- Resumen
- Breve reseña
histórica - La competencia comunicativa
integral y sus dimensiones - La
tradición - La novedad
- Implicaciones
didácticas del término competencia comunicativa
integral para la enseñanza y el aprendizaje de
lenguas - Referencias
bibliográficas
El artículo ofrece un análisis de la génesis y la evolución del término competencia
comunicativa y su influencia en la enseñanza y el aprendizaje de
lenguas y, en particular, en las lenguas extranjeras. Se
presentan los conceptos de competencia comunicativa integral y
los de sus nueve dimensiones. Por último, se consideran
las implicaciones didácticas y los riesgos que
supone asumir tales posiciones teóricas.
Abstract.
This article offers an analysis of the origin and
evolution of the term communicative competence and its influence
on the teaching and learning of languages , particularly, on the
foreign ones. They are also introduced the terms integral
communicative competence and its nine dimensions. Finally, the
didactic implications and the risks that could emerge when
assuming those theoretical positions are considered in this
article.
Resumir la evolución intelectual de la teoría
de la competencia comunicativa en apenas unos párrafos, es
una pretensión difícil y riesgosa, en tanto esta
teoría es merecedora de una seria investigación por su relevancia y
complejidad. Sin embargo, a fin de reseñar su
génesis y ulterior desarrollo
hasta nuestros días, algunos elementos esenciales deben
ser destacados.
En 1966 en su trabajo On
Communicative Competence, Dell Hymes ofrece un primer
concepto de competencia comunicativa en reacción al
concepto de competencia que Noam Chomsky introduce en las
primeras páginas de su Aspects of the Theory of
Syntax (1965), donde establece una distinción entre la
dicotomía competencia/actuación. Hymes,
según Hornberger (1989), consideró
problemático el uso que Chomsky da a estos términos
debido a lo limitado de su alcance, opinión compartida por
muchos otros lingüistas: Revell (1979) cita a Gumperz,
Halliday y Campbell y Wales (1970); Widdowson (1989), por su
parte y en igual sentido se gana el reconocimiento del propio
Hymes (1989), quien califica de sagazmente correcta su
apreciación en cuanto a que la competencia
pragmática de Chomsky era habilidad y no
conocimiento, algo que el propio Hymes admite no haber
advertido.
El argumento para una concepción de competencia
comunicativa era que hay mucho más en la competencia misma
y básicamente sobre el
conocimiento y la habilidad que lo que Chomsky ofrecía
en su concepción sobre el término competencia
(Hornberger, op. cit.)
Por otra parte, la propia evolución de la
formulación de la etnografía del habla (1962-1968) y la
etnografía de la
comunicación (1964-1968), donde Hymes propone que el
acto del habla debe reemplazar el código
lingüístico como centro de atención del estudio de las lenguas, y
establece que tanto los componentes como las funciones de la
actividad comunicativa necesitarían ser identificadas
etnográficamente para cada comunidad
lingüística, da lugar a un nuevo punto
de partida para el análisis de la competencia comunicativa
propiamente dicho (Hymes, 1972 en Hornberger, op. cit.). En esta
reformulación del concepto de competencia comunicativa
Hymes establece cuatro sectores: lo que es posible
(gramaticalmente), lo que es factible, lo que es apropiado y lo
que es hecho o realizado en términos de los ocho
componentes de los actos o eventos del habla
descritos en su mnemotecnia SPEAKING.
Como bien apuntó Hornberger (op. cit.), desde
entonces hasta finales de la década del 80 del siglo
pasado, las reacciones, interpretaciones y usos que se le han
dado al concepto competencia comunicativa han sido muy diversos,
véase Rivers (1972); Paulston (1974); Widdowson (1978);
van Ek (1975); Wilkings (1976), todos citados por Savignon (1983)
en Hornberger, (op. cit.), quien además menciona a De Witt
(1988).
En reacción a tan variadas consideraciones,
Canale y Swain (1980), proponen una estructura
teórica, primero de tres y después de cuatro
(Canale, 1983) componentes que describen la competencia
comunicativa: la competencia gramatical
(lingüística), la competencia
socio-lingüística, la competencia discursiva y la
competencia estratégica. Después aparece un quinto
componente, la competencia sociocultural (van Ek, 1976). Parece
ser que Canale y Swain (op. cit.) reconocen la importancia del
contexto al incluir reglas de uso sociocultural en el componente
socio-lingüístico, que a su vez Hymes (1972) incluye
en el sector tres, lo que es apropiado en un contexto
sociocultural dado, pero es van Ek (op. cit.) quien lo
operacionaliza y lo incluye en el concepto junto a las cuatro
dimensiones ya establecidas en la obra Threshold Level for
Modern Language Learning in Schools, que forma parte del
Threshold Level of the Council of Europe que da origen al
llamado enfoque comunicativo que hasta hoy ha revolucionado la
enseñanza de lenguas extranjeras.
Otro lingüista, Gumperz (1981), citado por Stalker
(1989) redefine el término competencia comunicativa
reconociendo y enfatizando, en nuestra opinión, el
carácter interaccional y cooperativo de la
comunicación y su
contextualización.
Consideramos pertinente hacer referencia en este breve
decursar histórico a un concepto de competencia
comunicativa para los hablantes de lenguas extranjeras dado por
Savignon (1972), que vino a salvar los obstáculos
existentes en la enseñanza y el aprendizaje de
estas lenguas, cuando en este contexto se aplicaba el concepto de
competencia comunicativa referido a los procesos de
comunicación que tienen lugar en la lengua
materna. Savignon (op. cit.) se refiere a la competencia
comunicativa para las lenguas extranjeras como la habilidad del
que aprende la lengua
extranjera para interactuar y negociar significados con otro
hablante.
Siguiendo la transición acaecida en la
teoría general de la competencia comunicativa, llama la
atención los cambios relacionados con la nomenclatura de
la estructura interna del concepto, Hymes (1972) utiliza el
término sectores para describir las áreas de
la competencia comunicativa, por su parte Canale y Swain (1980)
les llaman componentes, van Ek (1976) los denomina
direcciones y, finalmente, Finocchiaro (1977) se refiere a
las dimensiones del concepto competencia comunicativa,
término utilizado después por otros lingüistas
e investigadores como Richards y Skelton (1989) y al que de
adhieren los autores del trabajo, pero sin dudas, compartimos el
criterio de Hymes (1989), acerca de que "en general los cambios
de nombres no harán una diferencia. La extensión
del conocimiento
sí lo hará".
Prosiguiendo con la evolución del concepto que
nos ocupa, recientemente han sido añadidas varias
dimensiones que completarían el concepto de competencia
comunicativa integral.
La inclusión de la competencia de aprendizaje
(Faedo, 2003), citando a Giovanini (et. al., 1996), es coherente
con la creencia de Richards y Skelton (1989) y muchos otros que
la compartimos, en cuanto a que "el término competencia
comunicativa se sostiene como el fin legítimo de la
enseñanza de lenguas", por lo tanto el aprendizaje de la
comunicación es la meta a
alcanzar.
Unido a esto, en nuestra opinión, la influencia
de las teorías
humanistas y cognitivistas y de conceptos claves como
valores, aprendizaje, cultura,
multiculturalidad, interculturalidad,
pluralidad y diversidad en ámbitos que
cubren la totalidad de las experiencias vitales del ser humano,
justifica la inclusión de las tres últimas
dimensiones de este concepto, la dimensión cognitiva, a
partir de criterios de Enríquez (2003), Rodrigo (2004) y
Martínez-Otero (2004); la dimensión de la
competencia afectiva según Vilá (2004),
Martínez-Otero (op. cit.), a la que Rodrigo (op. cit.)
refiere como competencia emotiva, y por último, la
dimensión comportamental de acuerdo con los criterios de
Vilá (op. cit.), también llamada conductual por
Martínez-Otero (op. cit.).
Estas adiciones están ampliamente justificadas.
Además de lo ya expuesto, podría añadirse
que la preocupación por la desatención que han
sufrido determinadas áreas de la comunicación no es
nueva. En un artículo publicado en 1977 (al que ya se ha
hecho alusión en este trabajo), Mary Finocchiaro esclarece
los puntos de vista vigentes entonces, y aún hoy, sobre la
competencia comunicativa, y nos alerta sobre cuestiones que no
deben ser ignoradas cuando al decir de ella … "urgimos a los
profesores a aceptar la competencia comunicativa como el objetivo
principal del aprendizaje de lenguas … ", y menciona las
necesidades cognitivas y socioculturales de los alumnos, la
influencia del contexto en la comunicación, tanto en su
forma como en su contenido, la incidencia de factores
extralingüísticos (comportamentales y emotivos) que
pueden ayudar u obstaculizar la comunicación. En tal
sentido, las creencias de entonces hoy pretenden ser cubiertas
con la incorporación de cuatro nuevas dimensiones, lo que
en nuestra opinión, más que un acto de conciencia
constituye la implementación de los fundamentos sobre los
que se erigió el objetivo de la competencia
comunicativa.
La competencia
comunicativa integral y sus dimensiones.
Competencia comunicativa integral: Según
Pulido (2004), es la habilidad del que aprende la lengua para
expresar, interpretar y negociar significados socioculturales en
la interacción entre dos o más
personas, o entre una persona y un
texto oral o
escrito, de forma tal que el proceso de
comunicación sea eficiente y esté matizado por
modos de actuación apropiados.
La competencia comunicativa integral, desde nuestras
posiciones teóricas, comprende nueve diferentes
dimensiones: la competencia cognitiva, la competencia
lingüística, la competencia discursiva, la
competencia estratégica, la competencia
sociolingüística, la competencia de aprendizaje, la
competencia sociocultural la competencia afectiva y la
competencia comportamental.
A continuación se exponen las dimensiones
consideradas tradicionalmente en la evolución del
concepto.
Competencia lingüística: Según
Enríquez y otros, (op. cit.), es la habilidad de usar e
interpretar las formas lingüísticas
correctamente.
Competencia sociolingüística:
Según Enríquez y otros, (op. cit.), es la habilidad
de producir enunciados apropiados de acuerdo con las reglas que
rigen su uso, la situación comunicativa y los
participantes en el acto comunicativo.
Competencia discursiva: Según
Enríquez y otros, (op. cit.), es la habilidad de producir
e interpretar diferentes tipos de discursos e
interpretar y producir textos coherentes y fluidos.
Competencia estratégica: Según
Pulido, (op. cit.), es la habilidad de utilizar estrategias de
comunicación verbales y no verbales para mejorar la
efectividad de la comunicación o compensar las
interrupciones que pueden surgir en la misma, debido a diferentes
variables de
actuación o a insuficiencias en una o varias competencias.
Competencia sociocultural: Según
Enríquez y otros, (op. cit.), es la habilidad de
comprender el significado cultural que subyace en las formas
lingüísticas, y de establecer distinciones entre las
cultura
diferentes, particularmente la de los pueblos cuya lengua se
estudia.
Competencia de aprendizaje: Para Faedo, (op.
cit.), citando a Giovanini, (op. cit.), es el grado de
autonomía de la que un alumno puede gozar para organizar
su propio aprendizaje. La misma depende de la capacidad de tomar
decisiones y asumir responsabilidades, de autoevaluarse y de
supervisar su propio aprendizaje, de participar activamente en un
aprendizaje cooperativo.
Competencia cognitiva: Según
Enríquez y otros, (op. cit.), es la habilidad de construir
o reconstruir conocimientos a través de la
lengua.
Competencia afectiva: Según
Martínez-Otero, (op. cit.) y Vilá, (op. cit.), es
la habilidad para reconocer, expresar y canalizar la vida
emocional, donde adquiere especial importancia el equilibrio
personal, la
autoestima y
la empatía, así como la metaafectividad o capacidad
del sujeto para conocer y gobernar los sentimientos que provocan
los fenómenos afectivos.
Competencia comportamental: Según
Vilá, (op. cit.), son las habilidades verbales y no
verbales que evidencian una adaptación de la conducta a la
situación y al contexto que favorezca comunicarse de forma
efectiva.
Para la inclusión de estas dimensiones se
tuvieron en cuenta criterios de Hymes, al definir el problema que
enfrentan los lingüistas en cómo descubrir y explicar
las competencias que permiten a los miembros de una comunidad
conducirse e interpretar el habla (1977, en Holmes, 1989) y, por
otra parte, consideramos necesario además identificar las
necesidades comunicativas como establece Hymes (1977), al
considerar el contexto en que se produce la comunicación,
en este caso, un contexto de enseñanza-aprendizaje
institucionalizado.
Implicaciones
didácticas del término competencia comunicativa
integral para la enseñanza y el aprendizaje de
lenguas.
Que la competencia comunicativa es el objetivo, el
contenido y el medio de la enseñanza de lenguas no es un
descubrimiento. El surgimiento y posterior desarrollo del enfoque
comunicativo está indisolublemente ligado a la propia
evolución del término competencia comunicativa por
cuanto esta teoría constituye una de sus bases
lingüísticas.
El concepto de competencia comunicativa integral que se
propone en este trabajo pretende sistematizar en sus dimensiones
los fundamentos teóricos del aprendizaje de la
comunicación y las necesidades del hablante de una lengua
en un contexto dado. Sin embargo, esto no significa que
desaparezcan los riesgos y las limitaciones en su
aplicación pedagógica.
El tratamiento balanceado de sus dimensiones es
requisito indispensable para el éxito
en su implementación, y por otro lado, tal y como Richards
y Skelton (op. cit.), señalan …"una vez que se toman en
cuenta todas las dimensiones, resulta difícil generar
situaciones naturales en el aula que cubran todas las dimensiones
de la competencia comunicativa sin caer en una buena dosis de
análisis no comunicativo". La solución, de acuerdo
con estos autores, es responder con flexibilidad los retos de la
interacción sin sacrificar la claridad del
propósito (comunicativo).
Por último, los autores deseamos advertir acerca
de otro riesgo
insoslayable, la proliferación del término
"competencia" al que se le han atribuido los más diversos
significados y que se ha llegado a comparar con el término
"literacy", al que se le asignan significados tales como
destrezas, habilidades, conocimientos, eficiencia y
saber cómo hacer algo (Dubin, 1989). A esta
confusión terminológica, se suma la gran variedad
de competencias que casi siempre terminan siendo añadidas
al concepto original.
Precaución, cautela y análisis cuidadoso
deben primar sobre la irreflexión o la moda; agregar
dimensiones a un concepto preestablecido sin considerar criterios
bien fundamentados, contribuye a la imprecisión y al
desconcierto más que a la exactitud, claridad y
puntualidad que deben caracterizar la formulación de un
término.
La evolución del concepto competencia
comunicativa hasta hoy, en que proponemos la aceptación de
la competencia comunicativa integral como fin de la
enseñanza y el aprendizaje de lenguas, está ligada
al desarrollo alcanzado por el sistema de
ciencias de la
educación y otras afines, lo cual es un resultado
innegable de los avances de la humanidad en su empeño de
formar ciudadanos cada vez mejores comunicadores , más
autónomos, tendientes a la negociación, cooperación,
colaboración, en fin, a la humanización, dejando
cada vez menos espacio a la confrontación y a la violencia,
siendo esto una de las claves para la pedagogía del presente y del futuro, en
aras de un desarrollo
humano sostenible y pacífico, donde la
comunicación sea premisa y condición para la
vida.
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febrero de 2004).
Autor:
Lic. Arturo Pulido Díaz
Profesor Auxiliar y aspirante al grado científico
de Doctor en Ciencias Pedagógicas.
MSc. Vilma María Pérez
Viñas
Profesor Auxiliar y Master en Didáctica de la
Lengua Inglesa.