- El dulce y amargo poder
político - Cómo se
gobierna - Los nuevos paradigmas
nacionales - Los nuevos objetivos
nacionales - El nuevo poder del
latinoamericano en general - El nuevo tipo de gobierno
que nos merecemos todos - ¿Cómo es ese
desconocido ser que vive en su interior?¡ Y que quiere
ejercer el poder público! - ¿Se conoce usted
mismo? - ¿Vive cómodo con
usted mismo? - ¿Acaso es usted como el
Alka Seltzer?, ¡Efervescente! - ¿Dónde
está nuestro peor adversario y el más
acérrimo contrincante? ¿Afuera de nosotros?
¡O adentro de uno mismo!
EL DULCE Y AMARGO
PODER POLÍTICO:
Como desgraciadamente todas las cosas que suceden, y
también las que no suceden, se han tenido que justificar,
pues la hipocresía es la base social de nuestra
civilización (le duela a quien le duela esa es la triste
realidad nuestra), es necesario que a partir de ahora las
justificaciones sólo cumplan con el objetivo de
dejar señalados los errores y horrores que hemos cometido,
buscando, con las mejores intenciones del mundo, la
superación y el bien común.
Que por cierto todavía estamos a la espera de
ambas cosas.
Y, no lo olvidemos, el camino al dulce Infierno
está empedrado con buenas y de buenas
intenciones…
Resulta que un político tradicional, como los que
abundan en nuestra fauna
Latinoamericana, se la pasa ofreciendo, a diestra y siniestra,
las cosas más descabelladas que se le puedan ocurrir a
él o a su equipo de genios estrategas durante la
campaña electoral; y, si por causalidad cuajan sus
propuestas, y es electo presidente, tiene que pasar casi todo el
período, para el cual fue seleccionado por los votos de
los cientos de miles de incautos que cayeron en sus redes, justificando
porqué no es posible hacer o poner en práctica todo
aquello que prometió como enjundioso candidato; cuando no,
haciendo todo aquello al revés de lo prometido.
A tanto ha llegado la cuestión con los
políticos, marrulleros o medio sinvergüenzas que
hemos tenido, que ya se sostiene, en la opinión
pública, que si Dios existe entonces todos los
políticos tendrán que responder por su proceder,
pero si no existe, habrá que reconocer en ellos a seres
humanos de extraordinario éxito.
La clase política, por
supuesto los que llegan al poder público, están,
viven y se sostienen al margen de la legalidad, del
estado de derecho
y de las limitaciones sociales a las cuales los demás
ciudadanos, simples mortales y útiles solamente para el
día de las elecciones, sí tenemos que respetar o
hacer lo posible por cumplir con los reglamentos y leyes
promulgadas.
Y esto ya topó.
El límite permisible hace tiempo que
tronó y ya no se puede estirar más.
Hoy se respira un sentimiento enorme contra la clase
política, los partidos
políticos y todo aquello que huela a lo mismo, pues en
la figura de diputados, alcaldes y no digamos en la del
presidente, se simboliza el desprecio hacia aquellos que son y
han sido incapaces de sacarnos de la miseria y del
atraso.
Pero ellos, los chicos listos que salieron triunfantes
en las elecciones, ya tienen resuelta su vida, la de sus hijos,
parientes, novias, cuates y amigotes, no digamos la de sus
compinches en los negocitos que salen en las adjudicaciones de
obras o en las compras en
general.
El poder público, que los ciudadanos votantes
delegamos temporalmente en los que ganan una elección,
está destinado única y exclusivamente para que los
gobernantes y funcionarios públicos respalden la ley y el
ordenamiento jurídico nacional del Estado de
nuestro respectivo país.
Y no para protegerse unos a otros, pero entre los mismos
políticos, como tan descaradamente hemos visto que
hacen.
Y el Presidente de la República, el Equipo de
Gobierno y los
funcionarios de todos los niveles, por medio del poder
público que detentan temporalmente –que no se nos
olvide que es temporal la vaina- tienen que transmitir la paz
social en cada uno de los hogares de nosotros los gobernados,
como el resultado de la gobernabilidad y el verdadero equilibrio
entre los poderes del Estado.
Pero no se nos interprete que el poder es igual a
fuerza,
represión, abuso y violación a los mínimos
derechos
individuales, tal y como desgraciadamente lo han interpretado
nuestros listos y ágiles zoopolíticos
nacionales.
La tan temible Razón de Estado, por medio de la
cual se cometen los más execrables crímenes en
contra de los que no están de acuerdo con los dirigentes o
gobernantes de turno, y que esgrimen para justificar todo lo que
hacen en el poder público, ha sido letal para la población civil totalmente a merced de
cualquier marrullero y farsante chico metido a
político.
Crecer, desarrollarnos, salir de la pobreza y de
todas las calamidades que nos inundan por medio de decretos o
promesas, es imposible de lograrlo.
Pero la locura y esquizofrenia que
se manejan los que hemos electo como gobernantes, como no tienen
el recurso de la reflexión y mucho menos los de la
creatividad e
ingenio, recurren a lo que todos los anteriores a ellos hicieron,
es decir continuar por medio de los decretos como el remedio a
males, problemas y
consecuencias, lo que incluye hasta las uñas encarnadas de
la población.
¿Qué se consigue con tales
pantomimas?.
El repudio y la condenación hacia la clase
política.
Con toda y sobrada razón de la
población.
El problema es que nuestras leyes están hechas
para que sólo los que participan organizados en y por
medio de un partido político tengan acceso al poder
público en elecciones periódicas.
¿Qué le parece tal cosa?.
Aún y en contra del artículo 23 de la
Convención Americana Sobre Derechos Humanos
que establece: "DERECHOS POLÍTICOS: 1) Todos los
ciudadanos deben gozar de los siguientes derechos y
oportunidades: A) De participar en la dirección de los asuntos públicos
directamente o por medio de representantes libremente elegidos;
B) De votar y ser elegido en elecciones periódicas
auténticas, realizadas por sufragio
universal e igual y por voto secreto que garantice la libre
expresión de la voluntad de los electores, y C) De tener
acceso, en condiciones generales de igualdad, a
las funciones
públicas de su país. 2) La ley puede reglamentar el
ejercicio de los derechos y oportunidades a que se refiere el
inciso anterior (el uno), exclusivamente por razones de edad,
nacionalidad,
residencia, idioma, instrucción, capacidad civil o mental,
o condena, por juez competente, en proceso
penal".
Claro y por supuesto que si el uso a mansalva de la
demagogia, las falsas expectativas y la hipocresía se dan
en nuestros flamantes dirigentes y políticos, es por una
sencilla razón, y sin hablar sandeces, a nuestra gente le
fascina que se la baboseen, que la hagan soñar con
mentiras y que le permitan una nueva ilusión, pues los
milagros existen y con este nuevo líder
habla bonito puede ser…
¿Quién quita y se nos hace con
éste?.
Es triste tener que reconocer el grado de
degradación al que nos han impulsado y que ya lucimos con
nuestras actitudes
timoratas los ciudadanos.
¿De qué diablos depende tener un buen
Gobierno o uno pésimo y dañino?.
Sin lugar a ninguna duda al respecto todo depende de la
población que se involucre en la vida nacional, pues si
conseguimos que la gran mayoría participe, se organice,
pregunte, fiscalice y haga valer sus derechos ciudadanos, con ese
gran poder público ningún politicuelo de pacotilla
se atreverá a hacer de las suyas.
Por supuesto que no estamos hablando ni nos referimos a
que la mayoría de la población, cuando decimos que
tiene que participar, es sólo al acto de ir a marcar con
una equis la boleta en las elecciones.
No.
Claro que es muy importante ir a votar.
Pero si a ese requisito cívico le
agregamos la fiscalización antes de las elecciones,
durante y después, la contribución que le damos a
nuestra democracia
hace que la fortalezcamos y que la defendamos de los largos y
pícaros que buscan con la política salir de
pobres.
Esa es la razón por la cual hemos tenido
gobiernos pésimos, dañinos y alejados de la
realidad nacional.
Pero es que hemos sido nosotros, nuestros padres y
ancestros, y ahora nuestra generación, la que lo hemos
permitido pues nos alejamos de todo lo que huele a
política y a políticos, cuando que, con nuestros
impuestos, los
gobernantes hacen micos y pericos sin ningún control
popular.
La evolución social que hemos alcanzado no va
de acuerdo con la clase de gobernantes que nos ha tocado tener a
cargo de nuestro respectivo y bello país. Ya que si la
pobreza
necesita que la desbaratemos con un cambio en las
estructuras
del Estado, nuestros ágiles y voraces líderes de
papel lo que han hecho es que se recetaron instituciones,
gasto y presupuesto
multimillonarios y puestos adecuados para correligionarios y
amigotes, pagando facturas y favores de campaña en
detrimento, precisamente, de más del 80% de la
población la que, con sólo el gasto administrativo
y de mantenimiento
de muchos ministerios,
secretarías, fondos, direcciones y oficinas
públicas, bastaría para paliar su crisis.
El buen gobierno, que los latinoamericanos merecemos
tener, no es otra cosa que la óptima dirección que
le imponga el Presidente a su Equipo de Trabajo; pero
cuando el Señor Presidente ni siquiera le atina a lo que
significa gobernar, y mete sapos, culebras, perros y gatos en
el Gabinete, todos ellos tiran hacia su lado olvidándose
que somos los habitantes los que sufrimos por esa pobre actitud que
nada tiene que ver con la actitud profesional de un
estadista.
Los asuntos del Estado son y deberán estar
encaminados exclusivamente para los seres humanos que conformamos
la nación,
y no hacia las instituciones y organismos que es como
tradicionalmente se ha venido procediendo.
¿Por qué seguir en la misma línea
ya obsoleta?.
Por eso, por que nosotros los ciudadanos, las familias y
las personas no somos tomados en cuenta en el Gobierno ni en las
política de Estado, es que renegamos de todo lo que huele
a política.
Y por supuesto que tenemos toda la
razón.
¿Cómo es posible que una sola
institución se gaste 5 y hasta 10 millones de
dólares al año en funcionamiento con el
único propósito de administrar equis o ye
situación?.
Cuando lo correcto es hacer que esos millones sean
destinados a la ejecución de proyectos
sociales y de desarrollo
comunitario.
Si nuestro respectivo país padece de una soberana
e injusta carga social por el degradante subdesarrollo,
la única manera de responder a la pregunta de
¿cómo se gobierna? es actuando de acuerdo a ese
único problema nacional.
Contra el atraso, la pobreza, las exclusiones y los
abusos sólo cabe una gran revolución
gubernamental y una declaratoria de Estado de Calamidad
Pública por parte del Presidente, para entonces,
debidamente conscientes del Gran y Único Problema
Nacional, planificar una serie de eventos
políticos con el único fin de iniciar la
transición de lo irreal, que hemos tenido con la
política tradicional y obsoleta, hacia una realidad dura
pero palpable y dolorosamente incrustada en nuestros
hogares.
Transitar hacia el cambio de estructuras y hacer de las
nuevas por conformar la base del desarrollo
humano y social es el equivalente a hacer un buen gobierno;
otra cosa no será más de la misma vaina que otros
nos han dado y que nos tienen en la miseria y abandono en que
estamos al día de hoy.
¿No le parece?.
¿Para qué seguir con la misma cantaleta de
lo tradicional?.
Hace falta una gran dosis, para el Presidente que es
nada menos que el Conductor Nacional, de conexiones
interpersonales y de intercomunicación directa con las
comunidades, para alcanzar los objetivos del
Desarrollo de
nuestros países.
Y por eso mismo de la tan ansiada gobernabilidad,
estabilidad nacional y certeza.
Los problemas y consecuencias que se derivan del
subdesarrollo sólo pueden manejarse desde nuevas
estructuras del Estado en donde las nuevas instituciones sean
canales y los funcionarios a cargo de ellas sean los gestores e
intérpretes de los pobladores.
Así es como se debe Gobernar.
Nosotros, como pueblo consciente de tener el poder real
en nuestras manos, debemos intervenir más directamente en
la gran toma de decisiones del Estado, y para eso es necesario
hacer oír nuestras voces y fuerza política por
medio de la opinión pública que es la que sostiene
gobiernos, políticos y funcionarios; es decir hacer una
propuesta para mantener la paz, como resultado del respeto y
mantenimiento de los derechos de la mayoría.
LOS NUEVOS PARADIGMAS
NACIONALES
El modelo
nacional que tenemos en nuestros países respectivos, que
ha pretendido llevarnos al desarrollo integral, ya podemos
considerarlo un total y rotundo fracaso; con el agravante, no
sólo de haber perdido valiosos años, sino a esa
tragedia hay que sumarle los miles de millones de dólares
que se fueron por el desagüe pues la pobreza, miseria y
desamparo que se palpa en millones de familias en todo lo ancho y
largo de Latinoamérica es el mejor ejemplo de la clase de
terrible realidad que nos acompaña todos los
días.
Es imprescindible, entonces, y sin dejar pasar
más tiempo, que ese modelo inútil sea desechado y
que busquemos uno nuevo, ágil, moderno y capaz de sacarnos
de estos miasmas.
Nos corresponde sentarnos, como seres humanos
evolucionados y respetuosos del derecho ajeno, y buscar una
estrategia que
nos conduzca hasta encontrar nuevos modelos y
patrones capaces de darnos superación, bienestar,
oportunidades para todos y fortalecimiento de nuestra democracia
chapina.
Pero tenemos que tener presente una cosa, para no
perdernos nuevamente, como se perdieron nuestros ancestros y los
políticos que recientemente estuvieron en el poder
público, y no podemos darnos el lujo de confundirnos, tal
y como se confundieron los constituyentes, y anteponer los
Intereses del Estado de nuestro respectivo país a los
reales intereses de los pobladores de nuestra respectiva patria,
de los seres humanos que conformamos la esencia y motivación
de tener un Estado.
¡Cómo es posible que tengamos instituciones
y organismos que son más importantes que nuestros hijos!
Que ahí están chupándose año con
año nuestros impuestos y no nos dan un mísero
beneficio a los ciudadanos honrados y desprotegidos.
Las verdaderas estructuras del Estado, capaz de sacarnos
rápido del subdesarrollo, deben ir en sentido contrario a
las que actualmente tenemos impuestas por nuestros constituyentes
que, para nuestra desgracia, fijaron el rumbo hacia el
fortalecimiento institucional en desmedro del ser
humano.
Por supuesto que debemos luchar por el fortalecimiento
institucional de nuestro país, pero con otras
instituciones y organismos que sean el medio y el fin para
alcanzar los objetivos, intereses y modelos de desarrollo, de
democracia y de convivencia pacífica; y no podemos pensar,
ni siquiera por un instante, en fortalecer este herrumbroso
edificio institucional que nos "permite vivir", pues actualmente
los organismos, instituciones, direcciones, jefaturas y entidades
gubernamentales, estatales, regionales, provinciales o
departamentales, municipales y comunitarias, ellas son el
objetivo, propósito, la intención y el fin
último del Estado Constitucional de nuestro respectivo
país, en desmedro de las personas de carne y
hueso.
Esa es la razón de la debacle y colapso
institucional, así como del irrespeto hacia las
instituciones y entidades estatales; y por supuesto esta
situación es la que ha llegado a nuestros políticos
que, incapaces de haber interpretado mejor el concepto de
Estado que nos recetaron o de componerlo rápido, se han
acomodado en las instituciones y organismos pues son y han sido
el mejor refugio para los incapaces, pícaros y violadores
de las normas de
convivencia pacífica.
¿Por qué van a cambiar al Estado si
ahí están no sólo cómodos y medrando
con el erario público, sino que protegidos de cualquier
eventualidad judicial en su contra?.
¡Qué viva la impunidad!.
El verdadero espíritu de los políticos
debe estar impregnado de moral.
Pero no tiene nada que ver esta moralidad que
proponemos con la utilización religiosa que algunos
más listos que otros hacen para aparentar ser ovejas
blancas.
Moral, en política, tenemos que entenderlo como
lo que es.
Es decir las buenas costumbres, como producto y
resultado de la respuesta de las comunidades a su entorno; y
los valores
propios de los habitantes de una comunidad,
municipio, departamento o provincia, región y en los
niveles estatales y nacional que, como reglas no escritas,
permiten la convivencia pacífica, el respeto entre
familias y las facultades para superarse sin pasar encima de los
otros.
Claro y por supuesto ahora sí podemos entender
por qué la política y la verdad y la moral como
que no se han llevado muy bien que digamos.
¿Verdad?.
Un político moral, aunque suene a ridículo
y sea tomado como un espécimen raro o en extinción,
lo único que tiene que hacer es reformar las malas
costumbres, cambiar lo equivocado y luchar por que el bien
común se produzca lo más rápido
posible.
Y si ya llevamos varios años del más
reciente intento por tener bienestar, paz, justicia,
seguridad y
desarrollo integral, eso sólo significa que el modelo
actual es una porquería; ya usted me entiende. ¿No
le parece?.
Y si luego de más de 500 años de haber
tenido la dicha de haber sido descubiertos por los
españoles y que, con la cruz y la espada nos invadieron,
tampoco en ese largo plazo hemos tenido nada que se parezca a una
vida decorosa, como sí la tienen en otros países
como los Estados Unidos,
Canadá o cualquiera de Europa,
también eso nos indica que hemos equivocado el paradigma o el
modelo tomado como línea de superación.
Nuestra nación
la conformamos los seres humanos.
Los animales, las
cosas, la naturaleza y
la infraestructura no forman parte y no hay que tomarlos como una
porción de la entidad jurídica conocida como
nación.
Un país, un Estado o una región
territorial está compuesto por la nación y por todo
lo demás que vive y está en la jurisdicción
que lo conforma.
Y a nuestro respectivo país, al igual que al
resto de países del mundo, quienes le damos vida, calor y
desarrollo somos exclusivamente los miembros de la raza humana,
que nos distinguimos de los otros seres vivos del planeta en que
podemos decidir, manejar, planear y ejecutar tareas para
convertir nuestro entorno en uno útil, servible y
comible.
Las instituciones y los organismos del Estado, es decir
la estructura
política que lo conforma, son solamente mecanismos creados
por los seres humanos para poder vivir lo más
ordenadamente posible.
Pero no para vivir ahogados en la maraña
burocrática e inservible de lo que realmente
son.
Y si el fin supremo del Estado es alcanzar para sus
habitantes el bien común, y si no ha sido posible
alcanzarlo o por lo menos que nos pase cerca, no hay otra
explicación más que es el Estado el
totalmente inútil, en la concepción que le dieron,
y el que no permite el bienestar, la paz, el desarrollo, la
justicia, el respeto a la vida y la seguridad de los seres
humanos.
Lo único que se ha logrado con el concepto
aberrante que nos dejaron es llegar a tener un Estado que
sobrevive a fuerza de la pauperización de la
nación; es decir de provocar pobreza, limitaciones y
absoluta falta de desarrollo humano y social en nosotros con tal
de mantener ese avorazado monstruo que se traga el dinero del
Presupuesto en su mantenimiento y administración.
El Estado y sus instituciones es un ente
desproporcionado.
Esto nos indica que debemos asumir el verdadero reto
nacional y ponerle una bomba potente para quebrar las estructuras
que detienen el avance y la evolución social,
política, humana y psicológica al Estado de nuestro
respectivo país.
Y ante este panorama tan real que quizá por
primera vez logramos visualizar, no nos ha quedado otra, a los
indefensos seres humanos desprotegidos y en extrema pobreza, que
tomarnos la justicia en nuestras propias manos para ver
qué le sacamos a este Estado que sólo ha vivido
para beneficiar a los gobernantes, altos y medios
funcionarios públicos, y a los políticos que medran
del Presupuesto de Gastos del
país.
Y ahí esta la explicación a los
linchamientos.
También a los robos y asaltos.
A las estafas y a los negocitos que todos buscamos hacer
con y por medio de las instituciones públicas.
Lo mismo que a la impunidad, desprecio y abuso del poder
cuando llegamos a él.
¡Qué tal!.
¿Será que es necesario hacer algo antes
que nos acabemos entre nosotros mismos?.
LOS NUEVOS
OBJETIVOS NACIONALES
Aunque como ninguno de los objetivos, lineamientos y
propósitos constitucionales se han cumplido, es como
paradójico que hablemos de nuevas metas cuando ni el
bienestar, el desarrollo, justicia, paz ni la seguridad han
podido ser atisbadas por la inmensa mayoría de pobladores,
no digamos tenidas en nuestros hogares y familias.
Esa gran frustración, la de no tener nada
positivo en nuestras vidas, a pesar del mandato claro de nuestra
Constitución para los gobernantes que hemos
tenido, ha hecho que cada quien agarremos las cuerdas o hilos que
encontramos a nuestro alcance y los jalemos sólo para
nuestros intereses personales, familiares, empresariales,
gremiales y grupales, olvidándonos de los demás,
los que por supuesto también luchan por conseguir sus
propósitos y planes interesadamente
particulares.
Todos contra todos a la sombra del Estado que
supuestamente debe velar, en igualdad de condiciones, para la
población en general.
Y esa es la explicación a la famosa
ingobernabilidad.
A la anarquía.
Al irrespeto.
Y al desmadre en el que vivimos.
Pero como ya estamos acostumbrados a estos desatinos,
¡hasta falta nos hacen!, y si no los tenemos al alcance de
la mano, los provocamos.
¡Qué bonita forma de vivir hemos
institucionalizado!.
Ahora bien, si efectivamente tenemos plenamente
identificados los objetivos nacionales, que hemos venido
mencionando hasta por fastidiar, a lo largo de este manual, la
cosa como que es más fácil.
¿No lo cree?.
Efectivamente si también estamos acostumbrados a
jalar de la cuerda e hilos sólo para nuestro lado, ya
sabemos la mecánica del asunto.
Y si hay algo y alguien que nos pone una serie de
cuerdas en las manos de todos los habitantes y nos explican que
esa serie de hilos que tenemos que jalar son para que todos
salgamos beneficiados, por supuesto que todavía
habrá algunos picarones y largos que quieran seguir
jalándola para su particular lado, pero la mayoría
de paisanos somos buena onda como para no comprender ese acto
trascendental en la vida nacional y nos vamos a poner de acuerdo
y a la cuenta de uno, dos y tres, jalaremos con todas nuestras
fuerzas hacia el lado de búsqueda del beneficio
general.
Y es muy posible que al fin logremos salir bien parados
y con las respuestas correctas a nuestros problemas nacionales y
alcancemos los objetivos que siempre hemos anhelado
tener.
Por supuesto que debemos llamarlos nuevos objetivos
nacionales porque como nunca los hemos tenido, ni disfrutado, eso
los hace nuevos y llamativos.
Pero lo que sí es cierto es que debe ser alguien,
acompañado de un grupo de
dirigentes con moralidad, que no es religiosidad ni
fundamentalismo eclesiástico, pero si visión
humana, social, cultural, política y psicológica,
los que deben asumir este reto que está ahí desde
tiempos de la conquista, desde la independencia
y desde cada uno de los varios golpes de estado que nos han
recetado los que se sintieron con ganas, tal vez al principio, de
renovar las cosas pero sin cambiar las estructuras, para que nos
conduzcan por los caminos correctos y que seamos capaces de
empezar a recibir los beneficios de los objetivos nacionales ya
identificados y plasmados en nuestra
Constitución.
¿Acaso hemos estado ciegos o idiotizados para no
haber podido ver esta tan sencilla salida?.
Lo que pasa es que nos gusta el dinero ajeno,
el hurto, la mentira y el abuso, y la riqueza fácil; y con
reglas generales y aplicables a todos, se hace muy difícil
medrar de los demás.
El vivo vive del tonto. El tonto de su trabajo. Claro si
tiene trabajo, porque sino, tendrá que avivarse y buscar
un tonto para vivir de él.
Esta es nuestra historia. Una historia
triste, lamentable y que hay que ponerle punto final.
¿Está usted, su familia y grupo
de allegados dispuestos a hacerle yemas a este
asunto?.
O mejor se queda sin mover las aguas y continúa
de cómplice silente y complaciente por si le suena la
flauta a un su amigo o familiar y acceden al poder público
a hacer fiesta y piñata con los bienes
nacionales.
Lo que también es legítimo hacer, pues
estamos en una verdadera jungla en donde el más fuerte,
vivo y listo sobrevive y alcanza salir de la pobreza.
¿Importan acaso los medios para eso?.
Con los lamentables ejemplos de nuestro pasado reciente
y presente, quizá no importe hacer lo que sea con tal de
salir de las limitaciones.
Cuántos de nosotros no nos tenemos que lamentar
que nuestros padres, abuelos, bisabuelos, tatarabuelos y para
atrás, toda esa ascendencia que traemos por parte de padre
y madre, no hayan sido precursores, funcionarios, gobernantes,
grandes comerciantes explotadores, industriales sin
escrúpulos, banqueros desalmados o mercachifles de
relativo o gran éxito.
Por Dios que no estaríamos como
estamos.
Tendríamos fortuna, fama, nombre, prestigio y un
lugar especial, no sólo en la sociedad, sino
hasta en la Gloria Eterna, pues papas, obispos y curas han
vendido indulgencias por dinero a manos llenas, y las grandes
familias de ricachones sí tuvieron ancestros con
visión.
Ah quien como ellos.
¡Pero no!.
¡No nos sonó la flauta!.
Y hoy lamentamos, profundamente, no haber pasado de zope
a gavilán, por culpa de nuestros decepcionantes
antepasados que no les pasó por la mente que borrar las
malas acciones es
cosa de una o dos generaciones.
Hagamos las cosas correctamente bien hechas para
entonces ser recordados por nuestros descendientes como sus
benefactores.
Y no hay necesidad de empezar a robar, estafar,
engañar con productos
chafas, de mala calidad, o con
bienes y servicios de
ínfima categoría, colocados en las instituciones y
organismos del Estado, o en cualquier otra parte en donde nos
dejen, que nos permitirán ganancias superlativas para que
nuestros hijos, nietos, bisnietos o tataranietos nos recuerden
con gran amor por el
dineral que les dejamos heredados.
NO.
Basta con propiciar y ser los protagonistas, o parte
integral de la Revolución Institucional que
Latinoamérica y nuestros respectivos países
requieren urgentemente, para dejar reglas claras, generales y de
aplicación y obediencia para todos los habitantes, para
que cambiadas las estructuras opresoras, tengamos riqueza,
bienestar, poder y por supuesto seguridad, justicia, paz,
desarrollo y sobre todo respeto hacia los
demás.
Con esas condiciones ¿quién no
podrá progresar y convertirse en millonario?.
Entonces los objetivos nuevos, y que son los que debemos
buscar implementar, van y tienen que ir en y por ese rumbo;
continuar buscándole tres pies al gato como que ya no
tiene objeto, pues eso sólo nos conducirá, en el
más corto plazo, a un enfrentamiento de proporciones
inimaginables.
Y ahí sí nos termina de llevar la gran
diabla a todos.
Pero a todos, así seamos largos, pícaros,
vivos, politiqueros, estafadores, comerciantes, banqueros e
industriales inescrupulosos e infames, así como a la clase
obrera, a los pobres desempleados, subempleados o marginados; y
en general a cualquier grupo familiar.
Entonces como que no nos queda de otra que ponernos de
acuerdo rápido y buscar todos juntos un nuevo Pacto Social
para todos los habitantes de nuestra respectiva patria y
país.
EL NUEVO
PODER DEL LATINOAMERICANO EN GENERAL
Haciendo un pequeño resumen de lo tratado hasta
aquí, resulta algo sorprendente lo que nos ha pasado, o
mejor dicho lo que todavía nos está
pasando.
Ninguno de nosotros, y por supuesto también
debemos señalar a nuestros ancestros y antepasados como
parte de este juego ingrato,
somos capaces de hablar con la verdad.
Vivimos para engañar y babosearnos a cuanto
ingrato se nos cruce por delante.
Cuanto mejor, más hilvanada, creativa e ingeniosa
sea la bola, el chisme, chismorreo o mentira que nos sacamos de
los demás, sean instituciones o personalidades de todas
las esferas de la vida nacional, nos consideran más
patriotas, mejores ciudadanos y grandes estrategas.
Y por esa tan buena fama podemos cobrar muchísimo
por nuestros servicios de lengüetazos a domicilio, tanto
aquí, como en cualquier país del mundo
entero.
La fama tiene su precio en
oro.
Por eso decíamos, no hace muchas páginas
atrás, que si Dios existe tendrá que juzgar con
rigor a nuestros personajes de la vida política, pero hay
que agregar aquí que tendría que juzgar a todos los
latinoamericanos en general con severidad, y si no existe,
entonces tendríamos que decir que todos los
latinoamericanos somos exitosos.
¿No lo cree así usted?.
La consecuencia primaria de esta vida de mentiras y
engaños es que como nunca decimos la verdad, eso impide
que podamos ponernos de acuerdo y encontrar así, en el
consenso, la mejor salida a los grandes problemas y males que nos
aquejan a la gran mayoría de latinoamericanos.
Y en eso debe basarse el nuevo poder de cada uno de
nosotros.
En asumir con responsabilidad la realidad, amarga, triste y
miserable, pero realidad nacional, al fin y al cabo, para poder
empezar a transitar por la senda que nos saque, aunque sea poco a
poco, del marasmo y de la indiferencia para con los asuntos que a
todos por igual nos afectan.
No importa lo que gritemos ser, eso no impedirá,
de ninguna manera, aparecer como lo que verdaderamente somos ante
los ojos de propios y extraños.
Es decir que estamos como tapando el sol con un
dedo sabiendo que nuestra postura sólo detiene la rueda
del posible desarrollo integral.
Con las mentiras, las exageraciones y las
patrañas y chismorreos detenemos nuestra
participación activa en la elaboración de
respuestas adecuadas a la problemática
comunitaria.
El poder de usted, el mío y el de nuestra
generación no es otro que entrarle de lleno a las cosas
que nos han heredado nuestros pícaros, mal intencionados y
demagogos políticos que, con tal de no sufrir el
mínimo desgaste, según su propia tontería e
interpretación de lo que hacer
política tuvieron, lo mejor era no hacer olas ni levantar
ninguna de las tapaderas de las ollas de grillos.
Y nos han pasado a todos los ciudadanos una terrible
estafeta y un costo social
enorme. Tan grande y terrible que la pobreza y el atraso nos
tienen sumidos en la miseria humana, social, espiritual y hasta
mental.
Hoy tenemos la obligación de empezar, para ir en
orden, con desactivar la bomba, o mejor dicho la serie de
bombas que
están a punto de acabarnos como seres supuestamente
civilizados, y entonces tomar todas las medidas urgentes que
amerita la situación para tratar de detener el deterioro e
iniciar la tarea titánica de revertirlo buscando, para
ello, la implementación de un Plan Nacional de
Desarrollo Humano y Social.
Por supuesto que habrá que declarar un Estado de
Calamidad Pública en todo nuestro territorio nacional y
marcar el paso con y por medio de una Estrategia Contra la
Pobreza.
Ese es el nuevo poder del latinoamericano en
general.
¿Qué le parece si nos sumamos todos a esta
Gran Campaña Nacional de Rescate?.
Dinamizar el desarrollo de nuestra nación, es
decir buscar incesantemente la superación sostenible de
cada uno de los habitantes de nuestras comunidades,
dependerá únicamente del empeño que le demos
por medio de la opinión pública a la
visualización que de nuestro futuro tengamos
todos.
Ahora sí debemos poner en perspectiva y describir
exactamente dónde está escondido el nuevo poder de
nosotros como fuerza viva de nuestro país.
Y en la inteligencia,
como la capacidad de aprendizaje,
está todo el potencial de nuestra superación,
desarrollo y bienestar.
Nuestra inteligencia es la única fortaleza por
medio de la cual podemos enfrentar todos y cada uno de los retos
políticos, sociales, económicos, deportivos y de
productividad,
ya no digamos los de seguridad, justicia, paz y desarrollo
integral.
Para discurrir y juzgar los acontecimientos del pasado
que hoy nos afectan tremendamente y evitar que su alcance llegue
a nuestros hijos y descendientes, es el uso de la razón lo
que nos dejará navegar en esas pesadas aguas para
encontrar puerto seguro.
No olvidemos que es la razón, y el razonamiento
lógico de los acontecimientos, uno de los factores que nos
distinguen de los demás animales de nuestro planeta; al
igual que de otros seres humanos que, perteneciendo
todavía a las épocas cavernarias y trogloditas,
pretenden someter a las personas por medio de políticas
represivas, abusivas y violatorias de los mínimos derechos
individuales.
A la pasión y a los sentimientos que se provocan
por los excesos derivados de la fogosidad, exaltación,
enardecimiento, fanatismo, intransigencias, arrebatos, el delirio
y el paroxismo, lo único que debemos anteponerles a tales
arranques y desplantes de la mayoría de nuestros
zoopolíticos rudimentarios, es el nuevo poder
político que se basa en el sosiego, la calma y la
reflexión.
Es decir la razón y el sentido común como
frenos al fanatismo ideológico de los
tradicionalistas.
La equidad, como
política de Estado, no es otra cosa que darnos a todos las
mismas oportunidades de superación.
Todos los seres humanos, y los latinoamericanos no
podemos ser la excepción, tenemos nuestros propios
talentos. Es decir habilidades, destrezas y capacidades que nos
hacen únicos, pues con el famoso ingenio latino, que llega
a veces hasta la genialidad, ahí está el potencial
de nuestro futuro promisorio.
Lo que necesitamos es un Sistema Social y
Político que permita que nos soltemos y que volemos tan
alto como queramos hacerlo, sin limitaciones de ninguna clase
más que el respeto y acatamiento a nuestro ordenamiento
legal, constitucional y moral.
¿Es tanto pedir tal cosa?.
¿Es posible soñar con esa libertad
enmarcada en un Estado de Derecho firme, protector y al servicio de
los más olvidados y excluidos?.
¡Por supuesto que sí!.
Los otros elementos que conforman el nuevo poder ya
definido y establecido en la inteligencia, son la chispa,
vivacidad, agudeza y perspicacia, unido a la intuición y a
la imaginación, capaces de despertar una nueva gama de
posibilidades sociales en nuestras comunidades tan atrasadas y
estancadas en el fango, que debemos de propiciarlas y
despertarlas en nuestros hijos para descansar confiados en que
ellos y su descendencia sí moldearán el futuro
adecuado para nuestro país.
La solidaridad,
respaldo y defensa que tiene que tener capacidad de darnos el
Nuevo Estado que construiremos, serán la base de la
fraternidad y buena voluntad que mantendremos con nuestros
semejantes.
¿Hace cuanto que usted no tiene fraternidad y
buena voluntad para con sus vecinos, compañeros, amigos,
enemigos y desconocidos con los que, lo quiera usted o no, se
mantiene interactuando cada momento y día con
día?.
El dicho ese de "como me tratan trato" es la
venganza andando y la ley del talión en su máxima
expresión.
Y con esa programación que nos metieron en nuestro
psiquismo, y que desgraciadamente continuamos metiendo en el de
nuestros hijos, lo único que hemos conseguido ha sido la
separación, la exclusión, la revancha y el
fanatismo.
Fatal para nuestra nueva Nación.
Ahora y a partir de estar conscientes de nuestro nuevo
poder y los logros sociales que vamos a conseguir, tenemos que
borrar este casete y cambiar la orden tan desproporcionada que
tenemos por el respeto, fraternidad y buena voluntad.
Y entonces la nueva frase a la que debemos hacerle caso
será "al mal tiempo buena cara".
¿Con qué tipo de personas nos gusta estar,
compartir y trabajar?.
¿Acaso con los prepotentes, abusivos, malcriados,
violentos, mentirosos, farsantes y cínicos?.
¡Claro que no!.
Nos gusta estar, compartir y aprender de los que tienen
lucidez, comprensión, amabilidad, fraternidad, ingenio,
chispa, gracia, inteligencia y sinceridad.
¿Podremos por fin tener políticos en
Latinoamérica y en cada uno de nuestros respectivos
países personas con estas habilidades reales?.
En nuestras manos está tenerlos y conservarlos si
nos decidimos a participar activamente en la vida cívica y
política nacional, pues sólo fiscalizando y
delegando la representación en aquellos que de verdad son
como nosotros, conseguiremos botar y deshacernos de los largos,
picaros, demagogos y farsantes que usan a la política como
medio para salir de pobres.
EL NUEVO TIPO
DE GOBIERNO QUE NOS MERECEMOS TODOS
En pocas palabras el nuevo Gobierno, en este nuevo orden
de cosas que hay que implantar en cada uno de nuestros
países, debe ser uno en donde exista la inclusión,
la representación de la sociedad tal cual es y que tenga
la capacidad de interpretar lo que cada comunidad, municipio,
departamento o provincia, región y en el ámbito
estatal y nacional necesitamos.
Si en Latinoamérica somos una sociedad
multicultural, pluriétnica y multilingüe, así
debe estar conformado nuestro Gobierno, tanto en el Organismo
Ejecutivo, Judicial como en el Legislativo.
Y sólo así, entonces, haremos el honor a
nuestros conciudadanos que han estado pésimamente
representados y por eso mismo afuera de las oportunidades de
saber y conocer con exactitud cuáles son sus
sueños, problemas, prioridades, anhelos y
deseos.
Y confiados en que verdaderos representantes de nuestros
pueblos van a buscar soluciones
integrales,
que toman en cuenta a todos y cada uno de los representados,
podremos tener, por fin, un Gobierno que provoque estabilidad,
consenso y aceptación general.
¡Qué lindo es soñar
despiertos!.
Debemos desechar el sistema opresor que nos tiene
envueltos y salirnos de ese círculo vicioso que nos ha
mantenido como borregos supeditando nuestra participación
democrática a ser sujetos pasivos en las campañas
políticas y sujetos activos
sólo el día de las elecciones.
¡Qué lindo!.
Durante casi tres años y medio, cuatro
años y medio o cinco años y medio, que es el
período que queda afuera de cada campaña electoral,
lo que resulta después de nuestra participación el
día de las elecciones no es otra cosa más que una
casi monarquía en donde el nuevo monarca,
Presidente electo por el voto mayoritario de los empadronados, es
el mandamás, el papá de los pollitos y un reyezuelo
cualquiera.
Y volvemos a lo mismo.
¿Qué otra cosa si no eso tienen que hacer
nuestros presidentes?.
¿Acaso hay algo que se los impida?.
Y volvemos a tener el planteamiento originalmente
expuesto desde este manual y a afirmar, enfáticamente, que
son las estructuras del Estado las que permiten estas paradojas
en la vida política de nuestro país.
Si cambiamos de fondo estas graves limitaciones que
padecemos los ciudadanos, el nuevo Gobierno que tendremos
será uno con visión de conjunto y trabajando por el
desarrollo, protección y bienestar de nuestras familias, y
no como los que hemos tenido que buscan fortalecer las
instituciones y organismos que protegen en sus oprobiosas redes a
los ladrones, corruptos y malandrines gobernantes, funcionarios y
empleados públicos.
Este Nuevo tipo de Gobierno, que muy bien nos merecemos,
debe estar supeditado a ser el facilitador y el gestor del
Desarrollo Humano y Social, y no uno que busca medrar con y desde
el Presupuesto del Estado.
Y cuando hablamos del Desarrollo nos referimos al de
infraestructura, al humano, al productivo y que genera empleos,
al territorial, al social y al económico.
No podemos dejar de mencionar que un factor de primer
orden, y que tiene enorme peso en la conformación de
cualquier junta directiva, comité, asociación y no
digamos gobierno, gabinete o equipo de trabajo, son los
complementos de los factores sociales de sus miembros o posibles
integrantes.
Un Presidente, de cualquiera de los tres
poderes del Estado, pero principalmente el del Ejecutivo, por
la propia concepción constitucional de esa función,
está sujeto a las presiones, ambiciones e intereses de los
miembros de su Gobierno, y por supuesto a la de los
representantes de los grupos de poder
económico, industrial, agrícola, bancario y
financiero, al igual que los del poder paralelo, del crimen
organizado y de gremios, asociaciones, iglesias, y
representantes de organismos internacionales.
Todos los representados en un Gobierno, es decir los
ciudadanos y las familias que integramos las comunidades, tenemos
una serie impresionante de costumbres, conductas y valores, es
decir de culturas y subculturas, que tienen que influir en las
decisiones que se toman o se dejan de tomar en las cúpulas
gubernamentales.
Existen líneas, creencias y estilos que motivan
la existencia social entre los miembros de nuestros pueblos, y la
actitud, respuesta y proceder del Estado –por medio de los
funcionarios a cargo de las instituciones, organismos, oficinas y
dependencias públicas, que llegan con mayor o menor fuerza
hasta las comunidades-, es la que debe de ir de la mano con la
evolución social.
Pero también están los bloques de personas
atrincherados en la religión, en gremios
y diferentes asociaciones de mutuo interés
para sus miembros, los que de manera progresiva debilitan o
fortalecen a la sociedad en general pues hacen llegar sus
influencias a casi toda la nación.
Con un ejemplo práctico, y de la vida real,
podemos ver en la clase de edificio que descansa nuestra
gobernabilidad.
Si somos parte de un pueblo catalogado en los
últimos lugares en lo que a desarrollo humano se refiere,
y que año con año nos hundimos mucho más que
el año anterior, y si a eso le sumamos las precarias
condiciones de salubridad, alimentación y
oportunidades de superación; aparte de llorar y de buscar
culpables, tenemos que tener la madurez necesaria y obligada para
ponerle un alto a la situación y construir un nuevo Modelo
Socio Político.
Y el reconocimiento de la heterogeneidad de nuestro
Estado nos debe motivar a proponer el diálogo,
el consenso y el amplio debate de la
vida nacional, pues por esa misma razón de tener
diversidad de manifestaciones culturales, de lengua y de
etnias, se hace indispensable, en un Nuevo Gobierno, como punto
de inicio a la transición, que sea convocado un Gran Pacto
de Gobernabilidad.
Este Foro Nacional
de discutir en una gran mesa y de diseccionar la
problemática actual y visualizar muchas cabezas el futuro
inmediato de nuestros hijos, permitirá poner en
práctica un ejercicio primario de comunicación, interrelación,
reflexión y aceptación de los derechos de los
otros.
El pesimismo, la derrota y el fatal conformismo que a
muchísimos latinoamericanos nos tiene sumidos en la
desesperación, pues no vemos más que fatalidad para
el mañana de nuestros hijos, debería de motivarnos
de manera suficiente para detener esta embestida de lo
tradicional y cotidiano y poner todo nuestro empeño en
construir algo diferente, nuevo y capaz de protegernos a todos
por igual.
Debemos de ser las personas de carne y hueso los que en
un gran consenso nacional impongamos la clase de Gobierno que
esté a cargo de las instituciones y dependencias que nos
permitan transitar hacia el desarrollo integral.
El poder político, pero en general el poder,
cualquiera del que hablemos o nos refiramos, tiene dos lados. De
uno está el que lo ejerce y del otro los que lo
reciben.
Pero adentro del poder, en la parte de ejercerlo,
también tenemos dos facetas y el éxito de un
Gobierno está en el equilibrio, comprensión,
armonía y calidad que se pueda conseguir entre ambos
factores de poder.
El poder del que lo ejerce está dividido en el
que tiene el Gobernante, en este caso el que gana las elecciones
y es electo Presidente del Poder
Ejecutivo, y el que tienen las instituciones y organismos
que, junto a los funcionarios y empleados que tienen a su cargo
tales entidades del Estado, prácticamente tienen la mayor
ingerencia en la vida productiva de nuestro
país.
Por supuesto que los lineamientos generales los da el
grupo que el Presidente nombra como su Gabinete de trabajo en el
Gobierno, pero la estructura que existe y que está
conformada por los cuadros medios y bajos de cada
institución, dirección, jefatura y oficina
pública es la verdadera rosca del poder
público.
Cuando oímos decir, o aún nosotros lo
repetimos, que no se ve claro con el Gobierno y que las cosas no
caminan, lo que realmente sucede es que la estructura
básica del Gobierno, los seres humanos que tienen
posiciones intermedias y bajas en las oficinas estatales, se
parecen más a un animal terco que a un conjunto de
personas preocupadas por la población.
Un buen ejemplo lo vemos con los profesores y maestros
de educación
pública que, sin duda son millones en Latinoamérica
y miles en nuestro respectivo país, lo que representa una
fuerza enorme de poder, pero que sin una guía adecuada
están acostumbrados a hacer lo que se les antoja con su
horario, enseñanza y capacitación.
Si nuestro respectivo país tiene aún un
alto porcentaje de analfabetismo
se debe a que ese poder que descansa en los miles de maestros y
profesores no es más que un mecanismo de freno al
desarrollo educativo de nuestro pueblo.
Por igual, el grupo de la sociedad que recibe las
acciones del poder público, mejor conocido e identificado
plenamente como la sociedad civil, también está
dividido en dos. El grueso de la población que no tiene
organización ni pertenece a ningún
grupo participativo, y los grupos, asociaciones y gremios de
presión.
El esquema natural y práctico del poder
público debería de empezar en las comunidades y
terminar, con los beneficios sociales que es el fin de la
política, siempre en las poblaciones.
Es decir que si hacemos lo correcto nos corresponde a la
sociedad participar abiertamente en los grupos cívicos y
políticos y elegir y ser electos, subir a los puestos
públicos y traducir el poder público, por medio de
la intermediación e interpretación de los problemas
nacionales, en soluciones, infraestructura, desarrollo
productivo, elevación de los niveles de vida y en general
la superación y los beneficios que nos merecemos los seres
humanos.
Ese es el concepto del nuevo tipo de Gobierno en el que
deberíamos de estar involucrados.
¿No es justo que lo tengamos lo antes
posible?.
¡Claro!.
Pero nos corresponde hacer nuestra parte a nosotros, los
pertenecientes a la sociedad civil, a
los millones de latinoamericanos mayores de edad y conscientes de
aportar nuestro concurso al país que nos pertenece, y por
el cual debemos trabajar en su beneficio.
Los actores del poder también están y
provienen de diferentes grupos.
El poder militar es uno que tradicionalmente ha sido
factor de casi toda la actividad nacional.
El poder económico, industrial, bancario y
financiero es de vital importancia en el desarrollo socio
político, pues son los encargados de generar y provocar
empleos, riquezas y proyectos productivos.
El poder político ha perdido fuerza, a pesar que
sólo por medio de los partidos políticos se accede
al poder público, la opinión general del
latinoamericano lo ha minado hasta el extremo que estos grupos
hoy están todos desprestigiados y no se obtiene de ellos
el beneficio y el desarrollo que anhelamos.
Aun cuando pretendan reciclarse.
La comunidad de países amigos y los organismos
bilaterales y multilaterales son un fuerte componente en el poder
local.
Las organizaciones no
gubernamentales, ong´s,
han adquirido una compleja red de oficinas y
representantes en todos nuestros países, capaces de mover
las voluntades de las comunidades.
Los sindicatos
están prácticamente desacreditados y muy por debajo
de lo que realmente deberían de representar.
La población no tiene un medio adecuado para
expresar su voluntad, pues estos grupos que tienen, cada uno, su
correspondiente cuota de poder, influencia y presión, no
poseen la capacidad de albergar en su seno a la
población.
Y este espacio es el que la propia sociedad y estructura
del Estado le tiene reservado a los partidos políticos que
no han podido fortalecerse y presentar una plataforma real de
intermediación e interpretación de los problemas,
salir en defensa de las mayorías, fiscalizar a
funcionarios e instituciones, servir de contrapeso y freno al
equipo político que Gobierna, y hacer una oposición
constructiva para tonificar nuestra democracia.
Este espacio lo han tenido que venir ocupando los medios
de comunicación, como fieles fiscalizadores, aunque
algunos de ellos estén motivados por la búsqueda de
la noticia que les venda mejor su medio; ellos,
periódicos, radioperiódicos, tele noticiarios y
revistas, han asumido la responsabilidad, de manera valiente, que
el grupúsculo de políticos no han querido ocupar
quizá por no levantar demasiadas olas o por aquello que
"no hay que escupir para arriba".
¿CÓMO
ES ESE DESCONOCIDO SER QUE VIVE EN SU INTERIOR? ¡Y QUE
QUIERE EJERCER EL PODER
PÚBLICO!
Empecemos con una pequeña reseña del
ejercicio del poder.
No hay nada escrito ni regla general para este
tema.
Lo que sí se requiere es una buena estrategia
política para implementar, integrarse, coordinar, dirigir,
planificar, rediseñar, controlar y ejecutar los pasos que
por lógica
debe de tener el poder público cuando llegamos a ocupar la
Presidencia de la República.
Por supuesto que debemos estar basados en la
Constitución y en la estructura legal y moral de nuestro
país.
Así que mucho ojo y a tomar lecciones
constitucionales y de los códigos legale para no meter
mucho las patas cuando nos toque estar en el poder.
¡Ah que dicha!.
La estrategia a diseñar debe comprender los
aspectos reales adentro de este rumbo, como lo son tener
disponibles todos aquellos factores medibles del poder
público y tratar de predecir los otros que nos son ni
cuantificables, mucho menos tangibles o medibles.
El tamaño de nuestro territorio, la
división política en estados, en departamentos o
provincias, municipios, aldeas, caseríos y comunidades, el
número de habitantes, de empadronados, de mujeres,
hombres, niños,
indígenas, ladinos, productos, masa monetaria, ingresos
fiscales, déficit, préstamos, tasas de
interés y en fin todo aquello que ya tiene un
número que lo convierte en fácil de
estudiar.
O relativamente fácil.
La parte realmente difícil y aguda del poder
público y su ejercicio es la que no podemos ver, medir y
ni siquiera por medio del análisis probabilístico o de manera
estadística cuantificar.
La opinión pública es la clave en esta
parte.
Y que mejor que servirnos de los medios de
comunicación, escritos, radiales, televisivos y los no
tradicionales, vallas, volantes, boletines, dibujos,
caricaturas, hasta llegar a los más habituales, como lo
son los chistes, los
chismorreos y lo que se dice de boca en boca en las fiestas,
reuniones y entre grupos de cuates y amigas.
Ahí está el secreto del ejercicio del
poder.
Si somos capaces de interpretar la voluntad del soberano
pueblo, por medio de sus múltiples manifestaciones, por
las cuales no pagamos ni un centavo pues nos llegan por los
diferentes medios de
comunicación y de expresión popular, ya la
hicimos.
Resulta ridículo que no nos tomemos la molestia
de leer, oír o ver las noticias
directamente, sin intermediarios, así como que nos hagamos
los locos de los comentarios, editoriales, columnistas y personas
que emiten opinión, pues ellos, en su conjunto
están recibiendo señales
de las personas gobernadas y lo único que hacen es
transmitirlas, comentarlas, interpretarlas, analizarlas y
recomendar las acciones a tomar.
Vea usted que Equipo tan tremendo tenemos para usarlo
sin pagarles nada.
En bandeja de plata.
Y lo mejor que no nos ocultan nada.
Tratan al Presidente y a los funcionarios sin ninguna
consideración, como sí la deben tener los
subordinados, amigos y compañeros de aventura en hacer
Gobierno con el Presidente de turno.
Así ¿cómo puede tener
imparcialidad, hechos reales y la verdad el señor
Presidente?.
Si hay aduladores, cantadores de poesía
y personas que ensalzan al gobernante y que le impiden enfrentar
la realidad nacional, el Presidente debe mantener todos los
días los medios escritos para leerlos y enterarse,
así como un su radio para
oír los comentarios populares y una su televisión
portátil para ver en vivo y a todo color la amarga
realidad de la población que confió su vida,
destino y familia cuando votaron por él y por el equipo de
magia y ensueños que presentó en la Campaña
Electoral.
Claro que hay que tener mucho cuidado con mal
interpretar lo que se lee, oye y ve por los medios, pues, no hay
que olvidarlo, existen intereses muy especiales que hacen que se
contraten personas para llamar a las emisoras de radio y que
escriben a los periódicos haciéndole la vida
imposible a equis o ye persona,
principalmente a altos dirigentes y gobernantes, con el
único fin de crear una clima artificial
de ingobernabilidad, de rechazo y repudio a ciertas
políticas.
Aquí tiene que funcionar el sentido común
de asesores y encargados de ver el panorama y decirle al
señor Presidente qué es realmente lo que la
opinión pública manifiesta y qué diablos son
las sandeces que grupos interesados hacen publicar para su
beneficio personal o de
grupo en contra de la imagen, prestigio
y gobernabilidad del Presidente y su Gobierno.
Pero, como ya lo dijimos, es muy fácil reconocer
cuando no hay llamadas espontáneas a los medios y
distinguirlas como un esfuerzo planificado para perjudicar la
figura de las personalidades del Gobierno en desmedro de la
propia estabilidad nacional.
Ahora sí pasemos a la parte interior de cada uno
de los que pretendemos llegar a dirigir los destinos, vidas y
productos de nuestro pueblo y ejercer el poder público y
tenemos que abrir muy bien nuestra mente, espíritu y hasta
la energía, pues no será cosa bonita con lo que nos
enfrentaremos.
Si estamos dispuestos a jugárnosla para llegar al
poder y ser los siguientes mandamases en el próximo
Gobierno, es indispensable que conozcamos exactamente a
quién llevamos adentro de nuestro cuerpo, nuestros
límites, emociones,
madurez, juventud y
compostura social.
Es preciso no sólo conocernos íntimamente
y aceptarnos tal cual somos, sino que tratar de integrarnos y
cambiar todo aquello que nos puede perjudicar ante la
opinión pública que es la que pone y quita a los
políticos del pedestal en que queremos que nos
tengan.
Le juro que usted cree que ya se conoce, que sabe todas
las debilidades, secretos y sueños personales
suyos.
La amarga y dura realidad es otra.
Usted tiene un desconocido ser que habita en las
profundidades de su alma y ni
siquiera se lo han presentado.
Que le parece si hacemos un recorrido por su
interioridad y le sacamos el diablo, el ángel y hasta la
caspa interna que lleva usted como producto de su entorno,
educación, hábitos, costumbres y de la genética
que heredó de sus ancestros y la variación,
evolución y cambios que han hecho en su interior otros
factores, intereses y golpes.
O mejor dicho ¿es usted capaz de reconocerse si
mira en su interior de manera profunda y sin pudor?.
Si es terrible mirarnos muchas veces en el espejo, pues
la imagen que vemos es una atroz, ya que las libras de más
nos dan unos enormes cachetes o las de menos un aspecto
cadavérico o de sidoso, imagínese entrar en nuestro
interior y enfrentarnos con esa serie de elementos, sentimientos,
pasiones, mentiras, aspavientos y demás pequeñeces
que hemos acumulado por años, pero que son lo que
realmente somos.
Ahí, en nuestro interior, está el
verdadero ser que queremos poner a Gobernar nuestro
país.
¿Votaría usted por un pícaro,
desalmado, hipócrita, matón, estafador, mentiroso a
rabiar y en fin por un miserable y ruin ser humano?
Sin ninguna duda que no lo haría.
Entonces ¿cree que la gente votaría por
usted si se llegara a saber a quien realmente tiene en su
interior?.
Para evitar este dilema y vivir sufriendo, es necesario
que hagamos un viaje a nuestro interior y conozcamos todas
nuestras limitaciones y debilidades para trabajar en ellas,
corregirlas y salir adelante.
Si podemos determinar las partes positivas, que las
tenemos, y las negativas, que también nos abundan,
lograremos estar mejor preparados para tomar acciones y corregir
las que se puedan y vivir sin dilemas con las que no se
puedan.
¿No le parece lo mejor?.
La mayoría de las personas que participamos en la
vida política es porque somos medio simpáticos, a
pesar que esa simpatía y cariño que dicen algunos
que tenemos sea producto de nuestro dinero, posición y
prestigio que les servirá mucho más a estas
aves de
rapiña que se nos pegan o pegarán en el camino que
a nosotros mismos.
Pero como cada día nos enfrentamos con diversas
personas, tanto las de nuestro equipo como las de las comunidades
a las que acudimos para decirles que estamos dispuestos a
arriesgar nuestra vida por ellos, será muy fácil
hacer un pequeño examen de conciencia con
esas actitudes que vemos de ellos hacia nuestra
persona.
Y siguiendo uno de los tantos consejos de Confucio
cerremos nuestros ojos, ajustemos el cinturón de nuestro
asiento, para no caernos de las sorpresas que nos aguardan en
este viajecito interno, y recemos, oremos y pidamos ayuda al
Creador, pues este gran pensador y filósofo chino nos deja
advertido lo que tenemos que hacer al respecto.
"El hombre
superior se observará a sí mismo cuando esté
solo. Y procederá a examinar que no haya nada malo en su
corazón, para que no haya causa de
insatisfacción consigo mismo".
Esto no es otra cosa que tenemos que aprender a
reconocer que en nosotros mismos descansa el afecto,
cariño, apoyo y votos que nos tengan a bien otorgarnos los
ciudadanos.
Ya lo dijimos, anteriormente, que es muy difícil
votar por o tenerle alguna consideración a un maleante,
bribón, prepotente, antipático, cobarde y ruin ser
humano.
Pero esos elegantes atributos son una propiedad del
carácter y personalidad
de cada quién, sujetos, por eso mismo, a cambiarse,
ocultarse muy bien y surgir como todo lo contrario para beneficio
de nuestros futuros votantes.
El problema es que debemos sacar totalmente a la bestia
y al diablo que llevamos adentro, pues si sólo lo
adormecemos mientras dura la campaña política, al
nada más llegar al poder público esa personalidad
real espantosa que tenemos resurge con fuerza
vengativa.
Y quien paga el pato no es otro que el aguantador y
abusado pueblo de nuestro país.
Una persona segura de sí misma, que es el primer
requisito de un verdadero y duradero líder y conductor
nacional, debe tener una personalidad equilibrada y
confianza.
¿Qué pensar de un divorciado o de aquel
que tiene hijos fuera de matrimonio?.
¿O del que no ha tenido estabilidad laboral?
¿De un vicioso que depende del cigarrillo, del licor, de
las drogas, del
naipe, de las mujeres o de cualquier otra incontrolable
manifestación de debilidad?.
Un ser humano excepcionalmente seguro, equilibrado y
confiado en su personalidad está siempre controlado en sus
pasiones y sentimientos.
Es decir que no grita desaforadamente cuando la
tensión llega al máximo, ni tira cosas, revienta
puertas, amenaza por doquier o saca la pistola para sentirse
seguro de sí mismo.
¿Conoce usted a alguien que en un altercado entre
conductores de vehículos para, se baja con su arma en la
mano y dispuesto a quebrarle la madre al que se le
enfrente?.
Ese no puede ser un buen líder.
Pero aquel que le mienta la madre a otro, que hace
señales con los dedos y el puño, pero que
rápido recupera el buen humor y el apetito, ese es alguien
que puede trabajar en su conducta y sin
llegar a ser un liderazo tiene madera de
acompañante en el Gobierno.
El adecuado líder es aquel que demuestra
confianza y credibilidad con las personas que lo buscan y
solicitan y que reciben el apoyo personal de
él.
Aquel que justifica su accionar no sirve para
nada.
Aquel que pide disculpas antes que permiso, ese
sí tiene futuro.
Pero aquel que visualiza las cosas y es capaz de
diseñar, dirigir y persuadir a varios de
acompañarlo en equis aventura, ese es el bueno, el seguro
de sí mismo y el que va a estar dispuesto a tenderle las
manos a sus acompañantes si hay resbalones o caídas
no previstas.
La persona que se asusta con las multitudes, de
más de diez personas, no digamos de cientos y miles de
ellas, y que trata de tener todo bajo llave y control,
fiscalizando a los demás, no es más que una
caricatura de líder.
No sirve para nada, pues en su desconfianza demuestra su
debilidad.
A nadie nos quitan lo que nos pertenece.
Los ladrones nos podrán quitar lo que tenemos
pero debemos de asumir que únicamente servimos a un
propósito que escapa a nuestra comprensión y pronto
seremos resarcidos con creces de esa temporal ausencia de bienes
materiales.
Los que no saben perder en lo simple, en un juego, en un
compromiso, apuesta o meta, no podrán generar confianza en
los débiles, en la masa humana y en las comunidades, que
son precisamente nuestro objetivo ya que ellos son los que siguen
ciegos al fuerte, al seguro de sí mismo y al que puede
demostrar que pierde sin rencores y sin ataques, mucho menos
justificando lo que no tiene justificación.
El que tiene capacidad para devolver limonada de los
limones que le lancen, ese es el bueno.
Es decir, confiado en su capacidad, no responde al
insulto con insultos ni con prepotencia, sino con ingenio explica
las cosas de manera comprensible, dejando al otro o a los otros
en entredicho.
Los que delegan las responsabilidades y están
seguros de
confiar en los demás, son los que obtienen los mejores
resultados de la gente, pues tienen la capacidad de valorar a los
que los rodean y les dan la confianza necesaria para hacer las
cosas bien hechas.
Ahora bien, a pesar de saber delegar responsabilidades,
hay personas que no pueden con esa delegación y ellos
mismos se eliminan solos.
Y si las personas extrañas, que no saben que
usted pretende ser el próximo gallo, lo miran, se
ríen de su persona y hablan de lo que representa, y
chismorrean, tenga por seguro que mejor habrá que
dedicarse a la pesca y no a
la política de grandes ligas.
Y si no le gusta preguntar, indagar o pedir
instrucciones, y le salen bien las cosas y es felicitado
constantemente por sus contribuciones, usted es el
indicado.
Proclamarse líder no es cosa suya, ya que la
propia gente que lo ha rodeado lo tiene que percibir y tratar
como tal.
¿Así ha pasado con usted y la gente lo
respeta porque su opinión normalmente es
correcta?.
¡Que bien!.
Vamos con buen paso.
Hágame el favor de comunicarse conmigo y
tómeme en cuenta porque, si es así su forma natural
de ser, usted puede ser el próximo Presidente y que mejor
que yo esté en su equipo.
¿No le parece que me debe por lo menos
eso?.
Cuidado y no vaya a ser ingrato porque la ingratitud es
la muestra de los
pusilánimes y de los hipócritas que suelen esconder
sus bestialidades en momentos de elecciones.
Si la idea de pasar una velada o jornada sólo,
sin compañía, le provoca normalmente incomodidad,
molestia y algún grado de pánico,
ya empezamos mal. Pues si ni usted se aguanta, imagínese a
los demás.
Ahora bien, si puede administrar su tiempo para gozar
con algún pasatiempo o distracción cuando
está solo, pero no pasa más allá de lo
normal en esa pequeña diversión (normal es que no
descuide su vida por el pasatiempo, pues entonces ya es un vicio,
y eso sí es tremendamente malo para quien pretende liderar
un movimiento o
un país), eso significa que es capaz de compartir con su
ser interno las cosas sin conflictos,
penas, temores o pánicos.
Y por lo tanto si usted se acepta en la intimidad, los
otros lo harán por igual.
Acostumbra irse a tumbar a su cama o sofá cuando
está de bajón, con problemas o medianas
dificultades y se duerme, entonces usted evade, se esconde y
oculta de la vida.
Y eso no está bien.
Pero si en situaciones difíciles o de
aburrimiento usted es capaz de estar tumbado en la cama, en el
sofá o en cualquier lugar, y logra meditar, imaginar y
analizar la situación, su ser interno le dará la
luz para la
solución adecuada.
Si empieza a llamar a sus amigos, conocidos o familia
por teléfono, sin ninguna razón
sólo porque no hay mejor cosa que hacer, es una excelente
manera de relaciones
públicas, pero como no tiene sentido cuando lo hizo,
el problema es que el vacío que usted sentirá le
indicará que no se siente muy bien sólo y necesita
oír la voz de sus conocidos.
Esto no está del todo mal.
El problema es que esas llamada sean sin ninguna
razón y constantes y febriles.
¿Cómo darnos cuenta de ese
momento?.
Cuando las personas a quienes intentamos hablarles se
nos nieguen, nos traten de despedir rápido y nos contesten
en tono no tan amigable.
Eso sólo nos indicará que los aburrimos y
hasta los tenemos hastiados de nuestra insistencia.
Si reniega mucho de su trabajo, actividad o de su
ocupación, es bueno que empiece a buscar otra cosa, pues
rápido viene lo serio y no hay peor cosa que estar
haciendo algo que nos disgusta.
Pero si disfruta, goza y así luce en su trabajo,
actividad o en las ocupaciones diarias, usted está
plenamente satisfecho con su potencialidad productiva, y usted
está muy cómodo consigo mismo.
Felicitaciones.
Es bueno que tratemos de pasar un rato con nosotros
mismos a solas, divagar la mente y dirigirla es el mejor modo de
encontrar respuestas a la vida.
Claro que pasar mucho tiempo adentro de nuestro ser, es
parecido al escape de las drogas, todos
los extremos son malos; el único que no es malo es el de
no fumar.
Aunque debe haber otros.
Si es normal verlo a usted compartiendo y hablando con
extraños, y piensa que las cualidades de la mayoría
de las personas son más que los defectos que pudieran
tener, y usted disfruta compartiendo sus ideas, pensamientos,
experiencias, escritos y otras posesiones con los demás;
no hay duda al respecto.
Es usted relativamente dueño de su temperamento y
por lo general se mantiene feliz, contento y nunca a la defensiva
de los demás.
Pero si cree que cuando las personas en una
reunión murmuran entre sí lo hacen porque hablan de
usted, y acepta con frecuencia que hay pocas esperanzas de
solución a la vida en general, o busca corregir a los
niños de una manera estricta y muy disciplinada, y que
aquellos días de su niñez fueron los más
alegres, tampoco hay dudas.
Se hace indispensable ponerse en manos de un buen
terapeuta en la conducta
humana.
Las crisis a nuestro derredor nos permiten conocer de
primera mano nuestra amarga o dulce realidad.
Como seres humanos que somos, sujetos a los vaivenes de
la sociedad, costumbres, herencia y
genética que nos controla casi todo, con las crisis,
dificultades, conflictos y apuros, nos templamos en nuestro
carácter y normalmente actuamos de acuerdo a nuestras
limitaciones internas.
Es decir que ahí, en los momentos de mayor
tensión, podemos ser calificados íntegramente y
salir de dudas con respecto al valor, a la
ecuanimidad, a la confianza y al grado de liderazgo que
realmente tenemos.
Los que se asustan, desconfían y la curiosidad es
lo que los mueve en las dificultades, deben ajustar su emotividad
y trabajar duro para enfrentarse a la vida con
decisión.
Los que se asustan, porque es normal estar temerosos
ante los conflictos, pero no corren a esconderse o a ponerse bajo
el resguardo de alguien más, y se enfrentan con
algún grado de valor, van por buen camino.
Ahora el que se asusta, pero asume el control y dicta
rápido acciones a tomar, tratando de infundir valor a los
que lo rodean, ese es el verdadero líder.
¿En dónde está usted?.
¿Se siente cómodo consigo
mismo?.
Y pasando a otra cosa, importante y casi vital en la
vida de un político, y no digamos en la del Gobernante,
tenemos que vernos en el centro de un gran problema o serie de
problemas.
Todos nosotros, en el transcurso de nuestras actividades
diarias, nos hemos enfrentado con problemas, algunos más
serios que otros.
Y si hacemos un pequeño análisis de esas
situaciones y tratamos de recordar, lo más exactamente
posible, cómo las manejamos y la manera en que salimos o
nos metimos en más problemas, eso nos ayudará a ver
qué fue lo equivocado o correcto que hicimos.
Las crisis, dificultades y conflictos son y ocupan la
mayor parte de la vida de un político.
¿Qué tan bien se ha comportado usted con
las crisis?.
¿Qué tan bien cree que se puede comportar
con las crisis nacionales, de gobernabilidad y las sociales de su
país si usted llegara a ocupar la Primera
Magistratura?.
¿Será posible que usted no sea más
que un ratón y un timorato más e incapaz de
enfrentar crisis?.
Como seres humanos tenemos a nuestra disposición
cinco sentidos.
De todos es conocido el gusto, tacto, vista, olfato y
audición, como parte de nuestro desenvolvimiento,
comunicación y desarrollo interhumano.
Pero no hay que dejar de mencionar que además las
personas, por tener una mente despierta y atenta a todo lo que
ocurre a nuestro derredor, también contamos con cualidades
que algunos han llamado sentidos de la mente, que nos permiten
interactuar de otra manera entre nosotros mismos.
El sentido común, la memoria, la
reflexión, la imaginación, la creatividad y el
ensueño, son aptitudes y sentidos que conforman nuestro
ser interno y que siempre, queramos o no, están a nuestra
disposición.
Por supuesto que como todo lo que poseemos en nuestro
cuerpo, mente y sentimientos deben estar sujetos a la
práctica, pues algo que no practicamos o no usamos pierde
agilidad, y por eso la destreza y habilidades se minimizan hasta
atrofiarse por completo cuando no las usamos o no las ejercitamos
como deberíamos.
También tenemos otros sentidos, más como
atributos del sentimiento y la conciencia, que
capacidades.
Y adentro de estas manifestaciones del sentimiento
están las dualidades, tan peligrosas, como lo son las
parejas que en una misma línea van de un polo al
otro.
Polos que hemos dado en llamar, a sus extremos,
positivos y negativos.
Las polaridades amor-odio,
valentía-cobardía, honradez-inmoralidad,
bondad-maldad, servicio-indiferencia, y una larga lista de
parejas, conforman nuestro carácter y moldean la
personalidad que exhibimos públicamente.
Si logramos integrar estas tres partes, las del cuerpo,
de la mente y la de los sentimientos, será cosa sencilla
enfrentar los grandes retos, las crisis y los dilemas
nacionales.
Pero si dejamos que nuestras acciones se vayan
más del lado negativo de nuestros sentimientos, nos
será sumamente difícil superar el terror, la
inmoralidad, la maldad y la indiferencia.
Y eso nos impedirá actuar con la soltura de un
verdadero líder, estadista y gran conductor de la
nación.
La astucia, más como sutileza que como
picardía, y encaminada hacia el uso inteligente de los
errores y horrores de los demás para nuestra causa,
debemos enmarcarla adentro de la simpatía y audacia, pero
sin llegar a la imprudencia y mucho menos a la
chabacanería o vulgaridad.
Y, si las personas que nos rodean nos dan muestras, por
medio de sus sentimientos y no por sus sentidos físicos, y
realmente sentimos nosotros que hay gran comodidad, poca
hipocresía y mucha confianza hacia nosotros, entonces
podemos estar seguros que ellos, los que nos buscan sinceramente
y que bromean con y ante nosotros, lo hacen porque se sienten
cómodos con nuestra manera de tratarlos.
Y ese es el único indicativo para asegurar que de
verdad vivimos y estamos cómodos con nosotros
mismos.
Es difícil, y debe ser tremendamente
decepcionante, comprobar que nos buscan y nos rodean
únicamente por ver que nos sacan, por hipocresía y
por el puro interés del momento.
Ese ser interno que todos llevamos adentro, y que
normalmente hemos tratado de mantener lo más alejado
posible de nuestros amigos, familiares y no digamos de la
opinión pública, es realmente lo que somos y lo que
nos moldea y que hace que actuemos como lo hacemos en un momento
de crisis, de problemas y enfrentados a las dificultades
intempestivas.
Por mantener oculto y separado de nuestra vida
pública a nuestro ser interno, hemos colocado una gruesa
capa, si fuera posible de hierro o de
concreto, para
formar con ella una especie de armadura o coraza que nos
mantiene, según la estupidez del ser humano, protegidos de
nuestras debilidades.
Pero olvidamos que en los sentimientos está la
verdadera fortaleza, desarrollo y vitalidad de nuestro ser, ya
que la
comunicación interpersonal sólo se consigue por
medio de los sentimientos mutuos de respeto, simpatía y
confianza entre seres humanos.
Claro que la comunicación interpersonal puede ser
hacia la aceptación, el rechazo o una combinación
hipócrita entre esos extremos.
¿No hemos oído decir
"lo trago pero no lo mastico"? Queriendo expresar que
más por educación o por algún interés
hacemos el esfuerzo por estar con equis o ye persona, pero que si
realmente tuviéramos la libertad de elegir, de seguro lo
rechazaríamos.
Y entonces por eso es que vemos a la mayoría de
paisanos, que han escondido sus sensibilidades, actuando
más parecidos a unos robots que a seres humanos, y a otros
que regaladotes en sus efusiones, sólo chillando se
mantienen pues andan con sus sentimientos en las manos y a flor
de piel.
Los sentimientos los debemos de llevar muy bien, con
mucho orgullo y sin estarnos cuidando que nos lastimen, pero en
donde corresponde que estén.
Y su lugar no es otro que en el
corazón.
Las manifestaciones de la mente no las podemos tener en
otro lugar más que adentro de nuestra mente, nuestro
cerebro e
inteligencia.
Ese es su lugar.
Pero si andamos de regaladotes y con las cosas fuera de
su lugar, seremos presa fácil del fracaso en las crisis,
ante la ciudadanía y de frente a la terrible
opinión pública que no perdona a los
pusilánimes, a los vulgares y a los poco
inteligentes.
El otro gran enemigo del ser humano, pero principalmente
del político que pretende llegar a tener lo más
rápido posible la miel del poder en sus manos, no es otra
cosa que el complejo de inferioridad.
¿Cómo podemos saber si sufrimos de este
perverso mal?.
Una manifestación muy fácil de
interpretar, en este sentido, es el sentimiento que se nos
despierta cuando conocemos personas nuevas, experiencias y
cosas.
Si nos da una especie de turbación, miedo o
ansiedad al estar en presencia de personas que no conocemos, o
simplemente nos perturbamos y alteramos ante nuevas experiencias,
normales por supuesto y nada del otro mundo, y ante cosas, eso
sólo significa que tenemos que controlarnos más y
fijarnos que estamos a punto de manifestar lo que manifiestan las
personas afectadas por el complejo de inferioridad.
Otra cosa que es fácil también de
corroborar es hacer una introspección para analizarnos muy
bien, en el sentido de revisar si hemos sido sujeto de frecuentes
fracasos y fiascos.
Frecuentes podemos dejarlo en un número de
repeticiones que representan más de lo normal de ocasiones
al compararnos con otras personas en igualdad de
condiciones.
Sin confundirnos con las experiencias frustrantes que se
dan en los procesos de
instrucción, o cuando metemos las patas cuando estamos
aprendiendo un oficio, arte o ciencia.
Pero si la cosa es y va más allá de lo
normal (y normal puede ser la media que se da con otros
compañeros metidos en la misma actividad), hay que buscar
ayuda lo más rápido posible.
El que bromea, fastidia y molesta a los demás, si
no tiene capacidad de aguantar la jodarria, bromas y asedio que
le hacen, no sólo sufrirá mucho sino que
está demostrando su complejo terrible de
inferioridad.
Y si andamos siempre presumiendo de esto y de aquello, y
nos lucimos públicamente que somos amigos
entrañables de fulanito y menganito, normalmente esos
mencionados son muy importantes, y que sin nosotros nadie puede
vivir ni arreglárselas, ya salió de nuevo el
acomplejado.
Pero para terminar con este pequeño examen de
conciencia y determinar el tamaño de nuestros complejos,
bastará con contestarnos, lo más honradamente
posible, a lo siguiente:
- ¿Le gustaría cambiarse por otra u otras
personas y ser esa o esas personas?. - ¿Le gusta y se goza con los fracasos de otros
compañeros?. - ¿Cuánta pena, vergüenza o
turbación le causan sus familiares, algunos amigos o
compañeros? ¿Mucha, poca o ninguna?. - ¿Cuándo usted se observa en alguna
vitrina o espejo, está normalmente arreglado, rasurado,
bien peinado, con sus zapatos lustrados, ropa adecuada, bien
combinado o con su cara empurrada y el ceño
fruncido?.
Y de verdad, para concluir este subtítulo,
sólo hagamos un pequeño repaso por nuestra
libertad, independencia y sentido del humor, así como por
las consideraciones, en estos mismos temas, que tenemos de
nuestros amigos, compañeros y público en general,
es decir los votantes y sus familiares que influyen en el que
vota.
La persuasión y el arte del convencimiento son
las armas del
líder.
Y la discusión o discutir, rivalizar y oponerse,
sin la aceptación de las cosas buenas que los otros tengan
y establecer líneas de separación en vez de unidad,
son las armas del acomplejado y del embaucador.
Las consultas, los consejos y las guías de otros
con más experiencia que la nuestra, que nos tienen aprecio
y que siempre nos lo han manifestado, y que las recibimos para
saber tomar decisiones en las cosas que nos enfrentamos, nos
permiten pararnos equilibradamente con nuestra propia percepción.
Esta actitud es la única muestra de independencia
y libertad que todo verdadero líder y político
decente debe lucir.
Y el libertinaje, no es otra cosa que creyendo hacer uso
de nuestra independencia y confundida libertad, nos sintamos el
gallo del corral y, por el complejo y el ego crecido, nos vayamos
de boca a la primera finta sin pedir consejo o desoyendo lo que
aquellos que nos aprecian nos dan.
Estar en armonía con amigos, cuates del alma y
compañeros, no digamos con la familia y
seres queridos, es muestra de un buen equilibrio.
¿ACASO ES USTED
COMO EL ALKA SELTZER?, ¡EFERVESCENTE!
Y así, como esa pastilla blanca que, al contacto
con el agua, o la
humedad, empieza a hervir y a borbollar, somos algunos que no
aguantamos la crítica, la jodarria, las bromas o
sencillamente que se metan con nosotros.
En política, y en el camino hacia la Presidencia
de la República, es un pecado mortal perder la compostura
y encenderse o ponerse a hervir con algo que nos llegue al
alma.
El ciudadano o la ciudadana que no haya podido amarrar y
mantener escondido a su diablo interno por medio de la
comprensión de los demás, está condenado a
ser señalado de irascible e inaguantable.
Y con tales locos lo que hay que hacer es alejarse a
toda máquina y no tomarlos en cuenta en nuestras
actividades.
Claro y por supuesto que todos somos y estamos sujetos a
mejorar y a superar esas condiciones de exasperación que
llegan al límite permisible con las personas
públicas y líderes políticos.
El grado que tengamos de madurez mental, física y emocional,
unidas esas tres condicionantes de y en nuestra personalidad
política, es sumamente importante para desenvolvernos en
el ambiente tenso
y terrible de la política criolla; ya que al menor
descuido que otros vean en nosotros, y no importa si del mismo
bando, partido o grupo y hasta equipo, tirarán a matar y
buscarán desacreditarnos en nuestras
posiciones.
Para calmar nuestra calenturienta energía y dejar
de ser efervescentes, agitados y exaltados, como en muchas
ocasiones hemos lucido ante propios y extraños, es
necesario revisar internamente algunas actitudes que hemos tenido
y la reacción que ha provocado eso en nosotros para
aprender de estas interioridades, así como de lo que hemos
visto hacer a otros en igualdad de condiciones.
Cuando se nos critica, se burlan de nosotros y nos
llaman la atención, no debemos sentirnos lastimados
profundamente, pues eso hará que reaccionemos en cadena y
explotemos intentando hasta matar al desgraciado ese que se
atrevió con nosotros.
NO.
Al contrario, nos guste o no, por lo único que
deberemos luchar, hacer y mantener es por una actitud
abierta.
¡Absolutamente A B I E R T A!
Y que no se nos olvide por nada del mundo.
Así que: las críticas
¡bienvenidas!.
Las burlas tomémoslas como parte del aprendizaje
y de consejos gratis de los demás.
Y las llamadas de atención las debemos de
internalizar.
Todo eso, las críticas, burlas y llamadas de
atención tienen una causa, busquémosla y que esa
sea nuestra primera reacción.
Tratemos, y esforcémonos en ello lo más
que podamos, de buscar en la tranquilidad de nuestra intimidad
tal respuesta.
Si logramos dar con la
motivación de esas actitudes que sentimos, aturdidos y
en nuestra locura por lo que alguien osó decirnos, como
parte de un gran complot en contra nuestra, ya logramos dos
cosas. Una, no perder los estribos como acostumbrábamos, y
dos, que estamos haciendo limonada con los limones que nos
tiraron.
Vea usted que importante es ponerle atención
más a las burlas, críticas, chistes y llamadas de
atención que a los piropos, lisonjas y halagos, pues
adentro de lo que creemos, torpes de nosotros, como ataques
producto de la envidia, lo que realmente está es la verdad
de nuestro errático proceder.
Posiblemente hemos sido nosotros mismos, con actitudes
intolerantes, abusivas, de mal carácter o por nuestros
sentimientos y emociones mal controladas, los que hemos dado pie
a tales críticas y señalamientos.
¡Cómo nos vamos a molestar o a ponernos
como la gran flauta si nos vieron borrachos y orinando en las
calles y nos lo dicen, se burlan y nos sacan chistes y bromas
pesadas!.
La gran mayoría de las críticas, burlas,
chistes, chismorreos, bolas, lengüetazos, mala fama y
llamadas de atención que otros nos hacen el gran favor de
hacernos, ¡sí señor gran favor nos hacen!,
son merecidas, justas y expresan la opinión de cómo
nos ven los otros realmente y no cómo nos disfrazan esos
mismos defectos o acciones nuestros amigos, parientes y corte de
lambiscones, que en política eso es lo que pierde o hace
perder la dimensión a los líderes, esa recua de
"incondicionales" que, por no perder su influencia, ninguno se
atreve a hablarle claro al líder para no ser el portador
de "malas noticias" y quedar, según el tontuelo, como ave
de mal agüero.
Ahora bien, y pongámosle mucha atención a
esto por favor, una cosa que en política, como en las
finanzas y en
el amor, habrá que desechar, lo antes posible, es la
superstición.
Que si nos levantamos con el pie equivocado, nos lleva
la gran diabla en equis o ye cosa.
Que si botamos sal o rompemos un espejo o nos pasa un
gato negro enfrente, ya nos cargo la grandiosísima
gran…, usted ya sabe a quien le echamos la culpa y a quien nos
referimos.
Pero nada de eso tiene que ver con lo mal o bien que nos
vayan las situaciones.
Vea usted qué cosa más grande tenemos que
si Dios hace que la lluvia y el Sol caigan sobre buenos y malos
¿qué supuesto poder maligno, terrorífico y
febril pueda haber en las supersticiones?.
¿No cree acaso usted en Dios?.
Entonces porque darle poder y credibilidad a una cosa
inferior al TODO que es Dios.
Claro y por supuesto que si le ponemos el suficiente
coco o atención al gato mugriento, o a la consecuencia de
pasar bajo una escalera o de haber puesto el pie en la raya del
piso y a que todo eso nos traerá alguna mala consecuencia,
y nos ponemos nerviosos y nos dejamos impresionar negativamente,
por el mismo poder emocional que tenemos internamente, algo nos
va a salir mal y equivocado.
Pero nada tiene que ver esa serie de supersticiones,
hechicerías y fetichismo en nuestra buena suerte o mala
pata.
Buena suerte se le desea al que compra números de
lotería ¡y punto!.
A un político, y en este particular caso al
Señor Presidente, lo que lo guiará, para bien o
para mal, sólo será su reputación,
simpatía, inteligencia y habilidades emocionales que ponga
al servicio de los seres humanos que componen la
nación.
¡Qué calamidad que las cosas funcionaran de
buena o de mala suerte para los políticos!. Nosotros, los
que nos dedicamos a hacer y vivir de y para la política,
lo que tenemos son oportunidades y debemos aprender a
reconocerlas y a verlas en donde los otros, principalmente los
opositores nuestros, no las ven.
Así que nada de desearnos, a los políticos
o, lo peor, entre los políticos, buena suerte en nuestras
actividades.
Es nuestra capacidad y la seguridad con la que salgamos
a emprender nuestras diligencias lo que nos dará el
éxito, triunfo y satisfacciones, y no algo afuera de
nosotros.
Echarle la culpa a otros, afuera de nosotros, y no a
quien verdaderamente la tiene o pueda tener, que muy bien
pudiéramos ser nosotros mismos, no demuestra más
que un grado de inmadurez de gran tamaño.
La madurez se manifiesta en nosotros, y es notada por
los que nos rodean, si sabemos exactamente qué queremos,
dónde nos vemos en unos años y qué tendremos
en ese futuro que podemos imaginar.
Ya que eso denota seguridad en nuestra capacidad y en la
fuerza familiar que nuestra pareja, hijos y demás
parentela nos han proporcionado, la que, junto a la adquirida en
la vida por las experiencias propias y ajenas, el calor de los
amigos y de enemigos, de la sociedad y de cuanto nos ha rodeado y
hayamos sido capaces de interpretar, todo eso nos ha dado una
coraza de seguridad, capacidad y sobre todo auto estima y una
auto imagen apropiada para enfrentarnos a cualquier cosa que se
nos presente por delante.
Así sea el mismísimo demonio en
persona.
Ser, y mantenernos agradables para los que nos rodean,
es lo más importante y el freno más fuerte que
tendremos a la hora de las subidas de carácter y sobre
todo ante las irritaciones que normalmente hacen que perdamos o
podamos perder el control de nuestros actos.
Pero la simpatía, y ser agradables, no es cosa de
andarse forzando ni de andar con la mueca de una sonrisa en la
boca, pues eso denota, aparte de otra razón más
para que se burlen de nosotros, un acto de irrespeto hacia
nosotros mismos.
Esos famosos sabelotodo, o los que en la menor
oportunidad nos recuerdan que ellos tuvieron esto, aquello y
cualquier cosa, o los que conocen a medio mundo, esas personas de
agradables o simpáticos no tienen ni rosca.
Ese sentimiento que hemos sentido cuando estamos en la
presencia de uno de ellos, es lo que debemos evitar que se sienta
por nosotros.
Entonces evitemos, a como de lugar, comportarnos como se
comportan los necios, los escandalosos y los
fanfarrones.
Para mantenernos agradables a los demás y que se
nos busque o invite a reuniones, debemos estar seguros de no caer
en interrupciones cuando otros hablan, criticar las cosas,
burlarnos en exceso de nuestros acompañantes, presumir de
lo que hacemos y tenemos, mencionar amigos y parientes poderosos
y/o famosos, menospreciar las actividades o actitudes de los
otros, o bien cualquier otra sandez de las que hemos visto que
hacen los antipáticos, insoportables, fastidiosos,
aburridos, pesados y odiosos cuates o cuatas que se pasan de la
raya en las reuniones y que nos caen como patada en los…, ya
sabe usted dónde.
La persona que se preocupa de manera exagerada por sus
emociones, sentimientos y actitudes es una que vive atada a la
rueda de su ser interno, y este tipo de seres humanos son
conocidos como introvertidos.
Aquellos otros que nada les preocupa y que le gusta la
acción
y el mundo en general, son señalados de ser
extrovertidos.
Y hay algunos que se ubican en uno y en otro bando, es
decir son introvertidos y llegan a ser extrovertidos, son mejor
conocidos como ambivalentes o ambivertidos.
Se supone que en esta carrera y profesión, de ser
políticos y líderes, lo que menos serviría
sería una persona inmersa en sí misma.
La primera condición de un político es
mantenerse la mayor parte de su tiempo en el campo de la
extroversión, de la simpatía y de la
agradabilidad.
Porque hay extrovertidos, como los petulantes y
habladores de bazofia y los que no paran de contar sus
maravillosas dotes, que ni son simpáticos ni agradables,
como para que no lo olvidemos.
Mantenernos en una atmósfera de
sociabilidad moderada es la clave en esto.
Y respetar a los miembros de la sociedad en la que nos
desenvolvemos, hace el resto.
El encanto personal, la gracia y la chispa que
estampemos en nuestras presentaciones y primeras impresiones,
permitirán que surja el hechizo y el acto casi de
hipnotismo hacia nosotros por parte de aquellos que están
a nuestro derredor o presentes en actos, reuniones,
mítines o fiestas sociales.
El encanto es más que verse bien y lucir
radiantes, es una serie de elementos que van desde adentro, y
nuestros ojos son ese reflejo, hasta lo de afuera, y nuestra
personalidad es la muestra.
Y tiene que ver con nuestra posición para
escuchar y ser buenos y pacientes oyentes de los
demás.
No hay nada más agradable que otro nos escuche
atentamente nuestras quejas, problemas, aventuras o
locuras.
¿Por qué no ser parte de eso y dejar que
los otros hablen y nosotros escuchar y compartir ese sueño
y esa magia que eso y no otra cosa es para el que habla y quiere
ser oído?.
Claro y por supuesto que todo tiene un
límite.
Y quedarnos por horas oyendo a un fulano hablar de sus
tensiones, miedos y traumatismos, ni que fuéramos
psicólogos o psiquiatras cobrando por hora; y aquí
es cuando con la inteligencia, y nuestra sobrada delicadeza,
podemos desviar la cosa y zafarnos limpiamente del locuaz amigo,
el cual ha quedado tan encantado con nosotros que, no sólo
rezará y orará por nuestro futuro, sino que
hablará y se expresará rebién de nuestra
arrolladora personalidad.
Si nuestro sentido del humor hace que los demás
se sientan bien y suficientemente cómodos, ya la hicimos,
acabamos de hechizar al auditorio.
No hay nada peor que un palo de ser humano que nada lo
conmueve ni el mejor de los chistes o gracias; a ese, a este
pedazo de concreto, lo mejor es dar la vuelta y que se confunda
en sus miasmas.
¿Verdad que es lo mejor?.
Claro que los clavos, problemas y disgustos propios, que
todos los tenemos, son suficientes como para no andar escuchando
atentamente los de los demás.
Pero si sabemos sobreponernos a esta condición
humana de despreciar los problemas de los otros, porque
suficiente tenemos con los nuestros, y demostramos interés
genuino por los sueños, problemas, dilemas y anhelos de
los demás, también la hicimos y mostramos nuestro
encanto.
Acariciar a otras personas no significa mantenernos
tocándolos o sobándolos.
No.
Las caricias más apetecidas por los seres humanos
son las que van con la palabra hablada o escrita, es decir los
piropos, las lisonjas, halagos y mimos que nos hacen.
¡Los apapachos!, pues.
Claro que aquellas personas melosas, que nos empalagan
con sus halagos, que son artificiosas y que se pasan de la raya,
en vez de caernos bien nos caen, como ya lo dijimos en los…, ya
sabe usted el lugar exacto en el que nos caen.
¿Verdad?…
La educación y los
buenos modales, junto a unas palabras de aliento, piropos y
cumplidos, bien dichos, sin altanería y mucho menos en
tonos empalagosos, nos dejan en la mente de los demás como
cumplidos caballeros o sensitivas damas, que no es otra cosa que
encanto y gracia.
Herir las susceptibilidades, sin el menor
escrúpulo, hace de nosotros seres ruines y muy pronto
seremos rechazados por la sociedad.
Esto no quiere decir que hay que herir los sentimientos
de los demás con escrúpulos.
No me entiendan mal.
Lo que quiero decir es que no seamos tan babosos de
herir al ser interno de los demás puesto que ya sabemos la
capacidad de reacción que despertamos en esa persona y lo
lógico son dos reacciones, una, la de la propia persona
herida y la otra, la de aquellos que observaron nuestra
imprudencia, pues contarán las cosas exagerando los
sucesos y los malos y villanos de esa película seremos
nosotros para siempre.
Nos guste, o no, en este mundo, y nuestros países
no son la excepción, vivimos supeditados a las clases
sociales, étnicas, económicas y culturales,
para que no veamos ahí otro problema; pues aunque todos
los seres humanos somos y estamos convencidos de ser iguales,
algunos de nosotros, desgraciadamente en público, nos
comportamos con aires de intolerancia, segregación,
discriminatorios y excluyentes.
Y ser eso, y que nos vean, ya nos llevó la
madre.
El cascarón que envuelve a nuestro ser interno, o
coraza de carne y hueso, mejor conocido como cuerpo humano,
es realmente un templo al que debemos venerar, sin exageraciones
por supuesto, y cuidar con sumo esmero pues es el vehículo
de nuestras emociones, sentimientos y pensamientos.
El par de zapatos que nos ponemos todas las
mañanas, si están sucios los limpiamos; y si ya no
sirven nos compramos otros igualmente de cómodos y
confortables para que nos lleven por los caminos de la
vida.
Por supuesto que si nuestro cascarón o cuerpo
humano ya no nos sirve porque está achacoso, viejo,
cansado y obeso, es hasta ahora imposible cambiarnos, comprar
otro o vivir en uno más joven, confortable y con
suficiente energías, como lo hacemos con un par de zapatos
viejos.
Por eso mismo, por que no podemos cambiar de cuerpo,
debemos respetarlo, cuidarlo y mantenerlo en óptimas
condiciones.
La vanidad y el exceso de orgullo, mejor conocido como
soberbia, en sus extremos, como todos los extremismos, nos
acarrean serios problemas sociales, pues la petulancia como hija
primogénita de estas actitudes, limita la relación
y la intercomunicación personal.
¿A quién diablos le gusta estar en la
misma habitación con un vanidoso, petulante y soberbio ser
humano?.
Ni a otro petulante o soberbio.
Entonces no caigamos en esa línea.
Pero ¿cómo darnos cuenta que estamos
actuando en y con esos excesos?.
Si observamos que los demás nos evitan, nos
rechazan sutil o abiertamente, algo tenemos en nosotros que hace
que las personas se alejen automáticamente de nuestra
presencia; y eso puede ser la señal que nos debe poner
sobre aviso como para revisar, inmediatamente, nuestras actitudes
o preguntar los motivos a alguien sincero.
Será cosa muy dura si nos enteramos por chismes o
chismorreos, chistes o burlas, que somos insoportables, vanidosos
y petulantes.
Hagamos caso de la voz popular y, luego de agradecer
internamente el aviso, pongamos todo nuestro empeño en ser
diferentes, más humildes y por supuesto comportarnos
normales.
La humildad no es la humillación. Que
conste.
Humildad es la capacidad de reconocer nuestras
limitaciones sin poner condiciones ni justificaciones a nuestras
acciones y, junto a ese reconocimiento, viene la
recapacitación y el cambio.
Si no hay reflexión y actitud de alterar
totalmente nuestras actitudes criticadas, no puede haber
humildad.
La suficiencia, como producto de la capacidad, del
ingenio, eficacia,
habilidad y serie de destrezas, sin caer en el exceso de la
mismas, puesto que se convierten en jactancia, vicios, debilidad
y engreimiento, nos debe llevar a meditar en que lo adecuado es
compartir nuestras habilidades con otros y hacer un equipo; y, en
la fuerza de ese grupo, deberían descansar nuestras
virtudes, y las debilidades e impotencias deberíamos de
enfrentarlas entre todos para poder vencerlas.
La autosuficiencia es dañina para cualquier
persona, no digamos para un líder o político que
llegue a ocupar la Presidencia de la República, puesto que
es imposible estar en todo y con todos.
El imbécil, ¡sí imbécil!, que
pretende estar en todo, real y decepcionantemente,
¡está en nada!…
Se entiende que la suficiencia de un Gobernante o
Presidente descansa en las personas y en el equipo que se
conforme en el Gabinete y Gobierno, en donde la amalgama de
habilidades y destrezas de cada uno de ellos serán
dirigidas y controladas, hasta administradas y gerenteadas, por
el señor Presidente.
¿No le parece que así debe de ser la cosa
gubernamental?.
Sería terrible que el Presidente estuviera
atendiendo personas en dónde se emiten las licencias o los
pasaportes, o bien construyendo escuelas y pasando los materiales
para que los albañiles y maestros de obra levantaran las
paredes.
Claro que no hay duda que lo puede o podría
hacer, y sabe el teje y maneje de muchas actividades, pero no son
las propias que tienen que ocupar el tiempo del
Presidente.
Así como debemos luchar por mantenernos
respetuosos y ecuánimes, y agradecidos, ante las
críticas, burlas y chistes o chismorreos, tenemos que
tener la capacidad suficiente para elaborar críticas
constructivas, productivas, benéficas y por sobre todas
las cosas de provecho general.
Sin enojos, mucho menos a gritos y sin pensar en
repartir golpes a diestra y siniestra, nuestras críticas y
censuras hacia los demás deben estar enmarcadas en la
guía, el consejo y la sugerencia sutilmente dirigida, para
evitar impactos negativos, frustración y hasta
traumatismos en aquellos que merecieron nuestra
atención.
La delicadeza es la madre de la vida misma.
Las disculpas son mejores que cualquier otra
cosa.
No hay nada peor en la vida de un ser humano, cualquiera
que sean sus ocupaciones y oficios, que la sedentariedad, la
rutina y lo invariable, y si lo llevamos a la vida
política, social y comunitaria, la cosa se pone peor, pues
la parte socio política de nuestros países demanda ir de
acuerdo a la evolución que se da en la
población.
Para mantenernos alejados lo más posible de la
rutina, aconsejamos una salida adecuada y muy agradable, siempre
y cuando su espíritu sea uno alegre y separado de lo
estático y de lo fijo, y consiste en salir a conocer
nuevas personas, teorías, costumbres y
comunidades.
Hasta podemos experimentarlo buscando una mascota nueva,
si es que ya tenemos alguna o algunas, pues el sentimiento que
nace de un animalito hacia su amo y de este al animal, es algo
diferente y por lo tanto nuevo.
Hay hasta una revolución en la casa con el arribo
de un nuevo perrito o gato.
Intentar nuevas cosas, por supuesto que las que
están enmarcadas en la moralidad y la legalidad de nuestro
país, nos puede ayudar a salir del marasmo al que, a veces
sin darnos cuenta, ya estamos hasta el cuello de
hundidos.
Pero tener novia o una amante, si estamos comprometidos
o casados, como es cosa nueva y hasta placentera –debe
serlo pues me lo han contado unos cuates-, no es precisamente lo
que estoy aconsejando.
Si creemos que hay que empezar por ahí,
también tengamos presente que los problemas que acarrean
tales deslices son extremadamente peligrosos.
Alterar nuestra agenda y salirnos de los horarios
establecidos es un placer de dioses.
Pero y cuidado y lo hagamos tan a menudo que resultado
de eso nos lleguen a tildar de irrespetuosos, incumplidos y sin
palabra.
Con nuestra vestimenta es bueno que de vez en cuando y
en vez del traje y corbata usemos botas, pantalones de lona,
vaqueros o de algodón
y camisas abiertas tipo polo.
Y si nuestra costumbre es andar en mangas de camisa, muy
a lo sport y casuales, vestirnos formalmente con saco y corbata,
nos hará sentir afuera de la rutina.
No hay nada más placentero, según un
amigo, que evadirse de la realidad.
Pero ni borracho ni drogado.
Evadir la realidad, en los términos que quiero
que me entiendan, es cuando nos desconectamos de noticias,
chismes, cotorreos y llamadas por hacer y que nos
hagan.
Pero en política, y ya rumbo al Gobierno, es un
lujo que no debemos ni siquiera pensar en probar, pues es un
pecado mortal estar desinformados, fuera de foco y atrasados de
los acontecimientos.
Ni andar en las nubes ni con los pies tan bien puestos
en la tierra que
nos impida ver nuestros pasos.
Hay que tener los pies sobre la tierra, pero
caminando. Cuidado y nos quedamos estáticos y sin
movimientos; pues de nada sirve que nos ufanemos de estar con los
pies en la tierra, pretendiendo demostrar que nada nos altera, si
no somos capaces de demostrar que los acontecimientos a nuestro
alrededor, o sea la evolución, es y forma parte de nuestro
entorno personal, grupal y comunitario.
Si pudiéramos releer unas cuantas veces este
subtítulo le aseguro que esa efervescencia e ira que le
brota cuando alguien o algo lo cuca o lo irrita hasta
encresparlo, con hacer suyos algunos, ojalá todos, los
ejemplos y guías de esta parte, tenga por seguro que se
acabaron sus días de andar de puro alka
zeltzer.
¿DÓNDE
ESTÁ NUESTRO PEOR ADVERSARIO Y EL MÁS
ACÉRRIMO CONTRINCANTE?
¿AFUERA DE NOSOTROS? ¡O ADENTRO DE UNO
MISMO!
Sí, efectivamente, el peor enemigo es nuestro ser
interno, pues no nos hemos puesto de acuerdo con nosotros mismos
en casi nada de las cosas de la vida.
Que nos respeten, quieran y busquen depende, casi con
exclusividad, del comportamiento, acciones, sentimientos, cosas y el
rumbo que le impongamos a nuestra vida cuando interactuamos y nos
intercomunicamos con los demás seres humanos.
¿Acaso al que le huele mal el aliento
podrá echarle la culpa de su aislamiento a los
desconsiderados que no aguantan el tufo y el mal olor de su
boca?.
Y el malandrín, delincuente o carterista
¿podrá achacarle su detención y
cárcel a los que no colaboraron en su manera de ganarse la
vida o peor aún al policía inconsciente o al juez
atolondrado que le impuso la sentencia correspondiente al grado
de delito cometido
contra la sociedad?.
Con los que hacemos política y estamos en la
carrera presidencial ¿seremos tan ingenuos de culpar a los
poco listos votantes que no lo hicieron por nosotros el
día de las elecciones?.
¡No!.
Toda la culpa es de cada uno de nosotros, que somos
responsables de y por nuestros actos. Y, en ese grado de
responsabilidad, debemos combinarla con la sensatez y buen
criterio de seres pensantes para asumir con suficiente madurez
los hechos reales y cambiar.
Toma todo lo que quieras de la vida que
pagarás por ello.
¿Qué tanto estamos conscientes del
significado del dicho aquel famoso de no hay que ver la paja
en el ojo ajeno sin antes quitarnos la viga del propio para
estar listos en educarnos internamente para lograr cualquier
objetivo de la vida?.
Empecemos con nuestra interioridad y veamos con
qué frecuencia somos llevados de un lado a otro por
nuestros estados emocionales y de ánimo.
…Hoy no amanecí con
ánimo…
Caramba.
Parece que esa frase ha sido la causa de muchos
sinsabores para la humanidad, pues todos los días sale el
sol, corre el agua de los
ríos, los pajaritos cantan y vuelan, sopla el viento y la
madre tierra nos obsequia cada una de sus caricias sin que
temamos que la naturaleza de repente pueda ocurrírsele que
por que está de mal humor o sin ánimo, no tengamos
todos y cada una de sus obsequios.
¿No le parece?.
Entonces es verdaderamente ridículo que nosotros,
simples motas de polvo cósmico, nos pongamos las
moñas y declaremos huelga por una
depresión que nos baja el
ánimo.
Tomémonos unos instantes para observarnos
íntimamente y escudriñar en nuestro interior para
ver con cuánta frecuencia comemos o bebemos más de
la cuenta, o empezamos a echarle la culpa de nuestra
situación a otros o sin otro argumento nos convencemos que
desgraciadamente salimos a la abuela o al tío pues,
nuestro carácter y estados de ánimo, son cosa de la
herencia.
Si usted no puede estar seguro de cómo
será su reacción a una emoción cualquiera, o
a un susto intempestivo, prepárese a aprender más
de su ser interno y no se le ocurra meterse a político
todavía.
El nervioso y los tipos inquietos tienen al enemigo
adentro de ellos mismos.
¿Cómo saber el grado de inquietud,
agitación y nerviosismo que tenemos?.
Muy fácil.
Empiécese a observar y anote lo que
mira.
Cuando conocemos a nuevas personas lo normal es que en
un buen porcentaje disfrutamos de las nuevas experiencias; si en
cambio a usted le causan, la mayoría de las veces,
disgusto, enfado y hasta contrariedad, no hay duda, usted es un
tipo nervioso.
Los sueños friqueantes, mejor conocidos como
pesadillas, ocupan un lugar en el mundo de nuestros sueños
pero en una proporción mínima.
Si usted experimenta muy, pero muy seguido, esas
horrendas pesadillas, empiece a meterse la mano al bolsillo y con
el billete en la mano acuda con el psicólogo.
La buena compañía, los amigos, las cuatas
y las chicas son como lo dice un mi amigo, la sal de la tierra,
pues le permiten salir de la pesadilla diaria y de las tensiones
normales del ajetreo y del corre corre.
Entonces si usted no es capaz de gozar, disfrutar y
pasarla superbién con miembros del sexo opuesto
al suyo, otro punto en su contra my friend.
Las gracias, bromas y la sonrisa en los labios denotan
un buen carácter y un mejor humor, pero si no somos
capaces de evitar las risas en situaciones serias y de formalidad
y circunspección, de veras que estamos jodidos.
Cada una de las cortesías y beneficios que nos
otorga Dios por medio de la madre naturaleza son bendiciones para
la vida de nuestro planeta.
La lluvia, el rocío, el sol, el agua, las
tempestades y truenos como parte de esa serie de obsequios
divinos, nos deben llenar de sentimientos adecuados.
Ahora bien si a usted le disgustan, no hay más
remedio que tiene que respirar varias veces y luego mírese
en un espejo para ver ahí a un tipo emocionalmente con
poco que ofrecerle a la sociedad en lo que a liderazgo y
dirección se refiere.
Nuestras extremidades están diseñadas unas
para caminar, correr y para meternos los zapatos, calcetines y
pantalones; así como las otras para agarrar cosas,
tocarnos, apretar, sentir y para comer, peinarnos, acariciar y
poner el anillo de compromiso y de casamiento.
Las manos y pies, al igual que los brazos y piernas, que
forman las extremidades, denotan exactamente nuestro grado de
emoción y retratan instantáneamente el ánimo
que tenemos en determinada situación.
Si usted no sabe qué diablos hay que hacer con
manos, dedos, brazos, piernas, rodillas, pantorrillas, pies y
dedos de los pies, y no puede mantenerlos quietos más
allá de milésimas de segundo, perdone pero le tengo
una su mala noticia.
Es usted una persona terriblemente cohibida, nerviosa y
atemorizada.
Pero no se preocupe, hay remedio para esas
pequeñeces.
Desde amarrarlo hasta una educación adecuada para
las extremidades y que en las próximas oportunidades usted
sepa qué debe hacer con ellas, menos lo que acostumbra
hacer hasta el día de hoy.
Comerse las uñas de los dedos de las manos, es un
signo de nerviosismo; pero comerse las de los pies, es no
sólo asqueroso y signo de una enfermedad mental, sino que
además es perjudicial tremendamente para la columna
vertebral.
El estómago y los intestinos son las alarmas
naturales de nuestro cuerpo para presagiar tormentas emocionales,
y las nauseas, vómitos,
flatulencias y diarreas lo
que indican no es otra cosa que un alto grado de nerviosismo en
equis situación.
Fumar no sólo es malo para la salud de los demás, y
no digo nada de la del fumador pues si a esta persona no le
importa su cuerpo, qué diablos se le puede decir a un
irrespetuoso de sí mismo, lo mismo que lo que se le puede
decir a un alcohólico o drogadicto; pues bien, fumar en
exceso, uno tras otro de esos excrementosos cigarritos de porra,
así como masticar plumas, lápices, clips, chicles,
pedazos de tape o palillos, ¿qué cree usted que
significa?.
Pues sí.
Intranquilidad, nerviosismo y comezón
emocional.
Simple y llanamente: complejo de inferioridad…, pues
los vicios, las manías y las flaquezas o debilidades, lo
dominan por completo.
Por las noches, a pesar que ya hablamos de las
pesadillas pero no es de eso que vamos a comentar, haga un
recuente de cuánto le cuesta acomodarse y conciliar el
reparador sueño de los justos.
¿Mucho?.
¿Y se la pasa vuelta y vuelta?.
Si así es, está en crisis emocional y no
puede ni siquiera hacer que su ser interno y su cuerpo
físico guarden la mínima armonía entre
ellos.
El sueño eso es.
Ahora bien si ni siquiera le da tiempo para llegar a la
cama y a medio camino se queda roncando como un lirón, es
usted un ser feliz.
Siempre y cuando no esté enfermo, drogado, pasado
de copas o en algún tratamiento tomando medicina cuya
reacción sea la somnolencia.
A lo mejor su cónyuge no sea lo feliz que usted
es al dormir como un lirón, por los tronidos de la
roncadera suya, pero aquí lo realmente importante es
usted, el que puede dormir sin tanta vaina.
Y su esposa o esposo que se aguante con los
ronquidos.
Meterse constantemente las manos a los bolsillos y jugar
con las llaves o monedas sueltas adentro, denotan mucho de lo
mismo.
Es usted un ser humano que no puede contener sus
nervios.
Ahora contestémonos la siguiente cuestión,
pero con la mayor de las sinceridades posibles.
¿Tiene conciencia de qué manera sulfura,
crispa, impacienta y solivianta el ánimo, espíritu
y vida de las personas que tienen la desgracia de toparse con
usted?.
Quizá no lo sepa pero es momento de comprender
porque de algunas reacciones de gente muy graciosa y
simpática con los demás y que en su presencia se
huyen como de la peste.
No me lo vaya a negar, pero usted sí conoce a
algunas personas que son especialistas, parece que nacieron con
ese don, de irritar y exasperar a los demás.
¿Qué tal que usted, sin saberlo
todavía, es uno de ellos?.
Y pongamos algunos casos que a lo mejor tienen que ver
con el que me lee y vea su retrato integro en lo que expondremos,
para que haga un examen de conciencia y recapacitando al
respecto, pueda encauzar en otro rumbo su vida y comportamiento
social, pues sin duda alguna a usted lo rechazan constantemente y
sólo le pasan chibola, como decimos, cuando pueden obtener
algo suyo.
Qué tristeza que ese sea el caso.
Pero que bueno que ahora tenga la oportunidad de recular
y hacer otro papel.
Las reuniones, fiestas y pachangas son para la gente
social y para los alegres que andan en busca de muchas cosas;
pues bien, a media reunión nos pasan un platillo de
boquitas o entremeses que lucen y huelen de lo mejor,
¿qué pensarían los que oyen a un invitado
comentar que ha comido mejores y más sabrosos entremeses
en otro lugar?.
¿No le diría usted, con toda la
razón,… pero ve que hij@… de la tiznada?.
Entonces cuidémonos la boca, pues muy bien
pudimos haberlo dicho en otra ocasión y los que nos oyeron
dijeron eso exactamente que usted mismo diría.
Hablar hasta por los codos es otra forma de irritar
gente.
Pero presumir y lucirnos como los mejores y más
conocedores en materias deportivas, de mujeres, política,
de modas, música y cualquier
otra actividad, no denotará otra cosa más que usted
es un ser al que hay que huirle a toda prisa.
En medio de un grupo de personas, que salga uno de estos
desventurados dispuesto a contar, con el mayor lujo de detalles y
llevándose todo el tiempo del mundo en ello, todo lo
relacionado con un viaje, un partido de fútbol, una
telenovela o un chisme de viejas popof, será cosa terrible
de aguantar.
Y si por educación tuvimos que hacer de tripas
corazón, pronto correremos la voz que con fulanita o
fulanito es un infierno estar en una reunión.
La persona que encuentra en otros la oportunidad de
lucir como lo mejor en consejería emocional, sentimental,
laboral o deportiva, o de cualquier otro tema del que adolezca el
escucha, y abre la boca, para no cerrarla en un par de horas,
eructando consejos, lecciones y sugerencias para tal o cual cosa,
es casi como deben sentirse los que están en las
obscuridades calientes del infierno.
Auxilio.
Por igual, si encontramos a alguien imbuido de
religiosidad, politicidad o cualquier otro extremismo y
fanatismo, no dudemos que nos atrancará de manera infinita
para que oigamos su perorata.
De nuevo ¿quién podrá
defendernos?.
Enseñar fotos, videos y
recuerdos de otros amigos, hijos, familiares o eventos
importantes para el que los carga, no es malo ni perjudicial,
siempre y cuando no sea una cantaleta de horas y horas de
martirio en esa serie de banalidades.
La prudencia, en todo y ante todo, es la madre de la
amistad, del caer
bien y del cariño.
La jactancia, petulancia y el cacareo es la abuela de la
irritación que raya en el encrespamiento y que
rápido llega al encabronamiento.
¡Sí señor! ¡Al
encabronamiento!…
¿No le parece justo quedarse en los limites de
esos atributos?.
Si no hace caso, el suyo es uno perdido.
Qué tremendo cuando escuchamos, ojalá no
haya sido usted esa persona desalmada, que algún
boquiflojo dice con un descaro y desfachatez, hasta como si fuera
lo más natural del mundo hacerlo, y que le espeta a boca
de jarro a cualquiera… caramba qué mal luces,
¿acaso no has ido a consultar un doctor?…
Si tenemos la confianza suficiente para hablar con un
amigo o amiga del alma con respecto a su aspecto y/o enfermedad
que padece, lo podemos hacer y hay que hacerlo en
privado.
¡Por Dios Santo nunca delante de la
gente!.
Y menos con amigos o conocidos.
Apresurarnos y salir al paso de la plática con
aquello sobre que sabemos el fondo de los problemas y las causas
de esas cosas que están pasando, no hará más
que hacernos quedar mal.
Claro que es diferente si estamos en un grupo de
confianza y precisamente analizando y desmenuzando algunas cosas;
pero… en una reunión sólo para darnos el
tupé de ser importantes y conocedores de la vida y
milagros de los demás, es petulancia y una arrogancia
fatal.
Innecesaria mejor dicho.
El aburrimiento es cosa que todos conocemos y
experimentamos más de alguna vez en la vida.
Ahora bien, ser el causante del aburrimiento, del
fastidio y del empalagamiento que, unido al bostezo y a no volver
a estar con esa persona, nos hace quedar marcados de por
vida.
El aburrimiento empieza con cosas tan sencillas como
comentar exactamente nuestra real situación.
Quizá un cura o pastor no se aburran de
oír nuestras miserias.
O un psicólogo, que cobra por oír nuestras
desventuras y desgracias, que estudió y está
preparado precisamente para esta clase de personas, sean los
únicos.
Hasta nuestros padres nos sacuden de su lado cuando
empezamos con las letanías de males y
calamidades.
Por supuesto, no debemos engañar ni tratar de
esconder nuestra situación.
Pero por supuesto que tampoco debemos
detallarla.
¿A quién le importan nuestras debilidades
y miasmas?.
Eso y ese comportamiento son de lo más
aburrido.
No dejar que otros hablen.
Acaparar las cosas y actividades.
Amontonar, almacenar y retener en nosotros todo y no
permitir a los demás la expresión o cualquier otra
manifestación personal que deseen hacer, es fatal y un
golpe seguro a nuestra sociabilidad.
¿Quién diablos invita a tal
insolente?.
¿O tan siquiera quién lo
invita?.
No tener la cortesía de escuchar y atender al que
nos habla, nos convierte inmediatamente en
fastidiosos.
Y un fastidioso, por si usted no lo sabe, impacienta y
exaspera a cualquiera.
Pero usted y medio mundo lo sabe.
¿O no?.
Ya lo dijimos, pero no importa, interrumpir a otros
cuando hablan y cambiar el rumbo de la conversación, a
menos que sea indispensable hacerlo pues si no lo hacemos puede
correr sangre, es
también nefasto.
Cae como patada en…, dónde usted quiera que
caiga, que estando en medio de una línea de
conversación, bien hilvanada y con un fin importante a
lograr por medio de ella algo, que surja un idiota,
¡sí idiota, lelo o tarado! y que meta la pata hasta
el fondo sacando de curso y rompiendo el encanto de todo
aquello.
¿Durante cuanto tiempo aguantamos permanecer al
lado de aquel o aquella que repite la misma cosa o que se la pasa
discutiendo y planteando, de manera detalladísima,
situaciones de su vida, trabajo, oficio o actividades
variadas?.
Pues tengamos cuidado y no caigamos en ese
error.
Ahora revisemos el asunto de la plata, del dinero y del
grado de afección que nos causa y también el
aspecto que tenemos ante los demás por esa misma
causa.
La fama de derrochador es mala para un
líder.
Y no digamos para alguien que quiere ocupar un alto
cargo público.
Pero qué pensaría usted si se sabe
públicamente que el candidato equis es un botarate y que
así como se gasta su propia plata sin ton ni son, con las
finanzas
públicas y el dinero del Estado, deberíamos de
mantenerlo alejado del puesto para el que se postula.
Por supuesto.
La fama de gastador o derrochador es el acabose de
cualquier candidato.
Depender del dinero es fatal.
Y saberlo usar para lo que está diseñado
es de sabios.
O como dice un mi buen amigo, el dinero está
diseñado exclusivamente para ser gastado y no para estar
guardado, o peor para provocar enfermedades en el codo que
llegan a la mente y de allí a la tumba.
Ahora bien, si pasamos a cosas un poco más
profundas, como quien dice nos vamos a internar en un asunto
delicado como lo es el control sobre nuestra boca, será
importante comprender que saber guardar las cosas que
oímos o nos confían es fundamental para nuestra
carrera política.
Quien no tenga en sus activos la confianza de los
demás, puede despedirse no sólo de la vida
cívica y política, sino de casi todas las
actividades productivas.
Los chismosos enredan todo aquello en que
andan.
Y tener el apelativo de tal infamia es tener los dos
pies en la tumba.
Y no creamos que estar bajo esta categoría es
exclusivamente por no aguantar las cosas que nos cuentan sin
salir corriendo a decírselas a los que están
dispuestos a oírnos.
No.
También es contrario a las buenas costumbres
andar por ahí desengañando gente o
desilusionándola.
La vida de una persona metida a dirigente y a
líder es muy especial y requiere un comportamiento
meticuloso, al extremo, que tenemos que tener la habilidad
adecuada para saber exactamente el momento en que metemos las
patas para sacarlas lo más elegantemente posible y zafar
el clavo, la vergüenza y quedar lo mejor ante aquellos que
nos vieron cometerlos.
La popularidad, que no populachero ni ordinario, mucho
menos tosco o vulgar, viene de saber escuchar.
Un buen oyente tiene su público.
Al igual que una persona con la suficiente delicadeza
como para no opacar o hacerle sombra a otros, mucho menos a los
más poderosos que uno ni a los del mismo nivel, pues las
cosas cambian y…
Dios guarde.
Tener el detalle de mantener la mayor atención
sobre niños, jóvenes y ancianos es de suma
importancia pues denotan un alto espíritu de respeto por
los demás.
Si tenemos la oportunidad de salvar los clavos,
vergüenzas y metidas de pata de los demás, pero de
manera sutil y fina, nos tendrán y tomarán por
dioses mismos.
Tener siempre en la punta de la lengua cosas importantes
que decirles a los demás, así como una lisonja y
una atención, con palabras no rebuscadas ni
difíciles, hace que siempre se nos busque pues hacemos
sentir a las personas no sólo cómodas en nuestra
presencia, sino que nos disfrutan verdaderamente.
Mantener el encanto personal sobre los demás es
el fin de un político.
Y empieza con la plena cortesía que, junto a la
gentileza, amabilidad y modales que les brindemos a los
demás seres humanos con que nos topemos, no importa si es
el Presidente, el mayordomo, una ama de llaves, un
albañil, un niño o un anciano, debemos
acostumbrarnos a ser parejos con la cortesía.
Esto es fundamental.
Pero cuidado y se nos note que con unos es fingida y con
otros es natural.
Si no poseemos la capacidad de la naturalidad, estamos
fritos.
Tenemos una gran obligación para los demás
y esto consiste en hacerles ver lo agradables que son y lo grato
que es pasar esos momentos en su compañía; claro si
eso es cierto, porque si no lo es y nos vieron todos los
presentes que estuvimos sumamente incómodos en esa
reunión y precisamente con estas personas, es
ridículo que al despedirnos digamos mentiras.
Simplemente tengamos la cortesía de disimular y
salir de la mejor manera educada posible de ellos y no contemos
tal amarga experiencia, a menos que con eso consigamos un
propósito.
Debemos mantener nuestros dientes brillantes y limpios,
un buen aliento y por sobre todo ninguno de esos olores
nauseabundos del sudor y del pelo sucio.
Por favor seamos cuidadosos con nuestro aspecto que es
el que nos vende.
Nunca, por Dios Santo, nunca utilicemos el yo, mi,
mío, creo que, estoy seguro; porque este "yoismo" es
síntoma de inseguridad y
desprecio por los demás.
Es mejor usar el nuestro, lo nuestro, creemos que,
estamos seguros que; pues denota que somos parte de un equipo,
aunque la gente sabe, por supuesto que lo sabe y eso es lo mejor
de este asunto, que tal equipo depende exclusivamente de
usted.
Como que con esta manera de agruparnos salimos de lo que
normalmente cae mal en otros que gritan desaforadamente ser los
únicos y los que hicieron tal y cual cosa.
Aunque eso sea cierto, cuidado y nosotros cometamos ese
craso y grave error social.
Con las personas de otra etnia, raza,
credo, creencia y tamaño o color, hagamos lo propio y
dediquémosles una especial atención.
Hay que respetar al que sabe, pero hay que respetar
más al que nada sabe.
Según la sabiduría, que comparto
totalmente, del gran Víctor Hugo.
Tampoco que sea algo empalagoso que moleste, no
sólo a estos seres humanos diferentes a nosotros, sino a
los del grupo mayoritario que vivimos y nos movemos en lo
mismo.
El trato especial se refiere a mostrar en público
que nosotros no discriminamos y no excluimos de nuestro
círculo a nadie.
Ojalá sea sincero este paso, y si no lo puede
sentir o hacer sentir lo más sincero posible, es mejor que
se mantenga alejado pues no hay peor cosa que quedar como
hipócrita.
Sonreír y mantener siempre una cara alegre, que
no chistosa ni mucho menos de burla o mueca grotesca que espanta
o hace que los que nos miren se pregunten qué diablos hace
ese bufón con nosotros, es uno de los secretos de hechizar
y encantar a nuestro derredor.
Estar en reuniones tiene que ver con la hora en que
llegamos.
Por supuesto tenemos que haber sido invitados
antes.
O bien que alguno de confianza nos lleve y nos presente
con los anfitriones, a quienes debemos de soltar cuanto
malabarismo tengamos para caerles bien y estar en su
próxima lista de invitados, pues si no es así,
hasta a las personas que nos hicieron el favor de llevarnos los
borran de las listas de esa y de cuantas otras invitaciones hagan
los amigos de esos anfitriones.
La puntualidad es cosa indispensable en la
política.
Aunque hay algunos exagerados en esto que llegan una
hora antes.
Y otros que aseguran que lo mejor para un líder
es llegar siempre tarde, pero tarde es una o dos horas
después.
Según esa rara costumbre, con eso se consigue que
aquellos bravos y enojados, que no pueden aguantar una espera, es
mejor que no estén en nuestra presencia por si algo sale
mal, pero aquellos que tienen la paciencia franciscana de
aguantar la llegada, ellos nos defenderán.
Nosotros no compartimos tal teoría.
¿Se fijó que aunque yo como autor de este
valioso manual es el que escribe esto no dije "yo no comparto tal
teoría?".
Es bueno ir poniendo en práctica lo
aprendido.
Es bueno y adecuado a la vez, tener la cortesía
de llamar o enviar una notita a los anfitriones para hacerles ver
que estuvimos encantados de estar en la reunión a la que
nos invitaron.
Este detalle permite que una vez más
sobresalgamos.
Claro que si usted metió las patas, se
emborrachó e hizo clavos gritando o cantando cuando
estaba, según usted, en lo mejor de la fiesta, es
impertinente mandar tal elogio de la fiesta, pues no sólo
ya habíamos sido juzgados severamente en la pachanga en la
que disfrutamos a rabiar y sin ningún freno, sino que
ahora seremos el hazmerreír de
ellos.
GUILLERMO RUANO GONZÁLEZ
Investigador, Asesor y Consultor en Ingeniería Política y
Comunicación.