Seminario de Informática y Sociedad
- En el
principio… - La religión y el
cuerpo - Políticas del
cuerpo - "El sexo es
satánico" - Actualidad
- Bibliografía
consultada
"Hoy mi madre no me quiso.
/
La he rondado horas
enteras / vestido de capitán /
de mago, de marinero, /
pero nada, no me quiso, /
no me ha pegado siquiera.
/
Salgo a morir al
baldío / volteando todas las puertas.
Arde el sol en el
silencio / amarillo de la siesta /
Ni gatos ni vigilantes. /
Sólo la calle desierta. /
¿Cómo me voy
a morir / sin que mi madre me vea?
Primera Soledad, Armando Tejada
Gómez
Las sociedades de control están
reemplazando a las sociedades disciplinarias. Vivimos una
crisis
generalizada de todos los lugares de encierro: prisión,
hospital, fábrica, escuela, familia. La familia es
un "interior" en crisis como todos los interiores, escolares,
profesionales, etc. Los políticos anuncian reformas, pero
estas instituciones
están terminadas, a más o menos corto plazo.
Sólo se trata de administrar su agonía y de ocupar
a la gente hasta la instalación de las nuevas fuerzas que
están golpeando la puerta.
Es Foucault quien
había introducido la noción de sociedad
disciplinaria. Ésta se caracterizaba por el despliegue de
un vasto sistema de
control sobre los
individuos. La formación de este tipo de sociedades se
halla, según Foucault, en la reforma y
reorganización del sistema judicial y penal en diferentes
países de Europa y del
mundo. Él reconocía al "control" como futuro
próximo.
Pero antes de las prisiones, de las escuelas, de los
hospitales, en nuestras tierras no había ciudades
–al menos como las conocemos hoy en día-. Ni
tampoco, con toda seguridad,
existían formas de dominación tan crueles y
salvajes como las que llegaron con el descubrimiento de
América.
Muchas son las formas a través de la cual se
somete y domina a los pueblos, desde el poder
político al dolor físico. Pero, sin lugar a dudas,
uno de los más importantes factores de dominio y
disciplinamiento del cuerpo es la religión. Si bien
Foucault habla de esquemas de "represión social de lo
corporal" en Europa, me tomaré la libertad de
extrapolar sus termino-logías -junto con las de Norbert
Elías y otros- para una comprensión, no total por
supuesto, de estas formas de dominación en América
Latina.
Y así trataré de demostrar que las
sociedades, el control actual del cuerpo y las nuevas formas de
poder, surgieron como resultado de esas viejas formas de
dominación, en las cuales la Iglesia tuvo
un papel fundamental.
"¿Habéis pecado con
alguna mujer?
¿Era casada, soltera, viuda o
niña?
¿O con algún hombre
casado, soltero o viudo?
¿Habéis pecado con tu
pariente?
¿Habéis pecado en la
Santa Iglesia o en lugar sagrado de Dios?
¿Habéis pecado cuando
eras chico con tus hermanos o parientes?
¿Habéis pecado con
algún animal como yegua o perra o mula o
marrana?
¿Habéis hecho pecado con
tu comadre o habéis tenido pleito con ella [por
hacerlo]?
¿Habéis deseado la mujer de
tus próximos?
¿Habéis abrazado, besado
o tentado los pechos de alguna mujer para que hagáis
[sic] pecado con vos?
¿Habéis enseñado
a pecar a otros?
¿Habéis pecado a vista
de los muchachos?
¿Habéis llegado con tu
mujer delante de tus hijos?
¿Habéis enseñado
a pecar a algún muchacho o muchacha que no sabe lo del
mundo?"
Foucault dice que podría construirse una
"historia de los
espacios" que sería a su vez una "historia de los
poderes". Ésta comprendería desde las grandes
estrategias de la
geopolítica hasta las pequeñas
tácticas del hábitat, de la arquitectura
institucional, de la sala de clases o la iglesia. El
espacio predetermina una historia la cual, a su vez, lo remodela
y se sedimenta en él.
Los primitivos habitantes del suelo americano
se vieron invadidos por una nueva con-cepción edilicia, en
términos de Claudia Kozak: "un espacio técnico
que modela los cuerpos de las personas, sus maneras de habitar y
de ser sujetos de experiencia (…) Urbanismo, en cierto sentido,
implica planificación, mapa, cuadrícula
(…)" De repente, donde antes había llanura, ganado y
chozas, ahora había hospitales y "misiones", lugares desde
donde los "envia-dos de Dios" reeducaban a los nativos. Si antes
adorábamos a nuestras propias figuras ahora
importábamos un Dios ajeno; si antes nos curábamos
en nuestras chozas con medicinas case-ras y afecto materno, ahora
teníamos hospitales. Y también con ellos llegaban
una serie de cas-tigos para los que desobedecían la
ley impuesta
por los foráneos, o para quienes calumniaban a su Dios
Todopoderoso.
Este esquema hace pensar en la visibilidad
panóptica propia de las sociedades discipli-narias
analizadas por Foucault, la que permite una
internalización del control social al punto de que
éste llega a convertirse en control de potencialidades o
virtualidades. "El panóptico, mirada total, forma
económica de control y castigo a los criminales. Se trata
de una torre cen-tral de vigilancia desde la cual una sola
persona puede
vigilar a un montón de presos colocados cada uno en una
celdilla. Una cuestión de óptica,
de economía
visual". Los trazados de las ciudades jesuíticas, por
ejemplo, bien pueden responder a estas concepciones.
La
religión y el cuerpo
Son interesantes algunas consideraciones acerca de los
confesionarios en lenguas indí-genas de la época
colonial. Por ejemplo, la información sobre el cuerpo humano
y la repro-ducción, que contienen este tipo de materiales, da
luz sobre
múltiples tópicos: desde pro-blemas vinculados con
un parto, hasta
expresiones de la sexualidad
aborígen.
La información más valiosa sobre
sexualidad y reproducción se encuentra en los
inte-rrogatorios relativos al sexto y noveno mandamiento, en los
cuales se habla de la "codicia" de otro cuerpo, las relaciones
extramaritales -insistiendo si se efectuaron con parientes o
mujeres vírgenes-, los "tocamientos" considerados
impuros –"¿abrazástela o la asiste de las
tetas o la retocaste deseando y codiciando tener parte con ella?"
–, la masturbación, las prácticas
homo-sexuales, la infidelidad, las prácticas
contraceptivas, el adulterio, la
práctica sexual durante la menstruación o por
vías no vaginales -"no en el devido vaso" idem
cita anterior -, etc.
Todos estos mandamientos aluden, por lo general, a los
conceptos cristianos que se pretendían imponer sobre la
población indígena -de hecho, se
traducían de confesionarios es-pañoles-.
David Le Bretón sostiene que antes "la
religión buscaba el dominio del espíritu sobre la
‘carne’. Nuestras sociedades ya no consideran el
cuerpo como un destino sino más bien co-mo una materia prima
y su fragilidad, su vulnerabilidad a la enfermedad o a la
vejez, es
intole-rable en la actualidad" Él sostiene que el
cuerpo siempre le recordó al hombre la humildad de su
condición, pero que la voluntad de poder de nuestras
sociedades actuales ya no soporta estos límites en
los que estamos encerrados. Esto produjo la aparición de
un discurso
religioso que Le Bretón llama neo-gnóstico,
el cual produce la idea de que hemos llegado a un mundo en el
cual la técnica puede retocar al cuerpo y reconstruirlo
para volverlo eficaz, rendidor y duradero.
El que la sociedad moderna haya llegado a este
estadío es producto de
todos los sistemas de
control, no solamente de la Iglesia.
¿Cómo y desde qué lugares se
idearon las políticas
del cuerpo? Principalmente desde la "racionalidad" moderna de
Occidente. Tal racionalidad tendió a ser una teoría
formal y ge-neralizada de las "ideas de razón" aplicables
científicamente al caso individual. Pero tal
su-puesta cientificidad fue valorativa, pues la racionalidad
moderna tiene principios
prefijados en torno a lo que
debe ser el cuerpo y rechaza, castiga, lo que considera
"desviado" –como la ho-mosexualidad-. Además, la
racionalidad moderna se considera justa y, por lo tanto,
desarrolla instituciones y normas que se
ocupan de castigar -las cárceles, por citar un
ejemplo-.
"La racionalidad moderna obviamente está
inmersa en la cosmovisión del desencanto weberiano. Este
desencanto tiene dos caras: la de la liberación de la
magia, la superioridad de la explicación
científica; y la del reconocimiento de que se ha perdido
‘algo’: el carácter único de la existencia
corporal, la capacidad de captar la maravilla del Cuerpo que
existe sólo una vez".
Por otra parte, las políticas del cuerpo -y de la
forma de vivir en general- impuestas por los llegados a América
eran crueles y déspotas. Los nativos eran "seres
incivilizados" a los cuales había que educar,
enseñar normas de conducta, de
vestimenta y de desenvolvimiento social. La misión de
los colonizadores era transformar a los indígenas en
réplicas de su civiliza-ción, pero siempre
manteniendo el dominio y la esclavitud
encubierta. Civilizar, según como ellos entendían a
la civilización.
Norbert Elías dice que todo proceso
civilizatorio supone una transformación del
com-portamiento y la sensibilidad humanos en una dirección determinada. Pero añade
que esta transformación no es racional ni premeditada,
sino que es un largo proceso inconsciente. ¿Pe-ro
qué hay del choque de "civilizaciones"? Un pueblo europeo
se encuentra frente a frente con seres iguales en aspecto
físico, pero con otra cultura y
valores.
¿Es correcto educarlos, a la vez que reeducan sus cuerpos
acorde a otras necesidades? Elías explica esto diciendo
que "el término (civilización) es
encarnación de una sociedad que, en su calidad de etapa
en la evo-lución, en su calidad de matriz para la
configuración específica de las costumbres
occidentales, fue tan importante como antes lo había sido
la sociedad feudal". Él añade, además,
que la so-ciedad europea occidental llevó a cabo sus
guerras
coloniales y expansivas en nombre de la Cruz en la Edad Media,
como más tarde lo haría en nombre de la
civilización.
Foucault, en "Vigilar y Castigar", introduce el concepto de
anatomía política para de-signar las
marcas que
deja impresa en el cuerpo la aplicación disciplinaria, y a
cuyo arreglo, es capaz de modelar una anatomía corporal
puesta al servicio de
ciertas operaciones,
ejercicios y técnicas
orientadas a la eficacia y la
rapidez. La disciplina
fabrica cuerpos sometidos y ejer-citados, es decir, "cuerpos
dóciles", maleables, utilizables con fines precisos. La
anatomía po-lítica es entonces, el resultado en el
plano corporal del conjunto de disciplinas y técnicas
apli-cadas a los cuerpos. La anatomía del cuerpo ingresa
en un circuito de simbolización, en un es-pacio de
significación que está puesto al servicio de una
tarea (trabajar en las minas, recolectar frutos, construir
iglesias). La anatomía política cincela y
modela los cuerpos con arreglo a la ta-rea que debe llevarse a
cabo según ciertos criterio de eficacia
predeterminados.
"El sexo es
satánico"
Elías sostiene que el hombre
necesita una autovigilancia constante, una
auto-rregulación del comportamiento. La constancia y
diferenciación de las autocoacciones están en
perfecta correspondencia con la diferenciación de las
funciones
sociales y con la multiplicidad de los actos, que han de
adaptarse mutuamente de un modo permanente.
La estabilidad del aparato de autocoacción
psíquica, que es un rasgo común a todos los
individuos llamados "civilizados", se encuentra en íntima
relación con la violencia
física y
con la estabilidad creciente de los órganos sociales
centrales. Solamente con este monopolio se
crea un "aparato formativo" que sirve para inculcar al individuo
desde pequeño la costumbre permanente de dominarse.
Así, el autocontrol funciona, según Elías,
de manera automática. "Se trata de una
modificación del comportamiento en el sentido de la
civilización"
La dominación religiosa y política, por
mecanismos de imposición, sea mediante edu-cación,
violencia u otro medio, funciona de forma similar a lo descripto
por Elías. Así, según él, acaba por
constituirse un conjunto de costumbres que funciona adecuada,
instintiva y repe-tidamente y al mismo tiempo un
equilibrio
positivo, mediante la fuerte y estable regulación del
aparato psíquico de los individuos.
La iglesia sostiene que el cuerpo humano "no es
sólo el campo de reacciones de carác-ter sexual,
sino que es, al mismo tiempo, el medio de expresión del
hombre integral, de la per-sona, que se revela a sí misma
a través del lenguaje del
cuerpo". Dominando la libertad sexual de los
indígenas, la educación y las
formas de castigo, se moldeó poco a poco al pueblo. Para
acabar con las transgresiones al sexto y noveno mandamiento de
Moisés, los eclesiásticos em-prendieron una
campaña tenaz para institucionalizar el matrimonio
monogámico, variar el pa-trón de residencia e
inculcar en sus feligreses la connotación "pecaminosa" de
ciertas cos-tumbres sexuales. Para esto último tuvieron
que trastocar en forma profunda los valores
in-dígenas, pues si bien las transgresiones sexuales eran
severamente castigadas en la época pre-hispánica
-incluso con la muerte-, la
calidad de "trasgresión" no era aplicable a las mismas
conductas en los dos sistemas
ideológico-jurídicos. Es así como La iglesia
se dedicó, desde el púlpito y el confesionario, a
"satanizar" prácticas sexuales nativas, como relaciones
prematri-moniales, homosexualidad, poligamia o la costumbre azteca de
casar a la viuda con su cuñado –levirato-, al mismo
tiempo que exaltaban la idoneidad de sus propios
valores.
Sería, en términos de Foucault, un
espacio educativo, donde los indígenas
absorbían la cultura foránea a la vez que
reeducaban su cuerpo. Éste es el espacio donde tiene lugar
un conjunto de procesos y
procedimientos
de instrucción, conforme a una serie de reglas estrictas
de transmisión y adquisición de los aprendizajes.
La actividad que garantiza el éxito
en la enseñanza de actitudes o
tipos de comportamientos, es desarrollada allí por medio
de series de comunicaciones
reguladas -lecciones, preguntas y respuestas, órdenes,
exhortaciones, signos
codificados de obediencia, calificaciones diferenciales del
"valor" de cada
persona y los niveles de conocimiento.
También por medio de series completas de procesos de
poder, encierro, vigilancia, recompensa y castigo, las
jerarquías piramidales-. La religión ha hecho
funcionar el espacio escolar como una máquina de aprender,
pero también de vigilar, jerarquizar o
recom-pensar.
Es el llamado mecanismo disciplinario
foucaultiano, el cual designa el conjunto de prácticas y
tecnologías correctivas orientadas a la regulación
de la actividad corporal, con miras a extraer el mayor provecho
de los cuerpos concebidos en el marco de "fuerza
física útil". El privilegio del "cuerpo
útil" será un signo predominante de las sociedades
de control y dis-ciplinarias de fines del siglo XVII y principios
del siglo XVIII. El resultado de estas disciplinas modeladoras
dejarán sus rastros en el cuerpo bajo la forma de la
anatomía política más arriba
descripta.
Otra costumbre problemática para los religiosos
de Latinoamérica fue la escasa ropa que
portaba buena parte de sus nuevos feligreses, en particular los
pertenecientes a los estratos sociales más bajos -el
atavío era signo de posición social-. Con el
interés
de propiciar al máximo la diferenciación de los
naturales con fines de control, y a excepción de algunos
que obtuvieron "merced" especial para portarlas, el empleo de las
ropas españolas estuvo vedado para los indígenas.
Por ello se influyó en el diseño
de vestimentas que sirvieran tanto para identificar por poblados
a los fieles como para cubrir sus cuerpos -para evitar lo que a
juicio de los frailes eran "tentaciones de la carne"- e
introducirlos a la civilización.
Los religiosos introdujeron en estas sociedades los
conceptos de pecado y culpa. Y crearon los
confesionarios, orales y escritos, en los cuales o bien
eximían o castigaban al indí-gena, o bien tomaban
nota de todas las "atrocidades sexuales" que contemplaban -aunque
muchas veces algunos frailes debían enfrentar a sus
propios coterráneos españoles, los cuales
también practicaban el sexo en forma abusiva y muchas
veces más aberrantes, a sus ojos, que la de los
nativos-.
En términos relacionales, Foucault habla de
tecnologías de la confesión, designando a un
conjunto de prácticas, discursos,
saberes y enunciados orientados a provocar la emergencia de la
verdad oculta del sujeto. Este método fue
utilizado por los religiosos con los indígenas, pero en
muchas sociedades sigue aplicándose hoy en día. La
tecnología
de la confesión crea el supuesto de "una verdad" que se
oculta tras las distorsiones o falsificaciones con las que el
su-jeto pretende condicionar o demorar su revelación, es
el mismo que ha inspirado a las tec-nologías de interpretación hermeneútica.
Foucault dice que la confesión, tal como él la
con-cibe, no sólo existió en la religión
sino también en todos los ámbitos:
jurídicos, educativos y hasta amorosos; unos confiesan
pecados, otros crímenes, enfermedades o
infidelidades.
La tecnología de la confesión se inserta
dentro de la serie "confesión-poder-verdad" y forma parte
de estructuras
más complejas de dominación.
La Iglesia basa su dominación sobre los métodos
antes mencionados desde la más re-mota noche de los
tiempos. Y aún hoy utiliza su dominación para crear
consenso en la so-ciedad y seguir, a pesar de estar en el Siglo
XXI, condicionando el cuerpo de los hombres.
Un ejemplo de la situación actual es la que se da
sobre el comportamiento homo-sexual, uno de los puntos más
criticados por esta institución. Es en la actualidad
cuando los movimientos homosexuales más se hacen escuchar
y este momento de la liberación gay es, de alguna forma,
similar al momento que otras comunidades han experimentado en el
pasado de la Nación.
Al mismo tiempo, este movimiento ha
atraído un apoyo considerable de hetero-sexuales, que
aceptan este llamado como uno de justicia y
tolerancia
social.
Las comunidades religiosas que en las últimas
décadas han tolerado la promiscuidad -aún entre
curas- no pueden condenar con integridad el comportamiento
homosexual, a me-nos que estén dispuestos a reafirmar la
norma heterosexual en una forma más creíble y
efec-tiva. Una razón del descontento de los líderes
religiosos frente a este movimiento es la antigua y continua
incapacidad de ofrecer atención pastoral bien fundamentada que
ayude a las per-sonas que se enfrentan con los problemas de
su homosexualidad. Al enfrentarse con las ten-taciones de la
vida, las comunidades religiosas deberían estar mejor
entrenadas para apoyar a la gente en su lucha por vivir
castamente. La comunidades religiosas en particular, deben apoyar
a todos sus fieles en la batalla contra la tentación,
insistiendo al mismo tiempo que precisa-mente por su bien debemos
considerar pecaminoso el comportamiento homosexual y el
extra-marital heterosexual.
Foucault se refiere al poder pastoral ejercido
sistemáticamente durante todo el pe-ríodo medieval.
Dice que éste ha construido una matriz de la subjetividad,
cuya crisis es expresada por aquel vasto movimiento de la Reforma
que propone una participación más di-recta y
más espiritual en lo concerniente a la salvación de
las almas. Este poder es comparable al de los misiones en la
América indígena o al de los curas actuales. La
matriz sigue en pie, con menor o mayor fuerza.
Las características más importantes del
poder pastoral son:
- Es una forma de poder que tiene como último
objetivo la
salvación indivi-dual en el otro mundo. - No es meramente una forma de poder que guía,
sino que debe ser prepara-do para sacrificarse a sí
mismo por la vida y la salvación de la carne. Es
más, este poder es diferente al poder real que demanda un
sacrificio de sus suje-tos para salvar el trono. - Es una forma de poder que no atiende solamente a la
comunidad en
su glo-balidad, sino a cada individuo en particular durante su
vida entera. - Es una forma de poder que no puede ser ejercida sin
el
conocimiento de las mentes humanas, sin explorar sus almas,
sin hacerles revelar sus más ínti-mos secretos.
Esto implica un conocimiento de la conciencia y
la habilidad para dirigirla
Sobre todos los preceptos mencionados en este trabajo se
basó el poder de la Iglesia. Foucault asegura que si el
poder pastoral no ha desaparecido, al menos ha perdido gran parte
de su eficiencia. Sin
embargo, deben distinguirse dos aspectos del poder pastoral; el
de la insti-tucionalización eclesiástica, la que ha
desaparecido o al menos ha perdido su propia vitalidad a partir
del Siglo XVIII, y el de su propia función,
que se ha diseminado y multiplicado más allá de la
institución eclesiástica.
*Albano, Sergio; Michel Foucault: glosario de
aplicaciones; Editorial Quadrata, Buenos Aires,
2004
*Camposeco, Marcial; "Confesionario"; en Ruz, Mario
Humberto, Estudios Mayas; Instituto
de Investigaciones
Filológicas, UNAM, México
* Deleuze, Gilles; "Posdata sobre las sociedades de
control" (traducción de Martín
Caparrós); en Ferrer, Christian (Comp.) El lenguaje
literario, Tº 2, Editorial Nordan, Montevideo,
1991.
*Elías, Norbert; El Proceso de la
Civilización; F.C.E., México,
1994
*Entel, Alicia, "Cuerpo y Comunicación", Facultad de Ciencias
Sociales, material de la cátedra Entel de Teorías
y Prácticas de la
Comunicación I.
*Ferrer, Christian; "Teórico número 11";
Buenos Aires, material de la Cátedra
*Foucault, Michel; Vigilar y Castigar; Siglo XXI
editores, México, 1987
*Kozak, Claudia; "Teórico número 08";
Buenos Aires, material de la Cátedra
*Le Bretón, David; "La Tiranía de la
Apariencia", en Revista Viva,
Noviembre 2004
Mariano Aratta
Facultad de Ciencias
Sociales ~ U.B.A. ~
Cualquier duda que tengas sobre este tema o sobre
algún otro mandame un mail y veré si puedo
ayudarte, ok?