- Mesoamérica (indispensable
breve reseña histórica) - Desarrollo
- Los Olmecas: madre de otras
culturas - Aztecas
- Mayas
- Otras
culturas - Conclusiones
- Bibliografía
"Lo que nos tranquiliza es el sentimiento casi
indecible de que en cierto sentido todo es jaguar, que la cama
misma es jaguar… y también la casa, oh sí, la
casa misma podría ser jaguar aunque la inteligencia
mas sutil vacile en aceptar semejante hipótesis"
Julio Cortázar
Las religiones, el arte y la
relación que se produce entre ellas (si es que no me
olvido de otra forma de expresión con rasgos similares a
estos), es lo que conozco en mi corto período de investigación, como fuente inagotable e
imborrable de la historia. De los cuales se
tienen datos materiales que
perduraron a través de toda clase de
cambios, y que perduraran a hasta el fin de los tiempos. Es por
eso la elección del tema 1. (Seguimiento del
símbolo del Jaguar a través de las distintas etapas
cronológicas. Significados posibles, mitos y
simbología asociada. Representaciones artísticas
del mismo, teniendo en cuanta las convenciones
estilísticas y soportes utilizados.)
No solo es el tema que más interesante me
pareció sino es el que me produce mayor curiosidad. En
tiempos de la Modernidad, en
muchísima gente está recurriendo, de alguna manera,
a las fuentes
religiosas ya sea por miedo de enfrentar los nuevos
desafíos del futuro o por mantener una costumbre milenaria
que no se quiere perder. Cerrando un poco la idea, las religiones,
sean cual fueren despiertan un Interés
particular y por eso quiero investigar en profundidad este
tema.
Por eso, el objetivo de
este trabajo, es
entender y demostrar el surgimiento del jaguar como figura
mitológica, la relación entre este y la religión, la sociedad
(cultura–naturaleza),
los chamanes y la con otras figuras trascendentes como la
serpiente y el pájaro. Para concluir con su ocaso, el
final muy bien conocido: la conquista Española.
Antes de arrancar con el marco
teórico deseo clarificar las zonas que componen
Mesoamérica:
Para ver el gráfico seleccione la
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En esta breve introducción haré referencia de las
características sociales económicas y religiosas de
Mesoamérica (centralizándonos cuando sea necesario
en el Jaguar), fechas relevantes a modo de punto de partida, y
representaciones en el arte.
Mesoamérica
(indispensable breve reseña histórica)
Las civilizaciones se desarrollaron en México y
en la parte superior de Centroamérica a partir del
1400 a.C. Estas civilizaciones surgieron de un estilo de vida
arcaico cazador-recolector que hacia el 7000 a.C.
incluía el cultivo de pequeñas cantidades de
frijol, calabaza y maíz.
Hacia el 2000 a.C. los antiguos mexicanos dependían
totalmente de las plantaciones de estos cultivos y frutas. Las
ciudades fueron creciendo y hacia el 1400 a.C. la
civilización olmeca poseía una capital con
palacios, templos y monumentos construidos sobre una enorme
plataforma de unos 50 m de altura y cerca de 1,6 Km. de
longitud. Los olmecas vivían en la selva de la costa del
golfo de México; sus rutas comerciales se extendieron
hasta Monte Albán en el oeste de la República
Mexicana (en el actual estado de
Oaxaca) y el valle de México. A medida que fue
disminuyendo el poder de los
olmecas (hacia el 400 a.C.), fueron en aumento los
asentamientos en las montañas del interior y, poco antes
del comienzo de la era cristiana, la primera ciudad del
México precolombino había alcanzado dimensiones
urbanas en Teotihuacan en el valle de México. Desde el 450
hasta el 600 Teotihuacan dominó el Altiplano, comerciando
con Monte Albán y con los reinos mayas que
habían surgido en el suroeste de México, y
conquistando a pueblos rivales por el sur incluso en el valle de
Guatemala.
Teotihuacán ocupaba unos 21 km2 con bloques de
viviendas de varios pisos, mercados,
multitud de pequeños talleres, templos sobre plataformas y
palacios cubiertos de murales.
Hacia el 700 d.C. Teotihuacán sufrió
una serie de ataques que le arrebataron su supremacía.
Más adelante, en ese mismo siglo, muchas ciudades mayas
quedaron abandonadas, tal vez arruinadas al tocar a su fin el
comercio con
Teotihuacán. Otras ciudades mayas, sobre todo en el norte
de Yucatán, no corrieron la misma suerte. Hacia el
año 1000, una nueva potencia del
México central —los toltecas— comenzaron a
formar un imperio alrededor del ya existente en el valle de
México y penetraron en el territorio maya de
Chichén Itzá. Este imperio se derrumbó en
1168. Hacia el 1433, el valle de México había
recuperado el dominio sobre la
mayor parte de México como resultado de una alianza de
tres reinos vecinos. El imperio floreció hasta 1519,
año en el que el conquistador español
Hernán Cortés arribó a la costa oriental de
México y avanzó junto a sus aliados mexicanos, los
tlaxcaltecas, enemigos de los aztecas, en
dirección a la capital azteca,
Tenochtitlán. Las luchas internas y las epidemias vinieron
a debilitar a los mexicanos, circunstancias que hicieron posible
que Cortés triunfara en su conquista.
En el momento de las primeras conquistas
españolas, los pueblos indígenas de México
formaban parte de los dominios del Imperio azteca, de los reinos
y señoríos mixtecos en el actual estado de Puebla.
Tras la conquista española —que tardó
más de dos siglos en abarcar a todo México—
la mayoría de los grupos
indígenas se vio obligada a sobrevivir como campesinos
gobernados por la clase alta hispano-mexicana.
Los pueblos mesoamericanos eran politeístas. Cada
lugar tenía, además de su ídolo del lugar o
dios principal, una serie de deidades para diferentes ocasiones
de la vida y para diferentes ocupaciones. Mientras tales deidades
eran comunes a toda la nación
(por ejemplo, las parturientas acudían a la diosa de los
baños y los guerreros al sol), el dios principal rara vez
era el mismo en dos pueblos.
Para la
adoración de sus dioses (frecuentemente ídolos de
piedra verde) cada pueblo tenía en su centro, un templo y
adoratorios en cuevas y cumbres cercanas. Cada dios estaba a
cargo de un sacerdote, que hacía las ofrendas y
fiestas acostumbradas en cada caso.
El jaguar fue uno de los animales
más importantes dentro de la cosmovisión
prehispánica también llamado (Felis onca). Desde
tiempos muy remotos los aztecas, mayas, olmecas representaban
hombres con rasgos de felino o sus variantes. Siglos
después, en Teotihuacan, este animal fue un motivo muy
común, pero se representaba con atributos de otros
animales, como aves y
serpientes. El simbolismo étnico del jaguar alterna
así dos ritmos de la noche, de la oscuridad. Lo oscuro
como matriz o
vientre de la tierra
maternal (que genera nuevos frutos y vida) y la no luz como
inmersión en una peligrosa región demoníaca.
En la primera función,
el jaguar es guardián de las oscuridades terrestres, desde
donde brota la verde riqueza del suelo y la selva.
En la segunda faceta, el jaguar mexicano se cambia en sol de
tierra, sol
nocturno. En numerosas mitologías, durante el
crepúsculo, la exultante esfera solar se sumerge en
el mundo subterráneo.
También era el brujo por excelencia de los
hombres más importantes (como el gobernante o los
sacerdotes), de los hombres vinculados a lo sobrenatural (como
los hechiceros) y de los propios dioses (como Tezcatlipoca en la
sociedad azteca). Tezcatlipoca era una de las deidades
principales y representante del principio de dualidad. Portaba un
espejo (su nombre significa espejo que humea), en el que se
reflejaban los hechos de la humanidad. Divinidad aérea,
representaba el aliento vital y la tempestad y llegó a
asociarse posteriormente con la fortuna individual y con el
destino de la nación
azteca. En otro caso tenemos a la sociedad maya, que tiene como
representaciones felinas (en este caso tigres) en la constitución final del hombre, los 4
hombres de maíz: Balam-Quitzé (Tigre sol o Tigre
fuego), Balam-Acab (Tigre tierra), Mahucutah (Tigre luna) e
Iqui-Balam (Tigre viento o aire).
Éstos estaban dotados de inteligencia y buena vista, de la
facultad de hablar, andar y agarrar las cosas. Eran además
buenos y hermosos. También aparecen como parte del
mito de
destrucción en donde se decía que los jaguares de
Cizín, dios del inframundo, se comerán al Sol y la
Luna. Y en cuanto a los olmecas el jaguar era la figura principal
de su religión. Lo veneraban porque para ellos
representaba los misterios de la selva y la fuerza para
sobrevivir en ella. El culto al jaguar perdura hasta el post
clásico. Se muestra
típicamente como una boca con colmillos. Las
representaciones antropomorfas relacionadas con el jaguar
mostrando en la representación simetría bilateral y
es rígido.
En Ecuador con
respecto a las representaciones artísticas apenas se
hallan restos de esculturas de piedra. Los mejores ejemplos se
encuentran en los bajorrelieves de Manta, en Cerro Jaboncillo.
También de este periodo (850-1500 d.C.) son las
banquetas Manabí, unos asientos de piedra en forma
de V cuyo pie está formado por una figura del jaguar o
atlante, son los objetos en piedra más
característicos de Ecuador. Existen, asimismo, buenos
ejemplos de trabajos en metal y máscaras de
jade.
Para el hombre
mesoamericano, el animal no solo era parte de su existencia
material y de su compleja vivencia espiritual, sino que jugaba un
papel trascendente en el
universo.
Uno de los animales más temidos y venerados del
México antiguo, fue el jaguar; este carnívoro, por
su fuerza, belleza y presencia impactó a los pueblos
antiguos, por lo cual lo convirtieron en el sinónimo de la
fuerza brutal, la violencia y la
destrucción.
En algunos casos el felino completamente
desnaturalizado, adopta una forma casi ofídica y se lo
reconoce solo por las garras y las manchas
características.
El hombre imitó o mimetizó ciertas
características de la conducta espacial
y social de este animal tal como pudo haber imitado o tomado en
préstamo ciertos rasgos culturales de otros grupos
sociales humanos para dispersarse mejor en su
exploración de recursos
regionales y en sus relaciones socio-políticas
y económicas en otros grupos humanos.
Por ejemplo, entre los animales la posesión del espacio y
la manutención de la prevención de una
invasión de otros se combinan en iniciativa y ascendencia.
Así, la orientación requiere la posición de
los individuos y estabiliza el establecimiento de territorios. Un
gran numero de estudios demuestra que el comportamiento
territorial es fundamental para establecer relaciones y para
mantener la estabilidad del grupo, tanto
interna como externamente.
Las acciones
sucesivas de agresión, miedo, búsqueda de
protección y agresión renovada pueden leerse
claramente en los movimientos expresivos, sobre todo en las
diferentes posiciones del cuerpo y de los músculos
faciales del hocico Ej.: posición perfil facial asociada a
subordinación y retirada)
Otro aspecto a considerar es la intrínseca
relación de las representaciones felínicas con la
persona del
"chamán", quien manifestaba una gran parte del conocimiento
sobre la conducta del jaguar a través del uso de
alucinógenos y visiones. Parece haber sido el
chamán quien mantenía continuos contactos con
grupos selváticos recibiendo enseñanzas de
cómo manejar el
conocimiento recibido a través de averiguaciones por
medio de visiones o viajes
periódicos a la selva.
A continuación desarrollaré el papel del
jaguar en las distintas culturas de Mesoamérica haciendo
hincapié en el simbolismo, los posibles significados, los
mitos y sus distintas representaciones
artísticas.
Los olmecas:
madre de otras culturas
Religión
Es difícil por no decir imposible, reconstruir la
religión de los olmecas, el argumento es objeto de un
amplio debate entre
estudiosos, los cuales coinciden ampliamente solo en un punto: en
considerar al jaguar como el símbolo principal de la
religión olmeca. Covarrubias por ejemplo lanza la
hipótesis de que
el jaguar representa a antecesores totémicos de
espíritus de la naturaleza mientras Coe sugiere que
éste era la expresión de la línea real
olmeca descendiente de una mítica raza de
hombres-jaguar.
Los olmecas consideraban al jaguar sea como si animal
totémico principal, sea sinónimo de la madre tierra
y que lo vincularon al hombre a través del culto a los
recién nacidos, preocupados, de éste modo, por
explicar los misterios de la fecundidad y del nacimiento. Por
otra parte, en su simbología, también estaba
presente la serpiente acuática como símbolo del
agua
terrestre. De la fusión de
ambos animales nació un monstruo sobrenatural en forma de
serpiente-jaguar, que se volvió expresión del agua
fertilizante que fecundaba la tierra, de la cual nacía la
vegetación y el alimento del hombre, es
decir, el maíz que era la propia vida. Y de este modo, el
animal totémico y la serpiente adquirieron una forma
divina que explicaba los misterios de la fecundidad y del
nacimiento de los seres humanos.
Al igual que en la mayoría de los pueblos
mesoamericanos, la religión influyó en todos los
aspectos de la vida diaria del teotihuacano. Como parte de sus
necesidades, las deidades se manifiestan en función de
éstas.
La religión se presenta como un todo organizado y
el sacerdote es el intermediario entre los hombres y los
dioses.
Es así como los dioses mismos o sus atributos se
nos presentan obsesivamente a través del mural y de la
escultura, ya sea ésta en cerámica o en piedra. Tlaloc, el dios del
agua y de todo lo relacionado con la agricultura,
es el que se encuentra mayor número de veces
representado.
La serpiente se le identifica con el miembro masculino
como símbolo de fertilidad. La coa, que penetra en la
tierra para que la semilla sea depositada, juega el papel de
miembro masculino. La misma palabra coa y coatl no es más
que una misma para diferentes cosas. Tlaloc englobaba en
sí a la serpiente, el ave y al jaguar. La primera, como
símbolo de fertilidad; la segunda, como nube portadora de
agua. El jaguar, posiblemente, se relacionaba por el rugido o
trueno que preside a la lluvia. Tlaloc, en Teotihuacan obedece a
la primera necesidad; si no hay agua, no hay vida.
Por otro lado, tenemos la representación de
algunos ritos relacionados en la mayoría de las veces de
la lluvia, la fertilidad, etc.… como primer ejemplo de
representaciones artísticas baste citar el mural hallado
en el patio oeste del Quetzalpapalotl, en donde tenemos a un
jaguar que toca un caracol, tratando de atraer la lluvia, ya que
el mural está presidido por el dios Tlaloc.
Saville fue el primero en señalar que "las
figuras de cara de jaguar y la cara de niño pertenecen a
un mismo estilo artístico…. Que ese estilo no
corresponde al de los aztecas, toltecas, zapotecas, totonacos y
mayas [o sea: a las otras culturas mesoamericanas de los Periodos
Clásico
Postclásico]… que los olmecas
históricos que se dispersaron por el sur de Veracruz
fueron famosos por su trabajo en jade y en turquesa… y que
la posición geográfica de esas gentes
coincidía aproximadamente con la distribución de las esculturas de la cara
de jaguar y cara de niño". Al estilo olmeca cabe agregar
que también están incluidas las pequeñas
esculturas en piedras semipreciosas y a tallas monumentales, el
tigre o jaguar como motivo básico, seres humanos con bocas
de jaguares, relieves en rocas, cabezas
colosales, altares monolíticos, cajas de piedra, etc.
Además, el estilo artístico estaba conectado,
lejana pero evidentemente, con el arte teotihuacano más
antiguo, con el estilo llamado totonaco, con las formas
más viejas del arte maya y con los objetos zapotecas, los
cuales mientras más antiguos, tendían a ser
más olmecas, de modo que bien podría ser
considerada esta cultura como la madre de las mencionadas y la
más importante, si no la única, del desarrollo de
la civilización en Mesoamérica.
Pintura
En el caso de la pintura, hay
un ritmo y equilibrio.
Por ejemplo, la pared de un cuarto tiene como parte central la
puerta de acceso. Los murales que van a ambos lados de la puerta
tienen el mismo motivo la simetría axial se da con los
motivos pictóricos representados tanto de un lado como del
otro y por lo general convergiendo hacia la puerta. En otras
locaciones de la ciudad, descubrimos que las representaciones
pictóricas están acordes con el espacio en que se
encuentran. Así, por ejemplo, en la calle de los Muertos,
existen murales de gran tamaño, que están en
concordancia con el amplio espacio de la calle.
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Escultura
La escultura teotihuacana en piedra podemos
dividirla en dos grandes grupos: aquella que está
integrada a la arquitectura y
que, por lo general, es de dimensiones mayores, y la escultura
menor, entre la que tenemos máscaras, algunas
representaciones de Huetéotl, animales, etc.
Los olmecas Teocráticos desarrollaron la
escultura en bulto y la escultura en alto y bajo relieve,
combinando a menudo las dos técnicas.
Mediante la primera obtuvieron cabezas colosales, altares
monolíticos con sacerdotes emergiendo de las
entrañas de la Tierra, cajas o sarcófagos, figuras
de sacerdotes con máscaras del dios jaguar, personajes o
figuras humanas sentadas o de pie, esculturas humanas con espiga
(para clavarse en el suelo) y figuras zoomorfas con jaguares
sedentes, hachas petaloides y con la efigie
Saville fue el primero en señalar que "las
figuras de cara de jaguar y la cara de niño pertenecen a
un mismo estilo artístico…. Que es estilo no
corresponde al de los aztecas, toltecas, zapotecas, totonacos y
mayas [o sea: a las otras culturas mesoamericanas de los Periodos
Clásico Postclásico]… que los olmecas
históricos que se dispersaron por el sur de Veracruz
fueron famosos por su trabajo en jade y en turquesa… y que
la posición geográfica de esas gentes
coincidía aproximadamente con la distribución de
las esculturas de la cara de jaguar y cara de niño". Al
estilo olmeca cabe agregar que también están
incluidas las pequeñas esculturas en piedras semipreciosas
y a tallas monumentales, el tigre o jaguar como motivo
básico, seres humanos con bocas de jaguares, relieves en
rocas, cabezas colosales, altares monolíticos, cajas de
piedra, etc. Además, el estilo del dios
jaguar, además de otras obras extraordinarias por
su perfección en el acabado y dentro de una
tradición o escuela de gran
vigor. Obras que pueden ser citadas como las de los
hombres-jaguar sentados que parecen llevar una máscara
felina sobre el rostro. Así, el Monumento 10 de San
Lorenzo representa a una figura humano-felina sentada, que agarra
arcos o medias rodelas planas (llamadas manoplas por algunos),
símbolos de la jerarquía del
personaje.
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como el Dios de la Lluvia, ya que fue encontrado
colocado en la abertura de un canal de drenaje, a manera de
guardián o de tal manera que tuviera constantemente un
baño de agua corriente, enfatizando con ello su cualidad
de dios de la lluvia. Los olmecas teocráticos
también se empeñaron en lograr un perfecto
pulimento de las superficies de los jades, interrumpido
ocasionalmente por delicadas líneas incisas, para
representar detalles del atavío, ornamentos, perfiles
humanos, manos, escarificaciones, glifos y los mismos motivos
decorativos que se observan en las hachas petaloides y
humanas-felinas, en las estatuillas y en algunos ornamentos
suntuarios.
Cerámica
En la cerámica también se llegó a
niveles de gran calidad.
Independientemente del uso de la misma, no cabe duda que muchas
piezas alcanzaron un nivel de excelencia. Algunas se decoraron
con colores. Esta
pintura sobre cerámica nos muestra una fineza y un trozo
impresionante, que nos habla de la calidad que llegó a
desarrollar el artista teotihuacano. Hay una producción variada en cuanto a su forma y
función. Una forma característica es la de los
floreros de cuerpo globular y cuello estrecho, platos con
pequeños soportes llamados soportes-botón,
también hay vasijas que están fabricadas con barro
anaranjado más conocido como "anaranjado delgado", del que
le sobresalen los tazones con base anular.
El barro fue un material predilecto para el desarrollo
estético, formándose desde entonces los conceptos
tradicionales que caracterizan el arte olmeca; y, así, las
estatuillas modeladas en arcilla son como esculturas menores,
concebidas en sus proporciones anatómicas.
Todo lo anteriormente citado da una idea de la creciente
complejidad del culto al jaguar: animal temido, ancestro
totémico y dios de la tierra. La elaboración
sacerdotal crea y recrea en torno al dios los
conceptos que se traducen en nuevas representaciones
artísticas, aunque correspondientes a aspectos de la misma
deidad. A veces también resulta difícil distinguir
si una figura representaba a un hombre disfrazado de jaguar o a
un jaguar en proceso de
llegar a ser hombre. Además el jaguar era el
símbolo de las fuerzas sobrenaturales, no un simple
animal, sino un ancestro y un dios.
El arte olmeca se distingue por la simplicidad y el
realismo de
sus formas, por sus concepciones vigorosas y originales y por la
presencia de un espíritu felino que constituye su elemento
base. Esta obsesión por el jaguar, dictada por
motivaciones mágico-religiosas, se nota en todas las
manifestaciones estéticas, lo mismo en la cerámica
que en la piedra.
Una peculiaridad del arte olmeca es su
simplicidad.
El estilo se centra en representaciones antropomorfas de
jaguares, para lo cual se utilizan algunas formas básicas
y se adopta una misma convención artística, en la
que se articulan algunos módulos.
El dios jaguar pudo, por tanto, desdoblarse en deidades
de la tierra, la fertilidad, la vegetación y el
maíz, mientras que la serpiente de cascabel y las
serpientes-pájaro comenzaron a simbolizar la lluvia o agua
celeste.
Si bien es poco lo que se sabía de la
cerámica, de la religión o de la sociedad olmeca,
ya que el tema principal tratado hasta entonces había sido
fundamentalmente la escultura. Así además de la
escultura fue conociéndose la estratigrafía de
algunos lugares de la costa, de modo que se empezó a
colocar a la cultura olmeca en una época anterior al
Período Clásico.
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Las fauces de jaguar podrían representar,
al igual que las fauces de serpiente en la imagen
cósmica de los mayas y
aztecas, las puertas del inframundo en su salida y en su puesta.
El jaguar es interpretado como símbolo del cielo, de la
tierra y del inframundo fueron legadas a los mayas y a los
zapotecas, pues ya en la primera pirámide maya en
Uaxactún (Guatemala) ciudad que contiene a las más
antiguas inscripciones mayas, aparece la base de la escalinata
flanqueada por grandes caras de tigres de tipo olmeca modeladas
en estuco, y en monte Albán se encuentra el jaguar ya a
principios de
la existencia de la ciudad a la cabeza del panteón junto
con el dios de la lluvia; su rostro estilizado se
transformó en símbolo del cielo entre los zapotecas
y evolucionó en Teotihuacan, junto con otros elementos de
seres míticos, hasta formar la cara del dios de la
lluvia.
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En los Aztecas, el jaguar tuvo una gran
influencia. Se lo denomina "Ocelotl", a quien consideraban como
el rey de los animales. En Tenochtitlán los lideres
militares de mayor rango, los guerreros mas importantes y feroces
vestían capas, tocados y mascaras hechas de plumas y
piel de jaguar
y eran llamados los caballeros jaguar, cuyo titulo seria
"Tlacochcalcatl", jefe de casa de armas. Los
emperadores aztecas no solamente se adornaban con capas,
sandalias, y utilizaban insignias hechas de jaguares;
tenían también el privilegio exclusivo de utilizar
en los tronos, tapetes y cojines hechos de piel de jaguar, todo
como símbolo de autoridad
La cultura de los aztecas, su historia, su sociedad, sus
artes, no pueden describirse más que en estrecha
correlación con sus creencias religiosas, tiránicas
doctrinas donde no aparece el menos elemento de esperanza ni
siquiera de virtud en el sentido cristiano.
El principio dominante del mundo espiritual de los
aztecas es el dualismo; lucha cotidiana del día y la
noche, del sol y la luna… A menudo se concreta bajo las
formas inesperadas, como es el caso del águila que se
opone al tigre, encarnando la primera a la luz y el segundo a las
tinieblas.
Para los aztecas, el altivo pájaro es
mensajero de la voluntad divina. Su mito narra que allí
donde un águila se pose sobre un nogal, se deberá
erigir una gran ciudad. Y el ave de la ceñuda mirada se
posó sobre la planta aludida. Entonces, los aztecas
erigieron allí Tenochtitlán, la capital del imperio
de los adoradores de la serpiente emplumada Quetzalcoatl. Y el
majestuoso pájaro en especial era, como águila
solar, quien recibía el corazón de
los sacrificados.
En la mentalidad azteca, el águila es asimismo
espíritu afín al jaguar. Ambos son protectores de
las potencias guerreras terrestres. El animal esmaltado de
manchas preside una de las cofradías secretas de
caballería azteca, mientras que la otra es regenteada por
la presencia señorial del ave de pico ganchudo. Al mismo
tiempo, en el
trono ceremonial del monarca azteca, éste se sentaba sobre
plumas de águila y disponía sobre su espalda de un
retazo moteado de piel de jaguar.
Las divinidades son innumerables; además de los
creadores y de los grandes dioses las hay para las estrellas,
para la tierra, la muerte, la
fertilidad, la lluvia, el agua, el
fuego, la bebida ritual llamada pulque y decenas
más.
El arte de los aztecas es esencialmente religioso. Se
manifiesta esencialmente en las esculturas de piedra. Configura
por lo general una combinación de signos
simbólicos con motivos más o menos realistas. Los
más célebres representan a Quetzalcoatl, la
serpiente emplumada, y a Coatlcue, diosa de la tierra.
Existieron diversas escuelas de pintura, algunas de las
cuales lograron un nivel artístico muy alto.
En las artes menores, la cerámica produjo gran
número de estatuillas que a menudo representan dioses
solares como Xochiquetzal, Quetzacoatl, Xipe Tótem,
Chalchiuhtlicue, etc.
El trabajo de
la madera
proporcionó algunas obras muestras como los "tambores con
lengüetas", los instrumentos más típicos del
México antiguo.
En la cultura Maya, el
jaguar era denominado Balaam o Chac y era símbolo de
poder. La gente que utiliza vestimentas de jaguar era una persona
con autoridad en
la sociedad, por lo general representada en los códices.
El Dios del Sol, se transformaba en jaguar para poder viajar
durante la noche por el mundo de los muertos. La piel moteada de
este bello felino, representaba las estrellas.
Las ruinas Mayas de Yucatán presentan elaboradas
imágenes del jaguar. Para los Mayas,
el sol jaguar
dominaba la noche y el día, el sol jaguar al caer la tarde
luchaba contra Xilbalban (el inframundo) durante la noche,
venciéndolo y saliendo una vez mas al día
siguiente.
Los mayas identifican al jaguar con el número
nueve, simbólico número de los países del
inframundo. El dios felino es así "Señor de lo de
abajo". Es también la tierra que, con sus fauces abiertas,
devora al sol entre las extenuadas luces del crepúsculo. Y
luego, el animal moteado se muta en sol negro, viajero de la
tierra subterránea que lleva sobre si una concha marina,
representación de la luna y, de manera paralela, del
renacimiento (por
ser la Luna, la Mujer de
Plata, la que renace en el cielo nocturno luego de tres noches de
muerte o
ausencia).
Su repetida victoria en el mundo infernal, le otorga al
jaguar poderes como psicopompo, guía del alma de los
muertos. En esta arista de su existencia, el felino se confunde
con el perro Xolotl, dios canino que acompaña al
sol-jaguar, al sol de tierra, en sus nocturnas incursiones por
las honduras terrestres. Es la habilidad del jaguar como
guía lo que permite franquear los nueve ríos que
impiden el libre acceso al Chocome Mictlan, el noveno cielo,
inmortal residencia de los muertos.
En su dimensión ctónica, el jaguar se
hermana también con el cocodrilo. Mixtecas y aztecas
creían que la tierra surge de un cocodrilo que nada en un
mar primigenio. Para los mayas, el cocodrilo de los comienzos
transporta todas las geografías sobre su lomo. En su
significación telúrica, el cocodrilo puede
sustituir al gran jaguar como "Señor de los Mundos
infernales". El terrible habitante de las aguas
también puede ser custodio de los cuatro extremos
del mundo tal como acontece con el jaguar en la
cosmovisión azteca. El cocodrilo de las fauces abiertas, a
su vez, tal como aparece en las imágenes mayas, se
identifica con el jaguar cuya fauces expandidas representan a la
tierra engulléndose al sol en el ocaso.
Otras culturas también rindieron culto al jaguar
aunque no con la reverencia de los Aztecas, Mayas u Olmecas.
Los Tarascos veneraban a la Diosa XARATANGA / Xaraqua que estaba
asociada al jaguar/tigre y cuyo disfraz era la serpiente, se
consideraba Madre de la humanidad. Posteriormente fue destronada
con la introducción del culto masculino.
Los zapotecos, rendían culto a los muertos, eran usados
figuras te tamaño natural de jaguar en las ceremonias. Era
relacionado con la noche y el poder. En el caso de los Toltecas,
estos asocian al jaguar como una figura de guerra, donde
los representaban comiendo los corazones de sus enemigos y
prisioneros.
En el caso de los mixtecos se venera y respeta a un personaje
semejante a Quetzalcoatl que tiene atributos serpentinos y de
jaguar.
Los zapotecos, rendían culto a los muertos, eran usados
figuras te tamaño natural de jaguar en las ceremonias. Era
relacionado con la noche y el poder. En el caso de los Toltecas,
estos asocian al jaguar como una figura de guerra, donde los
representaban comiendo los corazones de sus enemigos y
prisioneros.
Los chorotegas y los nicaraos son dos pueblos
mesoamericanos asentados en la baja Centroamérica que nos
han dejado una rica iconografía pintada y modelada en sus
cerámicas policromas. El jaguar es uno de los temas
más usuales en sus decoraciones.
El jaguar en sus representaciones modeladas de las
vasijas efigie son las más realistas, y por lo tanto, las
más fácilmente identificables.
En primer lugar, los ojos son redondos u ovalados con un
punto que se esquematiza en ojos circulares casi de lechuza, las
fosas nasales son un rectángulo o un semicírculo,
las fauces nunca muy salientes, son un rectángulo con los
dientes dibujados dentro, las orejas son pequeñas y
redondeadas, las manchas de la piel se representan por
círculos negros grandes y pequeños. las manchas del
jaguar es un tema frecuente en la decoración
cerámica que, si no van asociados a otros rasgos
distintivos del felino, pareces diseños
geométricos, sin ningún significado.
En lo que respecta a la figura del jaguar pintada sobre
las paredes de las vasijas, tenemos como característica
general la repetición de su dibujo de
perfil. Dentro de este tipo podemos distinguir tres
variantes:
- La silueta del jaguar es la representación
más realista de este animal dentro del convencionalismo
formal propio de la estética chorotega. - El jaguar esquemático. Pueden ser siluetas de
jaguar muy esquematizadas o solamente unos trazos en los que no
se puede distinguir al animal - El jaguar con las fauces abiertas y la cola
levantadas.
Cuando el jaguar no aparece representado entero puede
darse que encontremos parte de sus elementos o rasgos sueltos,
simbolizando que una parte del felino, el felino entero, sigue
siendo la ley
estilística de representar una parte por el
todo.
Es así como tenemos que el jaguar, símbolo
tanto de Tlaloc como de Tezcatlipoca, simboliza preferentemente
al dios de la lluvia, que soporta sobre su figura gran parte del
contenido religioso-filosófico que los nahúas
mexicanos atribuyeron después a Quetzalcoatl.
Así el jaguar ha tenido un profundo impacto en la
cultura de los pueblos del antiguo México, sin embargo
actualmente no es así. La admiración y
fascinación que se tiene por jaguar aun existe pues se le
mata entre otras razones, por el ego de ufanarse de haber matado
un "tigre", sin embargo, también se le mata por dinero, sin la
menor ética y
justificación. Es necesario crear o reestablecer el
respeto al
jaguar, no como un ser divino, mas bien como una parte importante
de los ecosistemas.
Hay otras expresiones, en cuanto a lo artístico,
de las que no tenemos un conocimiento mayor. Tal es el caso de la
música, la
danza o la
poesía.
De la primera nos han quedado algunos instrumentos
musicales, como flautas y silbatos de barro, o caracoles, que
se usaron con este fin. Lo que desconocemos es el ritmo y las
particularidades de la música pues no tenemos documentación que nos lo diga. Lo mismo
ocurre con la danza y la poesía, pues a diferencia de los
aztecas, que en forma verbal y escrita informaron de ellas, para
Teotihuacan no contamos con este tipo de
documentación.
La influencia de Teotihuacan en otras regiones desde el
punto de vista estilístico es evidente. Lo vemos en
distintos sitios, y hay uno en particular en donde hay
símbolos teotihuacanos: Cacaxtala. Este lugar se encuentra
en el estado de
Tlaxcala, y tiene murales que fueron realizados por sus moradores
los olmecas-xicalanca. Los murales muestran una batalla terrible
entre personajes ataviados de aves y otros de jaguares.
Así, los guerreros-ave tienen rasgos mayas y los
guerreros-jaguar, del altiplano. Estos últimos vencen a
los primeros.
Es así como el arte de otros pueblos
contemporáneos de Teotihuacan también nos ayuda a
entender aspectos históricos y que la expresión
pictórica, en este caso, además de sus propios
valores, nos
permite ver, desde la periferia del imperio, las necesidades y
problemas que
esos pueblos enfrentaban en contra de quienes representaban el
poder y la fuerza: Teotihuacan.
- Lehmann, Henri, 1960, Las culturas
precolombinas, Eudeba, Buenos
Aires. - Solá, Miguel, 1936, Historias del arte
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cultura madre, Lunwerg Editores S.A., España.
Págs. 125 a 186 - Matos Moctezuna, Eduardo, 1990, Teotihuacan, la
metrópoli de los dioses, Lunwerg Editores S.A.,
España. Págs. 26-27 y 107 a 182.
El autor pidió el anonimato