- Siglas y
abreviaturas - La Enseñanza
Religiosa Escolar - La
Construcción del Pensamiento
Religioso - Aprendizaje
Constructivo y Significativo - Didáctica
de la Enseñanza Religiosa Escolar - El
Departamento de Enseñanza Religiosa
Escolar - Conclusión
- Bibliografía
Documentos de la Iglesia
CCE Catecismo de la Iglesia Católica
CT Catechesi Tradendae
DGC Directorio General para la
Catequesis
DV Dei Verbum
EN Evangelii Nuntiandi
GEM Gravissimum Educationis
Momentum
GS Gaudium et Spes
NA Nostra Aetate
RM Redemptoris Missio
EC La Escuela Católica
LCT El laico católico testigo de la
fe en la escuela
DREC Dimensión Religiosa de la educación en la Escuela
Católica
ECUTM La Escuela Católica en los
umbrales del Tercer Milenio
Sagrada Escritura
Cor Corintios
Gn Génesis
Hch Hechos de los
Apóstoles
Is Isaías
Enseñanza
BOE Boletín Oficial del Estado
BOJA Boletín Oficial de la Junta de
Andalucía
DCB Diseño Curricular de Base
DEI Declaración Eclesiástica de
Idoneidad
ERE Enseñanza Religiosa Escolar
ESO Enseñanza Secundaria
Obligatoria
LOCE Ley
Orgánica de Calidad de la
Enseñanza
LOE Ley Orgánica de
Educación
LOGSE Ley Orgánica General de
Enseñanza
cf confer (= confrontarse, compárese,
véase)
ib ibidem (= en el mismo lugar)
o.c. obra citada
vid vide (= véase)
v. ó vv. versículo (plural)
Punto de partida
Las transformaciones que en los últimos
años han tenido lugar en el campo de la enseñanza
no se deben sólo a opciones políticas,
ni al incremento de los recursos
tecnológicos, ni siquiera al éxito
obtenido por las propuestas metodológicas del momento; se
debe a causas más amplias que abarcan desde una nueva
comprensión del hombre, hasta
las innovaciones más recientes que acontecen en la
escuela.
Ello afecta a todas las materias de enseñanza y,
por ende, no le puede resultar indiferente a la enseñanza
escolar de la Religión, como
área integrante del currículo escolar. Su legitimidad viene
avalada por la Declaración de los Derechos Humanos,
el consenso constitucional español y
los Acuerdos entre la Santa Sede y el Estado
Español.
No obstante, hay quienes niegan o no han resuelto el
lugar que ocupa la Religión en el sistema
educativo, pese a que son muchos los alumnos –o los
padres- que eligen libremente estudiar la Religión en el
ámbito académico. A esto se une que, un
número significativo de personas que, al identificar ERE
con Catequesis, aplazan aquella fuera del ámbito
escolar.
Finalidad
Este trabajo es
fruto de la inquietud por ahondar en las respuestas que requieren
los nuevos retos y desafíos que vive la enseñanza
de la Religión en una sociedad
plural y abierta como la de nuestro tiempo.
Lo que pretendemos con este estudio es el tratamiento
académico de la enseñanza de la Religión
como área estrictamente curricular, cuyo currículo,
metodología, finalidades,
características y programación se integran plenamente en el
marco educativo; legitimar la enseñanza de la
Religión desde las finalidades propias de la escuela
avalada por la existencia de una realidad religiosa en la propia
sociedad española y sustentada, también, por las
convicciones legislativas y acuerdos que la
legitimizan.
Estructuración del trabajo
Atendiendo a la estructura del
trabajo, contemplamos cinco grandes capítulos:
El capítulo I, la Enseñanza Religiosa
Escolar, se inicia con una exposición
del hecho religioso como presencia del misterio en la cultura
humana, así como su realidad en la escuela, que obedece a
una finalidad educativa y no religiosa. Repasa los dos modos de
entender el aprendizaje de la
Religión: el propio de los creyentes y el de los no
creyentes. Nos detendremos en las semejanzas y diferencias entre
catequesis y religión. Fundamentaremos la identidad de
la pedagogía religiosa en las fuentes del
currículo, cuyos elementos psicopedagógicos,
sociológicos y epistemológicos son imprescindibles
para comprender e integrar la enseñanza de la
Religión como un área de experiencia y conocimiento
del sistema
educativo.
Muy de pasada, partiendo de las Orientaciones sobre la
ERE, dadas en 1979 por la Comisión Episcopal de
Enseñanza, hacemos un recorrido por el lugar que la
Enseñanza de la Religión ha ido ocupando en el
sistema educativo español, desde 1978 hasta
2004.
En el capítulo II, la Construcción del pensamiento
religioso, exponemos la realidad religiosa como conjunto de
expresiones provocadas por la experiencia religiosa en un entorno
social e histórico determinado y, la necesidad de abordar
los contenidos de la Religión en cuanto contenidos de
pensamiento, en lugar de la visión tradicional de
contenidos de una revelación divina.
El núcleo del capítulo lo constituye el
examen del hecho religioso desde el punto de vista estructural y
epistemológico, así como su expresión a
través de los distintos lenguajes religiosos. Realidad,
pensamiento y lenguaje son
los tres elementos con los que se expresa el pensamiento
religioso.
El capítulo finaliza con el diálogo
fe-cultura en la enseñanza religiosa; no se puede olvidar
que la cultura está presente en la misma naturaleza del
contenido del pensamiento religioso; es más, el
pensamiento religioso tiene en sí mismo una estructura de
diálogo con la cultura; sin esta estructura
dialógica no existiría pensamiento religioso sino
pura semántica insignificante.
El capítulo III, Aprendizaje constructivo y
significativo, se centra en la naturaleza y procesos de
aprendizaje. Partiendo del paradigma
cognitivo-contextual nos detenemos en sus diversos productos:
aprender a aprender, desarrollo del
potencial de aprendizaje, aprendizaje constructivo y
significativo. Básicamente nos hemos detenido en
cómo aprende el aprendiz y qué aprende.
Tras analizar los distintos tipos de aprendizajes
constructivos: genético, social y disciplinar, nos
detenemos en las estrategias de
aprendizaje: cognitivas, metacognitivas y modelos
conceptuales; nos centramos de lleno en el aprendizaje
significativo y en su relación con la
motivación, el esfuerzo.
El capítulo IV, Didáctica de la Enseñanza Religiosa
Escolar, se apoya en el Currículo oficial elaborado por la
Jerarquía eclesiástica; se realiza un recorrido por
las etapas del sistema educativo: Infantil, Primaria, Secundaria
Obligatoria y Bachillerato, en sus características y
estructuras.
La enseñanza de la Religión
Católica en Primaria se presenta como una realidad en la
que el alumno se encuentra en su vida, dentro de un contexto
sociocultural y que se manifiesta en hechos, sucesos, situaciones
y símbolos. Por ello, es objeto de una
aproximación fenomenológica,
socioantropológica y narrativa, en torno a la
relación entre Dios y el hombre, que
está en el fondo del hecho religioso.
En Secundaria Obligatoria, el alumno puede ya situarse
ante lo religioso como expresión humana, personal y
social: Encuentro del hombre con Dios.
En el Bachillerato, el área permite la apertura
al mundo contemporáneo desde la trascendencia. El alumno
incorpora esta dimensión religiosa a su forma crítica
de interpretar la sociedad y la enriquece desde su visión
creyente del mundo.
El trabajo concluye con un capítulo dedicado al
Departamento de Enseñanza Religiosa Escolar; en él
se trata de exponer las líneas centrales que enmarcan
el trabajo de
este departamento, con el fin de orientar su buen funcionamiento;
se tiene muy en cuenta que el departamento es un medio, no un fin
en sí mismo, medio para conseguir el perfeccionamiento y
la mejora del profesor que
redundará en una mejora de la formación religiosa
de los alumnos.
Metodología
El método
empleado en la realización del trabajo ha sido el
método propio de las ciencias
pedagógicas, ya que las ocupaciones y principios de la
Enseñanza Religiosa Escolar vienen dado por las
estructuras que rigen la labor pedagógica de la
institución escolar. Para conseguir este fin hemos
utilizado una amplia gama de estudios de distintos autores, sobre
todo en el currículo oficial elaborado por el Secretariado
de la Conferencia
Episcopal de Enseñanza.
Los dos primeros capítulos del estudio, de un
modo descriptivo, contienen los supuestos sobre los que se basa
la construcción del pensamiento religioso así como
la expresión de las verdades religiosas u "ofertas de
sentido" mediante un lenguaje que le es propio: los lenguajes
religiosos. Son, por lo tanto, capítulos básicos
para la comprensión del tema.
Los dos siguientes ofrecen un marcado carácter didáctico; giran en torno
al aprendizaje significativo, estrategias de aprendizaje,
cómo se planifica y organiza la enseñanza religiosa
en los niveles no universitarios.
El último capítulo se centra en una
ejemplarización, eminentemente práctica y
descriptiva, sobre un modelo de
funcionamiento del Departamento de la ERE; tiene el valor de
ejemplo o ilustración experimental de un proceso.
Las notas a pie de página tienen fundamentalmente
dos funciones: la
primera, hacer explícitas las fuentes; la segunda, ampliar
información o realizar propuestas de
ampliación cuando el carácter particular de alguna
explicación desvía el hilo del discurso del
texto.
Así pues, constituyen las notas un instrumento de
ampliación del contenido propuesto.
CAPÍTULO I
LA
ENSEÑANZA RELIGIOSA ESCOLAR
1 – El hecho religioso
Desde una perspectiva histórica, las ciencias de
las religiones son
una ciencia
reciente. Es a finales del siglo XIX (1887), con el comienzo de
un nuevo enfoque científico e histórico de la
religión, cuando aparece una nueva ciencia llamada
fenomenología de la religión,
surgida de inquietudes teológicas. La fenomenología
es un movimiento
filosófico del siglo XX que describe las estructuras de la
experiencia tal y como se presentan en la conciencia.
Constituye una parte de las ciencias de las religiones y
se sitúa entre la historia de las religiones y
la filosofía de la religión, pero mientras esta
última está dentro del campo racional, la
fenomenología no se razona.
También podríamos decir que el hecho
religioso, por ser tan antiguo como el hombre, no se ha
analizado, pero sí sabemos que en Grecia, cuna
de la filosofía actual, se tienen los primeros testimonios
que expresan el análisis de un hecho religioso. En esa
época las manifestaciones religiosas se expresaban a
través de relatos mitológicos dentro de esa
cultura. El fenómeno religioso que aparece se traduce como
un ser superior y la preocupación de los filósofos era encontrar la primera causa de
todo (la metafísica). Y a ese ser superior le llaman
Dios. Es Aristóteles el primer filósofo que
escribe este principio de la teología
religiosa.
La fenomenología de la religión tiene como
objetivo el
fenómeno o hecho religioso. Si aplicamos al estudio de la
religión el término fenomenología, nos
dirá que es un método de interpretación del hecho religioso. La
fenomenología de la religión pretende clasificar
los diferentes aspectos de la religión; pretende describir
la religión tal como aparece en sus diferentes expresiones
vitales.
Todos los fenómenos religiosos son realidades
históricas vividas en una cultura, que tienen unos
condicionamientos específicos. Lo sagrado es ese mundo que
traspasa el umbral distinto al umbral puramente humano. El mundo
de lo sagrado es el mundo de lo definitivo, ante lo cual todas
las realidades de la vida humana pasan a ser simplemente
penúltimas. Lo sagrado comprende un ámbito propio
en el cual se apoya el fenómeno religioso. Los
fenómenos religiosos serían expresiones de unas
experiencias religiosas fundamentales.
La historia de las religiones estudia las
manifestaciones de lo sagrado, las hierofanías de todo el
fenómeno religioso. Espacios y tiempos sagrados apuntan al
centro de todo y al tiempo fundante, ambos esenciales frente a
todo lo que no es esencial. Mitos y ritos
permiten pasar de nuestra realidad al punto focal de toda
realidad.
Lo sagrado va a recubrir las zonas de las experiencias
que no se consideran actos humanos sino actos religiosos. Existe
una presencia muy poderosa que es lo que está
intrínsecamente dando valor a todo acto religioso. El
vigor de esa presencia es lo que constituye la historia de las
religiones de los diferentes pueblos.
Mitos y ritos conforman las mediaciones, que nos llevan
a la hierofanía. En la hierofanía, lo sagrado se
hace patente, el comportamiento
del hombre religioso es el punto de encuentro de éste con
la divinidad. Las hierofanías con el vínculo con el
cual todo acto religioso conduce hasta Dios.
La Historia de las religiones se sirve de la
fenomenología como método
científico que puede proporcionar una serie de
conocimientos en el campo de la religión. La
fenomenología de la religión permite analizar un
hecho religioso desde tres vertientes u ópticas
distintas:
– La interpretación descriptiva del
fenómeno religioso sin valoración normativa. El
cúmulo de los hechos religiosos parecen constituir una
zona propia, inconfundible con cualquier otro género
de hechos humanos. La fenomenología trata de describir
con fidelidad, prescindiendo de todo juicio de valor sobre si
la religión es verdadera o sobre cuál de las
religiones es la verdadera, y de todo juicio normativo acerca
de cómo debe ser la religión. Estos juicios son
de la filosofía o de la teología. La
fenomenología sólo puede aportar una prueba
más bien indirecta, haciendo ver su coherencia, o
comparando entre ellas los índices de una coherencia
interior mayor o menor, atendiendo al conjunto de sus
manifestaciones y no tanto a la discusión de los
fundamentos.
– La comprensión de la estructura
significativa, más allá de una simple
consideración factual y científica. Para esta
descripción no cuenta sólo la
acumulación de los datos, ya sean
de observación directa y vulgar, ya sean
datos, materiales y
resultados de las ciencias. La fenomenología llega
aún más lejos: trata de descubrir una
configuración o estructura interna en los conjuntos
presentados o en la totalidad de los hechos religiosos. Aun en
las manifestaciones primitivas aparece un "logos", una
razón ordenadora que preside y da cuenta de un conjunto
de manifestaciones: mitos, cultos, estructuras cuaternarias o
binarias para explicar los orígenes; categorías
como "el eje" o "el centro", desde las cuales se organiza una
visión del mundo. Se buscan unas leyes
subyacentes a los hechos, que hagan ver la multiplicidad desde
una unidad esencial.
– La captación de la ley que rige el desarrollo
de la religión, frente a toda determinación de
esencia abstracta e intemporal, que prescindiera de los
componentes concretos espacio-temporales en que se desarrolla:
el conjunto orgánico de una cultura, los factores
ambientales y aun geográficos que dan razón de
muchas características peculiares.
Una condición primera que ayuda a explicar los
hechos y su configuración es el estudio de la
génesis. Los procesos vitales o históricos que
explican la constitución y desarrollo de una
determinada manifestación cultural o religiosa, la
evolución histórica y las
modalidades que presenta esa misma evolución. La ley o
estructura genética
viene a darnos a veces la estructura íntima de un
fenómeno y no sólo variaciones
accesorias.
El movimiento fenomenológico que se desarrolla a
través de estas tres ópticas nos conduce al
análisis del acto religioso. La religión, como
actividad cultural humana, aun suponiendo la intervención
natural y sobrenatural de Dios, se nos manifiesta siempre en
actos humanos, o a través de ellos y en relación
con ellos. Pero hay también actos más estricta y
fundamentalmente religiosos.
El análisis fenomenológico en el acto
religioso se presenta desde tres perspectivas:
– El lado objetivo. Los actos y expresiones religiosas
apuntan a una zona superior, a un objeto misterioso y sagrado
(llámesele Dios, lo Divino, el Todo o
Misterio).
– El lado subjetivo. La experiencia religiosa, la
interioridad y la existencia religiosa. Es una actitud
determinada de parte del sujeto, que no queda determinada
simplemente porque su objeto sea lo sagrado, pues a lo sagrado
puede accederse en actitud de curiosidad, o en actitud
especulativa para teorizar sobre él. Podemos hablar de
un acto religioso sólo cuando el hombre asume frente a
lo Sagrado y a lo Divino una actitud subjetiva enteramente
peculiar, esto es, cuando queda emotivamente impresionado y
atraído por el objeto, entrando en contacto personal con
él.
– El lado de la objetivación. Es la
relación entre el lado objetivo y el lado subjetivo. Es,
en primer lugar, la correlación necesaria de uno con
otro para que exista la unidad del acto, como es ley
común de toda correlación objetivo-subjetiva. Ni
siquiera puede acentuarse uno de los dos polos, a expensas del
otro, so pena de caer en un inmanentismo subjetivista o en un
objetivismo sin vida.
En segundo lugar, la misma correlación pero
vista en su acontecer concreto. No
es una correlación dada y fija, es una
correlación viva en las personas y en la historia: lo
sagrado interpela al hombre, lo llama. Dios interviene en la
vida de los hombres. Frente a esa interpelación, la
respuesta puede ser muy variada.
En tercer lugar es la correlación misma de
objeto y sujeto, vista en sus concreciones y objetivaciones.
Las expresiones y manifestaciones de la religión en
el lenguaje,
el culto, las concreciones
histórico-sociales…
Dos presunciones básicas recorren la historia de
esta aproximación al estudio de la religión. La
primera es que la historia de la religión es la historia
de la manifestación de lo sagrado. Lo sagrado es descrito
a menudo como la última realidad, lo real, lo absoluto, y
en todos los casos es considerado como una realidad trascendente.
Esta aproximación a la religión construye
usualmente varias tipologías de religión, en las
que los tipos representan los modos en los que lo sagrado se ha
manifestado en la historia de la religión. El
énfasis no está tanto en la historia como en las
diversas tipologías de lo sagrado. La fenomenología
y la historia de la religión podrían ser
consideradas como una versión moderna de una
teología natural o metafísica despojada de sus
propiedades monoteístas.
La segunda presunción en este planteamiento es su
rechazo a todas las teorías
que explican la religión desde un punto de vista
sociológico, psicológico, sociobiológico o
político/económico. Todas estas aproximaciones al
estudio de la religión son tachadas de reduccionistas. La
religión es sui generis, literalmente "de su propio
género"; es única, de este modo no puede ser
explicada por medio de términos que pertenecen a otro
campo. Cuando se explica la religión como el cumplimiento
de las necesidades sociales o psicológicas, se ignora la
esencia de la religión, que es su representación de
lo sagrado.
En todo fenómeno religioso hay un misterio y la
proyección de algo sagrado. De aquí nace el
problema o proceso de la sacralización. Cuando hablamos de
"lo sagrado", "lo santo", ese "lo" adquiere un valor absoluto. Lo
religioso existe porque hay una estructura de la conciencia
humana basada en la relación con lo sagrado. No se trata
de un estadio más de la humanidad, sino de un
constituyente de la conciencia humana. Explicar desde fuera tal
experiencia se presenta como tarea imposible, pues no
podría dar cuenta de su verdadera razón de ser. La
comprensión de lo religioso implica la aceptación
de su propia significación: lo sagrado es la
dimensión humana –en cuanto experiencia subjetiva y
en cuanto realidad objetiva que motiva esa experiencia- de
inserción en una totalidad que permite al hombre tomar
conciencia de que es tal hombre.
Por tanto, no existe expresamente un instante radical en
el que exista el hecho religioso. Tampoco podemos entender el
origen de la religión en un sentido de comienzo sino en
algo que existe, en un valor absoluto. Las causas que componen el
hecho religioso son causas que nacen del mismo desarrollo de la
persona
humana. El fenómeno religioso tiene una fuerza
intrínseca que conlleva algo que pertenece al ser humano;
por tanto, está dentro del proceso de la historia vital.
De ahí el sentido o existencia de un periodo religioso o
ateo en la historia de la humanidad. No se ha podido demostrar
antes, ni ahora.
El estudio del origen de la religión parte de la
observación de la experiencia religiosa y supone que esa
experiencia religiosa no es una justificación de la
doctrina y práctica religiosa, sino que es en sí
misma un producto de
las tradiciones, doctrinas y prácticas religiosas. El
estudio del origen de la religión supone también
implícitamente saber qué es la religión, es
decir, presupone una definición de la
religión.
Hay definiciones claramente inadecuadas o
problemáticas por su vaguedad y su ambigüedad. Si la
religión se define como "una visión y
explicación del mundo y del ser humano", la
religión podría ser cualquier teoría
filosófica o pseudofilosófica. Lo mismo puede
decirse de las definiciones de religión que precisan el
término como cierto tipo de "experiencia". Estas
definiciones son de poca utilidad, debido
a la vaguedad de los términos experiencia o
sentimiento.
Hay también definiciones de religión que
son demasiado restrictivas o limitadas. La religión como
"creencia en Dios" es un buen ejemplo. Aunque esta
definición incluiría todas las religiones
monoteístas, excluiría todas las religiones
politeístas o las religiones sin ningún
dios.
Una definición suficientemente adecuada
podría ser la siguiente: la religión es un "sistema
de creencias y prácticas que están en
relación con seres sobrehumanos". Esta definición
evita definir la religión como un tipo especial de
experiencia o visión del mundo. Subraya que las religiones
son sistemas o
estructuras que se componen de unos tipos específicos de
creencias y prácticas: creencias y prácticas que
están en relación con seres sobrehumanos. Estos
seres sobrehumanos son entidades que son capaces de hacer cosas
que los mortales no pueden. Son conocidos por sus actos y poderes
milagrosos que los separan de los humanos. Pueden ser masculinos,
femeninos o andróginos. No es necesario que sean dioses o
diosas, sino que pueden adoptar la forma de algún
antepasado capaz de influir en las vidas. Pueden tomar la forma
de espíritus benéficos o maléficos que
causan beneficio o daño a
una persona o a una comunidad. Esta
definición postula, además, que dichos seres
sobrehumanos estén específicamente en
relación con creencias y prácticas, mitos y
ritos.
Es el pensamiento simbólico el que permite
interpretar el significado de las formas religiosas, de los mitos
y los ritos. Pero para ello es necesaria una hermeneútica
propia basada en pasar de la explicación –traducción de un fenómeno a un
lenguaje común- a la comprensión o captar lo que la
cosa es desde ella misma. El símbolo no es un concepto ni una
forma de especulación, sino que permite captar
directamente el misterio consistente en que las cosas, tienen un
comienzo que nos sugiere lo que las precede, algo que concierne
de forma fundamental a la existencia humana. El símbolo se
dirige pues a la existencia para hacerle reconocer un sentido que
sólo ella puede vivir en solidaridad con
el cosmos, por eso tiene el símbolo una dimensión
religiosa y por eso la experiencia religiosa se expresa y
comprende simbólicamente. Como expresión
privilegiada del pensamiento simbólico tenemos el mito, cuyas
palabras se enraízan en el misterio y facilitan la
irrupción de lo divino en el mundo.
El hecho religioso supone que el hombre no se limita a
aceptar la vida y la realidad que se le ofrece, tal y como se le
ofrece, sino que es capaz de buscar, y de hecho busca, algo
más allá de lo inmediatamente dado. Ese algo
más, que el hombre busca de una u otra forma en la
religión, es, en definitiva, la salvación, es
decir, la liberación de todas sus limitaciones y la
erradicación de todas sus indigencias para poder ser y
realizarse plenamente.
No se ha llegado a una conclusión definitiva
sobre el origen de la palabra religión. Según unos,
viene de religare, verbo latino que significa volver a
establecer lazos, en este caso del hombre con su Dios.
Vendría a decir que el hombre, ser dependiente de Dios,
que es su creador, al conocer con su inteligencia
esta dependencia, la asume de una manera consciente y
libre.
Otros consideran que religión viene de
relegere, volver a leer. Por último, hay quienes
piensan que procede de reeligere, volver a elegir. En
cualquiera de las tres acepciones, significa, sobre todo,
relación con un Ser Superior, que se llama Dios. Esa
relación tiene unas consecuencias para el hombre, al que
afecta y hace que oriente su vida en lo fundamental, en
relación con ese Ser Superior.
Se podría dar la siguiente definición de
religión: reconocimiento personal de esa relación
real de dependencia que existe con la divinidad y
exteriorización de ese reconocimiento por medio de
palabras, gestos, ritos, hechos, etc. La religión es
siempre una relación personal. El hombre se relaciona con
un ser personal, no con una fuerza ciega de la naturaleza. Y el
hombre queda afectado por esa relación. Es una
relación de persona a persona.
De este modo, podríamos afirmar que dado que el
hombre no tiene sólo capacidad de conocer, sino
también, y sobre todo, de querer, tener religión es
amar o querer a Dios. La relación con Dios es tan
importante para el hombre, que influye en toda su vida. La
relación con Dios hace que el hombre vaya conociendo, cada
vez mejor, a esa divinidad. A su vez ese conocimiento de Dios
mejora el
conocimiento de lo que es el mundo y del propio hombre. El
conjunto de estos conocimientos son las verdades de una
religión.
2 – El hecho religioso en la Educación
Escolar
El "saber" sobre el hecho religioso en todas sus
dimensiones: cultural, social, teológica,
histórica, confesional, etc., es una necesidad
antropológica y social, porque en él está el
fundamento de las distintas cosmovisiones, las respuestas a los
interrogantes límites de
la existencia, la justificación de muchas de las conductas
humanas y, por supuesto, la clave hermenéutica de la vida social, cultural,
artística, etc.
El conocimiento del hecho religioso es un componente
básico de la formación integral humana.
Señalamos básico, no fundamental o fundante. Al
decir componente básico queremos sólo decir que ese
conocimiento es la base o condición previa para la
comprensión correcta de otros conocimientos, y en
definitiva para la mejor autocomprensión o conocimiento de
nuestro propio modo de pensar y de ser, sea cual
fuere.
El estudio de la religión en un marco
académico, no teológico, es un fenómeno
moderno. Tiene sus raíces en la
Ilustración, el desarrollo de las ciencias
físicas y culturales y el descubrimiento de otras
culturas. Nació dentro de un espíritu de curiosidad
intelectual que permitió a los eruditos estudiar la
religión desde el punto de vista de un observador, un
punto de vista que no era necesariamente religioso ni
antirreligioso. La meta fue
describir, comparar y explicar la historia y evolución de
la religión, su diversidad y su persistencia en todas las
culturas.
Al hecho religioso se le reconoce pertinencia en la
escuela bajo el siguiente enfoque: las religiones son hechos
históricos, sociales, humanos; la religión ha sido
y es una posibilidad humana, no una necesidad, mas si una
posibilidad muy difundida y relevante; y en esa medida ha de
estar en la escuela, cuyo lema debe ser el del "nada de lo humano
me es ajeno". Incluso si se la considerara esencialmente
errónea, irracional, nefasta, quedaría que es
preciso conocerla y que los alumnos han de ser educados para
vivir en un mundo donde hay religiones y para hacerse cargo de
una historia y un legado histórico donde las ha
habido.
Es obvio pues que la religión, el hecho
religioso, ocupa un ancho espacio en la historia de la humanidad.
Y lo sigue ocupando en la cultura, en la sociedad secularizada de
nuestro tiempo. Es consecuente, pues, que tenga también su
espacio en la escuela, en la educación.
Señalamos los argumentos racionales que
establecen la necesidad de la enseñanza de la
religión en la escuela:
1)- El argumento antropológico: El saber
religioso permite ahondar en la complejidad de lo humano,
permite aclarar el sentido y la razón de ser de
determinadas actividades que constituyen formas de lo humano:
el rito, la oración, el sacrificio, el silencio, la
acción.
2)- El argumento histórico: La
Religión tiene un interés
histórico y su conocimiento es fundamental desde una
perspectiva meramente inmanente. El conocimiento del saber
religioso es fundamental para ahondar en el seno de la propia
tradición. Ésta es el vínculo del pasado
con el presente. Tradición, simbolismo y
educación forman un círculo interpretativo
fundamental que la antropología no puede dejar de tener en
cuenta.
3)- El argumento cultural: Lo que resulta
evidente es que sólo es posible ahondar en el concepto
de cultura a partir de su universo
simbólico; y el universo
simbólico de toda cultura, en un grado y otro, tiene
referentes religiosos.
4)- El argumento intercultural: Educar en la
pluralidad implica algo más que ceder entre iguales un
pequeño espacio a la diferencia: se trata de cambiar
nuestra relación con el mundo, con la historia , con el
discurso científico. En este marco, el diálogo
interreligioso es clave para el diálogo intercultural,
pues, en el substrato de toda cultura, moderna o arcaica,
subsiste un conjunto de arquetipos y referencias de
índole religiosa o pseudo religiosa. Y sólo es
posible el diálogo interreligioso a partir del
conocimiento de los distintos saberes religiosos.
5)- El argumento sociológico:
Sólo es posible comprender los hábitos, los ritos
y las formas colectivas de vida desde la referencia
explícita o implícita a un universo de valores y de
referentes que tienen mucho que ver con la religión y
con lo invisible del ser humano. Sólo es posible
recuperar plenamente el sentido de las fiestas del calendario a
partir del conocimiento del saber religioso y de sus distintas
articulaciones históricas.
6)- El argumento lingüístico: El
saber religioso se expresa en un lenguaje concreto. El ser
humano puede hablar distintos lenguajes. Una de las tareas
centrales de la acción educativa es desarrollar el saber
religioso y acompañar al educando a comprender el
sentido y la riqueza del lenguaje simbólico,
mitológico y litúrgico.
7)- El argumento pedagógico: Si la
educación tiene como finalidad el desarrollo integral
del ser humano, y, si el ser humano es, constitutivamente,
animal religiosus, ello exige el conocimiento del saber
religioso, los instrumentos y los elementos que caracterizan a
la experiencia religiosa y a sus distintas traducciones
culturales, históricas y
lingüísticas.
8)- El argumento metafísico: El ser
humano trasciende con su preguntar el orden de lo material, de
lo físico, de lo visible y se interroga por el sentido
de la existencia, por el sentido de la muerte y
del sufrimiento. Es una tarea ineludible de la acción
educativa, ayudar a pensar al educando sobre las cuestiones
existenciales. Esta no es tarea fácil, pero es
ineludible.
Entender el correcto sentido y alcance de la presencia
de las religiones y del hecho religioso dentro de la escuela
resulta esencial y no sólo para los docentes, que
en la enseñanza de sus respectivas materias y en la
tutoría del día a día alguna vez se
hallarán ante ese tema, sino que contribuye también
a esclarecer el lugar de la religión –de la
cristiana y de otras- en la sociedad contemporánea
democrática, laica y pluralista.
Los fines de la presencia del hecho religioso en la
escuela son educativos, no religiosos. Por lo que constituye tema
o contenido obligado de la enseñanza escolar, de
transmisión de conocimientos y de algún
género de aprendizaje por parte de los alumnos. No se
puede limitar a transmitir conocimientos. También, y sobre
todo, ha de educar personas, contribuir a formarlas. La
finalidad, en suma, es educativa y no religiosa. Ignorar la
existencia del hecho religioso y sus incidencias en la vida del
hombre y de la sociedad es desconocer la historia de la humanidad
y nuestra propia historia de aquí y ahora. No ha existido
ninguna etapa de la historia y ningún lugar de la geografía, desde que
tenemos indicios de existencia humana, en los que no haya
estado
presente la religión dando sentido a la existencia y
configurando a la misma sociedad.
Por tanto, el hecho religioso puede entrar en la escuela
con un fin educativo porque es un hecho humano. Bajo esa luz, es un hecho
que "da que pensar", da que educar. Educar es enseñar a
vivir. El ser humano en su existencia histórica es el
centro de referencia de unos valores naturales y sobrenaturales
que lo configuran.
3 – Aprendizaje de la
Religión
En materia de
religión, como en cualquier otra materia, la
enseñanza, la estrategia
didáctica ha de procurar un aprendizaje que
sea significativo, funcional, en conexión con la vida y
con las experiencias extraescolares de los alumnos, enlazada
asimismo con el resto de las experiencias educativas, es decir,
con los contenidos del currículum real. Nada singular o
específico hay que señalar sobre esto a
propósito del hecho religioso. Igual que nada especial hay
por decir sobre cómo se generan los aprendizajes, las
capacidades, los conocimientos.
Todo ello vale para el conocimiento de la
religión y para la educación relacionada con tal
conocimiento.
El aprendizaje tiene como efecto la modificación
de la conducta.
Aprender consiste, fundamentalmente, en pasar de un tipo de
relación con la realidad (una conducta) a otro tipo de
relación más adecuado a la naturaleza de la
realidad y a las posibilidades del hombre. Los contenidos
aprendidos son siempre aspectos diferentes de la realidad en
relación al hombre. De ahí que un diseño
completo del currículum de la enseñanza abarque no
sólo los hechos, conceptos o principios que
expresará la realidad, sino también los procedimientos de
relación con ella, que traducimos en términos de
destrezas o hábitos tanto cognitivos como de
conducta.
En todo aprendizaje se establece una relación con
la realidad. En la enseñanza de la Religión, el
aprendizaje se planteará, por tanto, como un proceso de
relación con la realidad religiosa. La realidad religiosa
en su totalidad, comprende dos aspectos: una, la clásica
definición etimológica de Religión habla de
una "relación o religación" del hombre con la
divinidad, como la esencia del hecho religioso. Según la
definición, la realidad religiosa con la que el hombre se
relaciona es la divinidad. Y, desde este punto de vista, el
aprendizaje consistiría en un proceso de relación o
interacción con Dios. Otra sería,
las mediaciones religiosas. Las mediaciones constituyen el
elemento expresivo de la realidad religiosa. Las mediaciones
tienen una estructura humana y una intencionalidad divina. Las
mediaciones son el lugar de encuentro del hombre con la
divinidad. Por tanto, el aprendizaje de la Religión hace
referencia a la relación con dos realidades diferentes:
Dios y su misterio (es decir, sus relaciones con el hombre) por
un lado, y por otro, las Mediaciones.
Para el creyente, la relación con la realidad
religiosa es una relación que se establece con las
mediaciones y, a través de ellas, con la
divinidad.
Para el no creyente, por el contrario, la realidad
religiosa se limita al valor humano de las Mediaciones. El no
creyente percibe como existente el rito, la norma, la
narración, la enseñanza, la institución o
cualquiera de las mediaciones religiosas. Para él no son
sino construcciones culturales, testigos de la experiencia de los
creyentes, ya sean contemporáneos, ya pertenecientes a
épocas pasadas. Para el no creyente, por tanto, la
realidad religiosa es una construcción cultural, digna de
aprecio en la medida en que forma parte del patrimonio
cultural de la sociedad a la que pertenece.
4 – Dos tipos de enseñanza de la
Religión
Al igual que percibimos dos modos de realidad religiosa
y dos tipos de sujetos que con ella se relacionan, existen
también dos modos de entender el aprendizaje de la
Religión.
El primero es propio de los creyentes. El hombre aprende
en él a relacionarse con la divinidad a través de
las mediaciones. Este tipo de aprendizaje tiene lugar en la
Catequesis.
El segundo tipo de aprendizaje de la Religión
consiste en establecer con las construcciones culturales de la
Religión (las mediaciones) una adecuada relación en
cuanto patrimonio cultural de la sociedad en la que el hombre
vive. Es decir, conocer una mediación religiosa significa
conocer también su estructura de mediación y, por
tanto, su incidencia en la experiencia del hombre que la
vivió como tal mediación. Conocer o aprender la
mediación religiosa sólo desde perspectivas no
religiosas es desnaturalizarla.
4.1 – Objetivos de
la Catequesis
Como hemos dicho, la Catequesis es una
instrucción o enseñanza, cuyos objetivos o fines
son los siguientes: la maduración en la fe o
relación interpersonal con Dios y la incorporación
progresiva a la vida de la Comunidad cristiana.
La Catequesis, por tanto, supone la adhesión
previa a la fe y a la Comunidad. Es una enseñanza
destinada a consolidar y profundizar esta adhesión.
4.2 – Objetivos de la Enseñanza
Escolar de la Religión
El Documento de junio del 79 establece que la
enseñanza religiosa escolar va destinada a "creyentes y no
creyentes". Sus objetivos, por tanto, no pueden ser los mismos
que los de la Catequesis, destinada a madurar la fe de los
creyentes.
Para ello, Mircea Eliade pretende que enseñando
al hombre los símbolos religiosos universales y
reflexionando sobre ellos, podría llegar a descubrir su
modo de ser auténtico. San Pablo nos describe sus
experiencias del simbolismo cristiano: "Me amó y se
entregó por mí". Si recordamos que esta experiencia
tiene lugar en una época en la que la individualidad
personal carece de todo reconocimiento y relevancia, podremos
caer en la cuenta de cómo el símbolo religioso
contribuye al descubrimiento y aceptación de la propia
individualidad.
Así pues, la enseñanza de los
símbolos religiosos tiene un primer objetivo: llevar al
hombre al conocimiento y aceptación de sí mismo
como persona individual.
Por otro lado, tanto la Psicología como la
Pedagogía se han ocupado del problema religioso.
También ha sido objeto de estudio por parte de la Sociología. De este modo, la
enseñanza religiosa, al llevar al hombre a conocer y
asumir su propia individualidad, le enseña a asumir,
asimismo, las expectativas de rol que la sociedad tiene puestas
en él. Puede pensarse, a este respecto, en la importancia
que para la inserción social tiene un símbolo o
concepto religioso como es el de "vocación" o "misión".
Puede decirse por tanto, que el segundo objetivo de la
enseñanza religiosa es la inserción social del
individuo:
conocer y asumir su papel dentro de la sociedad, y ejercerlo de
acuerdo con las expectativas que la propia sociedad
establece.
5 – Semejanzas y diferencias entre Catequesis y
enseñanza escolar de la Religión
Catequesis y enseñanza religiosa escolar
coinciden en que ambas son una enseñanza o
instrucción. Coinciden también en la estructura de
sus fines: ambas poseen una finalidad de orden estrictamente
individual y una finalidad de orden social.
Difieren sin embargo, en cuanto a la naturaleza del fin
individual. Mientras que la Catequesis pretende incrementar y
profundizar la adhesión personal a la fe religiosa, la
enseñanza religiosa se propone el descubrimiento y la
aceptación de la individualidad personal.
También difieren en cuanto a la naturaleza del
fin y objetivo social. La catequesis se propone la integración del creyente en su comunidad
religiosa (su Iglesia). La enseñanza de la Religión
intenta la plena integración del individuo en la sociedad,
mediante la asunción de su papel o su rol social y la
interiorización de las reglas que presiden su
desarrollo.
Como consecuencia se da también una diferencia en
cuanto al sujeto de ambos tipos de enseñanza. El sujeto de
la catequesis (aquél a quien ésta se dirige) es
necesariamente una persona que ya tiene una "adhesión a la
fe" y busca profundizarla y madurarla. Es decir, el sujeto de la
catequesis es ya un creyente. Por el contrario, aquél a
quien se dirige la enseñanza religiosa no tiene por
qué ser, en principio, creyente.
El contenido u objeto de la enseñanza es
también diferente en ambas formas de la enseñanza
de la Religión. Mientras que el contenido de la catequesis
es la realidad sobrenatural, tal como se demuestra a
través de las mediaciones religiosas, el contenido de la
enseñanza escolar de la Religión son las
mediaciones, en cuanto construcciones culturales que reflejan la
experiencia religiosa de un sector de la sociedad en el presente
o en el pasado.
Es obvio que el método debe ser también
diverso en ambos modelos de enseñanza. En común
tienen el ser métodos
activos. Pero
esta misma cualidad es la causa de su diferenciación.
Mientras que la actividad de la enseñanza
catequética se refiere a procesos de relación con
la misma divinidad, en cuanto presente en la existencia humana,
la relación con los contenidos de las mediaciones en la
enseñanza escolar de la Religión es una
relación de empatía cultural, sin que ello quiera
decir que, por parte del individuo, permanezca cerrada a otras
posibilidades de relación. En la catequesis, el
método es de participación religiosa en la fe, en
el culto y en la acción moral. En la
enseñanza escolar de la Religión, el método
es de relación empática con las
mediaciones.
Finalmente diremos que las diferencias entre Catequesis
y enseñanza escolar de la religión parecen
limitarse a modos de proceder. Esto no es así. Han sido
inicialmente expuestas de este modo porque el lenguaje operativo
es el más concreto y el que mejor presenta la claridad de
los hechos. Sin embargo, estas diferencias aunque resultan
más relevantes no son las más
significativas.
En cuanto al modo externo de proceder en la
enseñanza no es otro, sino la manifestación de
diferencias más profundas. En concreto, las diferencias de
fondo afectan a: la identidad de la Pedagogía religiosa, a
la visión de la Religión y a la identidad del
profesor de Religión.
6 – Identidad de la Pedagogía
Religiosa
Hasta que la Conferencia Episcopal Española
publicó en junio de 79 el Documento sobre la
enseñanza de la Religión en la Escuela, la
única enseñanza religiosa conocida, incluso en la
escuela, era la Catequesis.
Conviene saber que la Pedagogía y
Didáctica de la Religión se denominaban hasta hace
pocos años Pedagogía catequística,
Catequética o Metodología de la catequesis. Son
nombres diversos pero que estudian la misma realidad: la
educación en la fe en sus distintas formas. El nombre
completo de esta ciencia que sistemáticamente rige la
enseñanza religiosa es el de Teología Pastoral
Catequética. Es decir, se trata de una Pedagogía
regida por los supuestos de la Teología. Cuando la
Catequética establece las leyes pedagógicas de la
Catequesis, nos habla de leyes que nacen de indiscutibles
supuestos teológicos.
Los cambios en el concepto de catequesis han originado
los cambios de nombre en el saber o saberes que la estudian.
Durante mucho tiempo se ha considerado y limitado la catequesis a
una instrucción elemental de los niños
en la fe cristiana dentro de la parroquia. Hoy por catequesis se
entiende la educación de las múltiples dimensiones
que tiene la vida cristiana, abarcando todas las edades, desde
niños a adultos, y sin limitarse a la parroquia, pues se
incluye también la familia,
escuela, asociaciones…
El desarrollo de la enseñanza religiosa escolar y
su distinción con la catequesis de la comunidad cristiana
o catequesis parroquial han tenido un gran impacto en la
Pedagogía y Didáctica de la Religión, pues
ha aportado ideas, métodos y experiencias del mundo
escolar a la catequesis parroquial, aunque también tenga
el inconveniente de que la educación en la fe en la
escuela y en la parroquia parezcan ser dos mundos completamente
distintos, cuando en realidad tienen muchos lazos comunes e
intentan lo mismo: educar la fe de los cristianos.
La enseñanza religiosa hace referencia a una
visión más global de los problemas,
aborda el tema de cómo educar en la fe (es
decir, en la religiosidad popular, en las creencias y costumbres)
y en la vida cristiana. La Catequesis se centra en
un campo más limitado, como enseñar la
Religión y Moral Católica, es decir, cómo
enseñar la fe y la vida cristiana.
Ahora bien, en la enseñanza escolar de la
Religión, al desaparecer el supuesto de la opción
de fe en el alumno, y al cambiar, como consecuencia, los
objetivos de la enseñanza, no
fue posible contar ya con los supuestos
teológicos para sistematizar los procesos de
enseñanza. Por el contrario, sus ocupaciones y sus
principios vendrán dados por las estructuras que rigen la
labor pedagógica de la institución
escolar.
1 – Los Objetivos
Los objetivos de la enseñanza escolar, que son la
individuación de la persona y su inserción en la
sociedad, no son de orden teológico, sino que forman parte
de los fines generales de la educación y caen, por tanto,
bajo los supuestos de la Pedagogía.
Los objetivos de la catequesis (maduración en la
fe e incorporación a la Comunidad cristiana) sí son
de orden teológico, y sus leyes pueden ser establecidas
con legitimidad por la Teología.
2 – Los Contenidos
Aunque el contenido u objeto que se transmite en la
catequesis y en la enseñanza religiosa escolar sean
materialmente los mismos el objeto formal, es decir, el punto de
vista desde el cual se transmiten, es notablemente diferente. En
la catequesis, los contenidos se transmiten desde el punto de
vista de la confesión de la fe, como contenidos de fe que
posee el sujeto. En la enseñanza religiosa escolar, los
contenidos se transmiten en cuanto contenidos de cultura, que son
los contenidos propios de la transmisión
escolar.
Es lógico, pues, que la regulación de la
transmisión de contenidos en la catequesis sea realizado
por la Teología. Mientras que las leyes de la
Pedagogía son las que rigen la transmisión de los
contenidos culturales, atendiendo a supuestos que le son
propios.
3 – Los Agentes
En cuanto a los agentes del proceso educativo, las
diferencias entre catequesis y enseñanza religiosa escolar
nos llevan también a descubrir el perfil de una nueva
identidad en la Pedagogía religiosa.
En efecto, el primer agente de la transmisión
catequética es la comunidad cristiana, y el catequista es
el delegado de esta comunidad para realizar la función de
transmisión de la fe a los que han de ser educados en
ella. Por otro lado, el agente primero de la transmisión
cultural es la sociedad, y el maestro es el agente encargado por
la sociedad de realizar la función transmisora.
Le corresponde pues a la Pedagogía, y no a la
Teología, determinar la identidad y el perfil activo de
los agentes transmisores de la enseñanza religiosa
escolar.
4 – Los Medios
Es evidente que la catequesis cuenta con sus propios
medios
específicos orientados a que el mensaje que se transmite
haga madurar en la fe al sujeto. La participación
litúrgica y el compromiso moral se encuentra entre estos
medios. La Teología pues, debe regir la aplicación
de estos medios. Por el contrario, es la Pedagogía y la
Didáctica a quienes corresponde regular los medios de
transmisión de los contenidos culturales en la
escuela.
5 – El currículo escolar de la
Religión
La Pedagogía religiosa tiene dos modos propios de
trabajar según los dos objetivos marcados: primero,
describir los pasos que han de llevar a la plena
integración de la enseñanza de la Religión
al currículo escolar, desde los supuestos propios de la
institución escolar, tal como demanda el
documento de junio de 79. En segundo lugar, la descripción
de este método supone, al mismo tiempo, presentar la
sucesión de pasos metodológicos para definir el
contenido de la enseñanza de la Religión en cada
una de las etapas educativas por las que transcurre la
escolaridad del niño.
Las fuentes del currículo, tal como se definen en
el actual quehacer pedagógico son las
siguientes:
Conocer la estructura y el desarrollo
lógico de la
ciencia que se transmite. La ciencia que es objeto de
transmisión es el contenido de la Religión y,
en el caso de la Religión cristiana, el mensaje
cristiano en cuanto objeto de transmisión
didáctica.La Pedagogía entra en diálogo con el
mensaje cristiano como una tarea que le es propia. A la
Pedagogía le interesa "la estructura y el desarrollo
lógico", datos que le son aportados por la epistemología aplicada a cada una de
las ciencias que son objeto de la
enseñanza.Es decir, la Pedagogía estudia el hecho
religioso cristiano "desde fuera". Como un fenómeno
que está ahí, y que trata de analizar para
descubrir su estructura y las conexiones lógicas que
existen entre sus diversos elementos.- – Fuente epistemológica
Corresponde también a la Pedagogía
establecer la adecuación entre las estructuras y
desarrollo lógico de la ciencia que se transmite y
la naturaleza y secuencias de las estructuras mentales del
sujeto del aprendizaje.En la enseñanza religiosa ha existido con
frecuencia el criterio de que lo importante no es que el
niño entienda los conceptos que se le transmiten,
sino que los aprenda bien, porque ya más adelante
los entenderá. Naturalmente, la expresión
confunde el concepto de aprendizaje con el de simple
memorización. Tal concepción no es
válida para la Pedagogía actual. Quién
reconoce que hay cosas que el niño ahora no entiende
pero que entenderá más adelante, está
reconociendo un principio que es fundamental para la
Pedagogía: que las estructuras del pensamiento del
niño, de su inteligencia, aún no están
totalmente formadas.Pues bien, si la Pedagogía estudia las
estructuras y el desarrollo del mensaje cristiano, como de
cualquier otro contenido de una ciencia que haya que
transmitir, estudia también las capacidades o
estructuras mentales del conocimiento que posee el
niño en cada etapa de su desarrollo. Y esto lo hace
con una finalidad: la de ver qué estructuras del
Mensaje cristiano corresponden a las estructuras mentales
del niño en cada edad.Aquí también se muestra
la Pedagogía religiosa con identidad propia,
independientemente de la Teología, pues su criterio
en la transmisión de los contenidos del mensaje
cristiano no responde a la cuestión de
"cuáles son las verdades más importantes",
sino a las de "cuáles son las verdades adecuadas a
las estructuras mentales" o capacidades de conocimiento del
niño. - – Fuente
psicológica - – Fuente pedagógica
La Pedagogía tiene también como
misión la creación y perfeccionamiento de
instrumentos desencadenadores de acciones de
aprendizaje, o instrumentos didácticos.
La Pedagogía, como hemos visto, establece la
adecuación entre unas estructuras y otras, pero, tiene que
buscar el modo como debe realizarse el encuentro entre el
niño y el mensaje cristiano. Del mismo modo que estudia el
modo como ha de realizarse el encuentro entre las estructuras
mentales del niño y cualquier contenido de la ciencia que
se quiere transmitir. Este encuentro se realiza de modo adecuado
gracias a los instrumentos didácticos.
En la catequesis, el encuentro del niño con los
contenidos del mensaje cristiano se produce, sobre todo, en el
ejercicio de la fe. Se presentan los contenidos mediante acciones
simbólicas en las que el niño participa. Por lo
que, la liturgia sería un instrumento didáctico de
la catequesis.
No obstante, los instrumentos didácticos para la
enseñanza religiosa escolar han de provenir de supuestos
estrictamente pedagógicos, que surjan como fruto de la
confrontación de las estructuras de contenidos y de las
estructuras del pensamiento.
7 – Visión de la
Religión
La nueva identidad de la Pedagogía religiosa
trata de sistematizar la enseñanza religiosa escolar, por
lo que, los supuestos son de orden pedagógicos o
didácticos. Decir esto supone que el profesor debe
realizar un esfuerzo para comprender los contenidos religiosos
desde una perspectiva distinta a la que no se encuentra
habituado.
El creyente, en efecto, se halla familiarizado con los
contenidos religiosos como con una parte de sí mismo. El
mundo religioso es para él un mundo real, intensamente
vivido en un acto de fe. Desde los meridianos del mundo
religioso, organiza el cosmos vital, enjuicia el mundo y todo
cuanto en él existe.
Los contenidos religiosos son para el creyente, no
sólo objeto de conocimiento, sino objeto de "observancia
cuidadosa".
Introducir la perspectiva fenomenológica
significa que el hecho vivido desde dentro comienza a ser
observado como un hecho que está ahí, fuera de
mí, aunque yo sea protagonista en él.
A la Pedagogía le interesa del hecho religioso
aquello que éste tiene en común con el resto de las
ciencias que son objeto de la enseñanza. Le interesa la
Religión como un hecho experimental, y en aquello que
tiene de experimental. Sólo esto es lo que a la
Pedagogía le interesa para estructurar y sistematizar los
modos de enseñanza de los contenidos
religiosos.
8 – Un punto de partida muy claro: el documento
sobre la ERE de 1979
Tras la aprobación de la Constitución de
1978, la enseñanza religiosa tenía que hacerse con
un lugar en el sistema escolar de un Estado que nacía
aconfesional. El difícil pero logrado consenso
constitucional expresado en los artículos 16 y 27, para
los ámbitos educativo y religioso, abría un periodo
nuevo en la sociedad española alcanzando un equilibrio
roto desde hacía mucho tiempo.
En coherencia con esta nueva situación de la
enseñanza de la Religión en la escuela tenía
que encontrar con cierta urgencia una nueva identidad y una nueva
legitimidad acorde con los nuevos tiempos y en conexión
con la sociedad pluralista en la que los católicos nos
situábamos. Tarea nada fácil en el contexto de una
sociedad que hasta hacía bien poco tiempo había
visto legitimar esta enseñanza desde el autoritarismo,
desde la uniformidad, desde el monopolio y
desde la imposición.
Es necesario constatar cómo desde el primer
momento, antes incluso del referéndum sobre la
Constitución, el Episcopado Español asume el reto
de generar esta nueva comprensión de la enseñanza
de la Religión en diálogo con las nuevas
características de la sociedad. Ya en mayo de 1978 la
Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal
encargó a la Comisión de Enseñanza la
reflexión acerca de la identidad de la enseñanza
religiosa escolar.
En junio de 1979 se hace público un documento
elaborado por la Comisión Episcopal de Enseñanza
encaminado hacia una nueva identidad y legitimidad de la
enseñanza de la religión para una sociedad
democrática, plural y tolerante. La sola
enumeración de algunos títulos y temas tratados en este
documento dejan ver con claridad las nuevas
características y la nueva concepción de la
enseñanza de la religión innovadora para nuestra
sociedad y que aportará luz más allá de
nuestras fronteras en la nueva Europa posterior
a 1989.
8.1 – Orientaciones sobre la ERE,
1979
El derecho a recibir la Formación religiosa y
moral en conformidad con las propias convicciones ha quedado
proclamado en la Constitución, en su artículo 27.
Este derecho ha sido concretado para el ámbito escolar y
en relación con la Iglesia Católica por el Acuerdo
entre el Estado y la Santa Sede sobre Asuntos Culturales, de 3 de
enero de 1979, especialmente en su Artículo II, como
derecho a recibir la enseñanza de la religión
católica en condiciones equiparables a las demás
asignaturas fundamentales y como el derecho de participar en
otras actividades complementarias de formación y
asistencia religiosa, lo que precisa el oportuno desarrollo
normativo, de acuerdo con la jerarquía eclesiástica
en lo que le compete.
8.1.1- Por qué una enseñanza
religiosa escolar
a) Es una exigencia de la función social propia
de la escuela:
- para situarse lúcidamente ante la
tradición cultural - para insertarse críticamente en la
sociedad
– para facilitar una axiología personal y social con sus
implicaciones éticas
- para plantear la trascendencia y el sentido
último de la vida.
b) Es un derecho de la persona y de los padres de
familia:
- reconocido en la declaración universal de
los Derechos
Humanos - reconocido abierta y explícitamente en la
Constitución del 78 - un derecho que no dimana de la confesionalidad del
Estado - una enseñanza distinta de las
ideologías y la política.
c) Es una enseñanza necesaria para la
formación humana integral.
d) Es un servicio, no
un privilegio, de la Iglesia en una sociedad plural.
8.1.2 – Peculiaridad de la enseñanza
religiosa escolar
– Es una enseñanza diferente a la
catequesis
- Enseñanza y Catequesis se sitúan en
dos ámbitos muy distintos - Es diversa la fuente de iniciativa
- Es distinta la intencionalidad de los
destinatarios - También los objetivos de ambas son
distintos - Es una enseñanza de ámbito escolar
que se sitúa con otras disciplinas.
8.1.3 – El contenido de la enseñanza de la
religión:
- El mensaje y la experiencia cristianos en la
historia - Las implicaciones sociales y éticas del
cristianismo - Contribución humanizadora del
cristianismo - Siempre estructurado con rigurosidad
científica - Con la adecuación pedagógica y
psicológica que sea necesaria.
Esta nueva identidad de la enseñanza religiosa
escolar que conlleva una nueva legitimidad, sigue siendo
aún bastante desconocida. Podría dar la
impresión de que algunas personas siguen sin superar hoy
argumentos más propios de otros tiempos.
9 – Textos fundamentales sobre el tema
9.1 – Declaración de los Derechos
Humanos (10-XII-1948)
La misma Declaración Universal de Derechos
Humanos, en su Artículo 26 afirma que:
"La educación tiene por objeto el pleno
desarrollo de la
personalidad humana" y que "los padres
tendrán derecho preferente a escoger el tipo de
educación que habrá de darse a sus
hijos".
9.2 – Constitución Española
(1978)
El conocimiento y análisis de las religiones
supone el ejercicio de una tolerancia
activa, que comprende y respeta la pluralidad de las
cosmovisiones. Dicha tolerancia activa es, sin duda, exigencia,
expresión y garantía de una conciencia ciudadana
conformada por los valores de
la libertad, la
justicia, la
igualdad y el
pluralismo que, de acuerdo con la Constitución, deben
inspirar el ordenamiento académico y presidir todos los
ámbitos de la convivencia.
Sin embargo, las convicciones religiosas o la ausencia
de ellas tienen un carácter privado, que se vincula al
ámbito de las creencias personales y que también
demanda respeto.
La Constitución Española ha reconocido en
su artículo 27.3 el derecho que asiste a los padres para
que sus hijos reciban una formación que esté de
acuerdo con sus propias convicciones. La efectiva
aplicación de tal derecho exige una solución
coherente en el contexto de un Estado aconfesional. De acuerdo
con este planteamiento, el carácter
ideológicamente neutral de la escuela
pública debe ser preservado y hacerse compatible con
el objetivo formativo general de conocer las creencias, actitudes y
valores básicos de las distintas confesiones o corrientes
laicas que a lo largo de los siglos han estado presentes en la
sociedad y que forman parte de la tradición y el
patrimonio cultural español. Además, en la sociedad
cada vez más multicultural en que vivimos es necesario
conocer las diversas culturas religiosas de importantes
colectivos de nuestros conciudadanos, para reforzar la
tolerancia, el respeto mutuo y, en última instancia, la
cohesión social.
La enseñanza de las religiones presenta
así dos dimensiones que deben ser atendidas. Una, general,
a la cual deben acceder todos los alumnos y tener carácter
común, que debe ayudar a la comprensión de las
claves culturales de la sociedad española, mediante el
conocimiento de la historia de las religiones y de los conflictos
ideológicos, políticos y sociales que en torno al
hecho religioso se han producido a lo largo de la historia. Se
trata de ofrecer un acercamiento razonado a las religiones como
hechos de la civilización, proporcionando a todos los
estudiantes los instrumentos necesarios para desarrollar
plenamente su personalidad y
completar su educación, asegurándoles de ese modo
su derecho al libre ejercicio de la crítica. La
enseñanza de estos aspectos de las religiones debe estar
integrada en el currículo común de la escuela
primaria y secundaria y ha de ser encomendada a los profesores y
departamentos a quienes corresponda, especialmente los de
Geografía e Historia y Filosofía.
Otra dimensión de la enseñanza de las
religiones se refiere a sus respectivos aspectos confesionales.
La obligación que tiene el Estado de ofrecer
enseñanza religiosa en las escuelas deriva de los acuerdos
suscritos con la Santa Sede y con otras confesiones
religiosas.
La Constitución Española en su
artículo 16.1 garantiza la libertad ideológica,
religiosa y de culto de los individuos y las comunidades.
Según interpretación del Tribunal Constitucional,
este derecho de los padres deriva de la libertad de
enseñanza, reconocida también por la
Constitución y entendida, a su vez, como proyección
de la libertad ideológica y religiosa y de la libertad de
expresión.
Además de la Legislación Estatal, debemos
considerar la Legislación Autonómica de
Andalucía aplicable tanto al Área de
Religión como a su profesorado. En la Orden de 22 de
Agosto de 1995, por Real Decreto, se establece el desarrollo
normativo necesario para dar cumplimiento a lo que allí se
expresa.
9.3 – Acuerdos entre el Estado Español y
la Santa Sede sobre enseñanza y asuntos
culturales
En los acuerdos firmados el 3 de enero de 1979 por el
Estado Español con la Santa Sede sobre enseñanza y
asuntos culturales, actualmente vigentes, se establece que la
enseñanza de la religión católica se
realizará "en condiciones equiparables a las demás
materias fundamentales", pero no se especifican tales
condiciones. Si bien su concreción podría ser
revisada en futuros acuerdos, en su formulación actual
contiene la obligación de proporcionar dicho tipo de
enseñanza en los centros docentes, por parte de profesores
seleccionados por la Iglesia católica y pagados por las
Administraciones educativas.
El Gobierno
Español y la Santa Sede, prosiguiendo la revisión
de los textos concordatarios en el espíritu del Acuerdo
del 28 de julio de 1976, conceden importancia fundamental a los
temas relacionados con la enseñanza.
Por una parte, el Estado reconoce el derecho fundamental
a la educación religiosa y ha suscrito pactos
internacionales que garantizan el ejercicio de este derecho. Por
otra, la Iglesia debe coordinar su misión educativa con
los principios de libertad civil en materia religiosa y con los
derechos de las familias y de todos los alumnos y maestros,
evitando cualquier discriminación o situación
privilegiada.
Señalamos algunos artículos de dicho
Acuerdo que recogen el tratamiento de la enseñanza de la
religión en la escuela:
Artículo I: A la luz del principio de
libertad religiosa, la acción educativa respetará
el derecho fundamental de los padres sobre la educación
moral y religiosa de sus hijos en el ámbito
escolar.
Artículo II: Los planes educativos en
los niveles de Educación
Preescolar, de Educación General Básica (EGB)
y de Bachiller Polivalente (BUP) y Grados de Formación
Profesional incluirán la enseñanza de la
religión católica en todos los centros de
educación, en condiciones equiparables a las
demás disciplinas fundamentales.
Por respeto a la libertad de conciencia, dicha
enseñanza no tendrá carácter obligatorio
para los alumnos. Se garantiza, sin embargo, el derecho a
recibirla.
Las autoridades académicas adoptarán las
medidas oportunas para que el hecho a recibir o no recibir la
enseñanza religiosa no suponga discriminación alguna en la actividad
escolar.
En los niveles de enseñanza mencionados, las
autoridades académicas correspondientes
permitirán que la jerarquía eclesiástica
establezca, en las condiciones concretas que con ella se
convenga, otras actividades complementarias de formación
y asistencia religiosa.
Artículo III: La enseñanza
religiosa será impartida por las personas que, para cada
año escolar, sean designadas por la autoridad
académica entre aquellas que el Ordinario diocesano
proponga para ejercer esta enseñanza. Con
antelación suficiente, el Ordinario diocesano
comunicará los nombres de los profesores y personas que
sean consideradas competentes para dicha
enseñanza.
En los Centros públicos, en los niveles de
Educación Infantil y Primaria, la designación
recaerá con preferencia en los profesores que así
lo soliciten. Nadie estará obligado a impartir
enseñanza religiosa. Los profesores de religión
formarán parte, a todos los efectos, del Claustro de
Profesores de los respectivos centros.
Artículo VI: A la jerarquía
eclesiástica corresponde señalar los contenidos
de la enseñanza y formación religiosa
católica, así como proponer los libros de
texto y material didáctico relativos a dicha
enseñanza y formación.
La jerarquía eclesiástica y los
órganos del Estado en el ámbito de sus
respectivas competencias
velarán por que cada enseñanza y formación
sean impartidas adecuadamente, quedando sometido el profesorado
de religión al régimen general disciplinario de
los centros.
Protocolo Final: Lo convenido en el presente
Acuerdo, en lo que respecta a las denominaciones de Centros,
niveles educativos, profesorado y alumnos, medios
didácticos, etc., subsistirá como válido
para las realidades educativas cambios de nomenclatura o
del sistema escolar equivalentes que pudieran originarse de
reforma oficiales.
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