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Osiris y Orfeo: el culto tras el mito




Enviado por skylan_mont



    1. El Mito y la
      Muerte
    2. Cultos
      mistéricos
    3. Conclusión

    Introducción

    En el mundo de la religión permanecen
    latentes misterios milenarios que aún no se pueden
    responder. Existen y han existido en todas las culturas cultos y
    creencias oscuras que intentan develar verdades del más
    allá
    . ¿Cómo se dieron en Egipto y
    Grecia los
    mitos que
    originaron cultos que intentaron sobrepasar los límites de
    la
    muerte?

    He querido tomar dos mitos, el de Osiris en Egipto y el
    de Orfeo en Grecia, con la finalidad de determinar similitudes
    entre ambos, aunque son historias diferentes, para establecer
    luego un nexo posible entre la creencia en estos personajes
    míticos y los cultos mistéricos o chamánicos
    que se perpetuaron junto a la religión oficial en estas
    dos civilizaciones primigenias.

    Los cultos mistéricos que me ocupan son los que
    dan una connotación especial al tema de la muerte y la
    vida eterna, tema esencial en los mitos de Osiris y
    Orfeo.

    Ambos mitos provienen de tiempos antiguos, aunque me
    detendré en analizar a grandes rasgos la manera en que se
    dieron durante la aparición de los cultos osiriacos y
    órficos, durante el Imperio Medio y Nuevo en Egipto y la
    época Arcaica, Clásica e incluso
    Helenística, en Grecia.

    El Mito y la
    Muerte

    El buen dios, el
    príncipe, el héroe que lucha por un fin noble,
    es una figura recurrente en la mitología antigua. Son a ellos a quienes la
    naturaleza y
    los misterios de la existencia les son revelados, son ellos que
    siguen las leyes superiores
    de la rectitud y que, a pesar de ello caen en las trampas del
    destino o de sus duros adversarios.

    Tengo la certidumbre de que todo mito fundamental que
    sostiene determinada creencia o culto se origina de una realidad
    pasada. No es extraño notar esto, pues es evidente y
    reconocible que los hombres primitivos nominaron y entrelazaron
    sucesos naturales de tal modo de que nada en el mundo pasara
    inadvertido y que por medio de simbolismos, la importancia de la
    vida, la muerte y los procesos
    naturales fueran recordados por generaciones de un modo
    específico, poniendo como protagonistas a seres
    sobrenaturales, seguramente sacados de la mistificación y
    mitificación de personajes absolutamente de carne y hueso
    que vivieron en algún pasado remoto, para así
    buscar una explicación a lo inexplicable o en
    última instancia, para emitir una enseñanza moral.

    Los antiguos griegos, y hasta muy entrada la
    época clásica, tendieron a heroizar a personajes
    que supuestamente vivieron en una época pretérita,
    personajes que habitaron la Tierra en
    el tiempo que
    aún los hombres se mezclaban con los dioses, y
    también a "…los primeros fundadores de colonias o a los
    personajes que han adquirido un valor
    simbólico ejemplar a los ojos de una
    ciudad…".

    Muchos de estos dioses o semidioses que protagonizan los
    mitos, comienzan el relato siendo reyes en la Tierra, y que
    luego de algún suceso, principalmente la muerte, si su
    conducta lo
    amerita, llegan a personificar la idea de divinidad.

    Esta divinización (más que
    heroización) está presente en Egipto, como vemos en
    el mito de Osiris, que aunque siendo hijo de dioses era "…
    heredero de un imperio que abarcaba la Tierra entera. Al tomar
    posesión de su heredad la gobernó como un monarca
    bienhechor".

    Y, a pesar de su linaje divino, gobernó en la
    Tierra como hombre, fue
    victorioso, ensanchó las fronteras de Egipto e hizo reinar
    la justicia y la
    paz en el interior del estado. Las
    características asignadas posteriormente son evidentemente
    la mitificación de este rey, que tal vez pudo ser
    así, pero a mi parecer un ser tan perfecto sólo
    obedece a la leyenda. Así el Osiris hombre, pasó a
    ser Osiris dios diciéndose, en principio que "…
    había hecho pasar a los egipcios de la barbarie a la
    civilización, uniéndolos en una sociedad,
    enseñándoles a construir ciudades,
    instruyéndolos en todas las industrias y en
    todas las artes, y que, para hacer aprovechar de esos beneficios
    a toda la tierra, había realizado la conquista
    pacífica por medio de la persuasión y de la
    música…"

    Este último aspecto lo podemos encontrar
    personificado en el mítico Orfeo, el príncipe, hijo
    del rey de Tracia y la musa Calíope, que según el
    mito era poeta y músico, y era capaz de persuadir incluso
    a las bestias salvajes con su arte; era un
    hombre que por sobre todo amaba la paz y la
    armonía.

    Esta idea civilizadora del arte es bastante
    significativa, pues el hombre
    eleva su espíritu y su mente a través de las
    expresiones refinadas y armoniosas de las artes, como en este
    caso la poesía
    y la música. Esta importancia del espíritu por
    sobre la carne unida a la armonía con la naturaleza, es
    una idea ampliamente difundida en las zonas nórdicas de
    Europa en los
    cultos chamánicos, cuya influencia fue recibida por los
    griegos, donde la relación mundo-expreso y mundo-oculto va
    más de la mano de prácticas rituales tendientes a
    un abandono del cuerpo que a cultos sociales, como es el caso de
    lo religioso.

    Así como se puede separar en Osiris humano y
    Osiris dios (este último según la leyenda, se hace
    propiamente tal luego de morir y resucitar), Orfeo posee un
    aspecto humano, el chamán, profeta, poeta, mago y maestro
    religioso y de oráculos, aspecto poco expresado en el mito
    mismo, pero que posiblemente en un pasado remoto existió;
    y un aspecto heroizado, que se dice que siendo él hijo de
    divinidad y casado con Eurídice, esta muere y él
    desafiando al destino viaja al Hades en su búsqueda, pero
    por una debilidad humana no logra rescatarla.

    Este pasaje nos puede indicar dos ideas: una es que el
    mito nos deja una lección moral de que el hombre es un ser
    limitado, que no conoce mucho de lo que hay en el mundo, y que la
    muerte, una de esas cosas, es algo que un simple ser humano no
    puede quebrantar (incluso si este ser humano viene de una estirpe
    heroica). La otra idea tal vez nos da pistas de los ritos que
    posiblemente realizaba este Orfeo chamán que, al profesar
    las ideas mistéricas de la separación alma-cuerpo,
    realizaba experiencias de viajar al reino de los muertos en busca
    de un alma robada, seguramente en momentos de trance.

    Por su parte, en el caso de Osiris, según la
    leyenda este es asesinado y descuartizado por su hermano Seth.
    Una creencia da a conocer a Osiris simbolizando la vegetación, y Seth la sequía,
    encarnándose en ellos dos el ciclo de vida
    y muerte que parecían vivir eternamente los egipcios a
    orillas del Nilo, con las estaciones de inundaciones y de
    sequía.

    Esto es simbólicamente relevante, pues Seth al
    asesinar a Osiris vence sobre él, la muerte supera una vez
    más a la vida, pero no completamente, ya que Isis, esposa
    de Osiris (como diosa simboliza el cielo, es la diosa madre),
    recurre a los dioses celestes (Ra, principalmente) y con su ayuda
    logra hacer revivir a Osiris. En ese instante este engendra un
    hijo en el vientre de Isis, Horus, quien será su heredero
    en el trono (y el heredero de su vida), ya que, aunque
    resucitado, Osiris debe ser renegado al Reino de los Muertos, y
    reinar allá eternamente actuando de juez de las almas que
    a él convergen. Esta leyenda explica el por qué los
    egipcios creían que el faraón era Horus en vida y
    Osiris en la muerte. Otra vez se expresa como la muerte es algo
    que el poder humano
    no puede quebrantar, pues por más que este intente
    vencerla, llega y permanece constante. Tal vez no obtiene nunca
    una victoria absoluta, pues entre el mundo de los muertos y el
    mundo de los vivos, según ambos mitos aquí
    analizados, hay un paso, pero un paso marcado por el destino y la
    irreversibilidad de la muerte.

    Cultos mistéricos

    He dicho que de ambos mitos de este trabajo se
    originaron cultos mistéricos o chamánicos. Estas
    corrientes, más populistas, proporcionaron respuestas a
    las interrogantes planteados sobre la muerte, la
    resurrección, la reencarnación, la filiación
    divina de los humanos, la salvación y la
    inmortalidad.

    En Grecia el más conocido fue el orfismo, que fue
    una corriente religiosa que afirmaba que el alma del hombre era
    inmortal y que había que mantenerse en estado de pureza
    para poder unirse con la divinidad. Para el orfismo, el cuerpo
    era "…como una cárcel donde el alma recibe el castigo de
    sus pecados pretéritos", y para mantener el alma
    purificada y poder evadirse del ciclo de las reencarnaciones, los
    órficos llevaban una vida ascética, por ejemplo,
    con una dieta que evitaba consumir seres animados. Esto estaba en
    estrecha relación con el mantener impoluta el alma, pues
    se prohibía el derramamiento de sangre, para
    evitar que el alma se manchara. Muchas prohibiciones semejantes
    fueron adoptadas también por los
    pitagóricos.

    En Egipto, en tiempos helenísticos, la idea de
    que la inmortalidad sería obtenida siguiendo a Osiris fue
    transformada en los misterios osiriacos. Osiris, como ya he
    dicho, es el dios que preside el Tribunal del juicio del alma y
    emite el veredicto en el Reino de la Muerte, por lo tanto es el
    símbolo de la inmortalidad, por haber muerto y haber sido
    resucitado.

    En época tardía la tumba de Osiris se
    ubicó en la isla de Biggeh, lugar sagrado, llamado por los
    griegos el Abatón, al que sólo los iniciados
    tenían acceso. La localidad se convirtió en centro
    de peregrinación de los egipcios adeptos al culto deseosos
    de construirse una tumba cerca de la del dios. La
    peregrinación a la ciudad santa debía realizarse en
    vida o después de la muerte y para ello los habitantes del
    Valle del Nilo la hacían representar en los muros de sus
    tumbas. El culto a Osiris apelaba a las emociones del
    hombre común y le proporcionaba un medio para creer que
    él también podía tener una vida
    eterna.

    Existe un nexo común entre el culto a Orfeo y el
    culto a Osiris, que podemos encontrarlo, no sólo en las
    milenarias creencias mágicas de la vida eterna, sino en un
    mito Griego, que posiblemente guarda relación en sus
    inicios con el mito de Osiris, y de donde nace la idea
    órfica de que el alma es una prisionera del cuerpo
    constantemente corrupto, y es el mito de Dionisio.

    Se cuenta que Dionisio nació de Zeus y Kore en
    Creta. Zeus anunció a los demás dioses que su hijo
    sería su sucesor en el trono. Pero los Titanes, celosos
    por esta noticia, atrajeron con diversos la atención del niño dios. Cuando
    estuvo en sus manos, los Titanes lo descuartizaron en siete
    partes que primero hirvieron y luego asaron y, finalmente,
    comieron. Sin embargo, Atenea pudo rescatar aún vivo su
    corazón, que presentó a Zeus en un
    casco. Zeus, indignado ante tal fechoría, descargó
    su rayo sobre los Titanes para hacerlos desaparecer de la faz de
    la tierra.

    De las cenizas humeantes surgieron los hombres, formados
    de dos partes, una mortal y titánica, el cuerpo, y otra
    inmortal y divina, la procedente del dios Dionisio. Así el
    hombre posee "…un yo oculto de origen divino…", que causa el
    desequilibrio entre el cuerpo y el alma, pues esta última
    es de naturaleza divina, con un carácter superior que permite la
    liberación de los sentidos y
    las de las ataduras del cuerpo. Muchos testimonios literarios
    insisten en presentar a Dionisio como el dios
    liberador de los órficos, viendo en el mito del
    despedazamiento de Dionisio por parte de los Titanes el eje de la
    doctrina órfica.

    El origen de esta historia es confuso. No se
    sabe bien si es tardío, de la época
    helenística, o si fue una simple adaptación del
    mito egipcio de Osiris.

    Sin embargo es indudable que las similitudes entre el
    mito de Orfeo, y su culto, y la historia de Osiris y las
    creencias religiosas derivadas de
    él, responden a muchos puntos en común, partiendo
    por el nexo encontrado entre la tradición dionisiaca, el
    mito de Osiris y el orfismo.

    La creencia en la vida después de la muerte no se
    puede restringir, sin lugar a dudas, a cultos específicos;
    sin embargo existen dentro de las religiones de las primeras
    civilizaciones cultos que se distinguen de la religión
    oficial por intentar de un modo más personal crear un
    nexo con lo otro misterioso y oculto que se esconde tras el velo
    de la muerte, en donde se supone una separación entre el
    cuerpo y el alma, y la creencia de "…un alma o yo separable,
    que mediante técnicas
    apropiadas puede retirarse del cuerpo aun durante la vida , un yo
    que es más viejo que el cuerpo y que le
    sobrevivirá". Esta creencia mistérica tuvo
    innumerables matices, tanto en Egipto como en Grecia, y los
    expuestos anteriormente expresan un breve pasaje de la evolución
    humana en pos de la elevación espiritual.

    Conclusión

    Los egipcios y los griegos pudieron ser muy distintos;
    en su arte, la concepción de las divinidades, lo
    político. Pero algo hay en común: la creencia en un
    más allá prácticamente tangible y alcanzable
    con un puñado de ritos y un modo de vida previamente
    establecido por un conjunto de dogmas aparecidos en un pasado
    remoto, producto de la
    iluminación de algún hombre
    visionario hecho ya leyenda.

    Osiris y Orfeo son una síntesis
    de la significación mistérica de la vida. En sus
    figuras se concentra el ideal espiritual de pueblos que se
    maravillaban ante el poder de la naturaleza e intentaban buscar
    razones, que hallaron en algo más profundo que la pura
    lógica,
    que lo simplemente cotidiano.

    Las respuestas, y posibles soluciones a
    los problemas de
    la mortalidad siguen siendo tema de las religiones
    hoy, pues se dice que en la mayor parte del mundo occidental el
    politeísmo está superado, pero qué duda
    cabe que la creencia en el más allá y el deseo de
    llegar a hacerlo tangible y real cruza los límites de lo
    religioso, del puro dogma y rito católico, judío,
    musulmán, para adentrarse en doctrinas oscurecidas
    dentro de lo oficial. La creencia en santos, ánimas, y
    otras curiosidades hacen de las religiones hoy, como antes,
    lugares preciosos para la creación de leyendas y
    asimilación de creencias mistéricas que buscan
    llegar a la inmortalidad por medio de una serie de ritos y
    preceptos.

    Montserrat Arre Marfull

    Universidad de Chile

    Facultad de Filosofía y Humanidades

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