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Noción de intencionalidad en Edmund Husserl



    Trabajo de grado presentado como
    requisito parcial para optar al título de Filósofo
    en la Escuela de
    Ciencias
    Humanas

    Programa de Filosofía
    Universidad
    del Rosario

    1. Génesis de la
      noción husserliana de
      intencionalidad
    2. Intencionalidad, conocimiento e
      intuición
    3. Intencionalidad y
      objeto
    4. Conclusiones
    5. Bibliografía

    Introducción

    Sobre epistemología se han escrito cientos de
    volúmenes desde los mas diversos puntos de vista. En el
    presente estudio me he dedicado exclusivamente al concepto
    husserliano, sin entrar en debates y comparaciones
    históricas que no dejan de ser importantes y que por
    demás ya son tópicos comunes.

    La propuesta epistemológica husserliana no es un
    acontecimiento novedoso en la historia del pensamiento
    filosófico. Que la mente siempre refiere a algo es cosa
    que Aristóteles ya había postulado y que
    se ha asumido como cierto e indiscutible en la mayoría de
    propuestas epistemológicas que se han dado a lo largo de
    la historia de esta disciplina. Lo
    novedoso en la propuesta husserliana es su afirmación de
    que sujeto y objeto están correlacionados de tal manera
    cuando conocemos, que se hace imposible definir al uno en
    ausencia del otro.

    El conocimiento
    en Husserl se desarrolla enteramente en el campo de la conciencia y es
    una función
    que se da entre el yo puro y el fenómeno, función
    que Husserl denomina con el nombre de intencionalidad. El asunto
    en cuestión será la conciencia y lo que en ella
    encontramos, es decir, los objetos.

    Los teóricos de la epistemología
    generalmente se han ocupado en puntualizar y describir
    cómo es lo que conocemos y hasta dónde es posible
    el
    conocimiento. Pocas teorías
    se dan a la tarea de explicar y desmenuzar en forma concienzuda
    el mecanismo del conocimiento en sí mismo. Mecanismo que
    Husserl denomina con el nombre de intencionalidad. En el presente
    estudio pretendo explicar el mencionado mecanismo tanto en
    sí mismo, es decir, sus partes y su modo de operar,
    así como también al resultado de su funcionamiento,
    a saber, el objeto.

    Husserl señala como propiedad
    fundamental de la conciencia, o como esencia de la conciencia a
    la intencionalidad. A grandes rasgos intencionalidad significa la
    capacidad de la conciencia de referirse-a. En otros
    términos intencionalidad significa la presencia del mundo
    en la conciencia, que es tanto como referir lo cognoscible. Pero
    hay que distinguir que una cosa es el referirse-a, que es el
    mecanismo propiamente dicho, y otra cosa es la presencia del
    objeto en la conciencia, que es el resultado del funcionamiento
    del mencionado mecanismo.

    El curso de nuestra investigación en líneas generales es
    el siguiente: en la parte primera, sobre la "Génesis de la
    noción husserliana de intencionalidad", se explora el
    concepto de Franz Brentano, de quien procede esta noción
    en su sentido más inmediato. El la entiende como un asunto
    puramente psicológico que caracteriza a los
    fenómenos psíquicos, que consiste en la propiedad
    de estos, de referir un sentido o apuntar hacia un objeto.
    Asevera Brentano que todo fenómeno psíquico
    contiene en sí algo como un objeto, si bien no todos del
    mismo modo.

    Hecho lo anterior, expondré la primera
    versión del concepto de intencionalidad, que es presentado
    por Husserl en sus Investigaciones Lógicas a manera
    de una teoría del
    conocimiento. En síntesis,
    Husserl entiende por intencionalidad la propiedad de la
    conciencia de referir algo o apuntar hacia algo (una percepción
    es percepción de algo), y lo circunscribe
    específicamente a los actos psíquicos, siendo estos
    el elemento básico del conocimiento. Como último
    punto de esta primera parte, expondré la idea más
    elaborada acerca de este tópico, que se encuentra en
    Ideas, esto es, que "la conciencia es conciencia de algo".
    Husserl entiende este hecho de la conciencia, como el
    acaecimiento primigenio del conocimiento.

    Antes de exponer la parte segunda es necesario hacer una
    advertencia sobre la conciencia en general: lo que aparece en la
    conciencia (aún en la brentaniana) hay que tomarlo como
    fenómeno, lo cual quiere decir que cuando hablamos "desde"
    la conciencia, no hablamos de cosas reales en el sentido
    tradicional de este término, es decir, de cosas
    físicas dentro de un espacio y un tiempo. Lo que
    aparece en la conciencia (que es el campo de trabajo de
    Brentano y Husserl) aparece como inexistente en el espacio y en
    el tiempo. Por esto el campo de la conciencia es el campo de lo
    fenomenológico.

    En la parte segunda, sobre "Intencionalidad,
    conocimiento e intuición" me ocupo en desglosar la
    intencionalidad en cada uno de sus segmentos, hecho que los
    comentaristas han pasado por alto. El mencionado mecanismo
    está compuesto de dos partes, el yo puro y el
    fenómeno, y básicamente su operar consiste en un
    dirigirse que parte del yo puro hacia el fenómeno. Esta
    operación tiene una consecuencia fundamental: la
    intuición. Resultado que, según Husserl,
    sería la base del conocimiento
    fenomenológico.

    En la parte tercera, sobre las "Interpretaciones y
    consecuencias sobre la forma como opera la conciencia ", pretendo
    exponer lo que implica la intencionalidad en su sentido
    más amplio, es decir, la descripción de la realidad tal como esta
    aparece en la conciencia, porque los objetos son finalmente los
    que dan sentido, hacen a la conciencia y son la realidad
    misma.

    En la parte cuarta, sobre mundos posibles, semántica y subjetivismo trascendental, a
    saber, las "Conclusiones", analizo los alcances del carácter fundamental de la conciencia, es
    decir, el de dirigirse-a. El mencionado carácter genera en
    cada dirigirse-a un mundo posible, y un significado posible, que
    no está dado o prefijado sino que se da en el mismo
    dirigirse-a, que no es pasado ni futuro sino puro presente. En
    este mismo aparte, me detendré en hacer notar algunas
    similitudes que poseen Wittgenstein el de las Investigaciones
    Filosóficas
    y Husserl en cuanto a su teoría
    de la significación, esto es: que no se puede hablar de
    significación en términos absolutos, ya que el
    significado en Wittgenstein depende del uso de las palabras y en
    Husserl de la intencionalidad.

    1. Génesis
    de la noción husserliana de intencionalidad

    1.1 Concepto de intencionalidad en
    Brentano

    Antes de entrar propiamente en el concepto de
    intencionalidad en Brentano, veamos el origen de esta
    expresión. Intencionalidad es un término que
    proviene del latín intentio, y designa el acto de
    dirigirse la conciencia a su objeto. Esta es una noción
    muy antigua que ya Aristóteles usaba y que posteriormente
    se siguió usando en la Edad Media y
    la Modernidad, tal
    es el caso de Santo Tomás de
    Aquino, quien toma esta noción de Aristóteles.
    Santo Tomás, a grandes rasgos, entiende por
    intención la acción
    y efecto de la mente de tender hacia algo (S. Theol., Ia–
    IIa, q. XII a 1.) A este respecto, Santo Tomás aclara que
    la expresión intención se presta a
    equívocos, pero tomada en sentido lógico
    gnoseológico y en parte psicológico, designa el
    hecho de que ningún conocimiento actual es posible si no
    hay una intención. Lo cual quiere decir, que la
    intención es el acto del entendimiento dirigido al
    conocimiento de un objeto.

    Hay que advertir que la intencionalidad en Brentano se
    encuentra en un contexto psicológico. La psicología era tomada
    como parte de la filosofía, incluso como la disciplina que
    permitía acceder a este ámbito del
    saber.

    La obra de Brentano, Psicología desde el punto
    de vista empírico
    , se ocupa de la intencionalidad y
    del lugar de esta en una teoría del conocimiento.
    "Establece Brentano, que para el estudio de las ciencias carece
    de interés
    los sustratos imperceptibles de las cualidades que si se pueden
    percibir". Es decir, que para el estudio de la ciencia es
    suficiente el fenómeno, y cualquier intento más
    allá, sería el abandono de lo que en principio se
    da con claridad y certeza.

    La postura brentaniana, al dejar de lado el en sí
    de los objetos, indica claramente que cualquier indagación
    que se realice en las ciencias y, por supuesto, en una
    teoría del conocimiento debe partir de lo aparente, es
    decir, del fenómeno. En este sentido encontramos en
    Brentano una ruptura con la metafísica, ya que no otorga ningún
    papel a lo que hay detrás del fenómeno.

    El fenómeno ocupa un papel clave en Brentano,
    así como también en Husserl. Lo cognoscible,
    dirán Brentano y Husserl, es el fenómeno. Son
    fenómenos psíquicos los que llenan la mente, afirma
    Brentano. Y es a fenómenos a los que se dirige la
    conciencia, dirá en su oportunidad Husserl. Así
    pues, para la teoría del conocimiento desde el punto de
    vista de la intencionalidad, es central el
    fenómeno.

    Es muy característico de esta corriente de
    pensamiento reducir el mundo a un asunto meramente de la
    conciencia. No existe más que la conciencia y todo lo que
    se desarrolla en el ámbito del saber humano se da dentro
    de este campo. Pareciera ser que lo único "cierto" que se
    escapa al rótulo de fenómeno es la conciencia. La
    conciencia, en este sentido, es el punto capital de la
    fenomenología.

    Brentano asevera que las ciencias, aún las que se
    ocupan de la materia, son
    ciencias de los fenómenos, y se clasifican, en ciencias
    naturales (que se ocupan de los fenómenos físicos o
    materiales) y
    la psicología (que se ocupa de los fenómenos
    psíquicos o la mente). Estos últimos son los que
    interesan a Brentano, y sus investigaciones
    se orientan en este sentido.

    Brentano define los fenómenos psíquicos de
    la siguiente manera:

    Todo fenómeno psíquico esta
    caracterizado por lo que los escolásticos de la Edad
    Media han llamado la inexistencia intencional (o mental) de un
    objeto, y que nosotros llamaríamos, sí bien con
    expresiones no enteramente inequívocas, la referencia
    a un contenido, la dirección hacia un objeto (por el cual
    aquí no hay que entender una realidad) o la objetividad
    inmanente. Todo fenómeno psíquico contiene en
    sí algo como un objeto, sí bien no todos del
    mismo modo. En la representación hay algo representado:
    en el juicio hay algo admitido o rechazado, en el amor, amado,
    en el odio odiado, en el apetito apetecido, etcétera.
    (El subrayado es mío).

    En primer lugar, observemos que Brentano entiende la
    intencionalidad como la característica fundamental de la
    totalidad de los fenómenos psíquicos. Lo cual
    quiere decir que todo fenómeno psíquico revela un
    objeto, contiene en sí algo como un objeto, que no es real
    sino mental.

    Brentano señala que el funcionamiento
    básico de la mente es referir contenidos, dirigirse hacia
    objetos. Los fenómenos psíquicos, tal como los
    entiende Brentano, tendrían tres
    características:

    a) Refieren un contenido o apuntan hacia un objeto
    (contienen algo en sí como un objeto).

    b) El referir o apuntar no es real, sino
    fenoménico.

    c) Hay tres tipos de fenómenos
    psíquicos: de representación, de juicio y de
    sentimiento.

    Husserl está de acuerdo con a) y b), incluso se
    encuentran presentes en la argumentación más
    elaborada de su concepto. Y c), le servirá en
    Investigaciones Lógicas para lo que él
    denomina "actos", pero no caracterizara sólo tres tipos de
    actos, sino otros más.

    1.2 Concepto de intencionalidad en las
    Investigaciones Lógicas de Husserl

    Investigaciones Lógicas se da como una
    respuesta y, sobre todo, como una solución a un problema
    epistemológico, esto es, a planteamientos formulados por
    la psicología frente a problemas de
    argumentación de la lógica,
    la matemática y la ciencia.

    La psicología, una disciplina bastante extendida
    y con mucha acogida en la época de Husserl, afirmaba que
    los argumentos para entender a cabalidad la lógica, las
    matemáticas y la ciencia se encontraban en
    la mente humana. Se pensaba que un mejor entendimiento del
    cerebro humano
    daría las claves de las disciplinas mencionadas, incluso
    se creía que estas disciplinas procedían y se daban
    gracias al modo como opera la mente, así, otra mente en un
    lugar distinto podría reflejar otra lógica, otra
    matemática y por supuesto otra ciencia. Esta interpretación del modo como opera la mente
    -dice Husserl-, pone en entredicho la racionalidad misma, dado
    que si todo se reduce al modo como opera la mente, entonces,
    estamos sujetos a los parámetros que esta indica. De este
    modo el ser humano estaría totalmente condicionado por su
    naturaleza y
    cualquier cosa podría darse.

    Husserl, ya en la primera parte de Investigaciones
    Lógicas
    refuta la idea de que los fundamentos para la
    lógica, la matemática y la ciencia se desprendan
    del funcionamiento de la mente, y asevera que estas disciplinas
    son enteramente independientes y no son consecuencia del modo
    como opera la mente. Husserl argumenta que cualquier intento de
    explicación psicologista es una forma enmascarada
    de relativismo, lo cual conduce al escepticismo en
    sus formas más extremas, por ejemplo en afirmaciones que
    son en sí mismas contradictorias, tal es el caso, cuando
    se afirma que no hay ninguna verdad, pensando que esta
    proposición misma es verdad.

    Una vez demostrado que la lógica, la
    matemática y la ciencia no se reducen ni son reflejo del
    modo como opera el cerebro, Husserl se enfrenta a un problema
    crucial y es cómo demostrar que esos objetos que aparecen
    en la mente, en unas vivencias, en unos actos de conocimiento, no
    dependen ni son reflejo de ella, sino que por el contrario, son
    creaciones que parecen ser autónomas. Este sería el
    tema de la segunda parte de Investigaciones
    Lógicas,
    donde se aborda el estudio de los actos del
    sujeto, el estudio de las vivencias del sujeto que hace la
    ciencia, para así de este modo entender cómo es que
    la ciencia aparece en la conciencia humana. De esta forma ya
    tenemos una primera aproximación a la conciencia, en
    cuanto que en ella aparecen los objetos en tanto "objetivos",
    precisamente porque no se reducen al momento mismo en que se nos
    dan.

    La intencionalidad sería la característica
    fundamental de los actos de conciencia. Estos siempre refieren
    algo, siempre son conciencia–de. Los actos de conciencia o
    vivencias implican un sentido, un objeto, algo a lo que se
    refieren, que tienen o encierran una intención; esto es
    precisamente lo que se quiere decir cuando se menciona que toda
    conciencia es conciencia de algo.

    Husserl no sólo dirá que toda conciencia
    es conciencia de algo, sino que todo "algo" es algo de una
    conciencia y en este punto radica su distancia de Brentano.
    Afirma que nosotros no podemos tener un algo sino es a
    través de una vivencia. En este sentido, los actos
    intencionales son de muy diversos tipos. Cada uno de esos objetos
    tendrá una forma distinta y peculiar de darse y es un
    error el tratar unos objetos con el modo de darse de
    otros.

    1.3 Concepto de intencionalidad en Ideas de
    Husserl

    La noción de intencionalidad que se encuentra en
    Ideas, es el concepto más elaborado que acerca de
    este particular esbozó Husserl. Intencionalidad es el
    punto de partida para instalarse en la fenomenología. En
    otras palabras, ver la esencia de la conciencia, es decir, captar
    la intencionalidad en su obrar, es estar en actitud
    fenomenológica.

    Al igual que en Investigaciones Lógicas,
    la intencionalidad en Ideas significa esa propiedad de la
    conciencia de dirigirse-a, incluso esta noción se refuerza
    y tendrá un lugar preponderante, tanto que definirá
    esencialmente a la conciencia y no como ocurría en
    Investigaciones Lógicas, donde las diversas
    modalidades específicas esenciales de referencia
    intencional (acto) son las básicas para su
    definición. A cambio de
    "actos" se usará el término "vivencia". La
    noción de vivencia es la que propiamente contiene a la
    intencionalidad. La intencionalidad se presenta en las vivencias,
    y la principal característica de las vivencias es que son
    conciencia de algo. El elemento general con el que cuenta (a
    partir de ahora) el conocimiento en Husserl, serán las
    vivencias.

    Las vivencias son el elemento más amplio del
    conocimiento en Husserl. Lo conocible se da por medio de
    vivencias, y el centro de estas es la intencionalidad. Siendo
    más precisos, la intencionalidad es la que define a las
    vivencias.

    La noción de intencionalidad en Ideas se
    encuentra inmediatamente después y como resultado de la
    aplicación de la epojé fenomenológica
    trascendental, que consiste en no emitir juicios sobre
    existencias en el espacio y en el tiempo de todo lo que nos
    rodea, aun aquellas construcciones de tipo teórico y
    práctico. Para Husserl, el mundo después de la
    aplicación de la epojé fenomenológica
    trascendental, ya no aparece como algo real, como algo existente
    en el espacio y en el tiempo, sino como un asunto puramente
    fenoménico. En este sentido, todo lo que aparece en la
    conciencia aparece como inexistente en el espacio y en el tiempo.
    Dice Husserl que todos los contenidos de conciencia tienen esta
    característica, y así hay que tomarlos si queremos
    entender a cabalidad los asuntos del conocimiento.

    Husserl entiende por
    intencionalidad:

    … la peculiaridad de las vivencias de "ser
    conciencia de algo". Ante todo nos salió al encuentro
    esta maravillosa peculiaridad, a la que retrotraen todos los
    enigmas de la teoría de la razón y de la
    metafísica, en el cogito explícito: Una
    percepción es percepción de algo, digamos de una
    cosa; un juzgar es un juzgar de una relación objetiva;
    una valoración, de una relación de valor; un
    desear, de un objeto deseado, etcétera. El obrar se
    refiere a la obra, el hacer a lo hecho, el amar a lo amado, el
    regocijarse a lo regocijante, etcétera. En todo cogito
    actual, una "mirada" que irradia del yo puro se dirige al
    "objeto" que es el respectivo correlato de la conciencia a la
    cosa, la relación objetiva, etcétera., y lleva a
    cabo la muy diversa conciencia de él.

    La expresión "ser conciencia de algo" es
    básicamente la definición de lo que debemos
    entender por intencionalidad. Definición que describe
    cómo es que conocemos y cómo es aquello que
    conocemos. "Ser conciencia de algo" significa tener presente ante
    la conciencia un fenómeno. Por fenómenos hay que
    entender todo contenido visto o experimentado, sin que deba
    pensarse en una contraposición con un ente no dado. En
    éste sentido, se llama fenómeno al dato captado
    esencialmente, en contraposición a la
    diferencia clásica, entre el mero fenómeno, como lo
    aprehendido de manera solo sensible, y la esencia.

    Por tanto, en Husserl el acto humano de conocer se da
    cuando se tiene un fenómeno ante la conciencia. Mas
    aún, el accionar de la conciencia, "ser conciencia del
    algo", es estar conociendo, lo cual significa que la
    intencionalidad es el acto fenomenológico fundamental
    mediante el cual conocemos.

    Veamos lo que significa tener presente ante la
    conciencia un fenómeno, o un acto de conocimiento. Por
    ejemplo: Un amar de un objeto amado, o podríamos
    enunciarlo en palabras más coloquiales:
    yo-amando-esta-mujer. En la
    actitud natural, (es decir, antes de la epojé
    fenomenológica trascendental, antes de captar la esencia
    de la conciencia en su obrar), la conciencia entera está
    absorta por el espectáculo de la mujer, es
    decir, por su corporalidad o su manera de ser, su sonrisa, sus
    gestos, su voz, o porque vemos a nuestra madre en ella, o porque
    es la única que nos escucha y nos manifiesta sus deseos,
    etcétera. En la actitud fenomenológica, se rompe
    este encantamiento y se añade el desdoblamiento que nos
    permite considerar por sí mismo el hecho de que amo esta
    mujer. Si ahora nos mantenemos en el desdoblamiento de nuestra
    atención, podremos examinar este hecho y
    sus significaciones. Veamos, primeramente, que se compone de dos
    términos: yo amando y "esta mujer". Entre comillas esta
    mujer para indicar que ya no estamos en la actitud natural, que
    se ha roto el encantamiento y que no es únicamente esta
    mujer la que nos interesa, es decir, aquella que nos deja
    absortos por X características. Husserl denomina como
    nóesis al primer término: yo amando y
    nóema al segundo término: "esta mujer"; esta
    dualidad reaparecerá en todos los vívidos de
    conciencia. La nóesis, o lado noético de lo
    vívido por la conciencia –yo amando– es la
    presencia activa del sujeto en la elaboración de una
    percepción y, por consiguiente, en la constitución de una significación.
    El yo es a la vez receptivo y donador de un solo y mismo movimiento, o
    en otras palabras: nóesis es lo que una vez
    practicada la epojé fenomenológica trascendental,
    se refiere a la actividad de la conciencia. El
    nóema "esta mujer" o lado noemático de lo
    vívido, es el resultado de la actividad de la
    nóesis: el objeto o sentido constituido,
    considerado en su dependencia con respecto al acto constitutivo
    que es una pura modalidad de referencia intencional al
    nóema. Ahora bien, la clave en todo este asunto es
    que nóesis y nóema sean indisociables
    y se compenetren, y esto es la evidencia misma y la esencia de la
    intencionalidad.

    Por último, hay que puntualizar que en
    Ideas la noción de intención (que en
    Investigaciones Lógicas caracteriza la conciencia),
    ahora será la que define plenamente el mundo de lo
    conciencial. La intencionalidad ya no se entiende como algo
    peculiar de los "actos", sino como el centro mismo de la
    significación.

    A modo de conclusión, la intencionalidad
    husserliana, ya sea en Investigaciones Lógicas o en
    Ideas, es la explicación y desglose del mecanismo
    del conocimiento fenomenológico. En Investigaciones
    Lógicas
    el conocimiento se da mediante "actos", siendo
    estos en su generalidad el centro de atención de Husserl.
    En Ideas será la intencionalidad el punto de
    atención, ya que esta caracteriza esencialmente a la
    conciencia.

    2. Intencionalidad,
    conocimiento e intuición

    Para el desarrollo de
    este capítulo, me serviré exclusivamente de la
    siguiente proposición que indica tanto la forma como opera
    este mecanismo, así como también sus partes: En
    todo cogito actual, una "mirada" que irradia del yo puro se
    dirige "al objeto" que es el respectivo correlato de la
    conciencia a la cosa, la relación objetiva,
    etcétera., y lleva a cabo la muy diversa conciencia de
    él
    .

    La proposición anterior indica que la
    intencionalidad es una función que se da debido a la
    interacción del yo puro y el
    fenómeno. Esta función consiste en un dirigirse por
    parte del yo puro, y específicamente es un dirigirse al
    fenómeno. Hay que aclarar que el fenómeno
    está dentro del marco de la conciencia, al igual que el yo
    puro.

    Así las cosas, el mecanismo de la intencionalidad
    presenta dos partes que se pueden distinguir con toda exactitud:
    el yo puro y el fenómeno.

    2.1 El yo puro es constante y
    necesario

    El yo puro hay que entenderlo como algo constante y
    necesario, que no es una vivencia ni una idea fija, aunque claro,
    pertenece a toda vivencia y transcurre en las vivencias. El yo
    puro opera en el cogito, y su mirada se dirige a través de
    cada cogito actual a lo objetivo. En
    otras palabras cada cogito está atravesado por el yo puro,
    tanto en su actualidad como en su objetividad, que es donde
    finalmente es llevado el cogito por el yo puro. El cogito actual
    tiene unos límites
    dados por su contenido, que son rebasados por el yo puro, y este
    más allá se refiere no al pensar mismo sino al
    objeto en sí. Husserl, que también denomina al yo
    puro como un rayo de mirada, dice que este cambia con cada
    cogito, lo cual significa que el yo puro aparece con cada cogito
    y desaparece en cada cogito. Pero el yo puro es algo
    idéntico, así el cogito siempre sea algo fugaz. En
    síntesis, asevera Husserl que no se puede dejar de admitir
    un yo puro, el cual presenta una "trascendencia peculiar, una
    trascendencia en la inmanencia" y que consiste, en última
    instancia, en ser sujeto histórico.

    Ahora bien, al yo puro lo encontramos en las vivencias,
    sin que esto signifique que el yo puro sea un fragmento o un
    ingrediente de las vivencias mismas. Que característica
    tan curiosa la del yo puro; es algo que encontramos en las
    vivencias y resulta que no es un fragmento de ellas, ni un
    ingrediente de ellas. Entonces, ¿qué lugar ocupa en
    las vivencias el yo puro? El yo puro es, nada más ni nada
    menos, que un polo de constancia de las vivencias. El yo puro
    finalmente permite que las vivencias sean vivencias.

    Husserl hace una distinción entre el yo concreto, es
    decir, el hombre en
    el mundo (el yo cotidiano o, en otras palabras, el yo de la
    psicología), y el yo puro, el cual hace que el mundo sea
    lo que es. El yo concreto pertenece y hace parte del mundo,
    está dentro de unos límites, dentro de una
    temporalidad, mientras que el yo puro "está por fuera del
    mundo", tiene su propio tiempo y por esto precisamente, puede
    tomar como su objeto al hombre
    concreto y al mundo. Así el yo puro desaparece y aparece
    constantemente, es como un rayo de mirada que lo ilumina todo.
    Pero este rayo de mirada tiene la peculiaridad de no ser
    detectado, de no ser visto con facilidad, ya que es tan "intensa
    su luz", que
    enceguece y su ser mismo es puro presente.

    Dado que el yo puro, es presente, no es fácil
    definirlo. Cuando hablamos del yo puro no estamos describiendo
    una mesa, una persona, un
    sistema,
    etcétera, sino un hecho en términos de la
    conciencia, sólo que este hecho tan particular en Husserl
    no es decible por medio de palabras, ni de ninguna otra argucia.
    El yo puro es, en tanto es algo. En términos
    aristotélicos es el instante, es decir, "ese momento que
    está entre lo pasado y lo futuro", y que está en el
    ahora, que es pura actualidad. En esta línea de
    interpretación, el yo puro husserliano ocupa el lugar que
    en Aristóteles tiene "el ente en tanto que
    ente".

    La otra parte del mecanismo de la intencionalidad es el
    fenómeno. En sentido husserliano, fenómeno designa
    todo contenido visto o experimentado, sin que deba pensarse en
    una contraposición con un ente no dado. En otras palabras,
    fenómeno se llama al dato de la conciencia que, sometido a
    la epojé fenomenológica trascendental, es
    contemplado como tal dato, prescindiendo de su valor de
    "existencia"; de ese modo, el mundo se convierte en "mundo", el
    árbol en "árbol", etcétera.

    2.2 Definición básica de
    intencionalidad

    Hay dos hechos que Husserl señala como
    básicos en la definición de
    intencionalidad:

    a) Es un dirigirse –que parte del yo puro, hacia
    el fenómeno–

    b) Es un llevar a cabo la muy diversa conciencia del
    objeto –asimilación del
    fenómeno–

    La expresión dirigirse la podemos asemejar a
    movimiento, a un ir, a desplazamiento. Pero en este punto Husserl
    no es muy claro ya que, refiriéndose al tema en
    mención, asevera que el dirigirse es una vuelta, y
    también dice que es un desviarse que puede contener en
    sí una intencionalidad. Dirigirse no es una
    expresión fácil de comprender, sobre todo si se
    piensa que se tiene que dar un movimiento. Tal vez no sea muy
    útil usar esta expresión para dilucidar lo que
    Husserl entiende por intencionalidad.

    Con mucha frecuencia Husserl también emplea la
    expresión mirar-a, como sinónimo de dirigirse-a.
    Mirar-a es el término que mejor define en toda su
    dimensión lo que significa la intencionalidad. Pero,
    Mirar-a es una frase que no debe ser tomada literalmente, ya que
    cuando Husserl usa esta expresión se refiere a una mirada
    muy peculiar, esto es, una mirada despojada de todo tipo de
    preconceptos. Generalmente, cuando miramos algo siempre lo
    miramos desde unos intereses, desde unos síntomas, incluso
    cuando miramos algo lo miramos como un acto reflejo. Lo que
    está ahí delante se impone a la mirada, y a la
    mirada también se le imponen unas necesidades. De
    éstas imposiciones es que Husserl quiere liberar a la
    conciencia, para ver de "verdad" las cosas.

    La región a la que permite acceder la
    intencionalidad, cuando vemos los objetos, es a la región
    de la "verdad" o de lo "absoluto". Finalmente se accede a esa
    primera intuición de la cosa misma, base de la
    fenomenología como ciencia estricta. Por tanto, esta
    filosofía no puede llevarse a cabo sino sobre las cosas
    mismas.

    2.3 La intuición es el acceso a
    esencias

    Husserl considera que la inducción y la deducción, que son los métodos de
    las ciencias no filosóficas son procedimientos
    indirectos de obtener verdades, ya que no los extraen de las
    cosas mismas. Pero la intuición como método no
    refiere las cosas a una existencia aquí, ahora, sino a la
    intuición de sus esencias. La intuición hace
    presente la cosa misma liberada ya de toda condición
    fáctica, y es el fundamento del verdadero método.
    Con el principio de intuición Husserl pretende obtener
    proposiciones independientes del sujeto, verdades que tenga que
    admitir cualquier sujeto.

    Para comprender la naturaleza de esas proposiciones y el
    tipo de verdades a las que accede la fenomenología,
    analicemos la siguiente proposición que está en la
    línea de lo que pretende decir Husserl:

    Toda proposición es un acto de segundo grado que
    se funda en el ver.

    Según Husserl, todo sujeto sólo puede
    tener del eidos "proposición", su intuición
    genérica o esencial. Esta proposición, según
    Husserl, se funda así misma, no depende de otras, lleva su
    verdad en sí, representa verdades intocables, pues
    muestra
    necesidades absolutas que están dadas desde el objeto
    mismo.

    Según la proposición, es evidente que para
    decir algo de algo, necesito previamente tener presentes los
    objetos, de manera que es imposible emitir una proposición
    sin previa presentación de los objetos que en ella
    intervienen, sea quien quiera el sujeto que la emita; es una
    verdad absoluta para todo sujeto capaz de emitir proposiciones.
    Son verdades independientes de todo saber reflexivo, de modo que
    las verdades obtenidas mediante teorías no pueden
    afectarlas. Estas verdades no se obtienen por inducción
    (pues no se necesita estudiar casos reales de proposiciones), ni
    por deducción (ya que no están incluidas en los
    conceptos "proposición") y, en consecuencia, no hemos
    podido extraerlas de ellos, han sido obtenidas por
    intuición de la cosa misma. Esas verdades no proceden de
    la suma de casos individuales ni de conceptos, sino de la
    presencia de la cosa misma dada a la intuición.

    Así pues, estamos impedidos para emitir
    proposiciones sin tener presentes los objetos, y esto porque el
    hecho de emitir proposiciones no se funda sobre mi emisión
    efectiva de una proposición, no se funda sobre un hecho
    concreto aquí-ahora. Contra el psicologismo que reduce
    todo lo subjetivo a lo fáctico-subjetivo, la verdad de
    este impedimento no se debe a que yo de hecho no pueda emitir una
    proposición sin tener presentes los objetos. Este
    impedimento no depende de mi constitución subjetiva, no
    expresa mi necesidad subjetiva de tener presentes los objetos
    antes de conectarlos en un enunciado; más bien, es una
    verdad de la cosa misma proposición, y expresa que es ella
    la que necesita la previa presentación de los objetos. Se
    extrae directamente de la cosa misma dada en la intuición,
    y por eso, es válida para todo sujeto que emita
    proposiciones.

    A modo de conclusión, el mecanismo de la
    intencionalidad es el medio por el cual se conoce en
    fenomenología, pero este medio revela primordialmente esa
    intuición de esencias que, según Husserl, es el
    fundamento primero del conocimiento. Eso que a primera a vista se
    nos brinda hay que tomarlo tal como se da, -dice Husserl- y
    ninguna teoría podría sacar su propia verdad sino
    de los datos
    originarios. Es por esto que la divisa husserliana reza: "a las
    cosas mismas", que son lo clave del conocimiento, y por tanto a
    ellas hay que ir, y de ellas hay que partir cuando queremos
    definirlas.

    3.
    Intencionalidad y objeto

    El propósito con este capítulo, es
    destacar el lugar que tienen los objetos en Husserl. Lugar que
    muestra la preocupación husserliana por interpretar
    cabalmente la realidad, que en términos husserlianos son
    los objetos, y en la medida que estos se digan, se dice el
    mundo.

    El grupo de
    comentaristas que a continuación citaré, no se han
    elegido por sus posturas innovadoras (punto en el cual ya hay
    numerosos autores y corrientes). No pretenden Xirau, Szilasi o
    Lyotard señalar un nuevo derrotero en la
    fenomenología, asunto que no es tema de este
    capítulo. La pretensión de los autores aquí
    estudiados es la de hacer una exégesis lo suficientemente
    rigurosa y comprensible que demuestre hasta que punto la
    intencionalidad (tal como la concibió Husserl), es de
    alguna utilidad en el
    campo del conocimiento.

    3.1 La conciencia es intencionalidad

    Joaquín Xirau afirma que la intencionalidad no es
    una propiedad de la conciencia, ni una característica que
    sobrevenga a su existencia, sino que constituye
    íntegramente su existencia misma; y no se dirige a algo
    fuera de la conciencia, ni a un contenido real de la conciencia o
    algo más allá de ella, sino a una objetividad
    ideal. Esta objetividad ideal se daría según Xirau
    así: mediante el acto intencional que la anima, la
    vivencia se trasciende a sí misma y adquiere una forma
    específica de objetividad. Por ejemplo, si yo tengo ante
    mí un círculo, el acto "real", inmanente, mediante
    el cual me dirijo a él, no tiene nada que ver con su
    constitución ideal objetiva. El objeto ideal es circular,
    porque es lo establecido, lo prefijado, lo construido.
    Naturalmente que no lo es el acto que se dirige a él, ya
    que no está enajenado. Ni la conciencia del círculo
    es circular, ni la de lo histórico histórica, ni la
    de lo rojo roja. Lo circular, lo histórico, lo rojo se
    revelan como mero correlato intencional de mi acto. Lo objetivo
    trascendente se opone en la conciencia a lo subjetivo inmanente,
    como lo ideal a lo "real".

    Xirau interpreta que la intencionalidad es la existencia
    misma de la conciencia. Siendo la intencionalidad el mecanismo
    propiamente dicho del conocimiento, esto implica -tal como lo
    dice Xirau- que la esencia de la conciencia es conocer, es decir,
    que el modo como opera la conciencia es el modo como es posible
    el conocimiento.

    3.2 La intencionalidad es actualidad

    Szilasi, que está completamente en la
    línea interpretativa de Xirau, indica el modo de accionar
    de la conciencia, y subraya que lo novedoso que aportan las
    comprobaciones de Husserl no consiste en que toda acción
    de la conciencia esté dirigida en un sentido determinado,
    sino en que la determinación procede, en cada caso, de una
    concreta situación vital, y cambia con el cambio de
    ésta. En este sentido lo que caracteriza la
    intencionalidad es la unidad de una acción de la
    conciencia con lo producido en ella. En consecuencia, la
    intencionalidad no puede entenderse como relación
    cósica entre cosas, ni como una propiedad subjetiva
    inmanente de la conciencia, mediante la cual esta
    –conciencia– superase el abismo entre ella misma y
    las cosas. Por virtud de la intencionalidad nos hallamos desde un
    comienzo atrapados en la trama de estas, en otras palabras, nos
    hallamos atrapados en el dirigirse-a, o para ser más
    claros, atrapados en estados de cosas que captamos
    cognoscitivamente.

    El comentario de Szilasi va muy en línea de
    Ideas donde Husserl explica cómo procede la
    conciencia, y sobre todo desde dónde; no procede desde
    algún lugar, ya que el lugar al que se dirige y desde el
    que se dirige siempre es único. Cada dirigirse es un
    acontecimiento único, por esto precisamente la conciencia
    está siempre haciendo el objeto. En este sentido la
    conciencia es puro presente. La conciencia no se dirige a
    ideales, ni desde ideales, el accionar de la conciencia es un
    dirigirse dado en el presente.

    El rasero que indica Szilasi, de que la conciencia no
    parte de presupuestos
    en el proceso de
    conocer, sienta la condición de que el conocimiento
    sólo es posible si hay un acercamiento al objeto. La
    presencia del objeto en la conciencia es la que valida en
    última instancia la certeza de las proposiciones. Es
    más, el objeto conciencial hace a las
    proposiciones.

    3.3 El objeto construye a la
    conciencia

    Está tan sometido Husserl a la realidad, y es tan
    funcional su idealismo, que
    García Bacca refiere que son muchas las maneras y
    distancias con que la conciencia puede tratarse con los objetos,
    pero que finalmente el centro de gravitación de los
    diversos actos del sujeto se hallan en el objeto mismo. Lo cual
    quiere decir que sujeto

    y actos se hallan "instalados" en el objeto, en un nivel
    superior o inferior, pero siempre "en" él. La
    intención, la tendencia o dirección, está
    dirigida y guiada por y hacia el objeto mismo.

    La conciencia, al ser el objeto, necesariamente se
    está haciendo, porque ella por sí misma no tiene
    sentido. De esta forma la conciencia siempre se construye a
    partir del objeto. El objeto es la significación de la
    conciencia, por esto la conciencia lo es todo. Generalizando, la
    conciencia es el mundo.

    3.4 La conciencia contiene el mundo

    Lo que para Xirau significa "objetividad ideal", o en el
    caso de Szilasi "cosa", Lyotard lo denomina "mundo". Al mundo es
    a lo que se dirige la conciencia en el proceso de conocer, y este
    hecho es su esencia, lo cual denota que la conciencia es
    conocimiento del mundo. Conocimiento del mundo hay que entenderlo
    dentro de ciertos límites, la conciencia sólo puede
    conocer el mundo, y lo que lo rebase no es posible de
    conocer.

    La conciencia siempre está volcada al mundo (o al
    objeto) y este es su vida, su ser dice exactamente Lyotard. En
    este sentido Lyotard asigna a la intencionalidad la capacidad de
    contener el mundo, que no es real sino intencional, y explica que
    la epojé fenomenológica trascendental, al dejar
    fuera de circulación la posición espontánea
    de la existencia del objeto, revela a tal objeto en tanto que
    reducido a fenómeno; el árbol sólo es
    entonces algo que tenemos frente a nosotros y mi conciencia
    aquello por lo cual existen objetos que se nos
    enfrentan.

    Lyotard afirma que el mundo se encuentra en la
    conciencia como fenómeno, esto es tanto como aseverar que
    estudiando la conciencia, tal como Husserl la
    entiende, es estudiar el mundo. El mundo no
    sería posible pensarlo en ausencia de la conciencia. Lo
    que resulta bien sugestivo de todo esto, es que en la conciencia
    el mundo aparece como siendo parte de ella, lo cual nos hace
    afirmar que se encuentra superado el problema del mundo externo.
    En la conciencia no encontramos tal problemática debido a
    que el mundo es un fenómeno que hace parte de ella,
    gracias a la intencionalidad.

    3.5 Lo real es la conciencia

    El siguiente autor aclara un punto que es clave en la
    comprensión de todo este asunto, y es que el mundo, al que
    se accede por medio de la conciencia, no es un mundo exclusivo o
    un punto de vista. Husserl lo que dice, es que el objeto es lo
    conocible y cualquier cosa que se refiera del objeto es dicho
    desde la conciencia, y las aseveraciones que se hacen desde la
    conciencia son válidas para cualquier sujeto.

    W. Luypen afirma que la fenomenología permite ver
    la "realidad". La conciencia – según Luypen–
    no puede existir independientemente de los objetos, y siempre
    tenemos una conciencia cuando tenemos un objeto, no existe algo
    como una conciencia en sí. Esta presencia y accesibilidad
    a la realidad no se considera como elaboración
    subsiguiente de una conciencia pre–existente y
    originalmente aislada; la conciencia es esta accesibilidad
    a esta realidad. Así, la esencia de la conciencia
    es precisamente este movimiento abierto hacia una realidad
    accesible. Así pues, la intencionalidad en Husserl postula
    una conciencia que está implicada activamente en el mundo.
    Esta conciencia activa permite que el mundo sea lo que es.
    Resulta imposible pensar el mundo en ausencia de la conciencia
    humana porque el propio pensar es intencionalidad, es decir, un
    modo de estar implicado en el mundo. Considerar al mundo en
    ausencia de la conciencia humana entrañaría
    retirarse del mismo objeto que se desea penetrar. En tales
    circunstancias, no se podría plantear una pregunta
    real.

    Xirau denota con el nombre "Objetividad ideal", a lo que
    se accede por medio de la intencionalidad. Szilasi lo nombra como
    la "cosa", Lyotard como "mundo", Luypen como "realidad". En esta
    monografía lo he denominado "objeto". Todas
    estas expresiones indican lo mismo, es decir, aquello a lo que se
    dirige la conciencia en el proceso del conocimiento. Pero en
    sentido estricto, Husserl lo denomina como "objeto". El Objeto es
    lo conocible y la intencionalidad es el mecanismo de la
    conciencia por medio del cual se conoce.

    Hay un punto en el que coinciden los comentaristas y que
    podríamos sintetizarlo en los siguientes términos:
    el más allá de la conciencia, a saber, los objetos,
    son el elemento básico del conocimiento y cualquier
    propuesta epistemológica tendría que construirse a
    partir de lo que ellos sugieren y posibilitan. Abandonar los
    objetos sería tanto como abandonar las posibilidades de
    una teoría del conocimiento que, finalmente, no puede
    partir sino de lo dado a la conciencia.

    Conclusiones

    1. La intencionalidad genera muchas consecuencias en
    todos los ámbitos del saber humano. Y en este sentido es
    muy rico el abanico de posibilidades que se abre. En los
    párrafos siguientes comentaré a muy grandes rasgos
    (y esto con el fin de evidenciar las alcances de esta
    noción), aquellos temas que sin estar completamente en el
    terreno de la intencionalidad, al menos sí se derivan de
    su significación.

    Quizá una de las consecuencias más
    importantes y sobre todo sugestivas del concepto de
    intencionalidad husserliano, es que este indica a cada instante
    un mundo posible, y esto porque la conciencia no parte de
    presupuestos cuando asume el objeto. En este sentido, Jaakko
    Hintikka afirma que las únicas materias disponibles para
    elaborar la semántica de los conceptos intencionales son
    mundos posibles. Mundo posible, se refiere a lo que Husserl
    indica cuando dice que hay una lógica en el referir
    intencional, en el dirigirse-a. Dado que el objeto en la
    conciencia aparece como puro presente, esto implica que siempre
    el objeto nos va a mostrar un horizonte posible, un horizonte que
    se sale de nuestra formalidad. Por esto Hintikka afirma que la
    lógica de los conceptos intencionales, no es una
    lógica de manual. Incluso
    podríamos decir que lo intencional se encuentra antes de
    la lógica. En esta línea interpretativa
    tendríamos en Husserl una pre-lógica, que
    está en un continuo devenir, que es en tanto es el objeto,
    y que no es, en tanto el objeto no aparece en la
    conciencia.

    Lo anterior quiere decir que hay tantos mundos posibles,
    como objetos se encuentran en el universo. Hay
    que tener claro que Husserl no solo entiende por objetos, al
    otro, a mi prójimo, a uno mismo, a una mesa, una piedra,
    un árbol, sino también el sentir amor, odio,
    desamor, desesperanza, alegría, tristeza, etcétera.
    Lo objetual lo es todo, por esto precisamente Lyotard afirma que
    con el estudio de la conciencia, se estudia el mundo. Lo cual
    quiere decir que cada acercamiento de la conciencia a su objeto,
    genera una semántica específica que está
    dada por los objetos, y cualquier cosa que se refiera más
    allá de los objetos no tendría sentido; por esto
    precisamente no es posible entendernos sino a partir de las
    conceptualizaciones que ha generado la intencionalidad. En otras
    palabras, la intencionalidad ha originado una semántica
    que a cada instante se amplía o, incluso, se ve modificada
    por los objetos que aparecen y desaparecen en la
    conciencia.

    La intencionalidad es una constante puesta en
    cuestión y desafío para la semántica, dado
    que la conciencia por su misma naturaleza no le es posible
    aceptar las conceptualizaciones establecidas, y no tanto porque
    su función sea la de cuestionar la significación de
    las palabras, sino más bien porque ella parte de lo dado,
    y lo presente en ella para sus conceptualizaciones.

    Así las cosas, para la intencionalidad, las
    palabras y sus significados están en un continuo devenir.
    Porque los significados que proceden o que se dan gracias a la
    intencionalidad, poseen la misma condición que esta, a
    saber: son puro presente y se dicen desde la presencialidad de
    los objetos en la conciencia.

    2. Según Husserl la intencionalidad es dada a
    cada sujeto que conoce, y este hecho se da desde el puro
    presente, es decir, que el sujeto cognoscente debe estar
    padeciendo la intencionalidad para poder afirmar
    que está conociendo. En este sentido el conocimiento
    fenomenológico es una cuestión subjetiva y
    más exactamente subjetiva trascendental. El conocimiento
    en términos husserlianos depende siempre del sujeto que
    intenciona.

    El sujeto que intenciona, no debemos olvidar, es fruto
    de la epojé fenomenológica trascendental, es decir,
    lo hemos descubierto por medio de este método. En este
    sentido, el sujeto que intenciona tiene unas
    características muy especiales que lo hacen estar por
    fuera de cierta tipicidad de lo generalmente considerado como
    sujeto. El sujeto que se percata de la conciencia husserliana y
    de su propiedad fundamental (la intencionalidad), es el sujeto
    trascendental, que ve esencias y no accidentes de
    los objetos.

    Hay varios puntos que no son del todo comprensibles en
    este asunto del subjetivismo trascendental. A la intencionalidad
    se accede desde el yo puro, por esto se habla de subjetivismo
    trascendental, lo cual significa que el conocimiento no se da
    como una cuestión del yo psicológico (es decir,
    desde la persona, con su historia personal, con sus
    síntomas, sus condicionamientos, su conformación
    psíquica), porque este se reduce o desconecta por medio de
    la epojé fenomenológica trascendental. Aquí
    hay que tener en consideración cómo es aquello a lo
    que accedemos por medio de la epojé, que en palabras de
    Merleau–Ponty significa una resolución de hacer
    aparecer el mundo tal cual es, antes de todo retorno a nosotros
    mismos. Es el deseo de igualar la reflexión con la vida
    irreflexiva de la conciencia. Apunto a un mundo y lo percibo,
    dice Merleau-Ponty.

    Que el mundo aparezca en la conciencia tal como es, es
    tanto como definir el mundo tal y como es desde la
    intencionalidad. Por lo tanto, las definiciones que obtenemos por
    medio de la intencionalidad son la base para el conocimiento no
    sólo particular sino también general. Lo que si hay
    que dejar claro, es que las conceptualizaciones fruto de la
    intencionalidad no son definitivas en el sentido que estas digan
    en toda su dimensión los objetos. Cada
    conceptualización es como una capa de significación
    y como tal hay que tomarla.

    Antes de terminar este aparte, quisiera insistir que la
    denominación subjetivismo trascendental se refiere a que
    lo dado a la conciencia, es dado a un sujeto sui generis,
    es decir, un sujeto libre de condicionamientos y preconceptos,
    pero esto no significa que lo dado al sujeto solo tenga validez
    para él, la tiene también para los otros, puesto
    que desde el sujeto trascendental o subjetivismo trascendental se
    accede a esencias.

    3. No es usual comparar a Husserl y a Wittgenstein en
    temas como el de la intencionalidad, pero las
    consecuencias de ambas teorías tienen mucho en
    común, ya que suponen una forma de significar muy similar.
    Y esto sobre todo es evidente en el Husserl de Investigaciones
    Lógicas,
    y de Ideas y en el Wittgenstein de las
    Investigaciones Filosóficas que considera que el
    significado de una proposición se identifica con su uso en
    un contexto de acción dado.

    La proposición de Wittgenstein según la
    cual el significado de una oración es dado por su uso, o
    lo que en otras palabras Wittgenstein denomina como juegos de
    lenguaje y de
    formas de vida (en las que seguir una regla es ya siempre seguir
    una práctica), implica que las palabras continuamente
    estén variando su sentido, y no hay pretensión
    alguna de alcanzar un lenguaje puro universal o de construir
    lenguajes artificiales, libres de ambigüedades. Algo
    semejante propone Husserl con su noción de
    intencionalidad, ya que el sentido de las palabras depende de
    manera absoluta de lo que en su momento se pueda referir de los
    objetos. En este orden de ideas, tanto en Wittgenstein como en
    Husserl, el significado de las proposiciones no esta dicho de
    manera absoluta, y siempre va a depender en el uno
    –Husserl– de lo que refieran los objetos, y en el
    otro –Wittgenstein– de su uso.

    La distinción de la postura husserliana y la
    wittgesteiniana, consiste fundamentalmente en que Husserl por su
    lado toma como elemento primero de su filosofía los
    fenómenos y la aparición de estos en la conciencia,
    es decir, la intencionalidad, y es de este hecho de la conciencia
    del que va a depender la significación. Wittgenstein, por
    su parte, toma como elemento básico los juegos del
    lenguaje. Juegos que dependen del uso que se les de en un
    contexto de acción dado.

    Es indiscutible la distancia entre Husserl y
    Wittgenstein. Son dos campos de análisis desiguales, y son concepciones de
    interpretar el mundo incomparables, pues el uno considera que el
    punto clave es la conciencia y el otro el lenguaje.
    Pero ambas concepciones apuntan a un mismo lugar y coinciden
    mucho en sus resultados. El resultado neto de la propuesta
    filosófica de Husserl es considerar que los objetos no son
    completamente definibles, pues ellos siempre nos muestran uno de
    sus tantos horizontes. Wittgenstein desde el punto de vista del
    lenguaje considera, al igual que Husserl, que los objetos no son
    completamente definibles y que el significado de estos siempre va
    a depender del uso que en el momento se le este dando al
    lenguaje. Las expresiones uso y horizonte dejan abierta la
    posibilidad de nuevas significaciones, de nuevas reglas, de
    nuevas formas de significar el mundo.

    4. Mundos posibles, lógica posible y subjetivismo
    trascendental son tópicos muy indicativos de lo que
    implica la fenomenología. No tiene esta corriente
    filosófica la pretensión de sentar doctrina, de
    dogmatizar en algún sentido. Sugiere por el contrario, la
    necesidad de estar recomenzando siempre y someterse a los
    objetos, incluso cambiar de camino, si así se hace
    necesario.

    Bibliografía

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    Presentado por

    Mario Córdoba Córdoba

    Semestre II, 2004

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