- Vampiros
Genéticos - Vampiros
Míticos - Vampiros
Literarios - Características de los
vampiros literarios del
gótico-moderno - Vampiros Sectarios o
Rituales - La Cultura Moche, el vampirismo
hecho rito - Mujeres y Vampirismo. La
Historia las condena - La primera
vampiro - Vampiras
literarias - La mujer detrás del
relato
Las leyendas de
vampiros se originaron de este a oeste en compañía
de las caravanas a lo largo de la ruta de la seda por el
Mediterráneo. De allí se extendieron a Asia y luego a
las tierras Eslavas y los Cárpatos. Los mitos estaban
originalmente más estrechamente asociados con Irán
(Mesopotamia).
Podemos decir que los vampiros están entre nosotros desde
que aparecieron los primeros asentamientos de grandes sociedades, es
decir, según lo que la historia ortodoxa asegura en
Mesopotamia, hace aproximadamente 4.000 años. Junto a
ellos podemos agregar la más amplia casta de seres
sobrenaturales y de ultramundo: espíritus y fantasmas,
demonios, brujas y hombres lobo. Aún así, la
sangre es un
punto esencial en la subsistencia de miles de mitos y ritos a
través de los tiempos y, por consiguiente, la necesidad de
este preciado líquido. Casi en cuanto llegaron los
vampiros a Europa, alrededor
del siglo VIII D.C., el proceso de
cristianización empezó y las leyendas de vampiros
sobrevivieron como mitos. Más tarde los Gitanos emigraron
desde norte hacia el oeste de la India (donde
tienen varios mitos de vampiros), ya allí sus mitos se
mezclaron con los del pueblo Eslavo. Los Gitanos llegaron a
Transilvania brevemente antes de que Vlad Dracul naciera en 1431.
El vampiro aquí era el fantasma de una persona muerta,
que en la mayoría de casos habían sido una bruja o
mago.
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Según Origen y
Características
Desde que las ciencias
comenzaron fuertemente a inmiscuirse en el terreno de la magia,
los mitos y la brujería, por los años 1500 d. C.,
se ha puesto una mirada más objetiva y escéptica
ante estos fenómenos. Ya en el siglo XX, muchos
médicos han relacionado la necesidad de beber sangre con
un grupo de
enfermedades
genéticas, las porfirias, que suelen producir alteraciones
en la piel o en el
sistema
nervioso.
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Las porfirias se producen por un mal
funcionamiento de la secuencia enzimática del grupo
Hemo de la Hemoglobina, la cual transporta el oxígeno
desde los pulmones al resto del cuerpo. Los síntomas de la
mayoría de estas enfermedades son:
– Fotosensibilidad. Este síntoma es el resultado
de la acumulación de porfirinas libres de fierro en la
piel produciendo Hirsutismo (crecimiento excesivo de vello para
protegerse de la luz, incluso en
lugares no usuales y más expuestos, como manos, mejillas,
nariz); alteraciones de pigmentación, por ejemplo los
dientes se vuelven de un color rojo; temor
a la luz, ya que produce que estas anomalías se
agudicen.
– Quemaduras espontáneas de partes del cuerpo, ya
que la sangre absorbe en exceso el oxígeno,
convirtiéndolo en oxígeno atómico (llamado
también oxígeno monoatómico o
singlet-oxygen), el cual es altamente tóxico. Este
oxígeno produce la destrucción de los tejidos, en
especial los más expuestos. Además se puede
ocasionar quema en forma violenta de los tejidos, con
desprendimiento de flama y humo, cuando se expone el enfermo a la
luz.
En definitiva, un enfermo de porfiria no tratado, en
medio del siglo VIII, X, XIII, o incluso XVII, podría
haber tenido una apariencia monstruosa. Manos convertidas en
garras, la cara peluda, y la boca permanentemente abierta por la
falta de labios, los dientes al descubierto y de apariencia
más grande por la falta de encías y donde estaba la
nariz, dos orificios oscuros por donde el enfermo respira
jadeando y fluyendo una secreción sanguíneo
purulenta. Entonces la posibilidad de encontrarse con una persona
que sufría de porfiria, en medio de la noche para evitar
el daño
que le producía la luz, podría haber causado la
impresión, a cualquier espectador, de estar frente a un
monstruo o quien sabe qué tipo de engendro. Tal ente
adquirió con el tiempo el
nombre de hombre lobo,
vampiro… y posiblemente las leyendas se fueron extendiendo y
modificando por el paso de los años y las regiones. En la
actualidad, el principal tratamiento para las porfirias es la
inyección de concentrado de glóbulos rojos,
además del uso de filtros solares, aunque, en verdad, las
porfirias no tiene cura.
Pero en plena Edad Media, la
inyección de glóbulos rojos no era posible.
Aún así, en algún momento los enfermos, ya
sea inducidos por la desesperación o por indicación
de algún curandero, druida o chaman, debieron beber
grandes cantidades de sangre, con lo que se sintieron aliviados.
Por eso, posteriormente por la plebe se extendieron las historias
de bebedores de sangre. El folclore confirma las costumbres
nocturnas de los vampiros y los licántropos.
La naturaleza
genética
de las porfirias y algunas costumbres endogámicas de
algunos grupos
étnicos y entre la nobleza, y otros factores
medioambientales, podrían haber desencadenado la
enfermedad en personas genéticamente dispuestas, y de
aquí la idea de que quien fuese mordido por un vampiro se
convertía en uno de ellos a su vez.
Dentro de la leyenda, es bien conocido el ajo, como
talismán para ahuyentar vampiros. La explicación
científica se basa en lo siguiente. Todos poseemos una
enzima en el hígado llamada Citocromo p-450, cuya función es
remover sustancias no solubles en agua. Es una
función desintoxicante. Se ha demostrado que cuando el
Citocromo p-450 hepático está metabolizando una
amplia variedad de drogas y otros
compuestos
orgánicos, su grupo hemo puede ser destruido. De
hecho, las drogas forman
un complejo con el grupo hemo de la p-450 por alkilación
con un átomo de
nitrógeno. Muchas de las drogas que destruyen el grupo
hemo de esta enzima hepática tienen mucho en común
con uno de los principales constituyentes del ajo y que
además es volátil, el Dialkilsulfito. Esto,
obviamente sugiere que la ingesta o aspiración de ajo
aumenta la severidad de un ataque de porfiria.
A partir de estas investigaciones,
actualmente muchos médicos afirman que los vampiros
bebedores de sangre eran simplemente enfermos de porfiria que
trataban de aliviar los síntomas de su enfermedad. La
fotosensibilidad explicaría los hábitos nocturnos.
Ambas situaciones contribuyeron a rodear de misterio sus
costumbres y a configurar su imagen de seres
diabólicos.
Algunos psiquiatras difieren de esto, como el Dr. R. L.
Vandeberg, aludiendo que "el síndrome y las
fantasías del vampirismo son más frecuentes e
importantes de lo que su presencia en la literatura podría
sugerir". En este sentido, la adicción tiene su base
dinámica en conflictos no
resueltos en la infancia y
también en otros niveles posteriores de desarrollo.
Sea mental o fisiológico, la necesidad de sangre
y la búsqueda de la oscuridad, que dio origen al mito del
vampirismo, fue y ha sido uno de los pilares fundamentales para
alimentar las fantasías de los pueblos y la
búsqueda de la saciedad de oscuros instintos de gran
cantidad de personas a través del tiempo y alrededor de
todo el mundo.
Las leyendas son parte de la imaginación de los
pueblos unida a ciertos sucesos de la vida real inexplicables.
Hay leyendas que se quedan en tan solo eso, pero hay otras que
traspasan el límite de los idiomas, tiempos y lugares. Una
de ellas es la existencia de los vampiros.
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La sangre da origen al , ya que desde tiempos
remotos ha sido considerada como un elemento sagrado,
constituyendo el asiento del alma para la
mayoría de las culturas antiguas. Es el caso de la
tradición babilónica, que explica cómo
el hombre fue
creado con arcilla y sangre de Dios; o del Deuteronomio, que
advierte: "Guárdate de comer sangre, porque la sangre es
el alma". Así mismo, los antiguos semitas (árabes
preislámicos y primitivos hebreo) creían que cuando
sobreviene la muerte
natural, nefs (alma) se mantiene latente en el cuerpo
sobreviviendo gracias a las ofrendas de
sangre. Con posterioridad, una vez instaurado el Islam, incluso
Mahoma hace referencia al "alma líquida".
Incluso en épocas posteriores, en los siglos XVII
y XVIII algunos campesinos y guerreros en Inglaterra y
otros países europeos, creían que bebiendo la
sangre del enemigo ganarían su vitalidad, y en el caso de
las mujeres, las haría más fecundas.
De esta importancia de la sangre, sumada a la posible
relación de los enfermos de porfirias con seres
ultraterrenos, unido a los temores populares y antiguos ritos, el
mito de los vampiros cobró vida, emergiendo como tal en la
Edad Media, para tener su mayor apogeo durante los siglos XVII y
XVIII en Europa
Las características, los hábitos de los
vampiros y la forma de luchar contra ellos, ha variado a
través de los tiempos según la época y la
región. Aún así, todos se han puesto de
acuerdo en que son seres nocturnos, tienen gran poder, beben
sangre, de preferencia humana, la cual es casi el único
alimento para poder sobrevivir, son monstruosos, y aveces
seductores, provienen de las tinieblas o del infierno, poseen
afilados colmillos, y son asociados con demonios, posesiones,
juventud,
inmortalidad y enfermedades.
Los chupasangre han adoptado diversos nombres
dependiendo de la época y la región, los cuales se
cuentan por sobre las 3 decenas (ver recuadro). El más
difundido actualmente es vampiro, palabra que proviene del
vocablo eslavo Upyr o Upierz, que significa
"sanguijuela". Este vocablo, se les dio a los chupasangre
revinientes, en
Moravia, Polonia, Hungría, Silesia y Rusia.
Es importante aclarar que en los siglos pasados el mito
vampírico definió que la transmisión del don
sólo se manifestaba después que el cadáver
del mordido o infectado era sepultado. De ahí que se
asocie el vampiro con su féretro. En siglos
primitivos, los vampiros venían de lugares distintos, como
el infierno, debajo de la tierra, del
cielo, iniciaban su deambular a causa de una revelación
contra lo establecido, o simplemente aparecían, de no se
sabe dónde, para atacar.
El vampiro mítico o de tradición popular
se perpetuó gracias a la literatura, por lo que es
difícil establecer los límites en
cuanto una creencia de un pueblo pasó a ser el tema de
conversación o estudio tanto de eruditos, ignorantes y
artistas literarios.
Actualmente con los avances científicos del siglo
XIX en adelante, la creencia en vampiros ha cesado, aunque no por
completo, y con ella el temor de la gente ante seres nocturnos
bebedores de sangre. Pero aún así, personas en todo
el mundo desean que el mito más imperecedero vuelva a
cobrar vida.
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Las primeras evidencias
literarias o artísticas de vampiros se remontan a Nepal,
llamados Señores de la Muerte, donde se recogieron
testimonios en cuevas cuyos dibujos datan
desde el 3000 a. C., y en Caldea y Asiria, donde se hallaron
vestigios de éstos en tablillas con escritura
cuneiforme.
Como es evidente, desde tiempos muy antiguos se
han relatado historias con indicios vampíricos, pero no es
hasta la época del Romanticismo que
estas toman mayor fuerza e
ingenio. Dentro de los escritos vampíricos,
podríamos señalar también esa suerte de
tratados que se
hicieron a finales de la Edad Media y durante principios la
Época Moderna, en donde se definían los vampiros
como seres que en realidad existían y que deambulaban por
ciertos sectores de Europa atacando, contagiando y matando a las
personas, en especial mujeres y niños.
Pero dejando de lado estas reseñas "científicas y
teológicas" de los siglos XVI, XVII y XVIII,
adentrémonos en la visión literaria, en rasgos
generales, de lo que a través de la historia, y en
especial en el siglo XX, se ha considerado como
vampirismo.
Primero que nada, es imprescindible decir que el vampiro
literario ha sufrido transformaciones a través del tiempo
y el espacio, así como el mundo lo hace también,
haciendo cambiar tanto el arte, como la
cultura en
general. En sus inicios, solo se restringió a relatos casi
mitológicos sobre seres sobrenaturales con
características antropófagas y hemófagas, e
incluso, muchas veces con ciertas características animales. Tienen
estos relatos gran influencia de los ritos de muerte y
sangre, que en muchas culturas se practicaban, como ofrenda a los
dioses, o por el hecho de que la sangre, para varios pueblos, era
el alma, y por medio de ella se podía conectarse con los
reinos de los
muertos, los espíritus, y otros.
Más adelante los vampiros fueron tomando una
imagen con mayores características humanas, hasta que se
llegó a un relato, que forma parte de las mil y una
noches, llamado Honor de Vampiro. Allí, el vampiro
en cuestión es absolutamente humano, por lo menos en
apariencia, ya que sus costumbres son bastante extrañas.
Se consagra la imagen vampírica como de seres en extremo
bellos, sensuales y maléficos.
Ya entrado el siglo XIX, se hallan en Europa, y
Norteamérica, numerosos escritores de terror y misterio,
en las épocas que corresponden al romanticismo,
naturalismo y modernismo
europeo. Dentro de estos se pueden nombrar Goethe, Lord Byron,
Polidori, Maupassant, Lovecraft, Poe y Bram Stoker. Estos, por lo
menos en alguno de sus relatos, se refirieron a los vampiros, y
les dieron algunas de las características más
detalladas de lo que ahora conocemos de ellos. El más
celebre de estos autores es Bram Stoker, el creador de
Drácula, el conde de Transilvania, que "vive" en un
castillo derruido, y que logra viajar a Inglaterra para poder
saciar su sed de poder y sangre. Allí causa estragos en un
grupo selecto de personas que intentan, a cualquier precio,
escapar de la maldad enceguecedora de este ser inmortal. En esta
novela, los
vampiros adquieren una posición privilegiada dentro de los
seres de ultratumba que deambulaban por los relatos de la
época. El Conde personifica al misterio y la sensualidad
en sí, con un poder mental que supera cualquier
comparación con el humano, y además capacidades
inimaginables, como convertirse en neblina y algunos
animales.
Ya en el siglo XX, se sumaron a las obras de estos
autores, otras varias venidas de numerosas partes del mundo,
hasta que llegamos a 1976, en Nueva Orleáns, Estados Unidos,
donde nace una obra maestra de la literatura vampírica
contemporánea. Me refiero a Entrevista con el
Vampiro, cuya autora, Anne Rice, hizo de los vampiros, que
hasta ese entonces en su mayoría eran seres apartados de
la humanidad, vengadores, maléficos, oscuros y con el
único fin de destruir, en seres realmente humanos
separados de los hombres, pero a la vez unidos a ellos, por el
pasado común. Son, por supuesto, extranjeros en su propia
tierra, pero
que tienen fines mucho más elevados que solo destruir:
buscan el real sentido de la vida en la muerte.
Características de los vampiros literarios
del gótico-moderno
Se dice, según la literatura, que el vampiro es
una criatura secreta y sus víctimas nunca pueden contar su
historia porque mueren o pasan a ser vampiros. Anne Rice (la
autora norteamericana que revitalizó el mito) difiere en
esto, o más bien hace diferir en esto a dos de sus
personajes principales de sus Crónicas Vampíricas,
Louis y Lestat, los cuales sin miedo y como señores de las
tinieblas que son, cuentan a los mortales sus hazañas y
travesuras, horrores y sufrimientos, a través de
autobiografías, relatos de vampiros amigos o simplemente
música
rock. A
través de sus novelas, esta
genial escritora ha recreado el mito ancestral, llevándolo
a los límites de la pasión, y logrando explicar el
misterio de su origen y su continuidad a través de las
épocas. Claro está que su visión, totalmente
novelística no hace un recorrido exhaustivo a
través del tiempo y los mitos regionales, sino que viaja
al principio mismo de la unión casual entre la muerte y la
vida (producida en el Egipto
primitivo), y la repercusión de este error en personajes
variados y complejos, creando así la más moderna y
a la vez arcaica de las leyendas.
Los vampiros llevados del submundo de lo horroroso al
misterio de la existencia. Aquellos humanos que se encuentran con
vampiros, comprensiblemente se concentran en tratar de matarlos y
no en estudiarlos. Como sucede en Drácula, y en todos esos
relatos y, actualmente, en películas de cazavampiros.
Inicialmente, en algunas ocasiones, los vampiros de Anne Rice
(Louis, Lestat, Armand, Marius, entre otros) son atacados por
humanos asustados ante tan espeluznante espectáculo de
estar frente a un muerto viviente, seductor, intemporal y casi
demoníaco. Pero la mayor parte de los humanos que se
acercan a ellos, quedan más bien hechizados y su
único deseo es ser uno de ellos y descubrir el misterio de
la inmortalidad, como sucede con Daniel, el periodista, en
Entrevista con el Vampiro, con Gabrielle (madre de Lestat)
y Nicolas (amante de Lestat) en Lestat el Vampiro, o con
David Talbot, en La Reina de los Condenados o en El
Ladrón de Cuerpos. Existen creencias que se atribuyen
a los vampiros, creencias que Rice vino a eliminar. Cosas como
que los vampiros se pueden convertir en murciélago, ratas,
gato, neblina o en un lobo (como el conde Drácula), o que
pueden ser debilitados si no tienen es su féretro un poco
de tierra de su entierro original o con mostrarles ajo, una cruz,
agua bendita u otros símbolos sagrados.
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Lo del ajo, en algunos pueblos, se creía
que el olor ahuyentaba a los chupasangre (tal vez por el asunto
de las porfirias), y los símbolos sagrados, por la
relación que se comenzó a hacer durante la Edad
Media entre todos los seres ultraterrenos y el demonio.
También dicen algunos relatos que se debe hacer una
especie de rito para matar definitivamente a un vampiro: esperar
la madrugada, ir a su tumba, abrirla, clavarle una estaca en el
corazón, tanto para hacerle perder sangre
como para clavarlo al ataúd, y luego (se sabe que el
nomuerto reaccionará de modo inconsciente y que de su boca
y oídos brotará sangre) rápidamente se la
corta la cabeza. Anne Rice dice que los vampiros tan solo pueden
morir con la luz del sol o con el fuego, ya que tanto la luz como
el calor producen
un efecto de algún modo "combustible" con la sangre
vampírica, haciéndola expandirse para luego
convertir el cuerpo en cenizas. Aún así, por
más herido que esté un vampiro, mientras tenga
oscuridad y sangre que beber (ya sea humana o de "poddle, rata,
gallina o caimán"), puede sobrevivir.
Así mismo tienen atributos sobrehumanos (aunque
no se conviertan en nada), como leer las mentes humanas y de
algún otro vampiro, si este lo desea, ya que
también pueden cerrar sus mentes; moverse con una rapidez
imperceptible para un simple observador, esconderse en las
sombras y pasar desapercibidos, dormir en cualquier parte que
tenga oscuridad (hasta en tumbas de cementerios o bajo la tierra
en algún bosque o desierto), volar, encender fuego con la
mente, captar sonidos, movimientos, objetos y sensaciones que
para un humano son imperceptibles.
Una creencia, común en la literatura o el mito
hablado, es creer que todas las víctimas de un vampiro se
convierten a su vez en vampiros. La mayoría de las presas
son simplemente alimento. Hay una idea vaga de cómo los
chupasangre transmiten su Don Oscuro. Algunos, como en
Drácula, se convertían en vampiros con la
succión repetitiva de sangre, hasta que la víctima
moría. Y luego, días después, "resucitaba"
de la tumba para alimentarse de la sangre de niños (en el
caso de Lucy). El mismo Drácula, según el filme de
Francis Ford Coppola, inspirado en la novela
homónima basada en la sangrienta vida del Conde Vlad
Dracul, se le concedió el don cuando, al perder a su amada
mientras él estaba en las Cruzadas, reniega de Dios y hace
un pacto de sangre con el demonio. Otros adquieren el don si su
madre había sido mordida durante el embarazo, o si
su padre es vampiro. En las Crónicas
Vampíricas, con una excepción, todos los
vampiros del mundo de Anne Rice, se convierten a las tinieblas
cuando son succionados hasta casi la muerte y luego beben de la
muñeca o cuello de su "padre nomuerto" (pues una de las
características principales de los Undead de Rice
son su incapacidad de concebir a modo humano). Luego de esto,
comienzan a perder su vida humana, para dar paso a la vida
oscura.
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Otro producto de un
ataque de un vampiro puede ser que la víctima se
transforme en un revenant o reviniente, una forma
intermedia: el reviniente muere por shock o por pérdida de
sangre y es enterrado normalmente. Pero como la causa de su
muerte es anormal, no hay descanso, y la víctima vuelve
con un cuerpo animado pero en descomposición que chupa la
sangre, o bien como un espíritu succionador de
energía psíquica y de sangre también. Dos
ejemplos de esto, están en Entrevista con el
Vampiro de A. Rice y en El Horla de Guy de Maupassant,
respectivamente. Las señales
de ataque de un reviniente son idénticas a las de un
vampiro, pero estos no logran matar a sus víctimas, sino
que se convierten a su vez en reviniente.
Tal vez esto viene a explicar, teorizar, y resumir
algunas de las variables de
la transmisión del Don Oscuro. La figura del vampiro
literario (y por lo tanto mítico), tal y como la conocemos
hoy, se comienza a establecer en los siglos XVIII y XIX. De
hecho, en Europa Occidental, el término vampiro no se
utilizó de forma habitual hasta la primera mitad del siglo
XVIII, barajándose dos tesis: la que
decía que era un demonio el que penetraba el
cadáver y la otra, que el propio espíritu del
difunto animaba su cuerpo muerto. Según esto, Anne Rice
escribe en La Reina de los Condenados: "La Reina estaba
tendida en el suelo,
retorciéndose de agonía, mientras la sangre brotaba
de sus heridas y una gran nube rojiza la envolvía; era
como si un remolino diera vueltas a su alrededor, como una
ráfaga de viento huracanado arrastrando incontables
gotitas de sangre. Y, en el centro de aquel viento atorbellinado
o lluvia o como pudiera llamársele, la Reina se
retorcía y daba vueltas sobre sí misma. (…)
Luego, la gran nube de sangre que cubría a la Reina,
hinchándose y contrayéndose a su entorno, se hizo
más densa y, de súbito, absorbida por las heridas
de la Reina, desapareció. El cuerpo de la Reina
quedó inmóvil; pero, a los pocos momentos, se
incorporó despacio hasta quedarse sentada. (…) –
¡Khayman, mi Khayman!- gritó cubriendo sus ojos para
no ver la luz de la antorcha – ¡qué me ha
ocurrido!".
En este párrafo, se deja de manifiesto el momento
en que el espíritu de un demonio penetra el cuerpo de la
Reina a través de su sangre, el cual anima el cuerpo
muerto, pero los sentidos y
pensamientos continúan siendo los de la Reina. Así
podríamos concluir que el don oscuro se consuma cuando el
aliento humano (espíritu) deja el cuerpo, dándole
paso a que el espíritu vampírico (que es o compone
la sangre), entre en el cuerpo sin vida y lo anime,
haciéndole volver en sí; en sí en su
esencia, pero no en sus hábitos de vida ni en el modo de
mostrarse.
Solo el vampiro tiene la opción, por capricho o
soledad, de crear a otro vampiro. Y no es casual hablar de esa
opción, ya que el nuevo vampiro debe ser cuidado y educado
en los primeros momentos de su nuevo estado. Entre
otras cosas, debe aprender la sutileza de una vida oculta que le
permita descansar con seguridad.
Así como la noche es el reino de los vampiros
("Tú eres la noche, y únicamente la noche te
comprende y te cubre con sus brazos" Anne Rice), donde su
fuerza es inmensa, el día lo torna vulnerable pues lo
priva de movilidad y la luz puede destruirlo. Por lo tanto, su
lugar de descanso debe ser un lugar secreto e
inaccesible.
Los vampiros normalmente viven solos, o buscan la
soledad, aunque en ciertos momentos de su eterna existencia,
desean un compañero, o se reúnen en asambleas.
Estos últimos son vistos como los débiles de la
especie o que carecen de educación en los
temas concernientes a su casta. Un vampiro poderoso, deambula por
el mundo y elige con quien estar y utiliza las más
complejas artimañas para matar. Por ejemplo, las asambleas
de Anne Rice son una conjunción de seres que actúan
como demonios y se esconden de la gente (o entre ella), bajo las
tumbas en un cementerio de la ciudad (la Asamblea de Les
Inocents), en un teatro oscuro en
París, (Théâtre des Vampires), o en discos
góticas alrededor del mundo que poseen nombres de
vampiros literarios. Los Moradores de las Tinieblas, Hijos de la
Oscuridad, Condenados, Chupasangre, Nomuertos (Undead) o
simplemente Vampiros, para Anne Rice y, de hecho, para el mundo
gótico-literario moderno, y tal vez para un escondido
sector de la sociedad, no
son otra cosa que humanos convertidos en seres poderosos,
voluptuosos, enigmáticos y fascinantes, que recorren el
mundo como espectadores de la vida y como renegados de la muerte.
Son, en definitiva un misterio, que ni ellos mismos pueden
exhumar de la tumba profunda de la existencia, como sea que esta
se manifieste.
"Y pensar que, aún en este mundo de acero y gasolina,
de estruendosas sinfonías electrónicas y de
silenciosos y centelleantes circuitos de
ordenadores, continuamos errando." Anne
Rice.
4. Vampiros
Sectarios o Rituales
Características:
– Se remontan a los antiguos ritos de – Son reales y su necesidad de sangre se debe – Han aumentado su número debido a las – Tienen marcada connotación – Tienen la creencia de que la sangre es el – Sus edades oscilan entre los 15 y 30 – Tienen un nivel económico – Solo algunos adeptos a las sectas de sangre – Algunos evitan la luz del sol, e incluso la – En su mayoría tiene graves trastornos
|
A fines de 1996, la noticia del macabro asesinato del
matrimonio
Wendorf remeció al pueblo de Murray, Kentucky. La pareja
fue encontrada por su hija mayor, quien presenció un
terrible espectáculo: sus padres muertos, golpeados y
apuñalados repetidas veces.
La otra hija del matrimonio Wendorf, Heather, de tan
solo 15 años, pertenecía a un grupo de culto
vampírico. Iniciados a las ceremonias de sangre y
seguramente adeptos a jugar el famoso juego de rol
"La Mascarada", los más de 40 seguidores realizaban todo
tipo de ritos sangrientos, desde torturar y matar animales, hasta
beberse la sangre entre ellos. De este grupo, 5 viajaron a
Florida para realizar lo que sería el cúlmine de su
transformación en vampiros. Entre ellos, la propia
Heather, Dana Cooper, de 19 años, supuestamente la
líder,
y Roderick Ferrell, de 16 años, el autor material del
doble asesinato.
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Se sabe que los primeros testimonios de ritos
vampíricos se remontan a dibujos que datan del año
3.000 a. C.. Allí se observan filas de cráneos
humanos situados sobre piscinas de sangre. Estos ritos de sangre
se difuminaron por muchas culturas, realizándose durante
muchos miles de años por pueblos que actualmente llamamos
"primitivos".
Hace veinte años, los adherentes a sectas de
sangre se estimaban en decenas de miles en el mundo; hoy se
calcula que ya cuentan con unos 5 millones de seguidores. Cada
año, en casi todo el mundo se realizan convenciones
relacionadas con el terror, la fantasía y el vampirismo,
donde se comercian productos que
van desde novelas de terror y fantasía épica,
libros
instructivos, juegos de rol,
vestimenta, posters, juegos de video y
música. Estas reuniones más allá de
significar una inocente búsqueda de jóvenes por
identificarse con una tendencia, se transforman en caldo de
cultivo para las llamadas "sectas de sangre".
Normalmente son jóvenes entre 15 y 25 años
los adeptos por lo gótico, vampírico, oscuro,
fantástico e incluso satánico. Los hay pasivos,
pero también los hay ensimismados en sus tendencias, a tal
punto que las consideran de culto. Los nuevos "vampiros" son
enemigos de las familias y el orden social, se declaran
partidarios del caos y del crimen, sienten especial preferencia
por la muerte y la tortura, beben sangre además de
realizar otros ritos de marcada connotación
sexual.
Estos grupos de culto vampírico ofrecen la
tentadora idea de "sensaciones fuertes". Incluso muchas de las
sectas investigadas han sido autoras de sacrificios humanos, en
donde las víctimas mueren desangradas. Los grupos de este
tipo comparten la antigua creencia de que beber sangre les otorga
poderes especiales. De hecho, normalmente consumen
pequeñas dosis de sangre de extracciones directas o
sacadas de bancos de sangre,
las cuales mezclan con bebidas alcohólicas, muchas veces
acompañado de orgías sexuales y una ingesta de
fluidos corporales adicional. Según los expertos, la
ingesta regular de sangre puede producir alucinaciones. Los
iniciados dicen sentir mayor vigor físico, un despertar en
sus facultades mentales y sensaciones como volar, cambiar de
forma, ser invisibles y ver en la oscuridad. La ingesta de sangre
puede convertirse en una adicción, ya que algunos
bebedores de sangre llegan a padecer una compulsión
psicológica que los obliga a beber.
No tan solo los que sufren de enfermedades
genéticas (porfirias) o los que padecen graves trastornos
psíquicos, pueden ser propicios para convertirse en
adictos a la sangre. También hay un sin número de
seguidores de apariencia relativamente normal que buscan saciar
sus deseo más oscuros a través de los ritos
vampíricos. Es difícil trazar un perfil
nítido de los adeptos al culto, pero se sabe que proceden
de diversas clases
sociales, de preferencia adineradas. En la actualidad existen
innumerables fuentes en
donde obtener conocimientos al respecto. Tanto en Internet, novelas,
películas, series de TV y juegos rol hay una amplia gama
de descripciones y modos de tratar el tema, que más de
alguien puede adoptar estas existencias oscuras como reales y
propias, por su atrayente estética.
El misterio, lo sobrenatural, el individualismo, la
búsqueda de sensaciones fuertes y límites, el
anarquismo y el caos son los parámetros y seductoras
premisas para lograr la atención de jóvenes que buscan
desatar sus instintos, represiones y fantasías.
La Cultura Moche,
el vampirismo hecho rito.
La cultura Moche o Mochica se ubica en la costa norte
del actual Perú, desde el siglo VI d.C. al siglo
IX.
A la llegada de los españoles, las construcciones
realizadas por ellos eran ya ruinas. No se sabe muy bien como de
pronto su extraña y compleja cultura desapareció,
y, de hecho, no hay rastros de ciudades o palacios, solo
templos.
No dejaron testimonios escritos, pero sí una gran
y asombrosa colección de vasijas esculpidas y pintadas con
retratos y escenas de ritos que en las primeras investigaciones
se les atribuían a la imaginación mochica quienes,
se creía, veían a sus deidades, mitad animales y
mitad hombres, realizando sacrificios humanos.
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Esta teoría
se a desechado hace poco más de una década. Luego
de excavar las zonas de la "Huaca" o pirámide de la Luna y
pirámide del Sol, científicos y arqueólogos
estadounidenses y peruanos descubrieron, en primera instancia,
tres tumbas de personas importantes, y a las respectivas momias
ataviadas con extrañas armaduras, junto a copas y cetros,
todo exacto a como se lo representaba en numerosos dibujos de la
época. Se dijo entonces que los dibujos no representaban a
dioses, sino que a humanos importantes encargados de los ritos de
sacrificios de sangre y vidas humanas. Una de las armaduras
tenía un gorro que simulaba un búho.
En los dibujos, a estos tres personajes se les ve
torturando, degollando y bebiendo la sangre de las
víctimas. También existen numerosas esculturas que
describen el modo en que las víctimas eran amarradas, o
como los sacerdotes se sentaban en especies de tronos esculpidos
en los montes cercanos a los templos, para así ver los
cadáveres arrojados bajo sus pies desde la
cumbre.
Tiempo después se realizaron excavaciones en una
plaza de la Huaca de la Luna, y se encontraron más de 70
esqueletos, todos pertenecientes a hombres entre 15 y 40
años. En la mayoría de ellos con evidencia de
algún hueso dañado y recuperado antes de morir, lo
que indica una vida dura y violenta. Otro rastro encontrado en
estos restos son cortes en los huesos, como
rasguños, en distintas partes del cuerpo, los cuales se
sabe fueron realizados antes de que el cadáver perdiera su
carne, mientras o inmediatamente después de muerta la
víctima, lo que indica que se les desangraba no solo de la
garganta, pues la gran mayoría de los esqueletos
están degollados, sino de otras partes del cuerpo, y que
incluso les fue arrancada la piel y la carne, posiblemente para
ser comida en un ritual.
Las investigaciones han evidenciado que posiblemente en
estos rituales se colgaban los esqueletos alrededor del banquete,
incluso simulando tocar instrumentos, pues se han encontrado
pinturas moches con estos motivos.
En los restos de pinturas murales de las
pirámides de la Luna y el Sol, hay
dibujado un extraño ser, tal vez un dios, muy similar a lo
que hoy llamaríamos vampiro. Unos rasos humanos en una
pose monstruosa, coronada con unos grandes colmillos, es lo que
nos señala a la cultura moche como una conocedora de estos
seres.
Esta evidencia de ritos de sangre en la América
precolombina, junto al simbólico "retrato" del dios
vampiro, nos dan tal vez pistas de qué es lo que somos en
verdad, y de donde surgen las creencias en estos señores
de la muerte, y de ahí la esperanza en poseer algo
más que la vida con el sacrificio, no sólo de
sangre, sino del mismísimo cuerpo
humano.
La Historia las condena
En la mujer se ha
visto por siglos la amenaza. La mujer, en muchas
culturas diversas, representó o representa la
encarnación de la debilidad humana, el pecado, lo
demoníaco, los instintos animales, y esencialmente la
lujuria.
Al hombre usualmente lo dominaba su razón,
pero la mujer, más irracional, tenía que estar bajo
el dominio del
hombre, para que así las comunidades lograran permanecer y
surgir, así como la cultura, la moral y la
religión,
aunque en muchos casos este último rubro lo manejaban
esencialmente mujeres, ya que por sus dotes primitivas eran
capaces de conocer las virtudes ocultas de la naturaleza. El
hombre siempre creyó que dominaba a la mujer, pero a decir
verdad las artimañas femeninas casi siempre han logrado
doblegar hasta al alma más imperturbable.
Actualmente, por lo menos en la cultura occidental,
hombre y mujer tienen aparente igualdad, y en
todo caso la época del oscurantismo ya pasó, y
aunque aún una parte de la población crea en el horóscopo o en
las curaciones por hiervas o invocaciones de espíritus,
por ejemplo, la época de los oráculos, hechiceras y
sacerdotisas son una leyenda con sabor a historia. Hombres y
mujeres hoy por hoy son capaces de hacer mal, de caer en
doctrinas esotéricas, o lo que se quiera, y ninguno
será juzgado por algo así como la
inquisición. Hombres y mujeres somos instinto y
razón a la vez.
Tal vez en otros tiempos el hombre, como género,
temió reconocer su incapacidad de mantenerse en la
razón, y se otorgó el papel del demonio tentador a
la parte femenina de la creación. Todo esto analizado
desde un punto de vista psicológico podría
resumirse en lo siguiente: lo masculino penetra, lo femenino es
penetrado, por lo tanto lo femenino es pasivo, lo masculino
activo. Para que lo masculino lleve a cabo su acción
debe contar con un impulso, y este impulso proviene evidentemente
de lo femenino, ya que todo no es más que un juego de
causa y efecto. El acto sexual trastorna los sentidos, hace
perder la racionalidad, y no deja en paz hasta que es consumado,
y aunque es necesario físicamente y en términos de
conservación de la especie, es la parte más
primitiva e instintiva del ser humano, es decir, algo que se debe
negar y esconder en relación a la cantidad de
civilización se tenga. El hombre, como género
dominante no acepta creer que el impulso pueda ocasionarse dentro
de sí mismo y así él mismo incitar a la
parte femenina, sino que es esta última parte la que
está constantemente provocando deseo. La mujer debe
permanecer oculta y domada, pues luego de su oscura
provocación siempre vienen males.
Pandora, una mujer, la primera, según la mitología
griega, es quien baja a la tierra con una caja llena de los
males que desde ese momento comenzaron a amenazar la estabilidad
civilizada de los hombres.
En la tradición semita, es la mujer quien
encierra en sí lo placentero, es lo femenino con su
dulzura, suavidad y delicadeza lo que seduce al hombre y le hace
perder el camino recto. Basta con saber qué le pasó
a Adán luego de que Eva lo tentara.
En la cultura
griega, los hombres son los que conducen el poder, son los
gobernantes, los militares, los filósofos, los héroes. En la
mitología, por ejemplo en la
"Ilíada", la pobre Helena sólo cosía y
estaba todo el día en el palacio, esperando ver que
sucedía con su destino; ella, la mujer más hermosa
sobre la tierra era un simple objeto ornamental que se peleaban
los hombres, si ella amaba a Menelao, daba lo mismo, los dioses
la prometieron a Paris, así que este ni tonto ni perezoso,
se la robó, como quien roba una joya. En la vida real, las
mujeres casadas estaban relegadas al fondo de la casa, y
existían sólo para los hijos y los quehaceres, las
libres eran prostitutas, que podían compartir las
tertulias masculinas, pero no gozaban de la seguridad de un
hogar.
En la Edad Media occidental, el cristianismo
hizo de las suyas, siguiendo mucho a la cultura judía en
lo relacionado con la mujer. En la novela "El nombre de la Rosa"
de Umberto Eco, en varios pasajes se aclara la visión que
se tenía en aquellos tiempos acerca de la mujer. "Y
sobre la mujer como fuente de tentación ya han hablado
bastante las escrituras. De la mujer dice el Eclesiastés
que su conversación es como fuego ardiente, y los
Proverbios dicen que se apodera de la preciosa alma del hombre, y
que ha arruinado a los más fuertes. Y también dice
Eclesiastés: Hallé que es la mujer más
amarga que la muerte y lazo para el corazón, y sus manos
ataduras. Y otros han dicho que es vehículo del
demonio".
Esta idea de la mujer cómplice del demonio
avalada por el catolicismo se hizo muy popular a fines de la Edad
Media y en siglos posteriores, en especial durante la
inquisición y las cacerías de brujas, sucesos que
se extendieron hasta América, producto de las
conquistas.
Las brujas de la Época Moderna tienen
características muy distintivas, algunas de ellas colindan
con lo que podríamos llamar vampirismo. Las brujas son de
preferencia mujeres, las cuales son visitadas por el demonio,
siempre disfrazado, para atraerlas al culto. Luego que aceptan la
invitación, comienzan a participar de los aquelarres y con
esto a realizar todo tipo de actos maléficos para agradar
a su amo, desde hacer maleficios en contra de los justos
cristianos, matar niños y beber su sangre, hasta copular
con el mismo demonio y participar de las misas negras y las
orgías en los aquelarres.
Estas características demoníacas de las
mujeres, fueron muy requeridas por los románticos para
crear los más diversos relatos de terror, aunque
curiosamente los personajes más populares de aquellos
años son hombres. No tan curioso, si se piensa que lo
terrorífico pasó de la leyenda local a tema
principal para novelas, así el tema y sus
características adquirieron renombre. Pero por supuesto se
escribió acerca de mujeres, y sí, acerca de
vampiras. Pero sin duda la imagen del vampiro, inmortalizada en
Drácula, es la de un ser maléfico en su más
puro sentido, frío y calculador, pero siempre movido por
el amor (o el
deseo) a una mujer, a diferencia de la vampira, cuya virtud y
constante imagen es la de la sexualidad
pura, y a través de ella la búsqueda de saciedad,
independiente del género que se trate. El lesbianismo en
el vampirismo es mucho más antiguo que la homosexualidad
en este.
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En la traducción rabínica medieval,
Lilit es la primera esposa infiel de Adán, la
primera de las cuatro mujeres del diablo y la hostigadora de los
recién nacidos. Lilit llega al mundo bíblico
procedente del mesopotámico; aquí encontramos a la
diosa babilonico-asiria Ishtar que se sirve de un demonio en
forma de bella prostituta, Lilitu, que es la
encarnación de la lascivia, por otra parte Lilitu esta
asociada con otros animales especialmente la pantera.
Según la tradición talmúdica, Lilit es una
mujer seductora de largos cabellos y cualquier hombre que duerma
solo en su casa será apresado por ella.
Lilit tenía la posibilidad de matar,
succionándoles la sangre a todos los niños
concebidos de forma pecaminosa
Lilit es la más importante de una pequeña
colección de demonios judíos
de leyenda. Históricamente, ella es más antigua que
el judaísmo. Su primera aparición se dió en
la antigua Sumeria. En el mundo antiguo solía aparecer en
textos de magia y en amuletos, y también aparece en la
Biblia (Isaiah), en un contexto que la asocia con demonios del
desierto, y también en los Pergaminos del mar
Muerto.
También aparece en los últimos momentos
del Imperio Romano
y el Judaísmo medieval. En esta época se la
relacionaba con el nacimiento de niños, y también
como un súcubo contra el cual los hombres necesitaban
protección. En este contexto Lilit suele aparecer rodeada
de los poderes de su ángeles némesis: Snvi, Snsvi,
y Smnglof. También se muestra en el
Talmud, y es claramente relacionada con el mundo
demoníaco. Aquí es donde su relación con los
súcubos comienza.
En algún momento entre los siglos IX y X, antes
de Cristo, aparece en una obra llamada Alphabet of Ben Sira. Es
aquí donde llega a ser la primera mujer de Adán,
antes que Eva. En este relato es creada al mismo tiempo que
Adán, por esta razón ella quiere la igualdad, una
propuesta que Adán rechaza. Rehusando de los deseos de
Adán, ella abandona el Edén, y reemplazada por la
más dócil Eva. Una vez abandonado el Edén,
Lilit se convierte en madre de los demonios y ladrona de
niños, a los cuales deja abandonados protegidos con
amuletos con los nombres de los tres ángeles mencionados
antes.
La literatura cabalística nos muestra a Lilit
como pareja de Samael (Satán), en algunos pasajes
participa en la tentación de Adán y Eva, y tras la
expulsión ella se convierte en Succubus y genera
ordas de demonios de su semilla. Es la personificación de
la tentación, y es identificada con la mujer
pecadora.
También aparece en la Iconografía
cristiana a finales de la Edad Media y en pinturas renacentistas
de la tentación de Adán y Eva suele ser una
serpiente con cabeza de mujer. Lilit revivió en la
literatura del siglo XIX. Representa el lado oscuro de la
mujer.
Finalmente tiene un lugar en el mundo de los vampiros,
como la primera y más poderosa de los vampiros, y
también su reina. Es a veces representada como la hermana
o consorte de Drácula. En su rol como súcubo, tiene
por supuesto, control sobre las
pesadillas y sueños eróticos y lidera a una horda
de otros súcubos e íncubos.
En el popular juego de rol Vampiro, La Mascarada,
aparece como la madre de todos los vampiros cainitas, y en "El
libro de Nod"
que es algo así como la Biblia de los vampiros, nos relata
su particular visión de la historia.
Hay tres ejemplos de vampiras, de las cuales
hablaré a continuación. Evidentemente existen
muchas más. Una es Geraldine, en el poema de Samuel
Taylor
Coleridge escrito entre 1797 y 1801, otra Carmilla, creada
por Le Fanu (1814-1873), y la otra, Verónica
Aisworth, de Carter Scott (1941 – ).
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Christabel es el poema cuya protagonista tiene
contacto con Geraldine, un espíritu de terrible belleza.
Este dista mucho de ser una típica historia de vampiros,
pero su concepción romántica, el ambiente,
ciertas ambivalencias y la atmósfera, le otorgan
una cierta pátina de vampirismo psíquico.
Christabel es un poema estremecedor de pasión
femenina entre la protagonista que da nombre al poema y
Geraldine. El poema se inicia cuando la joven sale una noche del
castillo a un bosque cercano, sin importarle el clima, y un
quejido la distrae de su pensamiento en
el amado distante: una bella mujer refugiada al pie de un roble
se lamenta. Es Geraldine, quien comienza a relatarle como la
violentaron cinco guerreros antes de dejarla abandonada en ese
sitio. Ahí se inicia una extraña relación
secreta entre la joven y la bella mujer, cuando es invitada por
Christabel a pasar la noche en el castillo, en su
habitación.
Carmilla forma parte de un conjunto de cuentos
recogidos bajo el título genérico de "In a Glass
Darkly", y en él Laura es quien narra la historia.
Carmilla es una enigmática mujer de extraña belleza
y gran sensibilidad, quien establece lazos afectivos con Laura.
Esta relación es lo suficientemente ambigua para declarar
que se trata de una relación lésbica. "No me
consideres cruel porque me someto al mandato irresistible de mi
fuerza o mi debilidad. Si tu amado corazón está
herido, el mío sangra impetuoso con el tuyo. Como
culminación de mi desgracia, yo viviré de tu
cálida vida y tú morirás –
morirás dulcemente – para darme esa vida. No puedo
evitarlo. Así como yo llego a ti, tú también
llegarás a otros y aprenderás a conocer el
éxtasis de esa crueldad que, a pesar de todo es amor."
Como se puede apreciar está presente en
Carmilla ese aroma erótico que impregna la
relación entre vampiro y víctima que culmina en el
acto de posesión y entrega, tan morbosamente placentero
para ambos, aunque aquí el placer es entregado y recibido
por mujeres.
Por otra parte la vampira de Carter Scott en el relato
"Orgasmos de Sangre", es una mujer fatal, seductora y
deslumbrante, mucho más desalmada que Carmilla, que busca
hombres para saciar su sed, tanto de sangre como de una oscura
venganza, pues elige a sus víctimas según su
prontuario amoroso: son precisamente los casanovas, los que no se
resisten a los encantos de las mujeres, los que caen en su juego.
El relato en general tiene un parecido evidente a la historia de
Drácula, aunque aquí el vampiro es una mujer
y no hay más personajes que los que aparecen dentro de la
mansión siniestra de Verónica, no vemos cazadores
de vampiros ni locos en manicomios, sólo la vampira y sus
víctimas. Los hombres que son llevados a la mansión
de Verónica sufren el desangre poco a poco hasta que sus
cuerpos quedan inertes y son desollados por el fiel sirviente de
la no-muerta, permitiéndoles luego convertirse en unos
terribles zombies o nosferatus sin piel. El relato empieza con
una demostración de cómo la succión de la
sangre puede llegar a ser un acto tremendamente placentero, pues
cada vez que Verónica bebe de sus víctimas estos
llegan al éxtasis sexual máximo, queriendo por esto
volver a repetir la experiencia. Pero luego se va convirtiendo en
una historia espeluznante y sangrienta, donde la venganza que
mueve a la vampira pasa de ser un sentimiento razonable a ser una
excusa para torturar y esclavizar.
Quien crea un relato no crea de la nada. Leyendas
subyacen tras una historia, así como la experiencia
personal del
autor. Existen mujeres célebres, como Isabel de Bathory,
que inspiraron la creación de vampiras literarias en el
siglo XIX. Esta mujer, una condesa húngara, fue emparedada
en 1611 en una habitación como castigo por haber matado a
más de 650 chicas jóvenes. Se bañaba en la
sangre de sus víctimas, a quienes mantenía vivas
mientras podían suministrarle su sangre. Pensaba que
así recuperaría su juventud y belleza.
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Seguramente ella inspiró a Coleridge con
Geraldine en Christabel y a Le Fanu con
Carmilla.
Pero existe algo mucho más profundo en el trato
de estos personajes vampíricos. Más allá de
la fuerza erótica y lésbica que los autores dieron
a sus vampiras, está esa visión de un mundo
paralelo, casi etéreo, una realidad mental superior: el
mundo sobrenatural.
Hay algo notable en lo vampírico que me viene a
la mente: el amor homosexual es recurrente en el mundo del
vampiro, pues vemos a Laura y Carmilla, así como a
Christabel y Geraldine, y junto a estos muchos casos literarios
más.
Me he referido a vampiras, pero que hay de autoras. La
autora vampírica más renombrada de todos los
tiempos es Anne Rice. Sin duda una mujer célebre, nacida
en el siglo XX, que revolucionó la visión del
vampiro clásico literario. Creó un mundo nuevo, con
una amplia cohorte de espectros sobrenaturales viviendo en el
mundo real, de una época real y a través de un
espacio temporal real. Vampiros que tienen un origen y una
evolución; una cadena inmensa de relaciones
e historias asombrosas. Seguramente muchos autores posteriores
han sacado ideas de las obras de Rice y su contemporáneo
concepto del
vampiro, y de seguro en
adelante muchos más lo harán, pues sus obras no nos
entregan sólo un vampirismo descontrolado y sangriento,
sino que también el marco histórico,
filosófico y romántico es muy potente.
Anne Rice es una norteamericana marcada por la muerte. A
los 14 años sufrió la muerte de su madre
alcohólica, a los pocos años casada perdió a
su pequeña hija por leucemia, y el 2003 murió su
esposo Stan Rice. De hecho fue la muerte de su hija y la profunda
depresión en la que se sumergió la
que la llevaron a escribir Entrevista con el Vampiro,
donde uno de sus tres protagonistas es una mujer, más
específicamente una pequeña niña vampira.
Es, evidentemente, algo nunca antes visto, que sobrepasa la
imaginación de los autores románticos.
Todos los personajes de Rice tienen intrincadas
historias y brillantes mentes, pero las mujeres vampiras tienen
una sutileza especial. Todas ellas son mujeres fuertes,
independientes y caprichosas, dotadas de poderes sobrenaturales o
una personalidad
especial incluso antes de ser convertidas al mundo oscuro. Sin
embargo es notorio que en general los vampiros de Rice
están en algún sentido bastante "feminizados",
así como tal vez las vampiras están
"masculinizadas". Tal vez sea algo así como la
búsqueda del equilibrio
perdido a causa de la diferenciación sexual que poseemos
los seres humanos. En este caso el género es cosa
secundaria, pues el vampiro es capaz de procrear a otro vampiro
por sí solo, por lo que se puede decir que existe una
especie de hermafroditismo asociado con lo
vampírico.
Está claro que dentro del universo de los
no-muertos, las vampiras tienen algo especial. Su presencia es un
toque de sensualidad y delicadeza en las ensoñaciones
más oscuras; la idea de una piel tersa con femenina
sinuosidad da al apasionado corazón el deseo de viajar al
mundo de la muerte a través de un erotismo silencioso y
casi bondadoso, aunque en muchos casos esta apariencia esconde a
demonios sádicos y despiadados.
Tal vez esta constante metáfora de la mujer
inocente por fuera pero sagaz por dentro obedece a la
condición real de lo femenino: toda mujer por más
débil que se nos presente es capaz de crear y utilizar sus
artimañas y seducir al más impenetrable e
incorruptible de los seres humanos.
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Montserrat Arre
Estudiante de Licenciatura en Historia de la Universidad de
Chile