- Estadísticas e informes
sobre la deserción - Deserción escolar:
estrategias efectivas - Perfil del desertor escolar y
estrategias para retenerlo - La deserción
escolar: problema educativo con implicaciones
sociales - Fomentar la enseñaza como
prioridad - Restaurar el orden y la
disciplina - Conclusión
- Referencias
En el siguiente trabajo se
analizará el tema de la deserción escolar en
Puerto Rico y las
estrategias
propuestas para la retención. Como parte de dicho análisis se discutirá el contenido
de algunos escritos importantes sobre el tema. Haremos referencia
a estudios tanto de individuos particulares y de instituciones
oficiales como el Consejo General de Educación y el Propio
Departamento. Junto con dichos informes, se
recoge valiosa información que identifica el perfil del
estudiante desertor así como el estudiante en riesgo.
También se recogen alternativas generales que sirvan de
estrategias específicas para atender dicho
problema.
Por décadas la deserción
escolar es uno de los problemas de
mayor preocupación para todas las administraciones que han
pasado por el Departamento de Educación. A pesar de esto,
cada año aumenta el número de estudiantes que
abandonan la escuela sin
completar un grado, ya sea en el nivel intermedio o
superior.
Estudios recientes sobre el tema de la deserción
escolar en las escuelas públicas de Puerto Rico, coinciden
en sus hallazgos con estudios realizados en décadas
pasadas. Este hecho debe preocupar ya que si bien es cierto que
el tema ha sido estudiado a profundidad con propuestas
específicas para atender el mismo, la realidad es que
hemos entrado al siglo XXI con el mismo problema de la
deserción. Dicho problema sigue aumentando y las
estrategias no han tenido los resultados esperados si comparamos
las cifras del pasado con las cifras del presente.
Estadísticas e informes sobre la
deserción:
En agosto de 1974, el Departamento de
Instrucción, hoy Departamento de Educación,
preparó estadísticas sobre el tema de la
deserción escolar que recogía información
desde la década de los años treinta hasta
1974.
De acuerdo a dicho informe durante
finales de la década del treinta y toda la década
del cuarenta, el porciento de estudiantes desertores según
la matricula acumulada de primer grado a duodécimo, se
mantenían sobre el 81%. Durante la década del
cincuenta se nota una marcada disminución de la
deserción pero manteniendo una constante sobre el 70%. La
tendencia continuó bajando para fines de la década
del cincuenta y principios de la
década del sesenta.
Preocupados por los índices de deserción
escolar dentro del sistema de
educación de Puerto Rico, en 1985, el Departamento de
Instrucción, hoy Departamento de Educación,
llevó a cabo una investigación con el propósito de
identificar las características o perfil del estudiante
desertor. De igual manera dicho estudio tenía la
intención de explorar las razones que provocaban dichas
bajas.
En términos del efecto que la deserción
tiene en el estudiante, está el hecho de que las
oportunidades de estos, para competir en el mercado de
empleos, se verán reducidas. De los veintiocho mil
trabajadores que perdieron sus empleos para el año de
1982, veintidós mil de estos no tenían una
preparación académica mayor a la de noveno
grado.
Desde el punto de vista del impacto de la
deserción en la sociedad,
dicho estudiante obliga al gobierno a tener
que invertir fondos públicos en nuevos programas de
estudio que ayuden a estos estudiantes a completar un grado
escolar. Adicional a eso, la mayor parte de los desertores
permanecen en las filas de desempleo,
demandando servicios
públicos, a la vez que no aportan al fisco.
El informe presenta un perfil del estudiante desertor.
En el mismo se señala que la edad promedio en que el
estudiante abandona la escuela, es a la edad de quince
años. Hay una diferencia en el grado en que los niños y
las niñas abandonan la escuela ya que los primeros lo
hacen en el séptimo grado y las estudiantes en
décimo.
Las causas principales para las bajas o la
deserción escolar, fueron las ausencias frecuentes. La
segunda causa fue para contraer matrimonio. Un
tercio del total de los estudiantes viven con ambos padres,
mientras que el restante 66% vivía con uno de los padres,
o había formado un hogar separado. En el caso de los
padres de estos estudiantes, los mismos reflejaron tener un
promedio de escolaridad igual que la de sus hijos. A ese dato
tenemos que sumarle que el nivel de empleabilidad de los padres
está bajo el salario
mínimo, lo que los ubica en un índice
económico bajo el nivel de pobreza.
Como resultado de la investigación se desprende
que hay varios factores que influyen para que un estudiante
abandone la escuela y las características del mismo.
Dichas características aunque se dividieron entre hembras
y varones, ambos tienen en común varios
aspectos.
Entre estos se señala la edad de quince
años como la edad promedio para abandonar la escuela. La
razón principal fue las ausencias frecuentes. Ambos
tenían planes de regresar a la escuela, y al momento del
estudio, la mayoría de ellos se encontraba
desempleados.
Entre las diferencias marcadas, se destaca el hecho que
mientras la escolaridad de los padres de la hembra desertora
llegaba al nivel secundario, en el caso de los varones la
mayoría había llegado hasta el nivel
elemental.
Entre las conclusiones del estudio encontramos que la
responsabilidad de la deserción escolar no
necesariamente recae en su totalidad en el estudiante. Los
expedientes escolares no reflejan las verdaderas razones para las
bajas escolares.
La mayoría de los desertores estaba sobre el
grado, y manifestó que la escuela no lo preparó
adecuadamente para el mundo del trabajo y mucho menos para
encontrar y conservar un empleo. Este
hecho se suma a que los estudiantes manifestaron que la escuela
no les preparó para el futuro. La mayoría
reveló su interés en
regresar a la escuela en horario nocturno para poder trabajar
durante el día.
El estudio identifica las ausencias frecuentes como la
causa principal de la deserción, sin entrar a analizar las
causas específicas que provocan las ausencias de los
estudiantes. Las ausencias frecuentes no se dan en el
vacío y deben responder a causas más
profundas.
Identificar dichas causas puede ayudar a profundizar en
la deserción y de esa manera lograr una mayor
retención de estudiantes que caen dentro del perfil de
desertor. La mayor retención a su vez redunda en una
economía
para el país a largo plazo ya que el gobierno no
tendría que asignar dinero para
programas de estudio para estudiantes desertores, cuando ya se
habían asignado fondos para atenderlos en el programa regular.
Aunque el gobierno invierta millones en el programa regular de
enseñanza, la deserción existe, es
un problema y como tal tiene que ser atendido por el
gobierno.
Deserción
escolar: estrategias efectivas
Educación, la revista
oficial del Departamento, en su número 56 de noviembre de
1993 publicó un ensayo
editorial titulado Deserción escolar: estrategias
efectivas.
Comienza señalando que limitar el problema de la
deserción al ámbito escolar, es producto de
desconocimiento de conceptos elementales de lo que es la escuela
dentro de la sociedad puertorriqueña.
Coincide dicho artículo con el hecho de que el
estudiante desertor tendrá falta de destrezas para el
mundo del trabajo lo que lo llevará a la dependencia de
servicios
sociales, salud, entre
otros.
Se identifica al estudiante en riesgo, definiendo al
mismo como aquel que presenta las mismas características
del desertor pero que se mantiene en la escuela.
De acuerdo al ensayo, el
perfil de este estudiante lo identifica como uno de bajo
aprovechamiento, problemas de disciplina,
hijo de padres que no terminaron la escuela superior, problemas
con la justicia,
adolece de motivación
e interés para realizar la labor escolar, de un nivel
socio económico bajo, problemas de ausentismo, problemas
de salud, esta sobre la edad del grado y tienen problemas en sus
relaciones
interpersonales.
Ante ese cuadro se recogen seis estrategias propuestas
por los superintendentes de escuela. Estas son:
Estrategia I
Atender el progreso académico y social de los
niños, con énfasis en el nivel preescolar y
en forma preventiva en los grados de transición.
Señala el estudio que las características del
estudiante en riesgo se puede identificar en tercer grado.
Identificar a este estudiante y atenderlo adecuadamente
redundará en una mayor retención.
Estrategia II
Desarrollar un ambiente
escolar positivo con directores y personal efectivo
capaces de brindar atención a jóvenes en riesgo.
Bajo esta estrategia se le
brindará atención personal al estudiante en riesgo
ya que muchos estudiantes manifiestan que la falta de
atención de los maestros y directores ha sido causa
principal del abandono de la escuela.
Estrategia III
Establecer expectativas altas en las áreas de
asistencia, aprovechamiento académico y disciplina. Se
ha comprobado que al mantener una expectativa alta de las
ejecutorias de los estudiantes, estos desarrollan la autoestima
indispensable para el éxito
académico.
El absentismo a clases sin razones justificadas se
identifica como un síntoma de insatisfacción con la
escuela. En el caso de los desertores, estos presentan problemas
de absentismo desde los grados primarios.
Entre la alternativa que se sugiere dentro de esta
estrategia está extender el horario escolar, clases los
fines de semana, escuela de verano, tutorías, programas
transaccionales, ayuda remediatiba y programas
motivacionales.
Estrategia IV
Seleccionar y adiestrar maestros receptivos a las
necesidades del estudiante en riesgo. Es importante que los
maestros tengan la capacidad de escuchar para poder orientarlos
en forma adecuada. Un punto importante que se señala en
esta estrategia es la colaboración entre las universidades
dedicadas a la preparación de futuros maestros. Se propone
currículos de calidad y mayor
rigurosidad en la aceptación de estudiantes candidatos a
maestros.
Estrategia V
Proveer diversidad de programas instruccionales para
el estudiante en riesgo.
Por cuanto el joven en riesgo puede tener bajo
aprovechamiento, provenir de un hogar en desventaja
económica y tener problemas con la justicia, es necesario
el diseño
de programas efectivos para que los estudiantes en riesgo ataquen
dichos problemas desde diferentes puntos. Se sugiere entre otras
alternativas, escuelas magnéticas, escuelas alternativas,
programa para niños que dominan el inglés,
educación compensatoria, y experiencias de estudio y
trabajo como un esfuerzo de reducir la deserción
escolar.
Estrategia VI
Coordinar esfuerzos con los diferentes sectores
públicos y privados para desarrollar programación coordinada.
El ensayo concluye haciendo una exhortación para
que reflexionemos sobre el problema y cuán cerca lo
tenemos.
Perfil del desertor
escolar y estrategias para
retenerlo.
La revista Pedagogía, de la Facultad de
Educación de la Universidad de
Puerto Rico publicó en 1988 un artículo bajo la
firma de Eduardo Aponte, titulado, Perfil del desertor escolar
y estrategias para retenerlo. En dicho trabajo Aponte hace un
resumen de los trabajos previos que sobre el tema de la
deserción se han publicado, en los años 1964, 1976,
1985 y 1988. Además hace mención de los trabajos de
Mercedes Otero de Ramos titulado Estudio
Socio-económico de la Deserción Escolar y la
Delincuencia
Juvenil (1970) señalando sobre dicho estudio que fue
el primero en enlazar
deserción con delincuencia y criminalidad. Cita
el trabajo de
la Junta de Planificación publicado en 1971 titulado
Observaciones de desertores potenciales. Sobre el mismo
señala que el rezago escolar y la falta de dominio de las
destrezas básicas tiene un efecto acumulativo y al
estudiante llegar a las edades de 12 a 16 años es un
desertor en potencia.
Cita además los resultados de una encuesta
publicada en 1976 en conjunto entre el Departamento del Trabajo y
la Junta de Planificación. Aponte señala sobre el
particular que los hallazgos confirmaron los de 1964. En dicho
estudio se reveló que el 54% de las causas de la
deserción esta ligada a problemas en el hogar.
Sobre el trabajo publicado en 1985 por el Departamento
de Educación, ya habíamos reseñado dicho
trabajo el cual coincide con lo expresado por Aponte.
Relacionado al informe de la Comisión de Reforma
Educativa de la Legislatura en
1988, año en que se publicó el artículo se
identifica nuevamente el factor económico como una de las
causas de la deserción.
La
deserción escolar: problema educativo con implicaciones
sociales.
La Revista EL Sol, de la Asociación de
Maestros de Puerto Rico publicó un artículo de
José A. Acosta Ramos, bajo el título La
deserción escolar: problema educativo con implicaciones
sociales. En su trabajo Acosta señala los porcientos
de deserción en los tres niveles para el año
escolar 1990-1991, identificando a la escuela intermedia como el
nivel que presentó más deserción. En
referencia a un estudio de Nevares de Muñiz, El Crimen
en Puerto Rico, señala que de acuerdo al censo de
2000, el 22% de los jóvenes entre las edades de 16 a 19
años habían abandonado la escuela.
Según Acosta, estos hallazgos demuestran la
incapacidad del Departamento para atender las necesidades,
expectativas e intereses de los estudiantes.
Entre los factores que propician la deserción
escolar, señala el currículo tradicional, las ausencias del
personal docente, ( ya que según él, esto tiene un
efecto negativo en el aprovechamiento y compromiso del
estudiante) la
organización escolar que no toma en cuenta al
estudiante.
Otras causas son la desintegración familiar, los
divorcios, el desempleo, la
drogadicción, la falta de valores y
modelos
educativos, falta de apoyo. Señala el autor que si se
quiere resolver el problema de la retención que vive el
sistema
educativo público hay que trabajar como equipo con
otras instituciones y agencias sociales. No solo se requiere
cambios en el entorno escolar, sino también en la sociedad
puertorriqueña.
Sobre la deserción y la criminalidad, Acosta cita
una información correspondiente a 1987 que revela que el
88.5% de los reincidentes en la población penal adulta había sido
desertor escolar en la niñez. El 76.4 % de los convictos
sin récord previo también habían abandonado
la escuela antes de completar la escuela superior.
En la población del sistema de corrección,
identificaron dos terceras partes de los jóvenes entre las
edades de 15 a 17 años y de esos el 85% era desertor
escolar. (Aponte, Millán Pavón 1995; Pág.
4)
Un estudio del Departamento de Justicia en 1996 revela
que la mayoría de los asesinatos y homicidios
cometidos en nuestro país son cometidos por jóvenes
entre las edades de 16 a 20 años. La gran mayoría
de los que cometieron asesinatos y homicidios eran desertores
escolares. El ingreso económico de estos al momento de
cometer el delito era de
$500 y $600 mensual.
Entre sus propuestas, Acosta señala la
revisión del currículo atemperándolo a la
realidad y demanda de
nuestro tiempo y a las
necesidades, intereses y expectativas de los educandos. Propone
también programas de apoyo para estudiantes en riesgo.
Coincide en sus propuestas con las presentadas por los
superintendentes al señalar la necesidad de adiestrar
constantemente a maestros, administradores y personal de apoyo en
estrategias que le faciliten el trabajar con los estudiantes que
están en riesgo.
Señala Acosta que estudios han revelado que los
maestros en los grados críticos son los peores preparados
para lidiar con las situaciones conflictivas de los estudiantes.
Propone además el que se baje la matricula de los grupos
permitiendo de este modo una mayor interacción del maestro con los
estudiantes.
Otras alternativas son extender el horario del
día escolar, programas de bellas artes.
Considera clave la integración del sector privado en la
solución de la baja retención. Termina diciendo "el
éxito de la sociedad depende de la calidad
educativa de sus componente humanos"
Abandono Escolar:
Tan reciente como el año 2003 el Centro de
Investigaciones y Política
Pública y la Fundación Biblioteca Rafael
Hernández Colón publicaron un trabajo titulado
Abandono Escolar. En el mismo se habla del problema del
abandono
escolar, en los mismos términos que estudios
anteriores.
Según este estudio, cita al Departamento de
Educación reconociendo que el problema de la
deserción escolar alcanza el 51% de los estudiantes que
inician la escuela elemental y abandonan la escuela sin obtener
el diploma de escuela superior.
El efecto neto que tiene para la sociedad el estudiante
desertor representa perdidas anuales de contribuciones sobre
ingreso estimadas en $510 millones. Una situación similar
genera el costo anual del
crimen atribuible a la deserción.
Las razones principales para dejar la escuela,
están relacionadas con tareas propias del adulto tales
como buscar o haber encontrado trabajo, embarazos o maternidad.
Otras razones están ligadas al ambiente que provee la
escuela y hacen de la misma poco atractiva al joven.
El estudio analiza críticamente algunas
estrategias dirigidas a que los jóvenes no abandonen la
escuela. Entre estas señalamos las siguientes:
Promover incentivos
económicos:
Los que promueven esta alternativa entienden que el
problema de la deserción es uno de índole
económico. Los jóvenes se ven en la necesidad de
incurrir en una serie de gastos como parte
de sus actividades sociales, por lo que en ocasiones el acceso a
negocios
delictivos se convierte para algunos como alternativa
rápida.
Entre las alternativas de esta propuesta esta el
fortalecimiento de las escuelas vocacionales, la adopción
de escuelas por parte de la empresa
privada y flexibilizar las leyes laborales
de manera que permitan a los jóvenes en las edades de 13 a
15 años poder trabajar.
Las críticas a este enfoque son entre otras que
convertirían a la escuela en centros mercantiles, dejando
de lado otro tipo de relaciones humanos que se deben fomentar: El
autor entiende que este tipo de enfoque dejará la escuela
en manos del mercado laboral.
Fomentar la
enseñaza como prioridad.
Otro enfoque contra la deserción es que propone
fomentar la enseñaza como prioridad. Se espera que
mediante dicho mecanismo la educación sea
producto de la participación e integración de
estudiantes, padres, y la comunidad,
compartiendo talentos y recursos. Se
espera que este tipo de enseñanza motive al estudiante
hacia ver la educación como alternativa en su rol como
ciudadano.
Entre las propuestas específicas dentro del
fomento de la enseñanza como prioridad se señala el
fortalecimiento de programas dirigidos a ofrecer destrezas y
entendimiento cooperativo. Programas que estimulen la
comunicación entre la escuela y la comunidad. Otra
propuesta interesante es la que propone curso o espacio
alternativo donde el estudiante pueda dialogar con sus pares
sobre sus experiencias fomentando a su vez nuevas formas de
comunicarse dentro de un marco de respeto a las
diferencias entre ellos.
Mediante estos cursos alternativos de diálogo,
se espera que el estudiante reflexione sobre las implicaciones
que tienen en la vida la toma de
decisiones que hacemos a diario.
El autor señala como críticas a ese
enfoque el que esta alternativa es a largo plazo y lo que se
necesitan son soluciones
inmediatas. De igual manera se señala que la manera en que
están diseñados los ofrecimientos académicos
provee poco espacio para la participación de los padres y
la comunidad, y en las áreas en que sí se le
permite, son militadas y específicas.
Restaurar el orden y la
disciplina.
Otra propuesta como alternativa a la deserción es
restaurar el orden y la disciplina. Los que favorecen esta
propuesta entienden que no existe un compromiso de padres o
encargados con la educación. Por esta razón
promueven la aprobación de leyes que comprometan a los
padres, encargados y a los propios estudiantes con la
educación.
Señalan los promotores de esta alternativa que
debido a la alta incidencia de violencia en
la escuela, es necesario desarrollar currículos,
así como programas y servicios de seguridad para
aquellos estudiantes de alto riesgo.
Específicamente se propone como parte de esta
propuesta reforzar las leyes que ayuden a retener estudiantes en
la escuela, aumento de policías en las escuelas,
así como la creación de comités de enlace
entre la comunidad y las fuerzas del orden.
El establecimiento de currículos de
prevención de violencia en todo el sistema. También
se plantea programas específicos para estudiantes
desertores y jóvenes en alto riesgo. Mediante estos
últimos se debe ayudar al estudiante a completar sus
grados mediante exámenes de equivalencia.
Con ese análisis sobre deserción, el
Programa de Diálogos Comunitarios y Política
Pública, busca promover la realización de
diálogos para auscultar el sentir de los ciudadanos y que
juntos puedan integrarse en un trabajo conjunto que beneficie a
la comunidad sobre determinado problema como lo es en este caso
la deserción.
Si analizamos las estadísticas relacionadas con
matricula y bajas y el porciento de bajas en las escuelas del
Sistema de Educación puede seguir el rastro sobre el nivel
de retención de estudiantes desde que entró en el
primer grado hasta completar el cuarto año.
El estudiante que se graduó en mayo de 2002,
ingresa en primer grado para agosto de 1990.Para ese año,
ingresaron 56,758 nuevos estudiantes, De ese total, terminaron
29,740 lo que representa una retención de solo el 57%
porciento. Estas cifras indican que 27,018 estudiantes no
completaron su duodécimo grado en el año
correspondiente, lo que representa una cifra alarmante si tomamos
en consideración que al no haber completado el grado, no
tienen la preparación, ni las destrezas mínimas
para integrarse al mercado de empleos en posición bien
remuneradas que los alejen de los programas de asistencia
social.
Para el año anterior el porciento de
retención fue de solo 56%. Resulta del análisis que
los tres primeros años del siglo XX no completaron su
cuarto año un total de setenta y nueve mil, setecientos
cuarenta y un estudiantes lo que representa el 1% de la
población general del país según el censo de
2000.
Como vemos, el problema continúa con tendencias a
incrementarse. Esto sumado al hecho de que muchos de los
estudiantes retenidos con características en riesgo
completa el grado pero sin las destrezas mínimas para
continuar estudios. Esto nos lleva a reflexionar si la
retención por la retención misma como alternativa a
la deserción es una meta del sistema y de la
sociedad.
Entiendo que no nos podemos conformar con meramente
retener estudiantes en riesgo si al final estará graduando
analfabetas funcionales los cuales acompañaran a los
desertores en las filas de ciudadanos desempleados o sub
empleados, dependientes de los servicios sociales del Estado.
La meta
entonces no es retención, sino una educación de
excelencia que responda a las necesidades particulares de cada
uno de nuestros estudiantes de manera que pueda alcanzar el
máximo de su potencial, para que se integre a la sociedad
como un ser útil aunque por su condición o
capacidad individual ocupe los empleos menos remunerados pero que
le ayuden a reducir su dependencia gubernamental. Esa tiene que
ser la meta de nuestra sociedad para el nuevo siglo que apenas
comienza.
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