- Justificación
- Inicio y evolución de la
migración mexicana - Perspectiva
actual - Esfuerzos
gubernamentales - Realidad de los
inmigrantes - Posibles
soluciones - Concluyendo
JUSTIFICACIÓN
La migración
de mexicanos a Estados Unidos es
un fenómeno que involucra dos sociedades y
que tiene lugar en momentos concretos del desenvolvimiento
histórico de ambas. Al estudiar el fenómeno se
deben tomar en cuenta las situaciones Mexicana y Estadounidense,
así como las interrelaciones entre ambas en cada etapa
histórica.
Es ampliamente aceptado que el fenómeno se
relaciona en cuanto a los elementos de carácter interno se refiere, con la
situación que guarda el empleo. El
origen del problema es el escaso nivel de desarrollo
alcanzado en muchas zonas del país y la baja posibilidad
de crecimiento.
Es un problema heredado de tiempo
atrás en el que el rezago económico obligaba a
buscar un lugar en la industria
ferrocarrilera, minera, agrícola, etc. De un país
ene l que esos empleos no eran ocupados por nacionales (de
EEUU).
Es este tema el que he escogido porque representa una
problemática de primer orden, es decir, el principal tema
a tratar por jefes de gobierno de ambos
países es el migratorio, desplazando otros como los
tratados
internacionales como el NAFTA;
además es importante señalar que actualmente las
divisas
provenientes del vecino del norte constituyen la segunda fuente
de ingresos del
país.
1. INICIO Y EVOLUCION DE
LA MIGRACION MEXICANA
1.1 Inicios de la Migración
El movimiento de
población mexicana hacia los Estados Unidos
se inició desde el siglo pasado cuando una parte del
territorio de México
pasó a ser posesión de los Estados Unidos por
circunstancias históricas que no es este el lugar para
reseñar. E1 hecho es que de pronto la frontera se
traslada hacia el sur y México se queda con su actual
territorio. Físicamente, la frontera es inexistente en ese
momento y los mexicanos no encuentran obstáculo alguno
para pasar al país vecino; sobre todo a partir de que se
amplía la red de vías de
comunicación de México, la gente
puede moverse con relativa facilidad, En particular los
ferrocarriles hicieron posible que muchas personas pudieran
viajar desde la Meseta Central del país hasta la frontera
con Estados Unidos, sobre todo al suroeste de ese país,
región que empieza a experimentar un fuerte desarrollo
económico basado en la agricultura.
Durante las dos últimas décadas del siglo XIX y 1as
dos primeras del presente, los inmigrantes mexicanos jugaron un
papel muy importante en la construcción de las vías
férreas en el suroeste de Estados Unidos, en especial las
de las empresas Southern
Pacific y Santa Fe. Los trabajadores mexicanos llegaron a
representar el 70 % de las cuadrillas y tan sólo en 1908
fueron contratados más de 16 000 de ellos con destino a
los ferrocarriles. Incluso después de que se terminaron
las vías principales, los mexicanos continuaron siendo
contratados para construir las líneas secundarias y para
el mantenimiento
y reparación de las mismas. La construcción de
vías férreas llevaron a los mexicanos a Montana,
Wyoming, Utah, Colorado, Idaho, Illinois y Washington.
Tres fueron los principales elementos que hicieron del
suroeste norteamericano el gran abastecedor de los Estados
Unidos: los ferrocarriles, que aseguraron un transporte
confiable para la distribución de productos
agrícolas a las ciudades los nuevos sistemas de
riego, que hicieron posible la apertura de miles de
hectáreas al cultivo, y, finalmente, la mano de obra
mexicana, que abundante y mal pagada limpió terrenos,
sembró, regó y cosechó los productos
agrícolas, que en 1929 llegaron a representar el 40% de
todas las frutas y vegetales cultivados en los Estados
Unidos.
La lucha de facciones que se desató en
México después de la revolución
de 1910, así como la prolieración de gavillas de
bandoleros hicieron que el campo fuera un sitio envuelto en la
inseguridad
económica, política y social. En
ese momento la industria y el campo estadounidenses necesitaban
suplir a sus trabajadores que habían marchado a la
Primera Guerra
Mundial: de esta manera, los migrantes mexicanos resolvieron
su problema de ocupación y seguridad y el
capital
norteamericano obtuvo fuerza de
trabajo. El
gobierno de los Estados Unidas legalizó el flujo en 1917
estableciendo un programa especial
para admitir temporalmente a la mano de obra mexicana, programa
que finalizó en 1921. Junto con estos trabajadores
mexicanos que entraron bajo la protección de este
programa, también ingresaron miles de indocumentados,
aún después de 1921.
1.2 La Crisis de
1929
La crisis de 1929 propició que surgieran y se
desarrollaran algunos grupos que
proponían restricciones a la inmigración y por lo tanto que se
oponían al empleo de mano de obra mexicana, aduciendo que
los mexicanos ocupaban puestos que deberían corresponder a
los ciudadanos norteamericanos agobiados por los crecientes
índices de desempleo. El
gobierno norteamericano encontró entonces a quien culpar
de por lo menos parte de la crisis y organizó
repatriaciones masivas de mexicanos. Esto coincidió con la
política del gobierno mexicano respecto al campo y a los
campesinos, pues fueron los años de auge del reparto
agrario. Ambos acontecimientos arraigaron por algunos años
a los emigrantes en sus propios asentamientos.
1.3 La sustitución de
importaciones
A partir de la década de los cuarenta
México comenzó un proceso de
desarrollo acelerado basado en una industria manufacturera que
sustituyendo importaciones
satisfacía la demanda del
mercado interno y
aun generaba excedentes de producción; por ello se vio en la necesidad
de exportarlos. Entre 1939 y 1945 las exportaciones
aumentaron un 100% incluyendo tanto las manufacturas como los
productos agropecuarios. La Segunda Guerra
Mundial vino a ser la coyuntura que propició este
espectacular crecimiento
económico, que se ha dado en llamar "el milagro
mexicano" y que permitió que en esos años el
producto
nacional creciera a un ritmo promedio anual de 7%.
Las grandes ciudades, particularmente la ciudad de
México, centralizaron la vida del país; su
dinamismo atrajo a los pobladores rurales y de ciudades menores
básicamente a empleos no muy estables como, por ejemplo,
la construcción. La mayoría de las ocupaciones
disponibles se encontraban en esa rama; es decir, eran empleos no
duraderos, pues aunque la construcción de la
infraestructura necesaria para la modernización del
país requería grandes contingentes de mano de obra,
una vez concluida la carretera, la presa, el puente o el
edificio, allí quedaban sin necesitar más
trabajadores. El dinero
obtenido por las exportaciones se destinó a inversiones
que llevaban a sustituir a la mano de obra en la
producción. Después de esto empezó a
declinar la tasa de creación de empleos en los centros
urbanos e industriales lo cual, junto con la explosión
demográfica y la Revolución Verde que
polarizó a los productores agrícolas en muy ricos
por un lado y en muy pobres por el otro, volcó la demanda
de empleos hacia el sector servicios, el
que desde luego fue incapaz de absorberla.
1.4 Migración en la Segunda Guerra
Mundial
En esta misma década los Estados Unidos entraron
a la Segunda Guerra Mundial por lo que su fuerza de trabajo fue
enviada a los frentes de guerra o absorbida por la industria
bélica, que pagaba los salarios
más altos. De esta manera los Estados Unidos y
México firmaron un acuerdo mediante el cual trabajadores
mexicanos podían ingresar a los Estados Unidos con la
finalidad de suplir temporalmente a los obreros norteamericanos.
Este acuerdo, que se conoce con el nombre de Programa Bracero, se
mantuvo vigente desde i942 hasta 1964 y puede decirse que fue
literalmente la salvación para muchas familias rurales que
en ese entonces se encontraban sin tierra y
compitiendo por los jornales en una economía que se
ocupaba poco de la crisis agrícola, menos por los empleos
y mucho por las ganancias.
El modelo
económico de desarrollo, la Revolución Verde, el
riego, los cambios en los patrones de cultivo y en el uso del
suelo
supusieron cambios en la división del trabajo rural, en
la
organización de la producción, en el
ofrecimiento de empleos, además del crecimiento
demográfico, la insuficiencia de tierras, el impacto de la
sociedad
moderna que impele hacia un mejor nivel de vida. De aquí
partió el éxodo rural, como lo denominan algunos
científicos sociales. Pero hablar de éxodo rural es
generalizar demasiado, porque evidentemente no todos los
habitantes del campo han emigrado, y los que lo han hecho tienen
entre si diferencias en cuanto a lugares de destino, recurrencia,
ocupación, lugar en la estructura
social de su pueblo y demás antecedentes
demográficos y personales. Por ello se hace necesario que
se realicen estudios que vean la migración en pueblos y
regiones a un nivel de generalización limitado.
Mientras que Estados Unidos ha promovido mayores lazos
comerciales, políticos y de inversión con México, ha tratado en
vano de contener el flujo de mano de obra a través de la
frontera. Empezando con las medidas drásticas contra la
inmigración ilegal tomadas a mediados de los ochenta, el
gobierno norteamericano ha impuesto pesadas
regulaciones sobre los patronos estadounidenses y ha aumentado
dramáticamente el gasto en patrullaje fronterizo. A pesar
de dichos esfuerzos agresivos, la política fronteriza
estadounidense ha fracasado en detener el flujo de trabajadores
indocumentados que ingresan al mercado laboral de
Estados Unidos.
Hoy en día 8 millones de personas viven en
Estados Unidos sin documentos
legales, y cada año el número aumenta en un
estimado de 250.000, conforme más personas entran al
país o permanecen una vez que sus visas expiran.
Más de la mitad de los inmigrantes que ingresan y los que
ya están aquí vienen de México.
Una consecuencia trágica de la supresión
policial ha sido el desvío de los flujos
migratorios de unos pocos puntos de paso tradicionales y
urbanos a zonas rurales más esparcidas-para
frustración de los residentes de dichos lugares y peligro
mortal de los inmigrantes. Antes de dichas medidas
enérgicas, la gran mayoría de los mexicanos
entraban a través de tres puertas urbanas: San Diego,
California, y El Paso y Laredo en Texas. En respuesta a las
nuevas imposiciones fronterizas de la
administración Clinton en 1993, los patrones
migratorios cambiaron a áreas rurales remotas, tales como
la frontera entre México y Arizona, en donde las patrullas
están más dispersas pero las condiciones son
más peligrosas.
El desvío del flujo le ha provocado dolores de
cabeza a los estadounidenses que viven en esas áreas, ya
que los inmigrantes invaden sus fincas, perturban al ganado y
destruyen la propiedad. Sin
embargo, las consecuencias han sido mortales para más de
2.000 inmigrantes que han perecido desde 1995 debido al calor y la
deshidratación en áreas remotas del desierto o en
camiones sellados.
Las leyes
inmigratorias estadounidenses chocan con la realidad
económica, y ésta última está ganando
la batalla. La inmigración desde México es
conducida por una disparidad fundamental entre la demanda
creciente por mano de obra poco calificada en Estados Unidos y la
disminución de la demanda doméstica para llenar
dichas labores. El Departamento de Trabajo de Estados Unidos
estima que el número de trabajos en la economía de
este país que requieren de poca capacitación incrementará de 53.2
millones en el 2000 a 60.9 millones en el 2010, un incremento
neto de 7.7 millones.
Mientras tanto, la oferta de
trabajadores estadounidenses dispuestos a realizar dichas labores
continúa cayendo, en parte debido al envejecimiento de la
fuerza laboral y al aumento de los niveles educacionales. Para el
2010, la edad media del
trabajador estadounidense será de 40.6 años,
mientras que la proporción de hombres adultos nativos sin
título colegial continua desplomándose: de
más de la mitad en 1960 a menos del 10% hoy en día.
Es de entender que estadounidenses más viejos y educados
tengan mejores cosas que hacer con su tiempo laboral que lavar
ventanas, ser meseros o trabajar en
lavanderías.
Los inmigrantes mexicanos proveen un recurso listo para
llenar dicho vacío. Aún así, la ley migratoria no
provee de un canal legal mediante el cual trabajadores
inmigrantes poco calificados puedan entrar a Estados Unidos a
satisfacer la demanda. El resultado predecible es la
inmigración ilegal y todas las patologías del
mercado negro que vienen con ésta.
En febrero del 2001 se reunieron en Guanajuato,
México, dos presidentes recién inaugurados, George
W. Bush y su contraparte mexicano Vicente Fox, quienes acordaron
trabajar juntos para solucionar el problema. La reunión
llevó a la creación del grupo de
Trabajo de Alto Nivel sobre Migración, compuesto por el
Fiscal General
estadounidense, los secretarios de estado y
trabajo y sus contrapartes en México, con el
propósito de frenar el flujo ilegal de mano de obra a
través de la frontera. El 7 de septiembre del 2001, luego
de una reunión de tres días en Washington, Bush y
Fox "renovaron su compromiso de forjar planteamientos nuevos y
realistas para que la migración sea segura, ordenada,
legal y digna." Apoyaron una política de
inmigración que incluye "hacer que coincidan los
trabajadores dispuestos con las compañías
dispuestas, servir las necesidades sociales y económicas
de ambos países; respetar la dignidad
humana de todos los inmigrantes, sin importar su estatus;
reconocer la contribución que los inmigrantes hacen al
enriquecimiento de ambas sociedades; y compartir la responsabilidad de que la migración se
lleve a cabo a través de canales seguros y
legales."
En ese momento las expectativas de que se llegara a un
acuerdo que confiriera algún tipo de estatus legal a los
4.5 millones de mexicanos que se estima viven de forma ilegal en
Estados Unidos, y de que se abriese un canal para que
trabajadores mexicanos entraran legalmente al mercado laboral de
Estados Unidos eran bastante altas. Sin embargo, los ataques
terroristas al World Trade Center y al Pentágono tan
sólo cuatro días después arrasaron
también con esos planes.
La inmigración sigue siendo la pieza más
evidente de negocios
inconclusos entre Estados Unidos y México, pues sus
relaciones en otros aspectos han progresado dramáticamente
en años recientes.
El resultado más obvio de la apertura mexicana ha
sido la continua integración económica con Estados
Unidos. México es ahora el segundo socio comercial
más grande de Estados Unidos, superado únicamente
por Canadá, y el flujo de inversión
extranjera directa entre nuestros países ha crecido
tan rápido como el comercio. El
número de mexicanos que cruzan la frontera, la
mayoría como visitantes temporales, ha incrementado
constantemente. El movimiento de bienes,
servicios, capital y personas ha sido facilitado por mejoras en
la infraestructura de carreteras, aeropuertos y telecomunicaciones. Además, las reformas
económicas han preparado el terreno para las reformas
políticas.
La gran excepción a esta tendencia ha sido la
política de inmigración. A la vez que ha promovido
comercio más cercano, inversión y lazos
políticos con México, el gobierno estadounidense ha
trabajado en vano para mantener un freno al flujo de mano de obra
que llega a través de la frontera. A partir de los
ochenta, en su esfuerzo por parar la inmigración ilegal,
el gobierno de Estados Unidos ha impuesto nuevas y onerosas
regulaciones sobre empleadores norteamericanos y ha incrementado
dramáticamente el gasto en el control
fronterizo. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos agresivos, la
política fronteriza de Estados Unidos ha fracasado en su
principal objetivo:
frenar el flujo de trabajadores indocumentados a su mercado
laboral.
La presencia de una gran fuerza laboral indocumentada
crea problemas
políticos y económicos en ambos lados de la
frontera. Para los Estados Unidos la presencia de tantos
trabajadores indocumentados representa un mercado negro en el
sector laboral, con todo lo que implica como es contrabando,
documentos fraudulentos, distorsiones salariales, y abusos que lo
acompañan. También enfrenta sensibilidades comunes
sobre la obediencia a la ley y el control de nuestras fronteras,
además de complicar la guerra del gobierno estadounidense
contra el terrorismo
tras el 11 de septiembre. Para México, la negación
de estatus legal significa que millones de ciudadanos mexicanos
vivan en un inframundo legal sin todas las protecciones y
vulnerables al abuso de empleadores y traficantes ilegales.
Más de 300 mexicanos mueren cada año tratando de
cruzar ilegalmente la frontera en lugares remotos.
4. REALIDAD DE LOS INMIGRANTES
4.1 Migrantes en la historia de EE
UU
La inmigración siempre ha sido controversial en
Estados Unidos. Hace más de dos siglos Benjamín
Franklin se preocupaba de que muchos inmigrantes alemanes
abrumarían la cultura
predominantemente británica de Estados Unidos. A mediados
del siglo XIX los inmigrantes irlandeses eran despreciados como
borrachos y perezosos, sin mencionar a otros grupos
católicos. A principios del
siglo XX se creía que una ola de "nuevos
inmigrantes"-polacos, italianos, rusos judíos-eran muy diferentes como para alguna
vez ser asimilados en la vida norteamericana. Hoy en día,
los mismos temores son esgrimidos contra los inmigrantes de
Latinoamérica, principalmente,
México, pero los actuales críticos están
equivocados, tal y como lo estuvieron sus contrapartes en
épocas anteriores.
La inmigración no está acabando con el
experimento estadounidense, sino que es una parte integral de
éste. Estados Unidos es una nación
de inmigrantes. Olas exitosas de inmigrantes han mantenido a ese
país demográficamente joven, han enriquecido su
cultura y han contribuido a la capacidad productiva de la
nación,
aumentando su influencia en el mundo.
4.2 Posición Real
Contrario al mito popular,
los inmigrantes no le quitan el trabajo a
los estadounidenses. Los primeros tienden a ocupar puestos que
los segundos no pueden o no quieren tomar, especialmente en las
partes alta y baja del espectro de la mano de obra calificada.
Los inmigrantes están representados desproporcionalmente
en áreas sumamente calificadas como la medicina, la
física, la
ciencia de las
computadoras,
pero también en sectores poco calificados como la hotelería
y restaurantes, los servicios domésticos, la
construcción y la manufactura
ligera.
Los inmigrantes tampoco drenan las finanzas
gubernamentales. El estudio de ANC encontró que el
típico inmigrante y su descendencia pagarán $80.000
netos en impuestos durante
su vida, contribuyendo más en tributos de lo
que reciben por servicios estatales. Para los inmigrantes con
grados universitarios, el retorno fiscal neto es de $198.000. Es
cierto que los inmigrantes poco calificados y los refugiados
tienden a utilizar más la asistencia social que los
estadounidenses "nativos", pero la Ley de Reforma a la
Beneficencia Pública de 1996 dificultó en mucho a
los recién llegados el acceso a los fondos de asistencia.
Como resultado, el número de inmigrantes utilizando
beneficencia pública ha disminuido en años
recientes.
Tampoco se puede culpar a los inmigrantes por causar
"sobrepoblación." El crecimiento poblacional del 1% de
Estados Unidos se encuentra por debajo de la tasa promedio de
crecimiento mundial del siglo pasado. De hecho, sin la
inmigración, la fuerza laboral norteamericana
empezaría a encogerse dentro de dos décadas. De
acuerdo al censo del 2000, el 22% de los condados estadounidenses
perdieron población entre 1990 y el 2000. Los inmigrantes
podrían ayudar a revitalizar áreas
demográficas deprimidas del país, tal y como lo
hicieron con la ciudad de Nueva York y otros centros urbanos que
anteriormente estaban en declive.
4.3 ¿Por siempre inferiores?
Una preocupación mayor es que los inmigrantes
mexicanos recién legalizados e incluso sus descendientes
no van a poder
asimilarse a la sociedad norteamericana. Patrick Buchanan,
crítico de la inmigración y ex-candidato
presidencial, advierte que "la inmigración mexicana es un
reto a nuestra integridad cultural, a nuestra identidad
nacional y potencialmente a nuestro futuro como país".
En términos puramente económicos, los hogares
mexicanos inmigrantes como grupo no alcanzan paridad en ingreso
con otros estadounidenses sino hasta después de varias
generaciones. Los niveles de ingreso y educativos suben
dramáticamente de la primer a la segunda
generación, pero ahí el progreso parece estancarse
con relación al resto de la sociedad estadounidense. De
hecho, el estudio del NRC encontró que la disparidad de
sueldos entre inmigrantes en general se hizo menor con el tiempo,
pero que no ocurrió lo mismo con los mexicanos. La
razón más obvia es el nivel de educación. Los
inmigrantes mexicanos son los menos educados; el inmigrante
promedio entra al país con 12 años de
educación pero los mexicanos lo hacen con sólo 7.7
años. Los hijos de los mexicanos completan en promedio 11
años de educación, lo cual lleva directamente a
ingresos mayores, pero luego los niveles no aumentan con la
tercera generación.
Sin embargo esto no debiera descalificar el ingreso de
mexicanos a Estados Unidos. Los inmigrantes mexicanos y sus hijos
no están predestinados a ganar ingresos bajos. Aquellos
que invierten en su educación y destrezas alcanzan mayores
ingresos y mejores oportunidades. Millones de inmigrantes
mexicanos han tenido éxito
en alcanzar ingresos de clase media y
todos los indicadores
que van con ello, como por ejemplo el tener casa propia. De
nuevo, la respuesta correcta no es impedir
sistemáticamente el ingreso de mexicanos a Estados Unidos,
sino motivarles para que quienes lo hacen incrementen su
educación y la de sus hijos.
4.4 La asimilación
La asimilación ha sido un tema importante en la
historia de la inmigración estadounidense. Las olas
previas de inmigrantes han tenido que sostenerse a sí
mismas en la economía, aprender inglés
y convertirse en participantes activos de la
sociedad norteamericana. Como regla, los inmigrantes han hecho
precisamente eso a lo largo de nuestra historia—a pesar de
las dudas de los críticos contemporáneos acerca de
cada ola de "nuevos" inmigrantes. Los irlandeses de mediados del
siglo XIX, alemanes de fines de ese siglo e italianos, polacos,
austro-húngaros, griegos y judíos rusos durante la
"Gran Migración" de hace cien años eran
considerados demasiado distintos cultural e incluso racialmente
como para ser asimilados.
Mientras que el español ha
crecido dramáticamente como segundo idioma en Estados
Unidos, no hay evidencia de que los inmigrantes mexicanos no
estén aprendiendo inglés. Con el inglés
creciendo como lenguaje
global en los negocios, transporte, ciencia, cultura popular y
espacio cibernético, parece poco probable que un grupo
dentro de Estados Unidos pueda aislarse del resto del mundo. De
hecho Estados Unidos ha sido considerado históricamente un
"cementerio de idiomas" por el casi irresistible incentivo de los
inmigrantes, y especialmente de sus hijos, por aprender
inglés.
Entre todos los inmigrantes de largo plazo en los
Estados Unidos, sólo 3% reporta hablar inglés "no
bien" o para nada, y virtualmente todos los inmigrantes de
segunda y tercera generaciones reportan buenos niveles de
inglés. Los inmigrantes hispánicos no son la
excepción. En 1998, en un estudio longitudinal de miles de
familias inmigrantes, el sociólogo Ruben Rumbaut de la
Michigan State University encontró que el 88% de los hijos
de inmigrantes en California y Florida preferían hablar
inglés a pesar de que el 90% hablaba otro idioma en casa.
Al llegar a la tercera generación, la mayoría
hablaba sólo inglés. Rumbaut concluyó que
"Este patrón de asimilación lingüística rápida es constante
a través de nacionalidades y niveles
socioeconómicos y sugiere que, con el tiempo, el uso y
fluencia en idiomas foráneos declinará
inevitablemente—resultados que directamente refutan los
temores nativos de que existan enclaves de idiomas extranjeros en
comunidades de inmigrantes".
Finalmente, a pesar de que se afirme lo contrario, los
mexicano-estadounidenses no exhiben las características de
una subclase que resiente al país donde han decidido
residir y trabajar. De hecho, al igual que la mayoría de
inmigrantes en la historia de E.E. U.U., los mexicanos aprecian
la libertad y las
oportunidades que les presenta la sociedad norteamericana.
Según el Estudio Binacional de Migración, "muy
pocos inmigrantes mexicanos creen que han sido víctimas de
racismo o
discriminación; los
mexicano-estadounidenses parecen deseosos de ser parte de la
visión meritocrática de la sociedad
estadounidense".
El avance de soluciones
para solucionar el problema de la inmigración ilegal fue
descarrilado por los ataques del 11 de septiembre, aunque la
mayoría de los miembros del Congreso estadounidense
reconocen que la inmigración mexicana no constituye una
amenaza a la seguridad nacional. La Ley para Aumentar la
Seguridad Fronteriza y Reformar el Ingreso con Visas que el
Congreso aprobó en mayo del 2002 representa la respuesta
apropiada al terrorismo. La ley se enfoca en identificar a los
sospechosos de terrorismo en el extranjero y en mantenerlos fuera
de Estados Unidos. Es notable que en la ley no hay ningún
tipo de provisiones para disminuir los niveles de
inmigración legal o para endurecer los controles sobre la
inmigración indocumentada desde México.
5.1 Repatriación Forzosa:
Fallida
La repatriación forzosa de Mexicanos que viven en
Estados Unidos, es una obra importante que se ha presentado
muchas veces con anterioridad y que puede ser ofrecida otra vez
como solución concluyente al problema de la
emigración ilegal, sin embargo, el tiempo mismo se encargo
de demostrar que nunca significo una solución concluyente,
ya que las emigraciones se volvieron a dar, es decir, la
persecución de ilegales logro dar una solución
parcial y temporal, ya que era imposible repatriar a todos y
evitar que volvieran a entrar a Estados Unidos es entonces que se
deja al descubierto que las políticas de
repatriación han derivado de crisis como la de 1929 en la
que se separaron familias y amigos para una expulsión
masiva de un pueblo y proteger así los intereses
económicos de otro. Una nueva expulsión masiva no
es viable en estos días ya que es imposible localizar a la
mayoría de los ilegales y el gasto hecho seria
inútil ya que seria cuestión de meses o semanas
para que volvieran a internarse.
5.2 Legalización
De hecho, el crear un canal legal para el movimiento de
trabajadores a lo largo de la frontera estadounidense-mexicana
aumentaría la seguridad nacional de Estados Unidos. Antes
del 11 de septiembre el gobierno norteamericano había
estacionado más de cuatro veces el número de
agentes en la frontera con México que en la de
Canadá, aún cuando la última es más
del doble de larga y ha sido preferida por árabes para
entrar a Estados Unidos ilegalmente. Un sistema que le
permita a los trabajadores mexicanos el entrar legalmente
liberaría miles de trabajadores gubernamentales y
ahorraría un estimado de $3.000 millones anuales-recursos que
estarían disponibles para combatir al
terrorismo.
Los presidentes Bush y Fox deberían reafirmar su
compromiso previo de hacer "segura, ordenada, legal y
dignificante" a la inmigración a lo largo de la frontera.
Dicho sistema debería incluir una nueva visa de trabajo
temporal que le permita a los trabajadores mexicanos entrar
legalmente y por un período definido al mercado laboral
estadounidense, así como facilitarle a los obreros
indocumentados que ya se encuentran en Estados Unidos el ganar el
estatus legal basado en los años laborados y otros
comportamientos productivos.
La ley migratoria actual hace criminales a millones de
empeñados trabajadores-inmigrantes y empleadores
estadounidenses por igual cuyo único "crimen" es el deseo
de trabajar juntos en la economía de mercado para
beneficio mutuo.
Legalizar la migración mexicana traería a
la superficie un enorme mercado subterráneo,
permitiría a los productores norteamericanos en sectores
importantes de nuestra economía contratar a los
trabajadores que necesitan para poder crecer, mejoraría
los sueldos y condiciones laborales de millones de trabajadores
poco calificados, estimularía la inversión en
capital
humano, y liberaría recursos y personal para la
guerra contra el terrorismo.
Contrario a las objeciones que comúnmente se
hacen, la evidencia no sugiere que un sistema propiamente
diseñado de migración mexicana legal vaya a desatar
una ola de nuevos inmigrantes a Estados Unidos, perjudicar a
estadounidenses poco preparados, crear una carga para los
contribuyentes, motivar la violación de la ley, o
comprometer la seguridad fronteriza.
5.2.1 Una solución viable
Coincido con Daniel T. Grisworld en su solución
para el problema migratorio, creando visas de trabajo
temporales(VTT) y un sistema distinto de ajuste merecido a los ya
residentes(ilegales o no) de EE UU:
5.2.1.1 Visas Temporales de Trabajo
Una visa temporal de trabajo (VTT), que sea efectiva,
debe crearse para permitir a los ciudadanos mexicanos permanecer
en Estados Unidos para trabajar durante un período
limitado Como la ya creada en años recientes, pero
todavía a un nivel con mas concesión de derechos, como la
posibilidad de renovarse. La visa autorizaría trabajar
durante un período definitivo, como lo es el de tres
años, y como ya mencione sería renovable para un
período adicional; permitiría entradas
múltiples ilimitadas mientras fuese vigente;
permitiría movilidad completa entre empleados y sectores
de la economía y le daría al portador derecho a
recibir "trato nacional", algo que la creada no ha
concedido.
La movilidad sería esencial para que los
trabajadores ejerzan completa libertad de cambiar trabajos para
obtener mejores ingresos, bajo la teoría
de que la mejor protección en contra de sueldos inferiores
al mercado y de malas condiciones de trabajo es la libertad de
buscar una mejor oferta. En el ámbito general, la
movilidad permitiría que la oferta de trabajo fluya para
satisfacer los cambios en la demanda. El tratamiento nacional
consistiría de la misma protección bajo la ley que
reciben los trabajadores nacionales. Esto aseguraría que
los trabajadores extranjeros temporales no disfruten de ventajas
legales injustas ni que sufran de desventajas.
La movilidad y el tratamiento nacional
protegerían a los trabajadores inmigrantes de los abusos
que se dieron con programas de
"trabajadores invitados" en el pasado. La falla fatal del
programa de Bracero y de otros programas propuestos es que
amarran al trabajador a una industria o empleador,
dejándolos a la merced de sus jefes. El mejor modelo para
las VTT debiera ser el documento estándar de
autorización de trabajo conocido como Formulario I-688B,
que se emite a residentes nacidos en el extranjero que pueden
trabajar en Estados Unidos.
El número de visas emitido debe ser suficiente
para satisfacer la demanda en el mercado laboral estadounidense.
Usando el estimado actual de ingreso de trabajadores
indocumentados, 300,000 visas anuales sería un punto de
partida razonable. La distribución de las visas puede
racionarse a través de una cuota de solicitud. La cuota
debe ser lo suficientemente alta como para cubrir los costos y regular
la demanda, pero lo suficientemente baja como para sacar del
mercado a traficantes ilegales, talvez en el vecindario de los
$1,000. Si reapareciese o persistiese un mercado negro,
sería un indicador de que hay que bajar la cuota o
aumentar el número de visas emitidas. Estos ingresos
serían usados para sostener el programa y todo
superávit debe ser distribuido entre los gobiernos
estatales y locales para cubrir los gastos en que
incurran por la presencia de trabajadores poco calificados. Si se
emiten 300,000 visas a $1,000 cada una, se tendría un
ingreso de $300 millones. Las visas debieran ser colocadas
basándose en precios, no en
agencias gubernamentales expuestas a la corrupción.
5.2.1.2 "Ajuste Merecido" por Trabajo
Honesto
Un programa debe ser creado para permitir que los
trabajadores indocumentados que ya están en el país
obtengan estatus legal basado en los años de trabajo y en
otro comportamiento
productivo. Los trabajadores indocumentados que ya están
allá deben de recibir VTTs inmediatamente siempre y cuando
se registren con el gobierno y no sean una amenaza a la seguridad
interna o nacional. Aquellos que han vivido y trabajado en
Estados Unidos por más de un tiempo determinado deben
poder solicitar a residencia permanente y finalmente la ciudadanía. El estatus legal debe estar
condicionado a no haber cometido crímenes serios. El
líder
de la minoría en la Casa de Representantes, Dick Gephardt
prometió una propuesta de ley demócrata que "provea
legalización merecida a inmigrantes indocumentados que han
residido acá por más de cinco años,
trabajado allá dos años y se han atenido a las
reglas".
Al igual que los nuevos entrantes, los trabajadores
indocumentados que ya están en el país
tendrían que pagar la cuota de solicitud; si 4.5 millones
de mexicanos reciben estatus legal, y cada uno paga una cuota de
$1,000, el gobierno federal recibiría un pago de $4.5 mil
millones. De nuevo, el dinero se
usaría para cubrir costos y para distribuirlo a otros
niveles de gobierno que incurren en costos relacionados aunque no
tan directos.
Esta legalización no sería una simple
repetición de la amnistía de los ochenta. Los
trabajadores no obtendrían residencia permanente en forma
automática. Todos los inmigrantes podrían recibir
visas temporales validas por un período limitado. Para
obtener residencia tendrían que solicitar a través
de los canales existentes; no recibirían trato especial,
pero serían procesados junto a candidatos legalmente
calificados. Las solicitudes tendrían que ser procesadas
en forma oportuna y eficiente, siguiendo el lineamiento de 180
días propuesto por el Presidente Bush.
5.3 ¿Por qué empezar legalizando a
México?
Por razones prácticas, la legalización
debiera empezar con inmigrantes mexicanos; dada su
ubicación y el número de sus trabajadores ya
presentes en Estados Unidos, México es por mucho el
país de origen más importante de
inmigración. El gobierno mexicano está ansioso por
trabajar con el estadounidense para implementar un programa
exitoso, y su cooperación va a ser necesaria para que el
programa funcione mientras se resguarde la seguridad nacional de
Estados Unidos, y la seguridad económica y social de
México. Nuestra larga frontera terrestre con Estados
Unidos y el tráfico comercial creciente estimulado por
TLCAN
argumentan a favor de legalizar lo que ya es un mercado laboral
integrado de Norteamérica.
6. CONCLUYENDO
A pesar de todos los esfuerzos coercitivos de mantener
afuera a los trabajadores mexicanos dispuestos a trabajar han
engendrado una cultura subterránea de fraude y
contrabando, han causado centenares de muertes innecesarias en el
desierto, o en lugares inimaginables y han desviado la atención y recursos que serían
útiles en materias reales de seguridad fronteriza. Esos
esfuerzos alteraron el flujo tradicional de migración
circular, incrementando la cantidad de mexicanos ilegales en
Estados Unidos.
"Los encargados de hacer política pública
en Estados Unidos se enfrentan a tres posibles opciones en
respuesta a la inmigración ilegal. Una sería caerle
encima una vez más. El gobierno federal podría
construir un cerco triple de 2,000 millas de San Diego a
Brownsville y reasignar o contratar a decenas de miles de agentes
para patrullarlo. Podría enviar internamente a miles de
agentes gubernamentales adicionales para hacer redadas en
negocios, multar a empleadores y cazar y deportar a los millones
de indocumentados que viven y trabajan en Estados
Unidos—sin importar lo profundo de sus lazos a sus
trabajos, familias y comunidades. Podría obligar a todo
ciudadano y no-ciudadano estadounidense a llevar consigo una
tarjeta de identificación nacional o a registrarse en una
base de datos
nacional como requerimiento previo para ganarse la vida. Pero esa
opción impondría un alto costo en
términos de gastos gubernamentales, producción
económica y libertad. Desviaría recursos del
esfuerzo nacional por combatir el terrorismo y, al igual que
esfuerzos similares hechos en el pasado,
fracasaría.
Otra opción sería aceptar el status quo.
Podríamos continuar indefinidamente con millones de
personas viviendo acá sin documentos oficiales y cientos
de miles entrando cada año. Millones de trabajadores y sus
familias podrían seguir viviendo en las sombras legales,
temerosos de presentarse ante las autoridades, incapaces de
disfrutar de todos los frutos de su trabajo y dudosos de regresar
a su patria. El status quo perpetuaría una economía
dual en la que una demanda creciente de trabajadores sería
satisfecha por medio de una oferta subterránea, sueldos
artificialmente bajos, y malas condiciones de trabajo para todos
aquellos que están en los escalones más bajos de la
pirámide laboral. El status quo se burla del Estado de Derecho
al mantener un sistema migratorio en conflicto
fundamental con las leyes de economía y de aspiraciones
legítimas de millones de personas.
Una tercer opción sería arreglar el
fallido sistema de inmigración para que se conforme a las
realidades de una sociedad libre y una economía libre y
eficiente. Un sistema legalizado de migración mexicana
podría, de un plumazo, traer a la superficie un enorme
mercado subterráneo. Le permitiría a productores
estadounidenses en sectores importantes de la economía
contratar a los trabajadores que necesitan para crecer.
Mejoraría los sueldos y condiciones laborales de millones
de trabajadores poco calificados e impulsaría la
inversión en capital humano. Liberaría recursos y
personal para la guerra contra el terrorismo. Promovería
el desarrollo económico en México y mejores
relaciones con un vecino importante."
El Presidente Bush, los líderes de ambos partidos
en el Congreso de EE UU, así como las autoridades
mexicanas deben regresar a la tarea de reformar el disfuncional
sistema migratorio de Estados Unidos para hacerlo
económico, humano, y compatible con la manera en que los
estadounidenses viven sus vidas, y realizar políticas
internacionales conjuntas que cambien esta
situación.
También creo es necesario campañas de
culturización o sensibilización a ciertos sectores
de la población estadounidense que dejándose
manipular por ciertos "lideres", van por la tarea fácil de
culpar a los inmigrantes de los problemas de su nación,
como un día lo hiciese Adolf Hitler con
los judíos.
Un ejemplo de lo anterior es el siguiente fragmento del
libro "El
Cambio de
Poder" de Alvin Toffler: "el sentimiento en contra de la
inmigración esta al rojo vivo, fomentado por
ecoextremistas que achacan al influjo de la inmigración
mexicana el deterioro del medio ambiente
de Estado Unidos".
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Compilador y realizador:
Carlos Torres Hinojosa
Veracruz, México