- Retorciendo las Sagradas
Escrituras - El gran
adversario - El gran
traidor - Demagogo y farsante a
rabiar - San maricón…un simple
machista más - San Pablo ¡El
Anticristo!
Leemos desde 2 de Corintios 12:16 la frase que mejor
describe a San Pablo como al más grande embustero de toda
la Cristiandad.
¡Yo, como soy astuto, pude fácilmente
engañaros!.
El que engaña no es más que un embustero.
Y quien se proclama a sí mismo como astuto y embustero, no
es otro que un facineroso y envilecido ser.
Simplemente, y de la manera más llana, tenemos
que contarles que los han engaño vilmente, queridos
lectores y lectoras. Don Pablo de Tarso o San Pablo –como
usted lo prefiera- ¡Es el gran embustero!… y de eso, que
no les quepa la menor duda.
RETORCIENDO LAS
SAGRADAS ESCRITURAS
Lo que no podemos negar, y mucho menos restarle ese
merecido apelativo, es que efectivamente a Pablo de Tarso, por
haberse inventado todo ese relajo y haber tejido la maraña
alrededor de la figura de un Jesús que no tiene nada que
ver con el Jesús histórico, y que formó la
trampa en la que miles de incautos han sido esquilmados, hay que
reconocer que sólo a él compete llevar con toda la
pompa del caso el gran honor de ser el Primer
Cristiano.
¡Tan honorífica posición no le queda
mejor que a San Pablo!.
Leamos desde los Hechos de los Apóstoles 22:27 y
28 la confirmación que de entrada nos confirmará y
demostrará claramente que San Pablo no fue más que
un demagogo y un politiquero como cualquier otro interesado en
mantenerse en el goce profano de las mieles que destila el
poder.
¡Olé!…:
Vino el tribuno y le preguntó a Pablo:
¿Eres tu ciudadano romano? Y Pablo respondió:
¡Sí!. Soy romano por nacimiento.
La ciudadanía romana, de la que Pablo hace uso
para demostrar que la Ley Romana era la
que tenía que aplicársele, demuestra que San Pablo
tenía en sus progenitores una combinación harto
pecaminosa. De cualquiera de ellos dos, ya sea de papá o
de mamá, él heredaba la ciudadanía romana y
eso hacía de San Pablo, ¡indiscutiblemente!, el
producto de la
combinación entre dos diferentes grupos raciales,
sociales y culturales. O sea que siendo hijo de judíos,
en las generaciones de uno de sus progenitores y también
hijo de gentiles o
romanos en su ascendencia por la herencia que en
él desembocaba, la conclusión (ya lo dijimos
¡indiscutible!) es muy sencilla, ya que a tales productos de
la unión entre dos personas de diferente grupo racial o
étnico se les denomina mucho mejor con el nombre de
mestizos.
Y San Pablo, por eso mismo, es un mestizo.
¡Así de sencillo!.
Deuteronomio 23:2 es el Mandamiento que ordena que
personas como Pablo de Tarso no puedan ingresar legalmente a la
Congregación que comprende el Culto del Dios
bíblico, y mucho menos a vanagloriarse –como lo hace
impune y tan burlescamente San Pablo- de ser el nuevo
guía, el Ministro y el Apóstol de la
Congregación del Dios Padre, porque el propio Padre
Nuestro dejó ordenado tajantemente.
¡No entrará mestizo en la
Congregación de Dios Vuestro Señor
(Yahvé)! ¡Ni aún en la décima
generación entrarán los mestizos en la
Congregación del Padre Eterno!.
Pablo, por nacimiento (como él mismo lo reconoce
públicamente) es ciudadano romano o sea mestizo, y por lo
tanto sabe perfectamente que no puede ni debe entrar a formar
parte de los hombres, de los servicios y de
los oficios públicos y privados que el Pueblo Santo de
Dios Nuestro Señor (Yahvé el guerrero) lleva a cabo
en la Congregación o Asamblea israelita. Y por lo tanto,
sabiendo la limitación legal que no le permite ser parte
de la nación
Judía, San Pablo hace lo más sencillo se auto
proclama el Ministro y el Apóstol de Dios Padre y el
Primer Jerarca del Cristianismo,
y por lo tanto, ¡el primer ser humano
cristianizado!.
¿Qué les parece la audacia y el pecado
vanidoso y la blasfemia de San Pablo?.
Anonadados del despliegue tan vergonzosamente vulgar y
prepotente del que hace gala San Pablo, leemos, con una sonora
carcajada, las brutalidades que brotan del usurpador y
delincuente confeso, al que hoy, desgraciadamente, han tomado y
lo tienen en un lugar prominente.
Pasemos a citar y a leer las burdas confesiones de este
gran embustero que, retorciendo las Sagradas Escrituras a su
sabor y antojo, sigue impunemente burlándose de
Jesucristo, de Dios Padre y del atajo de borregos que, cayendo
como moscas en las Iglesias Cristianas, no se imaginan,
¡tan siquiera!, la clase de
maleante y demagogo que fue San Pablo.
1 de Romanos 1:1 y 5 nos regalan la primorosa primera
gran mentira paulina.
Saludos, yo, Pablo, siervo de Jesucristo
(¡qué infame! ¿de dónde te sacas esto
embustero de porra?), llamado a ser apóstol
(¡quién diablos te llamó, te nombró o
te dio tal título, mentiroso y ufano!), apartado para
el Evangelio de Dios (¿quién y por qué
te habían de haber apartado para que fueras tu el vocero
oficial del Evangelio?). Y que por medio de Jesucristo, del
cual hemos recibido la gracia y el apostolado
(¡qué bárbaro!), para la obediencia de la
fe en todas las naciones por amor a su
nombre.
Para comenzar, leamos cual fue la real y expresa
voluntad, el deseo y la orden directamente transmitida por
Nuestro Señor Jesucristo sobre los aspectos que San Pablo
usurpa tan desfachatadamente y que ahora mismo quedará, no
sólo en entredicho este gran embustero, sino que
desenmascarado.
Mateo 10:1 se llama "Elección de los doce
apóstoles" y en los versículos 5 y 6 que forman
parte de lo que se ha titulado "Misión de
los doce" y entre lo que se nos narra allí no hay
alusión alguna a este elucubrado de Pablo o que Jesucristo
dejara alguna pequeña posibilidad como para pensar que de
allí es que este mentecato se haya agarrado y que a eso se
deban las temerarias afirmaciones que nos hace Pablo desde
Romanos.
Los versículos 5 y 6 de Mateo 10 tajantemente
establecen, y delimitan, la Santa Voluntad de
Jesucristo.
A estos doce (o sea a los doce apóstoles y Pablo
¡no está metido ni incluido en tal
señalamiento!) envió Jesús y les dio
instrucciones diciendo: ¡No vayáis por camino de
gentiles (todo individuo o
nación
que no es hebreo y que no practica el Judaísmo es
definido, señalado y rechazado con la palabra
"gentil"), ni entréis en ciudades de samaritanos, sino
id más bien a las ovejas perdidas de la Casa de Israel.
Desde Marcos 4:11 y 12 leemos otro tropezón que se
lleva este infuloso Pablo y desde allí Jesús,
dirigiéndose a un selecto grupo y a los doce
apóstoles, dentro de los cuales ¡no estaba incluido
San Pablo el gran embustero!, les dice.
¡Sólo a vosotros os ha sido dado el Misterio
del Reino de Dios!. A los que están fuera, todo se les
presentará en parábolas, para que, por mucho que
sigan mirando, vean ¡pero no perciban!. Y por mucho que
sigan escuchando, oigan ¡pero no entiendan!.
En la perorata de Pablo, él se auto denomina "Siervo de
Jesucristo", y aquí es en donde empieza el chiste
graciosísimo. Resulta que la palabra que han traducido, en
nuestras Biblias de uso común y corriente, por "siervo",
realmente el sentido que se le quiso dar es el de "esclavo". O
sea aquel que, sujeto a la voluntad y a los deseos de otro,
está completamente a la disposición y a la orden de
quien es su dueño o de quien es su cautivo.
Y resulta que la imaginación, y el poco decoro de
Pablo, lo hace apropiarse de un título que es
muchísimo más apantallador que cualquier otro,
pues, siervos o esclavos exclusivos de Dios Nuestro Señor
(Yahvé) lo fueron exclusivamente Moisés
(Josué 1:1), David (Salmo 18 que en su título nos
lo dice) y los grandes reyes, profetas y Cristos o Mesías
del Padre Eterno.
¿De dónde acá se quiere lucir Pablo con
tan honorable título que por ser ajeno a la
Congregación del Padre Nuestro (por mestizo), no le
correspondía usar?.
Ahora bien, con el colmo de la demencia paulina al auto
nombrarse Apóstol, hay, así mismo, mucha tela que
cortar. Lucas 6:12-16 es la mejor descripción de lo selecto y exclusivo que
conlleva el término Apóstol. Y, de eso, hay que
inferir que Apóstoles ¡solamente doce hubo!, los
cuales, y cada uno de ellos, son los únicos, léase,
óigase y entiéndase bien, los únicos que
fueron investidos como tales, directamente por Nuestro
Señor Jesucristo, y que lamentablemente no incluía
allí a San Pablo.
¿Qué tal?.
Leamos a Lucas que nos dice la verdad, y a pesar que este
Evangelista no es más que el discípulo fiel de San
Pablo, no se parcializó por su jefe y, al contrario, lo
desmiente clara y categóricamente de las presuntuosas
declaraciones que hace cuando se dice de sí mismo
Apóstol de Jesucristo.
Aconteció en aquellos días que Jesús
salió al monte a orar y pasó la noche entera en
oración a Dios (como pidiendo iluminación para la elección de sus
exclusivos Apóstoles). Y cuando se hizo de día,
convocó a sus discípulos y escogió de entre
ellos, doce, a quienes puso el nombre de Apóstoles.
Simón, a quien puso por nombre Pedro (piedra) y
Andrés su hermano; Jacobo y Juan; Felipe y
Bartolomé; Mateo y Tomás; Jacobo, el hijo de Alfeo
y Simón el llamado Zelote (guerrillero
nacionalista); Judas el hermano de Jacobo y Judas
Iscariote (criminal), que llegó a ser el
traidor.
Y a pesar de tan clara muestra,
todavía el necio de Pablo defiende su proclama, y desde 1
de Corintios 9:1 ss, nos dice prepotentemente, desde el
título de "Pablo defiende su apostolado", y nos dice sin
más que la vanagloria de su parte.
¿No soy Apóstol? ¿No soy libre?
¿No he visto a Jesús el Señor Nuestro?
(¡qué estúpido eres Pablo!, si
interesadamente pones como condicionante que para ser
Apóstol únicamente se requiere de haber visto al
Señor Jesucristo, pero desgraciadamente no aclaras si vivo
o resucitado, hay que darte un par de coscorrones en tu dura
mollera y decirte que entonces, eso que tu tan burdamente dices,
muy bien pudo haber sido excusa para miles de personas con mucha
más calidad moral y
religiosa que tu, pues miles convivieron con él y tu nunca
lo hiciste ¿Por qué no se proclamaron ellos o
alguno de ellos Apóstoles o Apóstol de Jesucristo
como tan vergonzosamente tu lo hiciste? ¡Por qué
no!). Si para otros no soy Apóstol (¡para
nadie eres Apóstol, embustero degenerado!), para
vosotros ciertamente lo soy; porque vosotros (los de Corinto)
sois el sello de mi Apostolado en el Señor.
¡Qué tamaña cara dura!.
Nuestro Señor Jesucristo, en un arranque de divina
inspiración, dejó establecido para Pablo de Tarso
una consecuencia a su necedad y, anticipándose a este gran
embustero, establece, con claridad meridiana, una advertencia
imperativa que tenemos que tener presente en cada instante de
nuestra relación Eclesiástica.
Marcos 13:5 ss, nos deja expuesto lo siguiente.
Y Jesús le comenzó a decir: ¡Mirad que
nadie os engañe!. Pues vendrán en mi nombre muchos
usurpadores y engañarán a muchos.
¿No fueron engaños y usurpación del
nombre de Jesús y de Dios Padre todo lo que hizo San
Pablo? ¿No fue eso lo que llevó a cabo?…
El que anda tras la usurpación de funciones no es
más que un adversario. Y si Pablo de Tarso demuestra con
hechos palpables y decepcionantes tal posición, no queda
de otra más que tomarlo como el gran adversario de Cristo.
¡O sea como el Anticristo!.
Y desde 21 ss, cierra Marcos 13 la verdad clarividente del
buen Jesús.
Entonces si alguien dice: Mira, aquí está el
Cristo o; mira, allí está, ¡no lo
creáis!. Porque surgirán falsos Cristos y falsos
profetas y harán señales
y prodigios a fin de extraviar, de ser posible, a los elegidos.
Vosotros, pues, estad sobre aviso; os lo he dicho por
anticipado.
¿Acaso le hicieron caso al Maestro? ¿Acaso
tomaron en cuenta la advertencia de Cristo Jesús ante los
"prodigios" de San Pablo y ante ese falso Apóstol,
Ministro y Profeta que pretendió imponerse para sus fines
aviesos?.
Pero en donde retratan de cuerpo, mente y hasta
espíritu (si hubiese) a Pablo, es desde el Apocalipsis. Ya
que con la evocación de la posibilidad del simbolismo de
las dos bestias monstruosas, San Juan no hace más que
poner una clara alegoría a la
personalidad dual de Pablo de Tarso y regalándonos
desde 13:1-10 todo el acontecer del Gran Adversario que el
Apóstol bien amado ve en Pablo de Tarso, comprenderemos
que es a él que va dirigida la profecía y la
revelación descritas.
Esa simbología que encierran las dos bestias es muy
rica en especialidades. La primera de las alimañas que
surge no es más que el poder político. Y esta
bestia vocifera, blasfema y despotrica contra Dios Padre, pero
persiguiendo un fin y un interesado propósito. Y
dígame usted que todo lo que especuló,
mintió y falsificó San Pablo no lo hace figurar
como esa bestia que persigue la entronización política y niegue que
esa es la mejor descripción que se haya hecho del
interesado propósito paulino, porque si no acepta usted
esta posición, ¡caramba!, no ha entendido todo el
alcance satánico y anticristiano que Pablo demostró
en los pocos pasajes que hemos copiado para el deleite
popular.
La Segunda Bestia, según San Juan, es aquella que surge
como una realidad religiosa. Y remedando al Cordero de Dios, o
sea a Jesucristo, tiene la facilidad de hacer grandes prodigios
engaña-bobos y engatusamientos de gente incauta que seduce
a los hombres bajo la palabrería vana e inútil,
para que obligados por el terror sacro implantado, puedan
fácilmente adorar y rendirle amor y pleitesía a la
Primera Bestia, o sea al Poder Político.
Esta es la realidad que ustedes ya han constatado
sucedió con Pablo y su engañadora, usurpadora y
anticristiana actitud.
¿O no?…
El Anticristo no es más que aquel que está en
contra de las Ordenanzas y del Amor y de la Tolerancia de
Cristo Jesús. Y si San Pablo abiertamente y sin tapujos
reconoce y admite sin pena alguna que lo que dijo Jesús no
vale nada y lo que dejó ordenado Dios Padre es paja
¿Cómo habrá que definir a tal
alimaña?.
Romanos 12:20 deja la ordenanza que sobre la cabeza de los
enemigos lo que procede, según la locura de Pablo, es
amontonar carbones encendidos sobre la cabeza de ellos y
añade, emulando al violento Dios Nuestro Señor.
No os venguéis vosotros mismos, amados, sino dejad
lugar a la ira de Dios; porque escrito está:
¡Mía es la venganza, yo pagare, dice el
Señor!.
Aquí, en esta perorata de Pablo, está el ejemplo
típico de despotricar en contra del Padre y del Hijo.
Mateo 5:44 deja el Mandamiento de Jesús, ¡contrario
a lo que pide y exige San Pablo!.
Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldigan,
haced bien a los que os aborrecen.
¿Es o no el Anticristo San Pablo?. Y con la contra que
le lleva al Padre Eterno, sólo habrá que recordar
el asunto de la circuncisión, que Dios Nuestro
Señor ya ordenó que todo varón debe ser
circuncidado a los ocho días de nacido y que todo
varón incircunciso será cortado del pueblo santo de
Israel. Pero Pablo, abusivo y demente de él, desde
Gálatas 2:7 pretende implantar el Evangelio de y para los
incircuncisos. ¡Coño con San Descarado!.
El Gran Adversario saca sus largas y afiladas uñas y
clavándole implacablemente las banderillas en los lomos de
Jesús, tira con su espada oratoria a
matar. Este es el Anticristo, el adversario y el enemigo del que
profetizaron desde el propio Jesús que así lo
dejó dicho, hasta San Juan. Pablo, amigas y amigos
míos, con lo que leeremos a continuación, deja
tirado en una poza de sangre a
Jesús, con lo que dice de él, pues, de esa manera
un tanto sutil y como no queriendo la cosa, o aparentando que la
vaina es con otros y por otro lado, muchos imbéciles que
obviamente han leído tal perorata, porque no les conviene
hacer la denuncia respectiva, han optado por lo más
fácil y, haciéndose los locos, han tachado lo que
está con letras acusadoras y de fuego en contra de
Jesús, el paradigma del
Cristianismo y el que sirve de puerta a los pecadores para
obtener el cielo.
Tito 3:9 y 10 establece la pequeña diferencia entre
Jesús como el Hijo de Dios Padre y Pablo el nuevo Nazareno
(nuevo siempre según él mismo) y nos deleita con
esta sinfonía excelsa y maravillosa como una defensa a los
proféticos y visionarios alcances que Jesús dejara,
como avisos, en contra de gente como este gran embustero de
Pablo.
San Pablo mete en la tumba a Jesús y,
amortajándolo nuevamente, describe la actitud pecaminosa y
poco amorosa y muy poco tolerante de Nuestro Amado Maestro.
¡Evita las controversias necias y genealogías,
porque son sin provecho y vanas! (efectivamente y en esto
estamos completamente de acuerdo con este Anticristo que
categóricamente deja muy bien apuntado esta locura que
hicieron con el nacimiento y todo lo que se derivó de
Jesús, de su Madre María y de su Padre Eterno, que
si es cierta tal afirmación ¿por qué dos
genealogías, ¡y diferentes para rematar!, sobre
Jesús, si se supone que por ser Hijo de Dios es impensable
que se nos deje la constancia a la estupidez mayúscula de
describir dos sendas líneas ascendentes de Cristo
Jesús en y por el lado de su padre terreno José
siendo ambas genealogías totalmente diferentes?; pues
Mateo y Lucas ni en eso pudieron guardar cordura con la que se
suponía única inspiración del Espíritu
Santo). Al que cause divisiones ¡Deséchalo!,
sabiendo que el tal personaje no es más que un pervertidor
que peca, habiéndose condenado así mismo.
Mateo 10:34 se titula, dándole la razón a San
Pablo en lo que recién leímos, "Jesucristo causa de
división", que se enmarca perfectamente en la
descripción paulina.
He venido a enfrentar al hombre contra
su padre, a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra
¡Y serán enemigos del hombre los de su propia
casa!.
Lamentable y decepcionantemente es ratificado por Lucas desde
12:49 ss, que nos dicen.
¡Fuego vine a echar en la tierra y
cómo deseo que se haya encendido ya!.
¿Pensáis que he venido a traer paz en la tierra?
¡NO! ¡Más bien he venido para traer
división!. A partir de ahora estará divido el padre
contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija
y la hija contra la madre.
Si Jesús, según Lucas "Profetiza divisiones por
su causa", tal y como se llaman tales pasajes que recién
hemos leído (¡asombrados! ¿me supongo,
verdad?) esto sólo confirma la tesis que deja
San Pablo sobre su adversario y aquí sí que de
verdad, como lo habíamos anunciado, cae muerto
Jesús y toda la divinidad que se suponía
tenía este otro remedo de Dios, que eso y no otra cosa fue
Nuestro Señor Jesucristo.
Con todo respeto y lo que
se quiera, pero eso y no otra cosa fue Jesús ¡Un
gran fantoche elevado a categorías inmerecidas!.
Todo el que cause divisiones, y más en el
círculo familiar, o sea allí en dónde nace
el verdadero amor que se derrama en los otros miembros de la
sociedad, no
será más que alguien monstruoso y degenerado que,
de la manera más chiflada, pretende de alguna manera
apuntalar una teoría
o una tesis que nada tiene de fraterna, de tolerante y mucho
menos de divina; tal y como se ha impuesto a los
increíblemente tontuelos que se dicen fieles creyentes en
Cristo, en su Santa Perorata y en sus Cuatro degenerados
Evangelistas, amén de los que siguen al pie de la letra
los dictados subversivos, terroristas, anacrónicos y
anarquistas del gran embustero de San Pablo, llegado a Ministro y
a Apóstol, por obra y gracia de sus propias
elucubraciones.
Jesucristo y Pablo, pues, no son más que un perro y un
gato que, metidos en el mismo costal, pretenden, cada uno y cada
cual a su manera, acabarse mutuamente. Y afilando las uñas
y machetes y sus lenguas ofidias, arremeten inmisericordemente
hasta acabarse. Lo gracioso y fatídico es que ambos
están en el mismo bando Cristiano, o por lo menos eso nos
han hecho creer.
Una de dos, mis queridos y queridas lectores y lectoras, o
Jesús y Dios Nuestro Señor nos mintieron, o mejor
dicho les mintieron a los Grandes Patriarcas y por ende al Pueblo
Santo de Israel, o fue Pablo de Tarso el falsificador, el
mentiroso y el gran traidor. Porque concebir que una es la
enseñanza de Jesús el Cristo, que
desde los Evangelios nos llegó y que Nuestra Madre
Iglesia
Cristiana evoca, es dejar sentadas las bases para que no quepa
ninguna otra interpretación al respecto.
¡Clarísimo!.
Pero encontrarnos con que Pablo no está de acuerdo con
un sinnúmero de los Mandatos, Ordenes y Enseñanzas
de Dios Padre y de Jesucristo, nos tiene que alarmar y llenar de
sobresaltos sentimentales, pues, eso, significaría que uno
de los dos bandos mintió y traicionó, así
mismo, a los tontuelos que creyendo en la perorata que cada uno
de ellos expuso, hoy, quedaría como un pelele
embustero.
¿Quién traicionó y falseó las
Sagradas Escrituras? ¿A quién corresponde que ahora
lo desenmascaremos? ¿Está usted dispuesto a correr
ese riesgo de
enterarse quién es el culpable de maledicencia y de la
vileza mayúscula que nadie jamás había hecho
con el Cristianismo y con todos los Mandatos que Dios Padre en
persona
dejó para que se pusieran en práctica todos y cada
uno de ellos sin discusión y menos que quedaran sujetos a
cambio o
degradación posible?… ¿Lo está?..
¡Muy bien!.
Es desagradable e infortunado tener la penosa tarea de
enfrentarse con la realidad que nunca ha cambiado, por más
que nuestros degenerados Jerarcas Religiosos así lo hayan
querido imponer. Con San Pablo pasa una cosa harto corriente y
que consiste en que muy fácilmente, o mejor dicho
infantilmente, él mismo se mete tropezones y, queriendo
sacar aquella patota que ya metió, queda peor parado que
como cuando empezó sus baladronadas.
2 de Corintios 12:1 ss, es un escrito lleno de falsa modestia
y de inmoderada vanidad; sólo que los feligreses, ahogados
en la verborrea del cura o pastor no lo ven más que como
una prueba de humildad de su querido y amado San Pablo. La
humildad no es una virtud que tenga que exaltarse, contarse o
vanagloriarse de ella, pues sentirse orgulloso de la humildad, es
como demostrar valentía de la cobardía o
frío del calor; una
absoluta tontería lava cerebros de parte de San Pablo.
Ciertamente no me conviene gloriarme (¿entonces
por qué lo haces espíritu perverso y traidor?);
pero me atengo a las visiones y a las revelaciones del
Señor. Sé de un hombre en Cristo, que hace catorce
años, si en el cuerpo no lo sé; si fuera del
cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe, fue arrebatado hasta el
Tercer Cielo. Y sé que el tal hombre, si en el cuerpo o
fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe, fue arrebatado
al Paraíso y oyó palabras inefables que no le es
permitido al hombre expresar. De tal hombre me gloriaré;
pero de mí mismo en nada me gloriaré, a no ser en
mis debilidades. Sin embargo sí quisiera
gloriarme.
¡En qué quedamos por fin! ¿Te vas a
gloriar o no?. Además y aquí sí que viene el
chiste jocoso infaltable en las inspiraciones del Espíritu
Santo; ese hombre, al que hace referencia Pablo sobre un arrebato
en cuerpo o en forma incorpórea, y que fue llevado hasta,
nada menos, el Tercer Cielo y hasta el Paraíso
(¿cómo diablos se llamará el Primer Cielo y
el Segundo Cielo? ¿Habrán cielos más
allá de este Tercero que San Pablo nos hizo el favor de
informarnos?) no es otro que él mismo. Y decir que de ese
que tuvo esa privilegiada oportunidad de irse a dar una su vuelta
por, nada menos, que el Tercer Cielo y por el Paraíso, es
de quien sí está ufano y vanagloriosamente
orgulloso, es la peor vaina de las que leemos de su Palabra
traidora, pues ¿Cómo una persona cuerda y sana, en
todo el sentido de la palabra, pueda sentirse orgullosa y
vanidosamente henchida de gloria por una de sus múltiples
personalidades?.
¡Una persona normal, cuerda y psicológicamente
estable no tiene multiplicidad de personalidades! Y si San Pablo
asegura y deja en blanco y negro la constancia de dos Pablos
adentro de él mismo, ¡San Pablo es un caso digno de
estudiar por psicólogos y siquiatras en esa su degenerada
y pluripersonal gama de Pablos que pululan en su enfermiza y
demente psiquis!.
Se empieza a contradecir este chiflado desde 1 de Corintios
11:23 al decirnos, tan locuazmente, su narración de los
hechos.
Porque yo recibí de parte del Señor lo que
también os he enseñado.
¿Cómo está esta vaina? Si efectivamente
todo lo que recibiste de parte del Señor, lo has
enseñado, es que tu mismo te contradices. ¿No que
te era prohibido y no permitido expresarlas y que ningún
hombre tenía que saberlas? ¡Entonces por qué
diablos las dijiste y te vanagloriaste de hacerlo!. Ay Pablo de
Tarso, a cada momento y en cada pasaje que leemos de todas tus
locuras no hay más que tonterías.
Y haciendo una vuelta de ciento ochenta grados, ahora resulta
que todo lo que Pablo pensó y creyó era Palabra
infalible de Dios Padre, hecha llegar a él en persona, en
visiones o en inspiración, no lo es tanto. Y como
arrepentido de todo lo que se atrevió un día a
dejar dicho, ahora compungido y acobardado, quiere rectificar la
vaina y dándonos risa su pobre actitud, resulta que
él reconoce que siempre estuvo errado.
Gálatas 2:1 ss, nos lo cuenta mucho mejor y con todo
lujo de detalle ese como sentimiento que le corroe el alma (si
hubiese) a Pablo de Tarso y que confesándolo como quien no
quiere la cosa, deja constancia a su propia inconstancia pues,
retroceder ahora y luego de catorce años ante los que ya
ha inoculado en mente y sentimientos de aquellos tontuelos que le
escucharon, le creyeron y que murieron engañados con su
demagogia, resulta cruel y despiadado. ¿No es
verdad?…
Después, pasados catorce años, subí
otra vez a Jerusalén con Bernabé, llevando
también conmigo a Tito. Pero subí según una
revelación y les expuse el Evangelio que predico entre los
gentiles, pero lo hice en privado a los que figuraban como
dirigentes, no sea que yo esté corriendo o haya corrido en
vano.
¡Por Dios Santo estúpido Pablo!
¿Qué te pasa?. Si a lo largo de tus
tonterías has repetido hasta la saciedad que todo lo que
sale de tu maldita boca y de tu impiedoso puño es
revelación de Dios Padre y de Jesucristo
¡Cómo ahora reconoces que a lo mejor no fue cierta
tal alcanzativa posición que asumiste?. Si efectivamente a
lo largo de tu carrera política y de jerarca religioso,
siempre mantuviste la postura de hablar en nombre de Dios Padre y
de su Amado Hijo, que te habían dado
inequívocamente el mandato claro y conciso de predicar el
Evangelio de los gentiles ¿Cómo ahora resulta que
cabe la posibilidad que unos hombres comunes y corrientes, pero
"dirigentes" como tu los llamas, sean los que tengan que valorar,
juzgar y dictar sentencia en cuanto si lo que tus locuras
reflejaban era lo que Dios Padre quería o si eran mentiras
y cosas inventadas por ti? ¿Cuánto de vano siempre
hubo en ti?.
¿Cómo hombres como tu puedan catalogar sí
hay o no cosas vanas o de Dios Padre en lo que predicaste?
¿Por qué hiciste una audición no
pública y con gente que son dirigentes de algo que ni tu
mismo defines lo que son o lo que dirigieron?.
El Gran Traidor de San Pablo, pues es él de quien nos
inspiramos para subtitular esta parte, representa para la Iglesia
Cristiana en general la magnifica honra que Dios Nuestro
Señor en persona usara para corregir lo que Jesús y
los doce apóstoles y los discípulos no hicieron
cuando tuvieron la oportunidad de hacer. Es decir que si Pablo
resulta con que él representa el Nuevo Evangelio,
diferente al de Jesús, pues el paulino es de y para los
gentiles, y el de Cristo Jesús es para los judíos,
tendremos que inferir que Jesús equivocó la
estrategia y
que por lo tanto Dios Padre, ¡en su infinita bondad y lleno
de amor para el mundo!, rectifica a través de San Pablo
haciendo que se extienda universalmente la Palabra que su Hijo
Unigénito no pudo o no quiso extender.
No hay que olvidar que Jesús dijo que "No hay que ir
con su prédica a los gentiles".
Pablo, pues, se vanagloria y llama a su locura "Mi Evangelio"
y Romanos 2:16 lo dice.
Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los
hombres, conforme a mi Evangelio.
Y si Pablo reconoce que a lo mejor estuvo arando en el mar
durante catorce años, y así lo deja manifestado,
tal y como ya lo leímos, y procede a dudar sobre que ese
su Evangelio a lo mejor es vano ¿Cree usted que Pablo
tenga capacidad como para que le dejemos por más tiempo en
nuestros corazones sin delatarlo como el gran traidor y embustero
Cristiano que fue?.
¿Cómo es posible creer en que hay un Evangelio
de Pablo (mi Evangelio dice el Gran Embustero) y que sólo
por medio de esa perorata sea como Dios Nuestro Señor se
regirá para juzgar a vivos y a muertos?.
Ya leímos lo que 2 de Corintios 12:1 ss, nos
dejó dicho y llama la atención que hasta en esto hayan metido la
cuchilla los Jerarcas, ya que cambiando lo que originalmente deja
dicho el gran traidor de Pablo, han contribuido así a
aumentar el amor, la
pasión y hasta el enfermizo culto hacia Pablo de Tarso,
cuando cambiando el básico significado y la
entonación original que la pasión de Pablo dejara
escrito en su Evangelio, quitaron todo el sabor traicionero y
embustero que dejara puesto en esas letras que por conveniencia
eclesiástica, y para más Gloria a Dios Padre,
tasajearon y falsearon.
¡Qué le parece, falsedad sobre falsedad!.
Lo que originalmente dice ese pasaje es Me es necesario
jactarme o gloriarme.
Y no burdamente como ahora leemos de "Ciertamente no me
conviene gloriarme". Estando el concepto
completamente tergiversado y cambiado habrá necesidad de
tomar en cuenta esto cuando abramos nuestro Nuevo Testamento y
leamos allí cualquier pasaje y preguntándonos en
cual de todos los versículos con los que cuenta esa
enseñanza divina no habrán cucheteado y cambiado la
idea original nuestros ejemplares Jerarcas que así,
quizá, protegían a sus hijitos de erróneas
interpretaciones para leer la Biblia con un poco de más
precaución y no creyendo en que todo lo que dice sea
Palabra de Dios.
Mejor dicho que nada de lo dicho allí es Palabra de
Dios.
El gran traidor y gran embustero de San Pablo queda, pues, tal
y como lo fue y que en muchos de los casos ni siquiera se
tomó la molestia de ocultarlo, como un ser humano que
viendo la posibilidad de la riqueza y del poder fácil, se
tiró de lleno a esa piscina y arremolinándola, hizo
que los tontuelos que creyeron en su perorata, inmisericorde y
jactanciosa, murieran en vida ahogados por esas aguas negras y
putrefactas que de su enfermiza y perversa mente salieron.
¿Es usted o fue uno de esos que cayeron de manera por
demás incauta en las redes tejidas por este gran
traidor a la verdadera esencia del Judaísmo que
Jesús, como correspondía, practicó y
vivió revestido de las enseñanzas tradicionales de
su Pueblo Elegido, que ahora o antes, usted, por la lavada de
cerebro que
basados en Pablo le hicieron en aquella Iglesia a la que
asistió o asiste, practica o practicó creyendo que
así Glorificaba a Dios Nuestro Señor? cuando lo que
Glorifican es al gran embustero de Pablo de Tarso.
¡Aleluya por el gran traidor que tan bien dejó
hecho su trabajo!.
El demagogo es aquel que domina a la plebe con una facilidad
pasmosa y que se sirve del halago hacia las pasiones de sus
escuchas, para así, engatusarlos. Y aparentando tener un
genuino interés en
todo cuanto afecta a ese determinado grupo, con unas
finísimas mentiras y unos cuentos
asombrosos, se los duerme de lo lindo y quedan todos ellos
comiendo en sus manos; para así, conquistar sus favores y
el poder sobre todos los incautos que se tragaron su cuento.
El farsante, no es otro que el mismo demagogo. Y siendo un
cómico grotesco, despluma al que primero le pase por
enfrente, trampeándolo de cualquier manera. Unos recurren
al temor que infiltran en sus víctimas y otros, pasando
por lo que no son, o sea siendo impostores, consiguen sus fines
al 100%.
Y todo eso, mis asombrados y asombradas lectores y lectoras,
es lo que fue y lo que representa San Pablo. Y lo más
gracioso de todo esto es que el propio Pablo nunca
pretendió ocultar sus aviesas intenciones. Claro que
divinizado y con auto bombo, el vanidoso "Apóstol y
Discípulo para los gentiles", evitó que sus claras
mentiras, que sus interminables embustes y que sus demagogos
escritos, fuesen tomados como tales. Y por el contrario,
sirvieron como base para que en el Concilio de Nicea, del
año 325, se formalizara toda la Pantomima Religiosa que
conocemos como Cristianismo.
Veamos lo que significó el embuste y la patraña
para San Grotesco y leamos desde Colosenses 3:8 ss, lo que en el
colmo de la desfachatez se atrevió a dejar escrito Pablo
impostor.
Pero ahora desechad también vosotros todas estas
cosas: Ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de
vuestra boca. No mintáis los unos a los otros,
habiéndoos despojado del viejo hombre con sus
prácticas.
O sea que ese viejo hombre, el que no tenía aún
acceso al Cristianismo (porque San Pablo no había sido
nombrado Apóstol ni Discípulo de los y para los
gentiles ni había nacido San Embustes), ¡sí
podía mentir, blasfemar y ejecutar toda la serie de
"pecados" que San Pablo ya describió y que prohíbe
ahora que se lleven a cabo!.
¿Por qué antes sí y a partir de la
gloriosa aparición de la locura de Pablo ya no? ¿No
eran pecado esas acciones antes
de San Demagogia? ¿Por qué a partir de Jesucristo,
y de Pablo, que según la locura de San Demente vino para
deshacer las obras del Demonio y a salvarnos del pecado, tales
acciones empiezan a ser condenables por la Religión y por los
Jerarcas encargados de Ministrar el perdón y la
Salvación?.
¡Por qué!…
Sencillamente porque son demagogia y farsa de San Impostor.
Así es la cosa de sencilla con la verborrea santificada de
San Pablo, que pretextando una interesada y justa
intervención para "salvar" a los nuevos incautos,
éstos, logren afianzarse en la Nueva Demagógica
Religión.
La ira, para comenzar a deshuesar a San Torpe, representa uno
de los más grandes atributos de Dios Nuestro Señor,
que sin rubor alguno el Padre Nuestro posee y pone de manifiesto,
lo mismo que el Unigénito de Nuestro Señor
Jesucristo.
Ya veremos uno que otro caso de la ira de Dios Padre y de
Jesucristo.
San Juan nos hace el gran favor de describirnos otra ira y
otra clase de furor de otro personaje, nada menos que el gran
inspirador de San Pablo. Y desde Apocalipsis 12:12 nos dice.
¡Ay de los moradores de la tierra y del mar!, porque
el Diablo ha descendido a vosotros con gran furor, sabiendo que
tiene poco tiempo.
Solamente como una pequeña muestra de la locura
completa que es la Biblia, permítasenos hacer este
paréntesis y ver en lo que Juan dice, una -¡otra
mejor dicho!- demagogia más. Si el Diablo ha descendido
con gran furor, sabiendo que tiene poco tiempo, que nos hagan el
gran favor de definirnos ¡cuántos segundos, horas o
aún años abarca ese término de "poco
tiempo"!, pues así, sabremos a qué atenernos.
Por mi parte, yo estoy más que seguro que ese
Diablo que describe San Juan, no es otro que el enemigo terrible
que significó Pablo para los Cristianos de la línea
de Jesús.
Pero la ira no es posesión absoluta del Diablo y mucho
menos del hombre pecador. ¡No!. La ira, y San Pablo incluso
así lo reconoce, es potestad de Dios Nuestro
Señor.
Romanos 1:18 ss, así lo asegura y lo expresa.
Porque la ira de Dios Padre se revela desde el
cielo.
Y si así es la cosa ¿A cuenta de qué se
haya atrevido San Embuste a pedir que "desechemos a la ira y al
enojo"? si Dios Nuestro Señor, en su infinita bondad, es
furioso y, enojado, manifiesta su ira, ¿cómo es
posible que el ser humano imperfecto e inferior, finito y mortal
no la tenga o no la ponga de manifiesto? ¿Es posible no
tener ira?…
Y si Jesucristo fue un furioso y un gran iracundo y un
tremendo colérico, ¿cómo usted, yo y
cualquier hijo de vecino normal y sano, no pongamos de manifiesto
también nuestra ira, cólera
y furor?.
Lucas 12:49 describe a un magnífico Jesucristo
colérico, iracundo y feroz, y nos dice.
¡Fuego vine a echar en la Tierra! ¡Y
cómo deseo que se haya encendido ya!.
¿Pensáis que he venido a traer la paz? ¡No!,
¡no he venido a traer la paz, sino
división!.
¿No le bastó esta otra imagen (la
verdadera) de Nuestro Señor Jesucristo?, pues para que
sufra más, le vamos a obsequiar muchísimas muestras
de ese espíritu nada fraterno y nada amoroso que tuvo el
personaje que ya nos han metido en la cabeza como Hijo de
Dios.
Jesucristo, lleno de ira, ¡maldice a una pobre higuera
estéril! (Marcos 11:21). El Cordero de Dios manifiesta la
cólera de un juez, como el amo del servicio
inexorable (Mateo 18:34 y 35). Y lo más gracioso es leer
la ira de Nuestro Amorosísimo Señor desde Mateo
11:20 ss, que nos dice.
¡Ay de ti Corazín! ¡Ay de ti
Betsaida!…
Y ¿qué decir de cuando montado en tremenda
cólera, la arremete con los mercaderes del Templo?. Ahora
leamos lo que intolerante le increpa a sus propios escogidos como
Apóstoles y Discípulos desde Juan 8:44 que nos
cuentan.
¡Vosotros sois de vuestro Padre el Diablo!.
San Pablo reconoce "la represión vengadora de la
cólera divina sobre los malhechores" (Romanos 13:4), como
para que ahora vestido de hermanita de la caridad, nos haga el
cuento sobre que debemos desechar la ira, la cólera, el
furor y el enojo.
¿No leemos desde Mateo 25:41 la maldición
iracunda y diabólica de Jesús?.
¡Apartaos de mí, malditos!.
Y si leemos que Pablo también fue un furioso, que lleno
de ira, le reclama sus cosas a Pedro (Gálatas 2:11) eso de
predicar con el ejemplo, para nada va con Pablo de Tarso.
Pero cuando Pedro vino a Antioquia, ¡le
resistí cara a cara, porque se había hecho digno de
reprensión!.
Leamos la increíble metida de pata y la
confirmación que de él mismo como torpe, como
demagogo y como farsante mayúsculo San Pablo deja
constancia. Romanos 4:15 nos asegura.
¡La propia Ley produce ira!.
Y si así es la cosa, ¿cómo diablos
pretende San Burro que no manifestemos ira, enojo y maledicencia,
si la propia Ley de Dios Padre produce esas pasionales reacciones
en los que siguen la Ley del Padre Eterno?.
Seamos sinceros y contestemos ¿es o no demagogo,
farsante y un degenerado embustero San Pablo?.
¡Claro, por supuesto que sí!.
SAN MARICÓN… UN
SIMPLE MACHISTA MÁS
Leer detenidamente cada una de las exposiciones que se
atrevió a dejar en blanco y negro San Pablo, cuando de
la mujer se
trata, llena el ánimo de un sentimiento extraño.
Hay una mezcla de cosas que afloran en uno. A lo mejor es el
irrespeto, la burla y hasta el desprecio con el cual Pablo se
dirige a las féminas, lo que hace que cualquier ser humano
normal y sano que las tenga enfrente de sus ojos, vea en sus
palabras sólo la aversión que un homosexual siente
por aquellas a las que considera su competencia.
¿Tanto le molestaban las mujeres a San Maricón?
¿Qué decepción le hizo despotricar y poner
en su nivel más bajo al sexo
bello?.
Es risible encontrarnos con frases que demuestran el alto
grado de rechazo y hasta de repudio que este "varonil" Santo
sentía por la mujer en general.
Y llevando las cosas hasta el extremo, no dejó ni en la
Virgen
María lugar para sus venenosas punzadas. Es por eso
que un investigador en su sano juicio y actuando adentro del
marco de la imparcialidad, debe señalar en San Pablo un
desequilibrio hormonal que hizo mella en su psiquis y lo
convirtió –a no dudarlo- en ese inmundo ser humano
que llenó de excrementos a las mujeres en general.
Y como para la muestra con un solo botón basta,
traigamos la primera prueba de lo que a lo mejor sea el primer
escándalo en lo que para usted y millones significaba la
figura recia, sabia y hasta santificada de este prototipo de
maricón a la enésima potencia.
Pablo, decepcionado y lleno de quejumbrosos reproches, pues ya
nada puede hacer para cambiar la propia naturaleza de
la mujer y de la manera normal y genética
en que se lleva a cabo la procreación, nos hace llegar su
crítica
constructiva al respecto y, lamentándose grotescamente
sobre que "Jesucristo quiso nacer de mujer" (Gálatas 4:4),
pareciera que lo último que hubiese esperado este
mariconcete de porra, es que el parto de
María fuese el que permitió la venida al mundo a
Jesús.
¿Le hubiese, a lo mejor, gustado que naciera de un
homosexual?.
Entonces sí que se podría hablar de milagro en
todo el sentido de la palabra ¿verdad?.
1 de Corintios 7:1 ss, se encarga muy bien de ilustrarnos al
respecto y leyendo lo que San Perverso dejó escrito
allí, después de soltar tremenda risotada,
habrá que declarar que Pablo, aparte de maricón y
falto de respeto hacia la mujer, no fue más que un ser
lleno de complejos varoniles que lo hicieron sufrir rabiosa
envidia de las mujeres.
¿Cuánto no hubiese querido Pablo ser mujer?.
Recordemos que los psicólogos y psiquiatras aseguran
que aquello que más nos ofende y rechazamos, es aquello
que hubiésemos querido ser o hacer.
Y leer, ¡asombrados!, del grado de descaro homosexual
que destila éste, a quien le pica el ano escandalosamente
buscando quién se lo rasque y el cerebro degenerado y
perverso que posee, cuando de entrada grita, en le paroxismo de
la peor de sus actuaciones, "¡Qué bien le
está al hombre no fornicar con mujer!".
¿Querría acaso San Mariposa que solamente con
hombres fornicaran los hombres, para dejar tamaña
prohibición en la naturaleza genética que todo
hombre y mujer traemos como código
de reproducción placentera?.
Si los "hombres" sólo pueden gozarse entre sí,
¡ave María Purísima con Pablo!
¡Qué clase de calentura anal la que relumbra en este
pobre receptáculo de los fornicadores de
homosexuales!.
Ahora es fácil "comprender" los titulares, los
comentarios, o aún las experiencias que vemos en los
miembros de cualquier Iglesia Cristiana, cuando el cura, el
pastor o el anciano se colocan como recipiendarios de la lascivia
de jóvenes inexpertos o de degenerados adultos que los
fornican día a día creyendo que con cada arremetida
que le dan por el ano a tal homosexual "hombre de la Iglesia
correcta", y de acuerdo al Mandato de Pablo, ya esa
relación digna de rechazo y de penalidad, les
permitió hacerse agradables a Dios Padre. Y que viendo
Nuestro Señor Jesucristo la manera en que gozan o hacen
que goce delirantemente aquel que yace abajo del fornicador, ya
eso les permite la entrada triunfal en el Reino de los
Cielos.
Aunque la frase de "¡Que el hombre no
fornique con mujer!", también ha sido tomada como el
permiso para aquellos curas o pastores, no importa, que ven
allí la santificación a la depravación y que
eso les permite, sin dolor, sin sentimiento de culpa y sin
penalidad alguna de parte de Dios Padre, mantener relaciones
sexuales con niños,
con niñas y con jovencitos de ambos géneros, pues
sin que lleguen estos a una edad más allá de los 16
ó 17 años (edad en que se supone ya son hombres los
unos y mujeres las otras) estos límites
les permiten no salirse de la raya que San Hijueputa ha demarcado
en cosas homosexuales y degeneradas entre aquellos que no
fornicando con mujeres formales, sí puedan hacerlo con
niños y jovencitos de ambos géneros que no
estén catalogados todavía por la inmadurez de su
cuerpo y de su mente, como hombre y mujer formalmente
hablando.
¿Ya se dio cuenta del alcance y de las consecuencias
sociales en que ha degenerado la santificación de estas
prácticas asquerosas por medio de las cuales
muchísimos Jerarcas Religiosos Cristianos –por no
decir todos ellos- han abusado sexualmente de aquellos
niños y niñas, jovencitos y jovencitas indefensos o
bien de aquellos hombres a los que han obligado, por a saber
qué intercambio, a que los forniquen y a fornicarlos
degeneradamente? Por supuesto que usted lee los
periódicos, oye las noticias por
la radio o
bien mira los programas por
la
televisión en donde y por donde explícitamente,
¡casi a diario!, es noticia el que "un hombre santo de
sotana", autonombrado sacerdote, cura o pastor, sale acusado por
el iracundo padre de familia como
violador e iniciador de las prácticas más cochinas
y sadomasoquistas en su hijo que quedó a merced del
año eléctrico o del pene impune de ese sotanudo
que, Biblia en mano y delante de la feligresía, no saben
que aquel que les está llevando –según ellos-
la Palabra de Dios y de Salvación, es el mismo que les
está cogiendo (literalmente) a sus hijos menores de edad,
pero muy bien excusados en las frases que le permiten
según lo que Pablo dejó expuesto como permiso
divino, hacer tales cosas.
"¡La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo,
sino el marido!".
¡Qué bien!, ahora resulta que usted puede muy
bien, agarrado de tal frase paulina, arremeter violentamente en
el cuerpo de su esposa o de su mujer o de sus mujeres (pues San
Pablo no aclara cuantas mujeres puede gozar, violentar y victimar
un marido, ya que marido, es todo aquel que yace con una mujer. Y
si hay hombres que yacen con varias mujeres, ese machazo no
será más que marido de todas las que le den sus
favores).
¿Está usted, mi querida lectora, como mujer
menospreciada y aletargada por San Pablo, dispuesta y preparada
para respetar religiosamente la orden bella, excelsa y machista
de este marica acomplejado y dejar hacer, dejar pasar y dejarse
violentar tan impunemente como es el Mandato claro de San
Degenerado? ¡Lo está!…
Y continúa San Pablo con sus homosexuales consejitos y
nos dice Quisiera, más bien, que todos los hombres
estuviesen como yo (¡qué bárbaro!
¡qué sueño más iluso e imbécil
el tuyo!; ¿así que te gustaría que este
mundo fuese sólo de maricas, de homosexuales y de
degenerados, tal cual tú lo eras y tal cual ya
aconsejaste?). ¡Qué los hombres no forniquen con
mujer! (para el solaz y esparcimiento de los miles de
degenerados como tu, ¿verdad?). Pero
(desgraciadamente) cada uno tiene su propio don de Dios, uno
de un modo y otro de otro modo.
¡Ahora sí que la cosa es descabellada y
deslumbrantemente degenerada con este mariconcete de porra!.
Resulta que para San Pablo tener eléctrico el trasero y
que le pique el ano –como le picaba a rabiar a él
mismo- no es más que un don divino.
Es increíble el grado de aguante que han tenido los
borricos que asistiendo, oyendo y viendo a cada rato los excesos
que tienen los que poseen ese "don de Dios Padre", no haciendo
nada, se han quedado como simples estúpidos espectadores
de la violencia
sexual que promueve este impune maricón en sus propias
narices y quizás hasta con sus propias hijas e hijos (a
los cuales se los esté gozando este propietario del "don
divino del crimen sexual") lleguen las consecuencias de haber
tolerado, permitido y aplaudido todas y cada una de las
imbecilidades que se disparó el más grande de los
embusteros, ahora convertido en proxeneta y en degenerado
violador de todo aquel ser humano sujeto a ser fornicado; pero
eso sí, cumpliendo religiosamente con la condición
ineludible e infranqueable que todos los excesos sexuales,
¡aún los más impensables!, no sean y no se
lleven a cabo con "mujer madura".
¡Gloria a Dios Padre por el don divino que tienen en el
ano los homosexuales y en el pene los fornicadores de menores de
edad santificados y legalizados piadosamente por San Alcahuete
muy bien inspirado por el Santo Espíritu de Dios.
Al hombre le irá bien en quedarse como está y
¡que no procure casarse!. Y todo padre de familia hace bien
en no dar en casamiento a sus hijas.
Con tales amonestaciones, y dichas con tal prepotencia, es
bueno que las veamos tal cual son.
Resulta inadmisible, y en contra de la propia Ley del Dios
Padre, que el hombre no se case y que todo padre de familia no de
en casamiento a sus hijas, pues, si no hemos olvidado el asunto,
solamente con la unión sexual adentro del matrimonio es
como Dios Nuestro Señor quiere que se perpetúe el
pueblo santo de Israel.
¿Cómo se podrá hacer si Pablo interfiere
bruscamente con la Ordenanza de "creced y multiplicaos", que
tanto recomendó el Padre Nuestro a los hebreos?.
Para crecer y para multiplicarse se necesitan mutuamente el
hombre y la mujer. Solamente a través de la unión
carnal entre un varón y una hembra la especie humana se
puede reproducir. O bien, obviando el gustoso acto sexual por la
inseminación artificial, se podría cumplir con la
Ley y con el deseo divino de Dios Padre. Pero en la época
de Pablo, no habiendo inseminación artificial, para poder
crecer y hacer grande a la nación de Israel según
la Sagrada Voluntad de Dios Padre, la mujer tenía que
permitir que los jugos seminales del varón entraran
directamente en su vagina para que los espermatozoides pudieran
llegar hasta el óvulo maduro y listo de la hembra y
sólo de esa manera llegar a concebir los hijos que alegran
a la pareja de casados.
Por lo tanto, leer las locuras y los disparates que se permite
hacer San Oportunista, es digno de repudio y de rechazo firme de
parte de todos los que se dicen hijos del Dios bíblico,
pues yendo en dirección opuesta a los deseos y a la
voluntad del Padre Nuestro, todo aquel que desobedezca los
Mandatos del Dios Celestial será ¡maldito para
siempre!; según ya nos lo dijo Dios Padre desde la cita
correspondiente de Deuteronomio.
El Anticristo es la figura que encarna, en toda su
dimensión, a aquel personaje que representa la antípoda posición del Cristo, tal y
como lo tienen en su afiebrada mentalidad los Cristianos.
Siempre se nos ha dicho que la estampa del Anticristo no es
más que la que el Diablo, Satanás o el Maligno
tiene y, simplemente, así mismo lo hemos aceptado sin
ponernos a analizar un poco la definición del concepto
aberrado, en su propia definición, de esa locura de un Ser
y del Antiser.
Si Cristo es el Hijo de Dios Padre, tal y como se han
desgañitado por siglos los imbéciles curas,
pastores y demás gritones desde el púlpito
engaña-bobos, es o mejor dicho, sería
¡imposible! que existiera el Anticristo, como nos lo han
implantado.
Con la definición de esa estupidez llamada Anticristo,
ya de allí hay o habrá que deducir muy
fácilmente que Jesús, Dios Padre y toda la paja que
nos han metido desde las Sagradas Escrituras, y muy especialmente
desde la locura total del Nuevo Testamento, ¡son la mayor
mentira que grupo religioso alguna jamás se hubiese
inventado para engatusar a los incautos que caen como moscas en
miel!.
El Hijo de Dios, por su misma esencia de ser Único, no
puede, no tiene y es inconcebible que posea una imagen mala que
provoque el mal y que sea la inspiración de lo contrario
al significado divino que Jesús dicen que tiene como
tal.
Por lo tanto será inútil mantenernos en tal
mentira de un Jesucristo divino y un Anticristo que busca
destruir todo lo que vino a hacer el Hijo de Dios Padre. Lo que
sí es cierto, y de eso no hay ninguna duda, es que San
Pablo con haberse abrogado papeles que no le correspondía
tomar, sólo a él habrá que ver, que
reconocer y que aceptar como el único Anticristo, pero
conforme a que quiso tergiversar, dañar y hurtar todo
el trabajo
político que el Jesús histórico dejara para
beneficio de la liberación del pueblo hebreo.
San Pablo jugó con la propia vida íntima de los
que le leían en sus estupideces que dejó escritas
en cada una de sus epístolas. Y en una de ellas,
inclusive, él mismo se señala como ese
engañador Anticristo y diabólico ser que
destruiría la doctrina divina.
2 de Tesalonicenses 2:3 ss, nos regala un precioso relato que
ha no dudarlo nos sacará lágrimas de la rabia y de
la risa al comprobar el truco y la banalidad de este San
Embuste.
¡Que nadie os engañe de ninguna manera!,
porque no vendrá el mentiroso sin que antes venga la
apostasía (o sea la negación del
Judaísmo). El Hijo de la perdición es aquel que
se opone y que se exalta él mismo sobre todo lo que Dios
deja como objeto de culto, tanto que se hace pasar por
Dios.
Bueno, ahora sólo nos queda desenmascarar a este
Anticristo y señalarlo como el apóstata mayor, o
sea el Diablo o la Reencarnación del Anticristo.
Resulta muy aleccionador que leamos desde 2 de Corintios 12:16
la confesión que sobre sí mismo nos deja descrita
San Perverso, que con esto se convierte en el enemigo
número uno del Judaísmo.
¡Yo (dice San Pablo) como soy astuto, pude muy
fácilmente engañaros!.
Y si el propio Pablo de Tarso nos deja hecha la advertencia de
que el Anticristo es aquel que fácilmente anda
engañando a medio mundo, la señal roja y el
señalamiento hacia la persona de Pablo es inmediata.
¡San Pablo es el Anticristo!, pues reconoce tan
infantilmente que él, de manera por demás
mañosa, anda engañando con la astucia
característica del Demonio.
Y si nos vamos con la otra condición, la que advierte
sobre aquel que se vanagloria sobre las cosas divinas y que se
atreve a ocupar posiciones que no le corresponde
desempeñar, y a quien señala como Anticristo,
veremos entonces que Pablo mismo es ese hijo de mala madre que
abusó, se vanaglorió y ocupó posiciones que
no le fueron concedidas. Declararse Apóstol, Ministro y
Administrador
de la Nueva Locura sobre el Evangelio para los Gentiles, es
declararse el Anticristo.
El individuo que está en contra de las cosas de Cristo,
de la Prédica y de la Doctrina que Dios Padre y su amado
Hijo Jesucristo dejaron como Ley, no es más que el
Anticristo. Y Pablo de Tarso lo es sin ninguna duda.
Es el propio perverso de San Embaucador que, pretendiendo con
sus originalidades o excentricidades, a toda costa y bajo los
más inverosímiles argumentos llegar a convertir al
que más se resiste, hace uso de las demostraciones que
rayan en una confesión de su locura.
2 de Corintios 11:16 ss, así lo ratifica
diciéndonos.
¡Recibidme como un loco, para que yo también
pueda gloriarme!. Lo que hablo, no lo hablo según el
Señor, ¡sino como en locura!. Y les pregunto
hablando como si yo hubiese perdido el juicio, ¿son
ustedes Ministros de Cristo?, pues, ¡yo lo soy
más!.
Reconociendo su grado inmenso de locura y de demencia, tenemos
la confesión, quizás como signo de cansancio y de
hastío, de este pobre ser humano trastornado por el poder,
la gloria y el billete que los borricos seguidores de sus locuras
le daban. Y ante esto no hay más que declarar,
conjuntamente y haciéndonos eco con San Chiflado, que San
Pablo, el creador de la pantomima religiosa que tiene por
salvador a Jesucristo, fue sencillamente un ser humano con serios
problemas de
conducta o bien
¡un loco al 100%!.
Claro que de esta locura y de todas las pantomimas que
montó para mantenerse gozando de las mieles del poder y
del billete fácil, se ha derivado la mayor
aberración religiosa que experimentamos y la
satanización de la práctica de conceptos que van en
abierta contraposición con los Mandatos, Leyes y Ordenes
que dejara expresamente Dios Nuestro Señor y su muy amado
Hijo Jesucristo. Y todo esto recibe y tiene el nombre de
Anticristianismo.
Así como Pablo se sacó de sus
esquizofrénicas elucubraciones la charada esa del
Cristianismo, así mismo también dejó
establecidos los parámetros que hacen de él la
figura en la que El Anticristo es muy fácil de
identificar, para que la unamos a todas sus glorias.
La consideración religiosa y el lugar sagrado en el
cual muchos de ustedes han tenido ubicado al Pablo demente, debe
de caerse en este mismo instante. Ya no es posible –creo
yo- que alguno de los que creían posibles todas las
chifladuras de este perverso ser, sigan teniéndolas como
tales; pues si el propio auto investido Apóstol, Ministro
y dueño de la Única Inspiración de aquel
Evangelio para los Gentiles, se dice y reconoce sin ningún
empacho y mucho menos rubor de su parte, que él no es
más que un loco y que como demente ha estado
actuando, ya con este reconocimiento lo que nos queda es tratarlo
como lo que es: ¡Todo un loco!.
Gálatas 1:1 nos hace el favor de describirnos a este
pobre Anticristo que envuelto en sus propios excrementos, se
ahoga en ellos de manera por demás gozosa.
Yo, Pablo, soy Apóstol, no de parte de hombres ni
por medio de hombres ¡sino que por medio de Jesucristo y de
Dios Padre que lo resucitó de entre los muertos!.
Si leemos detenidamente las presuntuosas declaraciones de San
Pablo, leeremos, así mismo, todo el grado de demencia que
tenía tal demagogo. No hay en ninguna parte del Nuevo
Testamento aquel decreto, ordenanza o bien la opinión o la
confesión de Dios Padre y mucho menos de Jesucristo, en
donde conste, para la posteridad y para los que dudamos de tales
aseveraciones de Pablo, que efectivamente así procedieron
con Pablo las máximas figuras del Cristianismo.
Y si no hay constancia a la desfachatada posición
paulina, sólo nos resta deducir que allí, en esas
oníricas y demenciales escrituras de Pablo de Tarso, no
hay más que posiciones contrarias y mentirosas que,
engañando al que se ha dejado, convierten a San Pablo en
el único en quien debe de recaer el título honroso
y digno para su persona de Anticristo.
La contradicción, en todo lo que dice y sale de su
perversa boca, hace de San Lengua todo un
personaje folclórico, chistoso y digno de lástima,
pues, el más grande hombre de la Cristiandad, el Primer
Cristiano y a quien debemos la locura que casi mil millones de
seres humanos practican, creyendo –torpes de ellos- que
así alcanzarán la gloria y un palco de lujo en el
Cielo, hoy, y luego de la lectura de
estos pasajes que copiaremos, no creo que les queden ganas de
regresar a verle la cara al imbécil cura o pastor que ha
engañado de la manera más vil.
1 de Corintios 14:2 nos dicen.
Todo aquel que habla en lenguas ¡no habla a los
hombres sino a Dios!, pues como nadie le entiende, sino que en
espíritu, así habla en misterios.
¡Qué clase de payasada a lo Cantinflas se
permitió hacer San Anticristo!.
Pero leamos lo que desde el versículo 4 nos dice ahora
este atolondrado Apóstol y Discípulo auto investido
de Pablo.
Todo aquel que habla en lenguas, así mismo se
edifica, pero el que profetiza, edifica a la Iglesia.
No olvidemos que este término Iglesia proviene del
griego Ekklesia, que significa la reunión de personas con
fines estrictamente políticos y no religiosos, como para
que vayamos entendiendo la burda manera en que Pablo y secuaces
se envolvieron a los tontuelos cristianizados que dejaron el
cerebro, el billete y la dignidad en
cada templo en el que adoran a Jesucristo.
Ahora veamos la clara muestra de estar en completo desacuerdo
con las Ordenes y los Dictámenes de Dios Padre y desde
Hebreos 7:11 ss, leemos la desfachatez de este San Perverso.
Si la perfección fuera por medio del sacerdocio
levítico, ¡qué necesidad habría de que
se levantase otro sacerdocio diferente, según la Orden de
Melquisedec, el cual no fue nombrado según la Orden de
Aarón!.
Y la cita de Hebreos 10:1 ss, nos dice.
La Ley (o sea todo el Antiguo Testamento) nunca
puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen cada año,
hacer perfectos a los que se acercan. Porque la sangre de los
toros y de los machos cabríos ¡no pueden quitar los
pecados!.
¡Qué poca madre la de este estúpido que
nos tocó por creador del Cristianismo, pues, sin haberse
atrevido a leer todo el libro de
Levítico, allí y desde sus versículos,
está la clara muestra de que Dios Nuestro Señor, en
su infinita sabiduría y misericordia, perdona al pecador
solamente a través de los sacrificios sanguinolentos y
apestosos, como para que ahora resulte San Burro con otra de sus
idioteces pretendiendo lavarles el cerebro a los tontuelos
borricos del rebaño Cristiano.
Leamos lo que Levítico 6:1 ss, nos deja advertido.
Cuando una persona peque y haga prevaricación contra
Dios padre y niegue a su prójimo, habiendo pecado y
ofendido, por expiación de su culpa, traerá a Dios
Vuestro Señor un carnero sin defecto de los rebaños
y lo dará al sacerdote para la expiación de sus
pecados y el Sacerdote hará expiación por él
delante de Dios Padre y obtendrá perdón de
cualquiera de todas las cosas en las cuales se suele ofender y
pecar.
Con esta muestra de los desacuerdos tan marcados en San
Pendenciero, lo que nos resta hacer y mantener, es una sola cosa,
hay que desechar a Pablo, a la Iglesia Cristiana y a todo aquello
que huela a Cristianismo, pues, cada una de sus mentiras y
apreciaciones solamente conducirán a ver a Dios Padre como
todo un monigote, que todo aquel que quiera, puede muy
fácilmente desmentirlo y hacer quedar muy mal parado ante
propios y extraños.
Si San Mentira pudo contradecir e ir en contra de los Mandatos
tan claros para la expiación y perdón de los
pecados, y si San Pablo asegura que eso nunca ha funcionado, no
hay más que inferir que entonces ese sabio, ese poderoso y
ese eterno Diosesito que presenta la Santa Biblia como el bueno y
el magnánimo creador de todo cuanto existe, no es
más que un bueno para nada.
¿En qué cabeza cabe que si durante más de
cinco mil años les funcionó a los judíos el
truco asqueroso y repulsivo de pedir perdón por la quema
de mierda y demás porquerías de animales, para
obtener perdón y reconciliación con Dios Nuestro
Señor, ahora, y según la pantomima y la locura de
Pablo, todo eso no fue cierto y que entonces significa que cinco
mil años fueron en vano y perdidos para todos esos otros
borriquitos que alzaron sus ofrendas
asquerosas para obtener el perdón a sus pecados?.
Willy Ruano
Investigador y escritor