- Sexoservicio
- Determinantes sociales de la
salud en el sexoservicio - Organizaciones
- Conclusiones
- Recomendaciones para una
Política de Salud orientada al
Sexoservicio - Anexos
- Bibliografía
El presente trabajo de
investigación: Sexoservicio y Salud, lleva por
subtítulo la articulación de las organizaciones
formales de sexoservidoras con la política de salud
en el Distrito Federal. La acotación espacial y temporal
se limita al Barrio de la Merced en el 2003. Justamente, el
objeto de estudio es conocer la forma en que dichas
organizaciones articulan su actuar con las instituciones
gubernamentales que les compete. Para poder realizar
dicho análisis fue necesario conocer, en primer
lugar, al conglomerado de organizaciones formales primarias de
sexoservidoras que tienen su actuar en el Barrio de la Merced, a
saber: Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa
Martínez'', A.C.; Humanos del Mundo Contra el Sida A.C.; y,
Mujeres por la Salud en lucha contra el Sida (Musa).
En segundo lugar las organizaciones formales secundarias que
trabajan entorno al sexoservicio: Centro de Atención Integral y Servicios
(Cais) y el Instituto Pro Infancia Y
Juventud A.C.
(Centro Madre Antonia). Además, fue necesaria la
inclusión de las sexoservidoras no asociadas o
"independientes". Por otra parte, las instancias gubernamentales
que viven más de cerca el fenómeno son el Instituto
de las Mujer del
Distrito Federal (Inmujer DF.) y el Consejo Nacional Contra el
Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida
(Conasida).
Numerosos han sido los estudios y diversos los enfoques
sobre la prostitución que será preciso
identificarlos antes de adentrarnos al tema y así, evitar
confusiones. Estos enfoques se representan
cronológicamente por las siguientes visiones:
- Médica
- Jurídica
- Sociológica
La visión que se propone, a
consideración de promover una nueva línea de
análisis y que intenta aprovechar conocimientos de las
visiones anteriores con el plus del enfoque de género, busca una consistencia que
permita el estudio racional y sistemático mismo que
dé origen, finalmente, a uno con cualidades
propositivas: - Antropológica-social
- Política Pública
(Género)
Para hacer esto, la forma de este trabajo se estructura de
la siguiente manera: el capítulo I muestra un
recorrido histórico, jurídico y teórico
dedicado específicamente al sexoservicio. El
capítulo II busca una explicación de las
implicaciones sociales, políticas,
económicas y culturales que reflejan el proceso
salud-enfermedad en el fenómeno del
sexoservicio.
El capítulo III refiere el trabajo de
campo hacia las organizaciones secundarias, primarias y
gubernamentales Posteriormente, al concluir, se realiza una serie
de recomendaciones, basadas en el esquema que aporta la
formulación de políticas públicas, enfocadas
al sexoservicio, a las organizaciones, al gobierno, y a la
articulación entre éstos elementos sobre un tema:
la Salud.
En la metodología se utilizó, para la
contrastación de hipótesis, la entrevista
dirigida a nivel organizacional, esto es, a representantes de las
organizaciones; las entrevistas
que se presentan a nivel individual, sexoservidoras y
funcionarios, fueron en su mayoría, mediante documentación de otros autores. Para
explicar y analizar el fenómeno se precisa la
documentación histórica, jurídica y
teórica.
Uno de los problemas que
coartaron esta investigación fue la poca información sobre las asociaciones civiles
que estudiamos y el difícil acceso a ella. Así como
al sinuoso acercamiento, pues el protagonismo de algunos
líderes y la inseguridad de
la zona, contribuyeron a alargar el tiempo
previsto para esta investigación. A continuación se
exponen las hipótesis
iniciales de este estudio.
Una de las principales preocupaciones es el
reconocimiento de esta actividad económica, mediante
leyes, y por
parte del gobierno, que desemboque en la implementación de
políticas públicas dirigidas al sexoservicio y su
entorno, principalmente en la salud, lo que llevaría a
sugerir la primera hipótesis: Las instancias
gubernamentales no mantienen cursos de acción
tendientes a la solución de la problemática de
salud en las sexoservidoras. Por lo que deja a este grupo
comúnmente llamado "vulnerable" a auto-organizarse para
procurar cierta supervivencia ante la estructura
social en la que se desenvuelve, esto es que, las
organizaciones formales de sexoservidoras promueven la salud, los
derechos y las
obligaciones
de quienes se dedican al sexoservicio.
Respecto a las organizaciones informales que han actuado
bajo disposiciones de líderes y proxenetas, que evocan la
explotación sexual de la mujer (acción penada por
leyes internacionales), suponemos que existe una tendencia a
desaparecer gracias al trabajo de las asociaciones civiles, por
lo que las organizaciones formales de sexoservidoras
paulatinamente eliminan la figura del lenón. Esto es
seguido de otra hipótesis: a mayor adscripción
de sexoservidoras en organizaciones formales, menores
serán los casos de lenocinio en sexoservidoras.
Suponemos que si se reduce dicha explotación, las
condiciones materiales de
vida y el proceso salud-enfermedad en el sexoservicio
tomarían otro rumbo.
Las bases teóricas que cimentaron esta
investigación son: la perspectiva de género, el
contractualismo, la medicina
social, participación ciudadana y política
pública. El primero, por la consecuencia de la
estigmatización social de la sexoservidora, quien
principalmente es rechazada por la sociedad, por
la influencia patriarcal, promovida por la religión
judeo-cristiana, y que impera en la mayoría de las
sociedades
occidentales y la supuesta supremacía del hombre, misma
que justifica la vejación, el maltrato y la violencia a la
mujer por parte del varón. La perspectiva de
género, pretende alcanzar la equidad
social, así como la igualdad de
oportunidades, económicas, laborales, etc., que otorguen
una autonomía y estabilidad (en todos sus ámbitos
de vida), asimismo un re-empoderamiento, que le otorgue a la
mujer una reivindicación como actor social, conciente y
participativo, en la reconstrucción de espacios, para
alcanzar un mejoramiento en sus condiciones de vida. Para
incluirla en la investigación, fue necesario revisar
artículos, investigaciones y
todo tipo material hemerográfico, bibliográfico y
documentos de
la Internet,
así como diversos autores expertos o conocedores del
tema.
El contractualismo por la razón de que la
relación que se efectúa entre la sexoservidora y su
cliente, es una
relación de tipo comercial en la que ambos aceptan un
contrato no
escrito, pero establecido en el momento en que ambos acceden; la
sexoservidora a prestar su servicio y el
cliente/usuario a pagar por él. En ese lapso ambos, en
teoría,
están comprometidos a respetarlo, pero en la realidad esto
no acontece, ya que no existe certidumbre para ninguno de los
dos, el cliente ignora si será robado, golpeado o
estafado, si se respetará el tiempo pactado, si su salud
no peligra; la sexoservidora si el cliente la golpeará,
lesionará o si incluso su vida corre peligro, si este no
porta una Infección de Transmisión Sexual (ITS),
que ponga en riesgo su salud.
Lo anterior se resume que no pueden obtener de dicho contrato una
transacción mutuamente ventajosa, de la que ambos saquen
provecho, y que uno o ninguno lo respete. En este sentido las
ideas de Mancur Olson son esenciales, donde este autor propone al
Estado como el
único garante, y observador de que todo tipo de contrato
se cumpla, y se brinde certidumbre a las partes que lo
originen.
La medicina
social, porque lejos de que darse en el aspecto biológico
de la salud (sin omitirlo), estudia e investiga el proceso
salud-enfermedad y la influencia que sobre él ejercen la
economía,
el sistema
político, y la cultura
(especialmente los aspectos ideológicos); se enfatiza, el
análisis de este proceso no debe hacerse sólo de
forma individual, sino sus afecciones colectivas también
deben incluirse. La tesis fundamental es: el proceso de
salud-enfermedad puede modificarse por aspectos biopsicosociales
y ambientales; es decir, que los cambios que sufra dicho proceso,
son ocasionadas por alteraciones en el entorno del individuo o la
sociedad –en este caso las sexoservidoras de el Barrio de
La Merced-, centrándose en la construcción y análisis de indicadores,
que den manifiesto de las condiciones de vida que presentan de
forma individual o colectiva en una sociedad.
La participación ciudadana. No se puede crear un
programa
integral, sin la participación de los interesados, por
ello el tomar en cuenta (pero no únicamente) la
opinión del individuo, para quien se va destinar la
acción es vital, de lo contrario se puede caer en la
falacia de universalizar las posibles soluciones. Un
procedimiento
que dio resultado; no es regla general que lo dé en todo
lugar y situación, no corresponde olvidar, que cada
problema tiene sus particularidades, su contexto y su tiempo.
Existe en nuestro país una predisposición, por
parte de los diversos gobiernos, a situar la participación
ciudadana confinada al nivel de información y de consulta,
o concibiendo el control como
supervisión legitimadora de las acciones, al
no encontrarse mecanismos que reconozcan la aplicación de
correctivos o de reorientación, partiendo de las
observaciones generadas. Para las asociaciones civiles, la
probabilidad
de desempeñar una "corresponsabilidad" traspasa el filtro
de compartir poder, poder de decisión, sí se
presenta clara la diferencia de funciones o
facultades; la corresponsabilidad es trasladada en la
participación activa y global en el proceso de
decisión, implementación y evaluación
(fases de la política pública) de las acciones, y
no escuetamente en la generación de opinión, o bien
de una asociación fundamentada en la compensación
de recursos por
servicios determinados.
Las políticas públicas, porque los
programas y la
política
social serán más democráticos, incluso
se puede asegurar que más eficientes; mientras más
aumenten la participación de la sociedad. Es vital que
exista participación social, en la construcción de
la agenda, por medio de la intervención en las discusiones
que se produzcan al respecto, lo mismo que en el estudio de las
alternativas. Incluso se puede facilitar la participación
de la sociedad, ya sea mediante representaciones sociales en los
órganos encargados de tomar decisiones, o bien, por
razón de la influencia sobre los encomendados a elegir
resoluciones, circunstancia más usual que incluso se
reconoce con el nombre de cabildeo. Pero no olvidemos que en
México las
prácticas sociales y gubernamentales han sido de tipo
autoritario y corporativo (con todo y los cambios que han
ocurrido en el país), por lo que en ciertos sectores de la
sociedad existe una remarcada desconfianza, por el vació
existente entre el discursos
gubernamental (federal, estatal y municipal) y sus
prácticas y acciones con fuertes resabios proteccionistas,
impositivos y neocorporativos. Así la asimilación y
utilización del enfoque de políticas
públicas, auxilie en el desarrollo
para el diálogo
entre la sociedad y los distintos niveles de gobierno, para
generar soluciones y/o alternativas en la mejora de condiciones
vida.
Estas cinco cosmovisiones en conjunto, otorgan un amplio
espectro teórico-metodológico para abordar el
fenómeno de las asociaciones de sexoservidoras en el
Barrio de la Merced y su vinculación con la
política de salud del Gobierno del Distrito Federal. Se
decide tomar el término "sexoservicio", por ser uno que se
acerca a un espacio de neutralidad, sin embargo no es aceptado
por algunos grupos que forman
parte del objeto de estudio de esta investigación. Se
entenderá que el problema del sexoservicio en sí,
es rebasado y que este hecho permitirá analizar
elementos del entorno que serán tomados en cuenta
para las recomendaciones en materia de
política pública.
La ideología es el primer elemento pues de
aquí deriva la forma de actuar de una sociedad donde, en
muchas, la mujer es vista como un objeto, como un ser para los
otros. Bajo otra perspectiva se compara a la mujer con la
naturaleza
(irracional e instintiva), misma que el hombre
tiene que controlar y dominar; desde la institución
primaria que es la familia hasta
instituciones más complejas que reproducirán la
directriz de la ideología. La mujer tiende a ser un objeto
sexual disponible, al interior por el cónyuge y al
exterior por el cliente/usuario.
La tendencia ideológica en muchas sexoservidoras
es la de asumirse como sujetas marginadas, excluidas y sin
derechos. En ellas mismas se genera un límite de
acción, pues moralmente no deberían exigir
derechos, por ser "malas mujeres", "contaminadoras de almas";
biológicamente tampoco, por ser las transmisoras de
"enfermedades
venéreas", cuya patología es mayor a las
mujeres que no se dedican a dicha actividad. El otro extremo de
los límites
recibe a las "buenas mujeres" cuya función es
dar salida a la explosión hormonal de los clientes/usuarios
que se traduce en "salvar matrimonios" y evitar violaciones.
Habrá otras que exigirán no ser explotadas por el
gobierno o que se les proporcione centros de atención
donde puedan desarrollar otras actividades paralelamente al
sexoservicio.
El segundo elemento es el económico, a saber, en
primer lugar, que el sexoservicio no genera "plusvalor". Es una
actividad económica en la que existe una relación
entre el servidor y el cliente/usuario (no de
empleado-empleador), cuyo contrato se ejerce por mutuo acuerdo
entre las partes, pero sin existir de por medio un certificado de
compra-venta del
servicio que avale la certidumbre en los títulos de
propiedad. En
segundo lugar, el sexoservicio se ve como un medio para
satisfacer las necesidades materiales de quien lo ejerce –y
para satisfacer las necesidades sexuales de quien lo contrata. En
la mayoría de los casos es una forma de ganar dinero
rápidamente –donde una parte se dedica al ahorro–
para dedicarse, posteriormente, a la microempresa. En
tercer lugar, el sexoservicio (nivel bajo y medio) se debe a la
falta de recursos materiales e intelectuales
de quien lo ejerce que, en su caso, correspondería
más al orden socioeconómico.
El tercer elemento es el político-legal, donde
dicha actividad puede o no constituir un delito o una
falta administrativa, más importante aún, si es
reconocido (tendencia reglamentarista) o es marginado (tendencia
prohibicionista) por el gobierno –y la misma sociedad. Por
otra parte, los actores que intervienen (sexoservidoras, ONG’s,
gremios, liderazgos, instituciones gubernamentales y de derechos humanos)
conforman una arena política conflictiva donde las
decisiones unilaterales corren el riesgo de provocar
fragmentaciones. Así como las diferencias políticas
de los gobiernos federales con los gobiernos locales para tratar
el "problema".
El cuarto y último elemento es el social cuyo
tema principal es la salud física y mental de
los individuos, consumo de
drogas, las
alteraciones del "reloj biológico", es decir, alteraciones
del sueño y la alimentación; la
exposición a ambientes hostiles,
infecciones de transmisión sexual (ITS), entre otros, que
derivan de las Condiciones de Vida de las
sexoservidoras.
Han sido tantos los nombres de este fenómeno
universal y al mismo tiempo particular de cada época y
sociedad, que es necesario hacer un consenso en el término
para trabajar a lo largo de esta investigación. Las
mujeres se llaman a sí mismas o las han llamado:
"prostitutas", "sexoservidoras", "trabajadoras del sexo",
"trabajadoras del comercio
sexual", "mujeres en contexto de prostitución", "rameras",
"meretrices", "putas", "mujeres de la vida alegre", "mujeres de
la vida fácil" y "mujeres públicas" –entre
otros nombres. Además de los peyorativos y los
calificativos que intentan redimir el concepto, existen
otros aspectos como la familia, la propiedad
privada y en cierto sentido la concepción social e
individual del amor, que marcan la diferencia en las
características de este fenómeno –si puede
llamarse así– en las distintas culturas y
épocas. Hay que agregar la pobreza, la
migración, la violencia, la educación, y la
falta de oportunidades que representan en nuestro siglo una red de relaciones
causales inherentes al tema que, en cierto sentido corresponden a
los países en el subdesarrollo.
El propósito de éste capítulo es
explicar y analizar las características y las relaciones
causales del sexoservicio. Además de hacer un recorrido
histórico por las civilizaciones más
representativas de la época, se expondrán los
antecedentes de regulaciones que ha impuesto el Estado
mexicano al sexoservicio y que van de finales del siglo XIX hasta
nuestros días.
I.1 Antecedentes
El sexoservicio existe en formas que dependen de
los valores
económicos, sociales y sexuales de cada sociedad. Los
motivos pueden ser laicos o religiosos, materiales o
espirituales. Sus características cambian según la
época y el lugar donde se encuentre; aunque la esencia
de facto sea la misma: satisfacción de placer
sexual del cliente/usuario, por quien ejerce el servicio, a
cambio de una
retribución por el mismo cliente/usuario. El objetivo de
este punto, es conocer dichas características en la
historia de la
civilización humana. Antes será necesario dejar
claro los dos grandes enfoques, que ayudarán a construir
lo que se pretende: "género (cuya fuerza se
obtiene primeramente del feminismo) y
contractualista".
El enfoque de género destaca lo siguiente: "tras
el cambio patriarcal, que instituyó el matrimonio y
la familia
patriarcal, apareció la desigual división de los
sexos". Con ello empezó la relación sexual
monógama, donde la mujer intercambiaba su disponibilidad
sexual permanente a su pareja, a cambio del sustento. Con la
llegada y la formación de los Estados y con la
implantación de la familia patriarcal, según
Pirenne: "… la formación de la familia (patriarcal)
cambió profundamente las ideas sociales". A esto sugiere
Mayr estructuralmente más radical al decir que: "la
familia natural y la "comunidad"
matriarcal queda reemplazada por la "sociedad", del mismo modo
que el politeísmo anterior y el panteísmo
matriarcal quedan subsumidos en el monarquismo y el
monoteísmo propios del Estado". Comenzó la
subordinación femenina: la mujer vio restringida las
profesiones con las que se autosustentaba, de igual forma fue
perdiendo paulatinamente su influencia, su poder político
y religioso y su estatus, aumentando su sometimiento al
varón, reducida a la maternidad y relegada al interior de
la casa, aislada y ocupada en la tarea del cuidado de la
infancia.
Es necesario utilizar el término
prostitución en estos momentos para respetar la
documentación bibliográfica y lograr un efecto
amplio del origen. Se podría argumentar que la causa
original de la prostitución se encuentra en "la
instauración del matrimonio" que tuvo como
consecuencias:
- a) El establecimiento de la herencia
patrilineal, por lo que la propiedad del suelo
cultivable pasaba a los hijos varones. Por ello la mujer
dejó de ser dueña de los frutos del campo y ya no
podía autosostenerse económicamente. - b) Al perder la mujer su valor
económico, sólo se la valoraba en su
función de esposa y madre de muchos hijos. Dado el
exclusivo papel de procreadora que la esposa tenía en la
familia patriarcal, estaría siempre embarazada.
Así que los esposos acudirían a otras mujeres
para que les proporcionasen placer, con lo que la demanda de
prostitutas incrementaría la oferta.
Comenta Kneissler de la sociedad patriarcal griega:
"Cuando no estaban embarazadas, los maridos se limitaban a
cumplir desapasionadamente tres veces al mes con sus deberes
conyugales".
- c) Además, a principios de
la época histórica, aún pervivían
costumbres de gran libertad
sexual femenina, vestigio del matriarcado. Dada la
consideración de valor sagrado que tenía el acto
sexual en la antigüedad, considerado un acto de
Fertilidad, no estaba todavía limitada la sexualidad
femenina, si aún no había llegado al matrimonio.
Por lo que en principio, no se exigía la virginidad
femenina antes del matrimonio y podían prostituirse para
ganar dinero. - d) Por otro lado al establecerse el matrimonio a
cambio de una recompensa, para que un varón sostuviera a
su pareja, se exigió la dote a la novia, exigencia que
manifiesta su consideración desvalorizada. Dado que los
padres no asumían el pago de la dote, la mujer tuvo que
ejercer la prostitución, como única vía
que le permitía la ocasión de
autoproporcionársela. Y de ahí que el ejercicio
de la prostitución no le impidiese contraer ventajosos
matrimonios y que a los occidentales tanto
asombraba.
La prostitución era vista como un mal necesario
que protegía a las mujeres jóvenes de la
violación y salvaguardaba al matrimonio y a la familia de
los estragos de los apetitos sexuales de los varones o como
resultado desafortunado de la pobreza y las
estrecheces económicas de las mujeres que debían
sostenerse a sí mismas, o se veía a la
prostitución como algo no peor o menos honesto como la
"prostitución legal" como Mary Wollstonecraft denominaba
al matrimonio en 1790. Como prostitutas, las mujeres abiertamente
comercian con sus cuerpos y como trabajadoras (a diferencia de la
esposa) se le paga a cambio. Simone de Beauvoir ve a la esposa
como "alquilada de por vida a un varón, la prostituta
tiene varios clientes que pagan cada vez". La primera está
protegida por un varón contra todos, la segunda
está defendida por todos contra la tiranía de cada
uno.
La crítica
feminista a la prostitución, algunas veces es rechazada
bajo el fundamento de que las prostitutas explotan o
engañan a sus clientes: los varones son presentados como
la parte perjudicada y no las mujeres. Por cierto, las
prostitutas son con frecuencia capaces de lograr el control de la
transacción con sus clientes mediante estratagemas y
trucos de oficio.
El enfoque contractualista manifiesta que, como otras
formas de empresa
capitalista, la prostitución es vista como una empresa
privada y el contrato entre el cliente y la prostituta se
considera un arreglo privado entre comprador y
vendedora.
Los contractualistas sostienen que una prostituta pacta
una cierta forma de su "fuerza de trabajo" por un periodo dado a
cambio de dinero. Hay libre intercambio entre la prostituta y el
cliente, el contrato de prostitución es exactamente como
–o es un ejemplo de– el contrato de empleo. Desde
el punto de vista del contrato, la prostituta es poseedora de una
propiedad en su persona que
contrata parte de esta propiedad en el mercado. Una
prostituta no se vende a sí misma, como comúnmente
se alega, o incluso no vende sus partes sexuales, sino que
contrata el uso de sus servicios sexuales. No hay
diferencia entre una prostituta y un trabajador o vendedor de
servicios. La prostituta, como cualquier otro "individuo",
establece una relación externa a la propiedad en su
persona. La teoría contractualista ofrece una respuesta
convincente a las bien conocidas críticas y objeciones a
la prostitución. Por ejemplo, para los contractualistas,
la objeción de que la prostituta se daña o se
degrada por su comercio, no comprende la naturaleza de lo que se
negocia. El cuerpo y la persona de la prostituta no se ofertan en
el mercado, ella puede pactar el uso de sus servicios sin
detrimento de sí misma. Las feministas sostienen que la
prostitución comprendía la sujeción de las
mujeres a los varones, pueden tener respuesta de que tal
posición es una reflexión a partir de las actitudes
fuera de moda respecto del
sexo, cristalizadas a partir de la propaganda de
los varones y del viejo mundo de la subordinación de las
mujeres. Los contractualistas incluso proclaman que "las personas
tienen el derecho humano de relacionarse con el sexo
comerciante".
La discusión no es fácil. La propiedad de
su persona, a diferencia de la propiedad material, no puede
separarse de su propietaria. El varón que contrata el uso
de los servicios de una prostituta, como el empleador, obtiene el
mando sobre el uso de la persona y del cuerpo de ésta
durante el contrato de prostitución, pero llegados a este
punto la comparación entre el esclavo asalariado y la
prostituta, el contrato de empleo y el de prostitución,
colapsa. El capitalista no tiene ningún interés
intrínseco en el cuerpo y la persona del trabajador o, al
menos, no el mismo tipo de interés que tiene un
varón en un contrato de prostitución. Los varones
que entran en el contrato de prostitución tienen un
único interés: la prostituta y su cuerpo. En la
prostitución, el cuerpo de la mujer y el acceso sexual a
tal cuerpo, es el objeto del contrato.
Con la finalidad de dar ahora una oportunidad a las
explicaciones historicistas de la prostitución, se detiene
aquí esta discusión para que, al final del
capítulo y para efectos prácticos se proponga un
cuadro con los niveles y categorías de análisis de
la prostitución para, posteriormente, ensamblar el
concepto de "sexoservicio" y poder manejarlo con facilidad y
universalidad en los capítulos posteriores, pues, a saber,
la ley
–mexicana– contempla al sexoservicio, pero no lo
define.
Prehistoria
En el curso de la evolución surgió un comportamiento
cultural nuevo por el que los adultos varones empezaron a
vincularse a una mujer y empezaron a preocuparse por los hijos de
la misma y a cuidar y proteger a su propia familia;
característica cultural que se manifestó muy
posteriormente. Ello ocurrió bien porque "el varón
captase la idea de paternidad y comprendiese que era el causante
de la fecundación, o bien porque el varón
quisiera posesionarse de los hijos de su pareja, o bien porque
quisiese aumentar el número de descendientes y viese la
necesidad de proteger a la madre, para que hiciese frente a los
cuidados de sus numerosos hijos. O bien para erradicar los
comportamientos femeninos despóticos propietarios de los
hijos y de otras posesiones valiosas".
Marvin Harris afirma que en muchas sociedades
cazadoras-recolectoras con división sexual del trabajo
entre varones cazadores y mujeres recolectoras se dan relaciones
casi igualitarias entre los sexos. La lectura de
los datos
etnográficos indica que, en los ámbitos
políticos de la adopción
de decisiones y la resolución
de conflictos, los varones poseen una ventaja, leve pero
significativa, sobre las mujeres en todas las sociedades. Las
mujeres eran parte importante en la economía. Es mucho
más probable que los machos, hembras y crías
afarensis y hábilis recorrieran juntos el
territorio formando una tropa y que las hembras no lactantes
intervinieran activamente en las tareas de ahuyentar a los
carroñeros, combatir a los depredadores y perseguir a las
presas. Mientras las que estaban lactando y embarazadas, se
quedaban en el nido, igualmente actuando directamente en la
economía. La cuestión es sencillamente que no
tenían más probabilidades de aparearse y criar
hijos con arreglo a un único sistema que los
humanos hoy en día. Partiendo de una capacidad para paliar
los efectos potencialmente perturbadores de determinadas
fórmulas de relación social mediante intercambios
de servicios por bienes, bienes
por bienes y bienes por servicios, nuestros antepasados
presapiens pudieron adoptar sistemas de
apareamiento y crianza tan diversos como los que hoy existen o
existieron en un pasado reciente.
Aún en ambientes matrilineales, los varones, como
todos los grupos dominantes, tratan de promover una imagen de sus
subordinados que contribuye a preservar el status quo.
Durante miles de años, los varones han visto a las mujeres
no como éstas podían ser, sino exclusivamente como
ellos querían que fueran.
En algunas comunidades más evolucionadas, ambos
sexos experimentaban libremente antes de la pubertad y
disfrutaban de una intensa vida sexual premarital. Las chicas
recibían por la noche a pretendientes en la casa de sus
padres y los muchachos competían con sus rivales a ver
cuántos orgasmos podían alcanzar. "Las
jóvenes no estaban interesadas en juegos
eróticos preparatorios". El sexo no era una recompensa a
la satisfacción sexual.
Hoy día existe la expresión de que la
"profesión" femenina más antigua del mundo es la
prostitución. Sin embargo ello entra totalmente en
contradicción con la arqueología y los mitos legados en todas
las culturas. Al respecto Martín-Cano argumenta que las
más arcaicas obras de arte de humanos,
nos muestra exclusivamente a mujeres ejerciendo las más
nobles profesiones. Y los más arcaicos mitos, adjudican a
las Diosas el invento de innumerables oficios: "invento femenino
sublimado a categoría divina". Así en la
época arcaica, antes de la revolución
patriarcal, existen numerosas obras de arte en todas las
culturas, de mujeres ejerciendo las profesiones, tanto
relacionadas con las funciones alimenticias: físicas y
culturales, como las funciones sagradas relacionadas con el
sacerdocio:
- Agricultora: la mujer roturaba y cultivaba el
campo. - Escultora-alfarera: modelaba las vasijas y esculturas
necesarias para contener alimentos y
para pedir Fertilidad a la Diosa. - Artesana, curtidora o metalúrgica: fabricaba
los diferentes adminículos domésticos,
agrícolas, textiles, derivados de animales y
metalúrgicos como la moneda para sus transacciones
comerciales… - Música y bailarina: tocaba los instrumentos.
musicales que habría inventado y bailaba en ceremonias
religiosas. - Poetisa y cantante: componía y cantaba los
himnos de las ceremonias de Fertilidad. - Actriz y ramera, y como representante de la Diosa en
la Tierra
participaba en comedias de carácter religioso llevando ramos de
flores, símbolos de Fertilidad y en ritos
orgiásticos en honor de la Diosa del Amor. - Maestra que enseñaba a los jóvenes los
conocimientos útiles para enfrentarse a la
vida. - Astrónoma: la mujer era la conocedora del
calendario agrícola y las constelaciones. - Mitóloga: inventaba las leyendas
religiosas. - Sacerdotisa, bautizadora, legisladora, jueza:
dirigía las ceremonias sagradas de Fertilidad para
propiciar a la Diosa, a la que encarnaba, así como
juzgaba y castigaba a los infractores de las leyes. Participaba
en deportes y
competía en concursos de carreras de carros, o de
caballos, o atléticos, o iba a la guerra.
Elaboraba diferentes productos
alimenticios (p. ej. pan de harina de semilla de trigo,
aceite de
oliva de la aceituna, vino de la uva…), tras inventar los
métodos
de obtención de los frutos con los que alimentaba a sus
hijos, cuando era la única que se cuidaba de
ello. - Además ejercía de médica,
curandera y veterinaria,
curando con hierbas medicinales a los humanos y a los
animales. - Comerciante, porteadora, molinera, panadera, partera,
viñadora, colonizadora, etc.
Al seguir el texto de
Harris, se develan aquellas fórmulas de relación
social mediante intercambios, en este caso de servicios
(del ser amante, que es distinto a cliente/usuario) por
bienes. Expresa una nativa (de nombre Nisa) que: "Una
mujer debe poseer amantes donde quiera que vaya. Así
estará bien provista de abalorios, carne y otros
alimentos… Una mujer debe desear a su amante y a su marido por
igual; eso es lo bueno". Hasta este momento encontramos una
libertad sexual que encuentra, de manera racional, formas de
retribución por los favores sexuales, pero no es una
prostitución en sí, sino una forma de "adulterio
primitivo" donde el marido y los amantes, que no son relaciones
accidentales, participan en la economía de la familia.
¿Cuál es, entonces, esa delgada y fina línea
que separa la prostitución del adulterio?
Babilonia
La consideración que tenía la prostituta a
principios de los tiempos históricos, manifiesta la
libertad sexual que gozaba aún la mujer, pervivencia de
instituciones matriarcales, así como de su amor a la
cultura, religión y Bellas
Artes.
Un ejemplo de ello, lo encontramos en la llamada
"prostitución sagrada". Originalmente la
prostitución sagrada nace en Babilonia; cercano el tercer
milenio a.C., como una de las formas de culto a Ishtar. La diosa
de la cultura sumeria, con el paso del tiempo, se convierte en la
diosa de la belleza y la sensualidad babilónica, a la que
agradaban los actos de amor carnal y que para asegurar su
veneración y culto se consagraban vírgenes al
servicio del templo, dedicándolas a la prostitución
sagrada, es decir a la "prostitución selectiva y puntual"
exclusivamente al servicio del templo. En el gran templo de
Ishtar en Babilonia, moraban las sacerdotisas dedicadas al
servicio de la diosa, es decir a efectuar actos de
fornicación con quienes pagaban el precio del
rito. Las sacerdotisas tenían horarios fijos de culto, no
aceptaban sino a aquél que ha pagado el precio a la diosa
y no aceptaban desviaciones del acto sencillo y
directo.
Su reputación es de religiosas y se les acuerda
un tratamiento honorable cuando salen al exterior de su templo.
Igualmente se dice que cada adolescente debe consagrar su primer
acto sexual a la diosa y que este acto debe ser efectuado dentro
del templo en la forma de un rito, similar al de las sacerdotisas
regulares del templo. Sobre esta forma de veneración
carnal directa a la diosa hay muy pocas referencias, se tienen
modelos de
arcilla y representaciones de los órganos genitales tanto
femeninos como masculinos en arcilla cocida, encontrados en los
depósitos del templo y algunas referencias en
Heródoto.
En su aspecto de divinidad amorosa, Ishtar es la
protectora de las prostitutas y de los amoríos
extramaritales, que por cierto no tenían
connotación especial en Babilonia, ya que el matrimonio
era un contrato solemne que perpetuaba la familia como
sostén del estado y como generadora de riquezas, pero en
el que no se hablaba de amor o de fidelidad amorosa.
En cuanto al carácter compasivo del rito, las
prostitutas se llaman también "las compasivas", teniendo
piedad de "toda la raza humana", según dicen que dijo
alguna vez María Magdalena la prostituta de los
Evangelios. El significado de esa "compasión" se define
como la pasión compartiendo la emoción,
"emoción que parece ser tan vieja como la humanidad
misma".
Sin embargo, la prostitución sagrada fue impedida
por la cultura judeocristiana. En la Biblia se encuentra esta
prohibición: "No habrá prostituta sagrada entre las
hijas de Israel, ni
prostituto sagrado entre los hijos de Israel. No traerás a
la casa de Jehová tú Dios, por ningún voto,
el salario de una
prostituta ni el salario de un prostituto porque ambos son una
abominación de Dios. Posteriormente, Babilonia adquiere
calificativos, en forma despectiva: "Babilonia la grande, madre
de las rameras y de las abominaciones de la tierra"
Grecia
En la Grecia
Antigua, las mujeres homéricas (1300 a.C.-1100 a.C.)
fueron relativamente libres y ejercitaban considerable influencia
sobre el hombre, pero conservando la virtud. Con el alto estatus
de vida al final en Grecia, las mujeres fueron convertidas en
ídolos y perdieron su importancia. Sin embargo, en la edad de oro de Grecia
(450 a.C.-27 a.C.), las prostitutas de alta clase y
cortesanas eran consideradas superiores que las esposas y mujeres
virtuosas. Los hombres griegos querían amor y fidelidad,
pero trataban de obtenerlo por medio de presentes y
engaños. Cuando los hombres griegos realmente se
enamoraban, se consideraban enfermos, a sí mismos. Los
griegos nunca conectaron el amor con el
matrimonio. Ellos encontraron en ambos, un entretenimiento que se
hace aparecer rápidamente como un presente de dios de
afición que dura mucho tiempo.
El sexo es algo que formaba parte importantísima
en la vida de los griegos, y tal vez por ello el sobrante lo
dedicaban a rellenar tantos amores y amoríos de sus
dioses. Desde los tiempos homéricos hasta el siglo V a.C.
la política de población conoció en Grecia buenos y
malos días.
La familia llegó a ser el fundamento de la
sociedad, pero en la esfera sexual tuvo las mayores variantes
imaginables. En la civilización cretense, la mujer
disfrutaba de gran libertad; podía frecuentar banquetes,
representaciones teatrales y jurídicamente se igualaba al
hombre. Los más recientes hallazgos arqueológicos
señalan esta historia narrada por Homero como la
civilización minoica: un pueblo alegre y feliz que
disfrutaba pacíficamente de la vida; sus hombres iban
generalmente afeitados y usaban el cabello largo; y las mujeres
se pintaban los labios y los ojos, además de lucir
complicados peinados. Mujeres hermosas y seguras de sí
mismas, llevando el pecho al descubierto y luciendo con garbo y
orgullo una "cintura de avispa". Homero habla de la fecundidad de
estos individuos. El matrimonio, se hallaba bajo la
invocación de la "Madre Tierra". Hombres y mujeres
acudían a los lugares de adoración –la cumbre
de una montaña, un bosque o una gruta, como la caverna de
Psychro–, donde sacrificaban animales y depositaban
ofrendas. Esto
también permitía que lo sexual fuese una necesidad
natural satisfecha libremente. Los jóvenes se unían
en los campos, sobre la hierba o el trigo recién
segado.
Desaparecida la civilización minoica a causa de
un terremoto, continúa sobre ella la micénica, a
quien Homero llamó aqueos. La forma de unión
más primitiva de esta cultura es de la esposa aportando
una esclava que será la concubina de su futuro marido en
el caso de que ella sea estéril. Así, la mujer
depende del marido y cuando éste muera, el hijo puede
disponer de ella, venderla o devolverla a su antigua casa. De
este período micénico de hombres "fogosos, viriles
y belicosos", al decir de Homero, que en sus comienzos se
unió al floreciente minoico, quedan claras referencias de
una exuberante sexualidad. Los guerreros y navegantes,
convertidos en héroes de la historia griega, dan buena
muestra de ello.
Pero a partir del siglo V las cosas cambiarán
mucho, Esparta, que disponía de buenas tierras, se
encuentra extremadamente pobre; criar un hijo es un verdadero
problema, los hermanos comparten una sola mujer y el hambre sigue
amenazando a la sociedad y al Estado. Atenas, por el contrario,
no impone medidas eugenésicas, y los ciudadanos pobres
reciben ayuda del erario público. A mediados de siglo la
población se eleva a 200,000 habitantes. Este incesante
crecimiento acarreó sus males, aparte de la creciente
rivalidad entre estos Estados: los hijos se casaban tarde y las
hijas, por consiguiente, encontraban dificultad en casarse. Los
varones de familias ricas buscaban compañeras en las capas
bajas, y cuando les llegaba el momento de casarse se quedaban con
sus amigas. La idea era muy democrática, pero el Estado
tuvo que intervenir para lograr el equilibrio de
clases. Pericles, el aristócrata de irreprochable
reputación, casado a los cuarenta años con dama de
alta alcurnia y padre de dos hijos, lanzó una ley que
exigía: "nada de matrimonios entre miembros de diferente
clase social".
Esto permitió la celebración de
matrimonios consanguíneos que excitaban el desmenuzamiento
de las fortunas. Pero Pericles, el gran político de su
siglo, tuvo la "debilidad de enamorarse" de Aspasia de Mileto. Y
los poetas griegos, que cuentan, al contrario de la
arqueología, toda la historia con motivaciones
eróticas, nos hablan de Aspasia como de una hetaira muy
conocida. Los poetas, dados a la ocurrencia, atribuyen a Aspasia
el motivo de dos guerras.
Pericles atacó Samos para vengar a la ciudad de Mileto,
patria de su amada hetaira; y Arsitóganes también
escribe en los Acarnianos:
"Unos jóvenes, excitados por el
vino, van a Megara y raptan a la hetaira Simete. Los de Megara,
irritados, raptan a dos de las pupilas de Aspasia y, de esta
forma, tres prostitutas son la causa de la guerra del
Peloponeso."
Pero las causas reales habría que buscarlas en la
desmesurada importancia de Atenas, su afán de
expansión y la "envidia de sus atascados vecinos": Esparta
era conservadora y no quería evolucionar, por lo que quiso
dar un correctivo a la "democrática y ambiciosa" Atenas.
La familia venció al sexo, y la casa y el hogar volvieron
a ser puros, pero el hombre continuó disponiendo de
cuantas mujeres quiso y pudo fuera de casa. La posición de
la mujer en Atenas no quedó recluida al hogar, como
podría suponerse. Llevaba una vida retirada, pero
consciente de su rango. Acudía a las representaciones de
teatro en
Dionisio; mandaba a sus servidores a
comprar las cosas, y gozaba del respeto y la
libertad, aunque no siempre del marido, quien a consecuencia de
sus uniones extraconyugales no solía ser un "amante
ardiente". Las mujeres casadas no podían asistir a
los Juegos
Olímpicos, y no porque los atletas saliesen
completamente desnudos –las chicas solteras los
presenciaban–, sino porque resultaban fiestas populares en
la que todos se daban a la juerga desenfrenada. Además,
los Juegos pasaban por Corinto, la ciudad de los placeres
extraconyugales. En contraposición, no se miraba mal que
las mujeres echasen un vistazo al carnaval de Dionisio, centrado
en el culto fálico; y en septiembre, hombres y mujeres
acudían a los misterios de Eleusis, que tras los diversos
ritos desembocaban en noches de orgiásticas danzas y
diversiones.
La guerra entre Esparta y Atenas lleva a los hombres al
combate, las mujeres se quedan solas y muchos matrimonios
naufragan en el adulterio. Eurípides, el poeta de moda, se
pone a defender a las "pobres y calumniadas" mujeres. Los
hombres, dice, tienen el mérito de arriesgar su vida por
la patria, pero dar a luz es mucho
más duro y cruel que ir tres veces al combate.
Aristófanes, en su Lysístrata, enseña a los
atenienses lo que puede ocurrir si las mujeres se rebelan y
cierran las puertas de sus alcobas a los maridos con permiso,
para obligarles a hacer la paz.
Pero es Hipócrates el primero que esboza un
cuadro clínico de la "histeria" de la mujer. El mal, sin
embargo, tenía raíces más profundas. Se vio
al terminarse la guerra: las mujeres seguían
apasionándose por los hombres, pero los atenienses,
derrotados, ya se habían acostumbrado a dos formas de
sexualidad, la prostitución y el homosexualismo. La
prostitución tomó auge y preponderancia inusitada
en Grecia después de que las civilizaciones antiguas
aprovecharon la esclavitud como
válvula de escape para su sexología.
Aquí nació el mito tan
explotado actualmente de la mujer-objeto o el sexo-objeto. A
raíz de esto, surge la hetaira, la mujer que hace de la
práctica del amor un arte.
En el siglo IV a.C., las hetairas hicieron tanto
"ruido" al lado
de los filósofos, políticos y poetas, que
se diría que ninguna otra mujer ocupase los ocios de los
griegos. Friné, la inmortalizada en el mármol por
Praxíteles para la estatua de Afrodita, fue una de ellas.
Al parecer nació en Tespia, Beocia, y en sus primeros
años se dedicó a cuidar cabras. Como era hermosa,
inteligente y sin escrúpulos, reunió una
pequeña fortuna y se trasladó a Atenas, donde
deslumbró a la par que escandalizó a los griegos.
Friné se hizo célebre en seguida gracias a idear un
espectáculo que puede ser el antecedente más remoto
de las actuales sesiones de strip-tease. Cuando se
celebraban las fiestas de Neptuno se situaba en lo más
alto del templo. Allí, ante todo un pueblo ávido y
excitado, permanecía un instante completamente
inmóvil; luego, muy lentamente, bajaba la escalinata,
despojándose, prenda a prenda, de las escasas ropas que la
cubrían. Una vez completamente desnuda, corría
hacia la playa, se sumergía en el mar y surgía de
las aguas como nueva Afrodita recogida por las Horas.
Otra famosa hetaira, capricho de Demóstenes,
amante de Alcibíades y de Aristipo, discípulo de
Sócrates,
fue Lais de Corinto. Se dice que era huérfana, que un
comerciante la recogió a los pocos meses de edad y la
mandaba cada día a vender coronas de flores ante el templo
de la diosa Hera. A los diez años, la vio ante el templo
el escultor Apeles quien la tomó de modelo para
una estatua de Afrodita. Luego la llevó a Atenas en donde
Lais se hizo famosa al ser aceptada en las alcobas más
importantes cuando sólo tenía dieciséis
años. Sintió deseos de regresar a Corinto, y
así lo hizo. Nada más llegar, como
correspondía a su condición de hetaira, fue a
ofrendar una corona de flores a Afrodita. Aquel día el
templo estaba lleno de prostitutas rogando a la diosa que alejara
la guerra que amenazaba la ciudad. Los cronistas afirman que
cuando Lais entró en el templo, todas las cortesanas le
abrieron paso, impresionadas por su belleza. Una vez depositada
la corona de flores a los pies de Afrodita, la hetaira se
despojó de la túnica que la cubría y
también la ofrendó. Entonces los reunidos pudieron
ver a una mujer tan fascinante que, entusiasmados, se la llevaron
a hombros. Lais se convirtió en la reina de las
hetairas de Corinto. Miles de adoradores la asediaban, y ella
escogió a un viudo muy rico y bastante viejo, que
prometió hacerla su heredera. Las lecciones que
había recibido de la famosa Aspasia la ayudaron a llevarlo
a la tumba, y pronto quedó viuda, joven y con una de las
más grandes fortunas de Grecia. Esto le permitió
fundar un «Jardín de Elocuencia y Arte de
Amor» en Corinto, del cual los griegos decían:
«Atenas puede vanagloriarse del Partenón y Corinto
del jardín de Lais». En él se celebraban
las más fastuosas reuniones, y se paseaba Platón
instruyéndola en los secretos de la filosofía.
Epícrates señala que la vejez de Lais,
después de su gran fama, fue trágica:
«Detenía al primero que pasaba para beber con
él. Una estera, una moneda de tres óbolos ya son
una fortuna para ella: jóvenes, viejos, libres y esclavos,
todos pueden obtener sus favores. Lais tiende la mano por un
óbolo».
Las hetairas tienen fama de haber conquistado a los
hombres por su espíritu más que por sus encantos
físicos; pero es indudable que estas mujeres
constituían una auténtica excepción; la
generalidad actuaba y vivía como las prostitutas de todo
el mundo. La gran masa de los hombres griegos no buscaba en ella
más que la satisfacción carnal de sus apetitos. Por
eso, además de esta elite, había una
prostitución para la clase media que se desarrollaba en
lugares de placer, algo por el estilo a un hotel y un restaurante, en donde las
bailarinas, las tocadoras de flauta y las acróbatas daban
toda clase de placer a los hombres.
Otra prostitución para las clases más
bajas se desarrollaba en burdeles especializados; y los de peor
fama del mundo se encontraban en el barrio bajo y las calles del
Pireo. Sólo Corinto, cuyo culto a Afrodita se asociaba con
la explotación de un burdel, ganó en fama al
inframundo prostibulario de Atenas. Estrabón, que
vivió en tiempos del emperador Augusto, pretende que en el
templo de Afrodita ejercían su oficio más de un
millar de prostitutas.
Roma
El amor pagano en Roma (27 a.C.-385
d.C.) fue sin pecado, grande, sin fidelidad y engañoso.
Esto impacta considerablemente la forma de prostitución
que se realizó en Roma. Diferente de los griegos, los
romanos preferían sexo sin filosofía o
significación. En los escritos de Ovidio no es
difícil desmentir esto: "… mientras el hombre en el
combate del amor debe fingir que ama para lograr ser amado, la
mujer ha de tomar la actitud
exactamente contraria: ella, amando, debe simular desamor, para
conseguir que el hombre no la abandone".Más adelante, a
través del mismo Ovidio, encontramos que las mujeres gozan
de cierta libertad: "…puede ser la mujer más libre que
una meretriz. Aunque así lo sea, debe fingir que
está celosamente vigilada. El temor hará que el
amante se sienta aguijado a poseer aquello que no considera
seguro. La
mujer, en caso de que esté ligada a otro hombre, debe, por
amor, aprender a burlar la vigilancia de éste."
La prostitución en Roma fue singular y
abastecedora, gracias a las distintas categorías de
prostitutas. Las prostitutas tenían que llevar vestimentas
diferentes, teñirse el cabello o llevar peluca amarilla e
inscribirse en un registro
municipal.
De las justificaciones, Catón el Viejo dice que
"es bueno que los jóvenes poseídos por la lujuria
vayan a los burdeles en vez de tener que molestar a las esposas
de otros hombres". En el año 1 existe un registro con
32.000 prostitutas que estaban recogidas, habitualmente, en
burdeles llamados lupanares, lugares con licencia municipal
cercanos a los circos y anfiteatros o aquellos lugares donde el
sexo era un complemento de la actividad principal: tabernas,
baños o posadas.
Los distritos del Esquilino y el Circo Máximo
tenían una mayor densidad de
burdeles humildes mientras que los más elegantes se
ubicaban en la cuarta región, habitualmente decorados con
murales alusivos al sexo e identificados en la calle con un gran
faro que era iluminado por la noche. Las prostitutas
solían exhibir sus encantos en las afueras del
prostíbulo y era habitual que en las puertas de las
habitaciones existiera una lista de precios y de
servicios.
Las prostitutas se dividían en diversas clases:
las meretrices estaban registradas en las listas públicas
mientras que las prostibulae ejercían su profesión
donde podían, librándose del impuesto. Las
delicatae eran las prostitutas de alta categoría, teniendo
entre sus clientes a senadores, negociantes o generales. Las
famosae tenían la misma categoría pero
pertenecían a la clase patricia, dedicándose a este
oficio por necesidades económicas o por placer. Las
ambulatarae recibían ese nombre por trabajar en la calle o
en el circo mientras que las lupae trabajaban en los bosques
cercanos a la ciudad y las bustuariae en los
cementerios.
Es posible decir que fueron comunes los abortos y los
anticonceptivos. Los bebés fueron muchas
veces desechados con la basura. Roma
era una sociedad "fríamente pasional", incluso era
sancionado el uso de "lágrimas en el hombre". Las
posiciones sexuales descritas que acentúan el orgasmo y la
satisfacción mutuas, aparecen también en esta etapa
de la historia.
Pero hubo algo que llevó al declive de El
Imperio Romano:
la religión. Dicho imperio (100 d.C.-385 d.C.)
continúa apareciendo brillante, pero se va entregando a la
nueva religión cristiana. Después Roma se zambulle
dentro de un "estanque de tristezas" y culpabilidad
cargada de sexo. Los cristianos romanos encadenaron todo lo
"malo" con el sexo y el placer.
Edad Media
Con el tiempo el varón, en
su deseo de subordinar aún más a la mujer,
terminó reprobando la única función que el
varón no podía apropiarse y sí beneficiarse:
la prostitución y el comportamiento libre sexual
femenino. Con la modificación de la sociedad hacia los
valores
patriarcales, sobrevino la introducción de normas morales
por la que la mujer había de llegar virgen al matrimonio y
se le prohibía practicar libremente el sexo o las
prácticas autoestimulatorias.
En Egipto
desarrollaron e implantaron los conceptos del sacrificio
cristiano, abnegación y autotortura. La gente
empezó a preocuparse si debía o no practicar el
sexo, debido a la "malevolencia" de los cristianos que
convirtieron el sexo en una actitud pecadora (algunos se quemaban
los dedos para resistir las tentaciones). Una neurótica
inflación de erotismo continuaba ascendiendo con el
crecimiento del cristianismo
condenando el sexo.
San Agustín promovió la culpabilidad del
cristianismo a través de sus libros: 1)
Confesiones- se acusó a sí mismo por su propia vida
disipada durante su pagana y lujuriosa vida de joven. Se
convirtió al cristianismo en el año 386 d.C. y
convirtió su odio en contra de los buenos placeres del
hombre. Estableció que habíamos nacido entre el
excremento y la orina. 2) La Ciudad de Dios, su mayor trabajo,
especula que los bebés deberían nacer de mujer no
corrupta por la lujuria y sexo, en otras palabras que las madres
deberían ser vírgenes.
Las culturas patriarcales legadas a occidente por la
tradición judeocristiana, terminó de modificar las
ideas morales, desaprobando los placeres sexuales como algo
inmoral e impúdico, limitando la sexualidad femenina y
preocupándose de no intensificarla, para que la mujer
dejara de ser autónoma y se dejara someter. La Biblia
propaga ideas reprobatorias sobre los comportamientos de las
sacerdotisas que "se dedicaban a seducir con malas artes". Y
calificando a los Templos de "Lupanares" donde se adoraban a
falsos dioses. Con el descrédito de la sexualidad
femenina, la mujer dejó de disfrutar de la anterior
libertad sexual y fue víctima de represión
sexual.
Puesto que seguía vigente el no permitir a la
mujer ganarse la vida por sí misma, la carga de la dote la
asumieron los progenitores de la novia. Ello fue causa de que,
años más tarde, en la Europa Medieval,
con padres sin suficientes medios
económicos para dotar a todas sus hijas y que
seguía negando a las mujeres el derecho al trabajo, al no
existir ya la libertad sexual de antaño, obligasen a
algunas a entrar al servicio de Templos, ahora Templos de
virginidad / conventos.
Por el siglo V, el matrimonio viene a estar bajo el
dominio del
clero. Las Edades Oscuras para el amor y las alegrías,
complementaban el desarrollo del cristianismo. En el año
585 d.C., los católicos argumentaban que la mujer no
tenía espíritu moral y
debatían si la mujer era humana.
Roma colapsó bajo dominio completo del
cristianismo en el siglo VI; fue destruida y saqueada
repetidamente. De tal forma que una población de un
millón, fue reducida a 50.000; la ciudad quedó en
escombros y ruinas. El senado desapareció por ausencia de
hombres calificados. La higiene, la ciencia y
la cultura de Roma fueron abandonadas. El cristianismo redujo el
sexo a una acción no romántica, un "acto cruel y
feo". La penitencia era tanto cínicamente interpretada,
como frecuentemente requerida. Las mujeres se convirtieron en
"pedazos de propiedad". El clero y los papas convirtieron a las
prostitutas en neuróticas sexuales. Las mujeres eran propiedad desperdiciada. La iglesia
sancionaba a la esposa golpeada y la elevaba sólo
relativamente poco. Los nobles tenían el derecho
natural de robarse a la mujer en la calle, desflorar a las
jóvenes y ser rústicos con sus vasallos.
San Jerónimo estableció que quien amaba su
esposa era un pecador adúltero. El sexo dentro del
matrimonio cristiano debería practicarse sólo en
una posición y nunca durante la penitencia en
sábados, miércoles, viernes y días feriados.
Y sólo para concebir un niño.
De manera retro, para los sacerdotes
católicos, el sexo sin valores (sexo con una prostituta,
una orgía, una violación, o sádico) no era
seria ofensa, pero sexo con valores (amando y valorando a la
mujer) era un pecado grande con penas muy severas. El cambio de
ideología fue lento y agresivo. El principio del amor de
cortejo y la creación del amor romántico ideal,
empezó en el siglo XI. En el sur de Francia, los
hombres nobles desarrollaron una gama de conceptos de amor nuevo
el cual surgió de la relación única de
hombre y mujer y que era previamente conocido en la
civilización del oeste. Amor de cortejo o "amor verdadero"
era clandestino, una amargada relación que finalizaba con
frustraciones. Esa clase de relaciones eran supuestamente
espirituales "y levantaban el espíritu" del hombre, tanto
del caballero como del guerrero. Nuevamente no existía el
amor dentro del matrimonio, pero el dolor y la frustración
del amor de cortejo eran considerados emocionantes, deliciosos y
excitantes.
El amor y el sexo eran considerados falsos. El "amor
verdadero" era besarse, tocarse, acariciarse y tal vez hacer
contacto. Los trovadores creían que la insatisfecha
pasión en uno era prueba de carácter. En otras
palabras el que dominaba sus deseos sexuales era fuerte. Ellos no
podían darse libertades sin la compulsión. Por
primera vez, el amor fue combinado noblemente con el
carácter (excepto en un grado con los griegos y sus
relaciones homosexuales). Los poetas trovadores les rogaban a sus
damas que les concedieran favores sexuales a ellos bajo cualquier
condición
El amor de cortejo introdujo elementos emocionales
dentro de las relaciones amorosas entre un hombre y una mujer.
Esto fue un concepto revolucionario en el cual el amor era basado
en admiración y respeto mutuos. El cortejo elevó a
la mujer desde sirviente y ama de casa a una dama con las mismas
aspiraciones de progreso. Se burló de la religión.
El hombre de la iglesia combatió este nuevo y alegre
concepto del amor. La lucha era entre las oscuridades de la
religión y la
ilustración del Renacimiento.
También el poder papal luchó en contra de la
resurgencia en pro de la vida del hombre. La iglesia se mueve en
una nueva casta de "malhechores que eran desconocidos antes de
aparecer". Ellos eran los inquisidores quienes estaban
respaldados por papas –asesinos declarados y
matones–. En 1450 el dogma católico oficial
estableció que las brujas existían y volaban en la
noche. Todas las mujeres físicamente deseables (incluidas
las prostitutas) eran proyectadas por la iglesia como malas
exorcistas. La iglesia estaba perdiendo poder y esto era
suficiente para pelear contra el racionalismo,
y la felicidad traídas por el
Renacimiento.
Los inquisidores Jacob Spenger y Henry Kramer, padres
dominicanos y profesores de teología sacra (o de la
iglesia) de la universidad de
Cologne, armados con su libro,
Malleus Malleficarum ("El Martillo de las Brujas") y las
acciones del papa Inocente VII que en el año 1484 (que
aconsejaba colgar a las "malas" mujeres por los pulgares,
torciendo mecates alrededor de sus cabezas, empujando agujas
debajo de sus uñas, y echando aceite hirviente en sus pies
con la esperanza de que confesaran devotamente sus
"brujerías"), quemaron cerca de 30.000 "brujas"
acusándolas de haber tenido sexo con el diablo, el cual la
iglesia insistía en decir que tenía un "pene
tremendo cubierto por escamas".
Autorizado sólo en el contexto del matrimonio, y
en este caso tan sólo en función de la
procreación, el sexo estuvo sometido a una ola de control
y represión que luchó por modelar las costumbres de
la población urbana y rural, de acuerdo con las
líneas estrictamente definidas por la Iglesia y el
Estado.
Renacimiento
Mientras en la edad media
había sido testigo de la formulación de una
ética
sexual basada en el rechazo del placer y la obligación de
procrear, sólo en el siglo XVI se lanzó una
campaña coherente contra todas las formas de desnudo y
sexualidad extraconyugal. Entre los años 1500 y 1700,
nuevas actitudes respecto al cuerpo y nuevas reglas de
comportamiento dieron lugar a una promoción de castidad y timidez en todas
las áreas de la vida diaria. Se cerraron los burdeles, se
obligó a los bañistas a conservar las camisas
puestas y el camisón reemplazó al desnudo como
equipo aprobado para dormir. La mitad inferior del cuerpo se
convirtió en un mundo aparte, en un territorio prohibido
que las précieuses del siglo XVII rehusaban
nombrar.
Hasta las posiciones que adoptara la pareja estaban
sujetas a controles estrictos. La posición denominada
more canino (que no debe confundirse con la
sodomía) se declaraba contraria a la naturaleza humana
porque imitaba el acoplamiento de los animales. Igualmente
"antinatural" era la posición mulier super vrius,
en la medida en que colocaba a la mujer en una posición
activa y superior al hombre, contraria a su rol social y
subordinado. Todas las acrobacias eróticas fuera de la
fórmula aprobada –la mujer boca arriba y el hombre
encima de ella- se consideraban sospechosas en tanto
privilegiaban el placer a expensas de la procreación. La
única posición que favorecía la
"plantación de la semilla" masculina era la que se
asociaba simbólicamente al acto por el cual el labrador
araba la tierra.
Naturalmente, las primeras víctimas de la nueva
ola de la moralidad
social fueron las mujeres. Denunciadas durante mucho tiempo como
las hijas de Eva por teólogos misóginos y por el
clero sexualmente frustrado, las mujeres fueron representadas
como insidiosas incitadoras, cuyo objetivo principal en la vida
era el de seducir a los hombres ingenuos y entregarlos a
Satán. La ciencia
médica, al declarar que, para las mujeres, la
satisfacción erótica era una necesidad
biológica, reforzó esa idea acerca de la voracidad
de la sexualidad femenina. No sólo se trataba de que sus
vientres "hambrientos" reclamaran constantemente ser llenados,
sino que a quienes ignoraban el imperativo "natural" de la
reproducción les esperaban terribles
desórdenes. La histeria, una "enfermedad cuyo origen se
halla en el útero", se consideraba responsable de los
delirios de posesión diabólica y otras formas de
enfermedad mental. Otro factor que igualaba mujeres, sexo y
pecado, fue la aparición y la rápida
expansión de la sífilis a
finales del siglo XV.
En la Edad Media fueron comunes los burdeles de
propiedad municipal o autorizados. No sólo se alentaba y
se protegía la prostitución con el fin de
satisfacer las necesidades de una cantidad cada vez mayor de
adolescentes
sexualmente maduros, aprendices libres y hombres que se casaban a
edad cada vez más avanzada, sino que también se
estimulaba para combatir la homosexualidad, considerada como una de las
mayores enfermedades
sociales de la época y responsable de diversas
manifestaciones de cólera
divina, tales como la peste, la hambruna y la guerra. Sin
embargo, en el siglo XVI, los mismos municipios que habían
estimulado la prostitución se volvieron en contra de esas
mismas casas que, una décadas antes, habían
cumplido una función social importante. Acusadas de
expandir el libertinaje y la enfermedad, fomentar alborotos y
otras formas de disturbios civiles, conducir por el mal camino a
los jóvenes, facilitar el adulterio y arruinar fortunas
familiares, las prostitutas se convirtieron en uno de los grupos
"criminales" de la población –junto con los
vagabundos y las brujas- que las autoridades seculares y
religiosas habían destinado a ser eliminadas.
El matrimonio se basaba en dos aspectos: el
físico y el económico. El amor no era ni la base
del matrimonio ni parte del mismo. El matrimonio era un
expediente de transacción financiera. Usualmente
tenía lugar a los 14 o 16 años, y algunas veces a
los 2 o 3 años e incluía la dote, más
solvencia económica y ganancias de propiedad.
Pese a los muchos y repetidos intentos de eliminar el
sexo prematrimonial y la cohabitación, las áreas
rurales resistieron durante mucho tiempo el modelo aprobado de
matrimonio, que estipulaba que todas las parejas debían
ser acordadas por los padres. En las ciudades en donde la riqueza
tenía mayor peso en la balanza, la influencia de los
padres en la elección de pareja matrimonial se hizo
absoluta. La Europa de los siglos XVI y XVII fue testigo de una
andanada de regulaciones contra el matrimonio sin consentimiento
paterno, lo cual privó poco a poco a los jóvenes
del derecho a elegir pareja, aun cuando se hubiesen prometido, se
hubiesen entregado las alianzas y hubiesen tenido relaciones
sexuales. Particularmente eficiente en las áreas
urbanas, donde las estrategias
matrimoniales desempeñaron un papel clave en las
ambiciones sociales, económicas y políticas de los
niveles medios y altos de la sociedad, el modelo paternalista de
matrimonio permaneció incólume hasta el siglo
XVIII, cuando la "anglomanía" convalidó un movimiento
hacia una visión nueva, sentimental, de los afectos
conyugales dentro de las clases altas.
El estado civil de las mujeres estaba cambiando. Los
escritores trataban de jugar en los dos lados del cambio por
ejemplo, un libro de Pyvve titulado, El Alabe y Desalabe de las
Mujeres–. Más tarde aparecen acercamientos
contrastantes en la literatura clásica
–por ejemplo, en Romeo y Julieta
versus La Fierecilla Domada de Shakespeare–. Fueron desarrollados para
juntar la mente y el cuerpo en el amor y el
matrimonio.
La clase media estaba atraída por los conceptos
nobiliarios del amor romántico. Los brillantes conceptos
del Renacimiento hicieron que el sexo no apareciera pecador y
disgustante como la iglesia lo proyectaba. La clase media empieza
a asociar el amor con el sexo.
Revolución
Industrial
En el siglo XIX, cuatro prácticas –el aborto, la
prostitución, el travestismo y las amistades
románticas– adquirieron notoriedad como
transgresiones sexuales que implicaban la actividad y la
elección libre de la mujer.
Walkowitz narra lo siguiente: Con sus "vestidos
chillones" y sus miradas agresivas, contaban por decenas de
millares las prostitutas en las principales ciudades (aunque en
realidad, estas cifras oficiales eran notoriamente muy poco
fiables). La jerarquía social de las prostitutas reflejaba
la estructura de clase y la distribución social de los centros urbanos.
La vida clandestina en Nueva York iba desde las elegantes
mansiones de la Quinta Avenida, donde los hombres ricos
mantenían a sus "queridas", hasta tabaquerías de
Canal Street, que surtían a trabajadores y marineros. En
Londres, la geografía social del
vicio se extendía de las cortesanas de St. John’s
Woords a las prostitutas callejeras elegantemente ataviadas que
deambulaban por los distritos comerciales de moda de Regent
Street, mezcladas con damas respetables, y a las
pobrísimas mujeres –las kneetremblers y las
round de corner Sallies– que cometían "actos
indecentes" (y a veces de pie) en los mal iluminados callejones y
patios de los barrios bajos para ganar el dinero
necesario para el alojamiento nocturno. En Estados Unidos,
la segregación racial también contribuyó a
estructurar el mercado de la prostitución: en Nueva
Orleáns, burdeles blancos y burdeles negros, segregados,
se hallaban unos junto a otros; en los cribs de varias
plantas de San
Francisco, las mujeres europeas y las norteamericanas ocupaban
los pisos más altos, mientras que las mexicanas, las
japonesas y las chinas eran relegadas a los niveles más
bajos. En estos centros urbanos, la geografía de la
prostitución cambió considerablemente en respuesta
a los cambios del entorno físico y social. En
Berlín, París y Londres, las prostitutas pobres
ejercían en general su comercio en el centro tradicional
de prostitución, particularmente en las viejas y estrechas
calles de los distritos populares, pero la aparición de
los nuevos centros de entretenimiento o los edificios de una
terminal ferroviaria también podían ejercer un
enorme magnetismo sobre
las mujeres públicas.
A lo largo del siglo XIX, los lugares donde se
comercializaba el sexo se extenderían a salones de masaje,
baños, salas de baile, tableaux vivants,
café chantants y music halls. Para
familiarizarse con los emporios del vicio de una ciudad, el
visitante masculino solía verse obligado a comprar un
libro de bolsillo o una "guía del caballero" que detallaba
precios, ubicación y servicios de distintos
establecimientos.
Estuvieran fijas en un sitio o bien deambularan,
formaban parte de una elaborada organización o fueran meramente ocasionales
e improvisadas, en cualquier caso las prostitutas eran las "hijas
no cualificadas de las clases no cualificadas"
Las investigaciones sociales sobre la
prostitución en diferentes localidades coinciden en
identificar a las mujeres de la ciudad como inmigrantes recientes
que provenían de la zona rural vecina o bien como hijas de
artesanos urbanos en declive. En las últimas
décadas del siglo XIX se desarrolló un modelo de
reclutamiento
ligeramente modificado: vendedoras, camareras y cantineras
ingresaron en las filas de las prostitutas, reflejando así
el nuevo pero igualmente bajo nivel de ocupaciones femeninas no
cualificadas en el sector terciario de la economía. Este
hecho también reflejaba el desplazamiento de la
prostitución de la calle a nuevos espacios de comercialización del sexo. Mientras
ejercían la prostitución, las mujeres participaban
de una vida colectiva de características propias. A
menudo, cuando una mujer entraba en un prostíbulo adoptaba
un nuevo nombre y aprendía nuevos rituales, así
como un argot relativo al comercio sexual. A pesar de la
explotación económica de las pupilas del burdel, a
pesar de las limitaciones a su libertad y de las tensiones que
surgían entre ellas y entre las prostitutas y la "madama",
el prostíbulo solía funcionar como una familia
sustituta y como un sistema de apoyo para las mujeres.
El código
de vestimenta de las rameras servía como medio de publicidad de
sí mismas y de atracción por los clientes. Algunas
prostitutas irían más lejos, hasta llegar a exhibir
sus mercancías: dejaban a la vista tobillos, piernas y
senos, o bien se chupaban ostentosamente el pulgar para indicar
el tipo de servicio sexual que ofrecían.
Sin embargo, en distintos aspectos, las prostitutas se
diferenciaban de la gente de los barrios obreros donde
solían residir. En primer lugar, solían tener un
nivel de vida superior. A pesar de la inestabilidad del ingreso y
de los peligros e incertidumbres ocupacionales inherentes al
trabajo sexual, en general las prostitutas vestían mejor
que las otras mujeres de barrio y gastaban dinero a la par que
sus vecinos varones. Las prostitutas que vivían en cuartos
de alquiler o en burdeles estaban notoriamente distanciadas del
sistema familiar que constituía el principio de
organización social y económica de las comunidades
obreras.
La tolerancia que la
comunidad tenía para con las prostitutas dependía
del carácter específico del barrio obrero: su
etnia y su
raza, su nivel de respetabilidad y de prosperidad. También
dependía de la mayor o menor presión
exterior que se ejerciera sobre los pobres para que se adhirieran
a un patrón más severo de respetabilidad sexual.
Esta intervención exterior habría de afectar
directamente la estructura del mercado de la prostitución,
y también el carácter de la relación social
de las mujeres con la comunidad de trabajadores
pobres.
La preocupación oficial por la
prostitución como forma peligrosa de actividad sexual,
cuyos límites el Estado debía controlar y definir,
condujo a la aprobación de un conjunto de regulaciones en
casi todos los países de Europa hacia los años
sesenta del siglo XIX. Lejanamente inspirados en el modelo
napoleónico, los sistemas de regulación
exigían a las prostitutas registrarse ente una
"policía moral" y someterse a inspección
médica para controlar las ITS. Ciertos sistemas de
regulación les exigían también que
residieran en burdeles registrados.
Los defensores de la regulación afirmaban que la
inspección sanitaria de las prostitutas controlaría
la difusión de enfermedades venéreas. Basaban su
aserto en el supuesto de que la sífilis, que en ciertas
poblaciones era endémica, se había difundido a
través de la promiscuidad sexual con prostitutas enfermas,
y también que había métodos de diagnóstico y de terapias adecuados para
llevar a cabo la inspección y abordar el tratamiento de
las prostitutas enfermas. El prejuicio de
clase y el prejuicio sexual impregnaban todo el procedimiento de
inspección sanitaria de las prostitutas. Los
médicos se sorprendieron de la hostilidad ante el examen
especular que encontraron en las mujeres registradas, quienes se
referían al espéculo del médico como al
"pene del gobierno". Es evidente que las prostitutas
entendían la revisión del espéculo como un
acto vouyerista y humillante, un acto que infligía dolor
mental y físico a la víctima femenina.
Un sistema de police moeurs, afirmaban los
regulacionistas, también contribuía a la decencia
pública al controlar el espectáculo público
del vicio. Esto se convirtió en un objetivo policial
particularmente importante en la segunda mitad del siglo XIX,
cuando se presionó cada vez más a la policía
para que limpiara de putas calles y teatros, a fin de dar espacio
a las mujeres respetables.
Las feministas de mediados de la era victoriana
denunciaron la regulación como una invasión
corporal y una violación de los derechos constitucionales
de las mujeres de clase obrera. Interpretaban la
prostitución como esclavitud sexual y a la vez como
resultado de las artificiales limitaciones a la actividad social
y económica de las mujeres, puesto que los salarios
inadecuados y las restricciones al empleo industrial femenino
obligaban a algunas mujeres a salir de la calle, donde se sumaban
a la "industria
mejor pagada": la prostitución.
Lo que condenaba a las mujeres a una vida de pecado
–sostenían las feministas– no era, pues, la
prostitución per se, sino el sistema de
regulación, puesto que las estigmatizaba y les
impedía encontrar un empleo alternativo
respetable.
Como resultado de la represión policial, se
arrancó a las prostitutas de sus respectivas vecindades y
se las obligó a encontrar cuartos de alquiler en otras
zonas de la ciudad. Separadas de toda otra relación que
les sirviera de apoyo, tuvieron que descansar cada vez más
en los proxenetas, tanto en busca de seguridad
efectiva como a modo de protección de las autoridades
legales. En éstos y en otros aspectos, una sostenida
política de represión abrió una brecha entre
las prostitutas y la comunidad obrera pobre, cuya consecuencia
fue la dispersión de la prostitución, el
agravamiento de su carácter clandestino y el ahondamiento
de su vinculación con la delincuencia
del hampa. Para las mujeres de la clase obrera, la prostituta era
también el espectáculo central en un conjunto de
encuentros y fantasías urbanos. En público, una
mujer pobre corría el riesgo de que la tomaran por ramera;
tenía que demostrar una y otra vez con su vestimenta, con
sus gestos, con sus movimientos, que no era una mujer "baja". Lo
mismo que con sus contrapartidas de clase media, las obreras
demostraban su respetabilidad a través de la manera de
presentarse y de su identidad
privada en tanto esposas y madres. En calidad de
"esposa afanosa", "madre angustiada" y "viuda pobre",
había en Gran Bretaña y en Estados Unidos mujeres
de clase obrera que solicitaban a funcionarios de la ciudad que
clausurara las casas "malas", donde esposos e hijos
contraían una enfermedad venérea y gastaban
penosamente el dinero que necesitaba la familia, o donde una
hija, "una alumna de la escuela
dominical", encontraba su "ruina". Las matronas locales
sufrían por las envidiosas comparaciones que su
impresionable progenie realizaba a partir de la relativa riqueza
de las prostitutas.
I.2 El Sexoservicio en la Actualidad
Actualmente en el mundo se encuentra una actividad
económica diversificada en la extensa industria del sexo,
por ejemplo: las extranjeras de los table dances y los
"men’s club", las que por vía telefónica o
correo
electrónico asisten a dar "masajes" a los hoteles de lujo o a lugares particulares, las
que se ofertan por catálogo, las virtuales de las
sexo-cabinas y las del "cyber-sex", que sólo existen
mediante la computadora
y la red, las que
atienden vestidas de meseras en bares, cantinas y
cervecerías, las que otorgan servicios en "casas de citas"
y, finalmente, las callejeras. Todas ellas ejercen un servicio
sexual.
Las primeras atienden a lo más selecto de la
sociedad, pertenecen al sexoservicio medio-alto, ganan más
de cinco mil pesos por noche (aprox. $500 dólares), tienen
contratos
claros, hablan serbio, alemán, inglés
y una que otra habla español.
Ellas están protegidas por migración, por el
gobierno local y, sobre todo, por los empresarios que hacen
negocios
libremente; ellas no son víctimas, son empresarias del
sexo. Mientras descendemos de clase social, de aspecto
físico y de tipo étnico, las sexoservidoras
adquieren otra connotación. Sin embargo, el denominador
común de quienes ejercen este servicio es: el dinero.
Entendido éste como cualquier cosa (no sólo dinero
líquido) que los miembros de una comunidad estén
dispuestos a aceptar como pago de bienes, servicios y
deudas.
En 1997, Romero y Quintanilla en su obra
Prostitución y drogas, explican que la
prostitución femenina es una actividad por medio de la
cual una mujer tiene relaciones sexuales comerciales con el
hombre que la solicita. Es una transacción comercial en la
que la oferta está representada por la mujer, y la demanda
lo está por el cliente que paga por la relación
sexual. Se define a la prostituta como "la mujer que tiene
relaciones sexuales con diversos hombres a cambio de una
remuneración económica". Asimismo, observa la
visión de la prostituta como desviada social de la
siguiente forma: "Debido a su actividad, la prostituta
generalmente es rechazada por la sociedad; su ocupación no
es reconocida como trabajo y no goza de las prestaciones,
derechos y obligaciones que la sociedad ha creado para las
distintas actividades económicas; se le señala como
persona transgresora de las normas sociales; en consecuencia se
le margina socialmente."
¿Qué es lo que determina el precio del
sexoservicio? Además de la visón
microeconómica donde los precios responden a las
variaciones de la oferta y la demanda, y que los costos de
producción de los servicios son básicos para el
establecimiento de los precios, el origen étnico,
morfológico y social, así como el lugar o espacio
donde se ofrece, también si existe familia qué
sostener y si se está sometido a una cuota o
donativo, son indicadores importantes para el
establecimiento del precio. Depende también en mucho, el
nivel y el tipo de sexoservicio.
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Nivel de |
Cuadro 2 | |
Categorías de |
Según la International Sex and Red-Light Guide ",
las mujeres sin familia, sin inteligencia o
sin fortuna, han utilizado el único medio de que
disponían para ganar dinero rápidamente. Una
habitación, una cama, una provisión de
preservativos, una luz roja… y ya está el burdel
montado. A 30 dólares por cliente, estas muchachas pueden
ganar mucho más que trabajando en una fábrica por 4
dólares diarios, como suele suceder en casi todos los
países subdesarrollados."Esta guía, que cuesta 30
dólares en Estados Unidos, añade que cada uno debe
sacar el mayor beneficio posible de esta actividad comercial.
Según sus autores, la prostitución es un negocio
cuyo único principio es el de obtener lo más
posible por la suma que se paga: "Si una mujer elige utilizar su
cuerpo de este modo, en lugar de dejarse explotar como una
esclava por empleadores de miseria, y si hay hombres dispuestos a
pagar mejor que esos explotadores, no hay nada que objetar.
Después de todo, no se trata de nuestro cuerpo ni de
nuestro dinero, así que tampoco es asunto
nuestro. Pero mientras no se arregle la situación
económica mundial y el problema de la
superpoblación, alguien tendrá que pagar la
cuenta."
Pero, ¿quién? ¿Los más
pobres, los más vulnerables? –se pregunta Amy
Otchet. No se puede negar que la industria del sexo haya
adquirido dimensiones internacionales y que en muchos
países, sobre todo de Asia, sea un
motor de la
economía. La ironía está en que el
sexoservicio no es del todo legal. Y su legalización,
¿reduciría algunas de las desigualdades y los
abusos de que son víctimas las prostitutas?, o al
legitimarla, ¿se anularía la labor de varios
decenios para mejorar la condición femenina?
Cuando María Luisa Molina del Instituto de la
Mujer dijo: "Yo quiero saber por qué a los hombres que
demandan el sexoservicio no se les piden tarjetas de
salud", desató una discusión en la que pocos
quieren participar. Esta discusión está basada en
la percepción patriarcal del sexoservicio. Los
hombres lo demandan, lo necesitan, por tanto las mujeres lo
ofrecen. "Este es un simple asunto de oferta y demanda.
Entonces resulta antidemocrático y en contra de los
derechos humanos de las mujeres que a ellas se les discrimine y
segregue, mientras que a ellos se les deje tan campantes y
satisfechos". Sin la regulación actual –afirma Lydia
Cacho– no existirían los lenones y los proxenetas.
Las mujeres serían libres de ejercer su profesión y
de trabajar bajo la protección de la ley. Hemos de
recordar que las tarjetas de salud se inventaron en Francia para
"proteger a los varones que necesitaban del sexo cuando la
sífilis mataba a pueblos enteros, cuando se creía
que sólo las mujeres impuras la
contraían".
Existen casos de regulación para la independencia
del sexoservicio. En Holanda se elaboró un programa donde
se autoriza a mujeres originarias de futuros Estados de la
Unión
Europea a ejercer de forma independiente la
prostitución. Con ello desaparecería paulatinamente
la figura del ‘chulo', o proxeneta. Pese a que con el resto
de los Estados candidatos a adhesión a la Unión
Europea se han firmado convenios al respecto, sólo
tendrá efecto para las prostitutas chechenias y polacas
radicadas en Holanda. Estas mujeres, establecidas en
Ámsterdam, tendrán derecho al permiso de
residencia, las prostitutas de origen húngaro, eslovaco y
esloveno podrán acogerse a los mismos derechos.
Además, Holanda estará obligada a acoger a aquellas
mujeres procedentes de los futuros Estados miembros, siempre que
ellas puedan demostrar que ejercen la prostitución en
libertad y como autónomas.
Hasta ahora los legisladores han tratado a las
prostitutas como un mal necesario que hay que tolerar porque se
requiere de sus servicios; moralmente se les condena o ignora
para que las buenas conciencias duerman tranquilas: se les
despoja de su calidad de ciudadanas para recordarles que ellas no
son iguales a nosotras, la policía las extorsiona para
enseñarles que existe la ley; las victimizamos para
sentirnos que somos mejores que ellas y, lo que es peor, las
hemos responsabilizado como si fueran ellas la causa y no quienes
padecen las consecuencias de este intercambio que resulta ser
mucho más complejo.
Está claro que entre los factores que contribuyen
a fortalecer el sexoservicio están: la crisis
económica del país; que hay más mujeres
jefas de hogares; que en promedio cada trabajadora sexual tiene
tres hijos que mantener; que no hay las mismas oportunidades
laborales para mujeres que para varones; que las mujeres tienen
empleos menos remunerados y sin protección laboral; que a
las niñas las "sacan" de la escuela antes que a los
varones, etcétera. Para esta investigación se
muestra el sexoservicio no tanto como "un problema que genera
problemas", sino que es generado por problemas. Tomando esto en
cuenta, será el rumbo que tome la política
pública que sea diseñada, aplicada y evaluada
respecto al sexoservicio.
I.3 ¿Abolición o
Reglamentación?
Recordemos a los contractualistas cuando
sostenían que una prostituta pacta una cierta forma de su
fuerza de trabajo por un periodo dado a cambio de dinero.
También recordemos a las feministas y la diferencia que
hacía Simone de Beauvoir donde la mujer casada está
"protegida por un varón contra todos", y la prostituta
está "defendida por todos contra la tiranía de cada
uno". O los higienistas del siglo XIX cuando decían que:
"la prostitución es una enfermedad de carácter
social". O los pseudo médicos-sociales, que actualmente
difunden ideas como: las causas que llevan las "mujeres
mercenarias de su cuerpo" a vender su cuerpo son por enfermedades
mentales; y apoyan su cienticifidad en ejemplos como: "si la
madre es puta, es puta la hija y es puta la sábana que las
cobija, es decir, todo el hogar está
prostituído".
Retomando a Otchet, La cuestión no se plantea ya
en términos de moralidad, el dilema es si el sexoservicio
es una forma de explotación que debe ser abolida o
una profesión que hay que reglamentar.
Frente a esta polémica las agrupaciones de
mujeres en muchas partes del mundo aparecen divididas en dos
bandos: las que quieren erradicar la prostitución
—como la Coalición no gubernamental contra la Trata
de Mujeres—, y los grupos, radicados principalmente en el
Reino Unido, los Países Bajos y Estados Unidos, que
consideran a las sexoservidoras "trabajadoras del sexo" y
defienden sus derechos. La hostilidad entre unos y otros es
considerable. Por ejemplo, la Coalición acusa a los
partidarios de reconocer los derechos de las prostitutas de
representar los intereses del lenón. Y éstos
responden afirmando que las abolicionistas permanecen encerradas
en la "torre de marfil" de un feminismo académico, ajeno a
la realidad que viven las prostitutas.
La línea divisoria entre los dos campos es la
distinción entre la prostitución "libre" y la
prostitución "forzada". En general, las abolicionistas
sostienen que la gran mayoría de esas mujeres son
obligadas a ejercer la prostitución, y las trabajadoras
del sexo replican que las cosas no son forzosamente así.
En lo que unas y otras coinciden, aunque por distintas razones,
es en que esta distinción simplifica excesivamente el
problema. Como ejemplifica Amy Otchet: "es evidente que una
niña nepalí de 12 años vendida a un
prostíbulo de la India
infestado por SIDA no ha dado su consentimiento a esta forma de
esclavitud. La drogadicta neoyorquina que tiene que hacer su cupo
de clientes para que un proxeneta le administre la dosis que
necesita tampoco es libre de tomar ninguna decisión. Pero,
¿qué sucede con la ucraniana que se queda sin
empleo y decide irse a trabajar de camarera a Alemania pero
termina en un burdel, porque le retribuye más?
Para la Coalición, "las distinciones entre
prostitución libre y forzada encubren las decisivas
condiciones estructurales socioeconómicas —pobreza,
marginación, falta de oportunidades, migración y
abuso sexual
previo— que suelen llevar a las mujeres y las niñas
a prostituirse", según afirma Aurora Javate de Dios, de la
filial de Asia y el Pacífico de la UNESCO. "La crisis
económica, las catástrofes naturales, la
agitación política y las situaciones conflictivas
convierten a mujeres y niñas en presa fácil de los
traficantes y proxenetas. Este fenómeno se observa en
todas partes, pero sobre todo en los países del Sur."
Javate de Dios estima que las leyes orientadas a establecer una
distinción entre prostitución libre y forzada no
tendrán nunca en cuenta la complicada dinámica de esas situaciones. Pueden tal
vez hacer identificar las formas más extremas de
coacción, pero ignoran las consecuencias de la pobreza y
legitiman implícitamente las relaciones
patriarcales.
En el bando opuesto, la línea de
separación entre prostitución libre y forzada
tampoco representa gran cosa. Lin Chew, ex portavoz de la
Fundación contra la Trata de Mujeres, una ONG de
trabajadoras del sexo con sede en los Países Bajos, se
pregunta: "¿cuándo toma alguien decisiones
libremente, sobre todo en el mercado laboral? ¿Acaso un
hombre que trabaja en una fábrica de productos
químicos por un salario que nunca le permitirá
salir de la pobreza ha elegido esa forma de vida? Y,
¿qué pasa con las mujeres que debido a su origen
social nunca podrán desarrollar sus competencias?
¿Por qué el principio de la libre elección
habría de aplicarse sólo a la
prostitución?"
Ahora bien, hay un punto en el que ambos campos
están de acuerdo: la despenalización. "Es
hora de revocar las leyes que han servido para castigar a las
prostitutas en aras de la protección de la decencia y el
orden públicos". Pero a partir de aquí vuelven a
surgir las divergencias. Para los grupos abolicionistas como la
Coalición, las mujeres son víctimas, pero todos los
que se aprovechan de su explotación merecen ser
castigados. Sin embargo, para los grupos que defienden los
derechos de las sexoservidoras, no se puede ayudar a las
"trabajadoras del sexo" si se condena a sus empleadores a la
clandestinidad.
En este tema los grupos que abogan por los derechos de
las sexoservidoras presentan divisiones internas. Unos defienden
la despenalización completa, es decir, sin
reglamentación ninguna, y otros militan a favor de una
legalización controlada. Con ella, se instaurarían
por ejemplo controles sanitarios, zonas de prostitución
libre alejadas de los barrios residenciales, y, en suma,
cobertura social para las profesionales con todo lo que ello
implica: pagar impuestos sobre
la renta, pero también tener derecho a seguridad
social y jubilación.
En teoría, la finalidad de todas estas normas es
proteger a las prostitutas, pero para algunos grupos como COYOTE
(Call Off Your Tired Ethics), partidario de la
legalización total y radicado en Estados Unidos, algunas
de ellas surten el efecto contrario. Según un informe de
COYOTE, los burdeles administrados por el gobierno "serían
la peor pesadilla de una prostituta, sobre todo cuando hay ya
tantos antecedentes de abusos por parte de la policía". En
cuanto a los permisos, "no contribuyen para nada a garantizar la
seguridad del cliente ni de la prostituta. Esto no quiere decir
que las mujeres no deban someterse a reconocimientos
médicos frecuentes. Deben hacerlo", afirma COYOTE,
aludiendo a las quejas según las cuales las mujeres son
"tratadas como ganado" por los inspectores sanitarios en locales
mal equipados. "Al igual que un restaurante pierde su
reputación si la comida que sirve no está en buenas
condiciones, la libertad de mercado regulará la
situación sanitaria de las mujeres
trabajadoras."
De manera más concreta, los planteamientos del
International Committee for Prostitutes' Rights, mantienen los
siguientes puntos para la regulación del sexoservicio:
Leyes, derechos humanos, condiciones de trabajo, salud, impuestos
(no taxes) y organización.
Cuadro 3 | |
International Committee for |
Fuente: ICPR, "World Charter for Prostitutes'
Rights
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Para la Coalición contra la Trata de Mujeres, el
debate sobre
el papel del Estado no es más que un medio de eludir los
verdaderos problemas. La denominación de "trabajadoras del
sexo" no dignifica a la mujer en cuestión, sino a los
chulos, proxenetas y traficantes. Según Janice Raymond,
afiliada también a la Coalición, "lo que las
mujeres prostituidas tienen que soportar en su
‘trabajo’ equivale a lo que en otros contextos
correspondería a la definición aceptada de acoso y
abuso sexual. ¿El hecho de que se pague una cantidad de
dinero transforma ese abuso en un ‘empleo’ al que se
da el nombre de ‘trabajo sexual
comercial’?"
Marta Aguirre, en su artículo La
prostitución es un trabajo, indica que "la
expresión trabajo sexual es, sin duda, vaga y ambigua pues
impide precisar el alcance de las actividades por ella
comprendida y que se pretende tutelar a través de una
organización sindical (…) no puede considerarse a la
misma como un hecho social trabajo pues es notorio que faltan los
elementos de dignidad y
justicia
social del trabajo que les son intrínsecos a la
noción del trabajo contemporáneo". Estas son las
razones por las que se opta por el término sexoservicio,
no es un trabajo propiamente dicho, es una actividad
económica con muchas variantes y particularidades.
Además así lo catalogan algunas leyes
mexicanas.
I.4 El Sexoservicio en México
Existe una gran variedad de modalidades del sexo
comercial en México, ya que hay mujeres que se dedican a
la prostitución por la noche, sin ser vistas; otras lo
hacen de día, expuestas a la vista de cualquiera; algunas
trabajan todos los días, otras 3 a 4 veces a la semana y
otras solo una vez por mes. Al igual que en otros países,
existen diferentes niveles, lo cual en parte está
determinado por el lugar y la zona económica de la ciudad
donde trabajan.
En términos generales, las sexoservidoras de la
calle tienen un nivel socioeconómico más bajo,
ascendiendo socioeconómicamente, siguen las de bar o club
nocturno. En casas de masaje y estéticas, habitualmente
trabajan 15 a 20 mujeres como masajistas o estilistas, ofreciendo
todo tipo de servicios a clientes seleccionados. En el más
alto nivel están las llamadas call girls o
acompañantes, que trabajan en casas de citas y dan
"servicios especiales". En la ciudad de México existen
departamentos lujosos en áreas residenciales, donde las
mujeres atienden a los clientes, mientras las
"acompañantes" sirven bebidas y aperitivos costosos.
Mientras que las mujeres que trabajan en la calle están
expuestas y generalmente registradas o son conocidas por las
autoridades, así como las que trabajan en los bares y
clubes nocturnos; la localización de las estéticas,
"casas especiales", y call girls son secretas y menos
accesibles para los investigadores. En esta parte del
capítulo se abordarán los aspectos socioculturales,
jurídicos, legales y sanitarios del sexoservicio en
México.
I.5 Antecedentes jurídicos y legales del
sexoservicio en México.
El ordenamiento jurídico-legal de la
prostitución ha sido una preocupación a
través de la historia, pero, independientemente del
sistema que se establezca en cada país (reglamentarista,
abolicionista o prohibicionista), la clandestinidad asociada a la
prostitución es imprevisible y responde a diversos
factores socioculturales y a la doble moral sexual existente en
la mayoría de las sociedades.
En las últimas dos décadas han predominado
dos sistemas jurídicos en el sexoservicio en México
y en la mayor parte del mundo: el sistema reglamentarista y el
abolicionista. El apogeo del sistema reglamentarista se dio con
el avance científico de la medicina. Inmediatamente
después del Primer Congreso Médico Internacional
(París, 1867), se comenzó a reglamentar la
prostitución y en México se tienen antecedentes de
1865 cuando se promulgó un decreto reglamentando el
comercio sexual y posteriormente en los códigos sanitarios
de 1891, 1894, 1926 y 1934. Este control no sólo era
argumento para reforzar actitudes moralistas contra las
prostitutas; también preconizaba su carácter
científico con medidas de higiene para defender la mayor
parte de la sociedad. La postura reglamentarista predominó
hasta la Segunda Guerra
Mundial y posteriormente fue cayendo en desuso, predominando
la tendencia abolicionista.
Es interesante el hecho de que, precisamente, alrededor
del período reglamentarista (1862-1955) se encuentran los
primeros registros de
estudios que han abordado el tema de la prostitución. El
principal interés de estos estudios, por ser los autores
de éstos a la vez protagonistas, era el médico;
donde se supuso que para encontrar la enfermedad, se debía
buscar las causas internas de la prostitución a partir de
la herencia biológica de las prostitutas. Su finalidad,
con respecto a la prostitución, era la de tratar de
restaurar la salud de la sociedad combatiendo la enfermedad
venérea. Por otro lado, se encuentran también
inmiscuidos los estudios sociológicos que se centraban en
encontrar las causas externas al individuo que provocaban la
prostitución, para lo cual debían ver hacia el
interior de la misma ciudad, es decir hacia las casas y sus
moradores.
Los autores concluyeron que no existían
hábitos de limpieza y costumbre higiénicas en los
habitantes de la Ciudad de México –donde se llevaron
a cabo tales estudios–, por lo que se buscó darle
una solución que combatiera contra las enfermedades
venéreas y la prostitución en sí y que fuera
generando, a la vez, la salud
pública.
El sistema reglamentarista establece una
"reglamentación" para las áreas donde se permite el
ejercicio de la prostitución, como en "zonas de
tolerancia", "zonas rojas", "casas de citas", etc., basada en la
protección de la salud de la mayor parte de la sociedad, a
través de medidas higiénicas para la
prevención y control de ITS. La reglamentación
establece el registro obligatorio de las mujeres que trabajan en
la zona o casa, la obligación de dar aviso de todo nuevo
ingreso, el cumplimiento de exámenes médicos
periódicos para todas las personas dedicadas a la
prostitución y la obligación de no ejercerla en
locales distintos del autorizado.
Bajo el sistema reglamentarista las "zonas de
tolerancia" o "casas de citas" se convertían en
"cárceles" para las mujeres dedicadas a la
prostitución y sus hijos, bajo una explotación que
establecía obligaciones y sanciones, sin ningún
derecho y con frecuentes violaciones a los derechos humanos de
las mismas; por lo cual varios países encabezados por
Francia promovieron la abolición del sistema
reglamentarista.
Se consideraba que la postura reglamentarista que se
estaba dando por parte del Estado, caía en proteccionista
y tolerante tanto hacia las prostitutas como a sus explotadores,
con lo cual se estaba en desacuerdo; se abogaba por la
supresión de los reglamentos. Los abolicionistas, sin
embargo, propusieron que se afiliarían al reglamentarismo
de manera decidida y entusiasta "si por reglamentarismo se
entiende un conjunto de medidas, encaminadas a librar a la
sociedad de esa forma funesta de parasitismo, y para
evitar los males que proporciona".
En 1938 México se adhirió al Convenio
Internacional para la Represión de la Trata de Mujeres
Mayores de Edad y la Explotación de la
Prostitución, convenio que estableció las bases del
sistema abolicionista. A partir del 9 de abril de 1940
quedó abolida la reglamentación en el Distrito
Federal y fue derogado el reglamento para su ejercicio que se
encontraba vigente desde el 24 de febrero de 1926.
En las décadas que van de 1930 hasta 1950,
período alrededor del cual legislativamente es abolida la
reglamentación de la prostitución, continuó
el interés por los estudios acerca de la
prostitución en sí vista ahora como un problema no
sólo social, sino también jurídico. Al
pretenderse un cambio en el sistema regulatorio prostitucional,
se dejan de centrar en los estudios que tratan sobre
inspección sanitaria. Y sobre las leyes y reglamentos, se
enfatiza sobre el problema que resulta ser el lenocinio y el
proxenetismo, así como la necesidad de elaborar leyes y
estrategias que ayuden a combatir éstos.
El régimen abolicionista nace de la necesidad de
reprimir la explotación por terceros de las personas
dedicadas a la prostitución; no persigue la
prohibición de la prostitución, sino que pugna por
la libertad para ejercerla bajo ciertos lineamientos y por la
igualdad de sexos. Su principal postulado gira en torno a la
protección de menores y mujeres adultas.
Los estudios que abarcan de 1960 a la década del
2000, son retomados ahora por el espacio académico,
persistiendo como temas centrales la prostitución en
sí y centrándose además en los
motivos para ésta. Continúan
haciéndose estudios sociológicos que nos hablen del
tema, además de aquellos sobre enfermedades
venéreas, pero surgen nuevos intereses como su
relación con el SIDA y las drogas, acerca de la
violencia y el homicidio
femenil. En lo que a leyes se refiere sobre las Reformas
sociales a raíz de la Revolución
Mexicana, la reglamentación y el establecimiento del
abolicionismo. Se continúa con el interés sobre el
lenocinio y proxenetismo y las estrategias contra
éstos, como lo son la protección al menor y
el trabajo social. Se adhiere el interés por el
estudio sobre prostitución masculina, de
menores y la callejera, sobre quienes participan en
la prostitución: el juez, la prostituta, la moralidad
sexual y los cautiverios de mujeres. Surgen además los
estudios que se enfocan en los lugares prostitucionales, como el
antro, el café y
las casas de tolerancia.
Los intereses para este periodo ya no son exclusivamente
médicos, sociológico ni juristas, sino
también lo antropólogos e históricos. En
estos estudios, los autores consideran a la prostitución
como un problema social y lo que se pretende es mostrar las
diferentes representaciones que sobre la prostitución y
sus actores se han dado, así como los espacios en que se
desenvuelve: recogimientos de mujeres, cárceles,
hospitales, casas de tolerancia, burdeles, el antro, la bohemia y
el café.
En nuestros días —de acuerdo con informes de la
Dirección General de Asuntos
Jurídicos e Internacionales de la Secretaría de
Salud— 13 estados del país reglamentan la
prostitución: Aguascalientes, Baja California Sur,
Coahuila, Colima, Chiapas,
Durango, Guerrero, Hidalgo, Michoacán, Nuevo León,
Querétaro, Sinaloa y Zacatecas; y de acuerdo con
conclusiones del Dr. Ricardo Franco Guzmán, presentadas en
su discurso
titulado "El Régimen Jurídico de la
Prostitución en México" –para su ingreso a la
Academia Mexicana de Jurisprudencia
y Legislación–, sólo mantienen el
abolicionismo el Distrito Federal y los estados de México,
Puebla y Guanajuato.
Hoy, existen organizaciones civiles de sexoservidoras en
México, que promueven el establecimiento de un marco
jurídico que proteja a quienes se dedican a esa actividad.
Junto con otras asociaciones civiles, definen que el
trabajador(a) sexual no asalariado(a) es la persona
física que presta sus servicios sexuales en forma
"accidental" u ocasional mediante una remuneración sin que
exista entre el trabajador y el cliente, la relación
obrero patronal que regula la Ley Federal del
Trabajo.
Otro aspecto interesante de esta propuesta de marco
jurídico es el siguiente: "No podrán establecerse
perímetros de trabajo sexual en unidades territoriales con
uso de suelo habitacional y manzanas con más de 100 casas
habitación o 259 residentes habituales, o en áreas
donde hay escuelas, iglesias, centros de salud o jardines".
Además promoverán que las personas adultas y
menores de edad, inducidas de manera forzada al sexo comercial,
no sean castigados por ello, sino más bien retiradas de
dicha actividad con la disponibilidad de servicios
médicos, sociales e informativos para denunciar su
situación y modificarla.
El sexoservicio como tal no constituye un delito, en
México son ilegales el lenocinio y la corrupción
de menores, el nuevo Código Penal para el Distrito Federal
(Publicado en la Gaceta Oficial del Distrito Federal el 16 de
julio de 2002) en su artículo189 establece: "Se
sancionará con prisión de dos a diez años y
de quinientos a cinco mil días multa, al que:
I. Habitual u ocasionalmente explote el cuerpo de una
persona u obtenga de ella un beneficio por medio del comercio
sexual;
II. Induzca a una persona para que comercie sexualmente
su cuerpo con otra o le facilite los medios para que se
prostituya; o
III. Regentee, administre o sostenga prostíbulos,
casas de cita o lugares de concurrencia dedicados a explotar la
prostitución, u obtenga cualquier beneficio con sus
productos."
En su artículo 183 expone: "Al que por cualquier
medio, procure, induzca o facilite el que una persona menor de
edad o quien no tenga la capacidad para comprender el significado
del hecho, realice actos de exhibicionismo corporal, lascivos o
sexuales, prostitución, ebriedad, consumo de drogas o
enervantes, prácticas sexuales o a cometer hechos
delictuosos, se le impondrán de seis a diez años de
prisión y de trescientos a mil días
multa."
A la prostitución, se le considera una
"infracción cívica" establecida por el
artículo 7 de la Ley de Justicia Cívica para el
Distrito Federal (publicado en la Gaceta Oficial del Distrito
Federal el 1 de junio de 1999), en forma específica, en el
artículo 8, en su fracción XI y se sanciona con
multa por el equivalente de 11 a 20 días de salario
mínimo o con arresto de 13 a 24 horas, estipulado en
artículo 9 en su fracción III.
En el mundo ha existido una gran discusión sobre
la postura jurídica más recomendable para la
protección de la salud pública. Algunas autoridades
han planteado que bajo el sistema abolicionista se pierde el
control de la prostitución y se favorece la
diseminación de las ITS, basando su planteamiento en el
resurgimiento mundial que han tenido este tipo de enfermedades en
las últimas décadas en países que siguen
este sistema, como Francia o Estados Unidos. Por otro lado, los
defensores del sistema abolicionista plantean que esta postura es
la única acorde con la dignidad que debe mantener
cualquier país en su interior y ante el mundo, ya que el
sistema reglamentarista favorece violaciones a los derechos
humanos de las personas dedicadas al sexo comercial, asimismo
estudios y estadísticas existentes acerca de la
prevalencia e incidencia de ITS en sexoservidoras muestran que
éstas no son menores en un país o estado que se
rige con un sistema reglamentarista.
Al parecer ninguno de los dos sistemas ofrece
condiciones adecuadas para la prevención del VIH/SIDA en
nuestro país. El sistema reglamentarista no favorece el
control de las ITS (incluyendo el VIH) y es violatorio de los
derechos humanos, basándose más en un sistema de
control y poder que en razones de salud pública. El
sistema abolicionista, como es aplicado por la mayor parte de las
autoridades, tampoco favorece condiciones apropiadas para la
prevención, ya que se niega la existencia de este
fenómeno, favorece la explotación y la corrupción debido a que no existen normas o
lineamientos claros de cómo manejar el comercio sexual, y
el acceso a la población de sexoservidoras se dificulta ya
que éstos se ocultan.
La estructura en que se basan las acciones
gubernamentales sanitarias en México se encuentra en el
artículo 4 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos: "Toda persona tiene derecho a la
protección de la salud. La ley definirá las bases y
modalidades para el acceso a los servicios de salud y
establecerá la concurrencia de la Federación y las
entidades federativas en materia de salubridad general, conforme
a lo que dispone la fracción XVI del artículo 73 de
esta Constitución". Si observamos la Ley de Salud para
Distrito Federal se encuentra, en el artículo 88,
fracción XII, la única medida de seguridad
sanitaria al sexoservicio:
"La orientación y vigilancia de quienes ejercen
el sexoservicio y de quienes utilizan el mismo, a fin de evitar
que sean víctimas y transmisores de infecciones de origen
sexual; para lo cual se promoverá el
conocimiento y uso obligatorio de medidas preventivas como el
condón, asimismo la autoridad
sanitaria otorgará asistencia médica gratuita a
todas las y los sexoservidores carentes de recursos, que se
encuentren afectadas por padecimientos de transmisión
sexual, y se ordenará la suspensión de la
práctica del sexoservicio en los términos de lo
señalado en la fracción séptima de este
artículo."
La solución para un mejor manejo del sexoservicio
no sólo es jurídica; existen aspectos relacionados
con factores socioculturales, como corrupción, manejo de
la sexualidad y políticas existentes, que dificultan la
adecuada prevención del VIH/SIDA, pero se pueden
establecer algunas recomendaciones generales de acuerdo con el
sistema jurídico vigente en cada localidad. En el sistema
reglamentarista habrá que recomendar medidas razonables
que favorezcan la prevención, por ejemplo, el uso
obligatorio del condón en zonas de tolerancia y la
educación
permanente de las personas dedicadas al comercio sexual, como
sexoservidoras, lenones, clientes, autoridades, etcétera.
En los sistemas abolicionistas es importante reconocer la
existencia de este fenómeno, establecer lineamientos y
acuerdos claros entre los participantes, proponiendo
intervenciones específicas dirigidas a sexoservidoras y
clientes en un marco de derecho y respeto. Ofrecer servicios de
salud de calidad es siempre un paso fundamental para tener acceso
e incidir en la población de sexoservidoras, y siempre es
mejor que establecer medidas coercitivas.
En México, algunos estados, principalmente
aquellos que cuentan con un sistema reglamentarista, han
establecido la detección periódica del VIH a las
sexoservidoras, como medida preventiva en las zonas de tolerancia
o en aquellas reguladas por el Estado. Esta medida ha sido
útil para conocer la predominancia de la infección
por VIH en estas poblaciones y deberá ofrecerse como parte
de un servicio de detección oportuna de ITS. No debe
utilizarse como una medida de prevención o de control
sanitario, ya que no debe olvidarse "la temporalidad del
resultado" que, en caso de ser negativo, indica únicamente
que hasta el día de la toma de muestra no hubo
exposición al VIH. Debe enfatizarse siempre el uso del
condón como medida preventiva.
Documentos consultados por EL UNIVERSAL Gráfico,
a través del Centro de Información de la Mujer A.C.
(CIMAC) indican que al convertirse el SIDA en una amenaza para la
salud pública, con gran impacto tanto en lo social como en
lo económico, se destaca como grupos vulnerables a los
homosexuales y a las sexoservidoras. A partir de esta
situación el Estado mexicano adquiere compromisos
internacionales para luchar contra esta pandemia y hace un
reconocimiento tácito de que existe en el DF, por lo que
conforma el Consejo Nacional Contra el Síndrome de
Inmunodeficiencia Adquirida (CONASIDA). Uno de los programas
desarrollados por CONASIDA es el de regular la
prostitución mediante acciones de detección del VIH
y la expedición de credenciales a quienes ejercen el
sexoservicio (mujeres y hombres) en la vía pública.
Sin embargo esta medida, en la práctica, ha servido para
"controlar y extorsionar" tanto a mujeres como a travestis y ha
sido utilizada por diferentes servidores públicos en
menoscabo de los derechos y garantías de
sexoservidoras.
II DETERMINANTES SOCIALES DE LA SALUD EN EL
SEXOSERVICIO (*)
II.1 Medicina Social
II.2 Sanología
II.3 Pobreza
II.4 Género y Violencia
II.5 El Proceso de Salud-Enfermedad en el
Sexoservicio
Características sociodemográficas y
económicas del sexoservicio en el D.F.
II.6 Política Social
III.1 El Sexoservicio del Barrio de La Merced
III.2 El Centro de Atención Integral y Servicios
(CAIS)
III.3 Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa
Martínez'', A.C.
III.4 Humanos del Mundo contra el SIDA A.C.
III.5 Mujeres por la Salud en Lucha contra el SIDA
(MUSA)
III.6 Instituto Pro Infancia y Juventud (Centro Madre
Antonia)
III.7 Sexoservidoras no asociadas o
"independientes"
III.8 INMUJER DF.
Recomendaciones para una Política de Salud
orientada al Sexoservicio (*)
Iniciativa De Ley De Las Trabajadoras Y Trabajadores Del
Sexo Del Distrito Federal
Anexo 2. ITS más frecuentes
(*)
(*)Para ver el texto completo seleccione
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Autor:
Lic. Manuel Enrique Morales
Lic. José Angel Rodriquez
Mtro. José Arturo Granados
UNIVERSIDAD AUTONOMA METROPOLITANA – XOCHIMILCO – M E X
I C O