- Los nuevos
mercenarios - Las ventajas de los
ejércitos privados - Las transnacionales de la
guerra - El impacto de la
privatización de los conflictos sobre los Derechos
Humanos - Conclusiones
En los primeros años de la Post Guerra
Fría las principales potencias militares iniciaron un
proceso de
reducción del personal de sus
fuerzas armadas. Los Estados Unidos,
por ejemplo, en ese período redujeron sus efectivos
militares de 2.100.000 a 1.400.000 hombres. Esta reducción
acompañaba el proceso de distensión que
siguió a los primeros años de la caída del
Muro de
Berlín, cuando se anunciaba el "fin de la historia" y algunos
pensadores especulaban en con un brusco descenso del
número de conflictos
internacionales.
También incidió en este proceso el
empleo de
nuevas
tecnologías, en especial de armas
inteligentes operadas por un número reducido de hombres,
como por ejemplos los dispositivos electrónicos de
vigilancia y exploración.
Pronto fue evidente, sin embargo, que los conflictos
bélicos mutaban su naturaleza
pero no descendía ni en número ni en la virulencia
de los enfrentamientos. Cuando el choque ideológico se
transformó en choque de civilizaciones la violencia
étnico – religiosa degeneró en cruentos
conflictos en regiones de escaso valor
estratégico pero que terminaron involucrando a las
potencias occidentales. Más aún, comenzaron a
multiplicarse las denominadas "misiones de paz" y
"actividades humanitarias" implementadas por los
ejércitos que, aunque en raras ocasiones demandaban el
empleo efectivo de la fuerza,
implicaban el despliegue de numerosos contingentes militares en
las más remotas geografías y su mantenimiento
por períodos prolongados.
La multiplicación de sus compromisos militares
globales ha obligado a varios países, pero especialmente a
los Estados Unidos, a replantear el número de efectivos de
sus fuerzas armadas e incluso a incrementar el reclutamiento
de soldados. Pero, la incorporación de nuevos reclutas no
ha sido un proceso sencillo pese a que el gobierno
americano ha aumentado los incentivos
económicos.
En una artículo elaborado por Rosendo Fraga,
director del Centro de Estudios Nueva Mayoría, uno de los
portales de análisis
político más importantes de
Iberoamérica, el autor nos brinda un detallado resumen de
la política
de reclutamiento implementada por la
Administración Bush: "Los
nuevos reclutadores –popularizados
cinematográficamente por Michael Moore en Fahrenheit
09/11- forman una parte clave de la campaña. Para
persuadir a los futuros soldados, el Ejército
incrementará el número de reclutas para el servicio
activo y la reserva de aproximadamente 6.000 a 7.000 para fines
de año. La fuerza de los reclutadores en servicio activo
aumentará de 5.111 a 6.029, y el número de
reclutadores para la Reserva del Ejército aumentará
de 954 a 1.062."
"Funcionarios del Comando de
Reclutamiento del Ejército dicen que las bonificaciones
aumentarán a un máximo de 15.000 dólares
para los soldados que estén dispuestos a registrarse para
prestar servicios por
tres años en ocupaciones en las que el personal escasea
(más que duplicando las anteriores bonificaciones de 6.000
dólares)."
"Muchos de esos cargos se encuentran en
las zonas de guerra. Los
soldados pueden ganar hasta 9.000 dólares en
bonificaciones, trabajando como especialistas en el suministro de
petróleo y operadores en el servicio de
comidas".
"Hay también bonificaciones por
nivel alcanzando: 8.000 dólares para los soldados que
tengan una licenciatura, 7.000 para los que cuenten con un
título otorgado después de dos años de
estudios universitarios, y 6.000 para los que tengan el diploma
de la escuela
secundaria. Según el trabajo
asignado, las bonificaciones de hasta 9.000 dólares
serán pagadas a reclutas que se presentan al entrenamiento
básico antes del 27 de septiembre (2004). Los civiles que
tengan habilidades especiales podrán ganar una suma
adicional de 3.000 dólares."
"En los primeros meses de la guerra en
Irak, el
Ejército dio órdenes de impedir a las tropas partir
durante la guerra. Luego aplicó las bonificaciones. A
continuación, el Ejército adelantó las
fechas fijadas de las tropas que debían comenzar el
entrenamiento en 2005 y ofreció otros
incentivos."
"El Ejército está
superando sus objetivos de
reclutamiento para el 2004, a pesar de que fueron elevados de
72.500 a 77.000 efectivos, con una excepción: la Guardia
Nacional del Ejército estima que sólo
llegará a cumplir con el 88% de su objetivo de
reclutamiento fijado para el 2004."
Las necesidades de mayor personal militar y otras
consideraciones de orden político, como la de sortear
algunas de las limitaciones que el Congreso de los Estados Unidos
ha impuesto al
empleo de las fuerzas armadas en cierto tipo de conflictos
internacionales o los problemas de
posibles violaciones a los derechos humanos
en ciertas operaciones
militares –especialmente en las tareas de inteligencia–
han llevado a las sucesivas administraciones estadounidenses a la
contratación de empresas de
seguridad e
inteligencia, a las que se denomina "empresas de servicios
militares", que operando bajo la cobertura legal
"consultores", "especialistas" y "expertos",
constituyen verdaderas fuerzas mercenarias.
Los Estados Unidos incrementaron el uso de contratos
militares externos durante los años noventa, debido a la
citada reducción de sus efectivos militares, cuando el
estallido de numerosos conflictos étnicos y regionales
aumentó bruscamente la demanda de
personal militar. Durante la operación "Tormenta del
Desierto" el Ejército estadounidense empleo a un
"especialista" civil por cada cincuenta soldados
regulares. Los conflictos étnicos de Bosnia Herzegovina, a
mediados de esa década, y el de Kósovo, en 1999,
hicieron que la proporción aumentara a uno cada diez,
cifra que se mantuvo en ese nivel durante la Guerra del Golfo en
2003.
Las empresas de servicios militares comenzaron a crecer
cuando durante la presidencia de George Bush, su secretario de
Defensa Dick Cheney ordenó la realización de un
estudio que determinó la conveniencia para los Estados
Unidos de impulsar la privatización de su ejército. Aquel
informe fue
elaborado precisamente por una consultora de servicios militares
Brown & Root Services -filial de Halliburton, que luego
dirigiría el propio Cheney desde 1994 hasta que se
incorporó a la vicepresidencia-, el estudio, que costo un total de
nueve millones de dólares, demostraba que era mucho
más rentable, tanto en términos económicos
como políticos- delegar ciertas tareas militares en
empresas privadas.
Una década más tarde, tal como estima
Peter Singer, analista del Brookings Institution, un prestigioso
centro de estudios internacionales de los Estados Unidos, las
empresas de servicios militares manejan un negocio de 100.000
millones de dólares anuales –algunos estiman que en
la próxima década este tipo de empresas duplicaran
el volumen de sus
negocios– y
sus servicios incluyen el mantenimiento de sistemas de
defensa o la modernización de las fuerzas armadas en
países de los cinco continentes, la protección de
minas de diamantes y pozos petroleros en las más remotas
geografías del mundo.
Tal como afirma Rosa Towsend, corresponsal en Miami del
diario español
"El País", las empresas de servicios
militares "se encargan esencialmente
de lo que los estados ricos no quieren hacer o los pobres no
pueden hacer. Permiten a los ricos reducir sus presupuestos
de defensa concentrándose en guerras
prioritarias para su seguridad y subcontratando el resto, y hacen
asequible a los pobres un nivel de poderío
militar del que carecen".
El empleo de fuerzas mercenarias es tan antiguo como la
guerra misma. Si nos remontamos en la historia al nacimiento de
los tiempos modernos –para no ir más atrás-,
en tiempos de las "Guerras Dinásticas" las tropas
mercenarias constituían una parte sustancias de los
Ejércitos de la época. A partir del Siglo II y
hasta la paz de Westfalia, en 1648, los contratistas militares
solían emplear soldados formados en las estructuras
feudales y los enviaban a quienes estuvieran dispuestos a pagar
por ellos, fueran ciudades – estado o
príncipes italianos o hasta el mismo Vaticano. Aquellas
fuerzas mercenarias llevaban a cabo tareas militares como librar
guerras, o políticas:
mantener el poder y recaudar impuestos.
Algunos historiadores vinculan el ascenso de las tropas
contratadas a finales de la Edad Media con
la incapacidad del sistema feudal de
hacer frente a las necesidades, cada vez más complejas, de
una sociedad en
pleno proceso de modernización.
No han faltado desde entonces quienes condenaban el
empleo de este tipo de fuerzas militares. En pleno Renacimiento
italiano, Nicolás Maquiavelo,
dedicaba el Capítulo XII de su libro
"El
príncipe" al análisis: "De las diferentes especies de
milicias y de los soldados mercenarios".
En esta obra escrita en 1513, por el genial florentino
podemos leer: "Las tropas que sirven
para la defensa de un Estado son: o mercenarias, o extranjeras, o
mixtas. Las de la segunda clase, bien
sirven en calidad de
auxiliares o como mercenarios, son inútiles y peligrosas,
y el Príncipe que se confía en tales soldados
jamás estará en seguridad, a causa de estar siempre
desunidos, ser ambiciosos, carecer de disciplina y
tener poca fidelidad; valerosos contra los amigos, cobardes en
presencia del enemigo, y no tener ni temor de Dios ni buena fe
respecto a los hombres. A causa de todo ello, un Príncipe
no puede retardar su caída sino lo que tarde en poner su
valor a prueba. O sea, por decirlo todo en pocas palabras:
saquean al Estado en tiempos de paz como lo haría el
enemigo en tiempos de guerra. ¿Cómo podría
ocurrir esto de otro modo? Esta clase de tropas no sirven a un
Estado sino por el interés de
una soldada que jamás es suficientemente fuerte como para
permitirles comprar lo que necesitan para vivir. Naturalmente, si
no tienen inconveniente en servir mientras dura la paz (pues por
no hacer nada se encuentran con algo), apenas la guerra ha sido
declarada huyen o tan sólo piensan en hacerlo."
Pese al paso de los siglos, la visión negativa
con respecto a las tropas mercenarias no ha disminuido. Es
así, como tras nueve años de arduas negociaciones
la Asamblea General de las Naciones Unidas,
aprobó el 4 de diciembre de 1989, la "Convención
Internacional contra el reclutamiento, la utilización, la
financiación y el entrenamiento de
mercenarios".
Este documento internacional establece importantes
precisiones en su Artículo 1º sobre a que se denomina
"mercenario". Dice exactamente:
"1º se entenderá por
"mercenario" toda persona
que:
- Que haya sido especialmente
reclutada, localmente o en el extranjero, para combatir en un
conflicto
armado; - Que tome parte en las hostilidades
animada esencialmente por el deseo de obtener un proyecto
personal y a la que se haga efectivamente la promesa, por una
Parte en conflicto o en nombre de ella, de una
retribución material considerablemente superior a la
prometida a abonada a los combatientes de grado y funciones
similares en las fuerzas armadas de esa Parte; - Que no sea nacional de una Parte en
conflicto ni residente en un territorio controlado por una
Parte en conflicto;
2º Se entenderá
también por "mercenario" toda persona en cualquier otra
situación:
- Que haya sido especialmente
reclutada, localmente o en el extranjero, para participar en un
acto concertado de violencia con el propósito
de:
- Derrocar a un gobierno o socavar de
alguna manera el orden constitucional de un Estado, o
de, - Socavar la integridad territorial
de un Estado;
- Que tome parte en ese acto animada
esencialmente por el deseo de obtener un provecho personal
significativo y la incite a ello la promesa o el pago de una
retribución material; - Que no sea nacional o residente del
Estado contra el que se perpetre ese acto; - Que no haya sido enviada por un
Estado en misión
oficial; y - Que no sea miembro de las fuerzas
armadas del Estado en cuyo territorio se perpetre el
acto."
También resulta de particular interés el
Artículo 5º de dicha convención que
establece:
"1. Los Estados Partes no
reclutarán, utilizarán, financiarán ni
entrenarán mercenarios y prohibirán ese tipo de
actividades de conformidad con disposiciones de la presente
Convención.
2. Los Estados Partes no
reclutarán, utilizarán, financiarán ni
entrenarán mercenarios con el objeto de oponerse al
legítimo ejercicio del derecho inalienable de los pueblos
a la libre determinación reconocido por el derecho
internacional y tomarán, de conformidad en el derecho
internacional, las medidas apropiadas para prevenir el
reclutamiento, la utilización, la financiación o el
entrenamiento de mercenarios para tal objeto.
3.- Los Estados Partes
establecerán penas adecuadas para los delitos
previstos en la presente Convención en las que se tenga en
cuenta su carácter grave."
Conscientes de la mala imagen que su
actividad tiene en la opinión
pública internacional, una docena de empresas de
servicios militares han creado la denominada Asociación
Internacional para las Operaciones de Paz. Según su
director, Doug Brooks, no se trata de despistar ni de lavar la
imagen de las controvertidas corporaciones militares. "La paz
y la estabilidad son siempre más rentables que las
guerras –afirma Brooks- pero las guerras existen, y
nosotros salimos al encuentro de unas necesidades que
están ahí". Lo cierto es que tan sólo en
2001, las corporaciones de servicios militares invirtieron
treinta y dos millones de dólares en los distintos lobbys
de Washington, aportando por igual a demócratas que a
republicanos.
No obstante la visión negativa y hasta
jurídicamente condenatoria que rodea a este tipo de
cuerpos militares, muchas veces totalmente acertada y
justificada, actualmente existen razones para la creciente
utilización de empresas de servicios militares, entre las
que figuran las presiones del mercado, la
generalización del crimen
organizado transnacional, la inseguridad en
amplias regiones del Tercer Mundo, la industria del
secuestro, el
terrorismo
internacional, las nuevas tecnologías, y el cambio social,
entre otros riesgos y
amenazas a la seguridad de un mundo globalizado crean
múltiples demandas que a los cuerpos militares y de
seguridad les resulta sumamente difíciles
resolver.
En la actualidad, las empresas de servicios militares
son compañías multinacionales que se encargan del
apoyo logístico, labores de formación, seguridad,
información, análisis de riesgos y
mucho más. Operan en el contexto de un mercado abierto,
trabajan varios "contratos" al mismo tiempo y
presumen de su profesionalidad. Sus proyectos los
llevan a cabo no personal permanente entrenado y formado por
ellas sino agentes reclutados de bases de datos
sobre personal con experiencia militar y antiguos miembros de las
fuerzas del orden, en general se prefiere a individuos que
registren experiencia de combate, que han prestado servicio en
ejércitos nacionales en zonas de conflicto y que por tanto
han demostrado su idoneidad en situaciones de alto riesgo.
Muchos de estos expertos figuran en varias bases de
datos, pasan
rápidamente de un contrato –y
de una empresa– a
otra, llegando en ocasiones trabajar como "contratistas"
independientes llegado el caso. Aunque la mayoría de ellos
muestra una
alta capacitación técnica y dominan la
utilización de elementos tecnológicos de
última generación, otros recuerdan peligrosamente a
los mercenarios de los años sesenta. En esa época
los mercenarios se movían al borde de la legalidad
cuando prestaban servicios en Biafra o en el Congo y se
reclutaban por avisos en la revista
"Soldier of Fortune".
LAS VENTAJAS DE LOS
EJÉRCITOS PRIVADOS
Los defensores del empleo de empresas de servicios
militares señalan que las mismas permiten a los gobiernos
contar con personal con conocimientos técnicos
especializados, su empleo no demanda de autorizaciones
políticas especiales para enviar personal a regiones
conflictivas. En 1994, Estados Unidos contrató a la empresa
Military Profesional Resources International –MPRI- para
que "asesorara" al gobierno croata. De esa manera, el
presidente del país, Franjo Tudjman, obtuvo las ventajas
de la ayuda militar estadounidense a través de una
empresa
privada. Londres también ha promovido contratos, de este
tipo en países donde empresas británicas
tenían intereses comerciales. Algo similar ocurrió
en Colombia, cuando
el Congreso estadounidense aceptó proporcionar 1.300
millones de dólares en asistencia para la seguridad en el
marco del "Plan
Colombia", pero impuso una cláusula, estableció
que no podían permanecer en forma simultánea
más de 500 soldados estadounidenses y 300 empleados
civiles en territorio colombiano, tampoco podían
participar directamente en combates. El gobierno norteamericano
burló estas limitaciones empleando personal de diversas
empresas de servicios militares que incluso en ocasiones se
vieron involucrados en acciones
militares directas.
Por último, según otras informaciones, la
empresa Lagie Aviation Service and Technology, Inc. –LAST-,
subcontratada por la DynCopr, ayudo al teniente coronel Oliver
North, durante el escándalo Irán – Contras de
los años ochenta, a transportar armas y municiones para
los insurgentes nicaragüenses en su lucha contra el gobierno
sandinistas.
Por último, el empleo de estas empresas en tareas
logísticas o de protección de objetivos secundarios
permite que las fuerzas nacionales que son escasas estén
disponibles para su utilización en operaciones
estratégicas de mayor relevancia.
Los gobiernos que emplean a empresas de servicios
militares suelen afirmar que los expertos privados resultan
más económicos. Sin embargo, los informes
existentes sobre la Guerra del Golfo indican que los civiles
contratados para tareas de seguridad reciben sueldos muy elevados
–20.000 dólares mensuales- que triplican lo
percibido por un soldado reclutado. Otros afirman que las
empresas privadas resultan más económicas porque
los gobiernos ahorran los gastos de
reclutamiento, formación y especialización del
personal militar. Sin embargo, la mayoría de los civiles
contratados han adquirido su capacidad para el trabajo
militar y de seguridad cumpliendo funciones dentro de
algún ejército nacional. Incluso algunos gobiernos
han mostrado preocupación porque el atractivo de los altos
sueldos abonados por las empresas privadas de seguridad atenta
contra la capacidad de los ejércitos nacionales para
retener al personal más calificado, en especial a cuerpos
elite, de lucha antiterrorista, expertos en contramedidas
electrónicas, etc.
Probablemente, la mayor ventaja económica resida
en el hecho de que la empresa privada de seguridad trabaja por
contrato y una vez finalizado el mismo cesan los costos que ellas
ocasionan. Mientras que los soldados reclutados deben conservarse
aún en periodos de paz y luego ocasionan erogaciones en
forma de jubilaciones, pensiones, gastos médicos y otras
compensaciones por las lesiones sufridas.
Por último, la actividad de especialistas
privados disminuye las repercusiones sobre la opinión
pública del empleo de personal militar. Tal como ha
admitido la ex embajadora de los Estados Unidos en Colombia, Anne
Peterson, si un especialista militar contratado por una empresa
internacional de seguridad fallece en el transcurso de alguna
operación la repercusión es mínima, es un
empleado más que muere en un "accidente de
trabajo", mientras que si el caído es un militar
estadounidense llegará a Washington un ataúd con
una bandera estadounidense y mucha gente comenzará ha
hacer preguntas y se llevará a cabo una investigación de cómo y bajo que
circunstancias se produjo su deceso.
Tal como veremos a continuación, las empresas
privadas de seguridad constituyen en verdad filiales de holdings
mayores que ofrecen también tecnología de
computación, servicios de aviación,
asesoría financiera y de administración. Por lo general, su
directorio está integrado por antiguos y brillantes jefes
militares, ex diplomáticos y ex funcionarios de organismos
internacionales y hasta algún ex jefe de Estado en
retiro.
En la mayoría de los casos, estas empresas son
contratadas por gobiernos débiles. Su propuesta comercial
es realmente atractiva: guardar la seguridad interna, aniquilar
grupos
sediciosos armados, formar e instruir a las fuerzas de seguridad
y militares locales, crear e instruir los servicios de
inteligencia, conformar cuerpos de elite o guardias de seguridad
para los dirigentes locales, etc.
Las empresas de servicios militares firman contratos
legales con organismos internacionales o gobiernos
constitucionales. Sus dirigentes argumentan siempre que gran
parte de sus tareas están al servicio de gobiernos
legítimamente elegidos y constituidos o que desarrollan
misiones "humanitarias" de mantenimiento de la
paz.
LAS TRANSNACIONALES
DE LA GUERRA
Un conjunto de importantes empresas multinacionales de
seguridad consiguen los principales contratos del sector, para
ellas trabajan un gran número de "especialistas"
militares, cuentan con importantes instalaciones, centros de
entrenamiento y sofisticado equipamiento. Veamos algunos
ejemplos:
a) MILITARY PROFESIONAL RESOURCES INCORPORATED
–MPRI-:
Su presidente Ed Soyster, fue jefe de inteligencia
militar del Pentágono. Uno de sus vicepresidentes, el
general de dos estrellas retirado Carl E. Vuono, un veterano de
la guerra del Golfo, firmó un nuevo contrato con el
gobierno de Croacia, país en el que funciona desde 1994.
En esa época por petición y bajo
contratación del ministerio de Defensa de los Estados
Unidos entrenó al ejército croata. Meses
después, el ejército croata, lanzó la
"Operación Tormenta". En el curso de la cual
ingresó a las zonas de seguridad controlada por la
ONU en Krajina
y efectuó la limpieza étnica de la zona. Se estima
que unos doscientos mil servios fueron forzados a desplazarse y
centenares resultaron muertos. La publicación
especializada Jane’s Inteligence Review ha señalado
que su intervención fue clave en los éxitos
militares del ejército croatas contra los serbios.
También entrenó a las fuerzas armadas de Bosnia y
Herzegovina para hacer frente a las tropas de
Milosevic.
En septiembre de 1999, el Departamento de Defensa de los
Estados Unidos contrató, por un monto de seis millones de
dólares, a la empresa MPRI, para trabajar con el
Ejército colombiano en planeamiento de
operativos, inteligencia, logística y entrenamiento.
b) EXECUTIVE OUTCOMES:
Tenía su sede en Pretoria, capital de
Sudáfrica. Surgida después de la
desaparición del gobierno blanco del apartheid, fue
organizada por ex militares. Cuando sus actividades fueron
prohibidas en Sudáfrica trasladó sus oficinas a
Londres. Tiene capacidad para movilizar en naves propias a 2.000
hombres armados y equipados. Presta sus servicios en Sierra
Leona, Colombia, Croacia, Bosnia, Congo, Nigeria y Guinea
Ecuatorial. Se especializa en la protección de minas de
diamantes y pozos de petróleo
en Angola
Un documental del Canal 4 de Londres –titulado The
War Business- difundió que, en mayo de 1998, los
mercenarios de Executive Outcomes bombardearon con NAPALM el
mercado de un pueblo africano, matando a 500 civiles en un solo
día.
Sandline International habría enviado
helicópteros y equipo militar a Sierra Leona, en febrero
de 1998, y en esta forma habría violado un embargo de
armas decretado por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas un
año antes. Al parecer, esta acción
contó con el apoyo del gobierno británico, por lo
que el Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara
de Comunes habría efectuado una investigación al
respecto.
Luego, esta empresa asesoró a la fuerza para
militar de Kamajor –leal al presidente restituido Tejan
Kabbah- que combatía a los depuestos golpistas de la Junta
Militar. Pero sus procedimientos
han sido condenados por los organismos internacionales quienes
los responsabilizan de la aplicación de torturas y
crímenes contra los prisioneros. Por ejemplo, tan
sólo en una semana, en noviembre de 1998, 70 personas
–acusadas de ser combatientes rebeldes- habrían
resultado muertos en el combate de Gberay, llevado a cabo a unos
cien kilómetros al norte de la ciudad capital de Freetown,
y sus cuerpos mutilados fueron incendiados.
El gobierno de Sierra Leona retribuyó a Executive
Outcomes con importantes contratos de explotación de los
recursos
naturales del país para las empresas ligadas al
holding: Branch Energy, Heritage Oil and Gas y Diamond
Works. Esta última empresa fue constituida en 1996, en
Vancouver, y es una de las más grandes productoras de
diamantes, además de tener líneas aéreas,
como Ibis Air, y otras empresas de transporte,
logística y servicios.
c) SANDLINE INTERNATIONAL:
Registrada de Bahamas, tiene sus oficinas centrales en
la ciudad de Londres. Operó junto a Executive Outcomes en
Sierra Leona derrocando a la junta militar integrada por el
Consejo Revolucionario de las Fuerzas Armadas –AFRC- y por
el Frente Unido Revolucionario –RUF-, permitiendo la
restauración del derrocado presidente Tejan
Kabbah.
d) DYNCORP:
Según consigna su publicidad en
Internet:
"es una de las más grandes
compañías tecnológicas y de servicios de los
Estados Unidos. Es reconocida por sus innovaciones en las
áreas de ciencia,
ingeniería, administración tecnológica y apoyo
técnico. Es considerada la número 65 dentro de las
100 principales firmas sobre actividades de defensa en todo el
mundo".
La empresa fue creada en 1946, bajo el nombre de
"California Easter Airways Inc." Por un grupo de
pilotos norteamericanos que después de la Segunda Guerra
Mundial decidieron fundar una empresa aérea de carga.
Desde 1987 lleva su nombre actual. Prestó sus servicios en
la guerra de Corea, Vietnam, en la Operación Tormenta del
Desierto, en tareas de contrainsurgencia en El Salvador, Bosnia y
actualmente son conocidas sus operaciones en Colombia e
Irak.
Su casa matriz
está en Reston, Virginia. Tiene aproximadamente
veintitrés mil empleados desplegados en varias partes del
mundo, cuenta con 550 clientes y sus
ventas anuales
rondarían los 1.960 millones de dólares. El 98% de
sus ingresos
provienen de 34 instituciones
gubernamentales estadounidenses, tales como el Departamento de
Estado, el Departamento de Defensa, el FBI, la DEA, el
ejército, el departamento de prisiones, etc.
Tan sólo la dirección aeroespacial de DynCorp se ocupa
del mantenimiento de 80% de las naves de la NASA y de 60% del
parque de helicópteros con que cuenta el ejército
estadounidense.
Desde 1997, la empresa tiene un contrato de seiscientos
millones de dólares con el Departamento de Estado de los
Estados Unidos. En la llamada "guerra contra las drogas",
fumiga desde el aire los cultivos
de coca en Colombia con el herbicida glifosato, entrena a los
pilotos de las fuerzas armadas colombianas, peruanas y
bolivianas, y es responsable del mantenimiento de los
helicópteros.
El contrato con el Departamento de Estado no establece
que el personal de DynCorp deban participar de operaciones de
combate en Colombia, mientras el personal militar estadounidense
permanece como entrenadores en las bases militares. Sin embargo,
fueron empleados de la DynCorp quienes intervinieron el 18 de
febrero de 2003, cuando los guerrilleros de las FARC obligaron
a un helicóptero de las Fuerzas Armadas Colombianas que
realizaba fumigaciones a un aterrizaje forzoso en la
región de Cáqueta, los mercenarios, con uniforme
estadounidense, arribaron al lugar en tres helicóptero
Huey II para rescatar al piloto colombiano, Giancarlo Cotrino, y
mientras uno de ellos aterrizó, los otros dos le brindaban
cobertura de fuego. Después de este incidente, el gobierno
de Washington declaró que se trató un ataque de la
guerrilla contra personal civil.
En Ecuador, tal
como informó Juan Miguel Maúrtua, jefe del Puesto
de Operaciones de Avanzada, la DynCorp está presente en la
base militar estadounidense en la costa ecuatoriana de Manta
desde marzo de 2003. El trabajo de los 117 empleados,
según Maúrtua, consiste en barrer las pistas del
aeropuerto, en la limpieza de las oficinas y la alimentación de los
soldados estadounidenses. Aunque esta explicación resulta
bastante dudosa, dado que la DynCorp insiste en su propaganda que
presta servicios y proporciona personal de alta
calificación que naturalmente no hace referencia a tareas
de limpieza.
Sin embargo, la alta especialización del personal
de DynCorp no parece impedir que sus hombres cometan errores,
violaciones a los derechos humanos o se vean
involucrados en hechos delictivos. En 1999, empleados de DynCorp
en Bosnia fueron acusados de comprar y traficar niñas,
para utilizarlas como esclavas sexuales, y en Colombia, en el
2000, sus hombres se involucraron el tráfico de drogas.
e) DUNN AND MCDONALD INC –BDM-:
Es un consorcio dedicado a la ingeniería.
Consiguió en los años ochenta contratos importantes
con el gobierno norteamericano: los bombarderos Stealth, la
Iniciativa de la Defensa Estratégica y el análisis
de las lecciones de estrategia de la
guerra de
Vietnam.
Dicha compañía –que hasta 1990 era
parte de la Ford- fue comprada por la Carlyle Group, uno de cuyos
socios es el ex secretario de Defensa de presidente Ronald
Reagan, Frank C. Carlucci. Emplea además como asesores,
entre otros importantes personajes, a James Baker, ex secretario
de Estado; a John Major, ex primer ministro británico, y a
Karl Otto Pohl, ex presidente del Bundesbank
alemán.
En noviembre de 1997, Carlyle Group vendió BDM a
la firma TRW System Integration Group, de Cleveland, Ohio,
fabricante de equipo espacial y de defensa, así como de
partes automotrices. En enero de 1998, ambas empresas se
fusionaron en TRW Systems and Information Technology Group.
TRW-BDW ocupa el décimo lugar en la lista de los
más importantes contratistas del departamento de Defensa
de los Estados Unidos, sus contratos alcanzan un monto de 1.346
millones de dólares.
f) GLOBAL RISK STRATEGIES:
Una de las mayores empresas de servicios
militares que opera en Irak, sus efectivos en ese país
alcanzan a 1.100 hombres, esa cifra la sitúa en sexto
lugar entre las potencias de coalición, exactamente entre
Italia y España.
Muchos de sus empleados son ex soldados gurkas, quienes gozan de
una merecida fama por su ferocidad en combate.
EL IMPACTO DE LA
PRIVATIZACIÓN DE LOS CONFLICTOS SOBRE LOS DERECHOS
HUMANOS.
La actividad de estas multinacionales de la seguridad
suele provocar importantes violaciones de los derechos humanos.
En estos casos, los estados contratantes suelen descargar sus
responsabilidades sobre las empresas y estas a su vez sobre su
personal aduciendo que actuaron bajo su exclusiva responsabilidad, que excedieron las órdenes
recibidas o que aprovecharon la situación para cometer
delitos.
Uno de los mayores problemas al momento de controlar la
actividad de las empresas privadas dedicadas a brindar servicios
militarizados de seguridad suele ser la falta de
legislación al respecto. Salvo Sudáfrica,
ningún gobierno ha aprobado de manera reciente una
legislación que sancione como delito la
actividad mercenaria. Gran Bretaña e Irlanda del Norte
tienen una ley que
prohíbe a sus ciudadanos convertirse en mercenarios, pero
el último caso de una persona sometida a proceso judicial
por esta causa se remonta al año 1896.
El Protocolo
Adicional 1 de 1977 de los Convenios de Ginebra se limita a
definir que se entiende por "mercenario" desde la
perspectiva del derecho
humanitario. Y la Convención Internacional contra el
Reclutamiento, Utilización, Financiación y
Entrenamiento de Mercenarios, a que hemos hecho referencia, no
está en vigor debido a que sólo la han suscrito 16
de los 22 gobiernos que, como mínimo, se requieren para su
puesta en práctica.
Según señala Enrique Bernales Ballesteros,
relator especial de Naciones Unidas sobre la utilización
de mercenarios como medio de violar los derechos humanos y
obstaculizar el ejercicio del derecho de los pueblos a la libre
determinación de los pueblos, señalaba en un
informe de 1999: "La Comisión
de Derechos Humanos debe prestar prioritaria atención al hecho de que una especie de
privatización de la guerra está siendo alentada a
través de posiciones unilaterales que se despliegan a
través de estas empresas. La comunidad
internacional no puede aceptar, sin lesionar principios que
sustentan su existencia, que el mercado libre y globalizado
también funcione para operaciones de venta de
asistencia militar y operaciones de construcción y mantenimiento de la paz que
corresponden a organizaciones
internacionales. Lo contrario sería admitir, en la
práctica, la intervención en asuntos internos de
fuerzas paramilitares donde el componente mercenario está
presente".
La tercerización de los conflictos es una muestra
más del retroceso de los estados nacionales frente a
la
globalización. Los ejércitos nacionales que
desde los tiempos de la Revolución
Francesa fueron un símbolo de soberanía hoy son reemplazados en algunos
conflictos por empresas privadas.
Las empresas de servicios militares, cuando los
países más importantes del mundo se encuentran en
plena "guerra contra el terrorismo y el narcotráfico" son uno de los sectores
empresariales de mayor expansión en la presente
década. Estas empresas crecen incluso a un ritmo mayor que
las empresas de Internet o las de biotecnología.
La tercerización de los conflictos permite a los
gobiernos eludir las limitaciones que les imponen sus propios
pueblos, las disposiciones del derecho humanitario y la presión de
la opinión pública internacional desplazando su
responsabilidad sobre las acciones militares y las eventuales
violaciones a los derechos humanos sobre empresas privadas
aprovechando las falencias que presenta la legislación
internacional.
La difusión del empleo de mercenarios a
través de empresas de servicios militares constituye una
forma racional de aprovechar y "reciclar" al personal de
militar de alta capacitación -tropas de elite,
especialistas en guerra electrónica, pilotos, expertos en lucha
antiterrorista, etc.- impidiendo que preste sus servicios en
países que desafíen el orden internacional vigente
o incluso que se conviertan en "soldados" de las
organizaciones criminales, tal como ocurrió con algunos de
ellos en los países del antiguo Bloque
Socialista.
Este proceso parece destinado a incrementarse en la
medida que el estado
sigue retrocediendo, el número de conflictos
incrementándose y los pobladores de los países de
mayor desarrollo,
que disponen de un alto estándar de vida, no muestran
mayor predisposición para involucrarse en cruentas guerras
en escenarios geográficos remotos y adversos. En
consecuencia, su lugar será ocupado cada día
más por soldados profesionales que aceptarán tomar
grandes riesgos a cambio de altas remuneraciones e
impunidad
frente a la justicia
internacional.
También resulta evidente de este análisis,
que la falta de "mano de obra militar" que evidencian
tanto los Estados Unidos como otros países europeos no
sólo impulsará el crecimiento de las empresas de
servicios militares sino que incrementará las presiones
políticas para que los estados del tercer mundo se
involucren a través de "misiones de paz" en los
numerosos conflictos que agotan las energías de las
potencias que están actuando como "policías
Internacionales".
Por el
Dr. Adalberto C. Agozino