Colombia es un país maleducado, el arte nos regresa
tan solo limosnas; hacer cultura es una
verdadera hazaña, su gente no se molesta en suspender la
rutina para pensar y soñar, aunque unos pocos han podido y
querido profundizar más allá.
Con esta realidad cultural como marco, y tomando una
posición de respeto y
admiración, dedicaremos este espacio a el trabajo de
un sensible artista de nuestro país.
Sobre la Avenida el Poblado, en la entrada a Envigado,
se halla la tradicional Otraparte, lugar donde alguna vez
habitó el maestro Fernando González y hoy
convertida en casa museo en su honor.
Para quienes al leer este nombre vieron en su mente un
gordito de gafa, presentador de televisión, que muy familiarmente llamamos
Pacheco; les contamos que existió un homónimo que
nació a finales del siglo XIX y murió a finales del
siglo XX, que viajaba a pie por Colombia e
incluso por el mundo. "El viajero que más intensamente
viajó alrededor de si mismo". Entonces, olvidemos a
Pacheco por hoy y ubiquémonos en este otro
personaje.
Escritor, filósofo, abogado, juez, cónsul;
sin lugar a dudas un hombre
polifacético, de un espíritu original y rebelde; el
primer colombiano candidato a Premio Nóbel de Literatura. Hombre de
pensamiento
avanzado y crítico de la sociedad de su
época.
A continuación el lector podrá encontrar
un breve esbozo de la vida y obra de Fernando González,
ambas inmersas en sus propias creaciones.
Escritor, filósofo y diplomático. Es llamado
filósofo de la autenticidad. Estudió Derecho y
Ciencias
Políticas en la Universidad de
Antioquia, con lo cual llegó a ser abogado y juez. Fue
Cónsul de Colombia en Marsella, en Génova y otras
ciudades europeas.
Nació el 24 de abril de 1895.
Su pensamiento se centra en el hombre
colombiano, su personalidad,
esfuerzo y expresión, y por ende en el hombre
latinoamericano. Se autoproclama "el filósofo de
Suramérica" de la
personalidad y la expresión, entendida esta
última como auto expresión. Afirma que la vida es
el supremo valor del
hombre.
El hombre latinoamericano debe desarrollar una fuente de
individualismo, ya que sólo estos elementos le permiten
emerger de su situación anónima. Critica la vanidad
latinoamericana, porque es falta de sustancias. Llama a los
colombianos y latinoamericanos a la Egoencia o facultad de
expresar con gran energía su personalidad.
Mezcla entre sus obras la novela,
el ensayo, la
confesión y la filosofía.
Fue nominado dos veces a Premio Nóbel de Literatura y
admirado por autores tan importantes como Gabriela Mistral,
Jacinto Benavente y Miguel de Unamuno.
Vivió en Envigado, Antioquia, en una casa que llamo
"Otraparte", hoy convertida en museo en su honor.
Era un ser absolutamente auténtico; analizó
despiadadamente la sociedad que le tocó vivir en las
décadas del 30 y 40 principalmente creyendo que de esa
manera estaba presentando un mensaje nuevo para una Colombia
futura, para nuevas generaciones de colombianos.
Murió el 16 de Febrero de 1964.
La Colombia en que habitó Fernando González, se
caracterizó por momentos cruciales como la danza de los
millones, época en Colombia en que la deuda
pública aumentó exageradamente, dotando al
país de carreteras, ferrocarriles, energía, etc.;
la masacre de las bananeras, huelgas petroleras, expansión
de Coltejer y Fabricato dentro del "proteccionismo
geográfico" de Antioquia, surgimiento de Medellín
como urbe industrial; momentos donde el país se somete a
una estructura
socio económica profundamente entrelazada con la
imperialista y el neocolonialismo.
El pensamiento de Fernando González no es fácil
de explicar. Una de sus expresiones, "ser siendo, entendiendo" es
una clara muestra de ello,
ya que él decía que hay que vivir en lo sencillo
pero llevando conciencia de lo
esencial.
Además la obra de Fernando González es un
ejemplo de dedicación apasionada al trabajo
intelectual, a la noble causa del pensamiento.
Nada de lo que escribió está desvinculado de su
experiencia concreta de hombre. Sus libros no
fueron "pensados" sino padecidos, nacieron como respuestas al
deseo, por imperativos de comunicación, de objetivar sus vivencias,
de resolver sus conflictos con
la realidad.
Encontraba tres factores que constituyen las determinantes de
la existencia humana: el hambre, el miedo y el amor.
Dentro de su concepto de
amor dice que
lo único que el hombre tiene es ansias de amar y que el
hombre "amará solamente lo que él quiere".
"El hombre se ama a sí mismo en las cosas que ama.
Cuando amamos una mujer, amamos un
sueño. Vamos tejiendo alrededor de ella nuestros ideales;
todos los instintos, como arañas van tejiendo su tela,
hasta que al fin desaparece la mujer y
sólo queda una ilusión engañadora".
Fernando González fue educado por padres jesuitas,
quienes infundieron en él la importancia de lo espiritual
en el ser. Por ejemplo, en Pensamientos de un viejo,
entendía lo bello como el impulso hacia el bien, donde
"nada es tan bello como Dios". Fernando cree que la vida es el
camino hacia la intimidad, es la "disolución del alma en la
idea de Dios o juicio supremo de la identidad".
"No podemos vivir en lo abstracto. Por eso vino Jesucristo, en
formas tan bellas, para que pudiéramos adorar a Dios.
Vino para hacerse ejemplar, camino, para que viéramos,
para que oyéramos y tocáramos la verdad"
Con respecto a la vida terrenal, Fernando González
afirmaba "el hombre no es obra definitiva; para mí tengo
que es un espíritu que transita en la carne. Esto me
contenta y me hace agradable la vida: pensar que no somos el
cuerpo ni las pasiones, sino transeúntes que pasamos por
una experiencia terrestre. En todo caso, cuando raramente
encontramos un ser humano sensible a la belleza y al bien, nos
consolamos, nos sentimos contentos de ser hombres"
Con respecto a su filosofía, los autores dicen que
Fernando González era y es "tan paradójico y
contradictorio como la vida misma", que enseñaba con sus
obras cómo revelarse de una manera adecuada y cómo
vivir verdaderamente.
No se podía enmarcar en una corriente filosófica
determinada. Se acercó al existencialismo, pues siempre buscó la
importancia de la energía vital.
Para él, conocerse es impresionarse, a la vez que le
veía el sentido a la vida en la rebeldía y la
oposición. Afirmaba que todo, incluso Dios, constituye una
sola cosa.
Buscaba siempre la individualidad; veía en los
latinoamericanos la raza universal, que no debía imitar a
los extranjeros, sino ser autónoma; no debía
avergonzarse sino enorgullecerse y creerse capaz.
Desde su temprana adolescencia,
"se detenía en cualquier esquina, observaba y reflexionaba
acerca de los rutinarios hechos domésticos, apoyado, no
sólo, en la lectura de
las obras de los más importantes poetas y filósofos griegos y latinos, en la
visión escéptica de Federico Nietzsche y
Arturo Schopenhauer,
y en rudimentos de la crítica
de la razón práctica de Immanuel Kant, sino en sus
propias intuiciones dignas de un inconforme suramericano que
anhelaba construir su propia cosmovisión. Es decir, ese
muchacho menudo, de mirada penetrante, ya poseía un
incipiente arsenal de conceptos que empezaban a fraguar su
particular crítica al hombre suramericano."
En lo personal, era un
hombre solo, sabio, silencioso, que tenía siempre la
respuesta adecuada, ya fuera para satisfacer o para dejar
más duda aún.
Amó a su pueblo, queriendo también que este
fuera mejor. Manejó un gran estilo y aún sigue
siendo una lección para todos. Para él, la vida era
el presente, lo cotidiano. Permaneció joven de
espíritu, incluso al morir.
Cuando nos referimos a Fernando González no podemos
hablar de su vigencia sino de su presencia junto con sus obras,
que son para aquellos que quieran encontrarse y realizarse a si
mismos.
"No aspiremos a ser otros; seamos lo que somos,
enérgicamente. Somos tan importantes como cualquiera en la
armonía del universo. Todos
los seres pueden ser igualmente hermosos."(Fernando
González).
Sin lugar a dudas, la vida y obra de Fernando González
es compleja y polifacética, y este artículo no
tiene pretensiones mas allá que documentar y recordar al
maestro que incluso para muchos es desconocido.
Una mente precoz, inquieta y andariega con afán
observador y explorador; así se puede definir a un hombre
sencillo, quien "disfrutaba de los oficios simples: echar
azadón, deshierbar las matas, podar los frutales y hacer
los menesteres en el establo. Para él en realidad no
había oficio bajo o indigno. El bajo e indigno era el
hombre. Decía: "cuando el hombre es honrado embellece todo
lo que hace y en este nivel todos los hombres somos
iguales."".
En tiempos donde la iglesia
católica y la religiosidad tenían un vínculo
bien estrecho con la política y la moral,
aparece este personaje, controvertido y creador de
polémica. Un místico, "pese a que con frecuencia
suelta palabras duras, frases violentas, pero lo hace no con el
ánimo de herir o hacer daño
sino porque también hacen parte del mismo Dios.""
Fernando González fue un escritor sincero, que en sus
obras plasmó la realidad en que vivió, criticando
lo que para él era malo y exaltando lo bueno según
su juicio, según su moral.
"Francamente, para nada lo tuvieron en cuenta ni gobiernos ni
prensa de su
patria. Más bien daban la sensación de aborrecerlo
e ingrata les era su presencia.
Parece que tal inquina tenía sus raíces en que
Fernando les hacía sombra. Estoy seguro de que si
él hubiera acomodado su ingenio a cortejarlos y adularlos,
y plegándose a tanta bajeza, revestida de oropel moderno,
lo habrían llevado en hombros."
"Los libros de Fernando González merecen ser estudiados
por la juventud indo
americana. En ellos aprenderán los jóvenes lo que
es la verdadera historia, lo que significa
rebeldía, audacia. Y en ellos se estimularán a
pensar y a tener sed de justicia."
(Velasco Ibarra).
Era un escritor para el futuro. Pocas personas de su
época lograron comprenderlo. Incluso el mismo
escribió: "Esta obra esta dedicada al tiempo y a los
lectores lejanos. Toda obra debe dedicarse al tiempo. Vosotros,
amigos míos, al leer este amargo libro, no
pensareis en él sino en Fernando. Mi sombra os oculta mis
pensamientos." (Pensamientos de un viejo).
Fue también un hombre que amó a su pueblo y
nunca estuvo de acuerdo con su falta de originalidad y
autenticidad. "Fundó una escuelita rural para
enseñarnos a vivir, a ser lo que somos con orgullo, sin
complejos europeos, sin alma ajena, sin mistificaciones. Era una
escuelita de auto expresión latinoamericana.
La esencia de su escuelita fue: el que no está consigo
mismo, no está conmigo. Usó el método de
enseñar caminando, mostrando el camino. Era un maestro
bondadoso y terrible. Después de Jesucristo no he conocido
otro mejor."(Gonzalo Arango).
Entre sus obras más destacadas, se encuentran: Viaje a
pie (1929), "una excursión del espíritu idealista,
enamorado de la libertad a
través de Colombia, donde la naturaleza
posee tantos tesoros y donde la raza parece soportar el sello de
un misticismo extraño…", cuya lectura se
condenó como pecado; Mi Simón Bolívar
(1930), en el que habla del libertador, a quien admiraba
profundamente y catalogaba como uno de los pocos suramericanos no
vanidosos; El Hermafrodita Dormido (1933), escrito durante su
consulado en Italia, en plena
dictadura
fascista de Musolini; y El Remordimiento (1935), que "es el dolor
de los instintos vencidos", según su propio autor.
Caballeros andantes, señores de ley y justicia;
enemigos de la mentira y la vanidad. Hace 400 años
nació don Quijote; hace
110 años, don Fernando.
OTRA
BIBLIOGRAFÍA
CONSULTADA
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Fernando González visto por si mismo. Ernesto
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Link obra.
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El hermafrodita dormido
Gonzalez, Fernando
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El remordimiento
Gonzalez, Fernando,
Ed. U de A 4a ed. 1.994
Don mirócletes
Gonzalez, Fernando,
Ed. Bedout S.A.
2a Edición.
Por
Jorge Andrés Zapata Zuluaga