La Sociología de la Educación: Segmento imprescindible en las investigaciones educativas
El trabajo
contiene una síntesis
histórica de la evolución de la Sociología general y también como
una rama de las ciencias de la
educación; se plantean los argumentos que justifican
la necesidad del empleo de su
epistemología y lógica
en las investigaciones y estudios pedagógicos, para
proveerlos del rigor e integralidad cabal, ya que en algunos
casos hemos observado pesquisas muy interesantes con un
vacío casi completo de su enfoque sociológico, y la
ponencia o el comunicado lo que pretende es precisamente eso,
alentar su estudio y pertinencia en el mundo
académico.
La Sociología de la Educación es una
de las más jóvenes ramas del saber humano, ya que
posee alrededor de solo un siglo de existencia y fueron Augusto Comte
y Emile Durkheim los
que le dieron vida como ciencia
general el primero y como un segmento de las ciencias de la
educación
el segundo, todavía cuando sabemos que la práctica
de vivir en sociedad es
tan vieja como la propia existencia de los hombres.
En el caso particular de nuestro país la
Sociología sufre un duro golpe en la década de los
ochenta del siglo pasado con la desaparición de sus
estudios del ámbito universitario, al respecto Jorge
Ibarra nos comenta: "Un hecho de la concepción que
rigió con respecto a las ciencias históricas y
sociales fue la desaparición de la Escuela de
Sociología.
Se consideró que la sociología era una
ciencia burguesa que debía ser proscrita. Algunos pensaban
que la sociología sólo podía subsistir como
disciplina de
encontrarse subordinada, en calidad de
sierva, a la llamada filosofía marxista – leninista
elaborada en el período stalinista." Ibarra, Jorge,
1995.
Desde luego que este hecho impactó negativamente
en los estudios y las investigaciones sociales, así las
pesquisas educativas se vieron enormemente afectadas pues
adolecían del análisis y enfoque sociológico, el
cual fue suplido en no pocos casos por un énfasis
psicológico que a veces desbordaba el sentido
común.
A partir de los años 96 y 97 en que comienzan a
graduarse nuevamente los profesionales en la especialidad de
Sociología el panorama empieza a cambiar en las susodichas
investigaciones y se observa un despertar en los argumentos
sociológicos que deben sustentar toda suerte de estudios
sociales.
No obstante estos adelantos se continúan
apreciando las secuelas de la ausencia de quince años de
esta rama del saber científico, y no hablemos ya de
licenciaturas, diplomados y maestrías en que brilla casi
por su ausencia el enfoque y la argumentación
sociológica, sino en el proceso de
predefensa y defensa de las mismas tesis
doctorales, lo cual es algo ciertamente preocupante si de rigor
científico e integralidad disciplinar se trata.
¿Qué razones epistemológicas,
lógicas y organizacionales sustentan la pertinencia de los
argumentos sociológicos en las investigaciones y estudios
de índole social? La primera razón estriba en que
la vida del hombre, desde
sus comienzos, es y no se concibe fuera de la sociedad, la
existencia de dos personas ya marcan los requisitos
mínimos para que haya sociedad. Y la Sociología se
encarga precisamente del estudio de la estructura,
funcionamiento y desarrollo de
la sociedad.
La segunda razón estriba en que la
epistemología de la Sociología de la
Educación es enormemente rica en su constructo
teórico y metodológico para ser pasado por alto a
la hora de fundamentar los criterios que sustentan las pesquisas
educacionales, mencionemos solo el meta concepto de
formación económico – social con sus dos
columnas básicas, la base económica y la
súper estructura, elementos imprescindibles a la hora de
defender el basamento científico de la disciplina en
cuestión.
La tercera razón está dada en la cantidad
enorme de categorías y definiciones que marcan los
estudios sociales relacionados con la pedagogía, a saber: la socialización (como contraparte de la
individualización), el colectivo escolar, el colectivo
pedagógico, las relaciones sociales, la institución
escolar, la familia, la
comunidad, el
desempeño de roles, el código
de género,
entre muchos otros que son imprescindibles en el momento de
explicar, valorar o elaborar los fundamentos teóricos de
tales investigaciones.
En cuarto lugar debemos argüir que
únicamente a través del principio dialéctico
que sugiere, y lo parafraseo, que las circunstancias hacen a los
hombres en la misma medida que los hombres hacen a las
circunstancias, es que podemos entender de modo cabal lo
cambiante y movible que resulta el complejo entramado de las
relaciones sociales, así como la toma de
decisiones, las estructuras y
relaciones de poder, los
roles muchas veces cambiantes de los alumnos en el aula, las de
los propios profesores, entre otros aspectos que mueven y
singularizan tal naturaleza de
investigaciones.
Por último, en quinto lugar haremos
alusión a la idea de que el proceso docente –
educativo o de enseñanza – aprendizaje debe
contener la mayor cantidad de elementos de la vida cotidiana, es
decir reproducir y ensayar toda suerte de eventos sociales
de la actividad cognitiva, afectivo – volitivo y
práctica en que puedan estar inmiscuidos los alumnos,
profesores, directivos, familiares y vecinos para de esta manera
cumplir con el principio martiano, y por demás
sociológico, de que la educación ha de preparar al
hombre para la vida, entendida en todas las esferas en este se
mueve y vive: la conceptual, la procedimental y la
actitudinal.
No debemos pasar por alto tampoco que la naturaleza del
objeto social como centro u objeto a investigar, predecir y
mejorar, está signado por una dialéctica que rebasa
los marcos de una epistemología cuantitativa o meramente
positivista y que todavía, cuando no desechamos este
paradigma
científico y reconocemos su alto valor
instrumental, estamos convencidos de que bien poco nos sirve para
describir, evaluar y enriquecer una práctica social
signada por una dinámica que a veces sorprende por su
vertiginosidad, cambios, desplazamientos y sorpresas.
De lo que se desprende que los métodos,
procedimientos
y técnicas a emplear deberán estar en
coherencia con la teoría
y metodología de las investigaciones de
tendencia cualitativa o etnográficas, por ello sugerimos
que las entrevistas y
las encuestas sean
abiertas, que la observación sea participante, que emplee el
procedimiento
de la triangulación, así como los diarios de los
investigadores, que las técnicas estadísticas sean un pretexto para hacer
hablar a los números, que la hermenéutica dialéctica cumpla con
su verdadero rol de interpretación, extrapolación,
enriquecimiento y complementación del estudio
textual.
Todo lo anterior nos marca un modo
diferente de precisar el objeto y campo a investigar, de definir
variables e
items muy movibles y que a veces son imposibles de asir con una
epistemología que es incapaz de abarcar todo el
conglomerado de dimensiones sociales en las que
vivimos.
En conclusión debemos señalar que las
perspectivas de estudios más profundos y duraderos en el
orden social, y por ende educativos y pedagógicos, deben
remitir una teoría del
conocimiento signada por el enfoque del materialismo
histórico y dialéctico y de una
Sociología de la Educación coherente con los
principios,
leyes y
categorías de ese enfoque.
Es verdad que reconocemos la ausencia de una literatura abundante de esta
disciplina, sin embargo ya han venido apareciendo algunos textos,
cursos y eventos que estimulan y entusiasman el quehacer
intelectual y académico de esta rama del saber
científico, imprescindi-ble para que verdaderamente sean
lo más completas y acabadas posibles.
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Dr. C. Frank Arteaga Pupo
Jorge Luis Pérez Almaguer
Profesor Auxiliar
Ms. C. José Eriberto Aparicio
Venegas
Universidad Pedagógica "Pepito Tey"
Las Tunas, Cuba
2005