- Anotaciones sobre la hoguera de
Champel - Miguel
Servet : el hombre - Juan
Calvino: los límites de su
responsabilidad - El
escenario : razones históricas del proceso y
ejecución de Servet - Conclusión
- Notas.Obras y escritos
consultados
Anotaciones sobre la hoguera de
Champel.
Al cumplirse 450 años de la
ejecución de Servet en una hoguera levantada en la colina
de Champel, nos encontramos en un momento propicio para observar
a la distancia con detenimiento y sin apasionamientos, uno de los
hechos más controvertidos y manipulados de la historia de la Iglesia.
Vayan estas anotaciones como
aporte que sugieran nuevos caminos de aproximación a un
momento que envolvió en sí mismo a hombres,
apasionados, religiosos, contenciosos, políticos en un
escenario tan especial como la ciudad de Ginebra del siglo
XVI.
Cuando se trata del tema de la
ejecución de Servet se cae en tópicos comunes
aunque no rigurosamente ciertos.
El 27 de Octubre 1553 Miguel
Servet, rehusando hasta último momento renunciar a su
convicciones religiosas, fue quemado junto con sus libros,
cumpliéndose la sentencia dictada por el Consejo Menor de
Ginebra.
La intervención de Calvino
en este proceso a
Servet siempre ha sido polémica y muchas veces
tergiversada por diferentes intereses, algunas veces como forma
indirecta de refutación de las enseñanzas
bíblicas de Calvino, y en otras ocasiones por prejuicios y
enconos personales. En todos los casos la muerte de
Servet presta el telón y la excusa de
fondo.
Sin embargo, aún en
aquellos en que no prima un prejuicio
sólidamente establecido, subyace la idea de la culpabilidad
de Calvino sea por comisión o por omisión,
conclusión apresurada producto de la
carencia de una aproximación histórica que
sitúe a los personajes y al trasfondo debidamente y
permita tener un cuadro más completo del hecho en
sí.
No pretendemos con esto que la
conclusión a la que se ha de llegar tenga una sentencia
definitiva e inapelable, (sería pretencioso a partir de
estas anotaciones necesariamente incompletas), pero sí que
los elementos que aporta una visión lo más
desapasionada posible introduzca otras
perspectivas.
Investigar la realidad de los
hechos nos despoja de historias sin fundamento pero con bastante
de leyendas que
se han ido edificando casi sin profundidad ni certezas, pero que
allí están.
Son verdades a medias que
esgrimidas hábilmente parecen satisfacer nuestro
intelecto, toman la apariencia de sentencias irrecurribles, para
finalmente alzarse como absolutas. Fanatismo, prejuicio y
parcialidad se conjugan para alimentar historias que poco tienen
de históricas ; el tema de la ejecución de Servet
encuadra en este marco.
Miguel Servet : el
hombre.
Servet no era alguien que
tímidamente pretendió expresar alguna idea
divergente con la cristiandad; por el contrario era un convencido
exponente antitrinitario que escribió obras negando la
Trinidad, como "Trinitatis erroribus" (1531) a la edad de veinte
años, en la que defendía una herejía muy
parecida a la sabeliana y "Christianismi Restitutio" (1553) donde
se acerca al panteísmo.
"Fue el celo fanático con que
Servet insistió en sus dogmas, como si fueran los
únicos dogmas cristianos, y la denuncia de sus adversarios
como absurdos y destructores del cristianismo,
lo que hizo que fuera considerado como un hereje petulante y
digno de las llamas." (1)
Abrevó del platonismo y
finalmente se sumergió en el panteísmo pretendiendo
encontrar a Dios en toda la materia,
basándose en una comunicación sustancial de la Deidad con
todas las cosas ; en esta línea de pensamiento
todo sería emanación de lo
divino.
Desde joven había tenido
oportunidad de estudiar textos tanto judíos
como musulmanes, lo que fue formando en él la idea de que
para que fuera posible la unión de las tres grandes
religiones a
nivel dogmático se debía descartar la
concepción cristiana de Jesucristo como persona existente
con anterioridad a la encarnación ; en su pensamiento
Jesucristo era simplemente un hombre al cual
Dios le había insuflado sabiduría
divina.
El Espíritu
Santo no era distinto de Dios, se confundía con Dios y
no existía al margen del Espíritu de Dios que
habita en nosotros. De esta forma el hombre participaba
sustancialmente de Dios.
Tampoco encontraba en las Sagradas
Escrituras fundamento para la doctrina de la
Trinidad.
Reconocía al Dios creador
como Dios, y al Hijo y al Espíritu Santo sólo como
expresiones de un accionar divino, pero sin reconocerles
divinidad, lo que comúnmente se llama
monarquíanismo, (herejía ya conocida en el siglo
III con Praxeas y Noetum).
" La Trinidad es
un monstruo de tres cabezas.."
decía.(2)
Finalmente sostenía que los
dos grandes obstáculos que detenían la
extensión del cristianismo consistían en la
doctrina de la Trinidad y en la del bautismo de los niños.
Tenía propensión a
los pensamientos originales, lo que le rindió frutos en la
medicina, como
fue el descubrimiento de la circulación pulmonar de la
sangre, al que
llegó aparentemente por razonamiento.
De una inteligencia
superior poseía una personalidad
por momentos discordante, como queda demostrado en momentos del
juicio en Ginebra. Era dialécticamente intolerante y
quizá haya influido en su vida el haber sido castrado a la
edad de cinco años.
Violento y carente de tacto, como
se desprende de los permanentes conflictos en
los que se vería envuelto a lo largo de su vida; era
religioso y supersticioso, pero no se puede afirmar que fuera
cristiano en el sentido bíblico de la
palabra.
Fue curiosamente la
Inquisición católica la que comenzó a
perseguirlo quemando sus libros en Vienne, donde era
médico del arzobispo, después de escapar de
Francia.
Es falso que Calvino hubiera
denunciado a Servet a la Inquisición católica
romana en Francia luego que Servet le hubiera enviado un ejemplar
de su obra Christianismi Restitutio.No fue Calvino quien lo
denunció a la Inquisición, sino un amigo del
reformador en forma indirecta, más por imprudencia que por
deseo premeditado. Pero esto Calvino lo ignoraba, aunque luego se
le colgaría el sayo de haber sido su
denunciante.
Es en una misiva privada enviada a
sus parientes católicos romanos que permanecían en
Vienne, donde Guillermo de Trie (un allegado al reformador que
era acusado por éstos de hereje protestante), responde que
son ellos quienes acogen a un hereje en su seno, que niega la
trinidad y la divinidad de Jesucristo, en directa referencia a
Servet y su obra, mientras al mismo tiempo
ejecutan a cinco jóvenes estudiantes protestantes por el
delito de
predicar el verdadero evangelio, hecho acaecido en el mismo
año en Lyon.
Ante el estado
público que toma esta acusación, al ser del
conocimiento
de las autoridades eclesiásticas de Vienne, y la solicitud
de pruebas de tal
acusación, es que De Trie suministra algunas piezas del
intercambio epistolar entre Calvino y Servet.
Como se infiere, no hubo
ningún tipo de connivencia con Servet jamás como
para pensar que de alguna manera lo traicionó y
sólo tuvo que ver con su detención en Vienne, muy
indirectamente.
Calvino no sabía al momento
de entregar estas cartas que las
mismas irían a parar a las manos de la Inquisición
católica como prueba contra Servet; él mismo luego
declararía que no tomó parte en ese hecho, mas
allá de lo conocido.
Es de observar también que
durante el tiempo de su correspondencia, durante los años
1546-47, Calvino no lo denunció a la Inquisición,
por lo tanto no hay razón para pensar que
súbitamente cambió su proceder y lo hizo a
posteriori.
En una carta a su amigo
Farel le escribe:
"Servet acaba de
enviarme, juntamente con su carta, un extenso volumen de sus
desvaríos. Si lo consiento, vendrá aquí.
Pero no diré una palabra para que venga."
(3)
Es claro, que ante la posibilidad
de capturarlo y enjuiciarlo en Ginebra, Calvino no será
quien lo engañe para venir.
Diferente actitud a la
sostenida por la inquisición española, que ya
había ordenado que fuese detenido en cualquier parte de
Europa donde se
lo encontrara y traído a España, al
costo que
fuese:
"Prométanle favores,
miéntanle, ordénenle, hagan cualquier cosa para
traer a Servet a algún lugar donde podamos echar mano de
él." Así manifestaba la orden
inquisitorial.(4)
Ni aún los más
acérrimos defensores de Servet y/o detractores de Calvino
aciertan a explicar qué razón llevó a Servet
a pasar por Ginebra, cuando su intención era ir a
Nápoles. Pero puede que Servet en Francia, a instancias de
contactos con dirigentes libertinos tales como Perrín, se
enterase de la situación reinante en Ginebra; no hay que
olvidar que los impresores lyoneses de "Christianissima
restitutio", Arnoullet y Guéroult mantenían
relación con dirigentes perrinistas.
Es curioso observar que durante el
juicio de Ginebra, Servet afirma que casi ni conoce al impresor
Baltasar Arnoullet, sin embargo miente, lo conocía desde
tiempo atrás por otras impresiones que le había
hecho; la negación del vínculo por parte de Servet
podía obedecer a no delatarle, pero a su vez negar toda
relación con el partido de Perrín; fundamentalmente
porque sabría que la ciudad de Ginebra y su Consejo no le
eran favorables a Calvino, para allí marchase con la
intención de hacerse fuerte en esa plaza convencido de que
el consejo liberal de la ciudad lo apoyaría a él en
detrimento de Calvino, como escribió el reformador
Wolfgang Musculus.
Conocía a Calvino, pues
como dijimos, habían tenido contactos epistolares desde
años antes, contactos que terminaron hartando al
reformador por lo inaudito de sus ideas, cuando le envía
una copia de Institutio, y Servet se la devuelve con comentarios
en los márgenes y una carta ofensiva; estos contactos
fueron comenzados a instancias de un editor de Lyon quien se
niega a imprimir los escritos de Servet sin el visto bueno de
Calvino.
Intentando tomar ventaja de la
debilidad de Calvino en Ginebra, será
paradójicamente Servet quien acusaría de hereje a
Calvino, pediría la pena de muerte
para él y exigiría que se le entregasen todos los
bienes del
reformador como compensación por los daños morales
sufridos.
Luego de la detención de
Servet, las autoridades de Ginebra escriben a Vienne solicitando
información sobre el reo. De inmediato la
autoridades de Vienne demandan su extradición. Es en ese
momento que el Consejo de la ciudad de Ginebra le ofrece dos
alternativas: ser retornado a Vienne o quedarse en Ginebra y
enfrentar los cargos en su contra. Servet elige permanecer en
Ginebra y ser juzgado por el Consejo ginebrino.
Esta comunicación puede
haber influido significativamente en el tribunal, que en forma
alguna estaba dispuesto a ser tildado de complaciente, ante el
antecedente de la condena en firme sobre el mismo punto de un
tribunal católico romano.
Servet parece no entender hasta
casi la ejecución misma la realidad de su situación
y hasta el final esperó un vuelco en su situación a
través del favor de la oposición a Calvino en el
Consejo Menor.
Esta actitud, a tenor de lo
afirmado por Guizot, pudo haber estado
alentada en la confianza que tenía Servet en que el
partido libertino lo defendiera.
Durante el proceso se
defendió, dando muestras de gran agudeza; sin embargo al
mismo tiempo profería extrañas y violentas
amenazas.
Un escritor como Dyer, que lejos
se encuentra en cuanto a justificar a Calvino, señala que
sus respuestas a las acusaciones de herejía de Calvino son
harto insolentes, al punto que parecen las de alguien que tiene
trastornada la razón.
Desafiante y totalmente seguro de si
mismo, intentó llevar la defensa como si Calvino fuera el
acusado, llamándole: "mentiroso, perverso, asesino, mono
ridículo.."
En un escrito al Concilio Menor
reclamó lo siguiente:
"Por tanto,
señores míos, pido que mi falso acusador (Calvino)
sea castigado…que su propiedad me
sea entregada como recompensa por las molestias causadas, y que
sea mantenido en prisión hasta que el juicio decida su
muerte o la mía, o algún otro castigo…"
(5)
Van Halsema, llama la atención sobre el hecho de que Servet
considerara la posibilidad de la pena de muerte como veredicto,
aunque no suponiendo que recaería sobre
él.
Juan Calvino: los límites de
su responsabilidad
Decía John
T.Mc.Neill:
"Calvino ha sido
tan industriosamente difamado, que muchos que están al
margen del mundo culto piensan en él ante todo con cierto
horror." (6)
La crónica de la historia
en la Ginebra de los tiempos del proceso y ejecución de
Servet, nos dice que Juan Calvino no era un dictador en Ginebra
ni mucho menos un "Papa"; y que solo hacia el final de su vida se
le otorga la ciudadanía ginebrina, con plenos derechos; pero hasta ese
momento sólo era un extranjero residente legal, sin
derecho a voto o a cargar armas, que
podía ser pastor o maestro si no se hallaba un ciudadano
ginebrino calificado para ocupar tal posición. Pero que al
momento de los hechos generados por Servet no tenía
control sobre los
Consejos de la ciudad.
Lo que es más, el Consejo
Menor de la ciudad no lo tenía en simpatía, al
punto de que los magistrados prescindieron de él al
comienzo del proceso contra Servet, y fue este Consejo quien
redactó la acusación.
Calvino fue con el paso del
tiempo, una persona respetada a nivel moral y
espiritual, pero no tenía poder real al
momento del proceso contra Servet.
Es interesante observar que
Calvino era un hombre de sensibilidad y compasión, lo cual
puede ser visto en su correspondencia personal; quien
tenía un profundo sentido de compromiso con aquellos
quienes estaban en necesidad, tanto física como
espiritual.
Epistológrafo por naturaleza,
han llegado hasta nuestros días cerca de cuatro mil cartas
personalmente escritas, con temas que van desde el más
puro pensamiento teológico a otras de carácter íntimo.
Del estudio de ellas surge un
reformador que abre su corazón
mostrando los sentimientos que lo embargan, sus preocupaciones,
sus desvelos e ilusiones, su incansable animar y consolar a sus
consiervos. Algunos creen que si Calvino no hubiese hecho otra
cosa que simplemente escribir cartas, la profundidad y riqueza de
ellas lo ubicarían en lugar preponderante en la historia
de la Iglesia.
El libro de
Richard Stauffer "The Humannes of John Calvin" presenta aspectos
generalmente desconocidos sobre el reformador en lo que respecta
al sufrimiento humano.
Está probado por medio de
una misiva personal a su amigo Farel que, fiel a su sentir,
Calvino y otros pastores intentaron evitar la condena a muerte
por fuego cambiándola por otra más misericordiosa
como la ejecutada por espada, pero fueron rechazados por un
Consejo ginebrino que quería demostrar su independencia
de Calvino, y la ejecución en los términos por
ellos dispuestos era una buena ocasión.
Con gran maestría J.Grau
señala que paradójicamente sus enemigos lo acusan
de ser culpable de una hoguera a la que se
opuso.
Esto deja claro que no
había capacidad de decisión, ni siquiera de
consideración en la persona de Calvino por parte del
órgano civil; si así hubiera sido, la historia
final de Servet hubiera sido diferente, pero la falsedad de la
leyenda sobre este hecho inculpa a Calvino como el principal
instigador y autor de esta ejecución.
Luego de conocida la sentencia,
Servet pidió un encuentro con Calvino, donde le
pidió disculpas y éste le correspondió
asegurándole que nunca le había tenido rencor
personal.
La idea de un Calvino dictador en
la Ginebra de su tiempo es insostenible. Vayan algunos
ejemplos.
Tenía muchos enemigos
quienes lo odiaban y lo ridiculizaban de formas
difícilmente soportables.
No podía salir a la calle
sin ser objeto de burla con expresiones como:
"prefiero escuchar tres perros ladrando
que a Calvino predicar"
"¿Sabes?
en el infierno hay solo dos demonios y uno de ellos va
allí (por Calvino)".
Algunos niños a su paso le
gritaban a sus espaldas "Caín, Caín". Y más
de un perro por aquellos días respondía al nombre
de Calvino. (Stickelberger,
John Calvin)
En una carta a Farel, el
reformador le escribe:
" Nuestros
magistrados han llegado a tal punto de su locura que ponen en
duda todo lo que digo; tanto que si afirmo que hay luz a
mediodía al momento empiezan a desconfiar."
(7)
Y esto ocurre poco antes de la
sentencia contra Servet.
Aún autores de los que no
se puede sospechar connivencia con el reformador de Ginebra
reconocen que cuando Calvino comenzó a meterse con la vida
que llevaban los ricos y poderosos de la ciudad, aumentó
notablemente la resistencia
contra su persona.
Los que eran sus adversarios se
habían hecho con el poder del consejo municipal en 1549 y
no estaban dispuestos a tolerar censura sobre sus modos de vida,
ni tampoco una política que siguiera
facilitando la llegada de refugiados protestantes de toda Europa
que venían perseguidos por la Inquisición
católica. Por el contrario pretendían una
política más ginebrina.
El conflicto se
desató finalmente entre el consistorio de pastores y dos
prominentes de la ciudad como eran Francisco Favre y su yerno Ami
Perrin.
Tampoco ha de obviarse el caso
Berthelier, caudillo del partido libertino, quien desde el
Consejo Menor (donde se juzga a Servet) enfrenta al Consistorio y
desafía a Calvino, luego que dicho cuerpo lo excomulgara
por agredir a un pastor perteneciente al mismo.
Calvino acusó de
herejía a Servet, y demostró su falsa enseñanza sólo en el terreno
teológico desmontando los argumentos del español
durante el proceso.
" Por el tiempo
que Servet fue convicto de herejía yo no he pronunciado
una palabra sobre su pena…"
"Estoy ansioso de
saber por qué hecho se me acusa de crueldad, desconozco a
cuál se refiere a menos que sea con referencia a la muerte
de su gran maestro Servet. Pero que yo mismo considero que
él no debió ser ejecutado, sus jueces son testigos,
dos de los cuales en ese tiempo eran sus leales favoritos y
defensores." (8)
Señala Merlé
D'Aubigné en su obra que curiosamente fue Calvino quien
asumió el papel de intentar mitigar la forma de
ejecución de la sentencia, para finalmente ser acusado por
una pena con la que no acordaba.
La responsabilidad final de la
forma de muerte dada a Servet descansa sobre el consejo de la
ciudad no en Calvino.
Los que afirman que Calvino tuvo
miedo de un médico que manejaba con soltura el hebreo y
tenía conocimientos de teología ,quien podía
hacer tambalear su dominio en
Ginebra y que esa fue la razón por la que abogó por
su ejecución, pasan por alto el hecho de que este mismo
Servet ya había sido condenado y quemado en efigie en
Vienne por la Inquisición romana.
El escenario : razones históricas del
proceso y ejecución de Servet.
¿Podría verse este
proceso como un hecho único, aislado y puntual en la
historia del siglo XVI?
Ginebra, está inmersa en su
época, tiempo en el cual lo que se creía
herejía que ponía en peligro las almas debía
ser exterminado sin otras valoraciones; de esto bien puede dar
sobradas muestras la Inquisición católica romana en
miles y miles de casos.
La iglesia había superado
no sin gran dificultad la herejías arrianas en el siglo IV
y V, y aún permanecía sensible en temas tan
fundamentales como la Trinidad, la deidad de Jesucristo y el
carácter personal del Espíritu
Santo.
Cualquier idea que implicara la no
aceptación del Credo Niceno implicaba ser perseguido desde
el tiempo del emperador Teodosio, ese era el escenario de Ginebra
y de la Europa occidental a mediados del siglo XVI
.(9)
Biéler expresa en su obra
sobre el pensamiento económico y social de Calvino que
tanto para el romanismo emanado del papado como para los
protestantes, en el siglo XVI solo hay una verdad religiosa por
la cual cada uno está obligado a combatir, y acudir, si es
necesario para ello, a la fuerza.
El proceso fue civil, instruido y
dirigido por el Consejo Menor de la ciudad del lago Leman en
acuerdo con la leyes vigentes, y
este órgano civil era el único que tenía
poder para penalizar criminales. Y Calvino no era un
magistrado.
La condena de Servet como hereje,
daba al Consejo de Ginebra un apoyo fundamental, pues mostraba
que ellos perseguían y condenaban herejías
anticristianas y en su autoridad
podían oponerse a Calvino, a quien algunos de ellos
tenían por enemigo.
Las acciones de
Servet tenían un sentido sedicioso, que es lo que el
tribunal ha de juzgar, pues en una sociedad en la
cual aún no estaba clara la división entre estado e
iglesia, su intento de desestabilizar a la iglesia era un intento
de derrocar al gobierno de
Ginebra; si se analizan las actas se llega a la conclusión
de que el proceso tomó rápidamente un tinte
político y social.
A Servet se lo acusa de
sedición al atacar las bases doctrinales fundamentales de
una sociedad cristiana como lo era Ginebra, y de pretender minar
esas bases para acabar así con el orden
imperante.
El problema fundamental
pasó a ser de carácter social, las consecuencias de
la degradación espiritual llevaban a la anarquía ,
y a la destrucción de la regla de fe, la regla moral, y el
orden social. (10)
Puede verse sí, cierta
reminiscencia romana al unir paz social con razones
eclesiásticas, pero estamos en los comienzos del proceso
que llevará decididamente a la separación o
independencia de la Iglesia y el Estado.
El acto de eliminación
física de lo herejes estaba fundamentado en una interpretación contextualizada de la
escritura que
encontramos en el Antiguo Testamento en Levítico 24:16.
Era este el error de la época. Avalada por el Código
Justiniano, la ley civil en
vigencia, para el crimen de negar una doctrina fundamental del
cristianismo como la Trinidad, se aplicaba la pena capital.
La sentencia de ejecución
de Servet fue completamente aprobada por los líderes de la
Reforma, así encontramos a: Beza, Melancthon, Bucer,
Farel, Bullinger en completo acuerdo con la sentencia dictada al
tenor de sus respuestas ante la consulta que hace el consejo de
Ginebra a las diferentes ciudades suizas.
Zurich, la ciudad de
Zwinglio:
"Ninguna
severidad es demasiado grande para penalizar tal
ofensa.."
Schaffhausen:
"Detened a ese
demonio, de otra manera sus blasfemias acabarán con los
cristianos.."
Basilea:
"Si persiste en
su locura, usad el poder con el cual estáis investidos por
Dios para prevenir por fuerza contra toda injuria a la iglesia de
Cristo".
Melanchthon a Calvino en una
misiva:
"He leído
tu libro donde claramente rechazas las horribles blasfemias de
Servet.."
"La Iglesia te
debe gratitud y te la deberá la posteridad. Perfectamente
asiento tu opinión y afirmo también que los
magistrados tuvieron el derecho en castigar en un tribunal
ordinario a este blasfemo hombre." (11)
Es muy posible que los elementos
opuestos a Calvino en el Consejo hayan promovido esta consulta
con la esperanza de que una recomendación de
sanción menor como fue en el caso de Bolsec (destierro)
fuera interpretada como una derrota para Calvino, sin embargo la
contundencia no dejó resquicios; la sentencia del tribunal
fue unánime.
Es claro con estos testimonios que
la opinión pública y la de otros reformadores
aprobaban tal sentencia, tan cierto como lo estremecedor que nos
resulta a nosotros hoy a través de la idea formal (que no
práctica) de la tolerancia en el
siglo XXI.
Es por ello, cuanto menos
cuestionable, que se quiera personalizar a Calvino con la
intolerancia reinante en el siglo XVI que no era un tiempo
benevolente, ni tolerante con la herejía en ningún
lugar de Europa como lo atestiguan las crónicas de la
época, y como sobradas muestras daría la
Inquisición Católica española durante largo
tiempo.
El mismo Tomás de Aquino
explícitamente apoya la quema de herejes
diciendo:
"Si el hereje pertenecía a la
iglesia, abandonad toda idea de conversión, proveed para
la salvación de otros separándolo de la iglesia por
la sentencia de excomunión y dejadlo en
manos de un juzgado secular para ser
exterminado del mundo por la muerte." (Summa Theologiae, IIaIIae)
La herejía era considerada
peor que la muerte, en tanto que ésta sólo
destruía al cuerpo; la herejía perdía el
alma para
siempre.
Todos admitimos hoy que la
ejecución de Servet fue un lamentable error, la libertad de
conciencia a la
que todo hombre tiene derecho no puede ser jamás
mancillada y lo ocurrido en la Ginebra de 1553 estaba
reñido con el mensaje del evangelio.
Tanta verdad hay en esto como que
el tema del proceso y ejecución de Servet por el Consejo
Menor de Ginebra es un tema altamente complejo por las
innumerables aristas que posee y entre ellas se entremezclan
razones políticas
y religiosas, luchas de facciones y enemistades
personales.
Sería interesante
preguntarnos: ¿Cuál habría sido la
reacción de los anticalvinistas, ante una sentencia menor
contra Servet?
¿Hubiera sido esto visto,
como una debilidad doctrinal en la acusación sustentada
por el teólogo reformado?
Con anterioridad el
católico Pedro Caroli había hecho acusaciones de
arrianismo contra Calvino, es simple imaginar una censura leve y
tolerante contra Servet, lo que hubiera significado; ¿El
romanismo papista, no habría acusado al protestantismo de
connivencia con doctrinas que socavan las bases del cristianismo?
Años antes Aleander, escribió:
" Esos herejes de
Alemania
deberían castigarle, si es que son tan cristianos y
evangélicos como dicen ser, así como defensores
de la fe, porque él (Servet) es tan opuesto a ellos en su
profesión de fe como de los católicos."
(12)
Aproximarnos a los hechos
acaecidos en el siglo XVI con el cristal de la tolerancia del
siglo XXI es cuando menos anacrónico. Los hechos y razones
que envuelven la ejecución de Servet no escapan a su
siglo, sino que son prisioneros y testimonios de su tiempo; no es
esto una aprobación de ellos, por eso no hay que
silenciarlos, porque no necesita Juan Calvino de ello para ocupar
su lugar en la historia , pero tampoco se debe permitir
tergiversar la historia interesadamente.
Tampoco puede ser válido
aplicar principios de
Derecho penal
moderno a un proceso de 450 años atrás, con el fin
de encontrar errores de procedimiento
jurídico; como imposible es sustraer la ejecución
de Miguel Servet de su contexto, que en las palabras de un
historiador agnóstico como Crouzet, es el de la lucha
final contra los perrinistas.
Los que atacan a Juan Calvino a
través de este desgraciado episodio creyendo que con ello
refutan su teología, en mucho se equivocan, porque no fue
Calvino ni la teología reformada la que condenó a
Servet sino las circunstancias y el ambiente
político-social del momento.
R. H. Bainton, en "Hunted
Heretic", señala que con sus ideas y puntos de vista el
médico aragonés hubiera sido barrido o quemado en
cualquier país de Europa.
Aún en el microcosmos de
Ginebra, el clima es de
ebullición constante, hay una serie de expresiones
heréticas continuas, al tiempo que se está
produciendo el enfrentamiento por la excomunión de
Berthelier, la aparición en Ginebra del libro de
Castellión, etc. Nada de esto puede obviarse, ni quitarse
del contexto en el tiempo y el espacio donde ocurre la condena y
ejecución de Servet.
Calvino no se encuentra en el
altar de los protestantes. Calvino fue un pecador más, un
pecador que participó en el proceso contra Servet, que en
el peor de los casos no intentó detenerlo , pero que
tampoco habría tenido poder para hacerlo; su parte de
culpa, es la del espíritu de su siglo, como atinadamente
afirma el Dr. Emile Doumerge.
A un hombre como Calvino, que fue
precursor en la separación entre Estado e Iglesia y que
había levantado su voz para proclamar la verdad de Dios
aún a riesgo de su
propia vida, tal vez en este hecho sólo pueda
imputársele el no haberse adelantado a su
tiempo.
El monumento levantado en la misma
colina de Champel desde hace cien años testifica
claramente, que los que conceden a Juan Calvino el reconocimiento
de su aporte monumental a la teología cristiana, no
aprueban en forma alguna el uso de la violencia como
medio para defender la pureza de la ortodoxia cristiana; los
perseguidos, condenados y asesinados en hogueras de la
Inquisición Católica española o de la
razón revolucionaria y progresista aún esperan
gestos similares.
Finalmente, estos hechos nos
invitan a considerar el contexto en el que se desarrolla el
proceso , sentencia y ejecución de Miguel Servet, la
presión
pública popular que demandaba condena contra la
herejía y la blasfemia manifiesta, el nulo poder o control
que tenía Calvino sobre el Concilio Menor que era
quién juzgaba , el carácter y la
personalidad del acusado en su actitud ante el tribunal, las
razones oscuras pero sospechosas por las que se había
dirigido a Ginebra, la lucha política en que está
envuelto el escenario, que en el pasado Calvino había
apelado por condenas más leves, la respuesta de las otras
ciudades suizas a las que se consulta y finalmente el que Servet
ya había sido condenado por estos mismos cargos por un
tribunal inquisitorial católico romano.
Todo lo anteriormente expuesto
pesa abrumadoramente en la evaluación
e interpretación de la historia de los últimos
días de Servet, que tanto ha tenido que ver con los cargos
de intolerancia que se le hacen a Juan Calvino.
Servet fue sentenciado por un
tribunal civil, en unanimidad y de acuerdo a las leyes vigentes
en su lugar y en su tiempo, sentencia aprobada sobradamente
también en otras ciudades, e incluso repetida como en el
caso de la Vienne católica romana.
Considerando estas anotaciones
sería una simplificación absurda y carente de
objetividad histórica hablar de la ejecución de
Servet por Calvino, los hechos lo desmienten. Y los hechos son
terriblemente tercos.
Notas:
(1) A.H.Newman. "A Manual of Church
History. ".Vol II.Pag.195
(2) Punto IX. "The Complaint of
Nicholas de la Fontaine against Servetus 14 August, 1553"
–
(3) Van Haselma. "Así fue
Calvino" .pag.219. 2ªEd.1998
(4) op.cit.
pag.218
(5) op.cit.
pag.227
(6) Lester DeKoster .Nueva Reforma
Nº 30. "Juan Calvino; Pensador y hombre de acción."
(7) Rahul Nand ."The Price of
freedom." cit.Wendel 92.
(8) Loraine Boettner. "The Truth
About Calvin and Servetus." – . Calvin´s calvinism
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Daniel
Pisoni
D. Christian
Ministry
IBIOL – London