- Resumen
- La tercera edad. Algunas
características de la etapa - Representaciones sociales
de la vejez e imagen de sí en el adulto
mayor - Educación en la vejez,
necesaria - Conclusiones
- Bibliografía
"Eres más
allá de tus anteojos,
tus cabellos blancos
o tu piel sin
brillo:
ERES ENTRE
NOSOTROS"
Actualmente debido al desarrollo de
la ciencia y
la técnica aumenta la esperanza de vida al nacer y con
ello el envejecimiento poblacional. Las representaciones que
socialmente se tienen de la vejez,
así como los cambios físicos y psíquicos que
se producen hacen que el adulto mayor se sienta muchas veces
alejado de esa sociedad que
un día dirigió y construyó, y que aparezcan
sentimientos de inutilidad y vacío existencial. La educación en el
adulto mayor resulta un proceso
saludable y que contribuye a trabajar en base al autodesarrollo,
las potencialidades, la autovaloración, el
autoconocimiento, todo lo referente a la esfera cognoscitiva y
afectiva, propiciando bienestar en el anciano y viéndose
como una necesidad de primer orden en nuestros
días.
Palabras claves: representaciones sociales,
educación, envejecimiento, adulto mayor, autodesarrollo,
autoconocimiento, autovaloración.
El mundo de hoy se desarrolla vertiginosamente, se
presentan avances en la ciencia y la
técnica, la medicina, la
industria y
esto es un aliciente para aquellos que desean vivir más,
de hecho la esperanza de vida al nacer ha aumentado y por
consiguiente cada día aumenta el envejecimiento
poblacional.
Dada las dimensiones de este fenómeno el
incremento de la ancianidad se ha calificado de epidemia moderna,
término que muestra la
representación que prima acerca de la tercera edad, la
vejez no es sinónimo de plaga ni de enfermedad, el anciano
constituye parte importante de la sociedad.
Podemos darnos cuenta que el fenómeno del
envejecimiento resulta un campo interesante para la investigación. Qué experimentan las
personas en esta etapa de la vida, cómo estimularlos,
viendo el envejecimiento como un proceso inherente al hombre que
ocurre a lo largo de la vida pero que requiere de atención debido a los cambios que se
producen y a las representaciones que se tienen de la
vejez.
Aflora, entonces, un término importante y es el
de educación, las posibilidades que tiene el anciano en
esta etapa de la vida contrarrestando cualquier posición
desesperanzadora en cuanto a lo que vejez significa, a lo que
dedicaremos el presente artículo.
La tercera edad.
Algunas características de la etapa.
La vejez es un proceso de cambios determinados por
factores fisiológicos, anatómicos,
psicológicos y sociales.
La mayoría de las definiciones sobre la vejez
enfatizan el aspecto biológico y plantean que es: " un
proceso progresivo desfavorable de cambio a nivel
fisiológico y anatómico, producto del
paso del tiempo y que
concluye invariablemente con la
muerte"
Para el psicólogo esta definición resulta
restringida, pues su interés va
más allá de considerar la vejez como una serie de
fenómenos conductuales limitantes, o una mayor probabilidad de
muerte.
Tradicionalmente la edad cronológica ha
constituido el parámetro que determina el inicio de la
vejez y se refiere a la edad calendario o número de
años que un individuo ha
vivido. Sin embargo, esto no constituye el mejor parámetro
para determinar cuán productivo y capaz puede ser un
sujeto tanto para sí mismo como con su familia y la
sociedad.
En los ancianos se puede detectar diferencias
individuales debido a características de la
personalidad y acentuados por el cúmulo de
experiencias de cada cual.
En la vejez se da una reducción de la capacidad
funcional del individuo. Puede encontrarse declinación en
funciones
intelectuales
tales como: análisis, síntesis,
razonamiento aritmético, ingenio e imaginación,
percepción y memoria visual
inmediata.
Es importante hacer notar, que el anciano presenta menor
deterioro de sus facultades intelectuales siempre y cuando se
mantenga activo y productivo, cualquiera que sea la actividad
laboral que
realice.
En el anciano se incrementa el temor a lo desconocido,
porque tener conciencia de las
crecientes pérdidas físicas e intelectuales le
produce un gran sentimiento de inseguridad.
Estos son agravados por pautas culturales que los ubican en una
posición desventajosa con respecto al adulto joven,
determinando los roles que deben desempeñar.
Otras reacciones negativas que puede sufrir el anciano
ante la angustia y frustración provocadas por las
pérdidas son la depresión
y regresión. La depresión no es necesariamente un
síntoma de envejecimiento pero se relaciona con el
ámbito social estrecho en que vive el anciano, el cual lo
conduce al aislamiento. Esto no se debe necesariamente a que el
anciano viva solo, sino a que se le dificulta entablar nuevas
relaciones significativas y algunas veces se presenta una
rigurosa resistencia a
abordar nuevas amistades.
Si bien es cierto que todas las edades son portadoras de
opiniones sociales, sin dudas la Tercera Edad constituye una
etapa de la vida muy influenciada, más bien determinada
por la opinión social, por la cultura donde
se desenvuelve el anciano. Hasta hoy día la cultura, de
una forma u otra, tiende mayoritariamente a estimular para la
vejez el sentimiento de soledad, la segregación,
limitaciones para la vida sexual y de pareja, y de la propia
funcionalidad e integración social del anciano.
Se ha llegado a considerar además, que los
elementos conformadores de identidad son
tomados generalmente de los prejuicios negativos que la cultura
como tendencia, ha reservado para la vejez. "Soy viejo porque ya
me queda menos, soy inútil, incapaz, retirado,
final."
Un resultado de depresión e inseguridad puede ser
el intento del anciano por regresar a etapas anteriores de la
vida. La persona
dependiente e insegura en momentos de tensión
tenderá a regresar a conductas infantiles y a no realizar
esfuerzos constructivos para resolver los problemas.
El anciano experimenta una necesidad creciente de
seguridad, en un
momento de la vida en que los recursos
físicos y psicológicos están en
rápida decadencia. Existe un sentimiento de impotencia
para satisfacer las necesidades, lo cual le provoca
frustración, miedo e infelicidad.
Aún cuando el anciano evita establecer relaciones
afectivas estrechas, intensifica sus vínculos con la familia
cercana. Esta representa la fuente principal de ajuste
socio-psicológico en el proceso de envejecimiento, debido
a que es el medio que ofrece mayores posibilidades de apoyo y
seguridad.
El anciano debe valorarse como un individuo que posee un
cúmulo preciado de experiencia que puede trasmitir a los
jóvenes en el interactuar diario. Debe dársele la
oportunidad de seguir siendo parte del sistema
productivo en actividades que le permitan sentirse
útil.
La familia como red social primaria es
esencial en cualquier etapa de la vida, es "el primer recurso y
el ultimo refugio." La familia como grupo de
intermediación entre el individuo y la sociedad,
constituye un determinante importante para el presente
análisis de la Tercera Edad.
Con relación a la vejez como última etapa,
habría que incluir los principales eventos que los
autores han descrito para la misma, a saber: la viudez, la
abuelita , el papel de los cuidadores del anciano y del anciano
como cuidador, la jubilación, y la muerte.
De los cambios mas universales, el anciano de hoy se
queja de su falta de autoridad, en
el núcleo familiar dado por la independencia
que van tomando los hijos, la dependencia económica del
anciano hacia ellos, la imposibilidad muchas veces de realizar
todas las actividades hogareñas que antes realizaba, entre
otros factores.
Uno de los cambios desde el índole social que
ocurren en la vejez es la jubilación. Al hombre jubilado
le es mas difícil reencontrarse en el hogar, y en muchas
ocasiones aparecen vivencias de soledad y de perdida de lugar.
La mujer jubilada
continúa su rol doméstico que antes
compartía con el laboral social y vivencia como un cambio
transicional más natural, la pérdida de su status
social y su estancia a tiempo completo en el hogar. La
jubilación constituye entonces un evento vital a
considerar por la familia.
Representaciones sociales de la vejez e imagen de
sí en el adulto mayor.
La vida de cada persona se enmarca y condiciona por la
circunstancia histórico social en que le ha tocado vivir.
Nadie vive desligado de la sociedad sino que está adscrito
a un grupo, organización.
El concepto de
representación social se encuentra entre los más
apropiados al analizar la subjetividad humana.
Según Moscovici (1986) las representaciones
sociales no serían opiniones sobre, ni imágenes
de, sino más bien teorías
de la ciencia colectiva sui géneris, destinadas a
interpretar y construir lo real. Lo que se recibe, se reelabora y
evoluciona para convertirse en un conocimiento
que se utiliza en la vida cotidiana.
Las representaciones sociales son las formas del sentido
común. Ellas tienen características
específicas: el carácter social de su génesis, el
hecho de que es compartido ampliamente y distribuido dentro de
una colectividad.
Si se realiza un análisis de diferentes investigaciones
que tienen de base la representación social de la vejez
como las de Crespi Martins (1997) sobre la representación
social acerca de la naturaleza de
la vida cotidiana en la vejez, o las de Illhard (1997) sobre el
viejismo en tanto prejuicios hacia las personas ancianas, puede
notarse que prima una representación generalmente negativa
de la vejez, cuanto más ambivalente, pero primando lo
pesimista.
Esta representación que la sociedad tiene de la
vejez es prejuiciosa y tiene una connotación
negativa.
Analicemos, el sujeto en su interacción con el medio es activo, sin
embargo la influencia que este ejerce sobre él tiene una
enorme connotación si se analiza la representación
que socialmente se tiene de la vejez, no resulta imposible
encontrar ancianos optimistas y que ven la vejez como una etapa
importante en sus vidas, pero para nada podríamos
asombrarnos de que pueda existir un predominio de una
autovaloración pesimista en la tercera edad, debido a que
al estructurarse una representación a nivel social del
término vejez que contenga aspectos negativos,
innegablemente van a existir un abundante número de
contextos de interacción donde el anciano va a entrar en
contacto con comportamientos, actitudes,
valoraciones, juicios que llevan implícitos esas ideas,
tanto en la familia, comunidad,
hospitales, en fin a nivel social, sin negar como habíamos
dicho anteriormente el carácter activo del sujeto en la
interiorización de los fenómenos del medio
social.
La imagen de sí mismo es un aspecto importante en
relación con la salud y el bienestar humano,
la imagen de sí mismo como personalidad y
lo que se refiere a la autovaloración.
Fernando González Rey plantea: " Desde nuestro
punto de vista la autovaloración es un subsistema de la
personalidad que incluye un conjunto de necesidades y motivos,
junto con diversas formas de manifestaciones conscientes, la
forma esencial en que se manifiestan los elementos integrantes de
la autovaloración es un concepto preciso y generalizado
del sujeto sobre sí mismo que integra un conjunto de
cualidades, capacidades, intereses que participan activamente en
la gratificación de los motivos integrantes de la
tendencia orientadora de la personalidad, o sea, que están
comprometidos en la realización de las aspiraciones
más significativas de la persona. En este sentido el
contenido de la autovaloración está emocionalmente
comprometido con las principales necesidades y motivos de la
personalidad y constituye expresión de los
mismos."
Los hechos vitales que afectan la autovaloración
de la persona producen emociones
negativas muy fuertes que se equiparan y sobrepasan en ocasiones
a las vivencias negativas de carácter
físico.
Si se tiene oportunidad de conversar con ancianos son
recurrentes las expresiones que enaltecen el pasado y oscurecen
el presente tales como: " Antes cuando yo era joven… ahora
que ya no sirvo para nada" , mientras que el futuro parece
olvidado. En estudios realizados a adultos mayores se ha
analizado que en técnicas
proyectivas como el Rotter se presentan frases como : " Mi
preocupación principal mi salud, si no hay salud no hay
nada", "Sufro mucho", " ¿Mi futuro?…Yo soy el presente,
la tercera edad es lo de ahora…en el futuro mis hijos que
vivan bien. Sabemos que no somos eternos "
La representación que socialmente se tiene de la
vejez influye en la actitud que se
asume ante el anciano.
Las actitudes de personas hacia ellos, que pueden ir
desde fomentar su dependencia hasta no hacerle mucho caso porque
"está hablando demasiado sobre sus fantasías y
experiencias de la infancia o
juventud"
debido a esa adquisición que aparece en la vejez de legar
al otro, de autotrascender, influye en la imagen que el anciano
construye de sí mismo, el cual al mirarse frente a un
espejo nota sus arrugas, su piel menos brillosa, sus cabellos
blancos.
La educación
en la vejez, necesaria
Si se analizan los términos de envejecimiento
normal y envejecimiento patológico, así como los
factores influyentes en cada uno de estos términos podemos
darnos cuenta de que existen factores biológicos,
psicológicos y sociales que pueden determinar la presencia
de uno u otro tipo de envejecimiento.
Haciendo referencia a los aspectos psicológicos y
sociales más significativos podemos decir que en el
envejecimiento normal existe desarrollo o desintegración
de algunos procesos
psíquicos que pueden ser compensados, buen afrontamiento
al estrés ,
teniendo en cuenta los factores estresores que se presentan en
esta etapa ( pérdida de salud, limitaciones, aislamiento ,
soledad …) , autovaloración positiva , sentido de vida
optimista. En el envejecimiento patológico, en este
sentido, se presenta la pérdida progresiva e irreversible
de procesos psíquicos, mal afrontamiento al estrés,
autovaloración negativa, sentido de la vida pesimista,
sentimientos de soledad y abandono.
En lo social aparece como normal la sustitución y
evolución de roles, apoyo social ( familiar
y comunitario) , posibilidades de autonomía, contactos
familiares amistosos, existencia de actividades productivas para
el anciano, discrepancias intergeneracionales no disruptivas,
mientras en el envejecimiento patológico se presenta la
pérdida total roles sin posibilidad de sustitución
, ausencia de apoyo social, dependencia involuntaria,
inactividad, aislamiento, conflictos
intergeneracionales, ausencia de contactos familiares
amistosos.
Debemos, entonces, cuestionarnos cuánto podemos
hacer para apoyar el desarrollo del anciano en esta etapa,
cuánto podemos estimular al adulto mayor para que viva
esta etapa llena de cambios desde una perspectiva positiva y
enriquecedora y cuanto podemos influir sobre estos factores
psicológicos y sociales para lograr la aparición
del envejecimiento normal.
Carl Rogers, eminente psicólogo humanista hace
planteamientos, que según nuestra opinión, resultan
muy importantes, expresa que lo más valioso de la
personalidad sería que el sujeto experimentara una
consideración positiva incondicional de sí mismo,
lo que no plantearía discrepancias entre su
valoración y su necesidad de consideración
positiva.
Se plantea entonces la necesidad, por todo lo
anteriormente planteado y reflexionando sobre las ideas de Carl
Rogers, del desarrollo de un proceso de educación en la
tercera edad que permita el bienestar del anciano como un ser
bio- psico- social, contrarrestando posibles representaciones
pesimistas de sí, dirigido además a lograr una
autoestima
positiva, propiciar el autodesarrollo , la autovaloración
adecuada.
Refiriéndonos a las funciones psicológicas
del anciano y sus posibilidades de educación, sabemos que
en la vejez ocurre que los procesos psíquicos se hacen
más lentos, a causa de la merma neuropsicológica
que se manifiesta en esta edad. Los trastornos de la memoria,
las alteraciones en el pensamiento,
la percepción son superados por el interés y
la
motivación que pueden tener para el aprendizaje,
que puede manifestarse más lento pero indudablemente
será más significativo para el individuo. Se deben
tener en cuenta por tanto aspectos afectivos y motivacionales
para el aprendizaje.
La educación en la tercera edad debe partir de
que sea ofrecida a los ancianos para conservar su
autosuficiencia, la adaptación social, forma de mantener
el vínculo con el desarrollo social
actual. Debe sentirse informado, como un hombre de su tiempo
sobre la evolución del mundo actual. Se debe tener en
cuenta la profundización en la búsqueda de métodos
idóneos para trasmitir mensajes que enseñen y
eduquen, ajustados a la vejez. Además de esto debe
demostrarse que la posibilidad de aprender en el hombre
existe a lo largo de la vida, en mayor o menor grado.
Mediante la educación en la tercera edad puede
lograrse que el anciano se encuentre interesado en el futuro, que
se sienta parte de la sociedad, con funciones y roles sociales.
Los centros de salud , centros educativos , familias ,
comunidades son agentes importantes que en su interacción
con el anciano pueden trabajar en su estimulación y
preparación en esta etapa
Las universidades del adulto mayor tienen un papel
fundamental en el proceso de educación del adulto mayor y
en la actitud de este hacia la vejez. Buscan crear una cultura
del envejecimiento a partir de oportunidades educativas y de
autodesarrollo para la tercera edad y mediante este proceso de
educación la concientización en el ámbito
social del valor de esta
etapa.
La educación en el adulto mayor debe ser una
educación para aprender a vivir , este es el tema
más importante, el desarrollo de las potencialidades
humanas es la tarea principal. Analizar preguntas como
quién soy, explorando el autoconcepto, cómo
enfrentar los problemas es una tarea que no debe olvidar la
educación en el adulto mayor.
Reflexionando sobre la base de las ideas de Gustavo
Torroella González Mora comparto con él algunas
preguntas que llevarían una respuesta importante para el
anciano y que deben tenerse en cuenta al desarrollar el proceso
educativo para la vida:
- Quién soy y cómo soy.
- Cómo debo afrontar y resolver los problemas y
frustraciones en mi relación con el mundo. - ¿Qué sentido u orientación debo
darle a la vida? (objetivos,
metas, valores)
Es importante que se vea el proceso de educación
como posibilidad de lograr salud en el anciano tanto
psíquica como físicamente, como la forma de legar
elementos técnicos y fomentar en ancianos conceptos y
pautas de conducta,
derivadas de
las propias discusiones, experiencias y confrontación con
otros ancianos. Esto resulta de relevancia para la
conservación de la salud en el adulto mayor. Es innegable
que al presentarse un estado de
bienestar físico el sujeto tendrá mayores
posibilidades de experimentar bienestar psicológico que si
está enfermo y viceversa, de ahí que la
educación en el adulto mayor deba tener en cuenta varias
esferas de trabajo.
La educación del anciano es una necesidad social
y debe ir dirigida al desempeño de nuevos papeles y a la
búsqueda de un nuevo espacio en la sociedad.
La educación en el adulto mayor constituye en
nuestros días un proceso de gran importancia, con ella
pueden lograrse un mejor estilo de vida
en el anciano donde existan proyectos,
esperanzas, conocimiento real de sus potencialidades, de sus
valores y hasta dónde puede llegar. Permite preparar al
anciano para llevar una vida más saludable tanto física como
psíquicamente.
La educación en el adulto mayor permite la
inserción del anciano en esa sociedad que un día
construyó y de la que se siente apartado. Resulta un modo
de lucha contra las representaciones que hoy priman de la vejez y
que tanto los limitan, constituyendo así una necesidad de
orden social.
La educación en el adulto mayor , una
educación para aprender a vivir , es hoy una tarea de
primer orden para todos aquellos que desde la familia , la
comunidad , el centro de salud , centros educativos
interactúen con sujetos en la tercera edad .
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Autora:
Lida Cabanes Flores
Licenciada en Psicología
Actualmente cursa estudios de maestría en
Psicopedagogía
Fecha de realización : 10 de junio
2005