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Palabra y pluma ardiente: el periodismo de José Martí




Enviado por lemes




    "La prensa debe ser
    examen y la censura, nunca el odio ni la ira que no dejan
    espacio a la libre emisión de las ideas. Nunca se acepta
    lo que viene en forma de imposición injuriosa; se acepta
    lo que viene en forma de razonado consejo".

    José Martí

    "Sólo quien sabe de periodismo, y de lo costoso
    del desinterés, puede estimar de veras la energía,
    la tenacidad, los sacrificios, la prudencia, la fuerza de
    carácter que revela la aparición de
    un diario honrado y libre".

    Con estas palabras, José Martí
    define lo que para él debe ser la ética de
    un periodista. Con posterioridad, argumenta este pensamiento
    cuando manifiesta: "El
    periódico es una espada y su empuñadura la
    razón. Solo deben esgrimirla los buenos, y no ha de ser
    par para el exterminio de los hombres, sino para el triunfo
    necesario sobre los que se oponen a su libertad y
    progreso".

    Y redunda la idea al exponer: "Odio la pluma que no vale
    para clavar la verdad en los corazones y sirve para que los
    hombres defiendan lo contrario de lo que les manda la verdadera
    conciencia, que
    está en el honor, y nunca fuera de él".

    Para nadie constituye un secreto que el más
    grande patriota, revolucionario e intelectual cubano del siglo
    XIX, ejerce esa profesión y que puso su verbo encendido,
    como látigo con cascabel, al servicio de la
    libertad de la tierra que
    lo vio nacer y por la dignidad y el
    decoro del hombre.

    Desde la niñez, Martí
    se opone a todo tipo de opresión y esclavitud
    humanas. Ejemplos miles se recogen en su amplia labor
    periodística, labor que se extiende desde el lapso de
    tiempo
    correspondiente a su etapa estudiantil hasta la caída en
    Dos Ríos, cuando era el organizador y jefe
    ideológico de la gesta independentista de 1895.

    Con su extraordinario talento y visión de futuro,
    el Maestro dedica más de 25 años de su vida a
    defender con su pluma ardiente y bella oratoria, la
    causa libertadora de Cuba, de
    luchar por un mundo mejor para todos los hombres, y de brindar
    consejos útiles y observaciones que aun hoy conservan su
    vigencia.

    El periodismo constituye para el Héroe Nacional
    Cubano, un órgano de información, que adopta función
    educativa, de prédica y de orientación.

    En el artículo "Sobre periodismo", publicado en
    Patria en 1892, Martí define la misión del
    periodista de la siguiente manera: "que no haya una
    manifestación de la vida, cuyos diarios accidente no
    sorprendan al diarista: eso es hacer un buen diario. Decir lo que
    a todos conviene y no dejar de decir nada que a alguien pueda
    convenir. Que todos encuentren en el diario lo que pueden
    necesitar saberlo. Y decirlo con un lenguaje
    especial para cada especie: escribiendo en todos los
    géneros, menos en el fastidioso de Bibeau,
    desdeñando lo inútil y atendiendo siempre lo
    útil, elegantemente. Que un periódico
    sea literario no depende de que se vierta en él mucha
    literatura, sino
    que se escriba literariamente todo. El periódico debe
    estar siempre como los correos antiguos, con el caballo
    enjaezado, la fusta en la mano, y la espuela en el tacón.
    Al menor accidente, debe saltar sobre la silla, sacudir la fusta,
    y echar a escape el caballo para salir pronto y para que nadie
    llegue antes que él. Debe, extractando libros,
    facilitar su lectura a los
    pobres de tiempo. O de voluntad o de dinero. Hacer
    asistir a los teatros, como sentados en cómoda butaca que
    este efecto hace una alineada y juiciosa revista, a los
    pobres y a los perezosos. Deber desobedecer los apetitos del bien
    personal, y
    atender
    imparcialmente al bien público. Debe ser
    coqueta para seducir, catedrático para explicar,
    filósofo para mejorar, pilluelo para penetrar, guerrero
    para combatir. Debe ser útil, sano, elegante, oportuno,
    saliente. En cada artículo debe verse la mano enguantada
    que lo escribe, y los labios sin mancha que lo dicta. No hay
    cetro mejor que un buen periódico".

    Las primeras inquietudes de Martí como escritor,
    lo llevan hacia el periodismo. En él está el mayor
    volumen de su
    obra. El grueso de sus trabajos en esta disciplina,
    sobre los más variados temas y en casi todos los
    géneros, son recogidos por los principales órganos
    de prensa de la época.

    Los artículos, crónicas, ensayos, y el
    resto de la producción periodística martiana se
    refieren, en primer lugar a Cuba, y, luego, dedicada a Estados Unidos,
    España
    y al resto de los países latinoamericanos y europeos.
    ¿Temas preferidos? Política y crítica
    de arte y
    literatura. Pero en ellos tenemos por norma el respeto a
    la moral del
    periodista y a su labor. Lo anterior se puede constatar cuando
    Martí expresa: "De impresiones viven las letras,
    más que de expresiones. ¡Escombros, escombros¡
    todas esas frases rellenas, todos esos abalorios
    históricos, todos esos parlamentos literarios,
    ¿qué dejan en quien lee, sino la presunción
    de que el escritor es sabihondo? Narciso no se ha de ser en las
    letras, sino misionero. No se ha de escribir para hacer muestra de
    sí, y abanicar como el pavón la enorme cola; sino
    para el bien del prójimo, y poner fuera de los labios,
    como un depósito que se entrega, lo que la Naturaleza ha
    puesto del lado adentro de ellos. Los motivos, los abominables y
    ruidosos motivos, se han puesto de moda en la literatura como en
    la música".

    Ante las censura de su padre, el ex sargento de
    artillería español
    Mariano Martí, y los halagos de compañeros, entre
    los que figuraba su maestro, Rafael María de Mendive,
    Martí se inicia en esta ocupación en la adolescencia.
    En el periódico manuscrito de los estudiantes del
    Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana, El Siboney,
    compone su soneto ¡ Diez de octubre¡, en el que
    exalta el gesto independentista de Carlos Manuel de
    Céspedes.

    El 9 de enero de 1869, el español Domingo Dulce,
    Capitán General de la Isla, firma un decreto que propugna
    la libertad de imprenta. Con
    tan solo 16 años, Martí aprovecha esa ley real, nacida
    de un programa de
    reformas administrativas y políticas,
    más aparentes que verdaderas, para sacar a la luz un
    periódico en el que critica la difícil
    situación que vive el país.

    De esa forma, el 14 de enero de ese mismo año
    sale El Diablo Cojuelo, publicación que
    deviene bautizo de fuego como revolucionario y periodista para el
    impetuoso joven. Junto a su amigo Fermín Valdés
    Domínguez, Martí esgrime sus primeras armas como hombre
    de letras y, con una prosa irónica, entre burlona y
    mordaz, a veces con cierta nota festiva, ataca al gobierno
    colonialista.

    En "O Yara o Madrid", se
    revela el futuro periodista comprometido con la libertad de Cuba.
    En ese primer periódico del Apóstol aparece un
    editorial que, escrito por él, dice: "nunca supe yo lo
    que era público, ni lo que era escribir para él,
    mas a fe de diablo honrado, aseguro que ahora como antes, nunca
    tuve tampoco miedo de hacerlo"
    .

    O sea, a pesar de su corta edad, Martí ya adopta
    la actitud del
    periodista ético, valiente y osado que siempre fue.
    Más tarde, mientras vive en los Estados Unidos, demuestra
    que la pureza deviene en conducta que
    marcaría su vida tras escribir: "Una tormenta de
    injurias fue la prensa, y lo es aún ahora. Cuando se
    ensalza aquí, el mundo entero lo oye, pero cuando
    acá se lapida, las piedras son montañas: y se
    visten de tal dignidad los periódicos comprados, que da
    grima creer que pueda haber criaturas con luz en la frente y
    canas en la barba que por dinero abran a las paseantes, como
    la mujer de la
    biblia, esta arca santa de los pueblos, que debe ser la prensa.
    No hay monarca como un periodista honrado".

    Lamentablemente, no puede darle continuidad al
    empeño de proseguir sacando a la luz a El Diablo
    Cojuelo
    .

    El 23 de enero de 1869, desde la imprenta El Iris,
    situada en la calle Obispo, en La Habana Vieja, se edita La
    Patria
    Libre, que se autotitula "semanario
    democrático-cosmopolita". Posee mayor formato y cantidad
    de páginas, tiene forma de tabloide y mejor calidad de papel.
    Martí y Fermín intervienen como redactores, pues
    este órgano es confeccionado por Mendive y el abogado
    Cristóbal Madan.

    La Patria Libre disfruta de la extraordinaria
    importancia de que en su único número ocupa sus
    páginas el drama patriótico-simbólico
    Abdala.

    Martí utiliza además el periodismo para
    divulgar sus ideas políticas a través de la
    poesía:
    "El amor,
    madre, a la Patria no es el amor
    ridículo a la tierra, ni a
    la yerba que pisan nuestras plantas; es el
    odio invencible a quien la oprime, es el rencor eterno a quien la
    ataca
    (…)

    En esta obra el Apóstol vaticina, en conmovedoras
    estrofas, su propia caída, 26 años más
    tarde, cuando el guerrero nubio anuncia: ¡Oh, qué
    dulce es morir cuando se muere luchando audaz por defender la
    patria¡

    Estos primeros trabajos periodísticos contribuyen
    a su condena por infidencia. En las Canteras de San
    Lázaro, el Héroe Nacional conoce en carne propia el
    horror del colonialismo español. De los sufrimientos y
    atropellos que padecen los cubanos encarcelados en esas minas,
    Martí deja viril constancia en su acusador "El presidio
    político en Cuba", folleto publicado en Madrid, en 1871,
    durante su primera deportación.

    Si bien no de modo regular, y conocedor de que
    "criticar es el ejercicio del criterio", en ese
    país también redacta artículos en los que
    polemiza con aquellos cronistas ibéricos que manipulan la
    realidad cubana, y denuncia la cruel coyuntura política,
    económica y social por la que atraviesa su amada nación.
    Algunos de ellos se recogen en los periódicos La
    Soberanía
    Nacional, de Cádiz; La
    discusión, El
    Jurado Federal, y Diario de
    Aviso,
    de Madrid; y, aunque esporádicamente, colabora
    de forma militante en La Cuestión Cubana,
    publicación que editan en Sevilla los emigrados
    criollos.

    Tras recorrer algunas ciudades europeas, llega a
    México
    en 1875. Pasa a ocupar un puesto en la redacción del gubernamental diario
    Revista Universal, gracias a las gestiones de varios
    amigos: de ese país, Manuel Mercado, y los
    cubanos Pedro Santacilia y Antenor Lezcano. No es hasta este
    momento en que el Apóstol considera que actúa, por
    primera vez, como todo un periodista. Él mismo lo reconoce
    en uno de sus apuntes: "yo apenas había escrito para el
    público antes de ir a México, fuera de lo que
    requería el servicio de mi patria, y esto naturalmente
    había sido muy poco, porque la patria quiere más
    actos que palabras".

    La colaboración con esa gaceta se inicia el 7 de
    marzo de ese año, con una sentida poesía a su
    recién difunta hermana Ana. Luego, le seguirían su
    traducción de la novela "Mis
    hijos", del francés Víctor Hugo; y algunos
    artículos en los que aborda la situación de Cuba.
    Además, redacta crónicas parlamentarias,
    editoriales, críticas de teatro y de arte,
    noticias sobre
    la vida cotidiana de la tierra en la que vive y hasta corrige
    pruebas.

    Un acontecimiento político trae el cierre de la
    Revista Universal y un paréntesis en la
    producción periodística de Martí: la
    caída del gobierno de Sebastián Lerdo de Tejeda por
    el golpe de Porfirio Díaz.

    El Maestro considera este suceso como nocivo y
    perjudicial para la tierra de Benito Juárez, y lo
    cuestiona en dos artículos que escribe en El
    Federalista
    .

    Como el logro más significativo de esta etapa
    tenemos la elaboración de sus Boletines en los que,
    firmados con el seudónimo Orestes, narra con mucho acierto
    y singular estilo diversos aspectos de la sociedad
    azteca.

    La gran importancia de esta publicación es que en
    ella Martí deja constancia de su opinión sobre
    cuál debe ser la misión de la prensa y cuál
    la del periodista, y nos ofrece la dimensión humana del
    Héroe Nacional al preocuparse por los problemas del
    pueblo mexicano y de Nuestra América.

    "Así nuestros obreros se levantan de masa
    generada a clase
    consciente: saben ahora lo que son, y de ellos mismos les viene
    su influencia salvadora".
    En el artículo
    "Función de los meseros", Martí defiende los
    intereses de los desposeídos y participa en las luchas
    revolucionarias de los trabajadores.

    En El Socialista, órgano oficial de los
    socialistas utópicos mexicanos, también se insertan
    algunos trabajos periodísticos en los que Martí
    confirma su posición junto a estos en sus
    batallas.

    A pesar de que cartas y otros
    documentos
    reconocen que el Apóstol escribe para medios
    informativos de Guatemala, no
    se han encontrado evidencias de
    su intervención en periódicos de esa nación
    centroamericana, desde su partida de México, en
    1877.

    El Maestro reconoce, en correspondencia enviada a
    Joaquín Macal, ministro de Relaciones Exteriores de
    Guatemala, el 11 de abril de 1877, que está muy ligado a
    la carrera periodística y que es consecuente con la
    ética que conlleva esa profesión: "Mi oficio,
    cariñoso amigo mío, es cantar todo lo bello,
    encender el entusiasmo por todo lo noble, admirar y hacer admirar
    todo lo grande. Escribo cada día sobre lo que cada
    día veo (…) los naturales temores de escribir donde no
    se es conocido, (…)de algunos renglones, (…) y no han de ser
    ellos los últimos que sobre tan noble y bien entendida
    materia
    escriba mi pluma apasionada, apasionada de la grandeza y de mi
    deber; por eso, (…) nunca turbaré con actos, ni
    palabras, ni escritos míos la paz del pueblo que me acoja.
    Vengo a comunicar lo poco que sé y a aprender mucho que no
    sé todavía. Vengo a ahogar mi dolor por no estar
    luchando en los campos de mi patria, en los consuelos de un
    trabajo
    honrado, y en las preparaciones para un combate vigoroso. No me
    anuncie a nadie como escritor, que tendré que decir que no
    lo soy. Amo el periódico como misión, y, lo odio…
    no, que odiar no es bueno, lo repelo como disturbio
    (…)".

    Su regreso a Cuba, en 1878, tras la firma del Pacto del
    Zanjón, impide que naciera en la tierra del quetzal la
    anunciada Revista Guatemalteca.

    La persecución imperante en la Isla contra los
    independentista y las publicaciones que estos elaboran,
    así como las secretas acciones
    conspirativas que lleva a cabo Martí, impiden que pueda
    realizar en su patria la labor periodística.

    De esa época sólo escribe una
    crónica sobre una velada en el Liceo de Guanabacoa, y que
    firmada X aparece en el periódico El Progreso, de
    Regla y la propia villa de Pepe Antonio.

    La etapa más fecunda e intensa de su actividad
    como periodista ocurre tras su llegada a Nueva York, en enero de
    1880, después de su segunda deportación a
    España. En la revista de arte The Hour, ven la luz
    sus bellas crónicas, en las que se destacan las que
    reseñan la vida norteamericana, intituladas Impressions of
    America, bajo el seudónimo A very fresh Spaniard.
    También redacta artículos sobre los pintores
    impresionistas, que llegan a causar admiración. En estas
    páginas Martí muestra un amplio conocimiento
    artístico, así como sensibilidad y capacidad
    crítica.

    El periódico The Sun, de Charles Anderson
    Dana, comienza a contar con la colaboración del Maestro,
    quien recibe grandes elogios de ese reportero estadounidense por
    el soberbio estilo y gran dominio de temas
    artísticos y literarios que inserta en ese
    rotativo.

    Luego de su partida de la ciudad norteña, la
    faena periodística de Martí prosigue en la tierra
    de Simón Bolívar,
    en 1881, donde edita dos números de Revista
    Venezolana. Aquí, al intentar explicar su estilo
    literario, sin proponérselo, hace el primer manifiesto del
    movimiento
    modernista, siete años antes de que surgiera el libro de
    poesía Azul, de Rubén
    Darío, considerado por muchos el iniciador de esta
    tendencia en la literatura.

    Mas, tiene que suspender su impresión al ser
    obligado a abandonar esta nación sudamericana:
    ¿motivos? Escribir una valiente apología a Cecilio
    Acosta, y desencadenar la ira del tirano Guzmán Blanco,
    quien no acepta el homenaje a este intelectual progresista y
    cumbre del pensamiento democrático-burgués
    venezolano del momento.

    Al valorar su notable desempeño como periodista, Fausto Teodoro
    de Aldrey, director y propietario de La Opinión
    Nacional
    , le propone que sea corresponsal de ese diario, en
    los Estados Unidos. O sea, Martí regresa a Nueva York y
    reanuda su labor periodística, a partir del 20 de agosto
    de 1881, pero ahora en una faceta distinta.

    Sus trabajos comienzan a salir con el seudónimo
    M. de Z., pero al despertar la curiosidad entre los lectores por
    saber quién es el autor de tan encendidos trabajos, Aldrey
    reconoce públicamente que no es otro que José
    Martí y, a partir de ese entonces, empieza a firmar con su
    nombre.

    En La Opinión Nacional también
    ocupa una columna fija de comentarios de actualidad llamada
    "Sección constante". El 10 de junio de 1882 culmina el
    Apóstol su etapa como colaborador de esta
    publicación, al no admitir que Aldrey le ponga freno a sus
    criterios.

    A partir de este momento se incrementa el quehacer
    literario y periodístico del Héroe Nacional Cubano,
    quien al propio tiempo se entrega en cuerpo y alma a
    organizar la nueva gesta independentista. Se aferra aún
    más a la idea de que el periodista "es soldado de la
    palabra"
    y mantiene su pluma al servicio de la
    patria.

    Por eso, vuelca todo su pensamiento e ideología en lo artículos que
    escribe, pues prevé cuáles son las verdaderas
    intenciones del gobierno norteamericano al querer extenderse por
    el continente y, al reseñar estas actividades, ofrece su
    visión sobre los peligros que deben evitarse en nuestra
    América y qué hacer para lograr el desarrollo
    definitivo de los pueblos latinoamericanos.

    Con posterioridad, comienza a colaborar, el 13 de
    septiembre de 1882, con La Nación. Su paso por este
    diario argentino culmina el 26 de marzo de 1891, lo que confirma
    el estrecho nexo que existe entre ambos. Inigualables
    crónicas suyas, que narran la vida norteamericana e
    importantes sucesos acaecidos en ese país, vieron la luz
    en esta publicación, en la sección titulada
    Carta de Nueva
    York o Cartas de Martí.

    "Viví en el monstruo y le conozco sus
    entrañas"
    . No tuvo frase mejor para ejemplificar el
    Maestro lo que significa los Estados Unidos, al prever su
    ambición desmedida e intenciones de dominar a los pueblos
    del continente.

    En sus Obras Completas aparecen editados todos
    estos trabajos periodísticos, bajo la denominación
    Escenas Norteamericanas. En La Nación
    también encuentran cabida sus crónicas sobre la
    Conferencia
    Interamericana, así como lo que escribe de reconocidas
    figuras estadounidenses, como Whitman, Grant, Sheridan, Arthur, y
    otras.

    Paralelamente, inicia su colaboración con el
    órgano informativo La América, de Nueva
    York, desde marzo de 1883.

    (…) ¿Con qué se escribe bien en prosa
    o verso, sino con la sangre? El que no
    la ha perdido, ni sabe escribir ni sabe leer. Lo que escribe el
    dolor es lo único que queda grabado en la memoria de
    los hombres"
    , manifiesta Martí en El Economista
    Americano
    , de Nueva York, en 1888.

    En otro de sus tantos documentos en los que revela su
    pasión al expresar y reflejar con la pluma lo que siente,
    Martí manifiesta: "¿Qué habré
    escrito sin sangrar, ni pintado sin haberlo visto antes con mis
    ojos?"
    .

    Martí deja una medular huella de su cultura e
    ideas independentistas en las más renombradas
    publicaciones de la época: La Habana, El
    Elegante
    , El Almendares, La Revista de Cuba, de
    la Mayor de las Antillas; La Juventud, El Avisador
    Cubano
    , El Avisador Hispano-Americano, El
    Porvenir,
    La Revista Ilustrada y El
    Latinoamericano
    , de Nueva York; La Opinión
    Pública
    , de Montevideo; La Pluma, de
    Bogotá; La Nación y El Sudamericano,
    de Buenos Aires;
    La República, de Honduras; La Revista Azul y
    El Partido Liberal, de México, y La
    Opinión Nacional
    , de Caracas, son claros ejemplos de
    ello.

    De esta forma refuerza su opinión de que "En
    las redacciones de periódicos es donde hierve ahora el
    genio, que antes hervía en cortes, en conventos y en
    campos de batalla".

    En La Edad de Oro, ese valioso mensuario "de
    recreo e instrucción", el Héroe Nacional vierte
    toda su ternura y amor por los niños,
    y también muestra toda su doctrina como maestro y
    periodista.

    En esta excepcional publicación, que solamente
    vive entre los meses de julio y octubre de 1889, vuelca
    Martí toda su ternura y comprensión hacia la
    infancia, e
    inculca a los pequeños su ideario anticolonialista y
    antimperialista, su amor por la gran patria latinoamericana, su
    devoción por la justicia, la
    verdad y la belleza.

    "Cada número contiene, en lectura que interesa
    como un cuento,
    artículos que son verdaderos resúmenes de ciencias,
    industrias,
    artes, historia y
    literatura, junto con artículos de viajes,
    biografías, descripciones de juegos y de
    costumbres, fábulas y
    versos. Los temas escogidos serán siempre tales que, mucha
    doctrina que lleven en sí, no parezca que la llevan, ni
    alarmen al lector de pocos años con el título
    científico ni con el lenguaje
    aparatoso".

    Referencias a libros, a la historia del
    arte, a los héroes hispanoamericanos; y, asimismo,
    cuentos y
    poemas,
    aparecen en cada número. Estos van acompañados
    también de un editorial, en el que se comenta todos los
    materiales que
    aparecen en el magazine, y donde el Apóstol comenta el
    contenido ideológico de los mismos. Así infunde
    ideas a los infantes.

    En esta revista, como en la neoyorquina La Ofrenda de
    Oro
    , Martí brinda sus nociones respecto a una
    publicación consagrada a la niñez y dicta en ellas
    normas
    ejemplares para el periodista que quiere dedicarse a escribir
    sobre este dificilísimo género.

    Lo que significa para el Apóstol la
    concepción de La Edad de Oro, la
    podemos encontrar en carta enviada a Manuel Mercado, el 3 de
    agosto de 1889: "una empresa en
    que he consentido entrar, porque, mientras me llega la hora de
    morir en otra mayor, como deseo ardientemente, en esta puedo al
    menos, a la vez que ayudar al sustento con decoro, poner de
    manera que sea perdurable y útil todo lo que a pura sangre
    me ha ido madurando en el alma. Yo no quiero que esta empresa se venga
    a tierra. Veo por acá que ha caído en los corazones
    (…) Los que esperaban, con la excusable malignidad del hombre,
    verme por esta tentativa infantil, por debajo de lo que se
    creían obligados a ver en mí, han venido a decirme,
    con su sorpresa más que con sus palabras, que se puede
    publicar un periódico de niños sin caer de la
    majestad a que ha de procurar alzarse todo
    hombre".

    En la misma misiva, tras aclarar que La Edad de
    Oro
    pertenece al editor A. Da Costa Gómez,
    añade: "Verá por la circular que lleva
    pensamiento hondo y ya que me la echo a cuestas, que no es poco
    peso, ha de ser para que ayude a lo que quisiera yo ayudar, que
    es a llenar nuestras tierras de hombres originales, criados para
    ser felices en la tierra en que viven, y vivir conforme a ella,
    sin divorciarse de ella, ni vivir infecundamente en ella, como
    ciudadanos retóricos, o extranjeros desdeñosos
    nacidos por castigo en esta otra parte del mundo. El abono se
    puede traer de otras partes; pero el cultivo se ha de hacer
    conforme al suelo. A nuestros
    niños los hemos de criar para niños de su tiempo, y
    hombres de América. Si no hubiera tenido a mis ojos esta
    dignidad, yo no habría entrado en esta
    empresa".

    El empeño de inculcar ideales y hacer pensar a
    los menores, trae como consecuencia que el encargado de la
    edición
    de La Edad de Oro, le crítica al Maestro su
    actitud, y le plantea que en su revista nunca se les daba a los
    menores orientación religiosa, y que este era el tema
    fundamental a tratarse en la misma. Al no aceptar Martí
    transformar el mensuario, quiebra la empresa. Gran
    frustración sufre el Apóstol por esta causa, pero
    con dignidad antepone sus convicciones propias a la conveniencia
    económica.

    Con dolor, Martí comunica a Manuel Mercado, en
    carta del 26 de noviembre de 1886, desde Nueva York, que
    "La Edad de Oro (…) ha salido de mis manos- a pesar
    del amor con que la comencé, porque, por creencia o por
    miedo de comercio,
    quería el editor que yo hablase del "temor de Dios", y que
    el nombre de Dios, y no la tolerancia y el
    espíritu divino, estuvieran en todos los artículos
    e historias. ¿Qué se ha de fundar así en
    tierras tan trabajadas por la intransigencia religiosa como las
    nuestras?. Ni ofender de propósito el credo dominante,
    porque fuera abuso de confianza y falta de educación, ni
    propagar de propósito un credo exclusivo. Lo humilde del
    trabajo sólo tenía a mis ojos la excusa de estas
    ideas fundamentales. La precaución del programa, y el
    singular éxito
    de crítica del periódico, no me han valido para
    evitar este choque con las ideas, ocultas hasta ahora, o el
    interés
    alarmado del dueño de La Edad de
    Oro".

    Mas imprimir una revista como esta deviene en
    sueño largamente acariciado por Martí. En carta
    enviada al abogado Miguel Viondi, fechada en Nueva York el 8 de
    enero de 1880, el Maestro expresa por primera vez su
    propósito de desarrollar una empresa editorial de este
    tipo. Al camarada revela que ese boletín debe contener una
    serie de volúmenes que fueran: "biográficos,
    históricos y artísticas, para todos interesantes,
    por todos entendibles,- libros pequeños, amenos,
    cómodos y baratos"
    . Por desdicha, no pudo llevar a
    cabo este anhelo, que de haberlo puesto en práctica
    habría enriquecido nuestra literatura histórica con
    monografías valiosísimas.

    La América, revista que dirige, recibe en
    sus páginas, en 1889, el artículo firmado por
    Martí "Reformas educacionales en Estados Unidos", el que
    logra resonado impacto en la opinión
    pública norteamericana. También en ella salen
    otros sobre maestros ambulantes, educación y
    enseñanzas en el campo.

    Martí no desaprovecha ninguna coyuntura para
    defender la causa de los cubanos. Ejemplo de esto lo podemos
    encontrar en la Carta Abierta
    que envía al The Evening Post, de Nueva York, en
    respuesta al hiriente ataque que contra sus coterráneos
    hiciera The Manufacturer, de Filadelfia.

    Para apreciar la labor periodística de
    Martí en los últimos quince años de su vida,
    basta con leer su quehacer como corresponsal sobre los
    acontecimientos de aquella época en los Estados Unidos, y
    sus artículos en Patria.

    En carta a Bartolomé Mitre y Vedia, director de
    La Nación, con fecha 15 de septiembre de 1882,
    Martí dice: "La prensa no puede ser, en estos tiempos
    de creación, mero vehículo de noticias, ni mera
    sierva de intereses, ni mero desahogo de la exuberante y hojosa
    imaginación. La prensa es Vinci y Angelo, creadora del
    nuevo templo magno e invisible, del que es el hombre puro
    y trabajador el bravo sacerdote. Aquí hierven, junto con
    los modernos problemas humanos, los problemas concretos de
    América, y ambiciones que alarman y grandezas reales que
    deslumbran. ¿Qué mucho que, movida del ansia de
    cumplir estos grandes deberes, la pluma, a riesgo de parecer
    cansada, se abandone a considerarlos?".

    Otra de las virtudes de Martí radica en el amplio
    conocimiento de los temas que de su pluma nacen. En misiva
    remitida a Mitre, fechada en Nueva York el 24 de abril de 1885,
    el Apóstol reconoce el elevado dominio de materias
    posibles, que debe lucir el profesional que se dedique al
    periodismo: "Ya el periodista ha de abarcar, si quiere poner
    bien su nombre, no solamente aquellos truismos
    escolásticos, amartillados en el yunque latino, y
    dispuestos con providencial prosopopeya, que bastaban antes, con
    algún tintillo de cosas extranjeras, para dar a un
    escritor fama de lucero de la prensa, sino de moderna vida
    múltiple, en todas sus formas, como rige en las fraguas,
    como se transforma en el comercio y viaja, como se ideifica en la
    literatura y en la política, como se sublima y colorea en
    las artes. El periodista ha de saber, desde la nube hasta el
    microbio. A Omar-Khairjam y a Pasteur. La literatura del
    espíritu y la de la materia. Ambas ha de enseñar,
    si quiere dar buenos hombres de ideas, o preparar bien a los
    hombres de actos, el colegio moderno"
    .

    El periodismo no resulta para Martí un mero medio
    de subsistencia, sino un oficio que ama y ejerce con verdadero
    placer, convirtiéndose para él en un arma
    revolucionaria. Por eso, sostiene, ante el director de La
    Nación
    , el 10 de junio de 1887: "Tiene tanto el
    periodista de soldado"
    , y a continuación consigna que:
    "el arte de escribir ¿no es reducir? La verba mata sin
    duda la elocuencia. Hay tanto que decir, que ha de decirse en el
    menor número de palabras posibles: eso sí, que cada
    palabra lleve ala y color".

    El periódico azteca El Partido Liberal,
    acoge, en enero de 1891, uno

    de los artículos más brillantez y
    profundos de los escritos por él: "Nuestra
    América", considerado una joya periodística y en el
    que defiende la independencia
    y la libertad de Cuba y de los pueblos
    latinoamericanos.

    En definitiva, hay en nuestro Héroe Nacional el
    mejor juez de la vida norteamericana, al hacer una
    radiografía del naciente capitalismo
    estadounidense. Llega incluso a denunciar, en sus crónicas
    sobre la Conferencia Monetaria Americana, los intentos de
    penetración económica y política de la
    nación norteña en los pueblos
    latinoamericanos.

    Constantemente recibe la censura de los propietarios de
    estos rotativos, pues Martí no pierde la oportunidad de
    criticar la realidad norteamericana (problema de los
    católicos, crimen cometido contra los anarquistas de
    Chicago, la lucha entre el capital y los
    obreros, los juegos y rejuegos electorales y de los
    políticos estadounidenses, la vida de los emigrantes
    extranjeros…) cada vez que puede. Ante estos censores siempre
    responde sobre la necesidad de comunicar también lo
    negativo, pues "los pueblos latinoamericanos tienen que
    conocer la verdad".

    Asegura Martí que: "No hay tormento mayor que
    escribir contra el alma, o sin ella"
    ; y con dolorosa
    resignación acepta con dignidad las trabas que los
    propietarios de La Nación y La Opinión
    Nacional
    le imponen a su labor periodística, por
    primar para ellos "los intereses del negocio
    editorial".

    En misiva a Mitre, con fecha del 19 de diciembre de
    1892, sobre este asunto, refiere: "Es mal mío no
    poder concebir
    nada en retazos, y querer cargar de esencias los pequeños
    moldes y hacer los artículos de diario como si fueran
    libros, por lo cual no escribo con sosiego, ni con mi verdadero
    modo de escribir, sino cuando siento que escribo para gentes que
    han de amarme, y cuando puedo, en pequeñas obras
    sucesivas, ir contorneando insensiblemente en lo exterior la obra
    previa hecha ya en mi. (…) Para mi la crítica no ha sido
    nunca más que el mero ejercicio del criterio. (…) El
    método
    para las cartas de Nueva York, que durante un año he
    venido escribiendo, (…) ha sido poner los ojos limpios de
    prejuicios en todos los campos, y el oído a los
    diversos vientos, y luego de bien henchido el juicio de pareceres
    distintos e impresiones, dejarlos hervir y dar de sí la
    esencia,– cuidando no adelantar juicio enemigo sin que haya
    sido antes pronunciado por boca de la tierra, porque no parezca
    mi boca temeraria-; y de no adelantar suposición que los
    diarios debates del Congreso y conversaciones corrientes, no
    hayan de antemano adelantado. De mi no pongo más que el
    amor a la expansión –y mi horror al encarcelamiento
    del espíritu humano. Sobre este eje todo aquello
    gira".

    Su amor por Cuba lleva a soñar a Martí con
    crear un órgano que inspire y prepare la lucha por la
    independencia nacional. En carta enviada desde Nueva York, el 16
    de noviembre de 1889 a Gonzalo de Quesada Aróstegui, le
    expresa: "Yo sé lo que yo haría, y lo que puedo
    hacer, y cuán pronto lo haría. Y lo que pueda, lo
    haré. Ya estaría el periódico publicado, y
    por Cuba y por nuestra América, que son unas en mi
    previsión y mi cariño, si pudiese decidirme yo a
    aceptar ayuda de los que, en público o en secreto, no
    comparten por entero mi modo de pensar. Y lo que me detiene es
    que ideas de esta dignidad no deben aparecer con pobreza ante el
    público, porque es dañarlas más que
    defenderlas, y no veo claro el modo de sacar el periódico
    a la luz con la frecuencia y la holgura que en estos meses de
    combate son necesarias. Lo haré como pueda, porque es
    preciso".

    Pocas semanas después, el 13 de diciembre,
    escribe nuevamente a este amigo para confirmarle su
    intención de sacar esa publicación: "La verdad
    no se ha de quedar sin decir; vamos a ver los que piensan como
    nosotros; y lo que ordena y se atrae el periódico. Si
    existe la determinación que supongo a resistir estas
    tendencias, vamos a darle voz, y forma (…) ya poco falta para
    tener el periódico en pie".

    Ese órgano nace el 14 de marzo de 1892, con el
    nombre de Patria. Creado en Nueva York, tiene como
    objetivo
    impulsar la guerra
    libertadora y unir a los cubanos para ello. No solamente cuenta
    con la misión de informar sobre el proceso de
    lucha que se prepara contra España, sino como medio de
    formación de la ideología
    independentista.

    Mas, esto no es óbice para que en él
    aparezcan a menudo en un solo número vibrantes y medulares
    artículos de fondo, junto a bellas crónicas
    artísticas, semblanzas de algún patriota y las
    sugestivas e íntimas notas suyas que llevan por
    título "En casa", lo que testimonia la
    extraordinaria laboriosidad y capacidad polifacética de
    Martí.

    Con mucho celo, Martí cuida de la
    publicación, y pretende a cada instante que este medio de
    divulgación ideológica del Partido Revolucionario
    Cubano sea fiel exponente de su pensamiento y doctrina
    independentista y filosófica.

    "Nace este periódico, por la voluntad de los
    cubano y puertorriqueños independientes de Nueva York,
    para contribuir sin premura y sin descanso, a la
    organización de los hombres libres de Cuba y Puerto Rico
    Para juntar y amar, y para vivir en la pasión de la
    verdad, nace este periódico. Pero este periódico
    viene a mantener la guerra que anhelan juntos los héroes
    de mañana, que aconsejan del juicio su fervor, y los
    héroes de ayer, que sacaron ilesa de la lección de
    los diez años su fe en el triunfo, la única guerra
    que el cubano libre y reflexivo, por naturaleza, pide y apoya, y
    es la que, en acuerdo con la voluntad y necesidades del
    país, y con las enseñanzas de los esfuerzos
    anteriores, junte en sí, en la proporción natural,
    los factores todos, deseables o irremediables, de la lucha
    inminente; y los conduzca, con esfuerzo grandioso y ordenado, a
    una victoria que no hayan de deslucir un día
    después los conatos del vencedor o la aspiración de
    las parcialidades descontentas, ni estorbe con la política
    verbosa y femenil el empleo de la
    fuerza nacional en las labores urgentes del trabajo"
    , expresa
    el brillante editorial del Maestro al surgir
    Patria.

    Sostiene Martí en varias oportunidades la
    necesidad de que el periódico dé a conocer la
    realidad norteamericana. Un ejemplo de ello lo confirma el
    artículo "La verdad sobre los Estados Unidos", el 23 de
    marzo de 1894: "Es preciso que se sepa en nuestra
    América la verdad de los Estados Unidos (…) Y para
    ayudar al conocimiento de la realidad política de
    América, y acompañar o corregir, con la fuerza
    serena del hecho, el encomio inconsulto -y, en lo excesivo,
    pernicioso- de la vida política y el carácter
    norteamericanos, Patria inaugura, en el número de
    hoy, una sección permanente de "Apuntes sobre los Estados
    Unidos", donde, estrictamente traducidos de los primeros diarios
    del país, y sin comentario ni mudanza de la
    redacción, se publiquen aquellos sucesos por donde se
    revelen, no el crimen o la falta accidental -y en todos los
    pueblos posibles- en que sólo el espíritu mezquino
    halla cebo y contento, sino aquellas cualidades de constitución que, por su constancia y
    autoridad,
    demuestran las dos verdades útiles a nuestra
    América: el carácter crudo, desigual y decadente de
    los Estados Unidos, y la existencia, en ellos continua, de todas
    las violencias, discordias, inmoralidades y desórdenes de
    que se culpa a los pueblos hispanoamericanos".

    Constantemente mantiene estrecha correspondencia con
    Gonzalo de Quesada Aróstegui y Benjamín Guerra. En
    sus cartas a estos amigos les indica cómo debe aparecer
    las informaciones en su amado periódico, y les recomienda
    constantemente que los trabajos que en él se publiquen
    deben fortalecer los ideales revolucionarios y libertadores. Fe
    de ello se encuentra en sus palabras: "A Patria
    téngamela a la capa, en cuanto a ideas, totalmente
    silenciosa en cuanto transpire a debate o
    réplica, sobre todo en lo referente a autonomistas,
    martillando muy recio en el pecado, pero sin decir jamás
    el nombre de los pecadores. Ya ve cómo así vamos
    ganando la batalla (…) Que queden tendidos por nuestra
    razón serena, y obligados a nuestra magnanimidad.
    Patria hágamela de asuntos pintorescos, y en cada
    número algo brillante y nuevo (…) Heroísmos
    desconocidos y breves: relaciones pujantes (…): poca biografía larga
    (…)".

    Desde Cabo Haitiano, el 10 de abril de 1895, dicta
    normas a seguir por los responsables en Nueva York del
    órgano noticioso: "Patria ha de ser ahora un
    periódico alto y hermoso. Antes pudimos descuidarla o
    levantarla a brazadas; ahora no. Ha de ser continuo sobre las
    mismas líneas, afirmando con majestad lo contrario de lo
    que se afirma de nosotros; mostrando en el silencio
    inquebrantable sobre las personas- el poco influjo real que les
    concedemos. A lengua sinuosa
    nos están batiendo; cerrémosles el camino a mejor
    lengua, la hermosa, – por ejemplo- del artículo sobre las
    proclamas de Masó (…). Y siempre los mismos puntos
    principales: capacidad de Cuba para su buen gobierno; razones de
    esta capacidad; incapacidad de España para resolver en
    Cuba capacidades mayores; decadencia fatal de Cuba y alejamiento
    de su destino bajo la continuación del dominio
    español, diferencias patentes sobre las condiciones
    actuales de Cuba y de las repúblicas americanas cuando la
    emancipación; moderación y patriotismo del cubano
    negro, y certeza probada de su colaboración
    pacífica y útil, – afecto leal al español
    respetuoso- concepto claro y
    democrático de nuestra realidad política; y de la
    guerra culta con que se ha de asegurar. Eso cada día , y
    en formas varias y en el periódico todo. ¿Por
    qué no un artículo sobre cada uno de esos puntos?
    ?O un número donde estuvieran todos ellos tratados
    explícitamente? Esa es buena idea. Un número para
    eso, sobre esos temas, que ustedes escriban, como de la casa, o
    que escriban y firmen varios
    ".

    Y desde los campos cubanos: "Lúzcase en
    Patria con un buen artículo sobre el
    espíritu uno, desinteresado, hermoso, casi religioso de
    las emigraciones. Corríjame bien a Patria.
    Hágamelos de asuntos pintorescos y, en cada número,
    algo brillante y nuevo. Heroísmos desconocidos y breves.
    Embellezcan y regularicen a Patria: mucha noticia, ahora. Estrada
    escriba. Un fondo con la idea fijada, vuelta y revuelta; todo lo
    de Cuba; y siempre, una amenidad revolucionaria, biografía
    o leyenda".

    En estas instrucciones, claras y concretas, se
    patentizan la dimensión y capacidad de Martí como
    director de un periódico.

    Por tal motivo, el escritor guatemalteco Rafael
    Spíndola llega a decir que Patria ofrece el
    espíritu de lucha del Apóstol, al afirmar:
    "más que un periódico, parece esa hoja la
    disección de un alma viva: aquí el ¡ay¡
    quejumbroso del dolor; más allá el himno de la
    esperanza que renace; pero todas sus líneas empapadas
    siempre en profundísimas nostalgias. A más de esto,
    el acento de convicción vibra y queda como repercutiendo
    en cada uno de los renglones que brotan de aquel apóstol
    mártir."

    Martí manifiesta que un periódico deber
    ser: "extraño a todo género de prejuicios,
    enamorado de todo mérito verdadero, afligido de toda tarea
    inútil, pagado de toda obra grandiosa. Donde todo sereno
    pensamiento y pensador e hidalgo tenga casa".

    Cuando da su criterio sobre la variedad de estilos de
    una gaceta, el Apóstol expone: "uno es el lenguaje de
    gabinete; otro el del agitado parlamento. Una lengua habla la
    áspera polémica; otra la reposada biografía.
    De aquí que un mismo hombre hable distintas lenguas cuando
    vuelve los ojos ahondadores a las épocas muertas, y
    cuando, con las angustias y las iras del soldado en batalla,
    esgrime el arma nueva en la colérica lid del presente. No
    hay porqué invalidar vocablos útiles, ni porque
    cejar en la faena de dar palabras nuevas a ideas
    nuevas".

    Al valorar toda la trayectoria periodística de
    Martí, a su muerte,
    Charles Anderson Dana escribe: "de tales héroes no hay
    muchos en el mundo, y su sepulcro de guerrero prueba plenamente
    que, en época como esta, material y positivista, hay
    espíritus que lo saben sacrificar todo por sus principios sin
    recibir nada por ello."

    Sus teorías
    y doctrina en este campo las deja explícitas en diferentes
    oportunidades.

    El 8 de julio de 1875, en Revista Universal,
    ofrece sus consideraciones con respecto al objeto de la prensa:
    "No es el oficio de la prensa periódica informar ligera
    y frívolamente sobre los hechos que acaecen, o censurarlos
    con mayor suma de afecto o de adhesión. Toca a la prensa
    encaminar, explicar, enseñar, guiar, dirigir;
    tócale examinar los conflictos, no
    irritarlos con un juicio apasionado; no encarnizarlos con un
    alarde de adhesión tal vez extemporánea;
    tócale proponer soluciones,
    madurarlas hacerlas fáciles, someterlas a consulta y
    reformarlas según ella; tócale, en fin, establecer
    y fundamentar enseñanzas, si pretende que el país
    la respete, y que conforme a sus servicios y
    merecimientos, la proteja y la honre. Tiene la prensa
    periódica altísimas misiones: es la una explicar en
    la paz, y en la lucha, fortalecer y aconsejar; es en la otra
    hacer estudio de las graves necesidades del país, fundir
    sus mejoras, facilitar así la obra a la
    administración que rige, y ya que tantas graves
    cuestiones preocupan en una nación que asciende de una
    situación vacilante y anómala, a la de tierra
    dueña y libre, ayude la prensa periódica a los que
    gobiernan, señalando, y presentando estudiadas las
    cuestiones que han menester más seria y urgente
    reforma".

    En estas palabras se destaca cómo para
    Martí la prensa tiene valor
    ideológico y deviene en un instrumento formador,
    además de jugar su papel como medio de
    información.

    El Apóstol también consigna su
    concepción de cómo debe ser un escritor de diario:
    "el escritor diario no puede pretender ser sublime. Semejante
    pujo para en extravagancia. Lo sublime es esencia de la vida; la
    montaña remata en pico; lo sublime es como pico de
    montaña. Es como quien quisiera andar a pasos naturales
    por sobre picos de montaña. Los empedrados no son
    cúspides sino pedrezuelas. Esa suprema altitud quede para
    los que son dueños de sí mismos y pueden esperar la
    hora de la inspiración. Pero el que no es dueño de
    sí, y no puede esperar la hora, ha de aprovecharla si le
    sorprende, pero no ha de forzarla. Que la inspiración es
    dama, huye de quién la busca. El escritor diario, que
    puede ser sublime a las veces, ha de contentarse con ser
    agradable".

    También, para destacar la moral que debe
    acompañar al periodista, el Apóstol asegura que:
    "ni aún para captarse la simpatía que ha
    menester en una tierra culta el cronista desconocido que llega a
    sus puertas, deben emplearse en expresiones meramente personales
    la atención y el espacio que han de darse
    enteros al mejoramiento de la patria y al estudio leal de los
    problemas industriales y políticos, que pueden ayudar a
    extraer oro de sus entrañas generosas o a ir poniendo en
    su aire ese otro
    oro sutil, y de más precio, que
    viene con la práctica entendida y sincera de las
    libertades".

    Y con la misma ética asegura que: "El
    desinterés del periodista es esencial. Aflige cobrar por
    lo que se piensa: y más si, cuando se piensa, se ama. Un
    periódico sin generosidad, es un azote. Un
    periódico generoso, es una columna".

    Su honestidad para
    con esta profesión le lleva a decir: "Periodismo magno el
    de quienes en papeles condenados a desaparecer en horas o
    días, escriben para años".

    Queda una pregunta por hacer: ¿qué hubiera
    hecho Martí como periodista, si llega a tener libertad
    total para realizar su obra de la forma que él
    deseaba?

    "…Una revista mensual, toda escrita de mi mano, y
    completa en cada número; que venga a ser como la historia
    corriente y resumen, a la vez expositivo y crítico, de
    todo lo culminante y esencial en política alta, teatro,
    movimiento de pueblos, ciencias contemporáneas, libros,
    que pase acá y allá, donde quiera que, de veras,
    viva el mundo".

    De seguro, si el
    Héroe Nacional Cubano hubiera realizado este proyecto,
    habría legado la más completa y bella revista en
    idioma español de su época.

    "Para Martí, no hubo preocupación
    más honda que la de su ideal patriótico.
    Reiteradamente opone a la gloria literaria y periodística,
    la de servir a Cuba, a la que solo iguala la de lograr la
    perfección del hombre y la de acrecer el bienestar del
    mundo
    ", opina el intelectual Isidro
    Méndez.

    Sabedor de que "la prensa no es aprobación
    bondadosa o ira insultante; es
    proposición,
    estudio, examen y consejo",
    la labor periodística de
    Martí consolida la conciencia nacional, independentista y
    antimperialista, cohesiona esfuerzos del pueblo cubano, y une
    voluntades para luchar por la libertad del suelo
    patrio.

    Dispersa en múltiples publicaciones, la obra
    periodística del Héroe Nacional Cubano refleja uno
    de los aspectos más interesantes y profundos de su vida.
    En las crónicas, artículos, reseñas,
    críticas artísticas y literarias y correspondencias
    para la prensa de diversos países, se encuentran el sentir
    de ese corazón
    puro y digno, de esa alma bella y diáfana, las más
    límpidas esencias de su espíritu y cabal
    concepción de la vida. Pero también, demuestran su
    don crítico, extraordinario talento, capacidad abarcadora,
    magistral estilo, admirable penetración en el pensamiento
    humano y poder de síntesis
    que debe acompañar al periodista.

    La producción periodística del
    Apóstol, además de enseñar, deleita e
    ilustra, por su profundidad, originalidad, variedad, honestidad
    intelectual y amplitud.

    Todos los problemas de los pueblos latinoamericanos, ya
    sean económicos, culturales, religiosos,
    históricos, políticos, sociales, agrarios,
    educacionales, étnicos, migratorios, y demás, el
    Maestro los estudia a fondo; analiza minuciosamente sus causas,
    las contrasta, y brinda soluciones prácticas y concretas,
    lo que evidencia su elevada cultura y amor por los países
    de nuestra América. Y estas dificultades americanas las
    plasma en los periódicos y revistas de la época y
    plantea la necesidad de que estos sirvan de exponentes y
    defensores de la verdad y el logro de la soberanía de cada uno de esos
    países, lo que se puede observar cuando sintetiza esta
    idea con la frase: "La prensa es el can guardador de la casa
    propia"

    La maestría, seriedad y rigor con que exalta a
    figuras hispanoamericanas, como Simón Bolívar, San
    Martín, Cecilio Acosta, Federico Proaño, Eloy
    Escobar, Juan Carlos Gómez, Santiago Pérez Triana,
    Olegario Andrade, Miguel Peña, entre otros, exponen su
    admiración por todos aquellos hombres que, por su valor,
    talento o virtud, pusieron en alto el nombre del
    continente.

    La pedagoga Camila Henríquez Ureña
    manifiesta que: "dentro de las circunstancias reinantes en la
    época, la obra de Martí hecha para publicarse
    impresa –es decir, dejando aparte los discursos y
    las cartas privadas- es, casi en su totalidad, periodismo",
    y
    la martiana Fina García Marruz alega: "No sólo
    publica principalmente en el periódico la mayor parte de
    su obra, sino que ella es, en gran parte, auténtica
    crónica periodística, que no sólo recoge lo
    más importante de la actualidad literaria o
    política sino aun el pequeño suceso
    diario".

    Mientras la poetisa chilena Gabriela Mistral asegura que
    el Apóstol cubano es: "un hombre de tribuna y
    redacción"
    , el intelectual villaclareño Juan
    Marinello expresa: "Parece innegable que fue el periodismo -un
    periodismo distinto, en que se vuelcan el gran escritor, el gran
    revolucionario y el gran artista-, el campo donde alcanza su
    más alto nivel".

    Estas definiciones sobre la labor periodística de
    Martí no terminan aquí. Para Ramón
    Becali, su periodismo es "tribuna, confesionario y trinchera
    de ideas".

    La labor periodística deviene en arma
    revolucionaria en manos de Martí, y la esgrime en defensa
    de su querida tierra, como para denunciar las injusticias y
    opresión cometidas en cualquier lugar del mundo. De esta
    forma, se convierte en uno de los más grandes periodistas
    del mundo en su época, y un gigante revolucionario que
    supo dar su vida por la libertad. Mas esa arma revolucionaria es
    empleada por él con total dominio de la ética, y
    por tal razón dice: "El periodismo ha de ser un culto, que
    lo sea la virtud. No debe hacerse de la pluma arma de
    satírico, sino espada de caballero".

    Y esa misma moral lo conduce a afirmar: "No merece
    escribir para los hombres, quien no sabe amarlos".

    No cabe duda que Martí desempeña esta
    apasionante profesión con mucho acierto, al tener en
    él a un creador de extraordinaria dimensión. No
    cabe duda que la obra periodística de Martí sigue
    vigente, pues todas sus creaciones, desvelos y esfuerzos en este
    campo son ejemplo y paradigma
    hacia el logro del bien social.

    Por

    Ariel Lemes Batista

    El autor es periodista, investigador, historiador y
    profesor
    universitario cubano.

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