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Tercera edad. Necesidad de educación en el adulto mayor




Enviado por ligia



    1. Resumen
    2. La tercera edad. Algunas
      características de la etapa
    3. Representaciones sociales
      de la vejez e imagen de sí en el adulto
      mayor
    4. Educación en la vejez,
      necesaria
    5. Conclusiones
    6. Bibliografía

    "Eres más
    allá de tus anteojos,

    tus cabellos blancos
    o tu piel sin
    brillo:

    ERES ENTRE
    NOSOTROS"

    Resumen

    Actualmente debido al desarrollo de
    la ciencia y
    la técnica aumenta la esperanza de vida al nacer y con
    ello el envejecimiento poblacional. Las representaciones que
    socialmente se tienen de la vejez,
    así como los cambios físicos y psíquicos que
    se producen hacen que el adulto mayor se sienta muchas veces
    alejado de esa sociedad que
    un día dirigió y construyó, y que aparezcan
    sentimientos de inutilidad y vacío existencial. La educación en el
    adulto mayor resulta un proceso
    saludable y que contribuye a trabajar en base al autodesarrollo,
    las potencialidades, la autovaloración, el
    autoconocimiento, todo lo referente a la esfera cognoscitiva y
    afectiva, propiciando bienestar en el anciano y viéndose
    como una necesidad de primer orden en nuestros
    días.

    Palabras claves: representaciones sociales,
    educación, envejecimiento, adulto mayor, autodesarrollo,
    autoconocimiento, autovaloración.

    Introducción

    El mundo de hoy se desarrolla vertiginosamente, se
    presentan avances en la ciencia y la
    técnica, la medicina, la
    industria y
    esto es un aliciente para aquellos que desean vivir más,
    de hecho la esperanza de vida al nacer ha aumentado y por
    consiguiente cada día aumenta el envejecimiento
    poblacional.

    Dada las dimensiones de este fenómeno el
    incremento de la ancianidad se ha calificado de epidemia moderna,
    término que muestra la
    representación que prima acerca de la tercera edad, la
    vejez no es sinónimo de plaga ni de enfermedad, el anciano
    constituye parte importante de la sociedad.

    Podemos darnos cuenta que el fenómeno del
    envejecimiento resulta un campo interesante para la investigación. Qué experimentan las
    personas en esta etapa de la vida, cómo estimularlos,
    viendo el envejecimiento como un proceso inherente al hombre que
    ocurre a lo largo de la vida pero que requiere de atención debido a los cambios que se
    producen y a las representaciones que se tienen de la
    vejez.

    Aflora, entonces, un término importante y es el
    de educación, las posibilidades que tiene el anciano en
    esta etapa de la vida contrarrestando cualquier posición
    desesperanzadora en cuanto a lo que vejez significa, a lo que
    dedicaremos el presente artículo.

    La tercera edad.
    Algunas características de la etapa.

    La vejez es un proceso de cambios determinados por
    factores fisiológicos, anatómicos,
    psicológicos y sociales.

    La mayoría de las definiciones sobre la vejez
    enfatizan el aspecto biológico y plantean que es: " un
    proceso progresivo desfavorable de cambio a nivel
    fisiológico y anatómico, producto del
    paso del tiempo y que
    concluye invariablemente con la
    muerte"

    Para el psicólogo esta definición resulta
    restringida, pues su interés va
    más allá de considerar la vejez como una serie de
    fenómenos conductuales limitantes, o una mayor probabilidad de
    muerte.

    Tradicionalmente la edad cronológica ha
    constituido el parámetro que determina el inicio de la
    vejez y se refiere a la edad calendario o número de
    años que un individuo ha
    vivido. Sin embargo, esto no constituye el mejor parámetro
    para determinar cuán productivo y capaz puede ser un
    sujeto tanto para sí mismo como con su familia y la
    sociedad.

    En los ancianos se puede detectar diferencias
    individuales debido a características de la
    personalidad y acentuados por el cúmulo de
    experiencias de cada cual.

    En la vejez se da una reducción de la capacidad
    funcional del individuo. Puede encontrarse declinación en
    funciones
    intelectuales
    tales como: análisis, síntesis,
    razonamiento aritmético, ingenio e imaginación,
    percepción y memoria visual
    inmediata.

    Es importante hacer notar, que el anciano presenta menor
    deterioro de sus facultades intelectuales siempre y cuando se
    mantenga activo y productivo, cualquiera que sea la actividad
    laboral que
    realice.

    En el anciano se incrementa el temor a lo desconocido,
    porque tener conciencia de las
    crecientes pérdidas físicas e intelectuales le
    produce un gran sentimiento de inseguridad.
    Estos son agravados por pautas culturales que los ubican en una
    posición desventajosa con respecto al adulto joven,
    determinando los roles que deben desempeñar.

    Otras reacciones negativas que puede sufrir el anciano
    ante la angustia y frustración provocadas por las
    pérdidas son la depresión
    y regresión. La depresión no es necesariamente un
    síntoma de envejecimiento pero se relaciona con el
    ámbito social estrecho en que vive el anciano, el cual lo
    conduce al aislamiento. Esto no se debe necesariamente a que el
    anciano viva solo, sino a que se le dificulta entablar nuevas
    relaciones significativas y algunas veces se presenta una
    rigurosa resistencia a
    abordar nuevas amistades.

    Si bien es cierto que todas las edades son portadoras de
    opiniones sociales, sin dudas la Tercera Edad constituye una
    etapa de la vida muy influenciada, más bien determinada
    por la opinión social, por la cultura donde
    se desenvuelve el anciano. Hasta hoy día la cultura, de
    una forma u otra, tiende mayoritariamente a estimular para la
    vejez el sentimiento de soledad, la segregación,
    limitaciones para la vida sexual y de pareja, y de la propia
    funcionalidad e integración social del anciano.

    Se ha llegado a considerar además, que los
    elementos conformadores de identidad son
    tomados generalmente de los prejuicios negativos que la cultura
    como tendencia, ha reservado para la vejez. "Soy viejo porque ya
    me queda menos, soy inútil, incapaz, retirado,
    final."

    Un resultado de depresión e inseguridad puede ser
    el intento del anciano por regresar a etapas anteriores de la
    vida. La persona
    dependiente e insegura en momentos de tensión
    tenderá a regresar a conductas infantiles y a no realizar
    esfuerzos constructivos para resolver los problemas.

    El anciano experimenta una necesidad creciente de
    seguridad, en un
    momento de la vida en que los recursos
    físicos y psicológicos están en
    rápida decadencia. Existe un sentimiento de impotencia
    para satisfacer las necesidades, lo cual le provoca
    frustración, miedo e infelicidad.

    Aún cuando el anciano evita establecer relaciones
    afectivas estrechas, intensifica sus vínculos con la familia
    cercana. Esta representa la fuente principal de ajuste
    socio-psicológico en el proceso de envejecimiento, debido
    a que es el medio que ofrece mayores posibilidades de apoyo y
    seguridad.

    El anciano debe valorarse como un individuo que posee un
    cúmulo preciado de experiencia que puede trasmitir a los
    jóvenes en el interactuar diario. Debe dársele la
    oportunidad de seguir siendo parte del sistema
    productivo en actividades que le permitan sentirse
    útil.

    La familia como red social primaria es
    esencial en cualquier etapa de la vida, es "el primer recurso y
    el ultimo refugio." La familia como grupo de
    intermediación entre el individuo y la sociedad,
    constituye un determinante importante para el presente
    análisis de la Tercera Edad.

    Con relación a la vejez como última etapa,
    habría que incluir los principales eventos que los
    autores han descrito para la misma, a saber: la viudez, la
    abuelita , el papel de los cuidadores del anciano y del anciano
    como cuidador, la jubilación, y la muerte.

    De los cambios mas universales, el anciano de hoy se
    queja de su falta de autoridad, en
    el núcleo familiar dado por la independencia
    que van tomando los hijos, la dependencia económica del
    anciano hacia ellos, la imposibilidad muchas veces de realizar
    todas las actividades hogareñas que antes realizaba, entre
    otros factores.

    Uno de los cambios desde el índole social que
    ocurren en la vejez es la jubilación. Al hombre jubilado
    le es mas difícil reencontrarse en el hogar, y en muchas
    ocasiones aparecen vivencias de soledad y de perdida de lugar.
    La mujer jubilada
    continúa su rol doméstico que antes
    compartía con el laboral social y vivencia como un cambio
    transicional más natural, la pérdida de su status
    social y su estancia a tiempo completo en el hogar. La
    jubilación constituye entonces un evento vital a
    considerar por la familia.

    Representaciones sociales de la vejez e imagen de
    sí en el adulto mayor.

    La vida de cada persona se enmarca y condiciona por la
    circunstancia histórico social en que le ha tocado vivir.
    Nadie vive desligado de la sociedad sino que está adscrito
    a un grupo, organización.

    El concepto de
    representación social se encuentra entre los más
    apropiados al analizar la subjetividad humana.

    Según Moscovici (1986) las representaciones
    sociales no serían opiniones sobre, ni imágenes
    de, sino más bien teorías
    de la ciencia colectiva sui géneris, destinadas a
    interpretar y construir lo real. Lo que se recibe, se reelabora y
    evoluciona para convertirse en un conocimiento
    que se utiliza en la vida cotidiana.

    Las representaciones sociales son las formas del sentido
    común. Ellas tienen características
    específicas: el carácter social de su génesis, el
    hecho de que es compartido ampliamente y distribuido dentro de
    una colectividad.

    Si se realiza un análisis de diferentes investigaciones
    que tienen de base la representación social de la vejez
    como las de Crespi Martins (1997) sobre la representación
    social acerca de la naturaleza de
    la vida cotidiana en la vejez, o las de Illhard (1997) sobre el
    viejismo en tanto prejuicios hacia las personas ancianas, puede
    notarse que prima una representación generalmente negativa
    de la vejez, cuanto más ambivalente, pero primando lo
    pesimista.

    Esta representación que la sociedad tiene de la
    vejez es prejuiciosa y tiene una connotación
    negativa.

    Analicemos, el sujeto en su interacción con el medio es activo, sin
    embargo la influencia que este ejerce sobre él tiene una
    enorme connotación si se analiza la representación
    que socialmente se tiene de la vejez, no resulta imposible
    encontrar ancianos optimistas y que ven la vejez como una etapa
    importante en sus vidas, pero para nada podríamos
    asombrarnos de que pueda existir un predominio de una
    autovaloración pesimista en la tercera edad, debido a que
    al estructurarse una representación a nivel social del
    término vejez que contenga aspectos negativos,
    innegablemente van a existir un abundante número de
    contextos de interacción donde el anciano va a entrar en
    contacto con comportamientos, actitudes,
    valoraciones, juicios que llevan implícitos esas ideas,
    tanto en la familia, comunidad,
    hospitales, en fin a nivel social, sin negar como habíamos
    dicho anteriormente el carácter activo del sujeto en la
    interiorización de los fenómenos del medio
    social.

    La imagen de sí mismo es un aspecto importante en
    relación con la salud y el bienestar humano,
    la imagen de sí mismo como personalidad y
    lo que se refiere a la autovaloración.

    Fernando González Rey plantea: " Desde nuestro
    punto de vista la autovaloración es un subsistema de la
    personalidad que incluye un conjunto de necesidades y motivos,
    junto con diversas formas de manifestaciones conscientes, la
    forma esencial en que se manifiestan los elementos integrantes de
    la autovaloración es un concepto preciso y generalizado
    del sujeto sobre sí mismo que integra un conjunto de
    cualidades, capacidades, intereses que participan activamente en
    la gratificación de los motivos integrantes de la
    tendencia orientadora de la personalidad, o sea, que están
    comprometidos en la realización de las aspiraciones
    más significativas de la persona. En este sentido el
    contenido de la autovaloración está emocionalmente
    comprometido con las principales necesidades y motivos de la
    personalidad y constituye expresión de los
    mismos."

    Los hechos vitales que afectan la autovaloración
    de la persona producen emociones
    negativas muy fuertes que se equiparan y sobrepasan en ocasiones
    a las vivencias negativas de carácter
    físico.

    Si se tiene oportunidad de conversar con ancianos son
    recurrentes las expresiones que enaltecen el pasado y oscurecen
    el presente tales como: " Antes cuando yo era joven… ahora
    que ya no sirvo para nada" , mientras que el futuro parece
    olvidado. En estudios realizados a adultos mayores se ha
    analizado que en técnicas
    proyectivas como el Rotter se presentan frases como : " Mi
    preocupación principal mi salud, si no hay salud no hay
    nada", "Sufro mucho", " ¿Mi futuro?…Yo soy el presente,
    la tercera edad es lo de ahora…en el futuro mis hijos que
    vivan bien. Sabemos que no somos eternos "

    La representación que socialmente se tiene de la
    vejez influye en la actitud que se
    asume ante el anciano.

    Las actitudes de personas hacia ellos, que pueden ir
    desde fomentar su dependencia hasta no hacerle mucho caso porque
    "está hablando demasiado sobre sus fantasías y
    experiencias de la infancia o
    juventud"
    debido a esa adquisición que aparece en la vejez de legar
    al otro, de autotrascender, influye en la imagen que el anciano
    construye de sí mismo, el cual al mirarse frente a un
    espejo nota sus arrugas, su piel menos brillosa, sus cabellos
    blancos.

    La educación
    en la vejez, necesaria

    Si se analizan los términos de envejecimiento
    normal y envejecimiento patológico, así como los
    factores influyentes en cada uno de estos términos podemos
    darnos cuenta de que existen factores biológicos,
    psicológicos y sociales que pueden determinar la presencia
    de uno u otro tipo de envejecimiento.

    Haciendo referencia a los aspectos psicológicos y
    sociales más significativos podemos decir que en el
    envejecimiento normal existe desarrollo o desintegración
    de algunos procesos
    psíquicos que pueden ser compensados, buen afrontamiento
    al estrés ,
    teniendo en cuenta los factores estresores que se presentan en
    esta etapa ( pérdida de salud, limitaciones, aislamiento ,
    soledad …) , autovaloración positiva , sentido de vida
    optimista. En el envejecimiento patológico, en este
    sentido, se presenta la pérdida progresiva e irreversible
    de procesos psíquicos, mal afrontamiento al estrés,
    autovaloración negativa, sentido de la vida pesimista,
    sentimientos de soledad y abandono.

    En lo social aparece como normal la sustitución y
    evolución de roles, apoyo social ( familiar
    y comunitario) , posibilidades de autonomía, contactos
    familiares amistosos, existencia de actividades productivas para
    el anciano, discrepancias intergeneracionales no disruptivas,
    mientras en el envejecimiento patológico se presenta la
    pérdida total roles sin posibilidad de sustitución
    , ausencia de apoyo social, dependencia involuntaria,
    inactividad, aislamiento, conflictos
    intergeneracionales, ausencia de contactos familiares
    amistosos.

    Debemos, entonces, cuestionarnos cuánto podemos
    hacer para apoyar el desarrollo del anciano en esta etapa,
    cuánto podemos estimular al adulto mayor para que viva
    esta etapa llena de cambios desde una perspectiva positiva y
    enriquecedora y cuanto podemos influir sobre estos factores
    psicológicos y sociales para lograr la aparición
    del envejecimiento normal.

    Carl Rogers, eminente psicólogo humanista hace
    planteamientos, que según nuestra opinión, resultan
    muy importantes, expresa que lo más valioso de la
    personalidad sería que el sujeto experimentara una
    consideración positiva incondicional de sí mismo,
    lo que no plantearía discrepancias entre su
    valoración y su necesidad de consideración
    positiva.

    Se plantea entonces la necesidad, por todo lo
    anteriormente planteado y reflexionando sobre las ideas de Carl
    Rogers, del desarrollo de un proceso de educación en la
    tercera edad que permita el bienestar del anciano como un ser
    bio- psico- social, contrarrestando posibles representaciones
    pesimistas de sí, dirigido además a lograr una
    autoestima
    positiva, propiciar el autodesarrollo , la autovaloración
    adecuada.

    Refiriéndonos a las funciones psicológicas
    del anciano y sus posibilidades de educación, sabemos que
    en la vejez ocurre que los procesos psíquicos se hacen
    más lentos, a causa de la merma neuropsicológica
    que se manifiesta en esta edad. Los trastornos de la memoria,
    las alteraciones en el pensamiento,
    la percepción son superados por el interés y
    la
    motivación que pueden tener para el aprendizaje,
    que puede manifestarse más lento pero indudablemente
    será más significativo para el individuo. Se deben
    tener en cuenta por tanto aspectos afectivos y motivacionales
    para el aprendizaje.

    La educación en la tercera edad debe partir de
    que sea ofrecida a los ancianos para conservar su
    autosuficiencia, la adaptación social, forma de mantener
    el vínculo con el desarrollo social
    actual. Debe sentirse informado, como un hombre de su tiempo
    sobre la evolución del mundo actual. Se debe tener en
    cuenta la profundización en la búsqueda de métodos
    idóneos para trasmitir mensajes que enseñen y
    eduquen, ajustados a la vejez. Además de esto debe
    demostrarse que la posibilidad de aprender en el hombre
    existe a lo largo de la vida, en mayor o menor grado.

    Mediante la educación en la tercera edad puede
    lograrse que el anciano se encuentre interesado en el futuro, que
    se sienta parte de la sociedad, con funciones y roles sociales.
    Los centros de salud , centros educativos , familias ,
    comunidades son agentes importantes que en su interacción
    con el anciano pueden trabajar en su estimulación y
    preparación en esta etapa

    Las universidades del adulto mayor tienen un papel
    fundamental en el proceso de educación del adulto mayor y
    en la actitud de este hacia la vejez. Buscan crear una cultura
    del envejecimiento a partir de oportunidades educativas y de
    autodesarrollo para la tercera edad y mediante este proceso de
    educación la concientización en el ámbito
    social del valor de esta
    etapa.

    La educación en el adulto mayor debe ser una
    educación para aprender a vivir , este es el tema
    más importante, el desarrollo de las potencialidades
    humanas es la tarea principal. Analizar preguntas como
    quién soy, explorando el autoconcepto, cómo
    enfrentar los problemas es una tarea que no debe olvidar la
    educación en el adulto mayor.

    Reflexionando sobre la base de las ideas de Gustavo
    Torroella González Mora comparto con él algunas
    preguntas que llevarían una respuesta importante para el
    anciano y que deben tenerse en cuenta al desarrollar el proceso
    educativo para la vida:

    • Quién soy y cómo soy.
    • Cómo debo afrontar y resolver los problemas y
      frustraciones en mi relación con el mundo.
    • ¿Qué sentido u orientación debo
      darle a la vida? (objetivos,
      metas, valores)

    Es importante que se vea el proceso de educación
    como posibilidad de lograr salud en el anciano tanto
    psíquica como físicamente, como la forma de legar
    elementos técnicos y fomentar en ancianos conceptos y
    pautas de conducta,
    derivadas de
    las propias discusiones, experiencias y confrontación con
    otros ancianos. Esto resulta de relevancia para la
    conservación de la salud en el adulto mayor. Es innegable
    que al presentarse un estado de
    bienestar físico el sujeto tendrá mayores
    posibilidades de experimentar bienestar psicológico que si
    está enfermo y viceversa, de ahí que la
    educación en el adulto mayor deba tener en cuenta varias
    esferas de trabajo.

    La educación del anciano es una necesidad social
    y debe ir dirigida al desempeño de nuevos papeles y a la
    búsqueda de un nuevo espacio en la sociedad.

    Conclusiones:

    La educación en el adulto mayor constituye en
    nuestros días un proceso de gran importancia, con ella
    pueden lograrse un mejor estilo de vida
    en el anciano donde existan proyectos,
    esperanzas, conocimiento real de sus potencialidades, de sus
    valores y hasta dónde puede llegar. Permite preparar al
    anciano para llevar una vida más saludable tanto física como
    psíquicamente.

    La educación en el adulto mayor permite la
    inserción del anciano en esa sociedad que un día
    construyó y de la que se siente apartado. Resulta un modo
    de lucha contra las representaciones que hoy priman de la vejez y
    que tanto los limitan, constituyendo así una necesidad de
    orden social.

    La educación en el adulto mayor , una
    educación para aprender a vivir , es hoy una tarea de
    primer orden para todos aquellos que desde la familia , la
    comunidad , el centro de salud , centros educativos
    interactúen con sujetos en la tercera edad .

    Bibliografía-

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      . Volumen 32,
      número 3.
    • Revista Latinoamericana de Psicología. (2001).
      Volumen 33, número1.

    Autora:

    Lida Cabanes Flores

    Licenciada en Psicología

    Actualmente cursa estudios de maestría en
    Psicopedagogía

    Fecha de realización : 10 de junio
    2005

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