- Antecedentes
históricos. - Clasificación de los
textiles. - Tratamiento de
conservación - Análisis al
textil. - Aspectos del proceso de
lavado - Lavado
- Tratamientos de
limpieza - Tratamiento de textiles
frágiles. - Ataque de hongos e
insectos - Reparación y
montaje
El hilado y el tejido de los textiles aparecen muy
pronto en la historia y las técnicas
artesanas. El trabajo de
lino se remonta en Europa meridional
a la Edad de piedra; en el norte de Europa se empleó la
lana en la Edad de Bronce, y la seda originaria de China, se
fabrica hace mas de 5 000 años. El bordado, es decir, la
decoración de las piezas acabadas de textiles, no aparece
hasta mucho después.
Los problemas que
plantea la conservación de tejidos antiguos,
no han sido objeto de estudio profundo hasta que, hace corto
periodo de tiempo,
determinados centros han dedicado sus esfuerzos, cada vez mayores
al cuidado que merecen los tejidos artísticos. En gran
número de países entre ellos España, se
han despertado una gran conciencia de
responsabilidad acerca de estas delicadas obras de
arte y se ha
tratado, por diversas formas detener su deterioración
progresiva, con el fin de conservarlos en toda su integridad a
las generaciones futuras.
CLASIFICACION DE LOS
TEXTILES.
Las materias primas textiles se clasifican en fibras
naturales y fibras químicas.
Las fibras naturales pueden ser de origen animal,
vegetal o mineral, las primeras comprenden principalmente las
fibras proteínicas querantizadas (lana y pelos) y las
fibras proteínicas no querantizadas (seda). Entre las
segundas se hallan fibras llamadas seminales (algodón, Kapok) liberianas (lino,
cáñamo, yute, ramio) y las fibras llamadas duras,
de las hojas o de los troncos (sisal, coco). La fibra de origen
mineral es el amianto (crisólito).
Las fibras químicas están constituidas
por cadenas macrocelulares se clasifican en: fibras artificiales
y fibras sintéticas, según que se obtengan apartir
de altos polímeros naturales (como celulosa) o
materiales
polímeros de síntesis.
Fibras Naturales.
- Lino.
- Yute.
- Cáñamo.
- Algodón.
- Seda.
Fibras vegetales.
- Algodón.
- Fibra de ceiba.
- Ramio.
- Abaca.
- Henequen.
Fibras animales.
- Lana.
- Pelos de camello.
- Pelo de cabra.
Fibras sintéticas.
- Rayon.
- Nylon.
- Tergal.
Antes de empezar cualquier restauración hay que
identificar con que tipo de textil sé esta tratando y la
forma en que fue elaborado, se puede empezar al analizar con un
microscopio
con aumento lineal de 100 a 150 veces. Un poco de practica
permite identificar rápidamente los principales tipos.
Como los textiles son de naturaleza
orgánica y están expuestos al ataque de los
hongos y de
las bacterias, los
factores más corrientes de deterioro son aquellos que
favorecen el desarrollo de
estos organismos, es decir, el calor
húmedo, la falta de ventilación, y el contacto con
substancias animales o vegetales en estado de
descomposición. Sin embargo, es posible que en estas
condiciones desfavorables, los textiles antiguos no se destruyan
totalmente. Es corriente, por ejemplo, encontrar fragmentos de
textiles que han sobrevivido al contacto del cobre
corroído, los productos de
la corrosión han actuado como agentes
esterilizantes. Se encuentran frecuentemente restos de textiles
unidos a la pátina de los bronces chinos, en un estado tal
que aun es posible identificar las fibras y el tipo de tejido. La
humedad hace que las fibras vegetales se hinchen y ablanden, pero
la permanencia en el agua no
destruye necesariamente las fibras animales como lo demuestra la
supervivencia de materiales de lana en pantanos y ciudades
lacustres,
El calor excesivo produce la desecación de los textiles
haciéndolos quebradizos y la exposición
a la luz intensa y a
los gases
venenosos, origina una alteración característica
conocida en ingles con el nombre de "tendering"
(reblandecimiento). El aspecto asombrosamente nuevo que presenta
ciertas vendas de momias egipcias puede deberse tanto a la
presencia de sal, como la obscuridad y la sequedad del medio
ambiente.
Los tratamientos de conservación que se aplique a
cualquier tejido antiguo deben realizarse después de un
estudio científico, artístico y técnico, de
sus elementos constituyentes y, según este criterio, el
plan de
trabajo debe
deducirse de la confrontación d estos tres aspectos
fundamentales.
Los estudios científicos que se realicen, deben tender,
a determinar, en la medida en que las técnicas de que se
disponen, y el estado de
cada una de las piezas lo permitan, tanto su constitución íntima como las
alteraciones sufridas con el transcurso del tiempo.
Antes de comenzar la restauración de la pieza textil,
lo primero que hay que hacer es examinarla con lupa o microscopio
y anotar los siguientes detalles:
- Naturaleza de las fibras de la trama y urbidumbre.
- El sentido de torsión de los hilos: (s) o
(z). - Tipo de tejido: tatefan, cruzado o figurado.
- Numero de hilos por centímetro cuadrado en la
trama o urbidumbre. - Presencia de orillas en la tela.
- Teñido o decoración aplicada: pintura,
pan de oro, hilos
metálicos o bordados. - Presencia de costuras y agujeros producidos por
agujas.
Si el material esta muy sucio y hace difícil el
análisis, se puede limpiar el polvo
suavemente con aire, empleando
una pera o un fuelle y en algunos casos empleando un cepillo
suave. Puede que sea imposible anotar todas las
características antes de que el tejido se haya lavado,
pero es importante desde el principio conseguir cuanta información sea posible, por si durante
el tratamiento desaparecen algunos elementos. Este examen
preliminar decidirá cual son los métodos
más seguros de
limpieza y restauración.
Es absolutamente necesario antes de todo tratamiento una
documentación fotográfica lo
más amplia posible, no-solo del aspecto general de la
pieza y como testimonio de la naturaleza y amplitud del
daño
existente, sino tambien de aquellos elementos decorativos y
técnicas, que puedan aportar ayuda valiosa al conocimiento
exacto de la obra.
Antes de comenzar la restauración de una pieza
textil, lo principal es conocer la identidad de
cada uno de los materiales empleados en la confección de
la obra a tratar.
Como para todos lo Bienes
Culturales, en principio, es imposible establecer normas generales
de restauración de tejidos, cada pieza presenta
características y problemas diferentes, por consiguiente
su tratamiento se proyectara en función de
la naturaleza de los materiales empleados en su
elaboración, de su estado actual, magnitud de
degradación, su conservación o lugar de
exposición en colecciones particulares o museos.
El concepto moderno
de conservación y restauración de los textiles
antiguos, existe un criterio general de que todo tejido que se
trate de conservar esté perfectamente limpio y desprovisto
de toda substancia que pueda modificar su aspecto, e impedir en
lo mas mínimo el comportamiento
natural de las fibras. La superficie irregular de los tejidos de
fibras naturales, los hace particularmente susceptibles a la
suciedad. El polvo se aloja en los innumerables intersiscos del
tejido, el anhídrido sulfuroso unido a las pequeñas
partículas de hierro
existentes en el aire, junto con la humedad de la atmósfera, origina la
formación de ácido sulfúrico que
progresivamente destruirá los materiales
orgánicos.
Todo esto nos lleva a mantener el criterio de someter a un
lavado cuidadoso el tejido siempre y cuando el estado de
conservación de este lo permita.
ASPECTOS
DEL PROCESO DE
LAVADO.
Para el lavado pueden utilizarse detergentes ligeramente
ácidos
o alcalinos, con el fin de eliminar manchas tambien se usa
frecuentemente detergentes totalmente neutros.
En general, la suciedad es una substancia que se ha
establecido en un lugar que no le corresponde y pueden ser del
siguiente tipo:
- Suciedad grasa.
- Suciedad de pigmentos (partículas
sólidas) - Tintes vegetales.
- Sustancias solubles al agua.
En proceso de lavado, todas estas substancias pegadas al
material textil tienen que ser eliminadas. En los
líquidos para el lavado hay que disolver compuestos que
a su vez disuelvan la suciedad. Su composición
Depende de la manera en que la suciedad se adhiera al
material textil.
Si se van a lavar textiles viejos, es necesario examinar el
textil entero, antes de empezar el proceso de lavado primero
debe establecerse que clase de
fibras se usaron para hacer el tejido. La elección de la
formula para el lavado de la fibra y del estado de esta. Debe
determinarse si la suciedad es solo polvo o incluye otro tipo
de mugre, como tierra o
restos de proteínas. La naturaleza de las manchas
como sangre, tintes
de fruta, hierro deben ser determinadas, la firmeza del
color con
respecto al liquido limpiador debe ser investigada, esto se
hace frotando un pedazo de tejido blanco empapado con él
liquido limpiador.
Si el tejido es muy frágil, se recomienda coserlo
entre dos mallas de polietileno. En este caso el tejido es
sostenido durante el lavado, la mejor manera de lavar es en un
pila amplia y poca profundidad, deben evitarse movimientos
mecánicos de importancia, y siempre hay que usar agua
destilada o desmineralizada.
Lo primero que se necesita para lavar los textiles es
disponer de agua dulce. Se puede utilizar agua purificada. Los
tejidos antiguos se lavan perfectamente en recipientes planos,
se pueden tratar muestras pequeñas en cubetas que se
emplean para el revelado fotográfico, pero las piezas
grandes resultan más difíciles por lo que es mas
practico utilizar una pila de madera
forrada con polietileno con una altura aproximada de 10 cm.
Los textiles de malla abierta o de hilos tensados y encajes,
se deben prender con alfileres o con tachuelas a una lamina de
polietileno para mayor seguridad
durante la operación del lavado, si los textiles
están teñidos se probara la resistencia de
cada color al agua para determinar su estabilidad antes del
lavado, los colores
inestables se pueden fijar con una solución al 5 % de
sal común.
Cuando todo esta preparado, se llena él deposito con
agua dulce, hasta un nivel aproximado de 7 cm, se introduce con
cuidado la pieza teniéndola bien tendida y sin
arrugarla, y se le mantiene sumergida por espacio de una hora,
cambiándole el agua si fuese necesario cada 20 min.
Parte de la suciedad se disolverá en el agua y las
materias insolubles como la arena, pueden eliminarse golpeando
suavemente las piezas con la yema de los dedos después
de que el tejido se ha remojado durante algún tiempo.
Cuando se termina la operación de lavado, se
vacía la cubeta, se levanta el soporte de polietileno la
cual se adhiere a la pieza y se mantiene con la
inclinación necesaria para que escurra el agua. Mientras
permanezca la tela en el soporte, se presiona el tejido
suavemente con un paño absorbente y después se
traslada y se coloca sobre un material templado tambien
absorbente como una franela o tejido esponjoso.
Limpieza en seco:
La limpieza en seco puede realizarse por aspiración
suave combinada con un cepillo, empleando disolventes
orgánicos de grasas o el
vapor seco, la naturaleza y tamaño de los textiles a
tratar determinara cada vez el procedimiento
más conveniente.
Tratamientos por vacío y cepillado.
Las alfombras antiguas y las cortinas que contienen polvo en
exceso pueden mejorar su aspecto quitando el polvo con un
cepillo suave (en el sentido del pelo) hacia un aspirador o
pasando el aspirador directamente si el tejido es lo
suficientemente fuerte.
Limpieza por vapor.
Para cierta clase de textiles la limpieza de vapor (si se
controla eficazmente), es mucho menos enérgica que la
inmersión en agua o la limpieza con disolventes
orgánicos. El vapor se pude usar a veces para ablandar o
eliminar manchas. Es fundamental utilizar una pistola de vapor
que suministre calor seco o húmedo según se
desee. Este procedimiento se considera esencial hoy día
para el lavado, podiendose emplear ventajosamente en los museos
para la limpieza de ciertos tipos de textiles, como por
ejemplo, vestidos, telas etnográficas, pues permite la
aplicación de una serie de operaciones de
limpieza que no garantiza ningún otro procedimiento.
Eliminación de manchas.
No siempre es aconsejable quitar las manchas de los textiles
antiguos, las manchas que han permanecido mucho tiempo, pueden
haber experimentado un cambio
químico con la formación de substancias
insolubles que pueden ser eliminadas por blanqueo, y este
procedimiento podría debilitar mas aun al textil viejo,
ya de por sí alterado. En algunos casos, no obstante se
recomienda la eliminación de las manchas.
En el caso lamentable de que el tejido se haya manchado
accidentalmente, las manchas deben tratarse inmediatamente,
antes de que pase tiempo y se fijen dentro de las fibras. Las
manchas de hierro pudren generalmente las fibras vegetales, y
tienen que eliminarse si el tejido es lo suficientemente fuerte
para resistir el tratamiento. Cuando se trate de textiles
antiguos y frágiles, esta eliminación de manchas
puede constituir una tarea muy delicada que exige experiencia y
ciertos conocimientos de química.
En algunos casos se necesita emplear una técnica
distinta conocida por "cercar" la mancha. Es evidente que la
aplicación de cualquier disolvente orgánico a una
mancha, por ejemplo de grasa, tendría como resultado
extender la mancha en usa mayor superficie. El método
consiste colocar la pieza con la mancha hacia abajo sobre un
cristal cubierto con papel secante, y aplicar un reactivo por
el "reverso", gota a gota, con una pipeta, de tal forma que
origine un circulo alrededor de la mancha.
De esta manera el disolvente ataca a la mancha por todas
partes a la vez, la grasa se disuelve inmediatamente y la
solución formada la absorbe el papel secante. Otro
sistema para
quitar las manchas de grasa o cera consiste en cubrir los dos
lados de la mancha con papel secante y aplicar una plancha
caliente. Este es el método tradicional para quitar las
"manchas de vela". La grasa se funde y en mayor parte s
absorbida por el papel secante, si quedase algún residuo
se elimina con bencina. Las manchas espesas y duras de pintura,
grasa o barro se deberán quitar raspándolas
cuidadosamente con escapelo o cuchilla de afreitar, antes de
aplicar el disolvente.
TRATAMIENTO DE TEXTILES FRAGILES.
Los textiles pueden presentarse para la conservación
en todas fases de deterioro, pero quizás el problema
más difícil es el que presentan los materiales
recién excavados, muchas veces procedentes de tumbas. Los
tejidos pueden estar duros y quebradizos bien alterados hasta el
punto de parecer una tela de araña, bien húmedos, o
estar los motivos y los colores ocultos debajo de una capa de
polvo y restos de insectos. Pero cualquier que sea su estado,
siempre que no se hallen completamente desintegrados, merecen en
todo caso un examen detallado.
La primera etapa de tratamiento consiste siempre en hacer
una limpieza superficial, que permita el examen del tejido. El
polvo superficial puede eliminarse con un fuelle, pero en
ningún caso debe cepillarse la pieza. Los restos de
insectos muy adheridos con frecuencia, tienen que eliminarse con
escápelo o pinzas bajo un microscopio binocular. Cuando el
tejido ha estado húmedo puede que desarrolle gradualmente
al secarse una efloresencia blanca debida a la
cristalización de las sales; esta se puede combatir
pulverizando.
Cuando se han extraído los materiales
extraños en la medida de lo posible, se da la vuelta al
tejido y se trata el reverso de la misma forma.
Casi siempre se pueden lavar los textiles frágiles a
condición de transladarlos a un soporte y moverlos poco
mientras estén húmedos. Como polvo y suciedad
tienen efectos destructores, es conveniente siempre un lavado,
pero cuando existan elementos decorativos, tales como hilos o
panes de oro, cueros, susceptibles a estropease se debe evitar el
lavado.
Como otros orgánicos, los textiles están
expuestos a los ataques de hongos, pero si se mantienen limpios y
el ambiente que
le rodea es relativamente seco, no habrá complicaciones en
este sentido. Se puede detener un desarrollo de hongos,
simplemente airando los textiles y quitando los superficiales con
un cepillo suave. Si la infección es grande los textiles
deberán esterilizarse con vapores de Timol, pero es
posible prescindir de ésta, si las piezas se pueden lavar
con simple inmersión. Los textiles dañados por el
agua, como podría suceder en el caso de reventar una
cañería o por una gotera en el techo, están
expuestos especialmente al ataque de hongos; la medida de
urgencia más eficaz consiste en someterlos a una corriente
de aire caliente y seco. El aparato más practico es en
este de los casos es un secador eléctrico de pelo. Debe
evitarse el calentamiento sin ventilación, ya que
favorecerá la formación de hongos.
Las plagas de parásitos son para los textiles un
peligro, aún mayor que los hongos. Las fibras animales, la
lana y la seda constituyen un alimento para algunas clases de
insectos y las condiciones de sequedad ambiental no es un
obstáculo serio para su actividad. Los linos y los
algodones están, generalmente inmunes a los ataques de los
insectos, y es preferible separarlos de las lanas y sedas, para
facilitar la inspección de los materiales, más
vulnerables. Pero toda clase de textiles puede ser atacados si se
contaminasen con substancias que atraigan a los insectos y es por
esta razón y sobre todo, por lo que las prendas hay que
lavarlas antes de incorporaralas a las colecciones.
De una manera general existen tres formas de proteger a los
textiles contra los insectos. La primera consiste en aislarlos,
embalando el textil de manera que los insectos no puedan llegar
hasta él; el segundo recurrir a los insecticidas y el
tercero emplear un producto
inhibidor, que repugne suficientemente a los insectos o sea lo
bastante tóxico como para asegurar la preservación.
Este ultimo método implica el empleo de un
reactivo protector, que se pueda fijar de manera permanente sobre
la fibra textil, lo que requiere el uso de un aparato especial y
de una técnica que solo puede realizarse cuando se trate
de materiales nuevos en curso de manufactura.
Aislamiento del textil.
Solamente puede llevarse a cabo en algunos tipos de textiles
y, aun en estos casos, existe siempre la posibilidad de
introducir la infección en el embalaje y dejar
desarrollarse el mal sin que se sepa. Se aconseja meter en el
paquete un insecticida volátil. Para el embalaje se
aconseja el papel, tan eficaz como los plásticos
transparentes, aunque éstos son más resistentes y
tienen además la ventaja de facilitar la inspección
del contenido.
Cuando se emplean bolsas de polietileno, es muy importante que
los textiles estén completamente secos, ya que la humedad
n0 se elimina a través de este producto, y si se embala la
pieza húmeda, es casi seguro que se
enmohecerá. Las bolsas impermeables que se venden para
guardar pieles, son también convenientes para los
textiles, pero se recomienda depositar en el fondo un
puñado de cristales de diclorobenceno, con el objeto de
combatir una presencia accidental de huevos de polilla.
Empleo de insecticidas.
Aparte de la fumigación en una cámara de
vacío, que puede aplicarse en gran escala para
proteger trajes o material etnográfico, la
protección más eficaz se consigue con un
insecticida volátil, como el diclorobenceno, que aunque
quizás sea demasiado volátil, resulta satisfactorio
y eficaz. Se pueden rellenar con él bolsas de
algodón que se cuelguen en los roperos o tambien
distribuirlos en cajones y baúles entre hojas de papel.
Este producto es muy eficaz contra el principal insecto
parásito, la polilla, y contra la cucaracha. No obstante
tiene un olor muy fuerte que produce dolores de cabeza, y como
además es un tóxico para el hígado, es
preciso no trabajar durante mucho tiempo cerca de una caja
abierta que lo contenga.
Se pueden utilizar muchas clases de insecticidas, pero los
mejores son aquellos que están diluidos en un destilado de
petróleo, inodoro e incoloro.
Aun en el caso de que el textil esté fragmentado,
nunca se debe pegar con adhesivos. Estos endurecen y
dañan el tejido, y constituyen un alimento para los
hongos, ademas, si se ha pegado, no podrá nunca
estudiarse el reverso. Los fragmentos se pueden conservar en
envolturas de plástico, pero para evitar que se
deterioren por el manejo, deberán fijarse a un lamina de
acetato de celulosa antes de colocarlos dentro de las
envolturas. Si los tejidos son demasiado quebradizos o
frágiles para ser cosidos, pueden exhibirse
colocándolos sobre un plano inclinado dentro de una
vitrina impermeable al polvo; el plano debe estar forrado con
una tela de seda ordinaria o terciopelo, con el pelo hacia
arriba para que los fragmentos de la pieza se queden bien
adheridos.
Siguiendo la temática de la conservación de
obras textiles, una vez limpio el tejido sé
eligirá cuidadosamente un soporte adecuado para reforzar
aquellas piezas en que presenten partes rotas y que afecten el
aspecto estético.
Los métodos para el montaje son:
- Fijación de la pieza mediante adhesivo (no es muy
conveniente por lo que ya se explico) - Coserse el textil a una pieza de sujeción.
- Exhibirse en vitrinas en un plano inclinado.
- Colocar la pieza entre dos piezas de seda de malla
ancha.
Julio César Pérez Guzmán