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Sexoservicio y Salud




Enviado por manu



    1. Sexoservicio
    2. Determinantes sociales de la
      salud en el sexoservicio
    3. Organizaciones
    4. Conclusiones
    5. Recomendaciones para una
      Política de Salud orientada al
      Sexoservicio
    6. Anexos
    7. Bibliografía

    INTRODUCCIÓN

    El presente trabajo de
    investigación: Sexoservicio y Salud, lleva por
    subtítulo la articulación de las organizaciones
    formales de sexoservidoras con la política de salud

    en el Distrito Federal. La acotación espacial y temporal
    se limita al Barrio de la Merced en el 2003. Justamente, el
    objeto de estudio es conocer la forma en que dichas
    organizaciones articulan su actuar con las instituciones
    gubernamentales que les compete. Para poder realizar
    dicho análisis fue necesario conocer, en primer
    lugar, al conglomerado de organizaciones formales primarias de
    sexoservidoras que tienen su actuar en el Barrio de la Merced, a
    saber: Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa
    Martínez'', A.C.; Humanos del Mundo Contra el Sida A.C.; y,
    Mujeres por la Salud en lucha contra el Sida (Musa).
    En segundo lugar las organizaciones formales secundarias que
    trabajan entorno al sexoservicio: Centro de Atención Integral y Servicios
    (Cais) y el Instituto Pro Infancia Y
    Juventud A.C.
    (Centro Madre Antonia). Además, fue necesaria la
    inclusión de las sexoservidoras no asociadas o
    "independientes". Por otra parte, las instancias gubernamentales
    que viven más de cerca el fenómeno son el Instituto
    de las Mujer del
    Distrito Federal (Inmujer DF.) y el Consejo Nacional Contra el
    Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida
    (Conasida).

    Numerosos han sido los estudios y diversos los enfoques
    sobre la prostitución que será preciso
    identificarlos antes de adentrarnos al tema y así, evitar
    confusiones. Estos enfoques se representan
    cronológicamente por las siguientes visiones:

    1. Médica
    2. Jurídica
    3. Sociológica

      La visión que se propone, a
      consideración de promover una nueva línea de
      análisis y que intenta aprovechar conocimientos de las
      visiones anteriores con el plus del enfoque de género, busca una consistencia que
      permita el estudio racional y sistemático mismo que
      dé origen, finalmente, a uno con cualidades
      propositivas:

    4. Antropológica-social
    5. Política Pública
      (Género)

    Para hacer esto, la forma de este trabajo se estructura de
    la siguiente manera: el capítulo I muestra un
    recorrido histórico, jurídico y teórico
    dedicado específicamente al sexoservicio. El
    capítulo II busca una explicación de las
    implicaciones sociales, políticas,
    económicas y culturales que reflejan el proceso
    salud-enfermedad en el fenómeno del
    sexoservicio.

    El capítulo III refiere el trabajo de
    campo hacia las organizaciones secundarias, primarias y
    gubernamentales Posteriormente, al concluir, se realiza una serie
    de recomendaciones, basadas en el esquema que aporta la
    formulación de políticas públicas, enfocadas
    al sexoservicio, a las organizaciones, al gobierno, y a la
    articulación entre éstos elementos sobre un tema:
    la Salud.

    En la metodología se utilizó, para la
    contrastación de hipótesis, la entrevista
    dirigida a nivel organizacional, esto es, a representantes de las
    organizaciones; las entrevistas
    que se presentan a nivel individual, sexoservidoras y
    funcionarios, fueron en su mayoría, mediante documentación de otros autores. Para
    explicar y analizar el fenómeno se precisa la
    documentación histórica, jurídica y
    teórica.

    Uno de los problemas que
    coartaron esta investigación fue la poca información sobre las asociaciones civiles
    que estudiamos y el difícil acceso a ella. Así como
    al sinuoso acercamiento, pues el protagonismo de algunos
    líderes y la inseguridad de
    la zona, contribuyeron a alargar el tiempo
    previsto para esta investigación. A continuación se
    exponen las hipótesis
    iniciales de este estudio.

    Una de las principales preocupaciones es el
    reconocimiento de esta actividad económica, mediante
    leyes, y por
    parte del gobierno, que desemboque en la implementación de
    políticas públicas dirigidas al sexoservicio y su
    entorno, principalmente en la salud, lo que llevaría a
    sugerir la primera hipótesis: Las instancias
    gubernamentales no mantienen cursos de acción
    tendientes a la solución de la problemática de
    salud en las sexoservidoras
    . Por lo que deja a este grupo
    comúnmente llamado "vulnerable" a auto-organizarse para
    procurar cierta supervivencia ante la estructura
    social en la que se desenvuelve, esto es que, las
    organizaciones formales de sexoservidoras promueven la salud, los
    derechos y las
    obligaciones
    de quienes se dedican al sexoservicio
    .

    Respecto a las organizaciones informales que han actuado
    bajo disposiciones de líderes y proxenetas, que evocan la
    explotación sexual de la mujer (acción penada por
    leyes internacionales), suponemos que existe una tendencia a
    desaparecer gracias al trabajo de las asociaciones civiles, por
    lo que las organizaciones formales de sexoservidoras
    paulatinamente eliminan la figura del lenón
    . Esto es
    seguido de otra hipótesis: a mayor adscripción
    de sexoservidoras en organizaciones formales, menores
    serán los casos de lenocinio en sexoservidoras
    .
    Suponemos que si se reduce dicha explotación, las
    condiciones materiales de
    vida y el proceso salud-enfermedad en el sexoservicio
    tomarían otro rumbo.

    Las bases teóricas que cimentaron esta
    investigación son: la perspectiva de género, el
    contractualismo, la medicina
    social, participación ciudadana y política
    pública. El primero, por la consecuencia de la
    estigmatización social de la sexoservidora, quien
    principalmente es rechazada por la sociedad, por
    la influencia patriarcal, promovida por la religión
    judeo-cristiana, y que impera en la mayoría de las
    sociedades
    occidentales y la supuesta supremacía del hombre, misma
    que justifica la vejación, el maltrato y la violencia a la
    mujer por parte del varón. La perspectiva de
    género, pretende alcanzar la equidad
    social, así como la igualdad de
    oportunidades, económicas, laborales, etc., que otorguen
    una autonomía y estabilidad (en todos sus ámbitos
    de vida), asimismo un re-empoderamiento, que le otorgue a la
    mujer una reivindicación como actor social, conciente y
    participativo, en la reconstrucción de espacios, para
    alcanzar un mejoramiento en sus condiciones de vida. Para
    incluirla en la investigación, fue necesario revisar
    artículos, investigaciones y
    todo tipo material hemerográfico, bibliográfico y
    documentos de
    la Internet,
    así como diversos autores expertos o conocedores del
    tema.

    El contractualismo por la razón de que la
    relación que se efectúa entre la sexoservidora y su
    cliente, es una
    relación de tipo comercial en la que ambos aceptan un
    contrato no
    escrito, pero establecido en el momento en que ambos acceden; la
    sexoservidora a prestar su servicio y el
    cliente/usuario a pagar por él. En ese lapso ambos, en
    teoría,
    están comprometidos a respetarlo, pero en la realidad esto
    no acontece, ya que no existe certidumbre para ninguno de los
    dos, el cliente ignora si será robado, golpeado o
    estafado, si se respetará el tiempo pactado, si su salud
    no peligra; la sexoservidora si el cliente la golpeará,
    lesionará o si incluso su vida corre peligro, si este no
    porta una Infección de Transmisión Sexual (ITS),
    que ponga en riesgo su salud.
    Lo anterior se resume que no pueden obtener de dicho contrato una
    transacción mutuamente ventajosa, de la que ambos saquen
    provecho, y que uno o ninguno lo respete. En este sentido las
    ideas de Mancur Olson son esenciales, donde este autor propone al
    Estado como el
    único garante, y observador de que todo tipo de contrato
    se cumpla, y se brinde certidumbre a las partes que lo
    originen.

    La medicina
    social, porque lejos de que darse en el aspecto biológico
    de la salud (sin omitirlo), estudia e investiga el proceso
    salud-enfermedad y la influencia que sobre él ejercen la
    economía,
    el sistema
    político, y la cultura
    (especialmente los aspectos ideológicos); se enfatiza, el
    análisis de este proceso no debe hacerse sólo de
    forma individual, sino sus afecciones colectivas también
    deben incluirse. La tesis fundamental es: el proceso de
    salud-enfermedad puede modificarse por aspectos biopsicosociales
    y ambientales; es decir, que los cambios que sufra dicho proceso,
    son ocasionadas por alteraciones en el entorno del individuo o la
    sociedad –en este caso las sexoservidoras de el Barrio de
    La Merced-, centrándose en la construcción y análisis de indicadores,
    que den manifiesto de las condiciones de vida que presentan de
    forma individual o colectiva en una sociedad.

    La participación ciudadana. No se puede crear un
    programa
    integral, sin la participación de los interesados, por
    ello el tomar en cuenta (pero no únicamente) la
    opinión del individuo, para quien se va destinar la
    acción es vital, de lo contrario se puede caer en la
    falacia de universalizar las posibles soluciones. Un
    procedimiento
    que dio resultado; no es regla general que lo dé en todo
    lugar y situación, no corresponde olvidar, que cada
    problema tiene sus particularidades, su contexto y su tiempo.
    Existe en nuestro país una predisposición, por
    parte de los diversos gobiernos, a situar la participación
    ciudadana confinada al nivel de información y de consulta,
    o concibiendo el control como
    supervisión legitimadora de las acciones, al
    no encontrarse mecanismos que reconozcan la aplicación de
    correctivos o de reorientación, partiendo de las
    observaciones generadas. Para las asociaciones civiles, la
    probabilidad
    de desempeñar una "corresponsabilidad" traspasa el filtro
    de compartir poder, poder de decisión, sí se
    presenta clara la diferencia de funciones o
    facultades; la corresponsabilidad es trasladada en la
    participación activa y global en el proceso de
    decisión, implementación y evaluación
    (fases de la política pública) de las acciones, y
    no escuetamente en la generación de opinión, o bien
    de una asociación fundamentada en la compensación
    de recursos por
    servicios determinados.

    Las políticas públicas, porque los
    programas y la
    política
    social serán más democráticos, incluso
    se puede asegurar que más eficientes; mientras más
    aumenten la participación de la sociedad. Es vital que
    exista participación social, en la construcción de
    la agenda, por medio de la intervención en las discusiones
    que se produzcan al respecto, lo mismo que en el estudio de las
    alternativas. Incluso se puede facilitar la participación
    de la sociedad, ya sea mediante representaciones sociales en los
    órganos encargados de tomar decisiones, o bien, por
    razón de la influencia sobre los encomendados a elegir
    resoluciones, circunstancia más usual que incluso se
    reconoce con el nombre de cabildeo. Pero no olvidemos que en
    México las
    prácticas sociales y gubernamentales han sido de tipo
    autoritario y corporativo (con todo y los cambios que han
    ocurrido en el país), por lo que en ciertos sectores de la
    sociedad existe una remarcada desconfianza, por el vació
    existente entre el discursos
    gubernamental (federal, estatal y municipal) y sus
    prácticas y acciones con fuertes resabios proteccionistas,
    impositivos y neocorporativos. Así la asimilación y
    utilización del enfoque de políticas
    públicas, auxilie en el desarrollo
    para el diálogo
    entre la sociedad y los distintos niveles de gobierno, para
    generar soluciones y/o alternativas en la mejora de condiciones
    vida.

    Estas cinco cosmovisiones en conjunto, otorgan un amplio
    espectro teórico-metodológico para abordar el
    fenómeno de las asociaciones de sexoservidoras en el
    Barrio de la Merced y su vinculación con la
    política de salud del Gobierno del Distrito Federal. Se
    decide tomar el término "sexoservicio", por ser uno que se
    acerca a un espacio de neutralidad, sin embargo no es aceptado
    por algunos grupos que forman
    parte del objeto de estudio de esta investigación. Se
    entenderá que el problema del sexoservicio en sí,
    es rebasado y que este hecho permitirá analizar
    elementos del entorno que serán tomados en cuenta
    para las recomendaciones en materia de
    política pública.

    La ideología es el primer elemento pues de
    aquí deriva la forma de actuar de una sociedad donde, en
    muchas, la mujer es vista como un objeto, como un ser para los
    otros. Bajo otra perspectiva se compara a la mujer con la
    naturaleza
    (irracional e instintiva), misma que el hombre
    tiene que controlar y dominar; desde la institución
    primaria que es la familia hasta
    instituciones más complejas que reproducirán la
    directriz de la ideología. La mujer tiende a ser un objeto
    sexual disponible, al interior por el cónyuge y al
    exterior por el cliente/usuario.

    La tendencia ideológica en muchas sexoservidoras
    es la de asumirse como sujetas marginadas, excluidas y sin
    derechos. En ellas mismas se genera un límite de
    acción, pues moralmente no deberían exigir
    derechos, por ser "malas mujeres", "contaminadoras de almas";
    biológicamente tampoco, por ser las transmisoras de
    "enfermedades
    venéreas", cuya patología es mayor a las
    mujeres que no se dedican a dicha actividad. El otro extremo de
    los límites
    recibe a las "buenas mujeres" cuya función es
    dar salida a la explosión hormonal de los clientes/usuarios
    que se traduce en "salvar matrimonios" y evitar violaciones.
    Habrá otras que exigirán no ser explotadas por el
    gobierno o que se les proporcione centros de atención
    donde puedan desarrollar otras actividades paralelamente al
    sexoservicio.

    El segundo elemento es el económico, a saber, en
    primer lugar, que el sexoservicio no genera "plusvalor". Es una
    actividad económica en la que existe una relación
    entre el servidor y el cliente/usuario (no de
    empleado-empleador), cuyo contrato se ejerce por mutuo acuerdo
    entre las partes, pero sin existir de por medio un certificado de
    compra-venta del
    servicio que avale la certidumbre en los títulos de
    propiedad. En
    segundo lugar, el sexoservicio se ve como un medio para
    satisfacer las necesidades materiales de quien lo ejerce –y
    para satisfacer las necesidades sexuales de quien lo contrata. En
    la mayoría de los casos es una forma de ganar dinero
    rápidamente –donde una parte se dedica al ahorro–
    para dedicarse, posteriormente, a la microempresa. En
    tercer lugar, el sexoservicio (nivel bajo y medio) se debe a la
    falta de recursos materiales e intelectuales
    de quien lo ejerce que, en su caso, correspondería
    más al orden socioeconómico.

    El tercer elemento es el político-legal, donde
    dicha actividad puede o no constituir un delito o una
    falta administrativa, más importante aún, si es
    reconocido (tendencia reglamentarista) o es marginado (tendencia
    prohibicionista) por el gobierno –y la misma sociedad. Por
    otra parte, los actores que intervienen (sexoservidoras, ONG’s,
    gremios, liderazgos, instituciones gubernamentales y de derechos humanos)
    conforman una arena política conflictiva donde las
    decisiones unilaterales corren el riesgo de provocar
    fragmentaciones. Así como las diferencias políticas
    de los gobiernos federales con los gobiernos locales para tratar
    el "problema".

    El cuarto y último elemento es el social cuyo
    tema principal es la salud física y mental de
    los individuos, consumo de
    drogas, las
    alteraciones del "reloj biológico", es decir, alteraciones
    del sueño y la alimentación; la
    exposición a ambientes hostiles,
    infecciones de transmisión sexual (ITS), entre otros, que
    derivan de las Condiciones de Vida de las
    sexoservidoras.

    I
    SEXOSERVICIO

    Han sido tantos los nombres de este fenómeno
    universal y al mismo tiempo particular de cada época y
    sociedad, que es necesario hacer un consenso en el término
    para trabajar a lo largo de esta investigación. Las
    mujeres se llaman a sí mismas o las han llamado:
    "prostitutas", "sexoservidoras", "trabajadoras del sexo",
    "trabajadoras del comercio
    sexual", "mujeres en contexto de prostitución", "rameras",
    "meretrices", "putas", "mujeres de la vida alegre", "mujeres de
    la vida fácil" y "mujeres públicas" –entre
    otros nombres. Además de los peyorativos y los
    calificativos que intentan redimir el concepto, existen
    otros aspectos como la familia, la propiedad
    privada
    y en cierto sentido la concepción social e
    individual del amor, que marcan la diferencia en las
    características de este fenómeno –si puede
    llamarse así– en las distintas culturas y
    épocas. Hay que agregar la pobreza, la
    migración, la violencia, la educación, y la
    falta de oportunidades que representan en nuestro siglo una red de relaciones
    causales inherentes al tema que, en cierto sentido corresponden a
    los países en el subdesarrollo.

    El propósito de éste capítulo es
    explicar y analizar las características y las relaciones
    causales del sexoservicio. Además de hacer un recorrido
    histórico por las civilizaciones más
    representativas de la época, se expondrán los
    antecedentes de regulaciones que ha impuesto el Estado
    mexicano al sexoservicio y que van de finales del siglo XIX hasta
    nuestros días.

    I.1 Antecedentes

    El sexoservicio existe en formas que dependen de
    los valores
    económicos, sociales y sexuales de cada sociedad. Los
    motivos pueden ser laicos o religiosos, materiales o
    espirituales. Sus características cambian según la
    época y el lugar donde se encuentre; aunque la esencia
    de facto sea la misma: satisfacción de placer
    sexual del cliente/usuario, por quien ejerce el servicio, a
    cambio de una
    retribución por el mismo cliente/usuario. El objetivo de
    este punto, es conocer dichas características en la
    historia de la
    civilización humana. Antes será necesario dejar
    claro los dos grandes enfoques, que ayudarán a construir
    lo que se pretende: "género (cuya fuerza se
    obtiene primeramente del feminismo) y
    contractualista".

    El enfoque de género destaca lo siguiente: "tras
    el cambio patriarcal, que instituyó el matrimonio y
    la familia
    patriarcal, apareció la desigual división de los
    sexos". Con ello empezó la relación sexual
    monógama, donde la mujer intercambiaba su disponibilidad
    sexual permanente a su pareja, a cambio del sustento. Con la
    llegada y la formación de los Estados y con la
    implantación de la familia patriarcal, según
    Pirenne: "… la formación de la familia (patriarcal)
    cambió profundamente las ideas sociales". A esto sugiere
    Mayr estructuralmente más radical al decir que: "la
    familia natural y la "comunidad"
    matriarcal queda reemplazada por la "sociedad", del mismo modo
    que el politeísmo anterior y el panteísmo
    matriarcal quedan subsumidos en el monarquismo y el
    monoteísmo propios del Estado". Comenzó la
    subordinación femenina: la mujer vio restringida las
    profesiones con las que se autosustentaba, de igual forma fue
    perdiendo paulatinamente su influencia, su poder político
    y religioso y su estatus, aumentando su sometimiento al
    varón, reducida a la maternidad y relegada al interior de
    la casa, aislada y ocupada en la tarea del cuidado de la
    infancia.

    Es necesario utilizar el término
    prostitución en estos momentos para respetar la
    documentación bibliográfica y lograr un efecto
    amplio del origen. Se podría argumentar que la causa
    original de la prostitución se encuentra en "la
    instauración del matrimonio" que tuvo como
    consecuencias:

    • a) El establecimiento de la herencia
      patrilineal, por lo que la propiedad del suelo
      cultivable pasaba a los hijos varones. Por ello la mujer
      dejó de ser dueña de los frutos del campo y ya no
      podía autosostenerse económicamente.
    • b) Al perder la mujer su valor
      económico, sólo se la valoraba en su
      función de esposa y madre de muchos hijos. Dado el
      exclusivo papel de procreadora que la esposa tenía en la
      familia patriarcal, estaría siempre embarazada.
      Así que los esposos acudirían a otras mujeres
      para que les proporcionasen placer, con lo que la demanda de
      prostitutas incrementaría la oferta.

    Comenta Kneissler de la sociedad patriarcal griega:
    "Cuando no estaban embarazadas, los maridos se limitaban a
    cumplir desapasionadamente tres veces al mes con sus deberes
    conyugales".

    • c) Además, a principios de
      la época histórica, aún pervivían
      costumbres de gran libertad
      sexual femenina, vestigio del matriarcado. Dada la
      consideración de valor sagrado que tenía el acto
      sexual en la antigüedad, considerado un acto de
      Fertilidad, no estaba todavía limitada la sexualidad
      femenina, si aún no había llegado al matrimonio.
      Por lo que en principio, no se exigía la virginidad
      femenina antes del matrimonio y podían prostituirse para
      ganar dinero.
    • d) Por otro lado al establecerse el matrimonio a
      cambio de una recompensa, para que un varón sostuviera a
      su pareja, se exigió la dote a la novia, exigencia que
      manifiesta su consideración desvalorizada. Dado que los
      padres no asumían el pago de la dote, la mujer tuvo que
      ejercer la prostitución, como única vía
      que le permitía la ocasión de
      autoproporcionársela. Y de ahí que el ejercicio
      de la prostitución no le impidiese contraer ventajosos
      matrimonios y que a los occidentales tanto
      asombraba.

    La prostitución era vista como un mal necesario
    que protegía a las mujeres jóvenes de la
    violación y salvaguardaba al matrimonio y a la familia de
    los estragos de los apetitos sexuales de los varones o como
    resultado desafortunado de la pobreza y las
    estrecheces económicas de las mujeres que debían
    sostenerse a sí mismas, o se veía a la
    prostitución como algo no peor o menos honesto como la
    "prostitución legal" como Mary Wollstonecraft denominaba
    al matrimonio en 1790. Como prostitutas, las mujeres abiertamente
    comercian con sus cuerpos y como trabajadoras (a diferencia de la
    esposa) se le paga a cambio. Simone de Beauvoir ve a la esposa
    como "alquilada de por vida a un varón, la prostituta
    tiene varios clientes que pagan cada vez". La primera está
    protegida por un varón contra todos, la segunda
    está defendida por todos contra la tiranía de cada
    uno.

    La crítica
    feminista a la prostitución, algunas veces es rechazada
    bajo el fundamento de que las prostitutas explotan o
    engañan a sus clientes: los varones son presentados como
    la parte perjudicada y no las mujeres. Por cierto, las
    prostitutas son con frecuencia capaces de lograr el control de la
    transacción con sus clientes mediante estratagemas y
    trucos de oficio.

    El enfoque contractualista manifiesta que, como otras
    formas de empresa
    capitalista, la prostitución es vista como una empresa
    privada y el contrato entre el cliente y la prostituta se
    considera un arreglo privado entre comprador y
    vendedora.

    Los contractualistas sostienen que una prostituta pacta
    una cierta forma de su "fuerza de trabajo" por un periodo dado a
    cambio de dinero. Hay libre intercambio entre la prostituta y el
    cliente, el contrato de prostitución es exactamente como
    –o es un ejemplo de– el contrato de empleo. Desde
    el punto de vista del contrato, la prostituta es poseedora de una
    propiedad en su persona que
    contrata parte de esta propiedad en el mercado. Una
    prostituta no se vende a sí misma, como comúnmente
    se alega, o incluso no vende sus partes sexuales, sino que
    contrata el uso de sus servicios sexuales. No hay
    diferencia entre una prostituta y un trabajador o vendedor de
    servicios. La prostituta, como cualquier otro "individuo",
    establece una relación externa a la propiedad en su
    persona. La teoría contractualista ofrece una respuesta
    convincente a las bien conocidas críticas y objeciones a
    la prostitución. Por ejemplo, para los contractualistas,
    la objeción de que la prostituta se daña o se
    degrada por su comercio, no comprende la naturaleza de lo que se
    negocia. El cuerpo y la persona de la prostituta no se ofertan en
    el mercado, ella puede pactar el uso de sus servicios sin
    detrimento de sí misma. Las feministas sostienen que la
    prostitución comprendía la sujeción de las
    mujeres a los varones, pueden tener respuesta de que tal
    posición es una reflexión a partir de las actitudes
    fuera de moda respecto del
    sexo, cristalizadas a partir de la propaganda de
    los varones y del viejo mundo de la subordinación de las
    mujeres. Los contractualistas incluso proclaman que "las personas
    tienen el derecho humano de relacionarse con el sexo
    comerciante".

    La discusión no es fácil. La propiedad de
    su persona, a diferencia de la propiedad material, no puede
    separarse de su propietaria. El varón que contrata el uso
    de los servicios de una prostituta, como el empleador, obtiene el
    mando sobre el uso de la persona y del cuerpo de ésta
    durante el contrato de prostitución, pero llegados a este
    punto la comparación entre el esclavo asalariado y la
    prostituta, el contrato de empleo y el de prostitución,
    colapsa. El capitalista no tiene ningún interés
    intrínseco en el cuerpo y la persona del trabajador o, al
    menos, no el mismo tipo de interés que tiene un
    varón en un contrato de prostitución. Los varones
    que entran en el contrato de prostitución tienen un
    único interés: la prostituta y su cuerpo. En la
    prostitución, el cuerpo de la mujer y el acceso sexual a
    tal cuerpo, es el objeto del contrato.

    Con la finalidad de dar ahora una oportunidad a las
    explicaciones historicistas de la prostitución, se detiene
    aquí esta discusión para que, al final del
    capítulo y para efectos prácticos se proponga un
    cuadro con los niveles y categorías de análisis de
    la prostitución para, posteriormente, ensamblar el
    concepto de "sexoservicio" y poder manejarlo con facilidad y
    universalidad en los capítulos posteriores, pues, a saber,
    la ley
    –mexicana– contempla al sexoservicio, pero no lo
    define.

    Prehistoria

    En el curso de la evolución surgió un comportamiento
    cultural nuevo por el que los adultos varones empezaron a
    vincularse a una mujer y empezaron a preocuparse por los hijos de
    la misma y a cuidar y proteger a su propia familia;
    característica cultural que se manifestó muy
    posteriormente. Ello ocurrió bien porque "el varón
    captase la idea de paternidad y comprendiese que era el causante
    de la fecundación, o bien porque el varón
    quisiera posesionarse de los hijos de su pareja, o bien porque
    quisiese aumentar el número de descendientes y viese la
    necesidad de proteger a la madre, para que hiciese frente a los
    cuidados de sus numerosos hijos. O bien para erradicar los
    comportamientos femeninos despóticos propietarios de los
    hijos y de otras posesiones valiosas".

    Marvin Harris afirma que en muchas sociedades
    cazadoras-recolectoras con división sexual del trabajo
    entre varones cazadores y mujeres recolectoras se dan relaciones
    casi igualitarias entre los sexos. La lectura de
    los datos
    etnográficos indica que, en los ámbitos
    políticos de la adopción
    de decisiones y la resolución
    de conflictos, los varones poseen una ventaja, leve pero
    significativa, sobre las mujeres en todas las sociedades. Las
    mujeres eran parte importante en la economía. Es mucho
    más probable que los machos, hembras y crías
    afarensis y hábilis recorrieran juntos el
    territorio formando una tropa y que las hembras no lactantes
    intervinieran activamente en las tareas de ahuyentar a los
    carroñeros, combatir a los depredadores y perseguir a las
    presas. Mientras las que estaban lactando y embarazadas, se
    quedaban en el nido, igualmente actuando directamente en la
    economía. La cuestión es sencillamente que no
    tenían más probabilidades de aparearse y criar
    hijos con arreglo a un único sistema que los
    humanos hoy en día. Partiendo de una capacidad para paliar
    los efectos potencialmente perturbadores de determinadas
    fórmulas de relación social mediante intercambios
    de servicios por bienes, bienes
    por bienes y bienes por servicios
    , nuestros antepasados
    presapiens pudieron adoptar sistemas de
    apareamiento y crianza tan diversos como los que hoy existen o
    existieron en un pasado reciente.

    Aún en ambientes matrilineales, los varones, como
    todos los grupos dominantes, tratan de promover una imagen de sus
    subordinados que contribuye a preservar el status quo.
    Durante miles de años, los varones han visto a las mujeres
    no como éstas podían ser, sino exclusivamente como
    ellos querían que fueran.

    En algunas comunidades más evolucionadas, ambos
    sexos experimentaban libremente antes de la pubertad y
    disfrutaban de una intensa vida sexual premarital. Las chicas
    recibían por la noche a pretendientes en la casa de sus
    padres y los muchachos competían con sus rivales a ver
    cuántos orgasmos podían alcanzar. "Las
    jóvenes no estaban interesadas en juegos
    eróticos preparatorios". El sexo no era una recompensa a
    la satisfacción sexual.

    Hoy día existe la expresión de que la
    "profesión" femenina más antigua del mundo es la
    prostitución. Sin embargo ello entra totalmente en
    contradicción con la arqueología y los mitos legados en todas
    las culturas. Al respecto Martín-Cano argumenta que las
    más arcaicas obras de arte de humanos,
    nos muestra exclusivamente a mujeres ejerciendo las más
    nobles profesiones. Y los más arcaicos mitos, adjudican a
    las Diosas el invento de innumerables oficios: "invento femenino
    sublimado a categoría divina". Así en la
    época arcaica, antes de la revolución
    patriarcal, existen numerosas obras de arte en todas las
    culturas, de mujeres ejerciendo las profesiones, tanto
    relacionadas con las funciones alimenticias: físicas y
    culturales, como las funciones sagradas relacionadas con el
    sacerdocio:

    • Agricultora: la mujer roturaba y cultivaba el
      campo.
    • Escultora-alfarera: modelaba las vasijas y esculturas
      necesarias para contener alimentos y
      para pedir Fertilidad a la Diosa.
    • Artesana, curtidora o metalúrgica: fabricaba
      los diferentes adminículos domésticos,
      agrícolas, textiles, derivados de animales y
      metalúrgicos como la moneda para sus transacciones
      comerciales…
    • Música y bailarina: tocaba los instrumentos.
      musicales que habría inventado y bailaba en ceremonias
      religiosas.
    • Poetisa y cantante: componía y cantaba los
      himnos de las ceremonias de Fertilidad.
    • Actriz y ramera, y como representante de la Diosa en
      la Tierra
      participaba en comedias de carácter religioso llevando ramos de
      flores, símbolos de Fertilidad y en ritos
      orgiásticos en honor de la Diosa del Amor.
    • Maestra que enseñaba a los jóvenes los
      conocimientos útiles para enfrentarse a la
      vida.
    • Astrónoma: la mujer era la conocedora del
      calendario agrícola y las constelaciones.
    • Mitóloga: inventaba las leyendas
      religiosas.
    • Sacerdotisa, bautizadora, legisladora, jueza:
      dirigía las ceremonias sagradas de Fertilidad para
      propiciar a la Diosa, a la que encarnaba, así como
      juzgaba y castigaba a los infractores de las leyes. Participaba
      en deportes y
      competía en concursos de carreras de carros, o de
      caballos, o atléticos, o iba a la guerra.
      Elaboraba diferentes productos
      alimenticios (p. ej. pan de harina de semilla de trigo,
      aceite de
      oliva de la aceituna, vino de la uva…), tras inventar los
      métodos
      de obtención de los frutos con los que alimentaba a sus
      hijos, cuando era la única que se cuidaba de
      ello.
    • Además ejercía de médica,
      curandera y veterinaria,
      curando con hierbas medicinales a los humanos y a los
      animales.
    • Comerciante, porteadora, molinera, panadera, partera,
      viñadora, colonizadora, etc.

    Al seguir el texto de
    Harris, se develan aquellas fórmulas de relación
    social mediante intercambios, en este caso de servicios
    (del ser amante, que es distinto a cliente/usuario) por
    bienes. Expresa una nativa (de nombre Nisa) que: "Una
    mujer debe poseer amantes donde quiera que vaya. Así
    estará bien provista de abalorios, carne y otros
    alimentos… Una mujer debe desear a su amante y a su marido por
    igual; eso es lo bueno". Hasta este momento encontramos una
    libertad sexual que encuentra, de manera racional, formas de
    retribución por los favores sexuales, pero no es una
    prostitución en sí, sino una forma de "adulterio
    primitivo" donde el marido y los amantes, que no son relaciones
    accidentales, participan en la economía de la familia.
    ¿Cuál es, entonces, esa delgada y fina línea
    que separa la prostitución del adulterio?

    Babilonia

    La consideración que tenía la prostituta a
    principios de los tiempos históricos, manifiesta la
    libertad sexual que gozaba aún la mujer, pervivencia de
    instituciones matriarcales, así como de su amor a la
    cultura, religión y Bellas
    Artes.

    Un ejemplo de ello, lo encontramos en la llamada
    "prostitución sagrada". Originalmente la
    prostitución sagrada nace en Babilonia; cercano el tercer
    milenio a.C., como una de las formas de culto a Ishtar. La diosa
    de la cultura sumeria, con el paso del tiempo, se convierte en la
    diosa de la belleza y la sensualidad babilónica, a la que
    agradaban los actos de amor carnal y que para asegurar su
    veneración y culto se consagraban vírgenes al
    servicio del templo, dedicándolas a la prostitución
    sagrada, es decir a la "prostitución selectiva y puntual"
    exclusivamente al servicio del templo. En el gran templo de
    Ishtar en Babilonia, moraban las sacerdotisas dedicadas al
    servicio de la diosa, es decir a efectuar actos de
    fornicación con quienes pagaban el precio del
    rito. Las sacerdotisas tenían horarios fijos de culto, no
    aceptaban sino a aquél que ha pagado el precio a la diosa
    y no aceptaban desviaciones del acto sencillo y
    directo.

    Su reputación es de religiosas y se les acuerda
    un tratamiento honorable cuando salen al exterior de su templo.
    Igualmente se dice que cada adolescente debe consagrar su primer
    acto sexual a la diosa y que este acto debe ser efectuado dentro
    del templo en la forma de un rito, similar al de las sacerdotisas
    regulares del templo. Sobre esta forma de veneración
    carnal directa a la diosa hay muy pocas referencias, se tienen
    modelos de
    arcilla y representaciones de los órganos genitales tanto
    femeninos como masculinos en arcilla cocida, encontrados en los
    depósitos del templo y algunas referencias en
    Heródoto.

    En su aspecto de divinidad amorosa, Ishtar es la
    protectora de las prostitutas y de los amoríos
    extramaritales, que por cierto no tenían
    connotación especial en Babilonia, ya que el matrimonio
    era un contrato solemne que perpetuaba la familia como
    sostén del estado y como generadora de riquezas, pero en
    el que no se hablaba de amor o de fidelidad amorosa.

    En cuanto al carácter compasivo del rito, las
    prostitutas se llaman también "las compasivas", teniendo
    piedad de "toda la raza humana", según dicen que dijo
    alguna vez María Magdalena la prostituta de los
    Evangelios. El significado de esa "compasión" se define
    como la pasión compartiendo la emoción,
    "emoción que parece ser tan vieja como la humanidad
    misma".

    Sin embargo, la prostitución sagrada fue impedida
    por la cultura judeocristiana. En la Biblia se encuentra esta
    prohibición: "No habrá prostituta sagrada entre las
    hijas de Israel, ni
    prostituto sagrado entre los hijos de Israel. No traerás a
    la casa de Jehová tú Dios, por ningún voto,
    el salario de una
    prostituta ni el salario de un prostituto porque ambos son una
    abominación de Dios. Posteriormente, Babilonia adquiere
    calificativos, en forma despectiva: "Babilonia la grande, madre
    de las rameras y de las abominaciones de la tierra"

    Grecia

    En la Grecia
    Antigua, las mujeres homéricas (1300 a.C.-1100 a.C.)
    fueron relativamente libres y ejercitaban considerable influencia
    sobre el hombre, pero conservando la virtud. Con el alto estatus
    de vida al final en Grecia, las mujeres fueron convertidas en
    ídolos y perdieron su importancia. Sin embargo, en la edad de oro de Grecia
    (450 a.C.-27 a.C.), las prostitutas de alta clase y
    cortesanas eran consideradas superiores que las esposas y mujeres
    virtuosas. Los hombres griegos querían amor y fidelidad,
    pero trataban de obtenerlo por medio de presentes y
    engaños. Cuando los hombres griegos realmente se
    enamoraban, se consideraban enfermos, a sí mismos. Los
    griegos nunca conectaron el amor con el
    matrimonio. Ellos encontraron en ambos, un entretenimiento que se
    hace aparecer rápidamente como un presente de dios de
    afición que dura mucho tiempo.

    El sexo es algo que formaba parte importantísima
    en la vida de los griegos, y tal vez por ello el sobrante lo
    dedicaban a rellenar tantos amores y amoríos de sus
    dioses. Desde los tiempos homéricos hasta el siglo V a.C.
    la política de población conoció en Grecia buenos y
    malos días.

    La familia llegó a ser el fundamento de la
    sociedad, pero en la esfera sexual tuvo las mayores variantes
    imaginables. En la civilización cretense, la mujer
    disfrutaba de gran libertad; podía frecuentar banquetes,
    representaciones teatrales y jurídicamente se igualaba al
    hombre. Los más recientes hallazgos arqueológicos
    señalan esta historia narrada por Homero como la
    civilización minoica: un pueblo alegre y feliz que
    disfrutaba pacíficamente de la vida; sus hombres iban
    generalmente afeitados y usaban el cabello largo; y las mujeres
    se pintaban los labios y los ojos, además de lucir
    complicados peinados. Mujeres hermosas y seguras de sí
    mismas, llevando el pecho al descubierto y luciendo con garbo y
    orgullo una "cintura de avispa". Homero habla de la fecundidad de
    estos individuos. El matrimonio, se hallaba bajo la
    invocación de la "Madre Tierra". Hombres y mujeres
    acudían a los lugares de adoración –la cumbre
    de una montaña, un bosque o una gruta, como la caverna de
    Psychro–, donde sacrificaban animales y depositaban
    ofrendas. Esto
    también permitía que lo sexual fuese una necesidad
    natural satisfecha libremente. Los jóvenes se unían
    en los campos, sobre la hierba o el trigo recién
    segado.

    Desaparecida la civilización minoica a causa de
    un terremoto, continúa sobre ella la micénica, a
    quien Homero llamó aqueos. La forma de unión
    más primitiva de esta cultura es de la esposa aportando
    una esclava que será la concubina de su futuro marido en
    el caso de que ella sea estéril. Así, la mujer
    depende del marido y cuando éste muera, el hijo puede
    disponer de ella, venderla o devolverla a su antigua casa. De
    este período micénico de hombres "fogosos, viriles
    y belicosos", al decir de Homero, que en sus comienzos se
    unió al floreciente minoico, quedan claras referencias de
    una exuberante sexualidad. Los guerreros y navegantes,
    convertidos en héroes de la historia griega, dan buena
    muestra de ello.

    Pero a partir del siglo V las cosas cambiarán
    mucho, Esparta, que disponía de buenas tierras, se
    encuentra extremadamente pobre; criar un hijo es un verdadero
    problema, los hermanos comparten una sola mujer y el hambre sigue
    amenazando a la sociedad y al Estado. Atenas, por el contrario,
    no impone medidas eugenésicas, y los ciudadanos pobres
    reciben ayuda del erario público. A mediados de siglo la
    población se eleva a 200,000 habitantes. Este incesante
    crecimiento acarreó sus males, aparte de la creciente
    rivalidad entre estos Estados: los hijos se casaban tarde y las
    hijas, por consiguiente, encontraban dificultad en casarse. Los
    varones de familias ricas buscaban compañeras en las capas
    bajas, y cuando les llegaba el momento de casarse se quedaban con
    sus amigas. La idea era muy democrática, pero el Estado
    tuvo que intervenir para lograr el equilibrio de
    clases. Pericles, el aristócrata de irreprochable
    reputación, casado a los cuarenta años con dama de
    alta alcurnia y padre de dos hijos, lanzó una ley que
    exigía: "nada de matrimonios entre miembros de diferente
    clase social".

    Esto permitió la celebración de
    matrimonios consanguíneos que excitaban el desmenuzamiento
    de las fortunas. Pero Pericles, el gran político de su
    siglo, tuvo la "debilidad de enamorarse" de Aspasia de Mileto. Y
    los poetas griegos, que cuentan, al contrario de la
    arqueología, toda la historia con motivaciones
    eróticas, nos hablan de Aspasia como de una hetaira muy
    conocida. Los poetas, dados a la ocurrencia, atribuyen a Aspasia
    el motivo de dos guerras.
    Pericles atacó Samos para vengar a la ciudad de Mileto,
    patria de su amada hetaira; y Arsitóganes también
    escribe en los Acarnianos:

    "Unos jóvenes, excitados por el
    vino, van a Megara y raptan a la hetaira Simete. Los de Megara,
    irritados, raptan a dos de las pupilas de Aspasia y, de esta
    forma, tres prostitutas son la causa de la guerra del
    Peloponeso."

    Pero las causas reales habría que buscarlas en la
    desmesurada importancia de Atenas, su afán de
    expansión y la "envidia de sus atascados vecinos": Esparta
    era conservadora y no quería evolucionar, por lo que quiso
    dar un correctivo a la "democrática y ambiciosa" Atenas.
    La familia venció al sexo, y la casa y el hogar volvieron
    a ser puros, pero el hombre continuó disponiendo de
    cuantas mujeres quiso y pudo fuera de casa. La posición de
    la mujer en Atenas no quedó recluida al hogar, como
    podría suponerse. Llevaba una vida retirada, pero
    consciente de su rango. Acudía a las representaciones de
    teatro en
    Dionisio; mandaba a sus servidores a
    comprar las cosas, y gozaba del respeto y la
    libertad, aunque no siempre del marido, quien a consecuencia de
    sus uniones extraconyugales no solía ser un "amante
    ardiente". Las mujeres casadas no podían asistir a
    los Juegos
    Olímpicos, y no porque los atletas saliesen
    completamente desnudos –las chicas solteras los
    presenciaban–, sino porque resultaban fiestas populares en
    la que todos se daban a la juerga desenfrenada. Además,
    los Juegos pasaban por Corinto, la ciudad de los placeres
    extraconyugales. En contraposición, no se miraba mal que
    las mujeres echasen un vistazo al carnaval de Dionisio, centrado
    en el culto fálico; y en septiembre, hombres y mujeres
    acudían a los misterios de Eleusis, que tras los diversos
    ritos desembocaban en noches de orgiásticas danzas y
    diversiones.

    La guerra entre Esparta y Atenas lleva a los hombres al
    combate, las mujeres se quedan solas y muchos matrimonios
    naufragan en el adulterio. Eurípides, el poeta de moda, se
    pone a defender a las "pobres y calumniadas" mujeres. Los
    hombres, dice, tienen el mérito de arriesgar su vida por
    la patria, pero dar a luz es mucho
    más duro y cruel que ir tres veces al combate.
    Aristófanes, en su Lysístrata, enseña a los
    atenienses lo que puede ocurrir si las mujeres se rebelan y
    cierran las puertas de sus alcobas a los maridos con permiso,
    para obligarles a hacer la paz. 

    Pero es Hipócrates el primero que esboza un
    cuadro clínico de la "histeria" de la mujer. El mal, sin
    embargo, tenía raíces más profundas. Se vio
    al terminarse la guerra: las mujeres seguían
    apasionándose por los hombres, pero los atenienses,
    derrotados, ya se habían acostumbrado a dos formas de
    sexualidad, la prostitución y el homosexualismo. La
    prostitución tomó auge y preponderancia inusitada
    en Grecia después de que las civilizaciones antiguas
    aprovecharon la esclavitud como
    válvula de escape para su sexología.  
    Aquí nació el mito tan
    explotado actualmente de la mujer-objeto o el sexo-objeto. A
    raíz de esto, surge la hetaira, la mujer que hace de la
    práctica del amor un arte.

    En el siglo IV a.C., las hetairas hicieron tanto
    "ruido" al lado
    de los filósofos, políticos y poetas, que
    se diría que ninguna otra mujer ocupase los ocios de los
    griegos. Friné, la inmortalizada en el mármol por
    Praxíteles para la estatua de Afrodita, fue una de ellas.
    Al parecer nació en Tespia, Beocia, y en sus primeros
    años se dedicó a cuidar cabras. Como era hermosa,
    inteligente y sin escrúpulos, reunió una
    pequeña fortuna y se trasladó a Atenas, donde
    deslumbró a la par que escandalizó a los griegos.
    Friné se hizo célebre en seguida gracias a idear un
    espectáculo que puede ser el antecedente más remoto
    de las actuales sesiones de strip-tease. Cuando se
    celebraban las fiestas de Neptuno se situaba en lo más
    alto del templo. Allí, ante todo un pueblo ávido y
    excitado, permanecía un instante completamente
    inmóvil; luego, muy lentamente, bajaba la escalinata,
    despojándose, prenda a prenda, de las escasas ropas que la
    cubrían. Una vez completamente desnuda, corría
    hacia la playa, se sumergía en el mar y surgía de
    las aguas como nueva Afrodita recogida por las Horas.

    Otra famosa hetaira, capricho de Demóstenes,
    amante de Alcibíades y de Aristipo, discípulo de
    Sócrates,
    fue Lais de Corinto. Se dice que era huérfana, que un
    comerciante la recogió a los pocos meses de edad y la
    mandaba cada día a vender coronas de flores ante el templo
    de la diosa Hera. A los diez años, la vio ante el templo
    el escultor Apeles quien la tomó de modelo para
    una estatua de Afrodita. Luego la llevó a Atenas en donde
    Lais se hizo famosa al ser aceptada en las alcobas más
    importantes cuando sólo tenía dieciséis
    años. Sintió deseos de regresar a Corinto, y
    así lo hizo.  Nada más llegar, como
    correspondía a su condición de hetaira, fue a
    ofrendar una corona de flores a Afrodita. Aquel día el
    templo estaba lleno de prostitutas rogando a la diosa que alejara
    la guerra que amenazaba la ciudad. Los cronistas afirman que
    cuando Lais entró en el templo, todas las cortesanas le
    abrieron paso, impresionadas por su belleza. Una vez depositada
    la corona de flores a los pies de Afrodita, la hetaira se
    despojó de la túnica que la cubría y
    también la ofrendó. Entonces los reunidos pudieron
    ver a una mujer tan fascinante que, entusiasmados, se la llevaron
    a hombros.  Lais se convirtió en la reina de las
    hetairas de Corinto. Miles de adoradores la asediaban, y ella
    escogió a un viudo muy rico y bastante viejo, que
    prometió hacerla su heredera. Las lecciones que
    había recibido de la famosa Aspasia la ayudaron a llevarlo
    a la tumba, y pronto quedó viuda, joven y con una de las
    más grandes fortunas de Grecia. Esto le permitió
    fundar un «Jardín de Elocuencia y Arte de
    Amor» en Corinto, del cual los griegos decían:
    «Atenas puede vanagloriarse del Partenón y Corinto
    del jardín de Lais». En él se celebraban
    las más fastuosas reuniones, y se paseaba Platón
    instruyéndola en los secretos de la filosofía.
    Epícrates señala que la vejez de Lais,
    después de su gran fama, fue trágica:
    «Detenía al primero que pasaba para beber con
    él. Una estera, una moneda de tres óbolos ya son
    una fortuna para ella: jóvenes, viejos, libres y esclavos,
    todos pueden obtener sus favores. Lais tiende la mano por un
    óbolo».  

    Las hetairas tienen fama de haber conquistado a los
    hombres por su espíritu más que por sus encantos
    físicos; pero es indudable que estas mujeres
    constituían una auténtica excepción; la
    generalidad actuaba y vivía como las prostitutas de todo
    el mundo. La gran masa de los hombres griegos no buscaba en ella
    más que la satisfacción carnal de sus apetitos. Por
    eso, además de esta elite, había una
    prostitución para la clase media que se desarrollaba en
    lugares de placer, algo por el estilo a un hotel y un restaurante, en donde las
    bailarinas, las tocadoras de flauta y las acróbatas daban
    toda clase de placer a los hombres.

    Otra prostitución para las clases más
    bajas se desarrollaba en burdeles especializados; y los de peor
    fama del mundo se encontraban en el barrio bajo y las calles del
    Pireo. Sólo Corinto, cuyo culto a Afrodita se asociaba con
    la explotación de un burdel, ganó en fama al
    inframundo prostibulario de Atenas. Estrabón, que
    vivió en tiempos del emperador Augusto, pretende que en el
    templo de Afrodita ejercían su oficio más de un
    millar de prostitutas.  

    Roma

    El amor pagano en Roma (27 a.C.-385
    d.C.) fue sin pecado, grande, sin fidelidad y engañoso.
    Esto impacta considerablemente la forma de prostitución
    que se realizó en Roma. Diferente de los griegos, los
    romanos preferían sexo sin filosofía o
    significación. En los escritos de Ovidio no es
    difícil desmentir esto: "… mientras el hombre en el
    combate del amor debe fingir que ama para lograr ser amado, la
    mujer ha de tomar la actitud
    exactamente contraria: ella, amando, debe simular desamor, para
    conseguir que el hombre no la abandone".Más adelante, a
    través del mismo Ovidio, encontramos que las mujeres gozan
    de cierta libertad: "…puede ser la mujer más libre que
    una meretriz. Aunque así lo sea, debe fingir que
    está celosamente vigilada. El temor hará que el
    amante se sienta aguijado a poseer aquello que no considera
    seguro. La
    mujer, en caso de que esté ligada a otro hombre, debe, por
    amor, aprender a burlar la vigilancia de éste."

    La prostitución en Roma fue singular y
    abastecedora, gracias a las distintas categorías de
    prostitutas. Las prostitutas tenían que llevar vestimentas
    diferentes, teñirse el cabello o llevar peluca amarilla e
    inscribirse en un registro
    municipal.

    De las justificaciones, Catón el Viejo dice que
    "es bueno que los jóvenes poseídos por la lujuria
    vayan a los burdeles en vez de tener que molestar a las esposas
    de otros hombres". En el año 1 existe un registro con
    32.000 prostitutas que estaban recogidas, habitualmente, en
    burdeles llamados lupanares, lugares con licencia municipal
    cercanos a los circos y anfiteatros o aquellos lugares donde el
    sexo era un complemento de la actividad principal: tabernas,
    baños o posadas.

    Los distritos del Esquilino y el Circo Máximo
    tenían una mayor densidad de
    burdeles humildes mientras que los más elegantes se
    ubicaban en la cuarta región, habitualmente decorados con
    murales alusivos al sexo e identificados en la calle con un gran
    faro que era iluminado por la noche. Las prostitutas
    solían exhibir sus encantos en las afueras del
    prostíbulo y era habitual que en las puertas de las
    habitaciones existiera una lista de precios y de
    servicios.

    Las prostitutas se dividían en diversas clases:
    las meretrices estaban registradas en las listas públicas
    mientras que las prostibulae ejercían su profesión
    donde podían, librándose del impuesto. Las
    delicatae eran las prostitutas de alta categoría, teniendo
    entre sus clientes a senadores, negociantes o generales. Las
    famosae tenían la misma categoría pero
    pertenecían a la clase patricia, dedicándose a este
    oficio por necesidades económicas o por placer. Las
    ambulatarae recibían ese nombre por trabajar en la calle o
    en el circo mientras que las lupae trabajaban en los bosques
    cercanos a la ciudad y las bustuariae en los
    cementerios.

    Es posible decir que fueron comunes los abortos y los
    anticonceptivos. Los bebés fueron muchas
    veces desechados con la basura. Roma
    era una sociedad "fríamente pasional", incluso era
    sancionado el uso de "lágrimas en el hombre". Las
    posiciones sexuales descritas que acentúan el orgasmo y la
    satisfacción mutuas, aparecen también en esta etapa
    de la historia.

    Pero hubo algo que llevó al declive de El
    Imperio Romano:
    la religión. Dicho imperio (100 d.C.-385 d.C.)
    continúa apareciendo brillante, pero se va entregando a la
    nueva religión cristiana. Después Roma se zambulle
    dentro de un "estanque de tristezas" y culpabilidad
    cargada de sexo. Los cristianos romanos encadenaron todo lo
    "malo" con el sexo y el placer.

    Edad Media
    Con el tiempo el varón, en
    su deseo de subordinar aún más a la mujer,
    terminó reprobando la única función que el
    varón no podía apropiarse y sí beneficiarse:
    la prostitución y el comportamiento libre sexual
    femenino
    . Con la modificación de la sociedad hacia los
    valores
    patriarcales, sobrevino la introducción de normas morales
    por la que la mujer había de llegar virgen al matrimonio y
    se le prohibía practicar libremente el sexo o las
    prácticas autoestimulatorias.

    En Egipto
    desarrollaron e implantaron los conceptos del sacrificio
    cristiano, abnegación y autotortura. La gente
    empezó a preocuparse si debía o no practicar el
    sexo, debido a la "malevolencia" de los cristianos que
    convirtieron el sexo en una actitud pecadora (algunos se quemaban
    los dedos para resistir las tentaciones). Una neurótica
    inflación de erotismo continuaba ascendiendo con el
    crecimiento del cristianismo
    condenando el sexo.

    San Agustín promovió la culpabilidad del
    cristianismo a través de sus libros: 1)
    Confesiones- se acusó a sí mismo por su propia vida
    disipada durante su pagana y lujuriosa vida de joven. Se
    convirtió al cristianismo en el año 386 d.C. y
    convirtió su odio en contra de los buenos placeres del
    hombre. Estableció que habíamos nacido entre el
    excremento y la orina. 2) La Ciudad de Dios, su mayor trabajo,
    especula que los bebés deberían nacer de mujer no
    corrupta por la lujuria y sexo, en otras palabras que las madres
    deberían ser vírgenes.

    Las culturas patriarcales legadas a occidente por la
    tradición judeocristiana, terminó de modificar las
    ideas morales, desaprobando los placeres sexuales como algo
    inmoral e impúdico, limitando la sexualidad femenina y
    preocupándose de no intensificarla, para que la mujer
    dejara de ser autónoma y se dejara someter. La Biblia
    propaga ideas reprobatorias sobre los comportamientos de las
    sacerdotisas que "se dedicaban a seducir con malas artes". Y
    calificando a los Templos de "Lupanares" donde se adoraban a
    falsos dioses. Con el descrédito de la sexualidad
    femenina, la mujer dejó de disfrutar de la anterior
    libertad sexual y fue víctima de represión
    sexual.

    Puesto que seguía vigente el no permitir a la
    mujer ganarse la vida por sí misma, la carga de la dote la
    asumieron los progenitores de la novia. Ello fue causa de que,
    años más tarde, en la Europa Medieval,
    con padres sin suficientes medios
    económicos para dotar a todas sus hijas y que
    seguía negando a las mujeres el derecho al trabajo, al no
    existir ya la libertad sexual de antaño, obligasen a
    algunas a entrar al servicio de Templos, ahora Templos de
    virginidad / conventos.

    Por el siglo V, el matrimonio viene a estar bajo el
    dominio del
    clero. Las Edades Oscuras para el amor y las alegrías,
    complementaban el desarrollo del cristianismo. En el año
    585 d.C., los católicos argumentaban que la mujer no
    tenía espíritu moral y
    debatían si la mujer era humana.

    Roma colapsó bajo dominio completo del
    cristianismo en el siglo VI; fue destruida y saqueada
    repetidamente. De tal forma que una población de un
    millón, fue reducida a 50.000; la ciudad quedó en
    escombros y ruinas. El senado desapareció por ausencia de
    hombres calificados. La higiene, la ciencia y
    la cultura de Roma fueron abandonadas. El cristianismo redujo el
    sexo a una acción no romántica, un "acto cruel y
    feo". La penitencia era tanto cínicamente interpretada,
    como frecuentemente requerida. Las mujeres se convirtieron en
    "pedazos de propiedad". El clero y los papas convirtieron a las
    prostitutas en neuróticas sexuales. Las mujeres eran propiedad desperdiciada. La iglesia
    sancionaba a la esposa golpeada y la elevaba sólo
    relativamente poco. Los nobles tenían el derecho
    natural de robarse a la mujer en la calle, desflorar a las
    jóvenes y ser rústicos con sus vasallos.

    San Jerónimo estableció que quien amaba su
    esposa era un pecador adúltero. El sexo dentro del
    matrimonio cristiano debería practicarse sólo en
    una posición y nunca durante la penitencia en
    sábados, miércoles, viernes y días feriados.
    Y sólo para concebir un niño.

    De manera retro, para los sacerdotes
    católicos, el sexo sin valores (sexo con una prostituta,
    una orgía, una violación, o sádico) no era
    seria ofensa, pero sexo con valores (amando y valorando a la
    mujer) era un pecado grande con penas muy severas. El cambio de
    ideología fue lento y agresivo. El principio del amor de
    cortejo y la creación del amor romántico ideal,
    empezó en el siglo XI. En el sur de Francia, los
    hombres nobles desarrollaron una gama de conceptos de amor nuevo
    el cual surgió de la relación única de
    hombre y mujer y que era previamente conocido en la
    civilización del oeste. Amor de cortejo o "amor verdadero"
    era clandestino, una amargada relación que finalizaba con
    frustraciones. Esa clase de relaciones eran supuestamente
    espirituales "y levantaban el espíritu" del hombre, tanto
    del caballero como del guerrero. Nuevamente no existía el
    amor dentro del matrimonio, pero el dolor y la frustración
    del amor de cortejo eran considerados emocionantes, deliciosos y
    excitantes.

    El amor y el sexo eran considerados falsos. El "amor
    verdadero" era besarse, tocarse, acariciarse y tal vez hacer
    contacto. Los trovadores creían que la insatisfecha
    pasión en uno era prueba de carácter. En otras
    palabras el que dominaba sus deseos sexuales era fuerte. Ellos no
    podían darse libertades sin la compulsión. Por
    primera vez, el amor fue combinado noblemente con el
    carácter (excepto en un grado con los griegos y sus
    relaciones homosexuales). Los poetas trovadores les rogaban a sus
    damas que les concedieran favores sexuales a ellos bajo cualquier
    condición

    El amor de cortejo introdujo elementos emocionales
    dentro de las relaciones amorosas entre un hombre y una mujer.
    Esto fue un concepto revolucionario en el cual el amor era basado
    en admiración y respeto mutuos. El cortejo elevó a
    la mujer desde sirviente y ama de casa a una dama con las mismas
    aspiraciones de progreso. Se burló de la religión.
    El hombre de la iglesia combatió este nuevo y alegre
    concepto del amor. La lucha era entre las oscuridades de la
    religión y la
    ilustración del Renacimiento.
    También el poder papal luchó en contra de la
    resurgencia en pro de la vida del hombre. La iglesia se mueve en
    una nueva casta de "malhechores que eran desconocidos antes de
    aparecer". Ellos eran los inquisidores quienes estaban
    respaldados por papas –asesinos declarados y
    matones–. En 1450 el dogma católico oficial
    estableció que las brujas existían y volaban en la
    noche. Todas las mujeres físicamente deseables (incluidas
    las prostitutas) eran proyectadas por la iglesia como malas
    exorcistas. La iglesia estaba perdiendo poder y esto era
    suficiente para pelear contra el racionalismo,
    y la felicidad traídas por el
    Renacimiento.

    Los inquisidores Jacob Spenger y Henry Kramer, padres
    dominicanos y profesores de teología sacra (o de la
    iglesia) de la universidad de
    Cologne, armados con su libro,
    Malleus Malleficarum ("El Martillo de las Brujas") y las
    acciones del papa Inocente VII que en el año 1484 (que
    aconsejaba colgar a las "malas" mujeres por los pulgares,
    torciendo mecates alrededor de sus cabezas, empujando agujas
    debajo de sus uñas, y echando aceite hirviente en sus pies
    con la esperanza de que confesaran devotamente sus
    "brujerías"), quemaron cerca de 30.000 "brujas"
    acusándolas de haber tenido sexo con el diablo, el cual la
    iglesia insistía en decir que tenía un "pene
    tremendo cubierto por escamas".

    Autorizado sólo en el contexto del matrimonio, y
    en este caso tan sólo en función de la
    procreación, el sexo estuvo sometido a una ola de control
    y represión que luchó por modelar las costumbres de
    la población urbana y rural, de acuerdo con las
    líneas estrictamente definidas por la Iglesia y el
    Estado.

    Renacimiento

    Mientras en la edad media
    había sido testigo de la formulación de una
    ética
    sexual basada en el rechazo del placer y la obligación de
    procrear, sólo en el siglo XVI se lanzó una
    campaña coherente contra todas las formas de desnudo y
    sexualidad extraconyugal. Entre los años 1500 y 1700,
    nuevas actitudes respecto al cuerpo y nuevas reglas de
    comportamiento dieron lugar a una promoción de castidad y timidez en todas
    las áreas de la vida diaria. Se cerraron los burdeles, se
    obligó a los bañistas a conservar las camisas
    puestas y el camisón reemplazó al desnudo como
    equipo aprobado para dormir. La mitad inferior del cuerpo se
    convirtió en un mundo aparte, en un territorio prohibido
    que las précieuses del siglo XVII rehusaban
    nombrar.

    Hasta las posiciones que adoptara la pareja estaban
    sujetas a controles estrictos. La posición denominada
    more canino (que no debe confundirse con la
    sodomía) se declaraba contraria a la naturaleza humana
    porque imitaba el acoplamiento de los animales. Igualmente
    "antinatural" era la posición mulier super vrius,
    en la medida en que colocaba a la mujer en una posición
    activa y superior al hombre, contraria a su rol social y
    subordinado. Todas las acrobacias eróticas fuera de la
    fórmula aprobada –la mujer boca arriba y el hombre
    encima de ella- se consideraban sospechosas en tanto
    privilegiaban el placer a expensas de la procreación. La
    única posición que favorecía la
    "plantación de la semilla" masculina era la que se
    asociaba simbólicamente al acto por el cual el labrador
    araba la tierra.

    Naturalmente, las primeras víctimas de la nueva
    ola de la moralidad
    social fueron las mujeres. Denunciadas durante mucho tiempo como
    las hijas de Eva por teólogos misóginos y por el
    clero sexualmente frustrado, las mujeres fueron representadas
    como insidiosas incitadoras, cuyo objetivo principal en la vida
    era el de seducir a los hombres ingenuos y entregarlos a
    Satán. La ciencia
    médica, al declarar que, para las mujeres, la
    satisfacción erótica era una necesidad
    biológica, reforzó esa idea acerca de la voracidad
    de la sexualidad femenina. No sólo se trataba de que sus
    vientres "hambrientos" reclamaran constantemente ser llenados,
    sino que a quienes ignoraban el imperativo "natural" de la
    reproducción les esperaban terribles
    desórdenes. La histeria, una "enfermedad cuyo origen se
    halla en el útero", se consideraba responsable de los
    delirios de posesión diabólica y otras formas de
    enfermedad mental. Otro factor que igualaba mujeres, sexo y
    pecado, fue la aparición y la rápida
    expansión de la sífilis a
    finales del siglo XV.

    En la Edad Media fueron comunes los burdeles de
    propiedad municipal o autorizados. No sólo se alentaba y
    se protegía la prostitución con el fin de
    satisfacer las necesidades de una cantidad cada vez mayor de
    adolescentes
    sexualmente maduros, aprendices libres y hombres que se casaban a
    edad cada vez más avanzada, sino que también se
    estimulaba para combatir la homosexualidad, considerada como una de las
    mayores enfermedades
    sociales de la época y responsable de diversas
    manifestaciones de cólera
    divina, tales como la peste, la hambruna y la guerra. Sin
    embargo, en el siglo XVI, los mismos municipios que habían
    estimulado la prostitución se volvieron en contra de esas
    mismas casas que, una décadas antes, habían
    cumplido una función social importante. Acusadas de
    expandir el libertinaje y la enfermedad, fomentar alborotos y
    otras formas de disturbios civiles, conducir por el mal camino a
    los jóvenes, facilitar el adulterio y arruinar fortunas
    familiares, las prostitutas se convirtieron en uno de los grupos
    "criminales" de la población –junto con los
    vagabundos y las brujas- que las autoridades seculares y
    religiosas habían destinado a ser eliminadas.

    El matrimonio se basaba en dos aspectos: el
    físico y el económico. El amor no era ni la base
    del matrimonio ni parte del mismo. El matrimonio era un
    expediente de transacción financiera. Usualmente
    tenía lugar a los 14 o 16 años, y algunas veces a
    los 2 o 3 años e incluía la dote, más
    solvencia económica y ganancias de propiedad.

    Pese a los muchos y repetidos intentos de eliminar el
    sexo prematrimonial y la cohabitación, las áreas
    rurales resistieron durante mucho tiempo el modelo aprobado de
    matrimonio, que estipulaba que todas las parejas debían
    ser acordadas por los padres. En las ciudades en donde la riqueza
    tenía mayor peso en la balanza, la influencia de los
    padres en la elección de pareja matrimonial se hizo
    absoluta. La Europa de los siglos XVI y XVII fue testigo de una
    andanada de regulaciones contra el matrimonio sin consentimiento
    paterno, lo cual privó poco a poco a los jóvenes
    del derecho a elegir pareja, aun cuando se hubiesen prometido, se
    hubiesen entregado las alianzas y hubiesen tenido relaciones
    sexuales. Particularmente eficiente en las áreas
    urbanas, donde las estrategias
    matrimoniales desempeñaron un papel clave en las
    ambiciones sociales, económicas y políticas de los
    niveles medios y altos de la sociedad, el modelo paternalista de
    matrimonio permaneció incólume hasta el siglo
    XVIII, cuando la "anglomanía" convalidó un movimiento
    hacia una visión nueva, sentimental, de los afectos
    conyugales dentro de las clases altas.

    El estado civil de las mujeres estaba cambiando. Los
    escritores trataban de jugar en los dos lados del cambio por
    ejemplo, un libro de Pyvve titulado, El Alabe y Desalabe de las
    Mujeres–. Más tarde aparecen acercamientos
    contrastantes en la literatura clásica
    –por ejemplo, en Romeo y Julieta
    versus La Fierecilla Domada de Shakespeare–. Fueron desarrollados para
    juntar la mente y el cuerpo en el amor y el
    matrimonio.

    La clase media estaba atraída por los conceptos
    nobiliarios del amor romántico. Los brillantes conceptos
    del Renacimiento hicieron que el sexo no apareciera pecador y
    disgustante como la iglesia lo proyectaba. La clase media empieza
    a asociar el amor con el sexo.

    Revolución
    Industrial

    En el siglo XIX, cuatro prácticas –el aborto, la
    prostitución, el travestismo y las amistades
    románticas– adquirieron notoriedad como
    transgresiones sexuales que implicaban la actividad y la
    elección libre de la mujer.

    Walkowitz narra lo siguiente: Con sus "vestidos
    chillones" y sus miradas agresivas, contaban por decenas de
    millares las prostitutas en las principales ciudades (aunque en
    realidad, estas cifras oficiales eran notoriamente muy poco
    fiables). La jerarquía social de las prostitutas reflejaba
    la estructura de clase y la distribución social de los centros urbanos.
    La vida clandestina en Nueva York iba desde las elegantes
    mansiones de la Quinta Avenida, donde los hombres ricos
    mantenían a sus "queridas", hasta tabaquerías de
    Canal Street, que surtían a trabajadores y marineros. En
    Londres, la geografía social del
    vicio se extendía de las cortesanas de St. John’s
    Woords a las prostitutas callejeras elegantemente ataviadas que
    deambulaban por los distritos comerciales de moda de Regent
    Street, mezcladas con damas respetables, y a las
    pobrísimas mujeres –las kneetremblers y las
    round de corner Sallies– que cometían "actos
    indecentes" (y a veces de pie) en los mal iluminados callejones y
    patios de los barrios bajos para ganar el dinero
    necesario para el alojamiento nocturno. En Estados Unidos,
    la segregación racial también contribuyó a
    estructurar el mercado de la prostitución: en Nueva
    Orleáns, burdeles blancos y burdeles negros, segregados,
    se hallaban unos junto a otros; en los cribs de varias
    plantas de San
    Francisco, las mujeres europeas y las norteamericanas ocupaban
    los pisos más altos, mientras que las mexicanas, las
    japonesas y las chinas eran relegadas a los niveles más
    bajos. En estos centros urbanos, la geografía de la
    prostitución cambió considerablemente en respuesta
    a los cambios del entorno físico y social. En
    Berlín, París y Londres, las prostitutas pobres
    ejercían en general su comercio en el centro tradicional
    de prostitución, particularmente en las viejas y estrechas
    calles de los distritos populares, pero la aparición de
    los nuevos centros de entretenimiento o los edificios de una
    terminal ferroviaria también podían ejercer un
    enorme magnetismo sobre
    las mujeres públicas.

    A lo largo del siglo XIX, los lugares donde se
    comercializaba el sexo se extenderían a salones de masaje,
    baños, salas de baile, tableaux vivants,
    café chantants y music halls. Para
    familiarizarse con los emporios del vicio de una ciudad, el
    visitante masculino solía verse obligado a comprar un
    libro de bolsillo o una "guía del caballero" que detallaba
    precios, ubicación y servicios de distintos
    establecimientos.

    Estuvieran fijas en un sitio o bien deambularan,
    formaban parte de una elaborada organización o fueran meramente ocasionales
    e improvisadas, en cualquier caso las prostitutas eran las "hijas
    no cualificadas de las clases no cualificadas"

    Las investigaciones sociales sobre la
    prostitución en diferentes localidades coinciden en
    identificar a las mujeres de la ciudad como inmigrantes recientes
    que provenían de la zona rural vecina o bien como hijas de
    artesanos urbanos en declive. En las últimas
    décadas del siglo XIX se desarrolló un modelo de
    reclutamiento
    ligeramente modificado: vendedoras, camareras y cantineras
    ingresaron en las filas de las prostitutas, reflejando así
    el nuevo pero igualmente bajo nivel de ocupaciones femeninas no
    cualificadas en el sector terciario de la economía. Este
    hecho también reflejaba el desplazamiento de la
    prostitución de la calle a nuevos espacios de comercialización del sexo. Mientras
    ejercían la prostitución, las mujeres participaban
    de una vida colectiva de características propias. A
    menudo, cuando una mujer entraba en un prostíbulo adoptaba
    un nuevo nombre y aprendía nuevos rituales, así
    como un argot relativo al comercio sexual. A pesar de la
    explotación económica de las pupilas del burdel, a
    pesar de las limitaciones a su libertad y de las tensiones que
    surgían entre ellas y entre las prostitutas y la "madama",
    el prostíbulo solía funcionar como una familia
    sustituta y como un sistema de apoyo para las mujeres.

    El código
    de vestimenta de las rameras servía como medio de publicidad de
    sí mismas y de atracción por los clientes. Algunas
    prostitutas irían más lejos, hasta llegar a exhibir
    sus mercancías: dejaban a la vista tobillos, piernas y
    senos, o bien se chupaban ostentosamente el pulgar para indicar
    el tipo de servicio sexual que ofrecían.

    Sin embargo, en distintos aspectos, las prostitutas se
    diferenciaban de la gente de los barrios obreros donde
    solían residir. En primer lugar, solían tener un
    nivel de vida superior. A pesar de la inestabilidad del ingreso y
    de los peligros e incertidumbres ocupacionales inherentes al
    trabajo sexual, en general las prostitutas vestían mejor
    que las otras mujeres de barrio y gastaban dinero a la par que
    sus vecinos varones. Las prostitutas que vivían en cuartos
    de alquiler o en burdeles estaban notoriamente distanciadas del
    sistema familiar que constituía el principio de
    organización social y económica de las comunidades
    obreras.

    La tolerancia que la
    comunidad tenía para con las prostitutas dependía
    del carácter específico del barrio obrero: su
    etnia y su
    raza, su nivel de respetabilidad y de prosperidad. También
    dependía de la mayor o menor presión
    exterior que se ejerciera sobre los pobres para que se adhirieran
    a un patrón más severo de respetabilidad sexual.
    Esta intervención exterior habría de afectar
    directamente la estructura del mercado de la prostitución,
    y también el carácter de la relación social
    de las mujeres con la comunidad de trabajadores
    pobres.

    La preocupación oficial por la
    prostitución como forma peligrosa de actividad sexual,
    cuyos límites el Estado debía controlar y definir,
    condujo a la aprobación de un conjunto de regulaciones en
    casi todos los países de Europa hacia los años
    sesenta del siglo XIX. Lejanamente inspirados en el modelo
    napoleónico, los sistemas de regulación
    exigían a las prostitutas registrarse ente una
    "policía moral" y someterse a inspección
    médica para controlar las ITS. Ciertos sistemas de
    regulación les exigían también que
    residieran en burdeles registrados.

    Los defensores de la regulación afirmaban que la
    inspección sanitaria de las prostitutas controlaría
    la difusión de enfermedades venéreas. Basaban su
    aserto en el supuesto de que la sífilis, que en ciertas
    poblaciones era endémica, se había difundido a
    través de la promiscuidad sexual con prostitutas enfermas,
    y también que había métodos de diagnóstico y de terapias adecuados para
    llevar a cabo la inspección y abordar el tratamiento de
    las prostitutas enfermas. El prejuicio de
    clase y el prejuicio sexual impregnaban todo el procedimiento de
    inspección sanitaria de las prostitutas. Los
    médicos se sorprendieron de la hostilidad ante el examen
    especular que encontraron en las mujeres registradas, quienes se
    referían al espéculo del médico como al
    "pene del gobierno". Es evidente que las prostitutas
    entendían la revisión del espéculo como un
    acto vouyerista y humillante, un acto que infligía dolor
    mental y físico a la víctima femenina.

    Un sistema de police moeurs, afirmaban los
    regulacionistas, también contribuía a la decencia
    pública al controlar el espectáculo público
    del vicio. Esto se convirtió en un objetivo policial
    particularmente importante en la segunda mitad del siglo XIX,
    cuando se presionó cada vez más a la policía
    para que limpiara de putas calles y teatros, a fin de dar espacio
    a las mujeres respetables.

    Las feministas de mediados de la era victoriana
    denunciaron la regulación como una invasión
    corporal y una violación de los derechos constitucionales
    de las mujeres de clase obrera. Interpretaban la
    prostitución como esclavitud sexual y a la vez como
    resultado de las artificiales limitaciones a la actividad social
    y económica de las mujeres, puesto que los salarios
    inadecuados y las restricciones al empleo industrial femenino
    obligaban a algunas mujeres a salir de la calle, donde se sumaban
    a la "industria
    mejor pagada": la prostitución.

    Lo que condenaba a las mujeres a una vida de pecado
    –sostenían las feministas– no era, pues, la
    prostitución per se, sino el sistema de
    regulación, puesto que las estigmatizaba y les
    impedía encontrar un empleo alternativo
    respetable.

    Como resultado de la represión policial, se
    arrancó a las prostitutas de sus respectivas vecindades y
    se las obligó a encontrar cuartos de alquiler en otras
    zonas de la ciudad. Separadas de toda otra relación que
    les sirviera de apoyo, tuvieron que descansar cada vez más
    en los proxenetas, tanto en busca de seguridad
    efectiva como a modo de protección de las autoridades
    legales. En éstos y en otros aspectos, una sostenida
    política de represión abrió una brecha entre
    las prostitutas y la comunidad obrera pobre, cuya consecuencia
    fue la dispersión de la prostitución, el
    agravamiento de su carácter clandestino y el ahondamiento
    de su vinculación con la delincuencia
    del hampa. Para las mujeres de la clase obrera, la prostituta era
    también el espectáculo central en un conjunto de
    encuentros y fantasías urbanos. En público, una
    mujer pobre corría el riesgo de que la tomaran por ramera;
    tenía que demostrar una y otra vez con su vestimenta, con
    sus gestos, con sus movimientos, que no era una mujer "baja". Lo
    mismo que con sus contrapartidas de clase media, las obreras
    demostraban su respetabilidad a través de la manera de
    presentarse y de su identidad
    privada en tanto esposas y madres. En calidad de
    "esposa afanosa", "madre angustiada" y "viuda pobre",
    había en Gran Bretaña y en Estados Unidos mujeres
    de clase obrera que solicitaban a funcionarios de la ciudad que
    clausurara las casas "malas", donde esposos e hijos
    contraían una enfermedad venérea y gastaban
    penosamente el dinero que necesitaba la familia, o donde una
    hija, "una alumna de la escuela
    dominical", encontraba su "ruina". Las matronas locales
    sufrían por las envidiosas comparaciones que su
    impresionable progenie realizaba a partir de la relativa riqueza
    de las prostitutas.

    I.2 El Sexoservicio en la Actualidad

    Actualmente en el mundo se encuentra una actividad
    económica diversificada en la extensa industria del sexo,
    por ejemplo: las extranjeras de los table dances y los
    "men’s club", las que por vía telefónica o
    correo
    electrónico asisten a dar "masajes" a los hoteles de lujo o a lugares particulares, las
    que se ofertan por catálogo, las virtuales de las
    sexo-cabinas y las del "cyber-sex", que sólo existen
    mediante la computadora
    y la red, las que
    atienden vestidas de meseras en bares, cantinas y
    cervecerías, las que otorgan servicios en "casas de citas"
    y, finalmente, las callejeras. Todas ellas ejercen un servicio
    sexual.

    Las primeras atienden a lo más selecto de la
    sociedad, pertenecen al sexoservicio medio-alto, ganan más
    de cinco mil pesos por noche (aprox. $500 dólares), tienen
    contratos
    claros, hablan serbio, alemán, inglés
    y una que otra habla español.
    Ellas están protegidas por migración, por el
    gobierno local y, sobre todo, por los empresarios que hacen
    negocios
    libremente; ellas no son víctimas, son empresarias del
    sexo
    . Mientras descendemos de clase social, de aspecto
    físico y de tipo étnico, las sexoservidoras
    adquieren otra connotación. Sin embargo, el denominador
    común de quienes ejercen este servicio es: el dinero.
    Entendido éste como cualquier cosa (no sólo dinero
    líquido) que los miembros de una comunidad estén
    dispuestos a aceptar como pago de bienes, servicios y
    deudas.

    En 1997, Romero y Quintanilla en su obra
    Prostitución y drogas, explican que la
    prostitución femenina es una actividad por medio de la
    cual una mujer tiene relaciones sexuales comerciales con el
    hombre que la solicita. Es una transacción comercial en la
    que la oferta está representada por la mujer, y la demanda
    lo está por el cliente que paga por la relación
    sexual. Se define a la prostituta como "la mujer que tiene
    relaciones sexuales con diversos hombres a cambio de una
    remuneración económica". Asimismo, observa la
    visión de la prostituta como desviada social de la
    siguiente forma: "Debido a su actividad, la prostituta
    generalmente es rechazada por la sociedad; su ocupación no
    es reconocida como trabajo y no goza de las prestaciones,
    derechos y obligaciones que la sociedad ha creado para las
    distintas actividades económicas; se le señala como
    persona transgresora de las normas sociales; en consecuencia se
    le margina socialmente."

    ¿Qué es lo que determina el precio del
    sexoservicio? Además de la visón
    microeconómica donde los precios responden a las
    variaciones de la oferta y la demanda, y que los costos de
    producción de los servicios son básicos para el
    establecimiento de los precios, el origen étnico,
    morfológico y social, así como el lugar o espacio
    donde se ofrece, también si existe familia qué
    sostener y si se está sometido a una cuota o
    donativo, son indicadores importantes para el
    establecimiento del precio. Depende también en mucho, el
    nivel y el tipo de sexoservicio.

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    Cuadro 1

    Nivel de
    Sexoservicio

    Cuadro 2

    Categorías de
    Sexoservicio

    Según la International Sex and Red-Light Guide ",
    las mujeres sin familia, sin inteligencia o
    sin fortuna, han utilizado el único medio de que
    disponían para ganar dinero rápidamente. Una
    habitación, una cama, una provisión de
    preservativos, una luz roja… y ya está el burdel
    montado. A 30 dólares por cliente, estas muchachas pueden
    ganar mucho más que trabajando en una fábrica por 4
    dólares diarios, como suele suceder en casi todos los
    países subdesarrollados."Esta guía, que cuesta 30
    dólares en Estados Unidos, añade que cada uno debe
    sacar el mayor beneficio posible de esta actividad comercial.
    Según sus autores, la prostitución es un negocio
    cuyo único principio es el de obtener lo más
    posible por la suma que se paga: "Si una mujer elige utilizar su
    cuerpo de este modo, en lugar de dejarse explotar como una
    esclava por empleadores de miseria, y si hay hombres dispuestos a
    pagar mejor que esos explotadores, no hay nada que objetar.
    Después de todo, no se trata de nuestro cuerpo ni de
    nuestro dinero
    , así que tampoco es asunto
    nuestro
    . Pero mientras no se arregle la situación
    económica mundial y el problema de la
    superpoblación, alguien tendrá que pagar la
    cuenta."

    Pero, ¿quién? ¿Los más
    pobres, los más vulnerables? –se pregunta Amy
    Otchet. No se puede negar que la industria del sexo haya
    adquirido dimensiones internacionales y que en muchos
    países, sobre todo de Asia, sea un
    motor de la
    economía. La ironía está en que el
    sexoservicio no es del todo legal. Y su legalización,
    ¿reduciría algunas de las desigualdades y los
    abusos de que son víctimas las prostitutas?, o al
    legitimarla, ¿se anularía la labor de varios
    decenios para mejorar la condición femenina?

    Cuando María Luisa Molina del Instituto de la
    Mujer dijo: "Yo quiero saber por qué a los hombres que
    demandan el sexoservicio no se les piden tarjetas de
    salud", desató una discusión en la que pocos
    quieren participar. Esta discusión está basada en
    la percepción patriarcal del sexoservicio. Los
    hombres lo demandan, lo necesitan, por tanto las mujeres lo
    ofrecen. "Este es un simple asunto de oferta y demanda.
    Entonces resulta antidemocrático y en contra de los
    derechos humanos de las mujeres que a ellas se les discrimine y
    segregue, mientras que a ellos se les deje tan campantes y
    satisfechos". Sin la regulación actual –afirma Lydia
    Cacho– no existirían los lenones y los proxenetas.
    Las mujeres serían libres de ejercer su profesión y
    de trabajar bajo la protección de la ley. Hemos de
    recordar que las tarjetas de salud se inventaron en Francia para
    "proteger a los varones que necesitaban del sexo cuando la
    sífilis mataba a pueblos enteros, cuando se creía
    que sólo las mujeres impuras la
    contraían".

    Existen casos de regulación para la independencia
    del sexoservicio. En Holanda se elaboró un programa donde
    se autoriza a mujeres originarias de futuros Estados de la
    Unión
    Europea a ejercer de forma independiente la
    prostitución. Con ello desaparecería paulatinamente
    la figura del ‘chulo', o proxeneta. Pese a que con el resto
    de los Estados candidatos a adhesión a la Unión
    Europea se han firmado convenios al respecto, sólo
    tendrá efecto para las prostitutas chechenias y polacas
    radicadas en Holanda. Estas mujeres, establecidas en
    Ámsterdam, tendrán derecho al permiso de
    residencia, las prostitutas de origen húngaro, eslovaco y
    esloveno podrán acogerse a los mismos derechos.
    Además, Holanda estará obligada a acoger a aquellas
    mujeres procedentes de los futuros Estados miembros, siempre que
    ellas puedan demostrar que ejercen la prostitución en
    libertad y como autónomas.

    Hasta ahora los legisladores han tratado a las
    prostitutas como un mal necesario que hay que tolerar porque se
    requiere de sus servicios; moralmente se les condena o ignora
    para que las buenas conciencias duerman tranquilas: se les
    despoja de su calidad de ciudadanas para recordarles que ellas no
    son iguales a nosotras, la policía las extorsiona para
    enseñarles que existe la ley; las victimizamos para
    sentirnos que somos mejores que ellas y, lo que es peor, las
    hemos responsabilizado como si fueran ellas la causa y no quienes
    padecen las consecuencias de este intercambio que resulta ser
    mucho más complejo.

    Está claro que entre los factores que contribuyen
    a fortalecer el sexoservicio están: la crisis
    económica del país; que hay más mujeres
    jefas de hogares; que en promedio cada trabajadora sexual tiene
    tres hijos que mantener; que no hay las mismas oportunidades
    laborales para mujeres que para varones; que las mujeres tienen
    empleos menos remunerados y sin protección laboral; que a
    las niñas las "sacan" de la escuela antes que a los
    varones, etcétera. Para esta investigación se
    muestra el sexoservicio no tanto como "un problema que genera
    problemas", sino que es generado por problemas. Tomando esto en
    cuenta, será el rumbo que tome la política
    pública que sea diseñada, aplicada y evaluada
    respecto al sexoservicio.

    I.3 ¿Abolición o
    Reglamentación?

    Recordemos a los contractualistas cuando
    sostenían que una prostituta pacta una cierta forma de su
    fuerza de trabajo por un periodo dado a cambio de dinero.
    También recordemos a las feministas y la diferencia que
    hacía Simone de Beauvoir donde la mujer casada está
    "protegida por un varón contra todos", y la prostituta
    está "defendida por todos contra la tiranía de cada
    uno". O los higienistas del siglo XIX cuando decían que:
    "la prostitución es una enfermedad de carácter
    social". O los pseudo médicos-sociales, que actualmente
    difunden ideas como: las causas que llevan las "mujeres
    mercenarias de su cuerpo" a vender su cuerpo son por enfermedades
    mentales; y apoyan su cienticifidad en ejemplos como: "si la
    madre es puta, es puta la hija y es puta la sábana que las
    cobija, es decir, todo el hogar está
    prostituído".

    Retomando a Otchet, La cuestión no se plantea ya
    en términos de moralidad, el dilema es si el sexoservicio
    es una forma de explotación que debe ser abolida o
    una profesión que hay que reglamentar.

    Frente a esta polémica las agrupaciones de
    mujeres en muchas partes del mundo aparecen divididas en dos
    bandos: las que quieren erradicar la prostitución
    —como la Coalición no gubernamental contra la Trata
    de Mujeres—, y los grupos, radicados principalmente en el
    Reino Unido, los Países Bajos y Estados Unidos, que
    consideran a las sexoservidoras "trabajadoras del sexo" y
    defienden sus derechos. La hostilidad entre unos y otros es
    considerable. Por ejemplo, la Coalición acusa a los
    partidarios de reconocer los derechos de las prostitutas de
    representar los intereses del lenón. Y éstos
    responden afirmando que las abolicionistas permanecen encerradas
    en la "torre de marfil" de un feminismo académico, ajeno a
    la realidad que viven las prostitutas.

    La línea divisoria entre los dos campos es la
    distinción entre la prostitución "libre" y la
    prostitución "forzada". En general, las abolicionistas
    sostienen que la gran mayoría de esas mujeres son
    obligadas a ejercer la prostitución, y las trabajadoras
    del sexo replican que las cosas no son forzosamente así.
    En lo que unas y otras coinciden, aunque por distintas razones,
    es en que esta distinción simplifica excesivamente el
    problema. Como ejemplifica Amy Otchet: "es evidente que una
    niña nepalí de 12 años vendida a un
    prostíbulo de la India
    infestado por SIDA no ha dado su consentimiento a esta forma de
    esclavitud. La drogadicta neoyorquina que tiene que hacer su cupo
    de clientes para que un proxeneta le administre la dosis que
    necesita tampoco es libre de tomar ninguna decisión. Pero,
    ¿qué sucede con la ucraniana que se queda sin
    empleo y decide irse a trabajar de camarera a Alemania pero
    termina en un burdel, porque le retribuye más?

    Para la Coalición, "las distinciones entre
    prostitución libre y forzada encubren las decisivas
    condiciones estructurales socioeconómicas —pobreza,
    marginación, falta de oportunidades, migración y
    abuso sexual
    previo— que suelen llevar a las mujeres y las niñas
    a prostituirse", según afirma Aurora Javate de Dios, de la
    filial de Asia y el Pacífico de la UNESCO. "La crisis
    económica, las catástrofes naturales, la
    agitación política y las situaciones conflictivas
    convierten a mujeres y niñas en presa fácil de los
    traficantes y proxenetas. Este fenómeno se observa en
    todas partes, pero sobre todo en los países del Sur."
    Javate de Dios estima que las leyes orientadas a establecer una
    distinción entre prostitución libre y forzada no
    tendrán nunca en cuenta la complicada dinámica de esas situaciones. Pueden tal
    vez hacer identificar las formas más extremas de
    coacción, pero ignoran las consecuencias de la pobreza y
    legitiman implícitamente las relaciones
    patriarcales.

    En el bando opuesto, la línea de
    separación entre prostitución libre y forzada
    tampoco representa gran cosa. Lin Chew, ex portavoz de la
    Fundación contra la Trata de Mujeres, una ONG de
    trabajadoras del sexo con sede en los Países Bajos, se
    pregunta: "¿cuándo toma alguien decisiones
    libremente, sobre todo en el mercado laboral? ¿Acaso un
    hombre que trabaja en una fábrica de productos
    químicos por un salario que nunca le permitirá
    salir de la pobreza ha elegido esa forma de vida? Y,
    ¿qué pasa con las mujeres que debido a su origen
    social nunca podrán desarrollar sus competencias?
    ¿Por qué el principio de la libre elección
    habría de aplicarse sólo a la
    prostitución?"

    Ahora bien, hay un punto en el que ambos campos
    están de acuerdo: la despenalización. "Es
    hora de revocar las leyes que han servido para castigar a las
    prostitutas en aras de la protección de la decencia y el
    orden públicos". Pero a partir de aquí vuelven a
    surgir las divergencias. Para los grupos abolicionistas como la
    Coalición, las mujeres son víctimas, pero todos los
    que se aprovechan de su explotación merecen ser
    castigados. Sin embargo, para los grupos que defienden los
    derechos de las sexoservidoras, no se puede ayudar a las
    "trabajadoras del sexo" si se condena a sus empleadores a la
    clandestinidad.

    En este tema los grupos que abogan por los derechos de
    las sexoservidoras presentan divisiones internas. Unos defienden
    la despenalización completa, es decir, sin
    reglamentación ninguna, y otros militan a favor de una
    legalización controlada. Con ella, se instaurarían
    por ejemplo controles sanitarios, zonas de prostitución
    libre alejadas de los barrios residenciales, y, en suma,
    cobertura social para las profesionales con todo lo que ello
    implica: pagar impuestos sobre
    la renta, pero también tener derecho a seguridad
    social y jubilación.

    En teoría, la finalidad de todas estas normas es
    proteger a las prostitutas, pero para algunos grupos como COYOTE
    (Call Off Your Tired Ethics), partidario de la
    legalización total y radicado en Estados Unidos, algunas
    de ellas surten el efecto contrario. Según un informe de
    COYOTE, los burdeles administrados por el gobierno "serían
    la peor pesadilla de una prostituta, sobre todo cuando hay ya
    tantos antecedentes de abusos por parte de la policía". En
    cuanto a los permisos, "no contribuyen para nada a garantizar la
    seguridad del cliente ni de la prostituta. Esto no quiere decir
    que las mujeres no deban someterse a reconocimientos
    médicos frecuentes. Deben hacerlo", afirma COYOTE,
    aludiendo a las quejas según las cuales las mujeres son
    "tratadas como ganado" por los inspectores sanitarios en locales
    mal equipados. "Al igual que un restaurante pierde su
    reputación si la comida que sirve no está en buenas
    condiciones, la libertad de mercado regulará la
    situación sanitaria de las mujeres
    trabajadoras."

    De manera más concreta, los planteamientos del
    International Committee for Prostitutes' Rights, mantienen los
    siguientes puntos para la regulación del sexoservicio:
    Leyes, derechos humanos, condiciones de trabajo, salud, impuestos
    (no taxes) y organización.

    Cuadro 3

    International Committee for
    Prostitutes' Rights

    Fuente: ICPR, "World Charter for Prostitutes'
    Rights

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    Para la Coalición contra la Trata de Mujeres, el
    debate sobre
    el papel del Estado no es más que un medio de eludir los
    verdaderos problemas. La denominación de "trabajadoras del
    sexo" no dignifica a la mujer en cuestión, sino a los
    chulos, proxenetas y traficantes. Según Janice Raymond,
    afiliada también a la Coalición, "lo que las
    mujeres prostituidas tienen que soportar en su
    ‘trabajo’ equivale a lo que en otros contextos
    correspondería a la definición aceptada de acoso y
    abuso sexual. ¿El hecho de que se pague una cantidad de
    dinero transforma ese abuso en un ‘empleo’ al que se
    da el nombre de ‘trabajo sexual
    comercial’?"

    Marta Aguirre, en su artículo La
    prostitución es un trabajo
    , indica que "la
    expresión trabajo sexual es, sin duda, vaga y ambigua pues
    impide precisar el alcance de las actividades por ella
    comprendida y que se pretende tutelar a través de una
    organización sindical (…) no puede considerarse a la
    misma como un hecho social trabajo pues es notorio que faltan los
    elementos de dignidad y
    justicia
    social del trabajo que les son intrínsecos a la
    noción del trabajo contemporáneo". Estas son las
    razones por las que se opta por el término sexoservicio,
    no es un trabajo propiamente dicho, es una actividad
    económica con muchas variantes y particularidades.
    Además así lo catalogan algunas leyes
    mexicanas.

    I.4 El Sexoservicio en México

    Existe una gran variedad de modalidades del sexo
    comercial en México, ya que hay mujeres que se dedican a
    la prostitución por la noche, sin ser vistas; otras lo
    hacen de día, expuestas a la vista de cualquiera; algunas
    trabajan todos los días, otras 3 a 4 veces a la semana y
    otras solo una vez por mes. Al igual que en otros países,
    existen diferentes niveles, lo cual en parte está
    determinado por el lugar y la zona económica de la ciudad
    donde trabajan.

    En términos generales, las sexoservidoras de la
    calle tienen un nivel socioeconómico más bajo,
    ascendiendo socioeconómicamente, siguen las de bar o club
    nocturno. En casas de masaje y estéticas, habitualmente
    trabajan 15 a 20 mujeres como masajistas o estilistas, ofreciendo
    todo tipo de servicios a clientes seleccionados. En el más
    alto nivel están las llamadas call girls o
    acompañantes, que trabajan en casas de citas y dan
    "servicios especiales". En la ciudad de México existen
    departamentos lujosos en áreas residenciales, donde las
    mujeres atienden a los clientes, mientras las
    "acompañantes" sirven bebidas y aperitivos costosos.
    Mientras que las mujeres que trabajan en la calle están
    expuestas y generalmente registradas o son conocidas por las
    autoridades, así como las que trabajan en los bares y
    clubes nocturnos; la localización de las estéticas,
    "casas especiales", y call girls son secretas y menos
    accesibles para los investigadores. En esta parte del
    capítulo se abordarán los aspectos socioculturales,
    jurídicos, legales y sanitarios del sexoservicio en
    México.

    I.5 Antecedentes jurídicos y legales del
    sexoservicio en México.

    El ordenamiento jurídico-legal de la
    prostitución ha sido una preocupación a
    través de la historia, pero, independientemente del
    sistema que se establezca en cada país (reglamentarista,
    abolicionista o prohibicionista), la clandestinidad asociada a la
    prostitución es imprevisible y responde a diversos
    factores socioculturales y a la doble moral sexual existente en
    la mayoría de las sociedades.

    En las últimas dos décadas han predominado
    dos sistemas jurídicos en el sexoservicio en México
    y en la mayor parte del mundo: el sistema reglamentarista y el
    abolicionista. El apogeo del sistema reglamentarista se dio con
    el avance científico de la medicina. Inmediatamente
    después del Primer Congreso Médico Internacional
    (París, 1867), se comenzó a reglamentar la
    prostitución y en México se tienen antecedentes de
    1865 cuando se promulgó un decreto reglamentando el
    comercio sexual y posteriormente en los códigos sanitarios
    de 1891, 1894, 1926 y 1934. Este control no sólo era
    argumento para reforzar actitudes moralistas contra las
    prostitutas; también preconizaba su carácter
    científico con medidas de higiene para defender la mayor
    parte de la sociedad. La postura reglamentarista predominó
    hasta la Segunda Guerra
    Mundial y posteriormente fue cayendo en desuso, predominando
    la tendencia abolicionista.

    Es interesante el hecho de que, precisamente, alrededor
    del período reglamentarista (1862-1955) se encuentran los
    primeros registros de
    estudios que han abordado el tema de la prostitución. El
    principal interés de estos estudios, por ser los autores
    de éstos a la vez protagonistas, era el médico;
    donde se supuso que para encontrar la enfermedad, se debía
    buscar las causas internas de la prostitución a partir de
    la herencia biológica de las prostitutas. Su finalidad,
    con respecto a la prostitución, era la de tratar de
    restaurar la salud de la sociedad combatiendo la enfermedad
    venérea. Por otro lado, se encuentran también
    inmiscuidos los estudios sociológicos que se centraban en
    encontrar las causas externas al individuo que provocaban la
    prostitución, para lo cual debían ver hacia el
    interior de la misma ciudad, es decir hacia las casas y sus
    moradores.

    Los autores concluyeron que no existían
    hábitos de limpieza y costumbre higiénicas en los
    habitantes de la Ciudad de México –donde se llevaron
    a cabo tales estudios–, por lo que se buscó darle
    una solución que combatiera contra las enfermedades
    venéreas y la prostitución en sí y que fuera
    generando, a la vez, la salud
    pública.

    El sistema reglamentarista establece una
    "reglamentación" para las áreas donde se permite el
    ejercicio de la prostitución, como en "zonas de
    tolerancia", "zonas rojas", "casas de citas", etc., basada en la
    protección de la salud de la mayor parte de la sociedad, a
    través de medidas higiénicas para la
    prevención y control de ITS. La reglamentación
    establece el registro obligatorio de las mujeres que trabajan en
    la zona o casa, la obligación de dar aviso de todo nuevo
    ingreso, el cumplimiento de exámenes médicos
    periódicos para todas las personas dedicadas a la
    prostitución y la obligación de no ejercerla en
    locales distintos del autorizado.

    Bajo el sistema reglamentarista las "zonas de
    tolerancia" o "casas de citas" se convertían en
    "cárceles" para las mujeres dedicadas a la
    prostitución y sus hijos, bajo una explotación que
    establecía obligaciones y sanciones, sin ningún
    derecho y con frecuentes violaciones a los derechos humanos de
    las mismas; por lo cual varios países encabezados por
    Francia promovieron la abolición del sistema
    reglamentarista.

    Se consideraba que la postura reglamentarista que se
    estaba dando por parte del Estado, caía en proteccionista
    y tolerante tanto hacia las prostitutas como a sus explotadores,
    con lo cual se estaba en desacuerdo; se abogaba por la
    supresión de los reglamentos. Los abolicionistas, sin
    embargo, propusieron que se afiliarían al reglamentarismo
    de manera decidida y entusiasta "si por reglamentarismo se
    entiende un conjunto de medidas, encaminadas a librar a la
    sociedad de esa forma funesta de parasitismo, y para
    evitar los males que proporciona".

    En 1938 México se adhirió al Convenio
    Internacional para la Represión de la Trata de Mujeres
    Mayores de Edad y la Explotación de la
    Prostitución, convenio que estableció las bases del
    sistema abolicionista. A partir del 9 de abril de 1940
    quedó abolida la reglamentación en el Distrito
    Federal y fue derogado el reglamento para su ejercicio que se
    encontraba vigente desde el 24 de febrero de 1926.

    En las décadas que van de 1930 hasta 1950,
    período alrededor del cual legislativamente es abolida la
    reglamentación de la prostitución, continuó
    el interés por los estudios acerca de la
    prostitución en sí vista ahora como un problema no
    sólo social, sino también jurídico. Al
    pretenderse un cambio en el sistema regulatorio prostitucional,
    se dejan de centrar en los estudios que tratan sobre
    inspección sanitaria. Y sobre las leyes y reglamentos, se
    enfatiza sobre el problema que resulta ser el lenocinio y el
    proxenetismo, así como la necesidad de elaborar leyes y
    estrategias que ayuden a combatir éstos.

    El régimen abolicionista nace de la necesidad de
    reprimir la explotación por terceros de las personas
    dedicadas a la prostitución; no persigue la
    prohibición de la prostitución, sino que pugna por
    la libertad para ejercerla bajo ciertos lineamientos y por la
    igualdad de sexos. Su principal postulado gira en torno a la
    protección de menores y mujeres adultas.

    Los estudios que abarcan de 1960 a la década del
    2000, son retomados ahora por el espacio académico,
    persistiendo como temas centrales la prostitución en
    y centrándose además en los
    motivos para ésta. Continúan
    haciéndose estudios sociológicos que nos hablen del
    tema, además de aquellos sobre enfermedades
    venéreas
    , pero surgen nuevos intereses como su
    relación con el SIDA y las drogas, acerca de la
    violencia y el homicidio
    femenil
    . En lo que a leyes se refiere sobre las Reformas
    sociales a raíz de la Revolución
    Mexicana, la reglamentación y el establecimiento del
    abolicionismo. Se continúa con el interés sobre el
    lenocinio y proxenetismo y las estrategias contra
    éstos, como lo son la protección al menor y
    el trabajo social. Se adhiere el interés por el
    estudio sobre prostitución masculina, de
    menores y la callejera, sobre quienes participan en
    la prostitución: el juez, la prostituta, la moralidad
    sexual y los cautiverios de mujeres. Surgen además los
    estudios que se enfocan en los lugares prostitucionales, como el
    antro, el café y
    las casas de tolerancia.

    Los intereses para este periodo ya no son exclusivamente
    médicos, sociológico ni juristas, sino
    también lo antropólogos e históricos. En
    estos estudios, los autores consideran a la prostitución
    como un problema social y lo que se pretende es mostrar las
    diferentes representaciones que sobre la prostitución y
    sus actores se han dado, así como los espacios en que se
    desenvuelve: recogimientos de mujeres, cárceles,
    hospitales, casas de tolerancia, burdeles, el antro, la bohemia y
    el café.

    En nuestros días —de acuerdo con informes de la
    Dirección General de Asuntos
    Jurídicos e Internacionales de la Secretaría de
    Salud— 13 estados del país reglamentan la
    prostitución: Aguascalientes, Baja California Sur,
    Coahuila, Colima, Chiapas,
    Durango, Guerrero, Hidalgo, Michoacán, Nuevo León,
    Querétaro, Sinaloa y Zacatecas; y de acuerdo con
    conclusiones del Dr. Ricardo Franco Guzmán, presentadas en
    su discurso
    titulado "El Régimen Jurídico de la
    Prostitución en México" –para su ingreso a la
    Academia Mexicana de Jurisprudencia
    y Legislación–, sólo mantienen el
    abolicionismo el Distrito Federal y los estados de México,
    Puebla y Guanajuato.

    Hoy, existen organizaciones civiles de sexoservidoras en
    México, que promueven el establecimiento de un marco
    jurídico que proteja a quienes se dedican a esa actividad.
    Junto con otras asociaciones civiles, definen que el
    trabajador(a) sexual no asalariado(a) es la persona
    física que presta sus servicios sexuales en forma
    "accidental" u ocasional mediante una remuneración sin que
    exista entre el trabajador y el cliente, la relación
    obrero patronal que regula la Ley Federal del
    Trabajo
    .

    Otro aspecto interesante de esta propuesta de marco
    jurídico es el siguiente: "No podrán establecerse
    perímetros de trabajo sexual en unidades territoriales con
    uso de suelo habitacional y manzanas con más de 100 casas
    habitación o 259 residentes habituales, o en áreas
    donde hay escuelas, iglesias, centros de salud o jardines".
    Además promoverán que las personas adultas y
    menores de edad, inducidas de manera forzada al sexo comercial,
    no sean castigados por ello, sino más bien retiradas de
    dicha actividad con la disponibilidad de servicios
    médicos, sociales e informativos para denunciar su
    situación y modificarla.

    El sexoservicio como tal no constituye un delito, en
    México son ilegales el lenocinio y la corrupción
    de menores, el nuevo Código Penal para el Distrito Federal
    (Publicado en la Gaceta Oficial del Distrito Federal el 16 de
    julio de 2002) en su artículo189 establece: "Se
    sancionará con prisión de dos a diez años y
    de quinientos a cinco mil días multa, al que:

    I. Habitual u ocasionalmente explote el cuerpo de una
    persona u obtenga de ella un beneficio por medio del comercio
    sexual;

    II. Induzca a una persona para que comercie sexualmente
    su cuerpo con otra o le facilite los medios para que se
    prostituya; o

    III. Regentee, administre o sostenga prostíbulos,
    casas de cita o lugares de concurrencia dedicados a explotar la
    prostitución, u obtenga cualquier beneficio con sus
    productos."

    En su artículo 183 expone: "Al que por cualquier
    medio, procure, induzca o facilite el que una persona menor de
    edad o quien no tenga la capacidad para comprender el significado
    del hecho, realice actos de exhibicionismo corporal, lascivos o
    sexuales, prostitución, ebriedad, consumo de drogas o
    enervantes, prácticas sexuales o a cometer hechos
    delictuosos, se le impondrán de seis a diez años de
    prisión y de trescientos a mil días
    multa."

    A la prostitución, se le considera una
    "infracción cívica" establecida por el
    artículo 7 de la Ley de Justicia Cívica para el
    Distrito Federal (publicado en la Gaceta Oficial del Distrito
    Federal el 1 de junio de 1999), en forma específica, en el
    artículo 8, en su fracción XI y se sanciona con
    multa por el equivalente de 11 a 20 días de salario
    mínimo o con arresto de 13 a 24 horas, estipulado en
    artículo 9 en su fracción III.

    En el mundo ha existido una gran discusión sobre
    la postura jurídica más recomendable para la
    protección de la salud pública. Algunas autoridades
    han planteado que bajo el sistema abolicionista se pierde el
    control de la prostitución y se favorece la
    diseminación de las ITS, basando su planteamiento en el
    resurgimiento mundial que han tenido este tipo de enfermedades en
    las últimas décadas en países que siguen
    este sistema, como Francia o Estados Unidos. Por otro lado, los
    defensores del sistema abolicionista plantean que esta postura es
    la única acorde con la dignidad que debe mantener
    cualquier país en su interior y ante el mundo, ya que el
    sistema reglamentarista favorece violaciones a los derechos
    humanos de las personas dedicadas al sexo comercial, asimismo
    estudios y estadísticas existentes acerca de la
    prevalencia e incidencia de ITS en sexoservidoras muestran que
    éstas no son menores en un país o estado que se
    rige con un sistema reglamentarista.

    Al parecer ninguno de los dos sistemas ofrece
    condiciones adecuadas para la prevención del VIH/SIDA en
    nuestro país. El sistema reglamentarista no favorece el
    control de las ITS (incluyendo el VIH) y es violatorio de los
    derechos humanos, basándose más en un sistema de
    control y poder que en razones de salud pública. El
    sistema abolicionista, como es aplicado por la mayor parte de las
    autoridades, tampoco favorece condiciones apropiadas para la
    prevención, ya que se niega la existencia de este
    fenómeno, favorece la explotación y la corrupción debido a que no existen normas o
    lineamientos claros de cómo manejar el comercio sexual, y
    el acceso a la población de sexoservidoras se dificulta ya
    que éstos se ocultan.

    La estructura en que se basan las acciones
    gubernamentales sanitarias en México se encuentra en el
    artículo 4 de la Constitución Política de los Estados
    Unidos Mexicanos: "Toda persona tiene derecho a la
    protección de la salud. La ley definirá las bases y
    modalidades para el acceso a los servicios de salud y
    establecerá la concurrencia de la Federación y las
    entidades federativas en materia de salubridad general, conforme
    a lo que dispone la fracción XVI del artículo 73 de
    esta Constitución". Si observamos la Ley de Salud para
    Distrito Federal se encuentra, en el artículo 88,
    fracción XII, la única medida de seguridad
    sanitaria al sexoservicio:

    "La orientación y vigilancia de quienes ejercen
    el sexoservicio y de quienes utilizan el mismo, a fin de evitar
    que sean víctimas y transmisores de infecciones de origen
    sexual; para lo cual se promoverá el
    conocimiento y uso obligatorio de medidas preventivas como el
    condón, asimismo la autoridad
    sanitaria otorgará asistencia médica gratuita a
    todas las y los sexoservidores carentes de recursos, que se
    encuentren afectadas por padecimientos de transmisión
    sexual, y se ordenará la suspensión de la
    práctica del sexoservicio en los términos de lo
    señalado en la fracción séptima de este
    artículo."

    La solución para un mejor manejo del sexoservicio
    no sólo es jurídica; existen aspectos relacionados
    con factores socioculturales, como corrupción, manejo de
    la sexualidad y políticas existentes, que dificultan la
    adecuada prevención del VIH/SIDA, pero se pueden
    establecer algunas recomendaciones generales de acuerdo con el
    sistema jurídico vigente en cada localidad. En el sistema
    reglamentarista habrá que recomendar medidas razonables
    que favorezcan la prevención, por ejemplo, el uso
    obligatorio del condón en zonas de tolerancia y la
    educación
    permanente de las personas dedicadas al comercio sexual, como
    sexoservidoras, lenones, clientes, autoridades, etcétera.
    En los sistemas abolicionistas es importante reconocer la
    existencia de este fenómeno, establecer lineamientos y
    acuerdos claros entre los participantes, proponiendo
    intervenciones específicas dirigidas a sexoservidoras y
    clientes en un marco de derecho y respeto. Ofrecer servicios de
    salud de calidad es siempre un paso fundamental para tener acceso
    e incidir en la población de sexoservidoras, y siempre es
    mejor que establecer medidas coercitivas.

    En México, algunos estados, principalmente
    aquellos que cuentan con un sistema reglamentarista, han
    establecido la detección periódica del VIH a las
    sexoservidoras, como medida preventiva en las zonas de tolerancia
    o en aquellas reguladas por el Estado. Esta medida ha sido
    útil para conocer la predominancia de la infección
    por VIH en estas poblaciones y deberá ofrecerse como parte
    de un servicio de detección oportuna de ITS. No debe
    utilizarse como una medida de prevención o de control
    sanitario, ya que no debe olvidarse "la temporalidad del
    resultado" que, en caso de ser negativo, indica únicamente
    que hasta el día de la toma de muestra no hubo
    exposición al VIH. Debe enfatizarse siempre el uso del
    condón como medida preventiva.

    Documentos consultados por EL UNIVERSAL Gráfico,
    a través del Centro de Información de la Mujer A.C.
    (CIMAC) indican que al convertirse el SIDA en una amenaza para la
    salud pública, con gran impacto tanto en lo social como en
    lo económico, se destaca como grupos vulnerables a los
    homosexuales y a las sexoservidoras. A partir de esta
    situación el Estado mexicano adquiere compromisos
    internacionales para luchar contra esta pandemia y hace un
    reconocimiento tácito de que existe en el DF, por lo que
    conforma el Consejo Nacional Contra el Síndrome de
    Inmunodeficiencia Adquirida (CONASIDA). Uno de los programas
    desarrollados por CONASIDA es el de regular la
    prostitución mediante acciones de detección del VIH
    y la expedición de credenciales a quienes ejercen el
    sexoservicio (mujeres y hombres) en la vía pública.
    Sin embargo esta medida, en la práctica, ha servido para
    "controlar y extorsionar" tanto a mujeres como a travestis y ha
    sido utilizada por diferentes servidores públicos en
    menoscabo de los derechos y garantías de
    sexoservidoras.

    II DETERMINANTES SOCIALES DE LA SALUD EN EL
    SEXOSERVICIO
    (*)

    II.1 Medicina Social

    II.2 Sanología

    II.3 Pobreza

    II.4 Género y Violencia

    II.5 El Proceso de Salud-Enfermedad en el
    Sexoservicio

    Características sociodemográficas y
    económicas del sexoservicio en el D.F.

    II.6 Política Social

    III ORGANIZACIONES (*)

    III.1 El Sexoservicio del Barrio de La Merced

    III.2 El Centro de Atención Integral y Servicios
    (CAIS)

    III.3 Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa
    Martínez'', A.C.

    III.4 Humanos del Mundo contra el SIDA A.C.

    III.5 Mujeres por la Salud en Lucha contra el SIDA
    (MUSA)

    III.6 Instituto Pro Infancia y Juventud (Centro Madre
    Antonia)

    III.7 Sexoservidoras no asociadas o
    "independientes"

    III.8 INMUJER DF.

    CONCLUSIONES (*)

    Recomendaciones para una Política de Salud
    orientada al Sexoservicio (*)

    Anexo 1
    (*)

    Iniciativa De Ley De Las Trabajadoras Y Trabajadores Del
    Sexo Del Distrito Federal

    Anexo 2. ITS más frecuentes
    (*)

    BIBLIOGRAFÍA (*)

    (*)Para ver el texto completo seleccione
    la opción "Descargar" del menú superior

     

     

    Autor:

    Lic. Manuel Enrique Morales

    Lic. José Angel Rodriquez

    Mtro. José Arturo Granados

    UNIVERSIDAD AUTONOMA METROPOLITANA – XOCHIMILCO – M E X
    I C O

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