- Vida y obra de Maurice Blondel
(1861 – 1949) - Análisis de la obra
Diálogo Con Mauricio Blondel, por Michele
Federico Sciacca
El presente estudio que quiero compartir, está
estructurado en dos partes complementarias. Una primera parte la
vida y obra de Maurice Blondel (1861-1949), y una segunda parte,
el estricto análisis de la obra (Diálogo
con Mauricio Blondel, por Michele Federico
Sciacca). Y por último terminar con algunas
conclusiones.
Espero, que sea de agrado, así como Maurice
Blondel nos ofrece una filosofía concreta, dinámica e integral, que toma en cuenta los
problemas que
más tienen que ver con la existencia humana. Desde luego,
los primeros pasos de su pensamiento y,
partiendo de la propia experiencia no podría ser dejado de
lado en nuestra reflexión filosófica.
VIDA Y OBRA DE MAURICE BLONDEL (1861 –
1949)
Maurice Blondel, "muy frágil" desde los
dieciséis años, delgado, pequeño de estatura
además no desmintió de ser la "raza fuerte" a la
que pertenecía: nacido el 2 de noviembre de 1861 en
Dijon, un día antes de su muerte, a los
ochenta y nueve años, firmó el contrato del
libro,
publicado como póstumo, Exigencias filosóficas
del Cristianismo[1].
Meditabundo y de vigorosa vida interior, recogido y alejado de
la mundanidad, ya a los seis años, era un entusiasta, un
optimista, también un poeta, si la palabra significa saber
ver la belleza de la naturaleza y
de la vida. Se dice que de niño se alimentaba de insectos;
pero al entomólogo, poeta y filósofo, le gustaban
sus nombres expresivos, sus modos de vivir. Probablemente, si
hubiese elegido esa vocación habría tenido otras
alegrías, es indudable que le habrías sido
ahorrados los fastidios que le ha proporcionado la
filosofía. De salud frágil,
¡desde joven fue un deportista! Esgrima, equitación,
pedestrismo; también practicó la caza como lo saben
las tres liebres cobradas en una mañana.
Perenne juventud,
vivacidad y optimismo los conservó hasta su muerte: a los
85 años, en los paseos de algunos kilómetros por la
campiña de Aix, con lo poco que le daban sus ojos y lo
mucho que en ello ponía su corazón,
se maravillaba de la belleza de esa naturaleza, como si la viese
por vez primera.
Se enorgullecía de ser francés de antigua y de
pura sangre, de
aquella sana burguesía provinciana aferrada al deber y a
las tradiciones, católica casi por derecho de nacimiento;
en efecto, nacido en provincias, vivió siempre
allí, indiferente a la "Ville lumière". A Luis
Lavelle que, con alusión evidente a su estilo a veces
oratorio y sobreabundante, le recordaba ser Dijon "patria de
oradores", a Blondel no le disgustaba haber nacido en la ciudad
de Bossuet y de Lacordaire.
La anécdota simboliza también la
auténtica vocación de Blondel: la indagación
filosófica al servicio de la
religión
cristiana, el firme convencimiento que la filosofía, en
cuanto es indagación crítica
exigente y radical, no puede no "abrirse" a la fe, no ser
apologética.
Esta idea – programa, que
Blondel profundizó durante toda su larga vida de pensador,
la tenía presente en la preparación de las dos
tesis de
doctorado también bajo el impulso de los escritos y de la
palabra de su maestro León Ollé-Laprune, que desde
1881 a 1884 había oído en la
Escuela Normal
Superior. La tesis instituida La Acción: ensayo de una
crítica de la vida y de una ciencia de la
práctica fue aprobada en la Sorbona en 1893, no obstante
las oposiciones harto significativas de algunos jueces que fieles
a un racionalismo
de moda, no
reconocieron en ella un método de
filosofar conforme a los cánones académicos.
Blondel profesor de
cuatro liceos de provincia, tras su breve estadía en
Lille, fijó, desde 1896 hasta su muerte, su residencia en
Aix, en cuya Universidad
enseñó desde diciembre de 1897 a junio de 1927,
cuando una enfermedad ocular lo obligó a dejar, antes de
tiempo, su
cátedra.
La publicación de La Acción
originó una tempestad de polémicas y
críticas: "desde la izquierda", el pensamiento laico
oficial racionalista y positivista que negaba derecho de ciudadanía filosófica a la
religión y hasta el problema de sus relaciones con la
filosofía; retumbó, "desde la derecha", el
pensamiento no menos oficial de la ortodoxia tomista, que
temía ver comprometida en la tesis la neta
distinción entre el orden natural de la razón y el
sobrenatural de la Gracia; Blondel, "en el centro", se
defendió por su parte, pero con poca esperanza de hacerse
comprender en el justo sentido por unos y otros. A la
Acción, punto de partida y de inspiración, le
siguió una serie de escritos diversidad de temas y al
mismo tiempo, unidad fundamental entre los cuales la famosa
Carta sobre las exigencias del pensamiento
contemporáneo en materia de
apologética y sobre el método de la
filosofía en el estudio del pensamiento religioso, de
1896 y la otra de 1904, no menos significativa sobre Historia y dogma. Pero ya
por entonces se enfurecía la polémica modernista;
Blondel, fiel a las enseñanzas de la Iglesia Romana
no se dejó trastornar, resistió a cuantos
modernistas y restauradores buscaron llevarlo a su lado; se
encerró en el silencio por casi treinta años,
fecundísimos de meditaciones, siendo única
excepción el escrito polémico la semana social de
Burdeos, de 1910, publicado en los "Anales de filosofía
cristiana", una de la voces más significativas del
pensamiento social católico.
Obras: durante esos treinta años maduró
aquella serie de obras voluminosas, cuya publicación
comenzó en 1932 con El problema de la filosofía
católica, que se relaciona con Historia y
Dogma, de 1904; siguieron los cinco tomos de la
"Trilogía": El pensamiento (1934), El ser y los
seres (1935) y La Acción (1936), cuyo
primer tomo es nuevo y el segundo reproduce parcialmente la tesis
de 1893, aparte de los escritos póstumos e
inéditos, los dos gruesos volúmenes de los tres
proyectados sobre la filosofía y el espíritu
cristiano, publicados entre 1944 y 1946, concluyen el itinerario
intelectual de Maurice Blondel, ese "realismo
integral" que ha tenido un solo motivo inspirador, en el fondo,
más de carácter religioso que
filosófico.
La Acción, de 1893, no todavía
ensombrecida por excesivos escrúpulos y preocupaciones, no
recargaba por las repeticiones y las tiradas oratorias de las que
sufren los escritos posteriores, también a causa de la
enfermedad a la vista y luego al oído le obligó al
viejo y tenaz filósofo dictar y hacerse leer por la
fidelísima secretaria, la señorita Panis, que desde
la muerte del
maestro es la custodia diligentísima del "Archivo" de Aix y
de su memoria. En el
Congreso de filosofía "Descartes",
tenido en Pavía en 1937, en el momento de tomar la palabra
frente al auditorio fijo y atento, el venerando pensador
rindió su público tributo a la señorita
Panis que lo acompañaba diciendo: "A ella le debo el que
no sea aquí ni mudo ni iletrado".
A partir de 1938 y los de 1940 y 1947 señalan la curva
ascendente de su "espiritualismo cristiano". Además,
dentro de sus obras existen muchas cartas publicadas
en esta obra misma (Diálogo
con Maurice Blondel)
La filosofía de Maurice Blondel[2] puede considerarse,
como las del espíritu Agustiniano –
platónico, un "itinerario de la mente hacia Dios"
según las exigencias fundamentales del hombre, pero
es un itinerario nuevo, que ha contribuido, sobre todo a principios de
nuestro siglo, a rejuvenecer la cultura
católica en Francia en los
ambientes eclesiásticos y también laicos, a renovar
los esquemas escolásticos, a hacer repensar el tomismo, a
promover estudios e investigaciones
sobre la filosofía del Cristianismo y
de historia de la
filosofía que van desde los de los hermanos Auguste y
Roberto Valensin a los otros teoréticos de Jacques
Paliard, J. Chaix – Ruy, M Nédoncelle, H.
Duméry, etc.; Se puede decir, que ha dejado interés en
Italia y en
Alemania.
Filosofía personal y al
mismo tiempo tradicional, renovadora de la problemática
del pensamiento católico en contacto con las exigencias
más vivas del pensamiento moderno contemporáneo,
instigadora, durante más o menos un decenio, de
discusiones y polémicas, ha tenido admiradores entusiastas
y críticos radicales. Desde 1945 para acá, ha sido
cribada serenamente en su perspectiva histórica, filtrada
a través de un examen crítico, que ha puesto en
evidencia los límites de
un exigencialismo insuficiente, para fundar una metafísica, y de una especulación
que en el fondo, no tiene problemas que resolver porque todos
están resueltos implícitamente en la
oposición de partida. Pero dejando de lado estos y otros
relieves, el "realismo integral" sigue siendo uno de los
testimonios más vivos, más ricos de sugestiones y
despuntes geniales de nuestro tiempo: encuadra sobre motivos
intrínsecos el problema de las relaciones entre
filosofía y religión y reivindica al pensamiento
concreto
frente al pensamiento abstracto y nocional en nombre de un
humanismo que
tiene derecho de llamarse integral sólo si encuentra su
cumplimiento en la revolución
cristiana.
Como propuesta Maurice Blondel nos enseña a "vivir" la
filosofía de un modo particular y dentro de un determinado
"clima"
espiritual, como búsqueda y descubrimiento del sentido
último de la existencia humana y de lo creado;
posesión que participa de la vida espiritual en su
integralidad y en su dinamismo interior, que, no obstante ser
autónomo, implica la apertura a la religión
cristiana; como logro del equilibrio
altísimo y difícil, del orden de la inteligencia y
de la caridad.
Por tanto, personalmente el pensamiento cristiano no se puede
quedar en Blondel, sino empezar a construir el sentido de la
vida.
Y por último como altamente educativo, el mensaje
Blondeliano está simbólicamente expresado en el
ex libris: dos espigas de grano que tienen encima un
racimo de uvas coronado de pámpanos extendidos en las
ramas de un árbol frutecido, sobre el cual trabaja una
abeja; debajo de todo se leen las siguientes palabras: Per ea
quae videntur et absunt ad ea quae non videntur et sunt.
Frase de puro contenido platónico – agustiniano que
está indicando el itinerario del hombre del mundo a Dios,
de las cosas que aparecen y están ausentes a
aquéllos, los valores
eternos, que no aparecen y realmente son[3].
SEGUNDA PARTE:
ANÁLISIS DE LA
OBRA DIÁLOGO CON MAURICIO BLONDEL, POR MICHELE
FEDERICO SCIACCA)
A modo de introducción a la obra:
Diálogo con Mauricio Blondel, por
Michele Federico Sciacca, recupera para la historia del pensar,
para el hombre del
siglo XX, las mejores tradiciones espirituales de occidente.
Maurice Blondel, en primer lugar, fue la punta de una ola que
habría de crecer sobre dos horizontes: el horizonte del
pensamiento "religado" que cavando en el ser del hombre lo abre
al misterio de la trascendencia y el horizonte de a praxis, la
acción, con palabras Blondelianas.
Con Blondel, por eso nace un nueva forma de filosofar: no se
trata ya de pensar al hombre como ser "separado" como ser
desligado de si fundamento; separación que luego
curarían sucesivas y crecientes "alienaciones" en cuyas
metas habita la muerte y la soledad. No; el pensamiento, la
acción humana, implican siempre ya, una
disposición, un ponerse y ser en a apertura
ontológica que se hace del hombre un más que
sí mismo, el mágnum mysterium
señalado por San
Agustín.
También señalar en cuanto a Michele Federico
Sciacca, trata de orientar a esa misma luz, que mira hoy
y siempre, la misma meta y el mismo destino comprendiendo el
sentido de la existencia.
Además, esta obra según Sciacca, es asistir a un
diálogo vivo y existencial, a un logos que va y viene de
pensar Blondeliano y pensar de Sciacca. Y desde luego, es asistir
a una dialéctica que resume toda la historia del ser que
se revela en la tradición más alta de la
filosofía y es cierto, abrirse a la comprensión de
lo que hoy pasa en la tradición; que pasa hoy porque se
trata de cosas que nunca pasan, verdaderamente: que en realidad
se quedan con el hombre y habitan con él a lo largo de
toda la historia.
En este sentido podemos empezar a presentar esta obra.
Ciertamente aclarar que me limitaré a un análisis
valorativa y además para ser fiel a la obra citaremos en
pie de página para su mayor veracidad.
Maurice Blondel, para difundir sus ideas publica sus teorías
en los "anales de la filosofía". Su discurso de
basa en el modo en que analiza el Cristianismo y la
relación existente entre la religión y la
filosofía. Todo su pensamiento se resume en "La
Acción".
Blondel sostiene que la voluntad es el verdadero principio que
mueve al hombre y no la razón. Y tratando sobre el
problema de apologético concluye: "que ni ella
(religión), ni la ciencia ni
todo saber humano y el universo le
bastan al hombre"[4]. También dirá: "es natural y
siempre actual nuestro deseo de lo sobrenatural, pero es en
sí ineficaz e insuficiente en cada momento de su
actualidad"[5].
En consecuencia esa voluntad se traduce en Acción.
Es interesante cuando dice: "el cristianismo tiene dos
aspectos, caritativo y especulativo, entrambos
esenciales"[6].
Es decir, el cristianismo es caridad, pero también
verdad: la eficacia de la
acción amorosa es socorrida y alimentada por la fuerza de la
convicción racional, intelectum valde
ama…[7]
En este sentido la obra nos brinda un razonamiento
filosófico, un alimento espiritual e intelectual, capaz de
sostener nuestra vida cristiana, porque el es aspecto intelectual
forma parte de los preámbulos racionales de la fe; pero
esto no debe llevarnos a desconocer los límites de todo
pensamiento y toda escuela.
Hablando de la apologética dice: "hoy es necesario un
método nuevo, porque no se puede hacer apologética
en abstracto, sin tener en cuenta el ambiente
cultural y psicológico en el cual se debe actuar"[8].
Siguiendo un poco más sobre la apologética
Blondel, está de acuerdo, como demuestra el cristianismo
la vida interior, experiencia vivida y viviente, fermento de
perfeccionamiento; por eso también la vida de santo vale
más que tantos silogismos hilados y alineados en
abstracto, pero es necesario de que el terreno teorético
pase a ser práctico- social con el riesgo de limitar
la apología del cristianismo católico[9].
De esta manera pasamos a la problemática Blondeliana,
tal vez es el punto central de su pensamiento. ¿La
filosofía de La Acción es una filosofía? Aun
hoy, esta pregunta no tiene respuesta de ¿sí o no?,
porque el pensamiento filosófico Blondeliano no ha sido
adecuadamente discutido y profundizado como contribución a
la investigación especulativa[10].
Es cierto que Juan Pablo II había dicho en un mensaje a
Maurice Blondel como: pensador valiente y fiel a la Iglesia. Pero
esto no bastó.
Ahora respondiendo a la pregunta la filosofía de La
Acción, ciertamente todavía incompleta y diremos
bosquejada, es una filosofía[11].
Si por filosofía se entiende una ciencia puramente
racional y de abstractas y exangües referencias
lógicas, la de Blondel no es filosofía, aunque no
le falte estructura
teorética; ¿pero es filosofía solamente un
aparato exterior de formulas bien reunidas? Por lo demás,
el desarrollo del
pensamiento Blondeliano ha puesto en claro el carácter
propiamente filosófico del "realismo integral":
"filosofía religiosa", pero filosofía, a menos que
quiera negar la posibilidad de una filosofía religiosa
contra la esencia misma del filosofar, si es verdad como dice
Blondel, que en La Acción es inmanente y siempre actual la
presencia de la trascendencia, que explica el dinamismo de la
acción misma[12].
Por otra parte, la filosofía de La Acción no es
una moral ni una
descripción de las costumbres, sino
indagación del dinamismo interno de la voluntad
ciertamente con un significado rico y complejo al mismo
tiempo[13].
Considerando a Blondel como un trozo de El Pensamiento se
puede decir: "no se puede tener conciencia de
sí, si no tiene conciencia de un trascendente"[14]. Esta
afirmación frente al realismo integral e idealismo
positivista. Desde luego, el esfuerzo de Blondel ha sido
precisamente profundizar el dinamismo integral del
espíritu solicitado, aguijoneado, desde adentro, a
trascenderse no hacia alguna cosa cualquiera, sino hacia la
plenitud del Ser espiritual, que le es íntimo y lo domina
un más allá que no es algo exterior, sino vida de
nuestra vida interior.
Es así, que según Blondel, la filosofía
más desarrollada y crítica no se encierra
jamás en sí misma, como un círculo perfecto
y redondo, porque su proceso no
está nunca absolutamente concluido y además el
dinamismo interior del espíritu empuja siempre a sobre
pasar toda satisfacción, que no puede no ser parcial.
Además la filosofía de Blondel quiere realizar
la unidad en la multiplicidad, la homogeneidad en la
heterogeneidad[15].
En cuanto conocer y obrar, Blondel explicita: "obrar es otra
cosa aun que pensar; la idea de la acción no es no es la
acción, la cual reforma, transforma y construye y su
metafísica no es deductiva" "Según uno ha vivido,
obrado, querido, amado, uno es otro, uno conoce de otra manera,
se posee de otro modo, uno tiene de las cosas un tacto, una
penetración, un gozo diferente". Blondel afirma que el
hombre se conoce verdaderamente en la acción porque
allí se descubre; sin que la acción llegue a abolir
el pensamiento, en cuanto lo influye en una prospectiva superior
y lo potencia.
También el
conocimiento para Blondel, tiene un dinamismo esencial en
virtud del cual pensar es ya obrar; no se trata de negar el
valor del
conocer, sino de descubrir al espíritu como vida viviente,
asirlo en todo su dinamismo, en su fecundidad real como
iniciativa y eficacia.
En suma, el conocimiento
está al servicio de la acción, pero no en forma
pragmática, porque por medio de la acción el
espíritu busca su finalidad suprema, su deber ser
fundamental, imperativo anterior al conocer, su estímulo y
guía[16].
El fin absoluto que la constituye es Dios: sin él, la
persona y los
fines que realiza la familia, la
sociedad, la
patria, la humanidad, caen de la altura que solamente hace de
ellos valores espirituales y humanos[17].
Filosofar es seguir el dinamismo integral de La Acción;
favorecer la actitud innata
de buscar a Dios, descubrir nuestro esencial deseo de él,
encarnarlo libremente en nuestra vida, reconocerlo y
obedecerlo.
Concluyendo el análisis de la obra: Blondel, se
coloca en la gran tradición metafísica cristiana
que explica al finito por medio del infinito; en la estructura
del pensamiento y de la acción hay fuerzas inmanentes,
energías que se actualizan con la presencia en nosotros
del Absoluto: "La Acción es un llamado y un eco del
infinito; de allí viene y allí va"[18].
El dinamismo produce del infinito y va al infinito, antes
también de la reflexión transforme al
presentimiento o al sentimiento oscuro en idea de Dios; la
conciencia, conociéndose y realizándose, busca el
más allá interior, a Dios que está presente
y la trasciende.
La filosofía es búsqueda de un más
allá no remoto y abstracto, sino interior a la
búsqueda viviente, vida de la vida espiritual, principio y
fin del movimiento
integral del espíritu; por lo tanto conexión del
orden de la inteligencia y de la caridad.
Para Blondel, el ser implica el pensamiento y la
acción, la acción, el ser y el pensamiento:
realismo integral, precisamente; es el pleno riquísimo
concepto de
"espíritu" que es necesario tener presente si se quiere
entender a la filosofía. Insistiendo: no hay pensamiento,
para el filósofo de Aix, que como viviente, no sea
también acción y no hay acción que no sea
pensamiento[19].
La filosofía de Blondel, apunta precisamente a la
indagación filosófica como la aptitud para acoger
humildemente a la Revelación, al Verbo encarnado,
crucificado y resucitado, a fin de que el hombre se recupere y se
actualice integralmente como persona[20].
Se discutía y se discute todavía sobre La
Acción y los escritos que la siguieron, pero las
controversias desde 1983 han sido y siguen siendo más de
carácter religioso – apologético que
filosófico. Si esto es así, su pensamiento se puede
insertar en la tradición y puede incluso armonizarse con
el de Santo Tomás de Aquino.
Sin duda a todas las objeciones que se puede hacer es afirmar
que la de Maurice Blondel no es una filosofía sino una
apologética[21].
En este sentido, personalmente quiero rescatar su pensamiento
con algunas preguntas ¿Si o No? ¿Tiene la vida
humana un sentido? ¿Tiene el hombre un destino?
Éste es el interrogante que ningún hombre puede
evitar. Al igual que Blondel, la acción es la posibilidad
de manifestar el amor y de
este modo se abre el alma a Dios.
Es decir, el amor abarca
todas sus dimensiones ya sea individual, social, moral y sobre
todo religiosa porque muestra la
conexión íntima de esos diferentes aspectos. De
aquí se sigue que nuestro obrar, todo hombre revela el
poder de su
ser y de su vida interior como vínculo profundo con su
Creador. Así como el filósofo de Aix nos explica,
que el alma religiosa encuentra su perfección en la
práctica literal y sencilla de la religión
revelada. Más allá de las maravillas
dialécticas y las emociones
fascinantes de la conciencia, se sitúa la acción
por la que Dios penetra en nosotros. ¿Acaso no es
así la eucaristía, que te abre a lo infinito y da
al fiel lo infinito finito?
En una época en la que el racionalismo y la crisis
modernista desnaturalizaban la revelación y amenazaban la
fe de la Iglesia, Maurice Blondel recordaba, en una visión
positiva, que la acción permite vislumbrar el obrar
divino, comprometido con nuestra carne, así como el
vínculo entre el misterio de la gracia divina y la
conciencia o la acción del hombre. Pero, al final de su
exposición filosófica, Blondel nos
lleva al umbral del misterio, pues no existe una medida
común entre lo que proviene del hombre, esta acción
a la que atribuye un poder tan grande, y lo que proviene de
Dios.
Esta obra no dejará de suscitar el asombro de filósofos y teólogos. Los primeros,
porque Blondel parece demostrar demasiado; los últimos,
porque demostrando, Blondel no parece observar suficientemente la
distinción del orden natural y el orden sobrenatural. Pero
a medida que los estudios sobre Blondel han ido progresando, ha
aparecido con mayor claridad el rigor de toda la obra. La
Acción nos permite captar, desde el punto de vista del
creyente que utiliza el instrumento filosófico, que existe
una armonía maravillosa entre la naturaleza y la gracia,
entre la razón y la fe. Como en Pascal, el hombre
a medio camino entre la nada y el todo, es conducido
pacientemente a reconocer el precio divino
de la vida.
En un mundo en que el relativismo y el cientificismo aumenta,
la tesis de Blondel es preciosa por su búsqueda de
unificación del ser y por su preocupación por la
paz intelectual: es el razonamiento de un creyente dirigido a los
no creyentes, el razonamiento de un filósofo sobre lo que
supera la filosofía; estimulando la búsqueda del
vínculum, esta victoria de la conciencia por la que
se alcanza la unidad del obrar humano, se revela la consistencia
de todo lo que existe y se expresa la connaturalidad que
establece un puente entre el misterio de Dios y la acción
humana.
Así, al finalizar este trabajo,
quiero rescatar su pensamiento y vida, que supo aunar la
crítica más rigurosa y la investigación
filosófica más intrépida con el catolicismo
más auténtico, sacando su inspiración de las
fuentes de la
tradición dogmática, patrística y
mística. Esta doble fidelidad a ciertas exigencias del
pensamiento filosófico moderno y al magisterio de la
Iglesia no estuvo exenta de incomprensiones y sufrimientos, en un
tiempo en que la Iglesia debía afrontar la crisis
modernista, cuyos riesgos y
errores Blondel había sido uno de los primeros en
discernir. Alentado muchas veces por los Papas como León
XIII, Pío X, Pío XI y Pío XII, Blondel
prosiguió su obra aclarando incansable y obstinadamente su
pensamiento, sin renegar de su inspiración.
Los filósofos y los teólogos actuales que
estudiamos la obra de Blondel debemos aprender de este gran
maestro precisamente su valentía de pensador, unida a una
fidelidad y a un amor indefectible a la Iglesia. La Iglesia, hoy
como siempre, tiene necesidad de filósofos que no teman
abordar las cuestiones decisivas de la vida humana, de la vida
moral, de la vida política y de la vida
espiritual, para preparar la adhesión y el testimonio de
la fe, principio de acción, para dar razón de la
esperanza y abrirse el ejercicio de la caridad. La Iglesia,
además, tiene necesidad de teólogos que
apoyándose en un sólido razonamiento
filosófico, sean capaces de expresar el dato revelado, a
fin de iluminar tanto a los fieles como a los no
creyentes.
Esperando el ejemplo de Maurice Blondel, creyente y
filósofo, que de la intimidad con el Maestro
(Jesús) tomó su deseo de la verdad, inspire a los
filósofos cristianos de nuestros días, y pido a
Jesús, sabiduría divina y reflejo de la gloria del
Padre, que nunca nos deje de enviarnos su Espíritu para
iluminar la inteligencia de cada uno de nosotros. De todo
corazón estás invitado a La
Acción.
Enviado por:
Juan Javier Carlo Q.
Filosofía.