- La dislexia: definición,
Tipos, prevalencia, sexo, base
genética - Causas de la
dislexia - Características de los
niños con dislexia - Prevención de la
dislexia: cómo ayudar a su hijo en el aprendizaje de la
lectura - Tratamiento de la dislexia:
cómo ayudar a su hijo si presenta dificultades en la
lectura
1- LA DISLEXIA:
DEFINICIÓN, TIPOS, PREVALENCIA, SEXO, BASE
GENÉTICA
Una definición sencilla de la dislexia
dice que es el problema para aprender a leer que presentan
algunos niños y
niñas, con un coeficiente intelectual normal y sin la
presencia de otros problemas
físicos o psicológicos que puedan explicar las
dificultades.
Se ha de tener en cuenta que aunque dislexia se refiera
etimológicamente a problemas en la lectura,
normalmente se presenta junto con dificultades en la escritura o
disortografía. Por ello sería más
lógico hablar de problemas para aprender a leer y
escribir, o sea problemas en la lectoescritura.
Sin embargo, la existencia de la dislexia ha sido muy
cuestionada. En algunos medios se
mantienen actitudes
opuestas al uso del término Dislexia, prefiriéndose
otras denominaciones como Dificultades de Lectoescritura o
Trastorno Específico de la Lectura.
Aunque hay algunos autores que niegan la misma
existencia del trastorno, se ha acumulado evidencia suficiente
como para poder afirmar
que efectivamente existe la dislexia, con una base
neurológica clara.
También se defiende que en lugar de de dos
grupos
diferenciados (disléxicos y no disléxicos),
podría existir una continuidad sin límites
claros entre la dificultad severa para la lectura y la
normalidad.
En lo que sí se está de acuerdo es en que,
ya que este trastorno puede producirse antes de que la persona haya
adquirido la lectura o después de adquirida, puede
distinguirse entre dos tipos de dislexia:
–Dislexia adquirida: la sufrirían aquellas
personas que tras haber logrado un determinado nivel lector,
pierden algunas de estas habilidades como consecuencia de una
lesión cerebral.
–Dislexia evolutiva: niños que sin ninguna
razón aparente presentan dificultades especiales en
el aprendizaje
de la lectura. Esta es la dislexia a la que en adelante nos
referiremos.
También hay que tener en cuenta que no
toda dificultad en la lectura significa que nos encontremos
ante un niño con dislexia. La lectura es una
actividad muy compleja en cuyo aprendizaje es
normal que en las primeras etapas aparezcan dificultades y
errores que no tienen por qué indicar una futura dislexia.
Muchos autores señalan que para ello tendría que
producirse un retraso de dos años en relación al
nivel esperado de lectura.
No existen datos de
prevalencia en España,
pero los porcentajes que se estiman rondan el 5%.
Hasta fechas relativamente recientes se ha venido
pensando que la dislexia era un trastorno mucho más
frecuente entre los niños que entre las niñas. Sin
embargo, estudios mejor controlados estiman que el predominio
en el sexo masculino es muy bajo.
A pesar de que está claro que la dislexia tiene
un componente hereditario importante, no está
demostrado el tipo de herencia por el
que se rige.
Algunos estudios indican que el déficit cognitivo
que produce la dislexia persiste a lo largo de la vida, aunque
sus consecuencias y su expresión varían
sensiblemente. Así, en los adultos disléxicos,
suele existir un acceso a la lectura, aunque con menor fluidez y
precisión que la que poseen los individuos no
disléxicos, por lo cual requieren un mayor esfuerzo
durante las actividades de lecto-escritura.
Las causas de la dislexia infantil siguen sin
estar claras.
Una de las teorías
que han estado
más en boga en España ha sido la de que el origen
de la dislexia residía en un trastorno perceptivo-visual.
Así el motivo por el que los niños presentaban
confusiones lectoras entre b-p, p-q, d-p, u-n, los-sol, etc.,
sería por dificultades en la percepción
visual, debido a incapacidad para organizar espacialmente de
forma adecuada el material a leer, sobre todo en sus aspectos de
orientación derecha-izquierda, unido casi siempre a un
conocimiento
inadecuado del esquema corporal.
La dislexia también se ha achacado, entre otros
factores, a un inadecuado movimiento
ocular, a un menor rendimiento en la memoria, a
un insuficiente desarrollo
cerebral para integrar los estímulos auditivos y visuales,
a problemas afectivos, a problemas pedagógicos o a
deficiencias en el desarrollo del lenguaje.
Otra teoría
afirma que muchas personas tienden a procesar la información de una forma visual o
imaginativa. Es decir, elaboran su pensamiento
primeramente a través de su inteligencia
visual. Podríamos decir que su pensamiento produce una
película continua. Y la película se interrumpe cada
vez que deben leer una palabra abstracta, que no es
fácilmente traducible.
Importantes trabajos recientes de revisión sobre
el tema se inclinan de forma muy decidida por la hipótesis lingüística como base de la
dislexia
Actualmente uno de los modelos
más aceptados es el del modelo de lectura de doble
ruta, según el cual, el lector utiliza dos vías
para llegar al significado de las palabras que ve
escritas:
-Ruta visual: consiste en comparar la forma
ortográfica de la palabra escrita (secuencia de letras)
con las representaciones de palabras de que disponemos en el
léxico visual (a modo de "diccionario
visual").
–Ruta fonológica: mediante el
mecanismo de conversión de grafemas (letras) a fonemas
(sonidos), se obtiene la pronunciación de la palabra,
siendo así ésta identificada.
Se ha visto que los niños que presentan
dificultades en la lectura pueden tener dañadas una (o
ambas) de estas rutas, por lo que según las dificultades
que presenten se puede hablar de tres tipos de
dislexia:
–dislexia visual: la lectura siempre se produce
por la ruta fonológica.
–dislexia fonológica: la lectura se
produce por la ruta visual.
–dislexia mixta: se presentan problemas
referentes a los dos subtipos anteriores.
3-
CARACTERÍSTICAS DE LOS NIÑOS CON
DISLEXIA
El diagnóstico de dislexia se basa en la
historia
clínica y en las pruebas
psicométricas. No existe en la actualidad ningún
examen "biológico" que se pueda utilizar en la
práctica clínica para establecer o confirmar
el diagnóstico de dislexia.
Tampoco es posible en una edad temprana establecer con
seguridad dicho
diagnóstico.
El que un niño no aprenda a leer en la etapa
de Infantil no tiene por qué indicar una futura
dificultad grave, pues cada uno tiene su ritmo, y aunque los
niños pueden escribir y leer desde el inicio de la
escolaridad y no se debe frenar ni retrasar su aprendizaje,
tampoco se puede forzar el aprendizaje precoz, ni clasificarlos
ni exigirles a todos unos conocimientos iguales.
Además, no hay que olvidar que cuando un
niño está aprendiendo la lectoescritura puede
cometer muchos errores, por ejemplo, inversiones de
letras al leer o escribir (SE por ES, SOL por LOS, etc.), pero
esos fallos son normales y no deben alarmarnos.
En la etapa de Primaria es cuando puede
establecerse con firmeza el diagnóstico de dislexia. Los
síntomas más habituales son:
-Omisiones, substituciones, inversiones, distorsiones o
adiciones de letras, sílabas y/o palabras.
-Rectificaciones, vacilaciones, silabeos y
pérdidas de la línea, provocando lentitud
lectora
La consecuencia de estas dificultades en la lectura
mecánica es la falta de comprensión
de lo leído.
De todos modos, a lo largo de la escolaridad se suele
presentar la siguiente evolución:
-En los niveles inferiores (repetidores de segundo curso
y tercero de Primaria) los alumnos con dificultad lectora no
suelen dominar todas las correspondencias entre letras y
sonidos.
-En niveles medios (tercero y cuarto de Primaria) los
alumnos han aprendido dichas correspondencias, pero les cuesta
trabajo
automatizar la lectura de sílabas, siendo su lectura muy
laboriosa y lenta.
-En los cursos superiores los alumnos presentan
problemas en el reconocimiento de palabras completas, por lo que
tienen que leer muy despacio para leer bien. Pero dado que las
actividades escolares en los cursos superiores obligan a los
alumnos a ser lectores exactos y rápidos, dicha presión
provoca que modifiquen su manera de leer: dejan de usar la
lectura secuencial, que es exacta pero ineficaz por su lentitud y
utilizan el procesamiento de pistas fonéticas parciales y
ortográficas globales pero incompletas, combinado con el
uso de la adivinación. Como resultado, aumentan los
errores, la ansiedad al darse cuenta de ellos, el rechazo a las
tareas de lectura y como consecuencia las pocas oportunidades
para automatizar el reconocimiento de palabras
completas.
Por otro lado, la dislexia puede ir unida a otros
problemas de aprendizaje escolar, tales como:
-La disgrafía (dificultades en la
realización de los trazados gráficos que requiere la
escritura)
-La disortografía (dificultades para reproducir
correctamente las grafías que integran las
palabras)
-Problemas de falta de atención y concentración.
-Falta de interés y
motivación
por el estudio.
-Fracaso escolar, con aversión hacia la
lectoescritura.
Como consecuencia de ello, podemos encontrar algunos
desajustes a nivel comportamental y emocional:
– Aumento de la falta de auto-confianza y de la
frustración.
– Baja auto-estima.
– Aparición de conductas disruptivas o de
inhibición progresiva.
4-
PREVENCIÓN DE LA DISLEXIA: CÓMO AYUDAR A SU HIJO EN
EL APRENDIZAJE DE LA LECTURA
Los niños pequeños tienen una conciencia muy
escasa de los sonidos del lenguaje. Oyen una secuencia continua
de sonidos, pero no son conscientes de que estos se pueden
dividir en palabras, y estas últimas en sílabas y
mucho menos que las sílabas pueden estar formados por uno
o varios sonidos. Esta habilidad se llama conciencia
fonológica y se puede desarrollar con el
ejercicio.
Se ha comprobado que la conciencia fonológica
facilita el aprendizaje de la lectura tanto en niños
prelectores como en niños con riesgo de
presentar dislexia. Por ello, facilitando precozmente los
aprendizajes fonológicos, se pueden prevenir problemas
lectores que aparecerían posteriormente.
Las actividades para adquirir conciencia
fonológica son muy abstractas, porque se basan en
estímulos que el niño no puede ver ni manipular,
por lo que deben realizarse siempre a modo de juego, y a ser
posible apoyándonos en láminas, fotografías,
dibujos, etc.
El orden que habría que seguir es comenzar con actividades
de rima, continuar con la sílaba, y acabar finalmente con
el fonema. Hasta la edad de 5 años es muy difícil
que el niño consiga tener conciencia de los fonemas en
todas las posiciones de las palabras.
Lo que los padres podemos hacer
es:
-En primer lugar, realizar actividades verbales para
desarrollar la conciencia fonológica, como, por
ejemplo:
-Elegir una letra del alfabeto, comenzando con una letra
que aparezca en el nombre del niño. Durante todo el
día, buscar objetos que comiencen con esa
letra.
-Inventar rimas para el nombre del niño(a);
"Sara, bonita eres de cara"
-Hacer el sonido de una
letra. Pedirle al niño que intente encontrar esa letra en
un libro o
periódico. Leer en voz alta la palabra que
tiene esa letra.
-Describir las cosas que ve al aire libre,
usando palabras que comiencen con el mismo sonido: "casa
cuadrada", "perro pequeño", "bote bonito."
-Inventar una rima propia sobre algo de casa: "¡Al
gatito chiquitito le picó un mosquito!"
-Escoger una canción o una rima que el
niño se sepa. Cantarla en voz alta, aplaudiendo al ritmo
de las palabras.
-Leer con él una historia que rime o cantar
juntos una canción. Dejar que el niño vaya
completando las palabras que riman.
-Recitar una rima infantil o poema, línea por
línea. Pedirle al niño que repita cada una de las
frases u oraciones después de que se le vayan
diciendo.
-Inventar rimas de dos palabras acerca de objetos que
haya en casa, como por ejemplo "silla pilla" y "taco flaco."
Mejor si las rimas son cómicas.
-Con algunos juegos
tradicionales de lenguaje oral también se desarrolla
la conciencia de los sonidos:
– DE LA HABANA HA VENIDO UN BARCO CARGADO
DE…
El primer jugador dice, por ejemplo "De la Habana ha
venido un barco cargado de PATATAS" y a continuación hay
que ir diciendo palabras que comiencen por PA, PE, PI, PO y
PU.
-VEO-VEO
El primer jugador dice "Veo-Veo", el otro responde
"¿Qué ves?". El primer jugador responde: "Una
cosita". Se responde "¿Qué cosita es?". El primero
contesta, por ejemplo: "Empieza por LA-". Hay que averiguar de
qué objeto se trata. (Cuando el niño ya domine las
sílabas se puede realizar utilizando letras, por ejemplo:
"Empieza por L-".
-PALABRAS ENCADENADAS:
El primer jugador dice una palabra, por ejemplo PLANTA.
El otro jugador debe decir una palabra que comience por la
sílaba final de la palabra dicha (en este caso, por TA,
como TAZA) y así sucesivamente: ZAPATO, TOMATE….
–Otros prerrequisitos son también importantes
(atención, memoria,
vocabulario). Eso significa que el niño debe estar
abierto a experiencias variadas y sobre todo debe contar con la
mediación de un adulto que vaya ayudándole a
madurar esos aspectos. Algunas actividades caseras que
desarrollan estos prerrequisitos:
-decirles el nombre de las calles por la que pasan;
luego jugar a que les lleve a una calle.
-recordar nombre, apellidos y profesión de
papá y mamá.
-aprender su número de teléfono y los de algún familiar o
amigo
-localizar en las tiendas lo que van a comprar y
cogerlo
-jugar con puzzles, barajas de familias, animales,
etc.
-aprender los días de la semana y los meses del
año
-buscar diferencias entre dos dibujos casi
iguales
-observar durante un tiempo una
lámina, foto…, y preguntarles qué cosas
había, cuántas personas, qué ropas llevaban,
qué tiempo hacía, etc.
-enseñarle canciones de corro, adivinanzas y
refranes
-dedicar algún rato a contar chistes
-poner objetos sobre la mesa y decirle que cierre los
ojos; esconder un objeto y cuando abra los ojos tiene que
descubrir cuál falta.
-describirle un objeto de la casa. "Tiene cuatro patas y
nos sentamos en ella cuando vamos a cenar", y que lo
adivine.
-leer juntos una historia y hablar sobre ella. Hacerle
preguntas para ver si se acuerda de algunos de los
acontecimientos del cuento.
-recordar qué comió el día anterior
en la comida y en la cena.
-cambiar objetos de su lugar habitual en una
habitación de la casa y preguntarle si nota algo
diferente.
-aprovechar todo tipo de salidas de la ciudad para
explicarle por qué pueblos pasa y qué es lo que
vemos.
-ver con él un programa de TV y
preguntarle por los personajes, cómo se llamaban,
qué cosas hacían, etc.
-preguntarle sobre una habitación con los ojos
cerrados: color de las
paredes, cuadros, muebles, otros objetos, etc.
-Debemos confiar en los profesionales de la
educación y seguir sus orientaciones y propuestas de
colaboración, de modo que tanto la familia
como la escuela vayamos
en la misma dirección.
-No todos los niños llevan el mismo ritmo, sino
que hay liebres y tortugas, y lo importante es que cada uno
alcance sus objetivos de
acuerdo a la madurez que vaya adquiriendo; no debemos perder
la paciencia ni atosigar al niño.
-Hay que propiciar en el niño el desarrollo de
una relación positiva con lo escrito, asociando la
lectura con situaciones placenteras: manipulación de
libros,
audición de lecturas por un adulto antes de dormir, leer a
dos voces (el adulto lee el cuento, pero de pronto se calla, o el
adulto lee un trozo y el niño otro, etc.).
–Demostrar al niño la utilidad de la
lectura: viendo en el
periódico a qué hora empieza un programa de TV,
consultando los catálogos de juguetes,
viendo la fecha de su cumpleaños en un calendario, leyendo
una receta de cocina, escribiéndole notas para que haga
recados, leyendo las notas que le entregan en el colegio,
etc.
El niño comienza a acercarse a la lectura, sobre
todo, cuando ve leer a los más próximos. Si nos ve
leer habitualmente a los mayores, si le estimulamos para que
presten atención a los escritos, pronto comenzarán
las preguntas: "¿qué pone ahí?",
"¿qué letra es esa"?. En este momento podemos decir
que el aprendizaje de la lectura ha
comenzado.
–Debemos proporcionarles libros. En los libros
para los más pequeños predominan la
ilustración y los elementos gráficos. Mediante
los dibujos, los niños reconocen objetos, personas,
animales… Algunos libros incluyen textos mínimos:
palabras, frases sencillas, pequeños diálogos,
repeticiones, palabras y frases sonoras. El sonido de las
palabras puede ser un aliciente para la lectura de un libro:
descubrir sonidos extraños, divertidos,
cacofónicos… A estas edades gusta la repetición
de sonidos, de palabras, de ideas … Les gustan las historias de
ficción o temas de la vida, pero siempre con predominio
absoluto de la imagen. Los
animales son uno de sus temas favoritos. Las historias deben ser
sencillas y fáciles de predecir. Entre los libros que
más interesan a estas edades destacamos:
-Libros juego: troquelados, con agujeros, ventanas,
elementos móviles, diferentes texturas
-Libros de imágenes
sin texto, con una
secuencia narrativa lineal mínima donde ellos pueden
recrear la historia
-Libros de imágenes con textos muy breves, con
una o dos líneas impresas por página.
-Libros de poesías, adivinanzas, canciones y juegos de
palabras.
-Libros documentales o de información que les
ayudan a descubrir el mundo que les rodea: plantas y
animales, colores y
formas…
-Libros para hacer actividades: dibujar, colorear o
recortar
5- TRATAMIENTO DE LA
DISLEXIA: CÓMO AYUDAR A SU HIJO SI PRESENTA DIFICULTADES
EN LA LECTURA
Si un niño presenta dislexia tiene
necesidad de:
-Una evaluación temprana de sus dificultades
realizada por el EOEP o Departamento de
Orientación.
-Un programa de refuerzo o adaptación
curricular centrado en las tareas de leer y escribir
-Un apoyo escolar, preferiblemente individual y
especializado.
-La coordinación entre otros servicios
(sanitarios, educativos)
-La colaboración familiar
El tratamiento de los problemas lectores debe
centrarse en la recuperación del mecanismo que funciona
deficientemente, por lo que el planteamiento terapéutico
ha de ser obligatoriamente individual. Cuando las dificultades se
centran en la ruta fonológica es imprescindible trabajar
las habilidades de correspondencia de grafema a fonema. Por el
contrario, si las dificultades se encuentran en el reconocimiento
de palabras habría que trabajar con tarjetas en la
que estén el dibujo y la
palabra escrita.
En cuanto a la metodología es muy importante adecuar el
ritmo a las posibilidades del niño, trabajando estas
actividades de forma agradable, con sensibilidad a las
necesidades globales del niño y propiciando continuamente
el éxito
en la tarea.
¿Qué podemos hacer los
padres?:
-Solemos preocuparnos cuando nuestros hijos no leen como
nosotros esperamos. Y, en ocasiones, nos preocupamos sin motivo.
¿Cómo saber si realmente falla algo? Consultando
al profesorado de nuestros hijos. Sólo hablando y
contrastando nuestras observaciones con ellos sabremos si existe
retraso o aquello que nos preocupa forma parte de la evolución normal en el aprendizaje. Ellos
no orientarán y nos indicarán qué hacer si
nuestros hijos necesitan una ayuda adicional. Nuestra
intervención sin consultar antes con los profesores puede
llevarnos a errores como:
-Crear ciertas contradicciones entre el método de
la escuela y el que empleamos en casa. Sin tener conciencia de
ello, podemos presentar el sistema de
escritura de manera muy diferente a la que esperan o están
acostumbrados los niños.
-Emplear textos inadecuados por su extensión, por
su interés o por su tema (tanto por exceso como por
defecto).
-Introducir un ritmo de aprendizaje excesivo, quemando
etapas y provocando un aprendizaje poco seguro o poco
válido para resolver sus problemas, o creando incluso un
cansancio innecesario.
-Repetir o enseñar lo ya sabido, provocando
cierto aburrimiento.
-El papel más importante que tienen que cumplir
los padres de niños que comienzan a presentar dificultades
en la lectura quizás sea el de apoyo emocional y
social. Una manera es reconocer que, debido a los problemas
de aprendizaje, el niño ha tenido que esforzarse mucho
más en su trabajo para alcanzar su nivel actual de lectura
y escritura. También es importante comunicarle que se le
seguirá queriendo, aunque no le vaya bien en el
colegio.
-Los padres deben dejar muy claro al niño que
puede tener éxito y animarle, ya que de lo
contrario no pondrá de su parte el esfuerzo necesario para
superar las dificultades.
-Si los padres también tuvieron problemas con la
lectura sería bueno que compartieran con su hijo los
problemas que sufrieron. Esto le hace al niño sentirse
más normal.
-Es totalmente inadecuado e inútil compararle con
algún hermano o compañero sin problemas. Conviene
recordar que ambos son distintos y tienen sus cualidades,
señalando algún área en que
destaque.
-Es importante desarrollar la autoestima
a todos los niveles. Puede hacerse dispensando al niño
consideración positiva incondicional, en especial cuando
se siente decaído o fracasado. Es fundamental evaluarlo
por su propio nivel, esfuerzo y rendimiento.
-Antes de la lectura se le puede
ayudar
-Recapacitando sobre lo que va a leer y para qué
está leyendo: entretenerse, localizar un
dato…
-Ayudándole a recordar lo que sabe sobre el tema
tratado o sobre asuntos relacionados.
-Fijando su atención sobre las marcas del texto
que proporcionan información sobre su estructura:
índice; títulos y subtítulos;
capítulos y apartados; subrayados,
negritas…
–Durante la lectura se le puede
ayudar:
-Llamando su atención sobre imágenes y
esquemas que acompañan el texto, señalando la
relación entre ambos.
-Estimulándole a que hable y cuente lo que
está leyendo.
-Preguntándole si está encontrando
problemas y ayudándole a concretar qué es lo que no
entiende y dónde puede residir el problema: en el
vocabulario, en la estructura de las frases, en el
tema…
-Dándole soluciones
cuando no comprende algo: la relectura, la lectura del contexto,
la consulta del diccionario o de otro libro para ampliar
conocimientos…
-Después de la lectura se le puede
ayudar:
-Conversando sobre la lectura, averiguando qué
pasajes han sido más complicados y por
qué.
-Contrastando, cuando lo haya, el índice del
libro con lo que ha aprendido, haciendo notar la ventaja de
revisar títulos y epígrafes para recordar y
elaborar el propio resumen mental
-Indicándole que puede anotar sus dudas y debe
saber plantearlas en clase
(especialmente en la realización de trabajos
escolares).
-Recordando el vocabulario nuevo y comprobando que ha
aprendido su significado.
-Orientándole cuando trata de hacer un resumen e
invitándole a sacar conclusiones, a ordenar una historia,
a hacer un esquema.
-Realizar diariamente un trozo de lectura de manera
simultánea con el niño, de modo que se le
ofrezca un modelo
correcto para aprender e imitar.
– También puede resultar de mucha utilidad
grabar las lecturas del niño, con objeto de que
él mismo pueda escuchar el progreso alcanzado.
-A veces es completamente imposible y hasta
desaconsejable que los padres ayuden a sus hijos. La
situación se torna en ocasiones tan cargada de ansiedad
que los padres o el niño pierden la calma, con lo que la
situación de aprendizaje se vuelve aversiva,
perdiéndose aún más el interés por la
lectura. En esos casos, sería preferible una ayuda
extraescolar.
-Pero tampoco hay que perder de vista que el niño
necesita tiempo para relajarse, para dedicarse a alguna otra
actividad y para "desconectar".
Autor:
José Manuel del Toro
Pérez
Psicólogo