Piglia escribe Respiración artificial en
la Argentina, desde una situación histórica muy
difícil. La restricción a la actividad cultural era
enorme. Esto lo lleva a desarrollar un estilo enfocado a reflejar
la situación represiva, y al mismo tiempo a
escapar, por medio de una codificación particular, de la censura.
Respiración artificial se publica cuatro
años después del golpe militar del 76, en plena
actividad del régimen del "Proceso de
Reorganización Nacional".
Lo cierto es que los intelectuales
debieron buscar un lenguaje
alternativo que lograra oponerse al régimen que sustentaba
"el monopolio del
saber, del poder y de la
palabra." (Pons: 32)
En el caso de Piglia, desarrolla en
Respiración artificial un discurso que
"se hace aún más interesante cuando descubrimos que
la narración es utilizada para ocultar más que para
mostrar" (Massman: 98). La forma de la novela compone
una sucesión de elementos, de tipos discursivos (cartas,
monólogos, diálogos, documentos) que
son una metáfora de ese tiempo en el que se vivía
en la oscuridad, la incomprensión, el miedo, la
incertidumbre.
"Estos subtextos que componen esta novela, si bien
no hablan directamente de la realidad argentina, sí
pretenden restaurar la polifonía de voces acallada por el
régimen dictatorial." (Massman: 103) De hecho, a Piglia le
interesa de la ficción su relación
específica con la verdad, y encuentra que toda ideología o construcción de la realidad está
hecha de ficción, de "historias". Le parece que la
Argentina de la dictadura militar
"es un buen lugar para ver hasta qué punto el discurso del
poder adquiere a menudo la forma de una ficción criminal.
El discurso militar ha tenido la pretensión de
ficcionalizar lo real para borrar la opresión" (Piglia-c:
11)
Esto no quiere decir que Piglia esté de acuerdo
del todo con posiciones como la de M. Foucault, en que
toda realidad es una construcción hecha por medio de un
discurso o una red de varios discursos,
porque "hay zonas de la realidad, las relaciones de dominio y
opresión por ejemplo, que no son meramente discursivas.
Las relaciones de dominación son materiales y
sobre ellas se establecen relaciones discursivas.(Piglia-c:11)"
Una ficción es utilizada, entonces, como forma de
dominación, como forma de promover y mantener ciertas
relaciones materiales a las que se desea llevar a su
realización:
La sociedad
vista como una trama de relatos, un conjunto de historias y de
ficciones que circulan entre la gente. Hay un circuito personal,
privado, de la narración. Y hay una voz pública,
un movimiento
social del relato. El Estado
centraliza esas historias; el Estado
narra. Cuando se ejerce el poder político se está
siempre imponiendo una manera de contar la realidad (Piglia-c:
43)
El discurso que mantuvo la dictadura
puede entenderse como una ficción no sólo por su
poder diegético, sino porque –además-
manifiesta el mensaje, el código,
pero oscurece en gran medida el referente, por medio de figuras
que distorsionan el "grado cero"del lenguaje, y por consiguiente
obstruyendo una aprehensión conciente del mensaje
implícito.
De esta manera, en la dictadura militar, se construye
una versión de la realidad, "los militares
aparecían en ese mito como el
reaseguro médico de la sociedad." Piglia describe esta
ficción política como "la
teoría
del cuerpo extraño que había penetrado en el tejido
social y que debía ser extirpado." Se anticipa lo que iba
a suceder en secreto, se dice abiertamente el crimen de forma que
parezca una metáfora, cuando era una realidad material,
directa. Se desarrolla entonces una figura compleja, una
vocación a ocultar la verdad al representarla como si se
tratara de una figura retórica:
"En verdad, ese relato venía a encubrir una
realidad criminal, de cuerpos mutilados y operaciones
sangrientas. Pero al mismo tiempo la aludía
explícitamente. Decía todo y no decía nada:
la estructura del
relato de terror (Piglia-c: 114)."
En este sentido puede entenderse que la
misión
de Luciano Ossorio, de Maggi y de Renzi; primero el del pensador,
luego el del historiador y por último el del escritor de
ficción, es comprender esas tramas de la ficción
social que el poder controla, para descifrar la verdad escondida,
y para poder reconstruir el "relato de los vencidos" que les
revele la realidad histórica verdadera: "Podríamos
decir que hay siempre una versión de los vencidos. Un
relato fragmentado, casi anónimo, que resiste y construye
interpretaciones alternativas y alegorías (Piglia-c:
45)."
Se tratará de analizar en las siguientes
páginas cómo esta actividad es una estrategia que se
encuentra implícita en la obra para que el lector, el
destinatario del mensaje que quiere el narrador, pueda vislumbrar
una manera de aproximarse a la verdad que le toca
descodificar.
El que Renzi reciba los papeles de Enrique es una
incitación a que descubra la historia no oficial, la que
está por debajo, la de los derrotados, de la que él
como todos los otros personajes de Respiración
artificial forman parte. Tardewski hace toda una
filosofía personal en torno al fracaso,
considerando que es la posición que un filósofo de
verdad debe mantener para poder desarrollar correctamente su
pensamiento
sistemático y su vida: "Estaba convencido de que esos
individuos eran los que ejercían, dijo, la verdadera
función
de conocimiento
que siempre es destructiva (Piglia-a: 144)." "…ese fracaso
que él había descubierto, tardíamente pero
con total certeza, como la única verdadera forma de vivir
que puede considerarse, de modo cabal, filosófica
(Piglia-a: 156)."
La novela por excelencia, tal como se ha
desarrollado en la Argentina, como "una forma nacional de usar la
ficción que viene de Sarmiento y llega hasta Macedonio y
Marechal (Piglia-c: 100)", usa la red de ficciones que
constituyen el fundamento social y lo reconstruye (Piglia-c:101).
La novela política por excelencia es aquella que capta el
núcleo social oculto por medio de su entramado de relatos.
Es la literatura la
que habla del futuro por medio del presente. La literatura
política, para Piglia, debe ser una literatura que cuente
una utopía:
Muchos escritores han sido capaces de percibir en el
presente las líneas básicas de la realidad
futura. Eso ha sucedido en general en momentos de gran
condensación, cuando no es sólo un sujeto el que
percibe los núcleos de una sociedad, sino que hay
grandes tensiones secretas que se hacen visibles y aparecen con
nitidez los puntos de fuga del imaginario social (Piglia-c:
46).
Luciano Ossorio entiende entonces que la
verdad de la historia
argentina se trata de un enigma, y supone en un estado
delirante que puede reducir la verdad de la Historia Nacional a
una frase, a un silogismo. Descubre que si necesita contar su
historia es para liberarse de ella, es para encontrar al fin la
paz tan ansiada, "para borrar de la memoria
todo lo que no sea el origen y el fin (Piglia-a: 52)". Descubre
que el origen es Enrique Ossorio, puesto que todos los miembros
de la familia le
deben a él la riqueza que poseen, él ha marcado el
destino de las siguientes generaciones, es a él a quien
todos le deben el oro que
consiguió por medio de un misterioso influjo en los
Estados
unidos.
Isabel Quintana, al referirse a los personajes del
senador Luciano Ossorio, Maggi y Renzi, advierte que están
siempre abocados a la tarea huidiza de descifrar la vida de un
hombre,
luchando por entender sus propias vidas, y por extensión,
la de la historia Nacional. Esta afirmación, habría
que relativizarla por las características de cada
personaje, que abordan esta misión desde estrategias
diferentes.
La serie de cartas que dominan todo el principio de la
novela van desembocando lentamente en la figura de Enrique
Ossorio. Para ello el narrador se va apropiando
explícitamente de su lugar. Si bien al principio las
cartas están expuestas con un grado de mimesis más
directo, tienden cada vez más a estar sujetas a un
monólogo de Renzi, hasta que al fin el narrador se apropia
de la historia que aquél ha sabido reconstruir acerca de
la figura de Enrique y cuenta su historia.
Enrique Ossorio y Alberdi parecen ser
personajes emparentados. Piglia lo toma como modelo y lo
ficcionaliza. Las últimas palabras del personaje
están destinadas a Alberdi (Piglia-a:27), que muere en el
destierro y en el desprestigio, apasionado, lúcido y
derrotado como él, también lo que hace es
escribir:
…lo único que hace Alberdi es escribir.
Todo el tiempo. No hace otra cosa. Y es el más
lúcido y el más desesperado. Realmente él
es la verdad en América. En sus textos anticipa grandes
ejes de los debates futuros. Lo interesante es la
sensación de que la distancia y el destierro le permiten
una lucidez que no tiene ninguno de sus contemporáneos.
La distancia con respecto a la política inmediata parece
la condición de la verdad (…) Se embarca en
secreto, como un extranjero, con el baúl donde lleva sus
papeles (…) Sus últimos meses de vida son
realmente alucinantes. Se queda solo en París, muy
delirado (…) entra en una especie de lucidez
psicótica y delira noche y día. Y escribe. Manda
cartas a direcciones inexistentes, a amigos muertos (Piglia-c:
50-51)."
Un baúl lleno de papeles
también acompaña a Enrique Ossorio, en el que
está escrita la realidad del porvenir: "Preveo:
disensiones, divergencias, nuevas luchas. Interminablemente.
Asesinatos, masacres, guerras
fraticidas (piglia-a: 62)." El capítulo III de
Respiración artificial se encarga de proveer
fragmentos de textos de este personaje, el narrador focaliza la
narración principalmente desde Maggi. Los textos se
confunden en sus diferentes planos, leemos la experiencia que el
historiador tiene con los manuscritos de su antepasado. Es claro
que la selección
de los textos dependen del momento en la que es narrada la
historia, puesto que Maggi se ocupa de la etapa en que Enrique
Ossorio está en Nueva York y es éste el material
que se introduce como una serie de intertextos en la
ficción.
De hecho, en Respiración artificial se
hace continuamente alusiones a la problemática que existe
entre realidad y ficción; probemática de todo
individuo. Un
ejemplo es cuando Renzi, en una de las cartas que destina a
Maggi, dice: "Todos nos inventamos historias diversas (que en el
fondo son siempre la misma), para imaginar que nos ha pasado algo
en la vida. Una historia o una serie de historias inventadas que
al final son lo único que realmente hemos vivido
(Piglia-a: 30)."
En "El nombre falso", texto ambiguo
que usualmente es considerado un cuento y que
para otros -como Juan José Saer- se trata de una novela
corta, Piglia mantiene su poética de unir varios
géneros para producir un texto multiforme, en donde hay un
enigma que debe resolverse. En este caso el detective tiene el
mismo nombre del autor, y está narrado de tal forma que
parece en efecto tratarse ilusoriamente de un texto de
no-ficción. La mayoría de los intertextos son
verificables y hay toda una armazón paratextual (notas a
pie de página, diferentes segmentos, etc.) que funcionan
para crear la ilusión de ser una narración que
está efectivamente basada en hechos reales. Como en la
segunda parte de Respiración artificial, Roberto Arlt
tiene un papel predominante como referente de la
narración, y en este caso todo el argumento gira en torno
a un supuesto manuscrito inédito de este autor. Una de las
ideas predominantes de esta narración es la
siguiente:
en más de un sentido el crítico es el
investigador y el escritor es el criminal. Se podría
pensar en la novela policial es la gran forma ficcional de la
crítica
literaria. O una utilización magistral por Edgar Poe
de las posibilidades narrativas de la crítica. La representación
paranoica del escritor delincuente que borra sus huellas y
cifra sus crímenes perseguido por el crítico,
descifrador de enigmas. (Piglia-c: 15)
Sin duda, una de las formas en que Piglia denuncia la
dictadura es por medio de la intertextualidad. En su obra hace
continuamente referencia a las obras de otros autores y promueve
a que se lean y que sus voces resuenen en su propia obra. Roberto
Arlt es concebido como el que logra crear un estilo que es la voz
amalgamada de la polifonía bonaerense; Kafka, a su vez, es
el que ha aprehendido las profundidades del mal de su siglo,
alucinado y aterrado. Ambos son los que han sabido
escuchar.
El escritor es aquel que distorsiona la literatura como
ficción social, aquellos textos que se han establecido
como canon por medio de la crítica. Al hacer suyos textos
anteriores y transformarlos dentro de su propia obra, les dan
nuevo sentido y escriben sobre el futuro:
Lo básico para mí es que esa
relación con otros textos, con los textos de otro que el
escritor usa en su escritura,
esa relación con la literatura ya escrita que funciona
como condición de producción está cruzada y
determinada por las relaciones de propiedad.
Así el escritor enfrenta de un modo específico la
contradicción entre escritura social y
apropiación privada que aparece muy visiblemente en las
cuestiones que suscitan el plagio, la cita, la parodia, la
traducción, el pastiche, el
apócrifo (Piglia-c: 76).
Piglia manifiesta que la verdadera tradición
literaria argentina posee una atmósfera
ilícita: "Para Borges (como para
Grombowicz) este lugar incierto permite un uso específico
de la herencia
cultural: los mecanismos de falsificación, la
tentación del robo, la traducción como plagio, la
mezcla, la combinación de registros, el
entrevero de filiaciones. Ésa sería la
tradición argentina.(Piglia-c: 36)". De esto trata "El
nombre falso", el crítico que descubre al final una
apropiación ilícita que el personaje Kostia hace de
un texto de Roberto Arlt.
Es interesante la condensación de voces de otros
escritores y la posibilidad de ficcionalizar que tiene Piglia,
usando como herramienta sus ideas sobre la literatura, su
crítica y teoría literaria. En este sentido
el ensayo se
fusiona en sus novelas,
manteniendo dos propósitos primordiales del género:
enseñar y cautivar. Piglia se interesa en los
géneros en la medida en que quiere narrar fuera de ellos,
ellos son "un marco y a la vez (…) una máquina
narrativa".(Piglia y Saer: 30)
"Yo creo que hay una pasión de las
ideas, como hay una pasión de los cuerpos (…) y es
eso más bien lo que sucede en Respiración
artificial, donde se empiezan a manejar ciertas ideas que
entran en la ficción con una característica
propia." (Piglia y Saer:14) A diferencia del ensayo
tradicional, Piglia promueve el debate y el
desarrollo de
las ideas como medio de producir ficción, un "mundo de los
conflictos de
posiciones", en donde la razón y la pasión se
aúnan y producen tensión narrativa. Es clara esta
técnica en la exposición
que hace Renzi sobre el papel que juegan Arlt y Borges en la
literatura
argentina, buscando convencer a Marconi de ello, en la
tertulia literaria en el club, a principios de la
segunda parte de Respiración artificial.
Con toda la historia del encuentro de Kafka con Hitler contada
por Tardewski (personaje que parece haberse inspirado en las
figuras del "inglés"
Rattlif y de Grombowicz), hay un deseo de hablar de la dictadura
de forma más o menos cifrada. Muchos pasajes parecen estar
dirigidos al régimen militar: "Usted leyó El
proceso, me dice Tardewski. Kafka supo ver hasta en el
detalle más preciso cómo se acumulaba el horror.
Esa novela presenta de un modo alucinante el modelo
clásico del Estado convertido en instrumento de terror
(Piglia-a: 194)."
Lo que se puede pensar se puede realizar, este es el
pensamiento profundo, como buen discípulo de Witgenstein,
al que Tardewski a llenado de sentido con su vida. Los
regímenes de terror fueron primero una idea
psicótica de Hitler, por ejemplo, que fue anticipada en la
literatura de Kafka en toda su perversión. Pero lo opuesto
también debe ser posible, alucinar un mundo mejor, un
mundo utópico, y eso es lo que hace Enrique Ossorio,
llegando a modificar el presente, produciendo un juego muy
complejo entre los planos de ficción, en donde pareciera
que estuviera escribiendo sobre los demás personajes que
buscan entenderlo a él. Piglia entiende la utopía
como sigue:
Cuando yo digo utopía pienso en la revolución. (…) Ser realista es
pedir lo imposible (…) En este país hay que hacer
la revolución. Sobre esa base se puede empezar a hablar
de política (Piglia-c: 102)." "Hay que estar en un lugar
excéntrico, opuesto al orden establecido, fuera de todo.
No tengo confianza en nada ni soy un hombre optimista, pero
justamente por eso creo que hay que aspirar a la utopía
y a la revolución (Piglia-c: 103).
Respiración
artificial, como se ha dicho ya, es la
iniciación política de Renzi, al que al principio
sólo le interesa nada más que la
literatura:
"Renzi está construido con algo
que veo en mí con cierta ironía y con cierta
distancia. En el sentido de que a Renzi sólo le interesa
la literatura, habla siempre con citas, vive "literariamente" y
es lo que yo espontáneamente hago o quiero hacer pero
que controlo a través de mi conciencia
política digamos, una relación diferente con la
realidad. (…) En este sentido Renzi es una
autobiografía. Hay una zona propia, pero en estado puro,
ahí. Claro que Renzi es también un tipo de
personaje, un tipo de héroe que se reitera en la
literatura." (…) el joven esteta, frágil y
romántico que trata de ser despiadado y lúcido.
Ese personaje se enfrenta con el horror y la desilusión.
Antes que nada yo diría que es una forma de enfrentar la
experiencia (Piglia-c: 118)."
Tardewki le enseña que el gran mérito del
escritor es tener la capacidad de escuchar su propia
época, de escuchar la verdad que se esconde detrás
del murmullo de la historia. El gran escritor es el que saca a la
luz la verdad
en forma de una alegoría o de una parábola; no
importa si se trata de la verdad d el terror y de la miseria que
el presente y el pasado han significado. También es aquel
que tiene la capacidad de escribir una utopía que pueda
promover la realización de un ideal utópico, de
libertad en el
mundo:
"La escritura de ficción se
instala siempre en el futuro, trabaja con lo que todavía
no es. Construye lo nuevo con los restos del
presente.(Piglia.c: 14)" "La novela del astrólogo, que
para mí es la obra maestra de Roberto Arlt, trabaja
mundos posibles: sobre la posibilidad que tiene la
ficción de transmutar la realidad. Los siete
locos cuenta el proyecto del
Astrólogo de construir una ficción que
actúe y produzca efectos en la realidad.
¿Cuál es el poder de la ficción? El texto
se pregunta eso todo el tiempo.(Piglia-c: 24)"
La literatura contribuye a la posterior trama de relatos
que subsisten en la sociedad como nueva realidad. Como dijeron
Walter Benjamín y Tinianov, a su vez las series
extralingüísticas y extraliterarias modifican la
función poética en la literatura: "Esa trama de
relatos [de las fuerzas sociales y políticas]
expresa relaciones de fuerza. Las
transforman podría decirse; en el fondo los relatos
sociales son alegóricos, siempre dicen otra cosa. Hablan
de lo que está por venir, son un modo cifrado de anticipar
el futuro y de construirlo (Piglia-c: 45)." Se trata entonces de
una influencia doble, y es el escritor el encargado real de
promover la transformación de la función
poética que requiere la sociedad para conocerse y
superarse.
Piglia propone una forma de leer. El sentido de la obra,
que normalmente se halla en una o varias isotopías
desarrolladas en el discurso, es a la vez formal y
temática. Los diferentes discursos escogidos para contar
la historia, que normalmente están diferenciados por
consolidar los elementos de algún género, son
fragmentos que el lector debe relacionar y que no sólo
promueve el dialogismo, la discusión entre varios
discursos que se superponen en busca de una verdad se manifiesta
y se desarrolla por medio de sus contradicciones. Lo importante,
además, es la técnica misma a la que el lector se
ve obligado a participar, es una técnica que las obras de
Piglia promueven a desarrollar de forma inmanente: Piglia propone
la forma de la lectura del
detective, del que toma lo que le interesa y que pierde el
respeto por el
texto como un todo cerrado y unívoco, del lector que se
sumerge de forma comprometida en los varios niveles que comportan
una infinidad de textos para buscar la tan ansiada respuesta:
"Cada uno es dueño de leer lo que quiere en un texto.
Bastante represión hay en la sociedad"(Piglia-c:
9)
Apreciamos entonces que el fin de su obra es una
experiencia práctica de cómo abordar al texto como
medio de tomar un camino propio, en donde lo que importa es la
formación del sujeto y no la reverencia a la voz del
narrador omnipotente, que subyuga al destinatario con su autoridad de
demiurgo, en aquellas obras que han tenido la mala fortuna de
estar ilusoriamente definidas por un metatexto que se ha impuesto como
autoridad: "Por supuesto existen estereotipos, lecturas
cristalizadas que pasan de un crítico a otro: se
podría pensar que ésa es la lectura de
época. (Piglia-c: 9)". Y llega aún más
lejos, para él "un escritor es alguien que traiciona lo
que lee, que se desvía y ficcionaliza [lo que lee]"
(Piglia-c: 12) y esto es justamente lo que produce la nueva obra
y la nueva literatura. Piglia parece así dispuesto a
cumplir con un rol social que se acerca a una filosofía
idealista, hegeliana, en el que sus obras son un ejercicio
práctico para aprender a leer como sujeto responsable,
pensante. Al mismo tiempo, Respiración artificial
parece cumplir con el objetivo de
ser una brújula de
lecturas, un mapa que promueve a sus lectores a conocer o a
reconsiderar desde nuevas ópticas obras que hablan del
presente y del futuro. La intensidad que provocan sus narraciones
en gran parte se debe a una pasión de las ideas, y esta
pulsión se produce en el lector por el tan conocido efecto
transrracional que tiene por objeto la función
poética.
La historia de Enrique Ossorio, el esbirro de Rosas que escapa
de las garras del poder y consigue el oro, posee el valor de una
parábola. Es el gran cuento que se busca descifrar, es la
parábola de todo el libro. Como
él, el verdadero héroe, todos los demás
personajes buscan escapar de la represión, desean tener la
lucidez necesaria para comprender el contexto en el que viven y
para comprenderse a sí mismos. El oro, que funciona como
símbolo, es el objeto milagroso de este éxito
real, que Tardewski relaciona con su fracaso filosófico.
En la narración hay una preocupación de impregnar
toda la historia del influjo de Enrique Ossorio, comenzando por
el hecho que destina sus cartas al futuro, y por esa idea suya de
escribir una novela que justamente se desarrolla en el marco en
el que la historia transcurre. Hay un sinfín de funciones
catalíticas que expresan esto: el frío
gélido en Enrique y en su nieto Luciano, la carta que
Enrique destina a Maggi, y otras muchas figuras por el
estilo.
"Narrar es narrar en un ritmo, en una respiración
de lenguaje: cuando uno tiene esa música la
anécdota funciona sola, se transforma, se ramifica.
(Piglia-c: 107)" El tono de la novela es, como se encuentra
explicitado en el título, artificial. Está escrita
de forma cifrada, tuvo que acoplarse a las exigencias de la
censura y de la represión. Pero la pasión por una
utopía revolucionaria desborda la mera lectura horizontal.
Piglia consigue producir una verdadera transferencia
temática y técnica que impulsa a los lectores a
tomar más conciencia del estado represivo en el que
vivían, y del que hoy todavía no hemos escapado
realmente.
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