"Es un intento de tocar el
cielo con los dedos, al pretender sumergirse en el laberinto del
pensamiento de
Friedrich Nietzsche y no salir inmerso y contagiado de las
profundas reflexiones filosóficas bajo las que
circunscribe su pensamiento. En este marco, Irving D. Yalom en su
obra "El día que Nietzsche lloró" hace un largo
viaje a las profundidades del alma de uno de
los más grandes espíritus librepensadores que ha
habido en los apenas tres mil años de filosofía
racional. Quién mejor que Yalom para hacer hablar en una
novela la
vívida conciencia de
Nietzsche; él que conoce las profundidades de la
conciencia, merced a su estudio penetrante de la psique humana,
se encarga de esta sideral tarea."
– Víctor Figueroa Bahena
–
"El día que Nietzsche lloró", escrito por
el psicólogo judeo-americano Irvin D. Yalom, es una
magnífica obra, un gran desafío por meterse en la
mente de uno de los mayores filósofos que la historia ha conocido. Si
bien ficticia, todos y cada uno de los hechos aquí
sucedidos pudieron haberse dado perfectamente.
Situado a finales de noviembre y diciembre de 1882, la
historia está ambientada en la cultura
vienesa de confort y estabilidad económica, donde sus
habitantes viven regidos por las normas de una
sociedad
rígidamente estructurada donde la voluntad de
decisión es ya algo secundario.
Destacan en la obra personajes de gran relevancia
histórica, como ser Sigmund Freud en
el campo del psicoanálisis, Josef Breuer en el
psicoanálisis y la medicina, y
Friedrich Nietzsche en el existencialismo filosófico. Toman parte
también personajes históricos como Richard Wagner,
gran compositor alemán, el filósofo Paul
Reé, y Lou Andreas-Salomé, escritora alemana de
origen ruso que cumple con un gran protagonismo dentro de la
historia.
"El día que Nietzsche lloró" es, en
sí, un vistazo al comienzo del psicoanálisis,
haciendo hincapié en hechos reales, como ser el caso Ana
O. llevado a cabo por Josef Breuer, y la ayuda que regularmente
presta el en esos tiempos el aún joven pero brillante
Sigmund Freud.
La historia comienza cuando el afamado médico
vienés, Josef Breuer, acude a un inesperado encuentro con
la joven e imponente Lou Salomé, hermosa tanto en belleza
como en ideas, quien dice acudir en su ayuda con intención
de ayudar a un desconocido amigo suyo de claras tendencias
suicidas. Si bien éste no es de carácter famoso, ella le augura un glorioso
futuro, un sujeto "bajo cuyas reflexiones está el futuro
de la filosofía alemana", según sus propias
palabras. Si bien al principio se muestra
indispuesto, se encuentra a sí mismo aceptando al final la
propuesta seducido por los encantos de la joven. Sin embargo, hay
otro problema: Nietzsche (como es su nombre) se muestra
reluctante a todo tipo de ayuda y no admite su problema
psicológico. Breuer deberá cumplir con la
difícil misión de
curar su mente sin que éste lo sepa, para lo cual
será necesario tender la farsa de una serie de enfermedades físicas
que acosaban al filósofo.
Pronto acude Nietzsche a su consultorio, tan educado y
calmo que contrasta, según Breuer, con el escandaloso tono
plasmado en sus libros
(cedidos a él en primera instancia por Lou Salomé y
posteriormente por el mismo Nietzsche). Así empieza a
tratarse el filósofo con el doctor Breuer. De esta forma
se desarrolla la trama de la historia, donde cada intento por
parte del médico con intención de que Nietzsche
revele algo de sí mismo se ve fuertemente frustrado debido
a su agudeza mental, que siempre parece ubicarse un paso
más adelante que la suya.
La historia cambia su curso cuando Breuer termina
transformándose de médico a paciente, y Nietzsche,
por su parte, ya casi en el final de la historia brinda a Breuer
su confianza.
CAPÍTULO UNO
El primer capítulo comienza cuando el doctor
Josef Breuer recibe en medio de sus vacaciones una extraña
solicitud, hecha por una joven a la cual no conoce,
citándolo para un encuentro que ella declara de gran
importancia. Si bien en un principio se encuentra irritado ante
el tono atrevido con el que se dirige a él la joven en
la carta,
decide finalmente concurrir al lugar propuesto por ella. Y
ahí es donde empieza toda la historia.
Ensimismado en sus pensamientos, molesto aún por
la impertinencia de Lou Salomé (como se llamaba la joven),
simplemente se limita a esperarla en el lugar acordado.
Finalmente, cuando la ve dirigirse hacia él a
través del café,
no puede más que sentirse admirado por la apariencia de la
joven que, si bien representaba ser de de poca edad, tenía
una elegancia tan cautivamente que no pudo más que dejar
de mirarla. Desde el primer momento en que intercambian palabras,
ella demuestra ser poseedora de una gran independencia.
Afirma que el hombre a
quien quiere que trate, llamado Friedrich Nietzsche, se encuentra
al borde del suicidio. Sin
embargo, lo que más sorprende, es que la joven insiste en
que su pérdida sería de gran importancia para todo
el mundo, puesto que en él reside el futuro de la
filosofía. Acto seguido le extiende una carta escrita por
el compositor Richard Wagner, a quien Breuer admiraba, dirigida a
Nietzsche con grandes elogios pero también con profundas
preocupaciones por su estado de
ánimo. A continuación Lou Salomé le explica
su elaborado plan para curar
la enfermedad del filósofo. Le aclara, a su vez, que
éste no está al tanto de su visita y que,
además, éste no debe saber que está siendo
ayudado. De lo contrario, todo se vendría
abajo.
Le informa que el problema de Nietzsche es la
desesperación y, ante la negativa de Breuer, que afirma no
tener remedio alguno para la cura de dicha enfermedad, ella hace
referencia al caso Ana O., recientemente llevado a cabo por el
médico y concluido con el éxito
de una cura para la histeria. Si bien Breuer insiste en que el
caso Ana O. y el de Nietzsche presentan diferencias tan grandes
que sería casi imposible curar la desesperación del
filósofo, más aún si éste presentaba
una negativa a aceptar ayuda, termina accediendo, influenciado
por la convicción de la joven.
Si bien en este primer capítulo no podemos
apreciar muchos datos sobre el
propio Nietzsche, sí podemos destacar, de lo poco que se
informa, rasgos de su pensamiento tales como su repudio ante
valores
tradicionales como la ayuda, la compasión, etc. Nos deja
entrever breves rasgos de la
personalidad especial de la que goza el
filósofo.
CAPÍTULO DOS
En el segundo capítulo Breuer recibe, ya en su
consultorio en Viena, la visita de Lou Salomé. Antes de
esto atiende a tres pacientes y medita sobre la cura de sus
enfermedades, cómo éstas afectan su personalidad.
Finalmente, cuando llega, él la hace pasar y ella le
cuenta con toda sinceridad su relación con Nietzsche y
consecuentemente el por qué de su sentimiento de responsabilidad para con la situación del
filósofo. Ella, Nietzsche, y Paul Reé (un amigo de
ambos) habían estado involucrados en una clase de
amor
triangular, denominada por ellos mismos como "La Profana
Trinidad", la cual, según destacaba la propia Lou
Salomé, era puramente casta y filosófica. Aporta
datos también sobre su adversa relación con
Elizabeth, la hermana de Nietzsche. Cabe destacar el importante
dato de su radical antisemitismo,
al que hace relación al mencionar cómo
vilipendió a Paul Reé al enterarse de su origen
judío. Se sabe también, como es aclarado a su vez
por Lou Salomé en el segundo capítulo, que
Elizabeth era muy posesiva para con Nietzsche, y ésta
ejercía a su vez una gran influencia sobre el
filósofo. Es muy probable que, por consecuencia, el
repudio de Nietzsche hacia los judíos
fuese en gran parte debido a su hermana y otros factores
mencionados posteriormente en la novela, tales como el oficio de
su padre, entre otros.
Otro importante dato a tomar en cuenta en este
capítulo es la desesperación que sufrió
Nietzsche como consecuencia del desencanto amoroso sufrido a
manos de Lou Salomé, escribiendo a veces cartas plasmadas
de odio, otras veces de desesperación suicida, y algunas
incluso ilógicas. Para ese momento Nietzsche y Reé
se han enemistado casi totalmente y "La Profana Trinidad" se ha
absuelto a consecuencia de esto. "… Escribe cartas demenciales;
unas insultantes, otras amenazadoras o francamente
desesperadas…", según las propias palabras de Lou
Salomé. Esto, visto ya desde una perspectiva más
personal que
histórica, podría bien indicar los primeros
indicios de Nietzsche en la demencia de la cual sucumbiría
en Weimar el 25 de agosto de 1900.
Se vuelve a resaltar también la independencia,
impulsividad y escasez de
convencionalismos que caracterizaban la personalidad de la joven.
Esto es un dato conocido de su vida real, como también su
profesión de poeta. Se hace referencia también, por
primera vez en la historia, a dos obras de Nietzsche: "El Gay
Saber" y "Humano, demasiado humano", ésta
última publicada en 1878 y la primera (segunda en
cronología) en 1882. Ambas son brindadas al Doctor Breuer
por Lou Salomé bajo la estricta recomendación de
mantenerlo oculto a Nietzsche, ya que, como es otro dato
histórico, sus libros no se publicaban en abundancia (de
hecho, era realmente escasa su venta). Por otro
lado, era menester que éste no estuviese al tanto de la
relación ahora existente entre Lou Salomé y Josef
Breuer, ya que bien podría considerarlo una
traición, arruinando por consiguiente todo. Así
concluye el segundo capítulo.
CAPÍTULO TRES
Este capítulo se centra principalmente en la
relación existente entre Josef Breuer y el aún
joven pero prometedor Sigmund Freud. En la historia, apreciamos
cómo la dedicación de Breuer a sus pacientes y la
reciente obsesión por Bertha Pappenheim (conocida por
todos como Ana O.), ha provocado el deterioro de su matrimonio con
Matilde Altmann, su esposa. Ésta, a su vez,
mantenía una relación también estrecha con
Sigmund Freud, poniendo ambos al joven en la difícil
situación de ser confidente de sus problemas
maritales.
Apreciamos también características de la
época en que sucede la historia, tales como el fuerte
crecimiento del antisemitismo, la abundancia del protestantismo y
una sociedad regida por un modelo social
estático y – como comprobaremos posteriormente
– muchas veces incluso asfixiante. Sabemos de la
indecisión de Sigmund Freud con respecto a qué
profesión seguir y, a la vez, Irvin D. Yalom deja entrever
en la historia los primeros indicios de lo que será la
brillante mente del futuro fundador del psicoanálisis,
tales como su admirable capacidad para detectar rasgos de la
psique humana. Se describe también en este capítulo
apreciaciones detalladas de lo que se había convertido en
la difícil vida cotidiana de Josef Breuer, tales como la
ausencia de comunicación conyugal, las largas horas que
pasaba fuera de casa, y la ausencia de cariño paternal
para con sus hijos. Su eminencia en el campo de la medicina
vienesa no compensaba, como él mismo declaraba, su ahora
deteriorada relación marital, sino que, por el contrario,
era causa de ella.
Casi al final del capítulo, se pueden apreciar
con mayor claridad las apenas iniciadas ideas que
conformarían al futuro psicoanálisis de Freud. En
un intento por dar explicación al reciente y repetitivo
sueño de Breuer (como siempre relacionado con Bertha),
apreciamos tanto la imaginación como la indiscutible
capacidad de Freud para interpretar los sueños. En dicho
sueño, Breuer siente un temblor, viéndose al
instante corriendo en medio de la oscuridad, buscando a Bertha.
Luego cae desde cuarenta pies sobre una losa de mármol, de
la cual no es capaz de leer la escritura
inscripta. Luego de relacionar los cuarenta pies con los
recientemente cumplidos cuarenta de años de Josef Breuer,
y ante la interrogante de este sobre que, de ser así,
éstos se transformarían en cuarenta y uno al
alcanzar esta edad, apreciamos cómo por primera vez hace
referencia Freud a su aún apenas forjada idea del
inconsciente. Insiste en que algo más allá de
nuestro conocimiento
habita en nuestra mente, enviándonos mensajes que expresan
nuestros deseos o temores, siempre de forma
críptica.
Posteriormente se nos da a conocer, a través de
la información que brinda Josef Breuer a
Sigmund Freud, los detalles del caso Ana O., famoso por haber
tratado con éxito parcial una enfermedad tan misteriosa
como incurable: la histeria. Breuer, sin embargo, se muestra
reluctante a pensar que el mismo tratamiento usado con Bertha
pudiese surtir efecto en Nietzsche, dado que, mientras los
síntomas de ésta eran específicos, los del
filósofo parecen remitirse a un fracaso amoroso
desencadenado en tendencias suicidas. También, como
elemento en contra, está el hecho de que Bertha no
sólo estaba conciente sino que buscaba la cura de sus
males, mientras que Nietzsche, además de no aceptarlo,
repudian con vehemencia la ayuda, característica
típica – como antes dicho – de sus ideas
conocidas como la "transmutación de los valores",
en la que virtudes tales como la compasión y la ayuda son
degradadas por el filósofo.
Sin embargo, a pesar de todo esto, Josef Breuer parece
mostrarse confiado en su capacidad de abordar los problemas
psicológicos de sus pacientes a través de sus
malestares de salud. Lo que comprobaremos
a lo largo de la historia, es cómo fue ésa
confianza, ese, por así llamarlo, "subestimar" con
respecto a la confianza de Nietzsche, lo que casi hizo colapsar
el plan.
CAPÍTULO CUATRO
Este capítulo, de breve extensión, trata
sobre la llegada de Friedrich Nietzsche al consultorio de Breuer
en Viena, y cómo impacta en éste último la
primera impresión, "la… discrepancia entre el
Nietzsche de carne y hueso y el Nietzsche de papel". Sin embargo,
al principio, se centra en el temor profesado por el
médico ante el paso de los años. Se mira al espejo
buscando la juventud que
antaño poseía, sólo para descubrir los
estragos que poco a poco causa en él el inminente
envejecimiento.
Desde el principio de la conversación, Breuer
trata de captar la atención de Nietzsche de una forma
especial, tratando de demostrarle que él es diferente a
los demás médicos. Varias veces intenta encaminar
su charla, que en un principio estaba destinada a tratar los
problemas de salud de Nietzsche, a un campo más personal.
Sin embargo esto se le hace difícil ya que Nietzsche
insiste siempre en mantener la conversación centrada en su
salud. "No es un hombre con el
que se pueda hablar de temas cotidianos e intrascendentes",
según propias palabras de Breuer.
Cuando Nietzsche le extiende unos documentos hechos
por otros médicos sobre su enfermedad, Breuer afirma que,
si bien no sería conveniente pasarlos por alto, prefiere
hacer su propio análisis antes de leerlos, para así
no disminuir la capacidad imaginativa. Haciendo referencia al
antiguo trabajo de
Nietzsche como profesor de
filología griega en Basilea, pretende demostrarle al
filósofo que ambos comparten las mismas ideas, para
así compenetrar más con él. El
capítulo concluye cuando Breuer comienza a hacer el
análisis a Nietzsche, instándolo a que lo describa
primero él con sus propias palabras.
CAPÍTULO CINCO
Básicamente este capítulo trata sobre la
primera conversación que tienen Nietzsche y Breuer,
éste último analizando cada palabra dicha con gran
libertad por
el filósofo. Su análisis está basado en
pasos definidos, mediante los cuales llega siempre a un diagnóstico exacto de la enfermedad del
paciente. Al llevar a cabo el último paso de su
análisis, el que consistía en un exhaustivo suceso
de preguntas sobre la vida de Nietzsche, Breuer se muestra
sorprendido por la indiferencia que presenta el filósofo
ante este tema, ya que por experiencia propia sabía que a
la mayoría de los pacientes le entusiasmaba hablar sobre
su vida.
También le sorprende a Breuer la cantidad de
males que afectaban a Nietzsche, tal cual sucedió en su
vida real. Al hacer mención a los períodos negros
en el humor de Nietzsche, según sus propias palabras: "no
forman parte de mi enfermedad, sino de mi ser. Podría
decirse que tengo la valentía de padecerlos", hace
referencia a una de las grandes ideas del filósofo. Toda
su vida sostuvo que era necesario para el nacimiento del
Superhombre el padecimiento de ciertos males, los cuales lo
fortalecerían. "Lo que no nos mata, nos hace más
fuertes", como es una de sus frases más
famosas.
Otro dato importante, que hace referencia a aspectos de
su vida personal, es la vida casi nómada en busca del
clima
perfecto, ya que su salud, en especial sus fuertes jaquecas, se
veían afectadas por los cambios climáticos. La
abundancia de datos sobre su enfermedad, lleva a Breuer a pensar
que Nietzsche bien podría ser un hipocondríaco. Sin
embargo, concluye convenciéndose de lo contrario, al notar
que el filósofo no describe su enfermedad en busca de
compasión, sino por el mero hecho de hacerlo con plena
libertad. Irvin D. Yalom nos da a entender, a
continuación, que Nietzsche poseía un carisma
especial, capaz de despertar interés
inmediato en las demás personas.
Posteriormente, Breuer procede al análisis
físico. Si bien esto no posee en sí mucha
importancia, cabe resaltar los datos sobre la muerte del
padre de Nietzsche, cuyo fallecimiento se había debido a
un reblandecimiento cerebral, referente a cualquier
anomalía en el cerebro. Este fue
un hecho que temió mucho Nietzsche en su vida real: el
sufrir la misma enfermedad que había causado la muerte a su
padre.
En repetidas veces intenta Breuer mediante diferentes
métodos,
llegar al origen de la desesperación de Nietzsche, si
bien, es hábilmente burlado por sus inteligentes
respuestas. El último de estos consiste en que el
filósofo le cuente sobre un día típico en su
vida. Es ahí que, al cuestionarlo Breuer sobre sus
relaciones
humanas, Nietzsche hace mención a tres traiciones
anteriores, en la que su confianza se había visto
engañada. El médico, emocionado ante la posibilidad
de adentrarse en el interior de Nietzsche, hace un intento de que
éste le hable sobre dichas traiciones. Sin embargo, en
esta ocasión, se ve directamente rechazado, ya que
Nietzsche asegura que, al no estar éstas relacionadas con
su enfermedad, no hay necesidad alguna de describirlas. Visto
frustrado su plan, Breuer decide finalmente poner fin a esa
reunión y, dándose suficiente tiempo para
leer los libros de Nietzsche (anteriormente brindados a él
por Lou Salomé), prepararse mejor para la
próxima.
Es importante resaltar la relación existente
entre las tres traiciones mencionadas en la novela con las
traiciones sufridas por Nietzsche en su vida real. Estas fueron,
posiblemente, una de las razones por las cuales la vida del
filósofo fue siempre, y en su mayoría, solitaria.
Esto ayudó a construir su idea de un Superhombre libre de
toda atadura, de todo compromiso emocional con otro ser. Un
superhombre, en conclusión, poseedor de libertad
absoluta.
CAPÍTULO SEIS
Ya en este capítulo podemos apreciar con mayor
claridad las ideas que conformaron toda la teoría
nietzscheana del Superhombre. Nietzsche formula tres preguntas, a
su criterio de suma importancia, al Dr. Breuer, siendo estas: si
sus ataques serían para siempre, si quedaría ciego
o si, como su padre, sufría de una enfermedad cerebral
progresiva que concluiría en muerte o demencia. Esto da
lugar a una polémica discusión entre ambos. En un
análisis más profundo, podemos notar cierto
paralelismo entre la hipocresía alemana "que se erigen en
sacristanes de la verdad y, sin embargo, callan lo que saben" y
el cristianismo
tan criticado por Nietzsche. Todo esto lo expresa en sus
afirmaciones para con Breuer de que el médico jamás
debe esconder al paciente lo que a este pertenece, esto es, la
verdad. Ante la réplica de Breuer basada en que hay
situaciones en que, por el bien del paciente, el médico
debe ocultar sus conocimientos, el filósofo contesta que
eso no es más que apropiarse del derecho que tienen los
demás a tomar sus propias decisiones. A
continuación, cuando Breuer sostiene que es su deber, como
médico, consolar a sus pacientes, Nietzsche contesta que
esto oblitera el deber fundamental que cada persona tiene de
descubrir la verdad. Magistralmente expuesto por Irvin D. Yalom,
podemos desentrañar la teoría nietzscheana sobre
cómo el cristianismo, por así decirlo, "aprisiona"
al ser humano y le impide, por conveniencia, encontrar su propia
verdad bajo la ilusión de falsas promesas.
A continuación Breuer, al argumentar Nietzsche
que nadie posee el derecho de determinar qué desea o no
conocer uno, le presente el caso de un paciente amigo suyo. Con
una enfermedad terminal que, seguramente, le matará en
tres días, este paciente evita preguntar sobre cualquier
dato que pueda darle una respuesta que no desea oír.
Informarle sobre su pronta muerte, esto es, decirle aquello que
no desea escuchar, sería a criterio del Dr. Breuer un acto
de suma crueldad. Es aquí, ante la exposición
de Nietzsche de que, en tanto la vida y la muerte son
despiadadas, un maestro debe ser también despiadado, que
podemos apreciar una de sus más fuertes ideas sobre el
Superhombre. La piedad y la compasión, según la
teoría nietzscheana, son valores cristianos creados en el
afán de someter a los fuertes y enaltecer a los
débiles. Limitan a aquellos más dotados para la
existencia en tanto la parte más enferma de la sociedad se
hace con el poder.
Resumiendo, suprimen el nacimiento del Superhombre.
También podemos destacar aquí ideas
anteriormente expuestas en el capítulo quinto, tales como
el
conocimiento obtenido a base del sufrimiento. Es en este
momento, al exponer Breuer que su trabajo como médico es
facilitar la vida y dificultarla, que Nietzsche se declara a
sí mismo, como podemos comprobar en la mayoría de
sus libros, "un profeta de verdades amargas". Sostiene que su
misión es aumentar la tensión, hacer las cosas
más difíciles de forma que aquellos que lo precedan
puedan dar a luz al aún
no nombrado (si bien mencionado) Superhombre.
Breuer insiste, por otro lado, en que no hay
razón para afirmar que la idea de Dios no es
también una forma de verdad. Ante esto Nietzsche,
enardecido ya por la discusión, sostiene que Dios no es
una verdad, sino el simple deseo infantil de aferrarse a algo
inexistente cuando es el propio ser humano quien falla. Como base
científica de la superfluidad de Dios, toma el ejemplo de
la teoría de la evolución hecha por Darwin, a quien,
como sabemos, admiraba en gran magnitud.
"Dios ha muerto, se dice que lo mataron los hombres",
esa es la más básica idea de toda la teoría
nietzscheana sobre el cristianismo, y es, a su vez, la expuesta a
continuación con la afirmación de Nietzsche hacia
el Dr. Breuer de que, en tanto los hombres crearon a Dios,
también pueden matarlo. Sostiene que la religión no es una
opción para el hombre, sino la elección de algo
externo, un agente que debilita. "… siempre hace al hombre
menos de lo que es. Yo amo lo que nos hace más de lo que
somos", según sus propias palabras sostienen.
A continuación Breuer, harto ya del campo
abstracto al que hace referencia Nietzsche, le insta a remitirse
al caso concreto de su
paciente. ¿No es acaso mejor brindarle esperanza que
atormentarle con una realidad que no está listo para
aceptar? Ante esto, como podremos comprobar en
prácticamente todas las obras del filósofo,
éste responde que la esperanza es el peor de los males, en
tanto prolonga el sufrimiento. Sostiene que no hay derecho por el
cual una persona pueda privar a otra del derecho a morir, puesto
que cada quien es dueño de su propia muerte. Al
cuestionarlo Breuer sobre sus opciones con respecto al suicidio,
Nietzsche se muestra igualmente firme, sosteniendo su anterior
teoría sobre cómo es morir algo cruel. "La
recompensa final de los muertos es no tener que volver a morir",
según sus propias palabras, publicadas en una de sus obras
más famosas: El Gay Saber.
Tras aprovechar Breuer la oportunidad de recibir, por
así decirlo, "normalmente" los libros de Nietzsche,
éste le informa lo poco de su triunfo como escritor,
puesto que la venta de sus libros era casi nula. Es aquí
cuando, compadeciendo Breuer su situación, Nietzsche se
torna repentinamente gélido y le da la espalda. Podemos
apreciar en esta escena, como antes establecido, el cortante
rechazo del filósofo ante toda muestra de
compasión. Esto se debe a su fuerte reacción frente
al poder, expresado detallada y exclusivamente en su obra La
voluntad de poder, publicada por primera vez en el 1901, un
año después de su muerte.
El capítulo concluye con Nietzsche abandonando
con irritación el consultorio de Breuer, tras establecer
una próxima reunión.
CAPÍTULO SIETE
El capítulo comienza con detalladas descripciones
de la ansiedad sufrida por el Dr. Breuer con respecto no solo a
su situación matrimonial, sino a factores más
complejos. Si bien ya mencionado anteriormente, se vuelve a
resaltar como un tema de preocupación esencial en la vida
de los judíos de esa época, el creciente
antisemitismo que décadas más tarde
desencadenaría la Segunda Guerra
Mundial.
Otra importante característica que podemos
resaltar, es la teoría de Sigmund Freud sobre el
inconsciente. Todo esto podemos apreciarlo cuando Breuer, al
mirar a su esposa Matilde y encarnar en su joven y esbelto rostro
el envejecimiento y la muerte, reconoce que aquellos pensamientos
no fueron creados por su conversación con Nietzsche sino
"despertados". Acto seguido, medita sobre la posibilidad de que
Freud esté en lo cierto con respecto a su teoría
sobre un "depósito de pensamientos" (nótese que en
la novela apenas comienza a desarrollar las ideas que lo
llevarán a ser el fundador del psicoanálisis) que
permanece totalmente ajeno a nosotros, esperando a ser llevados
al plano del pensamiento consciente.
Se hace presente también el temor a la muerte,
acentuado en los sentimientos de Breuer, que ve cada día
con mayor exasperación la cercanía de la vejez y la
consecuente deterioración de la belleza. A mayor
profundidad, podemos discernir en esta leve información
sobre Breuer, la realidad de que, sin importar cuán
racionales o librepensadores seamos, todos poseemos
inconscientemente un temor hacia lo sobrenatural, aquello que
presenta algo diferente o ajeno a nuestros previos
conocimientos.
Posteriormente, Breuer se plantea la posibilidad de que
exista en él una inclinación innata hacia las
discusiones filosóficas, heredada de su padre. Podemos
resaltar aquí, cuando hace referencia a un mundo libre de
las pasiones carnales, rasgos de la teoría
platónica sobre un mundo sensible y uno superior
denominado inteligible. "… el reino de las ideas
puras… donde no se sentía mancillado por Bertha y
la carne", según está expresado magistralmente en
la novela.
Breuer, por otro lado, se siente admirado por la
libertad de Nietzsche, su facilidad para expresar opiniones
completamente radicales a lo establecido. Un librepensador
ejemplar. Y si Nietzsche es poseedor de tamaña libertad,
¿por qué entonces él, Josef Breuer, no?
Luego de meditarlo, concluye, finalmente, que la razón es
que Nietzsche se ha buscado esa libertad, él mismo se la
ha construido. Cabe resaltar que este es una importante
característica de la ideología nietzscheana, la cual, basada en
el ejemplo del león en lo referente a la lucha por la
libertad (camelloà leónà niño),
establece que cada quien debe crearse su propia verdad. Cabe
resaltar que esta verdad a la que hace referencia Nietzsche es
muy diferente al concepto popular,
el cual identifica como una imposición que nos convierte
en esclavos de un modelo social de vida
preestablecido.
Podemos apreciar nuevamente un leve hincapié en
el rechazo de Nietzsche ante toda implicación de
misericordia o ayuda, al mostrarse éste enfadado ante la
educada preocupación de Frau Becker, la secretaria de
Breuer. Acto seguido, cuando el médico se dedica a leer
los libros otorgados a él por Nietzsche, podemos destacar
rasgos de su escritura, tales como su indudable y magistral
habilidad para la poesía,
y su costumbre de escribir en aforismos, a veces incluso frases
que apenas guardaban relación entre sí. Otra
admirable característica a resaltar, es su capacidad para
discurrir sobre una incontable variedad de temas, tales como
música,
arte, hermenéutica, política, historia,
etc. Tanto sus libros como las ideas en ellos expresadas,
excelentemente expuesto por el autor judeo-americano Irvin D.
Yalom en la novela "desafiaban toda caracterización,
aunque, en conjunto, eran una provocación deliberada;
transgredían todas las convenciones, cuestionaban –
e incluso denigraban – las virtudes convencionales y
ensalzaban la anarquía". Esto es fácilmente
apreciable y resumido en su única idea sobre la así
llamada transmutación de los valores, esto es, un
cambio radical
en los valores
morales propios de la sociedad, los valores
cristianos.
Posteriormente, podemos apreciar en la charla que
sostienen el Dr. Breuer y el entonces estudiante de medicina
Sigmund Freud, cómo éste último comienza a
inclinarse levemente al campo psicológico,
apartándose el cuadro clínico. Este rasgo se
mantiene casi hasta el final del capítulo, también
basado en el caso de Nietzsche, a quien Breuer presenta con el
seudónimo de Eckart Müller. Ante la cuestión
sobre las tendencias suicidas de Nietzsche, Freud afirma que es
muy posible que se esté mintiendo a sí mismo,
sosteniendo que es muy posible que él no lo sepa,
aún cuando este sentimiento exista en una parte
inconsciente de él. He aquí, entonces, una
magistral exposición de la teoría freudiana sobre
la psique humana. Según palabras de Breuer, "estaba
germinando en él un carácter pleno de audacia,
determinación y firmeza en la defensa de sus
convicciones".
Vuelve a hacerse hincapié a continuación
en la extrañeza del accionar de Nietzsche, su repudio
hacia todo intento de ayuda y sus sin iguales convencionalismos.
Acto seguido podemos apreciar con magnífica claridad una
de sus más famosas ideas, expuesta bajo su obra La
voluntad de poder, publicada en 1901 un año
después de su muerte. Esto está expuesto en un
párrafo
extraído de Humano, demasiado humano, el cual se
encuentra en la página 113 de la novela. En este expone la
situación de dos personas que están a punto de
superar una barrera para encontrarse. Sin embargo, al proponerla
la primera hacer lo ya planificado, la segunda se retracta,
interponiendo con esta acción
abismales obstáculos. Con esto, Nietzsche hace referencia
a la voluntad de poder. La segunda persona se niega a llegar a la
primera luego de la invitación porque lo interpreta como
sometimiento, una pérdida de su propia dignidad. He
aquí la teoría nietzscheana de que toda
acción humana, por mínima que sea, se encuentra
regida por la voluntad de poder. Sostiene, por otro lado, que el
principal error de los mayores filósofos fue el intentar
interpretar la verdad sin conocerse antes a ellos mismos. Esto
es, que uno debe primero establecer su objetivo antes
de disponerse a avanzar.
Este extenso capítulo concluye con una carta
ponzoñosa y acusadora para Friedrich Nietzsche por parte
de su hermana, Elizabeth.
CAPÍTULO OCHO
Si bien al comienzo de este capítulo no se trata
mucho sobre el pensamiento nietzscheano en sí, podemos
discernir, al principio de la charla entre Breuer y Nietzsche, un
gran realce de actitudes
importantes como la sinceridad y el realismo.
También comenzamos a presenciar de forma más
directa el ateísmo nihilista de Nietzsche, resaltado en el
fragmento de la charla que hace referencia a la búsqueda
de una verdad auténtica (no una falsa, como define el
filósofo la del cristianismo).
Podemos destacar, a continuación, la
convicción de Nietzsche sobre que sus enfermedades le
aportan ciertos beneficios, según sus propias palabras:
"Lo que no me mata, me hace más fuerte". Menciona,
también, su primera obra El nacimiento de la
Tragedia (1872), y cómo ésta generó
tensión entre sus colegas, lo cual causó su
abandono de la Universidad de
Basilea. Otro aspecto a destacar es cómo Breuer se
veía obligado a improvisar nuevas ideas, cuidando de no
mencionar nada que afectara a Nietzsche de forma
directa.
Conforme avanza la charla, Breuer encuentra semejanzas
entre el pensamiento de Nietzsche y de Freud acerca de la psique
humana, ya que el filósofo dice que se mente y su cuerpo
parecen funcionar con independencia, y que éstos, a su
vez, parecen conspirar en su contra. Posteriormente el plan de
Breuer se ve hábilmente replegado al afirmar Nietzsche que
no tiene intención alguna de eliminar su tensión,
ya que la necesita para escribir sus libros. A su vez, afirma que
las verdades contenidas en sus libros están dedicadas
sólo a los fuertes.
Ya al final del capítulo, Breuer le hace a
Nietzsche una proposición para ingresar a la
clínica Lauzon en Viena, usando como excusa nuevos y
mejores tratamientos para su enfermedad. Sin embargo, éste
se resiste a aceptar su solicitud por diferentes motivos,
haciendo referencia a la traición de Lou Salomé y a
una carta escrita por su hermana.
Cabe resaltar también un importante aspecto de su
filosofía: la soledad. Afirma que su vida debe ser
solitaria, ya que desde el momento en que establece una
relación estaría sujeto a unas determinadas reglas,
que no le permitirían escribir con total libertad sus
libros. En su teoría filosófica, esto puede
asociarse a su afirmación de que la vida del Superhombre
debe ser solitaria para lograr la libertad completa.
CAPÍTULO NUEVE
El capítulo comienza con Nietzsche
negándose nuevamente a aceptar la oferta de
Breuer. Ante esta respuesta, el médico le impone un punto
de vista diferente en un intento de cambiar la mentalidad del
filósofo. Ante la insistencia de Breuer, Nietzsche le
pregunta cuál es su verdadero motivo para ayudarlo.
Sostiene que la verdadera motivación
humana nunca ha sido ayudar a los demás, sino a uno mismo.
"Todas las acciones van
orientadas hacia uno mismo, todo servicio sirve
a uno mismo, todo amor es amor por uno mismo", según las
palabras que brinda como respuesta. Afirma que el ser humano ama
el deseo y no a quien desea. Critica esta característica
propia del cristianismo, más específicamente, de
los sacerdotes cristianos.
Ante esto, Breuer le dice que su intención no es
solamente tratarlo para mejorar su bienestar físico sino
ayudarlo a ser quien de verdad es: un gran filósofo. Cabe
resaltar que se basa en esto utilizando una frase propia de
Nietsche: "Llega ser quien eres". A continuación hace
referencia a una de las ideas más importantes del
filósofo, expuestas en su obra póstuma La
voluntad de poder, al afirmar que Breuer sólo quiere
establecer un poder sobre él. "Todo eso le fortalece a
expensas de mi fortaleza", según dice con
convicción Nietzsche. Estas afirmaciones hacen referencia
a una de las principales ideas del filósofo: que toda
acción humana está basada en la búsqueda de
poder, la necesidad de dominar al otro.
Todas estas palabras de Nietzsche concluyen por hacer
que Breuer pierda el control,
afirmando que el filósofo alemán es un hombre
insufrible, que para todo hace aflorar lo peor, los motivos
más bajos. Finalmente, lo único que logra es que
Nietzsche opte por abandonar su terapia con él y regresar
a Basilea.
Cabe resaltar que en este capítulo se destaca con
vehemencia la terquedad y el punto de vista totalmente negativo
de Nietzsche con respecto a la sociedad alemana de su tiempo y a
la conducta humana
en sí. Se vuelve a destacar, también, el repudio de
Nietzsche ante la compasión y la lástima que pueda
inspirar a Breuer, siendo las últimas y duras palabras
dirigidas hacia él por el médico las que concluyen
en la drástica decisión tomada por el
filósofo asceta al final de de este noveno
capítulo.
CAPÍTULO DIEZ
Este capítulo carece casi totalmente de
relevancia filosófica, puesto que apenas se remite a hacer
breves reseñas sobre la deplorable vida matrimonial del
Dr. Josef Breuer y de su reputación como uno de los
mejores médicos de Viena, teniendo como pacientes a
famosos de la sociedad de aquellos tiempos.
Si bien escapa al ámbito filosófico, cabe
resaltar, en tanto es un hecho verídico y uno de los
más importantes hallazgos en el campo de la medicina, el
descubrimiento de la sede del equilibrio por
parte de Breuer. Llevando a cabo su experimento, basado en el
estudio del oído de
las palomas, fue capaz de descubrir que es un minúsculo
aparato en el oído el que permite mantener el equilibrio
en todas las especies.
Se vuelve a resaltar también el antisemitismo,
extendido incluso hasta las universidades, cuando Max
(cuñado ficticio de Breuer) afirma que, de no ser el
médico un judío, sería ya uno de los
más importantes catedráticos de Viena.
Todo lo demás es irrelevante, puesto que apenas
se remiten a discutir sobre el ajedrez, la
situación matrimonial y los problemas
sociales de aquella época. Sin embargo, podría
tomarse como planteamiento filosófico una cuestión
llevada magistralmente por Irvin D. Yalom al final de este
décimo capítulo: ¿qué es el amor? Todo
esto se basa en el problema de que, así como Breuer, Max
admite que, teniendo a su lado una bella esposa, se encuentra por
otro lado atraído hacia mujeres de baja dignidad y
carentes de belleza. Tal vez, según este último
personaje, no se debo esto a más nada que, al obtenerse
algo, se pierde ya la
motivación, expresado en la frase (y discúlpese
el término, pero así está escrito en la
novela) "Por cada mujer hermosa que
existe siempre hay un pobre hombre cansado de jodérsela".
Tal vez, analizado más a fondo y profundizando más
en la charla de Breuer y su cuñado, todo este
planteamiento no signifique más que, alcanzada una vez
la meta, ya
nada implica interés en nosotros y nos aburrimos. El
desafío ya no existe y, una vez superado, el premio ha
dejado ya de emocionarnos.
Posteriormente, el capítulo finaliza con el
doctor Breuer siendo vencido por Max en una difícil
partida de ajedrez.
CAPÍTULO ONCE:
Este capítulo comienza cuando Breuer, ya
dispuesto a dormir, es informado repentinamente por el
dueño de una posada sobre Nietzsche. Éste se
encuentra muy enfermo, víctima de terribles dolores y
vómito
compulsivo. Cabe resaltar en estos datos la referencia hecha a su
mala salud, la cual no cesó de acosarlo durante toda su
vida.
El posadero, Herr Schlegel, informa a Breuer sobre la
renuencia de Nietzsche a recibir ayuda médica, lo cual
destaca la personalidad obstinada del filósofo y, por otra
parte, ya desde un punto de vista más personal, la fuerte
convicción hacia sus ideas. "Resiste hasta el final,
incluso cuando está inconsciente", como fueron las propias
palabras de Breuer al comprobar la obstinación de
Nietzsche en la negativa de recibir ayuda aún al borde de
entrar en coma debido a un exceso de medicamento.
Posteriormente, cuando el Dr. Breuer se dispone ya a
curarlo, se nos revela un aspecto quizá relacionado
más con las ideas de Sigmund Freud que con las de
Nietzsche, y éste es la existencia de otra, por así
decirlo, "identidad" que
habita en nuestra mente. Todo esto se expresa en el hecho de que,
al acercar Breuer el oído a la boca de Nietzsche,
dispuesto ya a escuchar algún insulto o alguna
invitación a marcharse, lo que escucha en realidad no es
más que una desesperada súplica de ayuda. "Lou
Salomé estaba equivocada: su amigo era capaz de pedir
ayuda, si bien se trataba de otro Nietzsche, de alguien a quien
Breuer acababa de conocer", como está expresado en la
propia novela. Estas ideas, cabe resaltar, no conforman
más que la teoría de Sigmund Freud del "super-yo",
una, por llamarla de alguna manera, "entidad" de nuestra mente
que nos es totalmente desconocida e inconsciente. He aquí
el por qué de que, luego de mejorado, Nietzsche no
recuerda ya nada de lo dicho durante su enfermedad.
Finalmente, luego de la mejoría parcial del
filósofo, Breuer vuelve a ofrecerle internación en
la clínica Lauzon con efecto de vigilar con mayor seguridad su
enfermedad, aunque en realidad todo cuanto quiere lograr es
evitar que Nietzsche parta a Basilea, como tenía planeado
hacer al día siguiente. Sin embargo Nietzsche, con su
clásica obstinación de siempre, se rehúsa lo
más amablemente posible, alegando "razones más
allá de las razones", según sus propias palabras.
Abandonando decepcionado a Nietzsche, Breuer parte hacia su hogar
con una duda: ¿envidia él la fría y
solitaria vida de Nietzsche? ¿Qué le atrae tanto al
filósofo?
El capítulo concluye con un animado Breuer
caminando a paso rápido, encontrada ya la solución
para hacer que Nietzsche se quede en Viena.
CAPÍTULO DOCE
Ese lunes por la mañana, Nietzsche acude
finalmente al consultorio de Breuer con objeto de pagar la cuenta
y marcharse de una vez por todas a Viena. Es entonces, cuando
Nietzsche está ya por abandonar el consultorio, que Breuer
pone en práctica su ya planeada táctica.
Propone al filósofo un intercambio: la cura
médica por la cura espiritual. Ofrece a Nietzsche ser el
médico de su cuerpo, esto es, curar su enfermedad, y el
filósofo, en cambio, curará su mente, la
desesperación que lo embarga. Si bien al principio hay
negativa por parte de Nietzsche, Breuer maneja con magistral
habilidad las palabras justas para convencerlo. Afirma que, en
tanto es imposible experimentar con toda una especie, se deben
basar las investigaciones
primero en un espécimen prototípico, para luego
recién generalizar el experimento. Es importante resaltar,
en este aspecto, la referencia que hace Breuer a sus
investigaciones llevadas a cabo durante más de diez
años en el oído de palomas, con objeto de descubrir
la raíz del equilibrio. Este fue un muy importante
descubrimiento, puesto que se aplica no sólo al reino
animal sino también a los seres humanos.
Cabe también resaltar dos rasgos de la
ideología Nietzscheana, siendo el primero su teoría
sobre cómo el darwinismo pudo, por así decirlo,
"anticuar" a Dios, y el segundo la "transmutación de los
valores", esto es, cómo todo lo antiguo es eliminado para
dar paso a lo nuevo, un cambio necesariamente radical en todo
cuanto se creía bueno y encomiable. Según expresa
Breuer haciendo referencia a lo dicho por Nietzsche:
"…demostrar que a partir del escepticismo es posible crear
un código
de conducta para el
hombre, una nueva moralidad, un
nuevo saber que reemplace el saber surgido de la
superstición y el anhelo por lo sobrenatural…". Se
declara a Nietzsche como el poseedor de la importante
misión de "salvar a la humanidad tanto del nihilismo como
de la ilusión". Todo esto es perfectamente apreciable
tanto a lo largo de la novela como en las mismas obras de
Nietzsche.
A continuación, luego de convencer Breuer a
Nietzsche de aceptar el trato, el capítulo concluye con
una carta escrita por Nietzsche a su amigo Peter Gast. En
ésta le cuenta todo lo sucedido y, entre ello, lo
magnífico y a la vez intrigante que le resulta el Dr.
Breuer. Es importante destacar, de esta carta, una de sus duras
críticas contra el sacerdocio cristiano, basado en su
primera impresión del Dr. Breuer. "Pero ya conocemos a
esos curanderos sacerdotales que proyectan su debilidad en los
demás y luego los atienden con el único
propósito de incrementar su propia fuerza.
¡Conocemos muy bien la «caridad cristiana»!",
según sus propias palabras. A partir de esto, podemos
discernir cómo interpreta la piedad y la compasión
propias del cristianismo como nada más que un deseo
desmedido, por así decirlo, "casi vampírico" de
fortalecerse consumiendo la esencia de los demás, de
proyectar la debilidad propia en aquellos que acuden por
ayuda.
Finalmente, el capítulo termina con duras y
ponzoñas palabras relacionadas a Lou Salomé,
maldiciendo el día en que la conoció, creyendo
todas y cada una de las falsas acusaciones de su hermana
Elizabeth.
CAPÍTULO TRECE
En este capítulo Breuer ya ingresa a Nietzsche en
la clínica Lauzon con la falsa identidad de "Eckart
Müller" con objetivo de mantenerlo en el anonimato, si bien
luego se arrepiente debido al incremento de la ya difícil
duplicidad en su relación. Luego de asegurarse de un
cómodo establecimiento para Nietzsche, Breuer se va
planeando ya una estrategia para
su siguiente encuentro.
Posteriormente, Breuer se dedica a relatar lo sucedido
con total exactitud de detalles a su amigo Sigmund Freud, con
quien espera ser capaz de idear una estrategia acorde a lo que
implica la situación. Si bien al principio hay cierto
reproche por parte de Freud con respecto a la última
proposición de Breuer a Nietzsche, no tarda mucho en
mostrarse animado con la aventura que supone tal hazaña.
Es importante destacar cómo expresa Breuer lo
erróneo en el término "atrapar" cuando se hace
referencia a Nietzsche, "es como capturar a un gorila de
quinientos kilos con una red para
mariposas".
Cuando Breuer hace mención a la falta de
necesidad de fingir una desesperación – puesto que
ya tiene una – Freud se alarma, aludiendo que, estando
él en la "cúspide de la vida", nada tiene que
desesperarle. Es entonces cuando Breuer alega que el problema de
toda cúspide es que inevitablemente conduce hacia abajo.
Luego de comprender que hay temas que por variadas razones no
puede discutir con su joven amigo, deciden centrarse más
en el tema motivo de su reunión.
Ya al final del capítulo, podemos resaltar con
perfecta claridad otro avance dentro de la teoría
freudiana. Ante la intriga de cómo tratar al Nietzsche,
por así decirlo, "real" y al otro Nietzsche de su
inconsciente, ese que pide ayuda, Freud formula una sugerencia
que, analizada más a fondo, podremos discernir como uno de
sus métodos para la cura de los problemas acarreados por
la contención de sentimientos en el inconsciente. Esto es,
propone, en la novela de improvisto, que lo ideal no sería
"liberar" a nadie, sino "integrar", lograr que estas dos facetas
de la personalidad de Nietzsche se unan para formar una sola.
Nuevamente, Irvin D. Yalom nos permite desentrañar con
magistral habilidad las ideas que ya comienzan a fecundar en la
mente del futuro fundador del psicoanálisis.
CAPÍTULO CATORCE
En este capítulo, si bien no se informa mucho
sobre lo más importante de la filosofía
nietzscheana, es menester destacar aspecto que, si bien no
conformaron su encomiable ideología, fueron, más
bien, causa de ella.
Todo comienza cuando Breuer, en aras del tratamiento
ideado por ambos el día anterior, revela a Nietzsche todos
los aspectos de su vida, los más oscuros y los más
benévolos, aquellos que le afligen y le quitan el
sueño. Le habla de su temor a la vejez, a la muerte, su
sensación de estar atrapado por una vida que no ha
elegido, su obsesión por Bertha y su arrepentimiento por
Eva Berger – asistente suya a quien había despedido
forzado por la decisión de su esposa – al no haber
aceptado su "sacrificio". Mirado con más profundidad, son
éstos muchos de los aspectos sobre los cuales se basa la
filosofía de Nietzsche, los rasgos humanos que más
critica.
Sin embargo, la charla se centra esencialmente en la
– perdónese el término – burda
opinión de Nietzsche con respecto a las mujeres. Afirma
que Bertha, en lugar de ser eximida del peso que causa sobre
Breuer debido a su condición de paciente, debe ser
castigada, juzgada. Interpreta sus actuaciones histéricas
como un vil método
para humillar y establecer su poder sobre Breuer. Lo mismo sucede
con Eva Berger, a quien califica como "depredadora". Así
también sucede con Mathilde, su esposa. "Y en cuanto el
tema de las mujeres, es bárbaro, apenas parece humano",
según las palabras de Breuer en sus notas sobre Nietzsche.
Cabe resaltar que este es uno de los aspectos que tal vez fueron
causa de su filosofía tan, por así decirlo,
"machista".
"Tratas con mujeres, ¡no olvides el
látigo!", como es una de sus frases más famosas.
Afirma también que la voluntad del hombre debe estar
siempre impuesta a la de la mujer. Todo
esto se debe a que, como redactado en la novela, Nietzsche
sufrió en su vida grandes desengaños amorosos, de
los cuales el más doloroso de ellos fue el de Lou
Salomé.
Otro importante aspecto a resaltar es, tal vez, el de
sus ideas con respecto al sacerdocio cristiano. En sus notas
sobre Breuer al final del capítulo, se puede apreciar una
clara comparación de su personalidad con la de los
sacerdotes cristianos. Irvin D. Yalom lo expresa magistralmente
en las siguientes palabras: "¿No será de los que
fingen dar para que se les de? (…) ¿Es de los que
reverencian que se les reverencie?".
El capítulo concluye con una dura y a la vez
adolorida carta hacia Lou Salomé, reprochándole una
y otra vez su traición y la decepción causada, y a
la vez haciéndole ver que aún guarda cariño
hacia ella y Paul Rée, si bien aborrece este sentimiento,
"es casi sofocante" según sus propias palabras.
CAPÍTULO QUINCE
El capítulo comienza con Breuer intentando en
vano conciliar el sueño, presa de extraños
sueños y nuevamente acosado por las incesantes imágenes
de Bertha. A continuación, cuando va a encontrarse con
Nietzsche en aras de su acuerdo, le relata nervioso sus
sueños, los cuales posteriormente descifran como una forma
utilizada por el inconsciente para expresar lo mucho que
había perturbado a Breuer el haber revelado quizás
demasiado. Es importante resaltar de este aspecto cómo
empieza a tomar importancia el tema de los sueños con
respecto a la psique humana. Esto, sin duda, es una forma de
expresar la influencia de Freud y sus teorías
sobre el Dr. Breuer.
Posteriormente, cuando Nietzsche asocia este hecho a la
voluntad de poder – inquiriendo que lo que preocupa a
Breuer no es haber causa mala impresión sino haber perdido
poder – podemos apreciar claramente lo, por así
llamarlo, "radical" de la teoría nietzscheana. Al sostener
Breuer que no es el haber perdido una batalla lo que lo
desasosiega sino la extrema preocupación de haber
provocado una mala imagen, Nietzsche
sostiene con vehemencia que toda relación humana, incluso
las más encomiables, se encuentran regidas por la voluntad
de poder, incluso el amor. Dominar tanto cuerpo como mente:
ése es el objetivo de tan loado "amor". Sostiene, a su
vez, que amante no es quien ama, sino quien desea la
posesión del ser amado.
Al escandalizarse Breuer afirmando que todo cuanto
preocupa a él es la aprobación de sus colegas
– lo cual, dicho sea de paso, le perturba – y que su
obsesión por Bertha es más sexual que amorosa, la
respuesta de Nietzsche es igualmente sórdida. Sostiene que
el buscar la aprobación de los demás no es
más que llana y humillante sumisión ante la
voluntad de otros, un temor a encontrarse consigo mismo. Afirma,
también, ante la insistencia de Breuer sobre su
obsesión por Bertha, que no es el sexo lo que
odia sino al hombre que suplica tenerlo, y abdica así en
la mujer que se lo da, cediendo todo su poder por algo tan vano
como lo carnal.
La sensualidad, dice él, no forma parte de la
naturaleza
sino que, por el contrario, es enemiga de su parte más
elevada. La degrada afirmando que el objetivo es "crear lo
superior, no reproducir lo inferior". Para mayor explicitud,
aplicando sus propias frases, defina la sensualidad como "una
perra que nos mordisquea los tobillos, y una perra que sabe muy
bien cómo suplicar un pedazo de espíritu cuando se
le niega un pedazo de carne".
Ante la observación de Breuer sobre el
ahínco con que responde Nietzsche a sus palabras,
éste replica que "se necesita pasión para derrotar
la pasión". Breuer, por otro lado, protesta afirmando que
lo que hace Nietzsche es divagar sobre lo abstracto en lugar de
centrarse en su verdadero problema, su mente y sus sentimientos.
Dice que el cambio que él propone es imposible por el
simple hecho de que la sociedad se encuentra regida por un modelo
social estricto. Uno nace de por sí esclavizado a ese
régimen, por lo tanto no es cuestión de
elección el seguirlo o no. Ante esto, Nietzsche dice a
Breuer que quien no se obedece a sí mismo inevitablemente
es gobernado por otros. Esto, cabe resaltar, es una importante
característica no sólo de su filosofía, sino
de su visión general con respecto a la típica
sociedad alemana que tanto repudiaba.
Posteriormente, sostiene también que "el hombre
se construye en función de
sus elecciones", con lo cual sitúa a Breuer en una
cuestión irrefutable. Ante esto, el médico replica
que todos al nacer parecen estar destinados a una función
específica en la vida, rememorando así cuando
alguien, en su infancia, lo
denominó como "niño de la promesa infinita".
Analizado con mayor profundidad, podemos apreciar aquí
características típicas de su teoría sobre
la evolución del Superhombre (camelloà
leónà niño). En sentido
análogo, la situación actual de Breuer sería
la del camello, sumiso ante las imposiciones de su vida social y
su matrimonio, incapaz de rebelarse. El proceso al
cual se somete con Nietzsche representaría su etapa de
león, intentando luchar, de alguna forma, por ganarse el
derecho de crear sus propias reglas, en este caso, liberarse
tanto de su estilizada vida social tanto como de su conflictivo
matrimonio y sus lujuriosas obsesiones por Bertha, de la cual
quiere librarse con mayor prontitud.
El capítulo concluye cuando Nietzsche, poniendo
final a la charla, insta a Breuer a reflexionar sobre su
situación e intentar descubrir en qué
pensaría sino Bertha no existiera.
CAPÍTULO DIECISÉIS
Si bien este capítulo es breve, complementa, con
gran claridad, características del anterior, esto es, el
capítulo quince. Esa mañana, cuando él y
Nietzsche vuelven a reunirse, Breuer le pide el omitir los
títulos profesionales y llamarse por el nombre de pila en
objeto de lograr una mayor confidencialidad. Si bien no a buen
gusto, Nietzsche acepta.
En el relato que hace Breuer acerca de sus sentimientos
con respecto al envejecimiento y la muerte, esto es, el haber
alcanzado ya la cúspide de la vida. Afirma que su
principal temor no es el descender sino el no ascender, para
mayor explicitud, la carencia total de motivos que impulsen la
vida. Es en ese momento, cuando surge la idea de que todo el
mundo lleva consigo una frase secreta que impulsa su existencia,
que surge el primer aspecto de significativa relación con
el capítulo anterior. El así llamado "niño
de la promesa infinita" – palabras de Breuer ante las
cuales Nietzsche sonríe en aprobación – no es
más que la etapa final del proceso, el Superhombre. Esta
última idea puede apreciarse con mayor claridad ya al
final del capítulo, en las notas de Nietzsche sobre el Dr.
Breuer, donde menciona que "…nunca entendió el
carácter de esa promesa. Nunca entendió que su
deber era perfeccionar la naturaleza, superarse a sí
mismo, vencer su cultura, a su familia, su
lujuria, su brutal naturaleza animal, llegar a ser quien era y lo
que era (…) nunca mudó la primera piel".
Todo esto representa, sin lugar a dudas, la etapa final
del proceso por el cual, según su teoría, el ser
humano común se convierte en Superhombre. Cuando Breuer
interpone ante esta idea la situación de que, esclavizado
por una cultura y una sociedad preestablecidas, nadie es
responsable de lo que hace con su vida, esto es, que no hay
capacidad de elección, Nietzsche replica que somos lo que
elegimos. Cabe resaltar que fue ésta una de las ideas
sobre las cuales Nietzsche basó, no sólo su
filosofía, sino también su vida.
Posteriormente, Breuer menciona la muerte de Oppolzer
como la primer "crisis" de su
vida. Oppolzer, cabe resaltar, fue durante mucho tiempo como un
segundo padre para Breuer, su maestro y, si bien Breuer
jamás llegó a ocupar su cátedra, se sabe que
lo preparaba para ser su sucesor. Sin embargo, circunstancias
adversas produjeron que esto no se diera, produciendo "el primer
asalto al mito de la promesa infinita", según propias
palabras de Breuer. Describe, luego, la depresión
causada ante la conciencia de lo irremediable del tiempo, de lo
sinsentido del infinito y lo inevitable de la muerte. A todo
esto, por el contrario – con la misma oposición
radical clásica de su filosofía – Nietzsche
replica que todo aquello a lo que Breuer hace referencia como
algo lamentable, esto es, la aproximación de la muerte, la
impotencia y la insignificancia propia, es en realidad algo por
lo que considerarse con suerte. "Sólo los afortunados
llegan a comprender estas cosas", según sus propias
palabras.
Es importante resaltar, ya casi al final del
capítulo, en las notas de Breuer sobre Nietzsche,
cómo éste primero descubre en filósofo a un,
por así decirlo, "ser humano". "¡A pesar de ser un
librepensador, en el fondo no es más que un vienés
y ama sus títulos casi tanto como su impersonalidad!",
como observa Breuer luego de ver a Nietzsche titubear ante la
proposición de adoptar los nombres de pila. También
podemos distinguir en esta misma parte un rasgo de la
personalidad de Freud, uno que, como es de adivinar,
influyó mucho en su futura fundación del
psicoanálisis, este es, su capacidad para detectar
cualquier fingimiento.
El capítulo concluye con otra sórdida
carta de Nietzsche hacia Lou Salomé, permitiéndonos
ver, más allá de su indiscutible habilidad para la
escritura, lo mucho que sufrió lo que él
creyó una "traición" por parte de la
joven.
CAPÍTULO DIECISIETE
Ya en este capítulo, donde menciona leves datos
de lo que era la estadía y el comportamiento
de Nietzsche en la clínica Lauzon, se nos aporta un muy
importante dato, como ser los comienzos de la que sería su
mejor obra, ejemplar y síntesis
de casi toda su filosofía: Así habló
Zarathustra. Ya en ese momento, comenzaba a formar parte en
su mente, perteneciendo a este ejemplar las anotaciones que,
según la novela, hacía cada mañana en sus
paseos por el jardín de la clínica Lauzon. Cabe
resaltar también el contraste – expresado mediante
los pensamientos de Breuer – entre el tacto amable y
cordial de Nietzsche con el tono estridente y combativo de sus
libros. En la respuesta que él da a Breuer, esta es, "Si
nadie quiere escuchar, es natural que se grite", se nos aporta un
dato que, además de revelado anteriormente en la novela,
es un dato histórico de su vida, de que no tenía
mucos lectores, por no decir ninguno. Podemos resaltar de este
capítulo, también, el desprecio que manifestaba
hacia filósofos tales como Kant y Hegel, a quienes
acusaba de escribir sólo para la comunidad
académica en lugar de para la vida misma.
En otro párrafo, se nos informa sobre
cómo, a diferencia de la apariencia que mostraba a los
demás, sus días eran todo menos idílicos.
Con su mente ocupada constantemente por la imagen de Lou
Salomé, escribía a ella cartas desesperantes,
enfurecidas, menguando así su fuerza y
distrayéndolo tanto de Breuer como de
Zarathustra.
Ya casi al final del capítulo, Lou Salomé
acude al consultorio de Breuer, con el fin de obtener
información al mostrarle cartas enviadas por Nietzsche a
ella. Si bien esas cartas eran de gran importancia para el
proyecto,
Breuer se niega a seguir leyéndolas
y a brindarle información de Nietzsche, ya que al hacerlo
estaría traicionando su confianza.
Finalmente, Lou Salomé abandona enojada el
consultorio al no obtener lo que quería, y Breuer se queda
solo con sus pensamientos.
CAPÍTULO DIECIOCHO
El capítulo comienza con Breuer relatando a
Nietzsche uno de sus sueños, inmediatamente seguido por un
análisis del mismo. Al mencionar su desesperación,
hace referencia a dos autores conocidos, estos son, Werther y
Goethe. En este análisis, se hace referencia a una idea
propia de Sigmund Freud, como lo es la importancia del
análisis de los sueños.
Posteriormente, Breuer se queja de que las palabras de
Nietzsche no surten efecto en él ya que hay una gran
diferencia entre saber las cosas y sentirlas. A esto, Nietzsche
contesta que los únicos especialistas en emociones son los
curas, ya que pintan una imagen perfecta del mundo, y debilitan
así a la gente. Esta idea se expresa esencialmente en esta
obra El Anticristo (1896). Más adelante, en su
discusión con Breuer, Nietzsche menciona por primera vez
en la novela a Paul Reé, a quien define como un amigo ya
perdido. El motivo por el cual lo menciona es que ambos sostienen
que Dios no existe. Sin embargo, la diferencia entre ambos es
que, mientras Paul Reé dice que una vida sin Dios carece
de sentido, Nietzsche afirma que es en realidad motivo de
alegría. Todo esto se puede apreciar en la frase de
Nietzsche "Dios ha muerto, y si no ha muerto hay que matarlo",
donde expresa su fuerte repudio hacia el cristianismo, al que
acusa de someter a los fuertes mediante el enaltecimiento de los
débiles.
Al tratar el temo de la obsesión de Breuer,
Nietzsche comienza a insultar a Bertha, haciendo que el
médico se enfurezca. En este capítulo el
filósofo vuelve a despreciar también a las mujeres.
Esto se debe a que durante su vida sufrió de muchos
desencantos amorosos, lo cual lo llevó a sentir
resentimiento hacia ellas. En su obra Así habló
Zarathustra, Nietzsche expresa esto en su frase "El hombre
dice «yo quiero», la mujer dice «él
quiere»".
Otro aspecto a resaltar sobre la filosofía
nietzscheana, es su teoría sobre que es mejor tomar
venganza a tragarse el resentimiento, puesto que esto
inevitablemente conducirá a la enfermedad. Afirma,
también, que no son las excusas sino los actos quienes
constituyen al hombre. He aquí por qué se muestra
tan rudo para con Breuer al hablar de Bertha, ya que el
médico justifica la enfermedad de la joven debido a la
muerte de su padre. Así concluye la sesión de ese
día.
A la siguiente, a petición del propio Breuer,
ambos deciden atacar su obsesión de forma más
directa, tales como gritar o infringirse dolor tanto
físico como económico cada vez que piense en
Bertha. Ninguno de estos surte efecto.
Finalmente, ya casi al final, podemos apreciar dos notas
posteriores a la reunión: la primera sobre Nietzsche y la
segunda sobre Breuer, en la que ambos expresan lo humillante de
la situación del médico y la necesidad de un cambio
drástico y efectivo. Es interesante, por otro lado, ver
cómo reconoce Nietzsche en sus notas que el mal que lo
acaece aún no ha curado y que, para curar a Breuer, debe
primero curarse a sí mismo.
El capítulo concluye con una sórdida carta
de Nietzsche dirigida a Lou Salomé, donde expresa su
resentimiento y el repudio que siente ante cómo se humilla
en la carta. "Compréndeme, quiero que te eleves, no que te
reduzcas", como expresa en sus propias palabras. Afirma,
también, ser incapaz de perdonarla puesto que no reconoce
en ella a alguien para quien existe la remota posibilidad de
perdón. Es, probablemente, en esta carta donde Irvin D.
Yalom se ve traslucir con nítida claridad cuánto
duele a Nietzsche la traición de ambos Lou Salomé y
Paul Reé.
CAPÍTULO DIECINUEVE
En este capítulo, si bien se basa especialmente
en la obsesión de Breuer por Bertha, se nos dan a conocer
importantes aspectos de la ideología nietzscheana. Al
preguntar Nietzsche a Breuer sobre el motivo de su
obsesión por Bertha, esto es, el significado más
inmediato que pueda ocurrírsele, Breuer responde que
Bertha representa para él el peligro, la huida de la
monótona vida cotidiano que tanto le aflige. Ve en ella a
"una belleza embrionaria", – según sus propias
palabras – alguien que aún tiene tiempo de
expandirse, de perfeccionarse. Ve también, por otro lado,
la victoria segura: no importa qué obstáculo se
interponga, siempre será él quien
triunfe.
Esto, por obvias razones, podemos asociarlo no
sólo a ideas de Nietzsche sino a nuestra propia vida real,
en la que la gente se aferra generalmente a lo seguro, a aquello
que le proporcionará siempre un triunfo constante.
Sostiene también, que lo más factible en el ser
humano es que, una vez alcanzada la meta, ya no hay motivación, ya no nos interesa el premio.
"Estamos más enamorados del deseo que de lo que deseamos",
como expresa Nietzsche en su innegable frase. Uno no puede atarse
a un solo objetivo porque en la vida necesitamos de una
"pasión" que nos impulse a seguirla, una constante
motivación que nos incite a valorarla.
Posteriormente ahondan más en el tema de la
soledad. Analizándolo más afondo, podemos discernir
claramente cómo la soledad de la que ambos hablan nada
tiene que ver con la presencia o ausencia de otras personas, sino
que radica en un punto más bien intelectual. "A veces
contemplo la esencia de una manera tan profunda que de repente
miro a mi alrededor y veo que nadie me acompaña, que mi
único compañero es el tiempo", como nadie mejor que
Nietzsche podría haberlo descrito.
Ya en el último párrafo del
capítulo, en una de las notas escritas por Nietzsche sobre
sus encuentros con Breuer, podemos apreciar con maravillosa
claridad uno de los aspectos quizá más importantes
de su obra Humano, demasiado humano, una clase de resumen
para sintetizar todas las ideas de su obra. "Tal vez debamos
despojar los significados de uno en uno hasta que Bertha no
signifique nada más que ella misma. Una vez despojada de
significados superfluos, la verá como al ser atemorizado,
desnudo, humano, demasiado humano, que ella y en realidad todos
somos", como son sus exactas palabras.
CAPÍTULO VEINTE
El capítulo comienza cuando Breuer llega a la
clínica invitando a Nietzsche a dar un paseo, puesto que
el sol se
encontraba ahora radiante en el cielo vienés. Aprovechan
este momento para ir al cementerio a depositar algunas flores en
la tumba de los padres de Breuer, como acostumbraba hacerlo un
sábado de cada mes.
Allí, Breuer indica a Nietzsche –
aportándonos una importante visión – que en
el cementerio los verdaderamente muertos son aquellos a quienes
ya nadie recuerda, y no los que aún tienen familiares que
les lleven flores.
Al preguntarle Nietzsche por la presencia de guijarros
en las tumbas, éste contesta que es una vieja costumbre
judía que simboliza el recuerdo. Es importante destacar,
de este tema, la apreciación de Breuer, muy similar por
cierto a la de Nietzsche, sobre la vida, a la que afirma
considerar desde niño como no más que "una chispa
entre dos vacíos idénticos, la oscuridad antes del
nacimiento y las oscuridad después de la
muerte".
Otro aspecto a resaltar es la afirmación por
parte del filósofo de que casi todos nuestros recuerdos
existen en el subconsciente, esperando a ser rememorados.
Sostiene que debe existir alguna clase de extraño
depósito para los recuerdos inconscientes. De otra forma,
no se puede explicar el hecho de que, como sucede por ejemplo en
los sueños, fusionemos aspectos de nuestra vida
cotidiana.
Más adelante, Nietzsche vuelve a hacer
mención no sólo a su asociación de las
mujeres con la perdición, sino también a la
búsqueda de la verdad, ofuscada por el amor hacia una
mujer: nos impide ver lo asqueroso de la realidad
fisiológica que hay debajo. He aquí, entonces, una
de sus frases más famosas: "una vida sin verdad es la
muerte en vida". Para Nietzsche, además, el amor es algo
que va más allá de dos personas que anhelan
poseerse, sino de "un amor en el que las dos personas compartan
la pasión por la búsqueda de una verdad superior",
como son sus propias palabras.
Cabe resaltar que aquí no sólo hace
además referencia a su relación fastuosa con Lou
Salomé, sino también a un amor, por así
decirlo, "más amistoso", menos traicionero y más
sincero. Un amor que tenga por fin el perfeccionamiento y la
superioridad, no la degeneración la decadencia. Se vuelve
a hacer mención, también, al temor hacia la muerte,
esta vez por parte de Nietzsche expresado en un antiguo
sueño de la infancia. Afirma que no es la
aceptación de la muerte lo que él propone, sino
morir en el momento oportuno. "La muerte pierde su cualidad
aterradora si uno muere cuando ha consumado su vida. Si uno no
vive cuando debe hacerlo, no puede morir en el momento justo",
como dijo Nietzsche a Breuer ante este tema.
"Yo no puedo decirle cómo de vivir de manera
diferente porque, si lo hiciera, usted seguiría viviendo
según el designio de otro", como son las palabras de
Nietzsche, expresan su idea de que hay que evitar la
opresión de las personas para que estas puedan crear su
propia vida. Ésta es también una
característica del Superhombre.
Luego Nietzsche menciona su idea del eterno
retorno, esto es, que nuestras vidas y todos sus actos
están condenados a repetirse incesantemente como granos en
un reloj de arena que da vueltas continuamente. Con esto quiere
decir que cada acto de nuestra vida debemos elegirlo
cuidadosamente, puesto que lo cometemos por toda la
eternidad.
Más adelante, cuando Breuer hace referencia a su
deplorable matrimonio y a cómo ansía la libertad de
éste viéndose, sin embargo, prisionero por sus
promesas. Resalta, también, su deber para con sus hijos y
su esposa. A esto, Nietzsche replica que para criar hijos, debe
uno primero consolidarse a sí mismo. "Tus edificios deben
ser más altos que tú, pero antes has de estar
construido tú mismo, cuadrado de cuerpo y alma", como son
sus propias palabras en Así habló
Zarathustra, considerada por algunos como su novela ejemplar
y de mayor importancia.
Ya al final del capítulo hace mención, al
meditar sobre su reacción para con Breuer, sobre la
necesidad de endurecerse para no llenarse de piedad.
CAPÍTULO VEINTIUNO
Casi todo el capítulo consiste en la experiencia
llevada a cabo por Breuer y Freud en conjunto – como se nos
da a conocer más tarde – en la que Breuer
experimenta, hipnotizado, la, por así denominarla,
"libertad". En ella se ve abandonando Viena, su trabajo, a
Mathilde, a sus hijos, volviendo a visitar a Bertha y Eva Berger.
Todo esto le hace comprender, finalmente, que no es esa clase de
vida la que desea. La libertad absoluta, como él mismo
expresa, es de por sí una utopía, puesto que
siempre nos encontraremos encadenados a algo, sean los
demás, seamos nosotros mismos, nuestras metas, nuestros
sentimientos. Sin embargo, nos es imposible vivir sin esa
utopía. Como dijo un famoso escritor – Kero -:
"cuando la idea de libertad deje de ser una utopía, el
hombre dejará de existir". Esto es, en sí, lo que
descubre Breuer al experimentar lo que sería la
sensación de dejarlo todo para adquirir una "libertad
absoluta".
El capítulo, en sí, no contiene
ningún dato relacionado directamente con la
filosofía de Nietzsche – de hecho, son totalmente
superfluas las instancias en que lo nombra siquiera –
aunque sí hace mención, ya al final, a la
técnica de hipnosis de Freud. Ésta fue
posteriormente perfeccionada en sus futuros experimentos
cuando fundaba ya el psicoanálisis.
CAPÍTULO VEINTIDÓS
Este capítulo, desenlace de toda la novela y
razón de su título, es el más importante y,
tal vez, más significativo de todos. En él se
muestra, por fin, el verdadero significado, la razón de
todo lo sucedido en la novela.
Breuer entra animado, feliz y rebosante al consultorio
de Nietzsche, anunciando en una amplia sonrisa que está ya
curado. La obsesión por Bertha se ha ido. No hubo
victimario en lo sucedido sino dos víctimas que, por
igual, se aferraban a una ilusión en búsqueda de
seguridad. Nietzsche, para sorpresa de Breuer, se encuentra
anormalmente interesado en el procedimiento
utilizado por él para librarse de Bertha.
Y es aquí que todo cobra mayor sentido. La
razón por la que Nietzsche se había empeñado
tan arduamente en encontrar una cura para la obsesión de
Breuer, era porque él mismo la necesitaba. Es importante
destacar, de esto, la reiteración que le hace Breuer sobre
su propia filosofía – esto es, su teoría de
que no hay un mismo camino para dos personas diferentes –
al pedirle Nietzsche que le revele cómo hizo para
erradicar a Bertha de su vida. Podemos apreciar, también,
el gran contraste entre las palabras de Nietzsche y su propia
reacción. Afirma la obligación de encontrar el
camino propio, si bien buscaba el suyo en Breuer. Sostenía
que la lujuria era algo enfermizo y degradante, si bien él
había ya cedido a ella. Y, lo que es tal vez más
importante que cualquier otro aspecto en cuanto a la novela, es
que, reiterando repetidas veces en sus reuniones con Breuer que
la soledad es imprescindible para el nacimiento del Superhombre,
ni él mismo fue capaz de soportarla.
El capítulo concluye en una emotiva escena donde,
liberando por fin las lágrimas contenidas por tanto
tiempo, Nietzsche se alegra de haber obtenido la tan deseada
amistad. "Siempre
estaré solo, pero qué diferencia, qué
diferencia maravillosa, poder elegirlo", como son sus palabras
finales y con las que concluye su tratamiento con
Breuer.
BIOGRAFÍA
Nacido en Washington D.C., un 13 de junio de 1931, era
hijo de padres inmigrantes provenientes de Rusia (una
pequeña villa llamada Celtz cerca de Polonia) poco
después de que estallara la Primera Guerra
Mundial. Su hogar era el centro de la ciudad de Washington
– en un pequeño apartamento sobre la tienda de su
padre en First and Seaton Street. Durante su infancia, Washington
era una ciudad muy segregada, donde vivió en el medio de
un pobre, así llamado, "barrio de negros". La vida en las
calles era, por lo tanto, peligrosa. Dentro de su hogar leer era
un refugio y, dos veces a la semana, llevaba a cabo el viaje
hasta la librería central a adquirir nuevos
libros.
No había dirección alguna a su disposición:
sus padres tenían prácticamente ninguna educación, sin
jamás haber leído libro alguno y
permanecían casi totalmente consumidos en la lucha por la
supervivencia económica. Sus opciones en cuanto a la lectura
eran caprichosas, dirigidas en parte por la arquitectura de
la librería: el largo pasillo situado en el medio
llamó particularmente su atención, donde
pasó un año entero leyendo los libros desde la
sección "A" (John Adams) a la "Z" (Zoroaster). Pero era
principalmente en la ficción donde encontraba refugio, un
mundo más satisfactorio, una fuente de inspiración
y sabiduría. En algún momento de su vida temprana,
desarrolló la noción de que escribir una novela es
la más enalteciente actividad que una persona puede
hacer.
La escuela
médica parecía ser más cercana a Tolstoy y
Distoevsky, y se dedicó así a la medicina habiendo
ya resuelto especializarse en psiquiatría.
Sus primeros escritos fueron contribuciones
científicas a diarios profesionales. Su primer libro,
La práctica y teoría de Psicoterapia
en grupo, ha sido ampliamente usada (700.000 copias) como
texto de
entrenamiento
para terapeutas. Ha sido traducida en doce lenguajes y se
encuentra ahora en su cuarta edición. Su editor para este y cada uno de
sus libros es Basic Books, con quien ha mantenido una excelente
relación. Los intructores admiran su texto sobe la terapia
en grupo ya que
está basado en la mejor evidencia empírica. Afirma
él que debe su éxito a la facilidad con la que se
puede leer. Por más de doce años, estudiantes le
han dicho que puede leerse como una novela.
Su esposa, Marilyn, recibió ya un premio en
literatura
comparativa (francés y alemán) de Johns Hopkins y
ha llevado también una próspera carrera como
profesora de universidad y escritora. Sus cuatro hijos viven en
el área comprendida en la Bahía de San Francisco,
habiendo elegido una variedad de carreras (medicina, fotografía, escritura creativa,
dirección de teatro, y
psicología
clínica respectivamente). Cuenta ya con quince
nietos.
OBRAS
Sus más famosas obras – entre otras de
menor importancia – son:
- "La práctica y teoría de
Psicoterapia en grupo" - "Psicoterapia existencial"
- "El día que Nietzsche
lloró" - "Recostado en el sofá"
- "Momma y el significado de la vida"
4.1 Friedrich Nietzsche
Filósofo alemán, poeta y filólogo,
cuyo pensamiento es considerado como uno de los más
radicales, ricos y sugerentes del siglo XX. Nació el 15 de
octubre de 1844, en Röcken, Prusia. Su padre, un ministro
luterano, murió cuando él tenía 5
años, y fue educado por su madre en una casa donde
vivían su abuela, dos tías y una hermana.
Estudió filología clásica en las
universidades de Bonn y Leipzig, y fue nombrado profesor de
filología griega en la universidad de Basilea a los 24
años. Su delicada salud (estuvo afectado toda su vida por
su poca vista y sus constantes jaquecas) le obligó a
retirarse en 1889. Al cabo de diez años sufrió una
crisis nerviosa de la que nunca se recuperó. Murió
en Weimar el 25 de agosto de 1900. Además de la influencia
de la cultura helénica, en particular de las
filosofías de Sócrates,
Platón
y Aristóteles, Nietzsche estuvo influenciado
por el filósofo alemán Arthur Schopenhauer,
por la teoría de la evolución y por su amistad con
el compositor alemán Richard Wagner. Escritor
prolífico, escribió varias obras importantes, entre
ellas El origen de la tragedia (1872), Así
habló Zaratustra (1883-1885), Más
allá del bien y del mal (1886), La
genealogía de la moral (1887), El crepúsculo
de los dioses (1888), El Anticristo (1888), Ecce
Homo (1889) y La voluntad de poder (1901). Uno de los
argumentos fundamentales de Nietszche era que los valores
tradicionales (representados en esencia por el cristianismo)
habían perdido su poder en las vidas de las personas, lo
que llamaba nihilismo pasivo. Lo expresó en su tajante
proclamación "Dios ha muerto". Estaba convencido que los
valores tradicionales representaban una "moralidad esclava", una
moralidad creada por personas débiles y resentidas que
fomentaban comportamientos como la sumisión y el
conformismo porque los valores implícitos en tales
conductas servían a sus intereses. Nietzsche afirmó
el imperativo ético de crear valores nuevos que
debían reemplazar los tradicionales, y su discusión
sobre esta posibilidad evolucionó hasta configurar su
retrato del hombre por venir, el 'superhombre' (übermensch).
De acuerdo con Nietzsche, las masas (a quien denominaba
"rebaño", "manada" o "muchedumbre") se adaptan a la
tradición, mientras su superhombre utópico es
seguro, independiente y muy individualista. El superhombre siente
con intensidad, pero sus pasiones están frenadas y
reprimidas por la razón. Centrándose en el mundo
real, más que en las recompensas del mundo futuro
prometidas por las religiones en general, el
superhombre afirma la vida, incluso el sufrimiento y el dolor que
conlleva la existencia humana. Su superhombre es un creador de
valores, un ejemplo activo de "eticidad maestra" que refleja la
fuerza e independencia de alguien que está emancipado de
las ataduras de lo humano "envilecido" por la docilidad
cristiana, excepto de aquéllas que él juzga
vitales. Nietzsche sostenía que todo acto o proyecto
humano está motivado por la "voluntad de poder". La
voluntad de poder no es tan sólo el poder sobre otros,
sino el poder sobre uno mismo, algo que es necesario para la
creatividad.
Tal capacidad se manifiesta en la autonomía del
superhombre, en su creatividad y coraje. Aunque Nietzsche
negó en multitud de oportunidades que ningún
superhombre haya surgido todavía, cita a algunas personas
que podrían servir como modelos:
Sócrates, Jesucristo, Leonardo da
Vinci, Miguel Ángel, Shakespeare,
Goethe, Julio César y Napoleón. Al concepto de superhombre se le
reprochó a menudo ser el fruto de un intelectual que se
desenvuelve en una sociedad de amos y esclavos y ha sido
identificado con las filosofías autoritarias. Muchos
eruditos niegan esta lectura
ideológica y lo atribuyen a una mala interpretación de la obra de Nietzsche.
Aclamado poeta, Nietzsche ejerció mucha influencia sobre
la literatura alemana, así como sobre la literatura
europea y la teología. Sus conceptos han sido discutidos y
ampliados por personalidades como los filósofos alemanes
Karl Jaspers y
Martin Heidegger, el filósofo judío alemán
Martin Buber, el teólogo germano-estadounidense Paul
Tillich, y los escritores franceses Albert Camus y
Jean-Paul Sartre. La
proclama de Nietzsche "Dios ha muerto" fue utilizada por
teólogos radicales posteriores a la II Guerra Mundial
(en especial por los estadounidenses Thomas J. J. Altizer y Paul
van Buren) en sus intentos por adecuar el cristianismo a las
décadas de 1960 y posteriores.
4.2. Josef Breuer
BIOGRAFÍA
Josef Breuer era el hijo de Leopold Breuer (1791-1872),
un liberal profesor judío de religión en Viena.
Luego de la muerte de su madre cuando contaba apenas con 4
años, fue criado por su abuela materna. A la edad de 8
años regresó a la Akademisches Gymnasium of Viena,
donde pasó el Abitur – Sus más famosas obras
– entre otras de menor importancia – son:
- "La práctica y teoría de
Psicoterapia en grupo" - "Psicoterapia existencial"
- "El día que Nietzsche
lloró" - "Recostado en el sofá"
- "Momma y el significado de la vida"
secundaria – en 1858. Luego asistió a la
Universidad de Viena durante un año por estudios
generales, antes de ingresar a la universidad médica en
1859. Se graduó en 1864.
Luego de aprobar sus exámenes en 1867, Breuer se
convirtió inmediatamente en el asistente del interno
Johann Ritter von Oppolzer (1808-1871) en la clínica
médica en Viena. En esta posición emprendió
una investigación sobre las causas
fisiológicas de las regulaciones de la temperatura en
la respiración.
Con la muerte de Oppolzer en 1871, Breuer
renunció a su cargo de asistente para dedicarse a la
práctica privada. En este período llevó a
cabo investigaciones sobre la anatomía del
oído interno, describiendo lo que es actualmente conocido
como el flujo Mach-Breuer o la teoría sobre la endolinfa
del oído interno. Esta investigación fue la base
para su habilitación de medicina interna en 1875, al
recibir la venia legendi (permiso para enseñar como
docente privado).
Renunció a su venia legendi diez
años después, probablemente por las altas demandas
de su práctica, y porque sentía que se le
había negado el acceso a pacientes debido a sus
intenciones de enseñanza.
ESTUDIOS ACERCA DE LOS PROGRESOS
PSICOLÓGICOS
Breuer no tenía discípulos ni
afiliación permanente con universidad o instituto alguno,
pero fue uno de los grandes fisiólogos del siglo XIX. Su
mayor logro científico – llevado a cabo con el
profesor Karl Ewald Konstantin Hering en el Josephinum en Viena
– le aportó una gran fama. Su próxima
investigación se basó en el funcionamiento del
laberinto, admirable debido a su importancia, y aún
más porque fue llevada a cabo en privado, trabajando en su
propio hogar y apoyado únicamente por los beneficios
económicos de su práctica médica.
Su primer trabajo científico importante fue
publicado en 1868. Conjuntamente con Edwald Hering, profesor de
psicología en la escuela militar de medicina de Viena,
demostró que la respiración era un reflejo natural.
Fue uno de los primeros ejemplos de retroalimentación del sistema nervioso
autónomo de los mamíferos. Sus experimentos cambiaron la
manera de ver de los científicos acerca de la
relación de los pulmones con el sistema nervioso
– este mecanismo, de hecho, aun se denomina "reflejo de
Hering-Breuer".
En 1873 descubrió la función sensora de
los canales semicirculares en el oído interno y su
relación con el sentido de posición y el
equilibrio.
En 1868, Breuer contrajo matrimonio con Mathilde
Altmann, con quien tuvo cinco hijos: Robert, Bertha Hammerschlag,
Margaret Schiff, Hans and Dora. Tras la muerte de Oppolzer en
1871, Breuer comenzó a trabajar en privado. Aun
así, encontró tiempo para el estudio
científico. Trabajaba en casa, obteniendo los fondos para
dichas investigaciones de su profesión de médico.
Volviendo su atención hacia la psicología del
oído, descubrió el funcionamiento de los canales
semicirculares. Este trabajo proporcionó el fundamento
para el entendimiento moderno de cómo los receptores
sensoriales detectan posición y movimiento.
Breuer publicó un total de aproximadamente 20 trabajos
sobre psicología en un período de 40 años.
Aunque se unió a la facultad de medicina interna de la
Universidad de Viena en 1875, sus relaciones allí eran muy
tensas; renunció a su puesto en 1885.
ANA O.
Fue en el año de 1880 cuando Breuer
observó por primera vez el desarrollo de
una enfermedad mental severa en una de sus pacientes, "Anna O.",
cuyo nombre verdadero era en realidad Bertha Pappenheim. Breuer
notó que podía reducir la severidad de los
síntomas de Anna animándola a describir sus
fantasías y alucinaciones. Comenzó a utilizar la
hipnosis como medio para facilitar dichas sesiones. Se dio cuenta
de que cuando ella rememoraba una serie de recuerdos de vuelta a
la memoria
traumática, uno de aquellos síntomas
desaparecía, proceso que Breuer denominó
"catártico". Pronto, Breuer comenzó a tratar a Anna
mediante hipnosis dos veces al día y eventualmente todos
sus síntomas acabaron por desaparecer.
Breuer sacó dos conclusiones importantes de su
trabajo con Anna: que sus síntomas eran resultado de
pensamientos enterrados en su inconsciente y que al exteriorizar
dichos pensamientos y hacerlos conscientes dichos síntomas
desaparecían. El tratamiento de Anna O. es el primer
ejemplo de "psicoterapia intensiva" llevado a cabo durante un
extenso período de tiempo.
Breuer no publicó los resultados sobre el
tratamiento de Anna. Sin embargo, enseñó estos
métodos a Sigmund Freud y juntos comenzaron a desarrollar
esta nueva forma de psicoterapia. Breuer no volvió a
tratar pacientes tales como Anna. Aunque él declaraba que
las demandas de su ocupada carrera médica le
impedían continuar con la psicoterapia, Freud creía
que estaba decepcionado por el fuerte afecto que Anna
desarrolló hacia Breuer hacia el final de su tratamiento,
un fenómeno que pasó a ser conocido como
"transferencia". Cuando Freud comenzó a usar los
métodos de psicoanálisis de Breuer, ambos
comenzaron a discutir acerca de los pacientes de Freud y las
técnicas y resultados de sus tratamientos.
En 1893 publicaron un artículo en su trabajo y, dos
años después, el libro que marcó el comienzo
de la teoría del psicoanálisis, Studien ubre
Hysterie. Aproximadamente durante aquel tiempo, su
colaboración – y su amistad – tocó fin.
Aparentemente fue la ambivalencia de Breuer lo que
alimentó la desavenencia entre ambos.
Sin embargo, su desacuerdo final ocurrió acerca
de la cuestión sobre los recuerdos infantiles de
seducción. En aquel tiempo, Freud creía que la
mayoría de sus pacientes habían sido, de hecho,
seducidos cuando niños.
Sólo más tarde se dio cuenta de que Breuer
tenía razón acerca de creer que aquellas no eran
sino memorias de
fantasías infantiles.
Breuer abandonó su estudio del
psicoanálisis, mientras Freud continuó
desarrollando sus teorías de manera independiente. Sin
embargo, se atribuye usualmente a Breuer el haber sido el primero
en sugerir, entre otras ideas, que la percepción
y la memoria son
procesos
psíquicos diferentes, y de haber desarrollado una
teoría acerca de las alucinaciones. Breuer influyó
grandemente en el desarrollo de las teorías sobre la
psicología, y está claro que su influencia en
el trabajo de
Sigmund Frued ha sido subestimada. Algunos psicólogos, los
"breuerianos", continuaron utilizando el método
catártico original sin adoptar las modificaciones y
amplificaciones de Freud.
Breuer fue reconocido como uno de los mejores
psicólogos y científicos en Viena. Falleció
en Viena en el año 1925. Al ser confrontada con
deportación por el régimen nazi, su hija Dora se
suicidó. La nieta de Breuer, Hanna Schiff, fue asesinada
también por los nazis. Los restantes de su descendencia
viven en Inglaterra,
Estados Unidos
y Canadá.
4.3. Sigmund Freud
Sigmund
Freud (1856-1939), médico y
neurólogo austriaco, fundador del
psicoanálisis.
Freud nació en Freiberg (actual
Príbor, República Checa), el 6 de mayo de 1856 y se
educó en la Universidad de Viena. Cuando apenas
tenía tres años, su familia, huyendo de los
disturbios antisemitas que entonces se producían en
Freiberg, se trasladó a Leipzig. Poco tiempo
después, la familia se
instaló en Viena, donde Freud residió la mayor
parte de su vida.
Aunque su ambición desde
niño había sido dedicarse al ejercicio del derecho,
Freud se decidió a estudiar medicina justo antes de entrar
en la Universidad de Viena en 1873. Inspirado por las
investigaciones científicas del poeta alemán
Goethe, sintió un vehemente deseo de estudiar ciencias
naturales y de resolver alguno de los retos que en aquel
momento afrontaban los investigadores de su tiempo.
Ya durante el tercer curso, Freud
comenzó a investigar sobre el sistema nervioso
central de los invertebrados, en el laboratorio de
fisiología que dirigía el
médico alemán Ernst Wilhelm von Brücke. Estas
investigaciones neurológicas fueron tan absorbentes que
Freud descuidó sus obligaciones
académicas, permaneciendo en la facultad tres años
más de lo habitual antes de obtener su licenciatura en
Medicina.
En 1881, después de cumplir
un año de servicio militar obligatorio, finalizó su
licenciatura. Sin embargo, no quiso abandonar el trabajo
experimental y permaneció en la universidad como ayudante
en el laboratorio de fisiología. En 1883, presionado por
Brücke, se vio obligado a abandonar la investigación
teórica.
Así, Freud estuvo tres años
en el Hospital General de Viena, dedicándose sucesivamente
a la psiquiatría, la dermatología y los trastornos
nerviosos. En 1885, tras su designación como profesor
adjunto de Neuropatología en la Universidad de Viena,
dejó su trabajo en el hospital. A finales del mismo
año, recibiría una beca del gobierno para
estudiar en París diecinueve semanas junto al
neurólogo Jean Charcot, que a la sazón trabajaba en
el tratamiento de ciertos trastornos mentales mediante la
hipnosis, en el manicomio de Salpêtrière del que era
director. Los estudios de Freud con Charcot, centrados en la
histeria, encauzarían definitivamente sus intereses hacia
la psicopatología, el estudio científico de las
enfermedades mentales.
En 1886 Freud se estableció
como médico privado en Viena, especializándose en
los trastornos nerviosos. Sufrió una fuerte
oposición de la clase médica vienesa por su defensa
del punto de vista de Charcot sobre la histeria y el uso de la
hipnosis, entonces considerados como enfoques poco ortodoxos. El
enfrentamiento resultante retrasó la aceptación de
sus hallazgos posteriores sobre el origen de las neurosis.
4.4. Lou Andreas Salomé
Lou Andreas-Salomé (1861-1937), escritora alemana
de origen ruso, una de las primeras defensoras del
psicoanálisis de su tiempo.
Nació en San Petersburgo en el seno de una
familia aristocrática. A los 19 años viajó a
Zurich, allí asistió a la universidad y
empezó a escribir poesía. En 1882 visitó
Roma, donde
conoció al filósofo Paul Rée y, a
través de él, a Friedrich Nietzsche.
Andreas-Salomé vivió un idilio platónico con
Rée hasta 1887, cuando se casó con Friedrich Carl
Andreas, un profesor de universidad. Esto no impidió que
siguiera viajando, escribiendo y teniendo amantes, entre ellos el
poeta Rainer Maria Rilke. En 1911 conoció a Sigmund Freud
y se convirtió en su confidente y discípula. En las
últimas décadas de su vida permaneció al
lado de Andreas y ejerció como psicoanalista.
Fue una autora prolífica, pero no le apasionaba
tanto la literatura en sí como la religión, el sexo
y la psicología de la mujer. Sus ocho novelas resultan
interesantes por el tratamiento que hace de estos temas, pero es
conocida sobre todo por sus ensayos. Los
dos primeros estudios de Andreas-Salomé, Las
heroínas de Ibsen (1892) y Friedrich Nietzsche en
sus obras (1894), recibieron críticas entusiastas.
Escribió la parte más importante de su obra durante
sus últimos años; a ella pertenecen la obra teatral
El diablo y su abuela (1922), Mi agradecimiento a
Freud (1931) y Mirada retrospectiva (1951).
Aunque pueda parecer que la vida de
Andreas-Salomé estuvo dominada por los hombres que
conoció y amó, su obra tiene una importancia propia
que deriva de la manera en que hace de las experiencias de la
mujer un asunto central. En su juventud escribió: "Lo que
desde luego haré es construir mi vida de acuerdo conmigo
misma".
4.5. Richard Wagner
(Leipzig, actual Alemania,
1813-Venecia, Italia, 1883)
Compositor, director de orquesta, poeta y teórico musical
alemán. Aunque Wagner prácticamente sólo
compuso para la escena, su influencia en la música es un
hecho incuestionable. Las grandes corrientes musicales surgidas
con posterioridad, desde el expresionismo
hasta el impresionismo,
por continuación o por reacción, encuentran en
él su verdadero origen, hasta el punto de que algunos
críticos sostienen que toda la música
contemporánea nace de la armonía, rica en
cromatismos, en disonancias no resueltas, de Tristán e
Isolda. La infancia de Wagner se vio influida por su padrastro
Ludwig Geyer, actor, pintor y poeta, que suscitó en el
niño su temprano entusiasmo por toda manifestación
artística. La literatura, además de la
música, fue desde el principio su gran pasión, pero
el conocimiento de Weber y, sobre
todo, el descubrimiento de la Sinfonía núm. 9 de
Beethoven lo orientaron definitivamente hacia el cultivo del arte
de los sonidos, aunque sin abandonar por ello su vocación
literaria, que le permitiría escribir sus propios libretos
operísticos. De formación autodidacta, sus
progresos en la composición fueron lentos y
difíciles, agravados por una inestable situación
financiera, la necesidad de dedicarse a tareas ingratas
(transcripciones de partituras, dirección de teatros
provincianos) y las dificultades para dar a conocer sus
composiciones. Sus primeras óperas –Las hadas, La
prohibición de amar, Rienzi– mostraban su
supeditación a unos modelos en exceso evidentes (Weber,
Marschner, Bellini, Meyerbeer), sin revelar nada del futuro arte
del compositor. Hasta el estreno, en 1843, de El holandés
errante, no encontró el compositor su voz personal y
propia, aún deudora de algunas convenciones formales que
en posteriores trabajos fueron desapareciendo. Tannhäuser y
Lohengrin señalaron el camino hacia el drama musical, la
renovación de la música escénica que
llevó a cabo Wagner, tanto a nivel teórico como
práctico, en sus siguientes partituras: El oro del Rin
(primera parte de la tetralogía El anillo de los
nibelungos) y Tristán e Isolda. En estas obras se elimina
la separación entre números, entre recitativos y
partes cantadas, de modo que todo el drama queda configurado como
un fluido musical continuo, de carácter sinfónico,
en el que la unidad viene dada por el empleo de unos
breves temas musicales, los leitmotiv, cuya función,
además de estructural, es simbólica: cada uno de
ellos viene a ser la representación de un elemento, una
situación o un personaje que aparece en el drama. No
sólo en el aspecto formal fue revolucionaria la
aportación wagneriana: en los campos de la melodía,
la armonía y la orquestación –con el uso de
una orquesta sinfónica de proporciones muy superiores a
las que tenían las habituales orquestas de
ópera–, sino que también dejó una
impronta duradera. Su gran aspiración no era otra que la
de lograr la Gesamtkunstwerk, la «obra de arte total»
en la que se sintetizaran todos los lenguajes artísticos.
Sus ideas tuvieron tantos partidarios como detractores. Uno de
sus más entusiastas seguidores fue el rey Luis II de
Baviera, gracias a cuya ayuda económica el músico
pudo construir el Festspielhaus de Bayreuth, un teatro destinado
exclusivamente a la representación de sus dramas
musicales, cuya complejidad superaba con mucho la capacidad
técnica de las salas de ópera convencionales. En
1876 se procedió a su solemne inauguración, con el
estreno del ciclo completo de El anillo de los nibelungos.
Años antes, en 1870, el compositor había
contraído matrimonio con la hija de Franz Liszt, Cosima,
con quien había mantenido una tormentosa relación
cuando aún estaba casada con el director de orquesta Hans
von Bülow. Wagner dedicó los últimos
años de su vida a concluir la composición de
Parsifal.
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(fotografía mencionada en la novela)
ELENA BENÍTEZ
"El día que Nietzsche lloró"
es, en mi opinión, una de las novelas más
bellamente inquietantes que haya leído. Si bien me es
imposible concordar con Nietzsche en varios aspectos de su
filosofía, es realmente inevitable negar su brillante
intelecto. Era un verdadero poeta, un luchador innato. Sus
palabras, como bien nos permite apreciar Irvin D. Yalom, son
sencilla y pulcramente hermosas. Es innegable, también,
que muchas de sus afirmaciones incitan a la reflexión. Por
otra parte, me parece que su filosofía, más que
producto de un
descubrimiento propio, no fue más que resultado de su
resentimiento hacia la vida. Sus afirmaciones son
magníficas estructuras
poéticas, pero cuando se trata de la realidad no pasan de
meras palabras insustanciales. Nietzsche habla de la verdad y el
Superhombre en un tono casi sagrado, como si quisiera sustituir
una religión por otra. En cuanto al tema de las mujeres,
me decepciona en grande. No supo darse cuenta que su atroz
experiencia tanto con Lou Salomé como con su madre y su
hermana, no eran motivo para despreciar a todo el sexo. En cuanto
a la religión, Nietzsche careció, en más de
un aspecto, de objetividad. Interpretaba el cristianismo de una
forma muy personal – como podemos apreciar claramente en la
novela – llegando a obviar casi en su totalidad la propia
religión. Afirmaba que la fe debilita, cuando es innegable
la fuerza y el valor de los
que gozaron ejemplos tales como los mártires, Mahatma
Gandhi, la Madre Teresa y, sin ir más lejos, el propio
Jesucristo. A mi parecer, Nietzsche era incapaz de discernir
entre la verdad y su verdad, casualmente uno de los
rasgos que criticaba a ese tan hipócrita cristianismo
suyo. Esto es, explicando con mayor claridad, que la verdad es y
será siempre una sola. Ahora, uno puede coincidir o no
coincidir con ella. No, por así decirlo, "mutarla"
según conveniencia propia. Este fue, a mi juicio el gran y
absurdo error de Nietzsche. En su obsesión – a mi
parecer de débiles fundamentos – contra el
cristianismo, el filósofo asceta no criticó a una
religión, sino que adaptó esa religión a sus
críticas.
Ya con respecto a la novela, creo – personalmente
– haberle encontrado un significado, tal vez, mucho
más profundo del que puede apreciarse a simple vista. Sin
ir más lejos, el título, en sí, nos presenta
el atractivo contraste entre un hombre supuestamente duro y
fuerte, y un sentimiento erróneamente asociado por todos
con la debilidad: el llanto. Probablemente, no haya una novela
más profunda y más bellamente ideada que
ésta. Es en el final del capítulo donde aprendemos
que todos, en el fondo, tenemos una debilidad. Todos, en el
fondo, reprimimos aquellos sentimientos por los cuales tememos
que nos rechacen. Y, lo que es más importante, todos, en
el fondo, necesitamos de compañía. "El día
que Nietzsche lloró" es, en mi opinión, una novela
que incita a descubrir que, no importa cuán mezquina nos
parezca la gente, siempre, en el fondo, son tan débiles y
tan necesitados de compañía como
nosotros.
Es la utilización de personajes reales lo que nos
hace comprender, con mayor claridad, que esto no es cosa de
ficción sino también un hecho real, algo que bien
podría haber sucedido a cualquiera de nosotros. Nos
enseña que la desesperación puede atacar incluso al
menos esperado, como ser Josef Breuer – médico
exitoso y rico, de vida envidiada por todos – y Friedrich
Nietzsche – en apariencia reacio a todo contacto humano.
Todos como Breuer y Nietzsche, construimos una muralla de
aparente estabilidad para ocultar lo que sentimos, algo que tarde
o temprano nos llevará, como a ambos personajes, a la
desesperación más insoportable. He de suponer, ya
desde un punto de vista mucho más personal, que uno de los
principales factores que llevó a Nietzsche a la demencia,
fue sin duda su aislamiento total de todo ser humano.
Admito, sin embargo, que mi opinión bien puede
estar alejada de la verdadera intención de la novela, pero
no hay nada, para mí, como poder encontrar un significado
reconfortante en una novela tan bien escrita. Y es que debemos
comprender que, ante todo, nadie permanece inmune al dolor, ya
que todos somos humanos… "demasiado humanos".
- http://es.geocities.com/queeselpsicoanalisis200.com
– ¿Qué es el
psicoanálisis? - http://www.subneo.net/prensa/01-05-02/txt01.htm
– "El día que Nietzsche lloró", por
Víctor Figueroa Bahena.
http://www.findarticles.com/p/articles/mi_g2699/is_0000/ai_2699000046.htm
– Gale Encyclopedia of Psychology, Josef Breuer
(1842-1925)- http://www.whonamedit.com/doctor.cfm/2649.html
– Josef Breuer - http://www.yalom.com
– Irvin D. Yalom - http://www.cstone.net/~rsl/FNLAS_1882.html
– Nietzsche & Lou
Andreas-Salomé - http://www.pitt.edu/~wbcurry/nmenu.html
– The perspectives of
Nietzsche - http://www.epdlp.com/nietzsche.html
– Friedrich Nietzsche
(1844-1900) - http://www.geocities.com/agongen/cronologia.htm
– AGON Grupo de Estudios Nietzscheanos - Microsoft Encarta 2004
- "Así habló
Zarathustra" – Friedrich Nietzsche - "El ocaso de los ídolos" –
Friedrich Nietzsche
María Elena Benítez
Formoso
Tacuarembó – Uruguay
Colegio Jesús Sacramentado