícola, del tema de
    investigación "Obtención y Desarrollo de
    Bioplaguicidas, Biofertilizantes, Biorreguladores y Extractos
    Naturales
    ", y la aprobación de la Guía para el
    Registro de los Plaguicidas Microbianos (CITMA, 1995; CNSV,
    2001b).

    El Comité Asesor del Registro de Plaguicidas
    Microbianos (CNSV, 2001a) evaluó los principales problemas
    para lograr la implementación de esta guía, dentro
    de los que definió: pobre definición de las
    formulaciones y formas finales del producto; poca
    información sobre el mecanismo de acción; no se
    expresan los métodos y precauciones sobre la
    manipulación, almacenamiento y transportación de
    los productos; no se hacen ensayos para demostrar que el producto
    está exento de patógenos humanos; no se expresan
    los procedimientos de descontaminación y limpieza de
    equipos, entre otros.

    Lo que sostiene, que además de faltar
    información técnica, que se obtiene en las fases de
    investigación-desarrollo, las fabricaciones adolecen de la
    experiencia en el diseño
    e implementación de los conceptos de calidad, no aplicando
    BPF, aspecto que debe ser abordado en la producción de
    bioplaguicidas en Cuba.

    1. Los
      sistemas de gestión de la calidad y la
      producción.

    La calidad y el desarrollo
    económico crecen íntimamente ligados,
    creándose una carrera por el perfeccionamiento de los
    productos y servicios, a
    tal punto que muchos países consideran a la calidad como
    un objetivo nacional, siendo el mayor cambio que
    deben experimentar en el futuro todas las naciones (Villoch,
    1998). Para llevar una organización al éxito
    se requiere que esta se dirija y controle de forma
    sistemática y transparente, logrando implementar y
    mantener un sistema de gestión que esté interesado
    en una mejora continua de su desempeño considerando las necesidades de
    todas las partes interesadas (NC ISO 9000,
    2000).

    La norma cubana NC ISO 9000:2000
    describe los fundamentos y vocabulario aplicables a los sistemas
    de gestión de la calidad. Los conceptos de calidad
    aplicados en este trabajo son
    tomados de dicha norma.

    En ella se define como Gestión a las
    actividades coordinadas para dirigir y controlar una
    organización
    . La gestión de una
    organización comprende la gestión de la calidad,
    recursos
    humanos, financieros, rentabilidad,
    medio
    ambiente, seguridad y salud
    ocupacional entre otras disciplinas. La integración de estos aspectos en el sistema
    de gestión de la
    organización puede facilitar la planificación, la asignación de
    recursos, el establecimiento de objetivos complementarios y la
    evaluación de la eficacia global
    de la misma.

    En general, los principales planteamientos de la
    Gestión de la Calidad radican en que la calidad no es una
    función
    técnica, ni un departamento o programa de conciencia, sino
    un proceso sistemático, ligado al cliente, que se
    debe poner en practica total y rigurosamente en la
    compañía entera, integrando a los suministradores
    (Feigenbaum, 1991).

    La Calidad es el grado en el que un conjunto de
    características inherentes cumple con los requisitos
    ,
    entendiéndose por Característica a un rasgo
    diferenciador que puede ser inherente o asignado
    , clasificada
    como: físicas, sensoriales, de comportamiento, de tiempo, ergonómicas y
    funcionales. Y como Requisitos de la Calidad a la necesidad o
    expectativa establecida, generalmente implícita u
    obligatoria
    , los que permiten la evaluación y el
    control de las necesidades de mercado, el cliente, de relaciones
    contractuales, de desempeño, disponibilidad,
    mantenimiento, fiabilidad, además de las de seguridad en
    el uso, para la sociedad y el
    medio ambiente.

    Para el diseño de
    sistemas de gestión de la calidad, se ha elaborado la
    familia de
    Normas ISO
    9000. Dentro de ellas, la ISO 9001 debe
    aplicarla aquella organización independiente de su tipo o
    tamaño que necesite demostrar su capacidad para
    proporcionar productos que cumplan los requisitos de sus clientes y los
    regulados para ella, la que puede complementarse con la ISO 9004
    (mejora continua) y la ISO 19011 (auditorias),
    entre otras (NC ISO 9000, 2000).

    Estas normas no especifican los requisitos para el
    producto, el que puede definirse por el cliente, la propia
    organización o por disposiciones reglamentarias. Los
    requisitos para los productos y en algunos casos los procesos
    asociados pueden estar contenidos en especificaciones
    técnicas, normas de productos, normas de proceso, acuerdos
    contractuales y requisitos reglamentarios. Se define como
    Producto al resultado de un proceso el que se entiende
    como conjunto de actividades mutuamente relacionadas que
    interactúan, las cuales transforman elementos de entrada
    en resultados
    .

    Para lograr calidad, que conlleve la satisfacción
    del cliente a través de un enfoque de proceso, es
    necesario realizar en la empresa una
    Gestión de la Calidad que generalmente incluye el
    establecimiento de la política y objetivos,
    la planificación, el control, el aseguramiento y la mejora
    de la calidad (Juran, 1993; NC ISO 9000, 2000)

    La Planificación de la Calidad está
    enfocada al establecimiento de los objetivos de la calidad y a
    la especificación de los procesos operativos necesarios y
    de los recursos relacionados para cumplir los objetivos de la
    calidad
    . El Control de la Calidad es la parte orientada al
    cumplimiento de los requisitos de la calidad
    . El
    Aseguramiento de la Calidad, es la parte de la gestión de
    la calidad enfocada a proporcionar confianza en que se
    cumplirán los requisitos de la calidad
    y la Mejora de
    la Calidad, es para aumentar la capacidad de cumplir con los
    requisitos de la calidad
    . (NC ISO 9000:2000)

    La aplicación de estos conceptos describe los
    componentes que deben incluir los sistemas de gestión de
    la calidad, pero cada organización tiene libertad para
    diseñarlos y aplicarlos según sus condiciones
    específicas. Se convierte en una clave para el
    éxito de un negocio, porque permite elevar la
    productividad, reducir los costos e incrementar las ventas y los
    beneficios, en un mundo donde el cliente está en la
    posición de escoger.

    1.5.1 Aplicación de conceptos de
    calidad a la industria de Bioplaguicidas

    Las industrias que generan productos que intervienen
    directamente en la seguridad de los consumidores han estado
    sometidas a un fuerte control estatal, para demostrar la
    seguridad y confiabilidad de sus producciones,
    conociéndose como industrias reguladas (Lauzan, 1996).
    Así surgió en 1962 el primer documento de Buenas
    Practicas de Producción (BPP) en la industria de
    producción de medicamentos, que no es más que una
    recopilación de los requisitos mínimos de
    aseguramiento de la calidad para este tipo de industria (CECMED,
    2000).

    No debe desconocerse que con el desarrollo de la
    tecnología y los conocimientos del hombre, otras
    industrias pueden irse incorporando en este grupo expresamente
    controlado por los Estados. Las tendencias indican que las
    producciones de bioplaguicidas están en esta vía,
    pues son productos que pueden influir en la seguridad del
    ambiente y el hombre. Sin
    embargo, a pesar de que se han ido estructurando regulaciones
    para el otorgamiento de licencias de fabricación (Bode,
    1997; Hamer, 1997), aún se informan insistentemente
    dificultades con algunos de estos productos, lo que no permiten
    un amplio uso (Kerry, 2001).

    Ocurre que muchos de ellos están catalogados por
    el mercado como débiles por su baja eficacia y
    cuestionable control de la calidad, lo cual influye en la pobre
    imagen de la industria de bioplaguicidas (Harris, 1997; Foster,
    2001). En la mayoría de los países del Tercer Mundo
    que fabrican bioplaguicidas para el control de
    plagas, tienen dificultades en la consistencia y calidad de
    sus productos finales porque no se aplican sistemas que aseguren
    su calidad (Jenkins y Gzywacz, 2000).

    Considerando las condiciones que implican por una parte
    la
    globalización del mercado mundial y las necesidades de
    las producciones agrícolas de nuestra
    economía
    nacional, el establecimiento de sistemas de
    calidad en las producciones en este sector se constituyen en
    una actividad estratégica.

    Es significativo que, en las experiencias que se han
    señalado en estas producciones, no se encuentra que hayan
    explotado la posibilidad de establecer guías de Buenas
    Prácticas, aunque se ha señalado el uso de las
    Buenas Practicas de Laboratorio (BPL) (FAO, 1988; EPA, 1996;
    OECD, 1996 y CNSV, 2001b), lo que indica que tampoco hay claridad
    en la concepción y origen de estos conceptos. Las BPF son
    regulaciones que recogen los requisitos mínimos
    recomendados para lograr producciones eficaces y seguras (CECMED,
    2000; OMS, 2003) y dentro de ellas se encuentra el cumplimiento
    de las BPL.

    La implementación de una guía de BPF para
    la producción de bioplaguicidas, tiene la ventaja de
    establecer requisitos generales que puedan ser asumidos por una
    gran diversidad de procesos productivos y por otra parte,
    establece pautas que son una plataforma adecuada para lograr
    producciones de calidad. La estructuración de las BPF se
    considera un primer paso para llegar a un Sistema de
    Gestión de la Calidad (cecmed, 2000).

    Una característica esencial de la
    producción de cualquier ACB es contar con un eficiente
    control de la calidad, porque ayuda a maximizar la eficiencia del
    producto, estandarizar los costos de producción y lograr
    consistencia a través de ciclos productivos repetibles.
    Sistemas que están fuera de control pueden obtener
    productos con concentraciones variables del
    principio activo, riesgos para
    la salud del consumidor y por
    tanto la perdida de confianza por el cliente (Jenkins y Grzywacz,
    2000).

    El Aseguramiento de la Calidad consiste en garantizar
    que todas las operaciones de la producción sean
    reproducibles y logren resultados similares en cada lote. Como
    parte del Aseguramiento de la Calidad, la norma cubana NC ISO
    9001 (2000) plantea algunos elementos esenciales como son:
    garantizar el establecimiento de un proveedor que suministre las
    calidades especificadas de las materias primas y materiales, la
    calibración de todos los medios de medición, el manejo adecuado de las
    materias primas, la capacitación y preparación del
    personal, el establecimiento de los controles de proceso, el
    control del comportamiento del producto una vez aplicado,
    además de las evidencias
    documentadas de las operaciones realizadas, entre
    otros.

    En los controles establecidos se debe definir los
    métodos de control y los criterios de aceptación
    (NC ISO 9001, 2000). Los rangos o límites de
    los puntos de control se pueden establecer teniendo en cuenta las
    regulaciones, trabajos científicos, estudios realizados en
    la propia planta de producción o de datos
    históricos de los procesos productivos (Inda, 1999),
    apoyados en las herramientas
    del control
    estadístico de la calidad (Montgomery y Klatt, 1972;
    Shewhart, 1980; ISO, 1995).

    En estos momentos, debido a las pocas regulaciones
    dirigidas a esta industria en el mundo, el establecimiento de las
    especificaciones de calidad de cada bioplaguicida depende de lo
    definido por cada empresa
    productora (Jenkins y Grzywacs, 2000). De forma general el
    control de la calidad del producto final debe responder a dos
    elementos claves: la seguridad y eficacia.

    Como se ha planteado, la aplicación de un sistema
    de Gestión de la Calidad es útil para cualquier
    tipo de organización y de producciones, por lo que si la
    industria de bioplaguicidas asume estos conceptos se
    beneficiaría de todas las ventajas descritas
    anteriormente. Sin embargo, no se refieren muchas experiencias en
    el ámbito mundial de su aplicación, por el
    contrario abundan los casos de producciones con dificultades en
    la consistencia de sus procesos y producto final que
    mejorarían sustancialmente con la aplicación de un
    Sistema de Gestión de la Calidad.

    Demostrar que sistemas de bajas tecnologías
    productivas en países en desarrollo pueden obtener
    productos de calidad, partiendo de la implementación
    adecuada de conceptos de calidad, es una estrategia necesaria
    para una agricultura sostenible.

    En este sentido se estableció una
    tecnología de producción insertada dentro de un
    Sistema de Gestión de la Calidad para la
    fabricación de un producto nombrado KlamiC que ha
    demostrado ser efectivo y seguro.

    CONCLUSIONES

    A partir de todos los estudios y resultados obtenidos se
    cuenta hoy con un producto fitosanitario (KlamiC) a partir de la
    cepa Vcc-108 de Pochonia chlamydosporia var
    catenulata efectivo y seguro para el control de nematodos
    agalleros y de una tecnología transferible para la
    reproducción de otros hongos ACB.

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    Eventos y
    Publicaciones relacionadas con el tema

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    Publicaciones

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      (2003). Elaboración de una Guía de Buenas
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      Protección Veg. Vol. 18, No. 2 p.92-97.
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    Datos del autor

    Nivian Montes de Oca* PhD,

    Doctor en Ciencias Agrícolas, Investigador
    Auxiliar de la Dirección de Calidad del Centro nacional de
    Sanidad Agropecuaria (CENSA). Carretera de Jamaica y autopista
    Nacional, Apto 10 San José de las lajas, La Habana,
    Cuba.

    Jersys Arévalo,

    Nerdys Acosta,

    Alejandra Villoch PhD

    Leopoldo Hidalgo PhD.

    Partes: 1, 2

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